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En la tradicional Inglaterra Victoriana, donde no se concebía el papel de la mujer más allá de los
muros de su hogar, una joven emprendedora renunció a una vida tranquila para sumergirse en el
estudio y la práctica de la enfermería. El importantísimo papel que jugó Florence Nightingale en la
Guerra de Crimea le dieron la fama y el reconocimiento como una de las pioneras de la enfermería
moderna.
La infancia de Florence trancurrió tranquila en la campiña inglesa. Una institutriz se hizo cargo de
la educación de las niñas Nightingale hasta que su padre asumió personalmente su formación.
Florence mostró pronto un especial interés por las matemáticas y, aunque sus padres intentaron
que siguiera una educación más acorde con su condición de mujer, la tenacidad e insistencia de la
pequeña hicieron que sus padres le permitieran continuar con sus estudios.
Formación práctica
En su empeño por convertirse en una enfermera profesional, Florence inició en 1849 un largo
viaje por Europa y Egipto en el que conoció a varias personas de renombre y visitó diferentes
hospitales en los que aprendió distintas metodologías y procedimientos.
En 1850 ingresó como enfermera en el Instituto de San Vicente de Paul en Alejandría, una
institución católica; posteriormente visitaría el hospital del Pastor Theodor Fliedner en
Kaiserwerth y el Instituto alemán para Diaconisas Protestantes, ambos en Dusseldorf. En París
también estuvo en el hospital Saint Germain.
Toda esta experiencia le valió tres años después conseguir el puesto de superintendente en el
Instituto para el Cuidado de Señoras Enfermas de Londres, cargo que ocuparía hasta su marcha a
Crimea.
Su papel en la Guerra de Crimea En marzo de 1854, tras un año de clonflictos entre Rusia y la
alianza formada por Francia, Gran Bretaña y Turquía, estos declaraban formalmente la guerra al
imperio de los Romanov. Se iniciaba la Guerra de Crimea. Durante el conflicto fueron muchas las
bajas producidas por la falta y deficiencia de contingentes sanitarios en la zona.
El entonces Secretario de Guerra británico, Sidney Herbert, a quien Florence había conocido en
Roma unos años antes, le pidió que supervisara el papel de las enfermeras en los hospitales de la
zona.
Nightingale no se lo pensó dos veces. Con el cargo de Superintendente del Sistema de Enfermeras
de los Hospitales Generales Ingleses en Turquía arribó a Constantinopla junto con 38 enfermeras
el 21 de octubre de 1854.
GUERRA DE CRIMEA
Durante el primer verano de Florence en Scutari, algo más de cuatro mil soldados perdieron
la vida; fallecieron diez veces más soldados por enfermedades como tifus, fiebre tifoidea,
cólera y disentería que por heridas en el campo de batalla.
En marzo de 1855, el gobierno británico destinó una comisión sanitaria a Scutari, casi seis
meses después de la llegada de Florence. Ella ordenó la limpieza de los vertederos
contaminantes y mejoró la ventilación del hospital. A partir de esas medidas el índice de
mortalidad bajó rápidamente.
SE DIO EN LA PENINSULA DE CRIMEA EN EL MAR NEGRO LAS PERSONAS MORIAN MAS POR
ASPECTOS SANITARIOS QUE POR LA MISMA GUERRA En aquel momento, Sidney Herbert –antiguo
conocido de la familia Nightingale– era el Secretario de Guerra en Gran Bretaña. Conocía las
actividades de Florence como enfermera, a la que solicitó ayuda.
La Fundación Nightingale
Con su defensa de la profesionalización de la profesión, Florence consiguió que en pocos años las
enfermeras fueran consideradas como parte importante de los hospitales. Su fama se extendió a
otros paises como Australia o Estados Unidos. Linda Richards, conocida como la primera
enfermera entrenada de América, fue apadrinada por la propia Florence.
En su incansable devoción por la profesión, Florence quiso poner por escrito todos sus
conocimientos. Su primera obra fue Notas sobre Enfermería: Qué es y qué no es, un libro que
sirvió como base para la educación de sus alumnas a la vez que tuvo una buena aceptación por
parte del público en general. Florence publicó otros títulos como Notas sobre Hospitales o Notas
en cuestiones que afectan la Salud, la Eficiencia y la Administración Hospitalaria del Ejército
Británico.
Reconocimiento público
Además de la satisfacción personal, Florence recibió importantes premios como la Real Cruz Roja
otorgada por la Reina Victoria o la Orden del Mérido del Reino Unido.
Su interés por otros campos como la estadística también le valió grandes honores como ser
admitida en la Royal Statistical Society británica y miembro honorario de la American Statistical
Association.
Lento declive
Florence pasó muchos años postrada en una cama a causa de una enfermedad contraída en
Crimea. A esto se sumó una depresión que fue apagando la vida de esta gran mujer. El 13 de
agosto de 1910, con 90 años, moría en su cama en su casa de Londres. Cinco años después se
erigía en Waterloo Place el Monumento de Crimea, en honor a su importantísima contribución en
aquel conflicto