Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
cultural y lugar de encuentro— tiene como punto de partida la relación entre Alberto
Rodríguez y Olga Ardila. Ambos nos lo contaron en distintos momentos. “Yo soy muy
romántica y entonces la casa nace del amor. O sea, estábamos en romance con Alberto y yo
Alberto nos confesó que por esa época sufría depresiones que lo dejaban mudo durante
varios días. “Solo nos salvarán nuestros afectos”, escribió el novelista argentino Ernesto
Sábato. Olga fue la única persona que pudo sacar a Alberto del silencio. Lo salvó.
estar con todos ustedes hoy en otra emisión del gabinete del Sr. Hyde. 1ro de septiembre del
2023, año pospandemia”. Olga, que trabajó en producción para la legendaria directora de
teatro Fanny Mikey, se las arregló para que la Casa de la lectura sobreviviera durante más
de dos décadas, incluso cuando el confinamiento los obligó a cerrar en 2020. A lo largo de
con autores como Juan Gabriel Vásquez, Andrés Neuman y Leila Guerriero—, y también
personas conectadas.
La relación de Alberto con el libro es especial. Como los niños que crecen cerca de un
río y se zambullen en el agua antes de aprender a caminar, Alberto empezó a interactuar con
los libros cuando apenas estaba pronunciando sus primeras palabras: “Mi acercamiento a la
lectura fue mediado por mi viejo, que era lector, que era un lector y, por supuesto, él quería
que su hijo fuera lector. Entonces tenía una biblioteca en la que me metió yo creo que a los
dos años, tres años, me acuerdo de gatear y en cambio de tener juguetes, bajar libros, y
hacer casas con libros, y pararme en los libros, y manosear los libros. Fue una cosa muy
didáctica”.
68 años después, Alberto sigue viviendo entre libros. Entro en la Casa de la Lectura y
me siento rodeado por ellos. Están en todos los rincones. En el primer piso, al frente de la
sala, hay estantes llenos de libros ilustrados. Están ubicados sobre un escenario, quizá
porque son el tipo de libros a los que les gusta brillar, atraer miradas, convertirse en el
los ilustrados, son discretos y elegantes: les gusta vestir con tonos oscuros y son
planta baja, en estantes viejos y deslucidos, están los libros que han caído en desgracia:
libros rotos, ediciones de baja calidad, obras que nunca fueron del gusto de nadie. Han
caído tan bajo que están mezclados con las revistas viejas.
En el otro extremo de la clasificación, están los libros que ocupan un lugar privilegiado
tanto en la casa como en el corazón de Olga y Alberto. Se destaca “La insoportable levedad
del ser”, una novela que leyeron hace años, juntos, en voz alta, durante varias tardes. Y un
libro infantil, “Cuento de osos”, que está ubicado en una repisa dentro de la oficina
convirtió en uno de los espacios más frecuentados por escritores en formación. Cada año, se
mayor y Ciudad crónica, que son dictados por Alberto en Casa de la lectura y otros espacios
cercanos.
lado a otro en el auditorio del área cultural. Veinte estudiantes lo escuchan con atención. Es
un orador elocuente y apasionado, que logra seducirlos con el ritmo y la precisión de sus
“sentarse en el banquillo”.
Es un método cuestionado por algunos, pero que ha dado buenos resultados: el taller
Écheme el cuento sigue recibiendo más de cien inscripciones cada año y muchos de sus
convocatorias, y hasta han publicado sus propios libros de cuentos. Annie Montenegro es
un ejemplo de ello: fue estudiante de Écheme el cuento en la edición del 2015, y del énfasis
del taller en 2016. Desde entonces, ha publicado dos libros de relatos, y ha sido finalista
varias veces del concurso de cuento La cueva, uno de los más prestigiosos a nivel nacional.
Otro tallerista destacado es Pablo Concha, que se ha consolidado como un autor del género
Alberto, que ha publicado más de cinco libros entre antologías de cuento y novelas.
Todos ellos, como reflexiona Janet Burroway en su ensayo Escribir ficción, son
atraviesan la niebla en la que la mayoría de los hombres se pierden, mientras otros siguen
sus pasos”.
Yo también pasé por los talleres de la Casa de la lectura. Escribí cuentos mediocres, pero
recibí lecciones valiosas sobre el oficio. Me senté en el banquillo. Conocí personas que
cambiaron el rumbo de mi existencia. Aprendí que creamos en compañía de otros, así solo
sea por el eco que sus palabras e ideas tienen en lo que escribimos.
De alguna manera u otra, todos los que pasamos por la Casa de la lectura, o por lo
menos la mayoría, seguimos los pasos de Olga Ardila y Alberto Rodríguez. Los viajeros
audaces.
Todos ellos, como escribió Truman Capote en el prólogo de Música para camaleones, “se
La Casa de la Lectura es una librería compuesta, en buena medida, por libros concebidos en
pierden, mientras otros siguen sus pasos. Pero ni siquiera el escritor puede ir muy lejos, y
todos nosotros andamos a tientas a través de esa niebla. La ficción nunca puede ser una
ilusiones, porque la realidad en sí misma va más allá de nuestro alcance cuando tratamos de
El método de Alberto
Jerarquía
Una silla no es más que una silla. Un zapato no es más que un zapato.
Ese primer contacto con el libro se da en espacios como el Picnic literario y la Cocina de
cuentos.
cultural sobreviviera durante 25 años, incluso cuando el confinamiento del 2020 los obligó
académico: publicó varios libros sobre lectura y pedagogía, y logró consolidar talleres
como Écheme el cuento, Palabra mayor y Ciudad crónica. En junio del año pasado, obtuvo
por tercera vez el estímulo del Ministerio de Cultura para la publicación de obras de
literatura.