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Lo primero que escribí seguía los trazos de una palabra impresa en mi libro de cuentos
infantiles. Desde entonces, soy escribiendo. Y escribo porque leo. Cuando garabateé mi
nombre por primera vez sentí la urgencia de ir por los de mamá, papá, mis cuatro hermanas y
nuestros abuelxs maternos. Con ellxs pasamos infancia y adolescencia en la casa que esos
inmigrantes italianos construyeron a principios de los años cincuenta en Salta Capital. Mi
madre tenía libros de las colecciones Billiken y Robin Hood, además de la enciclopedia Lo Sé
Todo. Ella, que nos había iniciado en el gusto por la escucha atenta de historias antes de
dormir, fue también mi compañera de lecturas. Con sus padres incorporé las palabras de una
lengua que siempre estuvo presente en el hogar.
En aquellos días, descubrí “Prosa de prensa” de Juan Gelman y “Poemas humanos” del
gran César Vallejo. Cada vez que siento el desconsuelo, leo. Celebro los diálogos con aquellos
muertos que nos han dejado sus palabras. Entonces, no podía imaginar que la docencia sería
una vía para charlar sobre lecturas con adolescentes de distintos barrios de la ciudad. En las
escuelas públicas, ellxs me acercaron un mundo que desconozco y nunca termina de
sorprenderme por la rudeza entre la que pueden brotar sinceros cariños.
Actualmente, comparto un hogar con mi compañero de vida. En nuestra casa están mis
plantas y libros junto a sus cuadros y dibujos. El año pasado, ganamos con mi hermana y mi
amigo Osvaldo, un concurso literario. Elaboramos una historieta sobre la cultura wichí: los
dolores comunes en constante lucha por la dignidad que las lógicas occidentales les niegan
desde hace cientos de años. Y la vida de las mujeres indígenas en tiempos en que sus cuerpos
son también esa tierra que los blancos ultrajan y maltratan. Estos sentires son los que pautan
mi búsqueda actual. Quisiera asomarme en la comprensión de las palabras con las que ellxs
nombran su mundo. Oírlas, sentirlas moverse suaves y potentes como las aguas del gran Río
Pilcomayo. En wichí, “la voz del río” se dice tewok lapak.