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ONG’s e introducción de nuevas tecnologías en comunidades

campesinas: el caso de la Red Puna en la Puna jujeña

A. Benedetti, G. Pelicano, L. Reboratti, A. Combetto y J. Labourt.


Instituto de Geografía. Facultad de Filosofías y Letras. Universidad de Buenos Aires
gge@filo.uba.ar

RED PUNA
Calle Domingo Zerpa s/n. Pcia. de Jujuy. Argentina
Tel/Fax: 054-3-887-491-0047

Eje Temático: Instituciones y políticas públicas sectoriales.

Introducción
La presencia de las llamadas ONG’s en el agro extrapampeano no es nueva. Lo que sí es
nuevo, es la creciente importancia que este tipo de organizaciones ha cobrado en la
última década, al punto de constituirse en un actor central en la definición e
implementación de políticas sociales, entre ellas las que se proponen introducir nuevas
tecnologías en comunidades campesinas. A este tipo de organizaciones se las suele
definir como ONG’s de desarrollo.

En el caso de la Puna jujeña han aparecido en la última década y media varias decenas
de ONG’s con distintos perfiles, objetivos y número y origen de los integrantes. Estas
organizaciones propician nuevas formas de acción colectiva, procurando satisfacer
necesidades elementales que el Estado ya no garantiza. En el caso mencionado, esta
forma colectiva de acción ha avanzado hacia la puesta en marcha de una “supra” ONG,
que tiene como principal objetivo maximizar los recursos con los que se dispone,
permitiendo la circulación de información referida a proyectos. Esta organización es la
Red Puna que nuclea, en la actualidad, a más de diez ONG’s.

En este trabajo se expondrán algunas observaciones sobre el proceso reseñado,


prestando particular atención a las acciones encaradas por la Red Puna en materia de
introducción de tecnologías para la producción agropastoril y artesanal. Estas nuevas
tecnologías constituyen medios potenciales para dinamizar la economía campesina de la
Puna jujeña, en permanente situación de crisis.
El proceso de energización en áreas rurales homogéneas de carencia energética

Se puede entender por energización al proceso histórico de invención y apropiación de


medios técnicos y estratégicos para el aprovechamiento de las fuentes de energía y de
los dispositivos adaptados para tales funciones. Este proceso resulta de una
multiplicidad de cursos de acción en estrecha relación con la generación de nuevas
prácticas y procesos de trabajo que se optimizan por la utilización de nuevas y más
eficientes formas de la energía (como causa-efecto de aquellos cursos de acción) y por
las posibilidades que brinda en el proceso de valorización del capital. Asimismo, se
relaciona estrechamente con la valoración social y cultural de las posibilidades que
brinda su consumo para el mejoramiento de las condiciones de reproducción de la vida,
e incluso por las marcas de status que su consumo puede conferir (Benedetti, 1998a).

En este proceso confluye toda una compleja red de actores sociales, por lo que el
proceso técnico de energización está atravesado por la trama de las relaciones sociales y
por eso es necesario su entendimiento en tanto proceso histórico. En esta dirección, se
pueden conocer como políticas de energización a aquellas orientadas al abastecimiento
energético de determinados sectores de la sociedad, entendiéndolas como un tipo
particular de intervención social. Las políticas de energización son “cursos de acción”
que involucra todo un conjunto complejo de decisores y operadores (Aguilar
Villanueva, 1996).

De esta forma se genera una red de actores intervinientes en los momentos de diseño e
implementación de dicha política. Por lo tanto se rescata el concepto de redes sociales,
porque cuando se considera la implementación de las “políticas de energización” no es
que se suponga como únicos actores involucrados a las agencias estatales. Hay toda una
red de actores públicos y privados, locales y extralocales, que en distintos momentos y
con distintas capacidades de acción y reacción intervienen (obstaculizando o
acelerando) en la puesta en marcha de tales políticas. En ese sentido, “la concreción de
la política implica, por lo general, la intervención de una cadena de actores cuyo
comportamiento va desagregando -y a la vez materializando- la política” (Escolar,
Besse y Lourido 1994, 136). Puede entenderse “por red tanto el entramado de relaciones
sociales ‘reales corroborables’ como la construcción realizada por el investigador social
para ‘pescar’ lo real” (Ibid, 141).
Pero también es preciso tener en cuenta que si bien las políticas de energización son el
producto de las acciones desplegadas por la red de actores involucrados, éstas se
desarrollan en el marco de las políticas públicas encaradas por el Estado moderno. En
otros términos, no se debe restar importancia, a la influencia de las agencias estatales,
ya que son éstas las que tienen mayor capacidad de intervención, y esto es posible por el
carácter del Estado de detentor del monopolio de la coacción, dado que cuentan con los
instrumentos legítimos para materializar los principios rectores en que se enmarcan las
políticas del gobierno de turno (Fleury, 1997). Las políticas del Estado moderno “se
definen, no a partir de una entidad metafísica con capacidad decisoria por sobre la
sociedad, sino de la acción... de actores y sujetos en conflicto y estructuralmente
ubicados de manera desigual. En otros términos, las políticas del Estado son la
institucionalización de las condiciones de estas confrontaciones y de las formas en que
las relaciones se materializan” (Grassi, 1996, 67).

Las instancias actuales del proceso de energización son, en buena medida, resultado de
las intervenciones históricas de las agencias estatales del sector, las que crearon el
“mapa base” de la geografía de la energía y de las empresas particulares que obtuvieron
la concesión determinados servicios. Las actuales intervenciones se dan en el marco del
proceso de conformación del Estado Neoliberal Asistencialista, a partir de la crisis
global del Estado populista-desarrollista (Grassi, Hintze y Neufeld, 1996; Grassi, 1996).
En este contexto de privatización el “Estado empresario” dejó paso a un “Estado-
regulador/fiscalizador” de la prestación del servicio eléctrico.

Pero este mapa está siendo redefinido por la intervención de otras agencias que
indirectamente alientan u obstaculizan la introducción de tecnologías de
aprovechamiento energético. Por acción u omisión hay una serie de dispositivos técnico
que están ausentes, impidiendo el desarrollo (sustentable) de la economía de esta región.
En otros casos, su presencia exigua o su introducción en forma caprichosa no permite
generar condiciones de mejoramiento a largo plazo de las condiciones de producción.

Las actuales políticas de energización en el ámbito rural: políticas directas y


políticas indirectas
El Grupo de Geografía de la Energía ha encarado en la actual programación científica
UBACyT el proyecto “Evaluación de estrategias de introducción de tecnologías
energéticas no convencionales en áreas rurales homogéneas de carencia energética en la
región NOA”. Uno de los objetivos propuestos para ese proyecto fue la identificación de
los actores sociales involucrados en el proceso de incorporación de nuevas tecnologías
energéticas en las áreas rurales homogénea de carencia energética del noroeste
argentino. Conjuntamente, reconstruir el inventario de tecnologías alternativas
introducidas en esas áreas, con la finalidad de evaluar los impactos sociales y
ambientales generados en ese proceso. A tal efecto se consideraron tres grandes áreas
para realizar el estudio: la Puna jujeña, el Chaco salteño y los Llanos riojanos.

Estos tres ámbitos geográficos presentan por lo menos cuatro rasgos comunes:
históricamente han sido excluidos de la expansión de algunos servicios públicos básicos
como el de la electricidad; la economía que se desarrolla es básicamente campesina, con
actividades productivas de carácter extensivo y de baja rentabilidad y baja tecnificación;
y donde la aridez es el rasgo ambiental característico, razón por la cual la provisión de
agua para consumo humano y del ganado se vuelve una cuestión crucial; aún predomina
el consumo de leña como principal fuente energética para generar calor. En ese contexto
la sequía suele constituirse en uno de los principales factores de desastre natural. De
cualquier manera existen algunas diferencias importantes en la historia social que signó
a cada región, derivadas de los diferentes procesos de poblamiento.

En lo que respecta a la expansión del servicio eléctrico, cabe destacar que esta siguió la
lógica de la demanda solvente: “el mercado energético de los sistemas comerciales
dominantes capaces de proporcionar niveles eficientes de energización, es regido por
criterios de costo-beneficio que excluyen a estas áreas de baja densidad de demanda”
(Pelicano, 1995, 2).

A partir de la década del ‘40 el Estado nacional fue el principal agente encargado de
desarrollar la red técnica del servicio eléctrico, conformando pequeños sistemas
regionales que conectaban los distintos centros urbanos y las áreas rurales más
productivas. Por fuera del sistema energético nacional fueron surgiendo,
progresivamente, importantes ámbitos geográficos de exclusión, entre los que se
destacan la Puna jujeña, los Llanos riojanos, y el Chaco salteño: áreas rurales
extrapampeanas que incluyen poblaciones campesinas y aborígenes que nunca fueron
beneficiados por la ejecución de políticas sistemáticas que permitieran la generalización
de tecnologías energéticas alternativas a los sistemas eléctricos, regionales primero y
nacional más tarde. La energización eléctrica fue (y en gran medida aún lo es) un
fenómeno urbano y de las áreas rurales integradas al mercado de producción capitalista.
La no provisión de electricidad a esas comunidades no radica simplemente en un
problema “técnico-económico”, sino en un problema político y económico, que surge de
la decisión de privilegiar el desarrollo de determinados agentes productivos localizados
en las “áreas desarrolladas” en desmedro de aquellos localizados en las “áreas
atrasadas” del país (Benedetti, 1998b).

Desde la década pasada se vienen implementando una serie de políticas que están
generando algunos cambios en el mapa energético de estas regiones, cuya filosofía está
ligada al proceso de Reforma del Estado. En términos generales se pueden diferenciar,
en el proceso de energización, dos conjuntos de políticas:

- Políticas de expansión de servicios básicos de energía, agua y comunicación,


vinculados al proceso de privatización. En este caso se introducen en las
comunidades paneles solares que accionan bombas de agua o que alimentan
centrales telefónicas y, paneles-aerogeneradores y centrales minihidráulicas (según
los casos) para generación de electricidad para usos básicos.

- Políticas sociales orientadas al sector productivo, que no contemplan explícitamente


las cuestiones energéticas, que se desarrollan en el ámbito de la Secretaría de
Desarrollo y que, indirectamente, se constituyen en un vector para la introducción de
tecnologías energéticas.

Se puede advertir que en el primer conjunto de políticas la red de actores está


conformada por las agencias estatales “residuales” tras el proceso de privatización, las
empresas concesionarias que asumen la función de implementar las políticas de
energización y las comunidades que se transforman en clientes de un servicio. Este
servicio, como se analizará en seguida, está orientado al consumo domiciliario básico,
sin procurar introducir mejoras en la esfera de la producción. Este conjunto de políticas
pueden considerarse como “directas”, y se destaca en primer lugar la del Programa de
Abastecimiento Eléctrico a la Población Rural Dispersa de Argentina (PAEPRA), el
cual se inicia en 1995 en el ámbito de la Secretaría de Energía de la Nación.

Para el concesionamiento, el PAEPRA propuso a los organismos provinciales una


estrategia por la cual se organicen los mercados provinciales en dos áreas de concesión:
“una corresponde a las áreas que tradicionalmente han contado con suministro eléctrico
por redes interconectadas al sistema nacional y/o provincial de distribución... que han
dado en llamar Área de Concesión del Mercado Concentrado, y otra correspondiente al
resto del territorio provincial, el que no contaba históricamente con abastecimiento
eléctrico, al que se ha dado en llamar Área de Concesión del Mercado Eléctrico
Disperso” (Fabris et. al., 1995).

El objetivo central del PAEPRA es “dar abastecimiento eléctrico a la población rural...


contribuyendo de esta manera a la mitigación de la migración rural, a través de: (i) la
provisión de un servicio eléctrico que satisfaga sus necesidades básicas de iluminación y
comunicación social, con fuentes descentralizadas de suministro basadas en tecnologías
que mayoritariamente usen recursos renovables (ii) facilitar la participación del sector
privado en la provisión de este suministro (iii) reforzar la capacidad institucional de los
entes reguladores” (PERMER, 1998).

En este texto se pone como ejemplo a la provincia de Jujuy por ser, junto a Salta, la que
más ha avanzado en el proceso de expansión del servicio eléctrico al mercado rural
disperso, a través de una empresa concesionaria. La expansión del servicio será posible
gracias a: (1) los subsidios que recibirá la empresa, (2) a las inversiones que realice la
empresa que obtenga la concesión y (3) al pago de derechos de conexión y una tarifa
mensual de los usuarios. De esta forma, tomando en consideración la importancia que
reviste la proporción de subsidios, se puede afirmar que esta política procura
transformar los mercados históricamente no rentables en mercados rentables. Esto es
posible por el impulso dado por las leyes de privatización nacionales y provinciales y
por los fondos que el PAEPRA canalizará a partir de créditos obtenidos en organismos
internacionales.

Cabe preguntarse si la política impulsada por el PAEPRA constituye un caso más de


política compensatoria, es decir un tipo de política que formalmente pretende revertir
las condiciones extremas de pobreza y marginalidad, pero que, por el contrario, dado el
carácter temporario, excesivamente focalizado y asistencial de su propuesta no
contribuyen al incremento de la capacidad de acción y reacción de los grupos sociales
involucrados. El hecho de que la introducción de tecnología se orienta a la satisfacción
de necesidades de comunicación e iluminación, sin contemplar la esfera productiva,
llevaría a afirmar que esto es así. Esto tiene que ver con que, por un lado, el PAEPRA se
formula en el marco de la consolidación de un estado básicamente asistencialista,
fundado en la realización de políticas sociales dirigidas no tanto a mejorar las
condiciones de vida, sino a impedir un mayor deterioro y evitar la conflictividad social
generada por el avance del proceso de modernización crecientemente excluyente.
Pero por otro lado, este programa aparece como una vía factible de generar ciertas
condiciones de bienestar en estas comunidades rurales históricamente postergadas. La
electricidad dinamiza algunas prácticas sociales, como por ejemplo aquellas que tienen
que ver con el encuentro comunitario. Permite iluminar y musicalizar los eventos
festivos en los que se encuentra toda la comunidad. Pero lo que es cierto es que no
resuelve el problema global del abastecimiento de la energía.

Del conjunto de políticas diseñadas desde la Secretaría de Desarrollo, surge las que se
consideraron como políticas energéticas indirectas. Estas política están orientadas a un
abanico considerable de temas, siendo los temas vinculados a la producción aquellos
que se constituyen en vectores para la introducción de tecnologías energéticas.

Las políticas de energización en la Puna jujeña


En el estudio de caso que más se ha avanzado es en el de la Puna jujeña y
particularmente en la comunidad de El Moreno. Esta comunidades se encuentra en el
departamento de Tumbaya, a 80 kilómetros al oeste de Purmamarca. Además se realizó,
recientemente, una visita a dos comunidades próximas a El Moreno: Tres Morros y
Santuario de Tres Pozos.

Esta tres comunidades se encuentran dentro del Mercado Eléctrico Disperso de la


provincia de Jujuy, aunque cada una se encuentra en una situación diferentes con
respecto al proceso de energización eléctrica. En el caso de El Moreno, la Dirección
provincial de energía ya había instalado un generador diesel en 1986. En una primera
etapa, el servicio se prestaba durante cuatro horas diarias (de 19 a 23 hs). Tras la
privatización, concretada en 1996, se amplía horario de servicio que pasó de 4 a 8 horas.
En Santuario de Tres Pozos la instalación del servicio se realizó algunos años después y
con una tecnología diferente (sistema híbrido solar-eólico) que permite el
abastecimiento durante las 24 horas. Finalmente, la población de Tres Morros es
representativa del nivel más incipiente de energización. Instalada recientemente solo se
utiliza para iluminación domiciliaria que los habitantes reconocen como un cambio
significativo en su calidad de vida. Es notorio observar que aún gastan en velas y muy
frecuentemente en pilas para la radio lo que demuestra que aún no internalizaron las
posibilidades que brinda el consumo de la electricidad.

Se trata, entonces, de un proceso de introducción de una tecnología energética que


aprovecha recursos renovables e inagotables, el sol y el viento, en el contexto de una
política diseñada por el Estado e implementada con la participación de una empresa que
obtuvo la concesión. Dicha política se orienta a la provisión de electricidad para
satisfacer necesidades básicas de iluminación y comunicación social, sin prever la
posibilidad de generar energía para usos productivos. No existe, en el ámbito de la
Dirección de Energía de Jujuy residual, ninguna política orientada a introducir
tecnologías energética vinculadas a la producción. El Estado se desliga de algunas
responsabilidades, las cuales son transferidas al sector privado.

Participación de las ONG’s en la introducción de tecnologías energéticas


Por fuera de estas tecnologías orientadas al abastecimiento de necesidades domiciliarias
existe otro paquete de tecnologías más directamente vinculada con las tareas
productivas, sobre todo las agropastoriles: invernaderos y molinos de viento y bombas
solares para extracción de agua.

La instalación de invernaderos ha sido particularmente significativamente en El


Moreno. Sin embargo aún no es tan común que este tipo de tecnología se encuentra en
otras comunidades o, inclusive, que se utilice en forma considerable. Tomando los casos
de Tres Morros y Tres Pozos.

Existen dos necesidades energéticas que no están contempladas en las políticas actuales
del estado: la sustitución de la leña como principal combustible para la generación de
calor y la introducción de tecnologías para mejorar las condiciones de producción. En
este sentido el panorama es poco claro. Las única vía para la introducción de estas
tecnologías es indirecta, vinculadas a los proyectos y programas elaborados en el ámbito
de la Secretaría de Desarrollo. En este caso, tanto en El Moreno como en Santuario de
Tres Pozos existen algunos invernaderos y un molino en El Moreno. También se han
introducido, en otras comunidades de la Puna, bombas solares para extracción de aguas
subterráneas. Hasta el momento no se han detectado otro tipo de tecnologías energéticas
que se hayan difundido en forma considerable, sólo algunos casos puntuales de ensayos
con biodigestores, bosquecitos para leña, y otras tecnologías, con escasa difusión y
resultados aún mediocres.

Sí ha tenido buena repercusión, al menos en el caso de El Moreno, los invernaderos.


Esta comunidad, a través de la Organización Comunitaria Aborigen “Sol de Mayo”, ha
realizado en 1993 gestiones para iniciar prácticas de reforestación, siendo incluida en el
Proyecto Municipio y Medio Ambiente a cargo de la Dirección de Recursos Naturales
Renovables y el proyecto GTZ-Desarrollo Agroforestal en Comunidades Rurales del
NOA. Como parte del mismo se ha instalado un invernadero, cuyo destino era la
experimentación con nuevas especies forestales y forrajeras. El tipo de invernadero que
se instaló es el andino (Díaz, 1994), desarrollado a partir de experiencias similares en
Bolivia. Este invernadero es accesible para los presupuestos manejados por la
comunidad, ya que varios de los materiales que se utilizan son de la zona: para los
cimientos y paredes se utiliza piedra, paja o barro. Estos materiales son muy apropiados
por su alta capacidad aislante del frío. El único material que se debe comprar es la
cobertura, utilizándose plástico polietileno, que presenta como gran ventaja los menores
costos en relación a otros materiales. El costo de un invernadero puede ascender a los
$300-$350.

El objetivo perseguido por la principal institución participante en el diseño, la GTZ, era


cultivar especies leñosas. La comunidad, que participó desde un principio en el
proyecto, efectuó una adaptación del uso, derivándolo al cultivo de hortalizas con
mucho éxito. Esa práctica fue adoptada también por la escuela, por lo que se construyó
otro invernadero para abastecimiento de verduras para su comedor. El éxito de estas
innovaciones impulsaron a que la comunidad enviara a uno de sus miembros a un Taller
de Intercambio de Experiencias sobre Invernaderos en la Puna organizado por el
mencionado proyecto, para interiorizarse sobre aspectos técnicos. Asimismo surgió la
inquietud de construir un invernadero para la producción de hortalizas y plantas
medicinales con fines comerciales.

La difusión de esta tecnología se produjo con relativa rapidez, siendo adoptada por
pobladores individuales que la han puesto en práctica con resultados muy satisfactorios.
Las limitaciones económicas, fundamentalmente la falta de capital en forma de dinero
para la adquisición del plástico para la cubierta, así como para la compra de semillas, no
permiten una mayor multiplicación de esta tecnología.

En la actualidad se encuentran en funcionamiento 10 invernaderos, lo que implica una


superficie de aproximadamente 3 ha. produciendo bajo estas condiciones, frente a las 62
ha de rastrojos en producción –estacional- (Combetto, 1997), es decir, menos del 5%.
La principal ventaja que trae este tipo de tecnología es que permite introducir especies
hortícolas que no son resistentes a las heladas, como el tomate. Esto lleva a una
diversificación de la dieta.
A la tecnología del invernadero se suma la del molino de viento “patagónico” que
bombea agua hacia un tanque australiano. Este aprovisionamiento de agua permite el
riego de las especies forestales que se han plantado en un área cercana al molino, así
como de los rastrojos que se encuentran en las proximidades. Tras haber experimentado
con eucalipto y otras especies, llegaron a una especie que en la actualidad da buenos
resultados, el tamarisco. A este proyecto se suma un bosquecillo plantado de un colegio
de San Salvador de Jujuy. La forestación no está orientada tanto a la generación de leña,
sino más bien a la creación de cortinas de viento y fijación del suelo, lo que impedirá la
erosión y medanización de los terrenos involucrados, permitiendo asimismo la
experimentación con nuevas especies arbóreas.

A partir de la introducción de una tecnología eficiente para la producción hortícola la


comunidad ha demostrado tener interés por adoptar las nuevas propuestas tecnológicas.
Por otra parte, la introducción de tecnología implica la interacción de la comunidad y su
organización de base local con actores extralocales, generándose ciertas
reformulaciones y nuevas iniciativas para lograr mejorar las condiciones de producción.

Pero no en todas las comunidades en las que se han introducido los invernaderos, estos
se encuentran en buen nivel de funcionamiento. ¿A que se debe esto? Básicamente esta
diferencia tiene que ver con la presencia, en la comunidad, de una organización de base,
la cual cuenta con representantes muy activos, que permanentemente se plantean nuevos
objetivos para mejorar las condiciones de vida de la comunidad. La estrategia que lleva
adelante esta organización consiste en la permanente comunicación con otras
organizaciones extralocales, regionales o extraregionales, con el propósito de lograr una
permanente capacitación en cuestiones tecnológicas, pero también en cuestiones
jurídicas, organizacionales y educativas. En ese marco, también se ha generado una gran
fluidez en la comunicación con este grupo. En este sentido, les hemos proporcionado y
sistematizado información de diversa índole que ha sido utilizada para la formulación de
proyectos para la solicitud a organismos subsidiarios.

Esta práctica de comunicación con otras organizaciones no se da solamente en El


Moreno. En mayor o menor grado, todas las comunidades crean organizaciones
intermedias a través de las cuales buscan obtener fondos. Pero muchas veces estas
quedan atadas a las estrategias de los intendentes municipales de turno. También,
algunas crean sus propios canales de comunicación con otros organismos
gubernamentales y no gubernamentales. Las organizaciones no gubernamentales u
ONG’s, por su parte, implementan sus políticas a través de estas organizaciones y en
combinación con otras ONG. De esta manera, se fue definiendo una estrategia de
accionar en red, que cada vez fue adquiriendo mayor grado de complejidad. Esta
práctica tiene que ver también con que cada ver, la ONG’s amplían su temario, sus áreas
de influencia, sus integrantes, hasta llegar a superponerse.

Esta interacción ha generado una práctica de comunicación, que en si ha pasado a


constituirse en una estrategia que pudo formalizarse en una ONG’s que surge del
esfuerzo mancomunado de esta red de actores: la Red Puna.

La Red Puna
La Red Puna es una organización surgida del encuentro de distintas organizaciones de la
Puna jujeña que venían trabajando aisladamente desde la década anterior, en apoyo de
las comunidades de la región. La integran organizaciones de promoción y desarrollo y
organizaciones de base representativas de una importante cantidad de comunidades de
la región: cooperativas de productores, asociaciones de pequeños productores,
organizaciones aborígenes y asociaciones vecinales. Su área de influencia no está
limitada por jurisdicciones administrativas sino que abarca comunidades con
problemáticas afines. Desde las primeras reuniones de la Red la convocatoria ha
producido ingresos y egresos de participantes a medida que tomaba cuerpo la identidad
de objetivos y modalidades de trabajo.

El antecedente inmediato de la Red Puna fue una reunión convocada en Humahuaca en


noviembre de 1995 por seis Instituciones de Promoción y Desarrollo, con el objetivo de
compartir sus experiencias y dificultades en el trabajo cotidiano. Estas instituciones
fueron: OCLADE (Obra Claretiana para el Desarrollo), INTA, Foro de Municipios y
Comisionados Municipales de Jujuy, Proyecto GTZ-Desarrollo Agroforestal en
Comunidades Rurales del Noroeste Argentino, Cooperativa PHUNA (Por Un Nuevo
Hombre Americano) y API (Asociación para la Promoción Integral).

En esa primera reunión se realizó un diagnóstico muy detallado y abarcador de las


problemáticas que afectan al mundo puneño vinculados a la productividad, a los
Mercados y la comercialización; a la problemática sociocultural del trabajador de la
Puna, problemática político-institucional y la revalorización del patrón cultural
aborigen. Este diagnóstico dio origen a un documento que fue publicado en la Revista
“Desarrollo Agroforestal y Comunidades Rurales del NOA”, año 5 Nº 24, agosto-
setiembre 1996. Posteriormente la GTZ no continuó participando debido a que finalizó
su proyecto y el INTA se retiró por no adscribir a los postulados de las restantes
instituciones.

En noviembre de 1996 se realizó en Tumbaya la reunión en la que se cimentó la Red


Puna. Su dinámica de funcionamiento consiste en el encuentro formal de representantes
de las organizaciones, cada dos meses, en sedes que van rotando dentro del ámbito de la
Puna; esto facilita la participación y la asistencia de sus miembros. La organización
interna de la Red ha sido constituida progresivamente por consenso a través de ajustes y
propuestas conjuntas. Se definieron como objetivos básicos de la Red los siguientes: “a)
La búsqueda de caminos de desarrollo que promuevan la revalorización de la
autoestima de la persona y la cultura de la Puna; b) La organización de los
productores; c) La investigación, tanto técnico-productiva como social, orientada
especialmente a: c1) La experimentación y validación de sistemas productivos
integrales y sostenibles para las comunidades puneñas; c2) La capacitación,
identificando los métodos y formas más adecuadas para el poblador de la Puna; d) La
búsqueda de alternativas de inserción en el mercado, sin que ello signifique una
pérdida de identidad cultural para las comunidades; e) La formulación de políticas de
desarrollo para la Puna; f) La sistematización de experiencias; g) La articulación entre
instituciones que trabajan en la Puna; h) Fortalecer y/o agrupar consensos para
conseguir políticas sociales generadas desde la Puna con participación de todos los
sectores sociales; i) Especialmente se percibe como un desafío el cambio en el sistema
educativo para que el mismo responda a la individualidad cultural y las necesidades de
la zona y prepare a los niños para enfrentar una relación de mayor igualdad.”

Desde entonces se realizan, bimensualmente, reuniones en las que participan integrantes


de las organizaciones que integran la Red Puna, a lo largo de las cuales se han ido
incorporando y alejando distintos miembros. Para ello se han establecido, como
condiciones básicas de pertenencia, las siguientes: (a) instituciones que tengan presencia
regular en la Puna; (b) instituciones que trabajan con pequeños productores; (c)
instituciones que financian proyectos; (d) instituciones con interés en las problemáticas
de la región. Bajo esta última perspectiva fue aceptada la participación como miembro
externo al Grupo de Geografía de la Energía.

Una de las primeras decisiones de la Red fue la presentación del proyecto común a la
Secretaría de Acción Social de la Nación a través del Programa de Fortalecimiento de la
Sociedad Civil. Luego de 2 años se obtuvo el financiamiento para cubrir los gastos de
las reuniones y los aspectos administrativos de la Red.

Las organizaciones de apoyo aportan su experiencia y sus equipos técnicos tanto en los
aspectos relativos a problemáticas productivas, sociales o de gestión de recursos ante
organismos oficiales, y coordinación de acciones, particularmente en lo referente a los
programas dependientes de la Secretaría de Desarrollo Social en sus diferentes
programas. Algunas de las reuniones de la Red cuentan con invitados especializados en
temas específicos.

Asimismo se mantienen contactos con organizaciones de países como Bolivia, donde se


han realizado experiencias exitosas con forrajes; con Brasil se han hecho contactos con
representantes del movimiento de “los sin tierra”; con universidades nacionales; con
organismos técnico agropecuarios, etc.

Las reuniones periódicas de sus miembros cuentan con agendas propuestas por los
integrantes, cuya discusión se realiza en el marco de una dinámica participativa en la
que las organizaciones de apoyo promueven el crecimiento colectivo e institucional con
miras a evitar relaciones de dependencia. Con ese objetivo, periódicamente se realizan
evaluaciones de los éxitos y los fracasos a través de un mecanismo que permite hacer el
balance entre Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas internas de la Red y
externas a ella. Esto permite ir haciendo correcciones en la dinámica de funcionamiento.

Finalmente cabe mencionar que la difusión de la existencia y los objetivos de la Red


merece especial atención en las reuniones periódicas. Para ello ya se han concretado: (a)
la producción de un video de presentación de las problemáticas de la Puna; (b) un
documento de análisis y diagnóstico de la situación actual de la región, que reproduce el
documento de la reunión de Humahuaca de 1995; (c) la confección de una cartilla
realizada con apoyo del INAI, Instituto Nacional de Asuntos Aborígenes, redactada en
un lenguaje familiar para los habitantes de la zona, orientado a los aspectos jurídicos
relativos al proyecto provincial de cesión de tierras; (d) finalmente, se han iniciado
contactos para la presencia regular institucional en medios radiales locales y
provinciales, los que a la vez actúan como contactos intercomunitarios. OCLADE ha
facilitado espacio en su publicación “Yareta” y en un programa radial.

Las Organizaciones de la Red Puna


En la actualidad participan tres organizaciones de promoción y desarrollo: API,
OCLADE e ICOS. API tiene mayor presencia en temáticas vinculadas a la producción
como ser ganadería, agricultura, comercialización, asimismo en relación a salud y
recursos hídricos, con mayor presencia en los departamentos de Cochinoca, Tilcara,
Tumbaya, Yavi y Humahuaca. En todos además trabaja sobre organización.

ICOS solamente está presente en Tumbaya, con el objeto de trabajar en la formación de


organizaciones comunitarias aborígenes y la formulación de proyecto productivos.
Asimismo, pero fuera del área Puna, en Santa Bárbara y Ledesma, trabaja en la
formación de cooperativas y en la formulación e implementación de proyectos
productivos.

OCLADE, aborda mayoritariamente la temática del desarrollo infantil, con presencia en


cinco departamentos de la Puna jujeña y en dos de los Valles de Altura salteños.
Asimismo otra temática que aborda es la vinculada a la Producción, en los
departamentos de Cochinoca y Rinconada y en Santa Victoria en Salta. En Susques se
ocupa de problemáticas vinculadas a la mujer y a la comunicación.

Las organizaciones de base están llevando a cabo proyectos sobre cuestiones vinculadas
a conservación de recursos naturales, forestación, horticultura e invernaderos, sanidad y
producción animal, mujer e infancia y cuestiones de capacitación y fortalecimiento
institucional.

En su conjunto han surgido en la última década y media, en el marco del proceso de


democratización; de la pérdida de funciones del Estado en el manejo de la economía y
la producción, funciones que son transferidas al mercado (concesiones) y otras a la
propia sociedad (Filmus, 1997).

La Red como ámbito de difusión de prácticas tecnológicas


La posibilidad de desarrollar un modelo productivo adaptado a las características
ambientales y sociales de la Puna implica el abordaje de algunos problemas cuya
presencia es permanente en lo cotidiano de sus comunidades y que se relaciona con el
nivel tecnológico vigente que condiciona su aptitud para incorporarse a los mercados de
trabajo regionales.

Uno de estos problemas cíclicos es la sequía que afecta la Puna desde fines de 1998.
Esta situación es motivo de análisis permanente en el ámbito de la Red por sus
implicancias en la productividad agrícola y ganadera. Las medidas oficiales no se
ajustan a las necesidades reales de las comunidades y algunos proyectos como el de
bombas solares para extracción de agua han fracasado por problemas presupuestarios de
la Dirección de Recursos Hídricos de la provincia, que ha dejado de percibir fondos por
incumplimiento de compromisos de control de gestión ante la Nación. Por esta razón la
solución al problema sólo adopta soluciones focales tales como el suministro de agua
mineral a las escuelas de la región.

Desde las comunidades se formó una Comisión de Emergencia que censó a 720
productores para la implementación de un Fondo de recupero para aprovisionamiento
continuo de maíz con resultados dispares en los municipios. Como acción
complementaria, también se proveyó a los productores de sales nutrieres para el ganado
para mejorar el aprovechamiento del pasto ingerido.

En el terreno de la sanidad animal no existe un plan de control de enfermedades por lo


que es frecuente la diseminación de afecciones que reducen el valor alimentario y
económico del capital ganadero de los campesinos. Por iniciativa de la Red y para
contrarrestar los efectos de problemas sanitarios en las majadas, en la localidad de El
Moreno se realizó la desparasitación de 50 tropas con recursos propios de los
productores.

En cuanto a la productividad agrícola se ha instalado de manera muy extendida el


problema de restricciones fitosanitarias por virus que afectan la producción de papas de
distintas especies. Las plagas afectan tanto al producto como a las tierras que quedan
contaminadas. Contactos de la Red con el Instituto de Biología de la Universidad
Nacional de Jujuy permitieron formalizar un proyecto con la participación de el INTA
de Balcarce para el saneamiento de papas que luego serían procesadas para la obtención
de plántulas saneadas. El objetivo propuesto es la formalización de la Red como
organismos de certificación de semillas.

Actualmente este proyecto ha concretado la obtención de semillas de papa collareja


saneada. Dado que la UNJu carece de recursos económicos para la construcción del
invernadero en túnel que se requiere para el desarrollo de plántulas destinada a la
producción de semillas saneadas, OCLADE y API proveerán los fondos necesarios,
aproximadamente $5000. El asesoramiento de profesionales de la UNJu se extiende a
aspectos específicos tales como evitar utilizar semillas de zonas bajas, rotar la siembra y
combatir los virus vectores como el TRIPS.
La adopción de estas variantes productivas por parte de las comunidades depende de su
incorporación por etapas en los hábitos tradicionales del productor que podría
beneficiarse con experiencias de intercambio de diferentes especies.

Las problemáticas mencionadas son reconocidas en la Red como determinantes de las


limitaciones del modelo productivo de la región. La posibilidad de alcanzar un nuevo
“modo de producir” está estrechamente relacionadas con la incorporación de nuevas
técnicas.

Los invernaderos son una de las innovaciones tecnológicas que mayor difusión está
alcanzando en las comunidades campesinas de la Puna jujeña, en el marco de las
estrategias destinadas a mejorar la capacidad productiva agrícola y como tal ha dado
lugar desde hace algunos años a encuentros y talleres de capacitación para productores.
Sin embargo, para producir un cambio integral, se requiere una planificación que parta
del plano educativo, mejorando el nivel de capacitación de los jóvenes.

En ese contexto la Red ha propiciado la inclusión de un “brazo educativo”, respaldando


la creación de una Escuela de Alternancia para jóvenes y adolescentes en la localidad de
El Moreno. Los planes de estudio adaptados a las características regionales, contemplan
las problemáticas productivas agrícolas y ganaderas. De reciente creación, esta Escuela
ha incorporado la capacitación en cultivos en invernaderos con excelentes resultados
que permiten alentar la esperanza de que se detenga el flujo migratorio de los jóvenes.

Algunos comentarios finales

A lo largo de este trabajo se ha relatado una experiencia de investigación que se


desarrolló en la Puna jujeña. Esta es una región que históricamente estuvo marginada de
los procesos de modernización productiva, aunque no por ello económicamente
marginal. La Puna jujeña, desde las inicios del siglo conformó un reservorio de mano de
obra para la principal actividad productiva regional, la cosecha y procesamiento de la
caña de azúcar. La suerte de las comunidades del Chaco salteño y de los Llanos riojanos
tuvo algunas similitudes con las de la Puna al menos en este punto.

La crisis del polo agroindustrial que se inició en la década de 1970 conllevó un proceso
de descampesinización y éxodo rural, vinculado a la desactivación del mercado de
trabajo estacional. La redefinición del rol del Estado en el actual modelo económico
profundizó situaciones de exclusión en áreas que tradicionalmente han sido marginales
en la dinámica económica nacional. Esta situación coloca a las poblaciones rurales en
condiciones de particular vulnerabilidad al desaparecer paulatinamente las opciones
laborales temporarias por efecto de la concentración económica y la tecnificación
productiva.

Frente a este proceso, el Estado comienza a introducir ciertas tecnologías que permiten
un cierto bienestar: se crean sistemas de provisión de agua potable por cañería; se
privatiza el servicio telefónico y muchas comunidades acceden a un teléfono; se diseña
una política que permite la sustitución del querosén, la vela y las pilas por luz generada
por sistemas eólico y fotovoltaicos. También mejoran, sensiblemente, algunos medios
de transporte. Todo esto pareciera orientarse en el sentido de generar ciertas condiciones
básicas de reproducción, que desetimulen al éxodo rural.

Paralelamente se diseña un arsenal de políticas que procuran generar ciertas condiciones


para la producción, aunque estas están signadas por el carácter asistencialista y
cortoplacista, y por estar excesivamente focalizadas. En este contexto, la presencia en la
región de las ONG’s, pareciera se un signo de reaseguro para que dichos esfuerzo poco
articulados se potencien.

En este caso, la bandera de lucha está signada por el regionalismo: se crea una
organización que nuclea instituciones que tienen ciertos intereses comunes y que se
reconocen como semejantes por pertenecer a un ámbito estigmatizado por la exclusión
social. En la Red Puna estas expresiones se hacen fuerte: la reivindicación de las tierras
siempre prometida y finalmente nunca cedidas; la recuperación de valores culturales
soterrados durante décadas; la definición de una estrategia productiva adecuada desde el
punto de vista tecnológico y organizativo ante las limitaciones impuestas por el
ambiente puneño, son tal vez los principales tópicos de la labor de esta organización.

El Estado ha delegado su función de proveedor de servicios básicos en empresas


privadas que como tales, funcionan con criterios de rentabilidad empresaria. Para las
mismas, estas poblaciones sólo son usuarios domiciliarios; no se contemplan las
necesidades vinculadas al potencial productivo. En este contexto ha ido creciendo la
participación de las ONG’s como instituciones que proponen nuevas formas de acción
colectiva para dar respuesta a las demandas que el Estado ya no satisface.

Si bien la necesidad de mayor disponibilidad energética no es explícita, comienza a


aparecer a través de proyectos productivos y de capacitación para los que no es
suficiente el nivel de energización disponible actualmente: lavadero de sal, extracción
de agua, uso de soldadores, utilización de computadoras en la Escuela de Alternancia
polimodal. Las posibilidades de éxito de esta demanda será ardua en la medida que si
bien el servicio está siendo puesto a disposición de las poblaciones campesinas por las
empresas privatizadas, su efectivización sólo es factible mediante subsidios importantes
del Estado, que de esta manera permanece como el garante último de los derechos
comunitarios frente a criterios empresariales motivados únicamente por la rentabilidad.
Prueba de ello es la experiencia de la provincia de Salta, donde la oferta del servicio en
primera instancia se realizó sin subsidio, dando por resultado un sólo pedido en toda la
provincia.

Por qué es de interés para este grupo de investigación participar en las reuniones de esta
organización. Aquí cabría hacer una aclaración: una de las vinculaciones que estableció
este grupo con la Red Puna fue a través de la realización de un Banco de Datos
georeferenciadas a través de un sistema de información geográfica. Esta actividad de
extensión a la investigación constituye una instancia de sistematización de información.
Esta información se tradujo en un mapa, del cual podemos decir que aún tiene una
utilidad limitada.

En la actualidad las instituciones que conforman este Banco de Datos son 11, con una
estructura territorial relativamente sencilla. Sólo 1 tiene un radio de acción amplio:
OCLADE. Las otras tienen un radio de injerencia limitado: a un conjunto de no más de
10 comunidades. Otras están presentes en un número importante de comunidades
distribuidas por toda la provincia. En cierta forma, la red de nodos involucrados en este
proyecto es simple y queda un amplio espacio sin incorporar. Con la excepción de las
comunidades vinculadas a OCLADE, queda fuera del mapa de la Red buena parte del
departamento de Santa Catalina, Rinconada y Susques en su totalidad. Aún faltan
muchas instituciones que se podrían incorporar.

No obstante, progresivamente se van incorporando instituciones, lo que implica la


ampliación de la Red y del espacio de la Red. De esta forma los sucesivos mapas
mostrarán de que forma fue creciendo la Red e irán aportando mayor cantidad de
información referida a la organización institucional existente en esta región. Pero lo más
importante es que servirá para descubrir actuales superposiciones espaciales en las áreas
de intervención. A su vez, como se pueden identificar claramente los proyectos que se
realizan en cada una de esas comunidades, se podrán realizar algunas zonificaciones.
Finalmente, los mapas confeccionados podrán utilizarse como un medio de difusión de
la red.

Por otra parte, para este equipo de investigación, la Red Puna constituye una forma de
acceso al campo, tanto a través de las instituciones que participan en la Red, como por
la posibilidad de participar regularmente en un foro donde se discuten diferentes asuntos
regionales. Si bien las temáticas tratadas no tienen como centro de interés particular a la
cuestión energética, están atravesadas o inciden en ella. Fundamentalmente por la
articulación existente entre energía y producción: son las cuestiones de la producción las
que están en el centro de los debates. En la reunión del 16 y 17 de enero de este año se
esbozó una agenda de posibles temas a discutir a lo largo de las seis reuniones que se
realizarán durante el año. Esas son: sequía, tenencia de la tierra, personería jurídica de la
red, formación en temas de organización y gestión, creación de microredes y tecnología
apropiada.

De esta forma, tenemos la posibilidad de recuperar la visión de actores centrales en la


ejecución de políticas sociales que en la actualidad revisten un carácter estratégico para
la superviviencia de ese sector de la sociedad argentina.

La vinculación entre la cuestión energética y el desarrollo socioeconómico es de suma


importancia desde nuestra perspectiva. La energía es un medio y no un fin en sí mismo.
Es un medio para el desarrollo, entendiendo por desarrollo no una situación de
crecimiento, sino de cambio estructural. Y en este sentido, el acceso a la energía no
debe ser una instancia posterior del desarrollo, sino lo contrario: el consumo de la
energía y su incorporación en las prácticas sociales, son elementos dinamizadores de la
economía campesina, son un medio para el desarrollo socioeconómico y cultural.

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