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Superando El Desgaste en El Matrimonio
Superando El Desgaste en El Matrimonio
SUPERANDO EL DESGASTE EN EL
MATRIMONIO
Hace un par de años leí una interesante anécdota de la niñez del pastor
Charles Swindoll, que él mismo relata de esta manera:
Los recuerdos favoritos de mi niñez son las vacaciones de verano y las
reuniones familiares en la cabaña de mi abuelo materno en el sur de
Texas. La cabaña estaba a poco menos de cien metros de un pequeño
acantilado que se alzaba sobre las aguas turbias de la bahía. Mi abuelo
había abierto un pequeño sendero que descendía serpenteando hacia un
cobertizo donde guardaba una pequeña lancha a motor. Estoy seguro de
que mi abuelo no tenía idea de cuánto le gustaba a su nieto rubio
llamado Charles manejar el motor Johnson de diez caballos de fuerza
por la Bahía de Carancahua.
Recuerdo un día cuando tenía diez años. Mi abuelo me llevó afuera y me
dijo: “Todos los años, este acantilado decrece un poco y se desgasta;
deseo mostrártelo.” Usó una palabra que jamás había escuchado antes:
erosión. Caminamos a una cierta distancia del borde y él midió el
espacio desde ese punto hasta donde el acantilado descendía al agua.
Clavó una estaca en el suelo para marcar el lugar. “Tú vas a estar aquí el
verano que viene”, me dijo, “y entonces lo vamos a medir nuevamente”.
Cuando regresé el verano siguiente, dos poderosos huracanes de la costa
del Golfo habían asolado la región, con varias mareas extremadamente
altas y aguas turbulentas el año anterior. Corrí al acantilado y tomé la
medida hacia nuestra estaca. Se habían ido ocho pulgadas. ¡Toda la
tierra y el pasto habían desaparecido! Jamás me habría dado cuenta de
ello si no hubiéramos clavado una estaca en el suelo y lo hubiéramos
medido. Al año siguiente, mi abuelo me escribió y me dijo: “Este año se
erosionaron doce pulgadas más.” Me encantaría regresar y ver el viejo
lugar hoy. Es posible que a esta altura las aguas hayan barrido la cabaña
misma.
El diccionario Webster define erosionar en términos simples:
“Disminuir o destruir por grados… Desgastar o carcomer mediante la
lenta destrucción de la sustancia… Hacer que se deteriore o
desaparezca.”
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hijos se han ido y solo nos tenemos uno al otro. Vemos que
estamos disfrutando nuestro tiempo juntos, nuestras
conversaciones y compartiendo lo que pensamos, nuestras
preocupaciones e intereses. Disfrutamos haciendo cosas juntos.
Nuestros hijos adultos dicen que quieren tener relaciones
matrimoniales como la de sus padres. Eso es muy agradable para
ambos». Después de veintisiete años, Rex y Bonnie están
redescubriendo la primavera de su matrimonio.
Conocí a Ramiro y a Michelle en Phoenix, Arizona. «Estamos
disfrutando de una nueva etapa en nuestro matrimonio», dijo
Ramiro. «Es como comenzar de nuevo. Vivíamos en la parte oeste
del país y nos mudamos aquí hace tres años… y ha sido como una
segunda luna de miel para ambos. Antes de mudarnos, estábamos
comenzando a ser esclavos de la rutina y, francamente, no
estábamos prestándonos mucha atención el uno al otro. Desde que
estamos aquí, hemos pasado mucho más tiempo hablando y
haciendo cosas juntos. Los dos hemos encontrado una nueva
emoción en cuanto a la vida y a nuestro matrimonio. Esta es la
época más feliz de nuestra existencia».
Casos / Estación de Verano
Julia tiene treinta y siete años y está casada desde hace dieciséis.
«El verano se disfruta —dijo—. Estamos “en acuerdo”, y mi marido
siempre dice que “eso hace que disfrutemos nuestro matrimonio”.
Abre mi corazón a la comunicación».
Hal tiene sesenta y tres años y ha estado casado con Geneva
cuarenta y uno. Los conocí a los dos en Pasadena, California. Él
dijo: «Estar contento conmigo mismo y con mi esposa en esta
estación de la vida me produce una buena sensación. Por contento
no quiero decir que haya dejado de intentar mejorar. Simplemente
quiero decir que hay algo que no puedo expresar con palabras,
pero sé que las cosas van bien entre los dos. Nos apoyamos uno al
otro». Cuando Hal sonrió a Geneva, ella asintió con la cabeza y
agregó: «Es cierto. Y tenemos la intención de mantenerlo así».
Marcos llevaba casado con Jennifer veinte años. Dijo: «Siento que
estamos en el verano de nuestro matrimonio. En el pasado, hemos
estado abrumados con asuntos, incluyendo el trabajo, criar a los
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Elí
Elí era a la vez sacerdote y juez, atareado en su trabajo, dirigiendo los
asuntos del templo y a la nación de Israel. En esos días Dios levantaba a
una persona para que desempeñe los deberes de un rey, solamente sin
los arreos de la realeza. Elí sirvió en esas dos funciones por cuarenta
años, y su trabajo consumió mucho de su atención. Con los rituales del
templo, asuntos políticos, guerras, tratados, proyectos cívicos,
demandas, y decisiones que tomar, dejó a sus hijos, Ofni y Finees, para
que se críen solos.
Sabemos por los detalles que se dan más adelante en el relato, que Elí
estaba avanzando en años y extremadamente con sobrepeso. Con todo,
era un buen sacerdote, líder capaz, sensible espiritualmente, y dedicado
a Dios. Era un venerable y experimentado siervo del Señor que se había
ganado el respeto de su pueblo, la nación judía. Sin embargo, la Biblia
nos dice que hacia el fin de su vida, “sus ojos se habían oscurecido,
de modo que no podía ver” (4:15). Esto es un giro de ironía literaria,
con la intención oblicua de comentar sobre su vida de familia. Elí había
perdido su contacto con sus hijos y se había hecho de la vista gorda a lo
que ellos habían llegado a ser. A ellos los conocemos de seguido.
Ofni y Finees
Ofni y Finees habían llegado a ser sacerdotes, como su padre; sin
embargo, no podían haber sido más opuestos a todo lo que él enseñó y
vivió. De acuerdo con la Biblia: “Los hijos de Elí eran unos
malvados, y no les importaba el Señor ni los deberes de los
sacerdotes para con el pueblo” (2:12-13, VP).
El versículo 12 del capítulo 2 no dejar lugar para dudar de que los
jóvenes eran “impíos,” o “malvados.” No tenían planes de arrepentirse.
Se habían establecido bien en sus caminos, demasiado acostumbrados,
demasiado obstinados y rebeldes para cambiar. Es más, cuando su
padre los confrontó, la Biblia dice: “Pero ellos no oyeron la voz de
su padre” (2:25).
Samuel
En contraste a los dos hijos directos de Elí, tenemos al hijo adoptivo de
Elí, Samuel. Le nació a una mujer llamada Ana, la cual le prometió al
Señor que si le daba un hijo a pesar de su infertilidad, ella se lo traería
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de regreso una vez que lo haya destetado. Fiel a su palabra, ella trajo al
joven Samuel para que crezca y sirva en el tabernáculo. Elí crio al
muchacho y fue su mentor en los caminos del sacerdocio.
Aquí tenemos a tres muchachos criados por el mismo hombre, en un
medio ambiente idéntico, con las mismas reglas, pero qué diferencia.
Samuel me recuerda a una hermosa rosa que crece en el suelo encima
de un pozo ciego. En ese medio ambiente vil y corrupto, de alguna
manera él evitó la contaminación de sus hermanos adoptivos y aprendió
a amar al Señor. Tal vez Elí se dio cuenta de que sus hijos ya no tenían
remedio y trató de hacer mejor trabajo con Samuel. ¿Quién sabe?
La crisis
No podemos saber con certeza cómo empezó el problema o cuánto
tiempo llevó para que Ofni y Finees llegaran a ser tan depravados, pero
tiene que haber ido fermentando por largo tiempo. Como F. B. Meyer lo
dice: “Ningún hombre se vuelve vil de repente.” Entre sus pecados
estaban estas ofensas:
usaban su cargo para ganancia personal (2:29),
se robaban la carne destinada al sacrificio (2:15-16),
amenazaban hacer violencia a los que venían a adorar (2:16),
menospreciaban a su padre (2:25),
e incluso tenían relaciones sexuales con las mujeres que venían a
servir en el tabernáculo (2:22).
No es sorpresa que el Señor le llama “impíos.” Eran viles,
descreídos, rebeldes y llenos de lujuria. Sus conciencias se habían
encallecido tanto que ni siquiera se preocupaban por ocultar sus
pecados, que habían llegado a ser un escándalo público.
Esta crisis empezó con una grieta diminuta, una pequeña infracción de
las reglas, y luego lentamente creció con el tiempo hasta que se volvió
una ofensa pública. El pecado rampante y desvergonzado de los
sacerdotes comprometía la integridad del tabernáculo, arrojaba una
sombra sobre el pacto, y, lo peor de todo, ponía en entredicho el
carácter de Dios. Erosión. Erosión silenciosa, lenta, sutil, continua.
¿Cuáles señales indican que un matrimonio está
erosionándose? Probablemente no lo que usted pensaría. Todas las
relaciones personales tienen de tiempo en tiempo pequeñas grietas,
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