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DE INCLUSIÓN EDUCATIVA?
El autor señala que, tal como se plantea la Educación en la actualidad, la tarea pasa por la
integración, esto es, brindar ayudas para que el educando “se acomode” dentro de un sistema
que no incluye. Es decir, la escuela no ha cambiado para acoger la diversidad. Además plantea
una serie de medidas para que la inclusión sea una realidad y no una utopía.
Sin embargo, actualmente muchos países están dando un giro hacia la educación inclusiva, que se
basa en el principio de reestructurar las escuelas con el fin de atender las necesidades de todos/as los
estudiantes”.
Las dos ¿simples? definiciones anotadas al comienzo aspiran a presentar en breves trazos las
diferencias entre las políticas e instituciones integracionistas, y las que sostienen la propuesta de la
inclusión.
Sin embargo, y más allá de lo que conceptualmente pudiera sostenerse, el tema supera la mera
distinción terminológica, para instalarse en la dimensión de lo que es hoy posible, a partir de lo que
es hoy real.
Mucha agua ha corrido y sigue corriendo bajo el puente… al menos en la República Argentina.
Quizás lectores avezados puedan hallar coincidencias y/o divergencias con respecto a la situación de
otros países.
Las ideas
La ideología de una educación plural, abierta para todos y sin restricciones por las diferencias de
posibilidades que son propias de todas las personas, implica el deseo y la voluntad de construcción
de una sociedad con justicia y posibilidad de incorporación activa de quienes son sus miembros.
Pero ha de tenerse en cuenta que -tanto a nivel comunitario en general, como educativo en
particular- la verdadera justicia ha de entenderse superando aquel principio de “dar a todos por
igual”, para instalarse en una propuesta de “dar a cada uno lo que necesita”.
Este cambio de mirada tiene un doble contenido: por una parte, reconoce las diferencias individuales
que caracterizan a las personas, es decir, señala concretamente que el “todo social en común” se
construye sobre la base de la diversidad; y, por otra, pone un alerta en el hecho de que dicha
aprendizaje, de manera que éstas resulten accesibles a todos quienes son sus naturales destinatarios.
Considero que en los dos párrafos anteriores empieza a vislumbrarse la problemática de la dificultad,
En efecto, tal postura resalta ya la tensión entre dos fuertes principios: el respeto por la “diferencia”
y la necesidad de que ella no se instale como obstáculo para lograr “la comunidad” o para impedir la
Quienes “hemos vivido” en las escuelas, o formando parte del sistema educativo en diferentes
sabemos -con mayor o menor grado de academicismo- que las respuestas a la misma han oscilado,
visión de las diferencias; o negar las diferencias cuando se privilegia (la mayor parte de las veces,
acríticamente), una postura de “igualdad social”; y digo “acríticamente”, por cuanto la igualdad
El tema (¡y vaya tema!) es cómo conjugar ambos constructos (singularidad, persona, individualidad -
por un lado- y comunidad, sociedad, participación plena -por otro lado), lo que conduciría, en caso
de lograrse, a un punto de equilibrio de nuestro imaginario “péndulo” que no significa que el mismo
se detenga, se inmovilice, sino que sus oscilaciones sean menos amplias y compensables en plazos
breves.
De lo contrario, los plazos para pasar de uno a otro extremo de la oscilación seguirán tomando años
(décadas más bien), y el tiempo, en este caso, juega en contra de las generaciones de personas que
atraviesan, como alumnos y docentes al menos cada una de las formas del sistema educativo que son
Piénsese que -al menos en el sistema educativo argentino- la franja entendida como “educación
profundidad a lo largo de su trayectoria educativa (pero como “el péndulo se fue de un extremo al
Y agreguemos una “c)” : sin contar con que los alumnos que caben en las posibilidades a) y b) son
quienes han logrado superar las dificultades de un sistema que no suele favorecer la superación de
sus mismas dificultades… Y que no todos los que iniciaron su trayectoria educativa “como la ley
Y ni qué decir de los docentes, la mayor parte de los cuales acredita más de 10 años de antigüedad,
es decir, “formados en una cierta década” pero trabajando en un sistema “de la década siguiente, o
actualizaciones sólidas, serias y responsables -de fondo- que les permitan ir promoviendo
aprendizajes de mayor calidad; y sin registrarse tampoco -en la práctica concreta, real, tangible,
visible- modificaciones de fondo en la formación de “los nuevos docentes de las nuevas décadas”.
La sola buena voluntad y experiencia de los docentes que atraviesan varias décadas en la educación
no garantizan la calidad de la oferta educativa, cuando los logros significativos que aún así pudieran
…pero vayan los lectores tomando en cuenta que hasta aquí ni siquiera he “rozado” la cuestión que
Las utopías
Pongo en claro que la palabra “utopías” está aquí tomada en su sentido original, según la definición
del Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española, a saber: utopía o utopia: (Del griego ou
y topos: lugar; lugar que no existe): Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como
De todos modos, para ser respetuosa y científicamente cauto, he de tomar del final de esta definición
el significado que considero esencial. Y ciertamente parece ser lo más coherente, ya que si se trata
sentido.
¿Por qué utilizo aquí el concepto de “lo utópico” para referirme a la posibilidad de una educación
inclusiva, entendida en el sentido expuesto en el primer título de esta publicación? Básicamente, por
dos motivos:
El primero, porque las definiciones que hallamos acerca de esta educación en documentos
internacionales hace ver que el intento de transformar la ideología en una práctica se halla aún en el
En tal sentido, el más explícito y abarcativo documento resulta ser “La educación inclusiva: camino
avanza -ni siquiera mínimamente- más allá de las recomendaciones que el organismo internacional
condición social, etc., y que por más de 40 años se han ido publicando y reformulando sin que, al
parecer y aunque se incorpore una terminología diferente, se hayan producido los resultados
deseados.
se hubiesen concretado, en este momento no estaríamos una vez más discutiendo en qué consiste
(pero, sintomáticamente, no discutiendo cómo hacer para lograr) una educación que realmente
conduzca a la inclusión de quienes por algún motivo son estigmatizados por alguna forma de
Creo que el problema, en realidad, es evitar la segregación en todos los ámbitos, y que se piensa a la
educación como el recurso privilegiado para lograrlo; pero siendo la Escuela un sector de la
comunidad en la que surge y con la que coexiste aún su “privilegio como recurso” no puede
adecuadas, ni se forman los recursos necesarios y suficientes como para que los (posibles) logros
pedagógicos y en los aprendizajes vayan de la mano con los “espacios sociales” que deben albergar,
contener y dar oportunidades a quienes egresan del sistema educativo formal y no formal con las
Dicho de otro modo; si no existe consenso a nivel internacional (mínimamente, UNESCO) acerca de
los caminos a recorrer para alcanzar el resultado deseado y hoy lejano, esa meta se mantendrá
Nos hallamos a casi nueve años del momento en que dichas Conclusiones fueron dadas a luz, y en
El segundo motivo, que analizaré especialmente en el contexto del sistema educativo argentino,
el resto de los 188 países participantes, realizó una descripción de su sistema educativo.
Haré notar varios puntos a mi juicio relevantes en dicho documento, pero desde ya anticipo que su
importancia para este análisis no es meramente conceptual, sino que se traduce en la situación real
En primer lugar, lo que resalta aún a los ojos menos advertidos, es que estas definiciones con
referencia al sistema educativo vigente muestran una confusión entre los planteos de inclusión y los
Entendiendo la idea de la “escuela inclusiva” como uno de los deberes democráticos en la oferta de
oficialmente es que de lo que se está hablando es del acceso de todos a la educación (el antiguo
proyecto de la UNESCO de la década de 1990, “Educación para todos”), lo que significa que los
apoyos especiales para quienes los pudieran requerir) y no a la modificación de las estructuras y las
dinámicas de las escuelas para que éstas se hallen preparadas para recibir, contener y educar a los
Se acentúa la mirada puesta en lo “remedial” o “lo supletorio”, pero se descuida la puesta en práctica
de un criterio organizacional, sistémico, que genere “un sistema preparado para la diversidad” y no
Tal sistema requeriría, entre otras características, la formación de docentes de muy otra manera que
también están incluidos en el documento del Ministerio de Educación argentino, puede verse que se
acentúan fundamentalmente dos aspectos: la formación disciplinar para el nivel en que los futuros
vinculados con la diversidad que da origen a los planteos de integración… y mucho menos de
inclusión educativa…
y criterio flexible de trabajo pedagógico; disponibilidad para el trabajo en equipo con otros docentes;
De manera tal que una de las grandes distancias que podría señalarse entre la realidad educativa
actual y la utopía de la inclusión escolar podría ser expresada en la siguiente pregunta, que acaso
Al menos en Argentina, si aún, a casi 40 años (desde aproximadamente 1978) de iniciación del
organismos, de los propósitos enunciados en la (ahora derogada) Ley Federal de Educación (Ley
24.195, de 1993) y sus derivados resolutivos; de la reafirmación de esos mismos principios con una
nueva redacción pero idéntica ideología en la actualmente vigente Ley Nacional de Educación (Ley
los procesos de integración (reitero: integración) a cargo de las jurisdicciones provinciales (ya que el
Ministerio nacional sólo procura unificar criterios y decisiones, pero no posee establecimientos
educativos a su cargo)…
Reitero y resumo: si con toda esta historia “a cuestas” no hemos podido articular una seria política
de integra-ción… ¿no se confirma que la inclusión educativa sigue siendo una utopía?
Y dejo en claro que esta última aseveración -que lo es, a pesar de estar expresada como una
pregunta- no significa descalificar la propuesta, el proyecto ni la ideología contenidas en la utopía,
pero sí quiere servir de llamado de atención para que no volvamos a caer una vez más, en la
educación argentina, en desvirtuar las propuestas valiosas de manera tal que se convierten en una
es decir, a cambiar todo en la superficie, sin que en el fondo haya realmente modificaciones
sustanciales y positivas que conduzcan a mejores oportunidades para los destinatarios del sistema.
Aunque resulte muy “obvio”, como suele decirse, deberíamos recordar que estamos pensando y
hablando de acciones destinadas especialmente a los niños y jóvenes, pero también a los adultos, lo
que significa que la “hipoteca educativa” es, en realidad, una “hipoteca social y cultural”.
Parecería que con estos últimos párrafos estoy pintando una mirada pesimista y desencantada acerca
porque estoy convencido de que asumir las cuestiones críticas es el primer paso de un (muy) largo
Pero también estoy convencido de que venimos pasando largos años deteniéndonos en diagnósticos
de situación sin poder avanzar en la búsqueda, y peor aún, en la implementación de las soluciones
Y vuelvo a algo que planteé en el primer título de este trabajo: mientras nos detenemos en
diagnósticos y nos enredamos en discusiones que no conducen a avances reales (en el sistema, en las
escuelas, en las aulas, en los docentes, y en los alumnos), miles de personas pasan como estudiantes
por las aulas, algunos ni llegan a ellas y otros las abandonan prematuramente…
El Estado argentino equivoca frecuentemente sus políticas en torno al tema de la inclusión educativa,
ya que -por motivos que son opinables y no caben en este trabajo- suelen adoptarse sobre el
problema educativo (segregación, deserción, repitencia, bajos niveles de aprendizaje), y sólo a título
aplicación de fondos que mejoren la calidad del sistema educativo y su capacidad de inclusión (no de
mera “presencia” de alumnos en las aulas, sino de excelencia de la oferta educativa); porque se
pero no en las condiciones de aprendizaje, de acceso al saber que el sistema debe garantizar
prácticamente a que el proyecto inclusivo se haga realidad. Sin duda lectoras y lectores
Argentina, distintos grupos, heterogéneos entre sí (algunos conformados por juristas, otros por
padres y también varios de nivel universitario) se hallan abocados a la iniciativa para elaborar una
propuesta o proyecto de ley que determine la inclusividad del sistema educativo en toda región e
institución. Es un paso importante. Pero como, sin embargo, los criterios sociales no pueden
modificarse por ley, el tiempo de logro de lo que tal ley pudiese disponer ha de ser aún extenso.
…entiendo que los primeros pasos para comenzar a recorrer el camino entre las realidades y la
utopía han de conducir, en principio, a la implementación de estrategias de política educativa y
recursos de práctica institucional que conduzcan a la integración efectiva de las personas que hasta el
momento han quedado fuera de la escolaridad común (o “regular”, como también suele llamarse).
¿Por qué? Sólo por aplicación del sentido común a la realidad del sistema social y educativo:
ha podido ser satisfactoriamente recorrida aún (como también lo señalamos en este trabajo que usted
está leyendo ahora) en más de 30 años de demandas, propuestas y sugerencias en el ámbito mundial
y de cerca de 25 años en el mismo sentido en nuestro país, mal puede suponerse que el “salto
En segundo lugar, porque la propuesta integradora, contiene, en sí misma, la mayor parte de los
elementos requeridos para la propuesta inclusiva, pero esta última requiere de un “plus” sumamente
significativo, como lo es -según acabo de expresar- la conciencia social acerca de lo que la inclusión
afectan a las posibilidades de brindar apoyo especial, dentro de ellas, a las personas que lo requieren
y/o residencias en las que los estudiantes de profesorados o licenciaturas deban trabajar en relación
directa con dichas personas.
seguimiento destinadas a los docentes en servicio, dado que los desafíos -aun de la integración- se
renuevan cotidianamente y se hace necesario abordar una diversidad cada vez mayor, a la luz de los
colectivo del alumnado del sistema educativo, ya que los que se hallan en vigencia (enunciadas o
bien “ocultas” pero que forman parte de las prácticas habituales) resultan restrictivas para con las
personas que requieren mayores apoyos y demasiado permisivas para quienes no los requieren,
generando de esta manera, además de una situación de doble injusticia, la verdadera imposibilidad
medidas compensadoras y/o remediales exclusivamente, sino también producto del esfuerzo que está
apoyo al interior de los sistemas educativos (“docentes integradores” y/o la designación que resultare
más adecuada adoptar según los criterios de las autoridades educativas), supervisando asimismo con
criterio eminentemente pedagógico a dichos recursos, cuando provienen de entidades privadas ajenas
a la órbita oficial.
Como se ve, la realidad dista aún mucho de estar próxima a la utopía… o al revés, si se prefiere
interpretárselo así…
vidas. Pero nuestro tiempo es hoy, y somos co-responsables por él y por lo que condicionemos para
el “mañana”.