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Guía de trabajo autónomo

CUENTO EL ALMOHADÓN DE PLUMAS – TILDE DIACRÍTICA

Centro Educativo: CTP Mario Quirós Sasso Educador/a: María Alvarado Ybarra
Nivel: séptimo año Asignatura: Español Fecha de entrega:

1. Me preparo para hacer la guía


Pautas que debo verificar antes de iniciar mi trabajo.

Materiales o recursos que Cuaderno, lapicero, internet, diccionario


voy a necesitar
Condiciones que debe Espacio cómodo, según la preferencia de cada estudiante y las posibilidades en
tener el lugar donde voy a el hogar, que favorezca el espacio para escribir.
trabajar
Tiempo en que se espera Dos Lecciones dividido en dos tiempos
que realice la guía

2.Voy a recordar lo aprendido en clase.

Indicaciones Estimado estudiante, para realizar esta guía usted necesita disposición, lápiz, hojas o cuaderno y el
texto: El almohadón de plumas
Un acercamiento al cuento. Utilizaremos el enlace: https://youtu.be/lGIkUWv1THc y tambien viene con
Actividad anexo la lectura de la obra.
 Menciona 3 características del género literario cuento
Preguntas
para 1.
reflexionar y
2.
responder
3.

En el siguiente esquema escriba la biografía de:

“El almohadón de plumas”

Horacio Quiroga

Anote el significado de las siguientes palabras:

1
Furtivo

Estupefacto Vertiginoso

Antropoide Síncope

3. Pongo en práctica lo aprendido en clase.

Con todo listo, vuelva a leer o revisar el cuento y escriba los acontecimientos en el orden que se van

2
dando en el cuento.

La pareja se instala en
una gran casa.

El médico la visita una


segunda vez y le detecta
una anemia aguda.

La sirvienta detecta
manchas de sangre en el
almohadón.

Por medio de caricaturas demuestre el orden anterior del cuento.

Describa a los personajes principales del cuento.


Personaje 1:
3
________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________________
__
Personaje 2:
________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________________
__

La tilde diacrítica

___________________________________

4
Indicaciones Pongo en práctica lo aprendido
Anote en el espacio asignado el monosílabo correspondiente.
a. Las llaves son de __________ (el- él)
b. ______ venado cola blanca se encuentra en peligro de extinción. (El- Él)
c. ______ dentista va para una pasantía. (Mi- Mí)
El d. ______ vi en el concierto. (Te- Té)
momento
oportuno e. El _____ con limón, es delicioso. (Te- Té)
para
iniciar la f. Esa es _____ instructora de aeróbicos. (tu- tú)
escritura
podía ser g. No hay nada peor, que defraudarse a _______ mismo. (si- sí)
ahora.
h. No ____ a qué hora es la clase de gimnasia. (se- sé)
¡Tome la
pluma y i. Debo comer______ vegetales y disminuir las golosinas. (mas- más)
anímese a
crear con j. Profesora, él quiere que le ________ más tiempo para terminar la práctica. (de- dé)
las
palabras! k. Espero _____ te guste el pastel que cociné para ti. (que- qué)
l. ¿A ________ tratas de engañar? (quien- quién)
Construya una oración con los monosílabos que se indican.
Sé: ______________________________________________________________________
Tu: _________________________________________________________________________
Mí: __________________________________________________________________________
Él: ______________________________________________________________________
Autorregulación - evaluacion

Reviso las acciones realizadas durante la lectura y la elaboración del escrito.


Marco una X encima de cada símbolo al responder las siguientes preguntas
¿Leí las indicaciones con detenimiento?

¿Indagué más información que me ayudara a comprender el texto leído?

¿Me devolví a leer las indicaciones cuando no comprendí qué hacer?

¿Redacté el escrito según las indicaciones?

¿Revisé mi escrito para saber si es comprensible?

¿Leí mi escrito para mejorar los aspectos formales?

¿Me siento satisfecho con el trabajo que realicé?

¿Qué puedo mejorar, la próxima vez que realice la guía de trabajo autónomo?

“Autoevalúo mi nivel de desempeño”

Al terminar por completo el trabajo, autoevalúo el nivel de desempeño alcanzado.

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Marco una equis (X) encima del nivel que mejor represente mi desempeño en cada indicador.
Indicadores del aprendizaje Niveles de desempeño
esperado Inicial Intermedio Avanzado

1. Plantea nuevas relaciones Selecciona elementos del Describe las relaciones Plantea nuevas relaciones
entre los elementos nuevo cuento que estén entre los elementos entre los elementos
seleccionados en otro cuento, relacionados, con base en las seleccionados en el nuevo seleccionados en el otro
con base en las distintas fases distintas fases natural, de cuento, con base en las
cuento.
natural, de ubicación, analítica ubicación, analítica e distintas fases natural, de
e interpretativa, para reforzar interpretativa. ubicación, analítica e
el aprendizaje obtenido. interpretativa.
2. Utiliza nueva información Indica ideas generales sobre Relata nueva información Emplea con propiedad el
sobre el uso de la tilde el uso de la tilde diacrítica en sobre el uso de la tilde uso de la tilde diacrítica en
diacrítica en los monosílabos los monosílabos dé, de, él, el, diacrítica en los los monosílabos dé, de, él,
dé, de, él, el, más, mas, mí, más, mas, mí, mi, sé, se, sí, monosílabos dé, de, él, el, el, más, mas, mí, mi, sé, se,
mi, sé, se, sí, si, té, te, tú, tu, si, té, te, tú, tu, “qué, quién / más, mas, mí, mi, sé, se, sí, si, té, te, tú, tu, “qué,
“qué, quién / es, cuál / es, es, cuál / es, cómo, cuán, sí, si, té, te, tú, tu, “qué, quién / es, cuál / es, cómo,
cómo, cuán, cuánto / a / os / cuánto / a / os / as, cuándo, quién / es, cuál / es, cómo, cuán, cuánto / a / os / as,
as, cuándo, dónde, adónde, dónde, adónde, aún, y los cuán, cuánto / a / os / as, cuándo, dónde, adónde,
aún, y los casos especiales casos especiales tales como cuándo, dónde, adónde, aún, y los casos especiales
tales como periodo – período, periodo – período, entre otros aún, y los casos tales como periodo –
entre otros cuando construyo cuando construyo textos de especiales tales como período, entre otros cuando
textos de diferentes tipos diferentes tipos periodo – período, entre construyo textos de
otros cuando construyo diferentes tipos
textos de diferentes tipos

ANEXO

CUENTO: EL ALMOHADÓN DE PLUMAS


AUTOR :HORACIO QUIROGA

Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de
novia. Ella lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle,
echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin
darlo a conocer.
Durante tres meses -se habían casado en abril- vivieron una dicha especial.
Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible
semblante de su marido la contenía siempre.
La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso -frisos, columnas y estatuas de
mármol- producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas
paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como
si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.
En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por echar un velo sobre sus antiguos
sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegaba su marido.
No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía
nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con
honda ternura, le pasó la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente
todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó
largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni decir una palabra.
Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida. El médico de Jordán la examinó con
suma atención, ordenándole calma y descanso absolutos.
-No sé -le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja-. Tiene una gran debilidad que no me explico, y sin vómitos,
nada... Si mañana se despierta como hoy, llámeme enseguida.
Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia
no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno
silencio. Pasábanse horas sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz encendida.
Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación.
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La alfombra ahogaba sus pasos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, mirando a su
mujer cada vez que caminaba en su dirección.
Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego a ras del suelo. La joven,
con los ojos desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche se
quedó de repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor.
-¡Jordán! ¡Jordán! -clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.
Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio un alarido de horror.
-¡Soy yo, Alicia, soy yo!
Alicia lo miró con extravió, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de estupefacta confrontación, se serenó.
Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido, acariciándola temblando.
Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los
ojos.
Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día a día, hora a hora,
sin saber absolutamente cómo. En la última consulta Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a otro la
muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio y siguieron al comedor.
-Pst... -se encogió de hombros desalentado su médico-. Es un caso serio... poco hay que hacer...
-¡Sólo eso me faltaba! -resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.
Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras horas.
Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi.
Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas alas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar
desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó más. Apenas podía
mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón.
Sus terrores crepusculares avanzaron en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por
la colcha.
Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces continuaban fúnebremente encendidas
en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico de la casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama, y el rumor
ahogado de los eternos pasos de Jordán.
Alicia murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato extrañada el almohadón.
-¡Señor! -llamó a Jordán en voz baja-. En el almohadón hay manchas que parecen de sangre.
Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados del hueco que había dejado la
cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.
-Parecen picaduras -murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.
-Levántelo a la luz -le dijo Jordán.
La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán
sintió que los cabellos se le erizaban.
-¿Qué hay? -murmuró con la voz ronca.
-Pesa mucho -articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.
Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de
un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a
los bandós. Sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente
y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.
Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca -su trompa, mejor dicho- a las
sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón había impedido sin
duda su desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había
vaciado a Alicia.
Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La
sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.

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