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Los orígenes
institucionales
de la Salud Pública
en la Argentina
2
Tomo
Los orígenes institucionales
de la Salud Pública en la Argentina
2
Juan Carlos Veronelli
Magali Veronelli Correch
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R E P R E S E N TA C I Ó N A R G E N T I N A
Índice 273
ÍNDICE TOMO 2
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274 Índice
Capítulo 10:: Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario . . . . 447
Un gobierno militar en busca de un proyecto común . . . . . . . . . . . . . . . . . 451
Los hospitales argentinos hacia 1945 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 457
La Dirección Nacional de Salud Pública y la Secretaría de Trabajo
y Previsión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 458
Los servicios de salud en el mundo de la posguerra . . . . . . . . . . . . . . . . . . 471
Instituciones sanitarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 476
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Índice 275
Capítulo 13: El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible” . . . . . . 569
Dos gobiernos truncados: el de Arturo Frondizi y el de Arturo Illia . . . . . . 575
La gestón ministerial de Héctor Noblía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 581
Ideas de Noblía sobre salud, desarrollo y planificación . . . . . . . . . . . . . . . . 589
Otra breve gestión de Tiburcio Padilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 592
El servicio provincial de salud de San Juan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 596
La gestión ministerial de Arturo Oñativia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 598
Sergio Provenzano: la asistencia social y el seguro de salud . . . . . . . . . . . . . 610
Las leyes de medicamentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 616
Instituciones sanitarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 618
Epílogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 685
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6
ADMINISTRANDO SALUD DESDE EL ESTADO,
PERO TAMBIÉN DESDE LA SOCIEDAD CIVIL
I EL ESTUDIANTE DE MEDICINA
DE LA CAPITAL FEDERAL
I LA ADMINISTRACIÓN SANITARIA Y
BUENOS AIRES
TUBERCULOSIS
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2 Se utilizaron para este capítulo y parcialmente para los dos anteriores materiales del trabajo preparado para la Aso-
ciación Médica la Argentina sobre su primer presidente. Juan Carlos Veronelli
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6 VACCAREZZA, O. A. CUAREZZA, O. A. Cuaatrocientos años de Cirugía en Buenos Aires y otras Historias Médicas. Co-
lección Academia Nacional de Medicina, Vol. V, Buenos Aires, 1986, p. 149.
7 BUONOCORE, D. Libreros, Editores e Impresores de Buenos Aires, El Ateneo, Buenos Aires, 1944, p. 55.
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ética del oficio, algunos cánones que hoy se consideran normas editoriales in-
violables.”
Cedamos la palabra a Emilio Coni, cuyas Memorias de un Médico Hi-
gienista contienen copiosa información de su vida y de las circunstancias
que la rodearon: “Con motivo de un viaje a Europa, acompañado de mis pa-
dres, aprendí las primeras letras en Saint-Màlo (Bretaña, Francia), patria de
Chateaubriand y Broussais, que era la de mi padre, casado con argentina, hi-
ja de bretón, natural de Nantes y condiscípulo de Víctor Hugo. Mi origen ét-
nico explica la tenacidad y perseverancia de carácter y la disciplina que here-
dé de mi abuelo materno. […] De regreso a Buenos Aires, en 1863, después
de una permanencia de tres años en Europa, continué mis estudios en la es-
cuela, bien conocida en esa época, de don Francisco Larguía, ubicada en la
calle Tucumán muy próxima a la ribera del río, cuyos parajes servían de lu-
gar para las rabonas y para molestar, con travesuras infantiles, a las lavande-
ras que ejercían su oficio en charcos de agua entre las toscas, producidos por el
reflujo del río […]
Los estudios del bachillerato los realicé de 1869 a 1871 en el Colegio Na-
cional de Buenos Aires, dirigido por el Sr. Alfredo Cossón, sucesor del gran fi-
lósofo Jacques […]”
El estudiante de medicina
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8 QUIROGA, M. Historia de la Lepra en la Argentina, Talleres Gráficos del Min. De Educ. y Justicia de la Nación,
Buenos Aires, 1964, p. 62.
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9 Creada en 1883 por José María Ramos Mejía, a solicitud del intendente Alvear.
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10 CONI, E. Memorias de un médico higienista, Asociación Médica Argentina, Buenos Aires, 1918, pp. 199-200.
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11 BILBAO, F. Obras Completas, 2 tomos, Imp. de Buenos Aires, Buenos Aires, 1865, “Es necesario tener en cuenta
que la obra de la desespañolización no consiste solamente en abolir las leyes e instituciones de la conquista. No es
eso sino una parte, que podemos llamar la desespañolización exterior. La grande obra, el trabajo magno, consiste
en el nuevo espíritu que debe animar a la nueva personalidad del americano. La desespañolización del alma, es
pues lo principal”, T. II, p. 338.
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12 CONI, E. R. Progrès de l’hygiène dans la République Argentine, J. B. Baillière et Fils., Paris, 1887.
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13 PEDRO N. ARATA nació en Buenos Aires en 1849, de padre italiano y madre argentina. Realizó sus estudios prima-
rios e inició los secundarios en Génova, de donde regresó a los catorce años. Estudió Química y junto con otros es-
tudiantes (Estanislao Zeballos, Francisco P. Moreno, Luis A. Huergo, entre otros, fundó la Sociedad Científica Ar-
gentina.) Siendo ya un joven profesional, ingresó en 1873 a la Facultad de Medicina, en la cual se graduó en 1879.
Fundador de la Oficina Química Municipal, fue condiscípulo de Penna, T. Susini, J. M. Ramos Mejía, E. Coni, y
L. Güemes. Fue el fundador y primer decano de la Facultad de Agronomía y Veterinaria y por muchos años profe-
sor de Química Orgánica en la Facultad de Ciencias Exactas y de Química Médica y Biológica en la Facultad de
Medicina. En sus últimos años, presidió el Consejo Nacional de Educación. Murió en Buenos Aires en 1922.
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14 El proyecto de ley que elaboró Gabriela de Laperrière, esposa de Coni, fue presentado por Alfredo Palacios en
1904. En los Estados Unidos el trabajo infantil comenzó a ser objeto de regulaciones por parte de la Oficina crea-
da, como se mencionó, por el presidente Taft en 1912.
15 “Todos los años llegaban a mi casa, durante mi infancia, las alcancías del Patronato de la Infancia. Salíamos con mi
madre a “pedir” y regresábamos con muchas monedas y billetes pequeños pesando en el envase de “papel maché”,
que llevábamos en la fecha establecida, unos meses después, para escuchar con orgullo la cantidad que determina-
ba el recuento público de cada una de ellas.” Juan Carlos Veronelli.
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16 Coni, casado y con un hijo pequeño, se “internaba” en la Asistencia Pública por varios meses, para atender a una
institución gravemente enferma. La esposa compartía su decisión, y lo apoyaba.
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Pero como he estudiado desde hace varios años estos servicios de higiene
pública; como he podido apreciar de visu el funcionamiento de varios de ellos,
especialmente el del Bureau d’Hygiène de Bruxelles, dirigido por mi ilustrado
amigo, el Dr. Janssens, quien personalmente en 1879 me dio a conocer todos
los resortes de la institución que ha servido como modelo a las que se han es-
tablecido después, y que aún hasta hoy se reputa como una de las mejores del
viejo continente, puedo afirmar que en nuestra capital no es posible im-
plantar de una sola pieza los servicios sanitarios e higiénicos que hemos
mencionado más arriba, sino limitarnos a tomar de cada uno lo que sea
aplicable a nuestras costumbres y a nuestra constitución política.
[…] Creo de mi deber expresar en esta nota mis ideas respecto a las rela-
ciones que deben existir entre el Departamento Nacional de Higiene y la re-
partición con cuya dirección he sido honrado […]
Las epidemias de cólera y de fiebre amarilla que nos recuerda nuestra his-
toria están ahí para demostrar que es uno de los grandes deberes del Depar-
tamento Nacional de Higiene evitar la importación al país de tan terribles
enfermedades exóticas. […]
Si bien es cierto que no existe ley alguna que deslinde de una manera
clara las atribuciones y deberes de dicho departamento con relación a la
dirección de la Asistencia Pública, puedo avanzar que estoy dispuesto a
marchar de acuerdo con aquella institución y considerarla, con respecto a
la salud pública, como en Inglaterra se considera el Local Government
Board para con el Local Board of Health, es decir, la autoridad sanitaria
central y la autoridad sanitaria local.
Ante las exigencias de la salud pública constantemente amenazada
durante varios meses del año por la fiebre amarilla brasilera, no puede
haber discusiones ni cuestiones de etiqueta o amor propio entre autorida-
des sanitarias destinadas a marchar en perfecta armonía, porque la una
ejerce su acción principal sobre la policía sanitaria marítima y la otra la
ejerce ampliamente sobre multitud de cuestiones de higiene urbana.
Séame permitido poner en conocimiento del señor Intendente el hecho de
que estas ideas y propósitos han sido plenamente aceptados por mi distingui-
do amigo el doctor G. Udaondo, presidente del Departamento Nacional de
Higiene”. 17
La ilustrada referencia a modelos extranjeros, con la afirmación de
que es necesario crear una institucionalidad propia, combinando los ele-
17 CONI, E. R. “Administración Sanitaria y Asistencia Pública” Anales de Higiene Pública y Medicina Legal. Año I, Nº
1, Marzo de 1892, Buenos Aires, p. 18/19. Desde 1891 Arata y Coni iniciaron la publicación de los Anales del
Departamento Nacional de Higiene. Al hacerse cargo Coni de la Asistencia Pública, consideró innecesario que se
mantuviesen dos publicaciones periódicas editadas en Buenos Aires sobre el mismo tema y propusó la fusión de
los “Anales de la Asistencia Pública” con los del Departamento, por lo que en marzo de 1892 apareció el primer
número de la nueva revista, que es la fuente de esta cita.
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aquí que con suma frecuencia no pudiera atenderse a mujeres y niños que re-
querían asistencia hospitalaria. Para subsanar en parte tan grave deficiencia,
dispuse que dos nuevos pabellones del Hospital San Roque, uno terminado y
otro en vías de terminarse, se destinaran a asistencia de mujeres. […]
Como las veinte camas para niños del Hospital San Roque se encontra-
ban en una pequeña sala antihigiénica, dispuse habilitar el edificio del anti-
guo hospital de crónicos, calle de Comercio esquina de Balcarce, para hospi-
tal y dispensario. Para instalarlo había formulado un presupuesto de 5.000
pesos y con la módica suma de 1.000 pesos mensuales, me proponía prestar
asistencia hospitalaria a 70 u 80 niños, anexándole consultorios gratuitos pa-
ra las familias pobres de los barrios del Sud.” 18
La hospitalización era decidida por los médicos del servicio central,
quienes los remitían a los hospitales. Frente a un aumento de las necesi-
dades de internación de niños, amplió la capacidad instalada para hospi-
talizaciones infantiles en el Hospital San Roque, en el cual estableció tam-
bién un servicio de maternidad, al principio a cargo de Alfredo Lagarde,
para paliar la insuficiencia de la única maternidad que funcionaba enton-
ces, la del Hospital Rivadavia, dependiente de la Sociedad de Beneficen-
cia. Posteriormente proyectó una segunda maternidad para el Hospital
Rawson 19 que dirigió Samuel Gache 20. Colaboró con Penna, director de
la Casa de Aislamiento, para levantar el muro de circunvalación y ampliar
sus instalaciones.
Los enfermos crónicos carecían de una solución satisfactoria. Ramos
Mejía, como Director de la Asistencia Pública, en 1885, había conseguido
autorización del intendente Crespo para buscar un lugar en el cual alojar-
los, y se destinó para ello la Casa de las Hermanas del viejo Hospital Ge-
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Creía sí, que el poder público, en sus diferentes niveles, debía asegu-
rar la protección de la salud colectiva, a través de las acciones sobre el me-
dio y también sobre las personas, incluyendo el aislamiento de los enfer-
mos contagiosos en los casos en los que era aconsejable.
Sus excelentes relaciones con los funcionarios del Departamento Na-
cional de Higiene y con muchos catedráticos de la Facultad le permitie-
ron establecer múltiples coordinaciones extrainstitucionales. Sirva de
ejemplo el problema de los cadáveres recogidos por la Policía en el perí-
metro de la Capital, en muchos de los cuales era imposible establecer con
precisión la causa de la muerte. No existía todavía el cuerpo médico fo-
rense, ni siquiera una Morgue, por lo cual Coni coordinó con su compa-
ñero y amigo Telémaco Susini, director del Laboratorio Bacteriológico
de la Asistencia Pública y profesor de Anatomía Patológica de la Facul-
tad, que los cadáveres fuesen enviados a la Facultad, desde la cual Susini
remitía el diagnóstico post-mortem correspondiente. Meses más tarde se
pudo inaugurar la primera morgue municipal, a fin de agilizar la conges-
tionada cátedra de la Facultad.
Pero Coni no limitó su preocupación a la organización o administra-
ción de los hospitales: “Uno de mis primeros pensamientos al estudiar las ne-
cesidades de los hospitales, fue trabajar en el sentido de dotarlos del servicio de
cloacas, elemento primordial del saneamiento de estos establecimientos.” Con-
siguió los planos de los hospitales, que había he-
cho levantar un empresario y que le fueron facili-
tados por el ingeniero Villanueva, así como tam-
bién que el Ministro del Interior (José V. Zapata),
autorizase a la Comisión de Obras de Salubridad
para financiar y realizar las obras de provisión de
aguas corrientes y cloacas.
Pocos años antes había iniciado la Dra. Ceci-
lia Grierson23 el dictado de cursos de enfermería,
tarea que inició en el Círculo Médico Argentino,
pero que tuvo luego que trasladar a su propio do-
micilio en 1889 y 1890. En 1891 Coni decidió
auspiciar esos cursos y asignar un local para que
se dictasen, tarea que realizó con entusiasmo por
Cecilia Grierson su admiración por la Dra. Grierson y por su pro-
23 CECILIA GRIERSON. (1859-1934) La primera médica argentina, hija de un padre escocés y una madre irlandesa, se
graduó en 1889. Fue médica del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital San Roque y en 1891 acom-
pañó a Coni en la Sociedad Médica la Argentina. En ese mismo año fundó la Sociedad Argentina de Primeros Au-
xilios. En 1899 viajó a Londres para desempeñar la vicepresidencia del Congreso Internacional de Mujeres y en
1900 fundó en Buenos Aires el Consejo Nacional de Mujeres.
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304 Administrando salud desde el Estado, pero también desde la sociedad civil
norario con asistencia libre a sus sesiones. Al año siguiente, Coni dedicó
a la Asociación su trabajo “Apuntes sobre la Estadística mortuoria de la
Ciudad de Buenos Aires”. En 1880, año de la federalización de la Capi-
tal, Nicanor Molinas, vicepresidente primero de la Asociación y Roberto
Wernicke, prosecretario, a Coni transmitían las felicitaciones decididas
por aclamación por la asamblea extraordinaria de la Asociación del 14 de
mayo de ese año, por su brillante desempeño en el Congreso Médico de
Amsterdam.
La federalización afectó a la entidad provincial cuyos miembros, mé-
dicos de mucha edad y prestigio, residían mayoritariamente en la Capital
federalizada. La asociación se debilitó progresivamente hasta desaparecer.
Cedamos la palabra a Coni: “Después de extinguida por inanición la Aso-
ciación Médica Bonaerense, y transcurridos muchos años sin que la capital ar-
gentina contase con una corporación médica de ese género, un grupo de pro-
fesionales distinguidos se reunió y resolvió echar las bases de una nueva con el
nombre de Sociedad Médica Argentina, y en la asamblea de septiembre 6
de 1891, tuvo a bien honrarme con el cargo de presidente por el término de
tres años, según lo estatuía su reglamento. Dada la votación unánime y espon-
tánea que tuvo mi nombramiento, y el hecho de que los iniciadores me expre-
saran que teniendo en vista mis condiciones especiales, era la persona indica-
da para dar vigoroso impulso a la nueva institución, acepté la honrosa distin-
ción con el propósito decidido de hacer por mi parte lo posible por
corresponder a las esperanzas en mí cifradas. […]
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25 Carta del 22 de mayo de 1894. Transcripta de CONI, E. R. Memorias... Op. cit., pp. 384-385.
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26 CONI, E. R. Apuntes científicos. (1894-1895) Imp. de Pablo Coni e hijos, Buenos Aires, 1896.
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27 Suelen mencionarse como antecedentes de la idea de crear en nuestro país una Escuela de Salud Pública las crea-
das en las primeras décadas del siglo XX en Estados Unidos y en México, pero suele ignorarse el precedente italia-
no y la sugerencia de Coni de que se adoptase entre nosotros.
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310 Administrando salud desde el Estado, pero también desde la sociedad civil
Hemos comentado antes que hasta mediados del siglo XIX, las ciudades,
sobre todo las de gran tamaño de población, eran más insalubres que las
campañas, exhibiendo tasas de mortalidad superiores a las de las áreas ru-
rales. Mencionamos como ejemplo algunas ciudades europeas en las cuales
la mortalidad superó a la natalidad durante largos períodos, manteniéndo-
se la magnitud de la población urbana, o aún aumentando, gracias a la mi-
gración desde las zonas rurales. En las ciudades pequeñas la situación solía
ser mucho mejor que en las grandes y muchas veces sus tasas de mortali-
dad eran inferiores a las de las campañas circundantes, aunque la aparición
eventual de afecciones epidémicas las afectaba más que a las últimas.
La ciudad de Mendoza, que había aumentado notablemente su po-
blación en el período intercensal (de alrededor de tres mil habitantes an-
tes del terremoto de 1861 a cerca de veinte mil hacia 1890), ofrecía una
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312 Administrando salud desde el Estado, pero también desde la sociedad civil
crear) algunos servicios, entre ellos, una Oficina química, que se había su-
primido años atrás, una Dirección de Estadísticas, una inspección de car-
nes y un censo habitacional. Propone también la creación de una Direc-
ción de Salubridad, que vigilará y atenderá más tarde el funcionamiento
del organismo creado por el servicio de saneamiento, reemplazando al
Consejo Provincial de Higiene que se había suprimido antes. Anuncia la
necesidad de informar a los facultativos y a la población sobre las medi-
das a tomar, algunas en forma inmediata y otras en plazos más largos.
El 24 de abril dicta una conferencia en el salón de sesiones del Concejo
Deliberante, en el que expone su diagnóstico preliminar y los cursos de ac-
ción que pretende iniciar. Los diarios, al día siguiente, difunden sus ideas y
propuestas.
Recuerda en sus Memorias: “el asunto que más apasionó a la prensa y a
la opinión pública fue el de la arboleda de las calles. Desde el primer mo-
mento me di cuenta de que los 8.900 árboles corpulentos, colocados a los la-
dos de las veredas, se extendían sobre el techo de las habitaciones, cuya cons-
trucción de barro y adobe se prestaba admirablemente para su nutrición. En
algunas calles formaban verdaderas bóvedas tupidas, que dejaban penetrar
difícilmente los rayos solares y contribuían a dar sombra y humedad al techo
de las casas, en su casi totalidad de piso bajo. Como era natural, expresé mi
opinión al gobierno en el sentido de que paulatinamente el arbolado fuera
reemplazado por otro más apropiado y de acuerdo con los preceptos de la ar-
boricultura moderna. Mis ideas merecieron una oposición obstinada por par-
te de la mayoría del pueblo y una campaña violenta por parte de la prensa,
sobre todo del diario Los Andes, opositor acérrimo del gobierno, que se sirvió
de esta circunstancia para combatirlo. En varios artículos fui tratado con in-
justificada rudeza por su dirección, llegando en su ofuscación a poner en tela
de juicio hasta mi competencia de higienista. Desgraciadamente la propa-
ganda a favor de la arboleda existente, encontró cooperación decidida en
algunos médicos de la capital federal y hasta en el mismo catedrático de
higiene pública de la Facultad de Medicina Dr. Melitón González del So-
lar. Estos encaraban la cuestión desde un punto de vista puramente teórico,
que seducía sin duda los espíritus, pero no lo hacían en el caso particular de
Mendoza. […]
Viendo vacilar al gobierno provincial ante los rudísimos ataques de que
fuera objeto, pues debo manifestarlo con franqueza, a mí no me preocupaban
mayormente, resolví de acuerdo con el ministro Sr. Civit, consultar la cuestión
con una persona de indiscutible competencia, como lo era el Sr. Carlos Thays,
director de paseos públicos de Buenos Aires. Ligado a este señor por estrecha
amistad, logré que me acompañara a Mendoza a fin de que de visu pudiera
juzgar la situación. No solamente el Sr. Thays se manifestó enteramente de
acuerdo con mis indicaciones e ideas, sino que las apoyó con nuevos argumen-
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tos de su especialidad, a saber, que los carolinos habiendo sido plantados de es-
taca tendrían una vida limitada y que la poda era impracticable por su de-
sarrollo irregular y tratarse de árboles muy altos y de madera poco resistente.
El tiempo, ese gran juez, me ha dado completa razón. La ciudad de Mendo-
za no tiene ya bosques en sus calles, como hace veinte años, pero en cambio os-
tenta hoy el arbolado de las grandes ciudades modernas. Los famosos álamos
carolinos, tan queridos de sus habitantes, plantados sin criterio científico, fa-
vorecidos en su desarrollo a su antojo por inmundas acequias que nutrían sus
raíces, no constituyen ya una ofensa a la estética y un perjuicio a la salubri-
dad pública.” 31
El 2 de mayo Coni viajó a Buenos Aires para obtener los recursos hu-
manos y materiales que se requerían, dejando encargado al Inspector Ge-
neral, Sr. Villar, la iniciación de la recolección de basuras de acuerdo a pre-
cisas instrucciones que había formulado, así como la iniciación del proce-
so licitatorio para la incineración. También había preparado los
formularios para realizar el censo habitacional y las instrucciones para los
censistas, que en número de 23 levantaron la información sobre las 3.155
casas de la ciudad.
El 18 de ese mes, desde Buenos Aires, informaba haber solicitado (por
anuncios en los medios o solicitudes a instituciones públicas), hornos in-
cineradores de basuras, máquinas barredoras y regadoras y elementos pa-
ra el servicio de desinfección. Había iniciado la búsqueda de un bacterió-
logo y de un veterinario calificado para la inspección; había conseguido la
provisión de antitoxina diftérica, cedida por el Presidente del Departa-
mento Nacional de Higiene, Dr. Ramos Mejía. También había obtenido
el concurso del Intendente de Buenos Aires y de su Director de paseos pú-
blicos para evaluar las condiciones de las arboledas de Mendoza. El 23
anunciaba haber conseguido buena parte de los técnicos y del material ne-
cesario, así como su próximo regreso a Mendoza el 3 de junio.
En junio se arreglaron y nivelaron las acequias y se inició la higienización
superficial de las calles. Con la información derivada del censo habitacional
se podía cuantificar las obras que se requerirían a los vecinos. “Inmediata-
mente después de terminado el censo sanitario, se dispuso en el local de la ofici-
na de Estadística general, el arreglo de un casillero especial en el que a cada ca-
lle de la ciudad le correspondía una casilla aislada. Así quedó constituido el le-
gajo sanitario de la habitación, que incluía en la carpeta el formulario en el
que debían detallarse las medidas correctivas identificadas para cada domicilio y
otro para ser llenado en oportunidad de la inspección higiénica domiciliaria, en
el cual constaban las eventuales multas que debieran aplicarse.”
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314 Administrando salud desde el Estado, pero también desde la sociedad civil
En ese mismo mes se designó al veterinario Dr. Viola, que hasta en-
tonces formaba parte de la Inspección Técnica de Higiene de la Direc-
ción General de Saneamiento, como el primer inspector veterinario de la
Municipalidad, concediéndosele licencia en la Dirección General. En su
primer día de labor detectó el primer caso de tuberculosis bovina gene-
ralizada y pocos días después proponía los cambios en la infraestructura y
el funcionamiento del matadero, cuya utilización fue declarada obligato-
ria para todas las faenas. El proyecto de reglamento para la inspección de
carnes fue presentado por Coni en septiembre. A partir de noviembre se
difundió un resumen mensual del movimiento del matadero, que in-
cluía el registro de las patologías encontradas.
La labor de Viola no se limitó al matadero. La inspección de los tam-
bos produjo valiosa información que permitió a Coni presentar el 31 de
julio un proyecto de ordenanza sobre inspección de la leche, en cuyos
fundamentos se incluía que “La mortalidad infantil asume en esta ciu-
dad proporciones alarmantes: han sucumbido en la década 1886-1895
un total de 4.018 niños menores de un año, o sea el 29.77 % de la mor-
talidad general.”
En ese mismo mes Coni elevaba un proyecto de reglamento de la Ofi-
cina Química, el cual, a partir del artículo 18 y hasta el 85, representaban
un completo conjunto de normas bromatológicas.
También en junio comenzó a funcionar el servicio de desinfección,
con pulverizadores prestados por la Administración Sanitaria de la Capi-
tal Federal, hasta que llegaran los que se habían encargado a Francia. Se
comunicó al público la obligatoriedad de la denuncia de las enfermedades
contagiosas y la gratuidad de la desinfección.
A principios de mes se abrió la oficina de vacuna, declarada obliga-
toria por ordenanza, y a mediados de mes se comenzó la vacunación do-
miciliaria en conventillos y casas de inquilinato. Entre junio y diciem-
bre de 1896 se practicaron 3.824 inoculaciones, que deben compararse
con las 350 de 1895 o las 689 de 1894.
En agosto se dispusieron medidas para la profilaxis de la rabia, que en
los meses y en los años anteriores había determinado la remisión al Insti-
tuto Pasteur de Buenos Aires de un promedio de unas 15 personas por año.
En septiembre Coni había podido estudiar la mortalidad de la provin-
cia y de la ciudad en los veintiocho años últimos, que había recopilado la
Dirección de Estadística. Deseoso de obtener información sobre morbili-
dad, dirigió una circular a los cuatro miembros de la Junta Consultiva del
Saneamiento (creada junto con la Dirección General), los Dres. Álvarez,
Salas, Ponce y Gallegos. En el libro de Coni se incluyen los informes, lle-
nos de informaciones útiles y que testimonian una preocupación sanita-
ria que ha ido después desapareciendo en la mayor parte de los médicos.
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316 Administrando salud desde el Estado, pero también desde la sociedad civil
men de los afluentes (que éste no realizó) previendo que alguno de ellos
tuviese una composición más conveniente. Años después se comprobó
que el agua del río Blanco, afluente del Mendoza, ofrecía una composi-
ción adecuada.
Sólo la mitad de las casas de la ciudad obtenían el agua de cañerías,
en las restantes era frecuente que se utilizara el agua de las acequias, cuyo
análisis las contraindicaba para el consumo humano. El informe en cues-
tión es un pequeño tratado sobre el tema, con rica y actualizada informa-
ción, que da base a conclusiones indiscutibles: practicar nuevos estudios
geológicos para obtener una mejor fuente; transformar el canal abierto en
conducto cerrado; poner en condiciones los filtros y adiestrar al personal;
restringir el agua de las acequias al único fin de proveer al riego nocturno
y periódico de la arboleda urbana y la irrigación agrícola.
El informe sobre cloacas incluye estimaciones actualizadas de los cos-
tos de las obras que en 1888 había propuesto el Ingeniero Nyströmer, tan-
to las de construcción urgente como las futuras.
“No tengo conocimiento de que una ciudad del orbe haya requerido, en
un momento dado, la intervención conjunta de todos los elementos o resortes
higiénicos. Las que se han distinguido por su alto grado de salubridad, han
efectuado sus progresos sanitarios de modo gradual y paulatino. No podía ser
de otro modo, puesto que la bacteriología, ciencia de ayer, ha venido con sus
revelaciones a cambiar la faz de la higiene moderna. […]
La salubrificación de un centro de población, es la obra más notable que
puede confiarse al celo y esfuerzo de un higienista; de nada sirven las rique-
zas de un país, si está diezmado por la enfermedad y la muerte. La despobla-
ción de la ciudad de Mendoza ha impresionado penosamente a sus poderes
públicos, como bien lo demuestra el mensaje publicado más adelante, razón
por la cual se han decretado los estudios de saneamiento. […]
El ejemplo es digno de ser imitado por todas las capitales argentinas que
se encuentran en análogas situaciones sanitarias. […]
Honrado por el P. E. de la provincia de Mendoza, para llevar a cabo los
estudios de higienización, he dedicado a la magna obra una consagración
constante de ocho meses y el presente libro que tengo la satisfacción de pre-
sentar al señor ministro, condensa los diversos trabajos e investigaciones
realizadas, los informes y memorias elevadas, etc. […]
He intercalado en el texto una serie de planos (fotograbados y fototipias),
para demostrar, por así decir, de manera gráfica, las mejoras practicadas y las
que deben efectuarse, para que la importante capital andina llamada por su
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32 Comunicación al Primer Congreso Médico Latinoamericano, Santiago de Chile, 1901. Transcripto en CONI, E. R.
Memorias... Op. cit., pp. 442-443.
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328 Administrando salud desde el Estado, pero también desde la sociedad civil
35 Lo que aquí se presenta es un resumen del desarrollo más amplio que el autor preparó para OPS/OMS. La OPS en
Argentina. Crónica de una relación centenaria, Buenos Aires, 2002, pp. 23-39.
36 WEBSTER, C. K. Gran Bretaña y la independencia de la América Latina. (1812-1830), G. Kraft, Buenos Aires, 1944.
p. 70 y ss.
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37 TOCQUEVILLE, A. La democracia en América, Fondo de Cultura Económica, México, 1957, pp. 379-380.
38 ALBERDI, J. B. Del gobierno en Sud América, Obras Selectas, La Facultad, Buenos Aires, 1920, T. XII, p. 450 y ss.
39 PRATT, J. “Manifest Destiny and the American Century”, en EISENSTADT, A. S. (ED) American History: Recent In-
terpretations, editada por A. S. EISENSTADT. Thomas y. Crowell Co. N.Y., 1962, Book II, p. 50.
40 UGARTE, M. El porvenir de América Latina, Buenos Aires, 1910, p. 91.
41 SILVA, C. A. La política internacional de la Nación Argentina, Min. del Interior, Buenos Aires, 1964, pp. 43-46.
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330 Administrando salud desde el Estado, pero también desde la sociedad civil
bitraje; todo fue casi alrededor del comercio, y a cada paso salía a relucir la
palabra de Monroe. Entonces fue cuando el representante argentino contestó
con su célebre frase: la América para la Humanidad” 42
Es en este marco de ideas, y en la situación argentina e internacional
de los principios del siglo XX, el contexto en el cual deben ser analizadas
las ideas de Coni sobre el panamericanismo. La “falta de ingratitud para
con Europa” se demostró después como un sentimentalismo fuera de lugar
en la determinación de la política exterior.
42 DARÍO, R. La caravana pasa, Ed. Mundo Latino, Madrid, 1917, p. 257 y ss.
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43 VACCAREZZA, O. A., “Tiempos de Tisis. Razón de ser de la Liga Argentina contra la Tuberculosis”, en Cuatrocientos
años..., Op. cit., p. 152.
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Instituciones sanitarias
44 En orden cronológico.
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7
CAMINOS SEPARADOS PARA LA SANIDAD
Y PARA LA ASISTENCIA MÉDICA PÚBLICA
SIGLO
QUINTANA
I EL DEPARTAMENTO NACIONAL DE
CARLOS MALBRÁN
HOSPITALES REGIONALES
EL CONFLICTO JURISDICCIONAL
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1 MC NEILL, W. H. La búsqueda del poder: Tecnología, Fuerzas Armadas y Sociedad, Siglo XXI, México, 1988, p. 273
y ss.
2 DRUCKER, P. Las nuevas realidades, EDHASA, Barcelona, 1989.
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3 Entre las muchas obras de Sigerist que se dedican al tema puede consultarse: SIGERIST, H. E. Landmarks in the His-
tory of Hygiene, Oxford Univ. Press, London, 1956, p. 68 y ss.
4 ROSEN, G. A., History of ... Op. cit.
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5 JUSTO, J. B. Teoría y Práctica de la Historia, Ed. La Vanguardia, Buenos Aires, 3ª edic. 1931, p. 467.
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Caminos separados para la sanidad y para la asistencia médica pública 345
tarde, José María Ramos Mejía, como presidente del Consejo Nacional de
Educación, hizo de este tema una de sus “ocupaciones” fundamentales. La
educación hizo todo lo que pudo para integrar la nacionalidad, nadie en
cambio utilizó las instituciones de protección social, que empezaban a se-
ñalarse como un medio efectivo para ese propósito.
La necesidad de una “Restauración nacionalista”, como se titulaba una
de las obras de Ricardo Rojas, era una reacción no sólo a la elevadísima
proporción de extranjeros sino también al materialismo creciente de una
sociedad dispuesta a “hacerse la América”, sin que lo moderase la identi-
dad nacional compartida, base de la solidaridad nacional.
También en ese primer año del siglo, Pellegrini se separó de Roca. El
desacuerdo se originó en la presentación de un proyecto de Roca (y de su
ministro de Hacienda) que respaldaba el pago de la deuda externa, garan-
tizándola con las rentas aduaneras, y al cual Pellegrini, senador nacional,
defendió en la Cámara y en el exterior, ante los acreedores. Al comprobar
la irritación de la opinión pública, Roca decidió retirar el proyecto, a pe-
sar de la oposición de Pellegrini, que se apartó y escindió el partido.
Contaba Nicolás Repetto: “Evoco las costumbres electorales que yo cono-
cí en la iniciación de mi vida cívica, cuando las elecciones tenían lugar nece-
sariamente en los atrios de las iglesias y en los juzgados de paz, con tantas me-
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Trabajo infantil
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348 Caminos separados para la sanidad y para la asistencia médica pública
7 Cit. por EZEQUIEL GALLO, “Reflexiones sobre la crisis de la democracia argentina”. En FLORIA, C. (COMP.) Reflexio-
nes sobre la Argentina política, Ed. de Belgrano, Buenos Aires, 1981, pp. 29-30.
8 ARÁOZ ALFARO, G. Política Demográfica, Imp. y Casa Edit. Coni, Buenos Aires, 1940, p. 5 y 6.
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Caminos separados para la sanidad y para la asistencia médica pública 349
9 CARLOS MALBRÁN nació en Catamarca en 1862. Se graduó en Buenos Aires con una tesis sobre el cólera y se de-
sempeñó como inspector de Higiene de la Municipalidad. Se dedicó preferentemente a la bacteriología y a la se-
roterapia, haciéndose cargo en 1893 de la Sección Bacteriología del Departamento Nacional de Higiene. Profesor
titular de Bacteriología de la Facultad, de la cual fue también Vicedecano, miembro titular de la Academia Nacio-
nal de Medicina, Senador Nacional por su provincia natal, falleció en 1940.
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350 Caminos separados para la sanidad y para la asistencia médica pública
10 MALBRÁN, C. G. Apuntes sobre Salud Pública, (sin editor) Buenos Aires, 1931, p. 19. Ésta es la única publicación
de Malbrán que pudimos encontrar y existe de ella, por lo menos, un ejemplar en la Biblioteca de la Facultad de
Ciencias Médicas de Buenos Aires.
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352 Caminos separados para la sanidad y para la asistencia médica pública
11 […] la Argentina frenó los esfuerzos torpes y pragmáticos de los Estados unidos por construir un sistema hegemó-
nico panamericano.” MCGANN, TH. La Argentina y los Estados Unidos, cit. por FLORIA Y GARCÍA BELSUNCE, Op.
cit, p. 89.
12 SILVA, C. A. La Política Internacional de la Nación Argentina. Imp. De la Cámara de Diputados. Buenos Aires,
1946. Op. cit., p. 782.
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13 Bol. del Consejo Superior de Salubridad, México, 3ª Época, T. VIII, Nº 8, febrero 28, 1902, pp. 377-379.
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354 Caminos separados para la sanidad y para la asistencia médica pública
Peña y los del Uruguay, los Dres. Ernesto Fernández Espiro y Federico
Susviela Guarch.
El Convenio aprobado contenía disposiciones generales destinadas a
precisar los compromisos de notificación y los plazos para notificar e inter-
venir, a cuyos efectos los gobiernos contratantes se comprometían a elabo-
rar un código telegráfico para su uso exclusivo. Entre esas disposiciones se
destacaba una precisa definición del concepto de vigilancia sanitaria y los
lugares en los cuales debía ejercerse. A continuación se regulaban en deta-
lle la profilaxis terrestre y la marítima y fluvial, temas que completaban los
53 artículos del Convenio, el cual fue ratificado en 1905.
No nos ha sido posible encontrar, ni en los Anales del Departamen-
to ni en el Boletín del Consejo Nacional de Higiene del Uruguay, datos que
sugieran que efectivamente se estableció el flujo de información sanitaria
hacia y desde la Oficina de Washington. Para las necesidades de Argen-
tina, Uruguay y Paraguay, la información proveniente de Brasil y la de
ellos mismos resultaba suficiente. Es posible que para la Sanidad de los
Estados Unidos la situación haya sido análoga y les interesase especial-
mente la información de los países con los cuales el tráfico comercial era
frecuente. Lo cierto es que, de acuerdo a información obtenida en el Bo-
letín del Consejo Nacional de Higiene (uruguaya), en la Segunda Conven-
ción de Río de Janeiro en 1906, se habría decidido “invitar especialmente
a la República Oriental del Uruguay para decidir sobre el establecimiento,
en la ciudad de Montevideo, de un Centro Informativo Sanitario […]
destinado a estar en relación con los otros centros mundiales de la mis-
ma clase: el de Washington para Norteamérica y el de París para Euro-
pa.” 14
En la Argentina se repitieron, en varias oportunidades, brotes de peste
bubónica, en algunos de ellos con una elevada proporción de su forma
neumónica. Casi todos esos años, se produjeron epidemias de viruela en
diversas provincias. En septiembre de 1903 se sancionó la ley 4.202 (re-
glamentada en abril de 1904) que establecía la tantas veces reclamada obli-
gatoriedad de la vacunación, aunque solamente para la Capital y los Te-
rritorios Nacionales, únicos territorios en los cuales el Ejecutivo nacional
poseía el poder de policía en asuntos sanitarios, por no haberse delegado
en la Constitución Nacional esos asuntos a la Nación. 15
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Caminos separados para la sanidad y para la asistencia médica pública 355
16 Desde el siglo XVII la infusión preparada con la corteza del árbol de chinchona, planta sudamericana, era utiliza-
da por los médicos europeos para aliviar los síntomas de la malaria o paludismo. Desde 1854 los holandeses esta-
blecieron plantaciones en Java que perduraron hasta la IIª Guerra Mundial.
17 En 1892 Hermann M. Biggs promovió y consiguió la creación de un laboratorio bacteriológico en el Departamen-
to sanitario de Nueva York. ROSEN, G. A., History of... Op. cit.
18 José Sanarelli era un científico italiano que llegó a finales del siglo a Montevideo, donde por un decreto de mar-
zo de 1896 del Poder Ejecutivo uruguayo fue designado Director del Instituto de Higiene experimental, creado el
año anterior por J. J. Scosería. Se habría dedicado especialmente a investigar sobre el agente etiológico de la fiebre
amarilla y pocos años después abandonó el país.
19 ARÁOZ ALFARO, G. La Higiene y la Sanidad...Op. cit, p. 526.
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356 Caminos separados para la sanidad y para la asistencia médica pública
20 BALDOMERO SOMMER nació en 1857, apenas dos años después que Penna. Se dedicó al estudio de las enfermeda-
des de la piel e inauguró en 1892 la cátedra de Dermatología y Sifilología. Fue presidente de la Sociedad Médica
Argentina en 1897 y miembro titular de la Academia Nacional de Medicina desde 1912. Falleció en 1918.
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21 Boletín del Consejo de Higiene, Montevideo, Año III Nº 20, junio de 1908. Informe presentado al Ministerio de
Relaciones Exteriores por el Dr. Ernesto Fernández Espiro, Delegado del Gobierno de la República a la Tercera
Convención Sanitaria Internacional de las Repúblicas Americanas, p. 132 y ss.
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358 Caminos separados para la sanidad y para la asistencia médica pública
22 PENNA J. y MADERO, H. La Administración Sanitaria y Asistencia Pública de la Ciudad de Buenos Aires, Edic. Ofi-
cial, Ed. Kraft, Buenos Aires, 1910, Vol. I, pp. 250-251.
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23 ARÁOZ ALFARO, G. “La especialidad en Higiene y Medicina Legal”. La Sem Méd 1911, T. 18, II, p. 822.
24 Ver MALAMUD, M. Rev. Min. S.P. Prov. Buenos Aires, Nº 7, enero de 1964, p. 122 y ss. También LOUDET, O. Mé-
dicos Argentinos, Op. cit., p. 143 y ss.
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360 Caminos separados para la sanidad y para la asistencia médica pública
25 La única fotografía que existe de Cabred en el Archivo General de la Nación lo muestra ingresando al salón en el
cual el presidente Roca conversa con un diplomático.
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José María Penna26 había nacido en Buenos Aires en 1855 (era un año
más joven que Coni), hijo de un militar italiano que había emigrado en
1850 a Montevideo y llegado a Buenos Aires después de Caseros; que ha-
bía participado en la guerra del Paraguay y que había sido instructor de
artillería en el Colegio Militar y director del Arsenal de Guerra.
El joven José María ingresó a la Facultad de Medicina en 1873 y se gra-
duó en 1879. Aráoz Alfaro destacaba que “se formó solo, aquí entre nosotros,
sin haber visitado siquiera las escuelas del viejo mundo”. En 1889 era pro-
fesor suplente de Patología Interna y titular dos años más tarde. Desde 1882
trabajaba como médico de la Casa de Aislamiento, en su primitiva localiza-
ción de la esquina de Paraguay y Azcuénaga (la quinta de Leslie), que había
sido utilizada antes como lazareto por la Sociedad de Beneficencia.
26 Su discípulo, el Dr. Aberastury, presentó en la Academia Nacional de Medicina un estudio sobre la vida y la obra
de su maestro.
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364 Caminos separados para la sanidad y para la asistencia médica pública
29 CHAGAS, C. “Trabalho do Instituto de Manghinos sôbre uma nova tryoanosomiase humana”, An. Acad. Med., Rio
de Janeiro, 1909, 75: 188-190.
30 KRAUS, P., MAGGIO, C. y ROSENBUSCH, F. “Bocio, cretinismo y enfermedad de Chagas”, Prensa Méd. Arg. 1915,
2: 2-5.
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das por los higienistas, y aquí, como en otras partes, el factor más frecuente
es la crianza artificial de los niños, con la gastroenteritis correlativa y las
enfermedades infecciosas”. La tuberculosis se registraba como causa de
9.985 fallecimientos, aunque la cifra que muestran las estadísticas “es in-
ferior a la verdad”; la viruela aparecía como responsable de 4.020 defun-
ciones. Cuando se publicó, con muchos años de retraso, el Anuario De-
mográfico de 1914, se comprobó que la proporción de muertes en la pri-
mera infancia disminuía su participación: 40% en 1912; 38.5% en 1913
y 36.5 en 1914. La tuberculosis pasó del 7.98% al 9.72%.31
En abril de 1913 el presidente Sáenz Peña aprobó el completo y de-
tallado proyecto de reglamento interno que Penna había elevado; en ese
año se inauguraba en Buenos Aires el primer tren subterráneo de Améri-
ca. Se dio mayor solidez a la elaboración de los “Anales”, reforzando su
comité de redacción y su secretariado técnico (Antonio Barbieri, Germán
Auschutz). Los trabajos publicados volvieron a centrarse en la presenta-
ción de modelos institucionales extranjeros, como el de Teófilo Wechsler
sobre “La Organización del Departamento Imperial de Higiene del Imperio
Alemán”, en marzo-abril de 1911, o “La acción profiláctica del Seguro So-
cial Alemán”, por Antonio Barbieri.
Los estudios del Dr. Augusto Bunge, jefe de la Oficina de Higiene in-
dustrial y Social del Departamento, sobre “Las conquistas de la higiene so-
cial” (1911), y especialmente sobre las instituciones de seguro voluntario
de la Capital, donde eran más numerosas que en el Interior, expuestas en
“Las mutualidades y seudo mutualidades en Buenos Aires”, ponían en evi-
dencia una realidad compleja que lo motivó a profundizar el estudio de
los seguros sociales (obligatorios) de Alemania y de Inglaterra. Estos tra-
bajos le sirvieron de base para estructurar el proyecto de seguros sociales
que presentó, como diputado nacional, en 1917, y que será analizado en
el capítulo siguiente.
La institución no había conseguido corregir sus déficits jurisdicciona-
les, pero había completado su desarrollo interno y perfeccionado su orga-
nización. A través del control de endemias, había conseguido una sólida
presencia en las provincias, después de los múltiples fracasos para obte-
nerla frente al peligro de las epidemias; la seriedad y competencia de sus
técnicos lo hacían cada vez más confiable, tanto en los ámbitos políticos
como en las dependencias provinciales y también en el exterior. En la Uni-
versidad, como se dijo antes, Aráoz Alfaro presentó una propuesta que
creaba un Instituto Superior de Medicina Pública y que será comentado
más adelante.
31 DEPARTAMENTO NACIONAL DE HIGIENE, Anuario Demográfico del año 1914, Buenos Aires, 1921.
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370 Caminos separados para la sanidad y para la asistencia médica pública
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33 SOMOZA, J. L. “La mortalidad en la Argentina entre 1869 y 1960”. En CELADE; Temas de población de la Argen-
tina, Santiago de Chile, 1973, p. 36.
34 FLORIA, C. A. y GARCÍA BELSUNCE, C. A. Historia... Op. cit., p. 279.
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Instituciones sanitarias
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8
PROYECTANDO LA INTEGRACIÓN DE LA SANIDAD
Y LA ASISTENCIA DESDE LA "REPÚBLICA RADICAL"
ALVEAR
1916 Y 1930
I DEL ESTUDIO SOBRE MUTUALIDADES A
UN PROYECTO DE SEGURO SOCIAL
NACIONAL DE 1923
I NUEVOS ÁMBITOS Y NUEVOS
DE CUESTIONES SANITARIAS
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Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical” 375
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1 Cit. por ROUQUIÉ, A., Radicales y desarrollistas, Schapire, Buenos Aires, 1967, p. 19.
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378 Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical”
2 Aráoz Alfaro no ocultó su disgusto frente a esos nuevos hombres y la nueva “amigocracia”, que probablemente
fueron parte de los motivos que lo llevan a renunciar a la presidencia del Departamento. En el gobierno de Alvear
esas cosas habían cambiado y él demostró haberse sentido más a gusto...
3 El ex canciller Manuel Augusto Montes de Oca señalaba a fines de 1918: “El progreso de nuestras industrias, com-
binado con las consecuencias de la guerra en los mercados manufactureros proveedores de la República, ha tenido
como resultado feliz que durante los años de la terrible contienda quedara en el país un saldo favorable de diez mil
millones de pesos oro, que han dado nervio, robustez y empuje a la economía nacional. Pero desaparecidas las cir-
cunstancias anormales que nos han producido ese activo, será de temer que el fiel de la balanza se incline del lado
opuesto, si no ponemos el mayor empeño en dar a nuestras industrias cimientos robustos y organización cien-
tífica.” Cit. por ROMERO, J. L., EL desarrollo... Op. cit., p. 107
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Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical” 379
4 Son los años de la constitución de la Liga Patriótica Argentina, organización que interpreta la reacción y a la cual
adhieren muchos militares, como puede deducirse de los comentarios de Nicolás Repetto.
5 ROMERO, J. L., El desarrollo de las ideas en la sociedad argentina del siglo XX, Ed. Solar, Buenos Aires, 1983, p. 101.
6 Idem, p. 104.
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380 Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical”
7 ALEJANDRO KORN nació en San Vicente, provincia de Buenos Aires, en 1860. Estudió Medicina en Buenos Aires y
su tesis sobre “Locura y crimen” anticipaba su predilección por la psiquiatría. Desde 1897 dirigió la colonia de alie-
nados de Melchor Romero, cargo que abandonó para jubilarse en 1916. Fue uno de los fundadores de la Sociedad
Médica de La Plata. Desde 1906 fue profesor suplente de Historia de la Filosofía en la Universidad de Buenos Ai-
res. Apoyó el movimiento reformista y fue el primer decano elegido con participación estudiantil en la Facultad de
Filosofía y Letras de Buenos Aires en 1918. Al año siguiente se difundió su obra “Las influencias filosóficas en la
evolución nacional”, la primera de una serie de obras que lo convirtieron en la figura más destacada de la Filosofía
en la Argentina. Adhirió en su juventud al radicalismo, siendo diputado provincial en 1894/95. Se opuso al yrigo-
yenismo desde el partido conservador en 1917, y se incorporó en 1931 al Partido Socialista. Falleció en 1936.
8 INGENIEROS, J. Las Fuerzas Morales, Ed. Losada, Buenos Aires, Sexta edición, 1974, p. 13.
9 ARÁOZ ALFARO, las cuenta en un pequeño libro, Cuestiones Universitarias, publicado en Buenos Aires en 1914.
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384 Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical”
rio Aráoz Alfaro— el Departamento de Higiene fue víctima —como casi to-
das las reparticiones— de la baja política que lo subordinaba todo a las con-
veniencias electorales y a la influencia de los caudillos. En su comienzo, fue
un acierto la designación del doctor Pascual Palma, hombre de talento y
de energía, pero muy pronto debió dimitir y lo mismo me ocurrió a mí, en
un paso fugaz durante el cual me estrellé contra aquellos obstáculos en
cuanto propuse una reorganización eficaz. En el resto del período presiden-
cial de Yrigoyen, el Departamento fue entregado a amigos políticos que care-
cían de títulos y prestigio para levantarlo de la postración en que había caído.”
Juan J. Capurro fue uno de esos amigos; presidió el Departamento
Nacional de Higiene hasta 1920. Continuó la política de sus antecesores,
sobre todo de José Penna, quien como diputado nacional presentó al
Congreso un proyecto de ley de sanidad, cuya base conceptual reprodu-
ce sus ideas, que ya fueron transcriptas de su presentación al hacerse car-
go de la presidencia del Departamento. Al año siguiente el Dr. Benjamín
T. Solari presentó otro proyecto con el mismo fin.
En esos años se crearon asociaciones de médicos que perseguían a ve-
ces la defensa de la ética médica y otras la de los intereses de los médicos,
sirvan de ejemplo la “Comisión de Deontología Médica” de la “Asociación
Médica Argentina”, aquella institución que con el nombre de “Sociedad
Médica Argentina” había creado y dirigido Coni (como se vio en el capí-
tulo VI); la “Asociación de Médicos de los Hospitales”, que centró su campo
de acción en la actividad científico-médica y duró pocos años y el “Sindi-
cato Nacional de Médicos”, que tuvo que defender desde su comienzo la le-
gitimidad de la actividad sindical en el seno de una profesión “liberal”, le-
gitimidad discutida por muchos profesionales que veían en la sindicaliza-
ción una rebaja de su jerarquía científica y social. A partir de esos años
comenzaron a crearse en diversas ciudades del interior asociaciones análo-
gas. En 1916 el Primer Congreso Nacional de Médicos defendió la “ne-
cesaria unificación de los servicios de Higiene Pública.”
Capurro fue, a su vez, elegido diputado nacional en 1920 y dejó el
Departamento a cargo de Teófilo R. Lecour, que se había desempeñado has-
ta entonces como Secretario. En los tres años siguientes, bajo la presidencia
de Lecour, el Departamento continuó con sus programas, que se iban enri-
queciendo con los conocimientos que aportaban sus investigaciones y con
la experiencia que constantemente se adquiría.
Fue en esos años que Bachmann, contratado por la provincia de Tu-
cumán, hizo importantes observaciones sobre algunas características del
Anopheles pseudopunctipennis, especie que parecía destacarse cada vez más
en la difusión del paludismo. Escribía Bachmann en 1921: “en las playas
de los ríos encuéntranse reunidas todas las condiciones para la vida de las lar-
vas, agua mansamente corriente, sal abundante, fondo arenoso y lama que los
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Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical” 385
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386 Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical”
Cuando los auxilios son solicitados al Departamento, éste tiene que recu-
rrir a la improvisación, siempre deficiente y onerosa, pues debe organizar y
enviar comisiones con todos los elementos necesarios, que imponen una pérdi-
da de tiempo durante el cual las enfermedades continúan haciendo sus estra-
gos, propagándose cada vez más. […]
Pero su acción nunca es completa, puede decirse, porque terminado el pe-
ríodo crítico, concluye su misión, ha librado a la población aparentemente de
la enfermedad, pero no la ha exterminado, vive latente esperando las prime-
ras condiciones favorables para su reaparición, puesto que la profilaxis de la
enfermedad termina cuando la misión del Departamento llega a su final.
Esto sucede porque en el orden provincial es mucho más sensible la
falta de instituciones sanitarias, de leyes que la rijan para hacer efectiva
la lucha contra las enfermedades infecto contagiosas, deficiencia que lle-
va aparejado el peligro y constante amenaza de su propagación para los
otros estados, haciendo más difícil su extirpación y requiriendo mayores
esfuerzos económicos. […]
Como consecuencia de lo expuesto se deduce que son múltiples las direc-
ciones sanitarias que imperan en el país, lo que trae una verdadera confusión,
pues además de lo nacional vigente, en parte, en la Capital y los territorios
nacionales, existen las que tienen las provincias y municipalidades, que den-
tro de la autonomía federal, tienen la suya y aplican su criterio científico, no
siempre acertado y suficiente. […]
Son estos hechos los que más imponen la necesidad de la reforma a favor
de cuya sanción se han declarado partidarias las principales autoridades mé-
dicas del país, demostrándose con este motivo que está en el ambiente no sólo
como una necesidad, sino como una aspiración que se desea ver pronto reali-
zada. […]
Pero esta acción no será fecunda mientras no exista una autoridad sa-
nitaria de carácter nacional que unifique la acción defensiva de la salud
pública, hoy dispersa y a cargo de múltiples autoridades sin medios y ele-
mentos suficientes y sin la unidad de acción y de legislación.
[…] Es tan necesaria la ley nacional que vincule a todas las autoridades
encargadas de velar por la salud pública, que hoy día, esta coordinación, es
reconocida como la más eficaz y que se procura llegar a esa unidad de cri-
terio y de acción, aún en el orden internacional, por medio de las conven-
ciones sanitarias.
Es para cumplir esta exigencia pública y esta aspiración, y con el propósi-
to de subsanar estas deficiencias, que el proyecto que presento tiene, en mi con-
cepto, toda la amplitud para poner término a este estado de cosas, dándole uni-
dad de acción, de legislación y autonomía administrativa-económica. […]
Si fuera necesario abundar en más fundamentos, bastaría recordar el cua-
dro triste y doloroso que nuestra población del interior, que a igual que otros
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Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical” 387
países, pagó su tributo a la última epidemia de grippe, por cuya causa, casi
todos los gobiernos de los estados federales pidieron auxilios al Departamento
el que cumplió su deber en relación con los recursos de que disponía, demos-
trándose que en esos casos es necesario unificar la acción para que la ins-
titución central y única sea realmente eficaz. […]
Por otra parte, la falta de recursos impide a las provincias ejercer to-
dos los medios indispensables para satisfacer las exigencias públicas con
procedimientos impostergables y bastaría solamente esa circunstancia pa-
ra que esta misión fuera confiada al poder central de la nación. […]
Pero así como vemos que la acción de los gobiernos de las provincias es in-
suficiente, me bastaría citar un solo hecho para poner en evidencia la acción
eficaz y saludable del gobierno de la nación. La viruela, que nadie ignora los
estragos que ha producido en nuestra población y que aún produce en ciertos
países, hasta el momento en que se dictó la ley de vacunación y revacunación
obligatoria, con acción solamente en la Capital federal y en los territorios na-
cionales, pero que, a pesar de esa circunstancia se extendió su acción benéfica
enviando a las provincias numeroso personal para cumplir con sus preceptos.
Es satisfactorio manifestar que en el territorio argentino no existe hoy esta re-
pugnante enfermedad. […]
Pero también es urgente que el Departamento de Salud Pública goce
de una autonomía completa para poder desarrollar sus fines sin tropiezo
alguno, pues sentada ya la necesidad de la unidad de acción y de legislación,
deben completarse estas con su independencia administrativa.
La dependencia directa del Departamento de un ministerio, forzosa-
mente tiene que influir en la marcha de una rama esencialmente técnica
como el Departamento de Salud Pública. Las largas y engorrosas trami-
taciones de los asuntos y expedientes que deben seguir la reglamentación
que los rige dificulta su desenvolvimiento, puesto que su acción debe ca-
racterizarse por la urgencia y rapidez en las resoluciones.
Pero este mal no es solamente argentino. Se observa igualmente en otros
países que, como el nuestro, no han seguido el adelanto de esta rama, con
las siempre crecientes necesidades impuestas por el progreso del país. Por eso
cuando han tenido que actuar de manera decisiva, han recurrido a la au-
tonomía de esta rama administrativa, ya sea entregándola a un solo hom-
bre, como sucedió en Brasil, que le confió a Osvaldo Cruz la campaña con-
tra la fiebre amarilla, dándosele atribuciones especiales para ello, y que gra-
cias a eso vemos libres de esa enfermedad a la ciudad de Río de Janeiro; o a
instituciones, llámenseles departamentos o ministerios, completamente au-
tónomos.
Es fundado en estos hechos que la verdadera entidad que debe crear-
se es el ministerio de salud pública y de asistencia y previsión social, pero
para ello, es necesario recurrir a la reforma de nuestra carta fundamen-
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388 Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical”
tal, lo que sería mucho esperar, ante el estado sanitario en que nos halla-
mos.” 15 […]
Capurro se refería a la experiencia adquirida durante la epidemia gri-
pal, capítulo local de una pandemia que se había originado en Europa en
marzo de 1918 y expandido por países y continentes. En Buenos Aires la
epidemia había comenzado en octubre de ese año, desde allí “se difundió
hacia el norte del país, día a día, siguiendo las líneas fluviales de navegación
y los ramales ferroviarios más transitados, haciendo saltos, respetando a su pa-
so algunas poblaciones, cambiando de carácter epidémico o modalidad clíni-
ca, durante los dos meses del año 1918 que duró su carrera epidémica.” 16
En 1919, en abril, volvieron a registrarse casos en Jujuy, y desde allí la
enfermedad descendió de norte a sur, castigando esta vez a las provincias
andinas, terminando en junio. En ambos casos, la morbilidad fue elevada
(50 a 60% de los expuestos enfermaron). Las defunciones por gripe, que
en 1917 habían sido 319, ascendieron en 1918 a 2.240 y en 1919 a
12.755. Los fallecimientos por enfermedades broncopulmonares, de
13.254 en 1917, ascendieron a 16.811 en 1918 y a 17.297 en 1919. La ta-
sa de mortalidad general, 16.6 por mil en 1916 y 15.4 en 1917 ascendió
en 1918 a 17.5, para regresar a poco más de 14 por mil en 1919 y 1920.
El Departamento estableció todas las medidas preventivas posibles de
tipo general, tanto a nivel de tráfico internacional como dentro del terri-
torio y muchas comisiones médicas recorrieron las provincias y llevaron
medicamentos y equipos, como cooperación nacional con sus respectivos
Consejos de Higiene.
En 1919 la ley Nº 10.983 había declarado obligatorias las normas del
Códex Medicamentarius para todas las farmacias establecidas en el terri-
torio de la Nación.
También se habían detectado, en esos años, nuevos focos de peste en
Santa Fe y en Córdoba, así como de tifus exántemático en Salta y Jujuy.
Las intervenciones del Departamento habían sido numerosas y en todos
los casos los informes terminaban reclamando la autoridad necesaria pa-
ra la institución.
El Departamento de Salud Pública propuesto por Capurro debía ve-
lar por la higiene y la defensa de la salud pública en todo el territorio de
la nación. Tenía, entre otras, las siguientes competencias: instalar estacio-
nes sanitarias y de desinfección en la Capital, en las provincias y en los te-
rritorios nacionales, puertos y fronteras; efectuar la inspección y vigilar la
15 Anales del Departamento Nacional de Higiene, vol. XXVI Nº 3, Buenos Aires, mayo y junio de 1920, p. 214-218.
16 Anales del Departamento Nacional de Higiene, vol. XXVI Nº 6, Buenos Aires, noviembre y diciembre de 1920. La
Sanidad nacional en 1920. (Informe de la Presidencia del Departamento al Ministerio del Interior), p. 375 y ss.
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Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical” 389
17 El acuerdo del Senado para la designación del funcionario que dirige una dependencia puede ser un mecanismo
que aumenta su poder y acrecienta su estabilidad. En Chile, el Director del Servicio Nacional de Salud era nom-
brado por el Ejecutivo “con acuerdo del Senado”, el cual no se requería para la designación del ministro de Salud;
de esto se derivaba un poder relativo mayor del Director en todos los asuntos de su competencia exclusiva y una
cierta independencia política, así como una mayor estabilidad.
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390 Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical”
18 AUGUSTO BUNGE nació en 1877 en el seno de una familia de origen alemán. Todavía estudiante, se afilió y mili-
tó en el partido socialista. Acompañó a De Tomaso en el grupo de los “socialistas independientes”. Graduado de
médico, ingresó al Departamento Nacional de Higiene y lo dejó abandonó al ser elegido diputado nacional, función
que desempeñó casi sin interrupciones hasta 1936.
Realizó varias traducciones del alemán y con su cuñado Manuel Gálvez fundó, en 1919, la editorial Pax.
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Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical” 391
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392 Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical”
esta gran ciudad el centro del movimiento cultural argentino. Por lo tanto, las
nociones que procura el anterior estudio no serían, probablemente, modifica-
das en sentido más favorable, de extenderse al conjunto; más bien lo contra-
rio, excepto las empresas de asistencia médica. Éstas sólo pueden existir en
los grandes centros urbanos, porque solo en ellos es posible la concentra-
ción que hace un negocio lucrativo de la imitación del socorro mutuo, y
sólo en ellos pueden pasar desapercibidas del público las deficiencias de es-
tas empresas. […]
A pesar del completo desconocimiento de la gran importancia que tie-
ne una organización inteligente de la previsión popular demostrado por
nuestros gobiernos, que ha llegado en algunos casos a la hostilidad mani-
fiesta, son tan imperiosas las necesidades que crean esa función social del se-
guro contra la enfermedad, que ella ha adquirido una importancia de que son
bien demostrativas las cifras globales, en números redondos, de las sociedades
que han surgido espontáneamente. […]
Se ha formado, gracias a ellas, una vasta organización de asistencia que
ofrece a sus miembros socorros pecuniarios que en conjunto representan
un gran valor, y su presupuesto, estimable en un mínimo de ocho millo-
nes para el conjunto de la República si se engloban todas las entidades de
previsión popular, inclusive las cajas de empresa y las falsas mutualidades,
representa unos seis millones de pesos anuales gastados en asistencia mé-
dica y pecuniaria de 600.000 trabajadores, que por tal modo se esfuerzan
por emanciparse de la «caridad» mediante la ayuda propia. […]
Los capitales que han podido acumular algunas sociedades en su primera
época de prosperidad les permitieron adquirir, cuando el valor del suelo era muy
inferior al actual, propiedades que ahora equivalen a importantes reservas, gra-
cias a la valorización. Las rentas obtenidas por alquiler de los salones sociales
para fiestas y de otras propiedades permiten a éstas prestaciones fuera de propor-
ción con las cuotas que abonan sus socios. Pero las que han surgido más tarde, y
las antiguas que no adquirieron inmuebles, carecen de reservas apreciables y se
verán en una grave situación financiera si no se reducen sus elevados costos de
administración y otros innecesarios y no aumentan sus cuotas. […]
Los riesgos que se asumen representan un programa completo o casi de
seguro-enfermedad, pero se afrontan todos, hasta los que reclaman reser-
vas considerables, como las pensiones de crónicos, por medio de la repar-
tición pura y simple, sobre la base de cuotas estrictamente suficientes
cuando la mayoría de los socios son jóvenes. De ello resulta que, a medi-
da que aumenta la edad media de los socios, el crecimiento en proporción
geométrica de la morbilidad con la edad ocasiona gastos superiores a lo
percibido por cuotas, sin rédito de capitales que puedan cubrir el déficit.
Esto se refiere únicamente a las verdaderas mutualidades, pues las empresas
que las imitan encuentran siempre medios de reducir sus gastos, sea eliminan-
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Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical” 393
do a los cotizantes que envejecen o de mala salud, o bien, como la mayor par-
te de los Círculos Católicos, ingeniándose para dedicar al «socorro» únicamen-
te los recursos que sobran una vez cubiertos los gastos para local y propagan-
da político-religiosa. […]
Las cajas patronales están, con tres solas excepciones, dos de ellas cajas de fá-
brica, constituidas en una forma totalmente inaceptable, especialmente las fe-
rroviarias, cuyas empresas despojan a sus trabajadores del derecho de adminis-
trar los fondos que forman con sus contribuciones. Sin embargo, las condiciones
son en ellas incomparablemente superiores a las seudomutualidades. […]
En cuanto a estas últimas, que la ley no tolera como entidades irresponsa-
bles en país culto alguno, y que reúnen unos ciento veinte mil cotizantes en to-
da la nación, es difícil decir cual de sus formas es peor desde el punto de vista
del seguro-enfermedad. El importante número de cotizantes de estas empresas
con fines comerciales o políticos revela cuán rudimentario es todavía el concep-
to de la previsión libre en una parte muy importante de nuestros trabajadores,
pero ello no puede en modo alguno desalentar; es un hecho peculiar, especial-
mente, de la capital, y aunque asumiera importancia en todas las grandes ciu-
dades, aporta una razón más para promover una organización inteligente. Es
obvio que una acción de contralor y estímulo tiene que dar excelentes resulta-
dos, desde que más de la mitad de los trabajadores adultos de la Capital, y la
quinta parte de toda la nación, a pesar de todas las circunstancias desfavora-
bles, se han organizado en una u otra forma para la previsión. Y las importan-
tes mutualidades genuinas libres ya constituidas demuestran, en su constitución
y funcionamiento, ser núcleos sociales bien preparados para una organización
integral. Para que den todos los resultados de que es capaz la previsión popu-
lar organizada, bastará que la ley las despoje de todo particularismo y libere de
las rutinas que tienden al estacionamiento, las libre de la competencia desleal
y estimule la incorporación a ellas de todos los trabajadores, garantizándoles al
mismo tiempo los derechos de que hoy carecen y los recursos que necesitan para
desempeñar sus funciones”.
Este excelente estudio sobre las instituciones de seguro voluntario (y
algunos de los problemas inherentes a ese carácter), se completaba, en la
fundamentación que acompañaba al proyecto de Bunge,19 con un pro-
fundo análisis sobre los seguros obligatorios de Alemania e Inglaterra, así
como con estudios actuariales, que incluían una tabla de vida para la ciu-
dad de Buenos Aires en 1909 (según la cual la expectativa de vida era de
19 BUNGE, A. Proyecto de Código de Seguro Nacional (con exposición de motivos y proyecto de ley básica) presentado
en la H. Cámara de Diputados en la sesión Nº 70 de 21 de septiembre de 1917. Cámara de Diputados de la Na-
ción, Tall. Gráf. Rosso y Cía. Buenos Aires, 1917 (539 pp.).
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394 Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical”
20 ARGENTINO V. ACERBONI publicó en 1925 un estudio sobre el crecimiento de la población en el cual contó las
modificaciones que Verhults introdujo en las proyecciones basadas en la hipótesis de Malthus, y los trabajos ingle-
ses (como el de Yule) y americanos, como el de Raymond Pearl (quien no conocía los aportes de Verhults), sobre
proyecciones de población. ACERBONI, A. V. “Las hipótesis de Pearl y Reed sobre el crecimiento de la población.” Rev.
de Ciencias Económicas. Año XII Serie II, Nº 49 Buenos Aires, agosto de 1925, p. 157.
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Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical” 395
excediese los 2.400 pesos al año. Los empleados con ingresos superiores a
ese monto, así como los profesionales o empleadores, podían ser asegura-
dos voluntarios asumiendo personalmente el pago de las cotizaciones.
Conviene tener en cuenta que en la década de los 30’s el Sindicato
Médico del Uruguay resolvió crear un organismo adscripto, el Centro de
Asistencia del Sindicato Médico del Uruguay (CASMU) 21, bajo la forma
de una cooperativa (abierta) de producción sanitaria, lo que indujo al Es-
tado a elaborar una ley reglamentando el mutualismo, de gran desarrollo
en Montevideo desde la creación de la Asociación Española Primera de
Socorros Mutuos, en 1853.22
El desarrollo de las mutualidades y de las “empresas médicas” (casi las
únicas en las ciudades del interior) en el Uruguay, significaron allí la vir-
tual desaparición de la práctica privada. En la Argentina el desarrollo de
las mutualidades tuvo menor cobertura y el de las empresas médicas tar-
dó varias décadas en generalizarse, en parte por la hostilidad del gremio
médico hacia ellas, como se verá más adelante.
21 MAÑANA CATTANI, J. Historia del Sindicato Médico del Uruguay. SMU, Montevideo, 1992.
22 ASOCIACIÓN ESPAÑOLA PRIMERA DE SOCORROS MUTUOS. 1853-1978. 125 años al servicio del país. Montevideo,
1978.
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396 Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical”
23 “Conocí siendo niño, a don Gregorio Aráoz Alfaro en los primeros años de la década de los cuarenta. Vivíamos en
una casa de la calle Charcas (hoy Marcelo T. de Alvear), próxima al Sanatorio Castro, uno de los primeros que tu-
vo Buenos Aires en un edificio construido expresamente para ese fin. En esa época se había vendido y transforma-
do en Instituto de Diagnóstico y Tratamiento; su primer Director fue Gregorio Aráoz Alfaro. Jugábamos con mi
hermano en la soleada vereda de la casa cuando mi padre se cruzó con Aráoz Alfaro, se detuvo a saludarlo, nos pre-
sentó y nos dijo, mientras el ilustre médico se alejaba, que ese amable señor era una de las glorias de la medicina
argentina y uno de los hombres que habían hecho más por las madres y los niños. Muchas siestas, mientras jugá-
bamos veíamos acercarse la inconfundible silueta de don Gregorio, que caminaba desde su consultorio de Larrea
y Santa Fe hasta el Instituto. Nos deteníamos, y casi en posición militar, recitábamos a coro nuestro: “Buenas tar-
des, doctor”; don Gregorio, más bien bajo, delgado, de bigote blanco (tenía setenta y tantos años) tocaba con dos
dedos el ala de su “panamá” y nos sonreía, más con los ojos que con la boca.” Juan Carlos Veronelli.
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Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical” 397
sac, otro ilustre historiador y literato francés, a quien Avellaneda había in-
ducido para que se radicase, temporariamente, en su provincia natal.
Decidido a estudiar Medicina, llegó el joven bachiller a Buenos Aires
en 1886. “Buenos Aires era, sin duda, superior a las ciudades del interior, pe-
ro las diferencias nos parecían más bien de grado, en el primer momento. Só-
lo más tarde, después de un tiempo de permanencia, nos dejábamos ganar por
el encanto de la ciudad, hasta el punto que nos aporteñábamos más que los
nativos. […] En la propia calle Florida, entre Paraguay y Córdoba, había
un gran mercado —no muy superior en comodidad y limpieza a los de nues-
tras provincias— y al frente del mismo un gran terreno baldío —el jardín
“Florida”— donde a más de diversiones y kermeses, celebrábase todos los años
la Exposición Rural. Fuertes y colorados vascos, cubiertos de boinas azules, re-
corrían la ciudad al trote de sus caballos, jineteando sobre seis grandes tarros
de leche, y en el zangoloteo de la marcha iban haciendo manteca que sacaban
con la mano en los zaguanes de las casas […] Así era Buenos Aires entonces,
mitad gran aldea, mitad gran ciudad, que empezaba recién a modernizarse.
Muy poco hacía que había caído, bajo la piqueta de Alvear, la “recova” que
separaba las antiguas plazas de Mayo y de la Victoria, y sólo poco tiempo des-
pués había de iniciarse la apertura de la Avenida de Mayo.” 24 (En el capí-
tulo dedicado a Eduardo Wilde utilizamos, para describir la epidemia de
cólera de 1886, la pluma de Aráoz Alfaro.)
Egresado de la Facultad de Medicina en 1891, el año siguiente fue ele-
gido por Emilio Coni, entonces director de la Administración Sanitaria y
Asistencia pública, como uno de los tres médicos del servicio permanente.
(Aráoz Alfaro había conocido y frecuentado a Coni desde que estudiaba
medicina). Cuando Alfredo Lagarde pasó a organizar y dirigir la Materni-
dad del San Roque, Coni pidió a Aráoz Alfaro que lo ayudase como Secre-
tario de la Asistencia Pública, ayuda que Coni destacó y agradeció en sus
“Memorias de un Higienista”, en las que también transcribe la correspon-
dencia que mantuvieron hasta sus últimos años.
Cuando Coni abandonó la Dirección, Aráoz Alfaro se hizo cargo del
Servicio de Pediatría del Hospital San Roque: la influencia de Coni sobre
Aráoz Alfaro se revelaría intensa y duradera, la combinación de su acción
como higienista se combinaba con su práctica pediátrica para inducirlo a
reclamar medidas higiénicas, como el control de la leche. (Recuérdense las
conclusiones del análisis de Penna sobre la mortalidad infantil, transcrip-
to en páginas anteriores.) Designado profesor de la Facultad de Medicina,
estuvo a cargo de la Cátedra de Semiología, a la cual el plan de estudios
de 1919 le había agregado la Clínica Propedéutica, al mismo tiempo que
se suprimía la cátedra de Patología general y ejercicios prácticos que había
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398 Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical”
dictado por años Roberto Wernicke, otro de los maestros que, con Telé-
maco Susini, habían impactado al joven tucumano.
Su colaborador y sucesor en la Cátedra, el Dr. Tiburcio Padilla, naci-
do en la capital pero hijo y nieto de médicos tucumanos que llevaron el
mismo nombre, fue también su Secretario en el Departamento Nacional
de Higiene, al cual más tarde presidió, en 1930-1932, y llegó, treinta años
después, a ser ministro de Salud Pública, en 1962.
Permítasenos una disgresión, se menciona en otro lugar de esta obra la
“germanofilia” que se desarrolló en las filas del ejército como consecuencia
de la contratación de asesores expertos de esa nacionalidad; en el campo de
la medicina la influencia alemana se hizo sentir también en las últimas dé-
cadas del siglo XIX y primeras del XX. En 1875 el decano Porcel de Peral-
ta manifestaba en la Memoria de ese año: “La Facultad de Ciencias Médi-
cas, señores, ha aceptado con entusiasmo el noble cometido de propender a
plantear en nuestra Escuela, todas aquellas mejoras que los recursos del país
permiten, tomando por modelo las adelantadas Escuelas Alemanas.” Y Pe-
dro Mallo, en 1899, habla de “una reacción de la fe ciega con que mirába-
mos todo lo de origen francés, bien que empezamos a compartirla con la es-
cuela alemana, sin embargo de estar penetrados que la ciencia es un mar sin
orillas ni fronteras y que sus mieses se cosechan en
todas partes donde la civilización florece.”
La bacteriología, la anatomía patológica, la
fisiopatología, la clínica, la neurología y la an-
tropología médica fueron muy influidas por
personalidades alemanas, que también influye-
ron en muchas de las personalidades médicas
españolas de principios de siglo.
“Cuando el presidente Alvear —contaba
Aráoz Alfaro— me ofreció, en 1923, la dirección
del Departamento de Higiene, lo hizo asegurán-
dome toda su confianza y, por consiguiente, la
más completa autonomía de acción en esa mate-
ria. Promesa ratificada por su eminente ministro,
el Dr. Matienzo y cumplida plenamente hasta el
Gregorio Aráoz Alfaro final. Desgraciadamente, la acción se vio trabada
por el presupuesto —escaso y, además, mal distri-
buido— que venía desde el gobierno anterior y que no se consiguió nunca mo-
dificar porque el Congreso en que la política del gobierno tenía escasa represen-
tación, se obstinó en negarle nuevos presupuestos de gastos, manteniendo con es-
casas planillas adicionales el último de la administración de Yrigoyen.” 25
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Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical” 399
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400 Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical”
(entre los cuales uno sería designado presidente) que durarían tres años en
sus funciones y a los que se agregarían, como vocales del Consejo, los re-
presentantes de la autoridad sanitaria de cada provincia, que tomarían
parte en asuntos de orden general, para lo cual serían invitados por el pre-
sidente, y serían consultados cuando se tratase de asuntos sólo relaciona-
dos a sus respectivas jurisdicciones.
El presidente del Consejo de Higiene de Rosario, Dr. José B. Ábalos,
propuso una Dirección Nacional de Salud Pública, que estaría compues-
ta por el Consejo Nacional de Higiene y por un colegiado constituido por
los representantes provinciales, del Ejército, de la Armada y de la Asisten-
cia Pública de la Capital. La Dirección se reuniría cada tres meses en la Ca-
pital, bajo la presidencia del Presidente del Consejo Nacional de Higiene.
El presidente del Consejo de Higiene de Santiago del Estero, Dr. Ar-
turo Schneidewind, basado en que la escasez de recursos financieros en
las provincias sólo permiten remendar, aplazando la ruina total pero no
impidiéndola, proponía crear, bajo la dirección del Departamento
Nacional de Higiene, una Dirección General de Salud Pública la cual re-
glamentará la profilaxis de todas las enfermedades infectocontagiosas, en-
cargándose los Consejos de Higiene y Departamentos de Salubridad Pú-
blica Provinciales de hacer cumplir las órdenes de aquellas.
El Dr. Carlos Pensotti, delegado de la Municipalidad de Santa Fe, pro-
puso la creación de una Dirección Nacional de Salud Pública compuesta
por un núcleo directivo formado por el presidente del Departamento
Nacional de Higiene y un pequeño equipo, y por los presidentes de los Con-
sejos provinciales, los Directores de la Sanidad de las Fuerzas Armadas, el
Presidente de Asilos y Hospitales Regionales, el Director de Sanidad Esco-
lar, el Director de Previsión e Higiene Social, el delegado de la Sociedad de
Beneficencia y el Director de la Asistencia Pública de la Capital, los cuales
deberían reunirse una vez por mes, para lo cual se les daría un pase general
para toda la república y un viático de 30 pesos diarios, mientras durase su
viaje y permanencia en la capital. “las atribuciones de los Presidentes de los
Consejos de Higiene de las provincias serían todas las que “actualmente tie-
nen […] el Director Nacional de Salud Pública no podría tomar ninguna
medida técnica ni administrativa en los territorios de las provincias sino
por intermedio de sus respectivos presidentes y de común acuerdo. […]
El diputado nacional por la Capital, Dr. Leopoldo Bard, propuso la
creación de una Subsecretaría de Salud Pública y Asistencia Social aseso-
rada por una Comisión de S.P. y A.S., que se reuniría cada dos meses y es-
taría integrada por el Presidente del Consejo Nacional de Educación, el
del Departamento Nacional del Trabajo, un representante de la Facultad
de Ciencias Médicas, el Presidente de las Obras Sanitarias de la Nación,
el Director de la Asistencia Pública de la Capital y los representantes de
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Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical” 401
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402 Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical”
mos a ciegas. En algunas localidades argentinas son más los que mueren que los
que nacen. Las cárceles se llenan. La falta de respeto a la ley, hasta en los legis-
ladores, es alarmante. La pobreza por la falta del hábito del trabajo sobran-
do la tierra fecunda da pena. A porfía se vive contrayendo nuevas deudas pa-
ra que la propiedad pase a manos del extranjero, que es el que trabaja y aho-
rra. Preocúpanos más la profilaxis, el efecto, que la causa, la etiología(¿).”
“Abramos los ojos y veamos que nuestro porvenir está en nuestras manos.
Estas consideraciones van dirigidas a los señores miembros de la Conferencia,
porque, felizmente, nuestras autoridades tienen ya el propósito de darle a la
República su Código de Higiene y Sanitario, a la brevedad posible.”
La delegación santafesina, presidida por el ministro de Gobierno, Dr.
Roque F. Coulin, presentó declaraciones en salvaguardia del derecho de
las provincias y municipalidades con respecto a la organización sanitaria
nacional, comenzando por acordar que “las cuestiones que se relacionan con
la salud pública deberán ser motivo de una legislación uniforme que, asegu-
rando los intereses de la colectividad, permita a las provincias y municipali-
dades ejercer su acción autonómica dentro del régimen federativo.”
Pero a continuación, afirma que “queda reservado a las provincias y
municipalidades la asistencia hospitalaria, las Asistencias Públicas, con-
sultorios externos, Salas de Primeros Auxilios, y la defensa sanitaria en
contra de todas aquellas afecciones epidémicas o exóticas, debiendo en ca-
sos especiales recabar y obtener la acción conjunta de las autoridades sa-
nitarias de la Nación cuando así lo creyeren necesario por la intensidad o
gravedad de las epidemias en cuestión.”
[…] “La intervención técnica y administrativa en los hospitales e ins-
tituciones sanitarias de los municipios o de las provincias (Consejos de Hi-
giene o Administraciones Sanitarias), como asimismo en la Sanidad del
Ejército o de la Armada, por un poder sanitario exclusivamente centrali-
zado del orden nacional significaría un menoscabo en la autoridad cien-
tífica de los médicos actuantes y dirigentes en el orden de esas instituciones,
limitando todas las iniciativas y toda la acción a una voluntad que en for-
ma alguna puede llenar el desiderátum de una perfecta organización.”
“La actual organización sanitaria en las Provincias y Municipios no
está en pugna con la misma organización en el orden nacional y con el ob-
jeto de uniformar procedimientos, estrechar vínculos y establecer las bases
de un sistema de comunicaciones y estadísticas, puede constituirse un Con-
sejo de Salud Pública compuesto por el señor Presidente del Departamento Na-
cional de Higiene y un representante por cada provincia, que lo serán los ac-
tuales Presidentes de los Consejos de Higiene o Administraciones Sanitarias.”
Después de escuchar las presentaciones, y sobre todo, la declaración
de la delegación santafesina, se resolvió formar una comisión para concre-
tar en uno los diferentes proyectos; Cabred sugirió que constase de cinco
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Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical” 403
I
“La Conferencia Sanitaria Nacional declara de urgente necesidad la
vinculación y coordinación de las entidades sanitarias de la Nación y de
las Provincias, para dar mayor eficacia a la defensa de la salud pública
en todo el territorio de la República.”
II
“Dictar, como resultado de acuerdos previos con las provincias, una
ley de Sanidad Nacional que, salvando y armonizando los poderes atri-
buidos por la Constitución Nacional, provea a la defensa sanitaria per-
manente del país.”
III
“Los servicios de higiene urbana y general, y de asistencia pública y
social por enfermedades comunes, continuarán siendo atendidas por las
provincias y municipios respectivos, quedando a cargo de la Dirección
de Sanidad Nacional la profilaxis y asistencia de las enfermedades endé-
micas comunes a más de una provincia y las epidémicas susceptibles de
hacerse tales.”
IV
“En la entidad sanitaria a crearse deberán estar representados todos
los Estados federales. Estos representantes y las organizaciones sanita-
rias provinciales serán los agentes naturales de la Dirección Sanitaria
propuesta, en sus respectivas circunscripciones.”
V
“Los delegados a la Conferencia Sanitaria Nacional expresan, co-
mo un anhelo, que el organismo sanitario nacional coordine sus fun-
ciones con las correspondientes al Departamento del Trabajo, de la
Dirección de Obras Sanitarias de la Nación, de la Comisión Asesora
de Asilos y Hospitales Regionales y de los Departamentos provincia-
les del Trabajo.”
VI
“Aquellas provincias que, por su estado económico, no estén capaci-
tadas para atender debidamente sus necesidades sanitarias, podrán reca-
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404 Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical”
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Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical” 405
26 En los Estados Unidos la legislación sobre Maternidad e Infancia que asignaba fondos para la atención de la salud
se sancionó en 1921.
27 ARÁOZ ALFARO, G. La higiene y la sanidad... Op. cit. p. 529.
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406 Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical”
28 En el Primer Congreso Científico Latino Americano (al cual se hizo referencia en el Capítulo VI dedicado a Emi-
lio Coni), que tuvo lugar en Buenos Aires en 1898, el entonces profesor de Dermatología en la Facultad de Me-
dicina, Dr. Baldomero Sommer, y su profesor suplente, Maximiliano Aberastury, se ocuparon del problema que
significaba la lepra en nuestro país, que habían estudiado, junto con José Penna y José R. Semprún, por encargo
del Presidente del Departamento Nacional de Higiene, Dr. José M. Ramos Mejía. En 1906 el presidente del DNH
Dr. Malbrán propuso al Gobierno Nacional la realización de una Conferencia Nacional para encarar la profilaxis
nacional de la lepra, originándose un proyecto de ley que se elevó al Gobierno en 1907. En 1910 Cantón presen-
tó un nuevo proyecto de ley sobre el tema y Carlos Malbrán otro, en 1913, que “muere oscura y silenciosamen-
te”, dice M. Quiroga, en ese cementerio de buenas intenciones que es la Comisión de Legislación. Aberastury y
Baliña insisten en 1920 y en 1921;, al regreso de Aberastury del Congreso de la Lepra que se había reunido en Río
de Janeiro, el Presidente Alvear lo encarga de formular la organización de la profilaxis nacional de la lepra, la ava-
riosis y la leishmaniasis. En 1926 L. Bard consigue que se nombre una Comisión Especial para la redacción de un
proyecto de ley, que se transformó en la 11.359.
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408 Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical”
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Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical” 409
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410 Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical”
32 GALANT, H. Histoire Politique de la Securité Sociale Française. Cahiers de la Fondation Nationale des Sciences Po-
litiques. A. Colin, Paris, 1955.
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Proyectando la integración de la sanidad y la asistencia desde la “República Radical” 411
que los años que transcurren entre 1920 y 1940 constituyen el período de
consolidación del gremialismo médico.”
Instituciones sanitarias
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9
EL REGRESO A LA POLÍTICA CRIOLLA
DEMORA LA INTEGRACIÓN SANITARIA
DE ASISTENCIA SOCIAL
I LA IX CONFERENCIA SANITARIA
PANAMERICANA
I EL DEPARTAMENTO BAJO LA
PÚBLICA
FRUSTRADA
I EL DEPARTAMENTO DURANTE LA
SPANGENBERG
PROVINCIA ADELANTADA
CUARENTA
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El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria 415
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416 El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria
no de facto (se conocía con Uriburu desde los sucesos del Parque
y no era un admirador de Yrigoyen), después de resistirse ponien-
do énfasis en la necesidad de coordinar las acciones con las de la
Comisión Asesora de la Cancillería; el presidente provisional le ce-
rró la retirada haciéndolo presidente de ambas instituciones.
Con desilusión, comprobó que los tiempos sólo permitían con-
servar lo existente y renunció un par de meses después.
En el siguiente gobierno conservador, que nació con escasa
legitimidad de origen, el laureado y arrogante Canciller presi-
dió una importante Conferencia Nacional de Asistencia So-
cial, con el propósito de desarrollar desde su Ministerio de Re-
laciones Exteriores, un sistema médico-asistencial nacional,
que condensó en un anteproyecto de ley. Fue seguramente el
intento de cambio que contó con mayor poder como respaldo,
pero conservar y crear son, como dijo Borges, palabras que
sólo dejan de pelearse en la eternidad...
Uno de los más distinguidos tisiólogos argentinos presentó poco
después, desde el Departamento Nacional de Higiene, un ambicio-
so anteproyecto de ley sobre un sistema de atención médico-sanita-
ria regionalizada. Todos esos anteproyectos encontraron su tumba
en las Comisiones de Legislación de las Cámaras del Congreso.
En 1934, la IX Conferencia Sanitaria Panamericana
(que inauguró en Buenos Aires Carlos Saavedra Lamas y que
presidió Gregorio Aráoz Alfaro), fue un foro privilegiado para
la discusión, entre otros importantes asuntos, de la organiza-
ción sanitaria más conveniente para los países federales. Pero
en la Argentina los protagonistas no consiguieron ponerse de
acuerdo. Tanto Miguel Sussini como Juan Jacobo Spangenberg
administraron un Departamento de Higiene constreñido por
sus cercos tradicionales, aunque Spangenberg (como Aráoz Al-
faro por un par de meses), presidía también la Comisión Ase-
sora. Desde Santa Fe, Juan Lazarte sembraba sus ideas de van-
guardia, mientras el crecimiento del cinturón suburbano de la
Capital comenzaba a modificar el mapa demográfico del país.
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El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria 417
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418 El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria
1 Perina denomina a este grupo o facción como “corporativista-nacionalista”, al cual se oponían, dentro del Ejérci-
to, los seudo-legalistas (como Justo) y los legalistas. PERINA, M. R., Onganía, Levingston, Lanusse, Los militares en
la política argentina, Ed. de Belgrano, Buenos Aires, 1983, p. 45 y ss.
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El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria 419
2 GABRIEL DEL MAZO, LUIS DELLEPIANE, ARTURO JAURETCHE, RAÚL SCALABRINI ORTIZ.
3 ROUQUIÉ, A. Radicales y Desarrollistas Schapire, Buenos Aires, 1967, p. 27.
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420 El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria
4 Pocos años después, Edwin H. Sutherland, entonces presidente de la American Sociological Society, acuñaba la ex-
presión “delincuencia de cuello blanco” para caracterizar un grupo de delincuentes y una clase de delitos que usual-
mente se disimulaban como errores o, como se las denominaría décadas más tarde, desprolijidades.
5 DE IMAZ, J. L., Los que mandan, Eudeba, Buenos Aires, 1964, p. 11.
6 ESCUDÉ, C., La declinación.…, Ed. de Belgrano, Buenos Aires, 1983, Op. cit., p. 37-38.
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7 FERRARI, G., Esquemas de la política exterior argentina, Eudeba, Buenos Aires, 1981, p. 79.
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422 El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria
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8 Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Primera Conferencia Nacional de Asistencia Social, T. III, Actas y Con-
clusiones, Ed. Kraft, Buenos Aires, 1934, p. 115.
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424 El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria
9 Alfredo Sordelli nació en 1891. Se doctoró en Química en 1912 con medalla de oro y obtuvo una beca que le per-
mitió perfeccionar su formación en Alemania. Profesor en las Facultades de Veterinaria, de Medicina y de Cien-
cias, se incorporó al Instituto Bacteriológico del Departamento de Higiene en 1915, del cual fue después director.
Sus trabajos en inmunología y seroterapia lo hicieron ampliamente conocido. Falleció en 1967.
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El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria 425
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426 El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria
10 Estaban presentes el Ministro uruguayo de Salud Pública y también, como delegado, el Dr. Rafael Schiaffino.
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El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria 427
estén bajo el control del mismo. Tan se ha creído así que nuestro Ministerio de
Relaciones Exteriores ha presentado hace poco un vasto plan de asistencia so-
cial, dado que es ese Ministerio el que administra los subsidios a esas institu-
ciones de beneficencia que, repito, no podrían vivir o no podrían sostenerse,
sin esas subvenciones. No es posible, pues, que ellas estén simplemente bajo un
contralor teórico, sino que es natural que tengan un verdadero control efecti-
vo de parte del gobierno. […]
Podría citar un nuevo ejemplo concreto de lo que ocurre en nuestro país.
El Departamento Nacional de Higiene tiene a su cargo la asistencia públi-
ca en los Territorios nacionales. En varios de estos hay hospitales importantes
que no dependen del Departamento Nacional de Higiene (se refiere a los de
la Comisión Asesora dependiente del Ministerio de Relaciones Exterio-
res), y éste, entonces, tiene que pedir, como un servicio, a las autoridades de
quien dependen aquellos establecimientos, que les reciban los enfermos que ne-
cesitan ser asistidos. Este es un estado de anarquía que naturalmente no debe
continuar. Sin quitar autonomía a las instituciones importantes que ya la
tienen —entre nosotros podría citarse el caso de la Sociedad de Beneficencia,
que administra grandes hospitales, en parte con subvenciones del Estado, y que
los administra muy bien— sin quitarles, digo, autonomía, es menester que
haya sobre todas ellas, y con mayor razón sobre todos los servicios públi-
cos, un contralor superior de parte de una autoridad sanitaria. Es por eso
que creo firmemente, en principio, que los servicios de higiene, sanidad y
asistencia deben estar bajo una sola autoridad. Ese régimen me parece re-
comendable y necesario.”
La resolución aprobada unánimemente por la Conferencia, después
de este rico debate rezaba así: “La Novena Conferencia Sanitaria Paname-
ricana se permite recomendar a los Gobiernos la conveniencia de reunir los
servicios de asistencia social y sanidad bajo el régimen de una sola auto-
ridad, lo que significa evidente provecho para la acción tutelar del Estado y
para el robustecimiento de la salud pública.”
Las ideas que se manejaron en la Conferencia tenían una aceptación
bastante generalizada dentro de algunas de las asociaciones gremiales mé-
dicas argentinas, cuyo número aumentó en esa década; en la Capital sur-
gieron en esos años la Unión de Médicos Municipales, la Asociación de Mé-
dicos Municipales y el Colegio de Médicos de la Capital. El Primer Congreso
Nacional de Medicina, realizado en Buenos Aires en 1916, había reclama-
do “la unificación de las funciones de la higiene pública”; el “Primer Congre-
so Médico Gremial Argentino”, reunido en Córdoba en 1934, proponía la
creación de una Dirección Nacional de Higiene, “encargada de unificar la
dirección y administración de todos los establecimientos sanitarios de la Nación
y el contralor de los de la misma naturaleza pertenecientes o dependientes de
las sociedades o asociaciones de beneficencia, mutuales y gremiales.”
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428 El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria
11 “Fundamentos, plan y organización de una proyectada organización sanitaria de la República Argentina”. La Sema-
na Médica, LI, 5:221-227, febrero de 1944, p. 222, Cit. por Belmartino y otros. Corporación... Op. cit., p. 174.
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El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria 429
12 Oficina Sanitaria Panamericana, Actas de la Novena Conferencia Sanitaria Panamericana, EE.UU., Publicación Nº
100, junio de 1935, p. 192 y ss.
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430 El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria
13 Los casos anuales siguieron descendiendo hasta 1939. En 1940 se produjo una epidemia importante, con 228 ca-
sos y 192 fallecimientos.
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432 El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria
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El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria 433
neran por su naturaleza una serie de problemas de higiene y sanidad que in-
teresan a todo el país. […]
La misma unidad de los males a que atiende, importa la necesidad de
que el plan sanitario se extienda y desarrolle en toda la nación como con-
secuencia de una coordinación y regulación unitaria del servicio.”
Por ello […]“la unidad del plan debe encontrarse en su base (Estación
Sanitaria) y en su cúspide (Departamento Nacional de Higiene) buscando
la unidad técnica, sin interesar el aspecto simplemente administrativo y el bu-
rocrático cuyo funcionamiento tendrá un régimen preestablecido.”
Las estaciones sanitarias, que eran la base del proyecto, tendrían co-
mo primer objetivo el reconocimiento médico periódico de todos los ha-
bitantes, con cuyos resultados confeccionarían un Padrón de Salud de la
Población, además de otorgar los certificados de salud y las Libretas Sani-
tarias. Allí se haría la clasificación clínica de los sujetos, distribuyendo y
destinando, con una copia de su historia clínica, aquellos que requiriesen
atención. Cuando los servicios de asistencia de la zona fueran insuficien-
tes o la atención pudiera efectuarse en forma ambulatoria, la Estación po-
dría brindar asistencia médica.
El reconocimiento médico sería obligatorio para los exceptuados por
enfermedad infectocontagiosa del servicio militar; los aspirantes a em-
pleos públicos nacionales o los empleados y obreros de empresas conce-
sionarias de servicios públicos, los empleados y obreros de todas las indus-
trias y comercios que les requiriesen la Libreta Sanitaria y los sujetos a la
legislación provincial o municipal cuando estas entidades se hubieran aco-
gido a la Ley Sanitaria, así como los aspirantes a ingresar a las escuelas na-
cionales, al bachillerato o a la Universidad, para los cuales se exigiría el
Certificado de Salud.
El proyecto de ley determinaba que debía crearse una Estación Sani-
taria en toda zona (de acuerdo a las divisiones territoriales existentes) que
contase con una población no menor de 5.000 habitantes, cuyos servicios
serían gratuitos o remunerados, según lo dispusiesen el Poder Ejecutivo y
el Departamento Nacional de Higiene. De acuerdo a la población y al nú-
mero de Estaciones Sanitarias, el Poder Ejecutivo podría crear Estaciones
Sanitarias Centrales que abarcasen una provincia, partido o departamen-
to o municipio, encargada de la Dirección y Control inmediato de las Es-
taciones de su dependencia.
El Estado Nacional contribuiría al sostenimiento de los establecimien-
tos de asistencia y profilaxis administrados y sostenidos por las provincias
y los municipios, y las provincias deberían ajustarse a la ley sancionando
una legislación provincial que hiciera obligatorio el Certificado Médico
Nacional para ingresar a las escuelas provinciales o municipales, ocupar
puestos provinciales o municipales, obtener cédula de identidad, ser em-
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434 El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria
14 VACCAREZZA, R. A., “Creación de un Organismo Nacional de Profilaxis y Asistencia de las Enfermedades Socia-
les”, Apartado de la Rev. de Tuberculosis, Buenos Aires, mayo-junio, 1936.
15 Una traducción del Informe fue publicada en 1964 por la OPS, en su serie de Publicaciones Científicas, Nº 93.
16 Alejandro Bunge, a quien Aráoz Alfaro cita varias veces, había insistido desde las columnas de La Nación sobre el
reducido crecimiento poblacional (por descenso de la natalidad), que lo llevaron a suponer que recién a fines del
siglo se alcanzarían en el país los veinte millones de habitantes. Bunge, A., “¿Cuándo tendrá la Argentina veinte mi-
llones de habitantes?”, La Nación, 13 de octubre de 1937.
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El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria 435
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436 El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria
gor de los que nazcan, de conservar el mayor número de vidas útiles que hoy
se malgastan, en otros términos, de disminuir la morbilidad y la mortalidad
de la población en general y de la infancia en particular. […]
Ya vimos que en las provincias en que la natalidad se conserva alta toda-
vía —las del Norte y de Cuyo— la mortalidad general y la mortalidad in-
fantil son también las más elevadas. La primera entre 14 y 20 por mil; la se-
gunda entre 150 y 200 por mil nacidos vivos, en lugar de 10 y 55 respecti-
vamente a que han descendido en la ciudad de Buenos Aires. En otro sitio he
demostrado que no hay ventaja para el país y sí positiva pérdida, económica
y social, en esa gran natalidad cuyos frutos se malogran tempranamente, ori-
ginando gastos y dolores a la familia y a la comunidad. […]
Así, pues, en buena parte del país donde no necesitamos realizar esfuerzo
alguno para elevar la natalidad, que ya es bien alta, hay, en cambio, un am-
plio margen de reducción de la mortalidad infantil y tenemos el deber de rea-
lizarla. […]
Ahora bien —y esto es muy importante del punto de vista práctico—, así
como es de difícil aumentar artificialmente la fecundidad de un pueblo, así
es de fácil reducir su mortalidad infantil. […]
No quiero fatigar excesivamente vuestra atención, cansada ya con esta
larga exposición. Básteme recordar que a fines del siglo pasado morían anual-
mente en esta ciudad de 170 a 200 niños por cada mil nacidos con vida, y
que hoy mueren sólo alrededor de 55, para mostrar cómo con una organiza-
ción adecuada de la protección y asistencia de la infancia, es posible reducir
considerablemente en poco tiempo, el enorme tributo que pagan actualmente
a la muerte los niños de buena parte del país. […]
Dicha organización en Buenos Aires, con ser buena, dista de ser perfecta.
La proporción de 55 niños muertos por cada mil nacidos, es muy favorable, pe-
ro aún está lejos de las mejores logradas en el mundo: de 30 a 35 en Holanda y
Nueva Zelandia. Pero con que solamente con el trabajo de 10 a 20 años, redu-
jéramos en toda la República la mortalidad infantil a lo que es hoy en esta ca-
pital, lograríamos un aumento de población de varios centenares de miles. […]
El problema de la natalidad no es sino una parte del otro, mucho más
vasto e importante, de la protección integral de la madre y del niño, de la fa-
milia en suma, núcleo y centro de la sociedad entera. Y la protección integral
de la infancia, que requiere —ya lo he dicho muchas veces— la creación de
un organismo técnico y autónomo dotado de amplias facultades y de vastos re-
cursos, más amplias y más vastos que los de la “Dirección de Maternidad e In-
fancia”, creada, de acuerdo, en lo fundamental, con lo que yo había reclama-
do reiteradamente, por una ley proyectada por el senador Palacios, en un pri-
mer paso hacia soluciones definitivas. […]
Por lo demás, el Departamento del Niño, no debería ser, a su vez, sino
una parte de la obra que ha de encomendarse al gran organismo que debe
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El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria 437
En 1938 se cumplió el término del mandato del general Justo. Los con-
servadores eligieron para sucederlo a Roberto M. Ortiz, un abogado naci-
do en la Capital en 1886 en una familia de inmigrantes vascos, quien ha-
bía sido concejal y diputado nacional por el partido radical y ministro de
Obras Públicas, en el gobierno de Alvear, hasta 1928. Había representa-
do luego profesionalmente a empresas e intereses británicos y había regre-
sado a la función pública en 1935, como ministro de Finanzas de Justo.
Lo acompañaba como candidato a vicepresidente otro abogado, prove-
niente de Catamarca, el Dr. Ramón S. Castillo, de ideas nacionalistas,
“auténtico representante de las camarillas conservadoras que dominaban a las
17 ARÁOZ ALFARO, G. “Política demográfica. Natalidad y mortalidad”, Ed. Coni, Buenos Aires, 1940.
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438 El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria
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El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria 439
18 SPANGENBERG, J. J., “Nuevo plan orgánico para el Departamento Nacional de Higiene”. Boletín Sanitario del
Departamento Nacional de Higiene, v. 1, 1942, p. 619.
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440 El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria
19 BELMARTINO, S. y cols. Fundamentos históricos en la construcción de relacione de poder en el sector salud. Argentina
1940-1960, Publicado por OPS/OMS, Representación en Argentina, 1991, p. 43.
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El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria 441
20 Gob. Prov. Santa Fe. “Unificación y coordinación de los Servicios de Sanidad y Asistencia Médico- So-
cial de la Provincia de Santa Fe”, Santa Fe, 1939.
21 MAÑANA CATTANI, J. Historia del Sindicato Médico del Uruguay. S.M.U., Montevideo, 1992.
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442 El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria
22 LAZARTE J., Problemas de medicina social, Ed. Americalee, Buenos Aires, 1943.
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El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria 443
La ley 1904 del 4 de marzo de 1826, en los años de Rivadavia, había es-
tablecido “que la ciudad de Buenos Aires es la Capital del Estado, bajo la in-
mediata y exclusiva dirección de la Legislatura Nacional y del Presidente de
la República” […] y que “corresponde a la Capital del Estado todo el terri-
torio que se comprende entre el puerto de las Conchas y el de la Ensena-
da, y entre el Río de la Plata y el de las Conchas, hasta el puente llama-
do de Márquez, y desde éste, tirando una línea paralela al Río de la Pla-
ta, hasta dar con el de Santiago”.
A mediados del siglo pasado, cuando llegaba el verano, muchas fami-
lias porteñas cargaban sus equipajes en un carro y se trasladaban a pasar
sus vacaciones en sus quintas de la vecinas localidades de San José de Flo-
res o de Belgrano. En 1880, Nicolás Avellaneda, en el final de su manda-
to, trasladó el gobierno al vecino pueblo de Belgrano; fue allí donde el
Congreso Nacional declaró Capital de la República al municipio de Bue-
nos Aires.
En el Primer Censo Nacional (1869), la ciudad de Buenos Aires, en-
tonces capital de la provincia que albergaba, como huésped, al gobierno
nacional, tenía 187.000 habitantes; en los alrededores (que configuran
hoy el aglomerado bonaerense existían apenas 47.000. En el Segundo
Censo (1895), tanto la Capital como el aglomerado habían triplicado su
población (663.000 y 118.000) En 1914 la Capital tenía 1.575.000 ha-
bitantes, el aglomerado 458.000. En 1947 la Capital alcanzó 3 millones,
el aglomerado poco menos de dos.
En el período que estamos considerando, alrededor de 1943, la Ca-
pital había alcanzado su magnitud actual de población (cerca de tres mi-
llones) y el aglomerado, en rápido crecimiento, más de un millón y me-
dio. Entre 1936 y 1947 el saldo inmigratorio externo (de extranjeros) de
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444 El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria
La educación, sobretodo de la mujer fue uno de los factores más importantes del progreso sanitario.
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El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria 445
ciones para los cambios políticosociales ya estaban dadas desde fines de la dé-
cada de los treinta.” 23
El aglomerado bonaerense era producto, fundamentalmente, de un
aluvión inmigratorio interno cuya magnitud y velocidad superaban por
completo las débiles capacidades de las intendencias municipales existen-
tes para orientar y dirigir el asentamiento de la población y mucho más,
para suministrarle la infraestructura de servicios que requería. Las autori-
dades de la provincia, de una provincia ganadera, tradicionalmente rica y
con una larga historia de veleidades de supremacía, aceptaban el aporte
que se hacía a su magnitud poblacional y a su fiscalidad, pero se desen-
tendían de las demandas y necesidades de una población “diferente”.
La capacidad holgada de muchos servicios de la Capital, entre otros,
los de atención médica, se constituyeron, en razón de su proximidad y de
la indiferencia provincial, en satisfactores de una población mayor que la
propia. La siempre difícil coordinación debería haberse buscado entre el
gobierno nacional y el gobierno provincial, pero los únicos realmente in-
teresados eran la Intendencia municipal de la Capital y los municipios del
aglomerado, cuyas autoridades trataban generalmente de evitar que desde
la Capital se les solicitasen aportes por la utilización de los servicios y re-
huían, por ello, la búsqueda de las coordinaciones imprescindibles.
La sociedad argentina se sentía, en alguna medida, parte de Europa y
diferente al resto de los países hermanos. Su creciente riqueza derivaba de
haber sido bendecida con praderas de increíble fertilidad que la providen-
cia se encargaba de regar regularmente la mayor parte de los años (el “gra-
nero del mundo”) y en las cuales la hacienda se multiplicaba con poco es-
fuerzo humano. Su situación geográfica la eximía de los conflictos inter-
nacionales: “dicen que hay guerra en la Europa...”, pero aquí se sigue aran-
do. Su población era casi enteramente alfabeta y sus intelectuales y artis-
tas elogiados en Europa; los intelectuales y artistas europeos que nos visi-
taban nos auguraban un futuro lleno de venturas y Colin Clark aventuró
que para 1960 el país tendría el cuarto producto per cápita más alto...
Instituciones sanitarias
23 GERMANI G., Estructura Social de la Argentina, Ed. Raigal, Buenos Aires, 1955, pp. 76-78.
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446 El regreso a la política criolla demora la integración sanitaria
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10
UNA NUEVA REVOLUCIÓN MILITAR
Y UN NUEVO DUALISMO SANITARIO
UN PROYECTO COMÚN
1945
I LA DIRECCIÓN NACIONAL DE SALUD
PREVISIÓN
DE LA POSGUERRA
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Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario 449
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450 Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario
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Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario 451
1 POTASH, R.A. Perón y el G.O.U. Los documentos de una logia secreta, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1984, p. 21
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452 Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario
2 LUNA, F. Golpes militares y salidas electorales, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1983, p. 40.
3 El Reservado, Nº 14 bis, del 7-IX-43, del GOU, explicaba: “En estos últimos tiempos han circulado invitaciones
en las que se hace aparecer al Señor General Rawson como «Jefe de la Revolución del 4 de junio de 1943» […] El
Jefe de la Revolución fue el general Ramírez, alrededor de quien se agrupó el Ejército […] Recién el 3 de junio
(Rawson) fue enterado de su misión. El general Ramírez, obedeciendo a un escrúpulo caballeresco se negó a to-
mar el mando de sus fuerzas revolucionarias mientras fuera Ministro de Guerra, para lo cual presentó su renun-
cia”. En POTASH, R.A. Perón y el GOU..., Op. cit., p. 165-168.
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Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario 453
4 LO VUOLO, R. M. Y BARBEITO, A. C. La nueva oscuridad de la política social, Miño y Dávila, Buenos Aires, 1998,
p. 116.
5 Recuérdese, como un ejemplo, la carta del marqués de Caixas Caxias al Emperador, durante la guerra de la Triple
Alianza.
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454 Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario
6 Transcrito en PERALTA RAMOS, M. Acumulación del Capital y Crisis Política en Argentina, Siglo XXI, México, 1978,
p. 80.
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Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario 455
7 PETERSON, H. F. La Argentina y los Estados Unidos. II. 1914-1960. Eudeba, Buenos Aires, 1970. p. 180
8 Los detalles de estos cambios y sus consecuencias están detalladas en ESCUDÉ, C. La declinación... Op. cit.
9 SEBRELI, J. J. Los deseos imaginarios del peronismo. Ed. Legasa. Buenos Aires, 1983. p. 27.
10 “¿Quién daba, a una semana de la Marcha, un peso por Farrell y Perón?”. En LUNA, FÉLIX. El 45. Crónica de un
año decisivo, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1971, p. 205.
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456 Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario
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458 Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario
tiva alguna, eran verdaderos señores feudales durante las horas de la ma-
ñana. Después del mediodía, el médico de guardia y los “practicantes” eran
las únicas presencias médicas, en servicios que cuidaban las “cabas” (enfer-
meras con cargo jerárquico) y las hermanas.
La Dirección del Hospital estaba a cargo de alguno de los médicos de
gran prestigio profesional, generalmente un jefe de servicio con mucha
“antigüedad”; era más un cargo honorífico que representaba al hospital an-
te la superioridad y el “exterior”, que una función directiva en el sentido ac-
tual. Los jefes de servicio eran las verdaderas autoridades, los “grandes pa-
trones” en estas copias, más o menos deliberadas, de los hospitales france-
ses. Cuando Peralta Ramos hacía su ronda vespertina en la Maternidad del
Hospital Rivadavia, acompañado por el médico interno y los practicantes,
era el médico interno el que llevaba la capa del Maestro y se la colocaba so-
bre los hombros al pasar de un pabellón a otro […]. Cuando los Jefes de
Servicio del Hospital de Clínicas llegaban en la mañana, el portero tocaba
con la campana la secuencia sonora que anunciaba su arribo.13 […]
En algunos servicios se guardaban celosamente las “historias clínicas”,
en un archivo particular de cada sala, confeccionadas de acuerdo con las
normas establecidas en el servicio; en otros “no se llevaban historias...” Al-
gunos servicios tenían equipos de radioscopias o radiografías y pequeños
(o no tan pequeños) laboratorios de exámenes clínicos. Los servicios de es-
pecialidades quirúrgicas poseían sus quirófanos. Las únicas unidades cen-
trales eran la cocina, el lavadero y la morgue.
En las décadas de los 30’s y 40’s se construyeron en Buenos Aires las
plantas físicas de los primeros hospitales “verticales”, con “baterías de as-
censores” cuyo número se calculaba de acuerdo con la escasa comunicación
de unos servicios con otros que eran la regla en esa época (Hospital Mili-
tar Central, Hospital Fernández, Hospital Argerich). Después comenza-
ron a crecer los servicios centrales “de diagnóstico y tratamiento”, y a la in-
tegración física y funcional siguió la jerárquica.
13 En los años 50’s la tradición se mantenía, pero el portero seleccionaba los legítimos jefes de servicio a los cuales
anunciaba con la campana, distrayéndose de diversas formas cuando los que ingresaban eran jefes sólo por su de-
signación..
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Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario 459
14 CARRILLO, R. Contribuciones al conocimiento sanitario. Min. De Salud Pública. Buenos Aires, 1951. pp. 397-398.
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460 Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario
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Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario 461
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462 Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario
Fuente: “Crónica sobre Lepra”, Boletín Oficina Sanitaria Panamericana, 25: 6 junio de 1946, p. 538.
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466 Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario
17 Lugar que casi todos los gobiernos “de facto” elegían para este tipo de reuniones.
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468 Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario
Clausura del Congreso Sanitario Nacional. En el centro, el Vicepresidente Cnel. Perón y Manuel Viera.
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470 Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario
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19 Archivos de la Secretaría de Salud Pública. Buenos Aires, vol I, Nº 1, diciembre 1946, p. 9 y 10.
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472 Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario
20 VERONELLI, J. C., “¿Hacia dónde va la Seguridad Social Argentina?”, Cuadernos de Salud Pública, Escuela de S. P.
Univ. de Bs. As., 1971. También VERONELLI, J. C. Problemática Médico-Social de la Seguridad Social. Estudios de
la Seguridad Social, Nº 32 , 1980, p. 30-52.
21 LAROQUE, P., Prefacio de GALANT, H. C. “Histoire Politique de la Securité Sociale Française”, Cahiers de la Fon-
dation Nationale des Sciences Politiques. A. Colin, Paris, 1955.
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Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario 473
fines del siglo XIX. Desde 1927 funcionó en los Estados Unidos un Comi-
té sobre Costos de la Atención Médica (cuyo vicepresidente fue C. E. A.
Winslow). La conocida organización Blue Cross, creada en 1933, es un se-
guro hospitalario voluntario22. En el Canadá de posguerra lo difícil de sol-
ventar por las familias eran los gastos de hospitalización, frecuentemente ne-
cesarios y encarecidos por los componentes tecnológicos que incorporaban:
en 1946, la provincia de Saskatchewan decidió establecer un seguro hospi-
talario provincial. En 1958 el sistema se generalizó en todas las provincias.
La enfermedades atendidas en el domicilio o ambulatoriamente quedaban a
cargo de los pacientes, los que conseguían con frecuencia que sus médicos
“agravasen” un poco el cuadro para justificar una hospitalización, con lo cual
el paciente se liberaba del pago y el médico de tener que acomodarse a las po-
sibilidades económicas de su cliente. El crecimiento de las hospitalizaciones
obligó a que en 1962, en Saskatchewan, y en 1966, en todo el país, se esta-
bleciera un seguro nacional de salud, en reemplazo del parcial hospitalario.
En los Estados Unidos, F. D. Roosevelt anunció públicamente su de-
cisión de estructurar la solidaridad nacional por medio de seguros socia-
les (obligatorios). El proyecto original de 1934 contenía recomendaciones
sobre el seguro de salud, pero la oposición corporativa silenció el asunto.
En 1951 Truman creó una Comisión para el estudio de las necesidades
nacionales de salud, pero el tema no obtuvo atención del siguiente gobier-
no, presidido por Eisenhower.
En Chile, en 1952, se aceptó una propuesta del Colegio de Médicos de
Chile para establecer un Servicio Nacional de Salud (en realidad, con voca-
ción nacional), sobre la base de la capacidad hospitalaria pública —casi la to-
talidad de la entonces existente en el país— y del seguro social obrero, que cu-
bría desde 1924 a los trabajadores de menores remuneraciones. El Servicio es-
taba dirigido por un funcionario designado por el ministro “con acuerdo del
Senado”. Este requisito le otorgaba una jerarquía análoga a la del ministro, con
un carácter técnico más acentuado y con una duración mayor. Dentro de un
Servicio que cubre la totalidad del territorio resulta más simple distribuir los
recursos de acuerdo a las necesidades regionales que cuando esta distribución
depende de pugnas políticas entre diversas instancias de gobierno o dependen
de la riqueza de cada localidad o región, como en los sistemas de mercado.
Puede ser de interés también reseñar sintéticamente la evolución de
las instituciones sanitarias de México, sede del primer protomedicato
americano y otro de los países latinoamericanos de estructura federal.
Existió allí hasta 1917 un Consejo Superior de Salubridad, con jurisdic-
ción sólo en el Distrito Federal y en los Territorios nacionales, “ya que la
Constitución de 1857 no mencionó la salubridad pública.”
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474 Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario
23 CARRILLO, A. M. “Surgimiento y desarrollo de la participación federal en los Servicios de Salud”. En FAJARDO OR-
TIZ, G.; CARRILLO, A. M. Y NERI VELA, R. Perspectiva Histórica... Op. cit., p. 18.
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Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario 475
Para una idea más acabada de las nociones que se manejaban en nues-
tro país, en los años de Carrillo, sobre la organización de la medicina y so-
bre la importancia del hospital en un sistema de salud, nos parece útil trans-
cribir la anticipación bosquejada en aquellos años para la atención médica por
Nicolás Repetto: “La medicina será socializada, es decir, constituirá una función
pública. La asistencia médica estará al alcance de todo el que la necesite, sin exi-
gencia ni requisito alguno. La asistencia médica se prestará en los hospitales —ge-
nerales y especiales—; consultorios —generales, especiales y sistematizados—; sa-
natorios, curatorios especiales, sitios de reposo, etc., y se hallará a cargo de personal
médico debidamente remunerado. La medicina preventiva será materia de la ma-
yor atención y del más amplio desarrollo, tanto en lo que atañe a la higiene pú-
blica general como a la prevención individual de las enfermedades. Los servicios
médicos serán concentrados o coordinados por medio de un resorte especial, que po-
dría ser un ministerio de la salud pública. Los fondos necesarios para el sosteni-
miento del servicio de medicina social se obtendrán por medio de un impuesto es-
pecial. El sistema del seguro social contra la muerte, la invalidez, la enfermedad,
el accidente y la desocupación que parece tan lógico dentro del sistema capitalista
actual, podría derrumbarse mañana si cesara el auge del capitalismo financiero.”
“El primer paso hacia la socialización de la medicina debe consistir en
extender, ampliar y perfeccionar en todo sentido la asistencia hospitalaria.
El hospital es el medio por excelencia para la asistencia de los enfermos, la ca-
sa-habitación responde a fines propios y sólo por excepción puede ser utilizada
para asistir enfermos. Sólo en el hospital se reúnen o pueden reunirse todos los
medios y circunstancias necesarios para una asistencia ideal: edificios adecua-
dos, dotación completa para el diagnóstico o el tratamiento, dirección médica
competente, personal no médico bien adiestrado, espíritu de abnegación y hon-
do sentimiento de solidaridad con el dolor y la desdicha humanos.” 24
Hemos visto que el hospital se impuso, a fines del siglo XIX, como es-
pacio normalizado que reunía especialistas y medios tecnológicos y hacía po-
sibles recuperaciones inéditas. Desde comienzos del siglo XX y hasta 1950,
los estándares internacionales sobre la cantidad de camas hospitalarias nece-
sarias en relación con los habitantes, se consideraba cercanos a 10 camas to-
tales (para agudos y para crónicos, en proporciones más o menos iguales) por
mil habitantes. El número aconsejado de camas por habitante comenzó a re-
ducirse desde entonces por dos tipos de razones: 1) el progreso tecnológico
redujo la longitud de la estancia, acelerando el diagnóstico y reduciendo la
duración de la recuperación postoperatoria, 2) la aparición de tratamientos
de creciente efectividad para las infecciones crónicas (lepra, tuberculosis) y al-
gunas enfermedades mentales redujeron las necesidades de camas para cró-
nicos, al tiempo que se adquirían algunas certezas: que para una criatura, el
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476 Una nueva revolución militar y un nuevo dualismo sanitario
mejor lugar para nacer es una sala de maternidad, pero unas horas después el
lugar más seguro para él es su domicilio (Mc Keown); que en muchos cua-
dros psiquiátricos sólo convienen las hospitalizaciones breves, por los riesgos
de cronificar los padecimientos que se derivan de internaciones prolongadas
y la capacidad de las instituciones de inducir cuadros y comportamientos pa-
tológicos; que sólo los cuadros de cierta complejidad y gravedad compensan
los riesgos intrínsecos de una internación hospitalaria.
Como resultado de estas innovaciones y del progresivo redescubri-
miento de la importancia de la atención primaria de salud, todo lo cual se
pudo precisar y cuantificar en el seno de sistemas organizados de atención,
los requerimientos de camas para agudos se estimaron en 4, luego en 3 y
hasta en 2.5 por mil habitantes. Los de camas de larga estadía, para enfer-
mos crónicos y personas que requieren cuidados especiales, se considera-
ron más variables, dependiendo mucho del grado de hospitalización que
cada sociedad requiere y acepta para la población de mayor edad.
Instituciones sanitarias
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UN IMPERIO HOSPITALARIO
Y UNA SOLIDARIDAD FRAGMENTADA
SALUD PÚBLICA
SALUD
BUENOS AIRES
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Un imperio hospitalario y una solidaridad fragmentada 479
1 BOTANA, N. “La República Representativa” En FLORIA, C. (COMP.) La Argentina Política, Ed. de Belgrano, Buenos
Aires, 1981, p. 83.
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480 Un imperio hospitalario y una solidaridad fragmentada
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Un imperio hospitalario y una solidaridad fragmentada 481
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482 Un imperio hospitalario y una solidaridad fragmentada
2 MIGUEL EYQUEM, SEÑOR DE MONTAIGNE. Ensayos. Ed. Garnier Hnos. París, 1912, p. 24.
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Un imperio hospitalario y una solidaridad fragmentada 483
hombres, ni estamos ligados los unos a los otros, más que por palabras”.3
Atentar contra ese medio básico de la comunicación, sería el peor de los crí-
menes. Hobbes afirmaba: […] “verdad y falsedad son atributos del lenguaje,
no de las cosas y donde no hay lenguaje, no hay tampoco verdad ni falsedad.” 4
En este capítulo se reseña una época en la cual la utilización de la pa-
labra tuvo connotaciones particulares y diferentes: Perón había desarrolla-
do un estilo discursivo propio. Con lenguaje llano y un sólido hilo lógi-
co, a veces obvio, pero preciso, y con abundancia de metáforas y analo-
gías, entretejidas con anécdotas o historias breves, persuadía a sus audito-
rios, que se sentían al mismo tiempo comprendidos y convencidos de la
verdad del discurso. Pragmático, “la única verdad es la realidad”, predica-
ba una doctrina, “la doctrina justicialista”, hecha de valores “nacionales” y
“sociales”. Con audacia e inteligencia, “adecuaba” el discurso doctrinario
para explicar o justificar las decisiones que exigía la realidad, como si se
derivasen de los principios doctrinarios.
“Entre 1943 y 1946 Perón elabora pues su presencia como una llegada.
¿de dónde viene? ¿A dónde llega? La respuesta es simple: viene del cuartel y lle-
ga al Estado. Ese pasaje del cuartel al Estado es, evidentemente, una entrada
en la política, pero la transición no será nunca explicitada en esos términos:
la política es lo que ha permitido que la Patria se deteriore, la política es con-
flicto. Perón es la unificación armoniosa de pueblo, Patria y Estado.” 5
Tal vez por eso, la descripción de los actos de su gobierno tenía siempre
carácter fundacional. Exageraba sin duda, sobre todo cuando se refería al
pasado, para realzar los méritos del movimiento fundacional que encabeza-
ba, el cual integraría, de una vez y para siempre, esa sociedad desintegrada
que se había pretendido convertir en “nación” sin lograrlo (recuérdense sus
expresiones en La Plata, en junio de 1944). Explicada por él, la doctrina
quedaba siempre confirmada, cualquiera fuese el curso seguido por los
acontecimientos. La integración probablemente requeriría no sólo un fuer-
te liderazgo, sino también una alta dosis de tolerancia frente a la opinión di-
ferente, a la discrepancia y a la crítica; en lugar de esto, el peronismo robus-
teció progresivamente un fundamentalismo que consideró enemigos a los
3 Conceptos similares expresó RAFAEL BIELSA (hijo) en el Prólogo de la obra de JOSÉ M. SIMONETTI El fin de la Ino-
cencia.(ver capítulo XV). “Se trata no sólo de la desnudez de las personas, sino también la de las palabras, que —
perdida su aptitud de ser creídas, y por lo tanto de resultar oportunas transformándose en acción— se han desves-
tido de su posibilidad de alzarse contra la acción directa y se aproximan a su grado cero, insignificantes respecto
de la vida social que podrían crear y organizar. A fuerza de mala alimentación, las palabras hablan tan en un mur-
mullo que han terminado por no querer decir nada, y son usadas por el poder como un canturreo más apto para
adormecer que para esclarecer.”
4 HOBBES, T. Leviatán. Ed. Nacional. Madrid, 1980, p. 143.
5 SIGAL, S. y VERÓN, E. “Perón: Discurso Político e Ideología”. En ROUQUIÉ, A. Argentina, hoy, Siglo XXI, México,
1982, p. 160.
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484 Un imperio hospitalario y una solidaridad fragmentada
6 Refiriéndose a los últimos años, José M. Simonetti hace comentarios valiosos sobre el falseamiento de la palabra
como mecanismo de corrupción y desintegración social en “El fin de la Inocencia”, Ed. Univ. Nac. de Quilmes.
Buenos Aires, 2002, Op. cit.
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Un imperio hospitalario y una solidaridad fragmentada 485
7 Ver, por ejemplo, los detalles incluidos por ESCUDÉ, Carlos. La declinación Argentina... Op. cit.,
8 BAILY, S. B. Movimiento obrero, Nacionalismo y Política en la Argentinala Argentina, Hyspamérica, Buenos Aires,
1986, p. 126.
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486 Un imperio hospitalario y una solidaridad fragmentada
9 JAURETCHE, ARTURO. Citado por BORDÓN, J. O. La racionalidad del Peronismo, El Cid, Buenos Aires, 1986, p.
190 y 195.
10 “Por esos años comencé a frecuentar las sesiones de la Cámara de Diputados, alentado por mi padre a conocer y valorar
los hombres políticos y sus ideas. La oposición contaba con un número reducido de parlamentarios, pero muchos de ellos
poseían recias personalidades y una gran claridad de ideas, condiciones más escasas en las filas oficialistas. Las interven-
ciones de Frondizi, Balbín, Sammartino, Candiotti, Nerio Rojas, entre otros, eran escuchadas con atención hasta que la
presidencia decidía silenciarlos, dando lugar a protestas y tumultos.” Juan Carlos Veronelli.
11 PETERSON, H. F. La Argentina y los Estados Unidos. T. II, 1914-1960. Eudeba, Buenos Aires, 1970, p. 225.
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488 Un imperio hospitalario y una solidaridad fragmentada
14 “Cuando regresaba a casa, cerca del mediodía, el conductor de un automóvil de alquiler que venía del centro me dijo
que estaban bombardeando la Plaza de Mayo. Cuando se lo comenté a mi padre, entonces inspector de escuelas del Con-
sejo Nacional de Educación, me invitó a que lo acompañase al Consejo Escolar IV, cuyas escuelas se localizaban en lu-
gares próximos a Plaza de Mayo, y desde el cual pretendía evitar que se dejara salir solos a los alumnos. Lo acompañé;
mientras él se comunicaba con cada una de las escuelas, subí a la terraza del edificio, desde donde se veían, a unos tres
mil metros de distancia, las picadas de los aviones, que dejaban caer sus bombas, y las columnas de humo que atestigua-
ban sus impactos. De regreso, le pedí me dejara en el Hospital de Clínicas, en el cual yo había ingresado meses antes co-
mo practicante, y donde suponía podría ser útil. Al Clínicas sólo se remitieron ese día cadáveres mutilados y partes de
miembros humanos. Supimos, horas después, que el almirante Gargiulo se había suicidado en su despacho y que los avio-
nes se habían dirigido al Uruguay. Como se había dicho en 1890, “la revolución había sido derrotada, pero el gobier-
no estaba muerto.” Juan Carlos Veronelli.
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490 Un imperio hospitalario y una solidaridad fragmentada
16 “Conocí a Carrillo hacia 1947, cuando se instaló en un petit-hotel en Azcuénaga a pocos metros de Charcas (hoy
Marcelo T. de Alvear). Lo encontrábamos muchas veces, cuando acompañábamos a mi padre al garage en el que
guardaba su automóvil, frente a la residencia de Carrillo. Habían sido compañeros de Facultad de Medicina y con-
versaban unos minutos, charla que Carrillo interrumpía, súbitamente, por un instante, mientras pasaba una mu-
chacha. Luego continuaba hablando, mientras la seguía con la mirada. No era muy alto, pero lo aparentaba por
su planta y corpulencia; de rostro moreno y redondeado, cabellos negros y abundantes, ojos bondadosos detrás de
sus anteojos de marco grueso, sonrisa fácil y atractiva. Mi padre nos contó aquel día que había sido un estudian-
te brillante, que había obtenido la medalla de oro de su promoción y que era un gran lector y un conocido neu-
rocirujano.” Juan Carlos Veronelli
17 ALZUGARAY, R. F. “Ramón Carrillo o la salud Pública”. Todo es Historia. Nº 117 Buenos Aires, Febrero de 1977.
18 KEYSERLING, HERMANN A. (CONDE DE GRAF). (1880-1946) Filósofo alemán de origen ruso que tuvo gran popu-
laridad después de la primera guerra mundial. Su visión, esencialmente no académica, se centra alrededor del te-
ma de la regeneración espiritual.
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Un imperio hospitalario y una solidaridad fragmentada 491
19 HAECKEL, ERNST (1834-1918) Médico, zoólogo, biólogo y filósofo alemán. Su pensamiento se orientó alrededor
de la evolución —materialismo evolucionista— intentando reducir todos los seres e ideas a una idea o sustancia
única de la cual derivan y con la cual se identifican. Algunas de sus teorías zoológicas —hoy desacreditadas— fue-
ron incluidas como bases pseudocientíficas de la ideología nazi. A fin de justificar y defender sus posiciones, llegó
a utilizar como propias imágenes ajenas y a manipular datos.
20 DRIESCH, HANS (1867-1941) Biólogo alemán que se opuso al mecanicismo. Argumentó que toda célula tenía la
capacidad de transformarse en un embrión.
21 Corriente filosófica, fundada por Friedrich Schelling (1775-1854), basada en la premisa de que todo en la natu-
raleza proviene de un único y primer principio que podría ser equiparable al concepto de Dios.
22 HUSSERL, EDMUND (1859-1938) Filósofo alemán fundador de la Fenomenología – método para describir y ana-
lizar la conciencia a través del cual la filosofía intenta ganar el carácter de ciencia estricta, resolviendo la oposición
entre empirismo y racionalismo. Su visión de la primera guerra mundial como el colapso del viejo mundo euro-
peo lo hizo modificar su pensamiento y se orientó a la reflexión filosófica sobre la renovación de la vida. Excluido
de la Universidad al asumir Hitler el poder, reafirmó desde su retiro la necesidad de libertad como base del pen-
samiento filosófico.
23 DILTHEY, WILHELM (1833-1911) Filósofo alemán que objetaba el empleo de ideas y métodos de las ciencias natu-
rales al desarrollo filosófico de la vida, creía que debía entenderse al hombre en su contingencia histórica y en el
cambio y debía tratarse a la Historia desde un punto de vista cultural.
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492 Un imperio hospitalario y una solidaridad fragmentada
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494 Un imperio hospitalario y una solidaridad fragmentada
una burocracia tiene que tener un profundo conocimiento de los dos mun-
dos, para evitar resultar arrastrado por lógicas indetenibles.
Carrillo era simplemente un médico (de impecable formación) y un
hombre de gran inteligencia y vasta cultura. Ingresaba a un mundo nuevo,
el de la política, en una nueva era: la de carácter fundacional inaugurada
por Perón, expuesta, por lo menos, a “la tentación totalitaria”. Cualquier
crítica sería, desde el principio del “movimiento”, sospechosa y sospechada;
más tarde, condenada o perseguida.25 El nuevo Secretario tendría que con-
centrar poder y que luchar por él, en una pugna tan impiadosa como ló-
gica e irrenunciable.
Es muy frecuente que en el “entorno” de los funcionarios poderosos, la
adulación atempere o reemplace hasta las críticas más “constructivas”, sobre
todo cuando el poder que poseen contiene proporciones altas de arbitra-
riedad. Carrillo percibió estos fenómenos, y jugó con ellos, haciendo gala
de una traviesa creatividad, de una de las maneras que prefería (y que uti-
lizaba con frecuencia): inventando disciplinas que tendrían como objeto el
estudio y la profundización del análisis del asunto del cual se trataba. “La
cibernología 26 puede tener muchas definiciones y como yo, que soy el creador
de la palabra, le dí una, propongo que la aceptemos, pues es la que mejor con-
viene a nuestros fines.” decía en 1951, comentando los estudios que se pro-
ponían a los que deseasen ocupar posiciones directivas en el Ministerio,
“La cibernología se propone el conocimiento integral del hombre a los fines de
la organización científica del gobierno. Esta disciplina, que puede ser una cien-
cia, o un arte, o una técnica, trata de sistematizar todos aquellos conocimien-
tos que provienen de las ciencias que estudian al hombre y que pueden ser úti-
les para el control, la organización, la orientación y el aprovechamiento del
material humano de un país. Por eso, una de sus ramas más importantes es la
biopolítica que a su vez se subdivide en otras, como la política sanitaria y la
política demológica 27. La cibernología sintetiza todos los conocimientos de un
médico director de Salud Pública. […] Estas ciencias corresponderían a las
materias que se enseñarán en el Instituto (Superior de Cultura Médica) y voy
25 En las propuestas de empleo se incluía un formulario denominado “Responsabilidad del Recomendante” que estable-
cía: “por la presente asumo la responsabilidad sobre las condiciones personales de............ Mi recomendado ..............
reúne las cualidades exigidas por el Excmo. Señor Presidente de la Nación General Juan D. Perón, en su Circular Pú-
blica del 17 de junio de 1946, con referencia a los candidatos a ocupar cargos en la Administración Nacional, es de-
cir: 1º Compenetración con el Gobierno, a fin de que su labor no resulte obstaculizadora. 2º Honestidad de conduc-
ta y 3º Capacidad técnica y de trabajo. En 1952 se agregó en el formulario de las “Pruebas Previas para el Ingreso”
un acápite para “Antecedentes políticos”, en el cual debía declararse la afiliación a algún partido político, especificán-
dolo. MIN. S. P. DE LA NACIÓN. Racionalización Administrativa. Buenos Aires, 1954, p. 169 y 188.
26 Entre los Institutos creados después de 1950, uno se denominaba “Instituto de Cibernología y Arquitectura expe-
rimental.”
27 Carrillo no quiso utilizar el vocablo “demografía”, prefiriendo el etimológicamente más correcto de “demología”.
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Trataremos de mostrar por separado las ideas y las realizaciones, las cua-
les, pretendiendo ser dos caras de una misma medalla, se convierten con
harta frecuencia en cosas dolorosamente diferentes.
En septiembre de 1947 se sancionó la “ley de bases” o del “Código sa-
nitario y de Asistencia Social” (ley Nº 13.012). El artículo 1º comprome-
tía al Poder Ejecutivo a preparar un proyecto de código sanitario y de
asistencia social que debería ser presentado en el siguiente período ordi-
nario de sesiones. En 1951 se publicó el proyecto de Código elaborado
por el Poder Ejecutivo, incluyendo el mensaje de elevación (sin fecha) al
Honorable Congreso de la Nación, firmado por Perón y Carrillo; su im-
portancia para juzgar sobre la continuidad de la tradición histórica en la
gestión de Carrillo nos mueve a transcribirlo parcialmente más adelante
(hasta donde sabemos, nunca fue ingresado oficialmente en el Congreso
de la Nación).
El artículo 2º de la “ley de bases”, destinado a establecer los principios
a los que debería ajustarse el citado proyecto, definía la competencia ju-
risdiccional del organismo nacional con varios criterios: “organizar el go-
bierno de la salubridad general e higiene pública de la Nación”; “proveer
a la asistencia de todos sus habitantes, promoviendo la unificación pau-
latina de la asistencia médica y social y su gratuidad para las clases so-
ciales que no cuenten con los medios adecuados para satisfacer íntegra-
mente la protección de su salud”; y “que la acción en todo el territorio
de la República debe ser ejercida por el poder central: a) “en la Capital
Federal, los territorios nacionales, las zonas fronterizas y los puertos...”
b) “en materias contempladas por tratados internacionales.” c) “en lo re-
ferente a la erradicación de las endemias regionales, enfermedades cua-
rentenables o de grave peligro para la comunidad, y las sociales y de to-
da otra capaz de asumir esos caracteres.” d) “en lo referente a la asisten-
cia e higiene de la maternidad y de la infancia.” e) “en lo referente a la
asistencia social.” f ) “en lo que concierne al tráfico internacional, inter-
provincial, y entre una o más provincias y los lugares mencionados en el
inciso a).”
El artículo 3º, con 59 incisos, enumeraba como “bases para la ac-
ción” una serie de acciones de índole variada: preconizar, promover, esti-
mular, difundir, realizar, imponer, organizar, coordinar, fiscalizar, etc., cu-
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yos sujetos son una variedad de tópicos sanitarios, que constituirían obje-
tivos “para el organismo del poder ejecutivo que tenga a su cargo la eje-
cución”. Se abrían una amplia gama de ámbitos, pero nada quedaba total-
mente claro como jurisdicción ni como competencia específica. El artícu-
lo 4º creaba el Fondo Nacional de Salud y Asistencia Social.
Evidentemente, para Carrillo, aquella dispersión institucional (de la
cual ya se quejaba Penna), constituyó un problema mucho mayor que el
más antiguo problema jurisdiccional: en los años de su gestión las autori-
dades provinciales no discutían a un Ejecutivo liderado por el Jefe del mo-
vimiento; por otra parte, en sus primeros años, el organismo nacional pa-
recía tener recursos ilimitados. En cambio, la Asistencia Social era un te-
rreno compartido con la Secretaría de Trabajo y Previsión y con la Funda-
ción Eva Perón; la financiación “rentística” (desde las rentas generales del
Estado nacional) estaba conceptualmente superada, pero era la propia del
Ministerio, en tanto la proveniente de los seguros sociales debía coordi-
narse con la Secretaría de Trabajo y Previsión.
Elegiremos por lo tanto, para exponer las ideas centrales de Carrillo,
un trabajo titulado “Política de Salud Pública” (1949-1952)30, que publi-
có el 12 de agosto de 1949 en “Jornada Médica”, precedido de unas “pa-
labras preliminares” del entonces Subsecretario, Dr. Lorenzo García, de las
cuales elegiremos sólo un párrafo, con la intención de confirmar el estilo
fundacional y la obsecuencia que eran de práctica. Decía Lorenzo García:
“La apretada síntesis... representa con rigor de sanitario, una de las más pu-
ras concepciones a favor de la salud de nuestro pueblo, que por sí sola po-
dría constituir el plan definitivo e inconmovible, por ende, de la acción
sanitaria presente y futura. Su clara redacción permite una comprensión ca-
bal de las directivas que, sin ninguna duda, honran a un movimiento de re-
levancia histórica, como el que conduce el Excmo. Señor Presidente, general
Juan Domingo Perón.”
En su presentación, Carrillo separaba tres campos sustantivos de ac-
ción: la Medicina Asistencial, la Medicina Preventiva y la Medicina Social.
(En 1948 el Servicio Nacional de Salud británico se había organizado en
tres ramas: la salud pública, la atención hospitalaria y la atención por mé-
dicos generales.)
Las tres ramas de la división del trabajo de Carrillo son:
1)”la Medicina Asistencial o curativa, o sea la que acuerda a la enfer-
medad el carácter de hecho consumado que debe ser reparado en el ám-
bito biológico del individuo.” En este ámbito, lo fundamental era la
asistencia gratuita al enfermo, buscando su recuperación social, es
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31 Decía Carrillo en 1951 en una de sus clases sobre Administración Hospitalaria: “Las personas de medianos recursos
no pueden pagarse una asistencia privada en sanatorio, pero tampoco pueden —psicológicamente— ser carne de mon-
tón en un hospital. Ellos no tienen la culpa de que la civilización los haya hecho cultos. Acordarles el mínimo de confort
que reclaman, no sería difícil mediante tarifas reducidas; el defecto nuestro está en que por un sentimiento mal enten-
dido de izquierdismo magnificamos lo que se cree que no es democrático: esto es, fijar discretas tarifas para esta asisten-
cia especial. Sería una obra revolucionaria si dejáramos de lado estos eufemismos y fuéramos más sinceros acordan-
do lo que personas de recursos medianos reclaman y que hoy son verdaderos torturados en el régimen hospitalario
actual.”
“El general Perón ha resuelto el problema construyendo hospitales especiales para los empleados públicos y sus fa-
milias, con lo cual se toma un gran sector de la clase media y culta.” Teoría del Hospital, Op. cit., p. 187
El Seguro Social Obrero chileno, instituido en 1924, comenzó por crear su propia capacidad instalada hospitala-
ria, pero al darse cuenta de la magnitud de la duplicación, decidió establecer convenios con los hospitales públi-
cos, dentro de los cuales se diferenciaron "pensionados", que ofrecían mayores comodidades con tarifas reducidas.
Hasta los 70’s la capacidad instalada privada era muy pequeña en el país.
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32 Véase también el discurso pronunciado en noviembre de 1950 sobre “Financiación de la Salud Pública”. CARRI-
LLO, R. Contribuciones... Op. cit., p. 168 y ss.
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36 Ver, por ejemplo, la obra reciente de EVEN, PH. ET DEBRÉ, B. Avertissement aux malades, aux médecins et aux élus,
Le Cherche Midi, Paris, 2002
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37 Incluido en CARRILLO, R. Obras Completas, “Política Sanitaria Argentina”, Capítulo XLV, Eudeba, Buenos Aires,
1974, p. 372.
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38 MIN. DE SALUD PÚBLICA DE LA NACIÓN, Código Sanitario. Proyecto del Poder Ejecutivo, Buenos Aires, 1951, p. 109.
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cordar que las relaciones entre los veintiún Estados americanos se rigen por el
Código Sanitario Panamericano, aprobado en la Séptima Conferencia Sani-
taria Panamericana celebrada en La Habana en el año 1924.41
[…] En nuestro país la legislación en materia sanitaria adolece de noto-
rias fallas. No implica ello desconocer en absoluto la importancia que reviste
todo lo analizado hasta el presente, pero si se pretende abarcar en una vista
de conjunto el panorama legislativo sanitario nacional, fácil será advertir que
las distintas normas fueron dictadas teniendo en cuenta tan sólo las necesida-
des más inmediatas a medida que éstas se han ido presentando.
A mero título de ejemplos, podría señalarse las siguientes consecuencias:
Si bien la denuncia de las enfermedades transmisibles ha sido prevista de
un modo genérico en la Ley 12.317, no se encuentra norma alguna que con-
temple de un modo general, la obligación de aislarse y de tratarse a que deben
estar sujetas las personas en razón de su estado de salud. Tan sólo algunas nor-
mas dispersas, tales como las de la Ley 11.359, de profilaxis de la lepra y de
la Ley 12.331, de profilaxis de las enfermedades venéreas, prevén, en distin-
ta medida, obligaciones de ese tipo.
Las distintas normas vigentes, presentan una patente discrepancia de cri-
terios en cuanto a su ámbito de validez espacial respecta. Así, verbigracia,
mientras la Ley 12.670, de vacunación antidiftérica, es aplicable a todo el
país, no sucede lo mismo con la Ley 4.202 de vacunación antivariólica cuyo
artículo 1º la declara obligatoria en la Capital de la República y en los terri-
torios nacionales.
No siempre, en la construcción normativa, se ha prestado debida atención
a la parte de la norma que conceptualiza el incumplimiento de los deberes a
cargo de los administrados. De tal manera, ha ocurrido que la ley 11.843, de
profilaxis de la peste, carece de sanciones para muchas de las obligaciones ins-
tituidas, lo que ha motivado que las autoridades judiciales se pronunciaran
en el sentido de la falta de legalidad de las establecidas en el decreto reglamen-
tario.
[…] Pero si importante es la cuestión que se acaba de glosar, no lo es me-
nos otra aparentemente vinculada también al método, pero que hace en
realidad a la esencia de nuestro federalismo. En efecto, la atribución acor-
dada al poder central por la cláusula constitucional antes referida, plan-
tea la necesidad de restringir el contenido del código a los problemas es-
trictamente sanitarios, necesidad ésta que no aparecía con igual rigurosi-
dad cuando se trataba de legislar para el ámbito de la Capital Federal y
los territorios nacionales. De ahí que en este proyecto se hayan eliminado
41 En la publicación ministerial “Código...”, Op. cit., se incluye un capítulo final (“Origen del Proyecto”) en el cual
se analizan los tres sistemas empleados internacionalmente para la codificación sanitaria y se clasifican los proyec-
tos nacionales presentados en décadas anteriores al Congreso. (pp. 112 a 116).
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42 El Dr. ALBERTO ZWANCK fue profesor de la cátedra de Higiene en la Facultad de Medicina de Buenos Aires. Su
actuación docente se extendió por muchas décadas, en 1921 presentó las bases para la formación de visitadoras de
Higiene que se concretó desde 1924; en 1934 intervino en la IX conferencia Sanitaria Panamericana y en 1941
inició el curso de médicos higienistas. Al asumir Carrillo la Secretaría, Zwanck condujo las relaciones internacio-
nales hasta que se estructuraron las dependencias específicas.
43 “Uno de mis profesores en la Fundación Nacional de Estudios Políticos de París, Jeuan Fourrastieé, nos señalaba que el
menosprecio europeo, y especialmente francés, por la investigación regresiva, estaba detrás del creciente retraso tecnológi-
co respecto de los Estados Unidos” Juan Carlos Veronelli.
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medicina del deporte […] ¿Podemos pedirle a la Facultad que nos prepare mé-
dicos del deporte? La respuesta sobra. […]
En la Escuela del Ministerio se dictan cursos de contabilidad hospitala-
ria, de taquigrafía y de dactilografía para los empleados administrativos. ¡Ah!
También tenemos cursos para los obreros y el personal de maestranza. Enseña-
mos la mejor manera de matar ratas, mosquitos, moscas, etc. Lo que parece
sencillo, pero no lo es. ¿Con esto hacemos competencia a la Facultad? Me pa-
rece, modestamente, que no.
[…] Tan baladí es la crítica que se nos ha hecho al respecto que, por ejem-
plo, bastaría añadir lo siguiente: en nuestra Escuela Superior Técnica creamos
los cursos de médicos de higiene y de medicina industrial, requeridos por las
necesidades actuales. Los cursos tuvieron un gran éxito y hasta médicos del in-
terior se inscribieron en ellos. Centenares de alumnos graduados —no funcio-
narios de Salud Pública— aumentaron el volumen de los cursos. Hasta que
resolvimos solicitar a la Facultad de Ciencias Médicas que ella los dirigiera y
tomara a su cargo. El Dr. Izzo (decano) acogió con entusiasmo la iniciativa,
y así se dicta en esta casa el curso de medicina industrial, con más de cuatro-
cientos alumnos. Yo inauguré ese curso, como profesor, no como Ministro y lo
hice en mi carácter de creador de esa materia.”
Un año más tarde, en la inauguración de los cursos del Instituto Su-
perior de Cultura Médica, anunció que éste, junto con el Instituto de
Perfeccionamiento Técnico Médico y el Instituto de Profesiones Auxi-
liares de la Medicina, serían los centros que canalizarían todos los cursos
del Ministerio. Fue en esa oportunidad cuando aclaró sus conceptos so-
bre la cibernología, la biopolítica y la nicología. Se preguntó sobre las re-
laciones entre el curso que describía y el antiguo de Médicos Sanitarios,
explicando: “hemos llegado a un acuerdo con la Facultad de Higiene y Me-
dicina Social de Santa Fe, por intermedio de su decano, el doctor García, que
es también nuestro subsecretario técnico, en el sentido de que esos cursos de
Médicos Sanitarios los haremos en Santa Fe, concediendo becas a personal de
todo el país que lo solicite. De este modo tendremos la suerte de que un im-
portante instituto de enseñanza, como es la Facultad de Higiene y Medicina
Social de Santa Fe, colabore subsidiariamente con nosotros constituyéndose
casi en una escuela del Ministerio de Salud Pública de la Nación, porque el
único a quien le puede interesar el personal que de ella salga es el Ministerio
de Salud Pública de la Nación.”
“En cuanto al curso de Médicos Higienistas considero que no tiene obje-
to que lo dictemos aquí desde el momento que hay ya un curso en la Facul-
tad. Ahora bien; tanto los médicos higienistas como los médicos sanitarios que
vengan de Santa Fe, para poder desempeñar el comando de una Dirección
tendrán forzosamente que seguir los cursos superiores de Cultura Médica que
les darán otra clase de conocimientos de carácter superior, de carácter filosófi-
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co, que son indispensables para combatir algo que se llama el unilateralismo
dentro de la formación espiritual del médico.”
44 CARRILLO, R. “Los presupuestos de Salud Pública de 1946 a 1950 en relación con el desarrollo técnico-administrativo
del organismo sanitario nacional”, ImMpP. Central del MSP, Buenos Aires, 1950.
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45 La Fundación había comisionado a Soper, hacia el final de la IIª Guerra Mundial, para estudiar, en el Norte de
África y en el Mediterráneo, la lucha contra el tifus exantemático o tifus epidémico, rickettsiosis transmitida por
piojos. Tuvo allí la oportunidad de probar un nuevo insecticida, el DDT, del cual se dijo que fue el arma que per-
mitió a los aliados ganar la batalla de Nápoles.
46 SOPER, F. L. Andanzas por el mundo de la salud, OPS/OMS, Publicación Científica Nº 355, 1979. También
OPS/OMS. JUAN CARLOS VERONELLI Y ANALÍA TESTA.(ED.) La OPS en Argentina. Crónica de una relación cen-
tenaria, Representación en Argentina, Buenos Aires, 2002.
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47 Están disponibles, en una sección especial con el nombre de Soper, en la Biblioteca Nacional de Medicina, en los
Institutos Nacionales de Salud, en Bethesda, Maryland.
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48 Había viajado a México respondiendo a una invitación especial y sufrió allí un letal infarto de miocardio.
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Fuente: PAHO/WHO Reported Cases of Notifiables Diseases in the Americas. Scientific Pu-
blications Nº 38;48;58, 1958; 1960 y 1962
50 GONZÁLEZ, C. L. “Las campañas de masas y los Servicios Generales de Salud “ OMS Cuadernos de Salud Pública Nº
29. Ginebra, 1968.
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51 RENÉ GARCÍA VALENZUELA ocupó el más alto grado de la masonería chilena y tanto el Director chileno de la OPS
como su representante y varios de los consultores en la Argentina pertenecían a esa colectividad, por lo cual sus
opiniones eran altamente consideradas.
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52 GARCÍA VALENZUELA, R. “Plan Integrado de Salud para la Provincia del Chaco”. Informe del Consultor en Admi-
nistración Sanitaria. OPS/OMS, Buenos Aires, Mayo- julio de 1958. (mimeografiado).
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53 Estadístico belga que formalizó, en 1838, los postulados de Malthus. Agrupó los factores restrictivos del crecimiento
poblacional: materias de subsistencia, espacio, otros recursos, como “FACTORES DE FRENO” que al ser aplicados a las
curvas de crecimiento poblacional, transformaban la curva exponencial en otra logística, postulando tres períodos su-
cesivos para el proceso: exponencial, de transición y de equilibrio. Las teorías de la transición demográfica elaborada
en las primeras décadas del siglo XX por Landry, Carr Saunders y otros, aprovecharon los trabajos de Verhulst.
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ben multiplicar sus esfuerzos, agotar las finanzas, endeudarse, con tal de re-
solver las exigencias populares, so pena de perder prestigio y permitir el de-
sarrollo de núcleos urbanos insalubres e inhabitables; en este período nada
puede detener el crecimiento de la población, la cual, si no es protegida, co-
mienza a diezmarse por enfermedades hídricas, tales como la fiebre tifoidea.
El famoso teorema de Hazen señala que la provisión de agua potable y el
drenaje de líquidos cloacales en forma científica salva la vida de los ciuda-
danos, no sólo porque suprime las enfermedades por contaminación del
agua y del suelo, sino también porque subsidiariamente desaparecen otras
enfermedades que no son transmitidas por el agua. Así, por ejemplo, junto
con la tifoidea, se reduce también la mortalidad infantil. […]
En el período sanitario se encuentra comprendido casi todo el Gran Bue-
nos Aires y la mayor parte de las ciudades argentinas que, con el desarrollo y
mejor organización del trabajo y la riqueza por obra del general Perón, han
tenido un empuje inusitado; este período de necesidad sanitaria es de sesenta
a cien años, por lo menos. De ahí nuestra obligación de preparar un plan de
sanidad y urbanismo a cumplirse en los próximos cien años. […]
Cuando uno habla de tal cantidad de años, mucha gente se sonríe porque
seguramente piensa en que somos mortales; les parece demasiado. Sin embar-
go, reflexionemos que muchos de los presentes —y de los que se sonríen— tie-
nen más de medio siglo y lo han vivido casi sin darse cuenta de ello. Si vein-
te o cincuenta años son algo en la vida de un hombre, cien o doscientos años
no son nada en la vida de un pueblo joven y próspero como el nuestro; por
otra parte, los planes de gobierno, como fue la urbanización de París por ejem-
plo, tienen que ser previstos con largas proyecciones; así lo hizo Napoleón, y
conquistó su gloria Hausman 54 (sic) al entregar a la humanidad la más be-
lla y saludable de las ciudades. […]
b) En el período logístico o de urbanización.- Al disminuir la velocidad
del crecimiento de la ciudad, los problemas de higiene de carácter primario y
elemental, que vimos en el período anterior, se transforman en problemas de
mejor vivienda y confort, de embellecimientos y organización de parques y pa-
seos, edificios públicos, distracción, etc., para que la vida sea cómoda, amable,
alegre y sana. En este período la población busca el bienestar físico, que es la
perfección de la salud, porque ha superado el miedo a la enfermedad que ate-
moriza a los pueblos que sin solucionar sus obras sanitarias se encuentran en
pleno desarrollo. […]
Debo señalar que estos dos ciclos de la higiene pública tienen también su
correlación con otras formas de la organización médica, ya que estas no son
54 GEORGES- EUGENE BARÓN HAUSSMAN. (1809-1891) Urbanista francés que se desempeñó como Prefecto de París
durante el gobierno de Napoleón III y realizó una importante transformación arquitectónica y sanitaria de la ca-
pital francesa.
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Instituciones sanitarias
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LA SANIDAD ADVERSATIVA
DE LA "REVOLUCIÓN LIBERTADORA"
DEL SIGLO
ENFERMEDAD DE CHAGAS
LA “REVOLUCIÖN LIBERTADORA”
DE BUENOS AIRES
INTERNACIONALES
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1 Ese fue el título de un panfleto que publicó Ezequiel Martínez Estrada, lúcido observador de la realidad argenti-
na y fervoroso opositor del peronismo.
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5 Esta “unitarización” del funcionamiento del país derivó de una concentración inédita del poder. Véase, por ejem-
plo, la forma en que la describíae el convencional constituyente opositor Moisés Lebensohn: “Por primera vez en
la historia de los partidos políticos argentinos la estructura que está rigiendo al partido oficial es exactamente la
misma de los partidos totalitarios, y en ella y en su vinculación con el Estado naufragan todas las instituciones
constitucionales argentinas y los principios históricos de la organización nacional.”
“No existe separación de poderes cuando el consejo superior del partido oficial que actúa bajo la jefatura del pre-
sidente de la Nación designa los candidatos a diputados nacionales que han de formar el otro poder del Estado, y
hasta los propios convencionales que están ejerciendo el poder eminente de modificar la Carta Fundamental.”
“No existe separación de poderes cuando esos constituyentes son nombrados por el cuerpo político representativo
del régimen y entre ellos se encuentran cuatro de los cinco miembros de la Corte Suprema integrando las listas y
el sector del partido oficial que reconoce la jefatura omnímoda del titular del Poder Ejecutivo de la Nación.”
“El régimen federal se ha extinguido cuando ese cuerpo, que representa una unidad de comando incompatible
con la democracia y con los principios del federalismo, designa los candidatos a gobernadores, a miembros de las
Legislaturas provinciales y hasta a los senadores nacionales que han de investir la delegación del pueblo de las pro-
vincias en la Cámara representativa de la autonomía de los Estados” Convención Nacional Constituyente. Dia-
rio de Sesiones. 7ª Reunión. Marzo 8 de 1949, p. 330 y 331.
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6 El mismo Odair Pedroso, experto en Administración Hospitalaria que formula acertadas críticas a la situación hos-
pitalaria, participa de estas ideas sobre la centralidad hospitalaria; afirma: “Los hospitales son el centro vital de los
sistemas actuales de atención médica.” OFICINA SANITARIA PANAMERICANA, Estudio de los Servicios de Salud Públi-
ca de la Argentina. Informe de Odair R. Pedroso, p. 2.
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7 PERRIN, G. “Pour une theorie Sociologique de la Securité Sociale”, Rev. Franc. de Soc., September 1967, VIII, 3:
300-324.
8 MIN. DE S. P. “Racionalización...”, Op. Cit., pp. 37 a 46.
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no” como el propuesto por Bunge, o del universal, iniciado en Nueva Ze-
landia y propugnado por Beveridge, aunque Provenzano destacó la nece-
sidad de que abarcase a todos o a la mayor parte de los ciudadanos.
Por esos años se realizó en Ottawa una reunión auspiciada por la Or-
ganización Internacional del Trabajo (OIT) en la cual se aprobaron dos
“modelos” que podían, ambos, ser considerados como de “seguridad so-
cial”. Uno de ellos (universal) cubría a la totalidad de la población del país;
el otro (profesional) se restringía a los asalariados (sin tope de salarios). En
Europa se continuó hablando de seguridad social para referirse al primer
modelo; en América latina, se generalizó la expresión refiriéndose casi
siempre al segundo.
Ezequiel Holmberg, Secretario de Salud Pública en los años de On-
ganía, proyectó una reorganización del sistema hospitalario público basa-
do en los “servicios de atención médica para la comunidad” proyectados en
los años de Oñativia, pero sin el énfasis en el desarrollo del capital social,
y la transformación del sistema de obras sociales en el núcleo de una se-
guridad social sanitaria, para la cual propuso cuotas uniformes y subsiste-
mas provinciales que hiciesen más fácil las integraciones en cada uno de
sus ámbitos. Les correspondió a Consigli y a Manrique, como ministros
de Bienestar Social, definir ese modelo: prefirieron un modelo profesio-
nal, corporativamente fragmentado, que no sería administrado ni por el
Estado ni por la Comunidad sino por los sindicatos.
Conseguidas las antiguas metas de contar con un Ministerio de Salud
Pública y con un sistema de seguro social, se instalaban en el país institu-
ciones parecidas a las que en otros países habían servido para encausar el
progreso sanitario y social, aunque se les incorporaban “originalidades
nacionales” en su estructura y funcionamiento. Con la generalización del
seguro de salud obligatorio para todos los trabajadores en actividad o ju-
bilados (en casi todos los casos, administrado por los dirigentes sindica-
les), se completaba la configuración institucional de la salud pública.
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9 “Cuando se conoció la magnitud de la epidemia, decidimos con Félix E. Puchulu, ambos practicantes mayores en el Hos-
pital de Clínicas, ofrecernos como voluntarios. Nos asignaron a una sala recién instalada, donde se habían ubicado los
pocos pulmotores existentes en la Capital. Los médicos del servicio sabían mucho de enfermedades infecciosas pero no tan-
to de fisiopatología respiratoria. Nos insistían en que mantuviésemos en los pulmotores algunos niños pequeños que veía-
mos empeorar dentro de las máquinas y mejorar cuando la deteníamos. Pudimos mostrar que las máquinas mantenían
un ritmo máximo mucho menor al de los pequeños, que tenían que respirar “contra” el pulmotor cuando se lo conecta-
ba. Uno de los adultos que estuvieron allí internados (por breve tiempo) fue uno de los hijos de Tiburcio Padilla. Una
paciente tenía un embarazo avanzado. Cuando llegó el momento del parto, el médico obstetra de gran experiencia y pres-
tigio que la había seguido durante el embarazo llegó para asistirla en el parto, que todos temíamos fuese largo y difícil.
Vimos con asombro que el motor uterino, librado de la competencia de toda otra musculatura, expulsó a la robusta cria-
tura en pocos minutos. Practicantes y experimentados especialistas aprendíamos juntos enfrentando una emergencia pa-
ra la cual nadie estaba preparado.” Juan Carlos Veronelli.
10 ROSENBAUM, M. B.; CERISOLA, J. A. “Encuesta sobre enfermedad de Chagas en el Norte de Córdoba y sur de San-
tiago del Estero”. Prensa Méd. Arg. 44 (35): 2713-2727, agosto 30, 1957 Idem, “Encuesta sobre enfermedad de
Chagas en la provincia de La Pampa”. Prensa Méd. Arg. 44 (48): 3485-3493, nov. 29, 1957, Idem, “Encuesta so-
bre enfermedad de Chagas en la provincia de La Rioja”. Prensa Méd Arg. 45 (10): 1013-1026, marzo 7, 1957.
11 ROSENBAUM, M. B.; ALVAREZ, A.; CERISOLA, J. A. “El peligro de transmisión de la enfermedad de Chagas por
transfusión sanguínea”. Prensa Méd. Arg. 44 (45): 3305-3308, nov. 8, 1957.
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12 Cit. por BELMARTINO, S. Y COLS. Fundamentos Históricos de la Construcción de Relaciones de Poder en el Sector Sa-
lud. OPS/OMS, Representación en Argentina, Publicación Nº 27, Buenos Aires, 1991, p. 289.
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13 “Fui colaborador y amigo de “don Hugo” y de su familia. Gocé la calidad humana de ese hombretón alto y desgarbado,
sabio e ingenuo, generoso e impenitentemente entusiasta, como un joven. Esta confesión tiene por objeto alertar al lector,
para exigirme la objetividad a la cual estoy obligado.” Juan Carlos Veronelli.
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14 “Provenzano, como Enríquez, Rosenbaum, Cerisola, Oñativia, Cantlon, Nosiglia, y tantos otros nombres que desfilarán
por estas páginas fueron y son mis grandes amigos, por lo cual el lector tiene el derecho de exigirme una máxima objeti-
vidad.” Juan Carlos Veronelli.
15 BELMARTINO, S. y Bloch, C. et al. Fundamentos... Op. cit., p. 222 y ss.
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554 La sanidad adversativa de la Revolución libertadora
17 En la transcripción de los textos de los informes, los subrayados pertenecen al original, en tanto el realce con ne-
gritas será utilizado por nosotros para realzar algunas afirmaciones.
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18 OFICINA SANITARIA PANAMERICANA. Estudio de los Servicios de Salud de la Argentina. Informe presentado por el Con-
sultor en Administración Hospitalaria Dr. Odair R. Pedroso, mimeografiado, Buenos Aires, 1956, p. 9.
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20 Informe de la Comisión de Consultores Internacionales designada por el Director de la Oficina Sanitaria Paname-
ricana. “Estudio de los Servicios de Salud Pública de la Argentina”, mimeografiado, junio de 1957, p. 29.
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558 La sanidad adversativa de la Revolución libertadora
dico, cuya formación tenía —y en buena medida, tiene todavía— una no-
table preeminencia de Panacea sobre Hygeia. Los programas preventivos,
muchos de los cuales requieren un cumplimiento permanente y riguroso
de normas preestablecidas21, suelen ser mejor desempeñados por personal
con preparación diferente de la que reciben, en general, los médicos22, a
los cuales, durante el proceso de su formación, se les hablaba bastante de
la prevención pero se les enseñaban pocos elementos concretos de prác-
ticas preventivas.
“Uno de los graves defectos de los servicios federales de salud —decían
los expertos— es la considerable ampliación que ha experimentado du-
rante los últimos trece años como consecuencia de una serie de rápidas re-
formas, ninguna de las cuales fue totalmente aplicada, pues eran sustitui-
das por otras antes de ser enteramente cumplidas. Esto ha dado lugar a una
situación bastante confusa, por cuyo motivo la Comisión no pudo nunca sa-
ber exactamente cuál era la verdadera estructura y funciones de un determi-
nado sector o dependencia, a pesar de estudiar repetidas veces los documentos
disponibles y de celebrar largas conversaciones con calificados funcionarios.
Por consiguiente, la descripción presentada en este informe no indica con
exactitud la estructura del Ministerio en ningún momento dado, puesto que
la situación siguió siendo inestable debido a los constantes cambios que se pro-
dujeron incluso en el período en que se realizó este estudio. […]
El desarrollo creciente de la organización nacional de salud pública llegó
a su punto culminante en el período comprendido entre 1949 y 1954, cuan-
do se produjo una duplicidad injustificada de organismos, una fragmentación
de actividades fundamentales y un considerable aumento de funcionarios, que
alcanzó la cifra aproximada de 36.000. Esta situación fue particularmente
exagerada en la sede del Ministerio, en la Capital Federal, en donde el nú-
mero de funcionarios excedió los 18.000, estableciéndose una estructura
excesivamente ramificada y compleja, con graves perjuicios para la efica-
cia del servicio y la economía. La misma tendencia se observó en los niveles
locales, en donde, en lugar de servicios unificados y polivalentes, se crearon
servicios especializados, que actualmente funcionan con carácter indepen-
diente y sin coordinación.” 23
21 El sociólogo norteamericano Charles Perrow hizo una caracterización de los diferentes tipos de tareas según la exis-
tencia de normas para realizarlas y de la frecuencia de la presentación de excepciones. Su enfoque de análisis resul-
ta de particular interés en el estudio de la asignación a diversos tipos de personal de las actividades de salud. Véa-
se PERROW, CH. Análisis de la Organización. Aspectos sociológicos. Cecsa, México, 1972.
22 En el SNS chileno, los excelentes resultados del programa de control del crecimiento y desarrollo y de la vigilan-
cia del estado nutricional de los niños fueron relacionados con la dirección, a cargo de enfermeras, y la ejecución,
a cargo de auxiliares de enfermería.
23 Las características del empleo público en la Argentina dificultan las transferencias y los despidos.
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24 Idem, p. 33-35.
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25 Idem, p. 37.
26 Idem, p. 44.
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562 La sanidad adversativa de la Revolución libertadora
denominaciones que tenían poco que ver con la actividad que desplegaban y
sin coordinación alguna entre ellos, ni participación alguna de la comunidad.
“En resumen, —decía el Informe— en las visitas que la Comisión efectuó a las
provincias no pudo encontrar en ninguna localidad un programa de salud
pública debidamente planeado, que se llevara a cabo de conformidad con las
normas usualmente adoptadas en administración de salud pública. […]
Los defectos que se observan en relación con el personal son todavía más
graves: los médicos son clínicos generales o especialistas en los distintos campos
de la medicina curativa, sin preparación o adiestramiento en salud públi-
ca; no se utilizan los servicios de ingenieros e inspectores sanitarios, ni tampo-
co de enfermeras de salud pública; las visitadoras no han recibido, por regla
general, ninguna preparación y su número es reducido.”
Cuando se trató de describir la preparación y adiestramiento del per-
sonal, el Informe destacó las características de la formación médica, mos-
trando asimismo la evolución de la matrícula en el primer año en la Fa-
cultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires desde 1948 hasta
1954: 1.113; 1.619; 1.482; 2.464; 3.215; 4.104 y 10.770 respectivamen-
te. Destacaron la ausencia de crecimiento de los recursos docentes y la ine-
xistencia de docentes de tiempo completo en los departamentos de cien-
cias básicas; el carácter no-obligatorio de las clases teóricas y la posibilidad
de acortar significativamente la duración de la carrera.
Sobre la formación en salud pública, hacían notar que en las Faculta-
des de Ciencias Médicas de Buenos Aires y de Córdoba y en la Facultad
de Higiene y Medicina Preventiva de Santa Fe, donde se dictaban cursos
para graduados, la enseñanza no era la adecuada; el curso de Buenos Ai-
res, por ejemplo, duraba dos años, con una o dos horas de clase a la se-
mana (de 18.00 a 20.00 horas), con profesores que no cobraban por su
participación. En general, afirmaban, la formación de los recursos huma-
nos para la atención de la salud no estaba “a la altura del progreso cultu-
ral del país.” En materia de formación en enfermería, “la situación de la
enseñanza es confusa y, por ningún concepto, satisfactoria.”
Cuando examinaron la situación de aquellos componentes que no es-
taban a cargo del Ministerio de Salud, sino de otras instituciones nacio-
nales, pudieron constatar la escasa proporción (10%) de sistemas provin-
ciales y municipales de provisión de agua potable; la baja proporción
(30%) de población servida con sistemas adecuados de eliminación de ex-
cretas; la insuficiencia de las actividades de control de alimentos del Mi-
nisterio de Agricultura y Ganadería.
Las recomendaciones fueron: 1) Descentralizar los servicios, transfi-
riéndolos a las provincias o los municipios, pero, teniendo en cuenta que
sus presupuestos “son absolutamente insuficientes para soportar la carga
derivada de la descentralización de los servicios sanitarios”, acelerar “los estu-
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27 Los subrayados pertenecen al original. Cuando se quiso destacar frases o palabras, se escribieron en negrita.
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564 La sanidad adversativa de la Revolución libertadora
dirección del ministerio de salud del gobierno central, pero en algunos países
muchos hospitales continúan bajo el control de organismos estaduales (provin-
ciales) o locales […] La integración en un sistema nacional de los hospita-
les especiales del gobierno federal destinados a las fuerzas armadas, tra-
bajadores ferroviarios, empleados de ministerios, etc. , no sería tan difícil.
Estas instituciones ya están financiadas mediante la renta general del go-
bierno y no sería necesario ningún verdadero cambio de propiedad […]
Los hospitales puramente particulares podrían integrarse también, hasta
cierto punto, en un sistema nacional.”28
Como puede apreciarse, mucho de lo que Roemer aconseja estaba in-
corporado en la herencia de Carrillo, aunque su funcionamiento fuese de-
ficiente. Es lógico deducir que la orientación general de las recomendacio-
nes hechas por los Consultores Internacionales enviados por la OPS era,
cuando menos, discutible.
Hecha esta salvedad podemos continuar con la descripción del conte-
nido del Informe de los Consultores de la OPS, que al detallar las atribu-
ciones del organismo federal, y con el subtítulo de “Esfera de actividad”,
afirmaba: “Hasta ahora, el concepto sobre la salud pública y el alcance de los
servicios prestados por el Ministerio, han tenido una interpretación muy res-
tringida, con el resultado inevitable de una consagración casi exclusiva a la
medicina curativa. La Comisión considera que es ésta una de las fallas más
serias; y por lo tanto, recomienda encarecidamente que se preste la mayor
atención a corregir esta interpretación, de modo que la acción de los servicios
de salud pública sea completa y equilibrada, dando la debida importancia a
la prevención de las enfermedades y al fomento de la salud.” 29
La Comisión sugería reducir substancialmente el número de unida-
des de la sede central del Ministerio y reagruparlas, recomendando enca-
recidamente la creación de algunas como la de Planificación. Respecto de
las “grandes luchas”, se recomendaba mantenerlas a cargo del Ministerio
sólo en casos determinados y por el tiempo necesario, suprimiéndose al
haber alcanzado sus objetivos, “haciendo las previsiones necesarias para el
mantenimiento de los resultados por medio de los servicios regulares.”
Para la Coordinación de las actividades nacionales y provinciales o
municipales, se sugería mantener en las provincias “delegados federales”,
que también tendrían a su cargo los servicios nacionales que se decidiese
mantener, como las leproserías, además de propiciar, para la coordinación
interprovincial, la realización de reuniones periódicas y sistemáticas de au-
toridades provinciales.
28 ROEMER, M. I. La Atención Médica en América Latina. Unión Panamericana. Estudios y Monografías XV Was-
hington D.C. 1964.
29 Subrayados en el texto original.
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30 OFICINA SANITARIA PANAMERICANA, Un programa de Atención Médica en un Plan de Salud Pública. Informe del Dr.
Hugo Enríquez Frödden, (mimeografiado), Buenos Aires, 1958.
31 ALBERTO MONDET. En OPS/OMS. La OPS en Argentina. Crónica...Op. cit., p. 93.
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568 La sanidad adversativa de la Revolución libertadora
Instituciones sanitarias
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13
EL DIFÍCIL PROGRESO SANITARIO
DURANTE "EL JUEGO IMPOSIBLE"
EL DE ARTURO FRONDIZI
Y EL DE ARTURO ILLIA
NOBLÍA
DESARROLLO Y PLANIFICACIÓN
PADILLA
SAN JUAN
OÑATIVIA
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572 El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible”
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2 Cit. por ROUQUIÉ, A. Radicales y desarrollistas, Schapire, Buenos Aires, 1975, p.108.
3 Ver PETERSON, H. La Argentina...Op. cit., p. 254.
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6 La relación de Frondizi y Frigerio y muchas connotaciones de las características particulares del “frondizismo”, en-
tre otras, su concepción sobre el “americanismo”, pueden consultarse en ROUQUIÉ, A. Radicales y Desarrollistas en
la Argentina. Schapiro, Buenos Aires, 1967, Op. cit..
7 LUNA, F. Golpes...Op. cit.., p. 95-96.
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8 ROTH, R. Los años de Onganía, Ed. La Campana, Buenos Aires, 1980, p. 19.
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9 “Los funcionarios del Gobierno, aislados en sus despachos, no veían venir la revolución que se comentaba en to-
dos los cafés de Buenos Aires.” ROTH, R. Los años de Onganía. Op. cit., p. 36, Ed. La Campana, Buenos Aires,
1980.
10 Es probable que la permanencia de Onganía en la comandancia, desde la cual había defendido el profesionalismo
apolítico del Ejército, hubiese postergado el derrocamiento del presidente, como sugirió Roth.
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14 “Durante el año 74, mientras me desempeñaba como asesor (honorario) de salud pública del bloque de diputados
radicales, participé con frecuencia en la tertulia que después de la sesión o de las reuniones de comisiones, tenían
lugar en El Molino. Muchos de los diputados tenían una larga militancia radical y contaban docenas de anécdotas
sobre la paciencia con la cual Illia bordaba, como dirigente cordobés de bajo perfil, acuerdos que le permitían im-
poner sus puntos de vista en reuniones en las cuales otros dirigentes pronunciaban encendidas arengas y perdían
las votaciones.” Juan Carlos Veronelli.
15 ROUQUIÉ, A. Poder militar y sociedad civil en la Argentina. T. II (1943-1973) Emecé, Buenos Aires, 1982, p. 230
16 LUNA, F. Golpes ....Op. cit., p. 123.
17 O’DONNELL, G. El Estado Burocrático-Autoritario. Ed. de Belgrano, Buenos Aires, 1982, p. 66.
18 JUAN CARLOS VERONELLI.
19 HÉCTOR VIRGILIO NOBLÍA nació en 1901 en la Provincia de Buenos Aires.
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tes había que formar los recursos humanos capaces de hacerse cargo de
los servicios descentralizados.
El déficit de personal capacitado en salud pública, y sus consecuen-
cias, imposibilidad de las provincias y municipios para establecer cuerpos
técnicos que dirigieran los sistemas provinciales y para designar directores
debidamente capacitados para dirigir los principales hospitales, había sido
destacado por los Consultores Internacionales.
Con la caída del peronismo, la Facultad de Higiene y Medicina Pre-
ventiva de Santa Fe se había desdoblado en una Escuela de Técnicos de
la Sanidad, que permaneció en la ciudad de Santa Fe y una Escuela Su-
perior de Sanidad, localizada en Rosario y dependiente de la Facultad de
Medicina. La Universidad de Buenos Aires (cuyo Rector era, en ese mo-
mento, hermano del Presidente de la Nación), aceptó el compromiso de
crear, en el seno de la Facultad de Medicina, una Escuela de Salud Públi-
ca (noviembre de 1958).
En la Facultad, el encargo no suscitó un gran entusiasmo, y la tarea se
programó con una agenda que hacía suponer que se demoraría algunos
años en iniciar las actividades; entre tanto, Noblía creó, en julio de 1959,
como dependencia del Ministerio (que había sido ya ámbito de activida-
des de capacitación), una “Escuela de Salud Pública” que formaría sin de-
moras el personal que la institución necesitaba, médicos especialistas en
diversas especialidades clínicas, en administración de hospitales y salud
pública, así como personal auxiliar y técnico para colaborar en la adminis-
tración de los establecimientos y servicios (bachillerato sanitario).
En 1959 se descubría la necesidad de que la Autoridad Sanitaria in-
terviniese en la planificación las categorías, contenidos formativos y nú-
mero del personal de salud. Recuérdese que en 1856, la Facultad de Medi-
cina se había separado de la Universidad (entonces provincial), para unirla
con las instituciones “sanitarias” (provinciales): el Consejo de Higiene Pú-
blica y la Academia de Medicina, situación que se mantuvo por algo más de
dos décadas, durante las cuales no demostró ningún beneficio, por lo cual
se la reincorporó a la Universidad en 1874 (ver pág. 134, Cap. III)24.
La coordinación con la Universidad no era, aunque el Rector estuvie-
se de acuerdo, tarea fácil ni breve. Las decisiones universitarias se toman a
través de procesos que involucran a cuerpos colegiados, frecuentemente
atrapados en conflictos casi estructurales. El ministro optó por reeditar la
experiencia de Carrillo y tomar a cargo de la institución sanitaria el perfe-
cionamiento o la formación del personal que requería. El rector de la Uni-
24 En 1881, el acuerdo del 18 de enero de 1881 había transformado a la Universidad provincial de Buenos Aires en
Universidad Nacional y en 1885 la “ley Avellaneda” le otorgó la autonomía.
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El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible” 587
de ganar apoyo político a través una vigorosa acción sanitaria lo indujo a re-
glamentar la ley de creación del Colegio de Médicos de la provincia y, pos-
teriormente, a designar al profesional que los médicos habían elegido como
Presidente del Colegio, para el cargo de Ministro provincial de Salud. Os-
valdo Mammoni dirigió la regionalización: “cada sector constituye una Re-
gión Sanitaria que actuará como dependencia descentralizada del Ministerio
de Salud Pública. En cada una de ellas los establecimientos sanitarios dejan de
ser establecimientos generales, sin especialización, e independientes, para pa-
sar a integrar un conjunto coordinado y orgánico, en el que cada instituto se
convierte en una pieza de un mecanismo articulado capaz de lograr racional-
mente el abastecimiento integral y suficiente de los servicios sanitarios.” 29
Los Hospitales de la Reforma modificaban su Dirección y los requi-
sitos exigidos para acceder a los cargos directivos e incorporaban un Con-
sejo de Comunidad en el cual se incluían docentes, obreros, empleados,
representantes de organizaciones religiosas y otras no gubernamentales,
empresarios y profesionales.
En el ámbito nacional el costo creciente de la atención médica se con-
vertía en una preocupación para la sociedad y para el gobierno, en medio
de un proceso inflacionario difícil de contener y el consiguiente deterioro
del salario real. El gobierno identificó como problema especial el costo de
los medicamentos, que tenía una gravitación especial, cuyos precios se
mantenían ligados a una divisa cada vez más cara para las clases popula-
res. El ministro encargó a médicos de prestigio, muchos de ellos profeso-
res en la Universidad, la preparación de un “Repertorio Terapéutico Na-
cional”, que constaba “de unas doscientas recetas destinadas al tratamiento
de las enfermedades más frecuentes, y que será distribuido entre cinco mil mé-
dicos en su primera edición. […] Con la colaboración de esos profesionales, al
prescribir las recetas del repertorio, podrá llegarse a un abaratamiento de los
medicamentos indispensables para curar una enfermedad dada en un 75%,
llegándose a casos en que la medicación costaría la décima parte de lo que ac-
tualmente cuesta. […] El repertorio —agregó el ministro— ya ha sido soli-
citado por organizaciones sanitarias de varias provincias y por cooperativas
farmacéuticas de todo el país.” 30
Por fuera del gobierno, algunos médicos reaccionaron frente al aumen-
to de costos de la atención médica resucitando las empresas de atención mé-
dica de prepago, aquella variedad de “seudomutualidades” que no se aprecia-
ban en el Departamento Nacional de Higiene en los años de Bunge.
Las corporaciones médicas criticaron estos prepagos médicos.En ma-
yo de 1960 se realizaron en Paraná unas “Jornadas Médico Gremiales” con-
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588 El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible”
31 Transcripto de BELMARTINO, S. Y BLOCH, C. El Sector Salud en Argentina. OPS/OMS. Buenos Aires, 1994, p. 189.
32 La Nación, 1º de febrero de 1961.
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33 En esos años las acciones dependían de la Dirección de Enfermedades Transmisibles, a cargo de Juan R. Bejarano,
con quien colaboraban Alfredo Rabinovich, Pilar Nieto de Alderete y David Becker. Poco después se incorporó al
Programa Rodolfo Carcavallo, quien había realizado su tesis doctoral sobre entomoepidemiología de la enferme-
dad de Chagas. Se habían formado grupos de especialistas en varias de las provincias afectadas por la endemia.
Mauricio Rosenbaum chocó, según comentaba entonces, en más de una oportunidad, con la rigidez burocrática
de los dirigentes ministeriales del programa, que trataban de controlar las actividades como parte de la lucha por
el poder burocrático.
34 La Nación, 17 de noviembre de 1960.
35 LEBRET, L. J. Dinámica concreta del desarrollo, Ed. Herder, Barcelona, 1966, Prólogo.
36 SONIS, A. Salud, medicina y desarrollo económico-social, Eudeba, Buenos Aires, 1964, p. 20.
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590 El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible”
37 SCHULTZ, T. W. “Investment in Man: An economic view”. The Soc. Serv. Rev., V. XXXIII, 1959.
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38 OPS/OMS Planificación de la Salud en América Latina, Publicación Científica Nº 272. 1973, p. 23-29.
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592 El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible”
39 TIBURCIO PADILLA (1893-1963) Nació en Buenos Aires, hijo de un médico distinguido .También su abuelo había
sido médico y había tenido una destacada actuación política, como Senador nacional y como gobernador de su
Tucumán natal. Los tres habían llevado el mismo nombre.
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El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible” 593
40 Nota necrológica publicada en los Anales del Círculo Médico Argentino en 1897.
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594 El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible”
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El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible” 595
42 ENRIQUE MARCOS VILLA nació en 1919. Fue profesor adjunto de Semiología y ministro de Salud
pública en San Juan en 1956.. Por unos meses dirigió el Hospital de Clínicas José de San Martín
en 1976.
43 ALBERTO MONDET realizó una memorable gestión como secretario municipal. Modernizó la ges-
tión en los hospitales, creó el Centro Coordinador de emergencias y Catástrofes (CIPEC) y se ocu-
pó de temas de higiene ambiental que, como la disposición de basuras, correspondían a esos aspec-
tos que los médicos solían subestimar.
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596 El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible”
44 El Consejo era la dependencia encargada de supervisar los “Servicios Sociales” de los empleados de varias reparti-
ciones públicas y algunos sindicatos, es decir, del núcleo inicial de las o que luego se llamarían “obras sociales”.
45 El Dr. Virgilio Alonso Fernández tuvo la deferencia de revisar esta síntesis.
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El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible” 597
46 En la obra “La OPS en Argentina. Crónica de una relación Centenaria. Op. cit., p. 98 y sig. puede encontrarse la
narración de la experiencia sanjuanina contada por uno de sus principales protagonistas, el Dr. Virgilio Alonso Fer-
nández. Cuenta también Alonso su retiro del Servicio con el fin de la gestión del Gobernador Américo García,
ejemplo de las consecuencias de la identificación de las instituciones sanitarias con las autoridades políticas que las
instalan, lo cual se repitió en muchas experiencias provinciales, así como el oportuno ofrecimiento del Ministerio
Nacional que encabezaba Oñativia para incorporarse al mismo, en la Dirección de Estadística y Economía Sani-
taria, que se estaba reorganizando. Esto permitió que muchas de las medidas que habían resultado exitosas en San
Juan se establecieran en otras provincias.
47 Una detallada descripción de la experiencia en San Juan puede encontrarse en OPS/OMS Crónica de una rela-
ción... Op. cit. p. 98 y ss.
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598 El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible”
48 “Creo importante destacar que si conocí a Gregorio Aráoz Alfaro, Ramón Carrillo, Tiburcio Padilla, Enrique Villa y
Horacio Rodríguez Castellls, fui amigo personal de Arturo Oñativia, de Bernabé Cantlon, y de Plácido Nosiglia y de
Sergio Provenzano. La de Cantlon fue una amistad heredada de mi padre, que le tenía un gran afecto; desde mi ingre-
so a la Secretaría de Salud Pública de la Municipalidad, en tiempos de Carlos García Díaz y Mateo Jelicich, me reuní
con él casi todos los meses, analizando y comentando los sucesos de la política sanitaria tanto nacional como capitalina.
Trabajé, luego, al lado de Enríquez y Nosiglia, en el Centro Latinoamericano de Administración Médica, desde 1967.
Con Oñativia y Nosiglia nos reuníamos , en el bar del Hotel Savoy de Buenos Aires, las varias veces por año en que el
primero “bajaba” a Buenos Aires, entre 1968 y 1974. Atesoro esas reuniones de varias horas, saturadas de humo del ta-
baco de la pipa de Nosiglia pero, sobre todo, de los cigarrillos que Oñativia encendía con la colilla del anterior, como un
capítulo importante de mi aprendizaje, todavía no concluido, en salud pública. Oñativia preguntaba sobre la marcha
de programas e instituciones y sobre sus funcionarios, comentando la evolución en función de antecedentes que ambos co-
nocían y se sentían obligados a contarme. Frecuenté las familias de Cantlon y de Nosiglia, y mantengo la amistad con
ellas. Fue Nosiglia quien me facilitó varias reuniones con el ex presidente Illia. Esta confesión previa no sólo no me exi-
me de pretender buscar la máxima objetividad, sino que alerta al lector para exigírmela y explica que en tanto me fue
posible, haya cedido la palabra a los protagonistas, evitando una interpretación tal vez sesgada por el afecto. También
mi coautora fue amiga de Bernabé y Yolanda y de “Capitán” y Catalina, pero no tenía entonces edad suficiente para
participar en las charlas de política sanitaria.” Juan Carlos Veronelli.
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El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible” 599
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600 El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible”
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49 El número total de funcionarios fue en todos esos años, de alrededor de 26.000. El salario real cayó en 1961/62 y
se recuperó en 1964/65.
50 Boletín de la Asociación Argentina de la Salud Pública. Actas de las Segundas Jornadas Argentinas de Salud Públi-
ca; (San Juan, 18/23 de noviembre de 1963). La Plata, 1964, p. 74 .
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602 El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible”
Tanto Oñativia como Cantlon tenían total confianza en uno de los ase-
sores del ministerio, el cirujano misionero Plácido E. Nosiglia, con quien
ambos mantenían una sincera amistad. Este hijo de un matrimonio de maes-
tros había nacido en Apóstoles, Misiones, en 1917. A diferencia de Oñativia
y de Cantlon, había estudiado en la Facultad de Medicina de la Universidad
de La Plata, donde había presidido el Centro de Estudiantes. Graduado de
médico en 1943, había regresado a Misiones, ejerciendo primero en el pue-
blo de Puerto Rico y años después en la capital provincial, donde había fun-
dado con sus hermanos un sanatorio privado. Presidente del Círculo Médi-
co local en 1955, fue designado en 1957 ministro de Asuntos Sociales (que
abarcaba salud, educación, cultura, trabajo, turismo y deportes). Cuando
Cantlon decidió renunciar a la Subsecretaría, Oñativia le pidió a Nosiglia
que lo reemplazase, lo cual alegró a Cantlon. Nosiglia mantuvo toda la vida
su estrecha amistad tanto con Oñativia como con Cantlon.
En el reparto de tareas, Oñativia delegó en Nosiglia las “audiencias”;
todos los que quisiesen hablar con las autoridades, mayoritariamente fun-
cionarios de ministerio, obtenían una audiencia con el Subsecretario. La
capacidad de Nosiglia para separar de la paja el poco pero importante gra-
no de esas tardes largas dedicadas a oír y preguntar, le permitieron cono-
cer tempranamente y corregir sin demora los problemas que ineluctable-
mente se generan en una gran organización. Oñativia aceptó siempre las
medidas que Nosiglia, respetuosamente, le sugería, fundamentadas en
breves síntesis en la cual no cabían incriminaciones individuales.
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El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible” 603
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604 El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible”
51 MINISTERIO DE ASISTENCIA SOCIAL Y SALUD PÚBLICA. Política Sanitaria Nacional. Buenos Aires, 1966, p. 8 y ss.
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606 El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible”
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El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible” 607
52 Había sido encargado de dirigirlo el Dr. Alfredo Rabinovich, médico sanitarista que había ingresado al Ministerio
en tiempos de Carrillo y se había desempeñado luego como Secretario Técnico de la Dirección de Enfermedades
Transmisibles.
53 Posteriormente el Departamento se enriqueció con la colaboración de Carmen Oviedo y Pablo Mario Luquet.
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608 El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible”
rias Federales (decreto 2.083 de marzo de 1964, que determinaba que éstas
serían los “organismos representativos del Ministerio de Asistencia Social y
Salud Pública en el territorio provincial de su respectivo asiento y depen-
den jerárquicamente de la Subsecretaría de dicho Departamento de Esta-
do”). Un nuevo decreto estableció con precisión sus nuevas funciones (de-
creto 8.115 de septiembre de 1965) y la Oficina Coordinadora se puso desde
noviembre de 1965 a cargo del Dr. Néstor Rodríguez Campoamor.
En 1964/1965 se realizó el “Catastro Nacional de Recursos y Servi-
cios en Salud”, respond iendo a una necesidad perentoria: “la mayor difi-
cultad que hubo que vencer fue la falta de una información que permitiera
establecer, cuali y cuantitativamente, el estado actual de los equipos existentes
(radiodiagnóstico, radioterapia, laboratorios, etcétera). Además, la falta o de-
sactualización de los inventarios de la casi totalidad de los organismos y depó-
sitos del Ministerio”.
Después de realizado el “Catastro” , que permitió no sólo conocer en
su real medida el patrimonio del Ministerio, sino descubrir la existencia
de valiosos equipos e instrumental (entre el 35 y el 45% se encontraba en
desuso), se decidió reorganizar la “Dirección de Estadísticas y Economía
Sanitaria”54.
El Ministerio decidió aprovechar la experiencia del Dr. Virgilio Alon-
so Fernández, ex subsecretario del Servicio Provincial de Salud de San
Juan (R. M. 4.845 de mayo de 1965), que había dejado su cargo a raíz del
cambio de gobierno. El consultor en Estadísticas de la OPS/ OMS Raúl
Vargas Arena contribuyó decisivamente en la conformación del sistema.
Con el propósito de conseguir la uniformidad de la información estadís-
tica en todo el país, se diseñó un “convenio-tipo” para que se acordase
con las provincias, por el cual el Ministerio se obligaba a normatizar, ase-
sorar, procesar, publicar y suministrar a la provincia la información esta-
dística, así como facilitar tres becas anuales en el curso de técnicos. La pro-
vincia se comprometía a aplicar las normas y procedimientos en sus
establecimientos y a promover igual conducta en los de otras dependen-
cias, semipúblicos y privados, y remitir los datos a la Dirección de Esta-
54 Más tarde, en las gestiones de Holmberg y de Rodríguez Castells, la Dirección se transformó en Dirección Nacio-
nal de Información Técnica y dentro de ella se diferenciaron un Departamento de Estadísticas, en el cual se des-
tacaron Carlos Ferrero, José Carlos Escudero, Pablo Abadie, Dalton Mario Hamilton, Hebe Giacomini y Élida
Marconi, entre otros, quienes con la valiosa y generosa ayuda del consultor peruano Raúl Vargas Arena, diseñaron
y desarrollaron el sistema de información estadística del Ministerio, y un Departamento de Economía Sanitaria,
en el cual se destacaron Luis Vera Ocampo e Isabel Plachner de Molinero, quienes contaron con la valiosa colabo-
ración de Mario Boyer, Eneas Pampliega, Alberto Maza y los contadores Marques, Narbáits y Bottindari; un De-
partamento de Programación y Evaluación de la salud, a cargo de Lila Rico de Badaracco, con quien colaboraban
Carmen Oviedo y Pablo Luquet. Posteriormente se creó un Departamento de Recursos Humanos, que estuvo a
cargo de Oscar Aguilar.
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El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible” 609
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610 El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible”
56 Preparado los Dres. Santiago Bó, Carlos Martini, Sergio Provenzano, Noel Sbarra y Abraam Sonis.
57 Estaba conformado por los Dres. Juan J. Barrenechea, Francisco E. Fontana, Alberto Mondet, Sergio Provenzano,
Arnaldo F. Torrents, Carlos Urquijo y Sr. Horacio Cerrutti.
58 SONIS, A. Salud, Medicina y Desarrollo Económico-Social. Eudeba, Buenos Aires, 1964, p. 12
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El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible” 611
59 “Sergio Provenzano fue otro de mis grandes amigos Profesor de Anatomía y autor de uno de los textos más utilizados so-
bre vías de conducción del sistema nervioso, pero también un gineco-obstetra de prestigio. Provenzano tenía una actua-
ción destacada en el gremialismo médico, en aquel gremialismo que quería establecer un sistema de atención médica
igualitario y al alcance de todos. Hombre de gran cultura, bibliófilo apasionado y coleccionista no sólo de obras y re-
vistas literarias, sino también de soldaditos de plomo, tenía ideas originales que combinaban elementos de diversas co-
rrientes de pensamiento. Participó en la actividad política como hombre de consulta. Como Subsecretario de Asistencia
Social del Ministerio de Salud Pública de la provincia de Buenos Aires en 1955-58, fue el creador del Instituto de Obra
Médico Asistencial de la Provincia de Buenos Aires (IOMA). Trabajé con él en 1974, en la elaboración del proyecto de
sistema nacional integrado de Salud que presentó en la Cámara de Diputados el Dr. Plácido Nosiglia, como alterna-
tivo del que presentó el oficialismo peronista, liderado por el ministro Domingo Liotta y en cuya elaboración habrían co-
laborado, según Belmartino, Carlos Canitrot y Aldo Neri.” JUAN CARLOS VERONELLI
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612 El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible”
lud Pública, cada vez más complejas, más amplias y de más elevados costos,
nos han llevado al convencimiento de que es necesario unir, en un mismo
proceso, los esfuerzos del propio pueblo con el de los gobiernos, con el ob-
jeto de mejorar las condiciones económicas, sociales y culturales de las co-
munidades. De incorporar a éstas a la vida nacional y capacitarlas plena-
mente para alcanzar el progreso del país. […]
Este no es un enunciado teórico. El plan de provisión de agua potable a
las comunidades rurales y el proyecto sobre la reforma del actual régimen asis-
tencial y sanitario nacional, son ejemplos de nuestra inquietud que busca ma-
terializarse en hechos constructivos. […]
Para servir a estos planes, como a otros procesos de investigación, es nece-
saria la creación del Servicio Social, dirigido especialmente a la organización
y desarrollo de las comunidades como Servicio General del Ministerio. […]
La organización y desarrollo de la comunidad, para hacerla partícipe de los
problemas que nos son comunes, no puede ser el esfuerzo del Trabajador o Asis-
tente Social disperso en diversas Direcciones Técnicas o integrando programas
aislados. Ha de ser el resultado de una planificación del bienestar que res-
ponda a una política general del Ministerio y que coordine acciones sani-
tarias y sociales, comprometiendo a todos los sectores en la técnica de la
organización y desarrollo de las comunidades.”
Tanto Oñativia como Nosiglia creían que los establecimientos hospi-
talarios públicos (con nuevas modalidades de gestión y de financiamien-
to participativas que debían explorarse y ensayarse), debían ponerse al ser-
vicio de la población incorporada paulatinamente al sistema de seguridad
social, el cual debería, finalmente, adquirir cobertura universal.
El nuevo Interventor expuso el destino que preveía para el Consejo,
que superaría la atención de casos individuales “para proyectarse en ám-
bitos más amplios. El Consejo deberá constituirse —imprescindiblemen-
te— en el órgano técnico del Estado que posibilite la instauración del ré-
gimen de Seguridad Social previsto por el artículo 14 nuevo de la
Constitución Nacional, aportando al mismo la única base sólida sobre la
que podrá asentarse: la organización y desarrollo de las comunidades.”
El deseo era separar definitivamente la organización sanitaria basa-
da en el seguro de enfermedad o de salud de todo organismo corporati-
vo, proceso que Provenzano había explorado al proyectar el IOMA para
el conjunto de los funcionarios bonaerenses, en lugar de una obra social
para cada dependencia. El 29 de octubre de 1965 se sancionó la ley
16.769 que derogaba la autarquía del Consejo, cuya estructura compren-
día un Comité de Coordinación, Programación y Evaluación; cinco De-
partamentos (de Casos individuales; de Bienestar Social; de Servicios es-
peciales; de Administración , Editora Nacional Braille) y el Instituto de
Servicio Social, destinado a la formación de técnicos en Servicio Social.
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El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible” 613
60 CARRILLO, R. Teoría.... Op. cit ., p. 187. También transcripto en esta obra en la p. 403.
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616 El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible”
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El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible” 617
mentos, formada por los Dres. Alfredo Bandoni, Luis Camponovo, Lu-
ciano Hug, Alfredo Lanari y Agustín Marenzi, todos ellos profesionales
de reconocido prestigio académico.
La presión para que las leyes no se sancionasen, luego para que no se
reglamentasen y finalmente para que se derogasen fue múltiple e intensa;
por vías diplomáticas y a través de diversos organismos financieros, por
ejemplo, el grupo conocido como “el club de París”, hicieron llegar al Mi-
nistro de Economía y al mismo Presidente de la Nación el mensaje de que
estas leyes obstaculizaban las relaciones normales y podían determinar que
no se renegociasen deudas anteriores o nuevos créditos.
El ministro estaba convencido que desde 1957, cuando se sacó de la
jurisdicción del Ministerio el Laboratorio de Investigaciones Farmacoló-
gicas y sobre todo desde 1959, cuando se eliminó todo respaldo legal mi-
nisterial, “el organismo rector de la sanidad nacional no fue más que un
simple espectador de la deformación permanente del mercado y de la es-
tructuración de vicios que fueron alterándolo en profundidad en todos sus
aspectos […] Las medidas reglamentarias de ambas leyes es el punto de par-
tida de un complejo proceso en el que juegan intereses que dificultan su nece-
saria regulación. Proceso que tendrá que ir completándose durante un largo
período de tiempo hasta conseguir la normalización del mercado en sus dis-
tintas etapas.”
Para el control técnico se creó un laboratorio de control de drogas y
medicamentos que se fue equipando progresivamente y alcanzó un alto
grado de desarrollo.
Después del derrocamiento del presidente Illia, el nuevo gobierno fir-
mó, en ese mismo año de 1966, la adhesión de nuestro país al Club de
París; sus consecuencias en lo referente a la producción de medicamentos
puede verse en una publicación del economista Jorge M. Katz.63 En febre-
ro de 1967 el gobierno “de facto” sancionó una ley “en cuya elaboración
había tenido participación la industria farmacéutica” (ley 17.189) destina-
da a “orientar el proceso hacia una paulatina liberalización del sistema” y pa-
ra ello, los precios de los medicamentos serían fijados en su primera eta-
pa de producción, por los fabricantes e importadores, siendo la
autoridad de aplicación la Secretaría de Estado de Industria y Comer-
cio: el gobierno pagaba sus compromisos.
Pero en febrero de 1968, frente a un aumento sostenido e injustifica-
do del precio de los medicamentos, la Secretaría de Salud Pública intervi-
no para que se sancionase la ley 17.663, destinada a contener la tenden-
cia alcista de los precios de los medicamentos. “Las leyes 17.189 y 17.663
63 KATZ, J. M. La industria farmacéutica argentina, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 1974.
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618 El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible”
Instituciones sanitarias
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El difícil progreso sanitario durante “el juego imposible” 619
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14
UN LOGRO REVOLUCIONARIO: GENERALIZAR
LA FRAGMENTACIÓN DE LA SOLIDARIDAD
■ SALIDAS O CAMINOS
REVOLUCIÓN ARGENTINA
EXITOSO
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Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad 623
1 ROTH, R. Los años de Onganía, Ed. La Campana, Buenos Aires, 1981, p. 26.
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624 Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad
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Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad 625
5 En años recientes una propuesta de JORGE MERA contenía como uno de sus pilares el restablecimiento de los lími-
tes provinciales para las obras sociales, como habían inicialmente propuesto Holmberg y Mondet.
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626 Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad
6 VILLEGAS, O.G. Políticas y estrategias para el desarrollo y la seguridad nacional, Pleamar, Buenos Aires, 1969, pp.
253-255.
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628 Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad
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Salidas o caminos8
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630 Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad
lo voy a usar... “, me decía sonriendo tras los espesos bigotes, mientras anotaba. Lo leí como título de uno de sus comen-
tarios periodísticos, un par de semanas después. Los militares buscaban una salida habían fracasado, lo sabían y casi lo
reconocían, pero no querían ser humillados y buscaban una salida. No sabían hacia dónde ir. Creyeron, ingenuamente,
que podían retroceder hasta el 55 y darle permiso a la realidad para que fuese como había sido era y no volvería a ser..”.
Juan Carlos Veronelli
9 LANUSSE, A. A. Mi Testimonio...Op. cit., p. 229.
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632 Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad
12 JUAN CARLOS VERONELLI, ver VERONELLI, J. C. “Ministerios y Sistemas de Servicios de Salud en América Latina”.
Boletín Oficina Sanitaria Panamericana, vol. 100, Nº 1, enero, 1986, pp. 1-32.
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Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad 633
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634 Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad
sindicales, de las cuales unas 400 poseían Obras Sociales; la mayoría de és-
tas correspondían a industrias manufactureras, pero también a servicios
públicos y privados, comercio, transporte, actividades rurales y activida-
des extractivas. La magnitud de la población cubierta era amplia, el área
geográfica de la cobertura mayoritariamente local (sólo un 10% de las
mismas tenía cobertura nacional). Más de cuatro quintas partes de estas
Obras Sociales prestaban servicios médicos, que les insumían alrededor
del 80% de las erogaciones. Los aranceles exhibían importantes diferen-
cias según las provincias, siendo los mayores los de la provincia de Buenos
Aires y los menores los de Santa Fe.
Se decía en el Informe: “Existe una gran atomización de obras y ser-
vicios sociales sindicales. […] Cada gremio ha ido montando sus propios
servicios sociales y a su vez, en aquellos con menor grado de centraliza-
ción, cada seccional organizó su propia asistencia local. Dichas circunstan-
cias no han sido modificadas mayormente, por lo que hoy presentan las Obras
Sociales un grado deficiente de estructuración y coordinación, lo cual debe te-
ner evidentemente su incidencia en cuanto al aprovechamiento de los recursos
y esfuerzos. […] Es necesario llevar a cabo una coordinación amplia y efi-
caz de los servicios que prestan tantas obras sociales en forma aislada, ten-
diente a integrar el planeamiento de sus prestaciones y su racional distri-
bución, en función de la amplitud y localización de las necesidades.” 14
En abril de 1967 y sobre la información procesada por la Comisión
Coordinadora se creó, en el Ministerio de Bienestar Social, la Comisión
Nacional de Obras y Servicios Sociales (ley 17.230), presidida por el
Subsecretario de Salud Pública, Dr. Alberto Mondet, la cual determina-
ría el rol de las obras sociales estatales y paraestatales dentro del ámbito
establecido por el Plan Nacional de Desarrollo. El informe se difundió
en 1968.
También en 1967 se estableció, en el edificio del Hospital Escuela,
que se estaba preparando para el traslado del hospital de Clínicas, el Cen-
tro Latinoamericano de Administración Médica, designando la OPS al
Director, Dr. Hugo Enríquez, y la Secretaría de Salud Pública al Subdi-
rector, Dr. Plácido Nosiglia.15
La Escuela de Salud Pública que dirigía Abraam Sonis estrechó sus
relaciones con la Secretaría, convirtiéndose no sólo en un centro de for-
mación de recursos necesarios para la gestión de la Secretaría sino tam-
14 COMISIÓN COORDINADORA DE OBRAS SOCIALES SINDICALES. “Encuesta Preliminar sobre Obras Sociales Sindicales”.
Policopiado. 1967, p. 1-2.
15 Los dos primeros investigadores incorporados fueron los Dres. Daniel Gómez y Juan Carlos Veronelli, pocos me-
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Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad 635
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636 Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad
que las obras sociales debían destinar a salud y dispondría una organi-
zación descentralizada en los ámbitos provinciales, promoviendo la
agrupación en una gran obra social al conjunto de las que actuaran en
la provincia16. La integración entre los establecimientos públicos y las
obras sociales no se mencionaba, pero, al coincidir los límites o ámbitos
jurisdiccionales de ambos sistemas, podría producirse en el futuro.
En febrero de 1970 se sancionó la ley 18.610. El mensaje de elevación
al Poder Ejecutivo estaba firmado por Carlos Consigli, Ministro de Bienes-
tar Social y Santiago de Estrada, Secretario de Promoción y Asistencia de la
Comunidad, aunque también habría participado en su orientación el Secre-
tario de Trabajo, Rubens San Sebastián. La ley generalizaba la obligación de
aportar a una obra social para todos los asalariados. Para el caso de que no
existiera esa obra social, los fondos debían depositarse a la orden de la aso-
ciación profesional de trabajadores de la actividad respectiva que hubiera si-
do signataria de convenios colectivos de trabajo, la cual debía crear o ade-
cuar la respectiva obra social. Se creaba también el Instituto Nacional de
Obras Sociales (INOS), organismo descentralizado del Ministerio de Bie-
nestar Social, que actuaría como autoridad de aplicación y ente controlador.
La ley aprobada tenía poco parecido con el proyecto en cuya elabora-
ción había trabajado la Secretaría de Salud Pública. Dentro del mismo
ministerio, las posiciones que antes se confrontaban entre la Secretaría de
Trabajo y Previsión y la de Salud Pública que dirigía Carrillo, seguían exis-
tiendo, y Salud Pública perdía nuevamente. A mediados de 1970, Holm-
berg y Mondet renunciaron a sus cargos y fueron reemplazados por Ro-
dríguez Castells y Etchegoyen. En el ámbito de Trabajo, se dio por
concluido el “proceso normalizador” y José Rucci fue elegido como Secre-
tario general de la CGT.
En su exposición inicial, el nuevo Secretario de Salud Pública reseñó la
evolución institucional y pasó revista a siete áreas problemáticas: organización
del sector, atención médica, saneamiento ambiental, recursos humanos, re-
cursos físicos, recursos financieros y legislación. En cada una de ellas, des-
cribió suscintamente los tres grandes subsectores del sector salud, el oficial
o estatal, el de obras sociales y el privado, señalando los problemas más im-
portantes de cada uno y la ausencia de coordinación entre ellos, lo cual cons-
piraba, contra la calidad y la extensión de la cobertura de las prestaciones.
“[…] consideramos impostergable —dijo el Secretario— la iniciación
de los estudios destinados a la definición de un sistema racional de aten-
16 En una obra reciente MERA y RUÍZ DEL CASTILLO proponían, con realismo, la restitución de los límites provincia-
les para los subsistemas de Obras Sociales como un camino para corregir muchas de sus distorsiones. Mera, J. y
Ruíz del Castillo, R., La reforma de salud en el Tercer Milenio, Dunken, Buenos Aires, 2000.
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638 Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad
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Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad 639
17 GUILLERMO O’DONNELL hace más comprensible la idea: “NUNCA COMO A PARTIR DEL CORDOBAZO FUE TAN CLA-
RA SU IDEOLOGÍA CORPORATIVISTA”. El Estado Burocrático-Autoritario. Op cit, p. 273. Cuenta también: “estaba “a
estudio” una ley que establecería un descuento del 2% a cargo del empleador y del 1% a cargo del trabajador, so-
bre su salario nominal, con destino a las obras sociales, incluso las de los sindicatos, a los que se daría el manejo
de la enorme masa de fondos resultante. No hace falta describir el unánime clamor de la burguesía —en esto es-
tuvieron de acuerdo todos, incluso la CGE— contra el fortalecimiento del poder sindical que esto prometía. Por
su parte Perón, tan preocupado como la burguesía por las posibilidades de vuelo propio que esto ofrecía A SEGUI-
DOPRES TAN POCO CONFIABLES COMO LOS DIRIGENTES SINDICALES, arreció en sus instrucciones de enfrentamiento
al (gobierno) burocrático-autoritario”, p. 281-282.
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640 Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad
18 En general el poder económico de los sindicatos se refiere a su mayor o menor capacidad para inclinar a su favor
la balanza de poder en una negociación bilateral entre sindicatos y empleadores, y puede medirse a través de su in-
fluencia para conseguir tasas salariales superiores a las que se obtendrían en un mercado laboral no sindicalizado.
Los sindicatos argentinos exhibían hasta 1965 un exiguo o inexistente poder económico, TAL VEZ POR EL SOBRE-
DIMENSIONAMIENTO DE SU PODER POLÍTICO. Ver MONTUSCHI, L., El poder económico de los sindicatos, Eudeba,
Buenos Aires, 1979, p. 23 y ss.
19 BÉLIZ, G. “CGT, el otro Poder”, Planeta, Buenos Aires, 1988, p. 178.
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Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad 641
A través de las obras sociales que poseían, junto con las mutualidades,
una proporción inferior al 4% de las camas hospitalarias, se canalizaba
aproximadamente la mitad del gasto en atención médica (y el doble del
monto disponible para el sector público, del cual dependían tres cuartas
partes de las camas hospitalarias totales). De ello se puede deducir que
la provisión de servicios de hospitalización y también en muchos casos, de
servicios ambulatorios, se compraban al subsector privado, que había al-
canzado hacia 1970 un 22.5% de las camas de hospitalización. (En mu-
chas de las provincias pobres, las camas hospitalarias de propiedad públi-
ca oscilaban entre el 80 y el 88%, pero a nivel nacional, la proporción de
80% de 1955 se había reducido en 1969 a 74.3%).20
Lanusse, en las últimas páginas de su “Testimonio”, dedicó unos pá-
rrafos al “Federalismo”. Afirmaba: “En este aspecto posiblemente es donde la
acción del gobierno que presidí logró una realización de profunda significa-
ción. Conocida es la situación de profunda dependencia de las provincias con
relación a la Nación. Más aún la dependencia del interior con respecto al li-
toral y muy particularmente al puerto de Buenos Aires. Ya Alberdi había di-
cho que Buenos Aires reemplazó a España en la explotación del Virreynato y
resulta evidente que la atracción del Río de la Plata paralizó durante muchos
años el progreso del interior, particularmente del noroeste argentino.”
“El sistema de coparticipación impositiva, con sus tres regímenes, a pesar de
algunas modificaciones que se fueron introduciendo por presión de las provincias,
tendía a mantener un evidente predominio a favor del centralismo portuario. Mo-
dificar el sistema de repartición, favoreciendo a las provincias menos desarrolladas,
fue el principal objetivo de las modificaciones tributarias introducidas y, por pri-
mera vez en la historia de las relaciones tributarias entre la Nación y las provin-
cias, se concedieron a éstas claras ventajas que les permitirían en lo sucesivo ir acor-
tando distancias con respecto a las regiones más favorecidas. Se procedía así a
consolidar en los hechos el federalismo defendido sólo con palabras.” 21
“Resultaba paradójico que un gobierno militar, centralista por defi-
nición, se preocupara por fortalecer la autonomía de las provincias, favo-
reciendo con medidas concretas el ejercicio cierto de la misma ya que en lo su-
20 VERONELLI, J. C. Medicina, Gobierno y Sociedad. Ed. El Coloquio, Buenos Aires, 1975, p. 161.
21 Más o menos en el mismo momento, Edmundo Correas pronunciaba en el Instituto Popular de Conferencias de
La Prensa un enérgico alegato contra el centralismo, afirmando: “En Buenos Aires funcionan poderosos organis-
mos —algunos son una especie de ministerios— denominados con siglas que parecen palabras de fantasía: Cona-
se, Conade, Conicet, Efa, Entel. Aquí están las jefaturas de las empresas estatales que disponen de los recursos de
las provincias,: aquí se fijan y se facturan los impuestos que deben pagar todos los usuarios del país. El poder de
algunas de estas empresas es asombroso y sus presupuestos superan a las de muchas provincias”, CORREAS, E. His-
toria y Crisis del Federalismo Argentino, Junta de Estudios Históricos. Mendoza, 1973, p. 23.
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642 Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad
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Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad 643
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644 Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad
Instituciones sanitarias
1966 (junio) Las Fuerzas Armadas destituyen al presidente Illia y los Co-
mandantes designan a Juan Carlos Onganía.
(julio) Se crea el Ministerio de Bienestar Social a cargo de R. Pe-
tracca. En la Secretaría de Salud Pública se designa a Ezequiel
Holmberg y como Subsecretario a Alberto Mondet.
1967 Se crea por decreto la Comisión Coordinadora de Obras Sociales y
en abril la ley 17.230 establece la Comisión Nacional de Obras So-
ciales, presidida por el Subsecretario de Salud Pública.
Se sanciona la ley 17.102 de servicios de atención médica de la co-
munidad y la 17.189 que devuelve la regulación de precios de me-
dicamentos a la Secretaría de Industria y Comercio y su fijación a
los productores.
1968 Se continúa el proceso de transferencias que incluye actividades de
programas como lucha contra la enfermedad de Chagas y contra la
lepra.
1969 Se produce un estallido social en Córdoba. Se designa a Carlos Al-
berto Consigli en el Ministerio de Bienestar.
1970 Las leyes 18.233; 18.611 y 18.691 retrotraen, congelan y regulan
desde Salud Pública los precios de los medicamentos.
23 Las evocaciones de Perrone y Elsa Moreno se han tomado de las entrevistas que registró Analía Testa en La OPS
en la Argentina. Crónica de una relación centenaria. Op. cit., p. 109 y ss.
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Un logro revolucionario: generalizar la fragmentación de la solidaridad 645
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15
TRAS LA DIFÍCIL CORRECCIÓN DE LAS
MALFORMACIONES INSTITUCIONALES CONGÉNITAS
■ PERÓN-PERÓN
SALUD
■ ENUMERACIÓN DE LO SUCEDIDO
LÍNEAS
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Tras la difícil corrección de las malformaciones institucionales congénitas 649
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650 Tras la difícil corrección de las malformaciones institucionales congénitas
1 “Historiadores y economistas” —anticiparía en 1981 Rogelio Frigerio— “se sentirán atraídos por una incógnita nada
fácil de develar. El equipo económico que se instaló en marzo de 1976 contó con la fuerza, la autoridad y el margen de
maniobra como para llevar a cabo la gran transformación económica que pondría a la Argentina en camino hacia la
última y superior etapa del desarrollo. ¿Por qué hizo exactamente lo contrario?” FRIGERIO, R. Prólogo de la obra de
PALACIO DEHEZA, C., El plan Martínez de Hoz y la economía la argentina, Corregidor, Buenos Aires, 1981, p. 9
2 MARTÍNEZ DE HOZ, J. A., Bases para una la Argentina moderna. 1976-1980.
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4 Durante el año y medio siguiente al establecimiento de la convertibilidad, la tasa de inflación fue de un dígito
mensual y decreciente. Lo que se festejó como un éxito, y lo era, en parte, implicaba también al cabo de poco más
de un año una significativa sobrevaluación del peso.
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5 SIMONETTI, J. M. El fin de la inocencia, Ed. Univ. Nac. de Quilmes. Bernal, Prov. de Buenos Aires, 2002, p. 267.
6 LO VUOLO, R. M. Y BARBEITO, A. C. La nueva oscuridad de la política social, Miño y Dávila, Buenos Aires, 1998,
p. 263.
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Perón-Perón
7 “La fórmula indicada por Perón incluía a Cámpora, quien no se había ajustado a la norma pre-electoral de no aban-
donar el país sin el conocimiento y autorización previos del Ministerio del Interior”. Perón no ignoraba esa impo-
sición. ¿Por qué pues hizo esa designación? Es razonable pensar que lo fue para encontrar en el veto de su candidato el
pretexto para resolver el voto en blanco que le permitiera, o bien continuar ejerciendo su influencia a distancia como en
1963, o bien provocar un clima de honda perturbación política y social que pudiera influir inclusive en las Fuerzas Ar-
madas y, en consecuencia, llegar a provocar la caída del gobierno”. LANUSSE, A. A., Mi Testimonio, Op. cit., p. 312
(Guido Di Tella expresaba en “Perón-Perón” una opinión similar.)
8 DI TELLA, G. Perón-Perón 1973-1976, Hyspamérica, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1983. Op. cit., p. 88
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María Estela Martínez de Perón, Juan Domingo Perón y José López Rega
beración del país no solamente del colonialismo sino también de estos infil-
trados que trabajan adentro y que traidoramente son más peligrosos que
los que trabajan afuera... Hoy resulta que algunos imberbes pretenden te-
ner más méritos que los que lucharon durante veinte años.”
Perón falleció dos meses después, antes de cumplir un año como pre-
sidente constitucional, y su vicepresidenta y viuda se hizo cargo de la pre-
sidencia. “Nadie consideraba que Isabel poseyera las mínimas condiciones
personales necesarias para esa tarea e incluso muchos estimaban que ni si-
quiera sería capaz de mantenerse como figura simbólica... La principal sor-
presa consistió en que Isabel no asumió ni una posición decorativa ni tam-
poco una actitud que la situara por encima de todas las facciones en pugna.
Por el contrario, con pleno apoyo de López Rega y bajo su poderosa in-
fluencia, trató de manejar el gobierno y llevó adelante un programa de
derecha, de línea muy autoritaria, que alarmó incluso a las fuerzas tra-
dicionales...” 9 Gobernó poco, mientras el influyente López Rega organi-
zaba una fuerza para-policial que inició el “terrorismo de Estado”.
En marzo de 1975 un nuevo ministro de Economía, Celestino Rodri-
go, determinó “una devaluación superior al 100% y un aumento de los pre-
cios del sector (de empresas) público de hasta un 200%.” 10 A mediados de
año, López Rega y Rodrigo eran destituidos; la autoridad de la presiden-
ta se desvaneció, se la licenció por cinco semanas durante las cuales gober-
9 Idem, p. 124.
10 Idem, p. 135.
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11 “Apenas llegado a la Secretaría, Liotta invitó a la media docena de cirujanos cardiovasculares más destacados para pro-
ponerles la creación de una red de centros de cirugía cardiovasular distribuidos en el Interior. Más allá de la oportuni-
dad y necesidad de esa red, no era un buen comienzo para un Secretario de Salud en una situación sanitaria como la de
aquellos años. Se reiterarían las críticas sobre que desde Buenos Aires se asignaban recursos a asuntos que estaban lejos de
las prioridades del interior, y en esa ocasión la crítica estaría bastante justificada. Uno los cirujanos convocados de ellos,
mi compañero y amigo y compañero de practicantado Jorge Albertal, con quien me encontré en los pasillos del ministe-
rio, me preguntó sobre la pertinencia de una red semejante. Le expresé mis reparos, no por que no fuese bueno que en las
provincias se desarrollasen centros de cirugía cardiovascular, sino porque las necesidades en el interior eran muy grandes,
y había que establecer prioridades antes de que pudiera pensarse en cirugía cardiovascular en zonas con mortalidades in-
fantiles superiores al 100 por mil. Me preguntó si aceptaría charlar con los otros cirujanos y con la expresa autorización
del Secretario; la idea se materializó en unas pocas charlas de un par de horas cada una, desstinadas a presentarles la si-
tuación demográfica y sanitaria del país, la organización de la atención médica y la estructura y mecanismos del gasto
en salud. Albertal y Favaloro fueron los cirujanos que más preguntas hicieron y, que manifestaron mayor interés y ma-
yor sorpresa al informarse sobre e la situación sanitaria y social de algunas regiones pobres. Conversaron nuevamente el
tema con Liotta y la creación de la red se pospuso.”, JUAN CARLOS VERONELLI.
12 Cit. por BELMARTINO, S. Y BLOCH, C. El sector salud, Op. cit, p. 243.
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13 Belmartino recoge versiones que afirman que Carlos Canitrot habría sido no solo el autor del discurso de Posadas
sino el encargado de reunir a Aldo Neri, Alberto Prieto, Pablo Abadieía, Jorge Voskin y María Teresa Beas para ela-
borar un primer texto del proyecto que se envió a Madrid y recibió el visto bueno de Perón, en momentos en los
cuales Perón mantenía buenas relaciones con sus simpatizantes de izquierda. “Este grupo de técnicos se habría de-
dicado a la elaboración de un proyecto de ley, y aunque no tenía responsabilidades oficiales en la Subsecretaría,
trabajaba en contacto cotidiano con Liotta. Éste, a su vez, daba cuenta de los avances al ministro López Rega, que
se había convertido en interlocutor de la CGT.” BELMARTINO, S y BLOCH, C., El Sector, Op. cit, p. 243.
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14 NERI, A., Salud y política social, Hachette, Buenos Aires, 1982, p. 114.
15 “Trabajar con Sergio Provenzano fue un privilegio y el comienzo de una amistad que continúa con sus hijos”. Juan
Carlos Veronelli.
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19 MARTÍNEZ DE HOZ, J. A., Bases para una Argentina moderna. 1976-80.s/e. Buenos Aires, 1981, p. 109.
20 La Nación, 19 de mayo de 1979. Cit. por BELMARTINO y BLOCH, El Sector, Op. cit., p. 278.
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21 VERONELLI CORRECH, M. La alternativa democrática, Op. cit., p. 71, Veronelli Correch, M. La Alternativa Demo-
crática Argentina, Universidad Iberoamericana, Tesis Licenciatura de Ciencias Políticas, México, 1984. (mimeo-
grafiado).
22 El aumento de la velocidad de descenso de la mortalidad infantil y también el ligero aumento de la natalidad, en
esos años de dictadura militar, no tienen explicaciones simples. En el caso chileno, el mantenimiento de los pro-
gramas alimentación suplementaria para madres y niños pequeños, la extensión de la cobertura en pequeñas po-
blaciones a través de auxiliares y el sostenido descenso de la natalidad se esgrimieron como posibles determinan-
tes del descenso de la mortalidad infantil (de 70 por mil en 1973, año del derrocamiento de Allende, a 37 en 1979,
en un período de alto desempleo y gran concentración de la riqueza.
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23 “En enero de 1989, en mi última entrevista con el presidente Alfonsín, le presenté las informaciones que se habían reco-
gido en los servicios de salud de la Capital sobre el avance del SIDA. Cuando se enteró de la magnitud de las estimacio-
nes sobre el número de infectados, y de la incurabilidad de la enfermedad, exclamó: ...“ pero entonces el SIDA va a
matar más argentinos que los militares! ¿Cómo nadie me dijo nada de esto?” En 1997 los casos registrados de la en-
fermedad superaban los 10.000. Las campañas masivas de educación con mensajes claros tuvieron que esperar muchos
años, probablemente siempre por el temor de generar conflictos con la Iglesia. Juan Carlos Veronelli.
24 Véase el artículo de Juan Carlos Portantiero “La concertación que no fue: de la ley Mucci al plan Austral. En: NUN,
J. y PORTANTIERO, J. C. Ensayos sobre la transición democrática en la Argentina. Puntosur, Buenos Aires, 1987, p.
139-174.
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28 La inoportunidad dependía de la erosionada legitimidad de ejercicio del gobierno (reducida por los desaciertos en
el manejo de la economía y la indisciplina fiscal) y también del momento en que se planteaba (el penúltimo año
del período del mandato). Avellaneda federalizó la ciudad de Buenos Aires en el final de su mandato, pero el asun-
to se había debatido durante más de dos décadas, con propuestas que iban desde la pequeña ciudad de Santa Ma-
ría, defendida por Rawson, hasta la Isla de Martín García, sede de la Argirópolis de Sarmiento.
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33 Decreto 1490/92.
34 R.M. 432/92; 149/93; 798, 855 y 857/93.
35 Decreto 9/93; Ley 23.661 y otros.
36 R.M. 247/96.
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37 Decreto 1615/96.
38 Véase el Informe sobre la Salud Mundial de la OMS del año 2000.
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41 La erradicación de la fiebre aftosa se había logrado pocos años antes, con un retraso de décadas respecto de Chile
y de varios años respecto de Uruguay.
42 Sobre verdad y política véase ARENDT, H. Entre el pasado y el futuro: ocho ejercicios sobre la reflexión política. Ed. Pe-
nínsula, Barcelona, 1996, pp. 242-245 y 253-272.
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43 Casi nunca se utilizó esa denominación técnica para nombrarla. Puede consultarse SEN, A. Desarrollo y Libertad.
Op. cit., Capítulo 7, p. 199 y ss. Señala que las hambrunas modernas rara vez afectan a más del 5 ó 10% de la po-
blación y obedecen, más que a la inexistencia de alimentos para ciertos grupos de población, a la imposibilidad de
esos grupos para adquirirlos. La mortalidad, durante las hambrunas de cierta duración, corresponde en los regis-
tros, a muertes por infecciones ocurridas en los más vulnerables, es decir, en los individuos en los primeros o en
los últimos años de la vida.
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45 Los desvíos cometidos por las instituciones durante el “proceso militar” fueron apenas objeto de una limpieza su-
perficial, aceptándose que el tiempo haría olvidar todo, hasta la impunidad.
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46 La denuncia que Lasch hizo en Estados Unidos de esa segmentación despertó ecos en muchos intelectuales, sobre to-
do por su afirmación de que traicionaba o debilitaba la democracia. Ver LASCH, C. The Revolte of, Op. cit., pp. 25-92.
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54 “En el curso de los últimos diez años se ha reunido una extensa evidencia empírica utilizando las bases de datos de la
Columbia británica y esos hallazgos no son únicos, en Canadá o en otros países. El hallazgo común de este cuerpo de in-
vestigaciones es que el envejecimiento poblacional da cuenta de una pequeña proporción del aumento de los costos de
atención de la salud sucedidos en las tres últimas décadas, en Canadá o dondequiera. La utilización de servicios de aten-
ción de salud ha aumentado dramáticamente entre las personas de edad. Pero esto tiene menos que ver con el hecho de
que haya más personas de edad que con el hecho de que el sistema de servicios de salud hace mucho más por y pa-
ra ellos de lo que hacía una década atrás. Esto sugiere que la “atención apropiada” de las personas de edad debería ser
un tema central para la formulación de políticas y la administración de servicios y que las cuestiones demográficas por
lo menos a corto plazo no hacen sino ocultar las pistas”. BARER, M. L.; EVANS, R. G. & HERTZMAN, C. “Avalanche
or Glacier? Health Care and the Demographic Rhetoric”, Can. J. on Aging, 1995 14:2, pp. 193-234
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57 MAZZÁFERO, V. E., GIACOMINI, H. Y MARCONI, E. “Determinantes de violencia social frente al nuevo milenio”,
Revista del Instituto de Higiene y Medicina Social, 2000, 4 (4), pp. 9-19.
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Epílogo 685
Epílogo
Se escriben estas líneas desde el otoño del año 2003. El siglo
XXI ha comenzado en medio de estallidos de violencia, de to-
do tipo de violencias. La economía (con creciente desigualdad
tanto nacional como internacionalmente) mantiene una di-
rección que nadie cree que pueda sostenerse en el tiempo. El
progreso técnico, que produjo por siglos la mejoría paulatina
de la calidad de vida del conjunto social, ha sido expropiado
por unos pocos y es hoy el motor de la concentración de la
riqueza, la pérdida del empleo y la precariedad del trabajo. El
frágil e imperfecto orden jurídico y político internacional de
los finales del siglo XX se resquebraja y amenaza con derrum-
barse.
La pobreza y la miseria han alcanzado en la Argentina, co-
mo consecuencia de una larga historia poco asumida, niveles
nunca imaginados. En el primer semestre del año 2002 se pro-
dujo una hambruna, tal vez la primera de esas proporciones
en el país. Las muertes infantiles por la combinación del ham-
bre y la infección son una vergonzosa realidad que ya denun-
ciaba Penna a comienzos del siglo pasado, conocida desde ha-
ce siglos en las regiones del norte, como reiteradamente
denunciaba Oñativia. Su frecuencia se venía reduciendo (en
algunas zonas con desesperante lentitud), pero al recrudecer
ahora y ser difundidas desde las pantallas de televisión, han
conmovido a todos. Como muchas veces sucede, nos impactan
realidades que no veíamos porque no las queríamos ver.
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688 Epílogo
1 Las demandas de la población se refieren prácticamente siempre a la atención médica. El enfermo de SIDA no
cuestiona la ausencia de una oportuna campaña de prevención sino que reclama atención y fármacos. Reciente-
mente Even y Debré señalan: “En apenas un año se han anunciado (en Francia) 17 planes sucesivos de Salud Pú-
blica […] se llega, según la Sociedad Francesa de Salud Pública, a una ausencia total de sentido, mantenida por el
hecho de que sólo las crisis parecen ser tomadas en cuenta para definir una política de salud. Convendría —aña-
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Epílogo 689
den — salir de la gestión mediatizada e improvisada de los grandes temores relativos a sucesos minoritarios para
tener el coraje de focalizarse sobre la gestión de las verdaderas prioridades en la gestión de los riesgos. En los trein-
ta años por venir habrá entre nosotros 10 casos de muertes por encefalitis espongiforme bovina (vaca loca) contra
tres millones de fallecimientos por tabaquismo y consumo excesivo de alcohol, 90.000 fallecimientos de menores
de un año, 1.600 mujeres muertas en el parto, 30.000 suicidios entre los jóvenes. La lista de acciones de Salud pú-
blica necesarias es larga y los medios disponibles y la voluntad política bastante limitados. No se puede sino la-
mentar que la Salud Pública no disponga sino de 20.000 millones de francos, o sea el 20% del gasto en salud;
que ninguna acción de educación de la población, de prevención y detección temprana sea organizada desde las
escuelas y los barrios, apoyándose en la red de médicos generales.” EVEN, PH. et DEBRÉ, B., Avertissements aux
malades, aux medécins aux élus, Ed. La cherche midi, Paris, 2003, p. 108.
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690 Epílogo
2 Carrillo estuvo casi ocho años al frente de la Secretaría/Ministerio. Ningún otro secretario o ministro de Salud Pú-
blica consiguió igualarlo, y la mayoría de ellos estuvieron períodos menores a tres años, algunos sólo unos meses.
Si al ingresar, alguno supone que afronta como desafío la doma de un potro chúcaro, aprende luego que sólo se
trata de una jineteada, en las que el éxito se mide por el tiempo que consigue permanecer y por la forma en que
se cae.
3 Base de los sistemas de Austria, Bélgica, Francia, Alemania y Holanda.
4 Vigente en su esencia en Dinamarca, España, Finlandia, Grecia, Irlanda, Italia, Noruega, Portugal, Suecia y el Rei-
no Unido. El ejemplo de España, que transformó hace relativamente poco un sistema “profesional” en uno más
ambicioso y moderno de carácter “universal”, y lo hizo en todo el reino, a pesar de la fuerza que tienen las auto-
nomías, merece ser destacado.
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Epílogo 691
5 SAINT EXUPÈRY, A. de, Ciudadela, Goncourt, Buenos Aires, 1976, pp. 254-255.
6 Véase por ejemplo la ley francesa del 29 de julio de 1994.
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692 Epílogo
7 Expresión acuñada para los actos médicos por LAÍN ENTRALGO, P,. La Relación médico-enfermo, Rev. de Occiden-
te. Madrid, 1964, p. 457-469.
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Epílogo 693
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Índice de láminas 695
ÍNDICE DE LÁMINAS
Miguel Gorman . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Agustín Eugenio Fabre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
José Antonio Fernández . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
Juan José Montes de Oca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
Ireneo Portela. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148
Claudio Mamerto Cuenca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175
Portada de la Biografía de Guillermo Rawson . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178
Guillermo Rawson (Archivo General de La Nación) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182
Puerto de Buenos Aires hacia 1873, (Archivo General de La Nación) . . . . . . . . . . . . . 187
La avenida de las Palmeras, en Palermo. Alrededor de 1890. Buenos Aires Anteayer,
Manrique Zago ediciones, Buenos Aires, Argentina, 1983 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197
Portada de las Conferencias sobre Higiene Pública de Guillermo Rawson. . . . . . . . . . . . 201
Los niños del conventillo, 1905 Buenos Aires Anteayer. Op. cit. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 208
Eduardo Wilde, (Archivo General de La Nación) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217
Juan Ángel Golfarini . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 220
Pedro Mallo, (Archivo General de La Nación) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221
Portada de Curso de Higiene Pública, de E. Wilde . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225
José Mariano Astigueta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245
La revolución del Parque. Esquina de Talcahuano y Lavalle. 1890. Buenos Aires
Anteayer, Op. cit. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253
Portada de La peste bubónica, de J. Penna. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 260
Luis Agote en su biblioteca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 261
Reunión de una sociedad de la comunidad italiana (alrededor de 1880) Buenos Aires
Anteayer. Op. cit. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 265
Emilio Coni (Archivo General de La Nación) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 282
Despacho de Emilio Coni, (Archivo General de La Nación) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295
Cecilia Grierson. (Archivo General de La Nación) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 302
La distribución de la leche a fines del siglo XIX. Buenos Aires Anteayer, Op. cit.. . . . . . 303
La distribución de la leche a comienzos del siglo XX. Buenos Aires Anteayer, Op. cit. . . 304
“Incubadora”, lamina que acompaña a una carta de Coni desde París a La Prensa . . . 307
Plano de red de agua (ciudad de Mendoza) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 317
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696 Índice de láminas
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Índice de nombres 697
ÍNDICE DE NOMBRES
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698 Índice de nombres
Aráoz Alfaro, G. 11, 22, 30, 109, 123, Bachmann, A. 384, 404-405
146, 167, 168, 177, 178, 180, 181, Badaracco, J. 631
182, 184, 190, 192, 201, 207, 211, Bailliare, J. B. 291
212, 233, 238, 240, 242, 244, 245, Baily, S. B. 485
254, 258, 262, 282, 298, 301, 333, Balado, M. 490, 492
340, 348, 355, 359, 361, 362, 364, Balbín, R. 541, 599, 659-660
369, 370, 373, 374, 380, 383, 384, Balcarce, J. R. 122, 124-125
395-400, 404-409, 415-416, 421, 424, Baliña, 406
426, 428, 431, 434, 446, 501, 517, Balmis, J. de 89
546, 549, 574, 593, 595, 598, 635, Balossi, E. 610
680-681, 691 Bandoni, A. 617
Arata, N. 249, 292, 294, 297, 350-351, Barba, E. M. 56-57, 62
357 Barbeito, A. C. 453, 653
Araujo G. 161 Barbieri, A. 351, 369, 404
Aráuz, M. 204, 233, 249 Barcia, S. 332
Arce, J. 407, 411, 490, 492 Bard, L. 400, 404, 406
Archila, R. 71 Barer, M. L. 681
Arciniegas, G. 43 Baria, M. 79
Arechaga, G. 88 Baring Brothers, 225
Arendt, H. 673 Barley, R. 62-63
Argerich, A. 149 Baroa, Dhiman 151
Argerich, C.M. 85-86, 88, 90-91, 100, 105, Barrenechea, J. J. 586. 610
114, 176 Barrès, M. 417
Argerich, F. 57, 82, -83, 86, 105 Barrios Arrechea, R. 667
Argerich, J. A. 159 Barrios Pimentel, J. I. 161
Argibay Molina, 549 Bateman, ing. 161, 203-204, 225
Arismendi, 79 Bauer, C. 629
Aroche, J. I. 88 Beas, M. T. 634, 658
Arreaza Guzmán, A, 591 Becker, D. 588
Arredondo, marqués de 83, 91, 199, 224 Beek-Herzog, 145
Arrieta, R. A. 128 Behm, H. 210
Artaza, D. 322 Bejarano, J. R. 588
Artigas, J. 103, 105, 108, 228 Belgrano, M. 73, 92, 106, 144, 161, 188,
Astete, Padre 124 227, 258
Astigueta, M. 244-246, 248, 256, 267-268, Béliz, G. 640, 666
283, 301 Bell, 173
Auschutz, G. 369 Bélmar, M. A. 146, 186
Ávalos, general 455-456, 579 Belmartino, S. 410, 440, 549, 552-553,
Avellaneda, N. 115, 146-147, 165-166, 586-587, 589, 611, 614, 657, 658, 660,
199, 215, 218, 221, 223-228, 234, 266, 663, 665, 666
287, 339, 667 Belou, P. 181-182, 184
Ávila, A. 408, 470,593 Benaim, J. 631
Azevedo Sodré, A. 353, 355 Benavídes, N. 185-189, 203
Aznares, E. P. 86 Benegas, T. 250
Bentham J. 111, 153
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