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RESUMEN

“LA ADMINISTRACIÓN DESLEAL EN EL


DERECHO PENAL CHILENO”
OBSERVACIÓN PREVIA (JLC)
El marco jurídico en que se funda el texto ha cambiado significativamente. La Ley Nº 21.121 de
2018 introdujo una figura genérica de administración desleal en el art. 470 Nº 11 del CP. Esta
disposición fue modificada por la Ley Nº 21.595 de 2023 (Ley de Delitos Económicos).
Art. 470 N° 11, inciso primero: … Al que teniendo a su cargo la salvaguardia o la gestión del
patrimonio de otra persona, o de alguna parte de éste, en virtud de la ley, de una orden de la
autoridad o de un acto o contrato, le irrogare perjuicio, sea ejerciendo abusivamente
facultades para disponer por cuenta de ella u obligarla, sea ejecutando u omitiendo cualquier
otra acción de modo manifiestamente contrario al interés del titular del patrimonio afectado.
A pesar de los cambios en el marco legal, el trabajo conserva su relevancia. Se examinan figuras
vigentes de la época, determinando si proporcionaban la protección del patrimonio adecuada
contra la administración desleal. El análisis de delitos como la apropiación indebida, la estafa y
ciertos delitos funcionarios sigue siendo vigente, incluso después de las reformas. Además, el
impacto de este trabajo en la consagración de la figura legal que nuestro derecho ha adoptado le
confiere un valor histórico.

I. EL PROBLEMA
Este trabajo se centra en el estatus jurídico-penal de ciertas conductas, como cuando el
administrador de una sociedad vende los bienes de esta a precios muy bajos, otorga créditos sin
garantías a deudores insolventes o incurre en grandes deudas o gastos innecesarios, causando
perjuicio económico a la sociedad. Estas acciones se conocen en el derecho comparado como
administración desleal, fraudulenta o infiel. Tienen en común que el agente tiene un poder
legítimo para disponer del patrimonio ajeno, ejerciéndolo de manera irregular y en contra de los
intereses de la sociedad (ataque patrimonial desde dentro).
En las páginas siguientes se analiza la posibilidad de subsumir estas conductas en los tipos
penales del CP y de leyes especiales.

1
II. INEXISTENCIA DE UN TIPO GENERAL ESPECÍFICO DE ADMINISTRACIÓN
DESLEAL EN EL DERECHO CHILENO

1. Las “administraciones desleales” del § 8 del Título IX del Libro Segundo del Código
Penal
El CP chileno no contiene ninguna disposición general de administración desleal. Lo que
se entiende por un tipo de administración desleal es una figura penal que reprime per se la
administración desleal, no solo como la aparición de otra conducta típica. Entonces, no
constituyen hipótesis de esta las de los N3 (comisionistas) y N4 (capitanes de buque) del art.
469, que simplemente son hipótesis específicas de estafa.
En estos casos sí hay administración desleal, pero no se sanciona la deslealtad, sino que el
hecho de defraudar mediante un engaño al rendir cuentas, eso es lo que se castiga. Si la
persona no miente y exhibe lo que está haciendo, no incurre en los delitos, lo que demuestra
que son estafas cometidas con ocasión de una administración desleal.
Algo distinto ocurre con la que pareciera ser la única tipificación inequívoca de
administración desleal en el CP, el art. 479 N2, a través del cual se reprime directamente la
administración abusiva de los capitanes de buque que ejecutan actos de disposición en
nombre del naviero fuera de los casos previstos por la ley o sin las solemnidades, afectando
el patrimonio ajeno. Se castiga directamente la administración desleal, ya que no se requiere
engaño alguno.
Es un delito circunscrito a una materia muy específica, por lo que la norma no puede servir
como cláusula general de administración desleal.
2. La legislación especial
Tampoco existen normas suficientes al respecto.
La Ley 18.046 sobre S.A. contiene prohibiciones a los directores y gerentes dirigidas a
resguardar el interés de la sociedad frente al interés personal de estos, pero solo da lugar a
responsabilidad civil y sanciones administrativas. Ciertas disposiciones aluden a “las
sanciones penales que correspondan”, pero estas no se encuentran previstas.
La Ley General de Bancos establece rigurosas limitaciones de crédito, pero la única sanción
a quien lo comete son multas administrativas. Las posibles consecuencias penales por
administración desleal se dan indirectamente.
Una excepción relevante pero acotada se encuentra en la Ley de Mercado de Valores, la cual
establece una sanción penal para quien infrinja la prohibición de auto-contratación que recae
sobre las sociedades administradoras de fondos fiscalizados por la Superintendencia de
Valores y Seguros.

2
Se concluye que las leyes especiales no subsanan el vacío del CP.

III. POSIBLE APLICACIÓN DE TIPOS PENALES GENERALES


Ante la ausencia de un tipo penal específico, cabe preguntarse si las conductas de administración
desleal podrían subsumirse en los tipos generales respecto de la protección de la propiedad y el
patrimonio.
1. Inaplicabilidad del tipo de estafa
Aunque algunas hipótesis de administración desleal contengan elementos relacionados con las
exigencias de la estafa, por razones estructurales, este tipo penal no es aplicable a la
administración desleal. Considerando el concepto de estafa desarrollado por la doctrina y
jurisprudencia desde los 60, aplicable a todas las hipótesis de estafa, esta “supone un engaño que
produce un error en virtud del cual se realiza una disposición patrimonial perjudicial”.
En la administración desleal no se da el núcleo esencial de la estructura de la estafa, ya que no
es un tercero engañado el que efectúa la disposición patrimonial perjudicial, sino que es el
mismo agente. Puede ser que ejecute conductas engañosas para no ser descubierto, pero estas
serían simplemente maniobras de autoencubrimiento, no engaño en los términos de la estafa.
2. Amplia (pero condicional y tardía) aplicabilidad de los tipos de insolvencia punible
Generalmente, los delitos de insolvencia punible se miran desde los terceros afectados por la
crisis del fallido1 (ej. acreedores). Pero respecto de fallidos cuyo patrimonio es administrado
por otros (caso de personas jurídicas), los tipos penales, desde la perspectiva del fallido, se
muestran como tipos de administración desleal.
Esto todavía no logra apreciarse con claridad en el art. 466 del CP, cuyas conductas típicas tienen
una clara tendencia a la protección de los acreedores, pero sí se puede apreciar cuando se
consideran desde esta otra perspectiva diversas hipótesis típicas previstas en la Ley de
Quiebras. Por ejemplo, el art. 220 se refiere a conductas que, realizadas sobre patrimonio ajeno,
constituyen administración desleal. Estas están previstas como conductas del fallido y la propia
ley se encarga de regular la responsabilidad penal de los administradores.
Los tipos de insolvencia punible no son capaces de proteger adecuadamente contra la
administración desleal. El déficit fundamental de la Ley de Quiebras es que su aplicación
presupone la declaración de quiebra, con lo que (1) llega necesariamente tarde o (2) cuando el
patrimonio del fallido es lo suficientemente sólido como para resistir la mala administración sin
caer en insolvencia.
3. Aplicabilidad parcial de la apropiación indebida
Algunas hipótesis de administración desleal pueden satisfacer las exigencias del tipo de
apropiación indebida → art. 470 N°1: los que en perjuicio de otro se apropiaren o distrajeren
1
Persona declarada en quiebra.

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dinero, efectos o cualquiera otra cosa mueble que hubieren recibido en depósito, comisión o
administración, o por otro título que produzca obligación de entregarla o devolverla.
Para determinar en qué medida una hipótesis de administración desleal satisface las
exigencias del tipo, se requiere un examen de los alcances de este tipo penal, respecto del que
no hay completa claridad. Se tratará la apropiación indebida de dinero, porque es el aspecto
más problemático y a partir de él se han desarrollado en el derecho comparado esquemas
conceptuales relevantes en relación a la administración desleal.
a. La apropiación indebida de dinero en el debate chileno
Hay discusión respecto del alcance de la conducta típica de la apropiación indebida. Hay
consenso en que “apropiación” significa todo acto que importe comportarse como señor y
dueño de la cosa recibida y, materialmente, consiste en no restituir la cosa, reteniéndola o
disponiendo de ella (consumo o enajenación).
No hay consenso respecto del significado de la distracción típica. Algunos autores y parte de la
jurisprudencia señalan que constituye delito el hecho de dar a la cosa un uso diferente al
previsto, pero esto conduce a resultados desproporcionados. Esta consideración se confirma
por la equiparación valorativa y penológica que hace la ley entre apropiación y distracción,
sugiriendo que ambas hipótesis tienen un desvalor similar.
Es preferible la interpretación que ve a la distracción como una especie de apropiación en que
hay ánimo de señor y dueño, pero sin confundirla con el mero uso indebido de la cosa. Sería
una apropiación transitoria, con el propósito de restituir. Hay cierto respaldo jurisprudencial.
En el derecho comparado hay consenso en que el uso indebido no constituye conducta típica
mientras no signifique una pérdida del valor de la que el agente se haya apropiado. En el
derecho italiano, la expresión “distracción”, contemplada hasta el 1990 en el tipo de
malversación de caudales públicos, fue entendida por algunos como uso indebido. Esto se
debió a la orientación del patrimonio público a la consecución de fines públicos y a la calidad
del funcionario como sujeto con deberes con esos fines. Esto se puede apreciar en el art. 236
de nuestro CP, el cual contiene el delito funcionario de aplicación pública diferente, que es un
uso indebido sin apropiación y carece de correlato con el ámbito de la economía privada.
Volviendo al derecho chileno, lo más perturbador de la interpretación del delito de apropiación
indebida tiene relación con la aplicación del tipo a géneros, particularmente al dinero. Los
conceptos de apropiación y distracción se pueden aplicar sin dificultad a especies o cuerpos
ciertos (ej. herramienta).
Respecto del dinero, quien lo recibe puede disponer de los billetes recibidos2, ya que todos los
títulos son traslaticios de dominio y quien los recibe se hace dueño de ellos, quedando obligado
a restituir una cantidad equivalente a la recibida.

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A menos que el dinero se entregue como cuerpo cierto (ej. individualización de los billetes por su número de serie).

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La única excepción adicional a la del dinero entregado como especie o cuerpo cierto, son los
casos en que no se entrega la custodia del dinero, sino solo la aprehensión física transitoria y
controlada de este, como el caso de quienes son cajeros, cuando deben recibir mecánicamente el
dinero para luego ser recolectado por terceros.
Al margen de estos casos, haciéndose el que recibe dueño del dinero entregado, hay serios
problemas para la aplicación del delito de apropiación indebida:
i. No puede hablarse de apropiación, porque el que recibió el dinero se hizo dueño de
este y no puede apropiarse de lo que ya es propio.
ii. No puede hablarse de distracción, ya que no es posible ningún tipo de apropiación y
si fuera posible, no sería transitoria, sino definitiva, ya que la restitución simplemente
sería el pago de una cantidad equivalente.
En síntesis, no puede haber apropiación indebida de dinero, pero son muy pocos los que
sostienen esto, ya que va contra el tenor literal de la ley, que se refiere a este tipo de
apropiación. La mayoría de la doctrina ha procurado fundar la posibilidad de una apropiación
indebida de dinero recibido como género. Además, la doctrina debe encargarse del hecho de que
no toda omisión de devolver dinero es un delito, ya que así todo préstamo impago estaría
criminalizado, lo que añade el desafío de espantar a la prisión por deudas.
Hay 2 aproximaciones al tema. La primera señala que la apropiación de dinero no se verifica
con la apropiación o distracción, sino que con la negativa de pagar una cantidad
equivalente. Esta doctrina concibe al tipo como un delito de omisión propia. Su debilidad
radica en que no explica cómo puede incurrir en el delito quien se ha hecho dueño del dinero
recibido; ni en virtud de qué solo algunas omisiones de pago configuran el delito.
La segunda aproximación (Politoff) señala que si el que recibe el dinero se hace dueño de este
(regla general, porque lo normal es que las cosas consumibles se entreguen para ser
consumidas), no se podrá configurar el delito, incluso si no devuelve una cantidad
equivalente, ya que solo sería un incumplimiento civil. Sin embargo, puede ser que la cosa
consumible no se entregue para ser consumida (título traslaticio de dominio), sino en mera
tenencia, y en este caso sí puede configurarse el delito. Si estamos ante el segundo caso y el
pago de una cantidad equivalente conlleva la impunidad del sujeto, no es porque no haya
habido apropiación o distracción típica, sino porque no se verificó el perjuicio exigido por la
ley. Ideas similares exponen Etcheberry y Garrido, para quienes el perjuicio es el resultado
típico de la figura, deberían concluir que, habiendo apropiación, el pago del valor equivalente
solo impide la consumación del delito, pero no la punición por delito frustrado.
Esta interpretación se hace cargo de los problemas: (1) reconoce que, generalmente, el que
recibe dinero se hace dueño de este y no puede incurrir en el delito de apropiación y; (2)
ofrece una forma razonable de distinguir entre estos casos y aquellos en que sí sería posible
que haya apropiación y delito, explicando la razón por la que, a pesar de haber apropiación

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típica, el pago posterior excluye la punibilidad de la conducta, por lo menos a título de
consumación. Sin embargo, es incompatible con el derecho civil, ya que las obligaciones de
dinero son de género por regla general, por lo que siempre se debe una cantidad de dinero y
no monedas o billetes determinados, lo que tiene como consecuencia que el que entrega
dinero hace tradición y pierde el dominio de este, obteniendo un crédito sobre una cantidad
equivalente.
Este principio se refleja en el art. 2221 del CC: En el depósito de dinero, si no es en arca
cerrada cuya llave tiene el depositante, o con otras precauciones que hagan imposible tomarlo
sin fractura, se presumirá que se permite emplearlo, y el depositario será obligado a restituir
otro tanto en la misma moneda. Entonces, si no se asegura el carácter de especie del depósito,
prima el carácter genérico del dinero. No hay una norma así para el comodato porque no se
cuestiona que recae sobre una especie cuyo uso se autoriza (préstamo de uso, bien no
consumible), así como en el mutuo no se cuestiona el carácter genérico del objeto (préstamo de
consumo). Hay pocas normas respecto de otros contratos donde una de las partes pone a
disposición de la otra una cantidad de dinero, pero las pocas confirman el principio. Por ejemplo,
el art. 2153 del CC respecto del mandato confirma los principios de que “las cosas perecen
para su dueño” y “el género no perece”. Esto es así porque, salvo por los casos excepcionales
de dinero resguardado como especie, el mandatario se hace dueño del dinero recibido,
contrayendo una obligación genérica con el mandante.
La interpretación del art. 470 N1 del CP no puede apartarse de estas conclusiones, ya que en esta
materia el derecho penal debe ser accesorio, sin poder desconocerle la calidad de dueño de
una cosa a quien lo es en virtud del derecho privado. El desarrollo de un concepto penal de
dominio traería contradicciones y consecuencias indeseadas. Se busca evitar excesos punitivos.
No hay entregas de dinero en mera tenencia, siempre son en dominio, por lo que el nuevo
dueño puede disponer libremente de él, sin perjuicio de la deuda adquirida. Respecto de las
consecuencias: (1) no hay apropiación indebida de dinero o (2) esta requiere una
fundamentación capaz de superar los problemas planteados, como el de legitimación
político-criminal, ya que la idea de imponer una sanción penal por no devolver una suma
equivalente a la recibida sería prisión por deudas. Aunque la distinción respecto del título de la
entrega pueda ser útil y plausible en ciertos contextos, mientras la punibilidad no se funde en
algo que trascienda los requisitos de la responsabilidad contractual, es innegable que se está
castigando por no pagar lo debido.

b. Notas de derecho comparado


Las reflexiones precedentes tienen una manifiesta semejanza legislativa con el derecho español.
Parece útil observar otros modelos de regulación de la apropiación indebida y la referente al
dinero.

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En el derecho alemán, hasta 1998, el tipo básico de apropiación indebida exigía que el agente
se apropiara de una cosa mueble ajena que tuviera en posesión, sin aludir a una entrega
previa ni al título. La situación del dinero dependía de si se tenía en posesión (y no en dominio
(esto depende de las reglas del derecho civil)), por lo que, si hubo entrega previa del dinero, no
había apropiación indebida. Con la reforma de 1998 se renunció a la exigencia de posesión,
limitándose a reprimir la apropiación solo si el hecho no tiene una pena más grave en otras
disposiciones y sin haber alterado el régimen del objeto del delito (cosa mueble ajena). El BJP es
solo la propiedad y, lo que sería apropiación indebida de dinero solo es punible a título de
estafa o administración desleal.
El derecho austriaco habla de “apropiación indebida de bienes confiados”, la que consiste en
la apropiación, para sí o un tercero, de un bien que ha sido confiado al agente, hecha con el
propósito de enriquecerse. No se exige ajenidad para evitar lagunas de punibilidad derivadas
de que la entrega de una cosa fungible conlleva el traspaso del dominio, haciéndose cargo del
caso en que una suma de dinero pasa a la propiedad del agente pero que económicamente
pertenece a otra persona. No parece hacerse cargo de la necesaria delimitación con el simple
incumplimiento contractual y se sugiere, por lo menos respecto del dinero, la idea de prisión
por deudas.
El CP francés habla de “abuso de confianza”, el cual consiste en distraer, en perjuicio de
otro, fondos, valores o un bien que le hayan entregado y que haya aceptado con cargo de
devolverlo, presentarlo o hacer con ellos un uso determinado. Aunque la consideración del
dinero como objeto del delito produce dificultades, es decisivo si se le otorgó o no al agente la
facultad de disponer de este en beneficio propio y si no es así, hay distracción y abuso de
confianza. Al valorar dogmáticamente esta solución, se debe tener en cuenta que el tipo penal
francés no se sostiene en la idea de apropiación, sino que en la noción literal de abuso de
confianza. Las cosas incorporales también pueden ser objeto del delito y el perjuicio puede ser
material/moral y actual/eventual, ya que lo decisivo es que haya abuso de confianza. La
restitución de la cosa que se ha dispuesto indebidamente no impide que haya distracción.
La situación del derecho italiano es más problemática. Se castiga al que, para beneficio suyo
o de un tercero, se apropia de dinero o cosa mueble de otro, cuya posesión tiene por
cualquier título. La opinión dominante ve a la propiedad como el BJP en esta figura. El dinero
como objeto del delito habría impedido una interpretación del tipo penal compatible con las del
derecho privado. Entonces, se excluye de la tipicidad la posesión que se tiene en virtud de un
título traslaticio de dominio y se admite que no tendría aplicación el principio civil según el
cual la propiedad de las cosas fungibles genéricas se transmite con la entrega. Algunos
sostienen que el concepto de ajeneidad del Derecho Civil no es vinculante para el Derecho
Penal. Todo esto no obstaría al uso del dinero, siempre que subsista el propósito y la
posibilidad de pagar la cantidad equivalente. En este contexto se ha sostenido que hay una
“propiedad en sentido penal”, protegiendo el destino originario dado a la cosa.

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El derecho español tiene textos legales virtualmente idénticos al nuestro. En jurisprudencia y
doctrina hay un consenso lleno de contradicciones. La mayoría sostiene que el dueño no puede
ser sujeto activo del delito, ya que el que recibe dinero se hace dueño de este, pero al mismo
tiempo se admite, en virtud de la justicia material, la aplicación del tipo penal a supuestos de
no devolución de dinero recibido como género, sin explicar como el dueño se apropia de lo
propio ni cómo distinguir entre delito e incumplimiento contractual.
La dogmática española ha intentado superar esta situación, reconociendo lo problemático del
carácter genérico y fungible del dinero como objeto del delito de apropiación indebida, por lo
que no hay lugar para este o se castiga al dueño por su incumplimiento, lo que podría constituir
prisión por deudas. El problema es que se menciona expresamente al dinero en la ley.
Prescindiendo del problema dogmático, Manjón-Cabeza señala que la apropiación de dinero
recibido como género no atenta contra la propiedad y que el BJP debe ser otro,
distinguiendo si la conducta recae en una cosa no fungible o fungible. Si no es fungible, el
BJP es la propiedad y si es fungible, es el derecho al cumplimiento de la obligación o el
“derecho de crédito”, lo que sugiere prisión por deudas, pero ha sido negado por la autora,
sosteniendo que la no devolución solo se castigará en ciertos casos. Al ser inaplicable la
distinción entre título traslaticio y no traslaticio de dominio, la autora utiliza la distinción
civil entre débito y responsabilidad, señalando que solo da lugar a la apropiación indebida
un título respecto del cual: (1) la devolución del dinero constituye débito; (2) sea título de la
entrega y la devolución y; (3) que otorgue disponibilidad restringida sobre el bien. Tiene un
criterio similar al de Politoff, pero la diferencia principal es que no busca negar la adquisición
del dominio.
La consideración del derecho de crédito como BJP ha sido recogida por De la Mata Barranco,
quien considera que el criterio no es suficiente y que también debería exigirse la lesión
material del BJP. Además, destaca el potencial de la alternativa típica de la distracción, si no
se asocia a la apropiación, para recoger la no devolución de objetos genéricos, que no son
susceptibles de ser apropiados por quien los recibió.
Queda pendiente el tema político-criminal, ya que no se justifica la protección del derecho
de crédito. No es suficiente la idea de cierta deslealtad por parte del deudor, ya que todo deudor
que incumple defrauda la confianza de su acreedor.
En los últimos años se ha desarrollado una tesis que sostiene que el CP español daría cabida a 2
tipos penales: (1) apropiación indebida, que es un delito contra la propiedad que consiste en la
apropiación de una especie o cuerpo cierto recibido con cargo de restituir y (2) distracción
indebida de dinero u otra cosa genérica, el que sería una hipótesis de administración desleal
de patrimonio ajeno. Esta tesis ha sido promovida por el TS, señalando que el CP, además del
tipo clásico de apropiación indebida, se refiere al dinero, un tipo de gestión desleal que se
comete cuando el administrador o comisionista perjudica patrimonialmente a su principal,
distrayendo el dinero sin restituirlo. Acá no se afecta la propiedad, debido al carácter

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fungible del dinero, por lo que se requiere un perjuicio patrimonial al titular como
consecuencia de la distracción y el autor debe tener conocimiento de este.
Esta interpretación abre la posibilidad de restringir los alcances del tipo penal en relación con
el dinero, para así impedir sanciones penales por un simple incumplimiento contractual. Sin
embargo, tiene defectos.
El primero consiste en que no se ha desarrollado. Se puede afirmar que en estos casos no se
castiga por no pagar lo debido, sino que, por la administración desleal del dinero recibido con
fines determinados, pero no queda claro lo que reemplaza al incumplimiento. No se ha
desarrollado el concepto penal de administración desleal ni los criterios según los que se
debe analizar la posible tipicidad de una conducta. Con todo esto, la prisión por deudas se
legitima en cierta forma.
Además, mientras el subtipo de distracción no se limite, está el riesgo de que la apropiación
se vuelva prescindible, ya que, si la omisión de pagar una cantidad equivalente a la recibida
en dominio es considerada como administración desleal del patrimonio ajeno, se podrá decir
lo mismo respecto de conductas más tenues sobre cosas ajenas con cargo de devolverlas, sin
que haya apropiación.
El mayor problema es el uso que se le ha dado, amenazando con convertir a la apropiación
indebida en el tipo de administración desleal por antonomasia, por sobre el nuevo tipo de
administración desleal societaria del CP español. Todo esto pareciera llevar a un tipo muy
genérico y cada vez más desvinculado de la idea de apropiación indebida de la misma ley.
c. Esbozo de una nueva interpretación de la apropiación indebida de dinero: la
distracción como hipótesis especial de insolvencia punible
Se entiende que el art. 470 N°1 del CP acoge 2 figuras delictivas. Por un lado, la apropiación
indebida, delito contra la propiedad que recae sobre especies o cuerpos ciertos ajenos,
consistente en la disposición de estos como señor y dueño. Por otro lado, la distracción
indebida de dinero, delito contra el patrimonio que solo recae sobre cosas genéricas y cuya
conducta típica consiste en el no pago jurídico, según ciertos criterios.
Esto ofrece una forma razonable de abordar los problemas respecto de la aplicación del tipo de
apropiación indebida de dinero entregado como género, la cual parece inevitable al tenor del art.
470 N°1. Esta interpretación permite, sin contradicción con el derecho privado, que la
hipótesis de distracción sea concebible respecto del dinero y debería imponer exigencias
adicionales al afirmar la tipicidad de una figura delictiva en la cual ha bastado la simple
omisión de devolver una cantidad equivalente.
El concepto de distracción puede construirse sobre las mismas representaciones que la
apropiación indebida de dinero. Si se asume que la conducta típica no es la simple disposición
del dinero y se identifica con la omisión del pago de una cantidad equivalente a la recibida,

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se debe fundamentar el carácter penalmente reprochable de la omisión, es decir, qué justifica
una reacción penal frente a algo que en principio sería el incumplimiento de una obligación
civil.
La diferencia principal con la opinión dominante es que el necesario plus de relevancia
jurídico-penal no puede estar dado solo por las características del título de la entrega, ya
que estas solo fundan la ilicitud civil del eventual incumplimiento, sin fundamentar el reproche
penal. Solo ciertos títulos en virtud de los que se ha recibido dinero dan lugar a la aplicación del
art. 470 N°1, destacando el mandato y la sociedad, que se caracterizan porque las cantidades
entregadas están vinculadas a los fines de quien las entrega, lo que implica gestión de
negocios ajenos, lo cual no desaparece por el carácter traslaticio de la entrega de dinero.
Debe avanzarse desde la mera omisión del pago de una cantidad equivalente a la recibida a un
análisis de la conducta previa del agente que denote administración desleal, ya que la
omisión por si sola no puede fundar la responsabilidad penal. La conducta previa debe
defraudar los intereses patrimoniales ajenos que se debían resguardar.
Estas consideraciones sugieren que la noción que mejor expresa el contenido de injusto de la
distracción no es la administración desleal, sino que es la insolvencia punible, en que se afecta
el patrimonio ajeno a través de la gestión del patrimonio propio. La distracción típica del art.
470 N°1 sería una hipótesis de insolvencia punible, no sujeta a requisitos formales, respecto de
la omisión de la devolución de la cantidad de dinero o géneros recibida en virtud de un
título que conlleva el resguardo de intereses patrimoniales ajenos. En cuanto hipótesis de
insolvencia punible, supone un comportamiento económico muy descuidado, lo que se puede
valorar según los criterios de la Ley de Quiebras.
Solo bajo estas condiciones se podría sostener que la apropiación (más bien distracción) no
constituye prisión por deudas.
d. Límites de la apropiación y la distracción indebidas como tipos de administración
desleal
En las últimas páginas se ha propuesto interpretar a la distracción como un delito contra el
patrimonio similar a la administración desleal de géneros, pero se quiere demostrar que esta
hipótesis no ofrece una respuesta adecuada al problema expuesto en el artículo.
La administración desleal puede tomar la forma de una apropiación o distracción indebida
en ciertos casos, pero no siempre es así. Los alcances de esta variante y del art. 470 N°1 son
limitados, por lo que el tipo no puede servir de tipo genérico de administración desleal. Las
limitaciones más evidentes son las siguientes:
i. Ambas conductas típicas tienen como objeto las cosas corporales muebles, excluyendo
las cosas incorporales, como el dinero giral, el cual es muy importante respecto de la
administración desleal de patrimonio ajeno.

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ii. Es atípica la disposición indebida de bienes raíces ajenos.
iii. Son atípicas las conductas que, en vez de producir una merma del activo, aumentan el
pasivo, como cuando se asumen indebidamente deudas que no corresponden.
Lo más dudoso respecto de la aplicación del art. 470 N°1 a casos de administración desleal es si
es correcto decir “apropiarse” y “distraer”, considerando que se actúa por nombre y cuenta de
otro, con poderes de disposición sobre su patrimonio. Politoff ha señalado que mientras el
administrador actúe por cuenta y riesgo del mandante, es mero tenedor y no comete
apropiación. Si tiene la facultad de disponer de los bienes, las disposiciones no pueden importar
una apropiación.
Politoff advierte que siempre se debe analizar si una supuesta mala administración del
patrimonio ajeno es una apropiación indebida encubierta, pero no dijo nada más al respecto.
Los criterios de distinción en distintos países no son claros. La jurisprudencia francesa atiende
a los móviles del agente y respecto de sociedades, al interés social, conceptos bajo los que
subyace la idea de conflicto de intereses. En España, Gómez Benítez distingue según un criterio
subjetivo, la intención del administrador, ejemplificando con el caso del autopréstamo de
este: si es con el propósito de devolver y no hay ánimo de ocasionar perjuicio, la conducta es
atípica; si confía en la devolución, pero es consciente de que está en condiciones económicas
desventajosas es administración desleal y si se presta con el propósito de no devolver es
apropiación indebida. Si se quisiera utilizar un criterio objetivo, se podría hablar de
apropiación indebida encubierta cuando los actos de administración llevan al traspaso
gratuito o excesivamente favorable y definitivo de la cosa desde el dueño al administrador o
personas vinculadas a este.
4. Aplicabilidad de ciertos delitos funcionarios
No debería haber dificultades para aceptar que ciertas hipótesis de administración desleal son
subsumibles en distintos tipos de malversación de caudales públicos. Las dudas sobre la
legitimidad de la relevancia jurídico-penal de la no devolución de dinero entregado como
género en este contexto aparecen resueltas con la infracción de deberes funcionarios. Además,
la consagración de una hipótesis de malversación imprudente y otra de aplicación arbitraria
pública diferente amplían bastante la posibilidad de capturar disposiciones abusivas de caudales
o efectos públicos cuya custodia fue confiada en virtud del cargo.
Estos tipos penales tienen limitaciones evidentes para hacer frente al problema de la
administración desleal. Por ejemplo, la conducta debe recaer sobre cosas corporales y
muebles.
Estas limitaciones pueden ser eludidas aparentemente por la regulación del fraude al Fisco
del art. 239 del CP, ya que es un delito contra el patrimonio estatal en su conjunto, por lo que
la conducta típica no necesita recaer sobre cosas determinadas. La dificultad que ofrece el
art. 239 se relaciona con la desmesurada amplitud, apenas conciliable con el principio de

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reserva legal, ya que el delito consiste simplemente en defraudar al Estado. Los fraudes pueden
verificarse a través de ajenidad o abuso de confianza.
Sin embargo, un importante sector de la doctrina nacional señala que la figura es tan amplia
que asume tanto hipótesis de engaño como de abuso de confianza, lo que lleva a renunciar a
precisar los contornos de la figura, lo que sería contrario al mandato de certeza en materia
penal. Es por esto por lo que son preferibles interpretaciones que circunscriban el tipo a
alguna forma defraudatoria tradicional.
Politoff, Matus y Ramírez han sostenido que el art. 239 contiene una hipótesis especial de
estafa, calificada por el sujeto activo (funcionario público) y por el sujeto pasivo (Fisco).
Esta interpretación limita los alcances del tipo, pero lo hace en términos tan extremos que se
puede dudar de su plausibilidad, ya que, si es una estafa, el delito no lo comete el funcionario
que dispone sobre el patrimonio estatal, sino que lo comete el funcionario que engaña a
otro que actúa por el Estado y obtiene que este realice una disposición perjudicial del
patrimonio, lo cual no es común, porque los funcionarios rara vez son contraparte del
Estado.
Esto último sugiere que la norma no tiene en vista situaciones en que el funcionario es
contraparte del Estado, sino aquellas operaciones en que representa al Estado frente a
terceros, lo que se confirma por el origen histórico del precepto (Código español de 1850).
El modelo español era mucho más claro al señalar en qué consistía la conducta típica, ya que
se hacía cargo, a vía ejemplar, del concierto entre el funcionario encargado de la operación y
los que tienen interés en ella, lo que es colusión en perjuicio del Estado entre el funcionario que
lo representa y la contraparte. El ejemplo no parece ser estafa, sino una hipótesis de
administración desleal del patrimonio estatal. El funcionario podría valerse de engaño, pero
operaría solo como medio de autoencubrimiento y no como el primer elemento típico de la
estafa, ya que la disposición patrimonial ya se habrá verificado sin necesidad de engaño.
La norma tenía por objeto reprimir al funcionario que negociaba fraudulentamente por el Estado,
lo que se expresa en el comentario de Pacheco al delito de negociaciones incompatibles del
Código español de 1850.
En la recepción del precepto en el derecho chileno se perdió algo de claridad, ya que un
comisionado manifestó que no creía que con el texto original quedarían comprendidos todos
los fraudes que merecían penarse, lo que dio lugar a la redacción que sigue vigente hasta hoy,
manteniendo la cláusula general y ganando amplitud (a costas de precisión). Esta
comprensión es confirmada por los primeros comentaristas del CP, por ejemplo, Fuensalida
señaló que el artículo castiga todos los casos de estafas que puedan cometer contra el Estado
los funcionarios en las operaciones en que intervengan en razón de sus cargos.
Si se acepta que el art. 239 se refiere a esto último, debería aceptarse que es un tipo general de
administración desleal para el ámbito de la economía pública, ya que se defrauda a través de

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disposiciones patrimoniales contrarias al interés del Estado, interés que el agente debe
preservar en virtud de sus deberes funcionarios. Entonces, el sistema de la administración
desleal de funcionarios en el Derecho Penal chileno sería así: (1) el art. 239, que contiene un
tipo genérico de administración desleal que requiere de un perjuicio patrimonial para el
Estado para su consumación; (2) una figura de peligro, en la cual, como advierte Pacheco, el
riesgo de fraude es tan elevado que se presume su relevancia penal, como el delito de
negociaciones incompatibles del art. 240, a lo que se ha agregado el delito de tráfico de
influencias del art. 240 bis. Cuando las disposiciones importen la apropiación de caudales, se
aplicarán las hipótesis de malversación.
La interpretación del fraude del Estado como un delito de administración desleal no es extraña a
nuestra literatura ni jurisprudencia. La postura mayoritaria no ha tenido dificultades para
subsumir en el art. 239 hipótesis de administración desleal bajo los rótulos de abuso de confianza
o infracción de deberes funcionarios.
Los delitos funcionarios mencionados solo ofrecen un remedio parcial frente a la
administración desleal, ya que solo tienen aplicación en el ámbito de protección del
patrimonio estatal y solo si intervienen funcionarios públicos, quedando fuera la economía
privada. Además, los tipos relativos a la malversación de caudales públicos cargan con
muchos de los límites que tiene la apropiación indebida. Por último, el tipo general de
administración desleal tiene un gran grado de indeterminación.

IV.RESULTADO Y VALORACIÓN: AUSENCIA DE TIPIFICACIÓN SUFICIENTE


COMO GRAVE DÉFICIT LEGISLATIVO

La conclusión respecto de las posibilidades de respuesta penal ante conductas de


administración desleal es que no existe tipificación suficiente, ya que no existe un tipo
general y los otros tipos solo tienen aplicación parcial. Algunos, como la estafa, solo son
aplicables bajo circunstancias especiales. Otros, como los de insolvencia punible, pueden ser
repensados desde la administración desleal en los casos en que hay separación entre la
administración y la titularidad del patrimonio, pero su aplicación supone, entre otras cosas, que
haya insolvencia y, la mayoría de las veces, la declaratoria de quiebra. El tipo que mejor se
adapta es la apropiación indebida, pero esta también tiene limitaciones estructurales, ya que
quedan fuera hipótesis de gran trascendencia económica. Aun cuando estas limitaciones parecen
desaparecer en los delitos funcionarios, la restricción de los posibles autores y objetos es una
restricción mucho mayor y, además, hay severas dudas de constitucionalidad por la
indeterminación de la norma.
Esta situación no es aceptable, ya que el patrimonio queda inerme contra ataques que merecen
el mismo reproche que otras formas lesivas que sí están tipificadas. No hay razones para que los
ataques desde adentro al patrimonio ajeno queden sustraídas a la acción del derecho
punitivo, ya que es precisamente cuando las posibilidades de defensa del perjudicado se ven
más limitadas. Además, en un contexto de desarrollo económico con la formación de grandes

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capitales y la creciente separación entre administración y titularidad del patrimonio, puede
afirmarse que la importancia de los medios de la administración desleal como medios
defraudatorios ha aumentado exponencialmente, por lo que su represión es indispensable.
Esto último se ve confirmado con el derecho comparado, el cual no es extraño a las
valoraciones del Derecho Penal chileno, expresadas fundamentalmente en el tipo de
apropiación indebida. A través de esta figura se asigna gran relevancia a los ataques desde
adentro contra el patrimonio, solo que, limitando la protección a las cosas corporales
muebles, lo que se explica históricamente con las características de la economía de comienzos
del siglo XIX, lo que también explica que en muchos países europeos no culminara el proceso
de separación entre delitos contra la propiedad y contra el patrimonio.
Los delitos contra la propiedad protegen el vínculo existente entre una cosa y el titular de
un derecho de exclusión sobre ella, independiente del efecto que la afección de ese vínculo
tenga para el patrimonio. Por otro lado, los delitos contra el patrimonio lo protegen a este en
su conjunto, siendo indiferentes las afecciones del vínculo existente con alguna cosa particular.
La separación entre ambas categorías ha sido un proceso largo en que la introducción de un
tipo de administración desleal significaría un cierre impulsado por una realidad económica en
que las cosas corporales muebles y el poder de disposición sobre estas han perdido
significación económica.
Todo indica que se debe legislar para terminar con esto.

V. LA ADMINISTRACIÓN DESLEAL EN EL DERECHO COMPARADO


El resultado que exhibe el derecho chileno no es tan sorprendente si se considera el tratamiento
penal de la administración desleal en el derecho comparado.
A diferencia de la tradición jurídica germánica, en que se contemplan tipos penales generales
respecto de la administración desleal, los ordenamientos con raíces románicas han desconocido a
este delito. La reacción habitual ha sido el intento de encuadrarla en los tipos penales existentes,
especialmente en la apropiación indebida, pero esto ha sido insuficiente e inadecuado.
1. Alemania (y otros países de tradición germánica)
El derecho alemán conoce al menos desde el siglo XIX un delito de administración desleal, como
resultado de la separación entre delitos contra la propiedad y contra el patrimonio. El Código
prusiano de 1851 contenía el tipo penal que luego fue adoptado por el Código del Imperio de
1871. Con la reforma de 1933 surgió la redacción amplia que rige hasta hoy (§ 266 StGB …).
La existencia y amplitud del tipo explican que en Alemania nunca haya habido un vacío legal
ni se hubiere pretendido extender el ámbito de aplicación de la estafa o de la apropiación
indebida. La mayoría ha entendido que son innecesarias las tipificaciones especiales para el
ámbito societario, lo que explica que no se haya construido en este ámbito una figura de

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peligro que prescindiera del perjuicio patrimonial como requisito, lo que es relevante
considerando que la tentativa no es punible.
El § 266 StGB contiene dos alternativas típicas: (1) tipo de abuso, que consiste en abusar de
una facultad de disponer sobre patrimonio ajeno; (2) tipo de infidelidad (más amplio), que
consiste en la infracción de un deber de salvaguarda de patrimonio ajeno. Se discute si
ambas hipótesis exigen un determinado vínculo entre el agente y la víctima o si solo rige
para el tipo de infidelidad. La 2da interpretación prevaleció hasta 1972, año en que una
sentencia del Tribunal Supremo Federal declaró que ambas hipótesis exigen un especial
deber de cuidado respecto del patrimonio de la víctima (“teoría monista estricta”). En este
cambio subyace el propósito de restringir el alcance de una formulación legal que era poco
conciliable con el principio de determinación y que amenazaba con abarcar casos que no
merecían reacción penal.
Desde esta perspectiva, la diferencia entre ambas hipótesis está dada por las características
peculiares de la conducta en el tipo de abuso, consistente en la celebración perjudicial y
contraria a deber de aj con efecto vinculante para el patrimonio de la víctima, mientras que
en el resto de los casos solo se puede aplicar el tipo genérico de infidelidad. El tipo puede
realizarse tanto por acción como por omisión.
El panorama es similar en otros ordenamientos de raíces germánicas, como el derecho
austriaco, en el cual solo tiene cabida el tipo de abuso, ya que la exigencia de actuar
conscientemente implica que debe haber dolo directo.
Respecto del derecho suizo, lo regula el CP de 1937, el cual se hace cargo tanto del tipo de
infidelidad, para el que el ánimo de lucro tiene un efecto agravatorio, como del tipo de abuso,
que exige inequívocamente el ánimo de lucro.
2. Francia
Los ordenamientos de tradición románica no tienen un delito equivalente al del derecho
alemán, por lo que surge la pregunta de si se puede hacer frente a la administración desleal
con los tipos penales disponibles o si es necesaria la intervención del legislador. La mayor
capacidad de adaptación la ha tenido el derecho francés.
El Code de 1810 no contemplaba un delito de administración deslea l, pero a comienzos del
siglo XX hubo escándalos financieros muy vinculados con la administración desleal y los
tribunales franceses castigaron las conductas a título de abuso de confianza. Fue una solución
satisfactoria, ya que el tipo no se construye a partir de la apropiación y puede recaer sobre
bienes incorporales, acercándose a los tipos de administración desleal germánicos.
El legislador francés se vio obligado a intervenir para superar las dificultades respecto de la
subsunción de conductas conflictivas en el delito de abuso de confianza. En el comienzo del

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siglo XX se crearon delitos de administración desleal en el ámbito societario, los que ahora
se encuentran en el Código de Comercio.
Destacan dos tipos penales: (1) abuso de bienes o crédito de la sociedad y (2) abuso de poder
o de voto. En vez de consagrar un tipo común a todas las formas societarias, se optó por tipos
penales específicos para cada una. Se analizarán las normas relativas a las S.A. El abuso de
bienes o crédito reprime al presidente, administradores o directores generales que de mala fe
usen los bienes o el crédito de la sociedad de forma contraria al interés de esta, con fines
personales. El abuso de poder o de voto sanciona al presidente, administradores o directores
generales que de male fe usen los poderes o votos de forma contraria al interés social, con
fines personales.
Estas disposiciones extienden la aplicación de la noción clásica de abuso de confianza a la
disposición sobre inmuebles y la asunción de deudas, lo que lleva a que el tipo general del CP
se aplique solo a hipótesis de administración desleal fuera del ámbito societario.
3. Italia
Hasta el 2002 en Italia no existía un tipo general de administración desleal. Sí existen hace
tiempo los delitos societarios, que sancionan conductas indebidas de los administradores de
sociedades comerciales. A falta de una tipificación genérica, estas disposiciones cumplían las
funciones de un delito de administración desleal (ejemplos…).
El derecho italiano confeccionó un sistema de prohibiciones específicas, el cual tenía precisión,
pero también varios problemas. En algunos casos se daba una expansión de la punibilidad,
castigando conductas que no causaban perjuicio a la sociedad, mientras que en otras aristas
había vacíos, por lo que los administradores desleales podían defraudar por formas distintas
de las tipificadas.
Se planteó abarcar los vacíos de punibilidad por medio de los tipos clásicos del CP. No se
discutió la inaplicabilidad de la estafa, pero respecto de la apropiación indebida sí hubo una
discusión. No es posible la subsunción de las conductas en el art. 646 del CP, ya que el
administrador desleal no se apropia de las cosas administradas, solo las administra
(Pedrazzi y opinión mayoritaria). Una interpretación extensiva del art. 646 no era la
respuesta más adecuada, lo que explica la demanda de la doctrina italiana por una intervención
legislativa.
Finalmente hubo una reforma el 2002, la cual reemplazó las antiguas prescripciones
casuísticas por un tipo genérico de administración desleal, cuya pena es superior en su
mínimo a la de apropiación indebida.
El legislador optó por establecer un delito de resultado, exigiendo un perjuicio patrimonial
para la sociedad. Las antiguas hipótesis típicas consistían en delitos de peligro, por lo que
podía aplicarse aun sin haberse verificado un perjuicio. Llama la atención la exigencia de

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ánimo de lucro y la circunscripción de la conducta a la disposición de los bienes sociales, que
sugiere que solo se ha consagrado un tipo de abuso. Además, siembra incertidumbre sobre la
tipicidad de las disposiciones patrimoniales sobre el pasivo de la sociedad. También llama la
atención la exigencia de intencionalidad respecto del perjuicio.
4. España
Hasta 1995 no hubo una figura de administración desleal similar al § 266 StGB, por lo que
los casos que se presentaban tuvieron que ser abordados por medio de la estafa y apropiación
indebida.
Sin embargo, una condena a título de estafa fracasaba por las mismas razones que en Chile:
(1) no existe un engaño y; (2) su autor sería el mismo que realiza la disposición patrimonial
perjudicial.
Respecto del delito de apropiación indebida, en un principio, los tribunales señalaron que las
hipótesis de administración desleal no podían subsumirse en él, ya que los actos de
administración afectan al patrimonio en su conjunto, no a bienes específicos. Además, en la
mayoría de los casos no hay apropiación, ya que el administrador no necesita recurrir a esta, en
virtud de sus facultades de disposición sobre las cosas administradas, por lo que actúa
abusiva pero legítimamente.
La doctrina coincidía de forma unánime a esto, al igual que respecto del vacío legal en la
materia y a la necesidad de nueva legislación al respecto. Es por esto por lo que surgió en 1995
el tipo de administración desleal de sociedades.
Sin embargo, en 1994, el TS cambió su opinión y señaló que la hipótesis de distracción sí se
podía entender como administración desleal de dinero ajeno. En la medida que esta
interpretación respete los presupuestos que impone el art. 252 del CP y se circunscriba su
aplicación a hipótesis determinadas de administración desleal, no se debería criticar esta
jurisprudencia. Esto se confirma al revisar los casos concretos de jurisprudencia, en los que la
calificación a título de apropiación indebida hubiese resultado plausible. En algunos casos el
acusado no devuelve el dinero u objetos debidos, mientras que en otros se sospecha la
apropiación encubierta. La subsunción de estos en el art. 252 es discutible, pero no parece
que sea este tesis la que genere la incertidumbre que caracteriza al tipo de apropiación
indebida. Tampoco parece problemática la delimitación con la administración desleal del art.
295.
Ha ocurrido que, a partir de la consideración de la distracción de dinero como una forma de
gestión fraudulenta, algunos autores la ven como una formula genérica de administración
desleal. Sin embargo, no es plausible que encierre todo el potencial de un delito de
administración desleal y menos que esto hubiese estado siempre oculto en la apropiación
indebida. Es muy indicativo del objetivo de la nueva tesis el hecho de que Bacigalupo, en un
artículo, haya descartado la posibilidad de subsumir las hipótesis conflictivas en el delito de

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apropiación indebida, siendo que el mismo fue ponente del fallo en cuestión, en el cual se
advirtió que la distracción de dinero tenía alcances limitados al respecto.
Probablemente todo esto tiene relación con las deficiencias del nuevo art. 295, ya que se
restringe a la administración de sociedades, se circunscribe a un tipo de abuso y se exige que
cause perjuicio.
También se critica que el perjuicio típico no sea el causado a la sociedad misma, sino a
ciertas personas y que este deba ser directo. Además, la pena del delito es menor que la que de
la apropiación indebida.
5. Balance y conclusiones del derecho comparado
a. Todos los ordenamientos analizados han hecho frente a la administración desleal.
b. En algunos ordenamientos existen desde hace mucho tiempo tipos que se hacen cargo
de la administración desleal, mientras que en otros se ha abarcado el problema a
través de los tipos disponibles. Mientras en Francia los términos amplios de la ley
permiten que la figura de abuso de confianza cumpla razonablemente con las
funciones de un tipo de administración desleal, en otros países, como España e Italia
el recurso a la apropiación indebida no ha sido satisfactoria, lo que explica la
introducción de delitos societarios de administración desleal. Incluso en el derecho
francés se tipificaron delitos en el ámbito societario.
c. Al interpretar todo esto, se ofrece como orientación el proceso de diferenciación entre
delitos contra la propiedad (destrucción material de cosas corporales) y delitos contra
el patrimonio (daño económico sin sustrato corporal definido). Este proceso no tiene la
misma intensidad en todos los ordenamientos ni respecto de todos los delitos.
Respecto del b apropiación indebida no se reconocen sus alcances concretos en todos
los países, solo se abarcó adecuadamente en países de tradición germánica. No debe
menospreciarse la capacidad de adaptación de la apropiación indebida respecto de las
nuevas necesidades y la creciente separación entre titularidad y administración de
patrimonios, pero ha habido grandes dificultades e incertidumbres.
d. La solución óptima es la introducción de un tipo de administración desleal, lo que en el
derecho chileno se ve reforzado por la ausencia de matices en el CP y de una tradición
jurisprudencial que permita una aplicación amplia de la apropiación indebida.
e. Hay varias alternativas para formular el delito de administración desleal. Puede ser una
figura de aplicación general, respecto de todo tipo de patrimonios; una específica para las
sociedades o; un modelo mixto. Más variaciones (…)

VI. ALTERNATIVAS Y DESAFÍOS (TÉCNICOS Y DE LEGITIMACIÓN) PARA


UN NUEVO TIPO PENAL

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Hay varias alternativas técnicas para formular el delito de administración desleal. Las
notas más adecuadas para un eventual tipo de administración desleal en Chile parecer ser
las siguientes:
1. El tipo no debe limitarse al ámbito societario, debe proteger a todo tipo de
patrimonios.
Esto sin perjuicio de que pueda ser conveniente tener tipos especiales para el ámbito
societario.
2. Es preferible una tipificación amplia sobre un catálogo de infracciones específicas.
A pesar de que esta última técnica ofrezca más precisión y seguridad jurídica, generará
vacíos y posibilidades de elusión. Otra opción es que coexistan una cláusula genérica con
algunos tipos específicos, lo que solo tiene sentido si la cláusula consiste en un delito de
daño y los tipos específicos en delitos de peligro.
3. Sería prudente que el tipo base de administración desleal sea un delito de daño,
exigiendo para su consumación que se produzca un perjuicio en el patrimonio.
La equivocidad que muchas veces conllevan las conductas de administración desleal hace
dudar sobre la conveniencia de extender la tipicidad a formas imperfectas de ejecución.
Sí podría haber tipos específicos de peligro, bien fundados.
4. El tipo debe requerir dolo.
El dolo eventual basta, sin que las vagas esperanzas respecto del buen resultado de la
operación objetivamente contraria a deber lo excluya. No se justifica la exigencia de
ánimo de lucro y no se justifica la introducción de una figura culposa.
5. Parece prudente, considerando la falta de tradición en esta materia, limitar la
tipicidad a casos de abuso de facultades de disposición.
Esto debe ser sin referirse a objetos específicos que puedan restringir indebidamente al
tipo.
6. Se deben evitar dos situaciones de especial gravedad:
a. La indeterminación del tipo: un ejemplo de esto es la tipificación del fraude al
Fisco, ya que permite la subsunción de cualquier conducta que provoque perjuicio
fiscal, lo que impide que se pueda resistir a un examen de constitucionalidad.
b. Prisión por deudas: es posible que la referencia al abuso de poderes de
disposición baste para esto, pero hay que tener mucho ojo en la redacción.

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