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INTRODUCCIÓN
1. EL ESPAÑOL Y SU ESTUDIO
C) EL MODELO DE LENGUA
4. A LA BÚSQUEDA DE UN MODELO
Los modelos
Lo general y lo particular
Dudas frecuentes
A modo de cierre
CONCLUSIONES
INTRODUCCIÓN
Enseñanza-aprendizaje del español: múltiples contextos y, a veces, imprevisibles
y en situaciones lingüísticas muy diversas.
En todas las circunstancias, acaba apareciendo una cuestión: ¿qué español hay
que enseñar?, ¿qué modelo lingüístico conviene seguir?
Tratar, de una forma ordenada y desde una perspectiva amplia, hasta donde es
posible, la cuestión del modelo de español que se puede o se debe llevar a la
enseñanza de ELE. Todo esto se quiere hacer teniendo en cuenta:
b) que los alumnos pueden necesitar español para fines muy diferentes,
c) que los alumnos van a poder utilizar el español que han aprendido en distintas
regiones hispánicas y en diferentes situaciones sociales.
Esto viene motivado porque existen varias formas de presentar la lengua española
en su enseñanza, que no disponemos de la información necesaria para saber en
todo momento qué enseñar y que es un asunto que preocupa enormemente al
profesorado español.
10. ¿cuáles son comunes a todo el dominio hispánico y cuáles son endemismos
geolingüísticos?
EL NOMBRE D E LA LENGUA
El deseo de ofrecer servicios y productos que suenen familiares y cercanos los hablantes
de unas regiones determinadas lleva a doblar películas y a etiquetar productos
atendiendo a las variedades supuestamente predominantes en ciertas áreas geográficas.
En relación con las variantes del español utilizadas en productos comerciales y para los
empresarios que sientan la tentación de usar términos propios de una variedad frente a
otra, habría que decir:
a) que la lengua española es sentida como una en todo el mundo hispánico, aunque
variada;
b) que no existe, en general, rechazos serios por parte de los hablantes de ninguna
región hacia variedades distintas a la suya;
Una variedad con elementos muy marcados por razones de geografía, tiempo, sociedad,
profesión o estilo siempre es más difícil de entender que una variedad poco marcada.
La labor del profesor de español también es conocer y explicar con claridad hasta qué
punto llega la diversidad y la unidad de la lengua, así como qué significado social y
lingüístico tienen sus nombres.
Establecer las principales áreas del español obliga a partir de una serie de hechos:
Zonas conservadoras: Castilla (sobre todo la norteña), las zonas altas de México, las
zonas altas de la región andina o el interior de Colombia.
Estas ocho áreas tendrían numerosísimos elementos en común, sobre todo en sus usos
más cultos, pero en ellas se localizan los rasgos diferenciadores que son una realidad
lingüística y que se han incorporado a las creencias de los hablantes.
4. A LA BÚSQUEDA DE UN MODELO
Pit Corder plantea que es imposible enseñarle a nadie toda una lengua y que la
enseñanza de lenguas viene limitada por los intereses, necesidades y actitudes de los
estudiantes. A partir de esta premisa, surge la necesidad de disponer de un modelo
lingüístico que oriente la enseñanza de la lengua y, por lo tanto, de poner sobre la
mesa el problema de la selección del modelo.
b) Los límites entre variedades son borrosos, incluso respecto a otras lenguas:
para López García no es evidente cuándo un puertorriqueño de Harlem que se
expresa en espanglish ha dejado de hablar en español para hacerlo en inglés.
La aplicación de esta teoría a la realidad del español nos conduce a tres aspectos
esenciales para su enseñanza-aprendizaje:
3) Los rasgos que hacen que una variedad sea considera como nuclear o periférica
dentro del prototipo.
Los estudiantes de una lengua (incluso como L1) suelen tener de ella una
impresión simplificada y unificadora.
Por eso es tan importante que profesores y autores de materiales conozcan bien
el modelo que proyectan en la enseñanza de la lengua y decidan las
posibilidades de variación que deben y que no deben presentarse en las primeras
etapas de enseñanza y de estudio.
A partir de aquí, podría pensarse que la percepción de las lenguas y de sus variedades
también permite una ordenación por niveles.
Cuestiones léxicas y entonativas aparte, el rasgo lingüístico que permite crear más
claramente la categoría español de América es el seseo; los rasgos más prototípicos del
español de España, para los hispanoamericanos, son el uso del sonido interdental y del
pronombre vosotros (frente a los usos americano, canario y, en gran parte, andaluz de
ustedes).
Por otro lado, es interesante advertir que los prototipos que manejan los estudiantes
extranjeros de español, por lo general, se mueven en lo que aquí se ha considerado nivel
superordinado. Si esto es lo común -el modo natural de acceder y categorizar esa
realidad-, podría decirse que para los estudiantes de español las categorías del nivel
básico serían español de España, español de América y, dependiendo de las
circunstancias, alguna otra. En el nivel superordinado se situarían no ya variedades de la
propia lengua española, sino lenguas diferentes: por ejemplo, otras lenguas románicas.
En el subordinado, alguna categoría desprendida de la experiencia -se supone que
limitada- del estudiante extranjero con el español.
Para Ángel López, la cuestión está relacionada con el prestigio cultural, político y
económico, que lleva a la existencia de variedades más y menos prestigiosas. En un
segundo plano, también tienen importancia los factores históricos.
Pero hay otro elemento digno de valoración: la cuestión de qué español es el mejor no
preocupa en todo el mundo hispánico con la misma intensidad. Al menos, puede
apreciarse que la disposición a explicitar las actitudes, percepciones y preferencias
lingüísticas no es la misma en todas la regiones.
En España las actitudes acostumbran a ser bastante explícitas, dentro del desinterés
popular que existe por el (buen) uso de la lengua, al contrario de lo que ocurre en
América. En un país como México, las actitudes que podríamos llamar ínter-hispánicas
no parecen explicitarse en un nivel semejante al de España; en Argentina la
jerarquización no parece tener mucho interés.
Otra cosa son los estereotipos que se reconocen en las categorías de nivel subordinado;
es decir, respecto a determinadas hablas regionales o locales: en España funcionan
como estereotipos (relativos) el habla de los aragoneses o de los andaluces; en
Argentina pueden estar estereotipadas las hablas de Rosario o Tucumán; en México son
objeto de imitación e incluso de bromas las hablas norteñas o las yucatecas. La
tendencia a construir estereotipos así, sin embargo, explotados al máximo en la
narración de anécdotas y de chistes, parece ser un universal.
América es otra cosa: para los canadienses, los estadounidenses o los brasileños
(junto a otros grupos humanos no hispanohablantes) ni la percepción se resuelve
de forma fácil ni la preferencia se muestra con tanta claridad.
Aquí habría que distinguir entre lo que ocurre en los países del norte de América
y lo que ocurre en Brasil.
Y en cuanto a Brasil, puede reconocerse una aporía que está muy relacionada
con la actitud que los brasileños han mantenido y mantienen respecto al resto de
los iberoamericanos.
CONCLUSIONES
La elección de uno u otro está relacionada con las necesidades funcionales de los
estudiantes y con que la enseñanza de lenguas viene determinada por unos
contextos, unas actitudes y unos intereses concretos.