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Tema: La Agricultura y Ganadería Medieval

La economía del imperio romano se basaba principalmente en el mundo


agrario, manteniendo un cierto comercio e intercambio de productos agrarios
entre los distintos territorios.
Tras su caída como consecuencia de la llegada y el asentamiento de los pueblos
bárbaros, durante los primeros siglos de la Edad Media este modelo se hizo
mucho más cerrado, apareciendo una agricultura básicamente destinada a la
población local, y con un sistema de cultivos muy homogéneo en toda Europa:
huertas de frutas y hortalizas en las proximidades de las poblaciones, un poco
más allá leguminosas y cultivos de regadío y, finalmente, tierras de secano
destinadas a cereales.

Junto con esto, las tierras no roturadas proporcionaban pastos para el


ganado y bosques donde se obtenía caza, recolección de frutos y leña.
Con la expansión demográfica medieval y la llegada de nuevos pueblos, este
esquema se fue modificando paulatinamente. El crecimiento de las poblaciones
hizo necesaria la roturación de nuevas tierras, y la aparición del sistema
feudal llevó a los propietarios y buscar la consecución de mayores ingresos
provenientes de la tierra. Ambos hechos impulsaron la aparición de nuevas
técnicas que provocaron una verdadera revolución en el mundo rural y en
la agricultura medieval, conocidos hasta entonces.
Los productos agrarios
Aunque el modelo era similar en toda Europa, podemos distinguir tres paisajes
claramente diferenciados en el continente:

 En el norte la producción era fundamentalmente nómada y ganadera


 En el centro predominaba el regadío
 En el sur, más seco, el cultivo de cereales, leguminosas o algodón se
combinaba a la perfección con la producción de vino y aceite
mediterráneos, así como las frutas y hortalizas, gracias al regadío
mediante sistemas de canales y el uso de la noria introducidos por los
árabes.

La ganadería suministraba también numerosos productos al consumo humano,


tanto para la alimentación (carne, leche) como para el vestido (lana o cuero) o la
elaboración de manuscritos (pieles). Además, determinados animales servían
también como fuerza de trabajo en la agricultura, como el buey o el caballo. Para
mantener estas cabañas, había que hacer uso de pastos y zonas baldías.
La importancia de la producción y los trabajos en la agricultura era hasta tal
extremo fundamental, que marcaba la vida y la existencia de toda una comunidad,
ya fuese militar, religiosa o aldeana.
Los calendarios se podían establecer a partir de los trabajos agrícolas,
identificándose cada mes con su tarea correspondiente, y son numerosos los
ejemplos conservados hoy día que recogen esas actividades en pinturas murales,
relieves escultóricos de iglesias y miniaturas de los manuscritos. Es gracias a
muchos de estos casos que conocemos cómo era la vida cotidiana entre las
comunidades agrarias de la Europa medieval.
Las innovaciones técnicas del siglo XI en la agricultura
La puesta en cultivo de nuevas tierras hizo que los pueblos estuviesen más
predispuestos a la introducción de innovaciones tecnológicas. Así, mientras en el
sur se seguía cultivando con el arado romano, en el norte se introdujo durante el
siglo XI el arado de ruedas y la vertedera; esto, combinado con el yugo frontal,
la collera y la aparición de la herradura, posibilitó la sustitución del buey por el
caballo para tirar de una carga, con lo que el transporte terrestre se vio claramente
beneficiado, a la vez que la mayor velocidad de este último permitía la
multiplicación de los trabajos agrícolas.
El arado de ruedas permitía remover la tierra con mucha mayor facilidad, de
manera que el campesino se evitaba tener que utilizar la azada para
complementar el uso del arado romano, mucho más superficial.
Aparecieron nuevas herramientas para el campo y las que había eran de mejor
calidad, gracias a la utilización del hierro en su fabricación, como es el caso de
hoces, guadañas, azadas o rastrillos.
Se introdujeron y generalizaron también los molinos de agua y de viento,
facilitando en gran medida la actividad agrícola y su aplicación a determinadas
producciones artesanales (batanes y molinos de curtir). Pese a que era conocido
desde la Antigüedad, durante el siglo XI se multiplicó su uso, sobre todo gracias al
hecho de que era controlado por el señor feudal y permitía a éste la obtención de
una importante fuente de ingresos mediante la imposición de su utilización a sus
siervos.
En cuanto a las técnicas utilizadas, fue fundamental la introducción de la rotación
trienal, mediante la cual se dividían las tierras en tres partes que se iban
destinando alternativamente a cultivos de invierno, de primavera y al barbecho;
con ello, mejoró la producción y se consiguió una mayor diversificación de la
misma.
Aspectos sociales y económicos de la agricultura medieval
Durante toda la Edad Media, la base de la sociedad estuvo constituida, casi
exclusivamente, por la tierra. El sistema feudal marcó un hito en la evolución de
la agricultura en el Imperio y los primeros siglos medievales hacia nuevas formas,
y la tierra se convirtió en el pilar que sustentaba la división de la sociedad
en señores, vasallos y siervos, ya fuesen religiosos o seglares.
Las innovaciones y la ampliación de las tierras de cultivo llevaron consigo otro
efecto importante en el panorama agrario medieval, como fue la diferenciación del
propio campesinado en dos grupos, los labradores y los braceros. Los primeros
eran propietarios de un cierto número de tierras o lotes más o menos
considerables que explotaban mediante la utilización de instrumentos de cultivo
pesados, mientras que los braceros eran propietarios únicamente de pequeñas
herramientas y cultivaban propiedades mucho más reducidas.
Todo ello conllevó la necesidad por parte de los principales señores de conocer la
situación real de sus propiedades. Guillermo de Normandía, tras la conquista de
Inglaterra en 1066, llevó a cabo un censo de todas las propiedades existentes en
el reino, aunque con fines recaudatorios. Gracias a esta primera obra (el
Domesday Book) y otros registros similares posteriores, así como a las actas y
contratos sobre enfeudamientos y cesiones de derechos que se han conservado
hemos podido conocer con detalle la estructura de la sociedad rural durante la
Edad Media.
(Autor del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS: Javier Bravo)

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