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Lengua Castellana y Literatura.

1º Bachillerato
IES Tierrablanca

TEMA 11: CARACTERÍSTICAS GENERALES


DEL RENACIMIENTO DEL SIGLO XVI
I. CONCEPTO DE RENACIMIENTO
Llamamos Renacimiento al momento de la cultura que sigue cronológicamente a la
Edad Media. No hay una fecha concreta que delimite ambos periodos: según vimos en
el tema 7, existe una época de transición (conocida como Prerrenacimiento) que en
España abarcó el siglo XV, pero que en otros países (sobre todo Italia), comenzó antes.
Sea como sea, lo que sí es cierto es que los síntomas de esta nueva edad cultural llegan a
su plenitud en toda Europa, y especialmente en España, en el siglo XVI, en el que
vamos a centrarnos.
El concepto histórico de Renacimiento fue establecido por tratadistas italianos en los
siglos XV y XVI, que llamaban a su propia época Rinascimento o Rinascità. Con ello
querían mostrar que la cultura de los hombres, cuyas máximas manifestaciones se
habían producido en la Antigüedad grecolatina, renacía tras el largo, oscuro y bárbaro
periodo medieval. Los renacentistas se veían a sí mismos, de esta forma, como
diferentes (y superiores) a los hombres medievales. Hoy en día se acepta esta visión
sólo en parte: es indiscutible que el Renacimiento es una nueva época, distinta a la
anterior, pero igualmente indiscutible es que la Edad Media no fue tan oscura ni
bárbara, y que, en buena medida, muchos de los aspectos renacentistas hunden sus
raíces en los medievales, sin los que no podrían entenderse correctamente. En suma,
aunque conservamos para designar este periodo el nombre de Renacimiento, es
preferible ver en él, más que una ruptura, una continuidad con la época anterior.

II. LA NUEVA ORGANIZACIÓN SOCIAL, POLÍTICA Y ECONÓMICA EN


EUROPA
El cambio que, en lo social, lo político y lo económico se produjo en toda Europa fue
importantísimo, aunque, como acabamos de decir, tuvo su origen en los siglos
anteriores. Sus puntos más destacados son los siguientes:
 El progreso de las ciudades (y con ellas de la clase burguesa), observable desde
los siglos XIII y XIV, prosigue imparablemente a lo largo del siglo XVI. El
feudalismo se había desmoronado ya durante el siglo XV, y empieza ahora el
predominio de la industria y de la economía de mercado. El dinero se convierte
en el principal motor económico (por encima de agricultura y ganadería), e
incluso social, en tanto que la consecución de riquezas permite la movilidad
social. Además, también desde un punto de vista social, la decadencia del campo
y el éxodo rural provoca no sólo el progreso ya comentado de las ciudades, sino
también el crecimiento de clases urbanas desfavorecidas y bajas: mendigos,
pobres, pordioseros, prostitutas, delincuentes, pícaros, etc.
 En el Renacimiento se va creando la conciencia de pertenecer a comunidades
mayores, la conciencia nacionalista (que propiciará, por ejemplo, el uso de las
lenguas romances). A finales del siglo XV, y durante el XVI, se asiste al
nacimiento de las nuevas nacionalidades, mediante un proceso de centralización
del poder en manos de los reyes, a expensas del que poseían los nobles. Surge
así la noción de Estado moderno.
Un ejemplo paradigmático de esta constitución de una monarquía autoritaria capaz de regir una nación es
el de los Reyes Católicos. Su primer logro fue la unificación de todo el territorio bajo su mando: los
reinos de Castilla y Aragón, a los que se sumaron el de Navarra, el Rosellón y la Cerdaña, y posesiones en
África (Canarias, Orán, Bugía, Trípoli) y en Italia (Nápoles, Cerdeña y Sicilia). A todo ello deben
añadirse los territorios de América. Además de la unificación nacional, los Reyes Católicos centralizaron
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todo el poder en sus manos (arrebatándoselo a los nobles). La Hacienda, el ejército, la justicia, el poder
municipal, la Santa Hermandad (una especie de policía de caminos)...: todo caía bajo su control.

III. LAS BASES DE LA CULTURA RENACENTISTA


1. MENTALIDAD BURGUESA: en el Renacimiento, como ya desde la Baja Edad Media, la
burguesía es una de las clases culturalmente dominantes. La extensión de la educación y
las necesidades de este grupo social ejercen una amplia influencia en todos los campos.
Los principales rasgos de la mentalidad burguesa podrían resumirse así:
 Laicismo: la visión del mundo se aleja enormemente del teocentrismo medieval,
aunque ello no equivale a prescindir del espíritu religioso, como vamos a ver. Se
exalta todo lo humano, e inevitablemente, la cultura se seculariza.
 Confianza en el poder de la razón: a diferencia de la Edad Media, en que el
concepto de conocimiento era estático, el Renacimiento se proclama la fuerza de
la razón como medio de penetrar en los secretos del universo y de conocer la
verdad. A los criterios de autoridad medievales (“las cosas son así porque unos
pocos dicen que son así”; magister dixit) se opone ahora un agudo sentido crítico
y una insaciable curiosidad. El mundo medieval era inmovilista, mientras que en
el Renacimiento se cree en la mejora, en el perfeccionamiento de la sabiduría, en
el progreso. De ahí que sea la época de los descubrimientos geográficos y del
arranque de la ciencia moderna (por primera vez se estudia el cuerpo humano, se
concede interés a los inventos, etc.).
Por supuesto, ello no quiere decir que no existieran fuerzas opuestas a esta visión crítica, como
demuestran los casos de Miguel Servet, Copérnico, Galileo Galilei, etc.

2. HUMANISMO: el movimiento cultural más importante del Renacimiento es esta


corriente que afirma la posición central que el hombre ocupa en el cosmos. Se trata de
un movimiento de origen italiano, exportado progresivamente a toda Europa. En parte,
mucho de lo dicho en el apartado anterior vale para describirlo, puesto que su
nacimiento está vinculado a la clase media o burguesa (el Humanismo nació en el
mundo de las universidades, esencialmente laicas). Sus características son las
siguientes:
 Lo más conocido del movimiento humanista es, sin duda, su dedicación a los
clásicos grecolatinos, que habían sido ignorados o mal entendidos en el periodo
medieval. Se buscan, se descubren, se corrigen, se leen y se imprimen
manuscritos antiguos, olvidados hasta entonces en bibliotecas conventuales o
privadas. Los libros recién descubiertos son para los humanistas modelos vivos,
voces de sabiduría que los hombres del Medioevo no supieron escuchar. No se
trata, además, de aceptar todo lo que los antiguos dicen, sino de dialogar con
ellos, de tomarlos como punto de partida para aprender más.
 La actividad central de los humanistas, en el seno de las Universidades, es la
enseñanza de los llamados studia humanitatis: gramática, retórica, poesía,
historia y filosofía moral, en abierta oposición a las disciplinas teológicas y a la
filosofía aristotélica y escolástica que habían dominado hasta entonces. Para
ellos, el fundamento de toda cultura debe buscarse en las artes del lenguaje, lo
que hoy llamaríamos precisamente humanidades o letras (gramática y retórica
como centro) asimiladas a merced de la frecuentación, el comentario y la
imitación de las obras clásicas. La comprensión de la lengua, la corrección y
elegancia del estilo, la perspectiva histórica, la reflexión sobre el propio
conocimiento, todo ello es la puerta de entrada a cualquier otra doctrina. Esta
concepción les lleva, por una parte, a desarrollar enormente el estudio del latín y
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del griego, aunque no descuidan la atención hacia otras lenguas: las romances
(en unión al sentimiento nacionalista), las lenguas bíblicas, el árabe, etc. Por
otra parte, el Humanismo no fue sólo una actitud erudita y libresca, sino que a
través del conocimiento de las lenguas y con el arma de la propia razón, el
humanista se interesó por todos los demás campos del saber: desde la Teología
hasta las ciencias y la técnica, pasando por el folklore, las costumbres populares,
la magia, el esoterismo, etc.
3. PLATONISMO: enormemente influyente en la cultura renacentista (también en la
literatura) fue la filosofía platónica (y neoplatónica), conocida también en la Edad
Media, y redescubierta con gran interés por humanistas y filósofos renacentistas
cristianos (dada la similitud existente entre las teorías platónicas y las cristianas).
La filosofía de Platón (427-347 a.C.) podría resumirse en los siguientes temas:
a) La teoría de las Ideas: además de las cosas, temporales, perecederas, mutables,
para Platón existen las ideas, que no sólo son conceptos o representaciones
mentales de las cosas, sino que son realidades independientes de las mismas
cosas. Más aún, son la auténtica realidad. Cada Idea es única, inmutable, eterna,
sólo captable por la inteligencia, y el mundo que conocemos es únicamente un
reflejo del mundo verdadero (algo que Platón expresa a través del famoso mito
de la caverna).
b) Cosmología: el mundo sensible que conocemos, en que vivimos, reflejo de un
mundo superior, fue creado por un artífice divino, llamado Demiurgo. Su tarea
fue la de ordenar el caos de acuerdo con el Modelo eterno de las Ideas. Por esa
razón, nuestro mundo participa de alguna manera de la divinidad, de la
perfección, de la belleza del mundo original.
c) El alma: para Platón, el alma es inmortal. El cuerpo es un estorbo que impide al
alma, unida a él como castigo de algún pecado, la contemplación del verdadero
mundo. Por ello, al igual que para el cristianismo, la muerte es una liberación.
No obstante, el cuerpo no es concebido sólo peyorativamente: también puede
encontrarse en él belleza y armonía. Sobre el destino del alma, Platón admite la
reencarnación.
d) El conocimiento: según la filosofía platónica el alma, inmortal, ha vivido antes
de encarnarse, en el mundo de las Ideas, que olvida al entrar en el mundo
sensible. Sin embargo, al contemplar las cosas puede recordar las Ideas. Todo lo
que el hombre conoce es lo que ya estaba en el alma.
e) El amor: sin duda el amor platónico es uno de los aspectos más conocidos de
esta filosofía, aunque ha sido transformado enormemente a lo largo del tiempo.
Para Platón, el amor es un proceso ascendente, que parte de la contemplación de
un cuerpo bello, y después de todos los cuerpos bellos, cuyas bellezas son
hermanas entre sí. Es el primer grado del amor. El hombre se enamora luego de
las almas bellas, sus sentimientos y acciones, para pasar finalmente al campo de
la inteligencia, el cultivo de la filosofía, del conocimiento, intentando acercarse a
la Belleza en sí, fuente de todas las virtudes.
f) La política: en la República, Platón aborda el tema de la organización del
Estado. Su sistema de gobierno ideal, utópico, es la Aristocracia, entendida en su
sentido etimológico, es decir, el gobierno de los mejores (para él los sabios, los
virtuosos). El resto de los ciudadanos se organizan en distintas clases de acuerdo
con aquello para lo que la naturaleza les dotó. La República platónica prevé,
además, la abolición de los bienes privados, en favor de la colectividad.
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En el Renacimiento el platonismo y neoplatonismo influirán decisivamente, en


especial:
a) En la visión del amor (se continúa el amor cortés o petrarquista, que ya en la
Edad Media participaba de rasgos platónicos).
b) En la valoración de la naturaleza como un reflejo de la divinidad. La realidad se
idealiza, se persigue en ella lo equilibrado, lo armónico, lo ordenado. Se exaltan
los valores naturales, y por ello se prestigia también lo originario, lo auténtico,
lo no contaminado por la civilización (en el caso del hombre esto desemboca en
la alabanza de lo bucólico y rústico, de la aldea frente a la corte, del pastor, etc.)
c) En la búsqueda de sistemas políticos más justos. Proliferan en el Renacimiento
obras que imaginan sociedades perfectas y armónicas. La más famosa es la
Utopía de Tomás Moro.
4. La RELIGIÓN RENACENTISTA: a primera vista, el Renacimiento puede parecer un
movimiento cultural paganizante, dada la importancia que conceden a lo grecolatino (y
su mitología, por ejemplo), y dado que el hombre, y no Dios, es ahora el centro del
mundo. Sin embargo, la espiritualidad y religiosidad son tremendamente importantes en
esta época. Lo que varía es el enfoque: para el hombre renacentista vivir, gozar del
mundo e intentar comprenderlo son compatibles con la idea de Dios. Además, la
religión no es sólo un conjunto de dogmas o preceptos inamovibles, sino que constituye
también un campo sobre el que se puede reflexionar y opinar, un campo sujeto a la
crítica, al análisis. Así, por ejemplo, los humanistas se empeñan en leer el Evangelio en
sus lenguas originales, corrigiendo muchas de las malinterpretaciones de la Vulgata, la
traducción latina que había hecho San Jerónimo. Se empeñan en acercar la Biblia al
pueblo, traduciéndola a lenguas vulgares. O critican la falta de pureza evangélica, los
vicios eclesiásticos, la corrupción del Papado, y propugnan una religiosidad más íntima
y sincera. Los principales autores en esta línea fueron el holandés Erasmo de
Rotterdam, que dio lugar a la corriente erasmista (muy presente, por cierto, en
España), y el alemán Martín Lutero, que desencadenó la Reforma protestante y acabó
con el universalismo de la Iglesia de Roma.
El luteranismo, como es sabido, surgió en principio como reacción a la predicación de indulgencias, con
95 tesis publicadas en Wittenberg (1517). Como consecuencia de estas críticas, Lutero fue excomulgado
en 1520, y apoyado por la nobleza alemana, extiende por Alemania su doctrina. El luteranismo opone a la
autoridad espiritual de Roma una religiosidad individualista basada en el "libre examen" o lectura
personal y crítica de las Sagradas Escrituras, que siguen el canon hebraico, y no el católico; rechaza la
jerarquización de la Iglesia (en favor de un sacerdocio universal de los creyentes), el celibato, la vida
monástica; desprecia el culto a las imágenes, etc. La Reforma luterana dio origen también a otras
comunidades religiosas, como el anglicanismo (Gran Bretaña) y el calvinismo (más radical, extendido
sobre todo en Suiza, Francia —hugonotes— e Inglaterra —puritanos—).

La Iglesia de Roma reaccionó ante estos movimientos iniciando, a mediados del siglo
XVI su propia reforma —la Contrarreforma— dentro de la ortodoxia, convocando el
Concilio de Trento. La Contrarreforma reorganizó la Iglesia, reafirmó el valor del Papa
y de los dogmas, creó nuevas órdenes religiosas, como la de los Jesuitas, pero se
caracterizó sobre todo por realizar una acción represiva (Inquisición, censura y
prohibición de libros: en los famosos Índices).

IV. EL RENACIMIENTO EN ESPAÑA. CARACTERÍSTICAS ESPECÍFICAS


Datos históricos importantes
Al reinado de los Reyes Católicos le sigue, exceptuando un breve periodo de conflictos
sucesorios, el de Carlos I (venido a España en 1517). El territorio bajo el poder de este
rey, coronado emperador (se le conoció en la época como César) se amplía con la
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herencia del reino Alemán. Los principales problemas del reinado son las guerras, tanto
internas (las Comunidades y las Germanías), como externas (guerras contra Francia,
contra la expansión del protestantismo, contra los turcos). Estos problemas los heredará
Felipe II (rey en 1555), a quien le explotan además otros ya latentes desde tiempo atrás:
la rebelión de los moriscos de Granada (obligados a abandonar su religión, lengua,
vestidos y costumbres); o las tensiones con Inglaterra (que culminan con el desastre de
la Armada Invencible).
Sociedad y economía
Algunos de los problemas específicos del Ranacimiento español, que condicionan su
modo de ser son:
a) El menor desarrollo de la burguesía, a la que los sectores dominantes (nobleza y
clero) oponen más resistencia que en otros países.
b) Los prejuicios de casta. Los Reyes Católicos habían expulsado a los judíos que
no quisieron convertirse en 1492. Muchos se bautizaron, pero siempre fueron
vistos, ellos y sus descendientes, con sospecha por los cristianos viejos. En
1547, por ejemplo, se instituyen los Estatutos de limpieza de sangre, que
excluían a los conversos de cargos públicos. Es más, se llega a identificar la
pureza de sangre con la verdadera nobleza, con la hidalguía. Se extiende por
España el deseo de ser hidalgo, noble. De ahí que la industria y el comercio, en
manos de los conversos, que forman buena parte de la clase burguesa, no
alcancen el desarrollo que logran en otros países europeos, desaprovechando las
riquezas que provienen de América (invertidas en importar manufacturas y en
costear guerras).
La Contrarreforma
En la primera mitad del siglo XVI España participa de los movimientos europeos de
renovación de la religiosidad (excepto el protestantismo, que no llegó a cuajar), hacia
una mayor pureza evangélica: Erasmo influye muy destacadamente, la orden
franciscana se renueva (de la mano del Cardenal Cisneros), y existen diversas corrientes
de espiritualidad (como los alumbrados), que crean un poso importante de heterodoxia.
Sin embargo, con Felipe II, España pasa a llevar el peso de la Contrarreforma, lo cual
encierra al país en sí mismo. No sólo se persiguen las herejías o impurezas de sangre,
sino que incluso cualquier actividad intelectual resulta sospechosa. El sentido crítico de
la mentalidad burguesa y humanista encuentra así un importante freno. En el fondo, esto
contribuyó a fortalecer más los privilegios de nobles y clérigos, en detrimento de la
clase burguesa.

TEXTOS DE APOYO

TEXTO 1
Entre las habilidades externas se exige, por lo pronto, al “cortigiano”, el magistral
dominio de los llamados ejercicios nobles (...). El “cortigiano” debe estar familiarizado
con todos los juegos nobles, incluso el salto, la carrera, la natación y la lucha; ante todo
ha de ser un buen danzarín y (se sobreentiende) un jinete consumado. Ha de poseer
además varios idiomas, por lo menos el italiano y el latín, y entender de literatura y de
artes plásticas; en música llega a exigírseles cierto grado de virtuosismo práctico... que
ha de mantener en el mayor secreto posible. Claro que nada de esto es realmente serio y
a fondo, si se exceptúa lo que a las armas se refiere.
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Jacob Burckhardt, La cultura del Renacimiento en Italia

TEXTO 2
Para la comprensión de la alta sociabilidad del Renacimiento es, finalmente, esencial,
saber que la mujer era igualmente estimada que el hombre. (...)
Ante todo: en las clases superiores la educación de la mujer es esencialmente la misma
que la del hombre. No sienten los italianos del Renacimiento el menor escrúpulo en
iniciar en literatura, y hasta en filología, al mismo tiempo a sus hijos y a sus hijas.
Como en esta antigua cultura renovada se veía el patrimonio supremo de la vida, no se
quería privar de ella a las jóvenes. (...) La mujer debía, por lo menos, participar en la
lectura de los hombres para poder seguir el hilo de la conversación, en la cual
predominaba frecuentemente el tema de la Antigüedad.
Jacob Burckhardt, La cultura del Renacimiento en Italia

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