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UNIDAD 4 LA LITERATURA DE LOS SIGLOS DE ORO.

LENGUA Y LITERATURA

2. LA LITERATURA DEL SIGLO XVI: EL RENACIMIENTO

2.1. EL RENACIMIENTO

2.1.1. CONCEPTO Y ORIGEN DEL TÉRMINO

El término rinascita fue usado por primera vez en el siglo xvi por el historiador del arte
italiano Giorgio Vasari, para referirse al continuo renacer que experimentaron las artes
desde el siglo anterior. Pero habrá que esperar al siglo xix para que la palabra Renacimiento
se emplee para nombrar un amplio movimiento ideológico y artístico que nació en Italia en
el siglo xiv y se propagó al resto de Europa durante los siglos xv y xvi gracias, sobre todo, a
la imprenta. En España abarca sólo el siglo XVI. Coincide, por tanto, con el inicio de la Edad
Moderna.

2.1.2. CARACTERÍSTICAS

En el Renacimiento, no sólo la literatura, sino el arte, en general, tiene un marcado


carácter idealizado. Por ello, son recurrentes motivos como la belleza en la mujer, de piel
blanca y labios rojos, o la naturaleza idílica (locus amoenus), espacio en el que el poeta
puede abrir su corazón. Igualmente, la prosa renacentista tendrá un marcado carácter
idealizado. Este embellecimiento también se refleja en otros temas de esta etapa como el
amor, que normalmente es fuente de dolor, por ser un amor imposible, y la mitología, que
será objeto de inspiración para los autores renacentistas.

En esta época se produce un cambio radical en la forma de entender el mundo y el


conocimiento, además de que se acrecientan y consolidan los cambios sociales que ya se
iniciaron al final de la Edad Media. Dos son las causas de esta expansión cultural; en primer
lugar, la mencionada invención de la imprenta; en segundo lugar, el propio
ensanchamiento del mundo gracias a los grandes descubrimientos de la época. A estas
dos causas, hay que añadir una tercera que incidirá notablemente en la cultura de este
siglo: la religión. Partiendo de estas causas, podemos enumerar una serie de
características que definen los principales cambios experimentados en este período:

● Auge de la burguesía: aunque la nobleza y el clero siguen manteniendo sus


privilegios, el crecimiento de la actividad comercial lleva a la burguesía a ser una
clase social muy poderosa, formada principalmente por comerciantes adinerados
para los que prima el individualismo y el esfuerzo personal por encima del linaje.
Los protagonistas del arte y la historia renacentista son casi siempre personajes de
grandeza individual. Por otro lado, los cambios sociales y el inicio de la crisis a mitad
de siglo se refleja en el nacimiento de la novela picaresca, con el Lazarillo de
Tormes.

● La expansión por Europa y América propicia el interés por el género histórico


(con especial predilección por las crónicas de Indias, como la Historia de las Indias,
de Bartolomé de las Casas)resurgir de la épica (con ejemplos en español como La
Araucana, de Alonso de Ercilla, que narra la conquista de Chile).

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● Aprecio al pasado grecolatino: en este período se recuperan, estudian y traducen


a las lenguas vulgares documentos clásicos escritos en latín y griego. En el arte, el
Renacimiento tiene como base el clásico, al que se imita, pero no se copia, pues se
trata de la imitación propia del individualismo renacentista, en à que prevalecen el
estudio y la experimentación, pero se cuidan la belleza formal, el equilibrio y la
simetría. En literatura se cultivarán los géneros (églogas, odas...) y temas de la
Antigüedad clásica (el amor, la naturaleza y la mitología).

● Valoración del concepto de "gentil-hombre": se impone el ideal del individuo


culto, que reúne amplios conocimientos sobre saberes diferentes. El modelo ideal
del perfecto caballero era el cortesano, que dominaba las armas y las letras, como
aparece reflejado en la obra homónima de Baltasar de Castiglione. año).

● Importancia de la ciencia y de la razón: se piensa que la razón y la ciencia deben


explicarlo todo. Por ello, se impone una actitud crítica frente al dogmatismo
medieval, que tuvo como consecuencia el florecimiento de las ciencias, en las que
destacan científicos como Nicolás Copérnico, Galileo Galilei o Leonardo Da Vinci.

● Antropocentrismo: en el Renacimiento se produce el paso desde una sociedad y


cultura teocéntrica hacia una sociedad antropocéntrica, en la que el hombre será
considerado el centro del universo y medida de todas las cosas.

2.1.3. LA MENTALIDAD RENACENTISTA

La visión estática del universo, preponderante durante la Edad Media, será sustituida por
una visión dinámica donde se valoran la experimentación y el método científico como
fuentes de conocimiento, por encima de la fe religiosa que había dominado el Medievo. Esta
nueva visión lleva al desarrollo de un movimiento cultural, el humanismo, que pretende una
formación integral del individuo en todos los aspectos y que tiene su origen en el
conocimiento de las obras y autores grecolatinos, como Aristóteles, Cicerón, Horacio,
Virgilio y Ovidio.

En consecuencia, el humanismo aspiraba a restaurar todas las disciplinas que ayudaran a


un mejor conocimiento y comprensión de los autores de la Antigüedad clásica, a la que se
consideraba un modelo de conocimiento más puro y más válido que el que había imperado
en la Edad Media. Por ello se desarrollaron extraordinariamente la gramática, la retórica, la
literatura, la filosofía y la historia, ciencias ligadas estrechamente al espíritu humano. Se las
llamó artes liberales, que eran todos los saberes a los que debía acceder el ser humano
libre frente al dogmatismo cerrado de la teología.

Junto a ese espíritu científico se desarrolla una visión optimista de la existencia, que
supuso la superación del pesimismo medieval. Por tanto, si en el medievo la vida terrenal no
era más que el camino amargo y difícil hacia la otra vida, la celestial, que era la eterna, en el
Renacimiento se instaura la doctrina filosófica del epicureísmo, que busca la felicidad a
través del disfrute de los placeres, y que se manifiesta en tópicos como el del carpe diem,
que podría traducirse como "vive el momento". Por este motivo, el artista del Renacimiento

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dará rienda suelta a las emociones y los sentimientos como el amor, el deseo, la ambición y
otros valores centrados en el disfrute de la vida terrenal.

Sin embargo, la corriente filosófica más importante en esta etapa será el neoplatonismo,
presente sobre todo en los Diálogos de amor, obra del judío sefardi afincado en Italia León
Hebreo. Según este pensamiento, los únicos vestigios que quedan en la tierra del mundo
perfecto de las ideas son la naturaleza, el arte y la mujer. A través del amor espiritual a una
dama idealizada, el hombre puede elevar su alma hacia la idea primera, la de Dios. Este
tipo de amor neoplatónico aparece en la obra de numerosos escritores de esta época,
desde los místicos a los autores de novelas pastoriles.

2.1.4. LOS PROBLEMAS RELIGIOSOS

El humanismo supone un cambio en la concepción del mundo, pues los humanistas


también se ocuparon de la religión, estudiando las Sagradas Escrituras, de donde nacieron
intentos de reforma como el erasmismo, iniciado por Erasmo de Rotterdam, que proponía
una vuelta al cristianismo primitivo y una religiosidad interior, al margen de los excesos de
las ceremonias. Se tenía constancia de la existencia de abusos por parte de papas y
obispos, que se preocupaban más de sus intereses particulares que de transmitir la palabra
de Dios. Se criticaba la riqueza de la Iglesia, que cobraba sin pudor altos impuestos a sus
fieles.

Más tarde, surge el luteranismo, representado por Martín Lutero, que acabará con la
división de los cristianos en católicos, que reconocen la autoridad del papa y mantienen
una organización única, y protestantes, que rechazan tanto la figura del papa como el culto
a la Virgen María, así como otras prácticas comunes en el seno de la Iglesia. Como
reacción a la Reforma, la iglesia católica lleva a cabo la Contrarreforma, que, desarrollada
durante el Concilio de Trento (1545-1563), pretende reafirmar la autoridad papal y los siete
sacramentos, así como promover la disciplina y austeridad en el clero para corregir abusos
y errores que se habían venido cometiendo. Las preocupaciones religiosas y la
Contrarreforma propiciarán el nacimiento de la literatura ascética y mística, que tiene como
principales representantes a san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús y fray Luis de
León.

2.1.5. LA LENGUA LITERARIA

A lo largo del siglo xvi se produjo un debate sobre si la lengua empleada en la literatura
debía o no parecerse a la lengua hablada. Juan de Valdés afirmó lo siguiente: "el estilo que
tengo me es natural, y sin afectación ninguna escribo como hablo". Esta declaración se
toma como paradigma del estilo en la primera mitad del siglo, periodo que se denomina
primer Renacimiento, donde situamos a Garcilaso como principal representante, cuyo
estilo busca la naturalidad y la armonía, haciendo uso de un lenguaje sencillo pero lleno de
cromatismo y elegancia, que consigue con recursos como la abundante adjetivación y el
empleo de bellas imágenes que han trascendido a través de la historia de la literatura.

En cambio, fray Luis de León piensa que "el bien hablar no es común", sino que el buen
escritor, "de las (palabras) que todos hablan elige las que convienen, y mira el sonido de

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ellas y aun cuenta a veces las letras, y las pesa y las mide y las compone, para que no
solamente digan con claridad lo que se pretende decir, sino también con armonía y dulzura".
Esta opción estilística, donde no se rechaza lo natural, pero se niega la pretendida
espontaneidad anterior, sirve de modelo a lo que se ha dado en llamar segundo
Renacimiento.

La lengua literaria del Renacimiento se caracteriza, pues, por el equilibrio entre fondo y
forma. La serenidad con que se abordan los temas y el optimismo en la visión de mundo se
corresponden con una lengua brillante, pero sencilla y natural.

2.1.6. PASOS

En España, el Renacimiento se divide en dos etapas claramente diferenciadas. Hablamos,


por tanto, de un primer Renacimiento que se desarrolla durante el reinado de Carlos I,
período en el que España, abierta y cosmopolita, recibe influencias de la literatura
extranjera, sobre todo de Italia. Durante este período se desarrolla especialmente la poesía
lírica, con Garcilaso de la Vega como principal representante. El segundo Renacimiento
coincide con el reinado de Felipe II y con la imposición de las tesis de la Contrarreforma
católica, que hace que España se cierre a influencias del exterior y, por otro lado, que se
desarrolle poderosamente una literatura de tipo religioso, la ascética y la mística, cuyos
principales representantes son, respectivamente, fray Luis de León y san Juan de la Cruz.

2.2. LA POESÍA LÍRICA PROFANA

Uno de los elementos más definitorios de la literatura del Renacimiento es que se cultiva,
tomando como modelo al poeta italiano Francesco Petrarca y su Cancionero, una manera
nueva de expresar se a través de una poesía lírica que muestra una sensibilidad extrema y
donde se habla, ante todo, del amor y de los sentimientos del poeta. Este modelo poético
viene a reforzar las tendencias que ya se apreciaban en la lírica cortesana del siglo xv.

Desde el punto de vista formal, junto a los versos tradicionales (octosílabo), se incorporan
de la literatura italiana estrofas nuevas que usan el endecasílabo solo o en alternancia con
el heptasílabo (soneto, octava real, lira, silva-estancia). En este proceso de adaptación de
las formas italianas al castellano fue determinante la labor de tres poetas: Garcilaso de la
Vega (en la lírica profana) y fray Luis de León y san Juan de la Cruz (en la poesía
religiosa).

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Garcilaso de la Vega.

Es el padre de nuestra poesía moderna. Representa el ideal de caballero renacentista, ya


que fue hombre de armas y letras. Sus repetidas estancias en Italia, particularmente en
Nápoles, fueron determinantes para la aclimatación de la poesía petrarquista en España.
Aunque se casó con Elena de Zuñiga, parece que estuvo enamorado de Isabel Freire, una
dama portuguesa de la corte de la reina, que será la figura principal de su mejor poesía
amorosa. Se trata de un amor no correspondido, pues Isabel se casó con otro hombre y
murió muy joven.
Aunque su obra es muy breve: una epístola, dos elegías, tres églogas, cinco canciones y
treinta y ocho sonetos, la producción literaria de Garcilaso puede dividirse en tres etapas:

a. A la primera etapa corresponden las canciones primera y segunda. Se observa una


asimilación del cancionero tradicional y del prerrenacimiento.

b. En una segunda etapa, Garcilaso asimila el clasicismo gracias a sus contactos con
Italia. La obra que marca el cambio, con influencias de Petrarca, es la Canción III, en la que
domina un tono resignado y armonioso.

c. La tercera etapa, claramente petrarquista, está marcada por la muerte de Isabel Freire.
Es el momento más fecundo y equilibrado y en el que el arte de Garcilaso llega a su
plenitud. A este período corresponden la Canción V, algunos sonetos y las tres églogas.

Destacan las églogas I y III, que son diálogos líricos de amor entre pastores en el marco de
una naturaleza idealizada:

● La Égloga I (en estancias) presenta a Salicio, que se queja del desprecio de su


amada Galatea, y a Nemoroso, que llora la muerte de Elisa. Ambos pastores
representan al propio Garcilaso en dos momentos de su vida..

● La Égloga III (en octavas reales) transcurre en un paisaje idealizado (locus


amoenus) a orillas del Tajo, de donde surgen cuatro ninfas que tejen tapices con
motivos mitológicos de amores desdichados. La cuarta teje la historia de Nemoroso,
que esconde la propia historia del poeta.

La Canción V es conocida como "Oda a la flor de Gnido". Su primer verso, "Si de mi baja
lira", ha dado nombre a la estrofa utilizada en ella por primera vez en castellano: la lira.

El estilo de Garcilaso de la Vega se caracteriza por la naturalidad, musicalidad y armonía,


junto al empleo de figuras como epítetos, metáforas, antítesis y paralelismos. Una de las
notas más destacables en este poeta es la adjetivación, que en el Renacimiento alcanza un
auge especial. En los temas, es frecuente el uso de la mitología y de tópicos literarios (locus
amoenus, carpe diem, descriptio elle, y collige, virgo, rosas, entre otros), aunque el tema
más recurrente de su poesía es el amor. antara a su amada en versos apasionados antes
de que ésta muriera y en versos muy sentidos y nos de madurez después de su muerte.

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2.3. LA POESÍA LÍRICA RELIGIOSA. ASCETICA Y MISTICA

Fruto de la Contrarreforma y del aislamiento político practicado en el reinado de Felipe II,


se originan en la segunda mitad del siglo xvi dos corrientes espirituales: la ascética y la
mística. La ascética defiende un camino de perfeccionamiento íntimo a través de la oración
y el sacrificio en dos fases o momentos: la vía purgativa, por medio de la cual el alma se
libera, se purga de los placeres mundanos, que tanto nos atan a lo material, a lo terrenal; y
la vía iluminativa: una vez liberada de ese lastre, el alma, tras purificarse, asciende y se
acerca a Dios, hasta llegar a contemplar o intuir su luz. Al final de este camino está la
mística, que ya no es un proceso, sino un estado de perfección espiritual, una experiencia
en la que Dios se une a esa alma en la vía unitiva. Surge así una lírica que utiliza la nueva
forma de hacer poesía para abordar temas religiosos. Destacan dos poetas, fray Luis de
León, en la corriente ascética, y san Juan de la Cruz, en la mística.

Fray Luis de León

La obra de fray Luis de León abarca tanto la prosa no ficcional como el verso, así como
una amplia labor traductora de textos bíblicos (hecho por el que fue acusado y condenado);
sin embargo, destaca por su poesía, que fue publicada de forma póstuma, por Quevedo, en
1631. Comprende un total de veintitrés poemas en los que predominan las estrofas que
usan el endecasílabo y el heptasílabo. De entre todas sus composiciones, destacan las
odas, que siguen el modelo clásico de Horacio, en las que se vale de la lira, para expresar
su tema más recurrente: el ansia de paz en una vida retirada en la que poder acercarse a
Dios.
Sus poemas más valorados son Oda a la vida retirada, donde aparecen los tópicos del
beatus ille (feliz aquel que vive en paz) y del aurea mediocritas (la dorada medianía, vida
ideal, sin lujos, pero libre de ambiciones), Noche serena, que presenta el deseo de la gloria
a través de la contemplación de una noche, y Oda a Francisco Salinas, en la que la
música de este amigo suyo eleva su alma y lo transporta, por un instante incluso, a la unión
con Dios.
Su estilo se caracteriza por la claridad y la armonía, fruto de un cuidadoso proceso de
selección y depuración, con el que concilia el espíritu cristiano con la versificación italiana.
Entre las figuras retóricas que utiliza con más frecuencia están algunas de repetición, como
paralelismos, anáforas o geminaciones, o las que contribuyen a dotar a su poesía de gran
musicalidad, como aliteraciones o encabalgamientos.

San Juan de la Cruz

Para este poeta, la poesía es un medio que permite nombrar lo inefable: la unión mística
con Dios. Su producción poética es breve, pero bastan tres poemas, escritos en liras, para
situarlo en la cima de nuestra poesía:

● Cántico espiritual, donde la esposa, que simboliza el alma, busca al esposo, símbolo
de Dios. en la naturaleza; este, tras ver su insistencia, se deja ver y se une a ella.
Esta unión entre amado y amada representa la unión mística del alma con Dios.

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● Noche oscura del alma, poema que se refiere a las tres fases de la experiencia
mística: la muchacha, símbolo del alma, abandona su casa (el cuerpo) para
encontrarse con su amado, Dios (vía purgativa); una vez fuera, aunque es de noche,
la muchacha es guiada por la luz de su amor al amado (vía iluminativa), al que
finalmente se une (vía unitiva).
● Llama de amor viva, un poema de júbilo y exaltación por la unión mística del alma
con Dios.

En lo que se refiere al estilo, puede decirse que por ser la experiencia mística algo
inefable, es decir, que no puede explicarse con palabras, ha de hacerse por otro tipo de
medios: uno de ellos son los símbolos, como el encuentro sexual entre los amantes para
representar la unión del alma y Dios. El otro medio son las imágenes, expresiones
exclamativas y figuras de contraste (oxímoron, antítesis y paradojas), con los que intenta
hacer gráfica una experiencia indescriptible; no de otro modo pueden entenderse
expresiones como "la música callada" o que la amada deje sus preocupaciones "entre las
azucenas olvidadas". Además de estas características particulares de la mística, san Juan
combina el estilo popular (observable en que es una muchacha la que canta, la sencillez del
léxico y la sintaxis, la noche como tiempo de encuentro de los amantes, etc.) y el estilo
culto, con elementos propios del amor cortés y temas y motivos bíblicos (con la influencia
perceptible del Cantar de los cantares, atribuido a Salomón).

Santa teresa de jesus

Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada (Ávila, 1515-Salamanca, 1582), fue


reformadora de la orden del Carmelo junto a san Juan de la Cruz y ambos se consideran los
escritores cumbre de la mística cristiana. Su poesía es sencilla, siguiendo la métrica
tradicional, con versos octosílabos, pero destaca, sobre todo, en prosa. Escribió libros de
carácter autobiográfico y otros de carácter místico. Su obra más importante es Las moradas
o Castillo interior, donde desarrolla la imagen de un castillo con siete aposentos que el alma
tiene que recorrer hasta conseguir la unión mística con Dios. Fue la primera mujer doctora
de la Iglesia.

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