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● Índice de contenidos

● Carátula
● Índice
● Introducción
● Concepto de Impulsividad
● Clasificación de los trastornos del control de los impulsos
● Neuroimagen de los trastornos del control de los impulsos
● Tratamiento de la impulsividad
● Intervención neuropsicológica en al impulsividad
● Psicofármacos de la impulsividad
● Terapia para el control y la mejora de la impulsividad (mostrar un
caso)
● Conclusiones
● Bibliografía

INTRODUCCION :
La práctica clínica, tanto si se desarrolla desde la Atención Primaria
como desde unidades específicas de salud mental o de tratamiento de
adicciones, requiere la atención integral de los sujetos. En no pocas
ocasiones, tras los síntomas que desencadenan la petición de ayuda
profesional quedan enmascarados o pasan desapercibidos problemas
de magnitud y severidad mayor que los que aparentemente causan
dicho malestar. Muchos pacientes no son capaces de percibir o declarar
al profesional clínico su verdadero problema, ya sea por las limitaciones
del trabajo profesional o por interferencias de imágenes sociales.
Muchas personas acuden a su médico de familia relatando estados
depresivos recurrentes, que motivan elevadas tasas de absentismo
laboral, fuerte malestar para el individuo e importantes repercusiones en
su ambiente familiar y social. Detrás de estos estados en muchas
ocasiones se ocultan consumos de sustancias, como el alcohol, la
cocaína o ambas, u otros hábitos limitantes, sin que el profesional tenga
conocimiento de la raíz del problema. Estas circunstancias requieren la
alerta del clínico. Por otro lado, consumos abusivos de alcohol o
cocaína pueden quedar enmascarados tras una imagen social que
favorece la consideración de normalidad en patrones que, desde el
conocimiento médico, son netamente perjudiciales. En los últimos años
están emergiendo una serie de trastornos de conducta, más o menos
novedosos, con características comunes a los trastornos por consumo
de sustancias, desde el punto de vista biopsicosocial, y que también
deberían ser objeto de atención médica y psicológica. Estos trastornos
pueden incluirse globalmente en el concepto y categoría clínica de
trastornos del control de los impulsos, que se caracterizan por una
limitación en la capacidad para reprimir ciertos impulsos o tentaciones
de llevar a cabo un acto perjudicial para la propia persona o bien para
los demás, aun en contra de su propia voluntad. El sujeto percibe
sensación de tensión o activación interior antes de cometer el acto,
experimentando gratificación o liberación en el proceso de la acción
impulsiva. Posteriormente al acto puede o no experimentar sentimientos
de culpa. Aparte del mencionado abuso de sustancias, otros
comportamientos adictivos cumplen también los criterios mencionados
(Internet, videojuegos, sexo, juego patológico, gasto compulsivo, etc.).
Los trastornos por abuso o dependencia de sustancias pertenecen, por
derecho propio, a esta categoría global de trastornos del control de los
impulsos, pero a efectos clasificatorios se estimó la conveniencia de
incluirlos en una categoría independiente .
CONCEPTO DE IMPULSIVIDAD :

Durante los años, las definiciones de la impulsividad han ido


evolucionando y con ello asociando componentes que han permitido la
creación de diversos instrumentos psicológicos .Al llevar a cabo
investigaciones, se hace uso de instrumentos para realizar un análisis
de los resultados, por ello es importante explorarlos . Así mismo, la
impulsividad está relacionada con diversos aspectos, así como rasgos
psicológicos, estos varían en su dependencia e independencia con la
variable La impulsividad, es considerada elemento clave e importante
en el conocimiento y diagnóstico psicopatológico; Así mismo, la
impulsividad es el principal predictor en conductas problemáticas y
antisociales, adicciones, delincuencia y abuso de sustancias (McMurran,
Blair y Egan, 2002). Las personas impulsivas se caracterizan por actuar
rápido frente a diferentes contextos, sin considerar consecuencias, que
conlleva al déficit de tolerancia como parte de la gratificación (Dellu,
Trunet y Simon, 2004) . Cuando la impulsividad perdura en la adultez,
esta se evidencia en los fracasos laborales y matrimoniales, a causa de
su comportamiento y su carácter explosivo, así mismo suelen
abandonar trabajos sin pensarlo, herir a sus compañeros o amigos de
forma innecesaria y poco reflexiva, de igual manera demuestran poca
tolerancia para la espera de gratificación, suelen buscar adrenalina y por
último, se produce la búsqueda de estímulos a través de consumos
exagerados de alcohol, drogas, mentir y robar. La impulsividad es una
señal de alerta, que podría dar inicio a manifestaciones de problemas
mentales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) (2014) menciona
que la impulsividad es un factor predominante para el desarrollo de
problemas sociales y trastornos psicológicos, además en los últimos
años es notorio el aumento de conductas impulsivas el cual se asocia
que, un 85% de comportamientos están relacionados a los trastornos
psiquiátricos .

En algunos casos, se puede manifestar como una condición aislada


mientras que en otros puede ir acompañada de otras condiciones
psicológicas más o menos relacionadas. Otra de las características de
las personas impulsivas es que suelen ser propensas al consumo de
alcohol, drogas o fármacos, aumentando su agresividad y presentando
mayores problemas para adaptarse a diferentes situaciones.

Esta perturbación es extremadamente perjudicial tanto para las


personas afectadas, como para sus familias y la comunidad.
3. Clasificacion de los trastornos del control de los impulsos Los
trastornos del control de los impulsos son un grupo de
comportamientos que resultan en la incapacidad de resistir actos
impulsivos que pueden ser perjudiciales. Según el Manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV), existen seis tipos
principales de trastornos del control de los impulsos: 1. Tricotilomanía:
arrancarse incontrolablemente el propio cabello. 2. Trastorno explosivo
intermitente: incapacidad para controlar impulsos violentos. 3. Juego
patológico: impulso incontrolable de apostar. 4. Cleptomanía:
incapacidad para resistir el impulso de robar. 5. Piromanía: incapacidad
de controlar el impulso de prender fuego. 6. Otros trastornos no
especificados, como adicción sexual, automutilación repetitiva y
compras compulsivas Estos trastornos suelen manifestarse con una
sensación de tensión previa a la acción impulsiva, seguida de
gratificación o liberación, aunque a veces pueden ir acompañados de
sentimientos de culpa. Por lo general, estos trastornos comienzan en la
infancia o adolescencia y tienden a empeorar con el tiempo, afectando
diversas áreas de la vida del individuo. Para diagnosticar los trastornos
del control de impulsos, se utilizan diferentes enfoques que incluyen
evaluaciones clínicas y psicológicas. Algunos pasos comunes en el
proceso de diagnóstico son: 1. Entrevista clínica: Se realiza una
evaluación exhaustiva del historial médico y psicológico del paciente
para identificar síntomas, antecedentes familiares y situaciones
desencadenantes. 2. Cuestionarios y pruebas: Se pueden emplear
cuestionarios estandarizados y pruebas psicológicas para evaluar la
gravedad de los síntomas y determinar la presencia de trastornos
específicos. 3. Observación del comportamiento: El profesional puede
observar directamente el comportamiento del paciente para identificar
patrones impulsivos y su impacto en la vida diaria. 4. Colaboración
interdisciplinaria: En algunos casos, se requiere la colaboración entre
psiquiatras, psicólogos y otros profesionales de la salud para obtener un
diagnóstico preciso y establecer un plan de tratamiento integral. Es
fundamental que el diagnóstico sea realizado por un profesional de la
salud mental con experiencia en trastornos del control de impulsos, ya
que un enfoque multidisciplinario suele ser necesario para abordar
eficazmente estos trastornos 4. Neuroimagen de los trastornos del
control de los impulsos La neuroimagen ha sido útil para estudiar los
trastornos del control de impulsos, ya que permite observar los cambios
en la estructura y función cerebral relacionados con estos trastornos.
Algunos hallazgos de neuroimagen en relación con los trastornos del
control de impulsos incluyen: 1. Disminución en el volumen del cuerpo
estriado: El cuerpo estriado es una estructura cerebral que desempeña
un papel importante en el control de los impulsos. Algunos estudios han
encontrado que los pacientes con trastornos del control de impulsos
tienen un volumen reducido en el cuerpo estriado. 2. Disminución en la
actividad del cuerpo estriado: Además del volumen, también se ha
observado una disminución en la actividad del cuerpo estriado en
pacientes con trastornos del control de impulsos. Esto sugiere que la
función del cuerpo estriado puede estar relacionada con la capacidad de
controlar los impulsos. 3. Disminución en la actividad del núcleo
accumbens: El núcleo accumbens es una estructura cerebral que está
implicada en la recompensa y la motivación. Algunos estudios han
encontrado que la actividad del núcleo accumbens puede estar
relacionada con la capacidad de controlar los impulsos 4. Disminución
en la actividad del hipocampo: El hipocampo es una estructura cerebral
que está implicada en la memoria y la aprendizaje. Algunos estudios han
encontrado que la actividad del hipocampo puede estar relacionada con
la capacidad de controlar los impulsos Estos hallazgos de neuroimagen
sugieren que los trastornos del control de impulsos pueden estar
relacionados con cambios en la estructura y función cerebral, lo que
podría explicar la incapacidad de controlar los impulsos en estos
pacientes. riesgos Los riesgos asociados con una neuroimagen incluyen:
1. Exposición a rayos X: La TAC utiliza rayos X para crear imágenes de
la estructura cerebral, lo que puede exponer a la persona a un riesgo de
cáncer 2. Reacciones alérgicas: Algunas personas pueden tener
reacciones alérgicas a los agentes de contraste utilizados en la RMN 3.
Riesgo de infección: La RMN utiliza campos magnéticos, lo que puede
causar calor y descongelamiento en el cuerpo, lo que puede aumentar el
riesgo de infección 4. Riesgo de daño cerebral: La PET utiliza
radiotracers para medir la actividad metabólica en el cerebro, lo que
puede causar daño cerebral si se administra incorrectamente 5. Riesgo
de daño cerebral: La RMN puede causar daño cerebral si se administra
incorrectamente Es importante que los profesionales de la salud y los
pacientes sean conscientes de estos riesgos y tomen medidas para
minimizarlos

5. Tratamiento de la impulsividad

La psicología social nos dice que gran parte de nuestra conducta está
influenciada por el entorno en el que vivimos. El daño cerebral puede tener
consecuencias en nuestras interacciones sociales, ya que afecta la forma en
que nos relacionamos con los demás y cómo nos ajustamos a diferentes
factores en situaciones sociales. El contexto y la persona se influyen
mutuamente, y el daño cerebral puede cambiar el marco de referencia y el rol
de una persona dentro de los grupos a los que pertenece, así como su
conocimiento de sí mismo y de los demás. Cuando se identifica un deterioro
en el funcionamiento cognitivo, es crucial intervenir de manera efectiva. Esto
se debe a que el deterioro cognitivo implica dificultades en el uso de las
capacidades preservadas, dificultad para adaptarse a las demandas
cambiantes del entorno y problemas para aplicar lo aprendido en diferentes
situaciones. La intervención en el funcionamiento cognitivo tiene como
objetivo principal mejorar las habilidades y capacidades cognitivas de la
persona, así como ayudarle a desarrollar estrategias para superar las
dificultades que pueda enfrentar. Esto puede incluir actividades y ejercicios
específicos diseñados para trabajar áreas cognitivas específicas, como la
memoria, la atención, el razonamiento y la resolución de problemas. Es
importante adaptar la intervención a las necesidades individuales de cada
persona y proporcionar un apoyo adecuado para maximizar los resultados
positivos. Las intervenciones en grupo ofrecen un contexto interactivo donde
se pueden abordar de manera conjunta los diferentes aspectos necesarios
para lograr un ajuste psicosocial satisfactorio.

Es fundamental que un programa de rehabilitación integral incluya la


participación en grupos terapéuticos que realicen tareas en entornos
similares a los contextos futuros del paciente. Estos grupos permiten
abordar una amplia gama de dificultades relacionadas con el control
inhibitorio, como la solución de problemas, la comunicación social y la
función ejecutiva. Además, facilitan la transferencia de lo aprendido en
sesiones individuales. Sin embargo, es importante que la intervención
grupal esté basada en las evaluaciones individuales y se adapte al
progreso de cada paciente. Antes de unirse a un grupo terapéutico, se
deben realizar observaciones y registros para comprender las
necesidades y ajustar las estrategias de rehabilitación. Es esencial
enfocarse en habilidades sociales, control emocional y conductual.
Además, es importante utilizar reforzadores efectivos y realizar
actividades grupales que involucren tareas cognitivas, pautas de control
emocional y conductual, y la interacción entre los miembros del grupo
para alcanzar objetivos comunes. La participación activa de la familia es
crucial en el proceso de rehabilitación, ya que estarán con el paciente la
mayor parte del tiempo. Es importante que estén informados y
capacitados para brindar el apoyo necesario en el hogar.
6. Intervención neuropsicológica en la impulsividad
Las personas que han sufrido un daño cerebral, así como sus familiares
y cuidadores, a menudo describen cambios en la esfera emocional y en
la regulación conductual, además de los cambios cognitivos. Estos
cambios en la personalidad se perciben como una amplificación de las
características y comportamientos habituales de la persona antes del
daño cerebral.Después de un daño cerebral, es común observar
alteraciones en la personalidad y el comportamiento. Las características
que eran más sutiles o controladas antes del daño cerebral pueden
volverse más prominentes o difíciles de regular. Esto puede incluir
cambios en el estado de ánimo, la expresión emocional, la impulsividad,
la irritabilidad o la falta de inhibición. Es importante recordar que estos
cambios en la personalidad no son intencionales por parte de la
persona afectada. Son el resultado directo de las alteraciones en el
cerebro y pueden ser desafiantes tanto para la persona afectada como
para sus seres queridos.las personas que han sufrido una lesión cerebral
no son capaces de darse cuenta de los cambios en su comportamiento,
a diferencia de lo que observan sus familiares, personas de referencia y
cuidadores. Estas personas señalan los cambios que notan, que suelen
ser reconocibles, como la impulsividad, la irritabilidad y la labilidad
emocional. Es común que la persona afectada por una lesión cerebral
tenga dificultades para reconocer y comprender los cambios en su
comportamiento. Esto puede ser debido a las alteraciones en su
funcionamiento cognitivo y su conciencia de sí mismo como resultado
de la lesión cerebral. Los familiares, personas de referencia y cuidadores
desempeñan un papel importante al proporcionar retroalimentación y
comunicar los cambios que observan en la persona afectada. Su
perspectiva externa es valiosa para ayudar a la persona a comprender y
aceptar los cambios en su comportamiento. Dentro del ámbito de la
rehabilitación neuropsicológica, es crucial abordar de manera efectiva
los déficits piramidales como parte de un enfoque centrado en la
persona. Estos déficits, que afectan a todo el mapa cognitivo, son de
vital importancia, ya que su recuperación tiene un impacto significativo
en la intervención neuropsicológica en su conjunto. De hecho, el
pronóstico terapéutico en todo el proceso de neurorrehabilitación
depende en gran medida de cómo se desarrollen y aborden estos
déficits.
7. PSICOFÁRMACOS EN LA NEUROPSICOLOGÍA DEL TRASTORNO DEL CONTROL
DE LOS IMPULSOS

Desde finales del siglo XX y comienzos del XXI, se ha observado un incremento en la


identificación y descripción de desórdenes vinculados a la falta de control impulsivo. Estos
comprenden condiciones como la tricotilomanía, el trastorno explosivo intermitente, la
cleptomanía y la ludopatía, entre otros. Estos desórdenes, que en el pasado podrían haber
sido mal interpretados o sub diagnosticados, ahora están siendo reconocidos y estudiados
con mayor detalle.

Con el paso del tiempo, los científicos han empezado a descubrir que estos desórdenes
pueden estar relacionados con una disfunción en el sistema serotoninérgico del cerebro,
que es el sistema que regula nuestro humor, comportamiento social, apetito, digestión,
sueño, memoria y función sexual. Este hallazgo ha proporcionado una "puerta" para el
tratamiento farmacológico de estos desórdenes, especialmente con el uso de inhibidores
selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS).

El uso de ISRS ha probado ser efectivo en el control de estos desórdenes impulsivos, ya


que estos medicamentos incrementan los niveles de serotonina en el cerebro, ayudando a
regular el comportamiento impulsivo. Este descubrimiento ha generado un renovado interés
científico en la investigación de nuevos medicamentos y tratamientos que pueden ayudar a
controlar la impulsividad en los pacientes.

Este enfoque en la investigación y el desarrollo de nuevas terapias es fundamental para


mejorar la calidad de vida de los pacientes que luchan con desórdenes impulsivos. A
medida que comprendemos más sobre la fisiopatología de estos desórdenes, podemos
desarrollar tratamientos más efectivos y personalizados para los pacientes.

Es relevante destacar que, aunque los avances en el tratamiento farmacológico han sido
significativos, también es esencial considerar enfoques terapéuticos integrales que incluyan
terapia cognitivo-conductual y otras intervenciones psicosociales. Estos enfoques pueden
ayudar a los pacientes a desarrollar habilidades de afrontamiento efectivas y a manejar los
desafíos asociados con estos desórdenes de manera más efectiva.
Las terapias psicológicas, ya sea de orientación dinámica, cognitivo-conductual u otras, son
consideradas de gran importancia en el tratamiento de la impulsividad y los trastornos
subyacentes. El tratamiento farmacológico no reemplaza a la psicoterapia, sino que
colabora activamente con ella, y se ha demostrado que la combinación de ambos enfoques
produce mejores resultados. Por lo tanto, aunque la psicoterapia es una de las principales
estrategias terapéuticas para los pacientes con trastorno de la impulsividad, el uso de
psicofármacos no tiene la intención de sustituirla, sino de colaborar con ella para atenuar los
síntomas agudos.

Muchos pacientes requieren un tratamiento psicofarmacológico que mejore la eficacia de la


psicoterapia y reduzca la sintomatología impulsiva, así como los trastornos psiquiátricos
subyacentes que pueden agravarla o motivarla.

En el manejo de los síntomas relacionados con la impulsividad, se han evaluado diversos


psicofármacos, como antidepresivos, estabilizadores del ánimo y antipsicóticos típicos y
atípicos.
Hasta ahora, se han utilizado varios medicamentos como tratamiento para los trastornos
impulsivos, aunque ninguno de ellos tiene esta indicación específica en su ficha técnica.
Existen diferentes mecanismos de acción que se utilizan para abordar esta dimensión, y los
más comunes son los siguientes:

1. Potenciación serotoninérgica: Algunos medicamentos como el litio, los inhibidores


selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN) actúan aumentando los niveles de
serotonina en el cerebro, lo que ayuda a regular los impulsos.
2. Antagonismo dopaminérgico: Los antipsicóticos actúan bloqueando los receptores
de dopamina, especialmente los receptores D2, D3 y D4. Esto puede ayudar a
reducir los impulsos y controlar los comportamientos impulsivos.
3. Antagonismo noradrenérgico: Algunos medicamentos como el propranolol, la
clonidina y la desipramina actúan bloqueando los receptores noradrenérgicos, lo que
puede tener un efecto calmante y reducir los impulsos.
4. Inhibición glutamatérgica: Algunos anticonvulsivos actúan inhibiendo la actividad del
neurotransmisor glutamato, lo que puede ayudar a controlar los impulsos.
5. Antagonismo opioide: La naltrexona es un medicamento que actúa bloqueando los
receptores opioides, lo que puede ayudar a reducir los impulsos relacionados con el
sistema de recompensa del cerebro.
6. Sistema gabaérgico: Algunos medicamentos que actúan sobre el sistema
gabaérgico, como los benzodiazepinas, pueden tener un efecto calmante y ayudar a
controlar los impulsos.
Es importante tener en cuenta que los antidepresivos tricíclicos, las benzodiazepinas y los
psicoestimulantes han demostrado tener efectos indeseables en pacientes con trastornos
impulsivos, especialmente en lo que respecta al control de los impulsos, lo que puede poner
en riesgo al paciente. Por lo tanto, se deben tener precauciones al utilizar estos
medicamentos en este grupo de pacientes.

7. Terapia para el control y la mejora de la impulsividad

El tratamiento para el trastorno del control de impulsos varía según los


síntomas y la forma en que se manifiesta en cada persona. En algunos casos,
las personas pueden buscar ayuda profesional solo cuando el trastorno ha
tenido un impacto significativo en sus vidas o cuando han cometido actos
ilegales.

Sin embargo, se ha demostrado que las intervenciones más efectivas son


aquellas que combinan enfoques psicológicos (cognitivo-conductual o
dinámica) con medicación para reducir las compulsiones del paciente.

Durante el tratamiento del control de impulsos, se aplican diversas técnicas,


como:

1. Entrenamiento en pensamiento antes de actuar: Se enseña a la persona


a relajarse y reflexionar sobre lo que está sucediendo antes de tomar
una acción impulsiva. Se busca encontrar la mejor solución y evitar
reacciones automáticas.
2. Búsqueda de alternativas: Se trabaja en el control de los pensamientos,
reemplazando respuestas automáticas por respuestas más lógicas y
racionales.
3. Entrenamiento en análisis de situaciones: Se ayuda a la persona a
analizar las situaciones de manera objetiva, identificando los factores
desencadenantes de los impulsos y buscando estrategias para
manejarlos de manera más efectiva.
4. Identificación de impulsos positivos: Se trabaja en distinguir entre un
impulso y una conducta saludable y controlada. Se busca fomentar el
reconocimiento de los impulsos que pueden ser beneficiosos y
constructivos.
5. Aprendizaje de los errores anteriores: Se utiliza la experiencia pasada
como una oportunidad para aprender y evitar repetir patrones de
comportamiento impulsivo.
6. Tolerancia a la frustración: Se enseña a la persona a manejar la
frustración de manera saludable, desarrollando habilidades para lidiar
con la incomodidad y la demora de la gratificación inmediata.
7. Realización de actividades físicas: Se promueve la práctica de ejercicio
físico como una forma de liberar energías negativas y reducir la tensión
emocional.

Estas técnicas forman parte de un enfoque integral para el tratamiento del


control de impulsos y pueden adaptarse según las necesidades individuales
de cada persona.
BIBLIOGRAFIA :

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Validacion-de-un-instrumento-para-la-deteccion-de-trastornos-de-control-de-impulsos-y-
adicciones-el-MULTICAGE-CAD4.pdf

https://ri.conicet.gov.ar/bitstream/handle/11336/56235/CONICET_Digital_Nro.93722720-
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http://pepsic.bvsalud.org/pdf/rnl/v3n1/v3n1a02.pdf

https://fepsm.org/files/publicaciones/
Los_trastornos_del_control_de_los_impulsos_y_las_psicopat%C3%ADas.pdf

PSICOFÁRMACOS EN LA NEUROPSICOLOGÍA DEL TRASTORNO DEL CONTROL DE


LOS IMPULSOS:
https://psiquiatria.com/bibliopsiquis/tratamiento-farmacologico-de-la-impulsividad
bases_teoricas_y_clinica_comportamiento_impulsivo.pdf

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