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INTRODUCCIÓN
¿Cuándo decimos que una persona sufre un trastorno mental? En la psicología el objeto
de estudio son las personas y, a pesar de que muchas veces sea tan sencillo como
determinar la frecuencia de una conducta para determinar si esta es sana o no, en
muchas otras ocasiones no es tan sencillo. Podemos decir que una conducta contraria a
las normas o convenciones sociales suele ser síntoma de trastorno mental, pero no
parece que este sea un criterio suficiente.
Las convenciones sociales cambian con el paso del tiempo y, la concepción de los
trastornos mentales también. De hecho, hasta hace poco, la homosexualidad figuraba
en la clasificación de trastornos mentales y todavía algunos profesionales consideran que
debe seguir apareciendo. Por el contrario, el hábito de fumar, que nunca había sido
considerado un trastorno psicológico, ya aparece en esas clasificaciones, bajo la forma
de adicción al tabaco. Es evidente que, en estos casos, no se producen avances entorno
a los descubrimientos de la psicología, sino la mirada o el enfoque hacia los trastornos o
fenómenos mentales.
Por lo general, los especialistas utilizan un doble criterio, aunque ellos mismos lo
reconocen que su aplicación es muchas veces difícil:
- Por un lado, un criterio individual referido al sufrimiento o el malestar que le
produce a la persona un determinado trastorno. Este malestar indica la
incapacidad que le supone a la persona convivir con ese determinado trastorno
y el impedimento que le supone convivir con él para el desempeño de las
actividades básicas humanas (comer, dormir, trabajar, socializar, etc.).
Las dos clasificaciones más utilizadas de los trastornos mentales son la de la OMS, la
Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) y la de la Asociación Psiquiátrica
Americana, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales (DSM). Las
referencias a ambas clasificaciones suelen ir seguidas de un número que se refiere a la
edición, es decir, las modificaciones y revisiones que se han ido realizando en cuanto a
la clasificación, definición y criterios diagnósticos de los trastornos mentales. Por
ejemplo, la última versión del DSM sería la 5º TR (texto revisado) y la del CIE, la 11,
publicada en 2019 y con la aprobación de empezar a ser utilizada en el 2022.
Distintas teorías psicológicas han intentado ofrecer una explicación de cómo se produce
y desarrolla la enfermedad mental. Todas ellas insisten en un tipo de factores, pero
ninguna pretende haber alcanzado una explicación completa de todos los trastornos
psicológicos:
- Desde el psicoanálisis: los trastornos expresan conflictos inconscientes
generalmente originados por traumas acaecidos en la infancia. Como vimos
anteriormente, el psicoanálisis mantiene una explicación entre las causas que
producen un fenómeno psicológico que no se pueden someter a método
científico y, por ende, ofrecen una explicación pobre y poco contrastada sobre la
probabilidad real de que causas y consecuencias tengan una verdadera relación.
Además, desde este enfoque, la terapia se centra fundamentalmente en
entender la raíz e indagar sobre la profundidad de los problemas, dejando de
lado las posibles herramientas o fortalezas que se pueden encontrar en la
persona para poder resolver sus traumas y afrontar los problemas.
- Desde las teorías biológicas: insisten en los factores genéticos y hormonales, así
como el desarrollo del sistema nervioso que influye en cómo nuestro organismo
reacciona, percibe y gestiona los eventos positivos y negativos y se retroalimenta
en su funcionamiento.
- Desde las teorías integradoras: son las más generales y amplias, puesto que
tratan de dar una explicación combinando dos o más factores, por ejemplo: una
predisposición genética y una circunstancia estresante, que da lugar a que se
active una reacción de la persona y se produzca el desarrollo de una enfermedad
mental.
Si bien es cierto que son inmensas las teorías explicativas actuales del trastorno mental,
en psicología existe cierto consenso en cuanto a la génesis o el origen de los trastornos
mentales que suele estar más o menos presente en todas las personas. Al parecer, en el
desencadenante de cualquier trastorno mental o conductual se pueden identificar:
- Factores predisponentes: son aquellos factores que tienen más bien origen
genético o hereditario, forman parte del temperamento o del carácter de la
persona y le acompañan desde el inicio de su vida. Dentro de estos factores,
podemos encontrar: un estilo perfeccionista, autoexigencias, pensamientos
negativos, obsesiones, inseguridades, estilos de apego, etc.
Esta teoría nos puede ayudar a entender por qué ciertas personas, ante la vivencia de
eventos que pueden ser en principio estresantes o desestabilizantes pueden mantenerse
resilientes (si cuentan con factores que les predisponen a un buen afrontamiento) y por
qué otras, ante sucesos más comunes son susceptibles de caer en la enfermedad mental.
CLASIFICACIÓN DE LOS TRASTORNOS MENTALES
- Por otra parte, los trastornos son multicausales y, además de que los factores
predisponentes y precipitantes son muy variables para el desarrollo de una
misma enfermedad en una persona respecto a otra, hay que hacer una valoración
muy completa del contexto para valorar la existencia de una enfermedad o
simplemente, revelar el hecho de que en ocasiones, el organismo y nuestro
funcionamiento se ve alterado ante acontecimientos estresantes o negativos de
manera natural. Una persona puede experimentar ansiedad en una determinada
época del año (en la que manifiesta insomnio, irritabilidad, problemas digestivos)
porque va a enfrentarse a exámenes importantes para ella, sin que ello de lugar
a un trastorno de ansiedad como tal. Otra persona puede experimentar durante
meses dificultades para relacionarse y disfrutar de su entorno cuando tiene muy
reciente la muerte de un ser querido y esto no tiene por qué manifestar un
proceso de depresión, sino de duelo.
A continuación, siguiendo con la clasificación del DSM, detallaremos algunos de los
trastornos más relevantes.
TRASTORNOS DEL ESTADO DE ÁNIMO
Las personas que sufren este tipo de trastornos ven reducidas drásticamente su fama de
emociones posibles, estancándose en uno u otro de los extremos del espectro emocional
(bien la tristeza prolongada o bien la excitación eufórica). Dentro de estos trastornos, los
más relevantes y prevalentes son la depresión y la manía (o trastorno de bipolaridad).
La persona que sufre depresión se siente muy triste, pierde el interés por las actividades
cotidianas que antes le suscitaban curiosidad o placer y en ocasiones, suele tener baja
autoestima o imagen personal.
Lo más relevante de la depresión es que existe un conjunto de pensamientos en bucle
negativos, sobre una valoración de culpa, vergüenza, rabia o tristeza hacia el pasado, así
como bajas expectativas sobre el futuro. Dado que ciertas actividades implican socializar
(bien en el ámbito laboral o con amistades), las personas que sufren depresión tienden
a asilarse, puesto que tienen una pérdida de placer sobre las relaciones personales o
bien, les produce un gran esfuerzo las interacciones. Se sabe, además, que en la
depresión se puede experimentar otro tipo de síntomas, como la irascibilidad o
irritabilidad, que puede producirse en esas interacciones debido a la ausencia de alegría
o euforia y, además, una pérdida de memoria. Esta pérdida, no es tal, no se produce una
“discapacidad” real, sino más bien el cerebro comienza a funcionar de una manera
distinta y por ende, el foco de atención sobre eventos, fechas, anécdotas o información
general, se ve reducido.
La causa de estos trastornos puede ser biológicas (existen personas con predisposición
genética a la depresión) pero también psicológicas (experiencias infantiles que provocan
una autoestima baja) y sociales (indefensión aprendida como resultado de la frustración
ante la percepción de fracaso que puede sentir la persona por no haber alcanzado sus
metas personales).
TRASTORNOS DE ANSIEDAD
Otras formas de ansiedad son menos específicas, lo cual quiere decir que el estímulo
que es detonante de la situación ansiógena es mucho más difuso.
- Es entonces cuando hablamos de ansiedad generalizada, que consiste en un
miedo o nerviosismo prolongado e intenso a “nada en particular” y su forma de
aparición suele ser habitualmente con ataques intensos de pánico, dolor o
presión en el pecho o en un brazo, dificultades respiratorias, mareos, dolores de
cabeza, pérdida de la conciencia, etc.
La gran diferencia en cuanto a la adquisición de estos dos tipos de fobia es que, las
primeras habitualmente se producen por aprendizaje de experiencias anteriores. Por
ejemplo, es posible que a un niño cuando era pequeño se le acercara un perro (que él
percibiera grande) y pensara que le iba a atacar, viviendo esa situación con terror. De esa
manera se genera un rechazo a los perros asociado al miedo experimentado en esa
primera ocasión
TRASTORNOS SOMATOMORFOS
Se trata de una forma de trastorno caracterizada por una serie de síntomas físicos que
aparecen sin que exista causa física que lo explique. El ejemplo más claro es lo que, en
la época de Freud se conocía como histeria y en la actualidad suele llamarse trastorno
de conversión (falsa parálisis, falsa ceguera, falso embarazo, etc.) o de somatización
(náuseas, vómitos, dolores en el pecho y palpitaciones, diarreas, etc. como respuesta a
una tensión psicológica). Próximos a éstos, aunque sin llegar a la creación de síntomas,
aparece la hipocondría (interpretación de dolencias leves o inexistentes como síntomas
de enfermedades graves) y el trastorno dismórfico corporal o fealdad imaginaria.
La hipocondría es un trastorno en que la persona comprueba sistemáticamente su
organismo, el funcionamiento de sus órganos y sus características físicas para averiguar
y anticipar posibles enfermedades o trastornos que pueden estar produciéndose. En la
hipocondría hay algunos aspectos fundamentales:
Por ejemplo, en verano, es común observar personas en la playa que tapan parte de su
cuerpo porque no se sienten cómodas mostrándolas sin embargo cuando esto hace que
esa persona decida no ir a la playa, dedique un tiempo excesivo mirándose en el espejo,
tenga pensamientos negativos respecto a posibles comentarios o situaciones negativas
que puedan suceder por la evaluación de esa parte de su cuerpo, es posible que nos
encontremos ante la presencia de este trastorno.
TRASTORNOS DISOCIATIVOS
La palabra disociación significa “separación”, por lo que podemos considerar que este
trastorno consiste en que una parte de la personalidad se separa o disocia del resto. El
caso más extremo y raro de este tipo de trastornos es lo que se llama personalidad
múltiple, que tiene lugar cuando diferentes aspectos de una misma personalidad actúan
como si fueran identidades distintas, emergiendo cada una en momentos diferentes.
Algunos psicólogos tratan de explicar el origen de este trastorno desde el psicoanálisis
como un mecanismo de defensa del niño que sufre abusos. Esta hipótesis se ve apoyada
por el hecho de que, en casi todos los casos estudiados, una de las personalidades se
corresponde a un niño.
La forma en que se experimenta un trastorno disociativo, al igual que otros, puede llegar
a ser muy variable. El trastorno de personalidad no es tan frecuente, aunque cuando se
experimenta, normalmente, conlleva la incapacitación de una persona para llevar una
vida común. Sin embargo, existen otras formas de disociación más livianas, aunque
también se ha comprobado que suelen estar asociadas a eventos traumáticos. Por
ejemplo, en la amnesia disociativa muchas mujeres víctimas de abuso sexual expresan
tener lagunas sobre cómo se produjo la situación, las personas que estaban, lo que esa
persona hizo o lo que sucedió posteriormente e incluso esta laguna puede producirse
con respecto al evento entero, sin tener posibilidad de recordarlo mínimamente.
Lo común de todos los trastornos de personalidad es que surgen por un proceso de
represión estudiado en su momento por Freud: parece que las personas no estamos
preparadas funcionalmente ni químicamente para soportar determinadas emociones o
situaciones que pueden ser totalmente surrealistas, por lo que la mente no acepta ni
integra esa situación porque el malestar o el dolor es intenso y utiliza un mecanismo de
defensa para tratar de olvidarlo y situarlo en el “inconsciente”.
Hemos de ser cautos pues, frecuentemente, en la última época está siendo habitual
hablar de “estar disociado” haciendo determinadas tareas del día a día. Por ejemplo,
cuando una persona está estudiando y pierde su foco de atención, llegando tan lejos que
se pone a imaginar discusiones con un amigo o un evento negativo. A esto en el lenguaje
común se le denomina “estar disociado”, aunque realmente debemos entenderlo como
una rumiación o preocupación del momento, así como una pérdida de interés de la tarea
que se está realizando o una dominación completa de la misma (por ejemplo, una
persona que va conduciendo y se pone a recordar la lista de la compra).
Uno de los trastornos que mayor prevalencia y sistematicidad tiene en cuanto a los
factores precipitantes es el trastorno por estrés postraumático. Este trastorno se
produce, necesariamente, ante la ocurrencia de un evento asociado a la muerte, la
lesión, pérdida o violencia sexual. Esto es, la ocurrencia de un evento catastrófico que
acontece de manera sobrevenida. Es posible que este evento no llegue a culminarse o
acontecer, pero es posible que igualmente se desarrolle si la persona se ha encontrado
ante la situación de amenaza o intento.
Lo distintivo de este trastorno es que la sintomatología se extiende en el tiempo y suele
incapacitar a la persona para desarrollar sus actividades diarias. Se puede experimentar
por medio de pesadillas nocturnas o insomnio, pensamientos recurrentes respecto al
suceso, reacciones disociativas (es decir, que la persona esté haciendo una tarea o
actividad y de repente tenga la sensación de estar viviendo el hecho traumático,
evitación a determinadas situaciones (pueden ser fobias específicas) asociadas al
evento, alteraciones del estado de ánimo, como la depresión, etc.
ESQUIZOFRENIA
- Voces que comentan: las voces que comentan son un tipo particular de
alucinaciones auditivas que se consideran patognomónicas (exclusivas) de la
esquizofrenia. Estas alucinaciones se refieren a una voz que hace un comentario
sobre el comportamiento o el pensamiento del paciente, o a veces el paciente
refiere oír dos o más voces que hablan entre si discutiendo algo sobre el paciente.
- Alucinaciones cenestésicas: Se refieren a sensaciones corporales de tipo peculiar.
Incluyen sensación de quemazón, hormigueos o sensación de que el cuerpo ha
cambiado de forma y tamaño.
- Lectura del pensamiento (irradiación): El paciente cree que la gente le puede leer
o conocer sus pensamientos. A diferencia de la difusión del pensamiento, en el
delirio de irradiación no interviene la percepción. Esto es, el paciente
experimenta subjetivamente que los demás conocen sus pensamientos, pero no
piensa que estos sean audibles (que se pueden percibir en voz alta).
- Inserción del pensamiento: el paciente cree que hay pensamientos que no son
suyos y que han sido introducidos en su mente. Por ejemplo, el paciente puede
creer que un vecino suyo hace prácticas de vudú y le introduce en la mente
pensamientos sexuales que no son suyos en contra de su voluntad.
TRASTORNOS DE LA ALIMENTACIÓN
De aparición más fuerte en los varones es la vigorexia. Este trastorno combina una
conducta alimentaria desequilibrada con el exceso de ejercicio físico a fin de lograr el
desarrollo muscular deseado. Si bien a lo largo de las décadas la prevalencia de la
anorexia y la bulimia ha ido fluctuando, la vigorexia no solo tiene mayor incidencia, sino
que cada vez se encuentra más normalizada socialmente. Las personas que sufren este
trastorno reducen drásticamente el consumo de lípidos aumentan do en cambio el de
proteínas e hidratos de carbono y añadiendo a veces sustancias químicas como
complemento alimenticio como esteroides, lo que puede ocasionar serias
perturbaciones del metabolismo.
A pesar de que la vigorexia se engloba también dentro de los trastornos de conducta
alimentaria, su génesis parece ser significativamente distinta a la anorexia y la bulimia:
así como estos trastornos buscan la canalización de los sentimientos y emociones y la
sensación del control por medio del cuerpo como “instrumento”, la vigorexia esconde
ese mismo control teniendo como propósito obsesivo la mejora de la imagen, el
aumento de la autoestima y la búsqueda de reconocimiento o aprobación social. Se
relaciona menos con la vivencia de posibles eventos traumáticos y más con la
idealización corporal, los cánones de belleza y el culto a la forma física.