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Recientemente la Corte Interamericana de Derechos Humanos

(CorteIDH) condenó a México en los casos Tzompaxtle


Tecpile1 y García Rodríguez y otro,2 estableciendo que tanto el arraigo
como la prisión preventiva oficiosa, previstos en los artículos 16 y 19 de
la Constitución mexicana resultan contrarios a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y, en este sentido, determinó que
el Estado mexicano debe dejar sin efecto en su ordenamiento jurídico
la normatividad relacionada con el arraigo y, a su vez, debe adecuar su
ordenamiento sobre prisión preventiva oficiosa para hacerlo
compatible con la normativa interamericana. Consideraciones jurídicas

El arraigo se encuentra previsto en el párrafo 8.º3 del artículo 16 de la


Constitución, y según lo definió el perito Luis Raúl González Pérez, es
“una medida administrativa autorizada por una autoridad judicial de
restricción a la libertad personal, en una fase de investigación encaminada a
un posible y/o supuesto proceso penal”, que se desahoga “sin contar con
una acusación formal, ni tampoco un proceso iniciado, con datos mínimos y
suficientes, esto es, se da a la persona de facto el trato correspondiente a
quienes enfrentan un proceso sin estar sometido a éste”.4

Ahora la CorteIDH determinó que México debe “deberá dejar sin efecto, en
su ordenamiento jurídico, la normatividad relacionada con el arraigo como
medida de naturaleza preprocesal restrictiva de la libertad para fines
investigativos;5 ya que “cualquier figura de naturaleza preprocesal que
busque restringir la libertad de una persona para llevar a cabo una
investigación sobre delitos que ella presuntamente habría cometido, resulta
intrínsecamente contraria al contenido de la Convención Americana y
vulnera de forma manifiesta sus derechos a la libertad personal y a la
presunción de inocencia”.6 No obstante que, como se ha visto, en México
el arraigo se haya previsto en su Constitución, la CorteIDH destacó que
“considera que el Estado deberá dejar sin efecto, en su ordenamiento
jurídico, toda la normatividad, incluyendo la constitucional, relacionada con
el arraigo como medida de naturaleza preprocesal restrictiva de la libertad
para fines investigativos”,7 ya que en derecho internacional un Estado no
puede invocar disposiciones de su derecho interno, incluyendo sus
disposiciones constitucionales, para dejar sin efecto el cumplimiento de los
tratados internacionales.8
En breve: la CorteIDH decidió que el Estado mexicano deberá dejar sin
efecto en su ordenamiento interno las disposiciones relativas al arraigo de
naturaleza preprocesal.9

La prisión preventiva oficiosa, por su parte, establecida en el artículo 19,


párrafo 8.º,10 de la Constitución, dispone que se aplicará cuando se procese a
un imputado por alguno de los delitos ahí predeterminados, y que en este
último caso los jueces la aplicarán oficiosamente —es decir, en automático,
sin mayor consideración-.

Respecto esta figura la CorteIDH ordenó a México, como lo ha hecho en


otros casos,11 adecuar su ordenamiento jurídico para que sea compatible con
la Convención Americana,12 pues, la prisión preventiva debe ser
invariablemente de carácter excepcional y justificado,13 de otra manera
violenta, entre otros derechos, el de presunción de inocencia, al constituirse
en una anticipación de la pena de prisión sin haber sido juzgado.14

Expresamente estas sentencias, al respecto indican apuntan lo siguiente:15

…cualquier restricción a la libertad que no contenga una motivación


suficiente (artículo 8.1) que permita evaluar si se ajusta a las condiciones
señaladas será arbitraria y, por tanto, viola el artículo 7.3 de la Convención.
De este modo, para que se respete la presunción de inocencia (artículo 8.2)
al ordenarse medidas cautelares restrictivas de la libertad, es preciso que el
Estado fundamente y acredite, de manera clara y motivada, según cada caso
concreto, la existencia de los referidos requisitos exigidos por la
Convención.

…la Corte ha sostenido que la prisión preventiva debe estar sometida a


revisión periódica, de tal forma que no se prolongue cuando no subsistan
las razones que motivaron su adopción…la autoridad judicial no tiene que
esperar hasta el momento de dictar sentencia absolutoria para que una
persona detenida recupere su libertad…En ese sentido, en cualquier
momento en que aparezca que la prisión preventiva no satisface estas
condiciones, deberá decretarse la libertad, sin perjuicio de que el proceso
respectivo continúe.
Ahora, como se ha visto, aun y cuando en México la prisión preventiva
oficiosa se encuentra directamente en el texto constitucional, la CorteIDH
destacó que “corresponde recordar que la Convención de Viena sobre el
Derecho de los Tratados dispone en su artículo 27 que un Estado parte no
puede invocar disposiciones de su derecho interno, incluyendo sus
disposiciones constitucionales, para dejar sin efecto el cumplimiento de los
tratados internacionales y efectuar un adecuado control de
Convencionalidad”,16 y determinó que:17

… el Estado es responsable por la violación al derecho a la libertad


personal contenido en los artículos 7.1, 7.3, y 7.5 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, al derecho a la presunción de
inocencia reconocido en el artículo 8.2 del mismo instrumento, y el derecho
a la igualdad ante la ley establecido en el artículo 24 de dicho tratado, todos
esos derechos en relación con la obligación de respetar y de garantizar los
derechos establecida en el artículo 1.1 de la Convención, así como la
obligación de adoptar disposiciones de derecho interno contenida en el
artículo 2 de dicho instrumento, por la aplicación de la prisión preventiva
oficiosa, establecida en el artículo 19 de la Constitución mexicana y en el
Código de Procedimientos Penales para el Estado de México de 2000…

En esas condiciones, la CorteIDH decidió que el Estado mexicano deberá


adecuar su ordenamiento jurídico interno sobre prisión preventiva
oficiosa.18 Vale destacar que la CorteIDH determinó también que:19

…el poder del Estado no es ilimitado para alcanzar sus fines,


independientemente de la gravedad de ciertas acciones y de la culpabilidad
de sus presuntos autores. En particular, las autoridades no pueden vulnerar
los derechos reconocidos en la Convención Americana tales como los
derechos a la presunción de inocencia, a la libertad personal, al debido
proceso y no pueden llevar a cabo detenciones ilegales o arbitrarias, entre
otros.

Redefinición del concepto de soberanía

Al término de la Segunda Guerra Mundial, y luego de observar los horrores


del nazismo, se fue abandonando el paradigma tradicional de Estado de
derecho, consistente en la primacía de la ley como producto de la
omnipotencia democrática de las mayorías parlamentarias, considerándose
que ni siquiera por unanimidad se podía decidir legítimamente la violación
de un derecho fundamental (derecho humano positivizado20), pues los
derechos fundamentales deberían de estar igualmente garantizados para
todos y sustraídos a la disponibilidad del mercado y de la política,
ubicándose en la esfera de lo indecidible.21 En ese tenor, aparecieron
instrumentos internacionales y regionales de reconocimiento y tutela
derechos fundamentales, y de reconocimiento del ius cogens como norma
imperativa consuetudinaria internacional.

Con el advenimiento de los referidos instrumentos internacionales tanto


de soft law como de hard law,22 fue surgiendo entre los países la convicción
de que el respeto de ciertas prerrogativas básicas de las personas no era una
cuestión exclusiva de cada uno de ellos, sino de interés general de la
comunidad internacional,23 apreciándose la idea de la existencia de una
categorización metalegal y metaconstitucional de los derechos
fundamentales, donde el Estado no sólo se encuentra limitado en el interior
por dichos derechos reconocidos en sus órdenes constitucionales, sino que
encuentra también límites externos en relación a los derechos
fundamentales reconocidos a nivel internacional.24

En esa tesitura, algunos tratados internacionales, como la Convención


Americana sobre Derechos Humanos, prevén incluso sistemas de justicia
supranacionales para juzgar, subsidiariamente, a los Estados nacionales que
violenten derechos fundamentales reconocidos en esos tratados, cuando el
conflicto no haya sido resuelto en sede interna; y algunos de esos Estados,
como México, en ejercicio de su soberanía, han decidido formar parte de
esos sistemas reconociendo la potestad jurisdiccional de tribunales como la
CorteIDH.25

En la lógica de Testructuras, tenemos casos como Olmedo Bustos y otros


vs. Chile (La última tentación de Cristo),26 en el cual la CorteIDH hizo
primar el derecho a la libre manifestación de las ideas y la libre
información, tutelado por la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, sobre la censura posibilitada por la Constitución chilena, al
resolver que:

88. En el presente caso, al mantener la censura cinematográfica en el


ordenamiento jurídico chileno (artículo 19 número 12 de la Constitución
Política y Decreto Ley número 679) el Estado está incumpliendo con el
deber de adecuar su derecho interno a la Convención de modo a hacer
efectivos los derechos consagrados en la misma, como lo establecen los
artículos 2 y 1.1 de la Convención”.

103. Por tanto, LA CORTE, por unanimidad,

4. decide que el Estado debe modificar su ordenamiento jurídico interno, en
un plazo razonable, con el fin de suprimir la censura previa para permitir la
exhibición de la película “La Última Tentación de Cristo”, y debe rendir a
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, dentro de un plazo de seis
meses a partir de la notificación de la presente Sentencia, un informe sobre
las medidas tomadas a ese respecto.

En tesitura similar, en nuestro país la Suprema Corte mexicana ha sostenido


que cuando la CorteIDH condena al Estado mexicano:27

Lo único procedente es acatar y reconocer la totalidad de la sentencia en sus


términos. Así, las resoluciones pronunciadas por aquella instancia
internacional son obligatorias para todos los órganos del Estado Mexicano,
al haber figurado como parte en un litigio concreto, siendo vinculantes para
el Poder Judicial no sólo los puntos de resolución concretos de la sentencia,
sino la totalidad de los criterios contenidos en ella.

En este contexto, el concepto de soberanía queda, por así decirlo,


redefinido, dando la posibilidad de que para mejor tuición de los derechos
fundamentales los Estados nacionales puedan ser juzgados y en su caso
condenados, incluso, como en los casos que nos hoy ocupan, en lo relativo
a sus textos constitucionales, siendo esto posible merced al acto soberano
del Estado de haberse sujetado al contenido de un tratado internacional y de
haber reconocido la jurisdicción de un tribunal supranacional. En ese
sentido, las determinaciones de dejar sin efecto la normatividad relacionada
con el arraigo, y de adecuar el ordenamiento jurídico interno sobre prisión
preventiva oficiosa, para hacerlo compatible con la normativa
interamericana resultan totalmente congruentes.

El efecto de los casos Tzompaxtle Tecpile y García Rodríguez


Los resolutivos de estos casos disponen categóricamente que el Estado
mexicano: 1. deberá dejar sin efecto en su ordenamiento interno las
disposiciones relativas al arraigo de naturaleza preprocesal,28 y 2. deberá
adecuar su ordenamiento jurídico interno sobre prisión
preventiva oficiosa.29

En nuestra opinión, el primer punto determina la invalidez


del arraigo preprocesal y sus disposiciones relativas, incluyendo el texto
del 8.º párrafo del artículo 16 de la Constitución, pero, dispone que sea el
Estado mexicano quien la opere dejando sin efecto las disposiciones
relativas al mismo; mientras que el segundo punto, determina la adecuación
de la prisión preventiva oficiosa a los estándares interamericanos,
disponiendo de igual manera que sea el estado mexicano quien la opere.

Al respecto, nos parece que las propias sentencias, ahora en comento, dan
pautas para ese ejercicio jurídico operativo, al disponer:30

Por otra parte, no solo la supresión o adecuación de las normas en el


derecho interno garantizan los derechos contenidos en la Convención
Americana, de conformidad a la obligación comprendida en el artículo 2 de
dicho instrumento. También se requiere el desarrollo de prácticas estatales
conducentes a la observancia efectiva de los derechos y libertades
consagrados en la misma puesto que la existencia de una norma no
garantiza por sí misma que su aplicación sea adecuada. En ese sentido, es
necesario que la aplicación de las normas o su interpretación, en tanto
prácticas jurisdiccionales y manifestación del orden público estatal, se
encuentren ajustadas al mismo fin que persigue el artículo 2 de la
Convención.

Conforme a lo expuesto, se recuerda que las autoridades internas, al aplicar


las figuras del arraigo o de la prisión preventiva, deben ejercer un adecuado
control de convencionalidad para que las mismas no afecten los derechos
contenidos en la Convención Americana de las personas investigadas o
procesadas por un delito, atendiendo el principio pro persona. En ese
sentido, corresponde reiterar que cuando un Estado ha ratificado un tratado
internacional como la Convención Americana, todos sus órganos, incluidos
sus jueces y juezas, están sometidos a aquél, lo cual les obliga a velar por
que los efectos de las disposiciones de la Convención no se vean mermados
por la aplicación de normas contrarias a su objeto y fin, sean estas de
naturaleza constitucional o legal, por lo que —en el marco de sus
respectivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes
— las magistraturas y órganos vinculados a la administración de justicia en
todos los niveles están en la obligación de ejercer ex officio un control de
convencionalidad entre las normas internas y la Convención Americana, y
en esta tarea, deben tener en cuenta no solamente el tratado, sino también la
interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana, intérprete
última de la Convención Americana.

De donde apreciamos que, si bien ha de modificarse el marco constitucional


y legal, las disposiciones de invalidación y adecuación normativas
indicadas por la CorteIDH pueden ser efectivamente aplicadas de inmediato
a través de la operación hermenéutica, mediante “prácticas estatales
conducentes a la observancia efectiva de los derechos y libertades”, “en
tanto prácticas jurisdiccionales y manifestación del orden público estatal”,
ejerciendo “un adecuado control de convencionalidad”, teniendo en cuenta
“no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha
hecho la Corte Interamericana, intérprete última de la Convención
Americana”.

En ese sentido, se destaca que a partir de la notificación de la sentencia del


caso Tzompaxtle Tecpile, por ejemplo, algunos jueces han empezado a
dejar de aplicar la prisión preventiva oficiosa en los términos previstos por
el 2.º párrafo del artículo 19 de la Constitución, citando a audiencias de
revisión de medidas cautelares, y obsequiando de inmediato la libertad de
los imputados en los caso en que Ministerio Público no ha podido justificar
la necesidad de la medida (véase por ejemplo la audiencia o el
conversatorio con jueces). También hay casos en que algunos juzgadores
federales han concedido amparos contra determinaciones de improcedencia
de solicitudes de revisión de medida cautelar de prisión preventiva oficiosa,
aplicando para ello directamente la jurisprudencia interamericana relativa a
los casos que hoy motivan el presente artículo de revista (véase por
ejemplo la sentencia de amparo, del 14 de marzo de 2023, pronunciada por
la Jueza Segunda de Distrito en el Estado de Hidalgo, en el expediente
1567/20227 de su índice).
Finalmente, consideramos que es imperioso que dejen de solicitarse y de
concederse arraigos, que deje de dictarse la prisión preventiva oficiosa, que
los juzgadores sigan rutas similares a las expuestas en el parágrafo que
antecede y que el Ministerio Público tenga presentes los casos actuales
de prisión preventiva oficiosa, y recabe de inmediato los datos de prueba
que, en su caso, pudieran justificar esta medida, para hacerlos valer en su
momento en las audiencias correspondientes, so pena de que, en los casos
en que realmente el imputado pudiera evadirse de la acción de la justicia o
constituir un peligro para la víctima o la sociedad en general, se pueda
poner en peligro la administración de justicia y la seguridad de la sociedad
por su inacción.

Juan Daniel Porcayo González. Maestro en Derecho por el Programa


Nacional de Posgrados de Calidad PNPC Conacyt por la Universidad
Autónoma del Estado de Morelos, México, catedrático y abogado litigante..

Ricardo Tapia Vega. Doctor en Derecho y Globalización. Profesor de


Tiempo Completo en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos,
México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT,
Nivel I. Autor de diversos libros y artículos. Abogado litigante.

1
Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 7 de
noviembre de 2022. Serie C No. 470, notificada el 27 de enero de 2023.

2
Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 25
de enero de 2023. Serie C No. 482, notificada el 12 de abril de 2023.

3
“La autoridad judicial, a petición del Ministerio Público y tratándose de
delitos de delincuencia organizada, podrá decretar el arraigo de una
persona, con las modalidades de lugar y tiempo que la ley señale, sin que
pueda exceder de cuarenta días, siempre que sea necesario para el éxito de
la investigación, la protección de personas o bienes jurídicos, o cuando
exista riesgo fundado de que el inculpado se sustraiga a la acción de la
justicia. Este plazo podrá prorrogarse, siempre y cuando el Ministerio
Público acredite que subsisten las causas que le dieron origen. En todo
caso, la duración total del arraigo no podrá exceder los ochenta días”.
4
TZO, párr. 126.

5
TZO, párr. 216, y GAR, párr. 300.

6
TZO, parr. 171, y GAR, párr. 146.

7
GAR, párr. 300.

8
TZO, parr. 118.

9
Puntos resolutivos 7 y 13, respectivamente, de TZO y GAR.

10
“El juez ordenará la prisión preventiva oficiosamente, en los casos de
abuso o violencia sexual contra menores, delincuencia organizada,
homicidio doloso, feminicidio, violación, secuestro, trata de personas, robo
de casa habitación, uso de programas sociales con fines electorales,
corrupción tratándose de los delitos de enriquecimiento ilícito y ejercicio
abusivo de funciones, robo al transporte de carga en cualquiera de sus
modalidades, delitos en materia de hidrocarburos, petrolíferos o
petroquímicos, delitos en materia de desaparición forzada de personas y
desaparición cometida por particulares, delitos cometidos con medios
violentos como armas y explosivos, delitos en materia de armas de fuego y
explosivos de uso exclusivo del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, así
como los delitos graves que determine la ley en contra de la seguridad de la
nación, el libre desarrollo de la personalidad, y de la salud”.

Cfr. Caso Ex trabajadores Organismo Judicial Vs. Guatemala.


11

Excepciones Preliminares, Fondo y Reparaciones. Sentencia de 17 de


noviembre de 2021. Serie C No. 445, párr. 144, y Caso de los “Niños de la
Calle” (Villagrán Morales y otros) Vs. Guatemala. Reparaciones y Costas.
Sentencia de 26 de mayo de 2001. Serie C No. 77, párr. 98 .

12
TZO, parr. 217, y GAR, párr. 301.

Véanse, entre otros, el Caso Rosadio Villavicencio vs. Perú. Excepciones


13

Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 14 de octubre de


2019. Serie C No. 388párr. 200, o el Caso Jenkins Vs. Argentina.
Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26
de noviembre de 2019. Serie C No. 397,párr. 72

Véase el Caso Mujeres Víctimas de Tortura Sexual en Atenco vs. México.


14

Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de


noviembre de 2018. Serie C No. 371párr. 254.

15
TZO, párrs. 113 y 114, y GAR, párrs. 163 y 184.

16
TZO, párr. 118.

17
GAR, párr. 188.

18
Puntos resolutivos 8 y 14, respectivamente, de TZO y GAR.

19
TZO, párr. 95, y GAR, párr. 154.

Cfr. Tapia Vega, Ricardo, “Reflexiones sobre derechos humanos,


20

derechos fundamentales y garantías”, Contextos jurídicos en clave de


derechos humanos, México, Eternos Malabares, 2017, pp. 41-44.

Cfr. Ferrajoli, L. Derechos y garantías. La ley del más débil, Ed. Trotta,
21

ed. 10ª, España, 2010, pp. 19, 20 y 24.

22
La voz inglesa soft law, se traduce al castellano como “ley suave, normas
ligeras, dúctiles o blandas y es empleado dado (i) el sentido de falta de
eficacia obligatoria y (ii) en oposición al «hard law» o derecho duro o
positivo”, connotado como derecho vinculante. Véase la tesis aislada,
XXVII.3o.6 CS (10a.), registro 2008663, 10ª época, Tercer Tribunal
Colegiado del Vigésimo Séptimo Circuito, bajo la ponencia de la
magistrada Livia Lizbeth Larumbe Radilla, de rubro “»SOFT LAW». LOS
CRITERIOS Y DIRECTRICES DESARROLLADOS POR ÓRGANOS
INTERNACIONALES ENCARGADOS DE LA PROMOCIÓN Y
PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES SON
ÚTILES PARA QUE LOS ESTADOS, EN LO INDIVIDUAL, GUÍEN LA
PRÁCTICA Y MEJORAMIENTO DE SUS INSTITUCIONES
ENCARGADAS DE VIGILAR, PROMOVER Y GARANTIZAR EL
APEGO IRRESTRICTO A LOS DERECHOS HUMANOS”.
23
Cfr. Suprema Corte de Justicia de la Nación, La protección no
jurisdiccional de los derechos humanos, Ed. Suprema Corte de Justicia de
la Nación, México, 2008, p. 105.

Coello Garcés, C. El estado democrático postnacional. Dimensiones


24

actuales del principio de soberanía y ciudadanía, Ed. Tirant lo Blanch,


México, 2013, p. 114.

25
En esa misma línea, resulta interesante la posición de Olga Sánchez
Cordero, en el sentido de que “La Corte Interamericana de Derechos
Humanos, no es el único tribunal internacional en materia de derechos
humanos al que México ha reconocido jurisdicción…México también ha
reconocido la competencia del sistema universal de derechos humanos,
propio de la Organización de las Naciones Unidas, y del cual se ha
aceptado la jurisdicción del Tribunal Internacional de Justicia…En ese
orden de ideas considero que el criterio relativo a la jurisprudencia
internacional con carácter vinculante para México, no debería de ser
entendido de modo limitativo a la proveniente de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, sino también incluir aquella del Tribunal
Internacional de Justicia”. Véase el voto concurrente de la ministra Olga
Sánchez Cordero en la sentencia relativa a la Contradicción de Tesis
293/2011, resuelta por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, p. 23. Además, en México es posible reconocer, en los términos
establecidos por el artículo 21, párrafo octavo, de la Constitución federal, la
jurisdicción de la Corte Penal Internacional.

Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de febrero de 2001. Serie C


26

No. 73.

Véase la tesis aislada, P. LXV/2011 (9a.), registro 160482, 9ª época,


27

Pleno, bajo la ponencia de la ministra Margarita Beatriz Luna Ramos,


encargándose del engrose el ministro José Ramón Cossío Díaz, de rubro
“SENTENCIAS EMITIDAS POR LA CORTE INTERAMERICANA DE
DERECHOS HUMANOS. SON VINCULANTES EN SUS TÉRMINOS
CUANDO EL ESTADO MEXICANO FUE PARTE EN EL LITIGIO”.
En los casos Alfonso Martín del Campo Dodd vs. México y García Cruz y Sánchez
Silvestre vs. México la Corte no se pronunció sobre el fondo del asunto.

Cabe destacar que la sentencia del caso Castañeda Gutman vs. México es la única
que se ha señalado totalmente cumplida.[*]En el resto de las mismas, existen
obligaciones que se han impuesto al Estado Mexicano y que este ha cumplido sólo
de forma parcial o ha incumplido de plano.

Un ejemplo de ello es la emblemática sentencia Radilla Pacheco vs. México, sobre


un caso de desaparición forzada durante la Guerra Sucia. El Estado ha incumplido
diversos puntos de dicha resolución de la Corte Interamericana, dos de ellos
revestidos de especial importancia, los relativos a la investigación y a la obligación
de brindar servicios de salud para la familia Radilla: en cuanto al primer aspecto,
no ha existido una investigación efectiva que dé con el paradero de Rosendo
Radilla por parte de la PGR, y por lo que hace al segundo, los servicios de salud
brindados a los familiares del desaparecido han sido muy deficientes y carentes de
medicamentos.[*]

De la misma manera, respecto de la sentencia González y otras (“Campo


Algodonero”) vs. México, relativa a casos de feminicidio, el Estado Mexicano
cumplió con las partes menos complicadas, entre ellas, la de modificar su
legislación, pero aún se desconoce quiénes fueron los responsables o cómplices de
los delitos.

Tania Reneaum Panszi, directora ejecutiva de Amnistía Internacional México, ha


señalado que de los casos en que la Corte Interamericana de Derechos Humanos
ordenó al Estado mexicano la reparación a las víctimas, en ninguno ha cumplido de
manera integral.[*] Asimismo, ha indicado que “Es más fácil cumplir con las partes
“cosméticas”, como una disculpa pública, una reforma legislativa o pagarle a las
víctimas. Lo pendiente es que los hechos no se repitan. México tiene la sentencia
del Campo Algodonero y al día de hoy tenemos alertas de género en Jalisco,
Morelos, Edomex…”[*]

Eduardo Román González identifica dos obstáculos fundamentales en la ejecución


de las sentencias de la Corte Interamericana que condenan al Estado mexicano:
“a) el primer obstáculo, lo constituye la definitividad de las resoluciones de los
organismos nacionales encargados de la jurisdicción constitucional; b) el segundo
obstáculo, consiste en la no existencia de normas que señalen cómo debe darse en
el ámbito interno el cumplimiento a las resoluciones de la Corte IDH y de otros
organismos supranacionales cuya competencia haya sido reconocida por el
gobierno mexicano.”[*]

Sobre el primer obstáculo, se puede señalar lo siguiente: El diseño jurisdiccional


mexicano, hace posible que prácticamente cualquier acto de autoridad en el cual
se alegue una violación a derechos fundamentales, pueda derivar en un
procedimiento ante algún órgano jurisdiccional del Poder Judicial de la Federación,
ya que la jurisdicción constitucional en nuestro país está encomendada a ellos. En
consecuencia, todos los actos que llegan a la jurisdicción de la Corte
Interamericana en los que se alegan violaciones a derechos humanos, han sido
conocidos con anterioridad por algún órgano del Poder Judicial de la Federación.[*]
Sin embargo, si hipotéticamente, la Corte Interamericana señalara que al emitirse
una sentencia interna se violó algún derecho consagrado en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, y en su resolución internacional requiere el
reexamen de una sentencia interna definitiva, hoy día no existe algún recurso para
impugnar dichas sentencias definitivas. Es por ello que la presente iniciativa
plantea dotar -en términos de lo dispuesto en la fracción I del artículo 103
Constitucional[*]- al Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la
facultad de conocer recursos de revisión contra resoluciones internas firmes o
ejecutoriadas, cuando la Corte Interamericana de Derechos Humanos declare que
dichas resoluciones fueron dictadas en violación de alguno de los derechos
reconocidos en la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Ello permitiría
dar un mejor cumplimiento a las sentencias de la Corte Interamericana, para que
las víctimas sean efectivamente reparadas en el ámbito interno. En la actualidad,
países como España han adoptado reformas legales en este sentido, para permitir
que el Tribunal Supremo tenga un cauce procesal para ejecutar las resoluciones
del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.[*]

En cuanto al segundo obstáculo, cabe señalar que actualmente en México no existe


ningún ordenamiento que obligue al cumplimiento irrestricto de las sentencias de
los tribunales internacionales. El incumplimiento de las sentencias de la Corte
Interamericana es consecuencia de deficiencias estructurales. En ese sentido, la
Auditoría Superior de la Federación señaló en un informe reciente que la Secretaría
de Relaciones Exteriores no da seguimiento a los tratados para cuidar su
cumplimiento y tampoco cuenta con un documento regulatorio en el que
establezcan procedimientos de las medidas cautelares y provisionales,
recomendaciones y sentencias emitidas por los organismos internacionales y
dirigidas al Estado mexicano.[*]

Asimismo, otros obstáculos que dificultan y limitan el cumplimiento de las


sentencias de la Corte Interamericana, son los que ha introducido la Suprema
Corte de Justicia de la Nación a través de diversas resoluciones. En 2010, la
Suprema Corte resolvió el incidente “Varios 912/2010”, respecto de los efectos que
tendría la sentencia Radilla Pacheco vs. México. Esa representó un gran avance
para nuestro orden jurídico, ya que entre otras cosas, se reconoció la competencia
contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y de sus criterios
vinculantes y orientadores; se reconoció la facultad del Poder Judicial de la
Federación de ejercer el control de convencionalidad ex officio entre las normas
internas y la Convención Americana; y se reconoció a todos los tribunales del país
la facultad de realizar el control difuso de la constitucionalidad.

Sin embargo, un año después, la Suprema Corte emitió la primera de sus


decisiones regresivas, al resolver la contradicción de tesis 293/2011. En ella, por
un lado, se da un avance importante al reconocer la existencia del llamado “bloque
de constitucionalidad”, “constituido por las disposiciones contenidas en la propia
Constitución, pero ampliado por los derechos humanos reconocidos en tratados
internacionales de los que México sea parte”[*]. Sin embargo, en la misma
resolución, la Suprema Corte volvió inoperante el “bloque de constitucionalidad”, al
establecer que si nuestra Constitución incluyese alguna restricción a un derecho
humano, aunque la misma no existiera en los tratados firmados por México, dicha
restricción debe prevalecer.
Finalmente, en 2015, la Suprema Corte emitió la resolución respecto del incidente
“Varios 1396/2011”, sobre los efectos de dos resoluciones de la Corte
Interamericana, Fernández Ortega y otros vs. México y Rosendo Cantú y otra vs.
México. En ella, la Corte reitera que las resoluciones de la CoIDH son obligatorias
para México, haya o no sido parte en el caso, e introduce una excepción: “... en el
entendido de que, si alguno de los deberes del fallo implica el desconocimiento de
una restricción constitucional, debe prevalecer ésta en términos de lo determinado
por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver la
contradicción de tesis 293/2011.” Santiago Corcuera señala al respecto que: “La
SCJN, claramente le está enviando un mensaje a la CoIDH, en el que le dice: si en
algún momento la CoIDH llegare a considerar que, por ejemplo, el arraigo es
contrario a la Convención Americana sobre Derechos Humanos, por constituir una
detención arbitraria, a la SCJN eso no le importará. Preferirá mantener la
arbitrariedad constitucionalizada, y no se sentirá obligada a cumplir con la
sentencia de la CoIDH que pudiera ordenarle al Estado mexicano la eliminación del
arraigo de la Constitución, las leyes y la práctica.”[*]

Como se puede advertir, nuestro Máximo Tribunal está haciendo cada vez más
estrecho el margen de cumplimiento de las sentencias de la CoIDH, y permitiendo
que figuras violatorias de derechos humanos, como el arraigo, persistan bajo una
visión de supremacía de la Constitución sobre los tratados internacionales. Ello
viola el artículo 27 de la Convención de Viena sobre derecho de los Tratados, el
cual indica que: “Una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho
interno como justificación del incumplimiento de un tratado.”. De la misma
manera, se está contraviniendo el artículo 68 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, que señala “Los Estados Partes en la Convención se
comprometen a cumplir la decisión de la Corte en todo caso en que sean partes.”

El enfoque de derechos humanos que se introdujo en nuestra Constitución Política


a partir de 2011, exige no sólo cambios discursivos y buenas intenciones, sino que
exista una protección efectiva a los derechos humanos de todas las personas. De
nada nos serviría ser parte en los tratados y convenciones más avanzadas y
progresistas en la materia, si el Estado Mexicano es incapaz de garantizar la
protección de sus derechos a las y los mexicanos, incumpliendo con sus deberes
internacionales.

Por todo lo anteriormente expuesto, se somete a su consideración, la presente


iniciativa con proyecto de:

DECRETO

Que adiciona una fracción III BIS al artículo 10 de la Ley Orgánica del
Poder Judicial de la Federación, a fin de permitir que la Suprema Corte de
Justicia de la Nación haga efectivas las sentencias de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.

ARTÍCULO ÚNICO. Se adiciona una fracción III BIS al artículo 10 de la Ley


Orgánica del Poder Judicial de la Federación, para quedar como sigue:

Artículo 10. La Suprema Corte de Justicia conocerá funcionando en Pleno:


I. … III.

III BIS. Del recurso de revisión en contra de sentencias firmes o


ejecutoriadas, laudos y resoluciones que pongan fin al juicio, dictadas por
tribunales judiciales, administrativos, agrarios o del trabajo, federales o
locales, cuando se trate de los casos comprendidos en la fracción I del
artículo 103 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y
cuando la Corte Interamericana de Derechos Humanos haya declarado que
dicha sentencia firme o ejecutoriada, laudo o resolución ha sido dictada en
violación de alguno de los derechos reconocidos en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, siempre que la violación, por su
naturaleza y gravedad, entrañe efectos que persistan y no puedan cesar
de ningún otro modo que no sea mediante esta revisión.

IV. … XIII.

TRANSITORIOS

ÚNICO.- El presente decreto entrará en vigor el día siguiente a su publicación en


el Diario Oficial de la Federación.

Rúbrica

Diputado Jorge Álvarez Máynez

[*] México y el Sistema Interamericano de los Derechos Humanos, Comisión


Nacional de los Derechos Humanos, disponible en:
http://www.cndh.org.mx/sites/all/doc/cartillas/2015-2016/36-Mex-Siste-DH.pdf

[*] Íbid.

[*] PUENTE DE LA MORA, Gloria Margarita, El Estado Mexicano y la Corte


Interamericana de los Derechos Humanos. Algunas consideraciones respecto al
margen de apreciación en los casos contenciosos. Retos y perspectivas, Instituto
de Investigaciones Jurídicas, disponible en:
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/7/3160/14.pdf

[*] Íbid.

[*] RANGEL HERNÁNDEZ, Laura, Sentencias condenatorias al Estado mexicano


dictadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos y sus implicaciones en
el orden jurídico nacional, Revista IUS, disponible en:
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-
21472011000200008
[*] ROMÁN GONZÁLEZ, Eduardo, La ejecución de las sentencias de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en México, Revista del Instituto de la
Judicatura Federal, disponible en:
http://www.ijf.cjf.gob.mx/publicaciones/revista/14/14_12.pdf

[*] Íbid.

[*] El Estado ha incumplido sentencia de la Coidh sobre Rosendo Radilla, señalan,


La Jornada Guerrero, disponible en:
http://www.lajornadaguerrero.com.mx/2016/10/08/index.php?
section=sociedad&article=005n2soc

[*] Para Jacinta, Alberta y Teresa, una disculpa “cosmética”, Proceso, disponible
en: http://www.proceso.com.mx/475933/jacinta-alberta-teresa-una-disculpa-
cosmetica

[*] Íbid.

[*] Íbid.

[*] Íbid.

[*] Que a la letra señala:

“Artículo 103. Los Tribunales de la Federación resolverán toda controversia que


se suscite

I. Por normas generales, actos u omisiones de la autoridad que violen los derechos
humanos reconocidos y las garantías otorgadas para su protección por esta
Constitución, así como por los tratados internacionales de los que el Estado
Mexicano sea parte;

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