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Durante los procesos educativos, en aulas de más de 25 estudiantes es posible encontrar al menos

un estudiante con trastornos de aprendizaje de la lectura llamado dislexia. Es por esta razón que es
crucial que el profesor intervenga de manera pronta y oportuna para dar solución a este trastorno
de aprendizaje.

Aragón y Silva (2020), mencionan que un estudiante con dislexia tiene habilidades para leer, pero
de manera distinta ya que el estudiante disléxico tiende a confundir grafemas y fonemas.

Tomando en cuenta que la dislexia no es una enfermedad si no más bien una dificultad de
aprendizaje que tiene distintos orígenes como de tipo biológico, cognitivo y comportamentales, la
pronta intervención en el aula podría generar mejorías positivas en el estudiante (Tamayo, 2017).

Teniendo conocimiento que el estudiante posee un tipo de dislexia, el diagnóstico de este


trastorno es un primer paso para la intervención positiva. Reconociendo esta dificultad, es
necesario que los padres de familia y el departamento del DECE e incluso psicólogos profesionales
sepan del caso para conjuntamente trabajar el pro del estudiante.

Seguidamente, el docente puede realizar varias actividades que ayuden a crear sinapsis en el
estudiante, con actividades multisensoriales, motrices, psicolingüísticas, visuales y auditivas.

A continuación, algunas pautas de intervención:

1.- Reconocimiento de sonidos, rimas, canciones, poemas etc.

2.- Uso de letras hechas de arena o plastilina para incentivar al sistema nervioso, que permitirá
enviar señales al cerebro del estudiante.

3.- Reducir la lectura en pasos más pequeños desde sílabas, monosílabas, etc. hasta la palabra
completa.

4.- Enseñanza individualizada que fomentará la confianza del alumno hacia profesor, el cual
facilitará la mejoría del estudiante.

5.- Dar tiempo extra para realización de pruebas y actividades.

En conclusión, la dislexia es un trastorno de la lectura, que puede ser solucionado si se lo


diagnostica con antelación y conjuntamente con la intervención acertada con actividades que
motiven al cerebro del estudiante para generar conexiones faltantes que mejorarán en el proceso
de lectura.

Referencias:

Aragón, L.E. y Silva, A. (2000). Análisis cualitativo de un instrumento para detectar errores de tipo
disléxico (IDETID-LEA). Psicothema, 12(2), 35-38.

Tamayo Lorenzo, S., (2017). LA DISLEXIA Y LAS DIFICULTADES ENLA ADQUISICIÓN DE LA


LECTOESCRITURA. Profesorado. Revista de Currículum y Formación de Profesorado, 21(1), 423-432.

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