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Ies Dr Miguel Campero

Cuarto año PEP

Diseño Enseñanza y Evaluación en Ciencias Sociales

Prof Fatima Sevilla

e-mail maria_c@tucbbs.com.ar

Cómo vemos a los docentes

Publicado en el diario La Nación el 25 de febrero de 2014.

Por Micaela Urdinez

Maestros eran los de antes; en mi época en la escuela se aprendía; antes los


docentes eran figuras respetadas. Haciendo carne esa premisa de que todo tiempo
pasado fue mejor, el discurso popular actual se llena de frases despectivas sobre el
rol de los docentes en las escuelas.

Desde la opinión pública, los medios de comunicación y el decir de muchos padres y


alumnos, los docentes son responsables -aunque no los únicos- del profundo fracaso
que experimenta la escuela argentina, que las últimas pruebas PISA sólo vinieron a
reconfirmar. Pero esta imagen de un docente abatido e impotente frente a las
demandas educativas de los alumnos, muchas veces no hace justicia a la de los
miles que siguen siendo referentes de su comunidad, y que encuentran maneras
creativas de enseñar, aun en los peores contextos.

Entonces, ¿hasta qué punto esta representación social es real y de qué manera esta
desvalorización de la figura del docente incide en la calidad educativa y el clima
escolar?
“Efectivamente, en la Argentina está la idea de que la educación pasada era un
paraíso que contrasta con las penurias del presente. Esta es una mirada que yo no
comparto, porque creo que cada momento histórico tiene sus batallas, como se dan
en cualquier campo de la sociedad. Esta imagen demasiado edulcorada sobre
determinado proceso histórico produce efectos en el imaginario pedagógico y
contrarresta fuerzas anímicas, crea climas, sensaciones y representaciones”, dice
Silvia Finocchio, doctora en Ciencias Sociales por Flacso, para quien el imaginario
pedagógico es lo que moviliza la experiencia educativa. Por eso sostiene que “el
mensaje de la opinión pública es simplificador e ignora una realidad que muestra
muchos maestros con ganas de enseñar y muchos chicos con ganas de aprender.
Esta percepción se sobreimprime en la experiencia educativa y por eso vale la pena
hacerse preguntas sobre estas representaciones, que tiñen la práctica educativa”.

En relación con la uniformidad que muchas veces se da a los discursos, Nieves Tapia,
directora del Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario, pone de
manifiesto la necesidad de matizar las percepciones sociales, que varían según el
sector social del que estemos hablando.

Para ella, las representaciones más difundidas son las de los sectores medios y altos,
que cargan a los docentes con el estigma de ser personas dispuestas a inmolarse y
hacer beneficencia, vista ésta como una “profesión para los idealistas que quieren
ser pobres, o los que no saben hacer otra cosa. Los padres de chicos de clase alta
perciben a los docentes como si fueran sus empleados. En cambio, para las clases
más bajas, la docencia es un trabajo seguro y bien pago, frente a padres que viven de
changas o planes sociales. Para ellos, que sus hijos puedan estar estudiando inglés
en la primaria y teniendo una computadora en la secundaria es como si estuvieran en
Harvard. Yo creo que en el ámbito rural, el docente sigue siendo un líder comunitario
por definición y su prestigio sigue siendo muy alto”, sostiene Tapia.

Para la especialista, la referencia a la escuela de antes no toma en cuenta el factor


de que las familias actuales tampoco son las de antes, y que la escuela de antes no
incluía el tipo de chicos que hoy están incluidos. “Que son chicos que no tienen una
biblioteca en su casa, una mesa para hacer los deberes ni una mamá full time que lo
acompañe en su trayecto educativo. No tienen esos recursos que los docentes
estaban acostumbrados a dar por supuestos”, agrega Tapia.

***

Para poner números a la percepción social en relación con el rol docente y su


capacidad de enseñar, el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA señala
que en 2012, el 47,5% de los encuestados sostuvo que la calidad de la enseñanza era
buena, el 29,1% que era regular/mala y el 23,4% que era muy buena.

A su vez, un relevamiento de TNS Gallup de 2010 que midió la evolución de esta


visión positiva o negativa de la escuela, agrega que para el 53% de la población
adulta el sistema educativo argentino empeoró en los últimos 10 años, para el 28% se
mantuvo igual y sólo para el 17% mejoró.
Los especialistas consultados señalan que los principales atributos negativos que la
sociedad le reclama al docente es el desinterés por enseñar, la falta de capacitación,
el anacronismo pedagógico, el ausentismo, la falta de autoridad y el fracaso de
enseñar a un alumnado diverso.

Frente a esta representación social y frente a un sistema educativo que en la mayoría


de los casos no les brinda las herramientas necesarias para hacer su trabajo (escasa
capacitación, problemas edilicios, reclamos salariales, trabas burocráticas,
desactualización escolar), ¿cómo pueden los docentes enseñar de manera efectiva?
¿En qué medida este desprestigio sigue alimentando un círculo vicioso que sólo lleva
a acentuar el fracaso del sistema educativo?

“Estoy convencida de que la legitimidad social -yo lo llamaría los discursos públicos
sobre la educación- tiene incidencia en la calidad educativa, porque influye en qué
perspectivas tienen quienes ingresan a la carrera y qué horizontes se van armando en
su inserción profesional. También influye en los apoyos que reciben de las familias y
de la comunidad en su ejercicio laboral cotidiano. Por eso creo que hay que cuidar
mucho los discursos públicos sobre la docencia: a veces las posturas hipercríticas,
que ponen a todos en la misma bolsa, terminan contribuyendo a minar su legitimidad
y a que todo se les haga muy cuesta arriba”, sostiene Inés Dussel, investigadora
principal del Área Educación de Flacso.

En esta misma línea, Silvina Gvirtz -directora general ejecutiva del Programa
Conectar Igualdad- afirma que es muy difícil construir una buena educación cuando el
docente es vapuleado y que los valores que las familias inculcan a los chicos inciden
en su percepción sobre el docente. “Si sólo valoran lo económico, el docente está
desvalorizado. Y si no priorizan la cultura, el chico no va a tener ningún interés en
aprender. Por eso creo que es importante considerar la escuela como unidad de
cambio y ver qué valores queremos que promueva. A su vez hay que trabajar en
recomponer al diálogo entre la familia y los docentes. Que en la casa no se
desvalorice al docente es fundamental, porque si no el chico está en un fuego
cruzado entre los padres y el docente, y eso está generando muchísimos problemas
en las aulas.”

Lo cierto es que el desprestigio docente afecta en la calidad educativa, atenta contra


la autoestima y la motivación del docente se cuela en las aulas. Porque cuando la
autoridad pedagógica se pierde, el espacio áulico deja de ser propicio para el
aprendizaje.

“El impacto se nota en el estrés docente y las ganas de enseñar, sobre todo en los de
más edad. Creo que se traduce en un desaliento que viene de sentir que se los ataca
desde los medios de comunicación, la opinión pública y las quejas de los padres, y
que nada de lo que ellos hagan va a ser suficiente”, dice Tapia.

***
En cuanto a la correlación que tiene el estatus del docente con los aspirantes al
cargo, Florencia Mezzadra, directora del Programa de Educación de Cippec, afirma
que existe bibliografía internacional que muestra que los países con mejores
resultados educativos son aquellos donde la docencia es una profesión prestigiosa, lo
que se traduce en que mucha gente quiere ser docente y esto le da la posibilidad a
las universidades o institutos de seleccionar a las personas con mayores aptitudes
para la profesión. “Los casos más paradigmáticos son Finlandia y Singapur, donde
sólo el 10% de los candidatos que quieren ser docentes consigue serlo. Esto hace
que tengas suficientes docentes comprometidos con la profesión. El prestigio de la
profesión también incide en los docentes, en el espíritu de la profesión, que es muy
importante para comprometerse de forma sistémica con la mejora”, dice Mezzadra.

Por eso, más allá de la cuota de desmotivación o falta de compromiso de los


docentes, todos señalan que echarles las culpas es no ver la película completa. Los
factores que construyen la complejidad del sistema educativo actual son múltiples, y
en muchos casos tienen que ver con variables sociales y culturales. “La autoridad
perdió fuerza en todos los aspectos de la vida: en los padres, las instituciones y
también en la escuela. El cargo ya no es sinónimo de autoridad, hoy hay que
construirla. A su vez, la escuela dejó de ser el lugar desde donde se imparte el
conocimiento, porque hoy está compitiendo con otras fuentes de información que
tienen mayor legitimidad por parte de los jóvenes. La culpa no es del docente, sino
del sistema que no ayuda a la escuela a estar preparada para su tarea”, opina
Mezzadra.

A la hora de pensar estrategias para revertir esta situación y devolver el prestigio al


docente, los referentes apuntan a la necesidad de reconstruir el diálogo entre los
padres, los docentes y la escuela, y de generar políticas públicas que acompañen y
faciliten la tarea docente.

Para Lourdes Majdalani, directora del Centro para el Desarrollo Moral de la Fundación
Majdalani, los docentes están capacitados para ejercer la autoridad moral que todo
maestro debe asumir cuando está al frente de sus alumnos. Pero para ello es
imprescindible darles las herramientas necesarias, tanto teóricas como prácticas,
para que vuelvan a confiar en ellos mismos. Esto implica trabajar con toda la
comunidad escolar: docentes, directivos, alumnos y familias.

“Esto se puede revertir con una política integral que incluya un compromiso de los
líderes políticos revalorizando la figura del docente en los discursos políticos,
campañas institucionales, brindando mejor capacitación, visibilizando excelentes
escuelas y docentes a través de premios a buenas prácticas y dándoles salarios
importantes. Hay que valorizarlo simbólica y económicamente, si no todo se queda en
el discurso”, concluye Mezzadra.

Clase nº1 16 de Marzo


Le pedimos que de cuenta de lo leído

-En la comparación de imágenes de docentes : ¿ que aspectos se tienen en cuenta?. Escriba su imagen de los
docentes en su experiencia como estudiante en la escuela primaria, y la actual a la luz de su formación .

dice Silvia Finocchio, doctora en Ciencias Sociales por Flacso, para quien el
imaginario pedagógico es lo que moviliza la experiencia educativa. Por eso sostiene
que “el mensaje de la opinión pública es simplificador e ignora una realidad que
muestra muchos maestros con ganas de enseñar y muchos chicos con ganas de
aprender. Esta percepción se sobreimprime en la experiencia educativa y por eso
vale la pena hacerse preguntas sobre estas representaciones, que tiñen la práctica
educativa”.

-¿Por qué Silvia Finoccchio considera importante hacerse preguntas sobre las
prácticas educativas?.¿Que preguntas aparecen en torno a su propia práctica?.

Estoy convencida de que la legitimidad social -yo lo llamaría los discursos públicos
sobre la educación- tiene incidencia en la calidad educativa, porque influye en qué
perspectivas tienen quienes ingresan a la carrera y qué horizontes se van armando en
su inserción profesional. También influye en los apoyos que reciben de las familias y
de la comunidad en su ejercicio laboral cotidiano. Por eso creo que hay que cuidar
mucho los discursos públicos sobre la docencia: a veces las posturas hipercríticas,
que ponen a todos en la misma bolsa, terminan contribuyendo a minar su legitimidad
y a que todo se les haga muy cuesta arriba”, sostiene Inés Dussel, investigadora
principal del Área Educación de Flacso.

-¿Cúales eran sus perspectivas cuándo ingresó a la carrera? . ¿Cúales son sus perspectivas hoy?. Escribirlas.

El cargo ya no es sinónimo de autoridad, hoy hay que construirla

-¿Considera que la afirmación coincide con su experiencia educativa(práctica


docentes)?Explicar.

Clase nº2 30 de Marzo

-¿Qué estrategias considera se podrían implementar para construir la autoridad


docente?.De las que se proponen en el texto:¿Cuál considera relevante?¿Por qué?.

Clase nº3 Lunes 06 de Abril

CONSTRUCCIÓN DE LA AUTORIDAD DOCENTE

Mariana Milovich

Introducción
Hoy en día los docentes sentimos que la relación que antes manteníamos con nuestros
alumnos debe ser repensada. Las condiciones sociales, culturales y económicos se han
transformado. Existe una realidad que nos interpela, es decir, nos hace pensar, nos desafía. La
relación de los alumnos con el saber es diferente, el lugar de las instituciones en estas
transformaciones desde ya debe ser revisada, el lugar de las escuelas como fuentes únicas de
saber ha sido transformado. En las nuevas propuestas de Formación Docente estos cambios se
han tenido en cuenta en los nuevos Diseños Curriculares y en las Política Educativa. Al
preocuparnos y ocuparnos del ámbito educativo podemos observarlo, estudiarlo desde lo más
restringido hacia lo más amplio. Desde cada ámbito encontraremos un determinado nivel de
integración y complejidad que se diferencia de otros ámbitos y profundiza sobre el mismo
según Lidia Fernández1 Pensar sobre esta actividad humana podemos focalizar sobre, lo
individual, lo interpersonal, lo grupal, la organización, y la comunidad. Por lo tanto en este caso
nos referiremos a la autoridad docente profundizando en cada dimensión del problema, con
integración hacia las otras dimensiones para dar cuenta de su complejidad. En este trabajo se
centrará la mirada sobre la autoridad docente y el rol del docente como enseñante para
reflexionar sobre las transformaciones. Se propone pensar sobre la autoridad como una
construcción, como una entidad que se construye junto a los alumnos de todos los niveles del
sistema educativo en las instituciones educativas trabajando con colegas y directivos. La
autoridad: definiciones y transformaciones Emilio Tenti Fanfani2 explica que la autoridad del
maestro, es una condición necesaria del aprendizaje, que se expresa en una relación, “una
construcción permanente en la que intervienen los dos términos del vínculo-el docente y sus
alumnos -, y que varían según los contextos y las épocas”.3 1 Fernández L (1996) Instituciones
educativas. Buenos Aires. Paidós 2 Tenti Fanfani E (2004) Viejas y Nuevas Formas de Autoridad
Docente. Revista Todavía. 3 Op cit 148 Este mismo autor 4 expresa: “La sociología clásica nos
enseñó que la legitimidad del docente surge de dos fuentes. Una es personal y depende de
características particulares del individuo, que sin embargo se “activan” cuando son percibidas y
reconocidas como tales por otros sujetos en una relación social. Más precisamente, debería
decirse que, en determinadas circunstancias, ciertos individuos están dispuestos creer y
confiar en ciertas cualidades de otros (los “más viejos”, los “que tienen títulos”, etcétera).”
Haciendo un poco de historia se remonta a los inicios de los sistemas educativos: “Por otro
lado, en el origen de los sistemas educativos modernos, la autoridad del maestro se afirmaba
también como una especie de “efecto de institución” .El acto del nombramiento en un “cargo”
o una “cátedra” de la escuela oficial (es decir, reconocida por el Estado para ejercer la función
educadora) generaba esa consecuencia casi mágica: transformaba a una persona dotada de
rasgos más o menos comunes en una persona digna de crédito. Por el solo hecho de estar allí,
con la constancia que lo habilita en el bolsillo, frente al curso, el maestro gozaba de un respeto
particular. La audiencia y el reconocimiento se daban por descontados, por lo tanto no debía
hacer muchos esfuerzos para convencer o seducir. Es cierto que nunca faltaron los defectos de
autoridad, los conflictos, los cuestionamientos de los alumnos. Por otra parte, no todos los
docentes recibían el mismo trato. Algunos eran más escuchados “creídos” queridos y
respetados que otros. Sin embargo, en la primera etapa del desarrollo de los sistemas
educativos modernos, en general la autoridad era más un efecto casi automático de la
institución que un mérito personal.” Tenti Fanfani, centraliza la atención de los cambios en
autoridad docente en las transformaciones en las instituciones sociales y en las relaciones
intergeneracionales. Las demandas sociales y culturales hacia los sistemas educativos actuales
reconocen en las instituciones educativas un desfasajes para responder a las necesidades de
actualización, infraestructura e innovación: “Por los recursos que dispone y por las estrategias
que emplea no puede satisfacer demandas complejas relacionadas tanto con el desarrollo de
los aprendizajes 4 Op cit 149 como con la socialización y la formación de las subjetividades
libres y autónomas (aptas para ejercer la ciudadanía y todas las actividades creativas,
productivas, etcétera)”5 Las escuelas han crecido considerablemente en relación a la
población que albergan, pero han disminuido en su capacidad para responder a propuestas de
formación Podríamos pensar en una fuerte contradicción en este tiempo: ante el crecimiento
poblacional se produce una disminución en la potencialidad de las instituciones de lograr los
propósitos para los que fueron creadas en relación a las personas, a las comunidades y
sociedades a las que pertenecen. De acuerdo a la pedagoga Lidia Fernández 6 existe una
estrecha relación entre la creación de las instituciones y la construcción de identidad y
subjetividad de los sujetos: “Una institución es en principio un objeto cultural que expresa
cierta cuota de poder social. Nos refiramos a las normas-valor que adquieren fuerza en la
organización social de un grupo o a la concreción de las normas-valor en establecimientos, la
institución expresa la posibilidad de lo grupal o colectivo para regular el comportamiento
individual. El nacimiento y acontecer del sujeto humano se produce en una trama de
relaciones y sucesos pautados por instituciones de diverso nivel de generalidad y pregnancia
que, paulatinamente y por el proceso de socialización, pasan a formar parte del interior de la
subjetividad y a funcionar como un regulador social interno.” Necesitamos pertenecer a las
instituciones, transitar por ellas para constituirnos como sujetos .Entonces .mirando a las
instituciones donde nos desarrollamos como docente es en este encuadre de la tarea donde
debemos desplegar nuestra autoridad para poder enseñar. La autoridad docente se
materializa y define en las instituciones educativas donde se encarna el rol de enseñante. Se
encuentra atravesada por las diferentes formas de ser docente que esa institución viabiliza y
potencia de acuerdo a los componentes básicos que la conforman.

Le proponemos continuar reflexionando sobre la autoridad docente, pensando en las


experiencias docentes y en las teorías que usted considera pertinentes para su formación.

-¿ Considera desde su experiencia, que la autoridad docente, vista desde distintas


dimensiones, implica traer a cuenta vínculos entre el rol docente y las instituciones
escolares?. De cuenta de los vínculos que establece a través de un breve texto.

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