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THE LIBRARY
OF
THE UNIVERSITY
OF TEXAS
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AUSTIN
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V. I
LATIN AME COLLECTION
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Jorge Fernández Chiti
CURSO PRACTICO
DE CERAMICA
Tomo 1
CURSO PRÁCTICO DE CERAMICA
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JORGE FERNÁNDEZ CHITI
CURSO PRACTICO
DE CERAMICA
artística y artesanal
TOMO 1
ediciones del
TALLER CONDORHUASI
Taller Condorhuasi:
Serrano 2258, dto. 6, Buenos Aires ( Tel. 70-0649 ) .
Correspondencia a: Correa 1680, dto . A, Buenos Aires.
5
CAPÍTULO 8. Secado y encogimiento de las piezas crudas. Defectos, 157 .
Porcentaje de contracción de una arcilla o de una pasta, 157.
Etapas del secado, 159. Métodos de secado, 160. Defectos del
secado y sus remedios, 163. Cómo reparar grietas , 167.
6 }
Nunca el hombre es más grande ni más libre
que cuando ama una forma y le da vida con
las manos.
7
guna especie. Cuanto más ignorante es un individuo , tanto más ce-
losamente reserva los escasos conocimientos que posee. Ignora que
un conocimiento, un dato o una fórmula no valen en forma me-
cánica, y que el poseerlo o tenerlo escrito no es suficiente garantía
de éxito. Para el éxito de una obra de arte se precisa, antes que
nada, tener corazón, sentimientos, aunque la técnica sea primitiva,
rudimentaria o ingenua. ¿ De qué sirve el tener la fórmula de un
esmalte rarísimo , único, admirable, si la obra resultante es fría o
pretenciosa, carente de expresión y calidez humana?
En el tomo primero, que acabamos de publicar, nos referimos
ampliamente a la arcilla, pastas, materias primas y a las técnicas
de confección de piezas, a mano o en el torno alfarero. En el tomo
segundo, que esperamos publicar a breve plazo, estudiaremos la
cocción, escultura cerámica, murales, métodos decorativos, reves-
timientos, serigrafía, joyería cerámica, moldes, cerámica infantil,
etc. Esperamos que tan amplia materia quepa en el segundo volu-
men, de lo contrario, la obra se publicará en tres tomos.
A través de toda nuestra enseñanza en el Taller, y también
a través de los diferentes capítulos de este Curso, tratamos más
que nada de formar al alumno, de infundir en su espíritu un ver-
dadero amor por esta maravillosa ciencia-arte que es la cerámica.
Y decimos verdadero, porque intentamos prevenirlo y apartarlo
de la primera desviación que comúnmente sufre el ceramista ac-
tual, que es el caer en lo crudamente comercial. La vida es una
lucha, y la lucha está en todas las cosas, pero más que nada en el
arte. Por ser el arte la más elevada actividad que el ser humano
pueda desarrollar, las tensiones a que está sometido el verdadero
artista son tan intensas que siempre existe la tentación de buscar
la solución más fácil, que es la de comercializarse, negarse como
ser humano libre, venderse. El éxito fácil y el repetir lo que al
público le gusta y paga está en la base del fracaso y la frustra-
ción en que cae la mayoría de los ceramistas.
El verdadero artista debe tener un corazón enorme para sen-
tir, para amar y para crear; pero a la vez necesita tener un pecho
firme y fuerte para resistir, para desafiar, para poder seguir, sin
salirse de su propia línea de trabajo creativo y espiritual, aunque
ello le cueste la pobreza, la soledad , o el aislamiento.
Este libro está destinado muy especialmente a los alumnos
del autor quienes siguen sus clases semanalmente , ya sea en el
8
Taller, como en la Escuela que dirige o en la docencia superior.
Ha sido hecho pensando en ellos, pues son la creación , el contento
y la compañía del autor. Muchos llevan años a su lado : son como
el vino añejo. Otros, todavía deben decantarse y esperar la madu-
rez. Otros, han desandado el camino pues no han sido fuertes
como para negarse, aceptarse limitados y soportar el cambio que
significa emprender el camino del arte.
Algunas de las piezas que ilustran este libro han sido confec-
cionadas por el ceramista Rafael Seguí , a quien queremos agra-
decir, desde estas páginas, toda su sincera cooperación anterior.
Otras pertenecen al autor, y muchas otras han sido facilitadas por
los siguientes alumnos de nuestro taller, cada uno dentro de su
estilo: Josefina Álvarez de Schmidt, José Luis Canevari, Blanca
Cossavella, Olga de Espeche, Ana María de Gómez Luego, Mena
Papazian, Leopoldo Schiavone, Héctor R. Sierro, Amelia A. Sotelo.
Para el capítulo referente al torno alfarero , hemos contado con
la estimada colaboración del tornero Vicente Lijoi. Agradecemos
también la información prestada por Carlos E. Baron Supervielle
y, por otra parte, a la firma Fontana y Lucchetti por algunas tomas
fotográficas. La ejecución fotográfica ha estado a cargo de Néstor
O. Monteros. A todos ellos expresamos nuestro agradecimiento y,
muy especialmente, a nuestros alumnos por el apoyo moral que in-
variablemente han brindado al autor mientras escribía esta obra,
enorme trabajo que muchas veces motivó más de un nerviosismo...
Los pájaros que ilustran la tapa de este tomo expresan senti-
miento, ternura. En ellos la forma interviene y funciona en com-
pleta subordinación de esa expresión . La línea es suave, apenas
insinuada, pero expresiva en grado surno. Han sido horneados en
atmósfera reductora : son de color gris-negro. En el Capítulo refe-
rente a la cocción cerámica enseñaremos a obtener ese color na-
tural e ingenuo.
La pieza arqueológica que aparece fotografiada en la con-
tratapa pertenece a la cultura indígena Condorhuasi, y constituye
el emblema de nuestro Taller, donde la tenemos en exposición.
Tanto el autor como el taller Condorhuasi agradecerán todas
las sugerencias u opiniones que los lectores tengan a bien formular-
les, ya sea por carta o personalmente. Ello nos servirá de estímulo
y, a la vez, nos permitirá mejorar la obra en la medida de nuestras
fuerzas, siempre que el tirano-espacio lo permita .
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Estamos seguros de que el público latinoamericano recibirá
este nuevo aporte nuestro con el mismo entusiasmo y aceptación
con que recibió nuestra anterior publicación Esmaltes Cerámicos,
primera y única obra sobre esmaltes para cerámica publicada en
idioma castellano.
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Sólo nos comprende aquel que nos ama.
La arcilla.
CAPÍTULO 1
INTRODUCCIÓN A LA CERÁMICA
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figura animal o un cacharrito? Suponemos que el mismo instinto
o inclinación que hemos observado en un niño de cinco años, de
una "villa miseria" próxima al centro de Buenos Aires , el que
asombró al autor al producir formas admirables por su riqueza de
expresión, espontáneamente, sin haber recibido enseñanza previa,
pues el trozo de barro rojo con que trabajaba lo había tomado a
escondidas de nuestro cajón. Es el mismo instinto que poseemos
todos mecanismos inconscientes, atavismos insertados en lo más
profundo de nuestra conciencia—, que nos lleva a hacer con las
manos, a proponernos una actividad práctica , en contraposición con
la psicología del hombre-comprador, infecunda y desintegradora.
Desgraciadamente, la vida automática que se lleva en las grandes
ciudades es poco o nada propicia para el arte, y dicha situación se
agrava más aún en medios desarraigados o en urbes que, como la
nuestra, todavía no se han asumido como propias, y que, cultural-
mente y económicamente, no son sino un puerto de entrada o un
sumidero de culturas o modas provenientes de continentes aleja-
dos del nuestro en varios miles de kilómetros. Por eso en zonas
rurales o en personas marginadas, se observa más facilidad en la
expresión, la que es más fresca y directa, o sea, menos artificial y
ficticia. Como contrapartida, y como justificada reacción ante la
vida culturalmente asfixiante que se lleva en las grandes ciudades
(donde la publicidad comercial pretende cumplir el papel del arte
público y callejero de Atenas ) , cada día es mayor el número de
personas que experimentan la urgente necesidad de expresarse a
través de un arte manual, total, integrador de la personalidad, que
ponga en funcionamiento todo el sistema nervioso y, a la vez, el
muscular : la única de las artes que tiene remota historicidad y
primitivismo, que puede comenzar a practicarse a cualquier edad,
y que cumple la función de integradora de la personalidad y de
equilibrante del sistema nervioso es la cerámica . Además de ello ,
por supuesto, proporciona al ceramista una profesión noble y una
actividad con amplias posibilidades en todo sentido, incluso el
económico.
Muchos lectores preguntarán o escribirán al autor acerca del
niño al que nos hemos referido . Saldremos al paso de esa in-
quietud. Lamentamos tener que confesar que ni siquiera hemos
podido averiguar el nombre de ese artista nato. Solamente nos
acordamos de su figura pequeña, morena, desarrapada, descalza,
que, como con temor de ser castigado por el delito de ponerse a
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modelar con el barro que tomó -tomó lo que era estrictamente
suyo , se escondía de nosotros mientras trabajaba y luego desapa-
reció. A tal punto y a edad tan temprana actúa la castradora con-
ciencia de culpa con que nuestra sociedad, de tipo europeo, repri-
me y esteriliza definitivamente a millares de niños como ese.
Qué es la cerámica
13
Con todo, la producción de cacharros se desarrolla en gran parte
a través de métodos industriales o artesanales : colada en moldes
de yeso, prensado industrial, o fabricación en el torno alfarero, ya
sea de pie o accionado a motor.
Existen además otras secciones especializadas dentro de la ce-
rámica. Por ejemplo, la cerámica de uso arquitectónico, para la
fabricación de revestimientos, azulejos, baldosas, etc., o para la de-
coración de interiores, muebles, artefactos lumínicos, etc.
Otra especialidad cerámica es la joyería, que permite confec-
cionar piezas destinadas al adorno de la persona humana, ya sean
anillos, colgantes, aros, collares o pulseras, como botones, cintu-
rones, hebillas, etc. En sus capítulos respectivos nos referiremos
más ampliamente a cada una de estas especialidades.
Otra especialidad dentro del campo de la cerámica, que por
sí sola constituye una ciencia amplísima a la vez que un arte, es
el esmaltado. Esta rama es algo así como la reina dentro de la
cerámica, pues puede aplicarse a todo tipo de producción cerá-
mica, a fin de decorarla y embellecerla, y de complementar las
propiedades de la arcilla, para aumentar su resistencia, etc. La
porcelana china llevó a su apogeo esta rama del arte de esmaltar,
tan apreciada y cara a los ceramistas de todas las épocas. Nuestro
libro Esmaltes Cerámicos ha sido la primera obra completa sobre
estos esmaltes que se publica en idioma castellano y una de las
pocas que existen en todo el mundo.
Según el tipo de pasta arcillosa utilizada para fabricar las pie-
zas, ellas pueden reducirse fundamentalmente a cuatro tipos prin-
cipales : terracota, loza, gres y porcelana. Las pastas de terracota
son las más ordinarias y se las hornea a bajas temperaturas : unos
950-1050°; con ella trabajan los principiantes. Las pastas de loza
se fabrican con arcillas de mejor calidad y son horneadas a tempe-
raturas que oscilan alrededor de los 1100-1180 °. Tanto la terra-
cota como la loza son pastas porosas. Las pastas de gres y porce-
lana son horneadas a unos 1200-1300 ° o más, y son compactas e
impermeables. La porcelana de buena calidad es translúcida.
Desde el punto de vista del método de trabajo, se diferencia
la producción cerámica de la gran industria con respecto a la pro-
ducción proveniente de la pequeña industria . En las grandes in-
dustrias, las piezas se confeccionan y esmaltan automáticamente ,
en grandes y costosas máquinas, y son horneadas en grandes hor-
nos de túnel, automáticos, que están encendidos permanentemente.
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En la pequeña industria, se utilizan prensas industriales o maqui-
narias menos modernas y más reducidas. Además, se hornean las
piezas en hornos intermitentes, que se encienden y apagan a cada
cocción. La gran industria permite abaratar los costos de produc-
ción y los precios de venta, aunque, por lo general, se resienten
los aspectos estéticos de los productos. La decoración automática,
por ejemplo, no ha sido perfeccionada aún y todavía no puede
competir con la decoración manual. Sin embargo, se han perfec-
cionado notablemente los métodos industriales de confección de
piezas y de esmaltado automático.
Otras secciones de la cerámica, de alta especialización, consti-
tuyen valiosos auxiliares de una infinidad de industrias y técnicas:
la astronáutica, la ortodoncia, la arquitectura y la construcción, la
ingeniería eléctrica y química, etc.
La ciencia cerámica, o cerámica científica, constituye la espe-
cialidad de muchos investigadores y estudiosos. La preparación y
creación de diferentes tipos de pastas, sus características de uso, el
estudio de los materiales cerámicos, los análisis físicos y químicos,
las técnicas de extracción y preparación de arcillas, la ciencia de
los esmaltes y su aplicación, la construcción de nuevas maquina-
rias y la planificación de modernas plantas industriales, la técnica
de la fabricación de colores cerámicos, así como la enseñanza de
esta ciencia-arte y su metodología, constituyen los aspectos cien-
tíficos de la misma, sumamente necesarios.
Desde el punto de vista sociológico, podemos distinguir una
cerámica artística, una artesanal y otra industrial. Una obra cerá-
mica puede considerarse artística cuando todo en ella está subor-
dinado al momento estético, cuando existe expresión y contenido,
y cuando se ha adoptado una solución elaborada, consciente y
creativa para el problema que plantea la obra a su creador. La
obra de arte es única. La imitación de obras confeccionadas por
otros, las copias, etc. , dejan a la pieza imitativa fuera del terreno
del arte. La industria, en cambio, se halla en el polo opuesto con
respecto al arte, la pieza no es única sino esencial y necesaria-
mente seriada. Se ejecuta un diseño, se lo elabora estéticamente
(es de desear ) , y luego, una vez resuelto el problema que plantea
la obra, se la reproduce mecánicamente miles o millones de veces:
una misma solución para millares de piezas. La artesanía se halla
en un término medio entre el arte elaborado y la industria. Se
aplica un mismo tipo de solución a toda la producción o a una
15
partida de piezas, ya sea ella manual o semiseriada. Si bien en
la producción artesanal muchas veces se da que "una pieza no es
igual a otra", como nos decía hace poco un artesano , ello se debe
a que el método de trabajo que él utilizaba era exclusivamente ma-
nual, debido a lo cual las piezas ( alhajas ) diferían levemente entre
sí. Pero lo que no difería era el tipo de solución que se aplicaba a
los problemas planteados por las piezas, pues todas ellas se resol-
vían del mismo modo, siguiendo el mismo tipo de trabajo y mé-
todos decorativos, repitiendo los mismos esquemas, dibujos, gra-
bados, etc. Una misma solución, con leves variantes, aplicada a
una partida o a una serie de piezas de confección preferentemente
manual : ello caracteriza a la artesanía y la diferencia de la indus-
tria y del arte .
Muchísimas personas, alumnos o no, nos han consultado infi-
nidad de veces acerca de cómo hacer para distinguir una pieza
cerámica artística de una obra que no llega a serlo, o de una pieza
artesanal. Creemos que la piedra de toque para averiguarlo es
la siguiente : en la obra de arte el factor afectivo desempeña un
papel esencial. La valoración emocional, si bien no agota el con-
tenido de la obra, basta para caracterizar el verdadero arte de la
simple obra que no es sino un comienzo, un esbozo, un paso hacia
el arte. Como contrapartida, grandes y costosas obras de exposi-
ción carecen de sentimiento, de afectividad. El ceramista no ha
sabido o no ha podido volcar en su obra nada de sí. El resultado
es una mole fría, sin expresión ni contenido. Todos los elementos
están desplazados hacia lo periférico , hacia lo superficial, lo lla-
mativo, lo novedoso, lo vistoso, lo exterior. No existe sentimiento
humano en ella : no hay arte ( aunque haya premio) .
Desde el punto de vista antropológico, existe una cerámica ar-
queológica, consistente en el estudio y descubrimiento de piezas
de alfarería indígena o de poblaciones primitivas, ya sea que se lo
efectúe en los yacimientos mismos o en museos. La alfarería ar-
queológica americana se denomina también precolombina. La ce-
rámica etnográfica se refiere a la producción de vasijas, estatuillas,
etc., realizada por poblaciones que se hallan en estado más o me-
nos puro de primitivismo cultural. Muchas de estas poblaciones
se encuentran en el Amazones y selvas vírgenes de América del
Sur y Central. La cerámica folklórica estudia la producción prove-
niente de medios rurales, más o menos aculturados por influencias
ciudadanas. Lamentablemente, en este tipo de producción, es muy
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difícil encontrar autenticidad. Demasiadas veces se presentan co-
mo folklóricas toscas piezas hechas en talleres de las grandes ciu-
dades, piezas sin vida ni sabor. Otras veces se venden, atribuyén
dolas a comunidades indígenas, lamentables imitaciones que nada
tienen que ver con las verdaderas tradiciones alfareras de dichas
poblaciones. Al observar algunos de esos melifluos gallitos o mu-
ñecas, recordamos a los antepasados alfareros indígenas auténticos
—maestros inigualados del diseño y de la decoración y pensa-
mos que, si se levantaran de sus tumbas y observaran esa produc-
ción, morirían nuevamente de indignación.
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copió métodos de trabajo y técnicas, y nadie osará afirmar que el
Renacimiento no fue creativo y que no cumplió un papel libera-
dor y esencial dentro del arte, dando un gigantesco paso hacia
adelante, que determinó de alguna manera todo el arte posterior,
incluso el de hoy. Tampoco pretendemos imitar el Renacimiento,
reemplazando a la Grecia clásica por las culturas indígenas. Nos
inspiramos en el espíritu y en el sentimiento del arte indígena.
No copiamos las piezas. No queremos repetir ni imitar. Eso sí,
consideramos necesario crear una cultura nacional latinoamerica-
na, de base estética, y sabemos que, dentro de esa creación y ela-
boración cultural, el ingrediente indígena y telúrico deberá des-
empeñar un papel fundamental, esencial. A los ceramistas y artis-
tas ya pasados un poco de moda, que trasnochan todavía pensando
en Europa y en traer de allí las últimas modas y caprichos, o en
recibir los últimos números de ciertas revistas o catálogos, las ré-
plicas de cuyas piezas fotografiadas vemos poco después premia-
das en salones y expuestas en galerías, les pedimos autocrítica para
su propio trabajo, y comprensión para el nuestro. Aunque ello,
comercialmente, no los favorezca.
La cerámica es un arte creativo, no imitativo. Además, es un
arte básico y fundamental, no subsidiario. Tiene un lenguaje esté-
tico propio y genuino, así como sus movimientos arcaizantes o de
vanguardia. ¿Cómo explicar, entonces, que en salones o concursos
se premien todavía murales que no hacen sino imitar, mecánica-
mente, ciertas corrientes pictóricas que han estado en boga hace
diez años, pero que ya han sido dejadas de lado en sus países de
origen? Ciertos fatigantes estilos geométricos típicos de la pintura
abstracta y del informalismo de la década pasada recién ahora se
ven en cerámica y pretenden presentarse como una novedad , en
momentos en que la pintura ya está en “otra cosa". No podemos
tolerar que la cerámica quede relegada al triste papel de subsi-
diaria de la pintura, y menos con retraso de una década. En nues-
tro próximo libro, consagrado al estudio de la metodología de la
enseñanza artística, analizaremos este tipo de problemas.
No se practica un arte americano con sólo introducir elemen-
tos decorativos de tipo indígena, que no hacen a la forma, sino a
lo periférico, como ciertas ingenuas guardas que caen en lo ridícu-
lo cuando se adopta una forma de tipo europeo y se añade a ella
una decoración indigenista. En ese caso se está haciendo una imi-
tación de tipo exterior, superficial, que se halla en la antítesis del
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verdadero arte indígena, que es pura interiorización y profundi-
dad. En nombre del arte indígena se hace en ese caso un plagio
rigurosamente europeo.
El verdadero arte americano lo es, en primer lugar, en lo re-
ferente al contenido, por identificación e interpretación de la sen-
sibilidad del pueblo americano, y por constituirlo en único desti-
natario de la obra de arte. Es el mensaje, el sentimiento que la
pieza entraña, el factor afectivo y su elucidación , el criterio que
nos permitirá juzgar acerca de un trabajo artístico, se use o no
un tratamiento tradicional o autóctono de la forma o de la deco-
ración. Además, el arte americano no puede ser limitativo ni im-
poner topes o barreras que no se puedan trasponer. Es perfecta-
mente y rigurosamente posible practicar un arte americano abso-
lutamente moderno, con una base técnica acorde con la de nuestra
época, así como los indígenas aplicaron la técnica de la suya.
Nosotros, lamentablemente, no somos indígenas. Pero tampoco eu-
ropeos. Toda la cultura europea ( no la técnica ) , en forma global,
es extraña en nuestro continente. Hay que ponerla “patas arriba”.
Sabemos que no resulta fácil salir de las pautas de la cultura
estética en que vivimos, aunque se hallen en pleno proceso de
cambio y descomposición. Reconocemos y aceptamos los valores
positivos del arte moderno y contemporáneo, que son muchos, en
el que se descubre fácilmente la influencia primitivista y simpli-
cizante del arte autóctono africano , asiático e incluso americano.
Pululan hoy día en Europa las obras referentes al arte indígena de
nuestro continente. Se publican costosos libros ilustrados y se es-
tudia nuestro arte alfarero. Donde no se lo estudia aún es entre
nosotros. Pero ya se lo estudiará : el poncho se puso de moda en
América para la vestimenta femenina después de que los modistos
de París lo lanzaron en Europa.
La búsqueda de un nuevo arte americano es una hipótesis de
trabajo, una apertura. Es una creación de todos, que llevará dé-
cadas elaborar. No es una imposición para nadie ni una coarta-
ción. En nuestro taller se respetan las tendencias artísticas de cada
alumno, siempre que así lo sean. La expresión artística es una ne-
cesidad imperiosa en este momento de esterilidad creativa. No
podemos no hacer. Lo que hagamos será un comienzo, un cami-
no, pero no nos estanquemos luego de los primeros pasos.
19
Tendencias actuales
20
vamente artística y decorativa, o sea que su funcionalidad, sin
desaparecer del todo, se ha reducido a lo decorativo o bien se ha
elevado al nivel más alto de la actividad humana : el artístico .
21
el contrario, la mediocridad, la ramplonería y la imitación son las
mejores armas del que quiere ganar dinero.
22
Muchos principiantes no sabrán dónde adquirir sus herramien-
tas y materiales cerámicos. A ellos les diremos que en todas las
grandes ciudades existen casas que proveen materiales a los cera-
mistas, y que también efectúan envíos por correo. Si el futuro
ceramista vive en una ciudad, no tendrá dificultad en hallar una
o varias de esas casas comerciales. Si vive en zonas rurales, tal
vez una guía telefónica, en el rubro “cerámica”, le permitirá reco-
ger direcciones de comercios a los cuales podrá pedir información
de los materiales que expende.
La arcilla se puede adquirir lista para trabajar ( mezclada con
otros ingredientes, pues no se la usa sola ) , y se la expende en
pasta, en forma de panes de 5 kg o más. Puede ser de color blanca
o rojiza, con chamote o sin él. La arcilla o pasta blanca da color
más o menos blanco luego de la cocción, y es la más adecuada
para esmaltar. La pasta o barro rojo da color rojizo después de
horneada. Se llama chamote a la arcilla horneada y molida, que
puede tener diversos tamaños de granos, desde impalpable hasta
de un milímetro o más. Existe chamote fino, mediano y grueso.
El chamote, mezclado con la pasta de arcilla, deja ver sus partí-
culas o granos en la superficie de la pieza, con lo que se obtienen
interesantes texturas. Además, el chamote favorece el trabajo del
escultor, ya que impide rajaduras y deformaciones en las piezas
grandes, a la vez que permite ser trabajadas con mayor espesor.
Las grandes fábricas suelen adquirir la arcilla en piedras, tal
como proviene del yacimiento, y la trituran y muelen en grandes
máquinas.
La pasta o barro también puede adquirirse en polvo, ya mez-
clada con adecuados porcentajes de antiplásticos, a la que sólo se
le agregará el agua necesaria para ser trabajada. Muchas veces
los principiantes compran arcilla pura en polvo y la usan sola, sin
el añadido de un 30 % de otras sustancias antiplásticas que permi-
tirán su modelado sin que se resquebraje : seguramente se arruina-
rá la pieza confeccionada con ese material. En el capítulo refe-
rente a la preparación de pastas los lectores podrán aprender cómo
se prepara una pasta de buena calidad .
A los ceramistas inquietos y deseosos de buscar su propia ar-
cilla en zonas próximas a yacimientos o depósitos, también les en-
señaremos en ese capítulo a extraer y preparar su propia arcilla.
23
Cuando el amor queda solo, primero se convierte en pájaro,
en paloma. Después, un atardecer, emprende el vuelo, hasta que,
fatigado, va a morir al lago Titicaca. Pasados muchos años, renace
en forma de arcilla depositada a orillas del Lago y, si algún alfarero
la usa y hace con ella un cacharro, permanece para siempre dentro
de él y, a veces, deja oír su canto.
Antigua tradición indígena.
CAPÍTULO 2
24
mojara. Es decir, que el proceso es reversible hasta que no se haya
sometido al fuego. Una vez que se la haya horneado a más de
600°, difícilmente se podrá conseguir la reversibilidad de la arcilla,
es decir, convertirla otra vez en pasta. Ello se debe a que el ma-
terial ha dejado de ser hidratado para convertirse en anhidro, o sea
que el cambio se ha producido en el interior de la molécula de
arcilla. Se trata de un proceso químico irreversible, a través del
cual el silicato de alúmina adquiere dureza, sonoridad y per-
manencia.
La arcilla es la roca sedimentaria más difundida en toda la
corteza terrestre. No existe país donde no se la halle. Dicha cor-
teza está constituida por un 49,13 % de oxígeno, un 26 % de sílice
(bióxido de silicio ) , un 7,45 % de aluminio, 4,20 % de hierro,
3,25 % de calcio, 2,40 % de sodio, 2,35 % de potasio, 2,35 % de
magnesio, 1 % de hidrógeno, y un 2 % de otras sustancias, como
cobre, cinc, plomo, níquel, azufre, fósforo, etc.
Las combinaciones naturales de las tres primeras sustancias
arriba mencionadas se llaman silicatos de alúmina, y se las encuen
tra en las rocas más abundantes de la naturaleza, como el granito,
el gneiss, la mica, el feldespato, etc. La arcilla, precisamente, es
un silicato de alúmina hidratado, que proviene de la descomposi
ción geológica del feldespato que forma parte del granito, com-
puesto, como sabemos, de cuarzo, feldespato y mica.
La tierra común, que forma el suelo que pisamos, contiene
considerables porcentajes de arcilla, claro que demasiado impuri-
ficada con elevadas inclusiones de humus, restos orgánicos, arena,
mica, cal, etc. Se trata, en realidad , de tierras más o menos arci-
llosas, con porcentajes reducidos de alúmina. Con todo, si hornea-
mos a su debida temperatura una muestra de esa tierra ( de nues-
tro jardín ) , se obtendrá una tierra cocida de color rojizo, debido
a que también contiene porcentajes de óxido de hierro que la co-
lorean. Claro que, cuando necesitamos de una arcilla más pura,
y con mayores contenidos de alúmina, recurriremos a un yaci-
miento que produzca arcillas de buena calidad y de composición
uniforme.
25
rocas, como el granito, el gneiss, la pegmatita , etc. y, en menor me-
dida, posiblemente también de otras rocas aluminosas, como el be-
rilo, la mica, etc. En general, se considera que las rocas madres
de que provienen las arcillas son siempre rocas feldespáticas alu-
minosas. Si tenemos en cuenta que los feldespatos son los silicatos
más difundidos en toda la corteza terrestre, y que componen alre-
dedor del 50 % de su peso, no nos extrañará que las arcillas cons-
tituyan las rocas sedimentarias más difundidas en la naturaleza.
La teoría tradicional explica el origen geológico de la arcilla
y del caolín a partir del feldespato, por la acción del agua ácida
sobre este último mineral, a través de millones de años. El agua
ácida, por levigación , elimina los álcalis del feldespato ( sodio y
potasio ) y parte de la sílice que contiene, mientras que introduce
dos moléculas de agua ( el feldespato es anhidro ) . Quedan así for-
mados los silicatos de alúmina hidratados, que constituyen las ar-
cillas. Cuando estas nuevas sustancias permanecen en el lugar don-
de se han formado, sobre la roca madre, se las denomina arcillas
primarias o caolines ( son de grano grueso y poco plásticas ) . Cuan-
do son arrastradas por las aguas hacia otros lugares donde se sedi-
mentan, se las llama arcillas secundarias ( son de grano pequeño y
mucho más plásticas ) .
Existe una teoría química más moderna que explica la forma-
ción de la arcilla a partir de soluciones de alúmina y ácido silícico,
y, efectivamente, a través de métodos experimentales, se ha podido
obtener de esa manera, en el laboratorio, cristales de caolinita en el
autoclave, así como de otras variedades de arcillas, directamente
a partir del feldespato.
La teoría tradicional del origen geológico por levigación del
feldespato debido a la acción del agua ácida, explica perfectamen-
te la formación de los caolines primarios, de grano grueso, los que
se hallan siempre sobre la roca madre. Mientras que, por su parte,
la teoría química de la formación de la arcilla a partir de solucio-
nes de geles de alúmina y ácido silícico permite explicar fácilmente
el origen de las arcillas secundarias, sedimentarias, de grano finí-
simo. No se ha demostrado aún que el caolín pueda transformarse
en arcilla por molturación natural debido al arrastre de las aguas.
O sea que la diferencia en el tamaño de las grandes partículas del
caolín y de las pequeñas partículas de la arcilla no se explica por el
arrastre de las aguas ni por la sedimentación , como algunos auto-
res afirman. Tampoco se ha explicado aún con claridad la causa
26
de que aparezcan diversos tipos de arcillas en un mismo yacimien-
to, por ejemplo arcillas blancas con vetas rojas.
Las arcillas bentoníticas se habrían formado a partir de ce-
nizas volcánicas, mientras que las arcillas micáceas habrían tenido
nacimiento en regiones anegadas por los mares.
27
la química es la siguiente: (Al2O3 . 2SiO2 . 2H2O) , lo cual significa
que la partícula o cristal de arcilla consta de 1 molécula de alúmi-
na ( formada a su vez por 2 átomos de aluminio y 3 de oxígeno ) ;
2 moléculas de sílice (formadas a su vez por 1 átomo de silicio y
2 de oxígeno ) ; y 2 moléculas de agua ( formada, como sabemos,
por 2 átomos de hidrógeno y 1 de oxígeno ) . Todas estas molécu-
las y átomos están debidamente ordenados dentro de la partícula
según definidas leyes cristalográficas.
En los cristales de caolinita, que constituye una de las varie-
dades más puras de arcilla, el porcentaje de alúmina oscila en alre-
dedor de un 38 %, el de sílice en un 47 % y el de agua en un 15 %.
Pero, en la mayoría de las arcillas ordinarias, el porcentaje de alú-
mina disminuye bastante, hasta un 15 ó un 10 %. Es por ello que
las arcillas de "alta alúmina" son las más apreciadas y caras, mien-
tras que las de “baja alúmina” son las más ordinarias y comunes.
Las tierras comunes, los barros usuales para la fabricación de la-
drillos У las arcillas que muchas veces se encuentran al hacer un
pequeño pozo en el suelo contienen, por lo general, muy poca alú-
mina. Lo cual no significa que no puedan utilizarse con buenos
resultados para determinados fines. La cerámica indígena, por
ejemplo, utilizó barros arcillosos de muy reducido porcentaje de
alúmina, horneados a temperaturas muy bajas. Cuanto mayor sea
el contenido de alúmina v sílice de una arcilla, tanto mayor será
su temperatura adecuada de cocción.
Claro que, en la práctica, las arcillas no se presentan puras,
sino acompañadas por diversas sustancias que la impurifican y
modifican sus propiedades. En primer lugar, se presentan en los
yacimientos acompañadas por impurezas de grano grueso, tales co-
mo granos o arenas de cuarzo, feldespato, mica, carbonato de cal-
cio, compuestos de azufre e hierro, humus, carbón, etc. Todas es-
tas partículas o granos grandes se eliminan mediante lavado, que
a veces se efectúa directamente en el yacimiento, o mediante el
tamizado, que se lleva a cabo al preparar la pasta.
Las impurezas que pueden contener las arcillas actúan como
fundentes, es decir, que disminuyen su temperatura óptima de coc-
ción. Pasamos a estudiar los principales:
28
Fundentes:
29
TIPOS CERÁMICOS DE ARCILLAS
30
3) Caolines para porcelana: para la fabricación de porcelana
se utilizan caolines muy puros y bien lavados, así como ciertos por-
centajes de arcillas muy blancas de primerísima calidad. Es esen-
cial que el color de estas pastas después de la cocción sea el blan-
co purísimo típico de la porcelana china. Se añaden elevados por-
centajes de fundentes, como el feldespato, de hasta un 60 % , se-
gún la temperatura de cocción, la que oscila entre los 1150-1250°
para la porcelana blanda, y hasta los 1450° para la porcelana dura.
La absorción de estas pastas es del 0 ó del 1 % . Se trata de pastas
que se vuelven translúcidas en la cocción.
31
rro graso, en forma de arenilla o piedritas molidas. También uti-
lizaban chamote proveniente de cacharros ya horneados o rotos, así
como mica o carbón vegetal finamente molido .
32
unas sobre otras. Por otra parte, cuando el porcentaje de agua es
excesivo, también disminuye la plasticidad, pues las partículas pier-
den cohesión y la pasta se vuelve fofa. En este último caso, es
preciso esperar a que la arcilla se seque un poco para poderse
trabajar.
Las arcillas más plásticas absorben más agua que las menos
plásticas, con lo que aumentan su volumen, a veces considerable-
mente. Para que se pueda alcanzar el "estado plástico", una buena
arcilla absorbe por lo general de un 40 a un 50 % de agua de mez-
cla. Téngase bien presente que esta “agua de mezcla❞ nada tiene
que ver con el “agua de combinación”, es decir, con el agua quí-
micamente combinada que forma parte de la molécula compleja
de arcilla, constituida, como ya hemos explicado, por sílice, alú-
mina y agua. La arcilla que se expende en polvo seco, por ejem-
plo, carece de "agua de mezcla", pero contiene por cierto toda su
agua química, la que no desaparecerá hasta que se convierta en
una sustancia anhidra gracias al gran fuego de la cocción.
Las arcillas magras, es decir, pobres en alúmina, de grano
grueso, o muy mezcladas con granos de arena, feldespato, etc., ab-
sorben poca o muy poca agua. Las pastas con chamote, igual-
mente, absorben menos agua que las que no lo tienen , debido ,
precisamente, a la introducción de considerables cantidades de ese
antiplástico ( de alrededor del 30 %% ) . En el capítulo referente a
la preparación de pastas veremos que las arcillas no pueden usarse
solas para cerámica, pues las piezas se rajarían durante el secado
debido a la excesiva plasticidad. Es preciso, pues, añadir porcen-
tajes de antiplástico, es decir, de sustancias magras que disminu-
yan la plasticidad excesiva de toda buena arcilla, tales como el
cuarzo, feldespato, chamote, etc. Estas sustancias antiplásticas ca-
recen de plasticidad debido a que sus cristales no presentan la
forma de laminillas como los de la arcilla, o de empaquetaduras
de laminillas. Los antiplásticos generalmente presentan cristales de
forma globular, que impiden la acción de las fuerzas de cohesión
que unen a las partículas laminares entre sí, típicas de la arcilla,
las que se deslizan plásticamente gracias a la humedad que las
lubrica.
Aumenta la plasticidad de las arcillas la proliferación de bac-
terias y algas en ellas, así como el ácido tánico y el ácido húmico.
Debido al conocimiento de este hecho, todos los pueblos alfareros,
desde las épocas más remotas, dejar envejecer o invernar las arci-
33
llas antes de usarlas. Expuestas al aire y a las lluvias durante me-
ses, proliferan en ellas bacterias y algas que las benefician, al mis-
mo tiempo que se disgregan, se lavan y se transforman ciertos com-
puestos de hierro, como la pirita, por ejemplo, que se oxida y se
transforma en sulfato ferroso al aire libre. El humus, el tanino
(los chinos añadían té a las pastas ) , ciertas resinas y grasas tam-
bién aumentan la plasticidad de las arcillas. Algunos pueblos pri-
mitivos, y otros que no lo son, orinaban las arcillas durante su
envejecimiento . Los chinos dejaban envejecer las pastas durante
varias décadas antes de usarlas.
Antiquísimas costumbres, típicas de cada pueblo, permiten
aumentar la plasticidad, o , si no la plasticidad propiamente dicha,
al menos la facilidad de manipuleo de las arcillas: tales como el
añadir a las pastas jabón blando oscuro, orín, vinagre, melaza, gli-
cerina, dextrina, agua y azúcar, miel, aserrín , carbón en polvo, es-
tiércol, etc. Ciertas sustancias son especialmente indicadas para
aumentar la plasticidad de las arcillas magras : por ejemplo, la
bentonita ( 3 % ) ; o el carbonato, el silicato o el tanino de sodio
en pequeñísimos porcentajes ( de aproximadamente el 2 por mil
en peso ).
El amasado influye también notablemente sobre la plasticidad
de las arcillas. Muchos pueblos indígenas amasaban y batían el
barro desde la salida hasta la puesta del sol, para trabajar al día
siguiente. Ello les permitía modelar a mano piezas de paredes in-
creíblemente delgadas. Al parecer, el amasado beneficia a las ar-
cillas debido a que las laminillas o partículas de arcilla se acomo-
dan entre sí gracias a los rítmicos movimientos de la mano, y se
disponen en forma paralela, con lo que aumenta la cohesión y se
impide la deformación de las piezas durante el secado. La arcilla
no amasada presenta sus partículas en forma desordenada, con lo
que el encogimiento del secado puede resultar desparejo y produ-
cirse así la deformación de las piezas.
La plasticidad de las arcillas es, pues, la propiedad que ellas
poseen de dejarse modelar en húmedo y de conservar la forma
que se les dé. Dicha propiedad se pierde cuando la pieza se seca
o cuando alcanza temperaturas elevadas en la cocción, superiores
a los 600º. El método más seguro para determinar el grado de
plasticidad de una arcilla o pasta dada es puramente empírico.
Nunca nos cansaremos de afirmar que la cerámica es el arte de
las pruebas. La práctica, el tacto, ya sea con la mano o con la
34
lengua, así como los resultados obtenidos si han sido acepta-
bles o si, en cambio, la pieza se ha agrietado o deformado—, son
los mejores y más seguros métodos para determinarla.
ARCILLAS LOCALES
35
En las orillas de los ríos, en su lecho, en las barrancas fluvia-
les, en las inmediaciones de pantanos o lagunas, a menudo existen
depósitos de barros sedimentarios que pueden resultar aptos para
el modelado. Eso sí, siempre se deberá probar una arcilla antes
de usarla, y efectuar con ella todas las pruebas que sean necesa-
rias para comprobar su comportamiento durante el trabajo y, des-
pués, en la cocción.
No abundan en la misma medida los yacimientos de arcillas
que resulten comercialmente explotables. Para ello es preciso que
la veta sea rica y que el depósito presente uniformidad en cuanto
a la composición de la arcilla. Dichos yacimientos pueden explo-
tarse a cielo descubierto o bien mediante el sistema de galerías
subterráneas.
Antiplásticos y plastificantes
36
mote, etc. ) . La mayoría de los barros locales y de las arcillas de
yacimientos poseen ya cierto porcentaje de antiplásticos mezclados
naturalmente, en forma de granos de cuarcita, feldespato, humus,
calcita, dolomita, etc. Se trata, pues, de antiplásticos naturalmente
incluidos en las arcillas. Pero si un barro o arcilla no posee sufi-
ciente cantidad de antiplástico, como muchas veces sucede, se le
añadirán porcentajes de hasta el 30 % , según resulte necesario. Es
preciso hacer pruebas y comparar los resultados, para lo cual se
anotarán los porcentajes incluidos en cada muestra. Se preparará,
por ejemplo, una muestra con el 10 % de antiplástico, otra con el
20 y otra con el 30 %. Se observará cuál es la que se comporta
mejor durante el modelado manual, durante el secado y en la coc-
ción. La pasta cocida debe resultar dura, sonora y no presentar
grietas ni deformaciones. No olvidemos, pues, que todo barro o
pasta debe contener antiplásticos, naturales o añadidos por el
ceramista.
Si, por el contrario, como muchas veces sucede con barros
locales, éste resulta magro como para poderse modelar, se le aña-
dirán materiales que eleven su plasticidad. Los más usuales son
la bentonita, en pequeños porcentajes de alrededor del 3 %, y
otras sustancias que varían según las costumbres o tradiciones lo-
cales, como la goma arábiga, etc. Sin embargo, la forma más se-
gura de elevar la plasticidad de las arcillas demasiado magras es
mezclarlas con otras arcillas más plásticas.
37
Explotación en grandes yacimientos
38
En voz baja, dijo la arcilla al alfarero que la
amasaba: "No olvides que fui un alfarero como
tú. ¡ No me maltrates!"
OMAR KHAYYÁM, Rubaiyát.
CAPÍTULO 3
Cuarzo
39
cita, de arenas de cuarzo, etc. Las arenas comunes, si bien con-
tienen mucho cuarzo, también poseen bastante óxido de hierro,
por lo cual dan color rojizo si se las hornea. Se las debe lavar y
purificar a fin de eliminar el hierro para obtener el cuarzo lo más
puro posible. El contenido de óxido de hierro del cuarzo debe ser
mínimo, a fin de no alterar el color blanco de las pastas de loza
y porcelana .
Se lo expende comercialmente en bolsas, en forma de polvo
blanco, molido a malla Nº 150, 200 , 300, 400, etc. El más usado
para la preparación de pastas es el de malla Nº 200, al que a veces
se añade parte de malla Nº 300 ó 400, según el tipo de pasta de-
seada. Es imprescindible controlar la malla del cuarzo, para po-
der estar seguro de que es la deseada. Para ello se tomará una
muestra y se la tamizará por una criba de la malla indicada. No
debe quedar más que un mínimo residuo retenido en la criba.
El cuarzo ejerce una acción fundamental en las pastas cerá-
micas. En primer lugar, es el mejor y el más poderoso antiplásti-
co. Reduce el encogimiento de la arcilla durante el secado de la
pieza, y evita rajaduras y deformaciones. Además, aumenta la con-
sistencia de la pieza luego de la cocción.
El cuarzo aumenta la dilatación térmica de las pastas cerámi-
cas, con lo que favorece la adaptación de los esmaltes de baja tem-
peratura. Es notable observar que el cuarzo, por ser de naturaleza
cristalina, aumenta la dilatación de las pastas en el horno, mientras
que, en los esmaltes de los que siempre forma parte , dismi-
nuye dicha dilatación, pues en ellos se halla en estado amorfo
o vítreo .
Los cristales de cuarzo se van dilatando en el horno en forma
gradual y uniforme, a condición de que la temperatura también se
eleve en forma lenta, gradual y uniforme. Los cambios bruscos de
temperatura, tanto al calentarse como al enfriarse el horno, po-
drían causar una dilatación o contracción brusca de la pieza que
se calienta o se enfría dentro del horno, la cual podría agrietarse
y arruinarse. Debido a ello se debe controlar la malla del cuarzo,
pues si existen granos demasiado grandes la dilatación térmica
puede ser brusca y excesiva . Entre los 550 y los 600°, el cuarzo
se dilata ( o se contrae ) más intensamente : es la zona crítica del
horneado.
Otras variedades cristalinas de la silice, además del cuarzo,
son la tridimita y la cristobalita. Pues bien, después de los 870 y
40
hasta los 1200°, el cuarzo se transforma en tridimita primero y en
cristobalita después, o sea que su estructura cristalina cambia, con
lo que se alteran sus propiedades. La cristobalita, por ejemplo,
presenta una dilatación térmica mucho mayor que la del cuarzo.
O sea, que si horneamos una pasta a más de 1200°, el cuarzo se
habrá transformado en cristobalita, y la pasta se dilatará más bajo
la acción del calor. Esta mayor dilatación de las pastas ejerce una
influencia decisiva para poder obtener una buena adaptación de
los esmaltes con respecto a las pastas, a fin de evitar defectos co-
mo las cuarteaduras, imposibles de tolerar en cerámica industrial
o artesanal. Debido a ello se incluye cierto porcentaje de chamote
impalpable muy cuarzoso en las pastas cerámicas que han de ser
esmaltadas, con lo cual se consiguen esmaltes sin defectos. Pero
téngase cuidado en controlar la malla y el porcentaje de ese cha-
mote calcinado a 1200º, pues, como contiene mucha cristobalita,
si hace aumentar demasiado la dilatación térmica de las pastas
durante el horneado, se pueden agrietar las piezas antes de los
300°, pues a esa baja temperatura la cristobalita , a diferencia del
cuarzo, experimenta una brusca dilatación térmica.
Las variedades cristalinas de la sílice no se funden a la misma
temperatura. El cuarzo se funde a los 1600°, mientras que la cris-
tobalita lo hace a los 1713º.
Los álcalis ejercen una acción acelerante de la transformación
del cuarzo en cristobalita dentro de las pastas cerámicas durante la
cocción: el sodio, el potasio v el litio. Es perjudicial el cloruro de
sodio. El óxido férrico facilita algo dicha transformación. Claro
que, cuanto más fina sea la malla del cuarzo, es decir, cuanto más
finamente molido esté, tanto más intensa y rápida será dicha trans-
formación, sin necesidad de llegar a temperaturas demasiado ele-
vadas. Los álcalis se introducen en las pastas en pequeños por-
centajes, de alrededor del 1,5 al 3 %, en forma de fluxes alcalinos
para pastas; o bien con el feldespato. Es preciso efectuar pruebas
de horno a fin de determinar el porcentaje adecuado para el fin
deseado .
Cuando se posee cuarzo de malla demasiado gruesa, se lo de-
berá moler en el molino de bolas hasta obtener la malla deseada .
Cuanto más fina sea la molienda del cuarzo, tanto mayor será su
dilatación térmica en las pastas.
La pureza del cuarzo se determina prácticamente calcinán-
dolo en un horno cerámico a 1100 ó 1200°. No debe presentar
41
diferencia notable después de la calcinación, y su color será blan-
co. Si aparece un leve tinte rosado o amarillento, ello significa
que se trata de cuarzo impuro, mezclado con cierto porcentaje de
óxido de hierro.
Feldespato
42
bajas ( a veces muy bajas ) que las de cualquiera de las sustancias
que intervienen en la mezcla.
El feldespato, al comenzar a fundirse, forma una especie de
vidrio que actúa como liga en las pastas cerámicas , y les comunica
sonoridad y dureza. Por ello es imprescindible para lograr pro-
ductos vitrificados de buena calidad, como la loza dura, el gres y
la porcelana .
Si se disminuye el porcentaje del cuarzo en las pastas cerámi-
cas y se aumenta el del feldespato, se disminuye también el coefi-
ciente de dilatación térmica de dichas pastas en la cocción. Esta
propiedad del feldespato es importantísima para poder corregir
ciertos defectos en los esmaltes. El feldespato, así como la arcilla
y el caolín, disminuyen la dilatación térmica de las pastas durante
la cocción, cuando reemplazan al cuarzo.
Por su contenido de álcalis, y por tratarse de una sustancia in-
soluble, el feldespato es una fuente insustituible para introducir
sodio y potasio en las pastas y, también, para la fabricación de
esmaltes.
Calcinado a 1300°, el feldespato debe dar un producto fun-
dido, semitransparente y blanco. Calcinado a 11000 no manifiesta
cambios notables, y no debe presentar coloración, señal de que
sería impuro.
Caolin
43
prima básica de la porcelana, en lugar de la arcilla. Se lo trabaja
mediante moldeo o prensado.
En los yacimientos el caolín se presenta impuro, mezclado
con óxido de hierro, cuarzo, feldespato, mica, etc. Antes de expen-
derlo, los fabricantes lo deben lavar varias veces ( levigación ) cui-
dadosamente a fin de eliminar las sustancias extrañas. Recomen-
damos probar los materiales antes de usarlos, con lo que evitare-
mos la ruina de muchos trabajos por usar materias primas de
mala calidad. Si después de horneado no presenta color muy
blanco, es impuro ( óxido de hierro) .
La palabra kao-ling, en chino, significa "montaña alta”. Fue
usada por los chinos para la fabricación de su inimitable porcela-
na. No fue conocido en Europa hasta el siglo XVIII.
Carbonato de calcio
44
Existe un carbonato de calcio pesado, más barato, formado a
partir de la roca molida; y otro carbonato de calcio liviano, tratado
químicamente. Por lo general, se prefiere el primero para fabricar
pastas y el segundo para fabricar esmaltes en cuya composi-
ción entra.
El problema que presenta el carbonato de calcio en las pas-
tas consiste en que , si se lo incluye en adiciones demasiado gran-
des, la temperatura de vitrificación de las pastas y la de fusión se
acercan demasiado, con lo que la pieza podría deformarse y aún
fundirse al alcanzar su temperatura de madurez.
Se lo obtiene a partir de rocas naturales como la calcita, el
mármol , etc. , aunque también puede provenir de restos orgáni-
cos. Eso sí, se debe exigir que no contenga impurezas tales como
el óxido de hierro, el que teñiría de rosado o de rojizo a las pastas
blancas, o alteraría el color de los esmaltes cuando se lo use para
fabricarlos.
Calcinado a 1040° ó más, el carbonato de calcio si es puro
debe dar un color blanco, levemente amarillento o grisáceo, que
se deshace en forma de polvo con facilidad. Si contiene impure-
zas, dará un producto coloreado gris verdoso y agrumado, que no
se reducirá a polvo con facilidad.
Chamote
45
Se lo emplea molido en grano grueso, mediano, fino y muy
fino. Este último se denomina chamote impalpable.
Como antiplástico, disminuye el encogimiento de secado de
las pastas. En forma impalpable, se lo utiliza en pequeños por-
centajes para mejorar las pastas de loza, pues, si se lo calcina a
elevadas temperaturas, posee cristales de cristobalita que permiten
elevar la dilatación térmica de las pastas durante la cocción ( ca-
lentamiento y enfriamiento ) , con lo que se solucionan muchos
problemas de defectos en los esmaltes.
Usado en grano grueso, en porcentajes de hasta el 40 % , pro-
porciona texturas a las piezas de escultura, que son coloreadas con
pátinas ( óxidos ) , ya que el chamote grueso no permite obtener
esmaltes tersos sin cuarteaduras. Con todo, en cerámica artística
se obtienen sobre chamote interesantes efectos especiales con
esmaltes.
No se debe reemplazar el chamote por piedras molidas ( ca-
liza, granito, etc. ) , las que, sobre todo cuando se introducen en
granos gruesos, harán agrietar o explotar la pieza en el horno
debido a su dilatación térmica.
Dolomita
Bentonita
46
ble, desde varias veces hasta 15 veces su volumen. Esta última
característica la hace sumamente útil en cerámica, pues vuelve
plásticas a las arcillas magras y evita la sedimentación de los es-
maltes durante su aplicación, al aumentar la suspensión .
Talco
47
ciertas maderas y vegetales, algas, etc. Todos esos cuerpos orgá-
nicos son ricos en sílice, calcio, magnesia y álcalis.
La nefelina-sienita es una variedad de feldespato sódico-potá-
sico muy usual en América del Norte. Se funde a temperaturas
más bajas que el feldespato común y permite obtener productos
vitrificados a temperaturas menores. El cornish-stone o piedra de
Cornwall ( o de Cornualles ) o pegmatita es una roca feldespática
muy usual en Inglaterra, algo más fusible que los feldespatos típi-
cos. Se la usa para la loza inglesa. El flint es una variedad de la
sílice, ampliamente utilizada y muy estimada, cuyos depósitos más
puros se hallan en Dinamarca. Molido a malla muy fina, y previa-
mente calcinado, se lo usa ampliamente para la fabricación de
loza inglesa, molinos de bolas y otros materiales durísimos. La
magnesia se puede introducir útilmente en las pastas en forma de
dolomita ( carbonato de calcio y magnesia ) ; de talco ( silicato de
magnesia ) o de magnesita ( carbonato de magnesia : 47 % de mag-
nesio) . Actúa como fundente, en forma similar al carbonato
de calcio .
También se ha acostumbrado introducir en las pastas vidrio
molido de botellas, como fundente de bajo precio. Este material
puede presentar dificultades, pues las pastas que lo contienen no
resisten las bruscas variaciones de temperatura durante la cocción
o el enfriamiento. Es preciso hacer pruebas con diversos por-
centajes.
48
¿Cuál es la única verdadera obra de arte que
pueda crear el hombre?: un cacharro.
SAADI, El Jardín de las Rosas.
CAPÍTULO 4
PREPARACIÓN DE PASTAS
49
y pastas vitrificadas ( no porosas) . En el primer grupo podemos
incluir toda la cacharrería de baja temperatura ( vasijas, objetos
artísticos o utilitarios ) , así como azulejos y placas de revestimiento
porosos, ladrillos, tejas, y toda la loza de mesa, la que, aunque
menos porosa que las pastas de terracota, también lo es. Asimismo,
incluiremos en este grupo a toda la producción de refractarios ( la-
drillos para horno, crisoles, etc. ) y a la loza sanitaria, cuyo bizco-
cho también sea poroso.
Dentro del grupo de las pastas y artículos vitrificados, inclui-
mos a todas las variedades de gres y porcelana ( ya sea esta última
de mesa, o bien se la use para aislación eléctrica, para industria
química, etc. ) , así como a las baldosas y caños vitrificados.
El ceramista artístico puede perfectamente expresarse a tra-
vés de ambos tipos de pastas. Desgraciadamente, las elevadas
temperaturas y costos de fabricación y cocción del gres o de la
porcelana no permiten su utilización en gran escala, salvo a la
gran industria. Con todo, el ceramista inquieto, que no se confor-
me con la rutina que nos cierra muchos caminos de creación artís-
tica, puede intentar con éxito nuevos modos de expresión, que son
susceptibles de maravillosos desarrollos estéticos. Una estatuilla de
gres o un cacharro artístico de porcelana constituyen apasionantes
campos de investigación, a condición de que se dominen los cono-
cimientos técnicos necesarios. El arte de la cerámica, más que nin-
gún otro arte, exige que se domine la técnica como condición in-
dispensable para poderse expresar con su lenguaje. En cerámica
no se admiten balbuceos, genios precoces ni aciertos por casuali-
dad. Por otra parte, no resulta caro adquirir un pequeño horno
de prueba, para elevadas temperaturas, en el que se puedan hor-
near pequeñas piezas de gres o porcelana en reducida escala . To-
do consiste en animarse y reaccionar contra la rutina.
50
producción y temperatura de horneado, y siempre que el fabri-
cante mantenga uniformidad en la producción. Lamentablemente,
no todos los fabricantes de pastas incluyen materias primas de la
mejor calidad, por razones obvias, y muchísimas veces alteran el
tipo de pasta que expenden de un mes al otro. El autor recuerda
que cierta vez debió adquirir 250 kg de una pasta roja con cha-
mote para hacer un mural con relieves. Exigencias arquitectóni-
cas lo obligaron a ampliar el tamaño del mural sin alterar el di-
seño, por lo cual debió encargar pocos días después 150 kg más
de esa misma pasta . En ese lapso, el fabricante alteró el tamaño
de grano del chamote, a causa de lo cual, en vez de comprar sola-
mente 150 kg más de esa pasta debió adquirir 400 kg de la nueva
pasta ( la urgencia del caso hizo imposible pensar en mezclar a
mano ambos tipos de pasta, a falta de una mezcladora mecánica ) .
Recomendamos al principiante comenzar utilizando pastas
barros ya preparados y listos para trabajar. Al menos hasta que se
familiarice con el comportamiento de ese material. También el
ceramista puede utilizar pastas comerciales si así lo desea o si no
quiere tomarse el trabajo de preparar sus barros. Sin embargo, no
existe gran variedad de pastas comerciales en Latinoamérica para
que el ceramista pueda escoger la que se adapte mejor a sus nece-
sidades, temperatura de cocción y gusto. Además, ciertas pastas
especiales ni siquiera se venden, como las de loza, gres, porcela-
na, etc. El ceramista que desee trabajar con ellas deberá prepa-
rarlas él mismo, tal como lo hacen las fábricas. Por otra parte,
ciertas texturas interesantes que pueden obtenerse, por ejemplo,
añadiendo arena a las pastas ( en porcentajes del 20 al 30 % , la
que puede usarse tanto cruda como calcinada a 1000° : en este úl-
timo caso adquiere un hermosísimo color rojizo ) ; o mezclándolas
con aserrín para hacerlas porosas ( el aserrín se quema en el hor-
no) ; o coloreándolas con óxido de hierro u otros, sólo pueden ser
obtenidas cuando el mismo ceramista prepara su pasta.
Cuando se adquiere la pasta húmeda y preparada para traba-
jar, generalmente se la expende en panes de 5 ó 10 kg cada uno,
envuelta en plásticos para que no se reseque. Para almacenarla,
se la guardará en un lugar húmedo, envuelta en plásticos o telas
humedecidas, de sábana, de arpillera o lona. Cada tanto, se vigi-
lará que no se haya secado o endurecido demasiado, en cuyo caso
se la rociará con agua hasta que se humedezca nuevamente. Hu-
medecer sí; mojar no : éste es un principio básico del trabajo alfa-
51
rero. El añejado o estacionamiento de la pasta húmeda la bene-
ficia notablemente. Y si adquiere olor "a podrido" y color negruz-
co, mejor : se vuelve más plástica .
52
es rosado, ello se debe a que contiene cierto porcentaje de óxido
de hierro.
Todos los restantes ingredientes se introducirán en la mezcla
molidos a malla Nº 200. ( El cuarzo, eventualmente, puede intro-
-
ducirse en todo o en parte- molido a malla más fina . ) Deben
ser puros y conviene adquirirlos en compañías serias, que sepan
lo que venden y que sepan, además, controlar lo que expenden, de
manera que el usuario pueda descansar en su responsabilidad.
Se seguirá cualquiera de las fórmulas que después indicare-
mos, o la que el mismo ceramista quiera probar o tenga la cos-
tumbre de utilizar.
Consígase un recipiente de plástico, fibrocemento, madera,
acero inoxidable o cualquier material que no se oxide. Es prefe-
rible que su forma sea circular, para facilitar la mezcla al revol-
ver. No se usarán recipientes de hierro, latón ni de cualquier otro
material que produzca óxido o excrecencias en su superficie. Co-
lóquese en primer lugar agua en abundancia dentro del recipiente.
Cuanto más agua se use tanto más fácil y rápida resultará la mez-
cla hecha a mano, aunque al mismo tiempo tanto más demorará el
secado de la pasta. Sin caer en ninguno de los dos excesos ( poca
agua o mucha agua ) , creemos que un 100 % de agua es lo ideal
(por ejemplo, para 10 kg de pasta 10 litros de agua ) . La mezcla
deberá tener la consistencia de una crema flúida . Ciertas arcillas
absorben más agua que otras : se añadirá más agua al recipiente.
Después del agua se añadirán los otros ingredientes secos, len-
tamente, y revolviendo todo con un palo limpio o cuchara de ma-
dera. Se debe revolver la mezcla todo el tiempo que sea necesa-
rio. Para un recipiente que contenga 15 kg de pasta, se revolverá
por lo menos dos o tres horas. Ello hará que los ingredientes se
mezclen bien y que la pasta resulte homogénea. Los grumos se
desharán con la mano. Cuando se deje de revolver, se deberá
cubrir el recipiente para protegerlo del polvo, hollín y suciedades
del aire o del viento. Cuando la pasta se decante, habrá que cam-
biar el agua, es decir, reemplazarla por agua limpia. Con esto se
eliminan posibles sales solubles que puedan existir en la arcilla o
en algunos de los ingredientes. Es muy conveniente dejar esta-
cionar la mezcla en agua si es posible durante 48 horas . En ese
lapso, se podrá mezclarla y cambiar el agua varias veces.
Una vez que se haya mezclado muy bien la pasta y que se ha-
53
ya cambiado el agua cuatro o cinco veces, se deberá tamizar o
cribar la pasta haciéndola pasar a través de una criba de bronce
fosforoso No 100. También pueden servir los tamices de otro ma-
terial inoxidable ( pequeñas partículas de óxidos mancharían la
pasta y aflorarían después de la cocción ) . Para pequeñas canti-
dades de pasta, hasta 20 ó 30 kg, es suficiente preparar una pe-
queña criba comprando solamente 15 ó 20 cm de malla, y fiján-
dola a un bastidor de madera con clavos de bronce. Para que no
se rompa la delgada malla Nº 100, se coloca debajo de ella una
54
El autor utiliza con excelentes resultados el siguiente método
artesanal. Consígase 1 metro de una lona bastante dura y gruesa.
Perfóresela en los bordes y háganse ojales sobre un dobladillo, los
que pueden reforzarse con unos aros de bronce. Llénese la lona
de pasta para secar y suspéndasela mediante una soga o alambre
Fig. 3. Después de
pesados, se echan los
ingredientes al tacho
de plástico (de 20
litros ) , mientras se
revuelve muy bien
con cuchara de ma-
dera.
Fig. 4. Se tamiza la
pasta líquida hacién-
dola pasar por una
criba de bronce fos-
foroso de malla No
80 ó 100.
que pasará por los ojales. En seguida se verá que, al cabo de unos
pocos minutos, el agua sale limpia, sin partículas de arcilla. ( En
un primer momento puede salir agua lechosa, pero inmediata-
mente las partículas más pequeñas de arcilla obturan la lona y pasa
55
el agua sola ) . Si al cabo de cierto tiempo se observa que no sale
agua bien limpia, sino blanquecina o lechosa, ello es señal de que
se está perdiendo parte de la arcilla : se deberá reemplazar la lona
por otra de trama más apretada. De esa manera , en pocos días,
si el tiempo es bueno, la pasta se secará suficientemente. Cuando
esté bastante consistente, se podrá abrir la lona al sol ( cubrién-
dola con diarios para evitar que se deposite el polvo o el hollín ) ,
para acelerar el secado. También se la podrá acercar a una fuente
56
Método a partir de piedras de arcilla
58
ahorrará su inclusión al preparar la pasta. Los expendedores ge-
neralmente conocen la composición de sus arcillas ( o es de espe-
rar que la conozcan ) . Si, en cambio, no posee antiplásticos natu-
rales, es decir, si se trata de una arcilla pura, ellos se añadirán al
preparar la pasta. El problema surge cuando no se sabe si la ar-
cilla contiene antiplásticos, ya sea porque la extrae uno mismo o
porque desconoce su origen. Lo ideal sería mandarla a analizar
a un laboratorio químico especializado. Pero no siempre se dis-
pone de un laboratorio químico en las cercanías, o no se puede
esperar el resultado del análisis, o el ceramista tiene urgencia por
el trabajo, o no tiene ganas o dinero como para utilizar métodos
científicos de trabajo. Y ello nos parece muy bien. El alfarero
existió muchos milenios antes de que naciera la ciencia. Además,
mientras no se piense en una instalación industrial en gran escala,
es mejor utilizar métodos artesanales que científicos.
En ese último caso, pues, el ceramista deberá efectuar prue-
bas de trabajo y de horno . Si, al humedecerla y modelarla, la ar-
cilla no se raja, y si durante el secado no aparecen grietas en un
cacharrito o chorizo que hagamos con ella, y si, además, tolera sin
59
presentar fisuras una cocción superior a los 950º, seguramente po-
see suficientes adiciones naturales de antiplásticos. Por otra parte ,
conviene efectuar al mismo tiempo pruebas adicionando a esa
misma arcilla un 10, 20 y 30 % de antiplástico ( cuarzo o chamote ) .
Mézclese bien y háganse las mismas pruebas que se realizaron con
la arcilla sola. Hornéese todo junto y compárense los resultados.
La pasta más sonora y dura es la mejor para la temperatura ele-
gida. Háganse, además, otras pruebas horneando a 50 y 100° más
de temperatura. Pruébese con la lengua la porosidad de las pas-
tas resultantes y elíjase la mejor. Esmáltese una muestra si tene-
mos pensado fabricar productos esmaltados, y obsérvense las mues-
60
es el único juez, el único criterio de verdad. No importa el camino
si el resultado es bueno. El método es sólo una guía de trabajo
que proporciona la experiencia ajena. El resultado es más impor-
tante que él.
El método que acabamos de explicar sirve tanto para arcilla
blanca como roja.
En el capítulo referente a la cerámica industrial, nos referi-
remos a los métodos empleados por la grande y por la pequeña
industria para la fabricación de sus pastas cerámicas.
FÓRMULAS DE PASTAS
Temperatura de madurez
61
pacidad y, en general, cuando presenta las características desea-
das, tales como buena adaptación para el esmalte, etc. El cera-
mista generalmente determina la madurez de una pasta horneada
haciéndola sonar con un golpe de uña. Esa costumbre es típica de
todo ceramista experto. Las piezas bien horneadas " suenan", es
decir, presentan sonido similar al del vidrio . Si su sonido es apa-
gado, como de madera, ello es índice seguro de que la pasta no
llegó a su temperatura de madurez, por haber sido insuficiente-
mente cocida.
Pero, entiéndase bien, la temperatura de madurez se halla
siempre por debajo de la temperatura de vitrificación o densifica-
ción de la pasta, en que la pieza podría deformarse primero y
luego desplomarse o fundirse en el horno. Después de añadirle los
materiales fundentes a una pasta, se deberá averiguar con una
prueba de horno su temperatura de vitrificación o fusión. Al acer-
carse a su temperatura de vitrificación las pastas cambian de color,
se oscurecen. Si se continúa con la cocción —repetimos— la pieza
se deformará primero y se fundirá luego . En general, la tempera-
tura de madurez oscila alrededor de los 100° antes del comienzo
de la vitrificación. Estos márgenes son muy aproximativos y ge-
nerales, porque las pastas de buena calidad y elevada tempera-
tura (con mucho feldespato ) comienzan a vitrificarse muy lenta-
mente y se funden mucho después; es decir, que existe un amplio
margen entre el comienzo de la vitrificación y la fusión de la pasta
(de hasta 200° ) . Precisamente, este margen se aprovecha para
obtener productos suficientemente vitrificados pero no deforma-
dos, como la porcelana, etc. En las pastas compuestas por arcillas
de mala calidad, muy impuras o de “alta cal”, por el contrario,
existe muy poco margen entre ambas temperaturas, por lo cual se
deforman o se funden no bien comienzan a vitrificarse. En estas
últimas pastas de baja temperatura, el punto de madurez se acerca
más al del comienzo de la vitrificación, pero no se debe llegar a
este último, por los peligros ya mencionados.
Ya hemos dicho que las pastas se preparan, muy comúnmente,
con un 70 % de arcilla y un 30 % de otros ingredientes, ya sean
antiplásticos o fundentes. En el capítulo “ Otros Materiales Cerá-
micos" ya hemos estudiado la acción que ejerce en las pastas cada
uno de esos ingredientes. Tratándose de pastas para escultura, que
han de ser coloreadas solamente con pátinas u óxidos, o de cacha-
62
rros que no se van a esmaltar, por lo general no es de tanta impor-
tancia cuál de esos ingredientes se incluya en mayor porcentaje con
respecto al otro. Ordinariamente , se incluyen por lo menos tres.
Ello es conveniente debido a que la mezcla de varias sustancias
ejerce una acción más enérgica y completa que una sola, aunque
las tres sean muy similares. El feldespato, por ejemplo, es muy
útil a fin de introducir álcalis en las pastas, los que influyen en la
transformación del cuarzo durante la cocción. El cuarzo es impres-
cindible para regular el encogimiento y, sobre todo, en pastas que
se van a esmaltar. Enérgicos fundentes de baja temperatura, como
el carbonato de calcio o de magnesia, son necesarios para pastas de
terracota que se hornearán a temperaturas inferiores a los 1100º o
algo más. Todo depende de la pureza de la arcilla. Una arcilla muy
pura es más refractaria que otra más impura. ( El hierro, por ejem-
plo, es un poderoso fundente : los barros rojos se funden a tempe-
raturas muy bajas. Es preciso añadirles chamote si se quiere elevar
su temperatura de cocción. ) Con una buena arcilla, y para pastas
de baja temperatura, tal vez se requerirá incluir todo el calcio
que se pueda dentro del 30 ó 35 % ( el resto es arcilla ) , sin dejar
de añadir de un 10 a un 15 %% entre cuarzo y algo de feldespato .
Cuando las piezas van a ser esmaltadas, entonces se deberán
ajustar cuidadosamente los componentes entre sí. Si el esmalte
presenta cuarteaduras, se elevará el porcentaje de cuarzo en la
pasta y se disminuirá el del feldespato. O se usará cuarzo más fi-
namente molido . Además, se elevará el del calcio, pues este ma-
terial favorece la adaptación de los esmaltes a las pastas, tal como
se ha explicado en nuestro libro Esmaltes Cerámicos. Si, por el
contrario, el esmalte se salta o descascara, será necesario aumentar
el feldespato a expensas del cuarzo; o bien aumentar el porcentaje
de arcilla y rebajar el del cuarzo. Los esmaltes alcalinos quedan
mejor en pastas con mucho cuarzo ; mientras que los esmaltes
plúmbicos se adaptan mejor a pastas con gran predominio de la
arcilla. En fin, cuando una casa fabrica pastas para la venta, debe
llegar a una componenda para su composición , de manera que
sirva para la mayor cantidad posible de ceramistas, teniendo en
cuenta las temperaturas y el tipo de esmaltes que usa la mayoría
de ellos. Claro que nunca se podrá satisfacer todas las necesidades.
A continuación recomendamos unas fórmulas prácticas para
componer pastas de baja temperatura, para modelado o colada,
63
que el ceramista podrá probar y adaptar a sus necesidades según
el comportamiento de cada material o ingrediente. Advertimos que
estas fórmulas han sido equilibradas a partir de una buena arcilla
blanca muy pura, con ínfimos porcentajes de cal. Los materiales
se pesarán en seco.
arcilla 65 70 60 63
caolín 5 10 7
cuarzo 13 10 12 10
feldespato 4 10 3 8
carbonato de calcio 13 10 15 12
64
PASTAS CON CHAMOTE
65
latará más ) . Pero no confundir : el chamote impalpable aumenta
la dilatación térmica de las pastas durante la cocción; pero, mien-
tras se las trabaja en crudo, en húmedo, disminuye el encogimiento
de secado de esas mismas pastas, con lo que se contraerán menos
al evaporarse el agua, y con ello, se elimina o se reduce el peligro
de grietas y deformaciones de las piezas mientras se las trabaja o
durante su secado.
El chamote para productos refractarios se calcina a elevadas
temperaturas ( 1300-1400° ) . El usado para pastas comunes o de
loza, debe calcinarse por lo menos a la temperatura de cocción de
la pasta en la que se introduce. Con todo, si se desea aumentar la
dilatación térmica de las pastas para solucionar problemas de cuar-
teaduras en el esmalte, se deberá introducir chamote de grano muy
fino calcinado por lo menos a 1200°. Cuanto más fino sea el ta-
maño de grano del chamote , tanto mayor será la dilatación térmica
de las pastas. Además el chamote muy fino favorece la vitrifica-
ción ( lo que puede ser un inconveniente en productos refractarios ) .
Los artículos que se fabrican por el método de moldeo a gran-
des presiones deben contener chamote ( hasta un 50 % ), para lo-
grar que la trasmisión de la presión se realice de manera uniforme.
De lo contrario, ciertas partes de las piezas presentarán diferencias
en su porosidad con respecto a otras partes. Ello se observa mu-
chas veces en el esmaltado manual de revestimientos : ciertas par-
tes del azulejo absorben más o menos humedad con respecto a
otras, lo cual obliga a aplicar el esmalte más denso en unas partes
y más flúido en otras partes del mismo azulejo.
Conviene mojar el chamote, y mantenerlo en húmedo, antes
de introducirlo en las pastas. Esta norma de los antiguos artesa-
nos ha sido corroborada científicamente. De esa manera se logra
una íntima unión entre la arcilla aglutinante y el chamote. Por
ello se aconseja también añejar en húmedo las pastas con chamote
todo el tiempo que se pueda . Muchas veces se observará que cier-
tas pastas con chamote que han sido adquiridas en el comercio dan
malos resultados ( se agrietan o se deforman las piezas ) . Ello se
debe en gran parte a que no se ha logrado una íntima compene-
tración entre el aglutinante ( la arcilla ) y el chamote, el que, en la
cocción, se separa del aglutinante y determina tensiones de con-
tracción que hacen peligrar la pieza. En muchas pastas comercia-
les de chamote, se observará que los granos del chamote se des-
migajan o se separan del resto de la pasta. Ello se debe, precisa-
66
mente, a que los granos de chamote no han estado sumergidos
en agua ( varios días ) antes de ser incorporados a la pasta.
Las pastas con chamote deben dejarse estacionar bastante
tiempo para que no se disgreguen al trabajar con ellas. De lo con-
trario, se las deberá prensar al prepararlas o bien las deberá sobar
mucho el ceramista antes de poder usarlas.
Para pastas que se trabajarán a mano, en húmedo, conviene
introducir de un 35 hasta un 55 % de chamote. Si las piezas se
han de prensar en seco, ese porcentaje se elevará hasta un 50-80 %,
según las presiones, tamaño de grano, tipo de pasta y porcentaje
de humedad al trabajarla ( que siempre existe en toda pasta, por
seca que esté o que parezca ) . Como siempre, conviene efectuar
pruebas de secado y de cocción con varias muestras que conten-
gan diversos porcentajes de chamote, así como diferentes tamaños
de grano. La cerámica es un arte creativo, no mecánico. Y cuan-
do deja de ser creativo, es decir, cuando el ceramista no crea, no
elabora, no inventa o no descubre, queda fuera del terreno del arte.
Floculadores
67
positaría en el fondo del molde , con lo que el fondo de las piezas
resultaría más grueso que las paredes.
Las causas de la propiedad de las arcillas de dejarse fluidifi-
car o desagrumar por la acción de los álcalis residen en el au-
mento o disminución que provocan entre las fuerzas de atracción
mutua que existen entre las partículas de arcilla. En la actualidad
se usa el carbonato o el silicato de sodio, por ser el sodio el flocu-
lador más eficaz. El potasio ejerce una acción fluidificante menos
enérgica. Los porcentajes en que se incluyen los floculadores son
diminutos : alrededor del 2-6 por mil ( en peso ) , como término
medio. Las pastas muy arcillosas, como las composiciones de 70%
de arcilla y 30 % de antiplásticos, requieren mayor cantidad de
floculador para fluidificarse ( 6 por mil ) . Las composiciones me-
nos arcillosas, como las de porcelana con un 50 % de antiplástico,
por ejemplo, pueden requerir mucho menos ( 3 ó 4 por mil ) . Sin
embargo, la acción fluidificante es muy irregular; depende del
tipo de arcilla. Algunas se fluidifican con menores adiciones y
otras con mayores. Ciertas arcillas no se fluidifican en absoluto .
En algunas, la acción floculadora es tan intensa que se requiere
tan sólo la mitad del agua necesaria para convertir en una crema
espesa a la pasta sin floculador. Una adición excesiva de sustan-
cias floculadoras anula la fluidificación, con lo que la barbotina se
vuelve otra vez espesa. Es preciso efectuar pruebas de secado y
de cocción, a fin de corregir, si es necesario, la cantidad de flocu-
lador que recomendamos utilizar como término medio.
Cuando una arcilla no se deja flocular con facilidad , se la
mezclará con otra arcilla floculable. La floculabilidad de ciertas
arcillas refractarias puede elevarse aumentando al máximo el
porcentaje de antiplásticos en la pasta e incluyendo arcillas ma-
gras floculables. Las pastas con chamote pueden colarse en mol-
des de yeso, en cuyo caso se usarán barbotinas bastante densas,
de mayor peso específico. A fin de disminuir el porcentaje de
humedad de una barbotina , se puede incluir en ella chamote im-
palpable de loza, lo menos poroso que se pueda ( es sabido que
los antiplásticos desalojan agua ) .
Para obtener piezas compactas, que salgan del molde sin de-
formarse y que resistan la cocción , no deben contener demasiada
agua cuando se desprenden del molde. Además, se debe mezclar
arcillas de diferentes tamaños de grano. Lo ideal es mezclar en
partes iguales una arcilla de partícula finísima con otra de grano
68
fino o mediano, y con otra como el caolín- de grano grueso.
De esa manera, los poros más pequeños son rellenados por las par-
tículas más chicas, y los poros mayores por las partículas más
grandes.
La barbotina
Peso específico
69
se pesa una probeta graduada vacía. Luego se la llena con 100 cm³
de barbotina y se la vuelve a pesar. La diferencia entre ambos
pesos dividida por 100 dará el peso específico de la pasta semilí-
quida. Si el peso específico de nuestra barbotina, por ejemplo, es
70
resultados con arcillas y materiales de buena calidad. Utilizando
carbonato además de silicato de sodio, se obtiene una fórmula de
colada completa, que asegura un rápido desprendimiento de la
pieza de las paredes del molde, a diferencia de las fórmulas que
incluyen silicato de sodio solamente.
71
tos. Por fin, se la cribará por un tamiz de malla No 100. Algunos
utilizan mallas más finas.
Advertimos que la solución floculadora puede adquirirse ya
preparada en el comercio. Ya se trate del floculador comprado o
del que el ceramista mismo prepare, se deberá probar si la canti-
Ci
LLA
ARCI
Fig. 12. Pesando una
pequeña cantidad de
arcilla en polvo seco
para preparar la bar-
botina de colada.
72
en su seno. Para eliminar este defecto, puede añadírsele 5 cm³
de formol para cada 10 kg de pasta seca utilizada.
Las pastas que ya han sido floculadas una vez y que fueron
vaciadas en moldes de yeso, como los sobrantes de colada, no
deben ser usadas nuevamente, por el peligro de que hayan reco-
73
chas de ellas se dejan flocular utilizando tanino de sodio o hu-
mato de sodio. Asimismo, puede mejorar la capacidad de fluidi-
ficación de una pasta la adición de diversos coloides o gomas,
como la cola líquida de almidón, el alginato o el pirofosfato de
sodio ( 1,5 g por kg de pasta seca ) .
Temperatura de madurez
74
hojas bien alisadas de papel de diario por dentro, es decir, entre la
muestra y la madera. Una vez bien secas las muestras, se las hor-
neará a la temperatura a que se acostumbra o se desea hornear,
apoyadas sobre dos soportes triangulares puntiagudos ( uno a cada
extremo de la barrita ) de la misma altura.
Después de enfriarse el horno, se estudiarán dichas muestras
a fin de determinar si han alcanzado su temperatura de madurez
sin sobrepasarla. Si las muestras presentan los signos de la infra-
cocción ( pasta inmadura ) , se volverá a hornear otra de esas mues-
tras a temperatura superior en unos 50°. Si, por el contrario, la
primera muestra ha sido sobrecocida y se deformó o se hundió,
se horneará una segunda muestra a temperatura menor ( 50 ó 100°
menos ) . El siguiente cuadro permite averiguar si una pasta ( poro-
sa, no vitrificada ) ha sido bien cocida, poco cocida o sobrecocida.
se ha deformado ( tor-
deformación ninguna ninguna sión o hundimiento )
75
Es decir, que si una muestra de arcilla horneada pesa 120 gr
en húmedo, y en estado seco pesa 110 gr, el cálculo se efectúa así :
120 - 110
X 100 = 9 (9 %% de absorción )
110
76
bajarla sin dificultad, o sin correr el riesgo de añadirle agua en
exceso, lo cual significaría una pérdida de tiempo para eliminar
ese sobrante de humedad.
Análisis prácticos
77
temperatura alcanzada. En fin, para probar una pasta determina-
da cuyo comportamiento se desconoce, se la deberá humedecer,
amasar, trabajar, dejar secar y, luego, se la horneará. Cada uno
de esos pasos nos dirá algo nuevo acerca de ella. Después de hor-
neada, todavía se podrá averiguar su buena o mala adaptación
para tal o cual tipo de esmalte. La cerámica es el arte más rico,
pues para su práctica no sólo se debe sentir, sino que también se
precisa saber, a riesgo de fracasar.
Afloraciones
78
alcalinos, pues el bario los hace insolubles. Los sulfatos son más
estables incluso a elevadas temperaturas. Los cloruros se descom-
ponen totalmente ya a los 1000°. Si la pasta contiene buen por-
centaje de carbonato de calcio, es preferible utilizar hidróxido
de bario.
Las sales calcáreas ( sulfato de calcio ) son las que más co-
múnmente producen eflorescencias, y sólo pueden eliminarse cuan-
do el contenido de dichas sales en las pastas sea reducido, puesto
que, si dicho tenor es muy elevado, la cantidad de carbonato de
bario que será necesaria para eliminarlas será demasiado grande y
podrá decolorar la pasta o producir, por su parte, unos manchones
amarillentos marronáceos. La cantidad recomendada de carbona-
to de bario oscila de 1 a 5 kg para cada metro cúbico de pasta.
Se aconseja usar carbonato de bario precipitado antes que el na-
tural. Los compuestos de bario son tóxicos.
El método más seguro para eliminar afloraciones es provocar
su descomposición mediante una cocción reductora, a temperatu-
ras elevadas.
Otra forma de eliminarlas consiste en pincelar con una cola
orgánica o dextrina la superficie húmeda de las piezas después de
terminadas. Las sales solubles se fijarán al interior de la capa de
cola y no a la superficie de la pieza. En la cocción, desaparece la
capa de cola con las afloraciones. Este método debe usarse en pie-
zas que no han de ser esmaltadas, como esculturas o murales
en relieve, que no serán coloreadas, o que sólo recibirán pátinas
con óxidos.
Las piezas secadas rápidamente, presentan menores afloracio-
nes que las que se secan lentamente.
79
la arcilla o en el caolín del óxido de hierro. El porcentaje de este
óxido debe mantenerse por debajo del 1 % para que no modifique
el color. Es difícil encontrar una arcilla o caolín que no lo conten-
gan, aunque sea tan sólo en ínfimos porcentajes.
El hierro puede encontrarse en la sustancia arcillosa en for-
ma de granos grandes de compuestos de hierro, los que se elimi-
nan fácilmente mediante tamizado y lavado de la pasta . Además,
se encuentra en forma de partículas finamente distribuidas en to-
da la pasta, como óxido ferroso ( FeO) , o férrico ( FeO3 ) . El
óxido ferroso no tiñe las pastas ; el férrico sí, y con intensidad .
Pequeños porcentajes de óxido férrico, del 2 % , por ejemplo, bas-
tan para dar color a una arcilla. Hasta llegar a los 11000, más o
menos, aumenta el porcentaje del óxido férrico a expensas del fe-
rroso, con lo que el color amarillento se hace más intenso . A par-
tir de los 1150°, las concentraciones de óxido férrico disminuyen,
con lo que las pastas se aclaran.
El leve tinte amarillento se elimina añadiendo a las pastas ín-
fimas adiciones de óxido de cobalto, el que, como sabemos, pro-
duce tonalidad azulada, con lo que contrarresta la del hierro.
Otra forma de eliminar el color amarillento cuando se desea
elaborar pastas blancas, es hacer pasar la pasta entre separadores
magnéticos, entre los cuales se hace pasar la barbotina a fin de
que las ínfimas partículas de hierro que existan queden adheridas
a ellos. Este método se utiliza para pastas de elevada calidad
( porcelana ) .
La cocción reductora también aclara las pastas, ya que reduce
el óxido de hierro, es decir, le quita oxígeno, con lo que el óxido
férrico pasa a ferroso, el cual, como ya lo hemos dicho, no tiñe las
pastas. Por esa razón, las pastas de porcelana son sometidas al
final de la cocción a una atmósfera reductora, a fin de aclararlas.
El óxido de titanio también se halla casi siempre presente en
las pastas. Se ha comprobado que, al combinarse con el hierro,
produce tonalidades grises o azuladas en las pastas.
80
es poco plástica, se le añadirá sustancia arcillosa muy plástica pa-
ra corregirla. Añádasele una parte de arcilla muy plástica, en lí-
quido, o cierto porcentaje pequeño de bentonita , etc. Se la dejará
añejar en húmedo y se la mezclará y amasará muy bien.
81
ducto. Lo mismo sucede con la humedad : si su distribución es
despareja, la pieza se agrietará al secarse.
PASTAS COLOREADAS
82
El hombre es hombre gracias a la mano, por
eso la cerámica está en el polo opuesto del
maná.
CAPÍTULO 5
83
trozos circulares de pasta para confeccionar bases de cacharros,
utilizándolas como guía de corte.
Para alisar las superficies exteriores de los cacharros, se pue-
de usar una madera dura bien pulida, o una barrita de vidric o
de metal no oxidable. En Pomaire ( Chile ) , los alfareros utilizan
una piedra de ágata para ese alisado, que da brillo a la superficie
de las piezas.
Estecas
Desbastadores
84
En general, se las usa cuando se necesita quitar arcilla o efectuar
huecos o excavaciones. Son especialmente indicadas para vaciar es-
culturas o piezas macizas. Las hay de varios tipos. Las de punta
redonda son utilísimas para ahuecar; las de punta recta sirven más
bien para alisar superficies o fondos planos. Muchos ceramistas
las confeccionan ellos mismos, utilizando una cuerda vieja de reloj
despertador fuertemente atada a un mango de madera.
Fig. 15.
Desbastadores .
85
rros o vasijas. Se trata de un simple palo de amasar, de cocina,
aunque también podría utilizarse un caño, un cilindro, o una bo-
tella llena de arena o de agua. Conviene conseguir varios pares
de listones, de diferente grosor: unos de 7 milímetros, otros de 9,
etcétera. El principiante debe comenzar con los más gruesos. La
anchura de los listones no debe sobrepasar los dos centímetros o
un poco más.
86
Sierritas
Esponjas
87
Alambre con mangos
Torneta
88
alfarero se basa en el mismo principio. Tal vez la invención de la
rueda fue posterior a la del torno alfarero y derivó de éste.
89
superficie que se desee obtener. Téngase cuidado con este ele-
mento, pues, si se adhieren a la pieza ( por estar húmeda ) trozos
de la lija o de su goma, podría dañarse el esmalte que se aplique
luego. La lana de acero también es muy utilizada por los cera-
mistas, aunque tiene el inconveniente de que si quedan restos de
ella adheridos a la pieza, mancharán el esmalte . Además , si la
pieza está algo húmeda, dichos restos se oxidarán y aparecerán
luego de la cocción como diminutas rayitas de color marrón ne-
gruzco. No ofrece esos inconvenientes cierta clase de estropajo de
material plástico, que apareció recientemente en el comercio, pues
es muy resistente y duradero y, además, no se oxida. Búsquese
una calidad lo más compacta posible. La piedra esmeril puede
servir para pulir pequeñas zonas de piezas ( o del esmalte ) des-
pués de su cocción , cuando la pasta está vitrificada y requiere de
un poderoso abrasivo para poderse pulimentar. La lija al agua
también sirve para este fin.
90
El menor choque es fatal para el cacharro
lleno; pero deja intacto al cacharro vacío.
OMAR KHAYYÁM, Rubaiyát.
CAPÍTULO 6
91
desde lo más simple, como lo es un trozo de barro. Sería como un
zambullirse desnudo en un charco de barro, para limpiarse, para
integrarse, para poder sentir con naturalidad, con ingenuidad, en la
lujuria de la tierra. Para poder ser uno mismo.
Difícilmente se podrá volcar toda nuestra interioridad , toda
nuestra necesidad de expresión, en una forma de trabajo que no
sea manual. Con ello no pretendemos desprestigiar el trabajo ar-
tístico o artesanal del tornero, ni del industrial. Simplemente, pre-
tendemos aclarar cuáles son las posibilidades que brinda cada
método de trabajo. La cerámica manual permite más en sentido
cualitativo. La cerámica a torno, a molde o industrial permite más
en sentido de la cantidad, de la producción en serie. Y ello nada
tiene que ver con el diseño de la pieza , pues muchas veces la pro-
ducción industrial tiene diseños más elaborados, que la producción
manual no iguala. Nos referimos a la calidez humana, a la vida
que palpita en una obra hecha a mano . Una persona no vale por
el diseño, por la belleza exterior de su forma, sino por su corazón ,
por sus sentimientos, por los ideales que lo animan, por lo que está
dispuesto a dar. Lo mismo sucede en el terreno del arte . Estamos
tentados de gritar : menos diseño y más sentimiento .
Algunos ceramistas mal orientados desprecian la cacharrería.
La consideran como una sección subalterna dentro de la cerámica.
Sin embargo, estamos en condiciones de afirmar que muy pocas
personas son capaces de ejecutar un cacharro artístico, expresivo
y original. Un cacharro bien trabajado puede expresar y encerrar
en sí toda la belleza del universo. A través del lenguaje de la for-
ma, el ceramista puede volcar en él todos sus sentimientos, sensa-
ciones e historia. La cerámica es, antes que nada, cacharrería. Y
un cacharro es, antes que nada , una forma, que no tiene por qué
ser necesariamente funcional.
Al comenzar el estudio de la cerámica manual, queremos efec-
tuar la siguiente advertencia : la finalidad de la cacharrería manual
no consiste en imitar el tipo de trabajo de la cerámica industrial, ya
sea hecha a molde o en el noble torno alfarero . El alumno, al co-
menzar el estudio de la cerámica, casi siempre se acerca al taller
con un gusto predeterminado (prejuicio estético ) , que se ha con-
formado a través de su contacto personal con las piezas adquiri-
das en el bazar. Concede excesiva importancia a la simetría y a
la decoración antes que a la forma. Le agradan las piezas llamati-
vas, llenas de adornos, colorido y brillo. Llama lindo a lo feo y
92
feo a lo hermoso. No puede comprender todavía que muchas ve-
ces ese brillo o ese rico colorido no se incorpora al conjunto, no se
integra con la forma, la cual, muchas veces no lo pide, sino que lo
rechaza. Es que el principiante aún no sabe ver. Tiene que apren-
der a ver para poder hacer. Y tiene que hacer para aprender a ver.
En otro lugar nos referiremos más ampliamente a los problemas
estéticos de la cerámica. Pero por ahora vayamos reflexionando en
que la cerámica manual es manual, no industrial. No debe tratar
de despistar al observador. Debe decir a gritos que es fruto de una
mano humana, sin la intervención de maquinarias, y que la pieza
es individual, única, palpitante. No rechacemos de entrada, pues,
ciertas obras irregulares o asimétricas, que precisamente por ser
extremadamente expresivas quedan fuera de los cánones de belleza
admitidos para la cerámica industrial. No hagamos de la cacha-
rrería de bazar nuestro canon de belleza en materia cerámica.
93
pierda la humedad excesiva y se halle en estado plástico. Así lla-
mamos al estado del barro que, por haber absorbido adecuada can-
tidad de agua -ni escasa ni excesiva- , se puede modelar con fa-
cilidad y conserva la forma que se le dé, sin peligro de desplomarse
ni deformarse. Una alumna ha definido con las siguientes pala-
bras el estado plástico de una pasta de arcilla : "... cuando es lindo
tenerla entre las manos". En efecto, cuando una pasta alcanza su
estado plástico, resulta agradable y fácil modelarla. No se pega
a los dedos por exceso de humedad, ni se resquebraja por falta de
agua. Eso sí: el estado plástico de una pasta para modelado ma-
nual no es el mismo que para una pasta que va a ser torneada, por
ejemplo. Para el modelado a mano se requiere que el barro con-
tenga un poco menos de agua que para el trabajo a torno. Con-
viene prepararlo más bien seco que húmedo; pero no tan seco ;
basta con que esté "algo durito".
94
de humedecer, pues absorbe la humedad con rapidez. En cambio,
el barro liso ( sin chamote ) , tarda más en absorber la humedad
necesaria para alcanzar el estado plástico, pues absorbe más agua .
Ya hemos dicho que las arcillas más plásticas y de grano más pe-
queño absorben más agua que las menos plásticas y de grano más
grueso. Se tratará de que la humedad se absorba de manera uni-
forme. Para lo cual conviene dar vuelta de arriba abajo los trozos
de barro desmenuzado y humedecerlos por ambos lados. Téngase
presente el siguiente principio del arte cerámico: humedecer sí;
mojar no. No se debe embeber la esponja en demasiada agua : ello
mojaría la pasta, la haría pegajosa y empastaría el hule o la mesa
de trabajo.
Después de humedecido el barro, se lo mezclará muy bien, a
fin de uniformar el grado de humedad. Si se elaborara una pieza
con pasta de humedad despareja, se agrietará o deformará durante
el secado.
95
eŝo hemos recomendado que el barro se prepare por lo menos
desde el día anterior. No cuesta nada echar una ojeada a la pasta
todos los días y observar si se halla muy húmeda o, por el con-
trario, muy seca.
Úna pasta demasiado húmeda se secará al aire, dejándola que
se oree. Claro que ello depende del tiempo. Con tiempo seco
bastarán unas horas para lograr que se evapore la humedad so-
brante. Pero, si llueve o si el tiempo es muy húmedo, se la deberá
secar en interiores. Para ello se la puede acercar a una fuente de
calor tibio; o amasarla entre placas de yeso, el que absorbe la hu-
medad superficial ; o aplicarle trapos secos o papeles de diario
para que actúen como absorbentes de la humedad. El calor na-
tural de la mano también hace secar los barros, al igual que el ama-
sado ( todo trabajo desarrolla calor ) . Pero no se olvide jamás que,
una vez que el barro haya perdido su exceso de humedad , deberá
amasarse y mezclarse enérgicamente, debido a que la humedad no
se evapora en forma pareja durante el secado. Primero se evapora
en la superficie, y en menor medida en el interior de la pasta, con
lo que el grado de humedad no resulta homogéneo.
Muchas veces, ciertas pastas comerciales son demasiado plás-
ticas, por defecto o error en el porcentaje de antiplásticos ade-
cuados, o por carecer de cierto porcentaje de grano menos fino de
sustancia arcillosa, o de algo al menos de chamote impalpable.
En ese caso la pasta resulta demasiado " lunga" ( para hablar con
lenguaje de los alfareros italianos ) . Es muy difícil amasarla, se
pegotea, absorbe demasiada agua y nunca termina de alcanzar el
estado plástico. Ese defecto es desagradable sobre todo en un
taller de enseñanza , donde no se puede perder demasiado tiempo
amasando, ni esperar a mañana. En tal caso , se la vuelve más
dúctil y fácil de amasar añadiéndole cierto porcentaje de feldes-
pato, por ejemplo, o de algún otro antiplástico, el que se espolvo-
reará sobre los trozos de pasta, la cual por supuesto deberá
mezclarse luego muy íntimamente. Cuanto más fino sea el grano
del material añadido, tanto más tiempo llevará la mezcla. También
se puede agregar cuarzo en polvo seco, arena, o, incluso , car-
bón molido o aserrín ( téngase presente que el carbón o el ase-
rrín humean en el horno, y arruinarían los esmaltes de otras piezas,
si se hornean junto a las confeccionadas con esos materiales ) . Al
embeberse de la humedad del barro, el cuarzo, la arena o el fel-
despato añadidos actúan quitando humedad en los barros muy
96
pegajosos ( por exceso de agua ) . Las pastas plásticas en grado
sumo, de grano muy fino, se prestan más bien para ser coladas en
moldes de yeso, a fin de obtener piezas compactas aunque de
paredes delgadas. Para el trabajo a mano, se requiere más bien de
un barro con chamote desde bastante fino hasta grueso. Es prefe-
rible el fino o el mediano para piezas chicas.
97
gana en compacidad y el encogimiento del secado resultará parejo,
sin peligro de grietas. La finalidad del batido o sobado del barro
consiste en extraer el aire existente entre las partículas del barro, el
que vuelve a la pasta deleznable y quebradiza, y propensa a ex-
plotar en el horno.
Existen varios métodos de amasado . Las tradiciones de cada
pueblo difieren acerca del modo de amasar, pero todos concuerdan
en los movimientos rítmicos. Unos hacen una especie de gran
98
manera de tratar el barro. Si escapa al amasado, si se pone ner-
vioso y pregunta a cada rato al profesor "¿ya está?", seguramente
no ama la cerámica todavía.
99
cantidad de pasta que vamos a utilizar para el trabajo que tenemos
entre manos. Se las coloca sobre la mesa y se las amasa una por
una. Para ello, primero se parte cada bola en dos mitades me-
100
y unión de la bola, se la colocará en el hueco de la mano izquierda
y se la golpeará con la palma de la derecha varias veces ( o al
revés los zurdos ) , enérgicamente, a fin de batirla o sobarla, con
lo cual se hará salir gran parte del aire que contiene la pasta. A
cada torsión se observará que la pasta se va volviendo gradual-
mente más compacta, pues muchísimas cámaras o huecos de aire
existentes en el seno de la misma han desaparecido durante el
batido. Este movimiento de torsión y de unión mediante golpes
101
garlo, pues con ello se formarían nuevamente peligrosas cámaras
de aire que arruinarían todo el trabajo anterior.
MÉTODO DE TIRAS
102
sobado convenientemente según se explicó. Se calcula la longitud
de las tiras según el tamaño de la pieza que se va a confeccionar,
y, con un pedazo de barro, se hace un chorizo grueso y macizo ,
algo menos largo que la longitud calculada de las tiras. En seguida
se lo achatará un poco con el puño, pero no demasiado, a fin de
que su grosor no resulte menor que el de los listones. Advertimos
103
Una vez achatado el chorizo, pero no demasiado, se lo coloca
entre los dos listones de madera y se lo estira y uniforma con ayuda
del palo de amasar. Tengamos siempre presente que el palo de
amasar deberá colocarse al iniciar la operación en el medio del
chorizo que se desea achatar. Desde la zona media se lo desplazará
hacia cualquiera de ambos extremos : nunca se comenzará, pues,
colocando el palo en los extremos del chorizo o de la pasta. Repe-
timos : primero se coloca el palo de amasar en la zona media y
luego, desde allí, se lo desplazará hacia arriba o hacia abajo. No
se aplique demasiada fuerza sobre el palo al comenzar a achatar la
pasta. Se procederá de a poco : primero se la adelgazará un poco
mediante suave presión sobre el palo, hasta que por último, una
104
Conviene estirar y alisar la pasta en sentido longitudinal y,
también, en el transversal. Para lo cual se cambiará la colocación
de los listones o bien se usarán cuatro. Con lo cual se consigue
que la pasta quede alisada no sólo en una dimensión sino en
las dos.
105
la plancha ya estirada, para descubrir posibles burbujas de aire
que hayan quedado atrapadas en la pasta durante el alisado o
estirado de la misma . Si existen burbujas, al cabo de unos pocos
minutos ellas se harán visibles en forma de ampollas pues pujan
por salir al exterior, ya que están formadas por aire comprimido.
Una vez "detectadas", se las pinchará con una punta de sierra por
ejemplo, o de esteca, y luego se las rellenará con un poco de pasta.
Dichas burbujas de aire deben ser eliminadas en ambos lados
de la plancha, pues podrían provocar el estallido de la pieza durante
la coción.
Utilizardo un listón de madera, de anchura no superior a los
2,5 cm, o bien una regla, se cortarán varias tiras para poder co-
106
ser aplicadas sobre bases pequeñas, correspondientes a piezas de
menos de 10 cm de diámetro en su base.
Cilindro
107
Fig. 37. Se achata
una bola de pasta
con la mano para
preparar la base del
cilindro .
108
circular, como una tapa, por ejemplo, a fin de evitarse el trabajo
de usar compás y tijera. Algunos utilizan un compás de puntas
metálicas e inoxidables, el que debe perforar la plancha para apo-
yarse firmemente en la mesa de trabajo a fin de poder trazar el
surco circular en forma correcta, sobre el que luego se deslizará
la sierra puntiaguda . Cuando se haya efectuado el corte con la
sierra, primero se separará todo el barro sobrante, luego se levan-
tará la base ya cortada, con mucho cuidado para que no se deforme,
y se la retocará con una esponja húmeda (no mojada ) . General-
mente se amasa y estira el barro sobre el hule grande ( o linóleo,
etc. ) que cubre la mesa de trabajo. Sobre el mismo también se
recortan la base y las tiras. Pero las piezas son trabajadas gene-
ralmente o bien sobre una tabla forrada con hule, en la que se dejan
hasta que estén secas, o bien sobre la torneta, de la que se sacan
apenas terminadas para dejarlas secar sobre una tabla.
En seguida se cortan las tiras necesarias para levantar las pare-
des del cilindro, según la altura planeada. La longitud de dichas
tiras debe ser idéntica, si se desea obtener una pieza perfectamente
simétrica, por lo cual conviene cortarlas todas al mismo tiempo .
La longitud de las tiras depende del diámetro de la base multi-
plicado por 3. Si la base de nuestro cilindro mide 12 cm, la lon-
gitud de las tiras será de 36 cm. Por razones prácticas, conviene
109
dejar un pequeño sobrante, es decir, que en este caso se las cortará
de 38 cm. Para construir estas formas cilíndricas, se deberá plegar
la tira alrededor de la base según lo muestra la ilustración, colo-
cándola en forma vertical. Esta operación se hará con cuidado , a
110
la primera tira sobre la base del cilindro, y a continuación se la
cierra uniendo los extremos previamente cortados en chanfle ha-
ciendo unos tajos horizontales. Generalmente se deberá refilar un
poco alguno de los extremos, a fin de que la tira no resulte dema-
siado larga. El ajuste debe ser perfecto. Se evitará en lo posible el
añadir trozos de pasta cuando la tira resulte chica. Es conveniente
que las tiras sean de una sola pieza, sin añadiduras. Si una tira
resulta algo larga, se la recortará con sierra, pues bastaría medio
centímetro de más en sentido longitudinal para que la forma cir-
cular resulte alterada. Téngase siempre presente que la primera
tira es fundamental, pues determina la forma general de la pieza.
Si se la coloca mal, la forma deseada será difícil de obtener.
Ya montada sobre su base, y unida por sus extremos conve-
nientemente chanfleados, la tira se une fuertemente a la base de
111
con el dedo por dentro y con esteca por fuera; se empareja la
parte superior sobre la que se asentará la segunda tira, la que se
une según el mismo procedimiento : primero tajos por dentro y
luego por fuera, los que en seguida son rellenados con pasta, pri-
mero por dentro y luego por afuera. Cuando se trabaja con pasta
algo seca, se puede pasar a pincel un poco de barbotina (pasta
diluida en agua como una crema ) en las zonas de contacto entre
tira y tira, entre tira y la base, y entre chanfle y chanfle. Y así
sucesivamente, hasta terminar con todas las tiras que se piense su-
112
pues, que no se colocará la tira superior hasta que no hayan sido
rellenadas y alisadas las costuras de la anterior.
Si se observa que la forma no es perfectamente cilíndrica, se
la puede rectificar desde el exterior, aplicando una sierra o esteca
113
El terminado se dará mediante esponja húmeda ( no mojada ) ,
la que puede pasarse por dentro y por fuera. Conviene sobre todo
alisar el borde superior o boca. Se dejará secar la pieza en lugar
seguro, a la sombra y lejos de corrientes de aire o de fuentes de
calor. Si se desea firmarla, puede hacerse con una inicial o símbolo
en la parte inferior, después de uno o dos días, cuando el barro
esté más seco. El grabado se hará con un palillo o punta de madera
o metal inoxidable.
Una de las formas más usuales en cerámica son las que de-
nominamos "abiertas". En realidad, tienen la forma de un cono
truncado invertido. A fin de levantarlas sin inconvenientes, pri-
meramente se deben plegar las tiras en torno de la base horizon-
talmente y en forma de herradura ( no como se hizo con el cilindro ) .
Si no se disponen las tiras tal como lo muestra la ilustración,
resultará difícil obtener la forma abierta hacia afuera. La base y
las tiras se confeccionará como se explicó anteriormente en este
mismo Capítulo. Las ilustraciones muestran los sucesivos pasos :
114
Fig. 47. Se monta la
primera tira sobre la
base y luego se cor-
tan sus extremos en
chanfle . La tira se
aplica sobre el bor-
de interior ( ver Fig.
61 ) .
118
sobre la misma. Se la une fuertemente a la base mediante costuras
verticales hechas con la esteca ( primero por dentro y después por
fuera del plato ) , y se juntan sus extremos previamente cortados en
chanfle para que encajen entre sí. Se rellenan las costuras con
choricitos de pasta y se alisa todo con el dedo primero y después
119
con una esponja, mediante movimientos rotatorios. Para obtener
platos bien simétricos es preferible trabajarlos sobre una torneta.
Por último, se "come" el fondo del costado externo del plato por
medio de una sierrita puntiaguda , a fin de darle su forma carac-
terística.
Formas esféricas
Borde exterior
Fig. 61. Tira para
confeccionar cacha-
rros . Según el borde
sobre el cual se apli-
Borde interior quen sobre una base
dada, la forma de la
pieza se abrirá o bien
se cerrará hacia
arriba.
120
abriendo hacia arriba. Si, por el contrario, apoyamos la tira sobre
su borde exterior, las paredes de la esfera se irán cerrando hacia
arriba. Este principio es básico y servirá como norma de trabajo
para construir todo tipo de formas esféricas o globulares. Dada la
importancia de este principio, lo explicaremos nuevamente. Por
ejemplo, para construir una maceta (tiesto ) , se aplicarán todas las
tiras sobre el borde interior de la herradura. Y para confeccionar
una vasija piramidal, por ejemplo, las tiras se deberán aplicar todas
apoyándolas sobre su borde exterior. En cambio, para construir
121
una esfera, o, en general, cualquier tipo de vasija que tienda a esa
forma, se apoyarán las tiras sobre su borde interior para construir
la mitad inferior de la esfera ; y se las apoyará sobre su borde exte-
rior para poder construir la mitad superior de la esfera. Observando
la ilustración, podremos ver que las 3 primeras tiras de la esfera
se aplicaron sobre su borde interior ( para lograr que la forma se
abra hacia arriba ) ; mientras que las 3 últimas tiras se aplicaron
apoyándolas sobre su borde exterior ( a fin de que la forma se
cierre hacia arriba ) .
122
Fig. 65. Se agujerea
la zona en la que se
colocará el pico, con
una sierra puntiagu-
da. Sobre la mesa se
ve una plancha tra-
pezoidal, la que ser-
virá para construir
el pico .
125
Picos
126
ción con respecto a la vertical. Se lo une a la tetera mediante
tajitos o costuras, que se rellenarán con pasta. Se los confecciona
aparte, haciendo una plantilla de papel de forma trapezoidal, y
modificándola según la forma que se desee dar al pico. Cuanto
más grande sea la base mayor del trapecio, tanto más grueso re-
sultará el pico en su parte inferior ( de entronque ) .
Los picos de jarras se confeccionan junto con el cacharro, es-
tirando con los dedos el borde del mismo hacia afuera.
Cuellos
Asas
127
el caso de las teteras, se perforará el cuerpo de la tetera y se me-
terá el asa dentro del hueco, a fin de doblar sus extremos hacia
abajo para que resulte más sólida. Se rellenará con pasta el hueco
y se retocará todo con esteca y esponja. Las asas de tazas se pe-
gan simplemente con barbotina adhesiva y se retocan con esponja
por fuera. Para facilitar la adhesión del asa, se harán unos tajitos
con esteca sobre el cuerpo de la taza, en las zonas a las que se
adherirán los extremos del asa.
Aplicaciones
128
pieza ejerciendo suave presión para que no quede aire por debajo
y, previamente, se pasará adhesivo cerámico a pincel. Pueden ha-
cerse raspaduras con una punta para facilitar la unión. Obtúrese
y tapónese bien con barbotina el perímetro o línea exterior de la
aplicación para evitar que penetre aire.
FORMAS DESBASTADAS
129
escultura aprenderemos a ejecutar obras escultóricas desbastadas.
Veamos ahora cómo se construye un cenicero según este método :
Para construir cacharros desbastados, se modela primero la
forma deseada, utilizando preferentemente barro con chamote.
Luego se deja la pieza hasta que adquiera cierta consistencia, aun-
AAAA
AAAA
130
que no se la debe secar demasiado. Cuando se halle la pieza sufi-
cientemente consistente sin peligro de deformarse ni desplomarse
cuando se introduzca en ella el desbastador, se extraerá el barro
con dicha herramienta, mediante movimientos rotatorios como de
trépano o taladro. Se tratará de que las paredes del cacharro que-
den de espesor uniforme, a fin de que la pieza no se deforme ni
se agriete durante el secado.
MODELADO DIRECTO
131
Cacharros más grandes también pueden ejecutarse según este
sistema, empleando la técnica indígena conocida con el nombre
de "pastillaje", la que consiste en levantar la pieza superponiendo
trozos irregulares de pasta húmeda, que se adhieren unos a otros
a presión, con los dedos, sin trabajarla en forma ni de chorizos ni
de tiras. Los cacharros así ejecutados quedan muy irregulares, con
la superficie llena de huecos y protuberancias, salvo que se posea
una gran práctica y una mano maestra, como era la de los indígenas
americanos. Con todo, las piezas que se intentan levantar según
esta técnica , aunque imperfectas e irregulares, rezuman vida e
ingenuidad. Todo ceramista puede usar de este expresivo método ,
132
MÉTODO DE CHORIZOS O ROLLOS
133
uniforme, si se desea que las paredes de la vasija también lo sean.
Para ejecutar vasijas de paredes muy delgadas, los chorizos también
lo serán; y para construir piezas de paredes gruesas, los rollos tam-
bién serán gruesos. La base del cacharro se construye arrollando
134
se comienza a enrollar el chorizo o rollo. Este último método fue
el más comúnmente usado por los indígenas. Una vez que se hayan
superpuesto todos los chorizos hasta llegar a la altura deseada, se
alisa todo por dentro y por fuera con ayuda de una esteca. Algunos
MÉTODO DE PLANCHAS
135
plo, arrollando sobre sí misma una gran plancha de pasta . Sin
embargo, el resultado no es el mismo que si se hubiera confeccio-
nado dicho cilindro utilizando el método de tiras delgadas, el cual
es el único que permite ejecutar piezas simétricas y perfectas. Si se
136
Fig. 91. Los extre-
mos de las paredes
que formarán los án-
gulos de la caja se
cortarán en chanfle
antes de unirlos.
137
pues permite ir controlando paso a paso la simetría de la forma, al
mismo tiempo que proporciona la posibilidad de corregirla.
Cierto tipo de piezas, como el que muestran las ilustraciones,
se deberán ejecutar por el método de planchas. Primeramente se
138
Fig. 96. Artefacto lumínico
confeccionado según el mis-
mo método, empleando pas-
ta con chamote. Por el
agujero que se ve en el
centro de la base penetra
el cable eléctrico y en el
surco semicircular se aloja
una pantalla.
139
bajo. Para obtener formas circulares perfectas y simétricas, se ele-
girá el método de tiras delgadas ( que exige mayor trabajo y tiem-
po ) ; para obtener formas no circulares ni esféricas, en que la
simetría no desempeñe el principal papel determinante de la
forma, se escogerá el método de planchas ( que exige menor es-
fuerzo y menos tiempo ) .
Las planchas pueden prepararse según diversos métodos. Se
las hará o bien con palo de amasar y listones como las tiras ; o
bien directamente a mano, achatando pasta con el puño; o bien
cortándolas de un trozo grande de barro por medio de un alam-
bre sujeto a dos palos graduados que se deslizan sobre la mesa
al mismo tiempo, etc.
FORMAS IRREGULARES
140
inadvertencia sino buscando ese efecto. Son táctiles, cargadas de
simbología sexual y sensualidad . Revelan pathos, sufrimiento, bús-
queda ansiosa, evasión. Tienen mucho de positivo : niegan una cul-
tura vigente contra la cual inconscientemente se rebelan y se hallan
en una búsqueda, más sentida que reflexionada. Más que perma-
nencia tienen momento, instante. Con todo, muchas de estas piezas
son deliciosas, palpitantes de calor y sinceridad. Constituyen la
personalidad del alumno traducida en arcilla.
MODELOS DE CACHARROS
141
Fig. 100. Portalápices de 5
tiras. Obsérvese el grabado
hecho con un palillo. Las
piezas deben trabajarse con
tiempo, con amor, no "a la
disparada".
142
Fig . 102. Cacharro
grande, de 14 tiras
superpuestas.
145
Las manos del ceramista deben ver más que
sus ojos.
CAPÍTULO 7
Rebajes
146
la guía de una plantilla circular, de papel o cartón, o con un com-
pás, se marca con una punta afilada el perímetro de la zona que
va a ser rebajada. Se extrae la plantilla y se practica el rebaje con
un desbastador de punta recta, teniendo cuidado de no ejercer
excesiva presión sobre la pieza, lo que podría deformarla. Luego
se alisa todo con esponja algo húmeda. Después de esmaltada la
147
el barro con una sierra puntiaguda o esteca metálica curva, y luego
se usará un desbastador . Finalmente , se alisará todo con esponja
húmeda.
Las piezas que no van a ser esmaltadas no necesitan rebajarse.
Asimismo, muchos ceramistas tampoco rebajan sus piezas aunque
148
botina el perímetro del asa desde afuera, mediante una esteca, a
fin de que no pueda penetrar aire por entre las dos zonas unidas.
Se pueden hacer unas rayaduras o incisiones en la superficie de
las dos caras que se unirán, lo que facilitará y fortalecerá la unión.
También da buenos resultados el silicato de sodio para preparar el
mencionado adhesivo : se añadirán unas gotas del mismo a la bar-
botina pura, sin sobrepasar el 10 %. Lo esencial es que el adhe-
sivo resulte fuerte y gomoso, y que sea capaz de sostener unidas
dos piezas de cierto peso que se desea adherir. Un poco de goma
arábiga puede aumentar la viscosidad de esa barbotina. Este ad-
hesivo cerámico puede servir para reparar grietas, a condición de
que se lo use en el estado más viscoso y seco que sea posible.
Puede incluirse en él una porción de chamote impalpable, el que
evitará que se formen nuevas grietas al secarse el adhesivo. La
barbotina adherente se hará con la misma pasta con la que se ha
hecho la pieza y el asa que se desea pegar.
Calados
149
el agua y se quemarán completamente en la primera cocción ) .
Si existen ocultas rajaduras que se harán visibles en la cocción,
ellas aparecerán teñidas de oscuro al pincelarlas o esponjarlas con
dichas sustancias. Así se ahorrará el hornear piezas que resulta-
rán defectuosas.
PULIDO
150
de ensuciarlas con gomas ni tinturas. Asimismo, la lana de acero
es muy utilizada por los ceramistas para pulir piezas secas. Sin
embargo, tiene el inconveniente de que diminutos trozos de esa lana
se adhieren a la pasta y se vuelven visibles después del horneado,
con lo que podrían manchar el esmalte posterior. Claro está que
muchas veces se provoca voluntariamente dichas manchas a fin de
obtener texturas. En general, después de pulida una pieza con
cualquier material que sea, se deberá cepillar la pieza con un
cepillo blando, limpio y seco , o someterla a la acción de una fuerte
corriente de aire, ya sea utilizando un compresor de aire compri-
mido o simplemente soplándola.
Falso engobe
TEXTURAS
151
tramos aparece abundamente texturada. Ello es natural si pensa-
mos que se trata de piezas hechas íntegramente a mano. El ser
humano trata de volcar en su pieza mucho de sí, cuando la trabaja
directamente, sin la intermediación de la maquinaria, que lo reduce
a una especie de forzado mutismo. La cerámica renacentista, y la
posterior hasta hace pocas décadas, desconoció casi completamente
el uso de texturas táctiles aplicadas sobre el bizcocho. Las piezas
se cubrían con hermosos esmaltes que ocultaban la pasta, la que
no desempeñaba sino un papel subalterno de sostén relegado y
escondido. Lo importante era lo aparencial : el esmalte y la deco-
ración.
Modernamente, el barro se libera. La arcilla se niega a seguir
desempeñando el papel subalterno de clase oprimida . Reclama sus
derechos, exige figurar, pasar a primer plano. Entonces se recurre
al uso abundante de texturas que realzan la pasta, le introducen
contrastes de luces y sombras sin ocultarla. Es la revelación y a la
vez la rebelión del barro en el cual residía el poder.
El afán de texturar no se detiene en la pasta : pasa de ella al
esmalte. Los esmaltes purísimos, tersos, inmaculados, sin contrastes
de luces y sombras, sin solución de continuidad, se usan cada vez
menos o quedan relegados a las piezas de bazar. La cerámica se
hace humana. Es el hombre que en la cultura moderna se va des-
cubriendo a sí mismo, se acepta con sus aspectos negativos y posi-
tivos. La pureza angelical como meta del progreso se revela ficticia,
hipócrita, inhumana.
Eso sí, la textura no puede asumir el papel principal en la
obra de arte, como parecería ser al observar ciertos murales cerá-
micos. El verdadero arte se caracteriza por el pedominio general
de la forma, es decir, que todo, textura, esmalte, decoración , se
debe subordinar a ella e intervenir en función de ella.
En nuestro taller tenemos una caja llena de objetos para tex-
turar. En ella se encuentran clavos, tapas, coladores, monedas, tor-
nillos, peines, peinetas, cepillos, engranajes, destornilladores, sie-
rras, lápices viejos, etc. En fin, todo tipo de objetos que permitan
imprimir sobre el barro una marca, un surco , una rejilla, un pun-
teado, unas hachuras.
El pulido con lija, sobre barro con chamote, produce intere-
santes texturas, introduciendo contrastes de luz y sombra gracias
a los numerosos pocitos que se forman cuando la pieza ya está
seca. También forma texturas originales y atractivas el mezçlar el
152
barro con arena ( en aproximadamente un 30 % ), o con chamote.
Después de horneada la pieza, los granos de arena o del chamote
resaltan haciendo reflejar la luz en forma variada. Variedad dentro
de la unidad, es el principio básico del arte de texturar.
153
GRABADOS
155
bado profundizando el surco con un palillo, etc. Ciertas personas
tienen facilidad para visualizar un dibujo directamente sobre la
pieza, sin necesidad de dibujar primero sobre papel.
Si se desea borrar parte del grabado para corregirlo , sim-
plemente se rellenará el surco a presión con pasta blanduzca y
bien amasada.
156
Una vasija llena de agua dio de beber a un
ave. Después, el pájaro la quebró.
CAPÍTULO 8
157
manual, por ejemplo, será necesario añadir a la arcilla o a la pasta
en polvo seco supongamos un 50 % de agua ( en peso ) . Si se añade
más agua de la necesaria, la pieza encogerá más al secarse, ya que
se deberá eliminar mayor cantidad de agua. Si, por el contrario,
se añade menos de la necesaria, la pieza encogerá menos durante
el secado. Por lo tanto, si se desea saber exactamente cuánto enco-
gerá cierta pieza al secarse, se deberá previamente saber la can-
tidad de agua que se le añadirá al trabajarla, la que deberá ser
constante si se desea obtener piezas iguales o de medidas prede-
terminadas y exactas.
Se amasa entonces la muestra de pasta ya humedecida y
se hace con ella una barrita rectangular de 10 cm exactos de lon-
gitud. Se la deja secar a la sombra y, una vez completamente seca,
después de varios días, se la volverá a medir. Si entonces mide,
por ejemplo, 9 cm de largo, se dirá que su porcentaje de contrac-
ción es del 10 % . Si mide 8,5 cm, diremos que dicho porcentaje
será del 15 %.
Cuando el ceramista no prepara su propia pasta partiendo de
materiales en polvo seco, sino que la adquiere ya húmeda y lista
para trabajar, no puede calcular con exactitud el encogimiento
de su pasta durante el secado, ni la cantidad de agua que contiene,
la que es variable de una a otra partida debido a la evaporación
durante el almacenamiento. Se guiará entonces por el buen sen-
tido alfarero que la práctica le habrá infundido, y llegará a obtener
buenos resultados mediante el método de prueba y error.
Las arcillas de grano más fino encogen en mayor medida que
las de grano más grueso , lo que significa que las arcillas más plás-
ticas encogen más que las menos plásticas. Una de las funciones
que cumplen precisamente los antiplásticos en las pastas cerámicas
es la de reducir el encogimiento excesivo natural de ciertas arcillas.
Los materiales antiplásticos ( cuarzo, feldespato, chamote, etc. ) es-
tán formados por granos o partículas de contornos irregulares, a
diferencia de las arcillas, cuyas partículas tienen forma de delga-
das laminillas, las que, cuando están como lubricadas por el agua
que las recubre, se deslizan unas sobre otras y admiten la forma
que les dé (plasticidad ) . Al evaporarse esa agua durante el secado,
dichas partículas pierden la propiedad de deslizarse unas sobre
otras ( dejan de ser plásticas, al menos hasta tanto no se las vuelva
a humedecer) y se acercan mutuamente, se tocan, lo cual determina
el encogimiento o contracción de las pastas.
158
En general, las pastas suelen encoger durante el secado en
alrededor de un 8 a un 12 por ciento. Claro está que ello depende
del tamaño de las partículas de la arcilla, del contenido de hume-
dad de la pasta y de su porcentaje de antiplásticos, los cuales,
como lo hemos dicho, reducen el encogimiento del secado.
159
de describir se elimina el agua de contracción. Durante la tercera,
en que la pasta ya no encoge, se evapora el agua de porosidad.
Métodos de secado
160
del horno: se agrieta o se raja entonces durante la primera o la
segunda cocción.
El tiempo o velocidad del secado depende de varios factores.
Las piezas de paredes gruesas tardarán más en secarse que las de
paredes delgadas, de gran superficie de evaporación. Además, in-
fluye la temperatura y velocidad de circulación del aire durante
el secado, así como el contenido de humedad del mismo ( humedad
161
con hojas de material plástico herméticamente aplicadas al prin-
cipio, las que luego se irán aflojando poco a poco para permitir
la circulación del aire, hasta que al cabo de varios días se la des-
cubre totalmente. Los problemas se complican cuando se trata
de secar grandes piezas, de paredes gruesas e irregulares. En estos
casos, se deberá extremar las precauciones, y retardar el secado
todo el tiempo que se pueda. Asimismo, para que el secado se
realice en forma pareja y uniforme en toda la pieza, ciertas partes
más delgadas o de mayor superficie ( que se secarán antes ) , se
deberán cubrir por más tiempo que otras partes de la pieza de
paredes más gruesas o de menor superficie de evaporación (que
tardarán más en secarse ) . Por ejemplo, en una escultura, los dedos
de la mano se secarán antes que el resto del cuerpo, debido a que
son de paredes más delgadas y a que ofrecen amplia superficie de
evaporación. En ese caso, se los cubrirá con un plástico durante
más tiempo. Lo mismo sucede con partes de algunos cacharros,
como con ciertas asas o bocas de jarros : se los cubre con hojas de
plástico mientras se seca al descubierto el resto , con lo que se evitan
grietas y deformaciones.
Si en vez de plásticos se usan trapos o tela de sábana para
cubrir las piezas, se deberá controlar que esas telas no se sequen
demasiado pronto, en cuyo caso se las rociará con agua. Los plás-
ticos son más prácticos para ese fin.
Las piezas de paredes delgadas y de pasta muy homogénea
pueden dejarse secar a la sombra, sin cubrirlas, como hacen mu-
chos torneros .
Algunos ceramistas se construyen una cámara o caja de secado,
la que puede ser una simple lata invertida apoyada en unos sopor-
tes o tacos, dentro de la cual se coloca la pieza que se seca, de-
jando unos centímetros de distancia entre la boca de la lata y el
suelo para que circule el aire. Poco a poco se aumenta luego dicha
distancia hasta que, por último, la lata se quita del todo. Otros
usan un armario de madera o una heladera vieja; mientras que
otros se construyen un galpón de secado, bien cerrado, a fin de que
permita conservar la humedad . En general, las cámaras de secado
deben poder mantener el aire húmedo y cálido en su interior, con
posibilidad de hacer entrar aire seco en una etapa posterior, cuando
haya desaparecido el peligro de grietas. Los indígenas secaban
sus piezas conservándolas a la sombra y en una atmósfera húmeda,
debajo de un colchón de hojas verdes o de guano.
162
Defectos del secado y sus remedios
sobre linóleo o cualquier superficie que no sea del todo lisa. Tam-
bién se puede colocar cuarzo de malla fina, arena, chamote, etc.
en la zona de apoyo. El hule sobre el que se apoyan las piezas
durante el secado debe estar bien limpio. De lo contrario se adhe-
rirá la base de la pieza al mismo, si se halla sucio de pasta vieja,
la que al disolverse en contacto con la pieza húmeda actuará
como goma.
El secado de placas para hacer murales o azulejos ofrece difi-
cultades, pues dichas piezas generalmente se deforman, es decir,
se tuercen y no permiten obtener piezas planas. Ello se debe a que
la parte de arriba de la placa se seca antes que la de abajo, la cual,
163
al no estar en contacto con el aire, tarda más en evaporar su hu-
medad. Entonces la placa se deforma curvándose sus extremos
hacia arriba. El vértice de la curva se dirige hacia el lado de menor
encogimiento o escaso secado. Este problema se soluciona tratando
de que el secado se realice en forma pareja. Para ello se puede
secar la placa sobre una rejilla de alambre, apoyada en soportes,
a fin de que el aire circule igualmente en ambas caras. También
se puede dar vuelta la placa cada tanto, a fin de uniformar el
secado. O poner papeles de diario en la parte inferior, de menor
secado, a fin de que actúe como papel secante, que conviene reno-
var cuando se moja. Con todo, el método más seguro de secar
164
la pared conserve un espesor uniforme. Por supuesto que es esen-
cial, como en el caso de las esculturas, retardar el secado lo más
posible para compensar con un secado uniforme y lento las ine-
vitables diferencias en el espesor de las paredes. Algunos ceramis-
tas preparan y bizcochan primero las placas lisas del mural. Luego
trabajan aparte las figuras en relieve y las bizcochan en forma
separada de la placa sobre las que después serán adheridas. Poste-
riormente, pegan las figuras en relieve sobre las placas en una
segunda cocción, con esmaltes ; o simplemente, después de la se-
gunda cochura, por medio de un adhesivo fuerte, como los mo-
dernos cementos de contacto transparentes.
En general, la causa que en las alfarerías produce más estra-
gos de agrietamiento es el secado acelerado : las partes secas de la
pieza se comprimen contra las menos secas y se produce la grieta
o la deformación. El remedio es retardar el secado, para dar tiempo
a que las partes interiores de la pieza se sequen al mismo tiempo
que las externas.
El ordenamiento de las partículas de arcilla también influye
sobre el secado. La pasta debe estar muy bien amasada, y todo el
barro utilizado para una pieza debe tener el mismo tiempo y tipo
de amasado. Si se añade pasta mal amasada a una pieza hecha con
otra pasta bien amasada, el encogimiento resultará desparejo. Lo
mismo sucederá si se añade pasta más húmeda a una pieza confec-
cionada con pasta menos húmeda.
Cuando se trabajan pastas con menor contenido de humedad,
disminuye el peligro de grietas o deformaciones. Ciertas técnicas
industriales emplean pasta semiseca, con lo que la contracción dis-
minuye notablemente y, con ello, los posibles defectos que aterran
al ceamista manual, quien trabaja con pasta muy húmeda. Por
ello recomendamos no mojar la pasta mientras se la trabaja. Y utili-
zar pastas no demasiado blandas y pegajosas. A mayor humedad,
mayor encogimiento.
Las piezas trabajadas en el torno alfarero se ejecutan con
pastas bastante húmedas, que además son humedecidas durante
los sucesivos pasos del modelado. Pero el tornero experimentado
sabe cómo reducir los peligros del encogimiento desparejo. Utiliza
pastas muy bien amasadas y de humedad perfectamente homo-
génea. Además, levanta sus piezas de paredes delgadas y espesor
uniforme, con lo que elimina los peligros.
El borde de tazas o jarrones, así como las asas, pueden cubrirse
165
con plásticos para retardar su secado con respecto a la base. De lo
contrario, se observará que la boca se seca antes que otras partes
de la pieza, con el consiguiente peligro. O, de lo contrario, se puede
acelerar el secado en la parte inferior de la pieza, que tarda más en
secarse, para lo cual se la puede colocar sobre una placa de yeso
durante el secado, o sobre soportes, a fin de que el aire circule
por debajo de dicha base.
A fin de prevenir posibles deformaciones durante el secado
de piezas que deben ser perfectamente circulares, como tazas o
jarros, se puede apoyar sobre la boca de ellas un disco de yeso
cortado en chanfle, el que asegura la conservación de la forma
circular de esas bocas. Cuando la boca de esas piezas encoge al
secarse, el disco de yeso, gracias al mencionado chanfle, asciende
o es impulsado hacia arriba. De no se así, comprimiría la boca de
la taza que se encoge y la agrietaría.
Téngase especial cuidado con no ejercer presiones sobre las
piezas que se están secando. Muchas veces se las toma en forma
incorrecta, lo cual poduce tensiones no visibles a simple vista, pero
que después pueden hacer que se deformen. Las piezas deberían
tomarse con las dos manos y desde su base durante su traslado .
El apoyo sobre el que se secan las piezas debe ser perfecta-
mente recto. Las piezas hechas a molde deben dejarse dentro de
la mitad del mismo, cuando ello es posible, hasta que adquieran
cierta consistencia. Los azulejos se secarán entre placas de yeso
o bien en posición vertical cuando no se dispone de esas placas.
Cuanto más arcillosa sea una pasta tanto mayor será el peligro de
deformación durante el secado. Adicionando mayor porcentaje de
antiplástico a una pasta, se disminuirá el peligro de deformación.
Los picos de teteras, por ejemplo, muchas veces se tuercen
durante el secado o en la cocción . Se deberá estudiar el ángulo
de torcimiento y el pico se colocará levemente torcido, a fin de
que luego del secado o de la cocción quede bien derecho.
Las cajas cuadradas o las cacetas redondas tienden a defor-
marse hacia adentro en su parte superior: para prevenir ese de-
fecto se las confeccionará un poco abiertas hacia afuera, de mane-
ra que, después del secado, queden sus paredes perfectamente
rectas.
Ciertas pastas son más resistentes que otras a la deformación .
El chamote aumenta su resistencia.
No olvidemos, pues, la norma general : el secado debe reali-
166
zarse de manera uniforme y pareja en todas las partes de la pieza.
Para lograrlo, será necesario retardarlo, a fin de dar tiempo a que
ciertas partes de la pieza, que se secarían antes que otras, lo hagan
al mismo tiempo. De lo contrario, las partes prematuramente secas
( generalmente las de arriba o las más delgadas ) encogerán mien-
tras que las todavía húmedas no podrán hacerlo. Lo cual producirá
fuertes tensiones que comprimirán unas partes de la pieza contra
otras, lo que inevitablemente causará grietas o deformaciones que
arruinarán la pieza. Además, la primera etapa del secado debe
realizarse en atmósfera húmeda.
167
Muchas vasijas son bellas y bien trabajadas por
fuera; pero son feas y mal trabajadas por
dentro: carecen de belleza interior.
CAPÍTULO 9
168
cuándo necesita más velocidad de giro o cuándo es preciso que la
rueda se mueva con levísimo impulso.
En la actualidad, van quedando muy pocos buenos torneros
de oficio. Esta noble profesión se extingue al no poder soportar la
competencia de la gran industria, cuyas grandes máquinas auto-
máticas son capaces de producir hasta veinte mil piezas diarias. La
169
torno alfarero, a fin de obtener por ese medio piezas de nivel artís-
tico ( Picasso ) . Lamentablemente, los torneros de vieja escuela,
1
pese a dominar a la perfección los aspectos técnicos de su oficio,
no se aventuran en el terreno de la cacharrería artística , limitándose
a la repetición mecánica de viejos diseños convencionales e inex-
presivos, a veces recargados de adornos innecesarios. Cuando, de-
bido a definidas causas de tipo económico- social, el trabajo manual
cae asfixiado por un sistema que idolatra el lucro y niega el arte
(como el ruiseñor en las garras del gavilán ) , lo primero que carac-
teriza la decadencia de un género es la desaparición de sus cuali-
dades estéticas y el cese de la creación de nuevos modos expre-
sivos, al mismo tiempo que aparece la funesta repetición mecánica
de viejas formas muertas, que ya no rezuman vida. Por lo cual se
da la paradoja de que los ceramistas con pretensiones artísticas que
desconocen la técnica manual del torno envían a un buen tornero
1
carente de esas pretensiones sus dibujos o diseños para que les
hagan por encargo las piezas que después decorarán, firmarán y
venderán aquellos señores. Es difícil encontrar caso más típico
que patentice el divorcio existente entre el trabajo intelectual y el
manual dentro del terreno artístico. En conclusión : el ceramista
artístico debe aprender a tornear sus propias piezas de acuerdo con
sus diseños; y el tornero debe esforzarse por trabajar en un nivel
creativo, ya sea artístico o artesanal.
170
Muchos torneros de oficio, sin embargo, utilizan todavía el
torno de pie, el que facilita mucho la ejecución de piezas grandes
y pesadas, así como ciertos trabajos de detalle.
En nuestra opinión, el torno de pie tiene más sabor artesanal
y humano, y permite al alfarero volcar en las piezas ejecutadas en
él más de sí. Parecería que los sucesivos e inconscientes impulsos
nerviosos que mueven la mano del alfarero al levantar un cacharro
en el torno de pie se trasmitieran a la pieza de manera directa y se
tradujeran en una mayor vitalidad . Una jarra islámica del siglo XVI,
íntegramente trabajada en el torno de pie y esmaltada a mano,
"tiene algo". Hay algo en ella que intuimos y no acertamos a expli-
car con claridad. Y es que nuestro inconsciente percibe en ella esos
impulsos manuales vívidos, directos, suaves, que no han sido rigi-
dizados ni amordazados por la monotonía de las revoluciones exac-
tamente iguales de un motor eléctrico.
El torno de pie
171
consiste en un disco de aluminio, de 30 cm de diámetro, la que
debe girar en forma perfectamente horizontal sin producir vibra-
ciones de ninguna especie. Sentado el alfarero en su banquito, hace
girar la pesada rueda de madera con un pie, mientras apoya el
otro en el travesaño especialmente colocado para ese fin. La rueda
de madera que acciona el eje debe ser gruesa y pesada . Para
aumentar su peso, algunos le sujetan por debajo unas planchas de
172
trabaja, cae hacia abajo impulsada hacia el borde de la platina
por acción de la fuerza centrífuga cuando ésta gira.
173
sin peligro de deformarse ni de volverse fofa. Se puede tornear
tanto el barro rojo como el blanco. No se puede tornear las pastas
con chamote grueso, pues dañarían las manos del ceramista.
La pasta para ser trabajada en el torno debe estar muy bien
amasada, con un grado de humedad perfectamente homogéneo.
Se la debe trabajar algo blanduzca y lubricarla a menudo, para
que la mano pueda darle con facilidad la forma deseada sin impe-
dir su giro ni forzarla, estirarla o deformarla. El antiguo alfarero
probaba con la lengua la plasticidad y el óptimo grado de hume-
dad de las pastas que iba a tornear. También distinguía por el
ruido que hacía una bola de pasta al caer al suelo si ya había al-
canzado el estado plástico o si tenía "rechupe".
Las pastas con bajo porcentaje de arcilla y elevado contenido
de antiplásticos, no se prestan tan fácilmente para ser torneadas
como las que contienen por ejemplo, un 65 ó un 70 % de sustancia
arcillosa. Recordemos que una pasta de torno debe ser muy plás-
tica, o sea, debe poder absorber mucha agua sin volverse dema-
siado blanda o fofa: esa es la propiedad que, precisamente , comu-
nica a la pasta la arcilla , a diferencia del cuarzo o el feldespato,
etc., que no son materiales plásticos y no absorben humedad.
Cómo se tornea:
174
Fig. 128. Se prensa la pasta
entre las manos y se la obliga
a "subir" en forma de cono.
Algunos la "suben" y la "ba-
jan" varias veces.
175
Fig. 131. Se va confeccionan-
do un cilindro de paredes
gruesas, que servirá como base
para obtener la forma desea-
da. Se lubricará la pasta para
facilitar la operación.
176
Fig. 134. Se llega a la altura
deseada de la pieza y se co-
mienza a darle la forma defi-
nitiva introduciendo la mano
en su interior. Para el exterior,
el tornero usa un perfil como
guía. Se deja un borde grueso
de pasta para después levan-
tar el cuello.
177
Fig. 137. Se hacen retoques
en la parte inferior y en el
cuello.
178
Fig. 140. Se termina el cuello
y se añaden las líneas o ador-
nos que los torneros tienen
costumbre de hacer.
179
Defectos del torneado
1
UNIVERSITY OF TEXAS AT AUSTIN - UNIV LIBS
3023526000
0 5917 3023526000