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Princeton University Library

32101 049926544

P
9796
707

DE MIS LIBROS

HIRAM BINGHAM

Library of

超臨

Dei Viget
SubNumine

Princeton University .

Presented by

H.B.
Juan B Ponce de

De on
ARTE

DE

SASTRERIA ,

MÉTODO PRACTICO

PARA APRENDER A CORTAR CON FACILIDAD .

POR

Magin Pers
་་ y Ramona, Sastre.

ADORNADO CON SIETE LAMINAS.

BARCELONA.
IMPRENTA DE J. VERDAGUER.
1836 .
YTGGVINU

·
Dedicatoria.

Al Sr. Licenciado

D. JOSÉ ELIAS HERNANDEZ ,

Juez delegadode bienes de difuntos de la ciu-


dad de S. Carlos de Matanzas.

¿ A quien sino á Vd. querido amigo , de-


bia dedicar esta pequeña obrita ? Ella á la
verdad , aunque de poco valor no deja de ser

por esto el fruto de bastantes vigilias , y ella


en fin , es el mejor monumento que mi amis-
tad puede erigir á las muchas virtudes que
de cerca se ven brillar con tanto candor en la

persona de Vd. Si : á Vd. , pues, la dedico ,


como prueba irrefragable de la sinceridad de
mi cariño y de mi mas pura intencion. Ruego
6
al Ser Supremo
9 dilate su preciosa vida á pro-
7
9
7 (RECAP)
0
7

APR -91906203559
longados años , tan necesaria á los desampa-
rados y afligidos y tan grata á los que real y
verdaderamente le profesan una fina y cor-
dial estimacion.

M. L. y R.
ARTE

DE

SASTRERIA.

INTRODUCCION.

EL orígen del arte de sastrería se remonta hasta


los primeros siglos , y soy de sentir que es tan an-
tigua como los mismos hombres. Estos , desde el
momento que fueron creados por la mano Divina ,
y colocados sobre la faz de la tierra , desnudos cual
un recien nacido , se vieron forzados á cubrir sus
formas y ponerse al abrigo de la intempérie. Entón-
ces fué cuando la sastrería nació : entónces fué cuan-
do los hombres aun que rústicos así en la parte
mental como corporal , conocieron la necesidad que
tenian de adelantar este arte , hoy dia encanto y em-
beleso de la elegancia vestimentaria , y llevarla al
estado de perfeccion y pulidez de que es suceptible.
Asi es , que desde aquella época empezaron los hu-
manos entendimientos á dedicarse á ese ramo de in-
dustria algunos de ellos esclusivamente ; y al paso
que las demas artes é industria hacian sus adelan-
tos , la sastrería iba tambien adelantando progresi-
vamente.
( 6 )
Corrieron algunos siglos , y los hombres , á pro-
porcion que iban perfeccionando sus conocimientos
se esforzaban mas y mas en sus loables empresas ,
ya pulimentando sus trabajos , ya elaborando una
infinidad de materiales á proposito para el consumo
de sastrería . Desde aquel mismo tiempo comenzó
este arte á caminar á pasos gigantescos hácia su cul-
tura y perfeccion. Desde aquel mismo tiempo re-
pito , adornados los hombres de muchas mas ideas ,
y provistos de la práctica de los siglos que habian
transcurrido , dieron otros tantos pasos de adelanta-
miento , cultivándola sucesivamente hasta elevarla
al grado de esplendor en que al presente la vemos.
Los que se dedicaron al principio á este egerci-
cio mugeril , desnudos de toda nocion y conocimien-
to , limitaron mucho sus esfuerzos , y por consi-
guiente fué muy poco lo que adelantaron sus tareas.
Mas sin embargo , desde que la moda hizo su en-
trada triunfal , y fué conocida de los elegantes ,
no veinos mas que disputarse á porfía la primacia y
galardon debido al que á mas alta cima le haya lle-
vado .
En los tiempos anteriores todo fué ignorancia ;
en los mas prócsimos á nosotros desidia, poca fuerza
y desaliento ; y en el presente que la ilustracion se
va difundiendo por todas partes , y que á pesar de
ciertos obstáculos que pugnan á contenerla , vemos
sin embargo de esto , que se descuella por enci-
ma de todos ellos ; y el arte de sastrería va encami-
nándose á una altura tal que creo ha depurado , si-
no todos los inconvenientes al ménos la mayor par-
( 7 )
te. Es muy cierto , que ya los hombres no son ruti-
narios como lo fueron en los pasados tiempos ; sino
que , fijando reglas sólidas y permanentes han sabi-
do salvar la barrera que antes les contenia en un es-
trecho y limitado círculo .
En cuanto á mí , confieso ingenuamente que á
los primeros pasos de mi carrera sastral me acome-
tieron mil y mil dificultades , que me impidieron el
poderme perfeccionar tan pronto como hubiera que-
rido en el arte de sastrería , cuyo arte habia abraza-
do con muchísimo gusto . Estos obstáculos emana-
ban de aquel principio que todos sabemos , el cual
era Y es el no tener obras elementales de este ramo
para ilustrar el entendimiento . A muchos les he
oido declamar contra este propio principio , y los
mismos que han tenido como yo que sacrificar el
precioso tiempo de los primeros años con mil repe-
tidas investigaciones y cansados esperimentos , pa-
ra ver si encontraban un puerto donde salvarse de
los muchos escollos que á cada paso se presentaban.
Yo mismo me he quejado como ellos de la falta de
obras elementales , tantas y tantas veces que no se-
ria fácil enumerar ; pues si las hubiese habido nos
hubiéramos librado de una infinidad de inconve-
nientes que obstaban el paso por todas partes . Mas
yo , impelido de aquella mácsima inconcusa : «< em-
pieza tú , aun que débil , y seguirán los mas » á pe-
sar de no reunir aquel fondo de conocimientos tan
necesarios en este caso , emprendí , despues de al-
gunos maduros y detenidos ecsámenes , el proyec-
to de formar este pequeño tratado, que tengo el ho-
( 8 )
nor de presentar al público , el cual lo considero
tan útil como necesario por ser el primero que se
publica en español . Digo esto , porque tengo en-
tendido que ya se ha dado uno á luz en lengua fran-
cesa ; mas ese , segun dicen , carece de orden y cla-
ridad , faltas á mi ver , muy capitales . Para mí se-
rá de suma complacencia , el que este trabajo lle-
gue á ser útil á mis semejantes.
Cuando tenia ya formado el plan de esta obra ,
se me dijo que en España ecsistia un tratado com-
pleto de geometría aplicable al arte de sastrería.
Hice cuanto me fué permitido para podérmelo pro-
porcionar , no perdonando paso ni diligencia algu-
na , á fin de lograr el objeto deseado . Pero viendo
que no parecia tal hallazgo , emprendí la obra que
ántes habia trazado , ofreciéndoseme á los primeros
pasos un cúmulo de dificultades , que nacian de la
falta de sendero y camino que seguir . Varias fue-
ron las ocasiones que intenté desistir de mi empresa
y dejar el campo á otro mas esforzado , que , lleno
de mas conocimientos , en la materia, pudiera pro-
fundizarla mas estensamente . Por lo tanto , ' ocur-
riéndoseme la duda , de que tal vez si yo cedia el
campo privaria á mis co- artistas de poseer un tra-
tadito , á mi parecer , de suma utilidad , no obstan-
te de ser incompleto ; porque , á la verdad , no es
tan fácil dar la última mano á una obrita en la que
no se ha tenido guia ni norte que seguir ; pero con
ésta se tendrá la esperanza de conseguir otra con el
tiempo , que abrace con mas estension todas sus
partes, y sea por lo mismo mas completa y acabada.
(9 )
Sumamente persuadido de lo que acabo de espo-
ner , apliqué todo mi conato ora en presentar las
esplicaciones , lo mas claro posible , ora en poner
todo mi esmero para hacerme mas inteligible ; apar-
tándome algunas ocasiones , de los términos técni-
cos de la geometría , por estar intimamente conven-
cido de lo importante que es las mas de las veces
sacrificar la precision á la claridad .
El plan que he seguido creo es el mejor que se
podia buscar , pues á mas de haber empezado por
esplicar ó dar una idea de los signos geométricos mas
precisos , capaz de hacer comprender á cualquiera
el fondo de esta obrita , he tenido especial cuidado
en detallar el trazo de la casaca con toda prolijidad ,
por ser esta la pieza de sastrería que demanda mas
estension ; pero con una latitud tal que abraza to-
das las partes que pueden presentar alguna dificul-
tad , quedando de esta manera el campo perfecta-
mente esplanado .
En la formacion del trazo de la levita no me he
estendido tanto , por conocer que en la casaca iba ya
bien detallada la parte mas esencial y precisa ; pues
tan solo me he detenido en demostrar claro y pal-
pablemente la configuracion de la faldilla por ser
ésta una de las tantas partes que requieren mas co-
nocimientos sastrales de los que presumen algunos .
Yo creo haber llenado la parte mas principal de es-
ta pieza .
He esplicado con alguna estension el pantalon
ajustado de la rodilla , el cual presento por modelo
por ser de suma necesidad una estensiva esplica-
( 10 )
cion . De los demás pantalones he manifestado so-
lamente lo mas esencial , habiéndome estendido al-
go mas donde me ha parecido era sobremanera im-
portante. De los pantalones he pasado á otras pie-
zas , que se verán en sus respectivas láminas , á las
que he dado todo el órden que me ha sido permiti-
do , habiendo dedicado todo mi conato y miramien-
to en la esplicacion de la capa , por ser una pieza
que no todos conocen el modo de trazarla matemá-
'ticamente , ni aun la mayor parte de aquellos que
se precian de saberla trazar. Así que , creyendo era
de mi deber ser mas lato en este punto , he prodi-
gado cuanto ha estado de mi parte , á fin de alcan-
zar el objeto que me propuse ; y creo lo he logrado
por la claridad que se observa en toda la esplicacion .
Por otra parte , aunque de pronto se ponga al-
gun reparo en adoptar y seguir estrictamente las
reglas que en este método he fijado , no por esto
desconfio que con el tiempo , y esto sin el trascur-
so de muchos años , de ver adoptar estas teorías
prácticas , no obstante de ofrecer la práctica resul-
tados que no es tan fácil puedan resolver las teorías
mas bien conbinadas ; mas este obstáculo será ven-
cido á los primeros pasos que los artesanos den há-
cia el conocimiento de la geometría ; porque entón-
ces , adornados de todas aquellas nociones tan ne-
cesarias para poder gustar la sustancia y profundi-
zar lo mas principal é importante de lo que este tra-
tado en sí mismo encierra , verémos apresurarse ,
sin dilacion alguna , á esos mismos hombres que
ántes parecian desdeñarlo . Así pues , no he perdo-
( 44 )
nado medio alguno para presentarlo mas inteligible
y fácil á la comprension de todo conocimiento por
limitado que sea.
En suma , otras muchas piezas podia haber espli-
cado en esta obrita ; pero como mi ánimo no fué dar
un método completo y acabado , por ser de sí cosa
muy y muy espinosa , me he contentado con pre-
sentarlo cual él es en sí , falta de aliño y de aquellas
gracias , hijas de los profundos conocedores del ar-
te , pues solo es dado á los eminentes ingenios el
instruir y deleitar á un mismo tiempo .
Yo bien conozco , que el fondo de esta obrita no
puede llenar un vacío tan grande ; pero entre tanto
suplirá la parte mas comun y usual , hasta que otro
en quien concurran luces y conocimientos superio-
res á los mios , presente otra que toque en todas
sus partes con mejor tino y felicidad que yo he de-
sempeñado la mia.

NOTICIA

DEL ORIGEN Y PROGRESO DEL VESTIDO .

Los primeros hombres , desnudos de cuerpo y de


toda nocion , semejantes á los animales , sin espe-
riencia de lo pasado , y sin ninguna prevision del
porvenir , iban errantes por los bosques y selvas ,
( 12 )
guiados solamente por las afecciones al mejoramien
to de su presente situacion . El frio y las injurias
del tiempo les hizo volver bien pronto la vista so-
bre sí mismos , y buscar un abrigo á su suma des-
nudez , echando mano de mil recursos que la mis-
ma naturaleza les proporcionaba . Las pieles de los
animales , las ojas y cortezas de los árboles fueron
las primeras materias con que cubrieron sus desdi-
chados cuerpos. Apénas habian transcurrido algu-
nas edades cuando conocieron era necesario conbi-
nar tan preciosos objetos ; y forzando su raciocinio
se lisonjearon de haber hallado un modo fácil y sen-
cillo de unirlos y ajustarlos mas proporcionadamen-
te á sus cuerpos. Mas no contentos aun con esa
multitud de descubrimientos , trataron de dar á sus
vestidos una forma mas sólida y elegante con esa
variedad de recursos que la pródiga naturaleza les
ponia á las manos , logrando á muy poca costa su
intento . Para este objeto se valieron de los intesti-
nos de los puercos marinos y otros pescados , que ,
despues de haberlos secado al aire y al sol los cor-
taban á tiritas sumamente delgadas , usando al mis-
mo tiempo de los nervios de otros animales y una
infinidad de producciones de los vegetales , que ,
enebrándolas con los huesos agujereados y pnntea-
gudos , con espinas de peseado y otros útiles , que
por acá y acullá hallaban sobre la superficie de la
tierra , llegaron , por fin , á dar mejor forma y fi-
gura á sus ropages .
Tan pronto como el género humano descubrió el
modo de forjar el hierro y de fundir los metales
( 13 )
( a ) , fabricar las agujas ( b ) , los hilados ( c ) , el
paño y varios otros útiles y herramientas , no estu-
vo muy distante el nacimiento de las túnicas ( d ) .
Los Reyes griegos ni usaron la coraza , ni el cas-
CO ni la clámide ( e ) , sinó una túnica mas larga

( a ) El descubrimiento de forjar los metales , segun los escritos


antiguos, debe su orígen al incendio de unos bosques sobre terrenos
abundantes de minas. La sagrada Escritura hace remontar el cono-
cimiento de los metales á Tubal-Cain , hijo de Lamech , el cual
trabajó el hierro y el cobre por los años de 3100 ántes de Jesucris-
to. Los egipcios atribuyen el honor de este descubrimiento á su pri-
mer Soberano. Y por último los escritos de Moisés y de Homero
bastan para demostrar que este arte era conocido de los antiguos ,
y que estaba ya algo perfeccionado.
(b) En ninguna coleccion de antigüedades se ven agujas de co-
ser, á pesar de que algunos autores griegos y romanos hacen es-
presa mencion en varios lugares de sus antigüedades de labores y
bordados hechos con aguja. El Asia , v particularmente Babilonia
eran célebres por sus bordados , segun lo atestigua Plinio ; y se de-
ja vislumbrar, que si estas agujas eran de acero como son las nues-
tras el moho las habrá del todo destruido.
( c) El origen del arte de hilar es de una antigüedad prodigio-
sa. Las tradiciones judias atribuyen la invencion del hilo á Noema,
muger ó hermana de Noé : los egipcios á Isis : los chinos á la Em-
peratriz esposa de Yao : los lidios á Aracne : los griegos á Miner-
va los peruvianos á Mamma-Oella , muger de Manco-Capac su
primer soberano etc.... En una palabra , lo digno de notarse es ,
que todas estas tradiciones convienen en reconocer á las mugeres
como inventoras del arte de hilar.
(d ) La túnica era una especie de vestido interior , que usaban
antiguamente casi todas las naciones . Segun tradicion fueron los fe-
nicios los inventores.
( e ) Esta voz es griega , v significa cota de armas , llamada por
los latinos paludamentum. Este vestido era , segun el testimonio de
Estrabon , de figura ovalada , y eran los militares los que se servian
particularmente de él . A mas de ésta habia otras varias clámides ,
( 14 )
que las de los otros griegos , con un manto ( f) ,
mucho mas ancho que la clámide . Las mugeres de
aquel tiempo aseguraban sus túnicas sobre las es-
paldas con estrema elegancia y graciosidad ; pero
no fué de gran duracion esa vestimenta en Atenas .
En la misma época estaban tambien en boga dife-
rentes túnicas : la túnica dórica se abrochaba á la
espalda con botones , y era bordada ricamente de
abajo , á manera de la undulacion del mar. La tú-
nica era el trage mas antiguo entre los griegos , la
cual no llevaba mangas , diferenciándose de esta
manera de la túnica jónica que las tenia .
Los romanos llevaban debajo de todo una túnica
de lana blanca mas corta que la demas ropa , la que
solia llegarles cerca de media pierna . Al principio
la usaron sin mangas , ( seguramente por que la con-
sideraban embarazosa ) ; mas sin embargo , se usa-
ron despues con ellas , y pasó á ser este trage pro-
pio de los hombres y mugeres .
A mas de estos trages hubo otros muchos , y de
una elegancia y gusto delicado , como el pallium ,
la palla , el peplus , la toga , la estola , la trabea ,

ya las que se solian adornar á algunas divinidades , ya las que usa-


ban las mugeres y los hombres , y otras mas que solo eran peculia-
res de los emperadores y patricios.
(f) Segun algunos autores el uso de los mantos se introdujo en
Europa al tiempo de las cruzadas , que lo tomaron de los orienta-
les , y que su nombre , segun el dicho de algunos inteligentes , se
deriva de las voces árabes ó persas mandil ó mandel. Otros , no
obstante , creen que viene del antiguo griego , y varios otros epi-
nan que del griego de la edad media .
( 15 )
la pretesta , etc ..... Todas estas vestimentas fue-
ron , por consiguiente, el ornato y esplendor de los
magnates de aquellos tan célebres tiempos . Algu-
nos han creido que en aquellas épocas tan decanta-
das de grandeza y magnificencia no hubo modas y
variedad en los vestidos : las hubo ; y segun se deja
ver por los varios ropages que mas arriba he enu-
merado , se puede colegir muy bien que no fueron
escasos , sinó casi tan abundantes como nosotros en
estos últimos años . Parte de estas vestimentas fue-
ron esclusivamente de los principales personages
como dictadores , generales y sacerdotes ; pero tan
luego como se generalizaron entre griegos y roma
nos fué cuando se vió subir de punto el buen gusto
y la mas refinada elegancia en casi todas las clases
del pueblo ; y llegó , como era regular , al mas bri-
llante estado de su perfeccion .
No faltaron tampoco en aquellos remotos tiem-
pos elegantes como hoy nuestros lechuguinos y ga
lancetes , los que se distinguian en llevar el ceñi¬
dor ( g ) mas apretado . Por lo comun solian llevar
dos túnicas , y á veces hasta tres . La túnica esterior

(g) El uso de los ceñidores es antiquísimo . Los judios para tra-


bajar ó caminar se lo ponian para apretarse la túnica , que era su-
mamente ancha. Los griegos los tenian de diferentes colores : los
persas los usaban rojos ó encarnados . Los habia muy sencillos ,
bordados y llenos de piedras preciosas : las damas escondian en-
ellos los presentes ó regalos que recibian de sus amantes. Los orien-
tales se sirven de él todavía , siéndoles indispensable á causa de sus
vestidos talares ; y no hay mucho tiempo que nuestras mugeres lo
llevaban como uno de sus adornos , cuya moda parece ha vuelto á
renacer.
( 16 )
era nombrada solamente túnica ; la de debajo su-
bucula ; y la de las mugeres inducium . Esta era
una especie de camisa , que en su orígen fué de la-
na y despues de lino ; y el pueblo bajo y los habi-
tantes del campo no llevaron mas que una sola tú-
nica.
No cabe duda que queda un gran vacío que llenar
desde los tiempos mas apartados á los mas cercanos
á nosotros ; pero es por que en toda la edad média
apénas hubo la mas mínima alteracion en las cos-
tumbres . Mas con el nacimiento de las cruzadas vi-
nieron á introducirse el uso de las túnicas , que to-
maron de los sarracenos ; y en particular estuvieron
en gran moda unas llamadas saladinas , tal vez por
ser la invencion de Saladino .
En el siglo décimo-cuarto llegó al mas alto grado
la fantasía , la estravagancia y la ridiculez en el
vestir. Todos inventaban á porfía vestimentas y tra-
ges en estremo raros y estraños , á fin de hacerse
mas notables entre sus iguales . Las invenciones mas
estrambóticas y bufonescas parecian á la vista de las
personas sensatas las producciones mas peregrinas,
cuyas eran el encanto y embeleso de los elegantes ,
llegando esta manía á tal estremo , que se hizo la
pasion mas favorita de las altas gentes de aque-
Ilos tiempos y esa misma clase previlegiada ,
llena de mil recursos y mil medios , fué la que
Hevó á mas alta cima una infinidad de estravagan-
cias vestimentarias . Perdieron desde luego los ves-
tidos anchos y largos su ascendiente , y los ajus-
tados y cortos se sentaron sin ningun cumplido en
( 17 )
el lugar de los primeros ; pero tan rigorosamente
estremados que apénas podian con gran trabajo ha-
cer alguna actitud ; y como estaban facinados de
esas modas los principales elegantes , duraron por
lo mismo algunos años la manía y prurito de pare-
cer ridículos , por el mal gusto que habia cundido
entre las clases pudientes y acomodadas .
En el siglo decimo-quinto se presentaron los ri-
cachos con una especie de casacas ( h ) tan fuer-
temente atacadas al cuerpo que enseñaban todo
cuanto tenian con su tan pronunciada configu-
racion lo que era sobremanera indecente . No
así siguió esa manía la clase acomodada del pue-
blo , que , contentándose con un traje mas có-
modo y decoroso , mostró su mas delicado gusto en
adoptar una especie de jubon abierto por delante y
y abotonado al pecho con un cuello bajo y parado .
Los elegantes se dejaban caer con descuido un me-
chon de pelo sobre la frente que les cubria total-
mente las cejas , llevando al mismo tiempo otras
cosas por este mismo jaez . Se pasó casi toda esa cen-
turia sin ocurrir diferencia ni cambio en el vestido ;
pero apenas asomaron los primeros años del siglo
decimo-secsto cuando se hizo de rigurosa moda el
llevar una sobre vesta ancha y plegada , que llega-

( h ) Este nombre , segun la opinion de algunos , es del empera-


dor Caracalla , que estando en Lion de Francia dió á sus soldade s
esta especie de vestido militar , que consistia en una chaqueta de
paño comun con mangas de quitipon . Otros creen que viene del he '
breo casah , que significa cubrir ; pero el P. Sarramendi opina que
debe su orígen á la voz vascuence jasaquia que significa casaca,
2
( 18 )
ba hasta el muslo , y la que adornaba y favorecia
al cuerpo por ser sumamente airosa . El pantalon (i )
era ajustado de la cintura no muy largo , y si bas-
tante ancho de piernas , de manera , que á mediados
de ese mismo siglo desaparecieron las sobrevestas ,
y se compuso el vestido de una casaca ya modificada
y de un corte mucho mas caballeresco que la ante-
rior . Ahora los modernos la hemos trasformado con
el nombre de frac ( j ) . Este vestido no se puede ne-
gar que echó por tierra á todos los demas que nos
habian precedido ; y á la verdad que su figura es
grandemente magestuosa .
A principios del siglo decimo -séptimo la gente
del pueblo ya llevaban calzones - cortos , muy pa-
recidos á los que usamos nosotros al presente en los
dias de etiqueta ; siendo la parte superior del ves-
tido un jubon con faldetas de muchos y grandes

( i ) Esta parte del vestido del hombre usado por muchos pueblos
de la antigüedad con el nombre de calzones , como lo atestiguan
varios monumentos de aquellos tiempos , se cree que fué introduci-
do de nuevo por los venecianos , al paso que se ignora en que épo-
ca. Los primeros pantalones formaban una sola pieza con las medias,
á guisa de nuestros pantalones de pié ; ó mas bien con una especie
de calzado que usaban los venecianos llamado pantalon . Sin embar-
go de ser esta la etimología mas fundada , algunos aseguran que el
nombre pantalon deriva de la palabra veneciana pantaloni , que da-
ban á un cierto trage usado por los marineros en obsequio de san
Pantaleon. Otros fundan que tomó este nombre de un actor gracio-
so del teatro italiano denominado Pantalon , porque solia llevar una
clase de calzado llamado asi.
(j) Esta vestimenta de origen polaco , se introdujo en Francia á
principios del siglo décimo-octavo , y un poco despues ó mas tarde
se propagó entre nosotros.
( 19 )
plieges . Estos vestidos reinaron casi por espacio de
cien años sin esperimentar la mas mínima muta-
cion ; pero apénas hubieron entrado en el siglo dé-
cimo- octavo cuando se vió aparecer de tropel y su-
birse á su mas alto punto un suntuoso lujo y el mas
detestable mal gusto . Los hombres se cubrian de
cintas , de agujetas y de encajes ; pues llegó esa es-
travagancia á tal estremo que no se ponian pieza
que no estuviera guarnecida de arriba abajo ; de
modo , que mas bien se les podia tomar por figuras
fantásticas ó caricaturas , que no por personas sesu-
das . La gente bien- estante del pueblo , siempre
mas prudente y juiciosa en todas partes , conserva-
ba religiosamente las costumbres que seguian y
adoptaban las distinguidas clases de la sociedad . Es-
ta misma gente llevaba tambien un casacon y una
capa ( k ) del mismo color con una especie de cape-
ruza , que no les impedia llevar sombrero .
Hácia fines de ese mismo siglo fué cuando se hi-
cieron de moda los trages que nosotros llevamos
ahora , y los que no ha mucho tiempo fueron el
blanco de mil amargas críticas é injustas invectivas .
No transcurrieron muchos años sin que , con la lle-

( k ) Este nombre , lo mismo que el de capilla , capucho , cape-


ruza 9 se derivan del latin caput , cabeza ; porque antiguamente , ó
en su orígen significaba un manto ó capa armada con un capuz que
se ponia en la cabeza cuando llovia ó hacia mal tiempo . El uso de
estas capas se tomó de los monges benedictinos. La Iglesia usa ca-
pas de varios colores ; y antiguamente la encarnada ó roja era pro-
pia y esclusiva del Papa.

2.
( 20 )
gada del redingote ( 1 ) hoy levita , no diesen en
tierra mortalmente todas aquellas añejas vestimen-
tas juntamente con el ántes airoso jubon.
La forma y diversidad de costumbres en el gran
mundo han corrido parejas en la marcha de las gran-
des revoluciones políticas , y la civilizacion y es-
clarecimiento en casi todos los pueblos del univer-
so han seguido el mismo rumbo ; y á proporcion que
las leyes y costumbres se vayan simplificando , la
igualdad de vestidos entre los hombres cada dia se
irá hermanando mas y mas . Asi es que , aquella de-
sigualdad de vestidos que en tiempos anteriores se
notaba entre la clase privilegiada y la parte sana del
pueblo se ha venido á confundir en un estremo, que
es difícil conocer hoy dia , por no decir imposible
cual es el rico magnate ó el acomodado artesano .
Desde la revolucion francesa hasta la época ac-
tual las modas se han atropellado sucesivamente ;
pero no se puede negar que el modo brillante y en-
cantador con que se engalanan en la actualidad las
personas del gran tono , creo á mi corto entender
ha llegado á la cúspide de la perfeccion . Si echa-
mos una rápida ojeada sobre la infinidad de modas
que se han sucedido con el corto período de cua-
renta años , no podemos ménos que asombrarnos y
asombrar á todo aquel que sepa apreciar debidamen-

(1 ) Esta clase de vestido es de orígen inglés , el cual se introdu


jo en Francia á mediados del siglo décimo-octavo , y sucesivamen-
te en las demas naciones . El riding-coat , de cuyo nombre hicieron
los franceses el redingote , servia antiguamente para ir á caballo,
como indica su mismo nombre en inglés.
( 21 )
te el buen gusto y las gracias del vestir . Por tanto ,
es cosa de maravillarnos que en un tan corto espa-
cio de tiempo háyamos visto aparecer en el público
encantador de la elegancia vestimentaria , á tantos
petimetres y lechuguinos que han desempeñado su
papel con una maestria y perfeccion que pasma .
Ahora si refleesionamos un momento acerca de la
profusion de delicados trages que se han aglomera-
do en estos últimos dias si miramos la fina , bella
y sublime invencion de nuestro escelente gusto , no
tenemos que dar otro paso , sino recordar algunas
piezas para probar hasta lo sumo la diferencia de és-
tos en inventar , á la continuada y monotona rutina
de aquellos en no querer adelantar nada : sacaremos
en conclusion que los modernos llevan muchas ven-
tajas á los antiguos . ¿ Qué diremos de aquellos ele-
gantes redingotes à la inglesa , de aquellos tan bien
cortados carriks ( 1 ) á la francesa , y de aquellas ,
en suma , magestuosas capas á la española ? Si tan-
ta belleza , gracia y primor de estos tiempos , no
bastan á persuadir á cualquiera de la superioridad
de nuestro gusto é invencion , lo dejaremos para la
posteridad , que nos hará real y verdadera justicia.
Despues de lo manifestado , poco me queda que
decir ; mas no quiero pasar en silencio muchas otras
lindezas de nuestra parte del vestido . Hablaré sola-

(1) Esta clase de capote con muchas esclavinas es de origen in-


glés ; pero con su translacion á Francia ganó mas de un ciento por
ciento , con el pulimento y última mano que le dieron los franceses.
Aseguran algunos autores que se debe su invencion á los elegantes
de Londres.
( 22 )
mente de aquellos hermosos pantalones de punto
ajustados á la pierna , de aquellos pantalones de
pliegues ó á la inglesa , de aquellos desmesurados
mamelucos , á manera de sayas , y por último , de
aquellos pantalones á lo Waterloo , y paso por alto
los de combatiente y otros que seria largo enumerar.
De los chalecos ¡ qué profusion....! y todos de
una hechura la mas peregrina y delicada. Los á
chal , los de cuello vuelto , y los tan lindos como
arrogantes asolapados ; dejando sumergidos en el
mas profundo abismo una baraunda de ellos por pa-
recerme intempestivo este lugar .
De los uniformes ó vestuarios de militar , ¿ qué
diré que no sea escaso ? pues es tanta la escelencia
y variedad de uniformes en estos últimos dias , que
creo no se pueden parangonar con los de ninguna
otra época ; asi tengo por mas acertado el enmude-
cer que no deslumbrar con mis escasas y limitadas
fuerzas el relevante mérito de un tan rico como
brillante vestido . Todo elogio seria corto y mezqui-
no , y aun poco digna de su tan bien merecida acep-
tacion . Creo que con este pequeño bosquejo babré
demostrado á la vista de todo buen conocedor , lo
grande y maravilloso del vestido de nuestro tiem-
po , digo en verdad de los mas fuertes encomios.
Despues de haber discurrido largo rato haciendo
una sucinta reseña de los diferentes vestidos , que
en varias épocas se han usado , bueno será que con-
cluya este artículo , diciendo dos palabras para ma-
nifestar los progresos y diferencia de los maestros
sastres de ahora respecto á los de los tiempos ante-
( 23 )
riores . Los sastres que nos han precedido , bien sea
por sus escasas luces , ó bien por apocamiento y ti-
midez , nunca se les vió remontarse á una altura tal
que mereciesen el renombre de grandes y escelen-
tes maestros ; por que segun hemos visto , se con-
tentaron con el solo trabajo mecánico que su ejer-
cicio les ofrecia ; pues la mayor parte de ellos , por
no decir todos , despues de haber cortado su faena
y habilitado á los obreros que tenian bajo su direc-
cion , se les veia pegarse á la costura como otro
cualquier oficial . Esto era casi general en todas par.
tes; y yo lo atribuyo à la poca proteccion que las
artes é industria recibian del gobierno . Pero ahora,
gracias á nuestra escelsa heroina ya vemos las puer-
tas abiertas á los artesanos para aspirar á otros pues-
tos que la situacion , condicion y fortuna les pue-
de grangear. Asi que , ya no será estraño en ade-
lante ver á un sastre , á un mismo tiempo , merca-
der , comerciante y artista ; y verlo elevarse por su
saber é industria sobre las demas personas , tanto
de su clase como de las que en su orígen fueron de
mejor y mas alta alcurnia . ¡ Loor eterno á nuestra
inmortal CRISTINA que ha rasgado el velo á la crasa
ignorancia , que el fiero y bárbaro oscurantismo cu-
bria , habiendo abierto para siempre las puertas al
saber , cuyo magnánimo corazon acabará de coro-
nar con sus desvelos nuestro dichoso y feliz por-
venir !
Solo un paso falta que dar paraque los oficios ,
artes é industria tomen un vuelo el mas grandioso
y sorprendente ; y este paso lo veremos dado tan
( 24 )
pronto como nuestras instituciones se rectifiquen y
mejoren ; por que entónces , viendo abolidos los
gremios ( * ) y derogadas por consiguiente las leyes

(*) Esta llamada no lleva otro objeto que el de manifestar cla-


ro y palpablemente las ventajas que serán consiguientes á los labo-
riosos artesanos , y el fruto que les ha de reportar la abolicion to-
tal de las instituciones gremiales ; y como sé que todavía hay algu-
nos que pugnan para sostenerlas , y que tal vez zaherirán de muer-
tc esta esplícita manifestacion , no puedo menos que combatir se-
mejantes ideas , y en particular las de un célebre escritor de estos
últimos tiempos , que dice : « por via de estas corporaciones llega-
ron las artes al mas alto grado de esplendor » . Yo creo que ese se-
ñor escritor y todos los que piensan como él padecen una muy gran-
de equivocacion ; porque he bien palpado y visto por mis propios
ojos que no es asi. Que la felicidad de un pueblo y prosperidad de las
artes todas estriban en las sabias instituciones y la despreocupacion
de sus babitantes no lo dudo ; y que ese señor seria de mi sentir, si
ecsistiera entre nosotros , tambien lo creo ; pero que las corporacio-
nes gremiales sean y hayan sido la felicidad de algun pueblo no
puedo creerlo , ni lo creeré nunca ; porque todo lo que son trabas
no puede ser libertad . Esta es una verdad incontestable , y tan cla-
ra que da en los ojos ; porque asi como esta da ensanche al hombre
libre en sus operaciones , aquellas le sujetan con mil obstáculos y
restricciones .
Puedo afirmar por mi parte por lo que me han dicho sugetos de
toda veracidad que han recorrido algunos pueblos , y que en ellos ,
sin haber instituciones gremiales , han visto á muchísimos menestra-
les no acomodados , sino riquísimos . Digo yo ahora : ¿ Desde luego
no son necesarias dichas corporaciones para que puedan prosperar
los artesanos ? Pero sí , la forma de gobieruo , á fin de que el hon-
rado artista pueda vivir en un sosiego imperturbable , y hacer su
negocio bajo la proteccion de sabias leyes y un gobierno paternal.
Si el Gobierno protege y ampara al laborioso ciudadano , claro está
que le veremos prosperar y trabajar con ardor ; y como no ignora
que es apreciado de todas las demás clases del estado , redobla por
lo mismo ese loable ardor , y llega por fin á colocarse sobre una al-
tura en su misma clase , que nada le falta , pero tampoco ambiciona
( 25 )
que forzosamente obligan á recibirse para ejercer
como maestros un arte ú oficio que harto nos ha
costado aprender en nuestros primeros años , es
bien claro y evidente que la industria se desarrolla-
rá á lo infinito ; y que la suerte de las clases obre-
ras y menesterosas se mejorarán sobremanera. Des-
de este momento les veremos comer bien , acomo-
darse mejor , y vestirse con mas decencia. No se
puede negar que el estado de sastre se ha esclareci-
do mas que medianamente ; y á proporcion que sus
facultades vayan desenvolviéndose , sus fortunas
irán en aumento , y su perfeccion llegará al punto
mas alto de su cultura. ¡ Plegue al Cielo , que esto
se vea bien pronto realizado !

DE LAS LINEAS GEOMÉTRICAS.

Como el trazo de sastrería no es mas que un con-


junto de varias líneas, se hace indispensable el cono-

nada ; siendo su principal contento el de vivir de lo que sus sudo-


res y fatigas le han proporcionado honradamente.
Véase , en prueba de este aserto , de la prosperidad que disfru-
tan los artesanos en todos los paises libres , como Francia , Ingla-
terra y Estados-Unidos del Norte de América , sin salir del círculo
de su propia esfera. ¿ Serán acaso las instituciones gremiales ó la
forma de gobierno las que producen tamaños beneficios ? Ya está
visto : las instituciones y forma de gobierno son las principales ba-
ses de la prosperidad de un pueblo ; porque siempre hemos visto
que sin libertad no hay garantías , sin garantías no hay seguridad,
y sin seguridad ningun ciudadano puede prosperar. He aqui las
principales fuentes de prosperidad en todos los estados y condicio-
( 26 )
cimiento de ellas, y su descripcion geométrica. Ade-
más , como considero que sin este prévio conoci-
miento no seria fácil que todos entendiesen la nu-
menclatura de esta obrita , por lo mismo hallo por
muy conveniente dar una idea clara y sucinta de
los principales signos que digan mas relacion al ar-
te de sastrería ; pero sin traspasar los límites de lo
que me he propuesto . § Por línea se entiende geo-
métricamente la señal que deja marcada el yeso ó
lapiz discurriendo en cualquier direccion . La lí-
nea puede ser recta , curva y mista . Es recta , cuan-
do todos sus puntos están en una misma direccion
(fig. 1a ) : curva , cuando da algun rodeo , ó no
tiene sus puntos en una misma direccion ( fig. 2a )
y es mista , la que en parte es recta y en parte cur-
va ( fig. 3a ) . La línea recta puede ser tambien ver-
tical , horizontal ú oblícua . Se llama vertical la que
cae de arriba abajo , sin inclinarse mas á un lado
que á otro " como una plomada ( fig . 4ª ) : horizon-
tal la que va de izquierda á derecha , sin subir mas
de un lado que de otro (fig. 5ª ) ; y oblicua es la que
cae de arriba abajo con igual inclinacion (fig. 6 ) .
Respecto de la posicion de unas líneas con otras
pueden estas ser perpendiculares ó paralelas . Se lla-
ma perpendicular la línea que cae sobre otra, sin in-
clinarse mas á un lado que á otro (fig. 7ª); y son pa-

nes de una nacion. Nada mas me resta que decir ; solo sí , que pa
ra ventilar en forma este punto seria menester escribir un estenso ar-
tículo , pero creo que con lo que dejo espuesto habrá lo suficiente
para penetrarse cualquiera de la fuerza de mi argumento .
( 27 )
ralelas las que guardan entre sí la misma distancia
en todos sus puntos ( fig. 8ª ) . El punto en que se
encuentran dos líneas , tal como el punto (fig. 7a )
se llama punto de interseccion.
Las curvas son de mucha utilidad en los tra-
zos sastrales , usándolas ya mas pronunciadas , ya
ménos pero siempre con provecho del artista que
las sabe emplear á su debido tiempo.
Angulo es la abertura de dos líneas que concur-
ren ó se juntan en un punto que se llama vértice.
Los ángulos se miden haciendo centro en el vérti-
ce , y descubriendo un círculo para saber cuantos
grados de él abrazan los lados del ángulo .
Para evitar la prolija operacion de dividir la cir-
cunferencia en las tres cientas sesenta partes cada
yez que haya que medir un ángulo , se usa de un
instrumento que se llama semicírculo graduado
( fig. 14 ) , en el cual está hecha ecsactamente la
division.
Para medir los ángulos por medio de este instru-
mento , se pone el centro de él en el vértice del án-
gulo , se hace que coincida uno de sus lados con el
diámetro del semicírculo , y el otro lado señala en
él el número de grados que tiene el ángulo .
Si el ángulo tiene noventa grados , se llama rec-
to ( fig. 9ª ) : si ménos, agudo ( fig . 10 ) ; y si pasa
de los noventa grados , obtuso ( fig. 11 ) .
De todos los cuadriláteros que mas juegan en el
arte de sastrería son los rectángulos y cuadrados ,
llamados tambien paralelogramos.
El rectángulo tiene cuatro ángulos rectos , y dos
( 28 )
lados mayores que los otros dos ( fig. 12 ) ; y et
cuadrado tiene cuatro ángulos rectos y sus cuatro
lados iguales ( fig. 13 ) .
Creo no será incongruente esta sucinta esplica-
cion de los signos geométricos , que mas relacion
tienen respecto al trazo de sastrería ; pues me pare-
ce que con estas pequeñas nociones les quedará es-
planada la inteligencia en esta parte.

CAPITULO I.
De los útiles de sastrería respecto al maestro,

- una escuadra que tenga por la parte


Primero-
superior tres cuartas de vara , y por la inferior dos
y media. Este instrumento es de suma utilidad ,
puesto que con él se arregla la cabeza del género
perfectamente á escuadra , ántes de empezar el tra-
zo. Se hará dicho instrumento de una madera livia-
na , á fin de que sea mas manejable .
Segundo - una regla de cuarenta pulgadas de
largo y dos de ancho , la cual deberá estar nume-
rada y arreglada con sus correspondientes pulgadas ,
medias pulgadas y líneas . ( Véase la lámina 2ª fig.
1ª y 2ª ) . Ordenada pues , de esta manera se ahor-
rará el artista el trabajo de echar mano de la medida
numérica al tiempo de trazar , y es muy y muy pro-
bable que los trazos salgan aun mas ecsactos.
Tercero una medida numérica , tambien arre-
glada á pulgadas medias pulgadas y líneas como la
regla que dejo indicada mas arriba, de la cual solo
se hará uso para tomar medidas a los parroquianos ;
( 29 )
mas no para cortar , que ya para ese efecto se ten-
drá la regla mencionada.
Cuarto dos tigeras , unas grandes y otras re-
gulares , á fin de disfrutar de toda la comodidad po-
sible.
Quinto un librito impreso que tenga en todas
sus páginas todas aquellas medidas que se conside-
ren mas usuales y necesarias ; pues de esta manera
se librará el profesor de sastrería el escribir tanto ,
que no dejaria de serle bien molesto.
Sexto - tambien deberian tener un compás y un
semicírculo graduado ; pero la esperiencia me ha
acreditado que uno se puede pasar muy bien sin
ambas cosas , sin que por esto deje el artista de cor-
tar con toda aquella exactitud posible , huyendo de
este modo de una série de operaciones á la verdad
bien molestas.

CAPITULO II .
Esplicacion de la medila en general.

No ha mucho tiempo que los sastres se servian


para tomar la medida de una tira de papel ó cinta de
hiladilla , y aun en la actualidad son bastantes los
que se valen de ellas , siendo su norte tan solo unas
pequeñas señales ó piquetitos que cada cual da á su
manera , con tal que sean inteligibles á su compren-
sion . Mas al presente , que los artesanos piensan y
reflecsionan mejor sobre el mecanismo de sus ope-
raciones , no será estraño ver que todos sus esfuer-
zos se encaminan mas y mas al adelantamiento Y
( 30 )
simplificacion de las artes : lo que es muy confor-
me con la ilustracion del siglo . Parece , pues , que
ya van sustituyendo á esas tiras ó cintas de hiladi-
lla , unas cintas numéricas , pero no conformes en
sus numeraciones ( 1 ) .
No han sido vanas tampoco mis varias investiga-
ciones y continuos esperimentos para modificar la
medida ; pues he hallado un modo fácil y sencillo
de simplificarla por encontrarse consignadas algu-
nas de ellas en la division y subdivision del ancho
del pecho , como punto principal y mas importante.
Varios han sido los métodos para determinar las
proporciones de los cuerpos humanos : los mas an-
tiguos y mas comunmente seguidos y empleados
por distintos artistas son los de dar al cuerpo del
hombre ocho veces mas del largo de su cabeza . Es-
ta division tan solo es aplicable á un individuo per-
fectamente proporcionado , pero es cosa muy rara
ó dificil de hallarlo.

1ª. Desde el nacimiento del cabello hasta la barba.


2ª . De la barba al pecho.
3. Del pecho al ombligo .
4ª. Desde el ombligo á las partes genitales .
5. Desde las partes genitales á medio muslo.
6ª . Desde medio muslo á la rodilla.
7. Desde la rodilla hasta el pié de la pantor-
rilla.
8a. Y de ésta al talon.

(1 ) Seria de grande utilidad y provecho , á mi entender , el que


esas medidas guardasen uniformidad , y esta deberia ser la de pulga
( 31 )
Esta division que acabo de hacer es aplicable ,
como tengo dicho á una persona proporcionada en
todas sus partes . Lo que se encuentra muy amenu-
do es la aplicacion de siete cabezas ; pero en este
caso se transforman en faces ; y se ha observado
tambien á pesar de eso , que lo alto del cuerpo hu-
mano ha sido de diez , etc... Otras muchas aplica-
ciones se han hecho de esta clase , y mucho mas se
podria decir referente á estas divisiones , que va-
rios artistas hábiles y acreditados han manifestado
claro y evidentemente ; pero como considero que el
prolongar mas este artículo seria estenderme mas
de lo regular , por lo mismo omito otras pequeñe-
ces , que tengo por impertinentes.
ARTICULO I. 1
Modo simplificado de tomar la medida.

El principal objeto que debe ocupar al profesor


de sastrería , es el de fijar toda su atencion al tiem-
po de tomar la medida , porque la ecsactitud en to-
das sus partes es tan esencial y precisa , que faltan-
do en lo mas mínimo en cualesquiera de ellas será ›
lo bastante para que salga infructuoso el objeto que
se desea asi pues se deberá evitar siempre que nos
sea posible , el que se padezca el mas ligero error
al tiempo de apuntar la numeracion que haya re-
sultado.

das españolas , como la que tengo el honor de presentar en este pe-


queño tratado , que se veră en ( Lámina 2. fig. 2) , y creo se-
rá la mas á propósito para el objeto que me he propuesto.
( 32 )
Tampoco se perderá de vista la configuracion
( 2 ) del individuo al cual se le vá á tomar la medi-
da ; y una de las observaciones de mas importancia
que siempre deberá tener presente dicho profesor ,
será la de emplear todo su conato al tiempo de to-
mar el ancho del pecho , por emanar de él el acier-
to ó desacierto ( 3 ) .

(2 ) Si todos los hombres fuésemos ecsactamente iguales en for-


mas y actitudes á buen seguro que nunca saliese pieza imperfecta ;
pero como la esperiencia nos prueba lo contrario , de aqui los mu-
chos inconvenientes y dificultades que se presentan á cada momen-
to ; y solo con una práctica sumamente egercitada se podrán salvar
la mayor parte de ellos . Asi es , que hay ciertas imperfecciones en
la contextura de nuestros cuerpos , que , sin ser enormes , no dejan
de embarazar las mas de las veces , y muchas ocasiones los artistas
mas diestros y certeros pecan en estos inconvenientes , y por lo
mismo será sobremanera útil é importante el saberse evadir de ellos,
ó vencerlos.
(3 ) De mucha utilidad es , por no decir de gran provecho , el
poner toda la atencion en el acto de tomar este ancho , à fin de re-
parar si el individuo se dilata ó se comprime al instante de unir la
medida ; pues si este se dilatase como ha sucedido varias ocasiones
con otros y no lo notásemos , es muy probable , que para sacarle
una casaca ó levita bien cortada le sacaríamos una albarda , á pesar
de haber seguido estrictamente las reglas del arte : ó viceversa , si
se hubiese comprimido es muy verosímil que habia de quedar burla-
da nuestra confianza ; y en vez de cortar una pieza bien sacada en
todas sus partes , le cortaríamos un corsé irresistible por su mucha
estrechez. Yo , como esperimentado en esta parte, no puedo menos
de hacer estas indicaciones , que me prometo servirán de algo, pues
si las considerara inútiles las hubiera suprimido.
Ahora bien , para corroborar lo que llevo dicho contaré un pa-
sage célebre por la ocurrencia , y digno de saberse para no caer en
tan peligroso escollo. - « En un viage que dió un Londonés á
Nueva-York oyó hablar del mérito tan decantado de uno de los me-
jores sastres de esa ciudad : quiso probar su mérito y burlar su ha-
( 33 )
Sabido pues todo lo dicho no hará otra cosa el
maestro sastre , que preparar el libro de medidas ,
el cual tendrá todas las que sean necesarias , como
de casaca ó levita , pantalon etc.

PARA CASACA Ó LEVITA .


Pulgadas. Líneas .

No. 1°. Largo de la solapa .. 24 n


2º. Id. de la manga 29
3º. Id. del faldon ó faldilla .. 24
4°. Id. del talle . 19 "
5º . Ancho del pecho . • 20 »
6º. Id. de la cintura . 17 »

Listo ya el librito con su correspondiente lápiz ,

bilidad á la vez ; y ante todas cosas han de saber , que este caba-
llero tenia la rara y asombrosa particularidad de dilatarse , cuando
queria , hasta siete pulgadas mas de lo natural. Fué, por fin , al ta-
ller del tal sastre à mandarse hacer un frac ; mas el artista , fiado
con su grande habilidad , no puso toda aquella atencion que el ca-
so demanda de sí mismo , y por lo tanto no es estraño que el gran
maestro saliese chasqueado ; mas lo cierto es , que cuando fué por
el frac el lechuguino londonés se encontró con un solemne saco por
el esceso de las siete pulgadas de su espansion. Picado el señor sas-
tre de esta ocurrencia , se escusó con mucho disimulo y cortesanía ,
diciendo , <« que sin duda habia equivocado la medida , y que por lo
mismo pasaba á rectificarla para salvar todo inconveniente en caso
que lo hubiese ». Pero el londonés , firme en su propósito , se com-
primió seis pulgadas al tiempo que el diestro artista le rectificaba
las medidas , empero con tanta sutileza que el maestro tampoco dió
en el hito. Listo ya el astuto londonés se retiró muy ufano á su re-
trete sumamente gozoso de haber salido de la treta con tan buen
écsito , esperando solamente el momento de volver á casa del sas-
3
( 34 )
tomará el maestro la medida numérica por la cabe-
za y la colocará en la punta superior del hombro á
( Lám. 2ª fig. 4ª ) , y apoyándola con el dedo índi-
ce de la mano izquierda acompañará la medida con
la derecha hasta la cadera b , apuntando la numera-
cion que resultare en el [ número 1 ° ] , que es el que
le corresponde. La colocará en seguida en la punta
del hombro inferior c , y la correrá hasta el pulpe-
jo de la mano d , que es el punto de su direccion ,
asentando su numeraciou en el [ n° 2° ] . Se pasará á
tomar la del faldon , y para ello pondrá la cabeza de
la medida sobre la cadera j , y la acompañará hasta
el punto g , apuntando dicha numeracion en el
[ nº 3º ]. La aplicará inmediatamente al pié del cue-

tre. Llegó el día señalado , y el petrimetre se fué derechito á la sas-


trería ansioso ya de disfrutar de un instante para él el mas agrada-
ble y chulo . Se puso el frac por segunda vez , mas viéndose que no
podia menear brazo alguno, no pudo menos que esclamar : ¡ Válga-
me Dios , señor maestro ! ¿ Será posible que yo sea tan desgracia-
do , que con dos casacas que me ha cortado no me haya sacado una
buena ? Yo estoy pasmado con lo que acabo de ver , considerando
el nombre y fama de que goza V. en esta ciudad : no sé á que atri-
buirlo ; pero lo cierto y seguro es , que de dos que me ha cortado
no me ha servido ninguna . A lo que contestó el señor maestro cou
aire magistral : <« Caballero , si V. se ha pasmado yo estoy pasmadí-
simo , por haberme acaecido un incidente para mí tan sumamente
singular , que con los años que cuento en el ejercicio de este arte
nunca me habia sucedido cosa igual; y lo peor de todo es el no po-
der dar en el busilis de mi yerro ú obcecacion ». Entonces no pu-
diendo contener por mas tiempo el londonés la risa que le bailaba
en el cuerpo , soltó la carcajada , y le dijo asi :-- Yo se lo esplica-
ré en una palabra ; pero de aqui en adelante pare V. mas la aten
cion cuando esté tomando el ancho del pecho ; porque por mas
acierto que V. tenga, su obra siempre saldrá imperfecta ; pues si me
( 35 )
llo e , (fig. 3 ) y la correrá hasta el talle f , cuya
numeracion corresponde al [ n° 4° ] . Tomados ya to-
dos los largos , pasará á tomar los anchos del pecho
y cintura , empezando siempre por el primero , te-
niendo presente que de dichos anchos no se ha de
apuntar en el espresado librito mas que la mitad ,
de lo que haya dado la medida. Para tomar bien la
medida del pecho es preciso subirla todo lo que se
pueda por debajo de los sobacos , y se vendrá á
juntar en el punto h , como lugar de su apoyo ,
apuntando la numeracion en el [nº 5º]. Se hará igual
operacion para tomar la de la cintura , cuyo punto
de apoyo es el de la i , y se apuntará su numera-
cion en el [ n° 6° ]. Con esta simple operacion habre-
mos concluido de tomar todas las medidas que son
necesarias para cortar una casaca , ó levita , porque
estas medidas son las mismas para ambas piezas .

ARTICULO ш .
Del pantalon ajustado de la rodilla .

Pulgadas. Lineas.

No. 1º Largo del pantalon . 47 >>


2º Id. de entrepiernas . 35 >>
3° Ancho de la cintura. • . 17 >>
4º Id. de la rodilla. • 81 >>

hubiese notado en la primera vez lo mucho que me habia dilatado ,


no le hubiera sucedido lo que ha esperimentado conmigo , echando á
perder dos casacas que no sirven para maldita la cosa. El sastre se
persuadió de las razones del petrimetre , y tomándole de nuevo la
medida con todo el cuidado se salió airosamente con la suya! Loo
3.
( 36 )
4 Sentado como queda en la medida de la casaca
el paso preparatorio que es necesario para empezar
á tomar cualquier medida , paso á esplicar ésta . Se
aplicará la cabeza de la medida sobre la misma ca-
་ deral , y se llevará hasta el pié del tobillo n , que
es su punto de apoyo, asentando su numeracion en
el n° 1°] . Se colocará en seguida en las partes ge-
nitales m , y se acompañará hasta el punto , que
es el de su direccion , apuntando su numeracion en
el [ n° 2° ] . Tomados ya los largos , se procederá
desde luego á tomar los anchos de cintura y rodilla,
empezando por el primero.
Para tomar el ancho de cintura del pantalon no
se hará otra diligencia que la que se practicó con la
de la casaca , que es su punto de apoyo la i , apun-
tando igualmente su numeracion en el [n° 3° ]. Y
por último, se tomará la de la rodilla o , asentando
su numeracion tambien en el [ n° 4° ] , cuya opera-
cion habremos concluido felizmente.

ARTICULO III.
Id. del chaleco de cuello vuelto.
-
Pulgadas . Lineas .

No 1º Largo de la solapa ó del


chaleco. 20 n
2º Ancho de cintura. . 17 >>

cierto es que en seguida acertó ; y esto prueba que no fué por fal-
ta de habilidad , en no haber dado en la tecla , sino por su poca
atencion al tiempo de tomarle la medida . Sírvales á los señores sas-
( 37 )
La medida del largo del chaleco es igual á la del.
largo de la solapa de la casaca , que es de a á b , y
cuya numeracion se colocará en el [ nº 1º ] , que es
donde le corresponde . En seguida se pasará á to-
mar el ancho de la cintura , y para lo cual no se
perderá de vista que se ha de tomar del mismo mo-
do con que se tomó en la casaca , y la última que se
debe tomar para cortar un chaleco . Sin embargo se-
ría muy bueno el que se tomase el ancho del pecho
como se practica para poder cortar una casaca ; por-
que de esta manera se podría proceder en el trazo
ecsactamente como en la casaca ; pues la sisa que
es lo mas dificultoso que tiene un chaleco , se po-
dria trazar con todas las reglas del arte , y por con-
siguiente el resultado seria mas cierto ( 4).

CAPITULO III .
Del trazo en general.

No cabe duda , que si consideramos por un mo-


mento lo favorable que será á los sastres el que se
haya metodizado el trazo , y se hayan simplificado
tantas operaciones que no estrañaria , que muchos
de los que se consideran escelentes conocedores del

tres este cuento ó anécdota , si tal se le puede llamar , de norte en


lo sucesivo .
(4 ) Para cortar ecsactamente por el método que presento , es
menester seguir con todo rigor las reglas prescritas ; porque no to-
mando las medidas como llevo indicado , claro está que no lograrán
los fines que me he prometido , y por lo mismo no se deberán desa-
tender siempre que se desee sacar algun provecho de ellas.
( 38 )
arte , se asombran al ver lo mucho que se ha pro-
fundizado esta parte : mucho mas se adelantară , a
proporcion que se reiteren algunos ensayos que se
han practicado ya en estos últimos años , y que á
pesar de los muchos esfuerzos no se ha podido al-
canzar el fruto que se deseaba ; pero creo que no
estamos muy lejos de verlo realizado.
Pasmoso será para los que desde su principio
sastral no han tendido la vista mas allá del círculo
que sus antecesores les habian marcado , y que tal
vez habian creido no era dable el que se pudiesen
combinar un sin número de operaciones bajo cier-
tas reglas ya generales , ya particulares ; pero lo
mas cierto es , que esta empresa ya se ha realizado ,
y que en lo sucesivo se perfeccionará aun mas de
lo que al presente se puede imaginar.

ARTICULO I.
Del trazo de casaca.

Considerando el paño tendido y arreglada su ca-


beza perfectamente á escuadra , se tendrá el cuida-
do de que dicha cabeza quede al costado derecho ,
que es por donde se ha de empezar el trazo , no ol-
vidando tampoco que el doblez quede del lado del
profesor.
Lo primero que se trazará será el cuerpo del de-
lantero ( Lám. 3ª fig . 1 ) . Por consiguiente , su-
puesta la medida , por la cual se va á cortar , la de
veinte pulgadas españolas , se ha de entender que
es la mitad del ancho del pecho , como se podrá ver
( 39 )
en el lugar de la medida. ( Cap. 1° Art . 1° ) .

ARTICUO II.
Del cuerpo del delantero.

La primera operacion que hará el artista , para


proceder con acierto , será la de tirar una línea de
media pulgada de ancho mas abajo de la cabeza del
paño desde a á b , tirando otra inmediatamente á
diez pulgadas de distancia de esta paralela con la
primera desde c á d. Mas : una perpendicular des-
de el punto a á e , de diez pulgadas de estension
contando desde el doblez principal del paño , que ,
mirado dicho doblez como otra vertical quedará for-
mado un cuadrilátero ó cuadrado , que es el que se
Inecesita formar ántes de todo para pasar á hacer las
demas divisiones.
Tiradas ya estas líneas , se hará la division de es-
tas diez pulgadas en tres partes iguales : 1ª , 2ª , 3ª.
En el mismo lugar que está demarcada la tercera
parte , se describirá otra perpendicular desde e á f,
y demarcada ya esta segunda perpendicular , se
subdividirán las dos primeras partes en cuatro , de
esta manera : 4 , 4 , 4 , 4. Hecha , pues , esta sub-
division se describirá otra perpendicular desde g á
h , cogiendo la primera cuarta parte de dicha sub-
division. Tiradas todas estas perpendiculares como
tenemos , describiremos una paralela de dos y me-
dia pulgadas de elevacion del punto e dal de ij ,
que es la cuarta parte de las diez pulgadas ; y en to-
das las piezas , bien sean mas chiquitas , bien sean
( 40 )
mas grandes siempre es menester guardar esta pro-
porcion . Se describirá otra desde luego á cinco pul-
gadas de elevacion de la última hasta el punto Im ,
que son las dos y media primeras forman siete y me-
dia pulgadas , que son las tres cuartas partes de las
diez primitivas ; pues hasta aqui siempre se seguirá
el mismo órden , ya sea mayor , ya sea menor " CO-
mo tengo dicho.
Falta ahora subdividir la tercera parte en otras
tres partes tambien iguales con dos puntitos en
esta forma : • . y se demarcará una perpendicu-
lar sobre el punto mas prócsimo á la perpendicular
ef, y habremos concluido la delineacion principal .
Descritas ya todas estas líneas , empezaremos á
demarcar el trazo ; mas ante todas cosas tiraremos
dos líneas mas , una horizontal de náñ , la cual
constituirá el largo de la solapa hasta la partidura
que son veinte pulgadas , y contando con una pul-
gada mas que tiene la tirita del faldon o o (fig. 2 )
tendremos ecsactamente las veinte y una pulgadas
que encierra el largo total de la solapa. Ahora des-
cribiremos la otra línea , que es la vertical que va
de o án , cuya vertical es la que remata el cuadra-
do para demarcar en él el cuerpo del delantero .
Ahora bien supuesto todo lo dicho se describirá
una curva desde 1 á 2 , formando punto de apoyo
en la paralela 7 m. Inmediatamente se describirá
otra curva desde el 1 al 3 , apoyándose igualmente
en el otro estremo de la misma paralela 1 m , conti-
nuando desde el punto 2 á formar un círculo no cer-
rado Hamado sisa , el cual tomará la direccion há-
( 44 )
cia la perpendicular g h , hasta lamerla en su giro
viniendo á morir en el punto 4 , no subiendo ni
bajando un ápice de la paralela i j . De aquí conti-
nuaremos describiendo otra curva algo pronuncia-
da , rozando casi la orilla ó doblez del paño , yendo
á rematar en el 5 , no pasando tampoco de la per-
pendicular f, como punto céntrico de su apoyo .
Sígase describiendo otra curva desde el 5 al 6 , no
subiendo dicha curva en la parte mas pronunciada
de la horizontal nñ , continuando su direccion des-
de el 6 hasta el 7 , demarcando una curva no tan
pronunciada como esta última , y habremos finali-
zado el trazo del cuerpo del delantero.
NOTA. Estas reglas son invariables respecto
á las proporciones : lo único que varia es la forma
ó figura ; porque esta va con el gusto del dia. Estas
pequeñas modificaciones en el vestido originadas
por la moda , no dañan en nada la ecsactitud de es-
tas reglas , y creo que cualquiera que se persuada de
la fijeza de ellas dirá otro tanto. Lo mismo digo de
las otras partes del vestido , ya de las mangas , ya
del faldon etc. , pues esto se logra á muy poca cos-
ta , por ser de sí facilísimo .

ARTICULO III.
Del faldon.

Despues de haber trazado el cuerpo del delante-


ro se pasará á trazar el faldon , y sin otro cumpli-
miento se tirará una curvilinea desde a á b de diez
y siete pulgadas de prolongacion (Lám . 3ª fig . 2ª) ,
( 42 )
que son las mismas que tiene el ancho de cintura ;
y aplicando la regla inmediatamente á una pulgada
mas abajo de esta curvilinea se describirá una línea
desde el punto a á c y quedará trazada la tirita del
faldon oo , pero dejándole siempre para las costu-
ras . En seguida se demarcará una horizontal d , á
veinte y cuatro pulgadas de estension mas abajo de
b , formando dicha horizontal la parte inferior del
faldon . Acto continuo se aplicará la regla en direc-
ción directa de b yd , y tirando una línea de punto
á punto quedará marcado lo que llamamos pliegue
u u. Aun mas : á cinco pulgadas de prolongacion de
d , en su misma horizontal , se aplicará el estremo
de la regla en direccion de c , discurriendo una oblí-
cua e e , la cual terminará el trazo del faldon ; y sin
mas requisitos que los espresados se le dará la figu-
ra que se quiera .
ARTICULO
1. IV .
De la espalda.

Lo primero que se hará para trazar la espalda se-


rá la de tomar la regla y demarcar una oblícua de
diez y nueve pulgadas de estension desde e á f,
(fig. 3 ) que es la misma que corresponde al largo
del talle ; y sin mas precaucion que la indicada se
aplicará la escuadra en dicha oblicua , y se formará
el cuadrado de la parte superior de la espalda 9 ,
que será de dos y media pulgadas de ancho , cuyo
resultado es la cuarta parte de las diez pulgadas que
( 43 )
le corresponden á la mitad del ancho del pecho ( 5 );
es decir , de lo que se apunta en el libro .
Listos , pues , de esta primera operacion pasare-
mos á describir una curva no muy pronunciada des-
de g á h , y en este último punto se formará el en-
cuentro ó cuadrado de la espalda , de un poco mas
de una pulgada de anchor r , siguiéndose descri-
biendo otra curva un poco menos pronunciada ,
formando juego con la curva de la paleta del delan-
tero Aa , quedando de abertura una pulgada , des-
de el encuentro ó cuadrado r r hasta la punta de di-
cha paleta del delantero , á fin de que cierre mejor la
sisa por la parte de la espalda ( fig. 6ª ) .
Concluida esta operacion se demarcará la valona
de la predicha espalda Ee , cuya tiene igual largo
qne el faldon. Sobre la marcha se colocará el cuer-
po del delantero ( 6 ) á poca distancia de la línea
oblícua que señala el centro i , y con sola esta ope-
racion ya quedará la espalda formada . Pero si se de-
sea saber á punto fijo si la union de la espalda con
el delantero tiene las veinte pulgadas justas , que
estrictamente le corresponden ( fig. 6ª ) , no hará
otra diligencia el profesor , que la de tomar la regla

( 5 ) Siempre se da la cuarta parte de la mitad del ancho del pe-


cho á la cabeza de la espalda. Esta regla es constante , asi en los
cuerpos mayores como menores.
( 6 ) Cuando se hace esta operacion , que se llama comproba-
cion , ya se supone el cuerpo del delantero cortado , porque tan
pronto como queda trazado el faldon se empiezan á cortar ambas
cosas , y cortadas que estén , entonces sin etro reparo se pasará in-
mediatamente á comprobar.
( 44 )
numérica y aplicarla con cuidado desde i áj ; y en
hallando las veinte pulgadas puntualmente se podrá
cortar la espalda sin recelo alguno , puesto que la
comprobacion habrá demostrado la mas completa
ecsactitud (7 ).

ARTICULO V.
De la manga.

En el parage que se ha de trazar el sobre-manga


(fig.4a ) se delineará un cuadrilongo de treinta y
dos pulgadas de prolongacion y diez de anchura , en
cuyo espacio se demarcará dicho sobremanga. Lis-
tos , pues , del cuadrilongo empezaremos el trazo
de la manga describiendo inmediatamente una lí-
nea de arriba abajo , la que deberá dividir en dos
partes iguales dicho cuadrilongo . En seguida se ti-
rará una línea á dos pulgadas de distancia mas aba-
jo de la parte superior del cuadrilongo desde a á b,
tirando otra á tres pulgadas mas abajo de ésta últi-
ma paralela con la primera a b. Se describirá otra
sin detenerse , á igual distancia de la línea a b á la
línea dd , la cual indicará el lugar del codo e.
Corrientes ya de la delineacion de la manga pa-
saremos á señalar el largo de ella , que es el de
veinte y nueve pulgadas desde a á dd. Los anchos

(7) Es de precisa necesidad no siendo de paño la pieza que se


cortare el darle al tiempo de comprobar media pulgada mas de su
ecsacta medida , por lo que se embeben las costuras : solo el paño
no necesita de este requisito , y esto por su elasticidad.
( 45 )
de la manga se sacan del ancho del pecho ; es decir
de las diez pulgadas que es la mitad de lo que está
apuntado en el libro , cuyas corresponden á la em-
bocadura de la manga d d : dos terceras partes de
estas diez le tocan en la direccion del codo e , que
son seis pulgadas y seis líneas ; y un poquito mas
de la mitad en el boca manga d ( la de abajo ) , que
serán cinco y media pulgadas , y en queriendo que
la manga quede ajustada en la muñeca no se le da-
rán mas que cinco rigorosamente .
Determinados todos los anchos que se le han de
dar á la manga , solo faltará trazarla , y se hará del
modo siguiente : En el punto 1 , se describirá una
curva sumamente pronunciada , rozando en su giro
á la parte mas superior del cuadrilongo , viniendo
á morir al punto 2. Desde aquí se describirá otra
no tan pronunciada , que vaya á pasar por en me-
dio de las seis pulgadas y seis líneas 3 , siguiendo
su direccion hasta el punto 4 , que es el de su apo-
yo. De este punto al 5 , se seguirá describiendo
una línea que figure la boca de la baja-manga : des-
de el 5 al 6 , se proseguirá describiendo una curva
muy poco pronunciada ; y de este último hasta el
1 inclusive una totalmente recta . He aquí el sobre-
manga trazado.
ARTICULO VI.
Del sota-manga.

Considerando , pues , el sobre- manga cortado


se colocará dicho sobre-manga en el lugar mismo
( 46 )
de la (fig. 5 ) y despues de haber dado el sota man-
ga , por la parte de la sangría la figura igual al so-
bre , se tendrá el cuidado de dejarle algun ensanche
particularmente del codo para abajo . En seguida
de esto se demarcará una oblicua f f , desde el codo
al estremo superior de la manga , siendo la entrada
en esta parte la de dos pulgadas ( 8 ) : sin otro re-
quisito tendremos el sota manga trazado.
ARTICULO VII.
Del forro de faldon y solapa.

El forro de faldon ( fig. 7a ) y el de la solapa (fig .


8a ) , casi siempre salen con piezas, pues no es muy
comun poder lograr el que salgan sin ellas. Por tan-
to , no se deberá estrañar al ver ambas piezas llevar
añadiduras , puesto que es muy corriente llevarlas .

ARTICULO VIII.
De las vueltas y cuellos.
-

El sota-cuello no tiene un lugar tan fijo como los


demas partes de la casaca , ni las vueltas tampoco ;
mas sin embargo no dejan de tener su regular co-
locacion . Lo que acontece muy amenudo es , el que
no salgan de una pieza , y en particular el sobre-

( 8 ) Esta entrada se hace para que la embocadura de la manga


quede mas ajustada en el encuentro , y tenga mejor figura ; y á la ver-
dad , que el tiempo y la práctica asi me lo han acreditado . Supuesto
lo dicho , miro este requisito como cosa indispensable , por ser de sí
mismo punto tan esencial como importante.
( 47 )
cuello ; pero es menester tambien que sea mucha la
escasez para que las vueltas tengan de llevar añadi-
duras . En fin , siguiendo la colocacion que les he
dado tanto al sobre-cuello A, como á las vueltas E,
creo que será la mejor posicion que se les podia de-
signar .
NOTA. Siguiendo rigurosamente la colocacion
del trazo que presento , se sacará casi siempre la cà-
saca ó la pieza que se cortare con mas desahogo ; y
por miaja que el paño sea mas ancho de lo regular,
saldrán las partes secundarias hasta sin añadidura
alguna , tal es la ventajosa posicion que tiene el ór-
den de colocacion que presento en la ( Lám. 3ª ) .

CAPITULO . IV.
Del trazo de la levita.

Para proceder al trazo del cuerpo delantero no


hay mas que tener presente el de la casaca ( Lám. 3ª
fig. 1 ) , por ser éste igual en un todo á aquel : lo
mismo digo de la manga , la espalda , y todas las
demas partes accesorias , salvo la faldilla , la cual
demanda una esplicacion especial y precisa , la que
haré del modo mas claro y conciso que me sea per-
mitido.
ARTICULO 1.
De la faldilla.

Con tantas modificaciones se puede cortar la fal-


dilla cuantas quiera el artista ; por que ya puede ser
( 48 )
larga, ya corta, ya de poco vuelo , ya de mucho etc.
Pero tambien digo que nunca se deberá perder de
vista su plomo , por ser este un requisito de sí muy
importante , y que , separándose de él , se espon-
drá el profesor las mas de las veces el que su obje-
to salga burlado , á pesar de sus mas vivos esfuer-
zos . Para poderse evadir de semejante escollo , se
tendrá presente que el delantero , encarándolo con
la faldilla , vengan ambas piezas perfectamente á
plomo ; pues de esta manera la faldilla nunca col-
gará de delante , ni tampoco cerrará . Pasemos aho-
ra á la esplicacion ó modo con que se ha de trazar
dicha faldilla .
Considerando ya el paño tendido en forma , se
tomará la regla y se tirará una horizontal á veinte
y cuatro pulgadas de elevacion del estremo inferior
del paño f , que es la parte baja de la faldilla
( Lám. 4. fig. 1. ) , desde a á b , y demarcando
un punto c , á cinco pulgadas y media mas arriba
de la horizontal a b , se describirá una línea oblí-
cua desde el punto a á c , debiendo tener de esten-
sion un poco mas de diez y siete pulgadas , que es
el ancho de la cintura (9 ).
Listos pues , de todas estas operaciones se descri-
birá incontinenti una curva desde a á c , yendo á
lamer en su giro al punto d , como centro de su di-
reccion. Concluida ésta se tirará una vertical de

(9 ) Téngase presente que esta levita va cortada por la misma


medida que la de la casaca ; pues está arreglada á un cuerpo re-
gular y proporcionado.
( 49 )
a à f, para proceder sin detenerse un momento , á la
demarcacion y trazo del vuelo de la faldilla . Asi que
colocado el estremo de una cinta en el punto 4 , se
apoyará dicho estremo con el dedo pulgar de la ma-
no derecha , y asiendo el otro estremo con la iz-
quierda se acompañará hasta el 5 ; y desde este pun-
to sin pararse se discurrirá por la série de 0 " 0 ‫ و‬0,
o , o , hasta el punto g , que es el del vuelo de la
faldilla mas reducida , corriendo á un mismo tiem-
po gradualmente el estremo que se colocó en el
punto 4 , hácia el de e : en cuya operación habre-
mos descrito fácilmente el círculo de la primera
division de la faldilla .
Ahora bien si queremos que tenga mas vuelo
del que mas arriba he manifestado , no se hará otra
operacion , por la parte inferior de la faldilla , que
continuar el círculo de g hasta b ; y por la superior
del punto d al de h , por ser los puntos céntricos de
sus direcciones . Mas si queremos una faldilla de
un vuelo sobremanera estremado , continuaremos
discurriendo , por la parte inferior , el circulo que
habíamos dejado en b hasta el punto i ; y por la su-
perior desde dá j : en dichas direcciones se eu-
cuentran sus generales puntos de apoyo .
Supuesto todo lo dicho , y siguiendo estricta-
mente el camino que dejo indicado creo que las fal-
dillas saldrán con toda la perfeccion posible , por
haber observado en todas sus partes un órden mate-
mático.

4
( 50 )

CAPITULO . V ..
De las modificaciones que ha lugar al cuerpo del delantero.

Estará bien que diga ante todas cosas , y que por


lo mismo advertí , en el lugar de la medida , que
era de suma importancia en poner todo el cuidado
posible al tiempo de tomarla á todo individuo , por
bien formado que nos parezca al primer golpe de
vista , por nacer de esta observancia el alivio y pro-
vecho de poder remediar á muy poca costa los pe-
queños defectos que los mas de los sugetos te-
nemos .....
ARTICULO 1.
De las modificacioncs del delantero y espalda.

Teniendo presente lo que mas atrás dejo sentado ,


no se deberá perder de vista al tiempo de tomar me-
dida á cualquier persona , à la cual se le tenga de
cortar algun vestidò , si es ó no cargado de espal-
das ; si lo es se tendrá la precaucion , en el acto de
describir la curva , de entrarla un poco mas de lo
regular , remediando de esta manera una pequeña
imperfeccion, que tal vez contribuiria mucho á ma-
lograr el mejor resultado . Asi pues , siendo muy
cargado de espaldas se le entrará una buena pulga-
da en la parte inferior del costado del delantero
A ( Lám. 4ª . fig. 2ª . ) , bajando á proporcion la otra
curva que forma el encage de la cintura B. De es-
te modo se evitará el que las piezas que cortaren
( 54 )
dejen de pegarse ó de entellar perfectamente .
Por el contrario , si el individuo fuese sumamen-
te quebrado de cintura , se hará la operacion vice-
versa ; es decir , se le entrará un poco la punta de
la paleta del delantero C (fig . 3. ) , no olvidando
tampoco de hacer la misma operacion á la espalda
D (fig. 4. ) , entrándole toda aquella parte que le
corresponde , porque sin este requisito matemático
se frustraria lo mas importante de esta operacion .
Si daba la casualidad de tenérsele que cortar á un
sugeto de configuracion sumida , ó aplastada de
espalda , se tendrá el cuidado de hacer una peque-
ña entrada á la espalda , por la parte de la costura
del taco , ó centro E ( fig . 5ª . ) , por ser esta ope
racion de precisa necesidad . Por tanto , siguiendo
lo que dejo indicado á buen seguro que salga in-
fructuoso el objeto deseado.

CAPITULO VI.
Del modo de trazar una chaqueta .

El trazo de una chaqueta es casi igual al cuerpo


del delantero de una casaca , y por consiguiente se
seguirán estrictamente las reglas que dejé consigna →
das en la esplicacion concerniente á la ( Lám. 3ª .
fig. 1ª . ) ; pero hay una diferencia entre el cuerpo
de la casaca y el de la chaqueta , por cortarse ésta
en la parte inferior totalmente recta , y aquella al-
go arqueada. Supuesto esto , no resultando otra di-
ferencia que la indicada , esplicaré del modo con
que podrán evitar á punto fijo el que una chaqueta
4.
( 52 )
no cuelgue de delante , por ser esta falta una de las
mas condenables de todas cuantas encierra dicha
pieza. Bajo este principio diré en dos palabras lo
mas importante y necesario en órden á dicho punto .
ARTICULO I.
Del delantero de la chaqueta .

Para saber á ciencia cierta donde está el plomo


de una chaqueta se encontrará con esta facilidad.-
Se colocará el estremo de la regla en el mismo pun-
to que forma ángulo la perpendicular gh , ( Lám . 3a
fig. 1. ) con la curva superior del hombro , la cual
es la que abraza desde el 1 al 3. Fija ya la regla en
el ángulo ó vértice que llevo dicho , se pondrá en
direccion del 5 , que es el estremo inferior de atrás
del delantero , y llevando dicha regla ( teniéndola
apoyada en el vértice antedicho ) en direccion del
6 , que está en el otro estremo inferior , marcare-
mos igual distancia ; es decir , si la parte de atrás
marca veinte pulgadas , tambien deben hallarse en
la de delante ; porque siempre que en ambas partes
no haya una total igualdad no lograremos el que la
chaqueta salga enteramente redonda . Por tanto ,
teniendo presente lo arriba espuesto , concluiré di-
ciendo , que las demas partes son en un todo igua-
les á las de la casaca , y paso en silencio otras cosas
por mirarlas intempestivas , y tanto , porque en
otro lugar ya se ha dicho lo bastante relativo á es-
te particular .
1
( 53 )

CAPITULO VII .
Del uniforme en general.
T

No hay duda que para cortar un uniforme que


vaya bien y ajuste perfectamente al cuerpo , se ne-
cesita alguna práctica acompañada de ciertas nocio-
nes del arte ; y yo creo francamente poder demos-
trar lo facilísimo que será á cualquiera , despues de
haberse enterado de la poca diferencia que existe
entre el cuerpo del uniforme y el de la casaca ( Lám.
3. fig. 1. ) , por militar un mismo principio en ea-
si todas sus reglas . Mas sin embargo , se hace indis-
pensable penetrarse de algunas pequeñas modifica-
ciones que ocurren en la variacion , muy dignas de
saberse á la verdad.

ARTICULO I.
De! cuerpo del uniforme .

En primer lugar se tendrá presente , despues de


haber fijado todos los trazos de configuracion , que
la escotadura del cuello no venga mas alta de lo re-
gular , ni tampoco mas baja ; pues casi debe seguir
la misma direccion , á muy corta diferencia , de la
r)
curva que está descrita desde 1 á 2 ( Lám . 6ª . fig .
6ª. ). Una dificultad es la que se presenta á conti-
nuacion de lo referido , y es el dar á punto fijo , á
un uniforme de los que están en boga hoy dia , el
ancho correspondiente del pecho ; mas esto se po-
( 54 )
drá lograr , á mi modo de entender , muy facil-
mente.
Supongamos que el ancho de la medida del pecho
es el de veinte pulgadas , igual á la medida de la
casaca que he puesto por norma en este tratado ,
para poder cortar por él cualquier otra vestimenta
que diga relacion con el espresado modelo . Senta-
do todo lo dicho no haremos otra operacion que la
de encarar ó colocar la regla ( Lám. 6ª . fig. 6ª. >
en el vértice que forma la paralela i j con el círcu-
lo no cerrado que describe la sisa en direccion al
punto 2 , que es el del mismo nacimiento de la
muela ó solapita ; y en hallando desde el vértice ya
dicho al punto 2 , las diez pulgadas predichas, este
será el ancho que exactamente se le dará al pecho
en la parte superior , á fin de que ajuste y cierre
bien en el pescuezo . Paso , pues , á esplicar otro
no menos digno de ser observado .
(
ARTICULO N.
Del cuello.

Uno de los obstáculos mas grandes y embarazo-


sos que se presentan en el uniforme , es el que el
cuello venga tas- con -tas con la caja ó escotadura ;
y como he oido declamar tantas y tantas veces con-
tra este inconveniente , no puedo ménos que dar
una regla general , y es la siguiente : -- Sabido co-
mo tenemos que la mitad del ancho del pecho es el
de veinte pulgadas , claro está que el cuello del
uniforme deberá tener las mismas veinte pulgadas
( 55 )
de largo , pero escasas . Así , pues , si comproban-
do el cuello con la caja halláramos el cuello largo
y la caja corta , seria un hecho palpable que la es-
cotadura no tendria toda la estension que era me-
nester ; pero el profesor en este caso , teniendo un
punto fijo como he demostrado , podrá salvarse , á
muy poca costa , de no caer en semejante error ,
por saber de cierto si está ecsacto ó no ; y esto sin
que haya sido necesario un prévio empruebo . Digo
pues , que con lo que llevo referido considero este
punto suficientemente esplanado .
Ahora , hablando sobre la configuracion del uni-
forme , diré , como de paso , que en esta parte no
hay regla alguna , por ceñirse rigurosamente á la
moda reinante que hubiere , pues no queda mas
norte que seguir sino el capricho que la fantasia
hubiese inventado . En virtud de lo dicho no se ol-
vidará lo indicado , á fin de que fácil y distintamen-
te puedan coger el fruto ya sazonado , sin necesi-
dad de grandes esfuerzos . Réstame tan solo decir
que las demas vestimentas militares serán muy fá-
ciles de arreglar segun los preceptos que dejo con-
signados en este pequeño artículo.

CAPITULO VIII.
Del trazo de un pantalon ajustado de la rodilla.

Para comenzar el trazo del pantalon franca y de-


sembarazadamente ( Lám . 5ª.fig . 1ª . ) , se delinea-
rá un paralelogramo , cayo norte , para formarlo
con acierto , será atendiendo al ancho de la cintura
( 56 )
y largo del pantalon . Supuesto el ancho de la cin-
tura el de diez y siete pulgadas , y el largo el de
cuarenta y siete , describiremos desde luego , sin
obstáculo alguno , una vertical de cincuenta pulga-
das de prolongacion desde a á b , describiendo otra
sobre la marcha paralela con la primera á diez y sie-
te pulgadas de estension de la misma , desde c á d.
Inmediatamente se describirá otra línea de arriba
abajo , dividiendo el espacio que las dos líneas han
formado en dos partes iguales . Hecha ya esta opera-
cion se tirarán dos líneas mas ; es decir , una á ca-
da estremo la primera de a á e , y la segunda de
bád , y con esta simple demostracion tendremos
ya demarcado el predicho paralelógramo .

ARTICULO 1.
Del delantero.

Delineado como tenemos el paralelogramo mar-


caremos el largo del pantalon con una línea de di-
vision a a " cuyo largo será , como llevo dicho , el
de cuarenta y siete pulgadas . En seguida marcare-
mos otra ff, á treinta y cinco pulgadas de eleva-
cion de esta última , la cual constituirá el largo de
entrepiernas . Tomados estos puntos , se seguirá de-
marcando el largo de la rodilla , y para saber á pun-
to fijo á que elevacion se deberá señalar , no se hará
otra operacion que la de subdividir escrupulosa-
mente las treinta y cinco pulgadas que forman el
largo de entrepiernas en cinco partes iguales , en
esta forma : 1 , 2ª , 3ª , 4ª , 5ª . Hecha , pues , es-
( 57 )
ta subdivision en dichas cinco partes iguales , las
dividiremos en dos partes : daremos dos para arriba
y tres para abajo ; y en la parte tercera tendremos
el punto céntrico de la rodilla . Falta ahora esplicar
del modo con que se divide y subdivide la medida
para proceder al trazo del pantalon.
Bajo los principios que dejo establecidos , bueno
será que diga , que , siendo el ancho de la cintura
el de diez y siete pulgadas , se dará siempre la mi-
tad de dichas diez y siete pulgadas , y media pulga-
da mas por lo que embeben las costuras al delantero
en la parte superior A , que serán nueve pulgadas
cabales , como resultado de las diez y siete pulga-
das que tiene el ancho de dicha cintura . En segui-
da se vuelven á dividir en ocho partes iguales en el
punto E, que es el de la cruz del pantalon, desde fá
g; y quitando una octava parte quedarán siete , y
este será el ancho fijo que se le dará ( 10 ) .

( 10 ) Esto se entiende siempre y tanto que el individuo sea pro -


porcionado en su contécstura ; pues en separándose de lo indicado
ya variará esta regla , quedando entonces á discrecion del artista el
hacer las alteraciones que conozca mas conducentes . Si el individuo
fuese muy barrigon , se tendrá el cuidado de dividir el ancho de la
cruz ó entrepiernas en seis partes porque la esperiencia asi ne lo ha
demostrado ; y si no lo fuese tanto lo dividirán en siete , que es lo
que le corresponde. Mas tambien se tendrá presente , cuando el
individuo sea barrigon , de formarle una entradita en direccion del
bajo vientre ; porque esta entrada servirá paraque el pantalon no
forme potra. Todavía mas : tampoco se deberá perder de visa si el
sugeto es 6 no algo abultado en sus partes , y de observar en que
lado las carga , á fin de hacerle una entradita en dicha parte rr, y
escusar de esta manera que el pantalon haga un pliegue , á la ver-
dad muy feo , al paso de ser una notable imperfeccion .
( 58 )
El ancho que se le ha de dar á la rodilla C salvo
la media pulgada añadida es el mismo que se ha da-
do al delantero en la parte superior A , que es la
initad de las dichas diez y siete pulgadas . El ancho
de la parte inferior del pantalon D , siendo de cor-
reitas ó trabillas como el modelo que presento (Lám.
5ª. fig. 1ª . ) , se le dará una pulgada y media mas
de lo que se ha dado á la rodilla.
Ahora bien listos ya de lo mas importante de
esta pieza pasaremos á configurarla y darle su for-
ma segun la moda ; porque su principal operacion ,
en el modo de dividir y subdividir las medidas , á
corta diferencia siempre es la misma . Asi , pues ,
solo será alterable la figura , por ser esta en todos
tiempos hija de la moda ó del gusto del dia. Va-
mos como tengo dicho al trazo .
Sin mas precauciones que las propuestas se des-
cribirá una curvilínea desde 1 á 2 , siguiendo al
partir del punto 1 la línea de division , formando
una curvatura en el ángulo ff, la cual irá á morir
al punto 2. De aqui se partirá con direccion al pun-
to 3 ; mas al llegar á la línea tercera , que es el
lugar de la rodilla , se tendrá la precaucion de des-
cribir la curvatura una pulgada mas acá de este
otro lado de la línea que divide el cuadrilongo , á
fin de reparar la pulgada que se ha perdido con la
sangradura ce que se ha hecho al costado del pan-

Hay ocasiones que el hombre es sumamente reducido de la cruz ,


y por lo mismo no se debe echar en olvi ' o esta observacion , tanto
porque quedarian imperfectos , cuanto porque seria en estremo n.o-
lesto si se quisiera hacer alguna actitud.
( 59 )
talon ; siguiendo describiendo dicha curvatura has-
ta el punto 3 , que es el de su apoyo ( 11 ) . Desde
este punto se seguirá hasta el 4 , y de éste al 5 ,
formando una curva poco pronunciada ; faltando
solamente para dejar trazado el pantalon el tirar una
línea casi recta dd , que es la que figura la tapa , y
habremos fenecido con esta última operacion el tra-
zo del delantero (fig. 1ª. ).

ARTICULO II.
De la parte trasera.
-
Para cortar la parte trasera es tan sumamente
fácil que no cabe otra operacion sino la de colocar
el delantero en el mismo lugar que se ha de cortar
dicha parte trasera . Hecha esta operacion , y traza-
do en un todo igual al delantero , se observará que
la única cosa que se hará notable será el fondillo ,
para lo cual se describirá una oblicua desde el pun-
to 2 al 6 , dando en seguida en su giro y parte su-
perior bb una curvatura que , apoyándose en el pun-
to 2 una cinta , y llevándola en direccion del 6 ,
se acompañará desde este punto hasta el 5 , discur-
riendo por la antedicha curvatura y série de o , o ,
o , o , hasta llegar al mencionado 5 , como punto
de su apoyo . Con esta clara y sucinta demostracion
creo se evitarán faltas que , aun que no muy capita-

( 11 ) Para formar el doblez del pantalon se tirará una línea á 2


pulgadas mas abajo del punto aa , y quedará listo para hacer cl
dobledillo.
( 60 )
les , al menos de gran provecho al artista que sepa
evadirse de ellas ; pues de esta manera se salvará el
que al sentarse no se suban los pantalones para ar-
riba , ni que tampoco priven de entrepiernas ni del
fondillo al hacer alguna actitud.

CAPITULO IX .
Del trazo del pantalon de pliegues ó á la inglesa.

Suponiendo que este pantalon ha de cortarse por


la misma medida que el antecedente ( Lám 5. fig.
2ª. ) , ya no me queda otra cosa que hacer sino em-
pezar la esplicacion de esta manera : - Entendido ,
pues , como queda el modo de formar el cuadrilon-
go , no haremos otra operacion que la de dividir el
ancho de la cintura , del mismo modo que lo hici-
mos en el pantalon ajustado de la rodilla , en la par-
te superior Aa ; pero como éste es de pliegues por
lo mismo le daremos dos pulgadas mas de las nueve
que prescribe la regla , cuyas dos pulgadas son las
que se han de embeber cabalmente dichos pliegues .
La operacion de entrepiernas Ee , tiene su escep-
cion y es , que si como en el pantalon ajustado de
la rodilla se le quitó á la medida la octava parte , á
éste no se le quitará mas que la décima -sexta parte,
y á veces nada por la razon que ha de quedar mas
desahogada de la cruz que no el primero . Tambien
se observará que la punta del delantero en la cur-
vatura de entrepierna , será mas reducida , por la
añadidura de las dos pulgadas que se le aumentan
en la parte superior del delantero , á pesar de habér-
( 61 )
sele aumentado tambien á éste una pulgada ó déci
ma-sexta parte en la cruz . Hay una diferencia bien
notable del pantalon que he puesto por norma al
que estoy detallando ; porque si como en aquel se
forma una curva en la rodilla muy pronunciada ད
en éste es al contrario , por inclinarse mas bien há-
cia afuera dicha curva , que no hácia dentro ( Lam .
5a . fig. 2ª . ).
El ancho de abajo es totalmente distinto al de los
demás pantalones , puesto que así como á los otros
se les da algo mas de lo que les corresponde en la
parte superior del delantero Aa , á éste simpre se
le quitará la cuarta parte de las susodichas nueve
pulgadas Ii , y le quedarán líquidas seis pulgadas y
seis líneas.

ARTICULO I.
De la parte trasera.

De esta parte del pantalon creo no será necesario


estendernos mucho para demostrar lo mas dificul-
toso ; porque , à mi ver , la única cosa notable que
se presenta , y que se deberá observar rigorosamen-
te es , que desde la parte superior hasta abajo se le
hará una entrada á manera de ensanches , de dos
pulgadas de anchor Oo , á fin de evitar que la cos-
tura del costado venga á dar encima el pié como
acontecia muy frecuentemente en la época que es-
tos pantalones estaban en su rigor . Supuesto lo di-
cho , si el profesor de sastrería hubiera sabido sal-
var este inconveniente , á buen seguro que se hu-
( 62 )
biese visto tantas veces chasqueado por una falta
que , al paso que notable , muy fácil tambien de re
mediar (fig. 2a. ).
Esta falta no tan solamente es peculiar de esta
clase de pantalones , sino de todos los demas ; y co-
mo para remediar esta imperfeccion no es necesaria
otra maniobra que la de subir la parte delantera y
recortarle como un dedito desde donde tiene el
ojal del bolsillo 1 , en difinicion de la punta supe-
rior del tapa balazos 2 , por lo mismo me parece
que esto será practicable sin necesidad de una pro-
lija operacion , librándose de esta manera de un de-
fecto á la verdad muy condenable .

CAPITULO X.
Del pantalon tirado.

Dejando sentado como queda el modo de formar


el cuadrilongo ó paralelógramo en el capítulo octa-
vo ( véase la Lám . 5ª . fig . 1ª . ) , paso , sin mas de-
tencion , á esplicar la manera de configurar dicho
pantalon ( Lám. 5ª . fig. 3ª . ).
Despues de estar hecho cargo cualquiera del mo-
do de trazar el pantalon ajustado de la rodilla , es
tan sumamente corta la diferencia que se presenta
entre éste y aquel , que no se nota mas variacion en
todo él que la de no llevar las dos entradas ó san-
graduras u u á los lados ; pues en lo demas no ha-
llo cosa que sea digna de llamar la atencion
(fig. 3. ).
( 63 )

CAPITULO XI .
Del pantalon á la mameluca .

El trazo del pantalon á la mameluca es totalmen-


te distinto á los demas que dejo indicados en sus res-
pectivos capítulos , y por lo mismo me estenderé
un poco á fin'de hacerme mas inteligible , y tanto
que por poco alcance que tenga cualquier persona
no dejará de saborear la sustancia . Asi , pues , con-
vencido de lo dicho , entro de lleno á detallar el tra-
zo y su configuracion ; dejando atrás el modo de
formar el cuadrilongo , por sobre entenderse la ma-
nera de delinearlo . ( Lám. 5ª . fig. 4ª ) .
ARTICULO I.
Del delantero.

Suponiendo la medida del pantalon que se va à


cortar igual á la de los anteriores , claro está que el
ancho de cintura es el de diez y siete pulgadas , y
su largo el de cuarenta y siete . Sabido por consi-
guiente todo lo sobre dicho , demarcaremos la parte
superior del pantalon y le daremos todas diez y sie-
te pulgadas desde aa á bb , y de largo de bb á cc ,
y en este último punto se describirá una horizontal
que indique el largo del pantalon , marcando desde
luego á dos pulgadas mas abajo de esta horizontal
otra , paralela con la primera , que señalará el do-
blez ó dobledillo . En seguida se tirará otra , parale-
la tambien con la última , á treinta y cinco pulga-
( 64 )
das de elevacion desde el punto cc al de dd , en cu-
ya operacion tendremos marcados el largo y ancho
de la parte superior. Inmediatamente se pasará á to-
mar el punto de apoyo del ancho de entrepiernas
oo , que será por regla constante y general el de tres
pulgadas mas de las que tuviere la cintura , salvo
siempre que no sea un sugeto sumamente barrigon ;
porque en este caso se le darán las mismas que mar-
care el ancho de la cintura . Vamos pues ahora á
tratar del ancho de la parte inferior .
Siempre se le dará la mitad de las diez y siete pul-
gadas que son ocho y media , que le corresponden
como consecuencia precisa cc . Hecha ya esta de-
marcacion falta tan solo empezar el trazo , y lo ha-
remos de esta manera : Comenzaremos descri-
biendo una curvilínea desde aa á oo ,, la cual indi-
cará el encage de entrepiernas . Seguiremos descri-
biendo desde 00 una curva apénas pronunciada
hasta el punto ff , que es el de su apoyo ; y como
considero tirada la del costado , por lo mismo sin
mas detencion entro á esplicar la parte trasera .

ARTICULO II.
De la parte trasera.

Asi como en el pantalon de pliegues solo lleva


entrada de la rodilla para abajo , á éste se le dará
por parejo desde arriba abajo i , i , i , i , i . Respe-
to el ancho del fondillo en la parte superior u u ,
siempre se le dará una ó dos pulgadas mas de lo
que se suele dar á los otros ; pero si el individuo ó
( 65 )
dueño de dicho pantalon lo quisiese tambien plega-
do por la parte trasera o en el fondillo , entonces
quedará á la eleccion del profesor el proporcionar-
le la amplificacion que conozca necesaria á dicho
fin (fig. 4. ).
Se me olvidaba manifestar tambien , que cuando
se marca el ancho de la parte superior del delante-
ro se le debe dar una pulgada y media mas de las !
diez y siete que tiene el predicho ancho de cintura,
cuya pulgada y media sirve para contrafuerzo de la
carterita ó tapa 0 , 0 , 0 , o . Mas asi como en el
fondillo de los otros pantalones se describe una oblí-
cua en éste se convierte dicha oblicua en una cur-
va muy poco pronunciada d , d , d , y con esta sola
operacion habremos dadofin á este capítulo (fig . 4 ).

CAPITULO XII.

Del calzon-corto.

Para trazar un calzon-corto se procederá bajo las


mismas reglas que dejé prescritas hablando del pan-
talon ajustado de la rodilla ( Lám 5ª . fig. 1º . ) ,
por tener ambas piezas una suma correspondencia
en su primitiva formacion ; asi pues , deberemos se-
guir estrictamente , si no queremos padecer la mas
mínima equivocacion , la base fundamental del cua
drilongo como requisito indispensable . Paso á espli
carme lo mas claro posible .

‫ذ‬
( 66 )
ARTICULO 1.
Del delantero .

Contando con el cuadrilongo formado en todas


sus partes , empezaré diciendo que desde la parte
superior del delantero hasta la rodilla se deberán
tener presentes los principios que dejé consignados
en la esplicacion del pantalon ajustado en toda la
pierna , puesto que de esta ecsactitud nace el acier-
to ó desacierto , y la gracia y perfeccion de esta
pieza. Partiendo de esta base solamente me deten-
dré en esplicar el modo de dar las proporciones á la
medida , ó de subdividirla , como punto mas esen-
cial é importante en esta parte .
Digo , sin mas detencion , que debiendo ajustar
en toda la pierna con igual proporcion , se tendrá
presente al tiempo de tomar los puntos de apoyo lo
siguiente : Se le darán á la parte superior del de-
lantero qq nueve pulgadas como resultado de la mi-
tad y media pulgada mas de las diez y siete pulga-
das que tiene el ancho de la cintura : á entrepier-
nas las partes que tengo indicadas en la predicha
esplicacion del pantalon ajustado de la rodilla ; y
desde este punto á la curva , se irá estrechando pro-
gresivamente , á fin de que el calzon venga bien
ajustado en el muslo , dándole la forma ó configu-
racion como se podrá ver en la Lámina 5ª. fig . 5ª .
Para acertar con el ancho de la rodilla h h , será
menester tomar el ancho con toda la precaucion
posible , á fin de que venga perfectamente ajusta-
do en dicha parte , como que de esa puntualidad
( 67 )
depende el buen ó mal écsito del profesor . Supues-
to lo dicho no se deberá olvidar todo aquel cuidado
precautorio que se hace indispensable en estos casos .
Resta solo esplicar el fondillo g g , el cual deberá
tener un poco mas de desahogo de lo regular , y
un poco mas subido tambien la parte superior del
susodicho fondillo jj , paraque no prive al tiempo
de arrodillarse , sentarse , ó hacer otra cualquier ac-
titud. Creo haberme esplicado con toda brevedad
en las varias clases de pantalones que he enumerado.

CAPITULO XIII .
Del trazo de chaleco.

Siendo tantos los chalecos que ' hoy dia están


en moda no sé cual de ellos poner de modelo ; pe
ro para ir mas acertados , en esta parte , pondré dos
con sus correspondientes detalles . Por tanto , se-
gun mi ver creo conveniente empezar la esplica-
cion por el de cuello vuelto en primer lugar por
ser el privilegiado en estos dias , y en segundo por
que se hará mas inteligible la esplicacion para los
demas . Despues de ésta comenzaré la del chaleco
de solapa , por ser á un mismo tiempo tambien de
moda ; y sucesivamente de todos aquellos que me
parezcan mas dignos de ocupar un huequecito en el
presente capítulo .
ARTICULO I.
Del delantero del chaleco de cuello vuelto.

Para empezar á delinear un delantero de chaleco


5.
( 68 )
de cuello vuelto ( Lam. 6ª fig. 1 ) , no tenemos
mas que describir una horizontal á dos pulgadas de
elevacion del estremo inferior del género desde c á
d. En seguida se seguirá describiendo otra orizon-
tal , paralela con la primera , á veinte pulgadas de
elevacion de la misma desde a á b , la cual señalará
el largo del chaleco . El punto de apoyo del largo
del delantero se buscará en el ángulo que forma el
cuello b hasta el punto d . La punta del chaleco no
siempre se formará de una misma manera , porque
ésta se arreglará segun la moda , lo mismo que cor-
tarlo ya de punta ya cuadrado .
Tiradas estas dos líneas y sabido lo que tenemos ,
se describirá una perpendicular á distancia de cua-
tro pulgadas de la orilla del género desde e á f, in-
terceptando en su direccion á las dos paralelas. El
chaleco como se podrá ver ( fig . 1a ) , nunca se de-
berá trazar con el frente hácia la orilla , sino para
adentro . Apoyados en esta base demarcaremos una
oblicua de báo , que constituirá la cabeza del
hombro . De aquí se seguirá describiendo una cur-
va sumamente pronunciada hasta el punto g , la
cual en su giro mas remontado irá á lamer á la per-
pendicular e f. Desde este mismo punto , tomando
inmediatamente la regla , se tirará una oblícua de g
a d , en la que habremos terminado el trazo del
costado.
Para fijar el ancho del delantero es menester
atender al anchor de la cintura ; es decir , si la cintu-
ra , por ejemplo , tiene diez y siete pulgadas claro
está que siendo la regla general el darle una pulga-
( 69 )
da mas de lo que marcare la cintura es bien visible
que se le tendrán de dar nueve pulgadas y media
por el aumento va manifestado.
Sentado como tenemos , que es la mitad y una
pulgada mas lo que se le ha de dar al ancho del de-
lantero , no haremos otra cosa que tirar una línea
desde d á h , y otra de este punto al de i , siguien-
do demarcando una curva mas ó ménos pronuncia-
da o o , la cual indicará la amplitud que se querrá
dar al pecho del delantero . Al pose de esto se colo-
cará la escuadra en direccion de j , y se tirará una
línea de tres pulgadas de estension , formando un
ángulo obtuso de ciento diez grados de abertura , el
que señalará la parte superior del cuello ; y tirando
otra línea desde i á j , habremos terminado el trazo
del delantero ( 12 ) .
ARTICULO II.
Del modo de formar la espalda.

Para trazar bien la espalda de un chaleco no se


perderá de vista el largo del delantero ; pues , ob-

( 12) Para formar el hueco de la sisa , con su debido grandor ,


no hay otra regla mas fácil , despues de la que manifesté en la es-
plicacion del cuerpo de la casaca , que atender al ancho del pecho,
y para lo cual es menester tomarlo de antemano , á pesar de no ha-
berlo indicado en su respectivo lugar ; pues teniendo este norte no
daremos otro paso que el de dividir en dos partes iguales dicho an-
cho del pecho , y quedará reducido á diez . Entónces aplicaremos la
regla desde b ág , y en hallando completas las diez predichas pul-
gadas , en el espacio indicado , claro está que habremos concluido
dicha operacion con el mejor écsito .
( 70 )
servando con toda rigorosidad este principio , es
muy probable que se salga lucido en esta tan fácil
operacion .
Supuesto el largo de un chaleco el de veinte pul-
gadas , se le darán , como regla general , á la es-
palda veinte y una ( fig. 2 ) ; y no separándose de
dicha regla ni en un ápice siquiera , á buen seguro
que suceda lo que acontece á muchos individuos de
subírseles el chaleco para arriba . Este defecto , no
nace de otra parte que de no tener la espalda el lar-
go correspondiente ; porque si lo tuviera seria im-
posible que sucediese tal cosa , pues la esperiencia
asi lo ha enseñado .
La figura de una espalda de chaleco es de tan
poco trabajo , que lo considero incongruente esten-
derme mas sobre su formacion .
La comprobacion del delantero con la espalda , pa-
ra saber á punto fijo si tiene ó no la amplitud compe-
tente , no se necesita de otra operacion que colocar
el delantero con la espalda , como se podrá ver en
la ( Lám. 6ª . fig . 2ª . ) Si tendida la regla en direc-
cion de los dos puntos 7 m , se halláran dos pulga-
das mas del ancho que tuviere la cintura , se podrá
proceder á cortar dicha espalda sin mas requisito
ni operacion. Creo me he esplicado .

CAPITULO XIV.
Del chaleco de solapa.

Para trazar bien en todas sus partes un chaleco


de solapa es menester no echar en olvido lo que de-
( 71 )
jo sentado en la esplicacion del chaleco de cuello
vuelto (Lam. 6ª fig . 1 ) ; porque los mismos princi-
pios que se han observado en la delineacion de
aquel , son los que han de servir de regla en éste ;
asi me ceñiré á esplicar el trazo y configuracion tan
solamente (fig. 3a ).
Supuesto el largo del chaleco el de veinte pulga-
das , y el ancho el de diez y siete , tomarémos la re-
gla sobre la marcha y la fijaremos en el punto de
apoyo , que es de náñ , el cual constituye el lar-
go ; y el anchor desde o á p . Tomados estos dos pun-
tos pasaremos á configurar el chaleco de esta mane-
ra : - Describiremos una oblícua desde 1 á 2 , y de
este punto al 3 una curva algo pronunciada . En se-
guida se demarcará otra oblicua desde el 3 al 4 , y
de este último punto otra oblícua hasta el 5 , des-
cribiendo inmediatamente una curva apénas pro-
nunciada hasta el 6 , y habremos llegado á la punta
de la solapa . Desde aqui continuaremos describien-
do otra curva en direccion 1 , que es de donde em-
pezamos á discurrir el primer trazo . Creo haber es-
plicado con brevedad la configuracion del chaleco
de solapa , que , sin embargo de no ser mas difícil
que los demas , no por esto deja de tener una parte
embarazosa , que es la caja ó escotadura ; pero este
inconveniente se salvará con la atencion , teniendo
presente lo que llevo referido .
NOTA. ― Del chaleco de cuello parado ó dere-
cho nada diré , porque considero haber esplicado lo
suficiente sobre este particular , y por conocer que
toda otra esplicacion seria por demas . Asi , pues ,
( 72 )
concluyo diciendo , que un buen ojo y un tantico
de práctica les enseñará palpablemente todo cuanto
he manifestado (fig. 4a ).
Otras cosas mas podria decir respecto al chupe-
tin , pero me abstengo , por conocer que con solo
ver la lámina será lo bastante para persuadirse de su
trazo y configuracion , á causa de seguirse unos
mismos principios ; y que el estenderme , en órden
á esta pieza , mas bien seria inútil que provechoso
(fig. 5a ) .
CAPITULO XV .
Del trazo de una capa entera.

No hay duda que el trazo de una capa bien mira-


do es muy fácil , no obstante eso , á los mas de los
maestros les da mucho que hacer , para poderla sa-
car de una vez perfectamente redonda ; es decir que
no cuelgue mas de un lado que de otro . Hablo con
esperiencia ; y por lo mismo digo que esta parte del
vestido del hombre presenta algunas dificultades
y es por haberse desatendido el punto mas principal
é importante como es el plomo de ella . Algunos
preguntarán tal vez , ¿ y cómo se ha de encontrar
este plomo? A lo que yo les contestaré , demostrán-
dolo hasta la evidencia , en el artículo siguiente .

ARTICULO I.

Supongamos por un momento que la medida de


una capa entera ( Lám . 7ª fig. 1a ) es la de sesen-
ta y ocho pulgadas , es decir , su largo , y veinte ek
( 73 )
ancho del pecho ( 13 ) . Sabido como tenemos el lar-
go de la capa , no haremos otra cosa que demarcar-
lo inmediatamente desde a á b. Hecha esta opera-
cion tiraremos una horizontal desde a á e , la cual
servirá de punto de apoyo . Tomados ya estos dos
puntos , se formará un semicírculo de cuatro pulga-
das de rádio , que son la quinta parte de las veinte
pulgadas que resultan del ancho , cuyo semicírculo
será dividido en dos partes iguales por la horizontal
a e. Despues de todo lo dicho señalaremos otro pun-
to de apoyo tan interesante como el primero sobre
el vértice g. Listo , pues , de estas delineaciones
paso á demarcar el trazo.
Ante todas cosas se describirá un desvío por la
parte delantera hasta el punto u de dos pulgadas de
profundidad. Este pequeño desvío sirve paraque la
escotadura venga mejor por la parte del pecho , es-
cusando de esta manera que la caja haga mala figu-
ra. Vamos á la configuracion (14 ) .
Se colocará la cabeza de la cinta en el vértice g,

( 13 ) Tal vez se estrañará que para cortar una capa sea menes-
ter el ancho del pecho ; mas cuando sepan que la mitad del ancho
del pecho, que son veinte pulgadas, sirve para determinar á punto fi-
jo el largo del cuello ; es decir , dándole dos pulgadas mas de las
veinte que resultan de dicho ancho. Yo creo que sabiendo esto no les
causará impresion alguna , y mucho menos cuando sepan que es re-
gla generalísima . Esta nota es de mas importancia de lo que podrán
figurarse algunos , por contener una regla que es como se suele de-
cir , «< la piedra de toque » Asi con esta advertencia , creo no per
derán de vista un principio tan importante como necesario.
( 14 ) Para cortar una capa es menester que sean dos , uno para
apoyar la cinta en la parte superior y otro en la inferior , á fin de
correrla y dar el trazo.
( 74 )
y el maestro la acompañará hasta b. De aquí la irá
discurriendo por los puntos 1 , 2 , 3 , 4 , hasta e ; y
llegado que haya en este punto levantarán la cinta
ambos á la vez , volviéndola á colocar el de arriba
en el mismo vértice g , y el de abajo en la señal X.
Listo el de la parte superior para correr la cinta en
direccion del estremo o , el de la parte inferior tam-
· bien se pondrá en actitud de correrla en direccion
del final h , y ambos á dos la dirigirán al estremo
indicado , discurriéndola éste por los puntos 5 , 6 ,
7 , y 8 , y aquel hasta llegar al punto o ; pero se de-
ja entender , que tanto el de la parte superior como
el de la inferior la discurrirán por ambas direccio-
nes siempre á un mismo tiempo y proporcionalmen-
te . Ahora bien resta tan solo decir que en no que-
riendo que sea entera es menester observar algunas
modificaciones , que , aun que pequeñas , no por
esto será inútil el saberlas , sino muy favorables el
imponerse de ellas , las cuales esplicaré por separa-
do , ó con su respectivo artículo .

ARTICULO II.
De la media capa ó tres cuartos escasos,

Si se quiere cortar un poco mas de media capa ó


tres cuartos de capa algo escasos , no se hará otra
cosa que describir un desvio en el semicírculo ó es-
cotadura por la parte de atrás desde el vértice g al
punto 1. Ahora para demarcar desde e hasta aa aquel
pequeño desvio ó salida del semicírculo inferior lo
harémos con suma facilidad , puesto que con colo-
( 75 )
car la cabeza de la cinta en el ya dicho vértice g ↑
y colocándola el profesor desde luego sobre el pun-
to ó señal x , la discurrirán ambos á una gradual-
mente hasta el punto indicado ó de su direccion :
el de la parte superior hasta 1 , y el de la inferior
hasta aa ; y con esta tan simple operacion habremos
dado una de las mas ecsactas dimensiones .

ARTICULO III.
De los tres cuartos completos .

Si se quiere , por último , cortar tres cuartos de


capa sumamente holgados no haremos otra opera-
cion que la de dar otro desvio desde el vértice g al
punto m. Concluida ya dicha operacion , y puestos
dis-
los estremos de la cinta en los puntos × y 9 ,
currirán ambos á un mismo tiempo proporcional-
mente , como dejo indicado en la otra operacion ,
los estremos de la predicha cinta : el de la parte su-
perior hasta el final m , Y el de la inferior hasta el
punto e e , y creo que con esa esplicacion quedará
el campo perfectamente esplanado ( 15 ) .

CAPITULO XVI .
Del trazo de un capote en general.

El modo de trazar un capote es tan facilísimo de

(15 ) Habiendo detallado con bastante claridad todas las princi-


pales modificaciones que se pueden operar en el trazo de una capa
entera ó no eutera , me parece seria hablar supérfluamente si me
detuviera á decir algo mas concerniente á las otras partes acceso-
( 76 )
sí que á mi modo de ver solo se presenta un incon-
veniente , y éste es su plomo ; por que es mas que
cierto , que faltando este requisito todo lo demas
seria inútil , por una consecuencia precisa y natu-
ral. Supuesto esto , paso á detallar , lo mas sucin-
to que me sea dable , el modo de trazarlo , sugetán-
dome á la regla mas principal é interesante.

ARTICULO I.
Del delantero.

La primera operacion que hará el profesor de sas-


trería , suponiendo el largo del capote el de sesen-
ta y ocho pulgadas será señalar su largo , trazando
siempre la parte baja de esta pieza á la parte infe-
rior del paño A ( Lám. 7ª fig . 2 ) . Se pasará in-
continenti á demarcar una orizontal á sesenta y
ocho pulgadas de elevacion del punto A , y con es-
ta sola operacion tendrémos ya determinado el pun-
to de apoyo.
Se colocará la regla numérica inmediatamente
sobre el punto A a en direccion al de Ee ; y en-
contrándose igual distancia desde el punto 4 a al
de Ee, que el de E e, al de Ii, será claro y eviden-
te que se habrá hallado ecsactamente su plomo . Pa .
so, pues , á configurar la delineacion del trazo ( 16 ) .

rias de dicha pieza , como de la esclavina etc. por presentarse so-


bre manera fáciles ; asi basta lo espuesto hasta aqui.
( 16 ) El capote se traza á la inversa ; quiero decir , asi como la
casaca se traza el pecho para adentro , el capote se traza para afue-
ra. Véase la Lám 7.fig. 2.).
( 77 )
Bien tomado como tenemos el punto de apovo ,
comenzaremos á describir una curva desde 1 á 2 ,
y de este último punto al 3 tiraremos una línea con
la regla , siguiendo de arriba abajo la orilla del pa-
ño , la cual indicará el largo de la solapa ó la esten-
sion que señala la banda . Partiendo de aquí demar-
caremos desde el 3 al 4 , una curva apénas pronun-
ciada , y de éste al 5 una oblicua , describiendo en
seguida desde el 5 al 6 otra curva sumamente pro-
nunciada ; y tirando , en suma , desde el 6 al 1
otra oblicua habremos determinado el trazo del
delantero .

ARTICULO II.
De la espalda.

Para trazar con perfecta proporcion la espalda de


un capote no se deberá perder de vista el largo del
delantero , puesto que si él tiene sesenta y ocho
pulgadas de largo , á la espalda , por regla general
se le darán setenta ( 17 ) ; es decir , dos pulgadas
mas de lo que marca el delantero .
Supuesto el punto fijado , como tenemos , del
largo de la espalda desde A á B , pasaremos sin mas

(17 ) Esto se supone ó se entiende con un individuo perfecta-


mente bien formado , el cual no ha de ser ni cargado de espaldas ,
ni inclinado para atrás ; por que no siendo en un todo como acabo
de manifestar , variará la regla ; y entonces quedará á la direccion
del maestro el hacer las alteraciones que conozca mas conducentes
á este particular .
( 78 )
detencion á configurar el trazo , empezando por la
parte superior A (fig. 3ª ) .
Se describirá una orizontal desde a á b , y de b á
C > una oblicua , y de este último punto al de d
una curva bastante pronunciada . En seguida se des-
cribirá una oblícua desde el punto dal de e , y de
este punto al de funa curva apénas pronunciada ;
en la que habremos concluido el trazo de la espalda
con toda brevedad ( 18 ) .

ARTICULO III.
De la manga.

Como el trazo y figura de una manga de capote


varia casi en un todo á la de la casaca , por lo mis-
mo será de suma importancia el dar una esplicacion
muy clara al paso que concisa .
Cuando se tome la medida de una manga de ca-
pote no se tomará de la misma manera como se
practicó en la de la casaca ( Lám. 2ª . fig. 4ª . ) , y
sino desde la punta superior del hombro a hasta el
pulpejo de la mano d . Asi que , graduando el ancho
que se le haya dado al hombro , es claro que halla-
remos á ciegas el largo fijo y bien determinado que
le corresponde á dicha manga . Por tanto , me resta
tan solo decir que la manga de un capote debe ser
mucho mas ancha que la de cualquier otro vestido .
La razon de esto es bien obvia , y es por ser una

( 18 ) La espalda de un capote se hará de modo de sacarla sin


costura en el centro, por ser una cosa sumamente ſea en un capote.
( 79 )
vestimenta que casi siempre se lleva pasada , me-
tida de mangas , ya con casaca ya con levita ú otra
pieza etc.....
NOTA. - El trazo y modo de configurar la escla -
vina me parece muy conveniente pasarlo en silen-
cio , por hallarse consignada su formacion en el
trazo de la capa ; es decir , de los tres cuartos de ca-
pa ( Lám. 7. fig. 1ª . ) . Si , no cabe duda en lo que
llevo referido , pues hay una igualdad en todas sus
partes , que solamente se nota una diferencia muy
pequeñísima , y es el que la caja de esta ha de ser
totalmente igual en el grandor ó largo que tuviere
el cuello ( 19 ) . Esta es la sola diferencia que ecsis-
te entre ambas piezas , y la misma que no se debe-
rá perder de vista .

( 19 ) Téngase bien presente la nota 13 , porque en ella va es-


plicado el modo de dar su debido y correspondiente largo al cuello ,
ya de capa , ya de capote ; pues sin esta precaucion podria muy
bien suceder que se malograse el objeto mas principal é importante
de todo cuanto he manifestado.

FIN.
INDICE.
INTRODUCCION . Pág.
NOTICIA del origen y progreso del vestido. 11
DE LAS LINEAS geométricas. 25
CAPITULO I. De los útiles de sastrería respecto al maestro. 28
CAP. II . Esplicacion de la medida en general. 29
ARTICULO I. Modo simplificado de tomar la medida . 31
ART. II. Del pantalon ajustado de la rodilla. 35
ART . III. Id. del chaleco de cuello vuelto. 36
CAP III. Del trazo en general. 37
ART. I. Del trazo de casaca. 38
ART. II. Del cuerpo del delantero . 39
ART. III . Del faldon. 41
ART. IV. De la espalda . 42
ALT. V. De la manga . 44
ART. VI . Del sota-manga. 45
ART. VII. Del forro de faldon v solapa. 46
ART. VIII. De las vueltas y euellos. id.
'CAP. IV. Del trazo de la levita. 47
ART. I. De la faldilla. id.
CAP. V. Modificaciones que ha lugar al cuerpo del delantero. 50
ART. I. De las modificaciones del delantero y espalda. id.
CAP. VI. Del modo dé trazar una chaqueta. 51
ART. 1. Del delantero de la chaqueta.. 52
CAP. VII. Del uniforme en general. 53
ART. 1. Del cuerpo del uniforme. id.
ART. II. Del cuello . . 54
CAP. VIII. Del trazo de un pantalon ajustado de la rodilla. 55
ART. 1. Del delantero. 56
ART. II. De la parte trasera. 59
CAP. IX. Del trazo del pantalon de pliegues ó á la inglesa . 60
ART. I. De la parte trasera. 61
CAP. X. Del pantalon tirado. 62
CAP. XI. Del pantalon á la mameluca. 63
ART. 1. Del delantero id.
ART. II. De la parte trasera. 64
CAP. XII. Del calzon-corto. 65
ART. I. Del delantero. 66
CAP. XIII. Del trazo de chaleco. 67
ART. I. Del delantero del chaleco de cuello vuelto . id.
ART. 11. Del modo de formar la espalda. 69
CAP. XIV . Del chaleco de solapa. 70
CAP. XV. Del trazo de una capa entera. 72
ART . I. id.
ART. II. De la media capa ó tres cuartos escasos. 74
ART. III. De los tres cuartos completos. 75
CAP. XVI. Del trazo de un capote en general. id.
ART . I. Del delantero . 76
ART. II. De la espalda. 77
ART. III. De la manga. 78
Figa za

Figa ga
702
BER
0
A
ERRATAS .

Pag. Línea. Dice. Debe decir.


26 22 igual.. alguna
27 29 rectángulos. cuadriláteros
id . 31 rectángulo.. cuadrilátero
39 27 e. (L. 3.a fig . 1.a). c
40 4 son. · con
id. 30 2 ( L. 3. fig. 2.ª ). 3
56 12 c ( L. 5.a fig. 1.a ) . d
id. 13 d ( L. 5. fig. 1.ª ) . e
60 21 si. • así
70 22 halláran. halláren
78 18-19 y sino. sino
SUPLEMENTO

AL

ARTE DE SASTRERÍA,

MÉTODO PRÁCTICO

PARA APRENDER Á CORTAR CON FACILIDAD.

POR

Wajin Pers i Bamona .

BARCELONA :

IMPRENTA DE D. MANUEL SAURI , CALLE ANCHA ,


esquina á la del Regomí.

1844.
AL publicar este suplemento no ha sido
otro mi objeto que el de facilitar impreso á mis
alumnos lo mas esencial i preciso que durante el
primer curso de lecciones espliqué , completando
de esta manera el arte práctico que en mil ocho
cientos treinta i seis dí á luz.
Para que no faltase órden ni método en nin-
guna de sus partes he esplicado, del mejor modo
que me ha sido posible , las figuras que la lámi-
na 8.ª contiene; dando por este médio mas lati-
tud á la obra mencionada . Ojalá que este traba-
jo sea digno de la pública aceptacion !
SUPLEMENTO
AL

ARTE DE SASTRERIA.

DEL SACO-PALETÒ.

Del trazo del delantero.

Supuesto el cuadrilátero perfectamente for-


mado , pasaremos á delinear el trazo de un sa-
co-paletó sobre el cuadrado de la sisa de casaca
ó levita ( Lámina 3.ª , fig . 1. ) , la cual figu-
rará la union del delantero con la esqalda por
el costado. En seguida se formarán dos san-
graduras ó pinzas dd , la primera algo mas
profunda i dilatada que la segunda , aumen-
tando en direccion delantera e lo que las pin-
zas se coman ; no perdiendo de vista el au-
mento tambien de las inglesas , puesto que el
delantero de un saco-paletó va de una sola pie-
za . Hecha esta operacion comenzaremos á con-
figurar el trazo de esta manera . - Describire-
mos una curva desde 1 al 2 , punto de union
de la inglesa figurada , i desde aquí seguiremos
hasta el 3 , que es la punta superior de la mis-
ma , tirando otra sin pararse hasta el 4 , que
es el nacimiento de la cintura , prolongando es-
(6 )
ta luego hasta el 5 que es la parte inferior de
lantera de la faldilla , continuando de aqui has-
ta el 6 una curva no mui pronunciada , i ha-
bremos concluido el trazo del delantero .

Idem de la espalda.

Para delinear la espalda de un saco-paletó


debe tenerse presente lo que se le ha quitado
al delantero en la parte ll ( Lám . 8.ª fig. 2.ª )
agregando á la bandolera ó falda de la espalda
la mitad del estremo inferior de la faldilla h.
En el talle f debe darse á la bandolera , por
regla jeneral , á fin de que quede proporcio-
nada una tercera parte del ancho de la cintu-
ra ; esto es , si tiene diez i seis pulgadas i mé-
dia se le dará á la espalda en el talle cinco i
média pulgadas , que es lo que rigurosamente
le corresponde .
Para trazar la espalda de un saco- paletó sin
necesidad de comprobacion , se tomará un
punto de apoyo desde m á p de igual estension
al grandor del cuadrado de la sisa , tirando en
seguida desde p á o una línea de média pulga-
da mas de amplitud de la que tenga el cuadra-
do ; formando ángulo recto con la oblícua que
se tira para formar la espalda . Desde luego se
tirará otra de igual estension , paralela con la
primera , que divida el punto mp en dos par-
tes iguales , que constituirán la parte inferior
(7 )
del hombro en la espalda . Tiradas estas dos lí-
neas comenzaremos el trazo de esta manera :--
Daremos á la cabeza de la espalda la cuarta
parte del cuadrado . ( véase la esplicacion de
la lám . 3.ª fig. 1.ª ) . Partiremos después del
punto r, describiendo luego una curva hasta s ,
i continuando otra curva mas pronunciada has-
ta o , tendremos configurado lo que correspon-
de al hombro i parte de la sisa . Tiraremos otra
curva hasta u , que indicará el punto del talle ,
i prolongándola hasta v habremos concluido el
trazo por la parte del costado . Para configurar
la parte céntrica de la espalda, teniendo los pun-
tos marcardos m g , no haremos otra cosa sino
describir una curva desde m á l , i de este úl-
timo punto continuándola hasta g habremos
acabado el trazo de la espalda.
Respecto á las demás partes de esta vestimen-
ta omito hacer otras esplicaciones , ya por se-
guirse en ellas los principios que espuse en mi
tratado ( Lám. 3. fig. 3. ) , ya porque sobre
comprobacion i modificaciones de manga en
jeneral están mis alumnos estensamente im-
puestos .
DEL SACO-GRIEGO.

Del trazo del delantero.

La medida del ancho del pecho del saco-


griego es la de veinte pulgadas , i esplicado ya
(8)
el cuadrado de la sisa , pasaremos á delinearlo
sobre dicho cuadrado , siguiendo estas reglas:
La perpendicular e f ( Lám. 8.a fig. 3.a ) se
prolongará hasta el largo total de esta pieza , i
tirando una línea desde el centro de la sisa a
hasta el punto bb, tendremos por la parte pos-
terior ó costado , su ancho i aplomo . Se tira-
rá después otra línea por la parte delantera ,
desde cc hasta dd ; logrando de este modo tam-
bien dar al delantero su correspondiente ancho
i aplomo en la parte inferior , siendo su esten-
sion la mitad del ancho del pecho , que ri-
gorosamente le corresponde . Estas proporcio-
nes son inalterables en todos los cuerpos i ta-
maños.

Idem de la espalda .

Suponiendo una persona bien configurada ,


el largo de la espalda es el mismo que el del
delantero , desde e á bb. Lo que le correspon-
de al estremo inferior , desde g á h , es la mi-
tad del ancho del pecho ; esto es , todo lo que
se apunta en el libro de medidas : al fondo de
la sisa desde i á j le corresponden las tres cuar-
tas partes de dicho ancho ; dando á la parte
superior de la espalda k la cuarta parte del cua-
drado de la sisa i média pulgada mas ; termi-
nando para la configuracion del hombro en las
dos terceras partes del cuadrado hh. De aquí
(9 )
seguiremos describiendo una curva hasta i , i
tendremos el encuentro de la sisa formado ; i
discurriendo desde g á h otra curva casi recta ,
habremos concluido el trazo de la espalda .

DEL CHALECO.

Del trazo del delantero.

Formado el cuadro de la sisa se dividirá en


dos partes iguales , subdividiendo la segunda
parte en cuatro , en esta forma : 1.ª , 2.ª , 3.ª,
4. , ( Lam . 8. fig. 5.ª ) . Sobre la cuarta par-
te se describirá una perpendicular desde a á b
que es el largo del chaleco. Hecho esto , há-
ganse dos partes iguales de cada una de las re-
jiones superior é inferior del cuadrado . Con-
cluidas estas delineaciones , pasaremos á con-
figurar el delantero , tirando una línea desde 1 á
2 , que es el punto de apoyo de la parte infe-
rior del hombro ; tirando en seguida una cur-
va mui pronunciada que se roce con la 3.ª
perpendicular hasta el 3 , i tendremos forma-
da la sisa. De aquí hasta el 4 todo lo que exi-
ja la moda. Partiendo después de este punto
hasta el 6 , que es lo que constituye la parte
superior de la solapa ; i de aquí hasta el 7 , ti-
rando otra línea que formará el ancho de la
misma. De aquí continuaremos describiendo
una curva hasta el 1 i tendremos formada la
( 10 )
escotadura ó caja del cuello , con la cual se
concluye el trazo .

Idem de la espalda

Para trazar la espalda de un chaleco es pre-


ciso ante todo formar un cuadrilongo de igual
lonjitud al largo que este tuviere , i de ancho
una i média pulgadas de lo que tenga el cua-
drado de la sisa ( Lám . 8.ª fig. 6.ª ) . Conclui-
da la formacion del cuadrilongo i cuadrado
tiraremos una línea desde m á n . que es la 3.ª
parte del cuadrado , describiendo en seguida
una perpendicular sobre la 4.ª parte del mismo
desde ñá o lo cual nos dará los puntos de apo-
yo que son menester . Pasaremos después á con-
figurar la espalda de esta manera : -- Se tira-
rá de 1 al 2 una curva que formará la cabeza
de la espalda , discurriendo hasta el 3 una dia-
gonal que configurará el hombro . De aquí has-
ta el 4 una curva mui pronunciada , i tendre-
mos el centro de la sisa ; prosiguiendo hasta
el 5 con otra curva apénas pronunciada , i ha-
bremos finalizado el trazo de la espalda .

DEL PANTALON.

Formado ya el cuadrilongo ( Lám . 5.ª fig.


a
1.ª , i lám . 8. fig. 7.a ) . Se tomarán los pun-
tos de apoyo en que deben dividirse las medi-
das del pantalon de botin. Supuesta la medida
( 11 )
por la cual se vá á cortár la de 47 pulgadas de
largo desde g á ƒ ( * ) ( Lám . 8.ª fig. 7.ª ) , i
la de entrepiernas desde h hasta g la de 35
pulgadas , se dividirá en dos partes iguales este
último punto , tirando en el centro una línea ij
que indicará el lugar de la rodilla . Vamos á
las proporciones ó anchárias.
Sentado que el ancho de cintura es el de 17
pulgadas , i el de debajo las caderas el de 21 .
daremos al delantero en la parte superior la
mitad i média pulgada mas de lo que marca la
anchária de la cintura ; i á la cruz ó entrepier-
nas ( al delantero ) las dos terceras partes de
las 21 , que serán 14 desde há o , dando una
pulgada mas de ancho al trasero en esta mis-
ma parte ó punta á todos los pantalones sin
escepcion alguna .
El pantalon que describimos tiene de botin
15 pulgadas desde n á ñ , i por lo mismo al
delantero en la parte inferior le corresponde la

(*) Digo del delantero , porqué una larga espe-


riéncia me ha enseñado que se deben tomar dos lar-
gárias de arriba abajo , por tener muchas personas
mas estension en la parte trasera que en la delantera ,
pasando la una por encima del vientre , muslo i rodi-
lla , hasta llegar sobre el pié ; i la otra por encima de
la nalga , pantorrilla hasta el nacimiento del talon . Pa-
ra tomar estas medidas con acierto se tendrá un cin-
turon que harán poner préviamente al parroquiano , á
fin de que las medidas partan de una misma elevacion .
( 12 )
tercera parte , que son 5 pulgadas. Adviértase
que en todos los pantalones de esta clase deben
seguirse las mismas proporciones.
Las modificaciones que pueden hacerse sobre
un mismo pantalon se verán con solo echar una
ojeada á la figura 7.a de la lámina 8.a , puesto
que van delineadas sobre el mismo pantalon de
botin, el pantalon tirado ó de bomba, el redon-
do de abajo i el calzon- corto. Repito , que con
solo echar una ojeada á la lámina indicada ,
cualquier persona podrá hacerse cargo de la fa-
cilidad con que los vários pantalones pueden
trazarse .
Del aplomo.

Para que un pantalon caiga verdaderamente


aplomo ( lám. 8. fig. 7 ) , deberá tocar la par-
te inferior del pantalon la línea que divide el
cuadrilongo en dos partes iguales de arriba
abajo ( véase la misma lámina ) . Con esta pre-
caucion tendrán el aplomo , evitando de esta
manera las arrugas ( * ) al sesgo que muchos
de los pantalones hacen sobre el pié.

(*) Las arrugas que hacen vários pantalones de


botin en la estremidad de la pierna se orijinan en ha-
berse descuidado el aplomo del jénero ; pues no basta
que el pantalon tenga su aplomo en cuanto al corte ,
si no que tambien debe tenerle en cuanto al jénero ,
haciendo que venga á hilo . Ambos aplomos deben con-
siderarse como condiciones absolutamente necesárias
para alcanzar un buen resultado .
( 13 )
Cuando al individuo que se le ha tomado la
medida tiene la parte trasera mas larga que la
delantera todo el esceso se repartirá en dos
partes, la mitad del muslo para arriba i la otra
mitad del muslo para abajo.
En la cruz se dará al cuarto trasero un poco
mas de estension, embebiéndola en una cuarta
de distancia de la cruz ó entrepiernas hácia
abajo. Esta operacion es de todo punto necesá-
ria para que el pantalon no tire en esta parte ni
· impida al parroquiano hacer cualquier actitud .

MODIFICACIONES DEL DELANTERO.

Para hacer el talle mas largo de una levita ,


no se hará otra operacion sino tomar un des-
vío en la parte posterior inferior del delantero
hasta d ( lámina 8.a fig. 8. ) , sirviendo de
apoyo la horizontal ee , prolongando una curva
hasta c , dejando siempre un sobrante para lo
que han de embeberse las pinzas b . La curva
que se tira de dá c no debe ser pronunciada .
Las demás modificaciones que se pueden ha-
cer respecto á la moda son accidentales , i por
lo mismo las esplico , á medida que vayan apa-
reciendo en mis lecciones .
En cuanto á las modificaciones de imperfec-
cion de cuerpo , están ya esplicadas en la obra
( pág. . 50 , lám. 4.ª ) .
( 14 )

DEL FALDON.

Para trazar un faldon de casaca , ora sea de


los que se usan en el dia ó de cualquier moda
que pueda inventarse , lo primero que hará el
alumno , será buscar el aplomo. Para en-
contrar el aplomo tirarémos una horizontal á
la elevacion del largo que tuviere el faldon des-
de bá c ( lám . 8.a, fig. 9.a ) , que será el an-
cho de la cintura. A dos pulgadas mas arriba
se tirará otra horizontal , paralela con la pri-
mera , i formando las dos paralelas un cuadri-
longo se tirará una diagonal que lo divida en
dos partes iguales : formados estos puntos , i
considerando la doblez del paño una perpen-
dicular sobre la base del faldon , describire-
mos una curva apénas pronunciada de média
pulgada de entrada en la parte superior de éste
desde b á d , que figurará el pliegue del faldon .
Hechas estas demostraciones configuraremos el
faldon de esta manera :
Tiraremos una curva algo pronunciada des-
de 1 á 2 , buscando el aplomo en el punto dd :
de aquí saldremos describiendo otrà curva se-
gun lo requiera la moda , prolongándola hasta
el 3. Tiraremos otra en seguida hasta el 4, pero
mui poco pronunciada , i habremos de este mo-
do concluido el trazo del faldon .
FIN .
Fig. 8%

dd

Fig. Ia
Princeton University Library

32101 049926544

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