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CONSECUENCIAS CLÍNICAS DE LA FORCLUSIÓN DEL SIGNIFICANTE DEL


NOMBRE-DEL-PADRE

1) Trastornos del lenguaje


2) Ausencia de significación fálica
3) Certeza
4) Pauperización del deseo
5) Presencia de la voz y la mirada
6) Infinitización del goce

1) Trastornos del lenguaje


Partiendo de la lectura que realiza Lacan de los fenómenos del automatismo
mental, los que identifica Lacan como fenómenos elementales, en particular el
carácter anideico que tienen, le permiten a Lacan plantear que no se tratan estos
fenómenos de un retorno del significante en lo simbólico, sino de un retorno en lo
real. Son significantes desencadenados, sueltos, aíslados.
El ejemplo más claro es el neologismo, que es a la vez un fenómeno elemental y
un trastorno del lenguaje.
En el seminario 3, Clase 3 par. 2 (pág. 50)

“Quienes asisten a mi presentación de enfermos saben que presenté la última vez una
psicótica muy evidente, y recordarán el trabajo que me costó obtener de ella el signo, el
estigma, que probaba que se trataba verdaderamente de una delirante, y no simplemente de
una persona de carácter difícil que riñe con la gente que la rodea.

El interrogatorio sobrepasó ampliamente la hora y media antes de que apareciese


claramente que en el límite de ese lenguaje, del que no había modo de hacerla salir, había
otro. El lenguaje, de sabor particular y a menudo extraordinario que es el del delirante.
Lenguaje en que ciertas palabras cobran un énfasis especial, una densidad que se
manifiesta a veces en la forma misma del significante, dándole ese carácter francamente
neológico tan impactante en las producciónes de la paranoia. En boca de nuestra enferma
del otro día, por fin surgió la palabra galopinar, que rubricó todo lo dicho hasta entonces.”

[…]

“A nivel del significante, en su carácter material, el delirio se distingue precisamente por esa
forma especial de discordancia con el lenguaje común que se llama neologismo. A nivel de la
significación, se distingue justamente— hecho que sólo puede surgir si parten de la idea de
que la significación remite siempre a otra significación— porque la significación de esas
palabras no se agota en la remisión a una significación.

Esto se observa tanto en el texto de Schreber como en presencia de un enfermo.

La significación de esas palabras que los detienen tiene como propiedad el remitir
esencialmente a la significación en cuanto tal. Es una significación que fundamentalmente no
remite más que a sí misma, que permanece irreductible. El enfermo mismo subraya que la
palabra en sí misma pesa. Antes de poder ser reducida a otra significación, significa en sí
misma algo inefable, es una significación que remite ante todo a la significación en cuanto
tal..”
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El neologismo no implica que se trate de una palabra inventada, o nueva. Tampoco


cualquier palabra inventada es un neologismo psicótico. La cuestión está en que
sea una palabra que detenga el discurso, que actúe como plomada en la red.
Las formas estos fenómenos son:
[pág. 53]
“Lo vemos en ambos polos de todas las manifestaciones concretas de que son sede estos
enfermos. Cualquiera sea el grado que alcance la endofasia que cubre el conjunto de los
fenómenos a los que están sujetos, hay dos polos donde este carácter es llevado al punto más
eminente, como lo subraya bien el texto de Schreber, dos tipos de fenómenos donde se dibuja
el neologismo: la intuición y la fórmula.

La intuición delirante es un fenómeno pleno que tiene para el sujeto un carácter inundante, que
lo colma. Le revela una perspectiva nueva cuyo sello original, cuyo sabor particular subraya, tal
como lo hace Schreber cuando habla de la lengua fundamental a la que su experiencia lo
introdujo. Allí, la palabra —con su pleno énfasis, como cuando se dice la palabra clave— es el
alma de la situación.

En el extremo opuesto, tenemos la forma que adquiere la significación cuando ya no remite a


nada. Es la fórmula que se repite, se reitera, se machaca con insistencia estereotipada.
Podemos llamarla, en oposición a la palabra, el estribillo. Ambas formas, la más plena y la más
vacía, detienen la significación, son una especie de plomada en la red del discurso del sujeto.
Característica estructural que, en el abordaje clínico, permite reconocer la rúbrica del delirio.

2) Ausencia de significación fálica


Es producto de la ausencia del significante del nombre-del-padre. Se trata del
“delirio edípico que nos permite hacer lazo”. Hay que destacar que puede en un
sujeto inscribirse el significante nombre-del-padre, pero esto no garantiza la
significación fálica vía la metáfora paterna.
En el caso la no inscripción del nombre-del-padre, indefectiblemente implica la
ausencia de la significación fálica.
Se plantea la pregunta de cómo distinguir en un caso clínico si se trata de un
psicótico o de un neurótico en el que se ha inscripto el significante nombre-del-
padre pero no hubo significación fálica. Será necesario percibir otros fenómenos,
como ser trastornos del lenguaje, para diagnosticar psicosis.
En las psicosis también falta por ende, el “brillo fálico”, lo que provoca que el objeto
no devenga causa de deseo.

3) Certeza
Esta consecuencia está ligada al encuentro con el significante que retorna en lo
real. Hay certeza porque no hay la equivocidad (multivocidad) que implica la
significación fálica. Cualquier significante podrá querer decir otra cosa, ya que en la
cadena con el curso temporal que implica la metonimia, el S 2 significa al S1. Hay
certeza cuando falta ese S2 y el S1 aparece sólo, suelto. La significación fálica nos
permite la “feliz incertidumbre”, como señala Lacan:
[pág. 109].

Un sujeto normal se carácteriza precisamente por nunca tomar del todo en serio cierto número
de realidades cuya existencia reconoce. Ustedes están rodeados de toda clase de realidades
de las que no dudan, algunas especialmente amenazantes, pero no las toman plenamente en
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serio, porque piensan, como dice el subtítulo de Claudel, que lo peor no siempre es seguro, y
se mantienen en un estado medio, fundamental en el sentido de que se trata del fondo, que es
feliz incertidumbre, y que les permite una existencia suficientemente sosegada.
Indudablemente, para el sujeto normal la certeza es la cosa más inusitada. Si se hace
preguntas al respecto, se percatará de que es estrictamente correlativa de una acción en la
que esta empeñado.

No hacerse preguntas. Es de lo que trata la religión. Lacan señala que en el sujeto


normal la certeza es inusual, en el neurótico los momentos de certeza le generan
angustia, son el resultado de una falla –momentánea- de la significación fálica que
habría dado lugar al malentendido si hubiera operado debidamente. La certeza es
signo del encuentro con lo real, tanto en la psicosis como en la neurosis. En la
primera se evidencia más por la ausencia de la significación fálica, pero no es
exclusiva de esta estructura. En la certeza hay pérdida de la realidad, si bien es el
signo del encuentro con lo real.

4) Pauperización del deseo


Trastorno de la voluntad, que está en la base de la esquizofrenia. ¿Hay deseo en
la psicosis? ¿Qué sería un deseo no sostenido por el nombre-del-padre? ¿Podrá
ser un deseo sostenido en la metáfora delirante? Sí, hay deseo cuando hay
metáfora, como también hay cuerpo sostenido en esta. ¿Qué pasa con el cuerpo
mientas no se desencadenó la psicosis? Compensación imaginaria del Edipo
ausente. La identificación especular le puede dar al psicótico un cuerpo que no le
da el nombre-del-padre.

5) Presencia de la voz y la mirada


No extracción del objeto a en su tercer variedad. Los objetos de las pulsiones
parciales no se pierden por ausencia de la castración. El objeto causa de deseo se
coordina con la castración.
¿Cómo se vuelven presentes la voz y la mirada? En las alucinaciones visuales o
auditivas. Está presente esto también en lo que señalaba Freud como “delirio de
ser notada”, como el caso de la Señora P.
Para que uno pueda hablar, la voz como objeto debe perderse. En el caso
Schreber, los sonidos, murmullos que luego terminan siendo voces que le hablan.
Antes de metaforizar, buscó formas de acallar estas voces, gritaba más fuerte por
ejemplo.

6) Infinitización del goce


Puede verse claramente en el “Empuje a la mujer”. Hay una inundación de goce en
el esquizofrénico.
[pág. 110]
“Que diríamos, a fin de cuentas, del delirante? ¿Está sólo? Tampoco es esa nuestra
impresión, porque esta habitado por toda suerte de existencias, improbables sin duda, pero
cuyo carácter significativo es indudable, dato primero, cuya articulación se vuelve cada vez
más elaborada a medida que su delirio avanza. Es violado, manipulado, transformado,
hablado de todas las maneras, y, diría, charloteado. Lean en detalle lo que él dice sobre los
pájaros del cielo, como los llama, y su chillido. Realmente de eso se trata: él es sede de una
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pajarera de fenómenos, y este hecho le inspiró la enorme comunicación que es la suya, ese
libro de alrededor de quinientas páginas, resultado de una larga construcción que fue para el
la solución de su aventura interior.”

Todo este abuso que sufre Schreber es el goce sin el límite que impone el nombre-
del-padre.
Hay goces placenteros, como el goce fálico, que está regulado, localizado. Un
goce con acceso a ambos sexos. En la mujer sin embargo hay un goce que
excede, un plus de goce. Que no se dejó regular por el nombre-del-padre. Locura
femenina. En la psicosis el goce tiene un parentesco con este goce femenino. No
es el mismo (en uno hay castración en otro no). Está presente en la transformación
corporal que sufre Schreber, la emasculación. .

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