Está en la página 1de 13

Antonio Miguel Grompone

Rosinella Radici

La formación de Profesores de Educación Secundaria en Uruguay

“Nada que no vuelva, con sus frutos a lo social,


tiene sentido.
Al menos no tiene sentido humano,
republicano, ciudadano ni de responsabilidad
colectiva.... “
Sumario

1. El Uruguay hacia fines del siglo XIX y principios del Siglo XX.
2. Biografía del Dr. Antonio Grompone.
3. Obras – Pensamiento del Dr. Grompone.
4. Su Gran Obra: el Instituto de Profesores “Artigas”.
4.1. Antecedentes educativos.
4.2. Creación y Plan de Estudios del I.P.A.
5. La Formación Docente en Uruguay.
6. Conclusiones.
7. Bibliografía

1. El Uruguay hacia fines del siglo XIX y principios del Siglo XX.

Los gobiernos de los militares colorados Lorenzo Latorre (1876-1880), Máximo


Santos (1882-1886) y Máximo Tajes (1886-1890), asentaron el poder central,
dominaron a los caudillos rurales y tornaron difíciles los alzamientos.
Los medios de comunicación (telégrafo) y transportes (ferrocarril) fortalecieron el
poder montevideano. También contribuyó el afianzamiento de la paz interna el
fortalecimiento del sentimiento nacional que ya no admitió la internacionalización
de los partidos uruguayos y sus alianzas con los federales y unitarios argentinos o
los bandos brasileños.

A los militares sucedieron los gobiernos civiles, presidencialistas y autoritarios, de


Julio Herrera y Obes (1890-1894) y Juan Idiarte Borda (1894-1897).

Al exclusivismo colorado y sus manipulaciones electorales respondieron las


revoluciones blancas capitaneadas por el caudillo rural Aparicio Saravia. Su
levantamiento en 1897 fue la base de un gobierno colorado de compromiso con los
blancos, el de Juan Lindolfo Cuestas (1897-1903).

La paz interna y el fuerte gobierno central montevideano estuvieron vinculados a


paralelas transformaciones que ocurrieron en la demografía, la economía, la
sociedad y la cultura del Uruguay.

El Uruguay de 1830 apenas contaba con 70.000 habitantes. El de 1875 poseía ya


450.000 y el de 1900 un millón. El factor crucial de la revolución demográfica fue
la inmigración europea. Franceses, italianos y españoles llegaron en varias oleadas
durante el siglo XIX. Proclives al espíritu de empresa y al ahorro se convirtieron
hacia 1870-1880 en los principales propietarios rurales y urbanos. Fueron también
los iniciadores de la industria de bienes de consumo. Los inmigrantes, hostiles por
lo general a las disputas entre blancos y colorados, exigieron la paz interna.

El Uruguay de fines del siglo XIX tuvo así características económicas que lo
singularizaron en el contexto latinoamericano. Producía alimentos y satisfacía otras
dos necesidades básicas del hombre, su calzado, con el cuero, y su vestimenta con
la lana.

Sus mercados externos se habían diversificado. El librecambio europeo que duró


hasta la crisis mundial de 1929, le dio a Uruguay un lugar económico seguro y
rentable en el mundo.
A partir de 1860 comenzaron las primeras inversiones extranjeras, sobre todo
británicas. Los ingleses ya habían construido los ferrocarriles e invertido en los
servicios públicos de Montevideo: agua corriente, gas, teléfonos, tranvías.

El ferrocarril fue esencial para que el gobierno central pudiera controlar el interior.
Cuando en 1886 el Río Negro fue cruzado por un puente ferroviario, el Uruguay,
que siempre había estado dividido en dos mitades, se unificó.

Todos estos inversores, exigían la pacificación interna del Uruguay, pues las
utilidades de la empresas extranjeras y el cobro de los intereses de la deuda del
gobierno uruguayo estaban ligados a la marcha pacífica y próspera del país.

En 1875, el crecimiento demográfico y la legislación aduanera proteccionista


ambientaron el nacimiento de la industria moderna. Incipiente y desarrollada sólo
en la provisión de bienes de consumo: alimentos, bebidas, muebles, tejidos,
cueros, generó tanto un patronato deseoso de orden como un proletariado hostil al
enganche en las filas de los ejércitos blancos y colorados.

Ocurrieron cambios también en el orden cultural y mental. La Universidad había


abierto su puertas por iniciativa del Presbítero Dámaso Antonio Larrañaga, quien
promovió la sanción de una Ley aprobada en 1833.

Sobre la base de esta Ley se organizaron las cátedras en 1836. El primer


reglamento orgánico de la Universidad, del año 1849, dispuso que la Universidad
comprendería la totalidad de la instrucción: primaria, secundaria y superior. El
empuje de las ciencias naturales y el positivismo cristalizó en 1875 en la creación
de la Facultad de Medicina que conjuntamente con la Facultad de Matemáticas,
abrieron a los jóvenes la posibilidad de encarar otra preparación además de la de
jurisprudencia. La Ley Orgánica de 1885, proyectada por Alfredo Vásquez Acevedo
introdujo modificaciones que permitieron mayor eficiencia y ejecutividad. La
juventud universitaria, se embarcó primero en el espiritualismo ecléctico y luego en
el positivismo y el agnosticismo, cuando no el ateísmo.

En 1877, el gobierno del coronel Latorre, inspirado por José Pedro Varela, decretó
la reforma en la Enseñanza Primaria, volviéndola obligatoria y gratuita, separándola
de la Universidad y otorgándole recursos para su desarrollo. La tasa de
analfabetismo comenzó a descender. El deseo de incrementar la actividad política
de los habitantes y a la vez prepararlos mejor para el nuevo orden económico
estuvo detrás de esta transformación.
Otro signo de la modernidad fue la aparición de un nuevo modelo demográfico. La
natalidad comenzó a decrecer ya en 1890, la edad promedio del matrimonio
femenino ascendió de 20 a 25 años, y comenzaron a aparecer las primeras formas
de control artificial de la natalidad.
La figura de José Batlle y Ordoñez (1856-1929) domina políticamente los primeros
años del siglo XX. Fue electo Presidente en dos oportunidades: 1903-1907 y 1911-
1915.

Electo José Batlle y Ordoñez en 1903, Aparicio Saravia dirigió en 1904 la última
gran revuelta rural. Esta revolución es distinta a las anteriores pues se sustenta en
un programa de reivindicaciones políticas, sobre la mera adhesión a la tradición
partidaria.

La economía vio aparecer nuevas formas industriales que valorizaron plenamente la


producción de carnes al refrigerarlas y venderlas a Europa. Esto tuvo consecuencias
políticas pues alejó definitivamente el fantasma de las viejas guerras civiles entre
blancos y colorados ya que los estancieros se oponían a ellas por destruir bienes
con valor de mercado.

La intervención estatal comenzó. La gestión financiera del Estado (Banco de la


República, 1896 y Banco Hipotecario, 1912), comercial (Banco de Seguros, 1911),
e industrial (energía eléctrica y teléfonos, 1912, combustibles y petróleo, 1931), se
constituyó en un elemento definitorio de la relación entre sociedad civil y Estado en
todo el siglo XX.

La democracia política se afianzó con el logro del voto secreto que se implementó
por primera vez para la elección de la Convención Nacional Constituyente de 1916.
La Constitución de 1917estableció la representación proporcional y el voto secreto.

En lo social, el Uruguay vivió una época de legislación del trabajo, protectora de los
obreros y otros sectores populares (la ley de 8 horas fue aprobada en 1915) y de
garantías para el retiro de los trabajadores establecidas por diferentes leyes que
fundaron Cajas de Jubilaciones para casi todos los oficios en los años 20.
Demográficamente el país, que contaba con 1.042.000 habitantes según el Censo
realizado en 1908, apenas duplicó su población en 1930, estimada en 1.900.000. El
descenso de la tasa de mortalidad fue muy significativo y se debió sobre todo al
avance del nivel de vida de la población y a las medidas higiénicas que el gobierno
adoptó. El descenso relevante de la tasa de natalidad convirtió al Uruguay,
probablemente en el primer país de América Latina que obviamente controlaba sus
nacimientos.

La difusión de la cultura con la expansión de Enseñanza Secundaria en el interior


del país, la fácil recepción de los modelos demográficos europeos por una población
de origen inmigratorio, la mentalidad prudente de las dominantes clases medias,
todo ello explica que en 1930 el Uruguay tuviera de sí mismo la imagen de un país
moderno, europeizado y escasamente latinoamericano.

La cultura y la enseñanza se habían secularizado y la influencia de la Iglesia


Católica era escasa al grado de que sin mayores repercusiones sociales ni políticas
el Estado y la Iglesia se separaron por la Constitución de 1917.
La ley de divorcio por causal, la primera aprobada, fue en 1907 y la mujer obtuvo
en 1913 la ley de divorcio "por su sola voluntad". En 1932 logró el derecho al
sufragio.

La crisis económica mundial iniciada en 1929 en Estados Unidos, repercutió en el


Uruguay a partir de 1930-31. El descenso del precio de las materias primas y
alimentos que el Uruguay exportaba, y las restricciones del comercio internacional,
generaron aumento de la desocupación y caída del ingreso.

La lucha por la distribución del mismo se acentuó entre los grupos sociales y el
reformismo social batllista fue enjuiciado duramente por ineficaz y populista por las
gremiales de estancieros y comerciantes que criticaban el peso impositivo de un
Estado que no controlaban.

El Presidente de la República electo en 1931, Gabriel Terra, oyó estas demandas de


las clases altas y con el apoyo de algunas fracciones de los dos partidos
tradicionales dio un golpe de Estado el 31 de marzo de 1933, disolviendo el Poder
Legislativo y la parte colegiada del Poder Ejecutivo, el Consejo Nacional de
Administración.

Este golpe y el gobierno resultante, el de Terra hasta 1938, aunque represor del
movimiento obrero y los partidos de izquierda y "progresistas", y desconocedor en
muchos planos, de los derechos individuales, demostró también la originalidad de
la historia uruguaya. El golpe había sido protagonizado por un presidente civil y
dado con la aprobación del ejército pero sin su intervención directa, había contado
con el apoyo de parte de los partidos políticos tradicionales y además, procurado la
legitimación inmediata de las urnas convocando a elecciones ya en 1933.

La lenta recuperación de la economía mundial, el peso en la sociedad de las


tradiciones democráticas, y el alineamiento del Uruguay con los Aliados enemigos
del nazi-fascismo en la II Guerra Mundial (1939-45), determinaron la recuperación
plena de la vida institucional democrática con las elecciones de noviembre de 1942
en las que fue electo presidente Juan José de Amézaga (1943-1947).

Bajo el gobierno de Luis Batlle Berres (1947-1951), la prosperidad económica se


consolidó por los crecientes beneficios que deparó a las exportaciones uruguayas la
guerra de Corea (1950-1953).

La prosperidad económica y el impulso del gobierno de este segundo batllismo


consolidaron un vigoroso crecimiento de la industria de sustitución de
importaciones y el número de obreros aumentó con espectacularidad.

Otra vez, el país de los años 50 parecía recordar al país de los años 20. El
desarrollo cultural era muy importante y el analfabetismo tendía a desaparecer.
Desde el gobierno se insistía en que el Uruguay era la Suiza de América, tanto por
la continuidad de su democracia, como por la fuerza de su clase media y hasta por
el Ejecutivo Colegiado que lo regía.

2. Biografía del Dr. Antonio Grompone.

El Dr. Antonio Grompone (1893-1965), pertenece a una generación segura de su


país, confiada

Nació en la ciudad de Salto en el año 1893.

Hijo de inmigrantes, mantuvo toda su vida un gran apego a


las tradiciones italianas.

Su carrera docente comenzó muy tempranamente. En 1913


fue Profesor de Física y de Química en el Liceo
Departamental de Salto, pero para poder iniciar sus
estudios universitarios, se debió ir a vivir a Montevideo.

En 1914 trabajó como Ayudante del Museo de Historia


Natural y en 1916 fue nombrado Jefe de Sección del
Ministerio de Relaciones Exteriores; esa Sección se convirtió
luego en la Oficina de Comercio Exterior, de la que fue Director.

También en ese año comenzó a desempeñarse como Profesor de Filosofía en


Enseñanza Secundaria.

En 1918 finalizó sus estudios universitarios, recibiéndose de Doctor en Derecho y


Ciencias Sociales.

De 1926 a 1933 fue Profesor de Filosofía del Instituto Normal de Señoritas y a


partir de 1928, Profesor Catedrático de Filosofía del Derecho en la Facultad de
Derecho.

Durante toda su vida ocupó diferentes cargos de dirigente de la Enseñanza: en


varios períodos fue Consejero de la Facultad de Derecho y también Decano de ella,
fue miembro del Consejo Central Universitario en varias ocasiones y Consejero de
Enseñanza Secundaria, integró múltiples comisiones ligadas con la educación.

Paralelamente a esas actividades, se desempeñó como asesor letrado de muchas


empresas y mantuvo su estudio privado donde ejerció su profesión.

La obra escrita de Grompone fue abundante. Con excepción de tres de sus libros, el
resto de su producción se refiere a problemas educativos. Su pedagogía fue social,
concebida para formar profesores para el nivel secundario.

El Dr. Grompone poseyó una vastísima cultura, pues sus intereses no estuvieron
limitados a los de sus especialidades sino que también cubrió áreas como literatura,
bellas artes y música; una clara manifestación de ello fue su biblioteca de casi
30.000 volúmenes.

La creación del Instituto de Profesores "Artigas" puede considerarse su obra mayor


ya que ésta marcó una etapa trascendente en la enseñanza en el Uruguay. El
cumplimiento irregular de las disposiciones vigentes sobre a formación de
"profesores agregados" llevó a que el 2 de julio de 1949 el Dr. Grompone elevara al
Consejo de Enseñanza Secundaria un proyecto por el cual se creaba un Instituto de
Profesores en sustitución de la ex-Sección Agregaturas.

A partir de 1950 y hasta su muerte, acaecida en Montevideo en 1965, el Dr.


Grompone se desempeñó como Director de dicho Instituto. A él dedicó gran parte
de su tiempo y de sus preocupaciones y constituyó una obra de la cual hablaba,
aún en los momentos más difíciles, con orgullo y cariño.

3. Obras – Pensamiento del Dr. Grompone.

Sus obras se enmarcan dentro de una posición post-positivista y pragmatista. Tres


son las fundamentales: “Filosofía de las revoluciones sociales” (1932), “Fuerza y
Derecho “(1934) y “La Ideología de Batlle” (1938).

En el campo de la pedagogía, encontramos las siguientes obras: “Conferencias


pedagógicas” (1927), “Problemas sociales de la Enseñanza Secundaria” (1947),
“Formación de Profesores de Enseñanza Secundaria”(1952), “Universidad oficial y
Universidad viva” (1953) y “Pedagogía universitaria” (1963).

Grompone afirma que la educación deberá formar un hombre que se adecue a las
necesidades del medio social en el que está inserto. La educación no es acopio de
conocimiento, sino desarrollo de aptitudes que posibiliten la creatividad del
individuo. La educación debe apuntar tanto a la formación intelectual del hombre
como al conocimiento de la realidad en que vive. El Estado democrático, deberá
tender a que esta función de la educación se cumpla.

Su inclinación pragmatista y empirista se observa en la necesidad de que la


pedagogía actúe como ciencia. Dice Grompone: “ la pedagogía es ciencia y es arte
de la educación” y afirma que “la pedagogía tiene dos funciones esenciales: hacer
propias las experiencias ajenas y estudiar los problemas que ha de resolver cada
uno en su cátedra”.

La Pedagogía debe considerar el rol de la educación en la vida del estado


democrático, como formadora de individualidades que influyen en el destino de la
sociedad. Así debe decidir que conocimientos son los más útiles (pragmatismo).

El proceso educativo debe centrarse en el alumno y tiene que transitar en ambos


sentidos, tanto en lo teórico y lo práctico. Critica a quienes educan solamente en lo
teórico, sin vinculación con la realidad del educando.

En Pedagogía Universitaria afirma: “En este libro no se formulan recetas


dogmáticas. Sólo se quiere hacer un ensayo de exposición de una idea razonada.
Lo importante es que en pedagogía y especialmente en pedagogía de la enseñanza
superior pesan factores que no se pueden determinar solamente por acciones
individuales, porque está en juego una institución con un fin de dirección, un
núcleo de docentes, estudiantes, necesidades de espacio y material, y sobre todo
la función social que desempeña, ya sea desde el punto de vista económico o
científico.”

La Universidad, para Grompone, es central en un proyecto de país, en un proyecto


de Estado democrático que tome para sí y para los suyos el ejercicio pleno de la
libertad, con igualdad de oportunidades en el marco de un espíritu de solidaridad
que efectivamente se derrame en cada uno de sus habitantes. La educación debe
necesariamente estar presente en el plan de construcción de una sociedad
democrática.

Grompone considera que la enseñanza tiene un valor desde el punto de vista de la


formación humana. El conocimiento científico o intelectual tiene un significado que
procede del medio. “La enseñanza superior se determina porque tiene como
finalidad la formación especializada de los jóvenes para la actividad científica o
intelectual o la técnica fundamentada en ella, y su caracterización se obtiene por la
doble circunstancia, de ser una formación post-secundaria y porque prepara
directamente para la actuación del hombre adulto.”

Y atendamos al siguiente pensamiento: “La actividad especializada es siempre una


función social y está supeditada a las condiciones del ambiente, por lo cual ya sea
consciente o inconscientemente la enseñanza está penetrada por el sentido y valor
que se atribuye al hombre.”

4. Su Gran Obra: el Instituto de Profesores “Artigas”.

4.1. Antecedentes educativos.

El Estado Moderno, al jerarquizar la educación como factor esencial del desarrollo


creó un sistema educativo que propendiera a su desarrollo y sustentara sus
bases.
En nuestro país surge en primera instancia la Educación Primaria, que fue objeto de
preocupación tanto de la sociedad como de sus dirigentes, desde la época colonial.

En 1875, José Pedro Varela, impulsó un proceso de reconversión nacional hacia la


modernización del país a través de la educación, teniendo como sustento los
principios rectores de gratuidad, obligatoriedad, laicidad y universalidad. El sistema
vareliano pretendió articular desde el aula escolar un complejo y peculiar proceso
de integración social y de construcción de ciudadanía. En este sentido señalaba “La
extensión del sufragio a todos los ciudadanos, exige como consecuencia forzosa, la
educación difundida a todos (…) las grandes necesidades de la democracia, todas
las exigencias de la república, solo tienen un medio posible de realización: educar,
educar, siempre educar.”

Este modelo fundacional, concibió desde su origen al docente como actor central y
pieza clave en el proceso de alfabetización, de creación de ciudadanía y de
construcción de una identidad nacional. A Jacobo Varela se le debe la fundación del
Internato Normal de Señoritas, inaugurado en 1882, cuya dirección se le confió a
María Stagnero de Munar. Su edificio propio se inauguró en 1886. El Instituto
Normal de Varones se inaugura en 1891, bajo la dirección del maestro Joaquín
Ramón Sánchez. En 1900 se elimina el régimen de internado y pasan a
denominarse “Institutos Normales”. En 1936, cuando ya cada uno de los Institutos
Normales llevaban el nombre de sus directores fundadores, se unifican en uno solo:
“Institutos Normales Ma. S. de Munar y Joaquín R. Sánchez”, denominación que
aún mantienen.

Este camino permitió al Uruguay, finalizado los años treinta, contar con la totalidad
del plantel de docentes de Educación Primaria profesionalizado y titulado, hecho
que constituyó una singularidad en América Latina.

El problema de la modernización de la educación secundaria es encarado por


Francisco Antonio Berra, vinculado al Ateneo, (centro cultural de la época) , quien
manifestaba: “Hemos tenido hasta ahora programas defectuosos, estamos
acostumbrados a enseñar sin método y carecemos de profesores que reúnan al
saber de la materia la aptitud del maestro y exijo que no se presenten al Ateneo,
profesores que no tengan esa doble competencia”. A Alfredo Vasquez Acevedo se
le debe la reforma de la Universidad (1885) . Modernizó su equipamiento, varió
sustancialmente la metodología pedagógica, reformó los planes de enseñanza
secundaria.En 1912 se crean los Liceos Departamentales y la Sección Femeninna
de enseñanza secundaria. En 1935 Enseñanza Secundaria se convirtió en ente
autónomo. Se modifica el plan de estudios: cinco años comunes y uno de
preparatorio. En 1941 sufre el plan otra modificación, variando a cuatro y dos años
respectivamente..

La formación específica de profesores de enseñanza media fue mucho más tardía.


La ley Nº 1.825 de 14 de julio de 1885 establecía como atributo del Consejo
Universitario proponer al Poder Ejecutivo el nombramiento de los catedráticos. La
ley Nº 2.078 de 1889 imponía la obligatoriedad del concurso para llenar las
vacantes, salvo en el caso de espectabilidad notoria. Con estas dos disposiciones se
efectuaron las designaciones de profesores de Preparatorios.

En el Reglamento de 1890, aprobado por el Consejo Universitario, se atribuía el


desempeño de la Enseñanza Secundaria a los catedráticos titulares y sustitutos,
quienes debían tener título de Bachiller. Los segundos estaban destinados a suplir
las faltas del titular por licencias. En el Reglamento de sustitutos de 1905 se
disponía la elección directa de los mismos por el Consejo Universitario. Se imponía
como obligación dirigir la clase seis veces al año, por lo menos, de acuerdo con las
instrucciones del profesor titular, quien debía además informar sobre el desempeño
del sustituto.

El Reglamento de 1915, aprobado por el poder Ejecutivo, mantenía las mismas


exigencias en cuanto a títulos y méritos. El nombramiento se efectuaba por
mayoría de los miembros del Consejo presentes. El sustituto debía dictar tres
lecciones en presencia del profesor titular, en la fecha y con el tema que éste
indicase.

En 1926 el Consejo de Enseñanza Secundaria creó un curso de Pedagogía cuya


finalidad era el perfeccionamiento del personal docente y la formación de
profesores de enseñanza media. Este curso funcionó hasta 1927.

Con el Reglamento de 1939 se inicia otra etapa. Se reemplaza la denominación de


“profesores sustitutos” por la de “profesores agregados” y se establecen las bases
para la formación pedagógica, especialización y práctica docente. Se imponía la
asistencia a Cursos de Pedagogía durante dos años, cursos de preparación de la
asignatura en que se especializarían y realización de práctica docente. Se exigía al
profesor agregado el título de bachiller o de maestro.

El Consejo Nacional de Enseñanza Secundaria, creado el 11 de diciembre de 1935,


decidió aplicar de esta reglamentación lo que se refería a práctica docente. Se
proyectó la creación del Instituto Normal de Profesores con un criterio que
comprendía práctica docente, disciplina de especialización y pedagogía.

La ley Nª 9.691 de 1937 establecía la creación del Instituto Nacional de Profesores,


pero por problemas presupuestales no pudo ser ejecutada y fue derogada al poco
tiempo.

El Reglamento de 1941, similar al de 1934, cambiaba las exigencias de promedio a


“Muy bueno” para ingresar como profesor agregado.

Los reglamentos de 1944 y 1945 establecían como condiciones ser maestro o


bachiller y las mismas respecto del promedio de calificaciones o rendir una prueba
de ingreso en la asignatura elegida. Los profesores de Idiomas Modernos, Dibujo,
Canto Coral y Cultura Musical debían acreditar cultura general. La formación de
profesor se hacía mediante una preparación técnico pedagógica con cursos y
seminarios de Ciencias de la Educación durante dos años, cursos de especialización
en la asignatura elegida y práctica docente. El número de inscriptos fue alto y de
ellos muchos obtuvieron el título de Profesor Agregado, que fue considerado por el
Consejo de Enseñanza Secundaria para la designación de cargos vacantes. No
obstante en algunos casos las designaciones se efectuaban al margen de la
reglamentación.

El aumento de estudiantes, profesores y establecimientos liceales de 1935 a 1944


es notorio. De 5844 alumnos en Liceos de Montevideo y 5499 en los del Interior se
pasa a 9487 y 8043 respectivamente. En 1935 se inscriben en total 17.447 y en
1949 se inscriben 21.747 alumnos entre Montevideo y el Interior. La creciente
expansión de los estudiantes de Secundaria hizo necesario pensar no sólo en
aumentar la cantidad de profesores sino en formarlos de manera sistemática.

4.2. Creación y Plan de Estudios del I.P.A.

En 1949, la Ley Nº 11.285, del 2 de julio de 1949, en su artículo 49, establece:


“Créase en sustitución de la actual Sección Agregaturas, el Instituto de Profesores
de Enseñanza Secundaria, cuya organización y funcionamiento reglamentará el
Consejo respectivo, dentro de los tres meses siguientes a la publicación de la
presente ley.”
El Instituto de Profesores empezó a funcionar dos años más tarde bajo el impulso
del Dr. Antonio Grompone, quien es designado como su primer director. La Ley
11.473 de 1950, qen su artículo 64, establece que el Instituto de Profesores pase a
llamarse “Artigas”. Dicha ley se refería a un cúmulo de disposiciones de homenaje
por el centenario de la muerte de Artigas.

El Instituto de Profesores, dice Antonio Grompone, en el libro Formación de


Profesores de Enseñanza Secundaria (1952), tiene tres finalidades: “la formación
de profesores, el mejoramiento del cuerpo docente actual y una tarea de
investigación educativa en torno al problema social de organización y finalidad de
la enseñanza media, mediante el estudio de la realidad”.

La formación de profesores se orienta en torno a tres direcciones: la práctica


docente, la especialización en la asignatura elegida y la preparación en materia
pedagógica.

El Reglamento de organización y funcionamiento del Instituto de Profesores de


Enseñanza Secundaria, en su capítulo I, indica los cometidos fundamentales:

a. La formación técnica y pedagógica del personal docente de Enseñanza


Secundaria.
b. La expedición de diplomas de Profesor de Enseñanza Secundaria en las distintas
especialidades.
c. El mejoramiento del personal docente, por la realización de cursos y seminarios
de perfeccionamiento técnico u extensión cultural pedagógica
d. La realización de investigaciones relacionadas con la enseñanza media y su
coordinación con las demás ramas de la enseñanza.
e. La publicidad de estudios e investigaciones.

El capítulo II, establece la constitución y organización de las autoridades. Indica


que estará a cargo de un Director que actuará con una Comisión Asesora, integrada
por seis miembros: dos Profesores de Enseñanza Secundaria, dos Profesores del
Instituto, un delegado de los egresados y otro de los alumnos. La misma estará
presidida por el Director.

El capítulo III establece las condiciones de ingreso:

a. Tener 18 años cumplidos y no más de 40.


b. Ser ciudadano natural o legal.
c. Poseer título universitario, diploma de maestro o certificado de estudio que
acredite la aprobación de los dos ciclos de Enseñanza Secundaria. Los aspirantes a
Cultura Musical, Dibujo o Idiomas Modernos pueden ingresar con primer ciclo de
Secundaria, pero deberán rendir un examen que acredite cultura general.
d. Aprobar el examen de ingreso al Instituto.
e. Tener aptitud física.

El capítulo IV establece el Plan de estudios y la organización de los cursos,


abarcando tres años y comprende asignaturas técnico pedagógicas, cursos de
especialización y práctica docente que integran un todo armónico que ha sido
pensado con vistas a un medio social y educacional determinado y teniendo
como finalidad la formación de profesores adaptada al medio educacional y social,
con capacidad para aprender por sus propios medios.

El plan de estudios que diseña para el I.P.A. insiste en todo lo que refiere a
problemas vivos, de interés actual y también que el profesor cumpla una actividad
directa, tanto para que se forme una personalidad propia, desterrando el
verbalismo que lo coloca en la posición de revelador de verdades. Se trata de que
sean profesores activos en el ambiente que van a actuar. Por ello afirma que: “no
es un plan ideal para un medio ideal, sino un ajuste de realidades”.

Dicho plan, se desarrolla con una estructura de asignaturas coordinadas, que


corresponden tanto a las que deben enseñarse, como a comprender el alcance de
la misma dentro de l campo del conocimiento científico.
“El Instituto, debe dar, la conciencia del método científico, para que el profesor
formado en él, sea capaz de hacerla surgir en sus futuros alumnos”.

5. La Formación Docente en Uruguay.

Promediado los años sesenta, la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico


(CIDE) se instaló en el seno del Estado. Este equipo integrado por expertos y
técnicos destacados, pusieron en la agenda las dos realidades docentes del
Uruguay.
Por una parte, el Magisterio profesionalizado, por otra la Enseñanza Secundaria en
la cual los docentes titulados apenas alcanzaban en 1964 al 11.6% del total de
docentes que impartían clases en este nivel. Las propuestas realizadas destinadas a
resolver esta debilidad para una matrícula secundaria creciente, se vieron
truncadas en principio por la inoperancia de las edites políticas, y más tarde por el
gobierno militar que se instaló en el país en los comienzos de la década del setenta.

El modelo fundacional del IPA cuando el Dr. Antonio Miguel Grompone lo diseñó e
instrumentó sobre finales de la década de los cuarenta, respondió a las
circunstancias históricas y coyunturales de entonces. Fue un modelo selectivo, cuya
aspiración era formar un gran cuerpo de élite. En las primeras generaciones se
admitían tan solo 10 alumnos por curso, que eran elegidos luego de un riguroso
examen de ingreso.

Mientras el acceso a Educación Secundaria comenzó a crecer y masificarse, el


modelo original del I.P.A. continuó vigente, y la cantidad de profesores no
alcanzaba siquiera para ocupar las vacantes existentes.

El gobierno militar tuvo una actitud punitiva hacia toda la enseñanza, por
considerar que jugaba un rol importante en la confrontación socio-política del
Uruguay de la crisis. El I.P.A. no estuvo ajeno. La dictadura se instaló también en
las aulas proscribiendo docentes por razones políticas.

Hasta 1976 se ingresaba al IPA por medio de un riguroso examen de ingreso y con
un cupo para cada especialidad, situación que contrastaba con el libre ingreso a la
Universidad.

El Plan de 1977, que unificó la formación de la formación docente bajo una única
autoridad: la Inspección General Docente del CONAE, perjudicó mucho a la
institución formando a profesores y maestros en un plan de tres años que no
llegaba a los requisitos mínimos para ser considerado un grado académico, ni en
número de horas, ni en la formación de los propios docentes del Instituto ya que
muchos de sus docentes a partir del año 1972 debieron exiliarse o bien fueron
destituidos por el régimen dictatorial de las décadas del setenta y ochenta.

Esto produjo el inicio de un IPA que en lugar de formar en la excelencia lo hacía


para el mero mercado educacional secundario. Comienza así un proceso de
decadencia. Asimismo, en 1977, se implementa la modalidad semi-libre, mediante
la cual se cursaban las asignaturas generales en los Institutos de Formación
Docente de Interior ( nueva denominación para los Institutos Normales) y se
rendían exámenes libres de las asignaturas específicas en el I.P.A.. Dicha medida
tuvo como objetivo de descentralizar la formación docente de la capital y lograr un
debilitamiento institucional del modelo histórico del IPA. Con el advenimiento de la
democracia en 1985, la educación paulatinamente fue recuperando el terreno
perdido durante la dictadura. En 1986 se aprueba el actual plan donde se retoma la
estructura de 4 años de duración y de 3 cursos de didácticas especiales. Se
mantiene la modalidad de “semi-libres” en los IFD del interior para la carrera de
profesorado.

Sin embargo, recién en la campaña electoral previa a las elecciones nacionales de


1994, la Educación ocupó los primeros planos de la agenda política de todos los
partidos.

En 1995 se instaló en el país un profundo proceso de reforma de la educación que


planteó como uno de los pilares de su propuesta la profesionalización y
dignificación de la formación y la función docente. Se instrumentaron varias
acciones tendientes a mejorar la calidad de los docentes en ejercicio, mejorar la
oferta de su formación en procura de cubrir las necesidades.

Una de las primeras medidas de las autoridades educativas, fue la realización de un


censo de docentes de enseñanza media realizado entre los meses de octubre y
noviembre de 1995.

Los resultados de este relevamiento, ilustraron los proféticos anuncios de la CIDE


de los años sesenta En todo el país menos de uno de cada tres docentes de
educación media poseía título de profesor (30.6%), menos de la mitad en
Montevideo (44.4%) y apenas uno de cada cinco en el Interior del país (19.6%). Y
además estaban concentrados en el área humanística.

Posteriormente, un estudio realizado por MESyFOD (Mejoramiento de la Enseñanza


Secundaria y Formación Docente), permitió observar que el 64% de alumnos que
ingresaron en el I.P.A. en 1996 ya no estaban en la institución dos años más tarde.
Este estudio evidenció que solamente 1 de cada 7 ingresados en 1996, cursaron en
1999 al menos una materia correspondiente al cuarto y último año de la carrera
docente.

En 1996 se creó el Centro de Capacitación y Perfeccionamiento Docente (CECAP),


con el objetivo de actualizar a los docentes de todos los niveles de la A.N.E.P. En
dicho centro se llevaron a cabo los cursos para profesores de Educación Secundaria
en actividad, con el fin de capacitarlos en la enseñanza “por áreas”. (Reforma
“Rama”: Experiencia Piloto 1996).

También se crearon los Centros Regionales de Profesores (CERP’s), cuyo propósito


era potenciar el desarrollo y actualizar profesionalmente a los docentes, que a
partir de entonces pasarían a dictar clases bajo una nueva modalidad curricular
conocida como experiencia piloto 1996, tendiente a la formación de profesores
medios por áreas. Los primeros CERP’s fueron creados en el año 1997, con el
propósito de remediar los principales problemas a los cuales se enfrentaba la
enseñanza media: la alta tasa de abandono de los estudiantes de profesorado que
concurrían a los centros de formación docente y el bajo índice de egresos de estos
centros.

Actualmente existen seis centros regionales distribuidos geográficamente en el


litoral, norte, este, oeste, centro y sur del país, con sede en las ciudades de Salto,
Rivera, Maldonado, Colonia, Atlántida y Florida. Estos centros han ampliado la
formación de profesores de enseñanza media al resto del país, pero son criticados
por descuidar la calidad formativa de la carrera docente.

Se eliminó el Instituto Magisterial Superior (I.M.S.) donde se realizaban cursos de


posgrado (perfeccionamiento y especializaciones) para los docentes de magisterio y
profesorado.

La introducción y difusión de las nuevas tecnologías de información se presentan


como un instrumento adecuado para la ausencia de profesores titulados en
educación media en el interior del país. Así se crea en el año 2002 la modalidad
Semipresencial, para la Formación de Profesores. En dicha modalidad se cursan las
asignaturas del tronco común en los Institutos de Formación Docente del interior y
las específicas de la especialidad, mediante la modalidad a distancia con cursos
tutoreados. Este régimen no alcanza a todas las especialidades.

6. Conclusiones.

En la construcción de la democracia la educación es elemento indispensable para la


formación de una ciudadanía que participe en forma libre, racional y responsable en
el desarrollo de los procesos democráticos.

El reconocimiento de la dignidad humana, la libertad, la igualdad de derechos, la


justicia económica y social, el respeto a la ley, la tolerancia de la diversidad, la
solidaridad, la responsabilidad personal y la cívica, son valores de la cultura
democrática producto del aprendizaje social. La permanencia de estos valores
depende de que sean enseñados, aprendidos y practicados. Así, los mismos se
convierten en pautas de conducta que propician una mayor práctica y demanda de
democracia.

La educación es la vida presente y es parte de la experiencia humana, es un


proceso donde educadores y educandos, alcanzan un nivel de conciencia sobre la
realidad a fin de actuar sobre ella, en un sentido de transformación social.

Cuando en 1949 el Dr. Grompone fundó el Instituto de Profesores Artigas en


Montevideo, concibió “un centro de enseñanza superior”, donde se
formen docentes con “aptitud para estudiar, realizar, dirigirse a si mismos,...., con
autonomía mental, con aptitud para ser independiente y actuar con eficacia”. No
podemos perder el espíritu que Grompone le asignó a la formación de profesores.

En la actualidad en el marco de un nuevo proceso político nacional, no podemos


dejar de reflexionar acerca del rol de los educadores como generadores de
procesos de cambio. El modelo educativo sobre el cual se delinee la nueva Ley de
Educación, influirá en las concepciones que los hombres y mujeres de este país
adopten como ser individual y social.

La formación docente constituye una pieza clave del engranaje del sistema
educativo. No debe perder el impulso hacia la profesionalización y la dignificación.
Debemos postular la modernización de instituciones de Formación Docente, adoptar
paulatinamente instrumentos que permitan establecer un sistema adecuado de
gestión y uniformizar los planes y programas para el profesorado nacional.

Asimismo debemos bregar por el incremento del presupuesto asignado a la


educación. Asociar rendimientos y resultados educativos a mejoras salariales
aparece como una estrategia pertinente y de racionalización de los recursos
disponibles.
La tarea del docente tiene tras de sí condicionantes socio políticas que configuran
diferentes concepciones del hombre y de la sociedad y consecuentemente
diferentes posiciones sobre el papel de la educación y de los procesos educativos.

La valorización de las Instituciones Educativas como instrumentos generadores de


saber, es el mejor servicio que puede prestárseles, pues ellas son las encargadas
de contribuir a la eliminación de la selectividad social y de lograr la democratización
de la sociedad. Por lo tanto actuar en las instituciones educativas implica actuar
hacia la transformación social, generando igualdad de oportunidades y trasmitiendo
los valores que sustentan la democracia.

Los contenidos educativos deben conectarse con su significación humana y social.


dice Grompone “Nada que no vuelva, con sus frutos a lo social, tiene sentido. Al
menos no tiene sentido humano, republicano, ciudadano ni de responsabilidad
colectiva.” La educación no se contentará entonces, con satisfacer necesidades y
carencias, sino con despertar otras necesidades, disciplinar métodos de estudio,
exigir el esfuerzo del alumno, a fin de movilizarlo hacia una participación
organizada y activa en la democratización de la sociedad.

La Educación es un derecho humano fundamental que debe ser objeto de una


política de Estado. Es preciso que la nueva Ley de Educación contribuya a diseñar,
desde lo jurídico, un Sistema Nacional de Educación, único e integral.

7. Bibliografía

GROMPONE, Antonio. Formación de Profesores de Enseñanza Secundaria. Instituto


de Profesores “Artigas”. Montevideo, 1952.

SILVA GARCIA, Alma. Antonio Miguel Grompone: un hombre, un pedagogo, un


creador. Revista Reflexión y Experiencia Educativa. Conversación Nº . Octubre
2005.

BRALICH, Jorge. Breve Historia de la Educación en el Uruguay. CIEP. Ediciones del


Nuevo Mundo. 1987.

PALOMEQUE, Agapo Luis. El Partido Nacional en la Forja de la Cultura. Ediciones del


150º Aniversario. 1988

BRALICH, Jorge. Historia de la Educación Uruguaya.


http://www.geocities.com/Athens/Troy/index.html.

Antonio Miguel Grompone.


www.wikipedia.com

VALLE, Héctor. Pedagogía universitaria.


http://www.uruguay2030.com/LaOnda/LaOnda/201-300/257/Recuadro2.html

BARRAN, José Pedro. Uruguay Siglo XX.


http://www.rau.edu.uy/uruguay/historia/Uy.hist4.html

FORMACIÓN DOCENTE
www.anep.edu.uy/ANEP/historico/paginas/form_doc/form_doc.html

Instituto de Profesores “Artigas”. Historia de la Institución. Nuestro Primer Director.


http://www.todosenred.edu.uy/sites/249B/Documentos/grompone.htm

También podría gustarte