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CLA•DE•MA

SOCIOLOGÍA TRABAJO,
TOMÁS IBAÑEZ Contra la dominación
CONSUMISMO Y
Variaciones sobre la salvaje exigencia
de libertad que brota del relativismo NUEVOS POBRES
y de las consonancias entre
Castoriadis, Foucault, Rorty y Serres

TOMÁS lBAÑEZ Municiones para disidentes


Realidad-Verdad-Política

Lolc WACQUANT (coord.) El misterio del ministerio Zygmunt Bauman


Pierre Bourdieu y la política
democrática

IRENE VASILACHIS DE GIALDINO Pobres, pobreza, identidad


y representaciones sociales

JoN ELSTER Ulises desatado

GEORGE SIMMEL Cuestiones fu.ndamentales


de sociología

EDGARD MoRIN Introducción a una pol(tica


del hombre

BRUNO LATOUR La. esperanza de Pandora

JEAN-PmRRE DUPUY El pánico

MANUEL GIL ANTÓN Conocimiento científico


y acción social

DAVID BLOOR Conocimiento e imaginario social

DOMINIQUE MÉDA El trabajo


Un valor en peligro de extinción

JEAN-PIERRE DUPUY El sacrificio y la envidia

JON ELSTER . Justicia local

HEonoR W. ADORNO Introducción a la sociología


Título del original en inglés: Work, consumerism and the new poor
Publicado por Open University Press. Buckingham
© Zygmunt Bauman, 1998
Esta edición se publica por acue~do ccm Open University Press, Buckingham

Traducción: Victoria de los Ángeles Boschiroli

Revisión estilística: Femando Córdova

Ilustración de cubierta: Juan Santana


Indice
AGRADECIMIENTOS •••.• .• ••••.. .••• ••. ••• . . ••• .•• . . .•••.•. •. ••• ••••. ••. . • .••• •.• . . • 9

INTRODUCCIÓN ••• • .• .••• .• .•••. ••. ••••••••••• •••• •••••• •• •••••••••• •••••• •• •••••• ••. 11

Primera edición: enero del 2000, Barcelona


Primera reimpresión: enero del 2003, Barcelona Primera Parte
Segunda reimpresión: octubre del 2005, Barcelona
l. Significado del trabajo: presentación de la
ética del trabajo ...... .... .. .. .. ... ...... .... .. . .. ..... .... ........ ....... 17
Cómo se logró que la gente trabajara . .... . ...... .. ........... .. 20
'"Irabaje o muera" ........................... .;.... .. ... ......... ..... ... . ... 26
Producir a los productores .. ... . .... .... .. .. . .... ... .. ......... .. . ..... 33
Derechos reservados para todas las ediciones en castellano De "mejor" a "más" .. .... . .. ... ...... ........ .. .... ........ .. . .... .. ... .. ... 37

©Editorial Gedisa, S.A. 2. De la ética del trabajo a la estética del consumo 43


Paseo Bonanova, 9 1°-1 ª Cómo se genera un consumidor..................................... 48
08022 Barcelona (España) El trabajo juzgado desde la estética . .. .. . .... . .... .... ... .. .... .. 53
Tel. 93 253 09 04 La vocación como privilegio........................................... 57
Fax 93 253 09 05 Ser pobre en una sociedad de consumo......................... 62
Correo electrónico: gedisa@gedisa.com
http://www.gedisa.com

ISBN: 84-7432-750-4 Segunda Parte


Depósito legal: B. 36199-2005
3. Ascenso y caída del Estado benefactor .. .... ...... ... .. 73
Impreso por: Gersa Entre la inclusión y la exclusión................................... 76
Tambor del Bruc, 6 - 08970 Sant Joan Despí (Barcelona) El Estado benefactor, sin trabajo.................................. 81
¿La mayoría satisfecha?................................................. 87
Impreso en España El éxito que provocó el fin.............................................. 93
Printed in Spain

Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impre-


sión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o en cualquier
otro idioma. 7
3

Ascenso y caída del


Estado benefactor

El concepto de ''Estado benefactor" encierra la idea de que,


entre las obligaciones del Estado, está la de garantizar a toda
la población una situación de "bienestar"; y esto implica algo
más que la simple supervivencia: es una supervivencia con dig-
nidad, entendida tal como la concibe cada sociedad en su pro-
pia época. Para las instituciones administradas y financiadas
por el Estado, el concepto imponía la responsabilidad más
amplia de atender el bienestar público, 1 es decir, garantizar
.... colectivamente la supervivencia digna de todos los individuos .
Ese bienestar podía ser considerado como una forma de seguro
colectivo contratado en conjunto, que cubría individualmente
a todos los miembros de la comunidad; esto es, una póliza de
seguro que promete compensaciones proporcionales a las nece-
sidad individuales, no al monto de las cuotas pagadas por cada
uno. El principio de bienestar público, en su forma más pura,
supone la igualdad ante la necesidad, equilibrando las desigual-
dades existentes en ~uanto a capacidad de pago. Y el Estado
benefactor delega· en sus. organismos dependient'es la respon-
sabilidad de poner en práctica ese principio.
La idea de bienestar público en general, y de Estado bene-
factor en particular, mantiene una relación ambigua con la éti-
ca del trabajo. El bienestar se relaciona con las ideas centrales
de la ética del trabajo de dos maneras --opuestas y difíciles de
conciliar- que convierten al asunto en eterno tema de debate,
sin solución aceptable para todas las partes hasta el momento.

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Por un lado, los partidarios de garantizar colectivamente el sia2 • La respuesta es que el Estado benefactor ha sido todo eso
bienestar individual reconocieron siempre el carácter normal y mucho más.
de una vida sostenida por el trabajo; señalaban, sin embargo, Surgió, en verdad, como punto de encuentro, por un lado,
que la norma no es universalmente válida debido a que no to- entre las presiones de una economía capitalista cargada de
dos lograban un empleo permanente. Para que los preceptos problemas, incapaz de recrear -sola y sin ayuda política- las
de la ética del trabajo fueran realistas, era preciso sacar de condiciones para su propia supervivencia; y, por el otro, el
apuros a quien le fuera mal. También se debía ayudar, a los activismo de los trabajadores organizados, también incapaces
que se encontraban transitoriamente desocupados, a sobrelle- de encontrar, solos y sin ayuda del Estado, un seguro contra
var los tiempos difíciles, manteniéndolos en condiciones de los caprichosos "ciclos económicos". Fue necesario proteger y
"comportarse normalmente" -esto es, de retomar algún em- reafirmar el principio de desigualdad social, pero mitigando
pleo-- una vez que la economía se recuperara y se ampliara, sus manifestaciones más inicuas y menos perdurables; esti-
nuevamente, la disponibilidad de puestos de trabajo. Según mular la aceptación de la desigualdad, marginando a quienes
este argumento, el Estado benefactor resultaba necesario para no lograran contribuir a la reproducción de la sociedad, y ayu-
sostener la ética del trabajo como norma y medida de la salud dar a cada integrante de la comunidad a paliar el impacto
social, minimizando paralelamente los efectos adversos de po- desgastante de una economía sin control político.
ner en práctica esa norma en forma constante y universal. En virtud de esos impulsos poderosos y convergentes, aun-
Por otra parte, al garantizar "como un derecho" -indepen- que heterogéneos y contradictorios, en una etapa avanzada de
dientemente del aporte realizado por cada uno a la riqueza co- la sociedad moderna (industrial, capitalista, de mercado y
mún- una vida decente y digna para todos, la idea de bienes- democrática), el Estado benefactor se afirmó, aunque "sobrede-
tar público permitía separar (explícita o implícitamente) el terminado" por cierto. Las presiones que le dieron origen y lo
derecho al sustento de las contribuciones productivas "social- alimentaron con vigor a lo largo de los años fueron tan fuertes,
mente útiles", que sólo se consideraban posibles en el marco de que la opinión común llegó a considerar las prestaciones admi-
un empleo. Al mismo tiempo, hacía tambalear la premisa me- nistradas desde el Estado como un ingrediente natural de la
nos cuestionada -más sagrada, incluso-de la ética del traba- vida moderna, tan normal como las autoridades que se elegían
."· jo: transformaba el derecho a una vida digna en cuestión de periódicamente, o como la moneda oficial de cada país.
ciudadanía política, ya no de desempeño económico. Hasta hace bastante poco tiempo, la opinión ilustrada com-
La contradicción entre ambos enfoques es evidente y legíti- partía al pie de la letra ese difundido sentimiento. Incluso los
ma; no sorprende por eso que, desde su instauración a comien- más atentos y agudos observadores tenían dificultades para
zos del siglo xx, el Estado benefactor haya sido objeto de polé- imaginar una sociedad moderna que no estuviera administra-
micas. Con buenas razones, fue proclamado por algunos como da por un Estado benefactor. En febrero de 1980, en un trabajo
el complemento necesario de la ética del trabajo; por otros, como una presentado en Perugia y publicado. en octubre del año siguien-
conspiración política en su contra. te, uno de los más sagaces analistas de las tendencias contem-
No era este, sin embargo, el único punto en disputa. El Esta- poráneas, Claus Offe, aseguraba que el Estado benefa~tor, en
do benefactor, "¿es un agente de represión o un sistema para cierto sentido, se había convertido en "una estructura irrever-
ampliar las -necesidades humanas y mitigar los rigores de la sible, cuya abolición exigiría nada menos que la abolici?n de la
economía de mercado? ¿Es una ayuda para la acumulación de democracia política y de los sindicatos, así como cambios fun-
capital y el aumento de ganancias, o un salario social que hay damentales en el sistema de partidos". Offe expresaba su total
que defender y aumentar, como el dinero que se gana trabajando? coincidencia con la opinión dominante cuando descartaba "la
¿Es un fraude capitalista o una victoria dela clase obrera?", se postura de superar el Estado benefactor" como "no mucho más
preguntaba Ian Gough, intentando comprender la confusión que ilusiones, políticamente impotentes, concebidas por algu-
que parece ser el único resultado de la prolongada controver-
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nos ideólogos de la vieja clase media". De hecho, las probabili- Beveridge, el proyecto de su generoso Estado benefactor supo-
dades de vivir fuera de un Estado benefactor le parecían prác- nía el total e inevitable cumplimiento de la idea de buena so-
ticamente imposibles: ciedad que tenían los viejos liberales: "Las cosas que más de-
seo ver realizadas son esencialmente liberales: transladar al
Sin una política de subsidios a la vivienda en gran escala ni edu- nuevo mundo las grandes tradiciones vivas del Liberalismo".
cación públic~, servicios sanitarios y seguridad social obllgatoria, Puesto que "la igualdad de libertades esenciales" fue el "fin
el func1ona.nuento de una economía industrial sería sencillamente último del Liberalismo ... podemos y debemos usar el poder or-
inconcebible ... El desconcertante secreto del Estado benefactor es ganizado de la comunidad para incrementar los derechos de
que, si su impacto sobre la acumulación capitalista puede resultar
destructivo ... su abolición sería sencillamente paralizante ... La
los individuos". Pero no todos los individuos gozarán de esas
contradicción es que el capitalismo no puede existir ni con ni sin el libertades y esos derechos si la comunidad no garantiza, para
Estado benefactor. 3 ellos, tanto. la ausencia de Necesidades como del temor a la
Necesidad; .. tanto el fin de la Desocupación como del temor a
Todo esto resultaba convincente cuando Offe lo escribió. Por esa Desocupación, provocada por el desempleo ... "4
esos años, las ideas de abolir o incluso restringir las atribucio.;. Para un liberal como William Beveridge, no era suficiente
nes del Estado benefactor, de entregar los seguros colectivos a proclamar la libertad para todos. Hacía falta también asegu-
la iniciativa privada, de "desestatizar", "privatizar'' o "desregular" rarse de que todos tuvieran los medios y la voluntad de usar
las prestaciones sociales, parecían fantasías imaginadas por esa libertad con la cual, según la ley, contaban. Y a partir de
algún fósil ideológico. Menos de dos décadas más tarde sin esas precondiciones para la libertad, Beveridge redactó su
embargo, lo impensable pasó a la orden del día, y un Estado Report on Social lnsurance and Allied Services [Informe sobre
para nada benefactor, así como una economía capitalista sin la la Seguridad Social y sus servicios relacionados], presentado a
red de ~eguridad que significan las garantías establecidas por un gobierno preocupado por conquistar la paz que iba a seguir
los gobiernos, se ven como alternativas viables y en camino de a la guerra a punto de ganarse: Ese Informe, en las propias
transformarse en realidad en todas las sociedades ricas y "eco- palabras de Beveridge,
.... nómicamente exitosas". En la actualidad, las presiones para
lograr que tales situaciones se concreten resultan abrumadoras. propone un plan de Seguridad Social para garantizar que cada
¿Qué papel le cupo a la ética del trabajo, o qué función se le ciudadano del país, con tal de que trabaje y contribuya en lo
que pueda, reciba un ingreso que lo mantenga a cubierto de ne-
atribuyó en este cambio, que está terminando drásticamente cesidades cuando por cualquier razón -enfermedad, accidente,
con el Estado benefactor? ¿Y qué impacto puede tener este ca- desempleo o vejez-se vea imposibilitado de trabajar y ganar lo
taclismo en la futura evolución del Estado? necesario para su subsistencia honrosa y la de quienes de él de-
pendan. Seguirá recibiendo ese ingreso aunque carezca de bie-
nes y, si posee alguno, la renta no le será reducida por ninguna
Entre la inclusión y la exclusión investigación de ingresos.*

Hoy -deE?pués de años de martilleo mental a cargo de Es evidente que el informe fue escrito al cabo de dos siglos
Margaret Thatcher, Norman Tebbit o Keith Joseph, y tras el de dominio indiscutido por parte de la ética del trabajo. Esa
coup d'état "neoliberal" de Milton Friedman o Friedrich ética había cumplido su misión. Y el mensaje había calado hon-
Hayek- es difícil para muchos pensar en sir William Beveridge do: todo varón sano y en condiciones de trabajar, lo haría mien-
(si no el padre, al menos el partero del Estado benefactor britá- tras pudiera. A mediados del siglo XX, esto se aceptaba como
nico) como en un liberal más que un socialista o un crítico de * Means test: examen o investigación del estado financiero de una persona
izquierdas de las políticas socialdemócratas. Si~ embargo, para para determinar si tiene o no derecho a recibir asistencia pública. [T.]

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verdad indiscutible. Lo único que quedaba por resolver era qué apetito de todos. Como señalan Alan Deacon y Jonathan
hacer si, por cualquier razón, no había trabajo disponible o no Bradshaw en su excelente historia sobre la investigación de
era posible tomar un empleo aunque lo hubiera. Ese temor li- ingresos, 5 el Informe Beveridge debió su "tremenda populari-
mitaba la libertad, paralizaba la iniciativa, privaba a la gente dad", ante todo, a la promesa de abolir aquella investigación.
del coraje necesario para enfrentar los riesgos. Un seguro co- Cuando el Proyecto de Seguro Nacional finalmente se trans-
munitario disiparía temores paralizantes y devolvería la liber- formó en ley, la revista The Economist (2 de febrero de 1946)
tad que todo esfuerzo de autoafirmación necesita. Pero esa li- interpretó que era una "virtual abolición de la investigación
bertad exigía la ausencia de necesidades, la desaparición del de ingresos". En realidad, esa abolición nunca se concretó: en
desempleo, borrar para siempre el temor a esos fantasmas. 1948, había en Gran Bretaña tres beneficios sociales otorga-
La idea, concebida ante todo como medida preventiva e ins- dos a partir de la investigación de ingresos y que favorecían a
trumental, habría carecido de sentido si esas libertades no hu- unos dos millones de personas. Pero ese número se ha vuelto
bieran alcanzado a cada. miembro de la comunidad, y no sólo insignificante gracias al incesante aumento de servicios obteni-
(una vez que el daño ya estuviera hecho) a aquellos que hubie- dos, en los últimos años, mediante la investigación de ingresos.
ran fracasado: los infortunados o faltos de previsión que "no En diciembre de 1982, doce millones de personas se encontra-
poseyeran nada propio". Concentrar la ayuda en quienes más ban afectadas por alguna forma de investigación de ingresos, un
la necesitaran, como proponen hoy la mayoría de los políticos ritmo de crecimiento difícilmente igualado en ningún otro cam-
ni siquiera se habría acercado al ambicioso objetivo d~ po de la vida pública.
Beveridge. Ofrecer asistencia una vez que el temor hubiera La prestación universal pero selectiva de los beneficios so-
cumplido su tarea devastadora, y que la privación y el desem- ciales (otorgados a través de la investigación de ingresos) crea
pleo se hubieran transformado en realidad, no habría contri- dos modelos de Estado benefactor, totalmente diferentes: dife-
buido al sueño liberal de lograr seres humanos audaces, segu- rentes en su impacto social y cultural, en el modo como son
ros, confiados e independientes. percibidos por las distintas capas de la población y en las pers-
Incluso en términos de costos y efectos, una asistencia pectivas de su destino político .
.~ "focalizada" sobre quienes realmente la necesitaran habría sido Nadie puso más pasión que Richard Titmuss y Peter
'un mal negocio. Si la estrategia de Beveridge hubiera funcio- Townsend en la lucha contra el reemplazo, gradual pero inexo-
nado, el Estado benefactor se habría hecho innecesario poco a rable, de las ambiciones universalistas por las prácticas selec-
poco; pero, al permitir que el miedo siguiera acosando a la gen- tivas. En un intento desesperado por frenar la tendencia,
te como lo había hecho en el pasado, sólo se logró multiplicar el Titmuss recordó en 19686 que "los servicios para los pobres fue-
número de víctimas. Y así subió el costo de darles una mano a ron siempre pobres servicios": cuando quedan confinados a los
quienes la precisaban. La tarea era eliminar el miedo mismo sectores más bajos de la población, reconocidos por su falta de
y esto sólo podía lograrse si las prestaciones ofrecidas, en eÍ fuerza política y capacidad de ser escuchados, los servicios so-
caso de los afortunados y precavidos que "poseyeran algo", "no ciales selectivos atraen, por lo general, a los peores profesiona-
eran recortadas por ninguna investigación de ingresos". les y administradores. Ambos autores sostuvieron en repeti-
La propuesta de Beveridge recibió apoyo casi unive.rs.al, pre- das ocasiones, también, que además de esta desventaja -de
cisamente porque eliminaba la investigación de ingresos. Po- por sí muy seria-, limitar las prestaciones a quienes demos-
cos -si es que alguno llegó a calcularlo- vieron mal los costos traran su pobreza provocaba otras consecuencias de largo al-
fiscales que implicaría, y prácticamente nadie se quejó de "no cance que resultarían perjudiciales para la comunidad. Sólo
poder contribuir a ese beneficio social" del mismo modo que los cuando estuvieran orientadas a la sociedad toda, y fueran to-
integrantes de una familia aceptan que todo~ tienen el mismo madas por lo tanto como un derecho de todos, podrían "promo-
derecho al alimento, sin hacer primero un inventario de la co- ver la integración social y un sentido de comunidad, como lo
mida disponible y averiguar si hay suficiente para calmar el habían hecho durante la guerra". 7
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La supresión de la investigación de ingresos lleva a la comu- sector pequeño -y, según la opinión general, inferior- es el
nidad de beneficiarios (en este caso, a la totalidad de la pobla- empobrecimiento de la política y la desaparición del interés en
ción) a considerar que el dinero usado por el Estado benefactor la política por parte de la ciudadanía en ~~neral. Para la ;n~­
ha sido bien invertido; después de todo, esos fondos se gasta- yor parte de los ciudadanos, su preocupac1on po: la ~osa pu~h- _
ron para cubrir los costos del mejor, más generoso y confiable ca se limita a mantener las manos del fisco lo mas leJOS posible
seguro contra todo tipo de infortunio "que pueda resolverse con de sus bolsillos. Prácticamente no hay otro interés: no esperan
dinero". La comunidad llega a contemplarse a sí misma como que el Estado les brinde mucho más; en ~o.nsecue~cia, encuen-
un hogar seguro, como el lugar donde se establece día tras día tran cada vez menos motivos para part1c1par activamente en
el equilibrio justo (y óptimo) entre derechos y obligaciones. Si la vida política de la comunidad. Junto con el "achicamiento"
la ~restación de servicios se ve limitada por una investigación del Estado benefactor, se ha marchitado y reducido la ciudada-
de mgresos, la comunidad queda dividida entre quienes dan nía políticamente activa.
sin conseguir nada a cambio y los que consiguen sin dar. (Esta
última idea quedó muy bien ilustrada por David Blunkett
ministro del ~ecientemente electo "Nuevo Laborismo", quien: El Estado benefactor, sin trabajo
en carta publicada en The Guardian del 29 de julio de 1997
redujo la función del Estado benefactor -al que califica de "in~ Estas parecen ser las "consecuencias no previstas" (o, como
eficaz e insostenible"- a "pasar dinero en efectivo dé un seg- dirían Zsuzsa Ferge y S.M. Miller, 10 los resultados "cuasi
mento de la comunidad a otro".) La racionalidad del interés se intencionales dirigidos pero no planeados") de la tendencia a
enfrenta, así, a la ética de la solidaridad; y esta misma ética investigar lo; ingresos. Uno se pregunta, sin em~:irgo, si el~­
pasa a depender de lo que uno "pueda pagar" o, mejor dicho, de minar de las tareas del Estado benefactor la creac1on de senti-
lo que esté dispuesto a compartir políticamente. mientos solidarios fue sólo fatal miopía (como lo insinuaron
La consecuencia general de investigar los ingresos es la di- Titmuss y Townsend, por un lado, y los defensores de la "asis-
visión, no la integración; la exclusión en lugar de la inclusión. tencia focalizada", por el otro), o el resultado no deseado, pero
La nueva y más reducida comunidad de contribuyentes cierra
inevitable, de balances económicos desfavorables .
.. , filas y utiliza su poder político para segregar a los ciudadanos
Como ya se dijo, tanto la explosiva aparición del Estad? ~e­
deficientes, y los castiga por no ajustarse a los estándares que
aquellos buenos contribuyentes proclaman como su rasgo dis- nefactor en el mundo industrializado, como su asombroso exito
tintivo. Un veredicto indignado y moralista -como el de R. inicial y la casi total ausencia de resistencias que encontró, se
Boyson, 8 quien sostiene que "se les saca el dinero a los enérgi- debieron a un proceso de "sobredeterminación": fue la conver-
cos, exitosos y previsores para dárselo a los ociosos fracasados gencia entre numerosos intereses y presiones, provenientes de
e i~dolentes"- encuentra cada vez más adhesion~s. Quienes campos antagónicos, lo que contribuyó a crearlo y mantenerlo.
reciben lo que guarda un parecido asombroso con una extor- Durante largo tiempo se atribuyó la necesidad de conservar
sió~ ti:nen que ser indolentes; por lo tanto, la mayoría puede intactas sus prestaciones a un "contrato social" no escrito en-
atribuir su buena fortuna a su previsión. Y tienen que ser tre las clases sociales que~ de otro modo, se habrían entregado
indolentes, también, para que la mayoría pueda contemplar a una lucha sin cuartel. La sorprendente persistencia del Es-
su propia vida como una historia de éxitos. Como observó Joel tado benefactor solía explicarse por su papel en la creación Y
F. Handler, la condena a los marginados :reafirma los valores mantenimiento de la paz social: protegía mejor la aceptación
genuinos o supuestos del sector dominante de la sociedad: "Los por los obreros de las reglas establ;cidas p~r sus patr?~es ca-
observadores construyen su propia imagen al construir las de pitalistas, y lo hacía a un costo mas reducido que la. et1ca del
los otros". 9 trabajo, cuyo único sostén firme habían sido las medidas coer-
Pero el inventario de los daños no termina aquí. Puede afir- citivas.
marse que el efecto último de reducir la acción del Estado a un
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Inversamente, el actual hundimiento del Estado benefactor, bres, brindaba a la industria capitalista un suministro cons-
la rápida desaparición del apoyo que tenía entre quienes se tante de mano de obra calificada (algo que ninguna empresa o
desvivían por su funcionamiento, la serenidad con que se acep- grupo de empresas podría haber garantizado sin ayuda exter-
tan la reducción y hasta la eliminación de sus prestaciones, e na). Y puesto que la reproducción del modo capitalista de pro-
incluso el abandono de sus principios, que parecían inquebran- ducción depende de la renovación constante de su mano de obra,
tables, sugieren una "sobredeterminación" similar. Explicar el los futuros trabajadores deben prepararse como "mercancías"
cambio de actitud de la sociedad por un cambio de guardia ideo- que los eventuales empleadores estén dispuestos a comprar.
lógico, así como por los avances de la propaganda neoliberal, Pero estos no podrían ni querrían hacerlo si se les ofreciera .un
monetarista y neoconservadora, sería poner el carro delante producto inferior. El Estado benefactor, por lo tanto, se dedicó
de los caballos. La pregunta a la que hay que responder prime- a formar un "ejército de reserva", es decir, nuevas camadas de
ro es por qué la propaganda neoliberal encontró un auditorio trabajadores siempre dispuestos a entrar en servicio activo,
tan amplio y, aparentemente, dio en el blanco sin encontrar educados y mantenidos en condiciones adecuadas hasta el
resistencia. Claus Offe tiene razón cuando escribe en un artí- momento de ser llamados a la fábrica.
culo de 1987, bajo el atinado título de "Democracy Against the Pero ahora, la perspectiva de que los empleadores necesiten
Welfare State?" [¿La democracia contra el Estado benefactor?], regularmente los servicios de ese ejército de reserva, formado
que la rápida pérdida de apoyo sufrida por el Estado "no puede y mantenido por el Estado, son cada vez más remotas. Es muy
explicarse totalmente con razonamientos económicos y fisca- posible que la mano de obra actualmente desocupada nunca
les, ni a través de argumentos políticos que subrayen el ascen- más vuelva a ser considerada como mercancía, y no tanto por-
so de elites e ideologías neoconservadoras; tampoco, invocando que su calidad se haya reducido sino, sobre todo, porqu~ des-
la justicia y legitimidad moral del actual reordenamiento del apareció la demanda. La única demanda que puede surgir hoy
Estado". 11 (pedidos de trabajadores ocasionales, part-ti"':e ~"flexible~",~
En rigor, estos argumentos tan frecuentes son, en última por lo tanto no demasiado preparados o espec1ahzados) deJara
instancia, racionalizaciones políticas y justificaciones ideológi- de lado, seguramente, aquella fuerza laboral educada, sana y
cas de las medidas adoptadas, más que su explicación. El segura que se cultivaba en los mejores tiempos del Estado be-
surgimiento de elites neoconservadoras no es una explicación nefactor. Incluso las cantidades relativamente pequeñas de
de lo anterior; es un fenómeno que debe ser comprendido en sí aquella antigua mano de obra especializada, que algunos sec-
mismo. Otro misterio que requiere, explicación es por qué las tores de la industria moderna podrían seguir necesitando, son
"invocaciones morales a la justicia y legitimidad", que en otro buscados y encontrados más allá de las fronteras de cada país,
tiempo impulsaron y estimularon la continua expansión del gracias a la irrestricta libertad de movimientos de que hoy dis-
Estado benefactor, aparecen hoy, casi siempre, al servicio de ponen las finanzas y a la tan ponderada flexibilidad de la em-
su reducción y total desmantelamiento. presa moderna. Un reciente comentario de Martín Woollacott
Estuviera o no acotado por presiones contrapuestas, el éxito define bien la tendencia:
inicial del Estado benefactor habría sido inconcebible en una
sociedad dominada por el capital si no hubieran existido coin- El consorcio suizo-sueco Asea Brown Boveri anunció que reduciría
cidencias profundas entre los seguros públicos propuestos y su personal en Europa occidental en unas 57:000 pers.onas, al ~ie~­
las necesidades de la economía capitalista. Entre sus numero- po que crearía nuevos puestos de trabaJo en Asia. Le s1~16
sas funciones, el Estado benefactor vino a cumplir un papel de Electrolux con la noticia de que su plantel en todo el mundo dis-
fundamental importancia en la actualización y el mejoramien- minuirá e~ un 11 %, con la mayoría de los recortes en América del
to de la mano de obra como mercancía: al asegurar una educación Norte y Europa. Pilkington Glass prevé también reducciones im-
de buena calidad, un servicio de salud apropl.ado, viviendas dig- portantes. En sólo diez días, tres firmas europea~ clausuraron
nas y una alimentación sana para los hijos de las familias po- puestos de trabajo en un volumen comparable a las cifras propues-

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tas por los nuevos gobiernos de Francia y Gran Bretaña para crear el proceso productivo mientras aumenta, al mismo tiempo, la
empleos ... Es notable que Alemania haya perdido un millón de libertad de las empresas en sus emprendimientos multinacio-
trabajadores en cinco años, mientras sus compañías están dedica- nales. Ahora, invertir en las prestaciones del Estado bei:efac-
das a levantar nuevas plantas industriales en Europa oriental, tor ya no parece tan lucrativo; los mismos efectos, Y meJores,
Asia y América latina. Si la industria de Europa occidental se está pueden obtenerse a costos más bajos .. Las "facilida~es" lograd~s
mudando en bloque, todos los argumentos sobre la manera de en- en lugares distantes -sin mayor dificultad ! baJO !º:'3 auspi-
frentar el desempleo desde los gobiernos deben ser considerados cios de gobiernos poco exigentes- rind~n meJor~s dividendo~.
de importancia limitada. 12 Estos nuevos negocios brindan oportumdades sm responsabi-
lidades; y, frente a condiciones tan buei:as desde el punto de
Los empleadores de la época anterior habían aceptado con vista económico, son pocos los empresanos sensat~s q:ie'. pre-
gusto que el Estado se encargara de los costos de capacitación sionados por las duras exigencias de la. ~ompetencia, ms1sten
y reproducción de mano de obra, porque el futuro de la empre- en seguir cumpliendo con su responsabilidad frente a sus tra-
sa capitalista _dependía del aumento de la fuerza de trabajo. bajadores. . . . i·b · ..
La nueva libertad de movimientos llega Juntoª. 1a I erac1on
Pero la situación fue cambiando. Hoy, la mayor parte de la ga- de viejas cargas financieras: ah~ra ya ..no _es preciso costear la
nancia surge de los gastos "iniciales" (que llegan hasta el 80% renovación de la fuerza de trabaJO. Alla leJOS, reservas aparen-
de los costos totales), y que no incluyen el agregado de mano de temente inagotables de mano de obra, vir~en y maieable, atraen
obra adicional. Cada vez más, la contratación de mano de obra las nuevas inversiones. En un planeta solo parcialmente ocu-
deja de ser un activo para transformarse en un pasivo. A los pado por comunidades de refinad?s consumi~ores, sigue ha-
gerentes, sobre todo a los altos ejecutivos de las empresas líde- biendo vastos territorios con trabaJadores sumisos cuyas ~ece­
res, se los premia por planificar y realizar con éxito reduccio- sidades de consumo no es necesario estimular. Las terribles
nes de personal. Tal es el caso de Thomas Labrecque, director exigencias de la lucha por la vida bastan y sobran. No _hace
general del Chase Manhattan Bank, a quien se otorgó una re- falta inventar deseos siempre nuevos que reclamen satisfac-
tribución de nueve millones de dólares anuales en reconoci- ción; tampoco pagar sueldos e_levados para que esos deseos se
miento por su papel en la eliminación de 10.000 puestos de conviertan en necesidades umversales.
·~. trabajo. Y las Bolsas de Valores comparten y apoyan las priori- Tal parece ser la lógica de la reproducción capitalista: ~na
dades de los accionistas. Quizá por eso Louis Schweitzer, pre- vez que se las arregló para utilizar los deseos del consurmdor
sidente de Renault, se sintió sorprendido y hasta herido por la como principal fuerza movilizadora e integradora (y como el ca-
airada reacción de la opinión pública ante el cierre de las plan- mino para resolver conflictos y mantene: el orde:r:), el
tas de la empresa en Bélgica; sin embargo, la medida había capitalismo tiende, a largo plazo, a valorar la impoi:tancia del
sido firmemente respaldada por la Bolsa de Valores -la últi- desempleo. Cada nuevo lote de terreno explotado segun el modo
ma palabra en cuestión de buenos negocios- que respondió al capitalista de producción sufre, tarde o temprano, ~e ~gota­
cierre con un alza del 12% en las acciones de Renault. 13 miento del suelo y resulta víctima de la ley de ren.d1rmentos
Por engorrosos que resultaran desde el punto· de vista decrecientes. Para que la producción siga siendo r~dituable, es
impositivo, los servicios de bienestar público administrados por preciso buscar nuevas tierras, hasta aho:a no cult~v~das. Esto
el Estado repr~sentaban, para las empresas, una buena inversión: explica en gran medida, la presión tendiente a ehmmar cual-
cadB: vez que una compañía deseara expandirse iba a requerir, quier b~rrera que se oponga al libre comer~io y sobre to?o ~ la
necesariamente, mano de obra adicional; y para eso tenía, siem- libertad de movimientos del capital. Y explica mucho mas s1 se
pre disponibles, a los beneficiarios del Estado benefactor. Aho- tiene en cuenta que esa presión va unida a una segunda: la
ra, sin embargo --cuando los negocios se mi.den por el valor de que tiende a impedir los desplazamientos de la mano d~ obra.
sus acciones y dividendos antes que por el volumen de su pro- Porque hoy, en todo el mundo, a los Mahomas del c:_ap1tal les
ducción-, la función de la mano de obra es cada vez menor en conviene -y les cuesta menos- trepar a las montanas donde
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está la mano de obra que convocar a esas montañas hacia sus A pesar de verse amenazado por el derrumbe de sus funda-
tradicionales centros de producción. · mentos económicos, ¿no es posible mantener el funcionamien-
Ahora, tanto el "ejército de reserva de trabajadores" como to del Estado benefactor con el apoyo que gozó en otro tiempo,
los costos para mantenerlo en condiciones de entrar en servi- proveniente de todas las clases sociales y más allá de los límJ-
c~o son mundiales; pero los servicios sociales dependen como tes de los partidos políticos? Después de todo, hasta hace poco
siempre de un Estado y -como la autoridad estatal misma- la historia vino demostrando que, cuanto más se amplía una
siguen siendo locales. Los brazos del Estado son demasiado democracia, más presiona en defensa de los débiles y de algún
c?rtos para llegar a donde se los necesita. La antigua asisten- seguro colectivo contra la debilidad. Desde que el derecho al voto
c~a del Estad.o perdió su importancia para la expansión y segu- se universalizó, fue usado repetidas veces para llevar al go-
ndad del capital. Los empresarios locales saben demasiado bien bierno a políticos que prometían reparar en forma colectiva los
que, para seguir siendo prósperos empresarios, deben dejar de infortunios sufridos en forma individual. El principio del Esta-
ser locales. Y para eso necesitan primeros ministros y cancille- do benefactor parecía seguro en manos de la democracia. Más
res, que ~ctúen como agentes de negocios para presentarlos a aún, el crecimiento indetenible de la protección a los débiles
las autondades de los países donde decidan invertir a fin de administrada por el Estado inspiró a los politólogos, a partir
ganar s'? amistad por medio de viajes diplomáticos;, si fuera de T. H. Marshall, a incluir los derechos sociales en la noción
necesano, para financiar esos viajes. misma de ciudadanía democrática, considerando a esos dere-
Y el interés primordial, el eje alrededor del cual giraba toda chos como producto inevitable de la lógica democrática.
la organización del Estado benefactor, desaparece del proyecto Ciertas teorías populares explicaron esa lógica sugiriendo, un
de que alguna vez fue sostén. Sin él, todo el edificio se derrum- poco románticamente, que las prácticas democráticas como ta-
ba; sobre tod?, pierde su fundamentación política. Al desapare- les cultivan un sentimiento de responsabilidad por el bienestar
cer las ventajas de financiar la educación y la reproducción de de toda la comunidad, que es compartido por todos. Algunos
mano de obra (mano de obra que muy difícilmente la industria analistas agregaron que, puesto que nadie (ni siquiera los ricos)
vuelva a necesitar), los empresarios de la nueva era -ni bien se puede sentirse seguro sin una red de contención confiable, el
.... les pide que compartan los costos de los servicios sociales- ha- asegurarse contra una caída por debajo de los niveles de una
ce~ uso de su n1:1eva libertad para llevarse a otros países, menos vida digna resultaba indispensable también, como forma de pro-
e~gentes, s1:1 ~ero y sus empresas. En consecuencia, los go- tección colectiva, para quienes se encontraran a salvo. Dicho de
biernos que msisten en mantener intacto el nivel de beneficios otro modo: durante casi un siglo, la lógica visible de la democra-
se ven acosados por el temor a una "catástrofe por partida do- cia hizo pensar que, aunque algunos necesiten -y con más ur-
ble": la multiplicación de los desheredados y el masivo éxodo de gencia- más servicios sociales que otros, la existencia de esos
capitales (y de posibles fuentes de ingreso para el fisco). servicios y su disponibilidad universal benefician a todos.
Siempre es posible convencer a los empleadores de que se
queden; pero es necesario reducir para ello el costo de los ser-
vi:i~s social:s. En este caso, la garantía de una supervivencia ¿La mayoría satisfecha?
mm1ma -nucleo central de la idea del Estado benefactor- es
uz: o?stáculo más que una ayuda. Además, y esto es quizá lo Hace dos décadas que los hechos parecen negar aquellas
mas importante, la creciente pauperización de la fuerza de tra- deducciones. En un país tras otro, la mayoría de los votantes
ba~o resultaría, tarde o temprano, contraproducente: los tra- apoya a los partidos que, explícitamente, reclaman la reduc-
ba~adores !ºc~les son también los consumidores locales, y el ción de las prestaciones sociales o prometen reducir los im-
éxito econom1co de los productores de bienes de consumo de- puestos a la renta individual, lo que tiene el mismo efecto. La
pende de la solvencia y disposición para pagar que tengan esos frase "Aumentar los impuestos" es un anatema en boca de los
modestos pero numerosos consumidores. políticos y una maldición en los oídos de los votantes.
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La abrumadora unanimidad sobre este punto manifestada Lo más probable es que el verdadero motivo fuera su falta
por todos los partidos sirvió a algunos analistas para anunciar de seguridad en sí mismos. Hasta entonces se las habían arre-
el nacimiento de una "nueva solidaridad", de un nuevo consen- glado solos; pero, ¿cómo saber si la suerte (puesto que era una
so político que iría "más allá de la izquierda y la derecha". Pero cuestión de suerte) les duraría siempre? Veían el murido que
se olvidan de que, no hace mucho, el Estado benefactor tras- los rodeaba: toda forma de prosperidad era irregular, -
cendía. ~ambién a los partid~s, Y. se presentaba como base y tambaleante y variable; la más espectacular de las fortunas
expres1on de una genmna sohdandad entre las clases sociales podía desvanecerse sin dejar rastro, arrastrando al abismo a
Efectivamente: las políticas del Estado benefactor contaro~ millares de existencias menores y más vulnerables. ¿Con qué
siempr:e con amplio consenso democrático. El consenso se man- recursos era necesario contar para estar realmente a salvo? La
tiene, como hace medio siglo; sólo que ahora se expresa justa- seguridad, ¿no requiere, acaso, bases más sólidas que cualquier
mente en sentido contrario. Lo que hace falta explicar es este cosa que puedan llegar a idear los más esforzados? Parecían
cambio de frente. preguntas razonables, quizá retóricas, pero que tenían una
Y nadie explicó mejor ese cambio y sus efectos políticos (hace única respuesta.
sólo ~os. décadas, todavía impredecibles para los más agudos Las circunstancias tienen que haber cambiado para que hoy
espec1ahstas) que John Kenneth Galbraith en su debate sobre esas preguntas ya no se formulen; si aparecen, encuentran siem-
la "mayoría satisfecha". ¿Cómo es posible, se preguntaba, que pre una respuesta del todo diferente. Hoy, la mayor parte de
en una comunidad democrática la mayoría de los votantes apoye los votantes medios parecen sentirse más seguros si ellos mis-
el aumento de la desigualdad? Tal cosa jamás había ocurrido; al mo administran sus asuntos. Necesitan, todavía, un seguro
menos, de.s. .de que el voto es realmente democrático, desde que contra la mala suerte y otras contingencias, pues no las con-
se extendio de las clases propietarias a todos los ciudadanos trolan mejor que sus padres, pero suponen que el tipo de segu-
adultos. ro que pueden comprar en forma privada les ofrecerá más y
. Pero debe de haber habido una buena razón. Los pobres e mejores beneficios que los servicios de baja calidad que el Es-
mdolel'l:tes, los que nunca consiguieron bastarse a sí mismos ni tado les proporcionaría. No es tanto una cuestión de confianza
ll~gar a ~n de mes sin ayuda de los demás, siempre fueron sino una simple reflexión: cualquier forma de confianza en sí
·•, mmoría, mcluso una insignificante minoría en lo político. Era mismo es siempre mejor que los riesgos inevitablemente aca-
muy difícil que se presentaran a votar en las mesas electora- rreados.
les, y siempre resultó más fácil descuidar sus intereses y de- Esta nueva convicción (o resignación a lo inevitable) altera el
seos. Esto, en modo alguno ponía en peligro las posibilidades equilibrio entre los sacrificios por hacer para conservar los be-
de un candidato. La mayoría que favorecía alguna forma de neficios sociales y el valor de esos beneficios; modifica, al menos,
redistribución de la riqueza, la corrección de las desigualdades la valoración de ese equilibrio en momentos tranquilos y felices,
y, sobre todo, las garantías colectivas de bienestar individual cuando recurrir a la asistencia del Estado parece una emergen-
debía, por lo tanto, provenir de otro sector. El "votante medio"' cia absolutamente improbable. Tener dinero en el bolsillo gra-
cómodamente instalado a una buena distancia de la pobrez~ cias a la reducción de impuestos parece una perspectiva mejor
extrema, formaba sin duda parte de ella. Los que votaban en que la posibilidad, en gran medida abstracta, de recurrir a aque-
favor de la red de contención (sostenida por el Estado) deben lla asistencia, cuya calidad y cuyo atractivo se reducen día tras
de haber sido quienes no tenían intención de usarla en lo in- día. La asistencia del Estado, para decirlo en términos sencillos
mediato; gente- que, incluso, esperaba sinceramente no tener y actuales, "no rinde el dinero que cuesta".
que usarla jamás. A primera vista, actuaron en forma altruista La forma en que el votante medio considera el equilibrio entre
dispuestos a realizar un sacrificio personal a cambio del cual: costos fiscales y beneficios sociales cambió también por otros
probablemente, no recibirían recompensa-alguna en un futuro dos motivos que refuerzan indirectamente el deseo de confian-
cercano y, con suerte, jamás. ¿Qué los llevaba a comportarse za y autonomía, y hacen menos atractiva todavía la alternati-
a~? .
va de recurrir a los servicios del Estado.
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En primer lugar, están los efectos a largo plazo del principio de vadas Y: en consecuencia, reduce el nivel de atención de lapo-
inve~tigación ~e ingresos. Uno de estos efectos es el incesante y blación'en general.) El descenso constante en la calidad de los
continuo detenoro en la calidad de los servicios sociales. Como
servicios es el mejor argumento contra el costo que represen-
puede esperarse, una vez reservados para quienes los necesitan
tan: su calidad está llegando a un nivel tan bajo que, para l~ ~
esos. ser;,icios ya no sufren la presión política de los que "no lo~
mayoría del electorado, cualquier cifra destinada a ellos es di-
precisan (al menos hasta el momento), y se convierten en blanco
nero arrojado a la basura.
~e medidas propuestas por los políticos que prometen reducir Otra consecuencia de la investigación de ingresos es el es-
rmp~estos p~a ganarse el voto de los afortunados, ya que la gen- tigma que significa para los beneficiario~. El mensaje impl~cito
te mas necesitada carece de fuerza propia.
-aunque no se lo formule en estos términos- es: la necesidad
No hace mucho, el nuevo gobierno socialista de Francia al
de asistencia indica el fracaso para vivir al nivel de la mayoría,
priorizar el cumplimiento de los criterios presupuestarios ~ue
que no parece tener dificultades para alcanzarlo. Solicitar un
iban a llevar a la moneda única europea ---entonces en proyec-
beneficio es, por lo tanto, admitir ese fracaso. Es tomar una
to--, adoptó el criterio (por mucho tiempo evitado) de la inves-
decisión vergonzante, es automarginarse, porque la mayor parte
tiga~~ón de ingresos, e introdujo un techo a las asignaciones de la gente nunca parece recurrir al erario público. (Tod~ lo
fam1hares que, hasta entonces, eran de carácter universal. Re-
que la gente obtiene, como exenc~ó1: de impuest?s, obt~nc1ón
sumiend.o la experienc~a de los otros países que habían segui-
de beneficios profesionales o subs1d10s empresanales directos
do antenormente el mismo rumbo, Serge Halimi observó:
o indirectos, aparece en las cuentas del Estado a su crédito, no
Se empieza por negarles a las clases medias el acceso igualitario
como débito.) La perspectiva de solicitar beneficios no resulta
a determinadas prestaciones colectivas. Luego, esas prestacio- atractiva, y esto hace que cualquier otra alte:nativa parezca
nes apar~cen asociadas a los más pobres, los únicos que pasan más deseable y razonable, sin importar su calidad.
a beneficiarse con ellas. Y las cifras destinadas a las prestacio- En segundo lugar, está el surgimiento de la sociedad de co~­
n_es disminuyen más y más, según la regla de que (en la expre- sumo y de la cultura consumista. El consumismo valora, mas
sión estadounidense) "los programas para pobres son progra- que nada, la elección: elegir, esa modalidad puramente formal,
'•, mas po~res". Tarde o temprano, se descubren "estafas, engaños y pasa a ser un valor en sí mismo, tal vez el único valor de esa
abusos : una madre soltera, generalmente negra, que usa sus cultura que no requiere, ni permite, justificación. La ele~ción
cupones para comprar vodka (una cantinela demasiado repetida es el metavalor de la sociedad de consumo, el valor que mide Y
entre los seguidores de Ronald Reagan); los pobres son irrespon- jerarquiza los demás. Y esto no puede extrañar: la capacidad
sables y sólo tienen hijos para gozar de las prestaciones públicas de elegir que tiene el consumidor es el reflejo de la coml?e~en­
etc. L~ última etapa se ~umple cuando, una vez evaporada la po~ cia que a su vez es el alma del mercado. Para sobrevivir, Y
pulandad de los benefic10s estatales, las clases medias, a las que
ya no les interesa su continuidad, aceptan la abolición del Estado m~cho más para prosperar, el mercado de consumo debe h_acer
benefactor. 14 al consumidor, antes, a su propia imagen: la competen~1a le
ofrece la elección, y la posibilidad de elegir hace atractiva la
Limitar los beneficios de los servicios estatales al segmento oferta.
políticamente marginado del electorado resulta, así, una rece- El mito del consumidor exigente, y el del mercado como pro-
ta perfecta para bajar la calidad de esos servicios a un nivel veedor de la libre elección y guardián de la libertad de expre-
que, a los ojos de los segmentos algo menos empobrecidos de- sar preferencias, se alimentan y cultivan recíprocamente. Si~
terminará que, en comparación, hasta la más dudosa d~ las el primero, sería difícil imaginar al se~nd?. El buen c~nsum1-
aseguradoras privadas parezca un lujo. (Sería interesante sin dor es el que aprecia el derecho a elegir mas que el obJet..o ~ue
embargo, medir hasta qué punto el deterioro de los servÍcios se elegirá, y celebra sus visitas al mercado .como la publica
~statales ~ace bajar también la calidad de las prestaciones pri- manifestación de su sabiduría. La amplia vanedad de produc-
tos exhibidos, junto a la posibilidad de elegir uno entre muchos
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otros, eleva a cualquier aficionado a la categoría de connaisseur. El éxito que provocó el fin
Al mismo tiempo, ser una persona habilidosa y cultivada en el
arte de elegir es, en la sociedad de consumo (una sociedad Dicho esto, algunas preguntas quedan sin contestar. ¿Cómo
estratificada según el talento para elegir), el honor más codi- es posible que tantos miembros de la sociedad moderna se ha:
ciado. La convicción de saberse capacitado para elegir es la yan convertido en refinados consumidores? ¿~or qué :ina ma-
más gratificante. 15 yoría tan importante prefiere hacer sus propias elecciones de
Inversamente, una situación sin elección -la necesidad de consumo, en lugar de depender de una cobertura garantizada,
tomar lo que se recibe sólo porque a uno no se le ofrece otra sin riesgos, para todas sus necesidades básicas? ¿Cómo es posi-
cosa; la de no tener voz en la decisión- es, en consecuencia, el ble que esa mayoría se muestre tan confo~e, a pesar d~ hab:r
antivalor en la sociedad de consumo. Estar incapacitado para sido abandonada a sus propios recursos y hbrada a su mgemo
elegir resulta, en sí mismo, degradante y humillante, indepen- e inventiva? Quizás el siguiente ejemplo permita vislumbrar
dientemente de los efectos que tenga sobre el bienestar de quien las razones.
sufre esa situación. Es, también, una condición profundamen- Durante la última década, una ola de protestas recorrió los
te insatisfactoria, triste, aburrida y monótona. Los bienes al- Estados Unidos. Se trataba de oponerse a la llamada "acción
canzan todo su brillo y atractivo precisamente por haber sido afirmativa" [affirmative action] que, para borrar antiguas dis-
elegidos; si se suprime la elección, su seducción se desvanece criminaciones basadas en el color de la piel, facilitaba el acceso
sin dejar rastros. Un objeto "elegido libremente" tiene el poder a los empleos, así como la admisión y la graduación en las ~ni­
de otorgarle a quien lo elige una distinción que los bienes "sim- versidades, de negros e hispanos (estadounidenses de ongen
plemente adjudicados" jamás podrán brindarle. Un consumi- latinoamericano). Estos aspirantes, provenientes de estratos
dor maduro y experimentado, por lo tanto, valorará la posibilidad sociales hasta entonces marginados, se encontraban en des-
de elegir, con todos sus riesgos y sus trampas, desconocidas y ventaja para una competencia abierta con los "blancos
hasta atemorizantes, antes que la seguridad relativa que pue- anglosajones", mejor ubicados socialmente y que, por lo gene-
dan ofrecerle el racionamiento y el reparto previstos. 16 El con- ral habían recibido una educación más esmerada. A esa ola de
sumidor ideal está dispuesto a tolerar la inferioridad relativa pr~testas contribuyeron, hay que decirlo, los miembros conser-
... , del objeto de consumo sólo por haberlo "elegido libremente", vadores de las Cortes Suprema y Federal, nombrados en la era
sin que se lo adjudicaran. Reagan-Bush. Pero la protesta, en sí, era de esperarse, ya que
Por todo esto, la ordenada institución del Estado benefactor muchos padres de estudiantes blancos estab!ln de_sconc~rta~os
está en contradicción absoluta con el clima reinante en la so- e indignados porque otros alumnos, con cahficac1ones mfeno-
ciedad de consumo; y esto, independientemente de la calidad res, ocupaban las vacantes que sus hijos no habían consegui?o
de las prestaciones que ofrezca. Así como la comercialización de a pesar de haber logrado mejores resultados en las evaluacio-
un producto no puede realizarse sin promover (aunque sea boca nes. Lo sorprendente, sin embargo, fue el creciente número de
a boca) el culto de la diferencia y la elección, el Estado benefac- afronorteamericanos que se sumó a la protesta. De hecho, el
tor carece de sentido si no apela a las ideas de igualdad de primer candidato del Partido Demócrata que ganó una banca
necesidad y de derechos de los hombres. El consumismo y el en la Legislatura estadual de California con una plataforma
Estado benefactor son por lo tanto incompatibles. Y el que lle- que exigía el fin de la "acción afirmativa" fue Ward Co~nerly,
va todas las de perder es el Estado; la presión·ejercida por la un acaudalado empresario negro. Aunque censurado y difama-
mentalidad del consumidor es abrumadora. Aunque los servi- do por muchos activistas negros e hispanos, Connerly obtuvo
cios ofrecidos por el Estado fueran de calidad muy superior, un importante apoyo, abierto o tácito, en la cada vez más flore-
cargarían siempre con una falla fundamental: les falta la su- ciente clase media negra norteamericana. El argumento_ qu~
pues,tamente libre elección del consumidor. Y este defecto los más profundamente movilizó a ese cre~iente sect~: social. Y
descalifica, a los ojos de los consumidores fieles, creyentes y étnico fue el de su dignidad y su auténtica afirmac1on: la ll~-
devotos, más allá de toda redención.
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mada "acción afirmativa" -entendían- devaluaba y empe-
queñecía los logros de los numerosos negros que "habían llega- n- otros estadounidenses sino porque se los ayudó cargan-
do". Para ellos, habría sido mucho más gratificante que nadie
ce '
do los dados. Con toda la voz proclaman que, s1· e ll os "11
. egaron" ,
hubiera podido considerar su éxito como inmerecido, como un los demás también pueden hacerlo; si alguno no lo hizo es por-
regalo en lugar del resultado de su esfuerzo consciente, su ta- que no se esforzó lo suficiente. ~uienes lo lograron, por lo tan-~
lento personal, su trabajo tesonero y la correcta elección de un to, lo hicieron gracias a que lo mtentaron como ~ebian. .
estilo de vida. Para que todo esto resulte creíble, sus companeros de de~ti­
El argumento de quienes apoyaban a Connerly era simple: no más pobres deben ser observad~s c~i;i sos~,ec~8: Y ~es~en;
"No necesitamos muletas", "Podemos arreglarnos nosotros so- hace falta, sobre todo, exigir la elimmac1~? ~e P1;-VIlegios , de
los". Pero, ¿de dónde salió, repentinamente, tanta seguridad? ese irritante recordatorio que señala un tn~fo logrado con
La respuesta la dio el mismo Connerly: "Todos pueden llegar ayuda. Quienes llegaron a la cima ya no necesitan las muletas
porque el campo de juego, ahora, está más al alcance de to- del Estado; es más: están ansiosos por deshacers~ d,.e ~llas. Los
dos".17Y aquí cabe una reflexión: si el campo de juego se había rimeros en llegar son los primeros en declarar mutil aquella
igualado para todos era, precisamente, gracias a la "acción afir- ~yuda y en quejarse por la sombra inicua y degradante que
mativa"; allí está el éxito innegable y el logro histórico de aquella proyecta sobre quienes la reciben. ,. .
política. Una de cada tres familias negras norteamericanas No es este sin embargo, el significado que aquella~ pohticas
cuenta, en la actualidad, con un ingreso igual o superior al -tanto el E~tado benefactor como la "acción afirmativa"-=:- ha-
promedio estadounidense (35.000 dólares anuales); hace ape- bían tenido para los creadores. Aquellos pre~ursores sonaron
nas 25 años, las que disponían de ese ingreso eran menos de con la eliminación de las privaciones que habian hecho ~ecesa­
una cada cuatro. Más de una de cada cinco familias negras ria en principio la asistencia a quienes carecía~ de medios o la
puede, ahora, jactarse de un ingreso anual superior a los 50.000 discriminación positiva para compensar la desigualda~ ~rras­
dólares que, en los Estados Unidos, constituye el índice de ri- trada a lo largo de generaciones y, de ese modo, permi~~r que
queza. Hay miles y miles de abogados, médicos y gerentes de todos tuvieran las mismas oportunidades. Per~ suced10 ~lgo
empresas negros, gente que es escuchada y puede hacerse es- bastante diferente: aquellos a quienes la co~u~d?-~ contn~u­
cuchar. ¿Podría haber sucedido todo esto sin la "acción afirma- yó a elevar por encima de su p~sición infenor i_m~ial no sol~
tiva"? Según una reciente investigación llevada a cabo por la dejaron de necesitar la ayuda smo que se convi~1ero.~, tam
Escuela de Leyes de la Universidad de Nueva York, de los 3.435 bién, en sus feroces detractores. ~n cierto modo, la acc10~ afir-
negros que ingresaron como estudiantes de Derecho y, por lo mativa" había creado sus propios sepultureros. _Los exit~sos
tanto, tuvieron la posibilidad de acceder a una de las profesio- ª.
profesionales negros, que llegaron a la clase. media Ita dir~c­
nes más lucrativas de los Estados Unidos, sólo 687 habrían tamente desde la marginalidad del gueto, tienen mas motivo
estado en condiciones de ingresar de acuerdo con los resulta- para sentirse moralmente superiores a sus colegas bla~cos para
dos de sus exámenes. censurar al "Estado niñera" y, al hacerlo, parecer sinceros Y
En menos de un cuarto de siglo, la "acción afirmativa" logró creíbles. Ellos llegaron, ellos lo lograron, probaron. que se po-
un rendimiento comparable al alcanzado por los fundadores día hacer y ahora alientan a los demás a hac~r lo m~smo. Pero,
del Estado benefactor: "su propio éxito implicó su desapari- ¿pueden hacer lo mismo ahora.~ue ya no existe el .de.f"ada:i-
ción". Pero, si fue así, las cosas no sucedieron del modo como te" ajuste de puntajes en relac10n co~ el ~olor de piel. ~l ano
los visionarios las habían imaginado. Gracias a la discrimina- pasado, en la Escuela de Leyes de Umver~1dad de ~exas mgre-
ción positiva, una nueva clase media negra surgió en los Estados só un 5 9% de estudiantes negros. Este ano, despues d~.. haber:
Unidos, ahora segura de sí misma. Sus miembros no quieren se suprlmido la "discriminación positiva:', la propor~:on sera
que se les recuerde que llegaron hasta al1f; no por su propia del o, 7%. ¿Quién se hará cargo, en la próxima generac1on, de la
inteligencia y su esfuerzo, como hacen -o se supone que ha- indignación contra Ward Connerly?
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95
" · "al" de los otros resulta "en parte engañoso, puesto . .qu~
rar el b1enesta~ soci . ,, Mann propone hablar de bienestar publi-
Los casos de la "acción afirmativa" y el Estado benefactor no 1
los tres son, obvian:entMe, socia es ' l sent1·do de que todos lo ven y práctica-
son, desde luego, idénticos: la idea de los servicios sociales a co. "E s pu"blico .-dice
. ann-elenEstado e benefactor". Véase K.. Mann (1992) '
cargo del Estado estaba dirigida contra cualquier forma de dis- mente to~os lof1de~1fi~~~c~~derclass· The Social Divisions of Welfare and
criminación y, sin embargo, en su etapa final produjo una discri- The Makzng o an ng is U . .ty· Press p 13 u so aquí la expresión ~
B ki ham· 0 pen mvers1 ' · ·
minación que fue cualquier cosa menos "positiva"; pero su Labour. uc, n~ ". . t. do algo diferente del propuesto por Mann:
mecanismo psicosocial "un éxito que implica desaparición" fun- "bienestar. publico e~. u~~en; das las formas, más específicas, del bienes-
~º~º~~~!:~ ::r.=~z :: :ofec~ivamente, sin importar qué forma adopte la
1
ciona del mismo modo en ambos casos. La "mayoría satisfe-
ar m . 1 · , · 1·
0 · 0,. 1 dm.inistre.
cha" de Galbraith es, en no escasa medida, producto del Estado
9
pre;~~~~~~hq~: ~~ ~;; ; z~t~al Economy of the Welfare State. Londres:
0
benefactor y prueba de su éxito.
Los servicios sociales a cargo del Estado no llegaron a realj- Macmillan, p. 11. ad" t. fthe Welfare State. Londres: Hutchinson,
3. C. Offe (1984), Contr: ic ions 0 · M 'xico Fondo de Cul-
zar el sueño de sus fundadores: exterminar, de una vez y para 152-3 [Contradicciones en el Estado del Bienestar. e '
siempre, la pobreza, la humillación y el desaliento. Pero surgió
una generación educada, con buena salud, confiada, segura de
~a E~o;~ca, 1_~9~(~t;~ 1~t;J ama Liberal, citado en E. K Bramsted
it·}~efuU:s~~o!i.ps.), w:stern Liberalism: A History in Documents from
sí misma y celosa de su nueva independencia; y esta genera- y . . .L 1978 pp. 712 SS.
ción rechazó la idea de que es deber de quienes han triunfado Locke to Croce. LJon~re~ h º~:1a) Res;rved for the Poor: The Means Test in
el ofrecer su ayuda a quienes siguen fracasando. En los oídos 5.A. Deacony : ra s ª. . ' k ll & Martín Robertson, pp. 1-42.
British Social Policy. OxfordC. Bas1~tBlact wterrrez.¡:-are Londres:Allen & Unwin,
de esta generación, de estos hombres y mujeres que "se hicie- 6. R.M. Titmuss (1868), ommi men o m ,~ .
ron a sí mismos" gracias a la asistenéia de un Estado dispuesto p. 143. 't 65
a ayudar, los argumentos sobre el impacto negativo de los ser- 7. A. Deacon Y J. Bradshaw, op. ci ·•.p. · d . Ch hill Press
8. R. Boyson (comp.) (1971),Down with the Poor. Lon res. urc '
vicios sociales resultan particularmente reveladores. Aunque
no es tan claro, sin embargo, que esos argumentos sobrevivan P· 5 · J H --"' ld (1991) The Moral Construction of Poverty
9. J. F. Handler y . asern.e '
a la generación más dispuesta a aceptarlos como verdaderos. . ., l de la pobreza] Londres: Sage, p. 16. .
[La exphcac1on mSorMa M'll ( omp~) (1987) Dynamics of Deprivation [D1-
Hay razones para suponer, como Martín Woollacott sostuvo lO. Z. Ferge Y · . · :, er c · . ' 297 ss.

·~.
recientemente, que las medidas planteadas por los responsa-
bles de los últimos cambios como solución a las contradicciones
ná';'~~~~~~ ~~;rs~;:;.,:~!":J~~!· ~;;;~i;!!'t, wesi. Cambridge: Polity
reales o supuestas del Estado benefactor se reducen a: Pret;: ~- ~!~uacott (1997), "Bosses must learn to behave better again" 'The
sacar provecho, simplemente, de aquello que en términos históri- Gu~~~i~~Dl;cto:J~~7), "La cosmocratoie, nouvelle classe planetaire", Le
Monde Diplomatique, agosto, P~· : :t,. e'galité" Le Monde Diplomatique,
cos es sólo un momento: el momento en que el capital social acu- 14 15
mulado por el Estado benefactor no se ha disipado del todo, y los 14. S. Halimi (1997), "Allocat1on, eqm e, '
nuevos costos provocados por su caída no llegaron todavía a ser agosto, p. 18. 1 . , como reiteradamente lo señalan los
enormes. Los costos sociales -tanto los del Estado benefactor, como 15. Esto, desde luego, es una I us10~, .ón ue protege la realidad y sin la
los del neoliberal- son siempre grandes; pero los de un Estado de estudiosos del consumismodpero un~ i, u~uncÍonar De hecho la promesa Y
transición entre ambos pueden ser considerados pequeños, quizá cual la realidad del me~:ª ? no po ria . le hambur ~sa McDonald's
por ignorancia o por ocultamiento. Y es posible que lo sean, pero la ostentación de la elecc1on (m:luso ~e ~:~1:ipamor a la Sección, cultivado
en cualquiera de sus encarnaciones ape .dores al mercado donde la varíe-
sólo por un tiempo. 18
. con insistencia .!?ara atra:rfi~u~vos ~on~t:. en forma estricta. Elijan lo que
dad de la elecc1on_ ya est~ lJ~ a Y m~arán de lo que se les ofrece, Y la ofer-
Notas elijan los consumidores Jamas se ª.R.ª .d s La dictan geren-
' ,d · d or la elecc1on de los consumi ore · . .
ta no esta etermma a P . . t dores de las empresas multmacio-
l. "Bienestar público" [Public welfare] es la expresión propuesta por Kirk tes que no fueron elegidos: los ª~f1s {¡ª o monopólico de los mercados de
Mann en su análisis sobre la distinción que Richard 'Titmuss estableció en nales que se acercan cada vez mas a go iern
1955 entre bienestar fiscal, ocupacional y social. Luego de señalar que sepa-
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consumo. Como descubrió John Vidal ("E . .
20 d~ junio de 1997): "En ocho sectores en~pire of burgers", The Guardian
m6villes, e~ espacio aéreo, la electrónic~ lre los que se encuentran los auto:
dios, as cinco ma ' e acero, los ·arma t
dial". y concluye: r~~:: ;~z~r~~i~n~sdcondtrolan el 50% d::e~:~!ºª me-
cultural. Está empezando a . eJa o e ser sólo financiero· m~n­
c~ones controlan en la actual~~~~ los fundamentos de la vida. Di:: !:mb1én
dial de los alimentos Cu t casi todos los aspectos de la d rpora-
Ies de maíz, trigo, tabaco~ t~º ;~~!rola~ el 90% de las exportacioC:ese::i~~1r-
16. Rec,ordemos que una de la; Y'1: e Y productos forestales". a-
que los paises occidentales -duran1:1'ª1s efi~aces acusaciones en la camp -
contra los regímenes com . e os anos de la Guerra F , ana 4
ción en las tiendas. N . umstas, f~e la que subrayaba la na--:- lanzaron
vación, o si se soluci· o ibmportaba si los consumidores su.c.....t'aushencia de elec-
, · ona an o no s · '-Unan ambre ·
-mas que nada- us necesidades básic . o pn-
servicios m, di no era tanto la disponibilidad . as. Lo que importaba
disponibilideadcdoes, comolla imposibilidad de eleair e~ mm:dl17so la calidad de los
La ética del trabajo
b escue as 0 vi · d . 0
e ico; no los co t
1o~r~~~s~:r:s~:gidi·71os. Coincide;~:::t::~~~~~:a:en_nalte, aus;;ic~aº~eº li~
¿

Ita
1 y los nuevos pobres
. navas -que Jam . di ar amb1en qu
:.::;~~:-;~~~~ :~jeciones a la ause::i~~e ~:f~c~~~ ~:~sados de falta d:·d:~
trados por el E t dapoyo popular a sus excelentes se . ~onsu~idor" socava- A comienzos del siglo XIX, quienes iniciaron la prédica de la
17 E . s a o. rvicios sociales adminis-
Am ·. ~ta cita Y las siguientes · ética del trabajo sabían muy bien de qué estaban hablando.
enea ' de Martin Walker (The ~ovien.en del artículo "God Bless (whit Por aquellos años, el trabajo era la única fuente de riqueza;
G 18. ~- Woollacott (1997) "B hi ~a~dzan, 17 de mayo de 1997) e) producir más, y aumentar la mano de obra en el proceso de pro-
uardzan, 17 de mayo. ' e n t e myth of the self-made ~an", The ducción, significaban prácticamente lo mismo. Los empresa-
rios deseosos de producir aumentaban sin cesar; crecía,
también, el número de miserables que se resistían a trabajar
en las condiciones impuestas por esos empresarios. Y la ética
... del trabajo aparecía, entonces, como la fórmula para que am-
bos grupos coincidieran. El trabajo era el camino que, al mis-
mo tiempo, podía crear la riqueza de las naciones y acabar con
la pobreza de los individuos.
A fines del siglo :xx, la ética del trabajo vuelve a ocupar el
primer plano en el debate público, tanto en el diagnóstico de
los males sociales como en su curación. Su importancia es deci-
siva en los programas de asistencia para reinserción en nue-
vos trabajos [welfare-to-work], inaugurados en los Estados
Unidos y que desde su iniciación (y a pesar de sus dudosos
resultados) fueron vistos con envidia por un creciente número
de políticos en otros países ricos, entre ellos Gran Bretaña. Como
señalan Handler y Pointer al referirse a los WIN [sigla de los
programas de reinserción laboral estadounidenses que a su vez,
como palabra, significa triunfar]:

Desde los comienzos, y a lo largo de su complicada historia, la re-


98 tórica que justificaba los WIN tuvo escasa relación con su impacto
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