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Situaciones limites en la vida del hombre.

Por Andrés Úsuga Leal.

Para ser feliz en la tierra y aspirar a la plena felicidad, tenemos que aprender a convivir
con la no felicidad, con las cosas que en principio no nos dan felicidad, pero que si
sabemos ofrecerlas y llevarlas con amor, finalmente nos darán la felicidad que
necesitamos, siempre sabiendo que la plenitud la encontraremos cuando nos abracemos
con él, cuando lleguemos al encuentro con Dios en la otra persona, tanto la que nos ha
regalado momentos de felicidad como la que nos ha hecho sufrir.

Es ahí cuando llegamos a una de las realidades mas patentes en la vida del hombre el
sufrimiento, el cual pide ser profundizado y demanda sentido, pues este tiene un carácter
situacional en el hombre que sufre la complejidad de su dolor.

Debemos diferenciar entre dolor y sufrimiento, pues el dolor puede ser físico y el
sufrimiento mas de tipo moral, pero en las historias planteadas en los videos, se ve un
dolor que aunque puede ser físico engloba la totalidad de la persona llevándolos a una
pena que abarca la totalidad de su ser y que anula su razón y su actitud.

Es por esto que podríamos decir que la muerte, el sufrimiento la lucha, el azar la culpa, las
pasiones, son situaciones implicadas en nuestra vida, situaciones limites, que no se
pueden superar ni transformar y lo único que cabe es tomar conciencia de ellas y dotarlas
de sentido.

El dolor y la pena forman parte de la vida igual que la miseria, el destierro y la muerte,
realidades que se viven en Colombia en la realidad de un conflicto armado que ha
desgarrado la vida de miles de personas o como en el caso de la joven en nueva Guinea y
lo que debe incumbir a estas personas, al ser es dar plano sentido a ese sufrimiento, pues
ese sentir va formando la vida y en la adversidad en los golpes son la que le dan forma y
estructura propia a la misma vida.

Es después de comprender esto que podríamos afirmar que no podemos vivir del pasado,
de las situaciones pasadas, tenemos que vivir el presente y lanzarnos hacia el futuro. No
podemos vivir de «deudas», del dolor que experimentamos alguna vez queriendo tomar
justicia propia y alimentando un odio que envenena y amarga el sentido de la vida.El
sentido debe nacer del amor y para que haya un amor verdadero, se debe reconocer la
presencia de Dios en el otro. El amor verdadero sabe vivir también en la ausencia de luz,
en la ausencia de consuelo, en el dolor, en la soledad y en el sufrimiento, porque solo ahí
le encontramos el verdadero sentido a la vida y racionalmente podemos comprender el
dolor.

Es por eso que en nuestra vida se hace necesario experimentar lo que es el perdón, y
Muchas veces se dice que el perdón es: «borrón y cuenta nueva», que es olvidar
completamente las ofensas recibidas. Podríamos pensarlo así desde el lado de Dios, de un
lado más teológico; que Dios, de algún modo, se olvida de aquello que le debemos, en lo
que lo ofendemos cuando nos acercamos a la confesión, y no nos alcanzaría la vida para
pagar todo lo que le debemos por toda su misericordia y Sin embargo, Dios nunca se
cansa de perdonar. Pero si lo miramos desde el lado humano, en el plano humano, en las
relaciones entre nosotros, cuando alguien nos hace daño o nos provoca algún sufrimiento,
un hermano y nos vemos ante la realidad de ofrecerle o pedirle perdón o a pedirle,
diríamos que esperaría un tiempo para hacerlo, esperar que se me pase o se le pase la
rabia y ante esto, tendríamos que decir que el perdón en nosotros no es olvido.
Humanamente, deberíamos decir que es imposible olvidar completamente algo. Siempre
nuestra memoria residual guarda en nuestro corazón las cosas lindas, los gozos, las
alegrías, pero también guarda las tristezas, los sufrimientos, el dolor. Nuestra memoria es
como una caja donde todo se va guardando y algunas quedan escondidas, y de algún
modo puedo decir que se olvida. Pero el perdón, en realidad, diría que es un mirar a
aquello que nos dolió, un mirar a esa persona que nos ofendió, de un modo distinto; un
mirar como Dios la mira, un mirar con misericordia, un pasar por alto ese dolor, un mirar
la herida, pero al mismo tiempo aceptarla.

Si pretendemos creer que el perdón es un olvido total, casi inmaculado; si pretendemos


que nunca más me va a doler la ofensa que me cometieron, jamás vamos a perdonar.
Tenemos que dar pasos para perdonar. No solo es una gracia, sino también tenemos que
poner nuestra decisión, nuestra voluntad, para decir: «Esto lo tengo que perdonar. No
puedo vivir así. No puedo vivir recordando lo que me hicieron. No puedo vivir juzgando al
que me hirió. No puedo, no puedo. Me hace mal. Aunque no comprenda, aunque no
entienda, aunque mi razón se nuble y se empeñe en decir que es imperdonable, mi
corazón y mi decisión pueden perdonar». Y es lo que se observa en los videos, un
personar desde la vida de la relación padre e hijos, de la relación con el hermano, pero un
perdón conmigo mismo por sentir que he fallado o por no haber hecho lo suficiente por
mi hijo, por mi nieta o por no haber defendido la vida de ese ser querido, esto me queda
de reflexionar en estos videos, pienso que mas que eso es una invitación de la experiencia
de vida de muchas personas para que nos dispongamos a perdonar siempre y a estar
dispuestos a perdonar siempre, aun cuando nos hayan herido en lo más profundo de
nuestro corazón. No podremos encontrar la felicidad, la paz y la reconciliación si de algún
modo no sanamos y no perdonamos de corazón a nuestros hermanos.

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