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Introducción
Podemos proponer que a priori, la verdad como tal no existe, pues depende
del sujeto al cual se le plantea alguna interrogante la respuesta que recibiremos.
Si pudiéramos traer de vuelta a una persona adulta que vivió hace doscientos
años y ubicarla frente a un televisor, podemos afirmar que no sabrá lo que es y
cuál es su función. Para ella sería un objeto mágico. En cambio, en nuestra época
un niño de tres años sabe perfectamente para qué sirve.
Desarrollo
Ambas verdades son importantes. Por una parte, la verdad ontológica nos
permite conocer una cosa o hecho concreto que es de relevancia jurídica. Por
otra, la verdad epistemológica nos entrega las herramientas o recursos para
hacerlos válidos en el proceso legal, llegar a la sentencia y obtener certeza
jurídica.
Conclusión