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ELEMENTOS PRÁCTICOS.

Se presentan aquí una serie de elementos practicos aplicables a la vida diaria que nos ayudan a
establecer una base sobre la que movernos y relacionarnos con el mundo y con nosotros
mismos.

1. ACEPTACIÓN.
Es simplemente la voluntad de reconocer y aceptar las cosas como son.
La voluntad de solo permitir al pensamiento negativo informar nuestra comprensión
de la situación pero sin permitirle dirigir nuestra forma de afrontar el futuro.
NO se trata de resignarnos a las circunstancias pero tampoco negarlas.
Esto pide compasión hacia nosotros mismos. La autocompasión no es sentir pena por
nosotros, ni que nos guste todo lo que hacemos y cómo lo hacemos si no observarlo
sin juzgarlo y ser amables y comprensivos con nosotros mismos, sobre todo ante
nuestros fallos y errores.
2. CURIOSIDAD.
Se define como: (Adj.) Inclinado a aprender lo que no conoce.
Observar las actividades y rutinas de siempre con ojos nuevos. Aplicar la mente de
principiante, que no es más que ver lo que hay o vivir la experiencia como si fuera la
primera vez.
De esta forma entrenamos nuestra capacidad para sorprendernos e interesarnos por
todo aquello que se nos presenta. Al contrario que los juicios, creencias y opiniones
sobre cómo deben ser las cosas (debo vestir de esta forma o hablar de esta manera,
esta persona debería hablarme como yo creo, etc) reducen nuestro interés y
capacidad para sorprendernos y por ende nuestra capacidad para disfrutar del aquí y
ahora con mayor plenitud.
Centrarnos en la capacidad de crear novedad ya que la perspectiva automática desde
la que, con frecuencia, observamos la realidad se vuelve inflexiva e impide que
observemos los cambios que van sucediéndose y que hacen nuestra experiencia única
en cada momento. Se trata de preguntarnos por qué, para qué, qué puedo aprender o
qué me está enseñando cada situación. Analizar lo que le precede y qué consecuencias
tendrán las distintas respuestas que demos.

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3. CONCIENCIA
Se trata de recuperar la capacidad de reconocer la realidad emocional.
Según adquirimos el lenguaje perdemos la capacidad innata de identificar las
características físicas y cognitivas de la emoción que nos permiten comprender y
aceptarlas.
Muchas veces hay ambivalencia entre lo que se siente (pensamientos y sensaciones
físicas) y lo que se dice que se está sintiendo, bien por no saber identificarlo o bien por
negar esa realidad.
Dirigirnos desde la introspección, mirando hacia adentro con curiosidad, para
identificar qué pensamientos automáticos llevan a conductas poco funcionales y
adaptativas para generar las posibilidades más optimas construyendo una realidad que
nos sirva.

4. ENFADO/ENOJO.
Sentirnos enfadados es normal y tiene la función de permitirnos reconocer cuando
algo no nos gusta. Los problemas con el enfado vienen cuando los pensamientos
asociados son negativos, no los controlamos y activan un estado ansioso, que genera
miedo a la experiencia de enojo, se activan las acciones defensivas y lleva a expresar
de manera violenta a modo de ira o furia o, en otro extremo, a reprimirlo y acumularlo
resultando insostenible a largo plazo y materializándose en malestar físico y
emocional.

5. AUTONOMIA.
Refiere a desarrollar un centro de control interno. Dirigir nosotros mismos nuestras
acciones, alejándonos de ser reactivos a lo que hagan los demás o ceder a las
imposiciones de otros por su “bienestar” sin pensar en el nuestro. Establecer límites
también en el sentido de poder distinguir las emociones y sensaciones de los demás de
las propias, dejando la responsabilidad de gestionar y sentir a cada uno. Todo ello no
sin reconocer nuestra propia responsabilidad en cómo tratamos y nos comportamos
con otros.

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6. APEGO
El apego es el vínculo emocional y afectivo que se desarrolla con otras personas
significativas.
El apego es nuestra forma de conexión con el mundo. Refiere al modo particular en
que tendemos a interactuar con otros con los que establecemos un vínculo relevante,
incluyendo los sentimientos de intimidad y compromiso sobre los que se basan los
lazos de una relación humana.
En concreto, el vínculo de apego más relevante es aquel que se establece con las
personas que nos cuidan a lo largo de nuestra infancia, es decir, con nuestras figuras
de referencia cuando somos niños, generalmente padres y/o madres, aunque también
pueden haber sido tíos/tías, abuelas/abuelos, etc. Es en base a este que modelamos el
resto de vínculos que desarrollaremos a lo largo de nuestra vida. Pasa precisamente
por sanar y aprender de los aspectos negativos de esos primeros vínculos lo que nos
permite construir nuevos más funcionales, asertivos y positivos.
Los vínculos de apego sanos reúnen todos los elementos previos ya mencionados e
implican reconocer la responsabilidad afectiva que nos toca a la hora de desarrollar
relaciones interpersonales y que incluye cuestiones como asumir y reparar nuestros
errores, aplicando la compasión con nosotros mismos y con otros.

7. AUTOAFIRMACIÓN.
Conlleva la autodeclaración de nuestro ser de manera positiva: “existo, acepto,
crezco”.
Cuestiona la creencia que de alguna manera debemos justificar nuestra existencia.
No implica reacciones o actuar solo existir, de nuevo, a través de la curiosidad.
Los “yo soy” tienden a limitarnos. Se trata de crear consciencia respecto de lo que nos
decimos y lo que decimos sobre nosotros. Crear identidad en base a las cosas que
hacemos puede llevar a construir un autoconcepto basado en elementos que se
escapan a nuestra esencia y generar problemas de autoestima. Por ejemplo, “yo soy
egoísta” es distinto de “me comporté de manera egoísta”. Despegarnos de las
etiquetas, tanto aquellas que nos imponemos como las que nos imponen otros, nos da
libertad. Ser en el sentido de fluir, también observándonos y cuestionándonos en
aquellos espacios donde actuamos de manera menos constructiva; precisamente para
permitirnos reconocer, aprender sobre ello y crecer hacia nuestra mejor versión.

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