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Redacción
BBC News Mundo
23 marzo 2024
La inestabilidad y la violencia definieron el período comprendido entre mediados del siglo XV
e inicios del XVII en Japón.
La serie Shō gun, protagonizada por Cosmo Jarvis y Hiroyuki Sanada, aborda en todo su
terrorífico esplendor los años finales de este capítulo del siempre fascinante pasado feudal
nipón.
Inspirada en la novela de James Clavell de 1975 -que fue todo un éxito con más de 15 millones
de copias vendidas- la nueva producción de Hulu/FX/Disney+ se basa en la vida del navegante
William Adams, el primer inglés en llegar a Japón.
John Blackthorne -el nombre del protagonista en la serie, interpretado por Cosmo Jarvis- debe
adaptarse a una realidad brutal en este país extranjero, donde un débil gobierno amenaza con
dividirse en facciones en guerra tras el fallecimiento del regente imperial retirado o Taikō .
La acción transcurre en torno al año 1600, una época de gran agitación en Japón tras dos siglos
de guerras civiles.
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También enfrentado a los misioneros católicos, Blackthorne -de religión protestante- confía su
supervivencia a una alianza con Lord Yoshii Toranaga (Hiroyuki Sanada), a quien varios
enemigos políticos intentan borrar del mapa.
El primer episodio ya muestra en toda su crudeza la violencia que probablemente será la tónica
de la serie.
Tras sobrevivir al hambre, el escorbuto y el suicidio del capitán a bordo de un devastado barco
mercante holandés, el piloto mayor John Blackthorne y lo que queda de su tripulación
naufragan frente a la costa de Anjiro, donde captores armados con espadas los arrojan a un
pozo mientras esperan su fatal destino.
El protagonista evita ser ejecutado, pero un miembro de su séquito corre peor suerte: lo atan y
lo colocan en un caldero para hervirlo lentamente hasta la muerte.
La nueva serie de Rachel Kondo y Justin Marks en 2024 no destaca por los grandes nombres; en
su lugar, da protagonismo a un contexto histórico aún más vívido, ofreciendo un rico y
detallado retrato del Japón feudal.
La potencia ibérica, por su parte, se había dividido previamente los dominios oceánicos de sus
vastos imperios de ultramar con su vecino Portugal en el Tratado de Tordesillas de 1494.
"Los portugueses (y los españoles) tenían dos objetivos: el primero era convertir Japón al
cristianismo; el segundo, conquistar el país convirtiendo a figuras de alto rango al
cristianismo”, explica Thomas D. Conlan, profesor de historia y estudios de Asia oriental en la
Universidad de Princeton y autor de “Los samurái y la cultura guerrera de Japón: 471–1877”.
Japón se encontraba en aquel momento en medio de una agitación larga y caótica, que fue el
caldo de cultivo de las tensiones que estaban listas para estallar en Shō gun.
La era conocida como Sengoku Jidai o "período de los Estados Combatientes" (1467-1615
aproximadamente) estuvo marcada por guerras civiles casi constantes, en las que los señores
feudales luchaban por el control total del país.
Los objetivos de tres sucesivos señores de la guerra –entre ellos Toyotomi Hideyoshi, el
recientemente fallecido Taikō en la narrativa de Shō gun, y Tokugawa Ieyasu, su eventual
sucesor– se alcanzarían con la unificación del país a principios del siglo XVII, pero no sin
considerables cantidades de violencia y fuerza por parte de la clase bushi (guerreros samurái).
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Cosmo Jarvis (izquierda) interpreta al piloto mayor John Blackthorne, que naufraga frente a la costa de
Japón y debe luchar para sobrevivir.
"Del budismo, los samuráis aprendieron a no temer a la muerte, ya que de todos modos el ‘yo’
era una ilusión. Del sintoísmo, a reverenciar su antepasados, impartiéndoles un profundo
sentido de lealtad y continuidad. Del confucianismo, la actitud hacia los demás dentro de una
sociedad estrictamente jerárquica", explica Danny Chaplin, autor de “Sengoku Jidai. Nobunaga,
Hideyoshi e Ieyasu: Tres unificadores de Japón”.
Por ejemplo, para preservar su honor, los samuráis podían castigar una ofensa de un miembro
de las clases bajas con el kiri-sute gomen o "autorización para cortar e irse", que se exhibe al
principio de la serie cuando un campesino muere decapitado.
La lealtad al señorío era primordial en los valores samuráis, y morir en ese servicio se
consideraba un honor.
Caer en manos del enemigo -o sucumbir a un destino poco viril- se interpretaba como una
deshonra.
Estos ideales (prevalecientes hasta la era moderna, con los pilotos kamikazes de la Segunda
Guerra Mundial) se mostraban en su plenitud en el acto del seppuku -más popularmente
conocido como harakiri- o suicidio mediante corte del vientre, un ritual que sugiere Kashigi
Yabushige (Tadanobu Asano) en Shō gun cuando desenvaina su espada tras caer al océano,
enfrentándose a una vergonzosa muerte por ahogamiento.
“Eran tiempos brutales", afirma Chaplin, en los que con frecuencia las catanas se ponían a
prueba en prisioneros condenados, y la toma de hasta miles de cabezas como trofeos durante la
batalla "era una práctica generalizada entre los samuráis".
La violencia como castigo
Shō gun relata la llegada de la tripulación de Blackthorne a Japón: Hideyoshi hizo crucificar y
empalar con lanzas a 26 cristianos después de que el piloto de un galeón naufragado sugiriera
que los españoles tenían la intención de conquistar Japón infiltrándose con misioneros.
FX
La nueva serie de Rachel Kondo y Justin Marks ha recibido muy buenas críticas y muchos la comparan con
Juego de Tronos.
Y, así como los Tudor en Inglaterra decapitaban a sus esposas y quemaban a católicos en la
hoguera, los japoneses utilizaban métodos crueles como los aplicados al desafortunado
compañero de tripulación de Blackthorne: el legendario bandido Ishikawa Goemon, una especie
de Robin Hood japonés, fue hervido vivo a orillas del río Kamo en Kioto en 1594.
"La violencia como castigo debía ser espectacular y aterradora para garantizar el cumplimiento
de las leyes", alega Conlan.
Buena muestra de ello era el propio seppuku, ofrecido a menudo como un "privilegio" a los
samuráis derrotados en la batalla y también favorecido como método de pena capital, ya que
era menos probable que la familia buscara venganza por un suicidio.
En un conocido incidente, el Taikō incluso ordenó que su sobrino, ya exiliado, se suicidara en
1595 para evitar un posible desafío a la sucesión de su heredero.
Tal crueldad (Hideyoshi también ejecutó a toda su familia, un total de 39 hombres, mujeres y
niños) marcó la percepción occidental sobre los japoneses: "Los europeos se sorprendieron de
que Hideyoshi le hiciera esto a un pariente cercano", afirma Conlan.
GETTY IMAGES
La catana de los samuráis era una espada larga, curva, de filo único, diseñada para cortes precisos y rápidos.
Tras él, Japón entraría en una nueva era, el período Edo, definido por más de 250 años de
relativa paz, una política exterior aislacionista (que intentaba eliminar las influencias coloniales
y religiosas de España y Portugal) y la prohibición y persecución de los cristianos.
Con un poco de suerte, Blackthorne llegará a este período, aunque seguro que antes deberá