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La microbiota no solo está relacionada con las enfermedades intestinales

sino también con otros problemas como diabetes, obesidad, Alzheimer y


el síndrome metabólico, entre muchos otros.
El abuso de antibióticos puede causar daños a este tipo de
microorganismos.
Cada 27 de junio se conmemora el Día Mundial de la Microbiota.

La microbiota en los últimos años ha sido un tema relevante de


investigación. El principal motivo es por el papel que desempeña en la salud y
bienestar integral de las personas. Por tal motivo, y para darle visibilidad, cada 27
de junio se conmemora a este grupo de microorganismos.

Es importante aclarar que al hablar de microbioma se hace referencia al conjunto


de microorganismos ubicados en una parte del cuerpo humano. A estos nichos
determinados se les identifica como microbiota. El cuerpo humano cuenta con
seis tipos de microbiota que son fundamentales para el funcionamiento óptimo
del mismo.

De manera constante se le relaciona con las enfermedades intestinales; sin


embargo, hay otros padecimientos que se pueden desarrollar por un desbalance
en la microbiota intestinal. Algunos de los principales son la diabetes, obesidad,
Alzheimer y el síndrome metabólico, entre muchos otros.

De acuerdo con información publicada por el Biocodex Microbiota Institute, la


composición depende del área del cuerpo donde se ubique. Por lo que, además de
la intestinal, existe la cutánea, vaginal, urinaria, respiratoria y oral. Y esto va
aún más allá, pues su función varía, así como la manera que impacta en la salud y
en la enfermedad, cuando está desequilibrada.

Microbiota oral

La puedes ubicar en nariz (rino), boca y garganta (laringo) y oídos (oto), de ahí su
nombre. Sabiendo qué partes impacta esta microbiota, cabe destacar que su
desequilibrio lo puedes notar en enfermedades de dientes (caries), encías, lengua,
del oído (infección) y vías nasales.

Microbiota Pulmonar

Este microorganismo lo determina el entorno, es decir: el clima, zona geográfica,


medio en el que vives y si tienes contacto con animales domésticos, entre otros. Se
ubica en las vías respiratorias inferiores como los pulmones y los bronquios.
Cuando está desequilibrada se le conoce como disbiosis y es un desequilibrio en
nuestra microbiota. Con ello, se podrían generar enfermedades como: tos
recurrente e infecciones virales. Algunos factores de riesgo para generar disbiosis
son: sedentarismo, desvelarse, tratamiento con antibióticos, fumar, consumo de
alcohol, entre otros.

Microbiota Cutánea

La ubicas en la composición y recubierta de tu piel. Tiene tres funciones clave: ser


una barrera física, química e inmune. Tu edad, sexo, genes, pH, entorno y estilo de
vida, determinan la “personalidad” de esta microbiota. Algunas de las
enfermedades que te indican un desequilibrio en este elemento es la presencia de
acné, dermatitis atópica, entre otros.

Microbiota Intestinal

Su correcto funcionamiento depende de tus hábitos alimenticios (cantidad de


azúcares, grasas y fibra), el estilo de vida, el consumo de medicamentos y ciertas
enfermedades. Su composición también varía según la edad, pues la microbiota
de un bebé difiere por completo a la de un adulto o un anciano. Una de sus
tareas es defenderte de bacterias peligrosas, así como ser un gran apoyo para
fortalecer tu sistema inmune.

Microbiota Urinaria

Actualmente se sabe que está compuesta principalmente por lactobacilos


(bacterias que viven en tu sistema digestivo, urinario y genital). Tiene una estrecha
relación porque su desequilibrio puede verse afectado por bacterias de origen
intestinal. Esto, a su vez, se refleja en enfermedades como infecciones urinarias o
de próstata, entre otras.

Microbiota Vaginal

Su composición depende de factores como tus genes, origen étnico, si has estado
embarazada, menopausia, medio ambiente y hábitos de higiene, e incluso de tu
vida sexual. Su tarea principal es defender a tu cuerpo de infecciones vaginales y
asegurar un entorno favorable para el embarazo.

Algunas enfermedades que pueden indicar un desequilibrio en tu microbiota


vaginal son: infecciones locales, micosis o sintomatologías relacionadas con
picazón, irritación, flujo y olores anormales.

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