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FUENTES DEL DERECHO ROMANO.

(Material de apoyo a la clase)


Prof. Ricardo Murga C.

Concepto de fuentes.
El término fuentes del derecho designa todo lo que contribuye o ha contribuido a crear
el conjunto de reglas jurídicas aplicables a las personas. Históricamente, las primeras
fuentes del Derecho fueron la religión y las costumbres. De ahí emanó la moral que
luego fue tratada y estudiada por la ética y por el Derecho.
En el contexto de Roma, las fuentes del derecho son el conjunto de medios normativos
que un pretor o un juez podían aplicar en la resolución de cada caso. En este sentido,
se trata de una fuente documental que “contiene” el Derecho (leyes, plebiscitos,
edictos, rescriptos, mandatos, recopilación, código, etc).
También se entiende por fuente del Derecho a aquellos órganos que lo “producen”,
(fuente productora) tales como una asamblea o una autoridad (asamblea, comicios,
senado, tribuno, pretor, rey, emperador, dictador, etc).
A lo largo de la historia romana, estas fuentes fueron añadidas o modificadas
dependiendo de las circunstancias y necesidades, por lo que cada periodo histórico
tiene su propio conjunto de fuentes, o unas fuentes más importantes que otras.
La expansión de Roma, el crecimiento de la administración pública, el aumento de los
litigios y la necesidad de gestionar una población romana y peregrina cada vez más
grande y heterogénea en el imperio, serían los principales propulsores para las
modificaciones paulatinas que fueron sufriendo las fuentes del derecho en el mundo
romano a lo largo de unos 10 siglos.
El ius y el fas.
Los romanos serían los primeros en hacer una división formal de las fuentes del
derecho, especialmente luego de que se inició la “secularización” del derecho romano,
durante el periodo preclásico (Ley de las XII Tablas), siglo V a.c., que trajo consigo la
primera división entre el derecho escrito (ius scriptum) y el derecho no escrito (ius non
scriptum). Las XII Tablas, que se exhibían en el Foro romano, constituyeron el primer
Derecho escrito, superando lo que había sido el Derecho arcaico que se trasmitía
oralmente (consuetudinario), y que sólo conocían y aplicaban los jueces-pontífices.

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En la misma época se hizo también la distinción entre el “fas” y el “ius”. El nexo o
mezcla entre Derecho y religión está presente en toda forma social primitiva (clanes,
tribus). Con espíritu religioso, el hombre antiguo procuraba diferenciar lo lícito y lo
ilícito. En el derecho romano se entendía por “fas” el derecho de los dioses, es decir,
lo permitido y no permitido manifestado por la divinidad. Fas: de fari (hablar). El fas
era dado por los sacerdotes (pontífices) y se contraponía, como derecho divino, al
derecho humano o “ius”. En un primer momento, fas y ius expresan la licitud de un
determinado acto, es decir, su conformidad con la voluntad de los dioses. Pero más
adelante los pontífices -primeros juristas de Roma- empiezan a diferenciar el ius
humanum y el ius divinum. Sostienen que aunque todas las normas nacen de voluntad
divina, éstas tienen por objeto relaciones distintas. Ius divinum: relaciones de hombres
con los dioses. Ius humanum: relaciones de hombres entre sí. El asentamiento del
poder político de Roma comenzará a secularizar el ius como derecho que crean los
hombres para los hombres (Derecho positivo), sin interferencia de los dioses. Este
proceso de secularización del Derecho romano comenzó con la vigencia de la Ley de
las XII Tablas en el siglo V a.c., en los inicios de la República.
IUS es utilizado tanto para hablar del derecho objetivo (ius civile, ius gentium, ius
honorarium), como del derecho subjetivo (ius utendi, ius fruendi, ius abutendi, etc).
Ius en sentido objetivo es definido por Celso, como el arte de lo bueno y lo justo. El IUS
es considerado como lo que la conciencia social estima que es BUENO Y JUSTO, y por
lo tanto se reclama o impone como necesario.
A lo largo de la historia de Roma, el Derecho positivo tuvo diversas y sucesivas fuentes.
En total son ocho las fuentes que se distinguen en el Derecho romano:
1.- La Costumbre.
La costumbre, en latín: mos, mores maiorum, mores civitatis, boni mores, o
consuetudo, es definida como “la fuerza jurídica de los actos uniformes, repetidos en
el tiempo de forma constante, y aceptados socialmente como válidos”. Por tanto, la
costumbre sólo tiene lugar cuando existen dos factores: uno objetivo, que consiste en
la repetición de conductas por parte de los miembros de la sociedad durante largo
tiempo; y otro subjetivo, que comprende la necesaria relevancia jurídica de cumplir
aquello que proclama la costumbre, como un verdadero imperativo jurídico.
La costumbre es la más antigua de todas las fuentes del Derecho romano, y se cimienta
en la estructura socio-familiar romana, heredada de los primeros fundadores de
Roma. Tuvo plena aplicación en la época arcaica y durante la monarquía romana.

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Los romanos las llamaban mores maiorum, que significa “las costumbres de los
ancestros”. En la antigua Roma estas reglas transmitidas oralmente eran
salvaguardadas por los sacerdotes (pontífices), y por ello se restringía su uso a la clase
alta (patricios). En ese entonces, la aplicación de estas costumbres como una
normativa era privilegio de unos pocos. El resto de las personas la desconocían, y no
se les aplicaba estas reglas trasmitidas oralmente de una generación a otra (Derecho
consuetudinario).
En general la costumbre como fuente del Derecho rigió asuntos meramente privados
y fue perdiendo poder normativo conforme la escritura y las formalidades jurídicas
aumentaron. El posterior desarrollo de la ley positiva, escrita, la fue relegando al
último lugar de importancia.
Las costumbres extranjeras se incorporaron al ius Gentium por los peregrinos, y fueron
luego estudiadas y normalizadas por los juristas y magistrados romanos (pretores).
Clasificación de la costumbre jurídica:
Costumbre secundum legem: aquella que interpreta la aplicación de una ley.
También se dice que es aquella que tiene aplicación cuando la ley así la reconoce o permite.

Costumbre praeter legem: aquella que se puede aplicar cuando no existe una
ley, en ausencia de una ley.
Costumbre contra legem: aquella que se aplica en contra de una ley.
2.- Las Leyes (lex, leges).
Durante la República, la Ley emana de los comicios o asambleas de los romanos
(quirites) a propuesta (rogatio) de un magistrado patricio. Por eso se le conoce como
LEX ROGATA (ley a ruego). Estas asambleas y leyes eran en un comienzo sólo de los
patricios y para los patricios (comicios curiados y comicios centuriados). Siglos después
se aplicarían a los plebeyos (comicios tributos). Las leyes se dictaron mientras hubo
comicios, los que funcionaron sólo hasta el gobierno del emperador Tiberio (4 a 37
d.c.), cayendo luego en desuso durante el Imperio.
Las leyes rogatas, constan de tres partes principales:
Praescriptio: lo que va al principio, indicando el nombre del magistrado que la
propone, los comicios en que se votó, la fecha, etc. (identificación de la ley).
Rogatio: ruego o propuesta. Es el cuerpo de la ley propuesta por el magistrado.
La materia. Puede dividirse en capítulos si la materia es muy extensa.

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Sanctio: sanción. Son diversas cláusulas agregadas al final, siendo la más usual
aquella que indica que la ley tendrá aplicación en la medida que no contravenga
un derecho anterior, señalando una sanción en caso de contravención.
El jurista Ulpiano clasificó las leyes romanas, según la Sanctio, en:
Perfecta: aquella que establece la nulidad del acto que se realiza en
contravención de la ley.
Menos que perfecta: aquella que establece una sanción distinta a la nulidad para
el acto realizado en contravención a la norma (multa, indemnización, restitución
del doble, confiscación, decomiso).
Imperfecta: aquella que se limita a prohibir un acto determinado, sin establecer
sanción.
3.- Los Plebiscitos.
Plebiscito es el nombre que reciben los actos jurídicos (normas) aprobados por la plebe
en los comicios o asambleas de la plebe (los comicios tributos). Existían los Tribunos
de la plebe que proponían leyes ante dicha asamblea. Los plebiscitos en un principio
eran normas sólo para la plebe. Dichos actos a lo largo de la historia de Roma fueron
adquiriendo fuerza legislativa conforme la sociedad romana se urbanizó y densificó.
Con el pasar de los siglos, y producto de la lucha de los plebeyos, durante la República
los plebiscitos se aplicaron también a los patricios y pasaron a tener el mismo valor
que las leyes rogatas.
Al final de la época republicana los términos "plebiscito" y "ley" se usan
indistintamente por disposición de la Lex Hortensia (287 a.c) la cual equiparó ambas
normas.
4.- Los Edictos de los magistrados.
Edicto es el nombre que recibían los “pronunciamientos” oficiales que hacían los
magistrados romanos con relación a los asuntos de su competencia, permitiendo al
público en general conocer tanto las decisiones específicas de un magistrado, como
las normas o las condiciones en que debían allegarse a él los casos. Los magistrados
romanos eran: cónsules, pretores, censores (constituían el cursus honorum superior),
ediles, cuestores (constituían el cursus honorum inferior). El dictador (era una magistratura
extraordinaria en tiempos de crisis política).

La facultad que permitía la publicación de edictos se llamó IUS EDICENDI, y era


exclusiva de las magistraturas. Aunque sólo dos tipos de estos edictos fueron

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jurídicamente relevantes: los del pretor y los del emperador, por ser ambos “creadores
de verdadero derecho”.
Sin dudas, el edicto del pretor (especialmente del pretor peregrino) tuvo una gran
influencia en el desarrollo del Derecho romano. El edicto del pretor era un programa
que publicaba este magistrado al ocupar su cargo anual y en donde indicaba las
normas procesales y las acciones jurídicas que se proponía para su mandato. El pretor
debía invocar en su Edicto las normas que tendría como referencia para sus juicios
(normas sustantivas y adjetivas). Y es precisamente esta labor de publicidad del
contenido de los edictos y la actuación del pretor, lo que dio como resultado el
surgimiento del ius honorarium: el derecho creado por el pretor e incorporado luego
al Derecho romano.
En muchos casos el pretor reproducía buena parte del edicto de su antecesor, lo que
se conoció como edicto traslaticio. Para hacer frente a situaciones inesperadas no
previstas en su edicto, el pretor dictaba un edicto repentino. Los pretores eran elegidos
para sus cargos y duraban un año. Eran cargos gratuitos (ad honorem).
En general, la mayor fuente de los edictos del derecho romano provinieron de los
sucesivos pretores (urbano y peregrino), o al menos fue así hasta el año 131 cuando el
emperador Adriano ordenó compilarlos todos en un solo texto que fue luego conocido
como EL EDICTO PERPETUO. A partir de entonces, los pretores debían invocar y aplicar
las normas contenida en el Edicto Perpetuo, dejando de lado su propia creatividad
jurídica. Durante el Imperio decayó notablemente la labor del pretor urbano y
peregrino, así como las asambleas “democráticas” del tiempo de la República.
En la época imperial, cobraron importancia los edictos emitidos por el emperador, y a
nivel provincial los edictos de los gobernadores, que regían como los del mismo
emperador.
5.- Las Constituciones Imperiales.
Del latín constitutio principis (constitución del príncipe), hace referencia al cuerpo de
normas que podía promulgar el emperador, entre las que se cuentan los edictos,
rescriptos, decretos, y mandatos.
Durante la época imperial romana, el emperador constituye una figura muy relevante
para entender la evolución y el desarrollo del Derecho romano. Dada su potestad
sobre el imperio, sus decisiones y proclamaciones fueron una fuente formal del
Derecho romano, en general con carácter de vinculatoriedad jurídica. Al conjunto de
todos estos documentos que emitían los emperadores se les llamó constituciones
imperiales.

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Las constituciones imperiales no eran un cuerpo uniforme de normas agrupadas en un
solo documento, sino que eran las recopilaciones de otros tipos de documentos a
través de los cuales el emperador fijaba oficialmente su postura respecto a un tema,
ya fuera un tema judicial, administrativo o meramente valorativo. Las constituciones
imperiales son una fuente tardía en el Derecho romano, y vinieron a desplazar a las
LEGES de las asambleas o comicios del tiempo de la República.
Las constituciones imperiales podían ser de cuatro tipos:
Edictos del emperador: eran disposiciones de carácter general. Regían en todo
el imperio y sin límite de tiempo, a diferencia del edicto del Pretor que duraba
un año y sólo regía para el territorio en que era nombrado.
Rescriptos: eran respuestas que daba el emperador a funcionarios y particulares.
Para aquéllos eran obligatorios; para éstos, lo apreciaba el juez en cada caso.
Estas respuestas las entregaba el emperador a través del Consejo Imperial,
integrado por juristas.
Decretos: eran las sentencias dictadas por el emperador, ya sea cuando conocía
un caso en primera instancia o cuando lo conocía por vía de apelación. La
sentencia tiene valor de precedente, y se puede invocar en juicios similares.
Mandatos: eran las instrucciones que daba el emperador a sus subordinados
sobre el gobierno y administración de las provincias.
Las constituciones imperiales fueron posteriormente recopiladas, dando origen a los
Códigos en tiempos del bajo imperio. Hubo dos recopilaciones privadas: el Código
Gregoriano y el Hermogeniano. Por su parte, el primer código oficial fue el Código
Teodosiano, de Teodosio II emperador de Oriente, en el siglo V. Después, estas
constituciones imperiales formarán parte del Corpus Iuris Civilis (de Justiniano),
recogidas en su Codex.
6.- La Jurisprudencia.
Durante todas las épocas de Roma existieron diferentes opiniones doctrinales,
emitidas por personas que, por su posición social, o vocación, conocían en
profundidad las leyes. A estas personas se les llamó jurisconsultos o juristas. La
jurisprudencia es la labor o los trabajos escritos de los juristas, conocedores del
Derecho y que lo comentan, analizan e interpretan.
La fuerza de las opiniones que daban estos jurisconsultos, no vinculaban formalmente
ni a los pretores, ni a los jueces, quienes sólo se servían de ellas por la autoridad o

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prestigio que tuviera el jurista, y por la verosimilitud que su veredicto tuviera para
resolver el caso.
Pero aunque no tuvieran una obligatoriedad formal, si el jurisconsulto era una persona
con el suficiente prestigio, como ocurrió cuando el emperador les concedió a algunos
jurisconsultos el auctoritas principis, entonces se consideraba casi obligatorio que el
juez o el magistrado fallara en este sentido. Los juristas fueron una importante ayuda
para los magistrados, jueces, pretores y particulares.
Hubo dos escuelas de juristas en Roma: la Proculeyana (de Próculo), y la Sabiniana (de
Sabino), que competían en prestigio y sabiduría.
En época del emperador Augusto se les otorgó a los jurisconsultos más notables el IUS
RESPONDENDI: la facultad de dar respuestas a nombre del emperador. Después, en
tiempos del emperador Adriano se estableció que la opinión concordante de dos
juristas con Ius Respondendi, respecto de un asunto, tenía fuerza de ley.
Como creciera demasiado el número de juristas con ius respondendi, así como la
diversidad de sus opiniones, el emperador Teodosio II de Oriente, en el año 426, dictó
la LEY DE CITAS, según la cual sólo se podían hacer valer en juicio las opiniones de
cinco jurisconsultos: Papiniano, Ulpiano, Paulo, Gayo, y Modestino. En caso de
opiniones discordantes, primaba la de Papiniano. A este grupo de juristas se le llamó
el Tribunal de los Muertos (o Jurado de Difuntos).
Los juristas actuaban de tres maneras:
Agere (actuar): consistía en indicar a los particulares las fórmulas correctas que
debía utilizar en el juicio o proceso.
Cavere (precaver, prevenir): la actividad que consistía en indicar a los
particulares la forma en que debe realizarse un negocio jurídico.
Respondere (respuesta): era la actividad del jurista encaminada a responder las
consultas particulares, de jueces o magistrados sobre algún tema de derecho.
7.- Los Senadoconsultos.
Para el Derecho romano, el senadoconsulto es el acto (acuerdo o decisión) proferido
por el Senado sobre cualquier materia en concreto. A lo largo de la historia romana su
obligatoriedad jurídica varió, siendo de carácter meramente consultivo durante el
periodo monáquico y republicano, y luego de un carácter obligatorio durante el
imperio. El término Senado proviene de senex, que significa anciano. Su antecedente es el
antiguo consejo de ancianos que tenían las tribus y clanes romanos. El nombramiento de los

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senadores correspondía desde el inicio de la República a los cónsules o dictadores. Más tarde,
esta fue una atribución específica de los censores. El Senado romano estaba integrado sólo
por patricios. Excepcionalmente se nombró a un plebeyo.

El senado estuvo presente en todo el período romano. Sus decisiones se orientaban


preferentemente a la organización, administración y derecho públicos. "La significación
del Senado en la vida pública se elevó muy por encima de su real función jurídica. Como reunión de
ex-magistrados, el Senado personificaba la tradición pública romana y toda la experiencia de
gobierno y administración de sus componentes [···] Frente a los demás magistrados anuales, el Senado
se destaca como el núcleo permanente del Estado, el elemento que otorgaba a la política romana su
solidez y continuidad. No es extraño, por tanto, que, a pesar de su función puramente consultiva, sobre
la magistratura y sobre las asambleas, se superpusiera el Senado como el auténtico gobierno, ante
cuya experiencia y prestigio aquellos se plegaban” [Roldán Hervás, José Manuel. «El Orden
Esta
constitucional romano en la primera mitad del siglo II a.C.». Gerión, Revista de la historia antigua].
es la razón por la que las tropas romanas lucían en sus estandartes las iniciales SPQR
(Senatus Populus Quirites Romanus, ó Senatus PopulusQue Romanus).
El Senado en un comienzo no ejercía funciones legislativas, ni de imperio, sólo tenía
auctoritas (que era un poder moral, basado en el reconocimiento o prestigio de sus
integrantes. Una autoridad). Una de sus principales funciones fue asesorar a los
magistrados y decidir en temas que se consideraran fuera de la competencia del
magistrado. Se encargaba de ratificar las leyes votadas por los comicios, aconsejar a
los magistrados, dirigir la política exterior, declarar la guerra, fiscalizar las finanzas y la
religión.
A contar de la época de Augusto (27 a.c.), al inicio del imperio (período del principado),
al Senado se le otorgaron funciones legislativas, y es a tales acuerdos que se les dio el
nombre de Senadoconsultos equiparándolos a la lex y constituciones imperiales.
Sin embargo, en el bajo imperio, en tiempos del emperador Caracalla, las decisiones
del Senado desaparecen casi por completo, cediendo lugar a las constituciones
imperiales.
8.- El Corpus Iuris Civilis.
Es obra del emperador Justiniano I, del Imperio Romano de Oriente con capital en
Constantinopla, en el siglo VI. Con el objetivo de aclarar y actualizar las antiguas leyes
romanas, erradicar las incoherencias y agilizar los procesos legales, la colección de
edictos imperiales (constituciones) y opiniones de expertos (jurisconsultos) abarcaba
todo tipo de temas, desde las penas por delitos específicos hasta el matrimonio y la
herencia de bienes. No sólo se utilizó como base del derecho romano de oriente
(bizantino) durante más de 900 años, sino que sus leyes siguen influyendo en muchos

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sistemas jurídicos occidentales hasta la actualidad. Así por ejemplo, el Código civil
napoleónico se inspiró en el Codex.
El Corpus Iuris Civilis se compone de cuatro partes:
Codex (recopilación). El Códice, publicado en el año 529 d.C., era una colección
o recopilación de 12 libros que contenían 4.562 constituciones imperiales
(edictos del emperador) desde la época de Adriano (117 al 138 d.C.) hasta el
propio Justiniano, organizados por temas y todos correctamente atribuidos al
emperador que los había dictado y con su fecha. Se basó principalmente en el
Código Teodosiano. Curiosamente, el primer libro trata sobre temas eclesiásticos,
mientras que en los códices más antiguos se trataba en último lugar, lo que indica que
el cristianismo se había afianzado en el Imperio Romano de Oriente en el siglo VI d.C.

Digesto o Pandectas (ordenar), publicado en diciembre del año 533 d.C., era un
compendio de opiniones legales de expertos y célebres jurisconsultos romanos
del pasado, que podían ser citadas por demandantes y defensores en los
tribunales. También estaba destinado a ser útil para los jueces en ejercicio. Estas
opiniones de sabiduría fueron editadas, resumidas y reunidas en 50 libros (en
lugar de los 1500 anteriores) y “ordenadas” por temas. Las obras del prolífico
jurisconsulto del siglo II-III d.C., Ulpiano, eran especialmente aceptadas por el
equipo jurídico de Justiniano, y constituyen el 40% del Digesto.
Institutas (instruir). Las Instituciones, publicadas también en diciembre de 533
d.C., eran una especie de manual del Codex y del Digesto para que los esforzados
estudiantes de Derecho pudieran entenderlos y aplicarlos mejor. Fue compilado
por Treboniano y otros dos juristas, Teófilo y Doroteo.
Novelas (nuevas leyes) fueron una colección de nuevas constituciones imperiales
(edictos) dictadas por Justiniano en el último año de su reinado (565 d.C.). Se
refieren principalmente al derecho sucesorio y de familia que experimentó
importantes cambios por influencia del cristianismo.

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EVOLUCION HISTORICA DE LAS FUENTES DEL DERECHO EN ROMA.

Las Fuentes durante la Monarquía:


Durante el periodo monárquico la principal fuente del derecho romano fue la
costumbre (mores maiores o consuetudo), interpretada por los pontífices
(sacerdotes), quienes daban el alcance del contenido de las costumbres.
En general las fuentes durante la monarquía serían,
La costumbre
La ley o lex rogata (de asambleas patricias)
Los senadoconsultos

Cabe precisar que durante la monarquía, al referirnos a las fuentes, se habla de las
fuentes del derecho privado, pues el derecho público estaba regido por las decisiones
del rey, quien en mayor o menor medida era libre de imponer su voluntad.
Esto explica porqué sería la costumbre la fuente predominante del derecho. Hablamos
de un periodo en el que Roma aún no poseían un imperio extenso, por lo que tampoco
se requería poner por escrito las normas que debían aplicarse a los ciudadanos
(quirites), ni existía la necesidad de juzgar asuntos con peregrinos en la ciudad.
Las Fuentes durante la República:
Durante el periodo republicano, las nuevas instituciones como: la magistratura del
pretor, del pretor peregrino, y los comicios plebeyos, aumentaron el papel de las
fuentes escritas (ius scriptum), y reemplazaron a la costumbre como la principal fuente
del derecho romano.
En general las fuentes durante la república serían,
La ley o lex rogata
Los plebiscitos
Los edictos del pretor
Los jurisconsultos
Los senadoconsultos
La costumbre

En la república encontramos que cada una de las fuentes del derecho se mantuvo
dentro de cuerpos jurídicos separados. Así ocurrió con el derecho honorario (creado
por el pretor), el ius civile (creado por las asambleas de los quirites y plebeyos), y el

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derecho público. El derecho público se refería a la organización del pueblo romano y estaba
constituido por normas que regulaban la organización del Estado Romano y las relaciones entre el
Estado y los particulares. Esta rama del Derecho también se ocupaba del ordenamiento religioso, de los
sacerdotes, y de los magistrados.

Las Fuentes durante el Imperio:


Durante el Imperio Romano, que coincide con los periodos clásico (principado) y
postclásico (dominado) del derecho, las fuentes, a pesar de ser más abundantes, se
caracterizaron por una paulatina concentración en la persona del emperador y de la
burocracia imperial, especialmente en el Dominado.
Esta concentración, iniciada durante el Principado, fue el resultado de las facultades
que se concedieron a la nueva magistratura del Príncipe (César), y del recuerdo de las
circunstancias políticas que dieron origen a la guerra civil (ausencia de un poder
centralizado y fuerte), que dejó al imperio profundamente inestable. Así, la
concentración del poder fue sinónimo de la época de la Pax Romana.
Durante el imperio aparecen nuevas leyes: las constituciones imperiales, como un
mandato del príncipe, que tiene el mismo poder de una ley votada a instancia de los
comicios (lex rogata).
En general, las fuentes durante el imperio serían:
Las constituciones imperiales
Los senadoconsultos
Los jurisconsultos
La ley (lex rogata y plebiscitos)
Los edictos del pretor
La costumbre

También se regula la actividad de los jurisconsultos, con las autorizaciones del príncipe
(auctoritas principis) que les dotaba de mayor prestigio y aceptación entre los
magistrados y jueces romanos. Recuérdese la Ley de Citas.
En cambio el Pretor vio reducida su capacidad de producción de derecho, pues,
primero con el Edicto Perpetuo de Adriano (131 d. C.), y luego con la Ley de Citas, de
Valentiniano (426 d. C.), dejó de interpretar válidamente la legislación sin el filtro
oficial que impondrían los emperadores.

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Fuentes en la web:
https://academia-lab.com/2012/08/06/las-fuentes-del-derecho-romano/
https://es.wikipedia.org/wiki/Fuentes_del_derecho
https://www.lifeder.com/costumbre-juridica/
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-16975/corpus-iuris-civilis/
https://es.wikipedia.org/wiki/Senado_romano
https://www.lavozdelderecho.com/index.php/actualidad-2/corrup-5/item/3531-diccionario-juridico-
senadoconsulto-en-el-derecho-romano

Fuentes bibliográficas:
Angela Cattán: Lecciones de Derecho Romano. Edit Metropolitana. Santiago. 2018.
Francisco Samper: Derecho Romano. Ediciones UC, Santiago, 2022.

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