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Evidencias científicas más relevantes en la línea evolutiva del Hombre.

1. Hominoides (ancestros de los simios). En 1856 Edward Lartet, abogado y


paleontólogo francés, descubrió en los Pirineos Franceses tres mandíbulas inmersas en
arcillas del Mioceno (30 a 14 millones de años), una de las cuáles tenía todos los dientes
menos uno. La evidencia que acompañaba a los restos encontrados sugiere que ese
sector habría estado cubierto por un bosque de robles, en el que habría vivido este
organismo, el que muy probablemente se alimentaba de sus hojas, tallos y frutos.
Debido al tamaño de la mandíbula y al tamaño y morfología de sus dientes Lartet postuló
que su contextura física debía ser muy semejante a la de un simio, y en consecuencia lo
adjudicó al género Dryopithecus (Fig. 13), que significa "simio de los robles", y a la
especie Dryopithecus fontani. La corona de los molares de los monos del viejo mundo
tiene cuatro pequeñas protuberancias en cada una de sus esquinas. Tanto las
protuberancias anteriores como las posteriores, están unidas entre sí formando un sobre
levantamiento de la corona, entre los cuales se aprecia una depresión o "valle". La
superficie de la corona del molar de un simio o del hombre tiene cinco protuberancias, en
vez de cuatro, y las depresiones o valles que se forman en ella producto de la manera en
que se unen las protuberancias, se asemeja a una letra "Y" con la base de ésta orientada
hacia adelante.

Figura Nº 13

En 1948, una pareja de antropólogos ingleses, Mary y Louis Leakey, encontraron,


en las cercanías del Lago Victoria en Africa, varias mandíbulas, cráneos y huesos de las
piernas de organismos muy antiguos con características semejantes a las de los simios
actuales. Asumiendo que los restos encontrados eran de organismos antecesores de los
simios, los Leakey adjudicaron estos especímenes al género Procónsul, en homenaje a
un Chimpancé del Zoológico de Londres cuyo nombre era Cónsul. Hoy se acepta que el
Proconsul africanus de los Leakey corresponde a una población africana del género
Dryopithecus.

Otros restos de formas muy semejantes a estos driopitecines han sido


encontradas en sedimentos del Oligoceno, lo que indica que estos prosimios vivieron al
menos hace 20 millones de años y que estuvieron representados en áreas geográficas
que incluyen el desierto de Egipto en Africa, Barcelona, el valle del Rhin, Viena, las
montañas de Hungría y Grecia en Europa, y en Pakistán, India, China y Asia Menor. Los
fósiles encontrados en Europa y Asia sugieren que probablemente habrían dado origen,
hace 10 a 15 millones de años, a otros géneros como Sivapithecus del que se habrían
originado los animales del actual género Pan, Gigantophitecus que habrían dado origen
a los simios actuales del género Gorilla y Ramapithecus, variante que hasta hace poco
se creyó estaba conectada a la línea evolutiva del Hombre.

Edward Lewis, estudiante americano, encontró en las colinas de Swalik, India, en


1932, una maxila que procedería de un organismo que según su deducción habría tenido
un rostro menos prominente que el de los simios, y cuyos dientes tenían características
más de humano. Lo asignó al género Ramapithecus en referencia a un héroe épico de la
India de nombre Rama, y a la especie brevirostris, que significa "ñato" por la apariencia
de sus facciones.

En 1961, Louis Leakey descubrió en una excavación que realizaba en Kenya,


otros fósiles de características muy semejantes a los descritos por Lewis, a los que
denominó Kenyapithecus wickeri. Graecopithecus freyburgi, encontrado en Grecia y
Rudapithecus hungaricus, en Hungría son expresiones europeas de fósiles que
corresponden a la misma descripción de Ramapithecus.

La argumentación más aceptada que establece que Dryopithecus habría dado


origen, a través de una radiación, a los grandes simios actuales por una parte y a la línea
que conduce a los homínidos por otra, se basa en la forma de las mandíbulas de simios y
Hombre (Fig. 14). Tanto la mandíbula de los simios, en que las dos ramas son paralelas
y las del Homo sapiens que es semicircular, pueden haberse originado de la forma más
semejante a una "V" de Dryopithecus. La forma semicircular de la maxila de
Ramapithecus, encontrada por Lewis, más parecida a la del Hombre que a la de los
simios, lo indujo, erróneamente como se vería más tarde, a ubicarlo en la ruta evolutiva
que conduce a éste. El hallazgo posterior de la mandíbula de un ramapitecino, de
características inconfundiblemente simiescas, han llevado a proponer que Ramapithecus
estaría más ligado a la rama evolutiva de los simios que a la del hombre.

Figura Nº 14
2. Homínidos. Los fósiles más antiguos en la línea evolutiva del Hombre, los
homínidos, pertenecen al género Australopithecus o "simios del sur", el primero de los
cuáles fue descubierto por Dart en 1924 en una excavación que se realizaba en un
acantilado de piedra caliza en la región del Traansval en Sudáfrica (Fig. 15). Encontró un
cráneo roto carente de mandíbula en el que se podía ver parte del cerebro. Según la
descripción de Dart se habría tratado de un niño de 6 a 7 años de edad, ya que todavía se
podía encontrar incluidos en el hueso maxilar, algunos de los dientes definitivos que aún
no habían erupcionado. Los dientes eran de características humanas aunque de mayor
tamaño. Habría sido un simio más avanzado evolutivamente de aproximadamente un
metro y medio de estatura y con una capacidad craneana de entre 450 a 500 cc.

Figura Nº 15

Posteriormente y gracias a los descubrimientos de Broom y Robinson en


Sterkfortein, también en Sudáfrica, en que se encontró un cráneo adulto, se pudo
establecer otras características de estos homínidos que habrían existido hace 1 millón de
años. Se habría tratado de individuos de 1 a 1.5 m de estatura de condición bípeda
semi-erecta, debido a la forma y contextura del hueso de la cadera y al plano de
articulación del Atlas con el foramen del occipital. Cráneo con una capacidad de 600 cc y
facciones de apariencia simiesca debido a la presencia de fuertes arcos superciliares,
boca prominente, escasa frente y ausencia de mentón. La posición semi-erecta y la
condición bípeda los aleja definitivamente de los simios. La arcada de la maxila y el
tamaño y forma de los dientes corresponden a una forma intermedia entre simios y el
Hombre.

Descubrimientos posteriores de Mary y Louis Leakey y Donald Johanson y sus


colaboradores, han confirmado que los australopitecines eran bípedos. Donald Johanson
descubrió en Afar, Africa, el esqueleto casi completo de una mujer, el que llamaron Lucy
(Fig. 16). Estos homínidos tendrían una antigüedad de 3.6 a 3.2 millones de años.
Johanson los asignó a la especie Australopithecus afarensis, y habrían sido de pequeña
estatura (menos de 1.2 m) y delgados (menos de 30 Kg) y definitivamente bípedos.
Habrían vivido en las savanas y praderas y habrían tenido una amplia dieta que incluía
otros animales de tamaño intermedio.

Figura Nº 16

Otra especie, Australopithecus robustus, distinta de A. africanus y A. afarensis,


cuyos miembros habrían tenido una constitución más robusta y que habrían sido
esencialmente vegetarianos, habrían aparecido posteriormente (hace 2.3 a 1.3 millones
de años). Hoy se acepta que A. robustus no pertenece a la línea evolutiva del Hombre, y
que muy probablemente se extinguió. Se postula que Zinjanthropus, el llamado "hombre
cascanueces", descubierto por los Leakey en Olduvai Gorge en 1959, pertenece a esta
última especie. Sin embargo, algunos expertos creen que habrían existido dos especies
de australopitecines de gran tamaño: A. robustus, y A. boisei, el más robusto de todos,
especie a la cual Leakey asignó originalmente al "hombre cascanueces".

Todos estos descubrimientos dejan de manifiesto dos hechos muy importante en


la evolución del Hombre:

I. La posición bípeda evolucionó mucho antes que el cerebro comenzara a aumentar


de tamaño.
II. Parece no existir duda de que los primeros homínidos fueron de dos tipos: una
forma robusta y grande, y una forma más ligera de menor estatura, cada una de las
cuáles habría estado representada por más de una especie. Las especies de la
forma robusta habrían desaparecido en el curso de la evolución, y la forma más
ligera sería uno de los antecesores en la línea evolutiva que conduce al Hombre.

3. El Género Homo.

El Hombre de Java: En 1895, el Dr. Eugene Dubois comenzó excavaciones en


unos depósitos de arena volcánica cerca del río Solo en las proximidades de la villa de
Trinil en la Indias Orientales. Encontró tres dientes, la tapa de un cráneo y un fémur (Fig.
17). La edad de estos restos los ubicaba en el Pleistoceno Medio, en el segundo
interglacial hace 500 mil años. Le llamó Pithecanthropus erectus (Fig. 18), y sus
características morfológicas eran las siguientes:

Figura Nº 17

Cabeza con un cráneo de huesos gruesos con arcos superciliares prominentes y


fuertes, semejantes al de los simios, frente muy baja lo que es indicativo de un cerebro
pequeño, cráneo carente de la cresta media de los simios. Fémur definitivamente
humano, basado en la posición de las articulaciones y lo recto de su cuerpo intermedio,
eran indicativos de un individuo erecto. De acuerdo a lo anterior, Dubois lo describió
como un organismo que se encontraría a medio camino entre los simios y el Hombre.

Figura Nº 18

El descubrimiento de otros fósiles encontrados posteriormente en el río Solo,


permitieron completar la descripción de los individuos de esta población. La boca habría
estado proyectada hacia adelante debido a la presencia de grandes dientes aunque de
tipo humano, especialmente los molares y caninos. En la mandíbula superior existe un
espacio para alojar a los caninos inferiores que se proyectan hacia arriba, lo que
constituye una característica de los simios. La capacidad de su cráneo es de entre 840 y
940 cc, lo que se encuentra bastante por debajo de la capacidad craneana del Hombre
moderno, que es de 1500 cc. Se piensa que pudo tener un lenguaje rudimentario.

En resumen, está claro que fue un Hombre y no un simio, aunque un Hombre muy
primitivo que conserva muchas características arcaicas que han perdido otros fósiles
humanos.

El Hombre de Pekín: El Dr. Davidson Black encontró restos animales y humanos


del Pleistoceno medio con una antigüedad aproximada de 500 mil años, en unas
excavaciones que inició a 37 millas al sudeste de la ciudad de Pekín, basado en tres
dientes de tipo humano que adquirió en una feria de las pulgas. Black asignó estos
fósiles a la especie Sinanthropus pekingensis. Posteriormente en 1929 se encontraron
tres docenas de individuos completos cuyas características han servido de base para
describir a esta especie (Fig. 19).

Figura Nº 19

Muy semejante a Pithecanthropus erectus, especialmente en el cráneo con arcos


superciliares muy sobresalientes y escasa frente. El tamaño del cerebro era de 915 a
1200 cc. Se encontró evidencias que indican que habría hecho uso de herramientas
primitivas, que habría conocido y usado el fuego y que aparentemente habrían practicado
el canibalismo. A este respecto, muchos de los cráneos encontrados junto a estos
restos, estaban abiertos en su parte superior, lo que parece indicar que se habrían
enfrentado en disputas que llevaron a la muerte de algunos de ellos, y que el vencedor
habría comido el cerebro del vencido. Se supone que habría existido entre ellos la
creencia de que el poderío de sus adversarios se encontraba en la masa encefálica y que
ingiriéndola se conseguiría obtener el poder del vencido.

Pithecanthropus y Sinanthropus son muy semejantes y deben haber pertenecido a


la misma especie, las diferencias en el grosor de los huesos del cráneo, en el tamaño de
los dientes y en la capacidad craneana pueden deberse a diferencias entre macho y
hembra y a las diferencias individuales propias de la especie. Actualmente se acepta que
son obviamente humanos, pues habrían desarrollado un lenguaje primitivo, habrían usado
herramientas y habrían descubierto el fuego y se les ha asignado a la especie Homo
erectus.
Esta especie habría tenido una amplia distribución geográfica puesto que se han
encontrado fósiles en Europa, con el hallazgo de una mandíbula en Heildelberg, Alemania
(1907) la que fue asignada a la especie Homo heidelbergensis; en Africa, para la que
existen variados fósiles como la mandíbula del Hombre de Ternifine, hallada en la región
de Oran en Algeria, y el Hombre de Swastkrans, de Sudáfrica. Recientemente (1990) se
han encontrado varios esqueletos en la Sima de los Huesos, en Atapuerca, España; los
que indican que eran individuos de 1.80 metros de estatura, muy robustos y musculosos,
que caminaban perfectamente erguidos. Sus facciones se caracterizan por arcos
superciliares desarrollados, ausencia de mentón y boca prominente. Habrían dominado
la tecnología lítica y habrían vivido hace 300 mi años. Louis Leakey en 1962 descubrió
en Olduvai, Tanzania, los fósiles de un homínido de aproximadamente 1.7 a 1.9 millones
de años de antigüedad que asignó a la especie Homo habilis (Fig. 20). Algunos autores
postulan que esta especie sería un representante africano más antiguo de Homo erectus,
lo que es altamente cuestionable.

Figura Nº 20

Un factor importante en la evolución de esta especie puede haber sido la


capacidad de capturar otros animales. Algunos estudios han demostrado que algunos
monos y el chimpancé comen ocasionalmente carne, y que A. africanus muy
probablemente era carnívoro. Los miembros de la especie H. erectus también eran
carnívoros, y habrían utilizado los tejidos de animales como elefantes, rinocerontes,
antílopes, hipopótamos y monos, huesos de los cuales se han encontrado en cantidades
respetables junto a sus restos fósiles. No se puede precisar si capturaban y daban
muerte a estos animales, o si utilizaban los restos de los cadáveres que abandonaban
otros depredadores. La ausencia de armas o instrumentos capaces de permitir dar
muerte a estos grandes animales, y la inexistencia de implementos manuales que les
permitían cortar y preparar trozos de tejidos, parecen indicar que más bien aprovechaban
los restos dejados por otros depredadores. Se ha postulado, sin embargo, que estos
hombres primitivos daban muerte a estos animales que les superaban largamente en
tamaño, produciendo estampidas mediante fuego y haciéndolos caer en acantilados de
cierta altura.

La mayor evidencia de que muy probablemente conocían y usaban el fuego,


proviene de la gran actividad volcánica que afectó a las regiones que ocupaban,
especialmente en Africa. Adicionalmente, se sabe que las savanas y praderas que
constituían su ambiente cotidiano, eran afectadas periódicamente por incendios
espontáneos. Muy probablemente capturaron inicialmente el fuego a partir de estas
fuentes. Las evidencias, en este sentido, encontradas en Olduvai (Homo habilis) y en
Afar, son muy concluyentes.

El Hombre de Neanderthal: En 1857 se descubrió en el valle de Neander, que se


encuentra en el Distrito del Rühr en Alemania Occidental, una parte superior de un cráneo
de aproximadamente 100 mil años de antigüedad (Fig. 21). Correspondía a un cráneo de
frente baja y con gruesos arcos superciliares. Con posterioridad se ha encontrado fósiles
semejantes en Francia, Italia, Gibraltar, Croacia, Palestina, Mesopotamia, Irán, Libia y
Etiopía, lo que parece indicar que habrían tenido una amplia distribución geográfica. Se
les asignó a la especie Homo neanderthalensis.

Figura Nº 21

Los restos encontrados sugieren que eran individuos corpulentos, de baja estatura
y de apariencia brutal debido a una cabeza simiesca de huesos gruesos, pronunciados
arcos superciliares, frente baja y cráneo proyectado hacia atrás (Fig 22). Su gran
capacidad craneana de 1500 cc, ocupaba preferentemente la región occipital del cráneo,
debido a lo pequeño de la región frontal. Las mandíbulas son macizas y se proyectan
hacia adelante, aunque no hay mentón ni proyección de caninos. Los grandes dientes
son de características definitivamente humanas. Se piensa que deben haber poseído
lenguaje, puesto que es muy difícil aceptar un avance cultural y social, como el que los
caracteriza, sin la creación de un medio efectivo de comunicación. Vivieron en Europa
hasta aproximadamente 30.000 años. Mostraron habilidad en el tallado de las piedras,
aunque sus modelos eran muy estereotipados y carentes de creatividad o imaginación.
No hay fundamento para atribuirles un comportamiento simbólico o de producción de
objetos simbólicos, al menos antes de que entraran en contacto con el Homo sapiens.
Aunque enterraban a sus muertos, esto se debía probablemente a una manera de evitar
el ataque de especies carroñeras: los enterramientos neardenthales carecen de objetos
rituales que testifiquen la creencia de vida después de la muerte.

Los fósiles más notables de esta especie son: los encontrados en el Monte
Carmelo, Palestina entre 1920 y 1935. En estas excavaciones se encontraron 12
esqueletos, de una forma que al parecer es intermedia entre Homo neanderthalensis y
Homo sapiens. Son un poco más altos, la cara no es tan larga, aunque tienen arcos
superciliares éstos no son tan prominentes ni continuos, frente moderadamente más
amplia, región occipital más redondeada y de proyección posterior, mentón más
proyectado, dientes con mucha variación individual. Capacidad cranena entre 1300 a
1350 cc en las hembras y de entre 1518 a 1578 cc en los machos.

El Hombre de Solo. Segundo tipo humano encontrado en el río Solo en Java y


asignado a la especie Homo soloensis. Sus fósiles fueron encontrados en Ngandong a
pocas millas de Trinil, y las características de sus cráneos indican una capacidad de 1175
a 1316 cc, correspondientes a hembras y machos respectivamente, arcos superciliares
desarrollados y frente estrecha aunque otros detalles del cráneo y facciones los asemejan
a Homo sapiens. Se cree habrían dado origen a los actuales aborígenes australianos.

Figura Nº 22
El Hombre de Cro-Magnon, Homo sapiens. La descripción de la especie del
hombre moderno se basa en restos fósiles de entre 80 a 30 mil años de antigüedad,
encontrados preferentemente en Europa, en cavernas de la región de Francia de la cuál
deriva su nombre. Habrían logrado un significativo avance cultural, el que se ha
evidenciado en los restos encontrados en las sepulturas, en que los muertos eran
sepultados junto con alimentos, flores y algunas de sus pertenencias, lo que indica la
creencia de la existencia de un lugar más allá de la muerte. En cuanto a su apariencia
física, son de mayor estatura, cráneo con una capacidad de 1400 cc, aproximadamente,
facciones más alargadas con arcos superciliares muy poco aparentes, amplia frente, nariz
pequeña y prominente, y pronunciado mentón. Mandíbulas menos desarrolladas y
dientes más pequeños (Fig. 23).

Figura Nº 23

Homo sapiens ha confeccionado una gran variedad de utensilios, herramientas y


armas. La piedra y el hueso son algunos de los materiales utilizados. Habrían entrado
en Europa durante la última parte de la glaciación del Würm cuando retrocedía la capa de
hielo. Se ha sugerido que esta especie habría llevado consigo algunas enfermedades a
las que ellos eran resistentes y el H. neanderthalensis no.

La notable expresión de su capacidad y creatividad artística se ha encontrado en


las pinturas rupestres realizadas al interior de oscuras cavernas de Francia y España,
utilizadas aparentemente para pernoctar por estos grupos nómades (Fig. 24). La
temática de sus pinturas, indica la importancia que para ellos tenían algunas especies
animales, las que les proveían de alimento y de pieles con las cuáles se cubrían y
protegían del frío. La calidad de los materiales utilizados y la belleza de las escenas
rememoradas en sus pinturas, son indicativas de un nivel mental muy superior. El hecho
de que muchos de los animales parezcan en estado de preñez sugiere que habrían
constituido símbolos de la fertilidad. Varios de las figuras parecen estar en movimiento,
lo que ha sido interpretado como que estos animales habrían sido migratorios,
desapareciendo misteriosamente del lugar en algún momento del año, retornando
acompañados de muchos juveniles en la primavera siguiente. El retorno de los animales
puede haber sido motivo de grandes celebraciones. Se piensa que estas cavernas eran
lugares en los que se realizaban ritos sagrados. Desde hace 20.000 a 10.000 años esta
especie se dispersó por gran parte del planeta.

Figura Nº 24

Existen varias teorías que explican el probable origen del Homo sapiens:

1. La primera sostiene que el Homo sapiens habría sido originado por Homo
neanderthalensis en Europa, al que habría reemplazado paulatinamente. Esta
hipótesis tiene aceptación basado en el hecho de que no se han encontrado
evidencias de enfrentamiento entre grupos de estas dos especies, ni tampoco de
convivencia entre ellas, ni de hibridación. Sin embargo, se acepta que es la menos
probable de las teorías.

2. La segunda plantea la probabilidad de que Homo sapiens haya sido originado por
algún otro ancestro y que haya entrado en Europa eliminando con posterioridad a
Homo neanderthalensis. Muchos autores respaldan esta teoría y sugieren que el
enfriamiento del continente Europeo en la Era Glacial, las poblaciones de Homo
heidelbergensis se habría dividido en dos grupos. Uno de ellos se quedó en
Europa y se adaptó a las condiciones extremas de un continente helado, y otro
grupo migró hacia Africa, lugar en que encontró condiciones ambientales
radicalmente opuestas. En Europa, el primer grupo de heildelbergensis habría
originado al Homo neanderthalensis, cuyas proporciones y características
corporales corresponden a las adaptaciones que permiten sobrevivir en un clima
extremadamente frío. Mientras que el grupo africano habría originado al Homo
sapiens. Las características de los clima de desierto permiten que surjan
caracteres adaptativos como los del H. sapiens, es decir, individuos de mayor
estatura, delgados y propician un desarrollo intelectual que permite resolver los
desafíos constantes del ambiente. Este último habría ingresado posteriormente a
Europa y contribuído a la desaparición de H. neanderthalensis. Estudios recientes
conducidos por Fernando Ramírez Rossi del Centro Nacional de Investigaciones
científicas de Paris y María Bermúdez de Castro del Museo Nacional de Ciencias
de Madrid, aportan evidencia que apoyan esta teoría, y más aún certifican que H.
neanderthalis y H. sapiens eran efectivamente especies diferentes y que, en
consecuencia, aunque habrían alcanzado a convivir no pudieron hibridizar.
Basados en el crecimiento de los dientes, observable en el esmalte de estos, que
se correlaciona con la madurez corporal, demostraron que el neandertal maduraba
más temprano (alrededor de los 15 años) que el sapiens, cuya expresión moderna
lo hace alrededor de los 20 años. La velocidad de crecimiento de los
neandertales puede deberse a una dieta rica en calorías para soportar los terribles
fríos que azotaron a europa en la época de las glaciaciones.

3. La tercera se basa en las evidencias del Monte Carmelo, en Palestina, donde en las
cavernas más antiguas se encontró fósiles muy semejantes a H. neanderthalensis y
en las cavernas de origen más reciente fósiles, de H. sapiens. De acuerdo a esto,
Homo sapiens neanderthalensis habría originado a Homo sapiens sapiens en
Palestina, y este último habría migrado a Europa, en donde habría reemplazado
paulatinamente a H. neanderthalensis.

4. Una cuarta teoría, se puede apreciar en la Fig. 25, que ofrece una de las propuestas
de árbol filogenético para la especie humana, que ilustra la enorme complejidad y
probable ramificación de la historia evolutiva del Homo sapiens en nuestro planeta,
sobre la base de los fósiles de humanos que se ha encontrado. De acuerdo a esta
figura, la historia evolutiva no ha sido una secuencia unidireccional de especies que se
reemplazaron unas a otras, sino por el contrario, se caracteriza por la presencia
simultánea de varias especies que coexistieron y que pudieron haber entrado en
contacto físico, al coincidir en el mismo hábitat. Situación que pudo ocurrir en Africa
oriental hace aproximadamente 2 millones de años atrás, en que probablemente
coincidieron Homo rudolfensis , Homo ergaster y Paranthropus boisei.

Además propone que el Homo sapiens derivaría directamente del Homo


antecessor, (de una antigüedad cercana a los 850 mil años) encontrado en las
excavaciones de la Sierra de Atapuerca en España en 1990, el que probablemente
estaría emparentado al Homo ergaster de Africa, especie de homínido que habría
iniciado migraciones fuera de este continente. El hallazgo posterior en Atapuerca de
32 esqueletos de individuos de ambos sexos y de diferentes edades de H.
heidelbergensis en depósitos más recientes de aproximadamente 300 mil años,
demuestra que de ninguna manera puede ser considerado como el antepasado
común entre sapiens y neandertales. Por el contrario, sapiens derivaría, como se ha
dicho, de H. antecessor y los neandertales directamente de H. heidelbergensis.
Figura Nº 25

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