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Marilia Samper
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Personajes
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Ramón, el vecino de arriba.
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Eli, joven con parálisis cerebral.
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Nota de la autora:
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capacidad total del habla y del movimiento, al igual que cuando interpreta al resto de
personajes que nos presenta desde la narración. Todos debarán ser interpretados por un único
actor.
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LOS NUEVE ESCALONES
ELI, a público.
ELI. Estamos en el margen de la ciudad. Más allá de las fábricas. Donde nadie nunca querría
tener que vivir. Este lugar no sale en ninguna guía turística. A nadie le interesa este rincón. Ni
siquiera saber que existe. Las líneas del metro no llegan hasta aquí. Parece que quieran que
nos quedemos encerrados aquí para siempre, que no podamos salir jamás. El barrio es
imposible, todo son cuestas y calles inacabadas, desordenadas, irregulares. El asfalto está
lleno de agujeros. Hay suciedad por todas partes. Mi madre dice que cualquier día de estos
acabará por convertirse en un vertedero. Desde aquí, arriba de la colina, se ve la ciudad
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entera. Abajo, los coches que corren por la autopista, del este hacia el oeste. Las vías del tren.
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Las telarañas de calles de los barrios del extrarradio, las enormes avenidas que se dirigen
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hacia el centro. Y mucho más allá el mar. Desde aquí no puedo oír el mar, sólo me llega el
zumbido de todo ese enjambre. Pero por la noche se puede ver brillar la ciudad. Mi madre
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dice que es como si viviéramos en un faro. Vemos la luz pero somos nosotros los que estamos
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en la oscuridad.
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Hace rato que vemos a JULIA trasteando, metiendo cosas en un bolso y farfullando
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ELI. Habla sola. Lo hace cada vez que tiene que salir.
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ELI. Porque siempre se olvida de algo o no encuentra lo que necesita y entonces se le hace
tarde y se enfada.
JULIA. ¡Precioso mío! (Lo besa. Después llama a gritos hacia afuera). ¡Vera, que me tengo
que ir!
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Entra VERA.
JULIA. ¡Por fin! Llevo media hora llamándote. Me tiene que haber escuchado todo el barrio
menos tú.
JULIA. Te lo he dejado todo en la cocina. Hoy no le des leche que ayer noche vomitó un
poco. A ti te he dejado unos macarrones en el microondas. Hay coca-cola en la nevera, si
quieres. ¿Lo tengo todo? Sí.
Va hacia ELI.
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JULIA. Dame un abrazo grandote. (Abraza a ELI. Le acomoda la ropa). Sé bueno, ¿eh?
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Pórtate bien con Vera. (A VERA). Por favor, acuérdate de no fumar aquí dentro, ¿vale? A él
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no sienta muy bien.
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Y sale.
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VERA. “Va-le”
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VERA mira a ELI. La mirada es poco amable. ELI la mira con absoluto candor.
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VERA retira la mirada. Se saca del bolsillo una bolsa de plástico arrugada. Extrae una
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ELI. (A público). Y esta es mi vecina. (VERA sale. JULIA aparece enfrascada en alguna
tarea). Vera vive en nuestra misma planta, justo en la puerta de enfrente, en la letra B. Pero
casi todo el tiempo está aquí.
JULIA. Anda, hija. No seas tonta. ¿Te apetece un poco de café? Aún está caliente.
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VERA. No, no. Si tú ya has tomado, no... Si lo vas a poner sólo para mí, no hace falta.
JULIA. Yo me tomo otro contigo, claro que sí. Siéntate, anda. ¿Quieres galletas?
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VERA. Si quieres que te vaya a comprar sólo me lo tienes que decir, ya lo sabes.
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JULIA. Después te doy un billete, me compras una docena y nos la repartimos.
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VERA. No, mujer, no, con que me dejes uno tengo bastante.
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JULIA. Es igual, hija. Todo fuera eso. ¿Quieres llevarte un poco de caldo?
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VERA. ¿Te importa si me lavo la cabeza en tu casa? Me he quedado sin butano y la verdad
que hace un poco de frío.
VERA. (Entrando). Perdona que te moleste tan tarde, Julia, pero necesito hacer una llamada.
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JULIA. No me queda casi nada de saldo, Vera. Que sea rápido, por favor.
VERA. (Entrando). Julia, ya sabes que no me gusta pedir, pero... ¿Me podrías prestar cinco
euros?
VERA. Aún no. Pero prefiero ahorrar un poco, ¿sabes? Y además así el ambiente se vuelve
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más romántico... no se ven las grietas de las paredes, ni las baldosas rotas. No se ve la fealdad.
No se ve nada. Y a veces más vale no ver nada. (Ríe). Todavía no me han pagado el último
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trabajo y... ya sabes como van estas cosas.
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JULIA. Ya, ya lo sé.
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VERA. Si no se dan prisa tendré que pedirle dinero a mi sobrino otra vez para poder pagarlo
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todo.
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VERA la ayuda a sostenerlo y entre ambas sientan a ELI en su silla de ruedas. JULIA
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se lleva las manos a la espalda, su cara se retuerce de dolor.
JULIA. ¡Me está matando! Estoy… Ya no puedo con él, Vera. No tengo fuerza.
JULIA. El médico me ha dicho que nada de hacer esfuerzos. ¿Pero como crees que..?
VERA. Ya...
JULIA. Llego al trabajo hecha polvo y salgo reventada del todo. No sé qué tengo que hacer,
de verdad.
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VERA. Operarte. Eso es el que tienes que hacer. Te lo han dicho mil veces.
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JULIA. No puedo, Vera. Es imposible.
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VERA. No tienes más remedio.
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JULIA. ¿Cómo quieres que lo haga? No me puedo quedar en la cama haciendo reposo. Eli
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VERA. ¡Por eso mismo! Mírate, mira como estás, criatura. ¿Que quieres, acabar tú también
en una silla de ruedas? ¿Y entonces, qué?
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JULIA. No, hija, ni hablar. Ya te he dicho que yo no puedo permitirme estar sin poder
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moverme por nada de este mundo. Ya lo sabes. Y eso no sería un día ni dos de recuperación,
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JULIA. Vera, no es lo mismo estar un rato con él que todo el día, cada día. Echarle un ojo, o
darle los medicamentos o la comida. Son muchas más cosas. Es a mí a quien necesita. Y yo
no puedo dejarlo solo, sin mí. (Silencio). Además ahora no puedo ni pensar en coger una baja
como la que me haría falta. Están haciendo reducción de personal. El encargado ya me ha
dicho que tenga cuidado, que no vaya pidiendo días, porque van a por la mínima.
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VERA. Mujer, no te pueden despedir por una cuestión de salud. Y más aún teniendo en
cuenta tu situación. Eso lo tienen que entender.
JULIA. Sí, sí. En un principio todo el mundo lo entiende todo. Pero a la hora de la verdad
cada cual sólo mira por lo que le interesa. Ya me conozco yo muy bien como van esas cosas.
Si tienen que echar fuera a gente les da exactamente igual tu situación. A la calle que vas. Y
eso sí que no. Ni pensarlo. Con lo difícil que está todo ahora. No, ni hablar.
VERA. Ya lo sé. ¿Qué me vas a contar a mí? Si cada vez me cuesta más que me hagan un
encargo.
JULIA. No lo entiendo, te lo juro. Yo, que no sé hacer nada más que cargar trastos como una
mula... pero alguien como tú, inteligente, que ha estudiado...
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VERA. Hace treinta años aquí no había nadie que supiera hablar en ruso. Todo lo que se
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publicaba había pasado por mí. Ahora, por lo que se ve, hay un montón. Ahora todo el mundo
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sabe hacer de todo. ¡Pero de qué manera! No conocen el fondo de las cosas. No saben qué es
lo que se esconde debajo. Yo conocí a casi todos los poetas a los que había traducido, a todos
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los escritores. Pasé noches enteras hablando y fumando y bebiendo vodka con ellos y sé qué
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es lo que hay debajo de cada una de sus palabras. Conozco el alma de las palabras. Estos
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jóvenes de ahora, cogen un libro y en dos horas ya lo tienen terminado. Y es precisamente eso
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lo que le interesa a las editoriales, que lo hagan de una día para otro. ¡Y con ordenador! Pero
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les falta el alma, aquello que sólo encuentras cuando conoces lo que hay detrás de las
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palabras. Y llegar al alma no se consigue en dos horas. Pero... así va el mundo, milaya moya.
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Así va... Por lo menos consigo que de vez en cuando me llamen de los juzgados para hacer de
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intérprete de algún delincuente. A pesar de que normalmente son ucranianos, pero a aquellos
imbéciles les da igual, se piensan que todo es lo mismo. ¡Quién me iba a decir a mí que
pasaría de trabajar con poetas a trabajar con ladrones! ¡Y menos mal, eh! ¡Menos mal! Y ya
ves la miseria que gano. Tengo que volver a llamar a mi sobrino para pedirle dinero. Algún
día me mandará a la mierda.
JULIA. No lo hará.
VERA. Yo que sé. Si no lo hace, es por la memoria de mi hermana. O... no sé. Esta vida... Ya
no compro ni tabaco. Mira como voy (Le enseña un cigarro de plástico de los que venden en
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la farmacia).
JULIA. ¡Mira! Por lo menos sacarás algo bueno, hija. Siempre hay algo bueno.
VERA. Si tú lo dices... Anda, déjame hacerle una llamada a mi sobrino, a ver si consigo que
me ingrese algo de dinero.
JULIA. He estado pensando mucho, ¿sabes? En todo esto que me pasa. Quiero volver a sacar
a Eli a la calle, a pasear. Si ya era complicado antes, ahora se ha vuelto imposible. Yo no lo
puedo bajar a peso con la silla por la escalera de la entrada. Y como ya no me lo llevan al
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centro de día, hace mucho tiempo que no sale de casa. Pero si mandásemos poner una rampa...
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ya sabes... como la que tienen en muchos sitios... En el centro cívico mismo tienen una.
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Entonces podríamos salir ni que sea aquí al lado, a la plaza, que él pueda ver a los niños
jugar... y que le pueda tocar un poco el sol en la cara. Ya ves... una cosa tan sencilla y cómo
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nos cambiaría la vida. Le estoy dando vueltas y creo que tenemos que hacerlo. Tenemos que
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JULIA. ¿Cómo que no? Se tiene que poder hacer. Casi todos los edificios que veo por ahí
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tienen rampas.
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JULIA. Pues el nuestro la tendrá. Mi hijo no tiene por qué vivir aquí encerrado. Tiene que
poder salir como todo el mundo. No veo dónde está el problema.
JULIA. No lo sé todavía. Preguntaré. Iré a algún lugar. No sé como lo haré, pero ya sabes
que cuando se me mete algo aquí... Cada uno sabe lo que necesita. Y ahora mismo eso es
exactamente lo que yo necesito: poder sacar a mi hijo a tomar el aire, que pueda mirar algo
más que lo poco que puede ver por esta ventana. No le puedo dar muchas más cosas. No
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tengo nada. Pero tengo la fuerza para hacer las cosas. Y eso lo tendrá. Por supuesto que lo
tendrá.
ELI. (A público). El barrio está formado por bloques de edificios de diferentes colores. El
nuestro es de los amarillos. Aquí nos entendemos así. «¿Dónde vives? En los amarillos». El
súper está en los rojos. La escuela en los marrones, al lado del centro cívico. Desde aquí
puedo escuchar el jaleo de los niños cuando están en el recreo. Detrás de nuestro conjunto de
edificios pasa el único autobús que llega hasta aquí. Es el que coge mi madre cada día para ir
y volver del trabajo. Lo oigo siempre cuando llega a la parada. Ella baja, dobla hacia la
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izquierda, sigue recto por la plazoleta hasta el final y después coge el callejón a mano derecha
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hasta el número 23. Entra por el portal estrecho del edificio y sube los nueve escalones que
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hay hasta llegar a la puerta de casa. Se restriega los pies en la alfombrilla de la entrada para
deshacerse también del cansancio, y entonces atraviesa el umbral con esta sonrisa.
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ropa...
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JULIA se deshace del bolso, de los zapatos, se va poniendo cómoda, mientras sigue
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ELI. Habla por los codos. Siempre me está hablando de las cosas que hace, de lo que ve. Ella
me lo cuenta todo, y yo la escucho mientras veo como pasa el día.
Hacerse de noche.
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JULIA. Hoy te quedarás un rato con Vera, ¿vale, amor mío? Tengo un montón de cosas que
hacer. ¿Un abrazo?
ELI. Mi madre ha decidido acabar con los nueve escalones que me separan del resto del
mundo.
JULIA. Buenos días, yo... Ah.. (Su cara delata el disgusto. Le ha contestado una máquina).
¡Uno! (Espera, con fastidio). ¡Sí! (Resopla. Escucha). ¡Tres! (Espera). Jod... ¡No me lo puedo
creer! (Se frota la cara con una mano mientras sigue con la oreja pegada al teléfono). Sí, sí,
ya lo sé... Todas nuestras líneas se encuentran ocupadas en este momento...
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ELI. (Como LA TELEOPERADORA). Por favor, manténgase a la espera. Le atenderemos lo
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más pronto que sea posible. Muchas gracias. (Silba alguna música de espera de centralita.
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JULIA tiene ganas de rendirse). Oficina de la vivienda, dígame.
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JULIA. Hola, buenos días. Mire, quería infor-
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ELI. Un momento... un momento, por favor. No cuelgue. (Silba otra vez la música de
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espera).
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JULIA. ¡Venga ya, hombre! (Espera). ¡Oiga! Está ahí o...? Mire, llevo llamando desde hace-
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JULIA. Vale. Mire, quería información para poner una rampa en mi edificio.
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JULIA. Bueno... a ver... es que mi hijo... Es para poder bajar y subir de la calle con una silla
de ruedas.
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JULIA. Sí... vendría siendo eso.
ELI. En nuestra página web puede encontrar toda la información de los requisitos y los
trámites que tendría que realizar y descargarse los formularios.
JULIA. Sí, ya, mire... pero si me pudiera dar usted misma un poco de información.
JULIA. Ya... pero es que no tengo ordenador en casa. Así que si me puede-
ELI. Tendrá que ir a cualquiera de nuestras oficinas y allí le informarán de todo lo que
necesite.
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JULIA. Ah...bueno.. y... O sea que si voy allí y-
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ELI. Primero tiene que pedir cita previa e ir el día y a la hora que le toque.
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JULIA. Muy bien. ¿Y qué tengo que hacer para tener cita previa?
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ELI. Lo puede hacer desde nuestra página web o bien por teléfono.
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JULIA. Pues mire, si usted me hace el favor de darme cita le estaría muy agradecida, porque
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JULIA. ¿Cómo?
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ELI. Hasta el tres de abril no tengo ningún hueco.
JULIA. Pero yo quiero... Mire, es que necesito solucionar este tema lo antes posible.
ELI. Puede ir mirando en nuestra página web por si se anulara alguna cita.
ELI. A veces...
ELI. Justo acaban de coger ese turno. Como no lo he confirmado. Nos tendríamos que ir al
cinco de abril a las 13:05.
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JULIA. (Respira hondo). Pues vámonos.
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JULIA aprieta con fuerza la tecla de colgar. Sale.
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RAMÓN. ¿Julia?
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ELI. Vive en el piso de arriba. Muchas veces viene a vernos. Siempre me sonríe.
RAMÓN. No, nada. Yo.. sólo quería darle esto. (Muestra unas cartas). Las han echado en mi
buzón.
VERA. Dame.
RAMÓN. (Entregándole las cartas). Supongo que se habrán equivocado. La dirección está
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bien.
RAMÓN. (A ELI). ¡Ey, chavalote! (Se acerca a él y le hace unas cosquillas con los dedos en
la barriga. ELI reacciona. RAMÓN ríe). Tengo una cosa muy chula que enseñarte. Ya verás
como te va a gustar.
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RAMÓN se saca del bolsillo de la camisa su teléfono móvil, busca un vídeo y se lo
muestra a ELI.
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VERA. No se entera de nada. Pobre. No hace falta que -
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RAMÓN la fulmina con la mirada. Se coloca al lado del chico para ver el vídeo junto
a él. Se ríe. Mira a ELI para observar sus reacciones. VERA se acerca por detrás de ellos,
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curiosa, para echar una ojeada a lo que están mirando. Hace un mohín de desprecio y se
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aparta.
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VERA. En la entrada. Dice que quiere mandar a construir una rampa (Señala con la cabeza a
ELI).
RAMÓN. ¡Ah!
VERA. Yo ya le he dicho que se tiene que informar muy bien, porque hacer una cosa así no
es ninguna tontería. Creo yo, vaya...
RAMÓN. (Se guarda el teléfono, pensando). Sí, claro... claro... Se tiene que mirar bien.
VERA. A mí me parece que eso sólo va a traer mil y un problemas. Pero bueno... Yo no soy
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quién para meterme.
RAMÓN. ¿Pero ella... Julia ya ha empezado a...? por lo que sé, se tienen que pedir permisos
al ayuntamiento... Te tienen que hacer una inspección técnica, supongo. No es algo que se
haga de hoy para mañana.
VERA. Ha estado haciendo llamadas y algunas gestiones. Sólo sé lo que me ha dicho. Cada
día llega con un montón de papeles que dice que ha sacado del ordenador del centro cívico.
RAMÓN. Ya.
RAMÓN. Ajá...
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VERA. Veo que no.
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RAMÓN. Hace días que no me la encuentro.
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VERA. Realmente se le ha metido entre ceja y ceja. Yo le he dicho que lo mejor que podría
hacer es operarse de una vez, en lugar de esta locura que -
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VERA. No puede ni con su alma. Le duele muchísimo. A todas horas. Pero cómo es tan... (Se
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RAMÓN. Pues ya me pasaré en otro momento a ver como se encuentra. Y a hablar con ella.
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(A ELI). Adiós, campeón. (Le acaricia la cabeza). ¿Quieres que venga mañana a verte? ¿Eh?
¿Quieres que venga a verte un rato?
ELI. (A público). Cuando Ramón llega a su casa lo primero que hace es saludar su mujer. Yo
lo oigo siempre.
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RAMÓN. ¿Cómo te encuentras hoy, reina?
ELI. A pesar de que lo hace bajito porque a ella no le gusta el ruido. Está enferma, dicen,
desde hace mucho tiempo. Muchas veces la oigo llorar, y los pasos nerviosos de Ramón, que
no sabe qué hacer. También escucho cuando le grita. (A RAMÓN, como LA MUJER). ¡Apesta
a tabaco! ¡Ya sabes que no lo soporto!
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RAMÓN. Sólo una cerveza después del trabajo.
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ELI. ¿Por qué lo haces? ¿Tanto te cuesta volver directo a casa después?... ¿Lo haces para
molestarme?
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ELI. ¡Ramón, por favor! Baja y dile a la madre del niño subnormal ese que haga el favor de
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Silencio.
ELI. (A público). A veces, por las noches, lo escucho cantar desde el balcón. Su voz me llega
a través de la ventana cuando estoy en la cama, en mitad de la oscuridad. Me duermo con sus
canciones.
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ELI. (A RAMÓN. Como LA MUJER). ¿Te puedes callar de una vez?
JULIA por la calle, arrastrando un carro de la compra y algunas bolsas del súper.
RAMÓN se cruza con ella.
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RAMÓN. Para estas cosas sólo me tienes que avisar. No hace falta que te mates tú. Aquí
estoy yo. Mira.
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RAMÓN le enseña el brazo y se da unas palmadas en el músculo.
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Ambos ríen. RAMÓN se echa el carro al hombro y con una mano carga las bolsas.
Siguen caminando.
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RAMÓN. El otro día... ¿te lo ha dicho Vera? Vine a traerte unas cartas que me habían puesto
en el buzón.
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JULIA. ¡Claro que no, Ramón! A él le encanta. Se pone muy contento cuando te ve.
Ambos se sonríen.
JULIA. Te lo quería comentar. He ido pidiendo información. Son muchos trámites, muchos
papeles que se tienen que rellenar. Me lo tienen que explicar bien y así lo puedo ir haciendo
poco a poco cuando tenga tiempo libre.
RAMÓN. Ajá...
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JULIA. El caso es que me he enterado que tienen subvenciones. El coste puede ser muy
bajo.
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RAMÓN. ¿Y sabes cuándo...?
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JULIA. Todavía no. Pero bueno..., es una cosa que en un momento u otro se tiene que acabar
haciendo, ¿no? No sólo por Eli, quiero decir... Para todos los vecinos. Es necesario.
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RAMÓN. (Asiente, pensativo). Nos tenemos que... Claro, sí... lo entiendo... Pero creo que
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JULIA. Bueno...
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RAMÓN. Quiero decir que... A ninguno se nos ha pasado por la cabeza esa idea.
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Entran en la casa.
JULIA. (Alegre, hacia ELI). Ya estoy aquí! (Dejando pasar a RAMÓN, que suelta las
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compras en una esquina). ¡Y mira quién ha venido a verte!
JULIA. Necesita salir de aquí, Ramón. Hace mucho tiempo que no le da el sol. Y yo ya no
puedo cargar con él. Ha crecido mucho.
RAMÓN. (A ELI, agachándose frente a él). Te has convertido en todo un gigante, ¿verdad?
JULIA. Antes podía. Pero ahora... cada vez que lo tengo que coger a peso para metelo en la
cama o para lo que sea... me mata el dolor. Es que no puedo. Me hago mucho daño. (Pausa.
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RAMÓN la mira y asiente). Necesito esa rampa, Ramón. Por culpa de estos nueve escalones
a.
mi hijo se está pudriendo aquí dentro. Tenemos que solucionarlo.
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RAMÓN piensa. Mira a ELI, le sonríe. Le pasa una mano por la cara, con suavidad.
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ELI acaricia con su mano retorcida la cara de Ramón. Él ríe, Mira a JULIA.
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RAMÓN. Es tan...
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RAMÓN. Hablaré con los vecinos y organizamos una reunión para hablarlo.
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azoramiento.
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JULIA. ¿Quieres algo? No te he ofrecido nada. ¿Un café? ¿Un refresco? No tengo
cerveza.
Y señala con la cabeza hacia el piso de arriba. JULIA asiente. RAMÓN echa una
última mirada a ELI y sale. JULIA va hacia su hijo. Lo besa en la frente y le dice algo muy
cerca, muy bajito.
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LA BATALLA
ELI. (A público). Para algunas personas las cosas siempre son fáciles. Para otras parece que
no lo sean nunca.
VERA. Quiere decir que es mucho más complicado de lo que nos pensamos.
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ca
JULIA. No lo entiendo, de verdad. No entiendo cuál es el problema.
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ELI. (Como EL TÉCNICO). El problema es la estructura, señora.
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RAMÓN. ¿Entonces no se puede hacer?
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JULIA. Alguna manera habrá, digo yo. Sólo son nueve escalones, por el amor de Dios.
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ELI. Mire, no es tan sencillo como parece. Existe toda una normativa al respeto.
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JULIA. ¿Y entonces...?
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ELI. Pues que se tiene que cumplir con la normativa, ¿lo entiende? Y en este caso, no hay
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suficiente espacio para construir una rampa y que la cumpla. Son muchos peldaños y
tendríamos una inclinación demasiado grande para poder utilizarse con seguridad.
ELI. La hay, pero implicaría hacer dos tramos de rampa con un rellano en medio.
ELI. Correcto.
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JULIA. Bueno... pues que sean dos rampas.
ELI. Aquí es donde nos encontramos el problema. Para que exista suficiente espacio y poder
cumplir con la normativa, se tendría que modificar la posición de la puerta de entrada de la
calle y eso es un cambio estructural bastante importante.
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ca
RAMÓN. Ya.
a.
JULIA. Pero tienen subvenciones. Me he estado informando. Ya estoy haciendo todos los
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trámites.
dr
ELI. Aún así supongo que ya sabe que la subvención no cubre la totalidad de los gastos.
an
ELI. Bueno, yo ahora tendría que entregar un informe según las necesidades técnicas de esta
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rehabilitación. Todo eso se tiene que valorar con detenimiento y... ya sabe como funcionan
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JULIA. Yo soy toda una experta en tener paciencia. Tardo una hora y media en llegar al
trabajo cada día desde aquí. Que si tuviéramos metro llegaría en veinte minutos. El camión
del butano viene cuando ya hace rato que nos estamos duchando con agua fría. Aquí todo
tarda un mundo en llegar. Estoy acostumbrada a esperar por todo lo que quiero. No me voy a
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morir por dos días más.
ELI. No serán dos días, señora. Se tienen que pedir los permisos... y no es sólo eso.
ELI. En primer lugar, para cumplir con la normativa, tiene que tener el consentimiento de
todos los vecinos que tendrán que asumir los gastos de la reforma.
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ca
ELI. Pues ese es el primer paso.
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RAMÓN. Ya.
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ELI. Se tiene que presentar un documento firmado por el presidente de la comunidad, que me
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ELI. Hace falta presentar un proyecto de viabilidad elaborado por unos arquitectos.
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JULIA. ¿Y eso cuánto puede tardar? / RAMÓN. ¿Y eso cuánto puede costar?
JULIA resopla. Hunde la mirada en el suelo. RAMÓN le pone una mano sobre el
hombro, en un intento torpe de tranquilizarla.
VERA. ¿Y... por alguna casualidad, existe alguna opción que sea rápida y barata?
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JULIA y RAMÓN lo miran esperanzados.
ELI. Que se olviden de todo este asunto. (A público). Últimamente mi madre no duerme casi
nada. Da vueltas en la cama durante horas hasta que al final se levanta. Camina por toda la
casa, arriba y abajo, con mucho cuidado de no despertarme. Bebe agua. Se sienta en la silla de
la cocina o se queda mirando la oscuridad de la noche por la ventana. Siempre acaba
volviendo a leer todos los papeles que ha ido acumulando los últimos días, como si en
cualquier momento pudiera encontrar aquello que todavía no ha visto, como si esperara
descifrar algún extraño enigma que lo pudiera resolver todo de golpe. Pero no encuentra
nada. Después, cuando empieza a amanecer, se vuelve a la cama para dormir un rato antes de
empezar la lucha de cada día. Todo son luchas, pero la peor batalla es la que empieza cuando
por fin conoces el rostro de tu enemigo.
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ca
RAMÓN. Sé que es demasiado tarde, pero ésta era la única hora en que podíamos coincidir
a.
todos. Ya os he ido comentando a cada uno lo que Julia ha pedido, y por eso teníamos que
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hacer esta reunión lo antes posible. Algunos estais un poco preocupados por el tema de hacer
obras en el edificio y por todo lo que supone, pero... bueno... Julia os puede explicar mejor
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cómo son las cosas y todo lo que se tendría que hacer porque ella se ha ido... en fin...
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JULIA. Bueno. Como ya sabéis mi hijo Eli tiene una discapacidad y sólo puede estar en una
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silla de ruedas. Hasta hace un tiempo yo me podía apañar sola para bajar con él los nueve
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escalones de la entrada y sacarlo a la calle. Todos me habéis visto hacerlo mil veces. Algunos
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me habéis echado una mano y sabéis lo complicado que es, ¿no? El caso es que últimamente
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no tengo suficiente fuerza para llevarlo escaleras arriba y abajo, y la única solución posible es
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ELI. (Como LOS VECINOS). Pues, por lo que he oído, se tiene que hacer más de una rampa.
JULIA. Sí. Y lo has oído bien. Parece que es por una cuestión de espacio. Como no-
JULIA. Me han dicho... nos han dicho que sí, que se tendrán que hacer algunos cambios. En
el portal, por ejemplo, porque-
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ELI. No, hombre no. ¿Quién ha dicho esto?
ELI. No tienen ni idea. Se tiene que tener cuidado con esa gente porque siempre te la quieren
meter. Pides una cosa y te acaban haciendo otra. Esta rampa te la puedo hacer yo mismo con
un saco de cemento. No hace falta ahora que nos hagan un edificio nuevo.
JULIA. Bueno, supongo que entienden algo más que nosotros de lo que se tiene que hacer.
ELI. Nos tendrán que destrozar todo el portal para hacer eso que estás diciendo, ¿eh? Va a ser
un jaleo enorme.
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JULIA. No, no, no. Nos lo han explicado muy bien. (Mirando a RAMÓN). ¿Verdad que sí?
a.
Tengo los planos y todo. Parece mucha cosa pero-
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RAMÓN. Quedará muy bien.
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JULIA. Sí.
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ELI. Eso no te lo hacen ni en un mes ni en dos, ya te lo digo yo. Vamos a tener mierda, polvo
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y ruido durante medio año como mínimo. Ojo que tu mujer lo va a pasar muy mal, ¿eh,
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Ramón?
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JULIA. El caso es que tengo aquí todos los papeles que he ido pidiendo para presentar la
solicitud. Son muchas cosas, ¿no? Muchos documentos que rellenar y mucha información que
he tenido que ir comprendiendo poco a poco. Pero ya lo tengo casi todo. (Enseña un papel.)
Esto es lo que iré a presentar para conseguir que nos den una subvención para pagar la
reforma. Lo único que me hace falta ahora es que todos los vecinos estéis de acuerdo y el
Ramón, como presidente de la comunidad, me firme este papel. En cuanto lo tenga podré
llevarlo todo al ayuntamiento y podremos empezar a hacer las obras.
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ELI. ¿No tendríamos que esperar primero a saber si nos dan la subvención? Esas cosas nunca
se sabe si te las darán.
JULIA. Bueno... no. Porque para que te concedan la subvención tienes que hacer las obras.
ELI. O sea que si no te dan el dinero, de todas maneras te tienes que comer la reforma con
patatas.
JULIA. No hay ninguna razón para que no nos la den. Tenemos todos los requisitos.
t
ca
ELI. Pero eso no lo puedes saber seguro.
a.
JULIA. Bueno... am
ELI. Creo que nadie de los que estamos aquí nos podríamos permitir pagar lo que debe costar
dr
ELI. ¿Y cómo es que no nos habías dicho esto desde el principio? Nos habríamos ahorrado
hacer esta reunión.
JULIA. No, un momento. Tenemos que hablar de este tema. En los papeles pone que-
25
JULIA. ¿El qué?
JULIA. Es una reforma del edificio. La comunidad se tiene que hacer cargo.
JULIA. Muy bien, sí. Pero no estoy pidiendo que me arreglen algo dentro de mi casa. El
portal es comunitario, por lo tanto-
ELI. Es de locos que tengamos que pagar todo lo que debe de costar eso. ¿Cómo lo vamos a
hacer? Yo, al menos, no puedo.
t
ca
RAMÓN. No se tendría que pagar todo de golpe. Lo que piden es que se pague con lo que
ponemos para gastos de la comunidad. Se tendría que hacer una derrama y, eso sí, el precio
a.
subiría un poco.
am
ELI. Ramón yo estoy hasta aquí de pagar cosas, ¿eh? Subir el precio de la comunidad a mí
dr
me matará.
an
RAMÓN. Tendríamos que intentar hacer un pequeño esfuerzo entre todos, ya lo sé.
al
ELI. ¡Ni hablar! Yo no pienso dejarme el dinero en una cosa que no hace ninguna falta.
w
JULIA. ¡Es para todos! Todos subimos por esas escaleras. Mañana puedes ser tú el que esté
en una silla de ruedas.
ELI. Pues si me pasa ya me lo montaré como pueda. Pero no haré que todo el mundo tenga
que poner pasta por un problema que me corresponde sólo a mí. Esa rampa sólo te sirve a ti.
JULIA. Te recuerdo que yo pagué cuando cuando se rompió la barandilla nueva del cuarto y
26
se tuvo que poner una nueva. Y también podía haber dicho que ese problema no me
correspondía a mí.
ELI. Yo no tengo nada en contra de que esa rampa se haga. Pero creo que quién lo tendría que
pagar eres tú, Julia.
JULIA. Sabes que no tengo dinero para hacer una cosa así.
ELI. Aquí todos estamos igual. Quien no tiene trabajo no gana ni para pagar todo lo suyo. No
nos puedes pedir que tengamos que pagar por una rampa para que tu hijo salga a la calle. El
dinero de la comunidad tiene que servir para cosas más importantes.
t
ca
ELI. ¿Cuánto tiempo te hará falta esta rampa, Julia, sinceramente?
a.
JULIA. ¿Cómo?
am
ELI. Ya sabes lo que quiero decir.
dr
Silencio.
w
RAMÓN. Lo mejor es que nos lo pensemos todos un poco antes de tomar ninguna decisión.
w
ELI. Yo creo que no hay nada a pensar. Está todo muy claro.
RAMÓN. Y yo digo que nos tenemos que mirar todas esas cosas que Julia está gestionando
con un poco más de calma.
RAMÓN. Sí, pero creo que es mejor enfriarlo un poco. Ahora estamos todos... preocupados,
y es normal, ¿no?
27
VERA. ¿Qué quieres que esperemos? Julia lo ha dejado bien claro. Sin obras no hay
subvención.
Silencio.
ELI. Creo que tú no tendrías que votar, Julia. Al fin y al cabo eres inquilina. Ramón es quien
t
ca
tiene que votar por ti, porque él es el propietario de tu piso, ¿no? Vamos, digo yo.
a.
Mira a RAMÓN. Ambos se miran. RAMÓN le hace un gesto con la cabeza. JULIA
am
baja la mano. Después mira a VERA, que permanece quieta con la mirada clavada en el
suelo.
dr
Silencio.
w
RAMÓN. Lo siento...
JULIA corre hacia su casa. Tira los papeles con fuerza sobre la mesa. Se sienta en
una silla, se tapa la cara con las manos. Respira. VERA entra detrás de ella.
28
JULIA. ¿Qué estás haciendo aquí?
JULIA. Mira, vete, ¡eh! ¡Vete! ¡No sé qué quieres tú ahora, pero sal de mi casa ahora mismo!
JULIA. ¡No, escúchame tú a mí! No vengas a decirme cualquier mierda como excusa porque
sabes muy bien-
VERA. YO NO-
JULIA. SABES MUY BIEN… sabes muy bien que te tendrías que haber puesto de mi parte.
t
ca
VERA. Perdona Julia, pero aquí cada uno tiene sus problemas. Tú conoces perfectamente mi
a.
situación. am
JULIA. ¡PERFECTAMENTE! La conozco perfectamente. Porque te doy de comer cada día,
dr
¿eh, Vera? Tú comes CADA DÍA de mi bolsillo. Y tú también conoces perfectamente cuál es
mi situación.
an
VERA. Me parece muy triste que ahora me reproches la ayuda que tú misma me has
al
VERA. ¿De verdad te crees eso? Porque yo estoy aquí cada día cuidando a tu hijo cuando tú
w
JULIA. ¿Ah, y qué quieres...? ¿Quieres además que…? Tú quieres venir aquí como si-
JULIA. ¡NO QUIERES NADA, NO! ¡Piensa un poco, por el amor de Dios, ¿eh?! ¡Porque tú
no sabes entrar por esa puerta sin pedir nada!
VERA. Yo no... Eso es... Somos... Hace años que vivimos aquí, puerta con puerta. ¡Años! Lo
sabemos todo la una de la otra. Si me siento con la confianza de pedirte algunos favores-
29
JULIA. ¡Algunos, dice! Los favores se devuelven, Vera. Los favores se devuelven con
favores. ¡SIEMPRE! Es hoy por ti, mañana por mí. Y hoy era tu turno de hacer algo.
VERA. Estoy muy sorprendida... De verdad que no me habría imaginado nunca que pensaras
de esa manera tan egoísta. Porque yo nunca-
JULIA. No, no me has pedido nunca que te ponga el desayuno, la comida, la merienda y la
cena sobre la mesa cada día. No me lo has pedido, no. Lo hago porque si no lo hiciera yo, te
estarías muriendo de hambre. Lo hago porque, como tú dices, vives delante mía y no puedo…
porque no tengo alma para dejar que alguien que conozco se vaya a la cama sin meterse nada
en el estómago. No lo hago porque seas mi amiga, porque es que ni siquiera lo eres. Vienes
aquí cada día con esta cara de... ¡Ni una vez te he escuchado un gracias! ¡Ni una! ¡Orgullosa
t
que eres! ¡Pobre y orgullosa1 Pero para aprovecharte sí que no tienes orgullo.
ca
a.
Silencio. am
VERA. Julia...
dr
VERA. No es-
at
JULIA. Sí que es verdad. No me intentes convencer de que no, porque lo veo. ¡Lo veo! Si no
.c
VERA. ¿Y entonces por qué me pides que venga a cuidarlo, eh? Si tanto te molesta cómo
w
JULIA. ¡Porque no tengo otro remedio! Si pudiera... si tuviera dinero para pagar a alguien
que lo supiera tratar con un poco de... ya no digo ni con cariño, con un poco de respeto nada
más... ya lo estaría haciendo, créeme.
VERA. Estás siendo muy cruel, ¿sabes? Creo que es totalmente injusto. Entiendo que estés
dolida con-
JULIA. No, no estoy dolida. Te equivocas. No estoy dolida. Estoy furiosa. Con todos. Con el
30
mundo. Porque aquí nadie... Pero sobre todo estoy furiosa contigo, Vera. Porque al menos tú
tendrías que haber estado de mi lado. Y no. ¡NO! Te lo juro que he alucinado cuando te he
visto levantar la mano del no. ¡Es que ni lo has dudado! Has levantado la mano la primera.
VERA. ¿Cómo se supone que yo pueda aceptar esa reforma, Julia? Ponte en mi situación. Si
ya sabes que no tengo ni... ¿De dónde podría yo sacar todo ese dinero? No ves que -
JULIA. ¡ME DA IGUAL! ¡Me da igual de dónde lo tengas que sacar! ¡Me da igual! Pídeselo
a ese sobrino tuyo. ¡O róbalo, yo que sé! Róbalo como me robas a mí cada vez que dejo el
cambio de la compra encima la mesa. Sí, sí que lo coges, sí. No intentes ni abrir la boca para
decir que no. Sé que lo haces. Y tú sabes que lo sé, porque no eres tonta.
Silencio.
t
ca
VERA. Has caído tan bajo ahora mismo. Me pensaba que eras mejor persona.
a.
am
JULIA. Mejor o peor, no lo sé. Tampoco me importa. Lo único que sé es que, si te parece
que he caído muy bajo, todavía estoy muy por encima tuya. Y que sepas que haré todo lo que
dr
VERA. Tu hijo no necesita ninguna rampa. Él no necesita salir a la calle. Lo que necesita es
al
VERA sale. JULIA cierra la puerta de un golpe. Se lleva las manos a la cara.
w
Respira. Permanece así durante un buen rato. Después se gira hacia ELI. Se miran. ELI con
w
su eterna alegría. JULIA le sonríe, se arrodilla junto a él y reposa su cabeza sobre su regazo.
ELI la mira. La acaricia. JULIA levanta la mirada.
Y ríe.
ELI. (A público). Ahora la puerta de casa está siempre cerrada. Oigo como Vera se acerca. Se
queda detrás la puerta un rato, pero nunca se atreve a llamar.
31
JULIA sale de casa. VERA desaparece rápidamente.
ELI. (A JULIA , pasando por su lado como UN VECINO, sin mirarla). Buenos días.
(A público). Las voces son diferentes. Los sonidos son diferentes. Todo suena extraño, como
lejano. Es como sí... no sé... es algo que resulta difícil de explicar.
t
ca
RAMÓN. Buenas tardes.
a.
JULIA. ¿Cómo está tu mujer?
am
RAMÓN. Cómo siempre.
dr
RAMÓN. En otro momento. Ahora tengo que... (Señala con la cabeza hacia arriba).
at
JULIA. Ya...
.c
w
w
ELI. Parece como si algo se hubiera muerto. Antes podía sentir como respiraban las paredes.
w
Ahora las paredes han dejado de respirar. Se han vuelto sólo piedra y cemento.
JULIA. ¡Ramón!
32
RAMÓN. Buenos días.
RAMÓN. Ah...
RAMÓN. Ah...
t
JULIA. Estoy... No me encuentro bien.
ca
RAMÓN. ¿Otra vez la espalda?
a.
am
JULIA. Sí. Casi no puedo ni estar de pie.
dr
RAMÓN. Vaya...
an
JULIA. Supongo que me he pasado muchos días arriba y abajo con todo esto y... claro...
al
JULIA. ¿Descansar? ¿Yo? (Ríe). Además, no me hace ningún favor esta baja estando como
están ahora mismo las cosas en el trabajo.
RAMÓN. Ya...
Silencio.
33
RAMÓN. Te puedo traer lo que te haga falta.
JULIA. Gracias.
JULIA. Sí.
t
JULIA. Lo es.
ca
Sonríen. Silencio.
a.
am
JULIA. ¿Quieres pasar a verlo?
dr
JULIA. Ah...
al
Entran en la casa.
w
w
RAMÓN se agacha frente a la silla de ruedas de ELI. Le frota la cabeza con una
mano.
34
RAMÓN abraza a ELI, que ríe. RAMÓN se contagia de su risa.
JULIA. Le gustas.
t
ca
RAMÓN. No es fácil. Yo...
a.
JULIA. Lo sé. Lo sé. No hace falta que...
am
RAMÓN. Lo lamento.
dr
JULIA. El caso es que no me puedo resignar con esta decisión. Tiene que haber alguna
an
JULIA. Ya lo sé. Pero... quizás si hablásemos con ellos uno a uno. Si nos escucharan de
w
RAMÓN. No sé. Yo... Es por el dinero. Estamos todos con la soga al cuello. A todos se nos
hace muy difícil salir adelante con lo que ya tenemos.
JULIA. Podríamos encontrar alguna manera, Ramón. Si tú quisieras hablar con ellos uno a
uno y explicarles lo importante que es para Eli. Entonces-
RAMÓN. ¿Yo?
35
RAMÓN. No. Yo no puedo meterme en eso.
JULIA. Ayúdame. Por favor, Ramón, ayúdame. Si no quieres hacerlo por mí... ni que sea por
Eli. Tú lo conoces bien. Él no es como los otros chicos. No puede hacer lo que hacen los
otros. Pero a él le gusta sentir el sol en la cara. El viento. Le pone la piel de gallina. Y me mira
con estos ojos suyos. Porque es feliz. Tan sólo con eso. Con tan poquita cosa él ya es feliz.
¿Cómo podemos quitarle el sol, el aire? Es lo mínimo que puede tener cualquier ser vivo en
este mundo. ¿Cómo podemos negarle eso? ¿Cómo? ¿Cómo podemos dejarlo encerrado? Mi
hijo tiene derecho a mirar algo más allá de estas paredes. Él no puede hablar, no puede correr,
t
ca
no puede... Pero está vivo. Puede sentir. Siente las cosas. El calor, el frío, una caricia... Quiero
a.
que pueda sentir la lluvia encima suyo. Al menos eso. No puedo darle nada más. No puedo.
am
Pero la lluvia... sí que se la puedo dar. No podré llevarlo mucho más lejos de este portal. Pero
al menos eso. Al menos...
dr
RAMÓN. Yo ya no puedo hacer nada más, Julia. Te juro que no puedo. No me puedes pedir
an
que haga eso. Yo... no quiero tener problemas. Yo también tengo una vida muy difícil. No...
al
Hago todo lo que puedo por vosotros, créeme. Porque... Hago todo lo que puedo. Te cobro
at
mucho menos dinero por el alquiler del que mi mujer cree que te estoy cobrando. Mucho
.c
menos. Ella se piensa que... Y yo... Suerte que ella no está como para darse cuenta. Quiero
w
decir... Y a nosotros... también nos falta el dinero. Si yo pudiera... Si por mí fuera... Pero... no
w
depende sólo de mí. Mi mujer... ella también cree que la rampa es... Y yo no... ya no puedo
w
hacer nada más por ti. Y por Eli. No sin perjudicar a mi propia familia. Eso es... Es eso.
RAMÓN. Será una batalla perdida, Julia. Pedir dinero donde no lo hay es como intentar
nadar en la arena.
JULIA. Pues quizás tendré que pedir dinero donde sí que tienen. Pero necesito que me dejéis
hacer esas obras.
36
RAMÓN. Es mejor que te lo quites de la cabeza, Julia. Olvídalo. Es lo mejor.
JULIA. No puedo.
JULIA. No lo estoy. ¡Cómo podría! (Mira a ELI. Sonríe). En esta casa no cabe la tristeza,
sólo hay lugar para la alegría.
RAMÓN no sabe si abrazarla. Acaba poniéndole una mano sobre el hombro, con un
afecto del que en seguida el mismo se reprende, haciéndole retirar el gesto.
t
ca
RAMÓN. Encontrarás la manera de salir adelante, ya lo verás. Yo te bajaré a Eli a la calle
siempre que quieras. (Le enseña el músculo del brazo y se da una palmada. A ELI ). No te
a.
vamos a dejar encerrado en casa, ¿verdad,campeón?
am
JULIA ríe.
dr
ELI. Vera no ha vuelto por casa nunca. Algunas noches recibe visitas de unos amigos. Son
w
chicos de fuera, muy jóvenes. Cantan y hacen ruido hasta muy tarde.
w
VERA recita poemas en ruso mientras ELI, como EL CHICO, se acerca a ella y la
abraza torpemente.
37
recita.
ELI. (A público). En una ocasión Ramón tuvo que bajar para hacerlos callar a gritos.
ELI. (A público). Pero normalmente siempre se acaba de la misma manera. Con ruido de
golpes, algo que se rompe, la puerta cerrándose y finalmente el silencio.
t
ca
Mi madre continúa haciendo todo lo posible para conseguir una rampa. No pierde ni un solo
a.
segundo. Se pasa todo el día yendo de un lugar a otro. Haciendo llamadas, leyendo papeles.
am
JULIA. (Al teléfono). Buenos días. Quería información para pedir un crédito.
dr
Hola, buenas tardes. Mire, tengo que hacer unas obras en mi edificio y estoy intentando
an
Cuelga.
Buenos días. Quería saber cuánto me costaría la mano de obra de una reforma.
38
¿No hay ninguna posibilidad de poderlo pagar en más plazos?
¿Perdone, pero no hay ninguna manera que me pueda hacer una rebaja?
t
ca
JULIA. (Al teléfono). ¡Uno! ¡Sí! ¡Tres!
a.
am
ELI. (Como LA TELEOPERADORA). Oficina de la vivienda, dígame.
dr
ELI. (A público). Ramón no ha vuelto a pasar por aquí. Sólo va de casa al trabajo y del
at
trabajo a casa.
.c
w
ELI. Sé que por las noches sale balcón. Se queda un buen rato. El olor del tabaco me llega
hasta la cama. Pero no he vuelto a escucharlo cantar.
JULIA está repasando toda la documentación que tiene. Cada vez son más y más
papeles. La satisfacción se dibuja en su cara. Se levanta, bebe un vaso de agua. Luego coge
el teléfono y hace una llamada.
39
RAMÓN. (Contestando al teléfono). ¿Julia?
RAMÓN. (Leyendo). Las zonas comunes de los edificios multifamiliares en los que residen
personas con discapacidad, tienen que tener las condiciones de accesibilidad adecuadas a sus
necesidades de acceso a la vivienda, de comunicación y de interacción con el acceso al
edificio que sean técnicamente posibles. Corresponde a la comunidad de propietarios o al
t
ca
propietario único del edificio, el llevar a cabo y sufragar las actuaciones y las obras de
a.
adecuación necesarias. La ejecución de las obras se tienen que llevar a cabo de una manera
am
diligente en relación al agravio a las personas afectadas, y en todo caso en el plazo de un año
a contar a partir de la fecha del acuerdo de la comunidad de propietarios o, en su caso, de la
dr
discapacidad física o aquellas con las que conviven, si los acuerdos a que hacen referencia no
logran la mayoría necesaria, pueden pedir a la autoridad judicial que obligue la comunidad a
al
suprimir las barreras arquitectónicas o a hacer las innovaciones exigibles para lograr la
at
JULIA. Es obligatorio. Lo pone bien claro. Y me lo han explicado muy bien. Punto por
w
punto. Si no estáis dispuestos a dejarme hacer esta rampa os tendré que denunciar.
w
40
RAMÓN. Julia... piénsatelo bien antes de hacer algo así.
JULIA. ¿Que más quieres que me piense, Ramón? Llevo días, semanas, pensando... En
cualquier momento me va a explotar el cerebro.
ELI. No nos deberías amenazar, Julia. Si te pones en contra nuestra, nosotros nos pondremos
en tu contra también.
JULIA. ¡Pero si estáis en mi contra desde el mismo momento en que hablé de esta rampa!
JULIA. ¿Ah, no? ¿Y cómo quieres que me lo tome? ¿Cómo? He pedido ayuda y nadie me ha
querido dar. ¿Qué tengo que hacer, entonces?
t
ca
RAMÓN. Julia, si nos oponemos a tu rampa no es porque no queramos que la hagas, es
a.
porque no nos podemos permitir pagar lo que vale. Lo tienes que entender.
am
JULIA. Y vosotros tenéis que entender que nosotros ya no podamos vivir sin esta rampa. He
dr
hecho todo lo que podido. He mirado precios, he intentado pedir créditos, he hecho mil
an
llamadas, he ido a mil lugares, pero todo es muy difícil. Lo he intentado todo. La ultima
opción que me queda es esta.
al
at
RAMÓN. Yo creo que no hay que llegar hasta ese extremo. Tendríamos que poder ponernos
.c
de acuerdo.
w
w
JULIA. ¿De acuerdo? Hasta ahora no ha habido ninguna intención de llegar a un acuerdo.
w
ELI. No nos puedes soltar encima ese marrón. Nosotros no tenemos ninguna culpa que tu
hijo esté como está.
JULIA. Pero tiene sus derechos. También los tiene, como cualquiera de nosotros.
ELI. ¿Quieres hacer esta rampa? Muy bien, hazla. Pero la tienes que pagar tú.
41
ELI. Pues haz un llamamiento por la radio o por donde sea pidiendo dinero. Siempre se
hacen cosas de esas.
JULIA. ¿Y poner la foto de mi hijo por todas partes? ¿Intentar dar lástima a la gente para que
se metan la mano en el bolsillo? ¡Ni hablar! Yo no quiero que nadie tenga lástima de mi hijo
por cómo es. ¿Lástima de qué? Yo estoy muy orgullosa de mi hijo. Sólo quiero que se haga lo
que se tiene que hacer. Estoy exigiendo mis derechos. Eli tiene que poder salir a la calle como
todo el mundo. ¡Y punto!
t
ELI. Te olvidas que el piso donde vives no es tuyo, Julia.
ca
a.
JULIA. Eso no quiere decir que tenga menos derechos.
am
ELI. No estés tan segura.
dr
ELI. Porque si continúas con esta idea quizás os acabáis encontrando en medio de la calle tú
al
y tu hijo.
at
JULIA. ¿Perdona?
.c
w
JULIA. Llevo media vida viviendo aquí. No me podéis echar fuera de mi casa.
JULIA. ¿Ramón...?
ELI. ¡Mira lo que nos quiere hacer, Ramón! Tienes que parar a esta mujer como sea.
42
JULIA. ¿De verdad me estáis amenazando con echarme?
JULIA. ¿Cómo?
JULIA. No, tú no. Tú haz el favor de no volver a abrir la boca nunca más, Vera.
VERA. Estás pidiendo solidaridad por la fuerza. ¿Cómo quieres conseguir que la gente
entienda tu problema, si tú no eres capaz de entender el de los demás?
t
ca
JULIA. ¡Yo lo entiendo! ¡Lo entiendo todo! Entiendo que aquí todo el mundo mira sólo por
a.
lo suyo. Pues yo también pienso hacer lo mismo. am
VERA. Escúchame, por favor...
dr
JULIA. No lo parece.
.c
VERA. Sí, ya lo sé, que eso es lo que piensas. Pero no es así. Y te tengo que decir que no
w
estás siendo nada razonable. Si haces lo que dices... eso que quieres hacer... puedes llegar a
w
JULIA. ¡Yo no quiero arruinar nadie, por el amor de Dios! Sólo estoy pidiendo que me echéis
una mano.
VERA. ¡Nos estás obligando! Lo que estás haciendo es enfrentarte a todo el mundo.
VERA. Te estás equivocando. Esta no es la forma. Piensa. Por favor, piensa un poco. Mira
quiénes somos. ¿Quieres que te demos lo poco que tenemos?
43
JULIA. No tenéis dinero para ayudarme a hacer que mi niño pueda salir a la calle, pero bien
que tenéis móviles con internet. Bien que no os faltan cervezas en la nevera. Bien que os veo
fumando todo el rato. Quizás con cinco cigarros menos cada día se puede construir un trocito
de la rampa para mi hijo. Bien que echáis monedas a las máquinas de los bares. Os he visto
hacerlo. Pero el caso es que no estáis dispuestos a hacer nada por los demás. Y eso no es ser
pobre, eso es ser miserable.
VERA. Te equivocas. Ya sé que estás enfadada conmigo. Y quizás con razón. No lo sé... Pero,
escúchame, yo te aprecio mucho-
t
ca
JULIA. ¡Venga, ya! ¿Te crees que-
a.
am
VERA. Te aprecio, Julia, por mucho que no te lo quieras creer. Y no me gustaría que todo
esto acabara mal. Porque tú serás la única perjudicada si llevas este asunto por la fuerza. De
dr
tiempo para pedir la subvención y mi hijo continúa encerrado entre cuatro paredes.
at
RAMÓN. Por favor, no vayamos por ese camino. Tenéis que entenderla también.
RAMÓN. Julia...
VERA. No lo hagas.
44
VERA. De este modo no conseguirás nada, Julia.
RAMÓN. ¡Aquí nadie me tiene que decir lo que tengo que hacer!
t
JULIA. ¡Os denunciaré! ¡Si no firmáis os denunciaré! ¡Os juro que haré que paguéis hasta el
ca
último céntimo de esa rampa!
a.
RAMÓN. ¡Julia, no!
am
ELI. ¡Hazlo! ¡Hazlo y tendrás lo que te mereces! ¡Si Ramón no te quiere echar, nosotros lo
dr
vamos a hacer!
an
RAMÓN. ¡Basta! ¡Todo el mundo a su casa! ¡Se acabó! Así no se puede hablar. No se puede.
al
ELI. No hay nada más que hablar, Ramón. Todo ha quedado muy claro. No queremos a gente
.c
w
Silencio.
w
ELI. (A público). Esa noche oí llorar a mi madre, por primera vez en mi vida. La oía llorar
muy bajito para no despertarme. Estuvo llorando hasta que salió el sol.
45
ELI. ¿Pero qué es lo que te pasa? No entiendo por qué te preocupas tanto por una mujer que
sólo nos quiere traer problemas.
ELI. No puedo soportar más esta situación. Ya sabes que no estoy bien, Ramón.
ELI. Tienes que dejar de ser tan blando. El piso es nuestro. Dile que se tiene que ir lo más
pronto posible.
t
ca
RAMÓN. (A JULIA). Buenos días, Julia.
a.
JULIA fuerza una sonrisa por respuesta y entra en casa.
am
dr
VERA. No. Me refiero a... (VERA hace un gesto con la cabeza señalando a casa de Julia).
.c
RAMÓN. Lo sé. Lo sé. Todo el mundo me está haciendo la vida imposible con este asunto.
VERA. Tenemos que estar atentos por lo que pueda pasar. Cuando alguien se siendo
amenazado ataca, Ramón. Cómo hacen los perros. Y aquí los perros ya han empezado a
ladrar.
ELI. Hoy, cuando mi madre ha vuelto del súper, se ha encontrado nuestro buzón roto en el
suelo.
46
Hoy nos han quemado la ropa tendida en la azotea.
Hoy mi madre ha empezado a recoger nuestras cosas para irnos a otro lugar.
t
ca
a.
am
dr
an
al
at
.c
w
w
w
47
NOSOTROS SOMOS LOS OTROS
JULIA. Al pueblo. A casa de un tío mío. Está todo arreglado. Allá tienen un cuarto para
nosotros y un patio. Eli estará la mar de bien. Creo que le gustará.
RAMÓN. Ya...
t
ca
JULIA. Le gustará mucho.
a.
Silencio
am
RAMÓN. Pero... ¿y tú?
dr
JULIA. No será fácil. Tendré que hacer mil horas de tren cada día para venir al trabajo. Y mil
an
más para volver, está claro. Me tendré que levantar muy temprano.
al
at
JULIA. Creo que soy yo quien lo necesita más a él. No pasa nada. Las cosas nunca pueden
ser perfectas, ¿no?
48
RAMÓN. Piénsatelo bien, Julia.
JULIA. ¿Y mientras tanto? ¿Mientras tanto, qué? ¿Tengo que vivir con miedo cada día por lo
que pueda pasar?
RAMÓN. Hablaré con ellos. Te juro que... todo volverá a ser cómo antes.
JULIA. Lo que había antes tampoco me sirve ya. Este lugar ya no es para nosotros. Ha
llegado el momento de marcharnos.
t
ca
Silencio.
a.
RAMÓN. Yo no... se me hace difícil imaginar que...
am
JULIA le aprieta el hombro con la mano.
dr
JULIA le sonríe. RAMÓN coloca una mano sobre la suya y se quedan así durante
una eternidad hasta que JULIA se aparta.
.c
w
JULIA. Te pagaré el mes entero. Por no haberte avisado con suficiente tiempo.
w
w
JULIA. Por favor. Vamos a hacerlo bien. Hagámoslo como es correcto. Al menos entre
nosotros vamos a hacerlo bien. No querría que te guardaras un mal recuerdo de mí.
JULIA sale. RAMÓN se queda un buen rato, en silencio, pensando en todas las cosas
que querría haber dicho y no ha podido.
49
VERA. Tengo que hablar contigo.
RAMÓN. No puedo. Tengo que... (Apunta con la cabeza hacia el piso de arriba).
VERA. Es una barbaridad todo esto que está pasando. Se han vuelto locos. Creo que-
RAMÓN. Da igual ya. Han conseguido lo que querían. Se están yendo, Vera.
t
RAMÓN. No lo sé... Mañana, hoy, ahora... No sé...
ca
VERA. ¿Cómo puede ser? ¿Tú no-
a.
am
RAMÓN. Ha pasado lo que tenía que pasar. Aquí la situación se les ha vuelto muy difícil.
dr
VERA. Pero todo esto se tendrá que poder parar de alguna manera, digo yo. Es el miedo. El
miedo y la ignorancia son las que gritan y dan golpes. Pero se tiene que poder parar. Tenemos
an
VERA. No, hombre, no. Por el amor de Dios. ¿Cómo qué...? No puedo entender que hayamos
w
RAMÓN. ¿Qué te pensabas, Vera? Le hemos negado todo lo que ella estaba pidiendo. Entre
todos hemos conseguido que al final se tenga que marchar. Ella no se va porque quiere. Se va
porque la hemos obligado.
VERA. Yo... te juro que nunca me podría haber imaginado que esto acabaría así. De verdad
que no. Nunca quise que ella se fuera. Yo tan sólo... No me puedo creer que esto esté pasando.
¿Adónde van a ir? ¿Te lo ha dicho?
RAMÓN. Lejos.
50
RAMÓN. ¿Qué podemos hacer a estas alturas?
VERA. No lo sé... Lo que sea. Hemos sido unos cobardes. Tú y yo. Lo hemos sido. La
hemos dejado sola con todo el mundo en su contra. Si la hubiéramos apoyado... No sé por qué
no lo hemos hecho.
VERA. ¿Y por qué tenemos? ¿Eh? ¿Por qué? Porque sólo pensamos en nosotros. Julia nos
lo ha dicho miles de veces. ¡Que nadie me quite el que es mío! ¿Y que tenemos? ¡Si no
tenemos nada! Tenemos miedo porque estamos solos. Pero los teníamos a ellos. Y los hemos
abandonado a cambio de nada. A ella y a su hijo. Es absurdo.
t
RAMÓN. Tú has sido la primera que has estado en contra desde el principio. Ahora no
ca
puedes venir y-
a.
am
VERA. ¡Lo sé! Y lo lamento mucho. No te puedes ni imaginar cuánto lo lamento.
dr
RAMÓN. Pues ahora ya está hecho. Y lo que menos necesito es que me hagas sentir culpable
de-
an
VERA. ¡Pero es que lo eres! ¡Somos culpables! Tú también. Es nuestra responsabilidad que
al
los que tenemos cerca estén bien. Es así como ha sido desde siempre, desde que este mundo
at
existe. Hasta las bestias más insignificantes lo saben. Si nosotros no protegemos a los
.c
nuestros, ¿quién lo hará? Los otros también somos nosotros, Ramón. Los otros también somos
w
nosotros.
w
w
RAMÓN. ¡Estoy cansado de todo esto! ¡Te juro que estoy harto! Sólo quiero que todo el
mundo me deje tranquilo de una... He hecho todo el que he podido y-
VERA. ¡No lo has hecho! ¡Y yo tampoco! Sólo hemos hecho lo que nos resultaba más
cómodo.
VERA. Hay veces que lo que piensa la mayoría no es precisamente lo que es justo. Y no es
justo que Julia y esa criatura tengan que irse, dejarlo todo y volver a empezar de nuevo. Ellos
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pertenecen a este lugar, siempre han vivido aquí, son parte de nosotros. Lo sabes. Tú más que
nadie, que miras a este muchacho como si fuera hijo tuyo. Te he visto, Ramón, he visto como
te brillan los ojos de alegría cada vez que atraviesas el umbral de esa puerta. Y he visto cómo
se te vuelve oscura la mirada cuando subes hacia tu casa. Nunca nos lo perdonaremos si los
dejemos marcharse.
RAMÓN. ¿Y qué es lo que quieres ahora? ¿Eh? ¡Dí! ¿Qué es lo que quieres hacer tú? ¡Tú,
Vera! ¡Precisamente tú, que nunca te has ganado la confianza de nadie! Siempre te has creído
mejor que el resto, despreciándonos porque sólo somos gente humilde y trabajadora,
odiándonos porque has tenido que acabar aquí, entre nosotros: los burros, los ignorantes.
Nadie quiere saber nada de ti, Vera. ¿Qué les vas a decir ahora? ¿Vas a darles lecciones? ¿De
qué? Sólo conseguirás que te insulten y te ataquen a ti también.
t
ca
VERA. Ya lo sé. Lo sé perfectamente. Sé que soy arrogante y antipática. Y que no soy nadie.
a.
Pero mira... me da exactamente igual. No tengo nada que perder. Ni siquiera dignidad me
am
queda ya. Pero todavía me queda un poco de sentido común para discernir lo que está bien de
lo que no. Si tú no estás dispuesto a mover ni un dedo, de acuerdo, no lo hagas. Yo al menos
dr
lo intentaré. Y si se tiene que hacer esa puta rampa para que Julia y su hijo se queden aquí, en
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Salen.
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ELI. (A público). Dejar el lugar que has llamado casa es difícil. Incluso cuando ese lugar se
ha vuelto hostil. Porque parte de nosotros se queda allá para siempre. Y desprenderse de una
parte de nosotros, de aquello que hemos querido, hace daño. Mi madre lleva días acariciando
las paredes como si quisiera consolarlas por nuestra ausencia, disculparse por nuestro exilio.
O quizás para llevar siempre en su mano el recuerdo de esos muros donde hemos vivido
tantas cosas. Recorre todo el espacio, absorta, y entonces unos golpes a la puerta la hacen
3 "Rossiya nachinalas' ne s mecha, Ona s kosy i pluga nachinalas": Rusia no se construyó con la espada,
sino con la guadaña y el arado.
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volver al mundo.
RAMÓN entra en la casa como un rayo. VERA apenas se atreve a asomarse por el
hueco de la puerta.
t
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JULIA. No es posible, Ramón.
a.
RAMÓN. No, escúchame... escúchame un momento. Hemos estado hablando, ¿sí? Vera y
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yo... Hemos hablado de... ¡Esto es un error! Todo esto es... No lo pienso permitir, ¿me oyes?
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JULIA. Ramón...
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RAMÓN. ¡No puedes irte a... vete a saber adónde... que ni siquiera tendrás tiempo para estar
al
con tu hijo!
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JULIA. Todo va a salir bien. No te tienes que preocupar. Con el tiempo intentaré conseguir
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RAMÓN. ¡No, Julia, no! Las cosas... No tiene porque ser de este modo, ¿me entiendes? No lo
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hemos hecho bien. Pero hemos estado pensando, ¿no? (VERA da un pasito hacia adentro de
la casa, pero permanece aún pegada al marco de la puerta, como si temiera a ser expulsada
en cualquier momento). Hemos pensado y hemos hablado. Podemos construir esa rampa.
Todavía no sabemos muy bien cómo, pero-
JULIA. Por favor, no... Por favor. No quiero... He hecho un camino mucho duro hasta llegar a
este momento. Estoy cansada. Mucho. No quiero volver atrás. No puedo volver a enfrentarme
con nadie más, con todos, con todo. ¡Mira todo lo que ha pasado! No puedo más. De verdad
que no. Ahora sólo necesito irme a algún lugar donde mi hijo pueda ser feliz.
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RAMÓN. Pero tú no lo serás.
RAMÓN. ¡Lo es, Julia! ¡Lo es! Yo no... ¡Vera y yo no queremos que os vayáis! No... Saber
que estáis aquí... es... Os tenéis que quedar.
RAMÓN. ¡Todavía no! ¿No es tarde, no? ¡Para pedir la subvención! Todavía estamos a
tiempo de... Dame aquel papel. Lo voy a firmar y lo vas a poder presentar.
t
ca
RAMÓN. Dame ese papel.
a.
JULIA. Escúchame. Eres mi amigo. Eres quien más nos ha cuidado. Desde siempre. Ya has
am
visto lo que pueden llegar a hacer. No, Ramón. Eres un buen hombre. Nunca querría que te
hicieran daño a ti también.
dr
RAMÓN. Pero hemos hablado con los vecinos. Vera ha ido hablando con todos ellos, ¿verdad
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JULIA. No es suficiente.
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RAMÓN. Lo conseguiremos. Ya lo verás. Conseguiremos que acepten. Vera dice que puede
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hacer que su sobrino nos avance el dinero y... También ha contactado con algunos sitios donde
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nos pueden ofrecer alguna ayuda, ¿verdad que sí? Si todo sale bien a lo mejor no hace falta ni
w
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JULIA la mira completamente extrañada. Silencio. VERA está a punto de dar un
paso hacia afuera de la puerta. RAMÓN mira fijamente a JULIA, con apremio.
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hacia ELI. Le frota la cabeza con una mano.
a.
RAMÓN. Ahora podrás salir a la calle, campeón.
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JULIA rompe a reír.
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RAMÓN asiente.
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ELI. (A público). Las cosas podrían haber sido diferentes. Podrían haber sido así. Con un café
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en la cocina. Con mi madre riéndo por las palabras extrañas de Vera. Con las manos grandes
w
de Ramón sobre mi cabeza. No sucedió. Al final nos tuvimos que marchar. Los nueve
escalones continuaron siendo un abismo que nadie quiso salvar. Un servicio de ambulancia
me bajó por la escalera hasta la calle. Pude notar los ojos escondidos detrás las cortinas de las
ventanas, viendo cómo nos íbamos muy lejos de allí. En los amarillos no volvieron a saber
nada de nosotros hasta el día en que me fui. Mi madre le envió a Ramón un mensaje al
teléfono: “Teníais razón. No habríamos usado por mucho tiempo aquella rampa”. Pero creo
que es mejor acabar de la manera que tendría que haber sido. De la manera en que tendrían
que acabar siempre las cosas. Con la certeza de que lo podemos conseguir todo. Incluso lo
que creemos imposible. Con risas y con un café en la cocina. La luz clara y preciosa del día
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entrando por la ventana. Y allá, abajo, los coches que corren por la autopista. Las vías del tren.
Las telarañas de calles de los barrios del extrarradio, las enormes avenidas que se dirigen
hacia el centro. Y mucho más allá el mar.
Oscuro.
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a.
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