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“Golpe de rayo”
Esta traducción está hecha sin fines de lucro. Es un trabajo realizado de lectoras a
lectorxs a quienes les apasiona de igual manera la lectura MM.
Con esto no queremos desprestigiar a los autores que invierten su tiempo creando
estas obras que tanto amamos. Nuestro único fin es que la lectura llegue a más
personas.
Recuerden siempre apoyar a los autores comprando su material legal y dejando
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C.J Vincent Lightning Strikes
Sinopsis
Capítulo 1 ~ Zeus
Capítulo 2 ~ Cameron
Capítulo 3 ~ Zeus
Capítulo 4 ~ Cameron
Capítulo 5 ~ Cameron
Capítulo 6 ~ Zeus
Capítulo 7 ~ Zeus
Capítulo 8 ~ Cameron
Capítulo 9 ~ Cameron
Capítulo 10 ~ Cameron
Capítulo 11 ~ Zeus
Capítulo 12 ~ Cameron
Epílogo ~ Cameron
Epílogo ~ Zeus
C.J Vincent Lightning Strikes
El impulsivo Zeus solía ser el Rey de los Dioses. Hacía lo que quería, cuando quería,
y nadie, ni siquiera su esposa Hera, podía mantenerlo bajo control. Sus pasiones
eran legendarias, y ningún mortal podía resistirse a sus deseos. Él y sus hermanos
se lanzaron a la Tierra. Se acostaron y reprodujeron a innumerables mortales hasta
que las celosas diosas se rebelaron y maldijeron a sus caprichosos maridos.
Hace miles de años cuando la raza humana todavía era joven, estos amaban y
temían a la furia de sus creadores. Los dioses del Olimpo reinaban distantes sobre
sus creaciones detrás de una cortina de poder en el Monte Olimpo. Eran hermosos
e intocables, pero también mezquinos, crueles y fáciles de enojar, tanto con los
humanos a los que gobernaban como entre ellos mismos.
El gobernador del Monte Olimpo era conocido por sus modos salvajes, y para nadie
era un secreto que Zeus tomaba amantes femeninos y masculinos por igual, cada
vez que su deseo aumentaba.
La inmortal ira de Zeus hirvió a fuego lento durante siglos, y cuando sus hijos
semidioses envejecían y moría, se fue quedando solo en el Olimpo con la única
compañía de sus hermanos…
C.J Vincent Lightning Strikes
Pero esos días habían quedado atrás. Los días de temperamento salvaje y de las
pasiones más fieras… desaparecieron hacía mucho. Mis hermanos y yo solíamos
repartir nuestra semilla divina por todas partes en la tierra, tomando como premios
a doncellas y a los jóvenes más hermosos cada vez que lo deseábamos.
Debí haberlo visto venir. Debería haberme dado cuenta que algo andaba mal. Pero,
éramos tercos… exaltados. Éramos Dioses del Olimpo y nadie iba a decirnos que no
podíamos hacer lo que quisiéramos. Nos tomó la maldición de las diosas para
ponernos en nuestro lugar. E incluso en aquel momento, no podíamos creerlo.
Perdimos siglos enteros consumidos por nuestra ira.
Los semidioses estaban por todas partes, frutos de nuestras pasiones, y nosotros los
amábamos. Pero, aunque llevaban el brillo de la divinidad, no eran inmortales, y,
como todas las demás cosas mortales, ellos murieron. Y nosotros nos quedamos
solos.
C.J Vincent Lightning Strikes
Nuestra guerra contra las diosas había dejado al Olimpo como un caparazón vacío
de su antigua gloria. Hera, Anfitrite y Perséfone habían guiado a todas las demás a
una rebelión en contra de nuestros salvajes comportamientos… y ahora nos
encontrábamos pagando el precio por esa traición. Abandonados.
Solos.
—No tengo que decirte cada vez que decida bajar y mojarme —respondió con
una sonrisa—. Además, cada vez que te invito a venir conmigo tú dices que no.
—Los dioses no son terribles en nada; es solo que eres demasiado terco para
relajarte. —Él no estaba equivocado, pero no iba a decirle eso, el bastardo ya era lo
suficientemente engreído sin saberlo.
—No mucho.
Todo lo que pude hacer fue asentir distraídamente. Tenía demasiadas cosas en la
cabeza para hacer un seguimiento a las cosas que mis hermanos estaban haciendo.
Hades estaba notoriamente ausente del Olimpo, pero al menos sabía que si lo
necesitaba, lo encontraría en algún lugar en el laberinto que conformaba sus vastas
bibliotecas.
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—¿Cuánto tiempo hace desde que fuiste a Atenas? ¿A Roma? Los templos
construidos para rendirnos cultos están repletos de personas… Mucho más que
cuando solíamos disfrazarnos y caminar entre ellos. —La voz oscura de mi hermano
Hades resonó sobre nosotros, y yo me giré con sorpresa.
—No esperaba encontrarte tan lejos de tus libros, hermano. —dijo Poseidón,
abrazando al alto y poderoso Dios de la Muerte. Hades soportó el abrazo con una
frialdad natural, pero no se apartó.
—Sólo pierde el tiempo porque ignora la solución que está justo frente a él.
—dijo Hades ásperamente.
—¡El oráculo! —La gran risotada de Poseidón llenó el pasillo, vibrando entre
las columnas de mármol destrozadas que nos rodeaban—. ¡Nadie le ha hecho caso a
ese truquito en siglos! La última vez que hizo una predicción certera, yo todavía
estaba casado. —se burló. Poseidón se sirvió una copa de vino la cuál bebió de un
trago.
—Sí, yo sí puedo. —refunfuñé. Poseidón tenía razón, ese viejo era un manojo
de disparates.
C.J Vincent Lightning Strikes
—Claro, por supuesto que lo hice —admití—. No sabía qué otra cosa hacer.
Pero sus predicciones son tonterías. Todas ellas. Nada de lo que dice tiene sentido.
Hades suspiró y abrió el libro que había estado cargando bajo el brazo. —Puede que
en ese momento no tuvieran sentido, pero han pasado siglos… quizás se entiendan
un poco mejor ahora.
Poseidón alzó la mano, me mostró el dedo medio y desapareció al caminar entre las
columnas. Ese imbécil. Se fue de nuevo. Apreté los dientes y miré fijamente hacia
Hades.
Hades puso los ojos en blanco y pasó la página del tomo que llevaba encima. Una
nube de polvo se le escapó mientras que suspiraba sobre las palabras escritas y
deslizaba sus largos dedos por las páginas meticulosamente entintadas.
—La ira de las diosas dejará estériles los campos divinos… el mundo se
verá consumido por su furia. Los cielos se agrietarán y las montañas se volverán
polvo. Pero, cuando los mares se calmen, las nubes se hayan desvanecido y el
fuego se reduzca a cenizas en la hoguera, la semilla divina echará raíces entre las
grietas del suelo del templo.
—¿Sí ves? Es pura mierda. Odio las metáforas sobre agricultura. —Caminé
por el piso de mármol del pasillo, deseando poder olvidarme de esas palabras.
Nunca había conseguido olvidar al oráculo y lo que había dicho. Simplemente
carecía de sentido para mí.
Negué con la cabeza, enojado. —No. Esta es la primera vez que soy incapaz de ver a
través de las palabras retorcidas de ese anciano. ¿Qué significa? ¿Lo has
descubierto? —Una sonrisa flotó a lo largo del rostro de mi hermano. Era raro
cuando el Dios de la Muerte sonreía, pero cada vez que lo hacía, no duraba
demasiado. En particular, no me gustaba cuando sonreía, usualmente significaba
que algo realmente desagradable estaba a punto de ocurrir —. ¿Cuánto tiempo hace
que lo sabes?
—Lo suficiente —dijo—. ¿De verdad creíste que las diosas pasarían su tiempo
fuera del olimpo sin hacer nada? La ira que sentían por nosotros se desgastó hace
mucho tiempo, tú has sido el único que ha guardado rencor y te has negado a
enfocar tu mente en otra cosa que no sea tu propia miseria egoísta.
Hades se sacudió un poco de polvo sobre el hombro y me miró con audacia. —Las
diosas han creado a sus propios semidioses. Portadores de la chispa divina y que
viven en la tierra. Son la grieta en el suelo del templo…
—No, supongo que no —Hera tenía una manera de guardar rencor que
resultaba sorprendente. Ella me habría castigado hasta que el mundo fuera
absorbido por un agujero negro, si hubiese podido—. Así que lo que me estás
diciendo es que tengo que ir a buscarla. Tengo que encontrar esta “Chispa” en un
mar de mortales. ¡Podría estar en cualquier parte!
Apreté mis manos en puños cerrados, un relámpago crepitada sobre mis nudillos.
Hubo momentos en los que estaba agradecido de vivir cerca de la escuela. El teatro
era mi vida, y no podía imaginarme haciendo otra cosa con mi dichosa “educación
superior”. El resto del tiempo, solo echaba de menos a mi hermana y a sus hijos. Si
podía haber dos caras en una persona, yo estaba dividido equitativamente entre
vivir para el escenario y vivir para esos pegajosos calamares.
Mi hermana Gemma y su prole1 vivían en Nueva Jersey. No estaba lejos, pero los
echaba mucho de menos durante la semana. Tenía un jarrón en mi cocina en el que
guardaba todas mis propinas y parte de mi sueldo de mierda para poder
permitirme el tiquete de tren de ida cada fin de semana. Por muy mala que fuera mi
semana, esos niños lo eran todo para mí, y sé que mi hermana estaba agradecida de
poder tener un par de manos extra en la casa.
Gemma me había apoyado, pero también estuvo triste cuando por fin me habían
aceptado en Tisch... Broadway era mi sueño, pero estaría contento solo de estar
cerca de ello. Ahora mismo, todo era un poco duro. Mi último semestre se había
alargado durante varios años, pero Tisch valía la pena. El problema era que no
estaba ganando suficiente dinero para cubrir las clases y el alquiler de mi pequeño
apartamento de Brooklyn... y comer con regularidad ya no era algo común. Estaba
cansado hasta los huesos, mi nevera estaba llena de comida para llevar de la
cafetería en la que atendía las mesas entre clase y clase, y mis pobres zapatillas
converse tenían agujeros... pero al menos yo era feliz.
Después de pasar el fin de semana con Gemma y los niños, estaba deseando
empezar la semana con frescura. Probablemente se me pasaría al mediodía del
miércoles, pero al menos tendría unos días para superar el buen humor del fin de
semana.
Gracias al tren exprés que había tomado por accidente, llegué temprano a clase,
pero no lo suficiente como para poder volver a casa. Podía vivir con eso, pero
significaba que tenía bastante tiempo para matar. La cafetería que había al otro
lado de la calle del campus estaba siempre llena de estudiantes y, por lo general,
era demasiado ruidosa para mi gusto. Me dirigí a mi cafetería favorita. Haven
1
Conjunto de los hijos de una persona
C.J Vincent Lightning Strikes
Haven estaba sorprendentemente lleno esta mañana, pero era temprano, y todo el
mundo se apresuraba a sus trabajos de oficina. Apenas llegaran las 8 de la mañana,
todo estaría tranquilo. Esperé en la sorprendentemente larga cola para mi café. Me
aparté el pelo de la frente y miré alrededor de la cafetería, buscando algo en lo que
concentrarme aparte de la longitud de la cola. La mayoría de la clientela estaba
vestida para la oficina, trajes y faldas en tonos apagados estándar. Había unas
cuantas personas atractivas repartidas por ahí, pero nada excepcional. Los trajes no
me gustaban tanto como un buen blazer de lana gruesa o un chaleco entallado…
espera un momento.
Sus pantalones de lana ajustados abrazaban sus musculosas piernas, que dejaban
muy poco a la imaginación. Su ajustada camisa de cuadros se extendía sobre su
esculpida espalda y sus brazos de la mejor manera, y su pelo oscuro estaba
perfectamente desteñido y peinado, e incluso tenía barba... ¿Dios, estás ahí? Soy
yo, Cameron.
—¿Estás bromeando? Ese era nuestro cliente más valioso —dijo el hombre
calvo frente a mí entre un susurro y grito a su teléfono—. ¡Ya voy saliendo! Ponlo al
teléfono, estaré allí en cinco minutos... ¡Sólo entretenlo! —El hombre bajo se giró
bruscamente, casi chocando conmigo, su cabeza calva se volvió de varios tonos de
rojo. No me dijo nada, sólo siguió maldiciendo en voz baja mientras pasaba de
largo y salía de la tienda.
Bonus. Ahora estaba a pocos centímetros del hombre más sexy que había visto
nunca. Incluso olía bien... a sol y a aire fresco y a hombre. Sabía que me estaba
mordiendo el labio, pero no me importaba. No pude evitar desnudarlo con la
mirada. Señor, soy débil.
Debería saborear este momento. Ya sabes... para después. Saqué mi teléfono del
bolsillo con cuidado. Comprobé tres veces el flash de mi cámara para asegurarme
de que no estuviera encendido. No hay nada más vergonzoso que fotografiar el culo
de un desconocido y que el flash se dispare. El corazón me latía con fuerza en el
pecho.
C.J Vincent Lightning Strikes
Respiré hondo y abrí mi galería. Miré la foto, admirando mi astucia, pero sobre
todo admirando el culo de este desconocido. Dejé escapar una pequeña risa y volví
a guardar el teléfono en el bolsillo. Cuando volví a levantar la vista, estaba mirando
directamente a los penetrantes ojos grises del hípster más sexy de Nueva York
mientras este miraba por encima de su hombro y me dedicaba la sonrisa de mil
traviesos. Oh... mierda.
¿Había visto la foto que tomé? Era más o menos 30 centímetros más alto que yo;
habría sido muy fácil para él ver lo que estaba haciendo. Si hubiera sido más bajo,
ni siquiera habría podido mirar mi teléfono. Pero si hubiera sido más bajo, no le
habría prestado ninguna atención. ¡Maldita seaaa!
—Hola.
Tragué saliva y supe que me estaba sonrojando. —Hola. Vaya línea que hay hoy,
¿huh? —Soy de lo peor, soy de lo peor, estoy muerto. Me han pillado.
Una ceja perfectamente esculpida se levantó y yo apreté los dientes. ¿Por qué se me
daba tan mal las conversaciones casuales? —Cierto. —dijo con una sonrisa que
revelaba una dentadura perfecta—. Todo el mundo está tan obsesionado con sus
teléfonos hoy en día. Nunca había visto uno así.
Parpadeé un momento y luego miré a mi pantalla rota. Las caras de Abby y Colter,
pintadas con bigotes de gato y máscaras de superhéroe, me sonreían.
C.J Vincent Lightning Strikes
—Sí, la verdad es que sí... Creo que podría volver loca a mi hermana, pero
me encanta. —Tu nombre, ha preguntado por tu nombre, idiota—. Soy Cam...
Cameron. —tartamudeé y extendí mi mano hacia él. Su gran mano envolvió la mía
mientras la estrechaba con firmeza. Mentiría si dijera que no sentí una pequeña
sacudida de electricidad cuando nuestros dedos se tocaron.
Sus ojos grises eran pálidos e inquietantes, salpicados aquí y allá con pequeñas
manchas de ámbar. Seguía sosteniendo mi mano. —Es un placer conocerte... eh...
Se dio la vuelta con otra sonrisa y se acercó al mostrador para hacer su pedido.
El apuesto desconocido se hizo a un lado, tomando su café del barista con cuidado.
Se quedó allí un momento mientras yo buscaba dentro de mi bolso la cartera. Lo
observé por el rabillo del ojo mientras le daba un sorbo a su café y me miraba de
arriba abajo. Ni siquiera trató de disimularlo. —Ha sido un placer conocerte,
Cameron. —Sus ojos se posaron en los míos, y luego guiñó un ojo y se dirigió a la
puerta.
Dios, estaba tan bueno. Pero también era un poco raro. —¿Un matcha latte extra
grande para Cameron? —El barista gritó. La cajera me miró y luego sacudió la
cabeza en dirección al barista. Me acerqué al mostrador.
Ella arqueó una ceja: —El tipo de la barba lo pagó... dijo que era para ti... Cameron.
—Cogí la bebida con cautela, haciendo malabares con mi teléfono y mi cartera de
forma incómoda mientras estaba en ello.
—¿Estás seguro?
—Mira, ¿lo quieres o no? —La chica chasqueó su chicle con impaciencia.
Miré la taza que tenía en mis manos y luego a la ventana que daba a la calle.
Debería perseguirlo y darle las gracias. Me metí la cartera en la mochila y me moví
entre la multitud hacia la puerta. Por favor, que esté cerca...
Espera. ¿Por qué tenía tantas ganas de verlo? Obvio, era de buena educación dar
las gracias. Pero él lo había hecho de buena fe... no lo había hecho por ninguna
recompensa o agradecimiento. Tampoco me pareció el tipo de hombre que se
privaría de pedir el número de alguien. Ahora que lo pienso, ni siquiera lo había
visto con un teléfono. Tal vez era uno de esos puristas que aborrecían los
electrónicos y se aferraban a los teléfonos públicos y los teléfonos de disco.
Tenía una hora que matar antes de clase, bien podía utilizarla para intentar
sacarme de la cabeza a Zachary y sus pantalones a medida. Con toda la intención de
borrar la foto, desbloqueé el teléfono y abrí la galería, pasando por las fotos del fin
C.J Vincent Lightning Strikes
de semana hasta que me detuve en la que había tomado hace unos minutos.
Maldición
Teatro griego era una de mis clases favoritas, así que no debería estarme quedando
dormido. Pero aquí estaba, escuchando a mi profesor favorito hablar sobre “Las
nubes” y ni siquiera podía mantener los ojos abiertos el tiempo suficiente para
reírme de los chistes groseros que estaban salpicados en el guión.
—La comedia era el medio más seguro para realizar actos despiadados de
crítica política. —decía el profesor, pero mis párpados se estaban cerrando y los
brillantes derribos de Aristófanes a la ciudad de los atenienses simplemente no me
estaban manteniendo despierto.
El chico del asiento de enfrente se giró ligeramente y sus ojos grises se fijaron
brevemente en los míos antes de volver a mirar al profesor.
Ojos grises.
Wow
Zachary se giró y sus ojos pálidos me atrajeron de nuevo. Las notas de ámbar
parecían brillar un poco en la extraña iluminación del salón de conferencias.
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—De nada. —dijo él. Me estremecí cuando me llegó su voz. Delicioso, como
caramelo tibio.
—De todos modos, gracias —tartamudeé—. Quizá nos veamos por ahí...
Patético.
No tenía tiempo para estas tonterías. Tenía una obra de teatro por delante, tenía
diálogos por aprender, señales y coreografías que memorizar... No tenía tiempo
para perseguir a un hípster de lo más sexy por todos los bares de Brooklyn para
esperar a que admitiera que no había chispa, o que yo no era su tipo... o peor aún,
que era sólo una excusa para un polvo rápido entre relaciones serias. Ugh.
Las dispositivas volvieron a hacer clic, esta vez en una maceta pintada con sátiros
persiguiendo ninfas mientras Dionisio vigilaba las fiestas. Gracias a los artistas
griegos por su obsesiva apreciación del falo divino. Podía al menos sentirme
identificado con esa parte de la cultura.
Otra estatua aburrida se mostró. Apreciaba la forma masculina más que la mayoría,
pero una vez que has visto un conjunto de músculos perfectamente
proporcionados, los has visto todos... Podía sentir que mis ojos se cerraban de
nuevo. Algo me dio un empujón en el pie y me senté derecho. Frente a mí, Zachary
estaba medio girado en su asiento, con la mano apoyada en el escalón de concreto
junto a mi pie. Una ráfaga de piel de gallina recorrió mis brazos. Había sido él
quien me había despertado antes. Oh, nooooooo.
Me miró por encima del hombro, con la misma sonrisa amable en su rostro. Me
hizo una señal con el dedo y me incliné obedientemente para escuchar lo que tenía
que decir.
Se me secó la boca, pero mi estómago respondió por mí, retumbando con fuerza en
la silenciosa aula. La cálida risa de Zachary me hizo sonrojar más y recogí todos mis
libros y me levanté de la silla para correr hacia las puertas dobles que daban al
pasillo.
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No podía evitarlo, había algo acerca de este humano que agitaba algo en mí, algo
que no había sentido en… siglos. Sonaba ridículo y sabía que mis hermanos se
reirían en mi cara, pero era la verdad. No podía señalar específicamente qué era lo
que me atraía de Cameron, pero era ineludible.
—Entonces, ¿qué clases estás tomando? —preguntó Cameron con sus ojos
azules brillantes mientras que robaba tres patatas fritas de mi plato y las sumergía
en la salsa de tomate del suyo. Era un muchacho mortal, alto y delgado, con melena
color beige, mejillas rosadas y un puñado de pecas sobre el puente de la nariz.
Estaba comiendo lo suficiente como para alimentar a dos personas, pero no parecía
que nada de grasa se le pegara a los huesos.
—¿Clases? —Oh, mierda. Cierto que me había colado a una de sus clases
solo para verlo de nuevo. Cameron alzó una ceja. Me aclaré la garganta y tomé un
sorbo de mi cerveza de raíz, tosiendo ante el sabor ácido—. Me gusta especialmente
el teatro griego… principalmente la teoría y el subtexto.
—¿De veras? —Los ojos de Cameron brillaron en cuanto tomó otra fritura—.
¿Cuál es tu obra favorita?
—¿Estás seguro?
Asentí y le regalé una sonrisa cálida, disfrutaba del deleite en su rostro mientras
que devoraba los restos de mi reuben. Solo nos conocíamos desde hacía unas horas,
pero él estaba relajado y cómodo ante mi presencia… eso era algo nuevo. Los
humanos usualmente sabían que había algo diferente en mí… pero, en lo que
respectaba a Cameron, parecía dichosamente inconsciente. Como si nos
conociéramos desde hace años.
Antes de poder detenerme, extendí la mano y le limpié una mancha de salsa sobre
la barbilla. Cameron se puso rígido cuando mi pulgar le tocó la piel del rostro y yo
también me congelé. Había sentido algo, algo que nunca antes había
experimentado. En siglos. Una chispa. —Lamento que hayas pasado por eso. —dije
en voz baja, recostándome de mi asiento.
C.J Vincent Lightning Strikes
La idea de que alguien lastimara a este joven me hacía doler la columna vertebral.
Quería castigarlos por lo que habían hecho, deshacerme de ellos a través de un
rayo, pero algo así era ridículo. Yo ya no era un castigador, eso estaba en el pasado.
Entonces, ¿por qué estaba pensando así? Negué con la cabeza, tratando de
deshacerme de esa emoción tan inesperada.
—Si quieres estar en Broadway, ¿Qué hay con las tragedias griegas? —
pregunté, cambiar de tema parecía ser lo mejor que podía hacer.
Cameron asintió y dio un trago a su bebida. —Es por la oración —dijo con
simpleza—. Si puedo hablar correctamente y memorizar todas esas líneas ridículas
mientras cuento los chistes groseros de Aristófanes sin reírme, supongo que será
más fácil para mí hacer cualquier otra cosa después.
Me reí solo un poco. Aristófanes estaba apegado a sus chistes de baños, eso era
bastante seguro. Hera lo despreciaba, y quizás por eso yo llegué a adorar tanto sus
obras. No importaba cuál fuera el tema o si tenía algún mensaje profundo, si
molestaba a mi esposa, entonces a mí me gustaba.
Ex Esposa.
Cameron rio con alegría. —Bien, pues si ha pasado tanto tiempo, espero que no te
sientas decepcionado.
—Solo una estaría bien. —respondí con una sonrisa. Cameron se ruborizó
solo un poco más fuerte y yo sentí que algo se retorcía en mi estómago—. ¿Qué
papel tienes en la obra?
—Oh, mierda, tengo que ir a los ensayos —dijo Cameron cuando la alarma de
su teléfono resonó—. ¿Te veré en las clases de mañana? —Parecía vacilante,
inseguro de si debería tener la expectativa de volver a verme.
Una vez se fue, cerré los ojos y me dispuse a regresar al Olimpo. Tenía muchas
cosas en las que pensar con seriedad.
Caminé a través del brillante suelo de mármol mientras que pensaba en Cameron y
en la forma en que me sentí cuando mi mano le tocó el rostro. Fue algo ineludible.
Una chispa definitivamente había estado allí y Cameron también la había sentido.
Yo no me había atrevido a sentir otra cosa que ira durante un incontable número de
siglos. Una rabia en contra de Hera y las demás diosas… la cual su crueldad había
provocado. La maldición había sido demasiado desgarradora y no sabía si alguna
vez podría perdonarlas por lo que nos habían hecho a mí y a mis hermanos. Pero,
solo quizás, nos habían otorgado más de lo que habían anticipado. Una
oportunidad de redimirnos. Un nuevo comienzo.
La ira de las diosas dejará estériles los campos divinos… el mundo se verá
consumido por su furia. Los cielos se agrietarán y las montañas se volverán
polvo. Pero, cuando los mares se calmen, las nubes se hayan desvanecido y el
fuego se reduzca a cenizas en la hoguera, la semilla divina echará raíces entre las
grietas del suelo del templo.
Esta no era la época victoriana y los hombres homosexuales no tenían por qué
ocultar la atracción entre ellos. Habían sido liberados. Claro, el horror del material
original todavía seguía allí, pero yo no estaba tan enfocado en eso sino en la
conexión que quería establecer con la audiencia… una conexión no solo con la obra,
si no con la lucha que Wilde tuvo que haber enfrentado. Era algo doloroso, y no
pensaba huir de eso. Así es como él debería haber podido vivir.
Mi papel era el de la actriz enamorada de Dorian, pero Sybil Vane ahora era
Sebastián Vane. No era un rol fundamental, pero era uno por el que había luchado
intensamente. Sybil representaba la primera torcedura en la personalidad de
Dorian Gray y quién lo empujó a su camino del mal, yo encarnaría a esa belleza y
dulzura que podría haber salvado a Dorian de sí mismo. Era un papel trágico que
me emocionaba; más que cualquier otra cosa, quería hacerle justicia.
parecer desesperado. Era mucho más sencillo enfocarme en mis clases y ensayos; la
noche del estreno sería en unos pocos días y yo quería que todo fuera perfecto.
Deseé que Gemma pudiera venir desde Jersey a verme actuar, pero entendía que
no podría escaparse y que llevar a los niños a Brooklyn no estaba precisamente
entre sus principales prioridades. Siempre la invitaba a mis funciones y siempre me
aseguraba que le reservaran una entrada para cada función. Ella me enviaba flores
y una tarjeta de felicitaciones cada noche de entreno, pero lo que yo quería era ver
su rostro sonriente desde la audiencia. Quizás algún día pasara.
Como siempre hacía cuando se acercaba una noche de estreno, me pasaba todo el
tiempo en el campus. Estudiaba mis líneas, repetía las escenas en el parque junto al
teatro y escuchaba una banda sonora que yo mismo creaba de mi personaje en mi
viejo Ipod. Incluso llegaba a recitar algunas líneas con mi compañera de trabajo en
el restaurante. Ella interpretaba horriblemente su papel, pero no necesitaba tanto
apoyo en esa área; solo era un cuerpo adicional para usar como referencia.
Mis ojos se encontraron con los orbes gris pálido de Zachary y sentí como un
estremecimiento caliente me recorría. Él sonrió lánguidamente mientras que se
colocaba uno de los audífonos en la oreja. —¿Qué estás escuchando? ¿Es algo que
conozco?
Miré por la ventana para ganar algo de tiempo. Hice una mueca, no era un día
“pintoresco”: estaba gris y nublado; las nubes tenían el mismo color que los ojos de
Zachary. —Es por mi papel en la obra. Me gusta preparar listas de reproducciones
para mis personajes, y así poder conocerlos mejor. —Era algo que había hecho
C.J Vincent Lightning Strikes
Caminamos el uno al lado del otro en silencio durante varios pasos, y yo descubrí
que me sentía mucho mejor después de saber que él se hallaba cerca. Quizás
pareciera una tontería, pero nunca había tenido tantas ganas de ver a alguien, con
excepción de Gemma y los chicos. Me sentía cómodo con él, y parecía algo normal.
Negué con la cabeza. —Nope, es un secreto. Pero si conoces la novela serás capaz de
adivinarlo, aunque prefiero que no me lo digas si lo haces.
Pero él no era así. Para nada. Puede que no lo conociera desde hacía mucho, pero
ya era capaz de decir que él era diferente.
sentía cuando estaba cerca a una persona por la cual me sentía atraído. Esta
siempre era la peor parte en las relaciones: yo era un completo desastre hasta saber
que la otra persona estaba realmente interesada en mí… o hasta que hacía algo
estúpido y los ahuyentaba por ir demasiado rápido.
Estábamos de pie frente a la puerta de ensayos. Quizás pueda escapar. Puse una
mano en la manija de la puerta y con la otra me aparté el pelo de la frente. —Bueno,
aquí me quedo —espeté—. Te veré más tarde, supongo.
Antes de que pudiera hacer algo más, Zachary dio un paso hacia adelante y acortó
la distancia entre nosotros. Inclinó la cabeza y me besó con suavidad. Sus labios
eran muy suaves y cálidos y yo me sentía atraído hacia él por una especie de mano
invisible. Oh, Dios. Sonaba tan cliché decir que electricidad estalló entre nosotros,
pero es que literalmente sucedió. Me sentía electrizado desde la cabeza hasta los
dedos de los pies, y no podía tener suficiente de él. Cerré los ojos y me hundí contra
su sólido pecho. Su gran mano agarró una de las mías y con la yema de los dedos
me recorrió la palma. Olía tan increíble, como alguna clase de recuerdo que no era
capaz de ubicar. Estaba muy seguro de que el tiempo se había detenido para el
momento en que sus labios rozaron los míos.
—Será mejor que te vayas. —dijo él en voz baja cuando finalmente rompió el
beso más dulce que jamás había experimentado en mi vida. Sabía que mis ojos
seguían cerrados, pero no era algo que importara. Estaba tratando de memorizar
cada sensación que acaba de asaltar todos mis sentidos.
—Oh. Claro —¿Eso era lo que iba a hacer? Me hormigueaban los dedos de
los pies. Ese beso había estado bueno. Muy bueno. Me reí con suavidad.
—¿Qué?
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Debía ser honesto conmigo mismo, tenía todo un historial en cuanto a apresurar
las cosas cuando se trataba de los hombres con los que salía. No había tenido
muchas relaciones, pero todas habían comenzado con un beso y terminado algunos
años más tarde con un camión de mudanzas. Puede que solo tuviera veinticuatro
años, pero me sentía como si me hubiese casado y divorciado en dos ocasiones.
Ugh. Me niego a hacer esto de nuevo, me regañé a mí mismo. Entonces, Zachary se
giró y me lanzó una sonrisa que hizo que mis rodillas se debilitaran. Maldición…
esta vez iba a ser más duro.
Después de ese beso, todo lo que quería hacer era ver a Zachary… y él estuvo allí
todos los días de esa semana, esperándome después de clases recostado contra la
pared de Haven, y con mi café favorito en una mano. ¿Estábamos saliendo? No
tenía la menor idea, pero no me importaba. Me tomaba de la mano mientras que
caminábamos a clases, me invitaba el almuerzo e incluso pasaba el rato en el
restaurante en donde yo trabajaba. Por lo general, se la pasaba leyendo mientras
que me esperaba… y para mí, era agradable tener cerca a alguien que no actuara
como si mis clases y sueños fueran solo una carga.
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Los días pasaron volando, y antes de que me diera cuenta de lo que pasaba, llegó la
noche del estreno. Había estado todo el día en el teatro, y no había visto a Zachary,
cosa que me pareció un poco extraña y me dejó sintiéndome desorganizado y
frenético… cómo si no fuera yo mismo en absoluto. Era sábado, y estaba seguro que
él tendría una razón perfectamente válida para no estar aquí, además, no es como
si estuviéramos saliendo o algo así…
El director notó mis nervios y me llevó hacia un lado para chequear que estuviera
bien. —Sé que estás preparado, Cameron. No me digas ahora que tienes pánico
escénico. —Joshua era un estudiante de último año. Esta obra era su proyecto de
graduación y deseaba que fuera un éxito rotundo tanto como yo lo hacía.
Joshua pareció aliviado. —Okey, si estás seguro. Dime si necesitas algo, ¿de
acuerdo?
Joshua sonrió y se inclinó para besarme la mejilla. —Eres el mejor, Cam, y sé que
estarás increíble esta noche. Te adorarán y van a llorar por ti. Puedo sentirlo.
Tenía buenas calificaciones y críticas sobre todos los papeles que había realizado a
través de los años, pero este era el primer rol que me esforcé muchísimo por
conseguir. Mi audición había sido perfecta, eso lo sabía, pero también sabía que
había otros estudiantes que se sintieron enojados de que me escogieran por sobre
ellos. Solo esperaba que nadie hubiese visto el pequeño intercambio entre nosotros.
Lo último que necesitaba era que alguien pensara que obtuve este papel a raíz de
algo… más.
C.J Vincent Lightning Strikes
Eché un vistazo hacia la multitud a través de las cortinas. Dorian Gray había
agotado las entradas en la noche de estreno y el teatro estaba a rebosar. Nunca lo
había visto así. Las luces me impedían ver los rostros de las personas sentadas más
cerca del escenario, solo podía esperar que Zachary estuviera allí, de la misma
manera en que siempre esperaba ver el rostro de Gemma cada vez que espiaba a la
audiencia antes de un estreno.
—Solo los novatos dan vistacitos al público. —dijo una voz sobre mi oído. Me
giré abruptamente para encontrarme con Michael, otro estudiante de último año.
Se veía deslumbrante en su atuendo, y yo hice una anotación mental para
preguntarle a Heather, la encargada de vestuarios, sobre en qué sastrería lo había
mandado a hacer, porque era excelente. Dorian Gray, en un traje oscuro muy
finamente cortado, se veía por cada centímetro como un playboy muy elegante.
Muy pronto estaría desnudo en el escenario con este hombre, y él seguiría
completamente vestido. Habíamos repetido esa escena en varias ocasiones y todo
había salido muy bien. Aunque Michael era hetero, nuestra química era más que
convincente, y yo esperaba que no nos fallara cuando había un teatro repleto de
gente observándonos.
Sonreí débilmente. —Sí, tú igual. —Odiaba esa frase. Siempre sonaba tan…
maliciosa, aunque yo sabía que no era así. Michael me dio una palmadita en la
espalda y salió al escenario para tomar su primera posición. Tuve que esperar algo
de tiempo antes de mi entrada y fue más que suficiente para ahuyentar los nervios.
Cuando llegaron las señales, ya estaba listo y tan pronto como las luces me
golpearon en el rostro, no existió más nada que las líneas a recitar, la reacción del
público y Dorian. La escena del desnudo terminó en un abrir y cerrar de ojos, y sé
que escuché al menos un grito ahogado de algún miembro en la audiencia en
cuanto las luces se apagaron en el tocador de Sebastián.
La escena romántica era importante, pero Sybil/Sebastián Vane tenían muy poco
tiempo en escena y el impacto tenía que ser profundo. Era el desdén de Dorian
hacia mí y mi trágica muerte lo que lo lanzaría a la espiral cruel de libertinaje que lo
2
En el teatro, es una frase típica para desear buena suerte.
C.J Vincent Lightning Strikes
—Lo que sea que pasó, me importa un carajo. Fue brillante. Hermoso. De
hecho, escuché a alguien jadear en cuanto ocurrió. No cambies nada. Estas
personas se lo están tragando. —Una campana se escuchó suavemente y Joshua
puso una mano en mi hombro—. Hablaré contigo después. Buena suerte, la escena
de tu muerte es la que sigue. Haz que la sientan.
Simplemente asentí mientras que intentaba alejarme de su toque. —Claro que sí,
jefe.
de Joshua… Haría que lo sintieran. Sentir lo que era ser amado por un Dios y
después ser rechazado como alguien indigno.
—Él nunca vivió de verdad, por lo que nunca morirá realmente. Para ti, él
fue un sueño, un fantasma que revoloteaba a través de las obras del señor y las
dejaba más hermosas ante su presencia, era una caña a través de la cual la
música sonaba más agradable y llena de alegría. En el momento en que tocó a la
vida real, él la dañó y ella lo dañó a él.
Miré hacia la audiencia, estableciendo contacto visual con algunos de ellos. Michael
estaba entre la multitud, su personaje presenciaba la escena de mi muerte. El
público solo era consciente de él de manera periférica mientras que él acechaba por
los pasillos, pero yo lo observaba con atención. Y fue mi atención lo que llevó a la
audiencia a mirarlo, arrastrándolos dentro de la escena.
Me puse de pie, dejando que el material de terciopelo cayera sobre mis caderas de
forma peligrosamente baja. Levanté la daga dramáticamente. —Llora por Héctor si
eso es lo que deseas. Pon cenizas sobre tu cabeza porque Mercurio pereció de la
mano de Tybalt. Grita contra el cielo porque Romeo no desafiará más a las
estrellas. Pero, no desgastes tus lágrimas por Sebastián Vane, porque él era
menos real que todos ellos…
Michael hizo una pausa, esperando que los aplausos inesperados se detuvieran. No
se suponía que aplaudieran todavía y sostuve contra mi pecho esa pequeña victoria.
—Harry tenía razón, aunque jamás se lo diré. Si me hubiese casado con esa
hermosa criatura, habría sido un completo desgraciado. Por supuesto, lo habría
tratado con amabilidad. Uno siempre puede ser amable con aquellos que no te
importan. Pero, él pronto se habría dado cuenta de que me era absolutamente
indiferente. Le he hecho un favor.
Michael hizo una pausa y supe que estaba mirando hacia mí. Golpeó con el cuchillo
caído a mi lado con el pie e hizo un gesto de angustia hacia el charco de sangre falsa
que amenazaba con manchar sus finos zapatos de cuero. Él de verdad era la
encarnación perfecta de Dorian: hermoso, cruel e intocable.
—¡Mi Sebastián! —Joshua lloró. Sus brazos se abrieron hacia mí, pero logré
esquivar el agarre en el último momento posible. Todavía estaba cubierto de sangre
falsa, y podía sentir como una costra se formaba sobre mi oreja y otra en mi cabello
debido al charco donde había estado acostado. Definitivamente no deseaba un
abrazo, lo que anhelaba era una ducha.
Uno de los maquillistas había dejado una botella de limpiador facial y un paquete
de toallitas húmedas para bebé sobre mi estación de maquillaje, y yo
desesperadamente quería comenzar a limpiarme antes de que mi cuello y pecho
quedaran manchados de color rosa.
Joshua no pareció tomar en cuenta mi evasión y en cambio, guio al elenco por una
ronda de aplausos. —Esa fue la mejor escena de muerte que hemos tenido en el
teatro desde que Lady Macbeth se arrojó a sí misma sobre la audiencia y murió
sobre el regazo de alguien —anunció entre risotadas—. Ahora, no tenemos tiempo
de descansar por esta victoria, solo nos queda un acto más y finalizamos con la
climática muerte de mi querido Dorian. ¿Maquillaje? ¿Estamos listos?
—¡Listos!
que perderse de esta actuación. Tenía sentido que fueran de parte de ella. Una de
las maquillistas se encogió de hombros mientras pasaba cerca de mí.
—Si se trata de un repartidor entonces esta noche ordenaré flores para mí. —
dijo guiñándome el ojo. Me froté la mejilla con una mano y reí nerviosamente.
¿Cómo se suponía que debía sentirme con esto?
—¿No vas a revisar la tarjeta? Te apuesto que pone algo súper lindo.
—¿Vienen con una tarjeta? —Debí de haber lucido muy gracioso porque ella
agitó la cabeza y comenzó a reírse.
Las rosas eran preciosas y casi brillaban bajo las luces de mi espejo de maquillaje.
Luché contra el impulso de enterrar mi rostro en ellas y sentir los suaves pétalos
acariciándome las mejillas. Sí había una tarjeta, y no se trataba de una pequeña. La
recogí y tracé con la punta de los dedos las letras entintadas que formaban mi
nombre. Él incluso tiene una caligrafía hermosa, y eso es algo raro hoy en día.
Dejé el sobre a un lado y comencé a limpiarme. Quitarme la sangre falsa resultó ser
mucho más difícil que en los ensayos de vestuario, y en definitiva iba a quedar un
poco manchado. Tal vez se saliera por completo si usaba lavaplatos en mi ducha de
esa noche… malditas fueran los reflectores del escenario.
El elenco inundó el escenario en cuanto inició el segundo acto, y pude escuchar los
aplausos de la audiencia en cuanto Michael inició con el monólogo de apertura.
Solté un suspiro de alivio por el hecho de que mi trabajo había terminado. También
estaba lo más limpio que podía estar, así que dejé caer la capa de terciopelo y con
C.J Vincent Lightning Strikes
rapidez me puse el traje del primer acto de la obra, uno de color oscuro y ajustado
que tenía una flor de seda como prendedor en la solapa. Fruncí el ceño hacia mi
reflejo y luego dirigí la mirada hacia el tocador. ¿qué mejor manera que dar las
gracias en silencio al llevar mi regalo sobre el escenario? Sonreí y corté una de las
perfectas rosas, separándola del largo tallo y asegurándola sobre la tela del traje,
para posteriormente tirar sobre la mesa la falsificación arrugada.
Listo para el saludo final, acumulé el coraje suficiente para abrir el sobre. El papel
era grueso y costoso, y sentí como un estremecimiento me recorría mientras sacaba
la carta. Era una pieza simple de pergamino con una inscripción en la preciosa
caligrafía de Zachary.
~Z
Presioné el dorso de mi mano contra la mejilla, ¿por qué cada cosa que él hacía me
hacía sentir como si fuera a estallar en llamas? Necesitaba controlarme. —Solo son
flores. —susurré.
Pero eran para mí. Una sonrisa se deslizó por mi rostro y miré rápidamente por
sobre el hombro para asegurarme que nadie me observaba y luego me incliné hacia
adelante y enterré el rostro entre los pétalos de terciopelo. El aroma era especiado y
picante, como nada que hubiese olido antes. Especialmente no de parte de un ramo
comprado en una tienda, ¿de dónde diablos consiguió estas cosas? Tengo que
preguntárselo…
Hice una reverencia hacia la audiencia para agradecerles y luego me enderecé. Con
una pequeña sonrisa en el rostro, tomé la rosa en las solapas de mi traje, la llevé a
mi nariz inhalando brevemente antes de arrojarla hacia los espectadores. Fue
Zachary quien la atrapó con habilidad y se la llevó a los labios, alguien dentro del
público soltó un gritito y los aplausos se hicieron un poco más fuertes cuando hice
una nueva inclinación antes de unirme a mis demás compañeros de reparto.
Michael apretó mi mano con fuerza mientras que hacíamos una última reverencia y
yo sonreía con felicidad. Esta noche no podría haber sido más perfecta, y tenía la
certeza de que Zachary me esperaría en la puerta del escenario cuando todo
hubiese terminado.
…Pero, no estuvo en la puerta del escenario cuando finalmente nos dejaron ir.
Todos los demás miembros del elenco se reunían con algún miembro de su familia
o con sus parejas para proseguir con la celebración. Para cuando lo noté, estaba
solo. Michael me invitó a salir a tomar una comida con él y su novia, pero yo negué
con la cabeza.
—Gracias, pero creo que debería de volver a casa. Esta noche me drenó
completamente, y estoy muy seguro que todavía apesto a sangre falsa.
—Claro que sí, dale un beso de mi parte. —le respondí. Michael siempre se
ocupaba de recordarme lo mucho que su novia me adoraba. Era algo lindo, pero yo
no estaba en el mercado ahora mismo para que alguien me llamara su GBF3.
Esperé por media hora, pero finalmente me di por vencido y emprendí el camino a
casa. Tal vez, tuvo que irse de repente, pero él había estado en medio del público
durante el bis, silbando con muchísima fuerza cuando hicimos nuestra última
reverencia. Estaba casi seguro… ¿quizás me había equivocado? ¿Sería que lo había
asustado con ese pequeño lanzamiento de flores? No, eso sería estúpido. Él vino a
verme en mi presentación, me llevó flores y una tarjeta… probablemente me estaba
3
Girlfriend’s Best Friend = El mejor amigo de su novia.
C.J Vincent Lightning Strikes
dando libre la tarde para recuperarme. Tenía una segunda actuación mañana,
quizás él no deseaba contribuir a mi agotamiento.
Me reí en voz alta mientras empujaba los audífonos dentro de los oídos. Te estás
adelantando… demasiado.
Traté de evitar que mi mente divagara hacia Zachary y lo que podría estar haciendo,
pero no pude evitarlo. Al día siguiente, me encontré en el teatro bastante temprano,
como era lo usual. Siempre que era día de actuación, prefería sumergirme en mi
personaje… en el teatro… me ayudaba a esclarecer mi cabeza y me permitía
concentrarme en las escenas en lugar de todo lo demás.
Podía sentir mis mejillas arder mientras me encaminaba hacia la estación. Había un
paquete envuelto en papel café y finamente atado con una cinta blanca.
—¿Qué diablos…? —susurré, tirando del lazo con mis dedos los cuales
parecían sacudirse mucho más de lo que yo deseaba. El papel cayó y reveló el
sándwich más increíble que había visto en muchísimo tiempo. Un club4 de dos pisos
repleto de tocineta y un plato de fruta. Mi estómago gruñó. Había una pequeña
tarjeta empalada en uno de los palillos largos que sostenían el sándwich y evitaban
que cayeran.
4
Un club sándwich, denominado también clubhouse sándwich, es un tipo de sándwich servido
frecuentemente con doble piso y cortado en cuatro partes, para su elaboración se requiere tres rebanadas
de pan tostado.
C.J Vincent Lightning Strikes
Alucínalos.
~Z.
Sentí como una sonrisa se formaba en mi rostro mientras que arrojaba el papel de
regalo café sobre la basura y picaba un trozo de piña con el tenedor de plástico que
encontré escondido debajo del sándwich. Dejé escapar un suspiro mientras mordía…
no podía recordar la última vez que comí una fruta así de fresca. Era el paraíso.
¿Pero de verdad era todo lo que quería? El solo recuerdo del beso que habíamos
compartido me daba suficiente en que pensar, y si estaba aquí sentado y pretendía
ser honesto conmigo mismo, la verdad es que deseaba más.
Sentarme entre el público mientras que los actores entraban a escena, había sido
algo electrizante, incluso para mí que sabía bastante acerca de la electricidad.
Cameron era algo mágico de ver, y su dedicación al personaje además de sus
palabras, eran impresionantes. Por supuesto, los otros actores también tenían
talento, pero yo solo tenía ojos para él. Mi corazón dio un vuelco cuando Dorian
tomó su mano, y me dolió cuando luego lo dejó de lado… Y una cosa parecida a los
celos ardió dentro de mis entrañas en el momento en que Dorian y Sebastián
yacieron desnudos y juntos bajo las luces del escenario.
Todo lo que sabía era que quería jalar a Cameron entre mis brazos y llevármelo
lejos de esta vida. Se merecía ser cuidado, adorado, y yo podía darle eso. Lo único
que necesitaba era decir que sí.
Me dolió dejar el teatro después del cierre del telón. Quería ir con él; quería sentir
sus labios sobre los míos y escucharlo gemir contra mi oído. El sándwich había sido
C.J Vincent Lightning Strikes
una ofrenda de paz, algo pequeño para hacerle saber que había estado pensando en
él y que sabía que no había probado bocado antes de salir de su departamento.
Lo había estado observando, era algo que no podía evitar. Pero es que él era mío,
aunque aún no lo supiera. Lo había visto caminar descalzo por su apartamento con
una enorme sonrisa en el rostro, y cantando lo que fuera que sonaba desde su iPod.
También lo vi prepararse un plato de cereal para cenar, algo que me urgía cambiar.
Ningún amante mío iba a comer tan mal, mucho menos cuando llevara a mi hijo
dentro suyo.
Puede que haya apresurado un poco las cosas, pero siendo honestos, era en todo lo
que podía pensar. Tenía que saber si era él. Necesitaba saberlo.
Estaba sentado en el mismo asiento que había ocupado en la noche anterior, con
los ojos fijos sobre el escenario y un ramo de rosas rojas a mi lado. Se las entregaría
de la misma forma en que lo había hecho anoche, pero esta vez, cuando todos los
actores abandonaran el área detrás del escenario después del cierre del telón, yo
estaría esperándolo.
Hacia todos esos siglos habría aprovechado la oportunidad para probar la devoción
mortal… pero ahora, lo único quería probar era a Cameron.
Tal como la noche anterior, Cameron subió al escenario con un traje oscuro y
entallado que favorecía sus esbeltas líneas y la estrechez de su cintura. Una rosa
roja sangre estaba metida dentro de la solapa, y yo le sonreí mientras que los
aplausos y vítores resonaban dentro del teatro. Y justo como había hecho antes,
llamó mi atención y se quitó la flor de la solapa antes de arrojarla hacia el público.
La atrapé hábilmente en el aire y rocé los pétalos contra mis labios, sintiendo esa
misma electricidad subiendo por mi columna mientras que sus mejillas se
ruborizaban tenuemente. El director dio un paso adelante y tomó las manos de sus
protagonistas, adelantándolos para hacer otra reverencia.
Joshua finalmente soltó las manos de sus actores y dio un paso hacia adelante. El
foco lo siguió e hizo una reverencia más, antes de aplaudir brevemente hacia la
audiencia y levantar las manos para pedir silencio.
—Damas y caballeros, muchas gracias por todo su apoyo, por favor acepten
mi invitación en unirse a mí y al elenco para celebrar estas dos noches de
espectáculos en Two Stones… todos saben en dónde queda, ¡así que vengan e
inviten una bebida a mis estrellas!
Miré en mi programa para hacerme una idea de quién era cada persona que salía
por la puerta del escenario. Michael Crawford, o Dorian Gray, salió con su disfraz y
con el cabello peinado hacia atrás, tenía sangre falsa manchándole el frente de la
camisa blanca. Una chica de largo cabello negro chilló con alegría y se arrojó entre
sus brazos. Interesante.
Paul Thomas o Lord Henry Wollard, le siguió. Era un joven alto y delgado, con un
cabello rebelde que estuvo escondido debajo de la peluca que usó en escena.
—No. No, no, no. Conozco a Cam, y eso significa que está esperando a que
todos nos vayamos para que pueda escabullirse a casa como siempre. Dile que lo
invitaré a cenar. —anunció ella, haciéndole señas a Paul para que subiera las
escaleras y lo trajera.
—Sí. —respondió ella con firmeza, mientras cruzaba los brazos sobre su
pecho.
—Será mejor que hagas lo que te pide, no sabemos qué clase de rabieta
tendrá si no lo haces. —susurró Michael teatralmente, antes de alejarse del hábil
codazo de su novia.
—No eres nada lindo, Michael. ¡Paul, ve y busca a mi Cammy! —La chica se
echó el pelo por sobre el hombro y lo miró con severidad. Paul alzó las manos y se
giró para subir las escaleras hacia la zona backstage. Solo se fue unos momentos
antes de bajarlas ruidosamente, seguido por el director y la joven de aspecto
preocupado que me había recibido las flores. Joshua estaba tirando a Cameron de
la mano, pero era obvio que él no quería estar allí.
Di un paso hacia el grupo, consciente del hecho de que era más alto y con los
hombros más anchos que todos los que me rodeaban. —Siento interrumpir, pero he
estado esperando por Cameron.
—¿Viste? Trate de decirte que fue él quien me dio tus flores. No seas tan
tímido al respecto, Cam, es hermoso. —susurró la directora de escena, empujando
un dedo en el costado de Cameron.
—Cameron, ¡No nos dijiste que tenías novio! —exclamó la chica—. ¡Miguel!
—Le dio un puñetazo en el brazo—. ¿Por qué no me dijiste que Cameron tenía
novio?
—Lo que sea. Bueno… supongo que solo nos queda volvernos mejores
amigos a través de copas. —anunció alegremente—. Necesito un trago, ¿alguien
viene conmigo? —Los actores y estudiantes cerca de ella vitorearon por unos
momentos, y luego el grupo se dirigió hacia la puerta. Joshua se tomó un momento
para mirarme de forma extrañada, antes que Candace, la directora de escena, se lo
llevara.
Con Cameron abrazado a mi lado y mi brazo sobre sus hombros, los seguí fuera del
teatro al interior de la crispante noche, pero a un paso mucho más suave.
—Claro que sí, estoy aquí para apoyarte. Habrá mucha gente aquí que espera
conocerte y hablar contigo. Los escuché en la audiencia… espero que hayas
practicado tu firma.
Estaba destinado a ser una broma, pero Cameron no se rio. Algo le estaba pasando
y esperaba que me lo confesara antes de que acabara la noche.
—¿Un MAG?
—Mejor amigo gay. Es agradable tener a alguien con quien hablar de todo…
pero, sinceramente, es un poco aburrido. Creo que espera demasiado de mí… y
simplemente no sé exactamente qué.
Solté a Cameron de mi agarre y lo giré para que me mirara. Se veía cansado y frágil,
pero, me di cuenta de que todavía tenía rastros de la adrenalina de su
interpretación. Le tomé el rostro entre ambas manos y froté el pulgar suavemente,
a lo largo de su mandíbula.
5
De GBF: Gay Best Friend.
C.J Vincent Lightning Strikes
Me tomó todo lo que tenía el romper ese beso, y Cameron gimoteó en cuanto aparté
mis labios de los suyos. —¿Estás seguro de que no quieres llevarme ahora mismo a
casa? —susurró, su voz estaba ronca por el deseo y podía sentir como mi resolución
se desmoronaba.
C.J Vincent Lightning Strikes
6
Se refiere a una avenida
C.J Vincent Lightning Strikes
Michael estaba hablando con una mujer joven con rastas que sostenía su teléfono
celular frente a su cara mientras él respondía preguntas. Deslicé mi mano sobre su
hombro y lo aparté por un momento. —¿Has visto a Cameron?
Michael pareció sorprendido. —No, pensé que estaba contigo
—Lo acabo de ver con Joshua. —interrumpió Paul. No me prestó atención y
se volvió hacia la joven que sostenía el teléfono—. Estoy bastante seguro de que
también querrás entrevistarme, yo era Lord Henry...
—Gracias. —murmuré, soltando a Michael y dándome la vuelta para caminar
entre la multitud. No me agradaba Joshua, no me gustó desde el momento en que
lo vi. No era solo una mala vibra, era la forma en que Cameron había reaccionado
ante él. Nunca quería ver su rostro lucir como lo hizo cuando Joshua lo tocó.
—¿Dónde está Joshua? —le pregunté a Candace, la directora de escena. Ella
pareció confundida por un momento, y luego señaló a través del pub hacia el bar.
Apreté los dientes cuando vi que tenía a Cameron atrapado contra la pared, con la
mano en el panel de madera al lado del hombro de Cameron. Me costó todo lo
posible no correr por la habitación y arrojarlo por una ventana.
—Cameron, te he estado buscando por todas partes. —dije en voz alta,
pasando a Joshua para ofrecer mi mano a Cameron. Sin dudarlo, Cameron me
agarró los dedos con fuerza y empujó al director. No me disculpé por interrumpir,
solo miré a Joshua con una mirada que debió haber chisporroteado con un poco de
poder divino, porque el director palideció y balbuceó una disculpa por mantener a
Cameron fuera de la fiesta.
Las escaleras que conducían al club se abrían a nuestra izquierda y tuve una idea.
Podía sentir el bajo de la música de abajo vibrando a través de las suelas de mis
botas. La noche del club ya estaba en marcha; era el lugar perfecto para que
Cameron estuviera solo y lejos de todos los demás. Aún mejor, podríamos hacer
una escapada rápida a través de la entrada separada del club.
Con una sonrisa en mi rostro y sin pensar dos veces en el tembloroso Joshua, puse
mi brazo sobre los hombros de Cameron y tiré de él hacia las escaleras. Envolvió su
brazo alrededor de mi cintura y se puso a caminar conmigo, permaneciendo cerca
de mi lado mientras descendíamos las escaleras juntos.
La temperatura había sido agradable en el piso de arriba, las ventanas estaban
abiertas para permitir que entrara algo del aire fresco de la noche en el pub, pero
aquí abajo hacía más calor. El aplastamiento de los cuerpos y el golpe de la música
se sumaron a la atmósfera. A Hades le hubiera encantado. Había gruesas cortinas
de terciopelo en las paredes para amortiguar el sonido, y cada luz era roja, bañando
de escarlata la pista de baile que se retorcía.
Cameron me sonrió y luego se puso de puntillas para presionar sus labios contra
los míos; yo había iniciado cada uno de nuestros besos y me sorprendió que él
hubiera tomado la iniciativa. Cameron envolvió sus brazos alrededor de mi cuello y
C.J Vincent Lightning Strikes
abrió su boca contra la mía, su lengua jugueteó contra mis labios, rogándome que
los abriera para él.
Más inesperado. Todos mis amantes se habían sometido a mí, permitiéndome
tomar el control, pero Cameron no se rendía y descubrí que eso me gustaba de él.
Sus dedos se curvaron en mi cabello y finalmente abrí mis labios para permitir que
su lengua se deslizara hacia adentro. Lo deseaba tanto y sabía que él también me
deseaba a mí.
Después de un largo momento, Cameron apartó sus labios de los míos y los
presionó contra mi cuello. —He estado pensando en ti todo el día, apenas pude
concentrarme en mis líneas esta noche. —susurró acaloradamente en mi oído. Miró
por encima del hombro a los baños unisex que estaban detrás de nosotros; un largo
banco de puestos y una gran pared de espejos y lavabos enfrente. Cameron sonrió
con malicia y tiró de las solapas de mi chaqueta.
Arqueé las cejas con incredulidad. ¿Aquí? Realmente había estado lejos de los
humanos durante demasiado tiempo. Cameron tiró más fuerte y me encogí de
hombros y le permití que me llevara hacia el baño. Escuché a alguien reír a
carcajadas y a alguien más silbar, pero no me importaba lo que pensaran.
Todo lo que me importaba era la mirada en los ojos de Cameron y la forma en que
sus labios se curvaron.
Cameron abrió la puerta de un cubículo de una patada y me tiró dentro, me besó de
nuevo, duro y apasionado, sus manos frotando mi pecho y caderas. No tenía idea de
en qué se estaba metiendo, nunca había experimentado la pasión de un dios... pero
se lo mostraría antes de que terminara la noche.
—Cuando Michael y yo estábamos desnudos en el escenario, me imaginaba
que estaba contigo. —Jadeó Cameron en mi oído, su mano frotando contra mi polla
que se endurecía rápidamente.
—¿Cómo se sintió Michael por eso? —Me reí entre dientes suavemente
mientras Cameron lamía mi cuello, su mano frotaba con más insistencia la parte
delantera de mis jeans, buscando a tientas mi cinturón.
—Me disculpé por dejar que la escena se saliera con la suya —dijo con una
sonrisa—. No necesita saber que no era él en quien estaba pensando. —Gimió
cuando la hebilla de mi cinturón se soltó y trabajó rápidamente para desabrochar
los botones de mis jeans—. ¿También has estado pensando en mí? — preguntó
inocentemente mientras deslizaba su mano dentro. No llevaba calzoncillos y la
sensación de su mano contra mi suave longitud era indescriptible.
Respiré hondo entre los dientes y alargué la mano para cerrar la puerta del
cubículo. —Eres lo único en lo que pienso. —dije con voz densa mientras Cameron
comenzaba a explorar con sus dedos, sus ojos se abrieron con hambre mientras
adivinaba la longitud y el grosor de lo que estaba a punto de desatar.
C.J Vincent Lightning Strikes
Sin otra palabra, Cameron deslizó mis jeans por mi trasero y se arrodilló frente a
mí. Mi polla estaba larga y dura por él, la cabeza ya enrojecida.
Pequeños rayos de electricidad recorrieron mi cuerpo arriba y abajo mientras me
tocaba suavemente, acariciando sus dedos por la parte inferior, rodeando mi
miembro grueso con sus dedos mientras acariciaba su rostro contra mi muslo por
un momento antes de deslizar su lengua justo debajo de la cabeza de mi polla.
—Mierda. —No pude evitar jadear. Había pasado tanto tiempo.
Cameron inclinó la cabeza hacia arriba para poder ver mi rostro. Cuando nuestras
miradas se encontraron, sonrió y sostuvo mi mirada mientras lamía de nuevo,
girando su lengua alrededor de la coronilla. Apreté los dientes mientras permitía
que Cameron trabajara su boca sobre mi polla, provocándome con su lengua y
dientes.
Fue lento y relajante, al menos hasta que me agaché y pasé mis dedos por su
cabello color miel. Estaba cansado de bromear. Quería que esa boca caliente me
envolviera todo... tanto como él pudiera soportar. Tiré de la cabeza de Cameron
hacia adelante con suavidad, sonriendo mientras me miraba con sorpresa.
Ahogando una sonrisa, abrió la boca y se tragó las primeras pulgadas de mi polla.
Podía sentirme vibrar bajo su lengua, luchando contra las corrientes eléctricas que
retumbaban por mis venas. Yo era el dios de los truenos y las tormentas, y me
estaban poniendo a prueba.
Cameron trabajó en mi polla lentamente, lamiendo y chupando, saboreando cada
centímetro que podía hasta que se apartó.
El bajo silenciado no pudo ahogar mi gemido y mis dedos se curvaron libremente
en la parte posterior de su cuello. Cameron sonrió y mordió mi muslo. —¿Te gusta
que te chupen en público? —Chupó la cabeza redonda y firme de nuevo, gotas de
líquido preseminal salado cubrieron su lengua mientras sostenía mis bolas en su
palma, acariciándolas gentilmente.
—Sí. —siseé, sabiendo que era lo que quería escuchar. Pero era cierto, me
gustaba en todas partes, eso era lo que me había metido en tantos líos con mi ex
esposa.
Cameron recompensó mi respuesta deslizando su boca caliente sobre mi gruesa
longitud más y más por su garganta, hasta que su frente rozó mi estómago y estaba
murmurando maldiciones en voz baja. Todo lo que podía hacer para mantenerme
bajo control era arrastrar de vuelta a Cameron cada vez que levantaba la cabeza.
Cameron se detuvo por un momento, como si sintiera que se acercaba algo. Tenía
razón, no podía mantener a raya mi deseo por él para siempre. La única forma en
que sabría si él era el indicado era... pero ¿y si no lo fuera? Puse una mano en el
hombro de Cameron, deteniendo su atención a mi polla y mis bolas.
—Espera... espera. Necesito decirte...
C.J Vincent Lightning Strikes
Arrastré mis labios lejos de los de Cameron y tomé su rostro gentilmente entre mis
manos. —Vámonos de aquí. —susurré. Cameron sonrió.
—Funciona para mí. —respondió.
Pensé que podría.
Lo besé de nuevo, suave y prolongado esta vez, sin dejarle dudas sobre lo que iba a
pasar esta noche.
Salimos juntos del baño, sin molestarnos en ocultar que algo había sucedido.
Cameron se lavó las manos con gracia, ignorando al compañero de reparto que
aplaudió cuando me vio. Pasó sus dedos por los míos y tiró de mí a través del club
iluminado de color escarlata hacia la salida, asegurándose de pasar junto a Joshua
mientras lo hacía. ¿Le guiñé un ojo al bastardo? Por supuesto que lo hice.
Caminamos hacia el apartamento de Cameron a un ritmo pausado, mi cuerpo
todavía vibraba con electricidad y sobre nosotros las nubes oscuras habían
comenzado a acumularse. —¿Piensas que va a llover? —preguntó Cameron,
mirando preocupado al cielo.
No necesitaba mirar hacia arriba. Esta noche iba a hacer mucho más que llover. —
Definitivamente. —dije con voz ronca. Necesitaba volver al Olimpo, pero no quería
abandonarlo aquí en la calle. Estábamos casi en su apartamento cuando tuve una
idea.
—Quiero traernos una botella de vino… —dije de repente. La boca de
Cameron se abrió.
—¿En serio? Quiero decir... seguro, pero en serio, ¿ahora mismo?
—Sí, quiero decir, la tienda de licores cerrará pronto, me reuniré contigo en
tu casa. No tardaré. Lo prometo. —Cameron no parecía convencido, pero no pudo
hacer otra cosa que encogerse de hombros y estar de acuerdo conmigo.
Se acercó a mí y presionó sus labios contra los míos, frotando una mano contra mi
entrepierna mientras lo hacía. Mi polla lo quería ahora, y saltó bajo su toque.
—No me hagas esperar. —susurró.
—No lo haré. —murmuré mientras me alejaba. Corrí en dirección a la
licorería, pero tan pronto como doblé la esquina, cerré los ojos y me dispuse a
regresar al Olimpo.
columna más alta y les fruncí el ceño. Muchas de esas criaturas respondieron a las
diosas y no a mí; nunca dejaría de enfurecerme que a pesar de que se habían ido,
persistieran los recordatorios de su presencia.
—Para de gritar. No hay nadie aquí. Hermes está fuera, no he visto a Ares en
semanas, y Poseidón está... —La voz de Hades hizo eco a través de la cámara y
luego salió de detrás de una columna. No importa cuántos siglos pasaran, el
sinvergüenza todavía podía acercarse sigilosamente a mí. Habíamos enterrado
nuestra propia disputa hace milenios, pero no me gustó el hecho de que aún
pudiera sorprenderme.
El dios del inframundo se apoyó contra una columna por un momento, como si
tratara de encontrar las palabras adecuadas para lo que estaba haciendo nuestro
hermano. —Surfear, lo llamó —dijo encogiéndose de hombros—. Me suena ridículo,
pero parece más tranquilo cuando regresa.
—Llámalos ... a todos.
—¿Para qué? — Hades estaba tan tranquilo. Demasiado tranquilo. Sentí
como si fuera a estallar en llamas. ¿Estaba jugando conmigo?
—Lo encontré. Encontré mi chispa —Se sintió aún mejor decirlo en voz
alta—. El antepasado nacido de la diosa que cumplirá la profecía. Hades, ellos
existen.
Mi hermano parecía escéptico, pero siempre tenía esa mirada. —¿Estás seguro?
—¡Sí! Por supuesto…
—¿Lo marcaste con tu semilla y sobrevivió?
—Sí... no es como los demás. —Tantos otros que había amado y fallado.
Hades me miró con atención, como si no estuviera seguro de qué decir a
continuación. Si fuera cierto, no habría nada que nos impidiera buscar nuestras
parejas. Habría uno para cada uno de nosotros... ahora lo sabía. —No pensé que
fuera posible. —dijo en voz baja, cerrando el polvoriento tomo que tenía en sus
manos.
—Tienes que decirle a los demás... tienen que saber que nuestra espera ha
terminado.
—Puede que haya terminado para ti, hermano —dijo sombríamente—. Es
posible que todavía tengamos que esperar... ¿Cómo lo explicaste?
—¿Explicar qué?
Hades me miró parpadeando, una expresión curiosa jugando sobre sus rasgos.
¿Estaba mi hermano cara-de-piedra tratando de sonreír?
—Ya veo —dijo—. Puede que tengas que calmar tus celebraciones, hermano.
Estos no son los viejos tiempos, y estos mortales no son los mismos. No puedes
C.J Vincent Lightning Strikes
No debí haberlo dejado ir. Me quedé de pie en medio de la calle, mirándolo correr
por la acera en dirección a la licorería. Aunque, no estaba del todo seguro de a
dónde se dirigía… ¿Y si no era otra cosa que una excusa? Una forma de alejarse de
mí sin hacerlo todo incómodo. Me pasé una mano por la boca, casi lamentando lo
que había sucedido en el baño del club. Eso no era algo propio de mí. Me gustaba
pensar que yo no era un tipo “fácil”, pero obviamente había tirado todo por la
ventana. Cameron “la puta” … Nunca antes había sido tan espontáneo. Deseaba a
Zachary y quería que él supiera cuánto y hasta qué punto estaba dispuesto a llegar
por él
—Mierda.
Mis ojos picaron con lágrimas furiosas mientras que parpadeaba con rapidez.
¿Cómo pude ser tan estúpido? No, yo sabía cómo: era por la forma en que me
besaba, como me sostenía entre sus brazos. La manera en que olía y el sonido de
sus gemidos cuando su polla estaba dentro de mi boca…
Pisoteé el resto del camino hasta mi apartamento y cerré la puerta con la fuerza
suficiente para derribar un cuadro vintage que Gema me había dado por mi
cumpleaños. El vidrio se rompió y fue como que todo lo que se había estado
construyendo en mi interior por los últimos días, se derrumbó todo a la vez. Me
senté sobre la alfombra raída de mi departamento del tamaño de una caja de
zapatos, y lloré.
Todo esto era demasiado. El desgaste emocional de prepararme para la obra, los
avances no deseados de Joshua, y Zachary en sí… la vergüenza y el arrepentimiento
me inundaron de golpe y yo apoyé la frente sobre mis rodillas hasta que por fin
pude dejar de temblar.
No me ayudó en mucho, ya estaba agotado. Toda esa energía nerviosa y feliz que
había sentido en el club, se había esfumado y ahora me sentía vacío. Escuché el
sonido de un trueno y observé por la ventana del balcón que había comenzado a
llover. Con fuerza.
Genial. Deja que llueva. Espero que se empape de camino a casa y que tal vez lo
golpee un rayo.
Ese súbito pensamiento mezquino me hizo sonreír. Podía imaginar que no había
nada peor que un par de zapatos de gamuza empapados y una chaqueta de cuero
mojada. Me limpié los ojos y me levanté del suelo. Revolcarme en autocompasión
no era para nada mi estilo. Yo estaría bien en algunos días… o al menos, esperaba
estarlo. Dejé el marco roto en la pequeña encimera de la cocina, le echaría un
vistazo de nuevo en horas de la mañana cuando mi cabeza estuviera más despejada.
Tal vez podría arreglarlo o encontrarle un reemplazo que fuera económico…
Gemma tendría que aconsejarme de alguna forma… Había estado tan absorto en
Zachary y en Dorian Gray que no había ido por Jersey en varias semanas. Ella me
había estado enviando mensajes de texto con fotos de los niños haciendo pucheros
en orejas de conejitos. Los extrañaba demasiado y Gemma sabía que las fotos de
caras tristes era la forma más rápida de hacerme ir allá.
Estaba de pie en la sala de estar que a su vez funcionaba como dormitorio, mientras
trataba de decidir si me iba a molestar en ver televisión o simplemente irme a
dormir, cuando un fuerte golpe hizo sonar la puerta de mi apartamento.
Miré mi teléfono, dándome cuenta que era más de medianoche y que el alquiler no
debía de pagarse hasta dentro de una semana… así que no me moví. Me quedé
mirando la puerta, esperando que fuera alguna persona que se hubiese equivocado.
Nadie me había avisado que venía, y definitivamente yo no esperaba a nadie esta
noche. Ese último pensamiento me dejó un sabor amargo mientras que pasaba
saliva.
Quienquiera que estuviera del otro lado de la puerta, volvió a llamar, y esta vez con
más fuerza.
Con un toque de pánico a mi paso, corrí hacia la puerta y observé por la mirilla. El
extraño ángulo del lente, distorsionaba el pasillo, pero la imagen de la persona de
pie frente a mi puerta era nítida y clara.
Zachary.
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Estaba empapado, el agua goteaba por sobre la alfombra del pasillo mientras que
respiraba con dificultad. Sus ojos grises estaban clavados en los míos, como si
supiera que lo estaba observando del otro lado.
Antes de poder pensarlo con profundidad, mis dedos buscaron el cerrojo y me hallé
abriendo la puerta. La cadena continuaba colgada, así que observé a Zachary a
través del pequeño espacio.
Zachary se encogió de hombros. —Tenía una vaga idea del edificio en el que vivías…
conozco bastante bien el vecindario.
—Entré detrás de alguien, ¿creo que era el propietario? Me dijo en qué piso
estabas —admitió con una sonrisa—. Mi otro plan era llamar a todas las puertas del
edificio hasta encontrarte, así que me funcionó bastante bien.
Cada pensamiento horripilante que había estado teniendo sobre mí o sobre él,
desaparecieron en un instante y me dejé hundir contra el marco de la puerta. —Sí…
Sí, lo siento, claro que puedes entrar.
—Sí, se podría decir. —dijo con pesar, apartándose el pelo mojado hacia un
lado—. ¿Puedo… puedo conseguir una toalla?
—Oh, mierda, ¡Por supuesto! —Me apresuré hacia el baño y tomé una toalla
seca. Incluso se veía atractivo cuando estaba mojado, y eso me ponía un poco
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nervioso. Salí de regreso con la tela seca, y Zachary se había quitado la chaqueta, la
camisa y estaba desabrochándose el cinturón.
—Uhhh… ten. —dije con torpeza. Zachary tomó la toalla con una sonrisa y se
la pasó por sobre el pelo, dándome tiempo para admirar los músculos de su torso.
Estaba cubierto de tatuajes, y ya me imaginaba trazándolos con las yemas de los
dedos a la luz de la mañana. Ya para.
—Oh, no… no es gran cosa. —Sí que era gran cosa, y yo era de esos
mentirosos que eran terribles diciendo mentiras. Para ocultar mi nerviosismo por
tener a este hermoso hombre en mi departamento de mierda, alrededor de todas
mis cosas de mierda, fui hasta la cocina y abrí la botella de vino—. Espero que no te
importe que lo sirva en tazas… no he tenido tiempo de comprar vasos. Gemma se
burla de mí por eso, todo el tiempo…
—Es divertida, tenía la esperanza de que viniera a ver la hora, pero los niños
la tienen muy ocupada.
7
Goodwill Industries International Inc. acortado como Goodwill, es una empresa estadounidense sin ánimo
de lucro y además una organización que proporciona trabajo a personas en situaciones vulnerables.
Goodwill está financiada por una red de tiendas de segunda mano.
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—Son dos monitos. Son increíbles. Gemma se queja bastante de ellos, pero
sé que los adora… son la mejor clase de diablillos. No te mentiré, me siento un poco
obsesionado con ellos. Los visito todo lo que puedo, supongo que es porque no
puedo tener hijos propios. Debería hacer algún esfuerzo adicional para ser el mejor
tío de todos los tiempos. Su padre no está en la foto, así que quiero estar ahí para
ellos.
Me encogí de hombros, eso era algo en lo que había pensado por mucho tiempo. Mi
ex había hablado sobre adopción, pero para el momento en que estábamos
analizando el proceso y los costos, él ya se había ido y yo estaba intentando
comenzar de nuevo. Y no podría hacerle eso a un niño.
—Oh, sí, lo sé, pero es algo que requiere trabajo y dinero… sin mencionar,
encontrar a alguien en el que pueda depender y que esté allí para ellos y para mí…
es pedir demasiado, ¿sabes? —Me di la vuelta con las dos tazas de vino en las
manos y casi las dejo caer cuando choqué contra el pecho desnudo de Zachary.
Estaba completamente desnudo, sus jeans mojados cubrían una de las sillas de mi
pequeña mesa en la cocina.
—¿De verdad es demasiado? —dijo con voz ronca. Sus ojos grises pálidos se
mantuvieron sobre los míos y no fui capaz de apartar la mirada. No hacía mucho
había estado lanzándole pequeñas maldiciones por abandonarme, y ahora estaba
desnudo y a algunos pasos de mí, y yo lo quería aún más cerca.
Me lamí los labios con nerviosismo. —No lo sé. —le respondí. Zachary me quitó las
tazas de las manos y tomó un sorbo del líquido rojo oscuro. Cerró los ojos por unos
breves instantes y finalmente las colocó sobre el mostrador justo detrás de mí.
Mientras me echaba hacia atrás, mi trasero golpeó contra el borde de la formica, y
solté una pequeña risa nerviosa.
Zachary me sonrió y llevó sus manos hacia mi rostro. Sus dedos me rozaban las
mejillas y se deslizaron por los lados de mi cuello. Me estremecí cuando sus manos
me recorrieron los hombros y bajaron a lo largo de mi clavícula. Un trueno
retumbó de nuevo, y Zachary se inclinó hacia adelante, presionando su boca contra
la mía. Las corrientes eléctricas me estremecieron mientras me recorrían las venas,
y gemí contra sus labios envolviendo mis brazos alrededor de su cuello. Esto es lo
que yo quería.
Zachary movió sus caderas y de repente recordé que estaba totalmente desnudo en
mi cocina y que las cortinas estaban abiertas, pero tampoco me importaba una
mierda. Deseaba a este hombre, y él me deseaba a mí, y eso era lo único que tenía
en la cabeza.
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Deslizó las manos sobre mis caderas y hasta abajo para sujetarme del trasero y
subirme encima de la encimera. Abrí la boca y envolví las piernas alrededor de su
cintura para acercarlo más a mí. Zachary gimió de la misma manera en que lo había
hecho en medio del baño del club, y eso me hacía sentirme un poco más audaz. Su
polla estaba endurecida y la mía también, entonces me froté sobre su longitud con
entusiasmo. Su lengua estaba dentro de mi boca y sus manos en mi cuerpo… Dios,
lo quiero todo dentro de mí.
Apreté mi boca sobre la suya y miré hacia la mesa de la cocina. —Allí, llévame allí.
—Jadeé. Zachary sonrió mientras cambiaba en esa dirección, y me dejaba
suavemente de pie junto a la mesa. En el instante en que mis pies tocaron el suelo,
me dejé caer de rodillas y tomé toda su dura polla en mi boca. Me encantaba la
forma en que gemía mientras recibía cada centímetro en el interior de mi garganta.
—De donde yo vengo, también es para follar. —dijo con una sonrisa
mientras se vertía un poco sobre la palma de la mano. Observé con avidez cómo se
extendía el aceite sobre su pene e imaginé la facilidad con la que entraría en mí,
estirándome y llenándome hasta llevarme al orgasmo.
haciéndome gemir. Jugaba encima de mi culo con los dedos, y luego los insertó con
lentitud. Me mordí el labio y presioné el trasero contra él, mostrándole lo ansioso
que me sentía por estar lleno de su pene.
—Por favor —Gemí mientras metía sus dedos profundamente dentro de mí—
. Por favor, quiero tu polla.
El peso de Zachary era cómodo, y podía sentir como su corazón palpitaba en sus
costillas y vibraba sobre mi pecho. Se quedó encima de mí por unos momentos, y
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luego alzó la cabeza y me besó con suavidad. —¿Qué voy a hacer contigo? —susurró
con una sonrisa.
Solté una risita y apreté las piernas en torno a sus caderas, empujando su polla de
nuevo en mi interior. —No lo sé —dije tontamente mientras que él cerraba los
ojos—. Supongo que tenemos que esperar y ver…
Justo cuando creí que no sería capaz de aguantar más, él deslizó la mano entre
nuestros cuerpos y tomó mi palpitante polla en su gran mano, llevándome al
orgasmo más rápido y ruidoso de toda mi vida. Era un completo desastre, en
sentido literal y figurativo, y suspiré agradecido mientras que Zachary me dejaba
cuidadosamente en mis piernas temblorosas sobre el suelo de la ducha.
No había forma en que ambos entráramos cómodamente sobre mi cama, pero, por
alguna razón, esta parecía lo suficientemente grande mientras que él me sostenía.
Qué dicha.
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—Oh, Dios. —fue todo lo que pude decir antes de que se estrellara sobre mí y
electricidad corriera por mis venas. Zachary introdujo profundamente sus dedos en
mi interior y mi polla saltó dentro de su boca en cuanto me corrí caliente y duro.
Me quedé allí, jadeando y con la cabeza dándome vueltas. Nunca me habían follado
de esa manera, tampoco me habían amado así… y yo me sentía desesperado para
que no terminara.
Me reí adormilado y pasé las manos por su cabello. —Eso es mucho tiempo.
Miré hacia el techo, ¿de qué diablos estaba hablando? Todavía me sentía un poco
borracho y tonto por culpa del orgasmo que acababa de sacarme. —¿Por qué no? —
Reí—. Es algo imposible de todas formas, así que, bueno. Me gustaría ser joven y
hermoso para siempre, y no tener que preocuparme por ser demasiado mayor para
entrar a Broadway —Lo miré y le guiñé el ojo—. Pero, nada de esas tonterías de
vampiro, ¿vale? Te chuparé la polla, pero me niego a chuparte la sangre.
—Te escucho.
Me incorporé en los codos para apoyarme y mirarlo. —¿Que tendría que hacer qué?
—Cameron, voy a confesarte algo que puede sonar como una locura, pero en
el fondo debes de saber que es la verdad. No sabrás porqué, pero tienes que
creerme que jamás te mentiría.
Zachary negó con la cabeza y me miró con serios ojos grises. —No puedo esperar
más. No decírtelo me está destrozando por dentro.
Zachary se rio. —Bueno, tienes más razón de lo que podrías imaginarte. Cameron,
¿Qué tanto sabes acerca de tu familia?
—Has tenido muchos problemas para encontrar a alguien que cuide de ti, de
la manera en que deseas ser cuidado. Tuviste relaciones… relaciones largas que
pensaste que iban a durar para siempre, pero luego algo cambió y nuevamente te
quedaste solo. Sé las razones por las que te ha pasado eso…
—¿Quién eres tú? ¿mi horóscopo? Soy libra con ascendencia de escorpio…
—Eres más que solo eso, Cameron —dijo con voz baja—. Eres el
descendiente de una Diosa inmortal. Lo supe desde el momento en que te vi.
—Es la verdad… sabes que la es. Y has tenido tantos problemas para
encontrar a tu alma gemela porque me has estado esperando. Fuiste hecho para mí,
Cameron.
Abrí los ojos y miré hacia el hombre que estaba entre mis brazos. Algo que no podía
explicar, brillaba al interior de sus pálidos ojos grises, como nubes de tormenta que
se movían sobre el mar enfurecido.
Sonaba como un loco. Un auténtico loco. Y él estaba allí, yaciendo en mi cama con
la barbilla sobre su estómago, luciendo casi que esculpido en mármol.
—Sabes que estoy diciendo la verdad. Solo tienes que confiar en esa pequeña
voz… confiar en la chispa divina con la que las Diosas te han bendecido. Esa chispa
significa que puedes estar para siempre conmigo, y puedes llevar a mis hijos en tu
vientre.
—Ahora sé que estás loco. No sé si lo notaste, pero los dos somos hombres…
y así no es cómo funcionan los embarazos. Lo sé. He leído libros al respecto. Vi a mi
hermana dar a luz… ¡Dos veces! —Me llevé una mano dentro del pelo y di una
respiración profunda.
Zachary asintió y se levantó, dejando la cama hecha un desastre. Hice lo que pude
para no observarlo fijamente mientras que caminaba con orgullo alrededor del
pequeño apartamento para recoger su ropa. —No necesitas disculparte, sé que lo
que he dicho es mucho para asimilar. No te tomará mucho tiempo ver que estoy
diciéndote la verdad, luego podrás decidir si quieres estar conmigo…
Zachary se puso los zapatos y tomó la chaqueta de encima de la silla, donde la había
dejado anoche. Miró hacia la ventana, todavía llovía.
Y luego, se detuvo.
C.J Vincent Lightning Strikes
Observé con sorpresa como las nubes grises que cubrían el cielo, ahora se disipaban
y el apartamento se iluminó con la luz del sol matutino.
—Otra vez estás equivocado —dijo con una sonrisa—. Soy Zeus, Dios del rayo
y el trueno, y gobernante del Olimpo. Cuando no existía otra cosa más que el caos,
acabé con mi padre para salvar a mis hermanos y hermanas, luego reiné sobre los
cielos por incontables siglos. La humanidad fue mi más grande creación, pero fue
una Diosa la que hizo algo tan perfecto como tú. —Él dio un paso hacia adelante y
apoyó su mano sobre mi mejilla. Estaba demasiado sorprendido como para
moverme, y cuando él me besó, sentí la misma electricidad recorrer cada tramo de
mi cuerpo.
Dijo la última palabra con gentileza y adoración, y yo sentí como algo se retorcía en
mi interior.
Con eso, él se fue y me dejó de pie con los pies descalzos en mi apartamento, tenía
la boca abierta y ninguna idea de lo que había sucedido. —Pero, ¡cuánta mierda! —
finalmente grité.
Abrí la puerta del balcón y di un paso hacia el diluvio. Me incliné sobre la baranda,
observando hacia la calle, pero esta estaba completamente vacía.
Ni siquiera sabía qué mierda era, pero comenzaba a creer que quizás me había
contagiado con la locura de Zachary. Esa era la única explicación. Falta de sueño,
demasiados orgasmos seguidos… una locura transmitida sexualmente.
Nunca había sido alguien muy enfocado en el arrepentimiento, por cada error que
cometía lo tomaba como una oportunidad para aprender acerca de mí mismo, ¿no?
Pero, ¿Qué me había enseñado Zachary aparte de lo obvio: que me babeaba por las
barbas y los tatuajes?
Idiota. Pero, que idiota era. Una cosa era que me sintiera sediento por un tipo
caliente, pero otra muy diferente cuando el tipo en cuestión era un Whackadoo 8.
Pero, no importaba lo duro que lo intentara, o lo ocupado que me mantenía, no era
capaz de apartar a Zachary por completo de mi mente. ¿Realmente se llamaba
“Zachary” o era una parte de su disfraz como humano? Ugh. Incluso la posibilidad
de que fuera cierto era totalmente ridícula. Había sido un buen acostón, pero no
había manera de que lográramos hacerlo funcionar.
Tomé algunos turnos extra para cubrir los costos de mi pasaje a Jersey. Ver a
Gemma y a los niños por el fin de semana, era exactamente lo que necesitaba para
sacarme a Zachary/Zeus/Loquesea de la cabeza, y me ayudaría a reenfocarme en lo
que de verdad importaba.
8
Comportamiento errático y loco de personas que abusan de sustancias.
C.J Vincent Lightning Strikes
—Puedes tener hijos… —La voz de Zachary hizo eco en mi mente cuando
pensé en niños. ¿Qué quería decir con eso? Además de que toda la cuestión era
completamente imposible, era algo que ya había aceptado mucho tiempo atrás.
Pero, entonces recordé lo celoso que había sentido de los embarazos de Gemma…
Claro, ella gimoteaba y se quejaba con constancia, pero también había estado
dichosa de felicidad cargando a esas pequeñas vidas dentro de ella. Y se había visto
tan hermosa, una Diosa natural en todos los sentidos de la palabra.
Cuando estuvo lista para dar a luz, la única persona que Gemma quiso que
estuviera en la sala de partos fui yo, y era mucho más parte de la vida de Abby y
Colter que su propio padre, cosa que era probablemente una bendición oculta.
Me reí de mi reflejo. —Qué idiota. —Él no era un Dios, solo un tipo sexy que tenía
severos delirios de grandeza. Pero, cuando me fui a dormir, soñé con Zachary y me
desperté a la mañana siguiente con el pene duro y un cerebro confundido.
Estaba volviéndose más y más difícil no pensar en él, y sentarme en las clases de
Historia Griega, ni siquiera me estaban ayudando. Cada tercera diapositiva era de
una escultura de Zeus, quién, no pude evitar notar, se parecía muchísimo a
Zachary. Quizás era todo parte de mi imaginación… o quizás solo me estaba
mintiendo.
¿Cómo se suponía que iba a superar todo esto? No le había contado a ninguno de
mis amigos lo que había pasado, y si él se iba a insertar dentro de mis círculos
sociales nunca sería capaz de escapar sin hacer alguna clase de escena de por
medio. No era bueno con las confrontaciones, pero si alguno tenía que gritar en
C.J Vincent Lightning Strikes
—Es genial. Escuché un rumor de que nos van a pedir actuar en algún lugar
en el centro…
Gemma soltó un gemido y apoyó la frente contra la mesa. —Me lo merezco por
haberme quedado dormida en uno de los episodios de NCIS. Ahora de todo lo que
hablan es de ruidos de ambulancias y paseos sobre camas con ruedas.
—No te burles de mi dolor, un día te tocará a ti explicar por qué los robots no
van en las canecas de basura. Solo entonces me vas a entender.
—He visto esa expresión en tu cara antes. Es la misma que tenías cuando
conociste a Kyle… No pretendas que tu hermana mayor no sabe lo que pasa. Ya
suéltalo, señorito. Cuéntamelo todo.
—Está bien, todo va bien hasta el momento, pero puedo escuchar el “pero”
que está por venir…
—Pero, me preocupa que esté loco. No hay forma buena de decirlo, Gems.
Pasamos la noche juntos y luego empezó a hablar acerca de tener una familia y de
cuidar de mí….
—¡Soy el rey de las ratas! —gritó y me dio un golpe en las costillas con la
espátula. Me agarré el costado de forma dramática y fingí una muerte ruidosa,
antes de caer en mi silla y retorcerme en el piso.
—Es solo una espátula. —dijo Colter, mirándome con extrañeza durante
unos instantes antes de salir corriendo para contarle a su hermana cómo había
acabado conmigo. Los ruidos de las ambulancias comenzaron de nuevo dentro de
la otra habitación y Gemma se echó a reír. Trepé hasta la silla de espaldas y me
pasé la mano por el cabello.
—Tal vez no, pero yo no estoy tan desesperado como tú. —le dije con una
sonrisa. Gemma me golpeó con una de sus revistas y traté de no reírme.
—Oh, Cam… ¿Lo has llamado o algo así? —Negué con la cabeza—. ¿Nada? —
Negué con la cabeza otra vez—. ¿Así que decidiste ser un bicho raro, pasivo
agresivo, con un hombre que estaba intentando ser honesto contigo acerca de sus
sentimientos?
—No, pero…
—Sí, lo entiendo.
Empecé a decirle que no, pero luego lo recordé… sí tenía una foto de él. Bueno, de
su trasero en realidad. Saqué mi teléfono y abrí la galería de fotos.
La primera foto que se abrió fue una de la que ni siquiera me había dado cuenta de
que tenía en mi teléfono. Era una selfie, pero estaba dormido con la cabeza apoyada
en el pecho de Zachary. Él besaba mi frente mientras yo dormitaba, y la expresión
en su rostro era de devoción pura. Mi estómago se retorció y me aclaré la garganta
mientras que pasaba las imágenes hasta la foto que había tomado en la fila de
Haven.
C.J Vincent Lightning Strikes
Oh, mierda. ¡Era un pecado capital pasar las fotos de la galería de otra persona!
—Ooohh, dile a Bianca que su flequillo está para morirse. Ojalá me quedara
así…
¿Estaba sudando? Me sentía caliente por todas partes. Quizás me estaba muriendo.
¿Por qué estaba haciéndome esto?
Gemma hizo una pausa en su recorrido por mi galería, y enseguida supe que se
había encontrado con esa foto. —Oh, Cameron. A veces no entiendo cómo funciona
tu cabeza.
De repente, Gemma se sentó. —Está demasiado tranquilo, ¿por qué está todo tan
silencioso?
Oh, no. Con dos niños como Abby y Colter en casa, el silencio era algo temible. Muy
malo. Gemma saltó de su silla y corrió hasta la habitación de Abby, yo me levanté y
la seguí.
C.J Vincent Lightning Strikes
—¡Mira, mami! —gritó Abby, señalando las cintas de plastilina que había
dejado en la alfombra—. ¡Arcoíris!!
—Sí… sí que lo es. Dios mío, ¿Cómo voy a limpiar eso de la alfombra antes de
que el propietario lo vea?
La cena fue una experiencia terrible: Nuggets de pollo con forma de dinosaurio y
salsa de tomate, que resultó en una batalla sobre quién podría comerse al último
brontosaurio, y cuando el polvo se asentó, hubo una pelea y gritos a la hora del
baño.
—Gems, mañana me llevaré a los niños durante el día para que puedas tener
algo de tiempo para ti.
Gemma me miró mientras que alzaba una ceja y esquivaba un juguete de baño que
fue arrojado en su dirección. —Querrás decir, ¿tiempo para limpiar esta pocilga y
preguntarme por qué razón decidí procrear en primer lugar?
Sonreí y comencé a lavar el pelo de Abby. —Algo así. —respondí. Gemma se sentó
sobre los talones y suspiró.
Agité la cabeza. —Sin argumentos. Hice algunos turnos extras en el Diner, así que
estaré bien. Por favor, deja que haga esto. Vi un poster en la estación de trenes de
un musical para niños. Van a divertirse muchísimo, y tú finalmente podrás tomar
una ducha a una hora sensata.
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Gemma rio. —Hey, algunas veces ducharse a media noche es la única forma en que
una chica pueda tener algo de tiempo a solas. Y no me hagas comenzar a hablar
sobre la ilusión de algo de privacidad en el baño. No he sido capaz de orinar a solas
desde hace seis años…
—Bueno pues, mañana podrás hacerlo. Me los llevaré después del desayuno
y los traeré de regreso a la hora de dormir.
—¿De verdad?
—De verdad.
—Me vas a adjudicar algún complejo si no eres cuidadosa. —Me reí y soplé
algunas burbujas de jabón hacia ella. Abby soltó una risa y nos salpicó a ambos,
comenzando así una lucha de salpicaduras que empapó el baño por completo, y nos
dejó a todos riéndonos hasta que el estómago nos dolió.
Esto era lo que extrañaría si dejaba Nueva York atrás. No había manera en que
dejara todo esto. Ni siquiera por Zachary.
—Lo recordaré.
Abby me sonrió de forma brillante mientras que Colter asentía con solemnidad. —
¿Mami no viene? —preguntó.
—De ninguna manera, amiguito. Solo seremos tú, Abby y yo. Vamos a subir
al tren, escuchar algunas canciones y luego iremos al parque.
Eso pareció satisfacerlo y se despidió de su madre con una mano, mientras que yo
empujaba el cochecito por la acera. Canciones y risas de niños puntuaron mi
caminata hacia el tren, y me sentí como si todo a mi alrededor se hubiese alegrado
un poco. Esta era exactamente la distracción que yo necesitaba, pero en lugar de
hacerme pensar menos en Zachary… pensaba mucho más en él.
Claro, yo tenía sueños muy grandes, pero también tenía pequeños. Quería esto, la
vida doméstica… ¿Qué pasaría después de que Broadway terminara conmigo? ¿Y si
me perdía la oportunidad de ser feliz porque estaba demasiado ocupado
trabajando? Actuar me hacía feliz, pero, ¿era la clase adecuada de felicidad?
Sonreí y le respondí el mensaje. Claro que iba a ocuparme de eso. Me sentía feliz de
que ella tomara ventaja completa de mi ofrecimiento.
—Oigan, chicos, creo que deberíamos cenar con pastel. ¿Suena bien?
Un coro de grititos felices dio respuesta a mi pregunta. Esto solo se ponía mejor y
mejor, pero no podía evitar preguntarme qué estaba Zachary haciendo en estos
momentos, y si estaba pensando en mí también.
C.J Vincent Lightning Strikes
—Eso fue exactamente lo que pasó. Él tiene que aceptar todo lo que le
ofrezco, de otra forma ¿Cuál es el punto? —Todavía me sentía enojado con toda
esta situación. Las cosas solían ser mucho más sencillas antes. Ver algo que te
gustaba, tomar lo que querías y hacerlo a un lado después de terminar. Pero esto…
todo esto era mucho más complicado. Deseaba a Cameron, pero no simplemente lo
deseaba… quería todo lo que él era. Lo necesitaba.
Pensé que cumplir con la profecía sería algo fácil, no tenía idea de que sería de esta
forma.
—¿Estoy solo hasta que les muestre a ambos que están equivocados?
Poseidón se encogió de hombros. —Tal vez. Es obvio que le estás dando vueltas a
todo este asunto de “reconstruir el olimpo”, mucho más que nosotros.
C.J Vincent Lightning Strikes
—¿No te sientes solo? ¿No quieres sentir lo que sentías cuando sostuviste a
tus hijos en tus brazos por primera vez? —Observé a mi hermano hacer una pausa,
como pensando en ello.
Suspiré pesadamente y me giré para encarar al Dios cuyo consejo era el más
importante para mí. El que atravesaba las fronteras: su deber era la neutralidad,
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era el único olímpico que no participaba en las disputas. —Hermes, ¿Qué sería de
nosotros si tomaras partido?
—Eso es algo que nunca va a suceder, así que no sirve de mucho tratar de
influirme en cualquier manera. La profecía te ha consumido, pero entiendo las
razones por las que ocupas tanto espacio en tu corazón.
Asentí con la cabeza y miré hacia el borde de las nubes que cubrían al Olimpo de la
vista de los mortales. El mar brillaba bajo la luz del sol, y los bordes de la tierra
eran verdes e invitantes. Camero estaba allí abajo, en alguna parte… ¿estaría
pensando en lo que le había ofrecido? ¿Me odiaba y ya no querría verme de nuevo?
Todo lo que quería era oír su voz de nuevo… y lo que él tenía que hacer era susurrar
mi nombre y yo estaría de regreso a su lado.
—Haces un buen trabajo —le dije—. Y es uno necesario. Aun así, pienso que
difícilmente encontrarás a tu pareja entre las sombras…
—Así es.
—Sí…
—¿Cómo podría algo así salir bien? —solté—. Una cosa es acostarte con un
mortal y revelarte a ti mismo después de ser consumidos por el placer, para nunca
verlos de nuevo… y algo completamente distinto, hacerlo y quedarte para ver su
reacción.
C.J Vincent Lightning Strikes
Hermes inclinó la cabeza observando hacia las nubes. —Ya veo. ¿Piensas traerlo
contigo al Olimpo, entonces?
—Si él acepta, sí, por supuesto. Puede que ya esté llevando a mi hijo.
Hermes me miró con las cejas arqueadas. —Nunca dejas pasar una oportunidad.
Algunas cosas nunca cambian. Pero tienes que actuar rápidamente… un niño
divino no sobrevivirá dentro de un cuerpo mortal… Y tampoco un mortal
sobrevivirá con un niño inmortal creciendo en su interior.
No había pensado en eso. Quería que Cameron tomara su propia decisión de estar
conmigo. Quería que aceptara lo que le ofrecía. Divinidad, una familia… y a mí.
Quizás era la última parte lo que más temía que él rechazara. La inmortalidad era
un concepto complicado, significaba ver a todas las personas que amabas morir, y
yo sabía que eso sería difícil para Cameron. Amaba a su hermana y sobrinos
demasiado… pero, pronto, él podría amar a nuestros hijos, y podría cuidar a sus
sobrinos durante toda su vida.
—No puedes —respondió Hermes con una sonrisa—. Pero, de eso se trata
¿no? Los mortales son intrigantes… y están llenos de sorpresas.
Me pasé las manos por el cabello y me alejé del borde del suelo del templo.
¿Durante cuánto tiempo tendría que esperar? Cameron era obstinado, lo supe
desde el momento en que clavé los ojos en él. Tenía esa actitud independiente que
comprendía que sería algo complicado de aceptar. Pero él lo valía. Era algo que ya
sabía.
Todo lo que pude hacer fue asentir. Hermes lo veía todo, y nadie, ni siquiera los
olímpicos podían ocultar secretos de él. Todo lo que podía hacer era ser paciente.
Solté una carcajada. —¿Y si le confiesa lo que yo le dije? Pensará que está loco… o
que yo estoy loco y entonces le dirá que se aleje de mí.
Hermes sonrió, algo que rara vez hacía. —Creo que estás subestimando a tu chispa,
Zeus.
—Mierda.
Hades. Por supuesto. Siempre escuchaba las conversaciones en las que no tenía
derecho a participar.
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—Desde luego.
—Estos últimos días, nuestro hermano Poseidón está pasando una cantidad
desagradable de tiempo en la tierra. —dijo Hades en tono conversacional. Lo miré
con sospecha. Esto no era algo típico en él. Hades raramente se preocupaba por
algo como todos los demás hacíamos, pero, ahora que tenía conocimiento de que la
profecía estaba cerca a cumplirse, quizás estaba cambiando de idea acerca de
envolverse en los asuntos familiares.
—¿Lazo afectivo? —Me sentía confundido, pero Hades solo sonrió mientras
se encaminaba a las escaleras que daban paso al inframundo y las bibliotecas—, ¿a
qué te refieres?
Pero, Hades se había ido. Siglos atrás, ninguno de mis hermanos siquiera
consideraría desaparecer de mi presencia sin ser despedidos, pero había pasado
demasiado tiempo desde que temían mi furia, y mucho más desde que perdí el
poder de dominarlos.
Todo lo que sabía es que Cameron no estaba en Nueva York, y eso me preocupaba.
Al menos si estuviera en su apartamento podría cuidar de él y asegurarme de que
estuviera a salvo. Pero, ninguno de sus amigos sabía en dónde estaba. Incluso
aunque se hallara con su hermana, seguía sin saber en dónde estaban ubicados y
ese pensamiento me atormentaba.
Nunca había estado tan asustado en toda mi vida. El hombre con el arma estaba
tan cerca... demasiado cerca de los niños. Demasiado cerca de todo lo que
atesoraba más en el mundo entero, y yo no podía hacer nada.
Abby estaba llorando, y yo sólo quería recogerla y decirle que todo estaría bien.
Todo lo que quería era llevarnos de vuelta al tren. Colter estaba cansado y de mal
humor, y Abby estaba empezando a lloriquear... Tenía que llevarlos rápido a casa.
Cuando intenté dar la vuelta, supe inmediatamente que había sido una mala
decisión. Y ahora que el sol empezaba a ponerse, había sido un error mucho peor
de lo que hubiese imaginado.
Abby gritó más fuerte, e hice lo mejor para calmarla antes de responder al hombre
de la sudadera gris oscura con capucha. Lo miré a los ojos y saqué mis manos, con
las palmas hacia arriba.
Abby gimió más fuerte ante la nitidez de la voz del hombre y yo me encogí ante el
sonido. Gemma nunca me iba a perdonar por esto.
—Tu teléfono. —dijo, haciendo un gesto con su arma. Tragué con fuerza. No
podía tomar mi teléfono. Todas las fotos de los niños... la foto que Zachary nos
había tomado.
—No.
El hombre se inclinó y cogió un juguete de peluche que se había caído del cochecito.
Abby lo alcanzó y lloró con más fuerza. Cerré los ojos, tratando de sentirme más
valiente de lo que realmente era. No iba a dejar que lastimara a estos niños. Moriría
antes de dejar que los tocara.
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Por al menos la tercera vez ese día, deseé que Zachary estuviera aquí conmigo. Esto
nunca hubiera sucedido si él estuviera a mi lado. Estaba desesperado. No había
otra palabra para ello. Cerré mis ojos y lo imaginé en mi mente.
—¿Qué coño acabas de decir? Si no estabas diciendo “Sí, señor, aquí está mi
teléfono”, será mejor que le estés rezando a cualquier dios que adores, ¡porque se
me está agotando la paciencia!
—No tan agotada como la mía. —dijo una voz profunda. Abrí los ojos y casi
me caigo de bruces. Zachary estaba allí en el callejón, fuerte, alto e imponente y
caminando hacia el matón como si el arma ni siquiera existiera. Claramente, el
asaltante también se sorprendió, porque se quedó congelado en su lugar cuando
Zachary se adelantó y lo desarmó.
Colter había estado callado todo el tiempo, y yo ya me estaba preocupando por él,
pero Zachary se inclinó sobre su silla en el cochecito por un momento, y luego se
enderezó guiñándome un ojo. —Se duerme rápido... este chico va a ser un
hombrecito interesante. —Todo lo que podía hacer era asentir, cualquier cosa que
quisiera decir había muerto en mi garganta en el momento en el que apareció.
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Me tendió la billetera y se la quité con una mano que me temblaba más de lo que
pudiese hacerme sentir orgulloso. —Gracias... por... —Hice una pausa. ¿Qué
demonios se supone que tenía que decir? Había recitado su conjuro divino, y él me
había demostrado su punto. Todo lo que tenía que hacer era decir su nombre y él
estaría ahí para mí, pero ¿qué significaba eso? Lo había llamado, claro, ¿pero eso
significaba que creía todo lo que decía? Quiero decir... ¿si lo hacía? —. Gracias. —
terminé de forma vaga.
—Todo lo que quiero hacer es protegerte —dijo Zachary en voz baja—. Pero,
eso no es lo importante. Todo lo que importa es que estés a salvo. —Se apoderó del
cochecito y se dirigió a la dirección por la que habíamos venido.
—Tonterías. —murmuré.
—Me llamaste —dijo simplemente—. Te lo dije, eso es todo lo que haría falta.
Tragué saliva con fuerza. —Eso no cambia nada —dije—. Todavía estoy enojado
contigo.
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Zachary asintió y miró hacia el cochecito. Tiró de la manta que cubría a Abby hasta
su barbilla. Finalmente se había quedado dormida con el mapache agarrado
fuertemente en sus pequeños puños.
Les pusimos los pijamas y los metimos en sus camas en un tiempo récord, y
esperaba que Gemma no se enojara conmigo por no haberles cepillado los dientes.
Para mi sorpresa, Zachary tomó la iniciativa en todo, y lo dejé, agradecido de tener
su apoyo. Incluso medio dormidos, Abby y Colter eran unos diablitos, y empecé a
desarrollar una nueva admiración por mi hermana mayor y el cómo manejaba todo
esto por su cuenta.
Vi todo lo que hizo Zachary. Desde la tierna forma en que colocó a Abby en su cama
junto a su amado mapache, hasta la forma en que tiró de las mantas de Colter sobre
sus hombros y encendió su lámpara de noche con forma de tortuga, sin que yo
tuviera que mencionarlo. Era nada menos que increíble, y para colmo, cuando
terminó con los niños, no desapareció, sino que puso a hervir la tetera y se sentó en
el sofá conmigo a esperar a que Gemma volviera a casa. Lo miré cuidadosamente
por el rabillo del ojo mientras fingía ver cualquier película de TCM que pasaban en
la televisión.
¿Era esto lo que había estado esperando? ¿Una señal de que tendría su apoyo y la
ayuda que necesitaba para criar a una familia...? porque si eso lo era todo, entonces
lo había encontrado. No importaba qué más estuviera pasando, quería tener a
Zachary en mi vida.
—No estoy tan seguro de que la tasa de éxito sea tan alentadora. —dije
secamente. Zachary sonrió y sentí que mi pecho se calentaba un poco más. Maldita
sea este hombre.
Nos sentamos juntos durante mucho tiempo sin decir una palabra, viendo a Danny
Kaye y Gene Kelly bailar claqué en la pantalla, hasta que finalmente, escuché a
Zachary arrastrar un suspiro.
—¿Por qué? ¿Por mentirme, por estar lleno de mierda, por insertarte entre
mis amistades, o por todo lo anterior?
—Nunca te mentí —dijo en voz baja—. ¿Cómo explicas que estaba allí en el
callejón cuando me llamaste?
Fruncí el ceño. No tenía una explicación para eso. Zachary sonrió y extendió su
mano. —No voy a ir a ninguna parte —dijo—. ¿Quieres que te lo demuestre?
—No, eso sería ridículo, ¿Y qué vas a hacer? ¿una tormenta eléctrica en el
baño? Asegúrate de que llueva en la bañera o Gemma estará súper enojada —Me
reí.
Enlacé mis dedos con los de Zachary, sintiendo un escalofrío cuando una carga de
estática se extendió a través de mi palma. Me encantaba esa sensación.
—¿Qué? ¿Te refieres a dejar la escuela? ¿Dejar Nueva York? Tendremos que
hablar de eso, pero quiero ver a dónde va todo esto, incluso si eres un poco un
patán.
Zachary se rio y se inclinó para besarme —Te prometo que te haré olvidar todo lo
malo que ha sucedido en tu vida… lo que está por venir, será más increíble de lo
que puedas imaginar.
—Cállate. —dije con una sonrisa e incliné mi mentón para que nuestros
labios finalmente pudieran encontrarse.
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—Sabes, hemos estado haciendo esto desde hace unas semanas —dije,
descansando mi barbilla sobre el pecho de mi amante—. Todavía no he visto tu casa
—Zachary se rio y me abrazó más.
—Lo sé, pero tienes que hacer más que solo subirte en un tren e ir a
Manhattan.
—Cameron —dijo en tono serio—. Si quieres ver dónde vivo, te llevaré. Pero
no puedes ir allí hasta que hagas algo por mí... algo que te he preguntado antes.
Lo miré por unos momentos, a este hombre guapo con ojos grises pálidos que
flotaba sobre mí. Había estado faltando a clases las últimas semanas, queriendo
pasar tanto tiempo como fuera posible con él. No siempre estábamos en la cama,
pero cuando no estábamos follando siempre andábamos juntos, como si no
pudiéramos sobrevivir sin tocarnos.
Suspiré y me escabullí de debajo de él. Había estado evitando esta conversación por
un tiempo, y todavía no entendía del todo lo que significaba. Mi cerebro no podía
racionalizar su petición, pero mi corazón parecía saber algo que no compartía
conmigo. Yo quería estar con él, pero ¿estaba realmente dispuesto a renunciar a
todo por eso? No había garantía de que esto duraría, y entonces, ¿qué?
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Odiaba vomitar. Lo odiaba más que nada en el mundo entero, y aquí estaba, de
rodillas, llorando y vomitando como si me fuera la vida en ello.
Zachary agitó la cabeza, con una extraña sonrisa en su cara. —No creo que sea la
comida. —dijo.
—Creo que es otra cosa. —dijo en voz baja cuando mi náusea se calmó. Me
apoyé contra la pared del baño y gemí, sosteniéndome el estómago.
—¿Algo más? ¿Qué otra cosa podría ser? —Odiaba estar enfermo, y esto era
como una miseria.
—¿Tienes dolor de cabeza? ¿Hay algo más que sientas que esté mal? —
preguntó suavemente, dándome un vaso de agua. Lo bebí y agité la cabeza.
—No... me siento bien. Quiero decir, estoy cansado, pero no hemos estado
durmiendo mucho.
Lo dijo con tanta seriedad, pero yo me eché a reír. —Tienes que estar bromeando.
¿Tenemos que repasar los diagramas de anatomía otra vez? Es más que imposible.
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Pero Zachary no se reía, sólo me miraba con la misma expresión suave y una
sonrisa gentil, un cierto semblante de adoración.
—Y tenía razón, pero no sabía qué tan especial eras. Eres descendiente de
una diosa inmortal, y el regalo que te dio, fue la habilidad de tener hijos, mis hijos.
Sabía que mi boca estaba abierta de par en par, pero no podía invocar la voluntad
para cerrarla. ¿Realmente esperaba que creyera que...? Zachary puso su mano
suavemente en mi mejilla y me miró a los ojos.
—De ninguna manera... ¿Me estás diciendo que, si me hago una prueba de
embarazo, y orino en el palito me va a decir que el universo está al revés y que yo
voy a tener un bebé?
Un trueno rugió sobre mí y abrí mis ojos para ver las nubes oscuras moviéndose a
través del cielo. Sonreí y me recliné contra el pecho de Zachary. Todo iba a estar
bien.
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¿Era cierto todo lo que había estudiado? Algunas cosas, claro, pero no todo.
—Que nos estamos mudando, eso es todo. Puedes decirle que tomé un
trabajo en el extranjero. Podrás visitarlos una vez que nazca el niño.
—Lo que quieras. Adopción, vientre alquilado... pero nunca debes de decirle
lo que eres, o lo que será nuestro hijo. Sería demasiado para ella. —Era tanto para
su protección como la del niño, siendo inmortal no podía ser herido físicamente,
pero quería ahorrarle el dolor de ser rechazado por su familia. No sabía cómo
reaccionaría Gemma a algo como esto, y no quería arriesgar la felicidad de
Cameron o que se arrepintiera de su decisión de estar conmigo.
—¿Qué hago con la escuela? Quiero decir... va a ser muy difícil explicar que
no solo estoy engordando —Cameron pellizcó sus caderas y me hizo pucheros.
Cameron solo asintió, de igual forma seguía yendo a sus clases, a pesar de eso me
hacía sentir preocupado. Las palabras de Hermes sobre que un cuerpo mortal no
podía sobrevivir a un embarazo divino, retumbaban en mi cabeza, y cada vez que
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Pero, también estaba preocupado por otra razón. Una que no había compartido con
Cameron. A medida que avanzaba con su embarazo, empecé a notar cosas.
Extrañas figuras sombrías siguiéndole, retrasos inesperados o accidentes que
sucedían cerca de él. Tampoco le había dicho a Cameron que había visto algo en el
callejón cuando el matón con el arma lo amenazaba. Alguien más había estado en
esa calle oscura, escondido en las sombras, observando.
El problema era que la sombra que acechaba me era familiar, demasiado familiar,
pero no era capaz de ubicarla. Todo lo que sabía era que necesitaba que Cameron
tomara la ambrosía, y así tendría la certeza de que él y mi hijo estarían a salvo.
—Creo que esta podría ser mi última semana en la escuela. —me dijo
Cameron una noche mientras caminábamos de regreso a su apartamento.
—¿En serio? ¿Por qué? —Quería que Cameron tomara esta decisión por su
cuenta, pero me emocionó que finalmente lo hubiera hecho.
—Joshua quiere hacer otra ronda de Dorian Gray, pero ha añadido más
cosas para mi personaje… más desnudez también. No podría esconderme detrás de
un disfraz para eso. No ahora. —Se frotó una mano brevemente sobre su estómago.
El niño empezaba a crecer, y su estómago había comenzado a hincharse
ligeramente a medida que su cintura ganaba tamaño.
—Ya veremos. —contestó con nostalgia. Al mismo tiempo, hizo una mueca
de dolor y agarró mi mano con fuerza.
—¿Cuál es el problema?
Hace siglos, todos los mortales que habían dado a luz a mis hijos terminaron
muriendo, el niño sólo había sobrevivido debido a su divinidad. No iba a dejar que
eso le pasara a Cameron.
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Sin esperar a que dijera algo más, recogí a Cameron entre mis brazos y lo sostuve
fuertemente contra mi pecho.
—Llevándote a casa.
—Aquellos que desean que la profecía no se cumpla —dijo otra voz. Hades se
acercó a la habitación, con tres grandes perros negros detrás de él—. Sería
verdaderamente ingenuo pensar que las Diosas que pusieron esta maldición sobre
nosotros habrían dejado atrás su enojo. ¿No estás de acuerdo?
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La cara de Poseidón era una máscara de miedo e ira, y en un abrir y cerrar de ojos,
se había ido. Hades agitó la cabeza y cruzó los brazos sobre su amplio pecho.
—Como ves, hermano, todavía estamos bajo el pulgar de las Diosas. Estoy
seguro de que ellas creían que nunca descubriríamos su secreto, pero ahora que lo
hemos hecho, y tu tuviste éxito al engendrar al primero de los Nuevos Olímpicos,
nos has puesto a todos en peligro.
Miré sobre mi hombro hacia los aposentos que sostenían a mi amante dormido.
Ahora que era inmortal, Cameron estaba a salvo, el niño estaba a salvo... pero lo
mío había sido cuestión de suerte. —¿Qué podemos hacer?