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LA ADMINISTRACIÓN AMBIENTAL VENEZOLANA

Mucha de la problemática ambiental que se vive actualmente tiene su


origen en fallos institucionales y en la debilidad de la gobernabilidad por parte del
estado. Cabe destacar que tres de estas debilidades institucionales
necesariamente importantes para la gestión ambiental son: la existencia de
derechos de propiedad y su uso inadecuado, la falta de información y
oportunidades para que los involucrados locales participen en la toma de
decisiones, y la escasa implantación y supervisión de las normas ambientales.
Para nadie es un secreto que las instituciones públicas de Venezuela
juegan un rol fundamental en el desarrollo económico de la nación, en este
sentido, el gobierno nacional es el encargado de velar por el diseño y
administración de políticas ambientales que proporcionen el desarrollo sustentable
de la nación con la consecuente mejora de la calidad de vida de sus habitantes.
En este sentido se crea el actual Ministerio para el Poder Popular del
Ambiente, ente superior al cual le compete la planificación, programación,
supervisión e instrumentación de la política ambiental; al igual que la coordinación
con otros organismos públicos nacionales y departamentales en la ejecución de
sus cometidos; y normar y controlar la calidad ambiental; es en esencia el ente
contralor y garante de la calidad ambiental, así como también del uso y
aprovechamiento sustentable del patrimonio natural de la nación.
Sin embargo, el país no cuenta con una legislación que globalice el manejo
de la materia ambiental. Si bien su cobertura es muy amplia, lo hace desde una
perspectiva de conservación de ciertos recursos naturales, sin una concepción
integral que valore los ecosistemas de sustentación. Esta restricción expresa, a su
vez, indefiniciones respecto a la cobertura y competencias institucionales para una
práctica ambiental coherente y afecta la capacidad de actuación del MPPA.
A nivel nacional y específicamente en el estado Anzoátegui, los problemas
institucionales y de gobernabilidad se hacen evidentes en la desafío por
desarrollar sistemas justos y eficaces de gestión de los recursos naturales, como
los ríos y el suelo. A nivel nacional la fragilidad de los derechos de propiedad y
uso, son causa frecuente de problemas ambientales, tales como la deforestación,
la tala y quema descontrolada, contaminación de importantes redes hidrográficas,
entre otros. Por ello, gestionar el libre acceso a los recursos comunes resulta
complicado, dado que las decisiones de individuos y empresas se basan
generalmente en los costos y beneficios propios, lo que se traduce en la reducción
del bienestar ambiental y comunitario.
Para hacer frente a esta situación, los pobladores de los municipios del sur
del estado Anzoátegui, deben poder gestionar los sistemas ambientales de los que
depende su sustento; que bien pudiera ser, clarificando los derechos generales de
propiedad y uso de los recursos naturales comunes, para lo cual quizás sea
necesario reformar las políticas e instituciones que controlan el acceso a la tierra y
a los demás recursos naturales. La descentralización puede mejorar el gobierno
ambiental, pero debe ir acompañada de esfuerzos que creen capacidad
comunitaria para gestionar los recursos ambientales e influir en la planificación y
elaboración de políticas. En la mayoría de las zonas más pobladas y desarrolladas
económicamente hablando, estos recursos son degradados de una manera
devastadora, y para acabar con esta destrucción es preciso reforzar la
gobernabilidad, mejorando el cumplimiento de la ley, aplicando políticas más
estrictas e incrementando la participación ciudadana.
A partir de esto, se tiene que la ausencia de políticas estadales que orienten
los programas ambientales, así como la falta de mecanismos de participación de
la sociedad civil en los procesos de decisión acerca de estas políticas públicas,
son los mayores obstáculos al logro del desarrollo sustentable; en consecuencia
se dificulta alcanzar mejor calidad de vida para las presentes y futuras
generaciones.

El derecho ambiental pertenece a la rama del derecho social y es un sistema de


normas jurídicas que regulan las relaciones de las personas con la naturaleza, con
el propósito de preservar y proteger el medio ambiente en su afán de dejarlo libre
de contaminación, o mejorarlo en caso de estar afectado. Sus objetivos son la
lucha contra la contaminación, la preservación de la biodiversidad, y la protección
de los recursos naturales, para que exista un entorno humano saludable.

Es una ciencia del Derecho bastante reciente, pero de gran desarrollo y futuro,
surgiendo a mediados del siglo XX por la concienciación de la sociedad a
consecuencia de algunos desastres ecológicos como la contaminación de la bahía
de Minamata, el gran smog londinense, los escapes de Seveso o Bophal, y el
accidente de Chernóbil, entre otros. Su origen, como tal especialización del
Derecho, surge en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano,
celebrada en Estocolmo en 1972.

Entre sus características está su carácter multidisciplinario, ya que requiere la


pericia y el asesoramiento de profesionales ajenos al Derecho (médicos, biólogos,
ambientólogos, físicos, químicos, ingenieros, etc.) y estar en continuo cambio y
actualización, en la misma medida que se producen avances científicos y
técnicos.1

El derecho ambiental se caracteriza por tener el trabajo del estado enfocado en


realizar una "Zonificacion Ecológica y Económica" mediante los gobiernos
regionales y locales, planificar bien las áreas destinadas para la vida en sociedad,
el turismo, la producción agrícola. Evitando que la sociedad ocupe estos lugares
destinados para un uso sostenible y generando una producción económica y un
bienestar social, mediante los estudios de urbanización y producción del Gobierno
Local.2

Los objetivos del derecho ambiental se apuntan como fines de esta materia: tomar
viable un objetivo primario, macro-objetivo, ligado con la sustentabilidad y el
"estado socio-ambiental del derecho" según Antonio H. Benjamín,3 y de varios
objetivos secundarios, micro objetivos secundarios, tales como la protección de la
salud y seguridad humanas, salvaguarda de la biosfera por si, conservación del
patrimonio estético, turístico, paisajístico, prevención, reparación y represión del
daño ambiental,4 facilidad de acceso a la justicia, transparencia y libre circulación
de la información ambiental, eficiencia económica, tutela de la propiedad,
conocimiento científico y tecnológico, estabilidad social, democratización de los
procesos decisorios ambientales, etc.

Muchos pleitos ambientales proponen la cuestión acerca de quién tiene más


derecho: ¿las cuestiones legales están limitadas a los dueños de propiedades o
tiene también derecho el público general a intervenir? El ensayo de Christopher D.
Stone, "Should trees have standing?" (¿Los árboles deben tener derechos?)
abordaba seriamente la cuestión sobre si los objetos naturales en sí mismos
deberían tener derechos legales, incluido el derecho a participar en los pleitos.
Stone sugirió que no había nada absurdo en este punto de vista, y recalcó que
muchas entidades que ahora tienen derechos legales eran, en el pasado, tomadas
como "cosas" sin derechos legales; por ejemplo, los extranjeros, los hijos y las
mujeres. En ocasiones, su ensayo se ha considerado una falacia de la
personificación.[cita requerida]

Conceptos

Justicia ambiental

Esta sección es un extracto de Justicia ambiental.[editar]

Trabajadores de bajos ingresos en Ghana reciclando desechos de países de altos


ingresos, con condiciones de reciclaje que contaminan fuertemente el área de
Agbogbloshie.

El concepto de justicia ambiental aplica las teorías de la justicia5 al campo del


medio ambiente y la ecología.67 Se deriva de la consideración del medio ambiente
y los servicios del ecosistema como elementos del bien común.
La justicia ambiental también puede afectar los efectos del cambio climático;8 en
tal contexto, a veces se habla de injusticia y/o justicia climática.9

Este concepto implica que hay derechos de acceso a la naturaleza para todos;
individuos, familias, comunidades, empresas y otros grupos humanos en relación
con el medio ambiente considerado como un bien común, pero a cambio de
deberes y obligaciones legales,10 y de acuerdo con el PNUD11 asumido por Fabrice
Flipo (2002), «en la ausencia de terceros capaces de administrar justicia: los más
fuertes anulan sus derechos y escapan a sus deberes, constituyendo poco a poco
potentados privados. Por lo tanto, las reglas actuales no conducen a un aumento
global de la desigualdad».10 Este concepto también invita a pensar e implementar
medidas de reducción, reparación y compensación cuando el daño ecológico no
puede evitarse, lo que a veces puede requerir o justificar una cierta "interferencia
ecológica".12

Estos deberes u obligaciones a menudo se agrupan en la noción de


«responsabilidad social y ambiental», la libertad para explotar el medio ambiente
se detiene donde amenaza a los demás (entonces es obligatorio no sobreexplotar
un recurso), y donde el medio ambiente (biodiversidad, hábitats naturales,
diversidad genética) estaría en sí mismo amenazado por las actividades humanas.

Principio de precaución

Esta sección es un extracto de Principio de precaución.[editar]


El principio de precaución o principio precautorio (no confundir con el principio de
prevención) es un concepto que respalda la adopción de medidas protectoras ante
las sospechas fundadas de que ciertos productos o tecnologías crean un riesgo
grave para la salud pública o el medio ambiente, pero sin que se cuente todavía
con una prueba científica definitiva.13

Delito ecológico

Esta sección es un extracto de Delito ecológico.[editar]


Las mareas negras forman parte de las catástrofes ambientales que han motivado
la noción de crimen contra el ambiente.
Un delito ecológico o delito ambiental se puede definir como un crimen contra el
ambiente que es sancionado con penas de prisión gracias a la existencia de
legislación ambiental. La expresión es una noción jurídica reciente por lo que no
cuenta con una definición unánime, lo que no impide que sea reconocida por la
mayoría de los países. Así, la Interpol, como organización policial internacional,
empezó a luchar contra el crimen ambiental en 1992.14

Ecocidio

Esta sección es un extracto de Ecocidio.[editar]

El ecocidio es un neologismo que en principio, hace referencia a cualquier daño


masivo o destrucción ambiental de un territorio determinado, parte de uno o más
países, o bien, con consecuencias a escala global. Aún se sigue trabajando en
una definición más precisa de ecocidio con el objetivo de tipificarlo como un
crimen en contra de la humanidad. El ecocidio puede ser irreversible cuando un
ecosistema sufre un daño más allá de su capacidad de regenerarse. Este término
se suele asociar con el daño causado por un agente vivo que directa o
indirectamente puede infligir un ecocidio, matando suficientes especies en un
ecosistema para interrumpir su estructura y función.15

El ecocidio también puede ser el resultado de contaminaciones masivas tales


como el vertido de desechos de industrias o contaminación por pesticidas que
destruyen la fauna y flora local. Una definición más laxa de ecocidio es la que
incluye la destrucción causada por especies debido a desequilibrios ecológicos.
Por ejemplo, bajo esta definición se puede concluir que las algas azul-verdosas
cometieron ecocidio sobre el medio ambiente del precámbrico, basado en una
química reductora, al liberar cantidades masivas de oxígeno al medio ambiente.
Los organismos para los que el oxígeno era venenoso desaparecieron mientras
que las algas y otros organismos se adaptaron a un medio ambiente con una
química basada en la oxidación.16

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