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INSTITUTO SUPERIOR DEL PROFESORADO

“Dr. JOAQUÍN V. GONZÁLEZ”

FICHA DE CÁTEDRA

“ÁFRICA ÁRABE”

ADAPTACIÓN

PROFESOR: Lic. GERMÁN ESTEBAN MAIDANA

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EL MUNDO ÁRABE-ISLÁMICO

INTRODUCCIÓN
Es un conjunto regional en el que la religión y la cultura ejercen un relevante papel en la forma de
estructurar sus sociedades y organizar su territorio. Por otro lado, el resurgir de los países islámicos
durante la segunda mitad de este siglo ha consolidado los rasgos de esta civilización, que en 1969
tuvo su primera cimbre islámica en Rabat y que en 1972 constituía la Organización de la Conferencia
Islámica.

EL MUNDO ÁRABE DEL MAGREB Y EL MACHREK

El Magreb u Occidente africano (Marruecos, Argelia y Túnez), el Machrek u Oriente africano


(Libia y Egipto), ocupan medios ecológicos caracterizados por la aridez y en los que abundan los
recursos energéticos.
En algunos países las rentas del petróleo lograron cambiar la organización espacial general, pero la
cultura y la mentalidad continúan profundamente ancladas en el pasado, con rasgos propios de
sociedades feudales. Desde el tipo de propiedad de la tierra y de los campos petrolíferos, pasando
por un comportamiento demográfico tradicional, por la negación del papel social que corresponde a
la mujer en una sociedad moderna, por el control gubernamental por parte de los clanes o grandes
familias, hasta las llamativas desigualdades sociales, permiten comprobar la existencia de una
sociedad atrasada y desequilibrada, con algunos elementos modernos, derivados de su principal
fuente de riqueza: el petróleo. A ello hay que añadir la debilidad generalizada del poblamiento, que
se extiende sobre un dominio árido, salvo en algunas regiones montañosas. Por otro lado, sus
anquilosadas estructuras sociales constituyen un factor más de homogeneidad, pues una gran masa
de la población, sobre todo de inmigrantes, apenas participa de esa riqueza.
Aquí no encontramos la fuerte presión humana sobre la tierra más que en los oasis y en los valles
de los grandes ríos, pero en cualquier caso, las acumulaciones humanas sobre granes espacios
constituyen la excepción. Sólo Egipto constituye la excepción.
Por ello, la actividad económica se polariza en unos pocos centros urbanos y portuarios que
producen para la exportación de materias primas, principalmente energéticas, por una parte , y unos
inmensos espacios rurales, de escasísima densidad de población, cuyas estructuras económicas y
sociales apenas han evolucionado, por otra.
Así el mundo árabe-islámico conserva los caracteres propios de los países subdesarrollados, a pesar
de su apariencia de modernidad. Son las disparidades propias de esta parte del mundo, donde a los
profundos contrastes físicos se unen los no menos profundos en lo económico y social. La aparente
riqueza generada por el petróleo ha incidido poco en el cambio de las estructuras sociales, como lo
demuestran los altos niveles de analfabetismo, que en algunos países rondan el 50% de la población,
o la todavía elevada tasa de mortalidad infantil o el escaso papel social y económico de la mujer. No

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obstante, los contrastes sociales y territoriales se convierten en norma en esta parte del mundo,
donde el lujo convive con la miseria y la industria moderna con los arcaísmos propios de un campo
atrasado y a menudo densificado.
La explosión demográfica está extendiendo aceleradamente la ocupación de estas tierras y
provocando una densificación desconocida hasta ahora, aunque todavía no reviste el dramatismo
propio de Asia meridional, a pesar de que algunos de estos países alcanzan las mayores cotas
mundiales de crecimiento vegetativo, situándose varios países por encima del 3% anual, y algo
similar se puede decir de las tasas de fecundidad, que son las mayores del planeta, con entre 3 y 7
hijos de descendencia final en casi todos los casos, muy por encima de las de otros países.
Este abultado crecimiento contrasta con la escasa densidad general de población, lo que no obsta
para la emigración de norteafricanos hacia Europa.

Marruecos

El nombre árabe del reino de Marruecos es al Mamlaka al Maghrebia (“Reino del Magreb”).
Marruecos ha venido reivindicando el liderazgo del Magreb desde la conquista de la región en los
siglos XII y XIII por los almohades, aduciendo que Marruecos nunca fue dominado por los turcos, no
como Argelia y Túnez, que formaron parte del imperio otomano. Pero otras potencias intentaron
controlar Marruecos a causa de su gran valor estratégico.
Marruecos formó parte del imperio romano, y tras un breve período de dominación vándala, fue
anexionado al imperio bizantino. Luego vino la conquista árabe y la conversión de los bereberes al
islam que levaron construir un imperio que incluyó parte de España, Portugal y Mauritania.
Desde mediados del siglo XVI, los gobernantes fueron sharifs (supuestos descendientes de
Mahoma): primero los saadíes, hasta mediados del siglo XVII, y después los alauitas, que han
conseguido gobernando hasta nuestros días. Los saadíes expulsaron a los portugueses, rechazaron
a los turcos, que habían conquistado Argelia y Túnez y desplegaron grandes ejércitos de esclavos
para expulsar a los ingleses de Tánger y reconquistar las bases costeras españolas.
En 1844 el ejército marroquí fue derrotado por los franceses y Tánger bombardeada, Los intereses
franceses, españoles y alemanes fueron creciendo a lo largo del siglo XIX. En 1907, tras los brotes
de violencia antieuropea, tanto Francia como España comenzaron a fortalecer su presencia militar.
En 1911 Alemania envío un buque de guerra a Agadir para apoyar a los rebeldes; sólo el apoyo
británico a Francia y la oferta francesa de territorios en África central a cambio del reconocimiento
alemán de los derechos franceses en Marruecos consiguieron evitar una guerra europea. En 1912
Marruecos se convertía en protectorado francés y España se aseguraba el control de la mayor parte
del norte de Marruecos y de una franja del sur. Tánger se convirtió en zona internacional en 1923.
Aunque la economía marroquí prosperó bajo el mandato del mariscal Lyautey, la oposición al dominio
francés creció notablemente. Las tribus bereberes de las montañas del Rif se habían alzado por
primera vez contra los franceses y españoles en 1911. En 1921 lograron expulsar a los españoles

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del noreste de Marruecos, establecer una rapública rifeña y avanzar contra los franceses. Pero un
ejército franco-español de 200.000 hombres los derrotaron en 1926.
El liderazgo nacionalista pasó de las tribus bereberes a los intelectuales y trabajadores de las
ciudades. El principal partido fue el Istiqlal. En 1956 Marruecos consiguió la independencia de
Francia, y España liberó casi todos sus territorios marroquíes.
En 1976 España concedió la independencia a sus colonias en el límite sur de Marruecos (el Sahara
Español, ahora Sahara Occidental) en favor del reino de Marruecos y Mauritania.
Marruecos reclamó la totalidad del área, entrando en conflicto con el Frente Polisario, el movimiento
independentista del Sahara Occidental. Esta disputa debilitó la economía marroquí y llegó a
amenazar sus relaciones con Argelia.

La mayoría de los marroquíes tienen una ascendencia mixta árabe-bereber, pero la lengua
predominante es el árabe, especialmente en las ciudades de la costa. La mayoría de los bereberes
viven en las zonas rurales en las montañas del Atlas y el Rif. Dentro de las minorías, los harratin,
descendientes de esclavos traídos del África subsahariana, habitan las zonas de oasis del árido este.
Los judíos formaban una minoría significativa durante la ocupación francesa, pero su número ha
decrecido desde la fundación del estado de Israel.
Al igual que el desarrollo industrial y los servicios sanitarios, el sistema educativo marroquí todavía
depende de expertos extranjeros y de la ayuda financiera exterior.
En lo referente al lenguaje los árabes superan a los bereberes, aunque a menudo éstos hablan
árabe además de sus dialectos. En ambos grupos se habla también a veces francés o español,
reflejo de la influencia histórica de los vínculos del país con la España musulmana y la dominación
francesa.
El pueblo bereber habita los territorios del noroeste de África y el Sahara desde hace unos 4.000
años. Su origen sigue siendo incierto, pero se sabe que los bereberes pertenecen al grupo camita,
mientras que los árabes son semitas. Los bereberes recibieron su nombre de los conquistadores
romanos y árabes del Magreb, que los consideraban bárbaros. Los árabes, tomaron prestado el
término para designar a los habitantes no árabes del Magreb, arabizándolo en bereber. Ellos se
llaman así mismo Imazighen (pueblo libre), nombre que hasta cierto punto, todavía refleja su estilo
de vida.
En diferentes momentos a lo largo de la historia, los bereberes han dominado gran parte del Magreb.
Pero la fusión con los árabes comenzó muy pronto y hoy en día es casi total, por lo que se han
producido muy pocas tensiones raciales entre los dos grupos. Las zonas de asentamiento están muy
distanciadas, sus dialectos difieren ampliamente, y no existe una lengua común bereber escrita.
Bereberes y árabes comparten la misma fe, el islam.
Durante el período colonial, los franceses intentaron enemistar a los dos grupos, concediendo
privilegios a poderosos caudillos bereberes. Se produjeron brotes de violencia en la década de 1980,

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pero con el establecimiento del estado argelino, la concesión de exigencias políticas ha clamado los
ánimos.
Lo único que identifica a los bereberes como un pueblo distinto es su lengua, y algunas costumbres
y tradiciones en las montañas y regiones desérticas, en los Atlas, en las montañas del Rif y en los
oasis del sur, donde se dedican a la agricultura y el pastoreo. La vida familiar tiene lugar en la
principal habitación de la casa, que hace las veces de salón, cocina y dormitorio. La familia tradicional
incluye a las esposas y familias de los hijos casados, y las hijas abandonan el hogar para vivir con
las familias de sus maridos.
Una pista eficaz para identificar las zonas de población bereber es buscar en el mapa los topónimos
terminados en “t”, por ejemplo Talsint, Tafilalt y Tagounit, al sur de los Atlas, que proceden del tronco
común del libio antiguo.
La lengua se escribía originalmente en un tipo de letra llamada tifinagh. En la actualidad sólo los
tuaregs la usan; el resto emplean la escritura arábiga.
El asentamiento bereber tradicional es un poblado fortificado denominado ksar. En las zonas rurales,
los hombres suelen vestir una capa con capucha llamada burnoose. Las mujeres gozan de una
libertad mayor, en cuanto a la elección de marido, que las árabes. Aunque por costumbre se cubren
el pelo y la parte inferior del rostro en público, no visten el velo que envuelve todo el cuerpo, o chador.
Hacen uso abundante de la henna, un tinte rojo oscuro que se obtiene de las hojas de la planta del
mismo nombre, como cosmético. En bereber henna significa “dador de paz” y, además de teñir
los cabellos, se cree que cura ciertas enfermedades y expulsa a los supuestos espíritus malignos.
Aparte de la minería y las industrias químicas, cuenta con modernas plantas para el procesamiento
de alimentos, manufacturas textiles y producción de cemento, así como fábricas de automóviles en
las que se montan piezas de Francia. La mayoría de las industrias se concentran en la costa
noroeste. Los talleres de artesanos producen artículos tales como alfombras y marroquinería para la
exportación.
Las excelentes playas y pintorescas ciudades marroquíes atraen en la actualidad a unos dos millones
de turistas anuales.
Los marroquíes que trabajan en el extranjero, sobre todo en Francia, constituyen otra importante
fuente de divisas. Sin embargo, en el mismo Marruecos existe un desempleo considerable, en parte
debido al rápido crecimiento de la población en el pasado reciente. Una caída de los precios de los
fosfatos en el mercado mundial y los cuantiosos gastos del conflicto militar con el Frente Polisario
pusieron a la economía marroquí en una situación difícil: la subida de precios ha sido vertiginosa y
muchos marroquíes viven en la pobreza.

Argelia

Menos familiar para el turista que Marruecos y Túnez, constituye el segundo país más extenso de
África después del ex – Sudán. Y sin embargo, los bellos paisajes de Argelia, como la Garganta de

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Oued el Abiad, y su fascinante legado histórico tienen mucho que ofrecer al visitante. Tras conseguir
la independencia en 1962, ha venido jugando un importante papel en la política internacional,
erigiéndose en uno de los líderes de los países subdesarrollados.
La mayoría de la población vive en la fértil franja de tierra que se extiende a lo largo del mar
Mediterráneo. Al sur, los calcinados parajes desiertos del Sahara ocupan más de cuatro quintas
partes de la superficie del país. Pero bajo esta corteza quemada por el sol se encuentran las riquezas
de la nación: enormes yacimientos de petróleo y gas natural.
El nombre de Argelia deriva del de su capital Argel, que tiene su origen en un asentamiento romano.
Pero los habitantes originales, los bereberes ya poseían una cultura altamente desarrollada antes
de la llegada de los romanos, que la declararon provincia del imperio en el año 46 a. C. las bien
conservadas ruinas de ciudades y poblaciones fortificadas han testimonio de la opulencia de la
Argelia romana. Incluso hoy en día, los argelinos llaman a los extranjeros rumi o romanos.
Los vándalos procedentes del norte, arrebataron Argelia a los romanos cuando el imperio se hundió
en el siglo V d. C., siendo a su vez desplazados por los bizantinos. Entonces, en el siglo VI después
de C., los invasores árabes, enarbolando la nueva religión del islam, comenzaron a avanzar desde
Egipto hacia el oeste. La religión y la cultura musulmanas arraigaron con rapidez en las accesibles
tierras bajas de la costa, pero en los inaccesibles valles de las montañas del atlas muchas
comunidades bereberes se mantuvieron aisladas, adoptando finalmente el islam pero conservando
su lenguaje, su arte y su organización tribal.
Los conflictos religiosos y políticos entre las diferentes sectas condujeron en 1519 a la invasión turca,
y el país pasó a formar parte del imperio otomano. Los turcos hicieron de Argel la capital de Argelia
y establecieron las fronteras, pero su influencia fue mínima en el interior.
En 1830, un ejército francés de 30.000 hombres desembarcó al oeste de Argel, sin conseguir
dominar el país hasta dos décadas después. Se comenzó a colonizar Argelia con emigrantes
franceses, que establecieron grandes propiedades agrícolas, y en 1848 Francia declaró a Argelia
parte de la madre patria. Pero sólo se reconocía la ciudadanía francesa a los argelinos descendientes
de europeos, derecho que se extendió en 1870 los judíos nacidos en el país. Por aquellos años, y
tras los disturbios provocados por la comuna francesa y la derrota en la guerra franco-prusiana, una
nueva oleada colonizadora llevó a Argelia a unos 500.000 nuevos inmigrantes de los antiguos
territorios franceses de Alsacia y Lorena. Estos nuevos colonos fortalecieron la industria vitivinícola
argelina, que se convirtió en el producto principal de exportación a Francia. El constante flujo de
inmigrantes incrementó el número de europeos en Argelia a más de un millón hacia los años 30,
pero sólo la mitad era de origen francés.
La subordinación política y económica directa de Francia y la generalizada y firme colonización
europea del país hicieron que la lucha por la independencia fuera larga y dura. Los argelinos no
conseguirían deshacerse del yugo francés hasta 1954. El movimiento de liberación argelino padeció
e infligió mucha violencia hasta que Charles de Gaulle reconoció que sólo se podía poner fin a la

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lucha con medios políticos. En 1962 el tratado de Evian reconoció la independencia y los franceses
abandonaron el país en pocas semanas.
Los años de guerra fueron seguidos por una lenta reconstrucción dificultada por la escasez de mano
de obra cualificada y por luchas políticas de poder. Pero el rápido crecimiento de los ingresos
originado por la producción petrolífera permitió a este estado recién nacido disfrutar de una modesta
prosperidad. Actualmente menos de un 1% de la población es de ascendencia europea. La mayoría
pertenece a los grupos culturales árabe y bereber, pero tienen en común la fe islámica. Argelia
adoptó un régimen socialista basado en la ley musulmana, acentuando la importancia de la lengua
cultura árabes.
El uso del francés sigue siendo muy amplio, en los círculos culturales y gubernamentales.
En el escenario político internacional asumió el papel del líder de otros países subdesarrollados y a
menudo actúa en su nombre. Apoyó movimientos independentistas como la OLP, que propugna un
estado árabe palestino. Y al Frente Polisario de liberación de Sahara Occidental.
La política social de Argelia también difiere de la de sus vecinos. Tras la partida de los franceses, se
pusieron en marcha ambiciosos programas sanitarios y educativos, pero la escasez de especialistas
era demasiado grande. Francia prestó ayudas económicas y proporcionó un gran número de
profesores, mientras que médicos de India ofrecieron sus servicios. Pero el rápido crecimiento de la
población continúa presentando problemas, tanto en las áreas urbanas como en las rurales. La
producción agrícola actual es insuficiente, y la perforación de pozos profundos para alcanzar las
reservas de aguas subterráneas está poniendo en peligro el suministro de agua potable.
La ola de violencia, tras la suspensión del proceso democrático en 1992, entre activistas islámicos y
fuerzas del orden, ha asumido a Argelia en algo muy cercano al caos.
Antes de la independencia, la economía era típicamente colonial. Había muy poca industria, y la
producción agrícola, en manos de los europeos se concentraba en productos como el tabaco y vino,
destinados a la exportación a Francia. Los argelinos tendían a trabajar para los propietarios europeos
o a ganarse un escaso sustento mediante una agricultura de subsistencia. La guerra había destruido
muchos edificios y carreteras, y el cultivo de las propiedades agrícolas se detuvo cuando más de un
millón de europeos abandonaron el país. Pocos argelinos tenían experiencia en los negocios o en la
administración.

Es difícil determinar los componentes étnicos del pueblo argelino, ya que hace muchos siglos que
los árabes se asentaron en sus tierras. Muchos de los bereberes olvidaron su lengua. Pocos
europeos permanecieron en el país, y la mayoría de los judíos argelinos emigraron a Francia o a
Israel.
Casi todos son musulmanes sunnitas, pero algunos bereberes siguen practicando el maraboutismo
(veneración de los santos), y los tuaregs todavía utilizan amuletos para muy diferentes propósitos.
La mayoría de la población habla el dialecto árabe salpicado de términos franceses y bereberes,
pero muchas comunidades siguen hablando sus lenguas.

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Desde la década de 1970, la vida pública ha tomado un carácter cada vez más árabe con la retirada
del francés de todas las indicaciones públicas, antes bilingües. Estas medidas también afectan a los
bereberes, que siguen resistiéndose a la política centralizadora del gobierno.

La nueva administración comenzó a reestructurar la agricultura de acuerdo con los principios


socialistas, convirtiendo las tierras originalmente cultivadas por los franceses en grandes granjas de
propiedad estatal, para luego ser gestionadas como cooperativas por campesinos. El vino, símbolo
de la dominación colonial daría paso al cultivo de cereales. Los vinos de Mascara y Tlemcen,
producidos en el interior de Orán, son exportados a Rusia y Polonia.
La mayor parte de la actividad agrícola se desarrolla en las fértiles llanuras costeras irrigadas por
lluvias suficientes pero irregulares. Se construyeron grandes presas en los valles del Atlas telliano
para poder aprovechar el agua para riego y energía.
Más al sur, la tierra es demasiado pobre para permitir cultivos permanentes. El nomadismo se
convierte en las actividades principales. Las áreas diseminadas de hierba y matorrales proporcionan
alimento suficiente para los rebaños itinerantes. Sólo en los oasis se rompe la monotonía del desierto
y aparecen pequeñas concentraciones de palmeras datileras. El suelo se ve amenazado por la
erosión y la invasión del desierto, se plantó una muralla verde de bosques de pinos en las laderas
del Atlas sahariano en un intento de detener el avance del Sahara hacia el norte.
Las novelas románticas y las películas representan el oasis como una joya verde en el desierto,
donde las palmeras da sombra a las pequeñas casas blancas que rodean el pozo y los árabes
vestidos de blanco sorben té de menta mientras las caravanas de camellos se pierden en el
horizonte. Los oasis que tienen agua suficiente para mantener gran cantidad de palmeras pueden
tener esta belleza. Las palmeras, que llegan entre 12 y 30 metros, protegen las casas del sol. Las
dunas rojizas y los riscos de un rojo o violeta brillante proporcionan un telón de fondo adecuado a
las casas encaladas de techo plano con sus patios cerrados., la plaza del pueblo con su mezquita y
el zoco (mercado), donde los vendedores itinerantes venden grano, verduras, sal, matas de pelo de
camello, zapatillas de suela gruesa de piel del mismo animal (para proteger los pies de la arena
ardiente) y los tradicionales busaadi, cuchillos largos y delgados enfundados e vainas de cuero rojo.
Las fortificaciones de los grandes oasis dan testimonio de los tiempos en que sus habitantes tenían
que protegerse de los bandidos nómadas. Los pueblos fortificados son atracciones turísticas
Los pobladores más ricos poseen diferentes cultivos y palmeras datileras, y también crían cabras y
asnos, pero el suelo cultivable de los oasis más pobres en agua es insuficiente, y sus únicos animales
son las diminutas gallinas saharianas. Unas chozas de adobe o cañas se alzan alrededor del pozo.
Se dan dos tipos de vida humana: los habitantes permanentes que cultivan los escasos campos y
los nómadas que acuden por agua. En el pasado, muchos oasis eran propiedad de los nómadas y
eran trabajados por sus esclavos. Hoy en día también la vida nómada se encuentra amenazada.
El mantenimiento del suministro de agua es a veces muy laborioso. Las aguas del Sahara se
encuentran a gran profundidad, y son inaccesibles, excepto en los oasis. En algunos de ellos el agua

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se encuentra cerca de la superficie y forma fuentes y estanques naturales, pero con más frecuencia
es necesario excavar pozos. Muchos pozos datan de tiempos de los romanos, e incluso de antes, y
los métodos empleados para extraer agua son igualmente antiguos. A veces se emplea el shadoof,
una larga pértiga con un cubo en un extremo y un contrapeso en el otro que bascula sobre un punto
de apoyo; también se llenan de agua pellejos de cabra mediante cuerdas con poleas tiradas por
asnos, bueyes o camellos. Sólo los oasis más ricos tienen bombas a motor para extraer el agua. En
algunos de ellos se emplea la antigua foggara o sistema de pozos horizontales. Se excavan túneles
ligeramente inclinados en los cauces de ríos secos, con una hilera de pozos que sirven para extraer
las aguas subterráneas.
Se emplea el agua para regadío mediante intrincados laberintos de estrechos canales y pequeños
acueductos sostenidos por troncos de palmera. Se establecen turnos para regar las diferentes zonas:
ante la ausencia de relojes, el tiempo de irrigación se mide por la longitud de las sombras. El alto
contenido en sal del agua origina diferentes problemas: al evaporarse, cada vez queda más sal en
el suelo cultivado, haciéndolo más estéril. Es necesaria una atención constante para evitar que la
arena obstruya los pozos.
Los modernos pozos artesianos permiten en algunos oasis una mayor variedad de cultivos, pero el
principal sigue siendo la palmera datilera, que comienza a producir frutos a los 10-15 años, da dos
cosechas al año y tiene una vida media de más de un siglo. Su fruto fresco o seco, muy rico en
vitaminas, constituye la base de la dieta local. Hay unas 70 variedades dentro de las tres categorías
principales. El dedo de luz, suave, grande y suculento, se cultiva para la exportación. El dedo blanco
de suavidad media, más pequeño y seco es de consumo doméstico.
Cuando deja de producir frutos, el fibroso tronco de la palmera proporciona madera para la
construcción de viviendas y utensilios domésticos y para leña. También se emplean los troncos
vaciados como conductos para la irrigación. Las ramas se tejen para construir tejados y confeccionar
cestas, cuerdas y esteras. Las semillas de los dátiles se muelen y sirven de pienso para los animales.
La sombra de las palmeras permite el cultivo de plantas más delicadas a sus pies: olivos, frutales,
verduras y cereales.

Túnez

Durante siglos, pueblos e ideas han entrado en el norte de África a través de Túnez. La historia de
esta nación se ha visto profundamente afectada por el ascenso y caída de grandes imperios.
Cada uno de ellos (el fenicio, el romano y el otomano) ha dejado, a su vez, su huella en la
arquitectura, la religión, la sociedad y la economía tunecina.
Hasta 1956 Túnez no consiguió la independencia de Francia, y hoy en día la influencia francesa
sigue siendo visible en todos los aspectos de la vida tunecina.
La mejor muestra de los restos de ocupación fenicia es la ciudad de Cartago. Fue un centro comercial
de vital importancia. Pero la floreciente cultura fenicia no sobreviviría mucho tiempo. Los romanos,

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atraídos por el suave clima de Túnez y sus riquezas naturales, saltaron desde las cercanas tierras
sicilianas, conquistaron Cartago y establecieron la primera provincia romana.
Los romanos introdujeron cambios fundamentales en el modo de vida tradicional tunecino, e incluso
la fe cristiana llegó a ser adoptada por la nación norteafricana. Los romanos alimentaron la tierra y
construyeron ciudades, carreteras, acueductos y templos. Implantaron sistemas de regadío a gran
escala que incrementaron la productividad agrícola, proporcionando a Roma uno más de sus
numerosos graneros. Se reconstruyó Cartago, que pronto se convirtió en un centro intelectual.
La siguiente oleada de turbulencias fue la invasión de loa árabes musulmanes, los tunecinos habían
mantenido su propio carácter, y rápidamente y sin dificultad adoptaron el islam. Las mujeres
musulmanas siguen usando el velo. Es curioso que a pesar que el norte de África es un punto clave
en la historia de la cristiandad latina, estos elementos desaparecieron en el transcurso de una sola
generación.
Otro momento clave en el desarrollo cultural fue la llegada del imperio otomano. En los siguientes
siglos Túnez mantuvo una relativa independencia de sus dominadores turcos y entabló relaciones
comerciales con países europeos. Se intentó modernizar el país en sentido político, económico y
cultural. Concedió la igualdad a los judíos, abolió la esclavitud, permitió la existencia de escuelas
cristianas y reorganizó el ejército al estilo europeo. Pero estas reformas eran caras y sólo podían ser
financiadas mediante un alto endeudamiento. Túnez de encontró entonces con que dependía de
Francia, Italia y RU. Fueron los franceses los que aprovecharon la debilidad económica, y Túnez se
convirtió en protectorado francés.
Durante la Segunda Guerra, fue ocupada por el ejército alemán y liberada por los ingleses, que
cedieron de nuevo el protectorado a Francia. Se reanudó entonces la lucha por la independencia
nacional, que triunfaría en 1956, pocas semanas después de que Francia renunciara a su
protectorado en Marruecos.
Tras la declaración de la independencia, los últimos beys turcos fueron desposeídos de su poder y
se declaró la república. Desde un principio se tomaron medidas, como la abolición de la poligamia,
dirigidas a lograr un mayor acercamiento a Occidente.
Hoy en día los últimos invasores son los turistas, venidos de todos los rincones del mundo, que
proporcionan al país su mayor fuente de ingresos.
Al terminar el período dictatorial del anterior presidente, Ben Alí prometió una democratización de la
vida política y demostró sus intenciones concediendo una amnistía a todo tipo de presos políticos.
Se adoptaron nuevas medidas como la abolición de las leyes de censura y el reconocimiento de la
libertad de expresión.
La principal causa de los conflictos sociales está relacionada con el hecho de que, a pesar queTúnez
es uno de los países más ricos de África, la mayor parte de la población no se beneficia del desarrollo.
Túnez atrae la inversión extranjera a causa de los bajos salarios reconocidos y el sueldo mínimo
oficial. Pero esto quiere decir que el nivel de vida de la mayoría es bajo, sobre todo si se compara

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con las medias europeas. La mayoría de los trabajadores tiene grandes dificultades para sostener a
su s familias.
A pesar de ser un país pequeño, juega un papel importante en la política internacional. Mantiene
buenas relaciones con la mayoría de los países europeos. Dentro del mundo árabe siempre ha
desempeñado un papel crucial como mediador

Casi todos los tunecinos son árabes y musulmanes. Pero puesto que el país se ha visto expuesto a
las influencias de tan diferentes culturas en el curso de la historia, el aspecto de las ciudades y aldeas
es muy cosmopolita. Además de los árabes, hay pequeños grupos de europeos, judíos y bereberes,
diseminados por todo el país. Como resultado de los vínculos coloniales con Francia, la cultura
francesa ha impregnado la vida diaria de los tunecinos, su arquitectura e incluso su gastronomía.
Muchos tunecinos hablan el francés como segunda lengua.
Más de la mitad de la población tunecina vive en las ciudades, y la mayoría de éstas ofrece un
notable contraste entre los barrios antiguos y tradicionales y las zonas más modernas. Los barrios
antiguos están formados por estrechas callejuelas y mercados cubiertos. En cambio, los barrios de
reciente construcción se asemejan a los de las ciudades europeas, con grandes bulevares
flanqueados por árboles y edificios modernos. Se puede ver el mismo contraste entre los estilos
tradicional y occidental en el atuendo de la gente: los pobladores de las ciudades suelen vestir a la
europea, mientras que los de las áreas rurales suelen llevar el tradicional atuendo negro y el rostro
cubierto, un turbante o un pequeño gorro y una túnica larga y suelta, o una capa con amplias mangas.
Pero los bereberes han conservado un rasgo peculiar que les diferencia de los árabes: sus mujeres
nunca llevan velo, ni siquiera en público. Este detalle refleja una diferencia fundamental en la actitud
hacia el sexo femenino. La posición de la mujer es más alta. Además de no llevar velo saben leer y
escribir, reciben a las visitas, venden sus propios productos en los mercados y cierran acuerdos
comerciales.
Los bereberes de la meseta de Dahar viven en cuevas excavadas en los riscos de blanda arenisca.
Estas viviendas proporcionan un aislamiento perfecto contra el frío de las noches y el tórrido calor
de los días. Pero hoy en día muchos de estos habitantes de las cavernas dejaron sus hogares
tradicionales y viven en las torres de cemento de las ciudades. Las aldeas que todavía se conservan
son ya poco más que atracciones turísticas mantenidas artificialmente.
La modernización provocó cambios drásticos en el estilo de vida de los pueblos nómadas que antes
recorrían el sur y el oeste del país. Vivían en sus tiendas negras y se desplazaban en busca de
nuevos pastos para sus rebaños de camellos y cabras. Muy pocos nómadas siguen manteniendo
esta dura vida, y la mayoría se ha afincado en la estepa del interior, donde siguen manteniendo a
sus animales y viven de una agricultura de subsistencia. Sólo en los años de sequía vuelven a
conducir a sus rebaños a los pastos más lejanos.

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Debido a la proximidad geográfica, hay estrechos vínculos económicos y culturales entre Túnez e
Italia. Los italianos constituyen la segunda minoría europea, y muchos emigrantes tunecinos buscan
trabajo en Italia. Sin embargo, los tunecinos están inextricablemente unidos a los franceses.
Para la mayoría de los tunecinos jóvenes, Europa representa trabajo y riqueza, cultura, ocio y una
forma de vida más libre: todo lo que la sociedad tunecina no puede ofrecerles e grado suficiente. Sin
embargo, desde los años 80 el fundamentalismo islámico ha conseguido un cierto arraigo, incluso
entre los estudiantes.

Entre la cadena montañosa que llega hasta cabo Bon y la laguna de Bizerta al norte se extienden
las grandes propiedades de la era colonial y también grupos de pequeñas granjas: su producción se
exporta vía Túnez. Mientras que la fruta y las hortalizas se cultivan en las llanuras artificialmente
irrigadas del valle de Majardah, la agricultura de las colinas del sur está dedicada a la producción de
uva para vino. El área que separa la llanura costera de los lagos salados es la región de los olivos.
También es importante la producción artesanal del Sahel: mucha gente se dedica al tejido de
alfombras. Algunos de los centros turísticos más conocidos se encuentran en la costa del Sahel:
Nabul, Hammamet, Susah y Monastir.

Libia

Formó parte del imperio otomano desde el siglo XVI, convirtiéndose en colonia italiana en 1912. En
1943, tras la derrota de Italia pasó a estar bajo la administración militar anglo-francesa. En diciembre
de 1951 fue el primer estado declarado independiente. El descubrimiento de petróleo en 1959
transformó la economía nacional y el gobierno se embarcó en un ambicioso programa de desarrollo
social y político. En 1963, el gobierno de Idris abolió el sistema federal. Esta acción de lo que se
consideraba la administración de Cirenaica provocó un gran malestar en Tripolitania, el área más
poblada. Muchos musulmanes devotos se enfurecieron por el reconocimiento del voto femenino,
mientras que los nacionalistas árabes criticaban el consentimiento de Idris a la instalación de bases
militares británicas y norteamericanas en Libia.
En septiembre de 1969 el rey Idris fue depuesto por un grupo de militares mandados por el coronel
Gaddafi, que estableció un Consejo de Mando revolucionario y declaró la República de Libia. Desde
entonces, fue el líder indiscutible en todos los aspectos de la vida libia. Era un hombre de gran
magnetismo personal y la mayoría de los libios lo consideraba un caudillo de naturaleza casi divina,
pero se ganó la hostilidad de los muchos países a los que su oportunista y agresiva política exterior
ha atropellado. Tenía un gran objetivo: la unidad de las naciones árabes bajo la bandera del islam.
Consiguió grandes mejoras en la vivienda, educación y atención sanitaria de su pueblo. A pesar de
que se manifestaba estricto seguidor de las leyes islámicas, que normalmente conceden un estatus
superior a los hombres que a las mujeres, ha mejorado la situación de éstas, que pueden votar y
servir en las fuerzas armadas y ocupar otros puestos de trabajo, así como ser nombradas jueces.

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Su intento de impulsar la unidad árabe formando la confederación de Repúblicas Árabes junto con
Egipto y Siria en 1971, fracasó en poco tiempo, y las relaciones con ambos países han sido bastante
turbulentas. Otras naciones árabes y africanas han roto en diferentes ocasiones sus relaciones con
Libia por las interferencias en sus asuntos internos, incluyendo intervenciones militares en Uganda,
Chad y Sahara Occidental.
El odio de Gaddafi hacia Israel y los países que él considera sus aliados le ha llevado a apoyar las
actividades de diferentes organizaciones terroristas internacionales. Esta actitud ha aislado a Libia
de gran parte del mundo occidental: EE.UU. rompió las relaciones diplomáticas en 1980, y RU lo
hizo en 1984.
Se han producido diferentes choques y escarceos militares entre Libia y EE.UU.; especialmente
grave fue el de abril de 1986, cuando la aviación norteamericana bombardeó Trípoli y Bengasi.

La mayoría de los pobladores de la Cirenaica moderna son árabes, pero en el resto del país son de
ascendencia mixta árabe-bereber. El idioma es el árabe, pero siguen existiendo pueblos de habla
bereber en las montañas del noroeste y en algunos oasis. Los tuaregs, también de habla bereber,
pueblan casi exclusivamente el sudoeste de Libia, y viven como pastores nómadas en las zonas
limítrofes con Argelia y Níger.
Los libios negros, descendientes de los esclavos traídos del África subsahariana al Mediterráneo
hasta bien entrado el siglo XIX, habitan principalmente en Tripolitania y Fezzan.
Desde que obtuvo la independencia, la pertenencia a una u otra de las principales familias o grupos
sociales ha cobrado mayor importancia que el origen étnico. Además de la familia de Gaddafi, y de
su antiguo lugarteniente Jalud, entre otros grupos influyentes se cuentan los koulougli, los sharifs
y los marabouts.
Los koulougli son los descendientes de una unión entre los jenízaros (la elite de soldados
mercenarios del imperio otomano= y esclavas crisitanas o mujeres berebeberes.
Los sharifs de Libia occidental y los marabouts, de origen marroquí, son familias musulmanas que
reivindican su descendencia de Mahoma
El 97% son sunnitas; las demás religiones son toleradas pero no fomentadas. La comunidad judía,
antiguamente radicada en Trípoli, se ha visto reducida a unos pocos cientos de personas tras la
oleada de violencia antisemita que se produjo durante las guerras árabe-israelíes. Casi todos los
cristianos de Libia son emigrantes. Todas las iglesias cristianas, incluyendo las catedrales italianas
fueron convertidas en mezquitas u oficinas tras la revolución. La bandera nacional de Libia es verde,
el color tradicional del islam, y el comportamiento personal está casi totalmente regido por las leyes
islámicas.

Los tuaregs

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Los orgullosos nobles gobernaron en un tiempo el inmenso desierto del Sahara. Desplazándose de
unos pastos a otros para alimentar a sus rebaños de camellos, cabras, ovejas y vacas, estos pastores
nómadas llevaban un tipo de vida tan difícil de atar a la tierra como las móviles arenas del desierto.
Los tuaregs, un pueblo de piel clara y ascendencia bereber, siguen viviendo en una sociedad
estrictamente definida con tradiciones culturales únicas. Pero sus sistemas político y económico, al
depender de una rígida estructura de clases, se ve crecientemente amenazado.
El sistema de los tuaregs de desplazamientos constantes en busca de pastos les obliga a aprovechar
al máximo los escasos recursos que ofrece el desierto. Habitan un área que se extiende desde el
sur de Argelia y de Libia por toda la franja central del Sahara hasta gran parte de Níger, norte de
Malí y partes del Chad. Dentro de este árido paisaje destacan las zonas más altas como islas bien
dotadas de agua y relativamente fértiles. Sin embargo, en tiempos de prolongada sequía, ni siquiera
estas zonas proporcionan pastos adecuados. En estos casos, los animales mueren por miles y sus
compañeros humanos sufren una suerte parecida.
A pesar de la dureza del desierto, muchos imperios han reclamado la posesión del montañoso interior
del desierto más grande del mundo. Desde el sur, las grandes culturas de Ghana (Ashanti), Malí y
Songhai alcanzaron los límites del Sahara Occidental y meridional.
Alrededor del siglo XII d. C. los tuaregs se habían hecho fuertes en la zona. Mantenían la ciudad de
Tombuctú, antiguo centro del saber, aunque desde el punto de vista tuareg, el valor de la ciudad
radicaba mucho más en su situación estratégica (en una encrucijada de las rutas caravaneras y a
orillas del caudaloso río Níger), que en su valor cultural.
El período de dominio francés señaló el principio del fin del estilo de vida tradicional tuareg. Los
franceses intentaron eliminar las costumbres de bandidaje y tráfico de esclavos de los tuaregs. Y
triunfaron porque tenían una movilidad superior (vehículos todo terreno que les permitían atravesar
el desierto). Los límites fronterizos impuestos por los franceses en el mapa del desierto cambiarían
la vida de los tuaregs para siempre.
La sociedad tradicional estaba formada por tres clases principales: nobles, vasallos y esclavo. Hoy
en día están divididos en siete grupos o confederaciones. Un solo caudillo, llamado amenukal, habla
en nombre de todos los grupos. Cada grupo está constituido por un número de nobles vasallos y
antiguos esclavos (harratin).
En el pasado, la nobleza tuareg ocupaba una posición de privilegio con respecto al trabajo manual,
especialmente el cultivo de la tierra, que era considerado indigno. Muchos factores los distinguían
de las demás clases, incluso su forma de hablar, de moverse y de cabalgar en sus tradicionales
monturas, los camellos. En otros tiempos eran temibles guerreros y bandidos que ejercían un severo
control sobre las tradicionales rutas de caravanas que cruzaban el desierto (muchas de ellas
cargadas de sal con destino al sur, aunque también transportaban oro al norte).
En cambio los vasallos, en su mayoría de ascendencia negroide, se dedicaban a atender los
rebaños de cabras. De hecho, los nobles siguen refiriéndose a ellos como Kell Ulli (pueblo de

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cabras). También guardaban los campamentos, habitualmente formados por pequeños grupos de
tiendas cubiertas por pieles secas de animales o mantas.
La tercera clase, los harratin, desempeñaba las tareas más bajas, cultivando los pequeños huertos
de los oasis y viviendo en asentamientos estables. La nobleza se apropiaba de ¾ partes de la
cosecha, dejando poco en tiempos de abundancia y nada en años de sequía. Por ello la malnutrición
y la alta mortalidad azotaban permanentemente a los harratin.
El atuendo tuareg incluye el tagilmust (una mezcla de turbante y velo) para los hombres. Esta larga
banda de tejido algodón se tiñe a menudo de azul con índigo, tinte que a veces mancha el rostro de
su portador, dando lugar así al sobrenombre de hombres azules del desierto. De hecho los tuaregs
se refieren a sí mismos como kel Tagelmoust (pueblo del velo), prenda que llevan no sólo para
protegerse de los violentos vientos del desierto, sino también para evitar que los malos espíritus
entren en ellos por la boca. Siempre llevan el velo delante de los extraños y también llevan velo, pero
es de tamaño menor y cubre sólo la boca.
La independencia argelina del colonialismo francés en 1962 trajo como resultado la instauración de
un gobierno socialista cuyos principios, tales como la libertad y la igualdad de clases, entraban en
violenta contradicción con los aspectos más fundamentales de la sociedad tuareg. Los nuevos
líderes políticos obligaron a gran parte de los tuaregs a establecerse, prohibieron sus actividades
guerreras y obstaculizaron su vida nómada con controles territoriales. También se concedió la
libertad a los harratinm forzando a la nobleza a ocuparse de su propia subsistencia.
También sufrieron terribles sequías que azotaron la región del Sahel, reduciendo los pastos al
mínimo. Los rebaños perecieron en gran número arruinando la economía de los tuaregs, al ver
barridas sus bases sociales, políticas y económicas, muchos tuaregs abandonaron el nomadismo
dedicándose a la agricultura.

Aunque la mayor parte de la actividad económica se centra en la costa mediterránea del noreste y
noroeste, la mayor parte de la industria se concentra en la región mediterránea central, donde el
golfo de Sidra se adentra profundamente en tierras norteafricanas.
En esta zona, donde el Sahara se extiende casi hasta la costa, se encuentra el centro de la
producción petrolífera y de las florecientes industrias petroquímicas. Los oleoductos procedentes de
los múltiples yacimientos del centro-norte de Libia desembocan en una serie de puertos.
Desde el establecimiento del régimen socialista, se han hecho decididos esfuerzos por ampliar la
base industrial y por reducir su dependencia de bienes y mano de obra importados.
Libia tiene un considerable potencial turístico: playas mediterráneas vírgenes, fascinantes restos
arquológicos en Lebda y Sabrata en Tripolitania, y la belleza natural del Sahara.

Sahara Occidental

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Es un territorio desierto y barrido por los vientos en la costa noroeste de África. Desde 1975 este
territorio viene siendo escenario de un violento conflicto militar entre el gobierno marroquí y los
pobladores, llamados saharauis. Esta disputa está sangrando la economía marroquí y hace
imposible la normalización de la vida de los saharauis.
Esta disputa está sangrando la economía marroquí y hace imposible la normalización de la vida los
saharauis. Contiene grandes yacimientos de fosfatos que, después de procesados, se emplean en
la producción de fertilizantes. Esta riqueza mineral, confirmada por el descubrimiento del yacimiento
de Bu Craa en 1965, ha convertido esta desolada tierra en una valiosa posesión.
Si Marruecos triunfa en su empeño de anexionarse el territorio, los fosfatos que obtendría (una vez
añadidos a sus propias reservas) le darían una posición dominante en el mercado mundial de este
producto.
En 1958. España incorporó la región a su territorio como provincia con el nombre de Sahara Español.
En 1975 el rey Hassan II de Marruecos lanzó una pacífica “marcha verde” de 350.000 marroquíes
desarmados sobre la parte norte del país, que fue seguida en 1976 por un ejército bien pertrechado.
España se dio por aludida y renunció a sus posesiones del Sahara Español, cediendo el norte a
Marruecos y el sur a Mauritania. Entonces recibió el nombre de Sahara Occidental. En 1979
Mauritania se retiró del conflicto, y Marruecos se apresuró a apoderarse del territorio que había
quedado libre. Finalmente en 1991, Marruecos aceptó la celebración de un referéndum para decidir
el futuro del Sahara.

Mauritania

El imperio almorávide se desmoronó en el siglo XII. El norte de Mauritania siguió formando parte de
Marruecos, pero el sur pasó a manos de la vecina Malí. Esclavizaron a muchos de los habitantes
negros de los territorios recién conquistados y expulsaron a otros.
Los poderes coloniales europeos ignoraron a Mauritania durante mucho tiempo porque no ofrecía
muchas posibilidades comerciales. Pero a principios del siglo XX Francia absorbió a Mauritania,
convirtiéndola en colonia propia en 1920.
En 1960, consiguió la plena independencia, como ya había ocurrido con el resto de las posesiones
francesas de África Occidental.
Cuando el Sahara Español obtuvo la independencia en 1976 con el nuevo nombre de Sahara
Occidental, Marruecos y Mauritania reclamaron para sí todo el territorio posible. Pero no habían
contado con los nacionalistas saharauis, el Frente Polisario, que opuso una encarnizada resistencia
a los invasores. En 1979, Mauritania se retiró., luego sufrió una inestabilidad política y una crisis
económica agravada por sucesivas sequías.
Sucesivos gobiernos realizaron inútiles esfuerzos para reducir la dependencia de alimentos
importados, que se vieron frustrados por el avance de la desertización. Esto redujo las escasas zonas
de pastos incrementando la importancia de la construcción de presas, muchos nómadas se

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establecieron. Los pastores que perdieron su ganado a casusa de las sequías se dedicaron a la
agricultura. Los granjeros negros consideraron esto una intrusión y las disputas han terminado con
frecuencia en violencia.
Estos conflictos internos influyeron en sus relaciones con Senegal, que ha llegado a asilar y proteger
a miembros del movimiento de liberación de los negros mauritanos. Pero también los moros han
vivido mucho tiempo en Senegal, controlando el comercio al por menor de las ciudades y aldeas.
Como gesto de solidaridad con sus hermanos negros, los senegaleses comenzaron a discriminar a
los moros, que temiendo por su seguridad, escaparon en gran número a Mauritania, esta acción
provocó la respuesta de Mauritania que comenzó a expulsar a sus ciudadanos negros.
La llegada en masa de moros de Senegal y el fracaso de los proyectos del río Senegal hundieron a
Mauritania en una crisis económica aún más grave. La sequía, la guerra y la caída de los precios
aumentaron los problemas. Como resultado, esta nació, que en otros tiempos fue descrita como “el
lazo entre el África negra y el África blanca” se convirtió en un estado islámico árabe-bereber blanco.

La mayoría son moros o tienen una ascendencia mixta árabe y negra. El mayor grupo minoritario,
los negros africanos, están formados por una serie de tribus. Entre éstas se cuentan los fulani,
toucouler, sonimke, bambara y wolof. Los moros y los negros han tenido roces durante siglos por
las marcadas diferencias entre sus estilos de vida, lenguas y culturas.
La mayor parte de los moros hablan árabe. Algunos de ellos todavía siguen llevando una vida
nómada en sus tiendas con sus rebaños. Otros atienden pequeñas granjas en las áreas rurales. A
mediados de la década de 1980, las sequías devastadoras habían asolado el país, acabando con
más de la mitad de los animales de los pastores. A consecuencia de ello, muchos nómadas han
buscado la protección de ciudades y aldeas y se han puesto a buscar trabajos. Actualmente las áreas
urbanas y en concreto la capital, Nuakchot, están rodeadas por inmensos arrabales de chabolas.
Alrededor de 1/3 de la población está formado por agricultores negros que viven en el sur en
pequeñas aldeas a orillas del río Senegal. Sus chozas redondas de adobe se alzan a los lados de
estrechos y serpenteantes senderos. La mayor parte de ellos hablan toucouleur. Este es otro factor
de descontento, pues el idioma nacional es el árabe, aunque el francés es el oficial. Los moros
quieren elevar al árabe a la categoría de lengua oficial, pero los demás prefieren el sistema actual.
Éste ocasiona multitud de problemas, especialmente con respecto a la educación. Sólo un niño
mauritano de cada diez consigue realizar el ciclo primario, y mucho menos prosiguen su educación.
Desde que los árabes invadieron el país hace siglos, los negros han estado esclavizados. La
abolición oficial de la esclavitud no llegó a Mauritania hasta 1980. Pero en la práctica no parece
haber supuesto un gran cambio, pues a mediados de la década seguía habiendo alrededor d 10.000
esclavos en el país.

Senegal

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Los imperios africanos de Ghana, Malí y Songhai controlaron partes de la zona desde el siglo IV d.
C. al siglo XVI. Los primeros europeos que llegaron a la región fueron marinos portugueses, que
cambiaron alcohol, joyas, tejidos y armas por marfil, oro, especias, goma, sal mijo, cuero y plumas
de avestruz. Pero los bienes más valiosos fueron los esclavos.
En 1882, Francia convirtió a Senegal en colonia. Encontraron adecuados el climas y las condiciones
del suelo, se decidieron por el maní, y comenzaron a establecer plantaciones. Este cultivo sigue
siendo hoy en día la principal fuente de ingresos. Los esfuerzos de Francia por convertir a los
africanos en franceses negros trajeron consigo una serie de cambios dramáticos. Senegal se
convirtió en modelo de la política colonial francesa e influyó en la forma en que los franceses
actuarían en otras de sus posesiones africanas. En 1960, Francia accedió a conceder la
independencia. Los políticos en el poder habían sido educados en Francia, pero comprendieron que
no podrían controlar todo el país sin la cooperación de los poderosos líderes de las sectas islámicas.
Las relaciones de Senegal con su pequeña vecina Gambia, han sido estrechas. En 1982, las dos
naciones formaron una federación llamada Senegambia, cada país mantenía su independencia,
pero la defensa era común y se estrecharon los lazos económicos.

Los wolof son el grupo étnico mayoritario, mientras que el resto pertenece a otros grupos como los
fulani, serer, toucouleur, diola y mandingo. Los fulani, que constituyen uno de los grupos étnicos
más numerosos, llevan una vida nómada, siguiendo a su ganado en busca de pastos. El
resentimiento de otros grupos étnicos con los wolof, dio origen a revueltas ocasionales con los diola,
un grupo que habita en la región meridional.
Más de ¾ partes son musulmanes. El resto son cristianos o de religiones africanas. La mayoría de
los musulmanes pertenecen a grupos religiosos denominados musulmanes.
La mayor parte de la población vive en aldeas rurales y trabaja la tierra, constan de unas pocas
chozas de adobe con techos de pala, suelen agruparse en racimos separados por cercados. Todos
los miembros comparten las comidas y las obligaciones. Los hombres trabajan en el campo desde
la madrugada hasta el anochecer. Las mujeres ayudan en las siegas y cosechas, y desempeñan las
labores domésticas.
En las ciudades, los más ricos viven en bloques de apartamentos o en bungalows, pero la única
alternativa para los pobres son las chabolas.
Tanto los hombres como las mujeres visten amplias túnicas y pantalones muy anchos llamados
boubou. En el caso de las mujeres, se añaden turbantes multicolores y joyas. La base de la dieta
es el mijo, con estofado de pollo, pescado frito con especias y carne o pescado cocinado con salsa
de maní.
La fuerte contaminación de las aguas y alimentos, junto con una grave insuficiencia de médicos
cualificados, dieron lugar a una oleada de enfermedad y muerte en gran parte del país. Como en
otros lugares, la situación es mucho más crítica en las áreas rurales. Como resultado de todos estos
factores, pocos senegaleses sobrepasan los cincuenta años.

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Aunque la educación sea inadecuada, el arte senegalés es famoso en todo el mundo. Las máscaras
multicolores de madera tallada y las rítmicas danzas al son de instrumentos tradicionales constituyen
un extraordinario espectáculo. La industria del cinematográfica de África Occidental tiene su centro
en Dakar.

Gambia

Tiene un ancho entre 24 y 48 km, hasta unos 290 km siguiendo el curso del río Gambia. La costa se
convirtió en uno de los centros de los cazadores de esclavos. La colonia británica de Senegambia
fue establecida en 1765, incluyendo parte del actual Senegal. Estas zonas fueron cedidas a Francia
en 1783, y en 1888 el territorio restante obtuvo la categoría de colonia de la Corona británica. Pero
las divisiones entre las dos áreas no quedaron nunca claramente definidas.
La influencia británica sólo se mantuvo en la capital Banjul. Actualmente los vínculos con Gran
Bretaña se traducen en relaciones comerciales con la antigua metrópoli.
Gambia siempre ha mantenido estrechas relaciones con Senegal, que se formalizaron en 1982
cuando se declaró la confederación de Senegambia. Este acuerdo entre los dos países iba dirigido
a la cooperación en cuestiones de seguridad y transporte, y se tomó como centro de operaciones el
río Gambia de vital importancia económica.

Conviven cinco grupos étnicos distintos. Los mandingo constituyen casi la mitad de la población, y
se dedican al comercio y al cultivo del maní. Los fulani, viven de la cría del ganado en la región
oriental. Los wolof, ocupan Banjul y el área circundante. Los serahuli viven con dificultad del cultivo
de los pobres suelos del este del país, mientras que los jola trabajan las tierras al sur del río Gambia
hacia la costa. Además, trabajadores del campo de Senegal acuden en gran número al país durante
las épocas de cosecha.
Casi todos los habitantes son musulmanes, a excepción de los jola, que profesan una de las
religiones tradicionales africanas. Las posibilidades de acceder a la educación superior son muy
limitadas.
Malí

Mucho antes de la era colonial, el territorio que ahora ocupa Malí formaba parte de los tres grandes
imperios comerciales de Ghana, Malí y Songhai. Sin embargo, la compleja herencia cultural de este
país se ha visto ensombrecida por graves problemas económicos y por el fantasma del hambre y la
pobreza que amenaza a toda la región.
El país siempre fue propenso a las migraciones e invasiones. Las tropas francesas intentaron
establecer una colonia en 1870, y a pesar de la encarnizada defensa de los africanos, conquistaron
el país en 1895. En 1904 el área pasó a formar parte del Sudán Francés y se incorporó a la gran
colonia del África Occidental Francesa.

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Aunque el imperio malinés había sido destruido por las invasiones norteafricanas, las caravanas de
camellos seguían comunicando las grandes ciudades de Timbuctú, Mopti y Djenné con el norte de
África, y esta ruta comercial permitió la supervivencia económica del país. Sin embargo, cuando los
franceses se adueñaron de la nación, dirigieron todo el tráfico hacia los puertos de Dakar y Abidjan,
en el océano Atlántico, lo que tuvo como consecuencia la repentina decadencia de los centros
comerciales de las riberas del río Níger y de toda la región africana occidental.
En 1985 el Sudán Francés se convirtió en una república autónoma dentro de la Comunidad
Francesa, y en 1960 obtuvo la independencia como República de Malí. Sin embargo, la larga historia
de desinterés francés hacia la zona creó inmensos problemas a los nuevos gobernantes
nacionalistas.
Al verse frente a una grave crisis financiera, un grupo de líderes militares malineses entrenados en
Francia dieron un golpe de Estado en 1968. Ciertos sectores del ejército siguieron enriqueciéndose
a costa del Estado y contribuyeron a retrasar el proceso de democratización, hasta que el
levantamiento popular de 1991 derrocó a Traore. En 1992 se aprueba la nueva Constitución, y desde
entonces el país goza de una frágil democracia. La situación, ya difícil de por sí, se ha visto agravada
por las sequías sin precedentes que castigaron la región del Sahel, causando una oleada de hambre
y pobreza entre la población rural.

La mayoría vive en las fértiles llanuras del sur y alrededor de los ríos, donde las estaciones lluviosas
tienden a alargarse. Entre la población hay árabes, europeos, moros y tuaregs, que se
establecieron a lo largo de las migraciones e invasiones. Los fulani y los toucouleur, son los grupos
más numerosos. Los toucouleur son de ascendencia mixta negra y blanca, y en su mayoría viven de
la agricultura. Otros son pastores que crían ganado como los fulani. Los mandingo forman el
segundo grupo; otros son los songhai, los voltaic y los dogon, que habitan en las cercanías de la
ciudad de Mopti y han conservado su antigua cultura con una notable tenacidad.
La mayoría de los perqueños grupos de población, especialmente los pastores nómadas, se vieron
severamente afectados por las sequías. Los orgullosos tuaregs, que en otros tiempos traficaban con
el norte de África siguiendo las rutas caravaneras, se vieron reducidos a la mendicidad, o han tenido
que transportar sal desde Taudenni a la costa occidental.
Sólo los fascinantes dogones, que viven en las abruptas tierras de Bandiagara, consiguieron
mantener su forma de vida tradicional. Gracias a la oportuna introducción de los pequeños cultivos
en terrazas regadas a mano han sido capaces de resistir las sequías con relativo éxito.
La imponente arquitectura en barro sigue siendo testimonio de pasadas glorias, y esta herencia
artística puede encontrarse también en la música y los cantos tradicionales, en las narraciones y en
las diferentes y variadas artesanías.
Hace años que Malí atrae a un tipo de visitantes dispuestos a soportar condiciones climáticas
extremas y a cubrir grandes distancias para admirar su rica cultura. Las culturas nativas de África
Occidental forman un rico mundo de mitologías y tradiciones tribales. Como la música, las danzas

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rituales, lo diseños geométricos textiles, las pinturas corporales, esculturas naturalistas y estilizadas,
máscaras elaboradas de madera características de diferentes tribus.
La expansión del islam tuvo un marcado efecto no sólo en las creencias religiosas, sino también en
el arte y la cultura. Por ejemplo, la tendencia a la abstracción geométrica en las artes decorativas
posiblemente responde a la prohibición islámica del arte figurativo. La influencia europea ha sido
menos positiva, ya que los gobernantes a menudo intentaban eliminar las tradiciones nativas,
considerándolas primitivas y salvajes.
Todavía se siguen haciendo danzas tradicionales, como la espléndida y conmovedora dama
(festival de la vida y la muerte) de la tribu dogón. La representación dura varias horas; los
bailarines llevan elaboradas máscaras que simbolizan al Creador y a sus obras. Su fin es dirigir a los
espíritus de los muertos para que se reúnan con sus ancestros, y reafirmar los vínculos entre el
hombre y Dios.
La música no sólo se emplea en los ritos, sino también para entretener e informar. Las historias
tribales se transmiten en forma de canciones. Los dweli (cantantes) de la tribu malinke,
descendiente del gran imperio malinés, cantan estas historias con el acompañamiento de la kora,
un instrumento mezcla de arpa y laúd.
Hoy en día, también forman parte de la cultura africana músicas menos tradicionales. Desde los años
40 se ha hecho popular en África Occidental el highlife, música moderna de bailes que combina
formas nativas y afroamericanas. La música de África Occidental emplea actualmente instrumentos
no nativos, como la guitarra y el trombón, así como la kora mandinga, o el kakaki de los hausa.
El instrumento que más se identifica es el tambor. Los tambores africanos tienen múltiples formas.
Además de los puramente musicales, están los famosos “tambores parlantes”, con forma de reloj de
arena, cuya asombrosa variedad de sonidos, que imita los tonos de las lenguas locales, se emplea
para enviar mensajes.
Igual que la música, la escultura está íntimamente ligada al ritual religioso. Entre los mandingo, los
nyamkala (grupos artesanos) conservan los misterios de su arte. Por ejemplo, los herreros forman
un grupo cerrado y muy respetado, que a menudo también se reserva la talla de madera y el repujado
de metal. La escultura en madera es el aspecto más conocido por los occidentales. El tallado se
realiza con una azuela manejada con rapidez y excatitud. Los cuchillos sólo se usan para trabajos
más delicados.
Tribus como los bambara y los dogón, que resistieron las influencias islámicas y europeas, son
famosas por sus figuras totémicas y máscaras rituales talladas. Estas últimas, aunque hoy en día se
producen sobre todo para los turistas, son un aspecto fundamental de los rituales. Los bambara son
famosos por sus máscaras de antílope, que se emplean en las ceremonias de cosecha y cuya
importancia proviene de la creencia de que un antílope enseñó a los hombres las artes de la
agricultura. Las máscaras también representan a los dioses y espíritus, como Kore (el espíritu del
agua, que fertiliza la tierra) y Faro (la deidad responsable de la justica y el trabajo).

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Las máscaras dogón, se emplean en ceremonias como la fiesta de la dama. Son de gran tamaño
y muy trabajadas, y simbolizan aspectos clave del universo dogón. La máscara kanaga, con su cruz
de dos brazos, representa el poder del Creador; el sirige (casa de muchos pisos), que llega a
alcanzar los tres metros de altura sobre la cabeza de su portador, simboliza a la madre serpiente.
La Gran Máscara representa al primer hombre.
Otra de las formas del arte es el tinte de tejidos, que está reservado a las mujeres. Se aplica un tinte
resistente a paños importados: se dibuja un modelo con almidón en el tejido mediante un sello o una
plantilla de metal. Los bamana de realizan un tinte mordente para sus famosos bokolanfini (telas
de barro), estampando motivos abstractos en barro preparado sobre algodón teñido de amarillo que
se somete a un repetido proceso de mojado, teñido y pintado.
Aunque algunas tribus mantienen tradiciones ancestrales, el creciente contacto con el mundo
moderno con frecuencia ha debilitado la identidad cultural. Pero hay quien defiende que la cultura
africana actual no sólo ha perdido, sino que también ha ganado con estas influencias.

Níger

Recibe su nombre de la arteria vital de África Occidental, el río Níger. Supone una reserva
permanente de agua, y en los meses de enero y febrero se desborda regando las áreas cultivadas
de sus riberas. Aparte del río, el paisaje consiste sobre todo en llanuras desérticas y una extensa
zona montañosa, el Air. La zona más fértil es la sabana del sur, cubierta por una vegetación escasa.
Se separó del vasto dominio colonial francés y obtuvo su independencia en 1960. Antes de la era
cristiana poseía organizaciones sociales complejas y desarrolladas basadas en el comercio y las
artesanías especializadas. El norte cayó en manos de los tuaregs y de los imperios del Malí y
Songhai. Los poderosos estados hausa controlaron las áreas central y meridional y la dinastía
Bornu gobernó un imperio oriental. Todos estos reinos eran esclavistas y se caracterizaban por una
rígida estructura social que pervive hoy en día.
Los exploradores y misioneros europeos llegaron durante el siglo XIX. La población indígena y los
tuaregs del norte, opusieron una feroz resistencia a sus nuevos señores. Con el fin de mantener el
control sobre la región, los franceses emplearon a caudillos nativos sumisos como jefes regionales,
mientras que el verdadero poder seguía en manos de los gobernadores galos.
Durante la década de 1960 y 1970, Níger sufrió graves sequías que dieron lugar a una escasez
generalizada de alimentos y que pusieron en evidencia los problemas económicos y las
desigualdades sociales.
En 1974 Kountche pretendió convertir el régimen militar en una sociedad desarrollada que estuviera
basada en los principios tribales y tradicionales de esfuerzo personal y solidaridad. También dedicó
sus energías a defender los intereses de los campesinos y pastores pobres, eximiéndoles del pago
de impuestos para que pudieran concentrarse en la producción de alimentos para el consumo local
y no para la exportación a los mercados extranjeros. Mientras se mantuvieron los precios del uranio,

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los beneficios producidos fueron empleados para mejorar las redes de comunicación y los servicios
educativos, pero esta fuente de ingresos descendió en los últimos tiempos. También intentó emplear
las campañas de escolarización para obtener cifras sobre el índice de natalidad, pero en esta
sociedad predominantemente islámica y conservadora, tales intentos resultaron desagradables a
gran parte de la población, de ideas tradicionales.

El mayor grupo étnico es el de los hausa que viven de la agricultura en el sur. El grupo djerme
songhai vive en el SO del Sahel, a orillas del Níger, y representa una cuarta parte de la población.
Los fulani, un pueblo extendido por toda África Occidental, son pastores. Junto con los tuaregs
nómadas, viven en los desolados desiertos del norte, y suelen desplazarse al sur en busca de agua
y pastos durante las estaciones secas.
Otros grupos son los kanuri, que viven alrededor del lago Chad al este, y los tibu, que habitan junto
a las fronteras con Chad y Libia.
El francés sigue siendo la lengua oficial, mientras que el hausa cumple el papel de idioma comercial.

Chad

Recibe su nombre del gran lago que se extiende al SO. Sin embargo, el estado de Chad sólo existe
desde 1960, año en que obtuvo la independencia de Francia.
Durante el período colonial, se vieron forzados a adoptar cultivos para la venta, como el algodón,
con el fin de hacer frente a los desproporcionados impuestos, muchos murieron en las dos guerras
mundiales y trabajando en la construcción de los ferrocarriles del Congo. Cuando Chad obtuvo la
independencia la tribu sara pasó a dominar el gobierno, la independencia no sólo los liberó de los
franceses, sino también de los traficantes de esclavos.
El país está profundamente dividido entre los pueblos nómadas del norte, musulmanes de
ascendencia árabe o toubou, y los pueblos agricultores del sur, pertenecientes a diferentes grupos
tribales y que practican las religiones tradicionales africanas o el cristianismo. Las diferencias étnicas,
políticas y religiosas entre estas dos áreas han mantenido al país en un estado de guerra civil casi
permanente desde mediados de la década de 1960.
La política contribuyó a separar aún más las dos regiones. Los problemas internos no hallaron
solución, continuando las batallas entre fuerzas rebeldes respaldadas por Libia en el norte y el
ejército del sur respaldado por Francia. En la frontera de Libia y Chad parece que contiene reservas
importantes de uranio.
Chad es uno de los países más subdesarrollados del mundo, y su inestabilidad política interna junto
con las recientes sequías y la carencia de recursos, hundieron al país en la crisis.
Antes las plantaciones de algodón del sur proporcionaban unos ingresos mínimos a casi la mitad de
la población, pero la rápida caída de los precios hizo su cultivo menos rentable.

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El país apenas cuenta con carreteras asfaltadas y no existe red de ferrocarriles, y en los tiempos de
escasez es imposible transportar los excesos de producción agrícola a las áreas necesitadas.

El pueblo de Chad recibe el nombre de chadianos. Pero este nombre comprende una gran diversidad
de grupos étnicos y antagonismos tradicionales.
Los habitantes del norte mantienen una vida nómada, siguiendo a sus rebaños de vacas, cabras y
ovejas, viviendo en tiendas construidas con esteras tejidas sobre postes de madera. Las anchas
túnicas flotantes y las capas azules de los nómadas recuerdan al atuendo clásico de los antiguos
pobladores del desierto.
La población del sur pertenece a distintos grupos étnicos, el mayor de los cuales es el sara. Viven
de la agricultura, y desde tiempos coloniales su principal cultivo ha sido el algodón, que se exporta
casi en su totalidad, también se cultivan productos alimenticios, como el sorgo, el mijo y la mandioca.

Sudán

Los árabes le dieron el nombre de Bilad al Sudan “la tierra de la gente negra”, el lugar más allá del
gran desierto, rico en oro y marfil, donde el poderoso Nilo surgía entre las Montañas de la Luna.
Durante siglos, el interior de África atraía a los viajeros con promesas de tesoros fabulosos, pero hoy
en día los titulares sólo hablan de sequía e inundaciones, de guerra y hambre, ni las viejas leyendas
ni las actuales imágenes del hambre hacen justicia a al diversidad de vida de este país, que contiene
desierto y selva tropical, y que ofrece un hogar a árabes y negros por igual.
En 1898 Gran Bretaña y Egipto unieron sus fuerzas y gobernaron el país conjuntamente, aunque
eran los ingleses los que dominaban la situación. Bajo el nuevo gobierno, el cultivo del algodón se
convirtió en la principal actividad comercial del Sudán, y el desarrollo del país fue completamente
interrumpido por el transporte de algodón al mar Rojo. Sin embargo el sur, al ser considerado
improductivo, quedó aislado y no recibió ninguna ayuda ni inversiones en forma de carreteras o
escuelas.
Durante los años 40 y 50 surgió un movimiento nacionalista. Esto unió involuntariamente a dos
regiones radicalmente diferentes y las tensiones resultantes desembocaron en la guerra civil.
En Jartum se puede ver el papel de Sudán como puente entre los mundos árabe y negro. Pero es la
cultura islámica la aparece como la verdadera expresión de la unión de estos dos mundos, y los
pueblos del sur consideraron esto como una muestra más de opresión. El problema se ha complicado
más por el hecho de que la emigración, la sequía y la guerra mezclaron completamente los antes
diferenciados grupos étnicos, de modo que ahora un tercio de los sudaneses del sur no musulmanes,
vive en el norte.
Los intelectuales que soñaron con la liberación del yugo extranjero planeaban modelar su estado a
imagen de los occidentales, unificando a sus pueblos y centralizando el gobierno. Pero estos
nacionalistas, que habían salido de un sistema educativo de corte occidental, procedían en su

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totalidad de la parte norte del valle del Nilo, la única zona donde los ingleses habían establecido
verdaderas escuelas. Por lo tanto, consideraron a la cultura Nubia islámica del norte de Sudán como
la cultura nacional. Cuando accedieron al poder en 1956, no sabían nada de los otros muchos grupos
sociales y religiosos del resto del país. Ésta falta de comprensión sigue produciéndose hoy.
Recientemente ha surgido en el norte un movimiento que ha adoptado un punto de vista aún más
radical. Muchos graduados, ingenieros y hombres de negocio, piensan que la situación está
erosionando sus tradiciones, y sólo ven una forma de mantener su identidad: aplicar el estricto
cumplimiento de la ley islámica.
Pero no tienen en cuenta a las minorías no islámicas, como los cristianos y los pueblos del sur que
practican sus religiones tradicionales, donde se venera a los hombres santos y se erigen
monumentos sobre sus tumbas.

Hay un número considerable de animales domésticos en un país donde el 70% son agricultores. Los
animales salvajes también juegan un importante papel en la economía rural y suponen una fuente
de ingresos para los grupos nómadas. El algodón es el cultivo más importante, ya que había sido
utilizado en la industria textil británica. Sin embargo, se descuidó por completo el emrcado nacional
y la creación de una industria doméstica.

Egipto

Para cualquiera con intereses más amplios, la magia del paisaje del Nilo, el rápido ritmo de vida de
la cosmopolita ciudad de el Cairo y el encanto de sus adormecidos barrios y su amistoso y alegre
pueblo, hacen de Egipto mucho más que un simple museo de ruinas venerables.
El principal problema es el ritmo al que crece su población. La población de El Cairo se cifra en más
de 13 millones. El área tradicional de vida social y económica, a orillas del Nilo, sólo puede
expandirse mediante lentos y caros planes de irrigación para ganar tierra al desierto. Al mismo
tiempo, las nuevas carreteras y viviendas y la fabricación de ladrillos de barro están devorando tierras
de labranza que son vitales para el futuro.
La construcción del canal de Suez por ingenieros franceses, terminada en 1869, supuso una gran
transformación para Egipto, pero trajo consigo el control directo de ingleses y franceses sobre el
gobierno y la economía del país. Para proteger sus inversiones, las dos potencias estacionaron
tropas en Egipto, y el país se convirtió en uno de los principales proveedores de algodón de la
industria inglesa.
El país obtuvo la independencia en 1922, pero las tropas inglesas siguieron en el canal hasta
después de la Segunda Guerra. Se multiplicaron las protestas nacionalistas contra la permanencia
del control extranjero y en1952 el rey Faruk, el último de la dinastía de Alí, fue derrocado por un
grupo de oficiales del ejército, bajo el mandato de Gamal Abdel Nasser, Egipto nacionalizó el canal

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de Suez y se embarcó en un nuevo período de modernización y reformas en la educación, los
servicios sanitarios y la economía, así como en una breve unión política con Siria.

En contraste con casi todos los demás países, Egipto no tiene que hacer frente al problema de los
conflictos entre grupos étnicos. La población consta de descendientes arabizados de los antiguos
egipcios, de origen camita-semita. Hoy en día, las minorías son los nubios, un pueblo de origen
camita y negroide. Vivieron en otros tiempos en el área cubierta por el lago Nasser. Como resultado
de la construcción de la presa de Asuán, el gobierno realojó a la minoría Nubia en el Alto Egipto,
pero miles de ellos viven actualmente en las grandes ciudades trabajando en las industrias de
servicios.
Más de un 905 pertenece a la rama sunnita. La religión regula muchos aspectos de la vida egipcia,
pero los intentos de diferentes grupos religiosos de introducir la Sharia o ley islámica como único
sistema legal del país siempre han fracasado. Los cristianos están plenamente integrados en la
sociedad y son numerosos entre los profesionales.
Tras muchos años de emancipación legal, aunque con la oposición de las actitudes sociales más
rígidas, muchas egipcias están volviendo a adoptar el velo. Muchas de ellas llevan simplemente un
tocado en la cabeza como una reminiscencia del clásico velo. Algunas mujeres apoyan el movimiento
islámico como una alternativa al consumismo occidental, y el velo muestra este punto de vista.
Para la mayoría de los egipcios la lucha diaria por la subsistencia está siempre al borde de la pobreza
y las privaciones, la superpoblada ciudad de El Cairo sufre una aguda escasez de viviendas, pero
bajo la política de apertura egipcia, las diferencias entre ricos y pobres sigue creciendo.

El método tradicional de irrigación consiste en la división de la tierra en parcelas que conservan el


agua de la crecida durante un tiempo antes de dejarla pasar a las siguientes parcelas. Para regar
las tierras que se encuentran a un nivel superior se emplean ruedas con cubos llamadas sakieh o
shadoof. Desde principios del silgo XIX, la irrigación ha beneficiado a la agricultura egipcia mediante
un complejo sistema de canales, depósitos y presas. Hoy en día la Gran Presa de Asuán proporciona
agua suficiente para irrigar unas 800.000 hectáreas.

LA OCUPACIÓN DEL MEDIO: BAJAS DENSIDADES POBLACIONALES, EXPLOSIVO


CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN Y CONSIDERABLE PESO DE LAS ACTIVIDADES
AGRARIAS

La densidad media de 30 habs/km2 resulta baja, pero este dato encubre la desequilibrada ocupación
territorial, que se encuentra fuertemente condicionada por las disponibilidades hídricas. Es éste un
fenómeno que ha tenido importancia entre las sociedades tradicionales y que la conserva entre las
actuales, pues aún predomina en muchas de ellas el carácter agrario y la consiguiente dependencia
del medio natural, por más que las transformaciones en regadío permitan superar la escasez de

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recursos hídricos, y aunque la reciente industrialización y terciarización les ha permitido superar en
parte esos condicionantes.

Una ocupación laxa, con una organización social tradicional

El reciente incremento de la población y de las densidades ha correspondido a los medios urbanos,


mientras el espacio rural continúa con una ocupación muy laxa. Ahora bien, estas densidades
humanas no se distribuyen de una manera azarosa, sino que están claramente relacionadas con una
ocupación tradicional basada en las disponibilidades hídricas. Efectivamente, el mapa de
precipitaciones marca una cierta y lógica coincidencia con el de distribución de la población, en parte
desdibujada por los densos focos de poblamiento de los valles alimentados por aguas que
descienden de las montañas, y en parte, por la incidencia de los factores históricos. Las montañas,
que actúan como condensadoras de la humedad, favorecen una ocupación de los propios valles
intramontanos o de las tierras llanas próximas, fácilmente regables, pero con las excepciones de
Marruecos que introducen frenos al poblamiento.
Estos hechos determinan una variación de las densidades de población, pues la escasísima
ocupación de vastísimos territorios se acompaña de fuertes acumulaciones humanas sobre oasis,
grandes valles fluviales, llanuras costeras o valles de montaña. Incluso existen unas fuertes
densidades agrarias, pues la relación entre población agraria y tierra cultivada da unos índices altos
en Egipto y bajo en Túnez. Llama la atención Libia, que merced a los grandes proyectos de regadío
ha incrementado la superficie agraria ganada al desierto y ha bajado su densidad agraria.
Por contradictorio que parezca, existe en los medios rurales una fuerte presión demográfica. No
obstante, esto no invalida la imagen de un dominio árido escasamente poblado, muy poco
aprovechado para la agricultura, pero en que el nomadeo con animales adaptados a los raquíticos
pastos esteparios y subdesérticos se convirtió en la actividad agraria propia de los beduinos. Éstos,
representantes típicos de una sociedad tradicional, todavía conservan su forma de vida nómada,
cada vez menos libre o más controlada, pero que todavía persiste como herencia de una sociedad
tradicional que se resiste a desaparecer.

a- La organización de la sociedad tradicional

El 55 % de toda la población actual vive en centros urbanos. Grandes ciudades como El Cairo se
fueron fraguando al calor de los diversos imperios que se asentaron sobre estas tierras, en gran
medida fundamentados en el poder económico que les proporcionaba la actividad comercial de sus
pueblos, a través de esta área de encrucijada entre Europa y Asia.
Ahora bien, la importancia de la urbanización decayó con la caída de los imperios, y la imagen actual
es la de una sociedad agraria, que conserva muchos arcaísmos y rasgos tradicionales, visibles en
el aislamiento de las aldeas y en la escasa evolución social de los agricultores, si bien es cierto que

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estos caracteres se han mitigado considerablemente durante las últimas décadas, por efecto de la
industrialización y de los movimientos migratorios, que ha logrado casi acabar con el nomadismo
tradicional.
El nomadismo practicado por los beduinos está retrocediendo a ritmos acelerados, herido de muerte
por las modernas fronteras políticas, por el empeño de los distintos gobiernos en controlar a los
nómadas mediante la sedentarización, por el desarrollo de carreteras, presas, actividades
industriales y urbanas que atraen y ofrecen mejores oportunidades a esta población.
La imagen del beduino nómada asociada a estas tierras desérticas, de las que ha sido símbolo
tradicional, está perdiendo fuerza frente a la sedentarización y la modernización, dependiente en
gran medida de la explotación petrolera, como en el entorno de Tamanraset en Argelia.
A pesar del retroceso, todavía quedan numerosos camellos, con fines de transporte caravanero, que
no acaba de extinguirse. La sedentarización es una exigencia de la modernización, y aunque las
antiguas tribus de beduinos u otras, se conviertan en agricultores fijos o permanentes, siguen
conservando en los pueblos y ciudades su estructura social tribal. El camello ha cedido paso al
camión y al todo terreno, pero éstos son los actuales instrumentos del intercambio y el comercio de
ganado ovino, caprino o vacuno y de los textiles y cueros, o de otras producciones conseguidas
mediante el tradicional pastoreo nómada. En el norte de África se conserva todavía cierta entidad
pastoril
La base económica de las comunidades tribales nómadas ha estado en el pastoreo de los camellos,
cabras y ovejas, practicando algún tipo de cultivo, sobre todo entre los grupos de seminómadas o
trashumantes. Pero además, los beduinos se abastecían de bienes arrebatados o exigidos a otras
tribus o a comunidades agrícolas sedentarias, hecho que era considerado como una especie de
deporte. Los beduinos, nómadas o sedentarizados, representan una sociedad tradicional, muy ligada
al medio ecológico; se mueven sobre vastos espacios y aún conservan una organización bastante
arcaica. En estas sociedades, en las que el conocimiento del medio y la manera de solucionar las
dificultades que presenta dependen de la experiencia, la edad cuenta por encima de otros factores,
de manera que las decisiones importantes de la comunidad tribal son tomadas por un jefe (sheikh),
elegido entre los miembros de mayor edad. La organización patriarcal de las distintas tribus se ha
mantenido a lo largo de siglos, impermeable a los cambios, pues la tradición, la cultura y la religión
constituyen atributos inmutables.
Ahora bien, aunque los nómadas ocupan vastísimos espacios, la may0or parte de las comunidades
rurales son sedentarias. Comunidades que se distribuyen en aldeas o pueblos de pequeñas
dimensiones. Este poblamiento concentrado responde a imperativos del medio, dada la escasez de
agua, aunque también a la necesidad de defensa colectiva frente a calamidades naturales y
hostilidades tribales.
La organización socioeconómica de las comunidades campesinas ha pasado por tres fases
sucesivas, que aún no han afectado a todos los países, pero que han introducido cambios
profundos.

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En una primera etapa, la organización tribal, dominante durante siglos, introdujo un tipo de
propiedad colectiva de la tierra, que se mantuvo al margen del derecho coránico, el cual no
reconocía más que la propiedad privada o melk. Pero esta fase inicial entro en crisis desde mediados
del siglo XIX.
Una segunda etapa comenzó en el momento en que la tradicional economía agraria de
subsistencia fue siendo sustituida por otra comercial, al integrarse estos países en el mercado
internacional. Este fenómeno iba a causar enormes cambios en la estructura de la propiedad. Una
sociedad original de grupos tribales libres fue transformada en comunidades de siervos, atados a la
tierra por las deudas y por la inercia, y en la que los líderes tradicionales y los “nuevos” propietarios
se atribuyeron poderes económicos y jurídicos, que antes no tenían, sobre el campesinado. La
propiedad comunal desapareció y los jefes de tribu, junto con los terratenientes absentistas,
establecidos en las ciudades, pasaron a ser dueños indiscutidos de grandes propiedades.
En una tercera etapa, se pretendió corregir este desequilibrio en la propiedad de la tierra mediante
reformas agrarias, las cuales han tenido resultados muy dispares, pero que en Egipto abrieron una
nueva etapa de desarrollo agrario.
Pero esta sociedad rural, que ha conocido importantísimos cambios en su organización
socioeconómica, en su apertura hacia el exterior, superando el tradicional aislamiento al integrarse
en una economía de mercado, que ha iniciado un éxodo rural de grandes proporciones hacia los
centros industriales-urbanos, conserva todavía un comportamiento tradicional, aunque sometido a
fuertes tensiones por los efectos que provoca la búsqueda de la modernización económica y social,
entre las cuales las contradicciones demográficas resultan reveladoras, por cuanto está
contribuyendo a densificar un medio rural incapaz de absorber los excedentes demográficos
procedentes del simple crecimiento vegetativo.

b- Explosión demográfica y desequilibrios socioeconómicos como efectos


contradictorios de la modernización

Uno de los efectos más claros de la modernización ha sido el de la introducción de medidas


sanitarias, que han reducido drásticamente los índices de mortalidad. Este descenso de la mortalidad
ha sido posible merced a las masivas campañas sanitarias desarrolladas por los organismos
gubernamentales, merced también a la expansión de las infraestructuras, que han llegado a eliminar
el aislamiento de numerosas comunidades campesinas y merced a la generalización de los medios
de comunicación de masas, sobre todo de la radio, cuyas consignas han permitido extender una
educación sanitaria. Asimismo, la inversión en hospitales y en el bienestar de los ciudadanos ha
mejorado sensiblemente las antiguas tasas.
Pero estos aspectos modernizadores no se han completado aún con la disminución de la mortalidad
infantil. Las enormes inversiones realizadas por algunos de estos países han conseguido rebajar la

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mortalidad infantil considerablemente, pero les queda aún un largo camino por recorrer, porque ello
exige un mayor nivel de desarrollo general.
Junto a ésta, las tasas de natalidad reflejan también un comportamiento pronatalista. La resultante
es un enorme crecimiento demográfico, que es muy superior al promedio del mundo subdesarrollado.
La explosión demográfica no ha perdonado a las sociedades y está incidiendo negativamente en su
desarrollo socioeconómico, que contando con una elevada población activa agraria se tuvo que
orientar hacia una línea desarrollista industrial y de servicios, pero sin poder practicar economías de
escala, dada la escasez de población, si bien algunos de los países petrolíferos han orientado los
petrodólares hacia la obtención de rentas financieras.
El campo, mientras tanto, en el que habita un tercio de la población, que disminuye en términos
relativos pero aumenta en términos absolutos, se ve sometido a una organización social disfuncional,
con una estructura de la propiedad desequilibrada, con una creciente presión demográfica a pesar
de la debilidad del poblamiento, con una economía agraria muy heterogénea, que va desde el
pastoreo nómada, pasando por la agricultura de subsistencia, a un tipo de agricultura comercial, a
veces muy modernizada, integrada en un mercado nacional y raramente internacional, porque el
mundo árabe-islámico es deficitario en productos agrarios básicos. Es a las comunidades
campesinas a las que menos han llegado los ecos del desarrollo.

UNA ORGANIZACIÓN RURAL Y UNAS ESTRUCTURAS AGRARIAS DISFUNCIONALES, CON


UNA CRECIENTE PRESIÓN SOBRE LA TIERRA

El espacio y sector agrarios adquieren una singular importancia desde el momento en que
representan la primera fuente de empleo en el conjunto regional, si bien su participación en el PBI
es del 13%. Este dato refleja el escaso valor de las producciones agrarias en la economía general y
la pobreza del campesinado; aspectos que descansan en unas estructuras productivas y sistemas
agrarios poco evolucionados, a pesar de las transformaciones experimentadas desde los años
cincuenta y de la prioridad dada a la agricultura por algunos gobiernos como Egipto o Argelia.

a- Las estructuras productivas y los sistemas agrarios

Las condiciones ecológicas de este sector dificultan enormemente la extensión del labrantío, de
manera que las tierras arables tan sólo alcanzan el 8% de la superficie total. No obstante no todas
las tierras arables se cultivan anualmente, dado que en este mundo de aridez tan sólo el regadío
puede hacer crecer las cosechas ininterrumpidamente. Pero incluso en las áreas de regadío se deja
barbecho cuando no se dispone de fertilizantes, si bien los limos depositados por las crecidas
renuevan la fertilidad de los suelos.

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En cualquier caso, el regadío se revela como una necesidad, puesto que los cultivos de secano sólo
pueden prosperar sobre aquellas regiones que reciben más de 250 mm de precipitaciones anuales,
y dada la escasez de estas áreas se ha acudido al riego ya desde épocas muy antiguas, al tiempo
que todos los países han planteado proyectos, de mayor o menor alcance, para aumentar el labrantío
regado mediante embalses de superficie o sistemas de captación de aguas subterráneas.
El regadío ha tenido un gran valor histórico tanto en los oasis como en los valles de los grandes ríos
o en determinadas áreas regadas con agua extraída de pozos o de qanats. Este sistema, conocido
ya hace 4.000 años y originario de Irán, se ha mantenido hasta la actualidad, aunque hoy tiende a
ser sustituido por perforaciones y pozos con motobombas. Consiste en un túnel subterráneo de
pequeña pendiente, que arranca de un acuífero, descubierto previamente mediante un pozo-madre,
desde donde se conducen las aguas hasta distancias de cientos de metros y a veces hasta 50 e
incluso 100 km. Estos qanats pueden proporcionar hasta 50m3/hora (y algunos 300m3/hora),
aunque con fuertes oscilaciones estacionales. El peso de la tradición y la necesidad de evitar
pérdidas de agua por evaporación, está manteniendo vivas estas construcciones, que conviven con
las actuales motobombas y tuberías de PVC o de chapa galvanizada.
La distribución del agua sobre la tierra se realiza mediante inundación por gravedad en los valles de
los grandes ríos, o bien mediante equipos de aspersión y hasta por goteo controlado por ordenador
allí donde es más escasa, como en algunos oasis, aunque esta última técnica sólo se emplea para
cultivos de alto valor comercial. La tradicional extracción del agua mediante fuerza de tracción animal
ha dado paso a la extracción mediante motores, presentes por doquier, si bien las norias continúan
siendo utilizadas por los campesinos pobres.
A los secanos y regadíos se suman los espacios incultos, pero aprovechados para pastos. La
explotación de todos ellos no permite normalmente conseguir unas producciones suficientes para
alimentar a una población que crece muy deprisa, por lo que se deben importar alimentos.
El regadío es el responsable, junto con la creciente mecanización y uso de fertilizantes químicos, del
incremento de los rendimientos, apenas perceptible globalmente, puesto que afecta sobre todo a los
cultivos hortofrutícolas y a los más comerciales, pero en conjunto los rendimientos son pobres, como
puede verse en el caso de los cereales, que ocupando el 48% de las tierras labradas, constituyen el
cultivo básico, al que se suman el olivo, la vid, la palmera datilera, higuera, papa, lentejas, base de
un policultivo de autoconsumo, mezclado con algún cultivo comercial (algodón, caña, tabaco, la
propia palmera) y con algo de forraje para el ganado. Dentro de los cereales, el trigo, que tuvo aquí
su cuna histórica, predomina sobre los demás, ya que ocupa casi los dos tercios del labrantío
cerealista, pero también con unos rendimientos bajos, salvo en el caso de los pequeños países que
lo cultivan en plan experimental.
También se han desarrollado otros cultivos de importancia, como la palmera datilera, que llega a dar
grandes rendimientos, con producciones destinadas al mercado nacional e internacional. Asimismo,
el algodón prospera sobre estos medios áridos, regados, con producciones destacables en Egipto.

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La ganadería tiene importancia entre los nómadas, para quienes constituye la base de su economía,
además está muy extendida entre los agricultores sedentarios, a quienes les sirve el complemento
alimentario. Pero estas magnitudes provienen más del enorme desarrollo de la cabaña que de su
calidad, pues los rendimientos en leche y carne son muy pobres. Hay una abultada cabaña de ovino
y caprino, dado que este ganado , muy rústico, se adapta perfectamente a este medio ecológico de
pastos pobres, aunque en los últimos años ha retrocedido bastante, debido a la presión humana que
obliga a sustituir los alimentos de origen animal por los de origen vegetal.
El mundo de África del Norte merece una consideración especial, por haber estado sometido a un
proceso colonial que dejó algunas herencias significativas en los aprovechamientos agrarios. El
Magreb es una de las pocas regiones del globo en donde la colonización europea ha tenido el tiempo
suficiente y la voluntad de establecer las estructuras necesarias para el desarrollo de una economía
moderna. Francia en el Magreb siguió los criterios prevalecientes en el Antiguo Régimen: para que
una colonia sea útil es preciso que produzca géneros distintos a los que produce la metrópoli.
La filoxera en Francia animó los viñedos de Argelia; Túnez y Marruecos siguieron el ejemplo. En
Túnez también se desarrollaron plantaciones de olivos, como los Sfax. A la viticultura siguieron los
cultivos de agrios y el trigo en las regiones más secas y de peores suelos, que merced a la mejora
de los transportes, permitían una fácil salida hacia la metrópoli, e incluso a otros países extranjeros.
Pero la agricultura moderna era practicada por colonos europeos, generalmente en grandes
propiedades, de más de 100 hectáreas, en tanto que los campesinos (fellahs) continuaban con la
agricultura tradicional y la cría de lanar mientras fue posible, pues cuando en el siglo actual la presión
demográfica creció se acudió a la industrialización como solución.
Los arcaísmos e inercias señalados, que se traducen en un bajo nivel de vida en los medios rurales,
no encubren cambios, a veces fundamentales ocurridos desde los años cincuenta.

b- Transformaciones y progresos en la organización rural

Las transformaciones decisivas se refieren a la estructura de la propiedad y al régimen de tenencia


de la tierra, de manera que las reformas agrarias y la expansión de las cooperativas representan las
más destacables.
En África del Norte el acaparamiento privado de tierras condujo a graves desequilibrios, saldados
con unas reformas agrarias totalmente insuficientes, como la que realizó el Egipto nasseriano de
la década de los cincuenta o como la iniciada en Argelia en 1972 como una revolución agraria, que
ha conducido a resultados decepcionantes, tanto más cuanto que el gobierno orientó su estrategia
económica al desarrollo industrial, marginando el agrario, como lo demuestra el hecho de que entre
el primero y el segundo plan cuatrienal de los años setenta, la parte de las inversiones públicas.
Argelia conserva todavía hoy los rasgos de un país con dependencias y déficit alimentario, a pesar
de contar con un sector agrario exportador y modernizado, en parte heredero de las mejores
explotaciones coloniales, muchas de ellas organizadas en cooperativas; Egipto ha sido incapaz de

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hacer frente a sus propias necesidades alimentarias, y las reformas agrarias no constituyeron más
que un remiendo en el desequilibrado panorama estructural de su agricultura. En Libia, la reforma
agraria del coronel Gadafi supuso la nacionalización y redistribución de las tierras de los colonos y
otras privadas, y desde 1977, declaró que la tierra no era de nadie, sino que cada uno podría explotar
durante toda su vida aquella que fuera capaz de trabajar.

TRANSFORMACIONES INDUSTRIALES Y URBANAS

Aunque existen profundas diferencias entre unos países y otros, el proceso de desarrollo industrial
presenta unas singularidades difíciles de encontrar en otras partes del Tercer Mundo. No se puede
decir lo mismo del proceso de urbanización, pues el crecimiento industrial ha afectado a unos
núcleos, escasos en número pero de grandes dimensiones que tienen los mismos problemas y lacras
que otras ciudades del mundo subdesarrollado.

Una industrialización acelerada

El proceso de industrialización difiere sensiblemente del de Latinoamérica, pues aquí no se pretende


llevar a cabo una sustitución de importaciones, o del de algunos países del sudeste de Asia en los
que la industrialización por invitación tomó carta de naturaleza. Muy al contrario, la industria surge
aquí como resultado de unas enormes disponibilidades financieras que se orientaron a cumplir una
estrategia industrial, basada en el desarrollo de empresas competitivas, que puedan mantenerse
cuando se acabe la riqueza energética.
Esta estrategia industrial es relativamente reciente, como se comprueba por la escasa entidad de la
industria, y cuenta con poderosos condicionantes. Si nos atenemos a la población activa empleada
en el sector secundario, sólo Túnez, Argelia y Libia superan el 30%, mientras algunos otros, de
pequeñas dimensiones territoriales y demográficas rondan del 25 al 28%.
La década de los ochenta ha tenido un comportamiento ambivalente, pues tras la segunda crisis del
petróleo, de 1979, la masiva afluencia de petrodólares provocó una explosión de proyectos
industriales, sobre todo en la petroquímica, fertilizantes, construcción, metalurgia, muchos de los
cuales han sido modificados o retrasados, tanto por la caída de las rentas petroleras, como por la
inversión de una buena porción de ellas en gastos militares, dada la penosa y persistente situación
militar en algunos países.
Los años noventa han conocido un ajuste, en parte derivado de las presiones del FMI sobre los
países endeudados (Egipto, Argelia, Marruecos), que les ha abierto al capital y la industria exterior
en condiciones de competitividad en el mercado mundial.
La industrialización del Magreb era de tipo tradicional (fábricas de harinas, destilerías, conservas
de legumbres), es decir, industrias alimentarias, a las que se sumaban las mineras, como la
explotación de fosfato primero y petróleo más tarde. La pesca artesanal fue también sustituida por

33
la industrial. Pero fue, sobre todo, en la minería donde se invirtieron grandes sumas por parte de
capitales franceses, suizos, belgas y norteamericanos; por ejemplo, en petróleo estaban
representados los intereses de la British Petroleum, Esso, Mobil Oil y Royal Dutch Shell.
Aunque tomó auge a partir de la Segunda Guerra, tampoco dejó de tener carácter colonial:
predominio de industrias de extracción y transformación de productos mineros y agrícolas
(tratamiento de fosfatos y minerales no ferrosos).
La infraestructura viaria evidencia también una herencia colonial: las regiones mejor comunicadas
son las costeras, en las que se establecieron los colonos, en tanto que en el interior, montañoso y
estepario, las pistas y caminos tradicionales predominan de una manera absoluta, mientras las
escasas carreteras tienen a menudo objetivos estratégicos; los ferrocarriles aportan poco a las
regiones que atraviesan: son líneas de enlace entre los puertos y las explotaciones mineras. Por lo
que la falta de integración regional no se corrige.
La colonización francesa del Magreb, a pesar de los aspectos negativos, ha dejado unas estructuras
económicas bastante más dinámicas que las heredadas por el resto de los países africanos. Algo
similar, aunque con sus singularidades, podríamos decir de Libia y Egipto.
Dentro del conjunto regional, son los países más industrializados, especialmente Egipto y Argelia,
en los que existe una cierta diversificación y estructura industrial. La población activa se eleva a un
25%. Egipto, concebido por los ingleses como un exportador de algodón, centró su industria
tradicional en el textil. Tras el triunfo de los oficiales libres comenzó una diversificación basada en el
modelo soviético, con industrias básicas, producción de electricidad y cemento, nacionalización de
la banca y el comercio exterior, pero el peso del Estado en la industria ha sido excesivo y en la
actualidad los grandes planes de apertura económica no tienen suficiente respuesta exterior, ante la
inseguridad política y la falta de acuerdos de paz con Israel. La distribución industrial por ramas
revela una importancia decisiva de la agroalimentación (33%), seguida del textil (26%), metalurgia,
mecánica y aparatos eléctricos (25%) y química (16%).
El modelo industrializador y autogestionario de Argelia siguió un camino parecido, aunque el proceso
de pérdida de protagonismo del Estado ha empezado ya. La industria y la economía argelina siguen
caminos ambivalentes y contradictorios. Parece que el proceso de diversificación industrial avanza;
se está procediendo a sanear y privatizar empresas públicas; los ingresos del petróleo y del gas
permiten la puesta en marcha de planes de explotación de las regiones y recursos interiores, pero el
fundamentalismo islámico está convirtiendo a este país en un territorio en desintegración.
Frente a él, Marruecos ha emprendido una marcha prudente hacia la consolidación económica,
merced sobre todo a las inversiones exteriores en industrias ligeras, en parte procedentes de España
y de la Unión Europea, que están modernizando económicamente a este atrasado país, merced a
las rentas de situación que recibe. No obstante, uno de los pilares de la industria han sido los fosfatos,
del cual se produce ácido fosfórico, superfosfatos y abonos, destinados principalmente a la
exportación. Marruecos cuenta con las ¾ partes de las reservas mundiales de fosfatos y es el tercer

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productor mundial, con las cuencas de Juribga (al sur de Casablanca), Yusufia y Benguerir (al
norte de Marrakech) y Bu- Craa en el ex Sahara español.
Túnez ha conseguido desarrollar una economía y sociedad mucho más equilibradas que las de su
entorno; el petróleo, fosfatos, hierro han sido aprovechados para la construcción de complejos
industriales en Bizerta, Menzel-Burguita, Sfax y Gabés; las industrias del cuero y las textiles dan
empleo a una abultada población femenina, a lo que se suma una industria turística en auge.
Hammamet es la primera estación turística del mundo árabe.
La gran mayoría cuenta con un factor favorable: la abundancia de recursos financieros, pero se
enfrenta a un mercado de reducidas dimensiones, aunque en franco crecimiento e insuficiente para
generar economías de escala. Por ello, la respuesta lógica debería ir a una cooperación regional y
especialización funcional, puesto que las producciones de conjunto, si se descuentan las
petroquímicas, son muy pequeñas, pero por más que las consignas del panarabismo intentan llevar
a cabo esa colaboración, la historia parece demostrar lo contrario, pues los enfrentamientos y las
hostilidades religiosas e ideológicas están erosionando gravemente la convivencia y destruyendo un
capital económico acumulado durante muchos años.
Por otro lado, la industrialización está consiguiendo acelerar la evolución de la mentalidad del
campesinado tradicional, en este mundo de arcaísmos, donde la dependencia de la tierra mantiene
unas relaciones sociales y familiares de tipo patriarcal, mientras que el campesino que emigra a la
ciudad o incluso el que conserva su pequeña parcela para cultivarla a tiempo parcial, concibe las
relaciones sociofamiliares de una manera mucho más independiente. Ha sido la escasa evolución
del campo, la presión sobre la tierra causada por la explosión demográfica y las oportunidades de
empleo ofrecidas por la industria, los hechos que han desencadenado un fuerte éxodo rural, dirigido
hacia las grandes ciudades, principales receptoras de los proyectos industriales y de los emigrantes
rurales.

Un firme crecimiento urbano

Todas las ciudades tradicionales conservan su centro histórico (la medina), donde se pueden
observar los antiguos barrios comerciales (los zocos o bazares), de estrechas calles, en las que
los artesanos se codean con vendedores de las más dispares mercaderías. No faltan en las medinas
las escuelas religiosas (madrazas) y las mezquitas. Pero, junto al barrio histórico, normalmente
degradado, ha surgido la ciudad moderna, con edificios funcionales, construidos en altura, que no
goza de la personalidad de la tradicional. Una ciudad moderna, de estilo occidental, que se expandió
rápidamente, pues si a finales del siglo pasado no había más que un 10% de población urbana, en
la actualidad se alcanza el 55%, lo que ha motivado una explosión urbana tan importante que algunas
se han construido ex novo al servicio de los intereses petroleros.

35
La expansión actual de las ciudades tiene muy poco que ver con la tradicional, ya que, ante todo, se
debe al impulso industrializador, de manera que, salvo algunas excepciones, existe una correlación
directa entre elevado producto industrial y alto porcentaje de población urbana.
El mundo árabe conoció un urbanismo específico basado en un modelo de ciudad abigarrada, con
un plano desordenado, con calles estrechas, en el que la vivienda domina ampliamente sobre la
calle; un modelo que se conserva todavía en las medinas de las grandes ciudades, a menudo
degradadas, pero que revelan un urbanismo adaptado e un medio ecológico propio, el de regiones
desérticas y subáridas, del que había que defenderse mediante construcciones adecuadas: casas
de adobe, con pocas ventanas, calles angostas para que no penetrara el sol. Al mismo tiempo, los
zocos o bazares representaban otro de los elementos clave que no faltaban en ninguna medina.
Pero este modelo de ciudad tradicional tiende a ser desplazado por el de la ciudad industrial.
El fuerte crecimiento urbano inducido por la industrialización ha dado lugar a la configuración de
grandes ciudades, que tras un primer momento de crecimiento exclusivo, están dando paso a la
formación de una red jerarquizada de núcleos urbanos de dimensiones medias y pequeñas. Incluso,
se está asistiendo a una nueva fase urbanizadora, que tras superar la localización meramente fluvial
o costera de las ciudades, está creando nuevas áreas urbanas en la estepa magrebina e incluso en
el desierto del Sahara. Pero todavía hay numerosas regiones sin ciudades que puedan ofrecer
servicios mínimos y garantizar un desarrollo sectorialmente equilibrado.
Al problema del desempleo hay que unir el de la vivienda, pues la afluencia masiva hacia los centros
urbanos ha generado los típicos barrios chabolísticos. Se trata de barrios ruralizados, sin
alcantarillado, algunos de cuyos habitantes continúan viviendo total o parcialmente de la agricultura.
Esta situación, potenciada por el acelerado ritmo de crecimiento de las grandes ciudades, que ha
estado en torno al 5% anual durante los pasados decenios, está modificándose lentamente, sobre
todo por la aminoración del crecimiento y por la construcción, a partir de los años ochenta, de grandes
bloques de viviendas promovidas por el Estado o los organismos públicos. En el caso de Egipto,
especialmente El Cairo, la gran aglomeración del mundo árabe, con un crecimiento incontenido, que
llega a dar cobijo a más de tres millones de personas en el barrio de la “Ciudad de los Muertos”
(el cementerio del El Cairo), que viven en una situación completamente marginal. Asimismo, las
medinas de casi todas las ciudades se están degradando y acogiendo a una población menesterosa.
De este modo, se ha acentuado la dualidad urbana y frente a barrios residenciales modernos y
lujosos aparecen los barrios marginales de construcciones en adobe o los barrios históricos
degradados (las medinas), que hacen de las ciudades árabes un organismo complejo, hacinado y
muy contrastado.
La ciudad islámica
A pesar de la caótica apariencia que causa a primera vista, especialmente cuando se la compara
con otras zonas más formales, más nuevas y más espaciosas que la rodean, la ciudad islámica es
una estructura absolutamente racional. Sus características calles angostas son umbrías, protegen
del viento y del polvo y utilizan muy poco del valioso suelo urbano.

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En realidad, el diseño de la ciudad se basa en el que proclama el libro sagrado del islam, el Corán,
y está codificado por las diferentes escuelas de derecho islámico.
A pesar de sus diferencias regionales, la mayoría de los poblados y de las ciudades que se han
desarrollado bajo la influencia del islam en algún momento en estos últimos 1.300 años muestran
rasgos asombrosamente similares. Esto se observa en cientos de asentamientos repartidos por un
vasto territorio en Occidente que va desde Sevilla, Granada y Córdoba en el sur, hasta Lahore
(Pakistán) en Oriente.
Los elementos de estas ideas se encuentran en ciudades tan distantes entre sí como Dar es Salaam
en África oriental y Davao en Filipinas.
Las ciudades islámicas han podido crecer lentamente, y, aunque a lo largo de los siglos se hayan
levantado edificios y calles nuevas, éstas se han erigido respetando ciertos derechos y normas
básicas de vecindad, guiadas por el propósito de impulsar una vida virtuosa en este masificado
entorno urbano.
El principio básico que guía la urbanización de la ciudad islámica reconoce la necesidad de mantener
la intimidad personal, especificar las responsabilidades en la conservación de los sistemas urbanos
de los que dependen otras personas, como por ejemplo, mantener limpios los caminos o los canales
de aguas residuales, y destacar la esencia íntima de las cosas y no sólo su carácter externo. Este
último principio vale tanto para la decoración de las casas como para otros aspectos puramente
espirituales.
Resulta fácil describir cuáles son los elementos fundamentales de la ciudad islámica.
En el corazón de la ciudad está la mezquita de los viernes, o yami, que es siempre la estructura
más alta de la ciudad. Hay una serie de mezquitas más pequeñas en torno a la periferia. Es poco
habitual que las otras mezquitas rivalicen en altura con la yami.
Junto a la yami están los suqs más importantes, los bazares techados o mercados callejeros
especializados por funciones. Dentro de los suqs, el comercio se orienta con la yami. Los puestos
más cercanos pertenecen a los comerciantes de elevado prestigio, como libreros y perfumistas. Los
más lejanos son los que se dedican a comercios más peligrosos o ruidosos, como los caldereros de
cobre, los herreros y los zapateros. Los mercaderes neutrales, como sastres y joyeros, que no
originan ofensa física, hacen las veces de mitigadores en el sector intermedio entre aquellos otros.
Junto a las murallas, en las que se alzan una serie de torres y puertas, se erige una inmensa
estructura fortificada, la kasbah. Se yergue normalmente sobre el territorio más elevado, y allí
buscaba refugio el soberano o el gobernador en su retirada cuando la ciudad principal había caído
en manos del enemigo o estaba convulsionada por una guerra civil. La kasbah albergaba los edificios
de palacio y las barracas, pero también pequeñas mezquitas propias, baños tiendas e incluso
mercados.
Toda la ciudad está repleta de casas con patios de diferente tamaño y forma, conjugadas en una
madeja de calles serpenteantes, callejuelas y callejones sin salida.

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Las viviendas se agrupan en barrios o vecindarios que se definen por su profesión, su secta religiosa
o el grupo étnico.
La unidad residencial más importante en la ciudad islámica, el patio interior, demuestra claramente
la aplicación de varios principios del urbanismo islámico. Los muros externos, que lindan con la calle,
están desnudos y carecen normalmente de ventanas.
Si las ventanas son necesarias, se las sitúa por encima del nivel de la calle para evitar
indiscreciones. Las entradas son en forma de L, y las puertas que dan a la calle casi nunca están
una enfrente de otra de modo que pueda evitarse que se mire directamente al interior.
En los climas tórridos, los patios con árboles y las fuentes proporcionan sombra, pero también un
centro interno y privado a salvo de las miradas del vecindario. Pero dentro del patio y en la casa, la
apariencia de sencillez da paso a una exhibición de riqueza y decoración. Un interior tan vivo que
recalca el énfasis del Corán de la riqueza interior frente a la sencillez y humildad externa.

CONCLUSIÓN: RIQUEZA Y DESEQUILIBRIOS

Los vastos planes en marcha han demostrado que la inversión de capitales puede transformar en
vergeles antiguos territorios yermos, que puede crear grandes complejos industriales allí donde ni
siquiera se disponía de agua, que pude modificar y controlar unas condiciones naturales hostiles a
la ocupación humana, pero hay otros hechos que al capital le cuesta más modificar, tales como la
organización social y las mentalidades, y tanto más cuanto éstas arraigan en unos pueblos
dominados por el fanatismo religioso.
Y mientras no se logre cambiar esa organización y mentalidades, estas sociedades permanecerán
ancladas en el subdesarrollo, con un pobreza rural que choca con los magnos planes industriales,
con un lato nivel de incultura que acompaña a un ambivalente nivel de servicios, con unas
disparidades sociales y una discriminación sexual que no pueden ser ocultada con la abundancia de
petrodólares.
En esta situación sólo una firme cooperación regional podría racionalizar el proceso de desarrollo,
pero esta cooperación resulta imprevisible desde el momento en que median factores tan
imponderables como el dogmatismo religioso y la incultura de las masas. No obstante, este conjunto
regional goza de enormes posibilidades, pero están dilapidando parte de sus enormes recursos
materiales y humanos en los conflictos bélicos, que destruyen su propio equilibrio y colapsan el
desarrollo de sus pueblos, tanto por la destrucción de materiales y vidas humanas como por los
elevados gastos militares.

PRIMAVERA ÁRABE

Las manifestaciones del mundo árabe de 2010-2013, conocidas como Primavera Árabe,
correspondieron a una serie de manifestaciones populares en clamor de, según los manifestantes,

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la democracia y los derechos sociales organizada por la población árabe y, en muchos casos,
financiadas por potencias occidentales.

Se considera el comienzo de estas manifestaciones el 17 de diciembre de 2010 en la Ciudad de


Túnez, cuando un vendedor ambulante (Mohamed Bouazizi) fue despojado por la policía de sus
mercancías y cuentas de ahorros y en respuesta, se inmoló en forma de protesta. Durante su agonía
miles de tunecinos se rebelaron contra las malas condiciones a las que el país estaba sometido,
causando un efecto dominó en el resto de las naciones árabes. Desde 1987 Zine el Abidine Ben
Ali gobernaba Túnez con un Gobierno considerado autoritario. Los tunecinos, ante la situación
Bouazizi, salieron a protestar contra Ben Ali. Mohamed Bouazizi falleció el 4 de enero de 2011. Diez
días después, el presidente Ben Ali dimitió. El ejemplo de Túnez fue imitado en el resto del mundo
árabe. En Egipto, salieron a manifestarse millones de personas contra Hosni Mubarak quien llevaba
30 años en el poder; los libios contra Muamar Gadafi (42 años en el poder); en Siria contra Bashar
Al Assad (15 años entonces); en Yemen contra Ali Abdullah Saleh (21 años entonces);
en Argelia contra Abdelaziz Buteflika (12 años entonces). El sultán de Omán Qabus bin Said al
Said y el rey Hamad bin Isa Al Jalifa de Barhéin incrementaron el poder de los parlamentos y
prometieron mejores condiciones de vida en ambos países, en Jordania fue destituido el primer
ministro Samir Rifai. Mientras en Egipto Hosni Mubarak fue derrocado el 11 de febrero. En Libia, el
gobierno de Gadafi acudió presuntamente al uso de la fuerza aérea para reprimir a los manifestantes
y, en respuesta, la OTAN lideró una coalición aérea para frenarlo. Los rebeldes libios, ayudados por
la OTAN, expulsaron a Gadafi de Trípoli, la capital, y tomaron el control del gobierno. El 20 de
octubre de 2011, Gadafi fue encontrado huyendo y fue ejecutado, dando fin a la guerra. En Yemen,
el país más pobre del mundo árabe, las protestas contra Ali Abdullah Saleh duraron más de un año,
hasta que en febrero de 2012 fue expulsado del poder. En Siria se produjo otra guerra civil que
actualmente sigue sin solución.

Calificados como revoluciones por la prensa internacional, la cadena de conflictos comenzó con
la revolución tunecina, en diciembre de 2010. Sin embargo, Noam Chomsky, célebre filósofo y
activista estadounidense, considera que las protestas de octubre de 2010 en el Sahara
Occidental fueron el punto de partida de las revueltas. En un primer momento, la prensa occidental
la denominó también como revolución democrática árabe.

Por otro lado, han sido denunciadas las numerosas especulaciones y maniobras que las potencias
occidentales han ejercido en los países árabes aprovechando la inestabilidad política traída en las
revueltas populares. El creciente caos en los Estados árabes fue escenario suficiente para la
aparición del Estado Islámico. Sin embargo, estas revueltas no tienen precedentes en el mundo
árabe, ya que si bien en la historia de éste ha habido numerosas revoluciones laicas y republicanas,
hasta ahora éstas se habían caracterizado por nacer a partir de golpes de Estado militares y dar
paso a gobiernos en cierta medida autoritarios con o sin apoyo popular, en tanto que los

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acontecimientos se caracterizaron por un reclamo democrático, y de una mejora sustancial de las
condiciones de vida. Por la naturaleza de sus protestas (libertades democráticas, cambios políticos,
económicos y sociales), algunos observadores europeos las asocian con las revoluciones
europeas de 1830 y de 1848 y de 1989 en el este europeo, a partir de la caída del muro de Berlín en
1989.

Causas y consecuencias

Túnez experimentó una serie de conflictos durante los tres años previos a la primavera árabe, el más
notable se produce en la zona minera de Gafsa en 2008, donde las protestas continuaron durante
muchos meses. El catalizador para la escalada de protestas fue la autoinmolación Mohamed
Bouazizi en Túnez. Las protestas siguieron hasta la revolución demócrata.

La revolución democrática árabe es considerada la primera gran oleada de


protestas laicas y democráticas del mundo árabe en el siglo XXI. Las protestas, de índole social y en
el caso de Túnez, apoyada por el ejército, estuvieron causadas por factores estructurales y
demográficos, unas condiciones de vida duras arraigadas en el desempleo, a lo que se añadían
regímenes corruptos y autoritarios. Según explica Pedro Fuentes desde el PSOL estos regímenes,
nacidos de los nacionalismos árabes de entre las décadas de 1950 y 1970, se fueron convirtiendo
en gobiernos represores que impedían una oposición política creíble que dio lugar a un vacío llenado
por movimientos islamistas de diversa índole. Juan Goytisolo lista otras causas de las malas
condiciones de vida, además del desempleo y de la injusticia política y social de sus gobiernos; éstas
radican en la falta de libertades, la alta militarización de los países y la falta de infraestructuras en
lugares donde todo el beneficio de economías crecientes va a parar a manos de unos pocos
corruptos. Manuel Castells las amplía con los encarcelamientos oscuros

Algunos habían analizado por qué estas revoluciones no pudieron ocurrir antes en el mundo árabe.
Se ha dicho que hasta la Guerra Fría los países árabes supeditaban sus intereses nacionales a los
de las superpotencias estadounidense y soviética, enfrentadas por la hegemonía global. No es hasta
el fin de la Guerra Fría cuando, salvo excepciones, se permite a estos países mayor libertad política,
coincidiendo con un amplio proceso de globalización que difundió las ideas de Occidente y que a
finales de la primera década del segundo milenio terminó por tener una gran presencia de las redes
sociales, que en 2008 se impusieron en Internet. La Red, a su vez, implementó su presencia en la
década de los 2000 gracias a los planes de desarrollo de la Unión Europea. La mayoría de los
manifestantes fueron jóvenes (no en vano las protestas de Egipto han recibido el nombre
de revolución de los jóvenes), cercanos a Internet y cuya principal diferencia con sus generaciones
predecesoras es que cuentan con estudios básicos, e incluso a veces superiores y
universitarios. Immanuel Wallerstein considera la Primavera Árabe actual como una segunda
rebelión árabe, heredera de lo que denomina espíritu o corriente de 1968 anticolonialista -frente al
exterior- y antiautoritaria -frente al interior- que no llegó a triunfar en su día y que ahora vuelve a

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resurgir -aunque con contradicciones-, y que debe entenderse como parte fundamental de los
movimientos mundiales de protestas (Protestas en Grecia de 2010-2011, Movimiento 15-
M, Movilización estudiantil en Chile de 2011-2013, Movimiento #Yosoy132 en México Movilizaciones
estudiantiles en Colombia de 2011 y 2012, Occupy Wall Street, huelgas en China en 2011).

Por último, la profunda crisis económica que sumió a los países del norte de África, junto con casi
todo el resto del mundo, en una pobreza más acuciante, fue un detonante al producir la elevación
del precio de los alimentos y otros productos básicos, provocando la hambruna en la población más
pobre.

La Primavera Árabe, si bien había empezado como protestas populares, en varios países el asunto
creció sistemáticamente y el alzamiento civil tomó un protagonismo generalizadamente. En Túnez y
en Egipto —donde tras celebrarse elecciones se instauró un gobierno de corte islamista más tarde
derrocado con un golpe de estado militar en 2013— las rebeliones derrocaron a los respectivos
gobiernos en pocas semanas, pero en países como Libia o Siria, el gobierno respondió y se negó a
abandonar el poder, lo que llevó a parte de la población a armarse y a comenzar guerras civiles en
ambos países. En Libia, los rebeldes insurgentes derrocaron a las fuerzas gubernamentales seis
meses después del inicio de la revolución con ayuda de la OTAN. Sin embargo, en Siria, la guerra
se ha prolongado y el impacto bélico intensificado, sin visualizarse un fin cercano y con registros que
estiman en cientos de miles la cifra de muertos; muchos ven en la situación de Siria el lado más
oscuro de la Primavera Árabe, debido al surgimiento de, por ejemplo, el Estado Islámico, que ha
tomado vastas extensiones tanto en Siria como en Irak –explosión yihadista que también se está
dando en Libia desde el fin del gobierno de Gadafi. En cambio, en los restantes países, la rebelión
solo se ha visto plasmada en pequeñas protestas y manifestaciones.

Esta serie de protestas a favor de la democracia o un cambio de régimen o de gobierno contrastó


inicialmente con el silencio de la Unión Europea y con un apoyo relativamente grande desde Estados
Unidos. El ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Franco Frattini, explicó la falta de respuesta
europea aduciendo que eran Estados independientes y no colonias de Europa. La Unión Europea
se reunió el 31 de enero de 2011 para decidir si apoyaba o no las revueltas populares
en Túnez y Egipto; si bien endureció su postura frente a Hosni Mubarak, presidente de Egipto,
abogó por una solución pacífica y no condenó su gobierno.

Las primeras opiniones sobre la propagación de esta revolución desde Túnez a sus vecinos árabes
no se deciden sobre su éxito, pero anuncian ciertas generalidades en los países tales como la
autocracia y la actual capacidad de movilización del pueblo, según intelectuales y académicos como
Azzedine Laayachi y Abdennour Benantar.

Las protestas han llegado a causar la convocatoria de manifestaciones democráticas en China,


donde han sido rápidamente sofocadas. La Primavera costó a los países de la región casi
U$S800.000 millones de dólares hasta 2014.

41
Túnez: la Revolución de los Jazmines

A estas causas compartidas por los países de la región se añaden otras particulares. En el caso de
Túnez, la cantidad de turismo internacional y en especial europeo que recibía consiguió un mayor
arraigo de los planteamientos típicos de la democracia liberal; Túnez poseía, además, un gobierno
menos restrictivo. Su economía estaba en manos de unas pocas familias oligarcas que asumían
muchas de las filiales de grandes empresas extranjeras, especialmente francesas, que copaban los
sectores turístico, financiero, distribución comercial, telecomunicaciones, seguros e industria. El
gobierno de Ben Ali estaba además bien visto por la Unión Europea, con quien firmó un tratado de
libre comercio en 2008, desplazando su industria allí debido a los bajos salarios tunecinos.

El régimen de Ben Ali había logrado un crecimiento sostenido pero concentrado en unas pocas
clases ricas situadas en las costas norte y noreste, en tanto que el resto del país era pobre. Esta
pobreza se acentuó a partir de la crisis económica de 2008, que redujo el empleo y los salarios. Los
parados llegaron (en cifras oficiales, probablemente a la baja) a situarse entre el 20% y el 30% de la
población del país, pero con un porcentaje del 60% entre los menores de 30 años, donde cerca del
75% de la población no supera esa edad; es importante contar aquí a las mujeres, que en Túnez no
sufren la represión islámica de otros Estados. Así, probablemente la falta de expectativas de una
vida decente para la juventud fue un detonante mayor que la carestía de los productos básicos.42

Todo ello terminó desembocando en la inmolación a lo bonzo, el 17 de diciembre de 2010, de un


joven de 26 años, Mohamed Bouazizi, debido a sus problemas económicos, desatando una ola de
manifestaciones en Sidi Bouzid que se extendió desde las periferias de Túnez hasta su misma capital
y terminó por derrocar al gobierno. Otra particularidad de Túnez es que, al contrario que por ejemplo
en Libia y Siria, su gobierno no había otorgado privilegios empresariales y cargos gubernamentales
sistemáticamente al ejército. Éste se puso del lado del pueblo tunecino, desobedeciendo las órdenes
de Ben Ali.

Egipto: la Revolución Blanca

Siguiendo a lo ocurrido en Túnez, el candidato a la presidencia de Egipto, Mohamed El


Baradei advirtió de que habría una explosión política similar en Egipto a la de Túnez.

Las protestas en Egipto comenzaron el 25 de enero de 2011 y se prolongaron durante 18 días. A


partir de medianoche del 28 de enero el gobierno egipcio decidió cortar completamente el acceso
a Internet para impedir que los manifestantes se organizaran a través de las redes sociales. Al día
siguiente, decenas de miles de personas protestaban por las calles de las principales ciudades de
Egipto. El presidente Mubarak cesó formalmente al gobierno y declaró que crearía uno nuevo.
Mubarak también depuso a su primer vicepresidente, el cual llevaba en el cargo más de 30 años.

42
El 2 de febrero activistas pro-Mubarak lideraron una anti-protesta contra los manifestantes, y estos
mismos violentos atacaron a periodistas internacionales, asesinando a uno de ellos.

El 10 de febrero Mubarak cedió todo el poder presidencial al vicepresidente Omar Suleiman, pero
anunciando que permanecería como Presidente, al menos hasta que acabara la legislatura. Sin
embargo, las protestas continuaron hasta que Omar Suleiman anunció que Mubarak dimitía de la
presidencia y cedía el poder al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Inmediatamente después
la junta militar disolvió el Parlamento, suspendió la Constitución de Egipto y prometió levantar el
estado de emergencia en el país, que llevaba en vigor desde hacía 30 años. También declaró que
habría elecciones libres en un plazo de 6 meses, o al acabar el año.

La mayoría de los estados y los ciudadanos mostraron su apoyo a la revolución, y muy pocos países,
apoyaron a Mubarak.

En las primeras elecciones Mohamed Morsi resultó vencedor con un 51,9% de los votos
frente Ahmed Shafik que obtuvo el 48,1% de votos. Tras estas elecciones el presidente elegido de
Egipto dio a conocer que se promulgarían cambios constitucionales, lo cual ocasionó nuevas
protestas populares y caos en las calles debido a que este cambio en la constitución le daba poderes
ilimitados a fuerzas militares, que incluían la posibilidad de arrestar civiles por la fuerza entre otras
prerrogativas; además, suponía un evidente retroceso en materias como laicismo y separación
religión-Estado, con el aumento del peso de la religión islámica y de la ley islámica o sharía en la
vida pública.

Como consecuencia de la creciente represión gubernamental a las protestas y de una serie de


políticas económicas regresivas que afectan a la clase trabajadora así como a las capas populares,
tiene lugar a partir del sábado 29 de junio, un nuevo movimiento de protestas masivas, que llegan a
registrar una afluencia de 30 millones de personas por todo el país.

Como reacción a esta oleada de protestas, el presidente del Consejo Supremo de las Fuerzas
Armadas, Abdul Fatah al-Sisi, lidera, con ayuda del Ejército un golpe de Estado que derroca, el 3 de
julio de 2013, a Mohamed Morsi.

Libia: primer conflicto a gran escala

En Libia, la población civil también comenzó a exigir cambios en sus gobierno, quienes se inspiraron
en las revoluciones en Túnez y Egipto para protestar en manifestaciones masivas en contra de su
presidente, Muamar el Gadafi. Las primeras manifestaciones fueron entre enero y febrero de 2011,
provocando la inmediata reacción del gobierno; represión y violencia. Las fuerzas leales del gobierno
comenzaron a luchar contra los opositores, quienes habían creado el Frente de Liberación de Libia.
Tras fuertes combates, lo que había iniciado como una manifestación terminó en una guerra civil; la
primera en la Primavera Árabe, ya que ni en Túnez ni en Egipto había ocurrido algo semejante. Al

43
comienzo, los manifestantes tomaron la ciudad de Bengasi e iniciaron la lucha en esa
ciudad. Bengasi era continuamente atacada por el gobierno. Rápidamente, la violencia se propagó
por todo el país, y en la mayoría de las ciudades se desarrollaban combates entre los rebeldes y el
ejército libio de Gadafi. La comunidad internacional comenzó a intervenir en el país y la mayoría de
los países mostraron su apoyo a la oposición, ayudándola en distintas operaciones militares.

Desde el mes agosto, las fuerzas rebeldes comenzaron a avanzar muy rápido y para finales de ese
mes ya habían tomado la capital Trípoli, estableciéndose como grandes vencedores. Después de
eso, el ejército del gobierno comenzó a perder su poder, sobre todo por los continuos ataques de
la OTAN y de países como Estados Unidos y Europa, que apoyaban totalmente a los rebeldes. Los
bombardeos en contra del gobierno y de sus funcionarios colapsaron al estado e hicieron que Gadafi
perdiera el control del país y se vio en la necesidad de huir. Los rebeldes, en tanto, habían avanzado
por todo el país y lo habían logrado dominar en totalidad. El 20 de octubre de 2011, Gadafi fue
encontrado oculto en una guarida, tomado prisionero y ejecutado; ese mismo día la guerra civil
acabó.

Luego de la muerte de Gadafi, los rebeldes iniciaron un proceso de transición en el gobierno.

Sin embargo, algunos de los problemas ocasionados tras la muerte de Gaddafi y con el nuevo
gobierno son la pérdida de autonomía económica del país, una mayor presencia del sector privado
en la industria del petróleo, la existencia de milicias integristas yihadistas que disputan al gobierno
el control de áreas del país, y la contratación de empresas de seguridad privada
como Blackwater para hacer el equivalente a las funciones de control del fronteras. Todo esto es
interpretado por muchos analistas como síntomas del fracaso de las instituciones del Estado para
ser capaces de regular importantes esferas de la vida pública, en un fenómeno que califican como
de Estado fallido o Estado roto.

El papel de Internet

El papel que Internet110 juega en estas revoluciones y las redes sociales está siendo ampliamente
discutido entre quienes lo defienden como gran causa de las revueltas y quienes lo citan simplemente
como un cambio en los medios de comunicación y nunca como una causa profunda. En cualquier
caso, la rápida comunicación a través de la Red ha servido para que tengan unas características
propias, como la espontaneidad y la ausencia clara de liderazgo. En el caso egipcio, además, Internet
se reveló tan importante que fue prohibido por el gobierno junto a los teléfonos móviles y, días
después, a la cadena televisiva Al Jazeera, que justamente emitía 24 horas las revueltas en
Internet.29 No obstante, los egipcios han sabido comunicarse a través de ardides y
tecnologías antiguas como el fax.111

44
Una postura intermedia entre ambos extremos es la de Manuel Castells, que aunque reconoce que
Internet no ha sido causa principal de las revoluciones (señala la miseria, la exclusión social, la falsa
democracia, la falta de información y el encarcelamiento como tales), llama a la revolución de
Túnez Wikirevolución del jazmín, porque según él su funcionamiento recuerda a una wiki.29

La crítica y las reacciones internacionales

Algunos estudiosos y expertos, incluyendo Slavoj Zizek y Robert Fisk, han argumentado que la gama
de reacciones internacionales a las diversas protestas, revueltas y revoluciones asociadas a las
revoluciones Árabes demuestra la hipocresía de parte de los gobiernos en el mundo occidental y en
otros lugares. Žižek denunció que la "reacción liberal occidental a los levantamientos en Egipto y
Túnez, con frecuencia demuestran la hipocresía y el cinismo". Cuando se le preguntó si consideraba
que Hosni Mubarak, el presidente egipcio, era un "gobernante autoritario" antes de que el movimiento
popular lo derrocara del poder, El presidente Barack Obama dijo que él tiende a "no utilizar etiquetas
para la gente", lo llamó un "aliado incondicional en muchos aspectos a los Estados Unidos", y afirmó
que Mubarak "ha sido una fuerza para la estabilidad en la región".

Las protestas en muchos países afectados han suscitado un amplio apoyo de la comunidad
internacional, mientras que las duras respuestas de los gobiernos en general han cumplido con
condena. En el caso de las protestas en Baréin, Marruecos y Siria, la respuesta internacional ha
sido mucho más matizada.

Algunos críticos han acusado a los gobiernos occidentales, entre ellos los de Francia, el Reino Unido,
y los Estados Unidos, de hipócritas en la manera en que han reaccionado a las protestas. Noam
Chomsky acusó al gobierno de Obama de tratar de amortiguar la oleada revolucionaria y sofocar los
esfuerzos populares de democratización en el Medio Oriente. También el papel cumplido por países
que han discrepado de las actitudes asumidas por las potencias occidentales, como Rusia y China,
ha sido denunciado como inspirado por intereses y objetivos propios.

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