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Carpeta de Investigación

De Lengua y Literatura

Tema:

Migración a Europa

Nombres:
1. Palacios Hugo Alexander
2. Yépez Alex
3. Delgado Luis
4. Parrales Ricardo
5. Guillin Nayely
Migraciones, intercambios y
transformaciones de antaño
Hace varios millones de años, varios linajes humanos
abandonaron África y poblaron otros continentes. Los
prehistoriadores hablan de varias salidas de África en distintas
épocas. Considerado como la cuna del ser humano moderno, el
continente africano ha visto cómo evolucionaban sociedades y
paisajes con las sucesivas oleadas migratorias. A diferentes
escalas espaciales y temporales, hay muchos ejemplos de
movilidad que proporcionan información sobre las
transformaciones del continente.
Al estudiar las lenguas de África central y meridional, los
investigadores pudieron evidenciar una importante migración.
Hace más de 2000 años, los habitantes de África Central
comenzaron a desplazarse hacia el este y el sur. Esta importante
migración, conocida como "expansión bantú", y que dio origen a
las lenguas actuales de la región, duraría hasta el siglo XVIII.

¿Cómo se estructuró?

"Estas migraciones forman parte de una dinámica social


particular", explica Geoffroy de Saulieu, arqueólogo de la UMI
Paloc. "En estas organizaciones de linaje, el poder es
monopolizado por los primogénitos, que controlan en particular
el patrimonio necesario para contraer matrimonio. Pues es muy
común que el pretendiente tenga que pagar una gran suma de
dinero a los futuros suegros: es lo que se llama el ‘precio de la
novia’ y lo que los africanos llaman hoy la ‘dote’. Los últimos
hijos de estos linajes no tienen recursos para evolucionar
socialmente: o aceptan no formar un hogar o se rebelan y
abandonan la familia. Según la tradición oral de las sociedades
africanas, los fundadores de nuevos linajes serían ‘benjamines’
que se separaron de su familia de origen, llegando incluso en
ocasiones a raptar a las mujeres de sus vecinos para obligarlas a
crear un nuevo linaje; igual que los primeros romanos, que,
según la leyenda, secuestraron a las mujeres sabinas para fundar
Roma". 

Transformación social y
geográfica
Estas poblaciones, oriundas del actual Camerún, transformaron el
paisaje a medida que se desplazaban. Su modo de subsistencia era
principalmente agrícola y la preferencia por ciertos árboles
frutales, como la palma de aceite, modificó gradualmente la
estructura del suelo y de los paisajes forestales.

Una vez asentados, los linajes se agruparon en aldeas y se


sedentarizaron. Debido a su dinamismo social y demográfico,
algunas aldeas se convirtieron en ciudades, y luego en capitales,
como Mbanza-Kongo, capital del Reino del Congo. La vida
urbana se desarrolló y los linajes se asociaron para extender su
dominio, creando nuevos reinos y, a veces incluso, formas de
imperio.
República
Democrática del Congo a finales del siglo XIX.

¿Acaso las mujeres no participaron en estos movimientos? Sí,


iban pasando de un linaje a otro. "En el siglo XIX, el 30 % de las
mujeres del oeste de Camerún procedían de una etnia diferente a
la de su familia", añade Geoffroy de Saulieu. "¡Es un porcentaje
muy alto! Nos imaginamos África como un continente antiguo,
que no se mueve, que no evoluciona, pero estos movimientos
probablemente hayan ocurrido desde la prehistoria temprana,
hace más de 10 000 años, aunque no hayan dejado ningún rastro
arqueológico". 
Poder sobre las personas
Otro ejemplo de desplazamiento lo encontramos más al norte, en
el actual Malí, donde los movimientos de ciertas poblaciones eran
también de larga duración. Los tuaregs, grupos de pastores
nómadas, abandonaban cada año el lugar en el que vivían en
busca de pastos durante la temporada de lluvias, entre junio y
septiembre. Recorriendo distancias de entre 100 y 200 kilómetros,
llevaban a sus rebaños de cabras, ovejas y ganado hacia el norte,
donde los pastos eran abundantes y de buena calidad, pero solo
durante esta época del año.
En estas regiones, las fronteras como tales no existían: el poder no
se ejercía sobre los espacios sino sobre las personas. Así, hasta la
conquista colonial iniciada a finales del siglo XIX, los grupos
sociales subordinados pagaban un impuesto –o tributo– a las
familias que ostentaban la autoridad política, las jefaturas. Para
liberarse de esta tutela, o bien conseguían invertir el equilibrio de
poder, o bien se marchaban y trataban de encontrar medios para
subsistir por su cuenta en otra parte. "La noción de 'límite'
existía", afirma Charles Grémont, historiador de la UMI LPED.
"Pero dependía del reconocimiento político de las poblaciones
vecinas. Los territorios resultantes eran flexibles y cambiaban
más o menos rápidamente. Las zonas de residencia, que eran los
lugares donde vivían estas poblaciones en la estación seca,
también cambiaban por razones políticas y económicas".  

 
 

Por ejemplo, la centralidad del poder de los tuaregs


Iwellemmedan evolucionó desde el siglo XVII hasta el XIX,
desde la zona de Tombuctú hasta la región de Ménaka, situada a
más de 500 km al este. La mayor abundancia de pastos debido a
unas condiciones climáticas más favorables atraía a la población a
esta región. Los conflictos entre jefaturas también empujaban a
los pastores a emigrar. "Con las ciudades saharianas, que son
núcleos intelectuales y comerciales, pasaba algo similar. Podían
abandonarse por razones climáticas, como la desecación de una
capa freática, pero también en caso de desencuentros y conflictos
entre los clanes que vivían en ellas", explica el historiador.
Antiguas esclavas a la fuga
Paralelamente al establecimiento de las fronteras, la
administración colonial abolió la esclavitud en 1905 en la mayor
parte del África Occidental francesa. La esclavitud era aún común
en esta región en el siglo XIX, donde la economía se basaba
esencialmente en el trabajo de los esclavos. Una vez libres,
algunos de estos individuos consiguieron salir de sus aldeas de
Malí para crear nuevas comunidades, sobre todo en Senegal:
desbrozaron las tierras alrededor del futuro ferrocarril o se
dedicaron al cultivo de cacahuetes, que estaba en auge en aquella
época. Este último ejemplo de migración sirve para poner de
manifiesto el papel de las mujeres en estos movimientos. "Las
mujeres han sido a menudo invisibilizadas porque la migración
se ha asociado durante mucho tiempo a los hombres", afirma
Marie Rodet, historiadora de la School of Oriental and African
Studies (SOAS) de la Universidad de Londres. "Pero fueron muy
activas durante este periodo para escapar de las situaciones que
las oprimían. En particular, recurrieron a los tribunales
coloniales para liberarse de sus amos".
Así pues, las mujeres sometidas a la esclavitud no dudaban en
abandonar sus hogares y acudir a la justicia colonial para obtener
el divorcio de sus maridos, que eran en muchos casos sus amos.
Hasta los años 1920, la administración concedió a las mujeres la
nulidad de los matrimonios y permitía estas separaciones. Pero
más tarde, los tribunales no fueron tan benévolos: la marcha de
las mujeres ponía en peligro el orden social y, por tanto, colonial.
El abandono del domicilio conyugal pasó a ser un delito y los
matrimonios ya no podían anularse. A pesar de ello, las mujeres
no dudaron en abandonar a sus "maridos", motivo por el que
algunas acabaron en la cárcel.
Cuando conseguían marcharse, las mujeres seguían
desempeñando un papel fundamental en el mantenimiento del
nexo social entre la región de acogida y la de origen. Se movían
entre las distintas zonas, manteniendo vivas las relaciones al
viajar por ejemplo para asistir a ceremonias. Entre Senegal y
Malí, estas fuertes relaciones tejidas a través de la migración
garantizan una conexión intergeneracional entre los dos países.
"Las oleadas migratorias tienen carácter acumulativo: las
familias se asientan y luego se suman otras. Hay muchos
matrimonios entre las poblaciones anfitrionas y las poblaciones
de origen. La implicación de las mujeres y su movilidad
contribuyen a la integración de estas comunidades en los países
de acogida y a la transformación de estas sociedades en su
conjunto", concluye la investigadora.  

Lejos de la imagen de un África inmóvil, estos ejemplos ponen de


relieve los cambios sociales y geográficos provocados por los
desplazamientos que han tenido lugar en el continente desde hace
miles de años. Estos movimientos de población no solo
continuarán, sino que se intensificarán a lo largo de los siglos XX
y XXI.
¿Fronteras artificiales?
A finales del siglo XIX, los franceses colonizaron el actual Malí
avanzando de oeste a este y de norte a sur.  Tombuctú fue tomada
en 1894, y Gao en 1899. Los franceses se apoyaron en las
jefaturas –que pretendían defender sus intereses– para trazar con
ellas las nuevas fronteras del poder. Se mantuvieron así las
divisiones políticas preexistentes, solo que ahora estaban
establecidas por convención y claramente delimitadas en los
mapas. Así pues, las fronteras creadas por la administración
colonial no son tan artificiales como se cree. Se basan en
distinciones preexistentes, a menudo de competencia, entre
diferentes grupos sociales.

 
Aunque las líneas divisorias no se trazaron al azar, sí fue una
invención colonial la inclusión de todas ellas en un único "cerco"
(como lo llamaban los tuareg), dando lugar a lo que será la futura
frontera del Malí independiente. Los desplazamientos entre las
distintas subdivisiones coloniales se vieron obstaculizados. Si
bien no estaban completamente prohibidos, sí que se controlaban.
Si los pastores se desplazaban sin tener un permiso de
trashumancia, se arriesgaban a ser multados por encontrarse en la
ilegalidad.
El poder colonial transformó así la organización del poder, que ya
no se ejercía sobre las personas sino principalmente sobre un
territorio. Esta lógica de Estado, que obstaculizaba los
desplazamientos esenciales de los pastores nómadas, generó
muchos conflictos con las poblaciones. "Aunque las fronteras
coloniales se basaran en divisiones locales preexistentes,
imponían una legislación idéntica a poblaciones que no
compartían necesariamente la misma historia ni la misma
cultura, sin tener en cuenta sus particularidades", explica Charles
Grémont.
Políticas migratorias cada vez
más restrictivas
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta los años 1970,
los países europeos en pleno auge económico reclutaron
masivamente mano de obra en el extranjero, especialmente en
algunos países africanos. Pero, en cuanto se produjo la primera
crisis del petróleo en 1973 con sus desastrosas consecuencias para
la economía, los Estados impusieron restricciones para la entrada
de extranjeros no europeos y querían que los que estaban
volvieran a sus países de origen. Estos límites a la inmigración se
fueron estableciendo poco a poco: hasta mediados de los años
1980, muchos inmigrantes africanos podían entrar legalmente en
algunos países europeos, lo cual se volvió cada vez más difícil a
partir de los años 1990. Por ejemplo, los senegaleses podían
entrar en Francia sin visado hasta 1986 y en Italia hasta 1990.
Esta tendencia restrictiva fue también resultado de la creación en
1955 del espacio Schengen, zona de libre circulación dentro de la
Unión Europea: la apertura de las fronteras intraeuropeas supuso
un mayor control de las fronteras exteriores.

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