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En busca de un recuerdo.

Autora: Daniela Yazaret Olivera Solis.


Iniciada el miércoles 4 de junio del 2021.
Capítulo 1:

Dicen que la vida es difícil, pero nadie sabe la verdad de esto tanto como yo.

Mi nombre es Louisa Salvatore, tengo 17 años, y sufro de falta de memoria a corto


plazo, un día puedo saludarte por la calle y otro golpearte si te acercas a mí, porque
no se quién eres, nací con un problema con la corteza prefrontal de mi cerebro y el
hipocampo que son la apartes que se encargan de la memoria a corto y largo plazo,
por lo que mis recuerdos tienden a desaparecer cada cierto tiempo, un día o dos,
una semana, nunca se sabe.

Mis recuerdos sobre mi infancia son nulos, no sé nada acerca de mis padres, que
nunca me buscaron después de que me perdí en un viaje a Inglaterra.

12 años atrás:

—hola pequeña— dijo un chico pelinegro acercándose a la pequeña niña pelirroja


que lloraba a un lado de la fuente.

—hola— saludó en un tono agudo secando sus lágrimas con sus diminutas manitas.

—¿cómo te llamas? ¿Dónde están tus padres?— preguntó arrodillándose para


quedar a la misma altura que ella.
—mi nombre es Louisa Salvatore y sufro de falta de memoria a corto plazo, mi
padre es Tomas Salvatore— leyó la chiquilla de una pequeña libreta que llevaba
consigo.

—¿puedo ver eso?— preguntó el chico señalando la libreta que poco después le dio
la menor.

El joven llamó y buscó por todas partes a los padres de la niña sin obtener
resultado alguno más que una respuesta negativa por parte de muchos, alertaron a
las autoridades aunque estás fueron de poca ayuda debido a que la pequeña Louisa
era una italiana en un país británico, por lo que el se la llevó a su casa esperando
noticias de algún familiar, noticias que nunca recibió, así llegando al inicio de esta
historia.

Vuelve a narrar Louisa:

Lo único que tengo de mi infancia es un pequeño collar con un dije que parece ser
un sol a la mitad.

Nate, Blair, Nancy y Dylan me adoptaron desde ese día, gracias a los hermanos
Archer tengo lo más cercano a una familia y atención para mí enfermedad.

Un modo en el que recuerdo las cosas es mediante la música, sonará increíble pero
tengo un violín y con el marco las canciones de acuerdo a mis sentimientos con las
personas.

De las personas y canciones que más me gustan a las que detesto, y es cierto que
algunos sentimientos cambian pero en mi caso casi nunca lo hacen, nunca he
detestado a alguien.

Me dirigí al patio con mi violín como todos los días, no hay mucha gente por donde
yo vivo, y no es algo que me importe, la verdad no me gustan mucho las personas.

Estaba tocando muy a gusto cuando de repente ví una silueta acercarse entre la
densa niebla de la noche.

Quería alejarme, pero la leve luz de su mirada me detenía, y sin darme cuenta un
par de ojos grises me observaban con confusión sin disimulo alguno.

—¿Se te perdió algo?— pregunté sin tacto o una pizca de amabilidad, algo común
en mí, que realmente me tenía sin cuidado.

—de hecho si, busco tus modales— contestó con una seriedad que me hizo rodar los
ojos.

—apártate niñita, tengo cosas que hacer— dijo haciéndome a un lado.

—si vuelves a tocarme, tu mano será el menor de tus problemas— amenacé, a lo


que él alzó las cejas y asintió con burla.

—tengo mejores cosas que hacer que preocuparme por las amenazas de una
malcriada, así que repito apártate si no quieres que yo lo haga— dijo con una
sonrisa arrogante arrugando la nariz.

—no sabes con quién te metes— dijo con la poca paciencia que me quedaba, sin
duda se había ganado un lugar en mi lista negra.
—no, y no es algo que me importe— contestó con fastidio, no podía decir que traté
de ser amable pero este tipo era más que un tonto.

—sabes a mi familia no les agradará saber que me trataste así— el chico solo rodó
los ojos con impaciencia.

—dile a los que te criaron que hicieron un mal trabajo— contestó con un sonrisa
que rápidamente cambió a su expresión seria de siempre.

—bien le diré eso y más a la familia Archer— grité haciendo un megáfono con sus
manos, a lo que el giro sobre su eje exaltado.

—¿dijiste Archer?— preguntó sorprendido señalándome, como si tratará de


procesar la información.

—¿asustado?— pregunté alzando ambas cejas con mofa.

—bueno ahora entiendo porque eres tan irritante, eres igual de contestona y
grosera que Nate contestó con una sorna.

—¿cómo sabes su nombre?— pregunté con los ojos bien abiertos, hambrienta de
una explicación lógica.

—porque fuiste mal educada por los tontos de mis hermanos— contestó caminando
más rápido mientras yo seguía en shock.

—¿a que viniste?— cuestioné fastidiada de solo tener que hablar con semejante
persona.

—eso no te importa— contestó cortante.

—muy bien genio, pero su casa está para ese lado— contesté apuntando al lugar
donde vivía con la gente que me cuidó, no podía creer que alguien tan apático güera
hermano de personas con actitudes tan chispeantes y divertidas, él era el patito feo,
la oveja negra, no tenía pruebas, pero tampoco dudas.

Decidí seguirlo, ya que por muy molesto que fuera, Nate no le abriría a un extraño
con tal expresión, o mejor dicho inexpresión, ni en un millón de años.

Así que cuando conseguí estar a su lado, le mostré la peor de mis caras y toqué la
puerta con una mueca.

Después de unos minutos antes salió a recibirnos, con la boca bien abierta al ver al
chico a mi lado, y en pocos segundos tenía las manos en su boca con los ojos muy
abiertos, instando a todos los que se encontraban dentro a salir.

Y en pocos segundos todos ya estaban afuera con la misma expresión de shock,


mientras que el chico a mi lado, seguía con esa seriedad imborrable e intimidante.

Capítulo 2

Las caras de asombro de todos eran muy evidentes ante mí y el chico grosero de
ojos grises, tanto que pase mi mano cerca del rostro de todos para sacarlos del raro
trance en el que se encontraban.
—soy yo o es el pequeño Parker— preguntó Dylan a Blair sacudiendo su hombro
con fuerza.

—como es posible, eras solo un bebé desde que…

—las personas crecen, pero se ve que no eres tan listo para procesarlo, por lo que
te daré unos minutos— dijo el rubio a mi lado cruzándose de brazos.

—heredaste el mal genio de papá, no me sorprende— habló Nate entrecerrando los


ojos imitando la acción del chico a mi lado.

—¿se quedarán mirándome toda la noche o me dejarán pasar?— cuestionó rodando


los ojos, a lo que todos abrieron paso al tal Parker.

—Parker, hace mucho que no te veía— expresó Nancy atrapándolo entre sus
brazos, ambos estaban de la misma estatura, a pesar de tener 8 años o más de
diferencia.

Al responder el abrazo, pude ver lo más cercano a una sonrisa formada en el rostro
del rubio, al parecer le tenía cariño a Nancy, más que a Nate y a Dylan, quienes
tampoco parecían muy felices ante su llegada.

Y, bueno Blair trató de ser amable y hacerle un poco de plática al chico que parecía
examinar cada parte de la casa de manera sutil, con una expresión seria
inquebrantable que traía desde nuestro encuentro.

Sumida en la incomodidad de las miradas algo recelosas por parte de los chicos y la
atención que le prestaban las chicas solté un carraspeo para al menos decir que
subiría a mi habitación, al menos quería que Dylan lo supiera, pues era mi tutor y
un padre para mí.

—Lou ¿No piensas cenar?— preguntó Nate mirándome y esperando que mi


expresión facial le diera una posible respuesta.

—Amm no tengo mucha hambre, creo que ya me voy a dormir— contesté con
amabilidad dirigiéndole una sonrisa.

—pueden decirme que hace aquí la pelirroja malcriada— preguntó el rubio


señalándome.

—ella es Louisa, la adoptamos cuando era pequeña— explicó Nancy con paciencia.

—asi que si estaban listos para obras caritativas, pero creyeron mejor dejarme con
la abuela a mi suerte— comunicó con sarcasmo, mientras su expresión cambiaba a
una enojada.

—cielos Parker, eras un bebé, no podíamos cuídate las 24 horas, además con tu
capacidad intelectual, nunca hubiéramos podido darte la educación correcta—
exclamó Blair mientras una lágrima mojaba su rostro.

—y a ella que ¿Le enseñan con manzanas?— cuestionó con una sonrisa llena de
cinismo, mientras todos a su alrededor bajaban la cabeza.

—¿Cuál es tu problema?— pregunté mirándolo con rabia que desbordaba en mi


expresión de querer golpearlo en la cara.
—mira niñita, no me interesa lo que los tontos de Nate y Dylan piensen de ti, no
confío en ti, solo eres un reemplazo, y al no encontrar algo mejor, se consiguieron
una mascota— contestó mirándome de forma desafiante.

—Parker— llamó Nancy en tono bajo.

—¿Qué?— masculló sin perder el contacto visual, ambos nos veíamos frente a
frente.

—¡Parker!— gritó Dylan.

—¿Qué?— exclamó este en tono alto.

—encontramos a Louisa en la calle, no la sacamos de un orfanato, así que deja de


actuar como un tonto, porque ella no tiene la culpa de que no estuviéramos
preparados para cuidarte cuando papá murió— dijo Dylan apretando los puños,
tratando de mostrar calmada, a pesar de la ora que lo invadía.

Parker solo me fulminó con la mirada y a los pocos minutos se fue, azotando la
puerta con una fuerza sorprendente.

A lo que yo me dirigí a mi cuarto cerrando los ojos, tratando de contener las miles
de emociones que me agobiaban, para evitar golpearlo mientras duerme.

Sentía irá hasta en las uñas, sé que esto no era posible pero estaba tan enojada, al
grado de poder romper una tabla sin sentir dolor alguno.

Sin pensarlo dos veces, tomé mis partituras y escribí en grande «Parker Archer» en
la que más detestaba, tal ves piensen que es una clásica, pero en realidad es todo lo
contrario: estrellita donde estas y todas esas que solían cantar para que lo niños
durmieran, eran las me hacían sangrar los oídos.

Nunca tuve quien me las cantara, es cierto que Blair me arropaba pero muy en el
fondo sabía que ellos no eran mi familia y no necesitaba una memoria completa
para saberlo, además con esa canción me rechazaron en un concurso de violín, lo
peor es que tuve que quedarme sentada media hora con inmensas ganas de llorar
observando el sonido que emitían los violines de los finalistas, no recuerdo la
humillación de ese momento, pero fue tan vergonzoso que merecía ser escrito.

Rato después de dormir, me levanté en la madrugada para probar un vaso de agua,


después de mirar mis zapatos un buen rato, me dirigí a la cocina, en dónde
encontré a Parker haciéndose un café, a lo que en mi mente surgió una gran duda
«¿Quién rayos se hace café a las 3:00 de la madrugada?» respuesta: él.

—¿Qué, tengo algo en la cara?— preguntó en un tono enojado.

—fealdad— contesté con una sonrisa de triunfo.

—eres igual de graciosa que Dylan— comunicó con sarcasmo mientras rodaba los
ojos.

—prefiero eso a ser un amargado como tú— respondí imitando su acción.

—entonces decidieron adoptar un pececito— dijo, provocando que alzará ambas


cejas sin entender a qué se refería.
—¿Qué?— pregunté mirándolo con confusión.

—eres solo una mascota, como lo dije anteriormente, eres solo un pececito, una
pelirroja mimada y grosera— explicó con un intento de sonrisa, no soy una persona
que de golpes, a lo que me contuve a cerrar los puños con fuerza, tratando de
contener las ganas de jalarle el cabello.

—prefiero ser un pececito a un tiburón sin modales y arrogante— contesté dándole


la espalda para marcharme.

—descansa pececito— dijo sonriendo con sorna, o es lo que pude ver de reojo.

Paciencia, era lo que me faltaba, pero no iba a dejar que un tonto me rebajara a su
nivel, porque sin duda alguna, era mejor persona de lo que el podía llegar a ser.
Capítulo 3

Parker Archer:

Al salir de la horrible e incómoda habitación de huéspedes me dirigí al comedor, al


hacerlo encontré al pececito observando todo de manera extraña, examinando
detenidamente cada parte de la casa hasta que sus ojos recayeron en mí.

—hola— saludó mostrando su palma a la altura de su pecho, como un especie de


saludo amable, lo que me hizo abrir los ojos confundido.

«¿Acaso era esto un plan para una cruel venganza?»

—¿Cómo te llamas preguntó?— preguntó la pelirroja con sus grandes ojos azules
mirándome fijamente.

—¿Se te borró la memoria anoche?— pregunté con mofa, entrecerrando los ojos,
tratando de descubrir algo en su expresión, lo único que pude ver fueron sus
mejillas rojas y a ella corriendo a su habitación.

—eres un grandísimo tonto— exclamó Dylan posicionándose frente a mí.

—Parker, ella padece de falta de memoria a corto plazo, es por eso que no la
podíamos dejar en cualquier lado, y le debes una disculpa ahora mismo— ordenó
Blair, haciéndome sentir la peor persona del mundo, la chica no me importaba ni
un poco, pero si no me disculpaba me condenarían el resto de mi vida.

Me acerque a la chica y me frente a ella para dar mi disculpa, ella trató huir pero
tomé muy fuerte su brazo para evitar que el pequeño pececito no escapara.

—lo lamento si, fui un tonto, no sabía que estabas enferma y lo de ayer fue porque
estaba molesto, no tiene nada que ver contigo— le dije tratando de sonar sincera,
no era bueno con las disculpas, si es que aún no quedaba claro.

—cuando tengas una disculpa de verdad y no esa compasión barata, sabes dónde
encontrarme— contestó la chica con una mirada fría y seria, y a los pocos segundos
de soltarse de mi agarre me dio la espalda.

Era una persona directa, a pesar de estar enferma parecía no intimidarle muy poco
hablarle a la gente como se le diera la gana.
—no niñita— dije volviéndome a colocar en frente de ella, después de haberla
alcanzado —acepta mi disculpa— sentencie demostrándole que tampoco me daba
miedo.

—si eso te hace sentir mejor piensa lo que quieras— dijo golpeándome con su
hombro al pasar junto a mí, por primer vez, sentía gran enojo hacía un pececito.

(…)

Han pasado varias semanas desde eso, evitó a Louisa a toda costa, tengo cosas más
importantes que hacer que fastidiar a un malcriada que solo se preocupa por su
preciado violín.

Bueno ahora la razón del porque vine a fastidiar mi vida y la de estos tontos, mi
nombre es Parker Archer, y soy una persona que nació con un IQ avanzado para mi
edad, en resumen podría dominar el mundo si lo quisiera.

Me gradué de la secundaria a los 13 y ahora a mis 19, estoy terminando la carrera


de psicología, quiero estudiar la mente de las personas y entender más a fondo el
comportamiento e interacciones humanas, y ahora estoy en un dilema, necesito un
objeto de prueba.

Y aunque tengo seis conejillos de prueba en casa, dos de ellos son Australopitecos
con el sentido de la inteligencia vagamente desarrollado.

Así que necesito a un tonto que goce de mucho tiempo para todas mis preguntas
que lo harán sentir como un loco en un psiquiátrico por qué el tacto y la paciencia
no son lo mío, probablemente sea un mal psicólogo pero ya pagué.

A falta de una persona normal decidí acudir a Dylan, el más tonto de los 5 raritos
de la familia, si, también me conté.

—Hola Dylan— dije simulando amabilidad, ya que si quería tratar con él, lo mejor
sería no fastidiarlo tanto, o darle algo a cambio, pero como mi presupuesto era bajo,
lo único que me quedaba era la segunda opción.

—¿por qué siento que es una trampa?— preguntó enarcando un ceja.

—por que lo es— contesté entrecerrando los ojos.

—necesito un sujeto de prueba, te hago preguntas, tú respondes y compruebas que


estás loco, pero de manera profesional— expliqué, pero bueno omitiendo la parte de
ser amable.

—ya sé que tengo problemas, pero eso murieron con papá y sus maltratos con todos
los de esta casa— contestó para seguido a esto, darme un rotundo “no” en la cara.

—sabes de alguien que quiera hacerlo— pregunté rendido por entregar la


porquería de trabajo que necesitaba para mañana.

—pregúntale a Lou— recomendó encogiéndose de hombros y darme una clara


expresión de “no me importa y déjame en paz”.

—entonces ¿ella no me recuerda?— pregunté solo para comprobar.

—no— contestó rodando los ojos.


—Es perfecto, ya tengo un conejillo de indias para mí estudio— contesté sintiendo
que un peso se me iba de encima.

—podrás ser muy listo, pero no la subestimes— dijo señalándome con el dedo
índice, y no lo hacía, esa niñita podía ser muy lista y arrogante a pesar de estar
enferma.

Así que decidí acercarme al pececito rojo, una vez que Dylan dejó de quejarse del
lavabo del baño.

—hola Lou, ese vestido te queda bien— traté de halagar para que aceptara, no lo
llamaría ser hipócrita, solo aligeraba el ambiente,

«bueno, a quien engaño, era un completo hipócrita, aunque bueno, el vestido no se


le veía mal».

—no— obtuvé como repuesta sin haber hecho pregunta alguna.

—¿No?— pregunté confundido, tal vez estaba loca.

—estoy enferma, no tonta, tal vez no lo recuerde, pero si te puse en mi peor canción
fue por algo, así que hazte un favor y apartarte por el poco de dignidad que te
queda, al hacerme un cumplido después de lo que hiciste, y que quede claro que no
necesito de tu horrible actitud, ni de tu intento de lastima— contestó de forma
clara, siempre directa y firme al hablar y sin soltar ni el mínimo balbuceo.

—no seas inmadura y acepta— tal vez no era el mejor para decir eso, pero no me
importaba ni un poco.

—prefiero ser eso a una engreída con el ego por los cielos, porque tarde o temprano
el mundo se encargará de dejarte el ánimo por los suelos y mostrarte que no eres la
persona especial que creías— contestó sin apartar la vista de sus partituras, a lo
que sin más me fui dándole un mirada de pocos amigos que ni siquiera vió, y si lo
hizo le valió por completo.
Capítulo 4

Parker Archer:

Al parecer tenía una semana más para el fastidio de tarea que tenía, mis hermanos
no eran una opción, ya que la respuesta detrás de todos los problemas era los malos
ratos que papá les hacía pasar, así que no quería oír algo que sabía perfectamente y
de lo que no podía tener una opinión neutral, perdería los estribos con Dylan y
Nate, y era demasiado débil para mis hermanas, en especial si se trataba de Nancy.

Y por mucho que creyera que el pequeño pececito era una malcriada, quería saber
más de ella, además de ser una niñita caprichosa sin familia, el problema era que
me detestaba y que me golpearía si no fuera tan blanda.

Pero había algo que podía usar a mi favor, ella no tenía memoria así que tenía una
gran ventaja sobre aquella pelirroja mimada, el día que hablamos mencionó algo
sobre esas partituras de las que no se separaba, debía empezar por allí.

—Nate— lo llamé logrando que volteara.

—¿Qué?— preguntó con frialdad.


—Escuché a Lou hablar sobre unas partituras ¿Sabes a qué se refería?— pregunté
esperando con ansias una respuesta concisa.

—cuando Lou cumplió doce años le regalamos un libro de partituras, ella apunta
los nombres de las personas que va conociendo en las piezas, de las que más le
gustan a las que no puede escuchar sin quejarse, y asumo que te odia, por qué te
puso en la de “estrellita dónde estás”— contestó con una sonrisa burlona al
pronunciar eso último.

—¿Porqué odia esa canción?— pregunté confundido, tal vez la pelirroja si estaba
loca después de todo.

—eso debería decírtelo ella, y deja de preguntar parece que te gusta— dijo con
fastidio apartándome del camino para dirigirse a la cocina.

—ella no me gusta— dije con un semblante serio, ni loco me gustaría una


malcriada como ella.

—lo que digas, ahora déjame comer en paz— dijo haciendo un gesto con su mano,
indicándome que me aleje.

Bueno ahora ya sabía que hacer para tener una buena calificación, y la repuesta
era robarle las partituras al pececito.

—Louisa— la llamé por su nombre en un gesto serio.

—Parker— contestó al mismo tono.

—se podría saber el porqué me detestas— pregunté entrecerrando los ojos,


tratando de encontrar una repuesta en su expresión, pero estaba igual que siempre,
pálida, pelirroja, ojos grandes de color azul intenso.

—sinceramente no lo sé, pero debiste hacer algo muy malo, eres la primera persona
a la que pongo en ese canción— dijo sin interés en seguir hablando conmigo.

—¿Por qué odias una canción que sirve para dormir bebés?— pregunté rodando los
ojos, me sentía como un loco, creo que me contagió esta demente.

—¡porque no tuve una familia! Ellos me abandonaron sin siquiera conocerme, y ni


siquiera mi enfermedad me hace olvidar que no me amaron lo suficiente, nunca me
buscaron— exclamó con los ojos cristalizados, sus pálida piel, ahora se encontraba
igual de rojas que su cabello.

—¿quieres hablar?— pregunté esperando un «si» como repuesta.

—no— contestó fuerte y firme.

—¿No?— cuestioné confundido ante su extraña reacción, diagnóstico: bipolaridad


extrema.

—no necesito a un psicólogo de kínder, si eso es lo que te preguntabas—

Auch.

—lo supuse es tu respuesta desde que nos conocimos, hace dos semanas, mismos
resultados.
—define nuestras conversaciones— pidió ladeando la cabeza.

—ambos fuimos groseros, y ante cualquier pregunta tu repuesta es un frío, cortante


y firme “no”— contesté con una expresión de fastidio, tal vez debería darme por
vencido y elegir a un tonto más amable que a esta Escuincla malcriada y rencorosa
por algo que ni siquiera recuerda.

—sabes creo que ya perdí bastante tiempo contigo, así que has lo que quieras, te
seguiré evitando mañana, si es que eso te reconforta— contesté dándole la espalda.

El plan seguía en marcha, esas partituras serían mías, no podía sacar a otra
enferma, así que tendría que recurrir a medidas drásticas, aunque trate de ser
amable.

Está chica me había hecho perder mi juicio, ahora quedaba más en el papel de
paciente que psicólogo pero me da igual.

Me escabullí por las escaleras hasta dar con su habitación, quería vomitar de ver
tanto rosado, es cierto que era una excelente decoradora, pero no había tiempo para
pensar en eso ahora, tenía que encontrar las partituras de la malcriada que estaba
roncando en la cama que se encontraba frente a mí.

Busqué lo más silenciosamente posible, hasta dar con una carpeta llena de
partituras y letras de canciones, tomé el de “estrellita dónde estás” por muy
patético que fuera y lo cambié por otro exactamente igual, excepto que sin mi
nombre en él.

La verdad se veía pacífica y hasta me atrevería a decir que infundía ternura


mientras dormía.

El silencio era absoluto y el único sonido que mis oídos lograban percibir era la
respiración de la pelirroja enojona.

Rodé los ojos y salí con el papel en la mano, su letra era linda, los trazos firmes y
con buena ortografía, digna de un concurso, no sabía como una persona que
olvidaba todo podía tener tantos talentos.

Era como si su memoria fueran pequeñas piezas que se armaban cada día, y que
continuamente se desmoronaban cada noche.

«¿Qué estoy pensando? Su único talento es ser una grosera y malcriada chica que se
cree más lista de lo que es».

Repito creo que debería ser mi propio paciente, rodearme de locos me está
volviendo uno, así que simplemente me fui a mi habitación guardando la hoja en un
lugar seguro.

Capitulo 5

Louisa:

Nunca me gustaron las fiestas, me parecían escandalosas e incómodas, no recuerdo


haber ido a alguna, pero sin duda siento que son horribles.
Tomé un tazón de leche y serví un poco de cereal cómo lo hacía todas las mañanas,
al hacerlo ví a un chico castaño acercarse a la mesa, de unos grandes ojos grises, y
a su lado estaba Dylan mordiendo su manzana mientras pensaba en quien sabe
que.

—hola— dijo él

acercándose a mí.

—hola— dije en un intento inútil de recordar quién era, simple, no tenía la menor
idea, sin su nombre en las partituras no podía reconocer a nadie, siempre repasaba
los nombres, aunque la mayoría de las veces tenía sentimientos con solo ver un
rostro, cuando ves algo a diario te acostumbras a ello y así fue con los Archer,
aunque a veces a mi mente venían recuerdos borrosos de algunas personas.

—¿Quién es él?— le pregunté a Nate en un murmuro.

—no recuerdas a Parker, pero si…

Su explicación se vió interrumpida cuando el supuesto chico de nombre Parker le


dio un codazo que hizo a Nate verlo con ganas de darle un golpe con la silla.

—me llamo Parker, soy hermano del tonto que te adoptó— dijo señalando a Dylan
quien le lanzó una mirada similar a la de Nate.

—bien, vaya dato, pero no estaba hablando contigo— respondí a lo que Nate soltó
un gran ¡Ja! Que el chico contestó fulminándolo con la mirada.

—estabas hablando sobre mí y solo trataba de ser amable, así que cálmate niñita—
contestó provocando que lo mirara de forma desafiante entrecerrando los ojos.

—bien, lo lamento pececito— dijo rindiéndose de esa actitud.

—¿Pececito?— preguntó Dylan tratando de contener la risa y también


ahorrándome la pregunta.

—eso no les importa— contestó cruzándose de brazos y rodando los ojos, para así
irse de la mesa, mientras todos morían de la risa.

—creo que le gustas— dijo Blair en una mirada pícara.

—ni siquiera lo conozco, y no se que opinión tener de lo que pasó hace rato—
contesté con una mueca.

—bueno pero te llamó pececito y él no es de apodos— dijo Nate riendo al recordar la


escena de hace un momento.

—eso es raro, no lindo— aclaré dando un bufido.

Salí al patio encontrándome con el pateando las cajas que estaban afuera.

—deja de hacer ese ruido molesto si no quieres que te dé una patada como las que
tú les das a las cajas— exclamé haciendo un megáfono con ambas manos.

—vuelve a tú violín y déjame en paz niñita— contestó mientras seguía haciendo


ruido con el impacto de su pie en las cajas.
—stai indietro e lasciami in pace, strana ragazza senza classe— contestó
haciéndome rodar los ojos, era un completo tonto, creía que podía decir algo en otro
idioma para hacerme quedar como una tonta, pero eso le saldría mal, pues
extrañamente había entendido cada palabra.

Traducción: aléjate y déjame en paz, extraña chica sin clases

—L’unico senza classe sei tu, non pensare di essere molto intelligente— contesté
ante su mala actitud, aunque yo también contribuí no le daba el derecho de ser un
patán.

Traducción: El único sin clase eres tú, no te creas muy listo.

Al responder, él se volteó sorprendido sin apartar su vista de mí, de algún modo al


sentir su mirada sobre mí, sentí algo familiar, y a mi mente vinieron imágenes
borrosas que me marearon de forma extraña.

—¿Hablas italiano?— dijo tragando saliva.

—no, tengo un traductor interno— ironicé a lo que volteó los ojos.

Yo no sabía como rayos pude entender y responder lo que él dijo, pero tenía que
actuar normal para darle peso a mi victoria.

Nunca me pregunté si era de aquí, siempre di por seguro que era de Inglaterra,
pero mi apellido decía otra cosa a la que no le tomé importancia hasta ahora.

«Salvatore es italiano, ¿Qué tal si mis padres están en Italia?» fueron algunos de
mis pensamientos y divagues que me impidieron prestar atención a mi alrededor.

—¡Louisa!— dijo el chico con su sería expresión de siempre, pasando su mano


repetidos veces cerca de mi cara.

—te preguntaba si querías hablar— dijo de nuevo en seriedad absoluta.

—¿Me hablaste en italiano?— pregunté mirándolo con confusión, a lo que él negó


con la cabeza.

—si sé italiano, pero solo lo habló con personas que me importan, así que no, no te
hablé en italiano, me regañaste por lo de las cajas, te quedaste en shock y me
acerqué a ti— explicó mirándome como a una loca, y probablemente lo estaba.

—¿De qué quieres hablar?— pregunté dejando de lado todo lo ocurrido.

—iré directo al punto, necesito estudiarte, no de manera rara, solo necesito un buen
trabajo para entregar, y me vendría perfecto saber cómo interactúa una persona
con problemas cerebrales como los tuyos, sin ofender— dijo sin una pizca de
expresividad en ninguna de todas las palabras que pronunció.

—¿Y qué ganó yo al ser tu rata de laboratorio?— pregunté situando mis manos en
mi cadera.

—¿Qué es lo que quieres pececito?— preguntó alzando ambas cejas.

—no lo sé— respondí sin ánimo, realmente no me importaba hacer eso.


—sabes no quiero nada, busca a alguien más— dije a punto de darme la vuelta,
cuando sentí como jalaba mi brazo con fuerza, haciéndome quedar frente a él.

—hagamos un trato— sugirió con su misma inexpresión de siempre.

—para ser muy listo no entiendes la palabra no, haber si así lo entiendes, no me
importa, I don’t care, non mi dispiace— dije soltándome de su agarre.

—bien, al parecer el pececito es una gallina— dijo mientras una sonrisa arrogante
se formaba en su rostro.

—no me interesa lo que creas— dije alejándome de allí.

—acepta por favor— grito a mis espaldas.

—bien, pero quiero que me enseñes italiano y que me digas la verdad de todo lo que
investigues— sentencié apuntándolo con mi dedo índice.

—te doy mi palabra, aunque ya sabes italiano— dijo, era cierto por lo que de nuevo
parecía una loca.

—eso no te importa y acepto— dije extendiendo mi mano.

—es un trato—

Capitulo 6

Parker:

No me interesa resumir mi día ni lo fatídico que ha sido este viaje de porquería,


directo al grano, iré a buscar a esa mocosa para preguntarle lo que se me de la gana
para después conversarle cualquier tontería en italiano.

Estaba sentada fingiendo leer porque en realidad estaba mojando las páginas con
sus lágrimas, que falta de respeto a los libros.

La jale del brazo para llevarla al patio y por fin terminar con esta tarea que tanto
trabajo me estaba costando.

—¿Estás llorando?— pregunté una vez que la tuve frente a mí, ya sabía la
respuesta pero trataba de ser amable para facilitar las cosas.

—no baboso, mis ojos se pusieron en lavado automático— contestó esa chiquilla
maleducada.

—no sabía que eras tan grosera— dije en un gesto serio —nótese el sarcasmo—
porque desde que llegué a este lugar lo único que ha hecho es pasarse de lista.

—¿Qué quieres?— preguntó fastidiada.

—tu y yo tenemos un trato— Le recordé, creo que se me está pasando la tontedad


porque olvidé que sufre de memoria a corto plazo, tal vez se había salvada de
favores por su condición, pero conmigo no sería así, un trato era un trato.

—¿Qué recibiré a cambio?— preguntó enarcando una ceja.


—te enseñaré italiano, deja de oponerte, ya pasamos por eso ayer cuando llorabas
en tu libro— dije jalando su brazo y rodando los ojos al escuchar sus quejas.

—bueno, al menos puedes recordarme de que se trata— dijo en un tono menos


hostil que antes.

—claro, te haré preguntas acerca de cómo vives tú vida con tu enfermedad y


entregaré todo para graduarme en la tonta escuela para cerebritos— expliqué
recibiendo como respuesta una mueca mientras asentía con la cabeza.

—¿Por qué psicología?— preguntó ladeando la cabeza.

«yo debería hacer las preguntas aquí»

Es cierto, dije dándome la razón.

—porque quiero saber cómo funciona nuestra mente— contesté encogiéndome de


hombros.

—también me gustaría, si es que pudiera recordar algo— dijo la pelirroja.

—bien, primera pregunta ¿Cómo recuerdas las cosas? Por lo que sé no eres una
completa ignorante, conoces la casa y como llegar

—claro, es fácil, cuando pasó mucho tiempo con algo le es fácil recordarlo, es mi
hogar y después de muchos años aquí tengo una imagen de él, es como ser ciega
1ue puede ver, si cambiarás el lugar de las cajas por ejemplo, se me haría difícil
recordar, todo se desmoronaría.

—eso es…. Interesante— señalé escribiendo en mi libreta la fascinante forma en la


que su mente trabajaba.

—con las personas es diferente…yo creo que todos tenemos canciones que nos
recuerdan algo, un lugar, una persona, un recuerdo— carraspeó —yo tengo una
canción que me recuerda a las personas que me importan, que me hacen sentir
momentos y emociones que relaciono con los que me rodean— dijo con una sonrisa
diminuta que me hizo sentir horrible, no pude mirarla y bajé la cabeza.

—se que es tonto— admitió rompiendo el silencio que se había formado.

—creo que es sorprendente— dije con sinceridad.

—cuando era niña se burlaban de mí por eso, un día dejaron una nota para que
nunca lo olvidara— dijo tragando saliva con fuerza, mientras su nariz se enrojecía
simultáneamente.

—dame la dirección de esos tontos— contestó con una especie de ira que me
invadía, a lo que de ella se escapó una ruidosa risita que me contagió al instante.

—¿y, cuál es tu historia?— preguntó con curiosidad, aquella actitud ruda se había
ido.

—¿Mi historia?— pregunté con confusión.

—todos tenemos una historia, oh vamos no lo contaré, mañana no recordaré ni tu


nombre— contestó con una diminuta sonrisa.
—te la diré, si me dices porque llorabas— sentencié extendiendo mi mano.

—no lo recuerdo— dijo obvia.

—los sentimientos no se olvidan, son un sabor amargo que nos persiguen siempre—
contesté negando con la cabeza para que admitiera y me contará.

—bien, tú primero— dijo al tiempo que estrechábamos nuestras manos.

—vine aquí para huir de mi abuela, cuando papá murió, mis hermanos me dejaron
con ella, allí solo era una carga, un inútil del que no se podían deshacer, lo único
que hacían era pedirme de mi conocimiento para robos, nuestra familia no era la
más honesta y esa fue una de las muchas razones por las que mis hermanos se
alejaron, pero otros no tuvimos la oportunidad— dije mirando como la chica
pelirroja me escuchaba atentamente con sus grandes ojos azules muy abiertos.

—lo lamento mucho— soltó con lastima.

—no necesito de tu intento de lastima— confesé como ella lo había hecho, pero solo
recibí una mirada de confusión de parte suya.

—eso fue algo que tú me dijiste hace poco— dije sonriendo.

—¿Recuerdas todo lo que te digo?— preguntó mirándome incrédula.

—pues no haces más que ofenderme y dañar mi ego— contesté a lo que soltó una
risita aguda.

—bueno sigues tú pececito— inste alzando una ceja.

—cada noche una imagen viene a mi cabeza, una madre un padre y una niña, el
padre abraza a la niña mientras la madre canta una canción de cuna “estrellita
donde estas” de pronto ella se queda sola llorando a lado de una fuente, nunca supe
lo que era tener una familia, no me malentiendas tus hermanos son como mi
familia, pero siempre al escuchar esa canción siento que una parte rota de mí me
da punzadas en el pecho— explicó con la voz quebrada y los ojos llorosos.

—puedo… darte un abrazo— preguntó a la vez que una lágrima asomaba con sus
mejillas rojas que contrastaban con su pálida piel.

No me dio tiempo de acceder u oponerme, pues sus delgados brazos rodeaban mi


cuello y los únicos testigos de aquel abrazo eran la luna y las estrellas que nos
cubrían en la densidad de aquella noche.

Nunca había recibido un abrazo comí el que ella me dio, pero algo en mí me hizo
recibirla entre mis brazos y tomar su cabello para que esté no se mojará con sus
cristalinas lágrimas.

Capitulo 7
Parker:

—eres demasiado egoísta— dijo Nate con desprecio.


—egoísta, egoísta es dejar a un bebé en una familia de ladrones solo por el tonto
hecho de no querer responsabilidad, vine aquí para conocerlos, pero parece no
importarles una basura, quieres hablar de egoísmo, eso es egoísmo— dije al borde
de la frustración.

—te acercas a ella solo por un tonto trabajo, solo es una tarea para ti— contraatacó
apuntando a la pelirroja que se encontraba afuera tocando el violín.

—no ha pasado nada, ella y yo tenemos un trato— dije sintiendo mi mandíbula


tensa.

—¿A qué viniste?— preguntó con un gesto de desprecio.

—quería conocerlos, si, quería saber algo de los supuestos hermanos que me
abandonaron, y dejar ese lugar al que se supone llamaba hogar, que solo me
necesitaba para poner un 10 en el refrigerador, allá no era una persona era solo un
miserable número que no probaba nada— contesté dándole la espalda, sintiendo
las ganas de tirar todo lo que había en la mesa, cosa que no hice para que Nancy y
Blair no se preocuparan, o ellas irían a darme un patético discurso sobre buenos
modales.

Después de calmarme un poco y a falta de algo que hacer, decidí cumplir mi parte
del trato.

Cómo siempre la jalé del brazo mientras ella decía cosas, que no me importaba
entender.

—¿Qué quieres?— preguntó mirándome como un loco, cuándo la loca era ella.

—te enseñaré italiano, antes de que preguntes tenemos un trato— respondí a lo


que ella se quedó sin palabras, ya no estaba tan enojona, o tal vez si lo estaba pero
no era conmigo.

—¿Con qué quieres empezar?— pregunté apoyando mi cabeza con mi puño.

—no lo sé, Non ho davvero idea del motivo per cui te l'ho chiesto—

Traducción: la verdad no tengo idea del porque te pedí esto

—Perché sei strano, non riesco a trovare un’altra risposta per chiedere lezioni di
italiano quando lo parli perfettamente.

Traducción: porque eres rara, no encuentro otra respuesta para pedir lecciones de
italiano cuando lo hablas perfectamente.

—Aspetta come diavolo conosci l’italiano?—

Traducción: espera ¿cómo rayos sabes italiano?

— lo so e se lo sapessi, saresti l’ultima persona a saperlo— dijo de nuevo con su


mala actitud presente.

Traducción: no lo sé y si lo supiera, serías la última persona en saberlo.

—bien la lección acabó, no sé ni entiendo cómo tú rara mente me pidió que le


enseñe italiano, ¿sabes que ridículo es enseñarle italiano a una italiana? Yo no lo
sabía hasta ahora.
—nunca creí ser italiana, ni siquiera sabía que hablaba el idioma, creí que mi
apellido era solo por tener ascendencia italiana— explicó con la cara típica de haber
entrado en una duda existencial.

—bueno, eso es tu problema, yo ya cumplí mi parte del trato— dije dándole la


espalda, cuando sentí un jalón de una fuerza descomunal.

—por favor ayúdame, quiero conocerlos— suplicó mirándome como el gato con
botas, hasta el cabello rojizo tenía.

—¿Qué quieres que haga?— pregunté sin interés.

—¿Cuándo volverás a Italia?— cuestionó.

—en una semana— le respondí sintiendo como sus dedos me apretaban cada vez
más el brazo.

—llévame contigo— volvió a pedir con los ojos algo llorosos.

—eso me costará una fortuna, además no me gustan los compañeros, y menos


alguien tan molesta cómo tú, tal vez me des un golpe cuando me olvides y me veas
en el desayuno— contesté apoyando nuevamente mi cabeza en mi mano.

—tengo ahorros y puedo hacer mil notas para no olvidarte— dijo tomando mi
mano.

—mis hermanos me acusarán de secuestro, debes pedírselo a tu tutor— dije


encogiéndome de hombros.

—hare lo que sea— contestó con firmeza.

—bueno, pero si es que te dan permiso habrán ciertas reglas (1- no habrá
sentimientos, tú eres solo una malcriada y yo solo el tinto que te está llevando por
qué me queda de paso (2- no nos desviaremos, sin paradas que no sean necesarias,
y (3- nada de preguntas sobre mí si no quieres que te deje a medio camino—
finalicé mientras ella asentía repetidas veces como una niña pequeña, era la
persona más bipolar que había conocido.

Ella al instante corrió hasta la cocina, en dónde Dylan se encontraba comiendo


como lo hacía todo el día.

—Dylan, creo que ya es hora de conocer más de mi familia ¿Puedo ir a Italia a


saber de dónde vengo?— preguntó la ojiazul con la sonrisa más grande que había
visto.

—¿Quién te llevará?— preguntó Nate con voz gruesa.

—me llevará Parker— dijo señalándome.

—ella me lo pidió, no le ofrecí nada— dije alzando las manos en forma de inocencia
mientras Nate me fulminaba con su mirada de hermano rudo.

—claro, creo que Lou merece saber de dónde viene— dijo Dylan que era al que más
le valía la vida de todos los chiflados a los que llamaba hermanos.

—gracias— expresó la zanahoria abrazándolo fuertemente.


—¿ella te gusta? Sabes Parker, ella es como mi hija yo la crie— preguntó Dylan
una vez que la malcriada se fue a su cuarto, otra vez la misma pregunta, en
realidad ya se había tardado en ser un entrometido.

—eso explica mucho, y no, no me gusta esa niña maleducada, para mí es solo una
tarea, terminó mi proyecto y me voy de aquí, el día en que ella me llegue a gustar
entiérrenme— dije rodando los ojos.

—I know you’re lyin’ cause your lips are movin, tell me, do you think I’m dumb?

—se podría decir que si, pero ella no me gusta, así que gracias por la canción de
Megan Trainor, pero tengo cosas más importantes que hacer— dije alejándome de
Dylan para que me dejará en paz.

Y después de mucho tiempo viendo cualquier tontería en mi celular me dormí,


pensando en lo tonto que era que me preguntarán cada día si me gustaba ese
pececito grosero.

Capitulo 8
Louisa:

—Lou, necesito que vayas a la tienda— dijo Nancy con voz suave.

—claro ¿Qué hace falta?— pregunté aproximándome a la puerta.

—solo ve por azúcar— dijo con una sonrisa.

A lo que tomé mi patineta dispuesta a salir afuera a fingir sonrisas ante la gran
sociedad de Inglaterra.

Estaba cerca de irme cuando una fastidia voz me hizo voltear, ya tenía una idea de
quién era, estaba agradecida debido a que me ayudaría pero seguía considerándolo
alguien molesto, o al menos eso había escrito.

—asi que el pececito sabe manejar patinetas— dijo con una sonrisa ladina.

Yo solo seguí manejando, aunque me fue imposible ignorar que en unos segundos
ya se encontraba a mi lado.

—¿por qué tan amargada Louisa?— preguntó tratando de encontrar mi mirada.

Solté un suspiro mientras seguía mi camino evitando darle una respuesta, pero
después de todo termine abriendo la boca.

—tu pediste que hubiera una amistad entre nosotros— dije alejándome de él
apresurando mi movimiento con la patineta.

Sabía que ese sentimiento de intento de amabilidad era por pena, me advertí a mí
misma no caer en sus trucos baratos, pensaba seguir sus reglas al pie de la lista, el
día en que esas reglas se rompieran sería mi fin, y mucho más si llegaba a sentir
cualquier tipo de sentimiento que no fuera fastidio por Parker.

Después de llevarle a Nancy lo pedido me fui a mi habitación a mirar la ventana y


tratar de sacar una buena fotografía, amaba saber lo que se podía transmitir, lo
que podía mostrar a los demás mediante una imagen o una simple melodía.

—hola pequeña— dijo Nate con una sonrisa entregándome un vaso con leche.

—hola Nate— dije atrapándolo entre mis brazos, el siempre me escuchó a pesar de
mis locuras, tengo un registro en papel de todas las pláticas que teníamos, él era
como un hermano para mí.

—quiero que seas feliz— admitió tomando mis hombros.

—lo soy, solamente, solamente quiero cerrar este ciclo de mi vida, en dónde
compruebo que tal vez no fue desechada— confesé tomando su mano con una
sonrisa que trataba de fingir felicidad.

—eso es todo lo que quería escuchar, si siempre serás parte de la familia— dijo
depositando un beso en mi frente para después irse de mi cuarto.

—estoy bien Dylan, pero si quieres ver “Amor a medianoche” conmigo para
terminar llorando, acepto como gusto— dije al escuchar unos golpes en la puerta.

—no soy Dylan y no me interesa la invitación— dijo esa voz suave pero ronca que
ya había escuchado mucho estos días, ocupaba muchas hojas en mi libreta.

—Dylan me pidió que te avisara para cenar, al parecer no podemos comer sin que
tú fastidiosa presencia nos disguste— dijo rodando los ojos.

—pienso lo mismo, ahora sí me disculpas estoy viendo una película y tampoco


necesito que tú desagradable rostro me lo impida— contesté en un gesto serio
haciendo un gesto que le indicaba que debía irse y dejar de perturbar mi paz.

Después de que “la persona más amable del mundo” —nótese el sarcasmo—
conocido como Parker Archer salió de mi habitación, le avisé a todos que no cenaría
y seguí viendo la película con la que terminaría llorando a mares, sin interrupción
alguna.

(…)

Me encontré a Parker sentado en el patio, ese era mi lugar especial, tenía hermosos
arbolados que lo volvían un pequeño bosque solo para mí, contaba con árbol de
cerezo con las hojas más rosas que ví, y hojas del color de mi cabello, un rojo
intenso que se formaba debido a la llegada del otoño.

El estaba escribiendo, concentrado en sus pensamientos, su perfil era realmente


envidiable y perfecto, y sus ojos grises eran brillantes, no podía negar que era
atractivo, pero aunque su cara fue esculpida por lo griegos, su actitud no la
ayudaba en absoluto.

Decidí acercarme, no para hacerme su amiga, solo me daba curiosidad, pues lo


único que sabía de él era que es un misterio, alguien que ha sufrido tanto que se
desquita con todo el mundo.
—esa ecuación está mal, X es igual a 3— corregí al ver las operaciones que resolvía
en su libreta.

—eso es imposi…. ¿Cómo rayos…

—no soy una ignorante después de todo— contesté dispuesta a darme la vuelta al
saber que empezaría con su despreciable sarcasmo.

Creo que era mejor idea observarlo desde lejos, o mejor dicho no mirar su nariz
perfecta.

—sabes, esta tarea es para personas con capacidades intelectuales más altas que el
una persona promedio— explicó extasiado, creo que no debí abrir la boca.

—yo solo dije el primer número que se me vino a la mente—

«Ojalá fuera tan buena dando excusas como lo soy con la escuela» pensé dándome la
razón casi de inmediato.

—¿por qué no hablas de esto con nadie? Hay escuelas para personas con tu capaci…

—no quiero eso— me negué rotundamente.

—¿por qué no?— preguntó mirándome como a una loca, como si estuviera
rechazando un pase a Disneyland.

—Non voglio quella pressione, quando le persone scoprono i tuoi talenti, ti


sfruttano e non lo fai per te stesso, lo fai per loro, non voglio che le persone mi
tengano in una posesione elevata, per credere che non ho bisogno di riposare solo
per il fatto che è facile per me, perché risolvere formule non è quello che voglio fare
nella mia vita—

Traducción: —no quiero esa presión, cuando la gente descubre tus talentos, te
explotan y ya no lo haces para ti, lo haces para ellos, no quiero que la gente me
tenga en una posición alta, que crea que no necesito descansar solo por el hecho de
que me es fácil, porque resolver fórmulas no es lo que quiero hacer en mi vida—

—¿Ahora por qué hablas en italiano?— preguntó con una mirada que lo convencía
de que en realidad era una loca.

—¡por que no quiero que me entiendan, si! No quiero que sepan que no me gusta,
que desprecio ser alguien con un CI avanzado.

—es porque eres cobarde, no quieres que nadie te exija nada, quieres la lastima de
los demás y cuando no la tienes te quieres ganar su admiración porque no te exiges
nada a ti misma— dijo con repulsión.

De mis ojos salían lágrimas, ni siquiera me dio tiempo de pensar correctamente, de


detenerme, cuando mi mano daba impacto contra su mejilla, que se tornaba roja y
que contrastaba con us pálida piel blanca.

Tal vez no debí dejarme llevar por el impulso y reaccionar por todos los años de
civilización que llevábamos como sociedad, pero lo único que podía hacer era huir
mientras mis sollozos se intensificaban.
Capítulo 9:
Parker:

Hoy era el gran día para irme y ser libre, me mudaría a un campus en dónde no
tendría que hacer el trabajo sucio de nadie nunca más, todo era perfecto excepto
por un pequeño detalle, uno pequeño y rojo con nombre y apellido, y ese era tener
que llevar a la pelirroja enojona y malcriada de nombre Louisa, o como todos la
llamaban: Lou.

Aunque en realidad prefería llamarla pececito.

Este no sería un viaje normal, tendría que soportar su mal humor, su sarcasmo y
sus preguntas ridículas una semana.

Se preguntarán por qué tanto, y la respuesta es fácil: soy pobre. No tengo dinero
para pagar un viaje directo, así que será con varias escalas, sería una gran
oportunidad de hacer turismo si no fuera por el hecho de que soy acompañado por
una revoltosa.

En estás semanas con mis hermanas, me alegró el que fuera yo y no ellas las que
hicieran el trabajo de la familia, y bueno Dylan y Nate no son malas personas,
aunque no son tan inteligentes.

En cuanto a el molesto tomatito, fue en gran dolor de cabeza y lo seguirá siendo


desde unos días, estaba a punto de decirle que no la llevaría después de dejarme la
mejilla roja, pero una promesa era una promesa, y mi orgullo ya estaba más roto
que el corazón de Murphy con el “te quiero pero no te amo”. Si, leo esa clase de
libros.

Creí que podríamos al menos llevarnos bien después de ese abrazo, pero olvide que
ella no recordaba nada de ese momento, y que además tomé prestadas sus
partituras, ni siquiera sabía que pieza llevaba mi nombre.

La pelirroja fue despedida con llantos y risas por todos los de la casa y bueno Nancy
y Blair se pusieron emocionales mientras que Dylan me dio un abrazo y Nate unas
palmadas en el brazo.

—cuídala Parker porque tú te tendrás que cuidar si no lo haces— sentenció Nate


en tono amenazante.

—si, si, claro, como digas— dije moviendo mi mano para demostrarle que
sinceramente no me importaba su “amenaza”.

No entiendo por qué hacían tanto drama por un molesto pececito rojo.

La pelirroja tomó mi mano para irnos.

—¿para que llevas esa cosa?— pregunté al ver su violín y su patineta, junto a
algunas maletas.

—es mi memoria— dijo una vez en el taxi que nos llevaría al aeropuerto.

Lo tomé de sus manos, una vez que ella estaba ocupada viendo la ventana, pero al
hacerlo se dio cuenta al instante, pues volteó con una mirada de querer matarme.
—¿Por qué no marcas experience?— pregunté al ver tal pieza sin nombre en ella.

—por que solo lo haré con una persona me acelere el corazón y me haga sentir en
un mundo de maravillas como esa canción— confesó algo apenada pues sus mejillas
tomaron un leve rubor en cada palabra, y sus hoyuelos que se marcaban un poco
mientras hablaba.

—eso es ridículo— contesté a lo que ella volvió a concentrar su mirada en la


ventana, parecía que no volvería hablarme, pero lo hizo para recalcar que no se
dejaba ganara.

—no te pregunté— fue la respuesta que recibí de su parte.

Decidí no contestarle para dejar mi orgullo intacto ante su infantil respuesta, ella
era inmadura así que decidí hacerle creer que había obtenido una victoria sobre mí,
cuando lo único que logró fue que rodará los ojos.

—llegamos— avisé al ver parar el taxi.

Ella se bajó mientras yo cargaba todas las maletas.

Llegamos al aeropuerto con la noticia de que el avión estaba a punto de volar, así
que después de comprar nuestros boletos subimos lo más rápido que pudimos.

—es mi primera vez en un avión— dijo la pelirroja admirando todo con sus grandes
ojos azules.

—si, no es la gran cosa— admití tomando mis audífonos y un libro, pues no tenía el
privilegio de observar todo, debido a que el pececito estaba junto a la ventana.

—¿Qué lees?— preguntó con curiosidad tratando de leer la portada, cosa que le
impedí haciéndolo a un lado.

—se llama Moby dick— contesté dándole un mal gesto para después volver a lo
mío, la gente solía ser demasiado preguntona en cuanto a un libro se trataba, pero
cuando tratabas de explicar la trama no la entendían o simplemente no les
interesaba, algunos ni siquiera preguntaban para quedarse con su ignorancia, así
que hice un esfuerzo casi sobrehumano para no contestar “un libro” a su pregunta.

Aunque ya había quedado más que claro que no era una ignorante, se le podía
retribuir que no era una lectora nata, pues a los pocos minutos sentí el peso de si
cabeza sobre mi hombro y como su rojo cabello me movía cerca de mi pómulo
izquierdo.

Después de debatir conmigo mismo entre hacer lo correcto o quitar mi hombro,


decidí hacer una buena acción, cerré mi libro ante el hecho de que no podría
continuar a gusto y pausé la música que sonaba por sus audífonos, al menos sabía
de música pues era la sinfonía 40 de Mozart, así que después de quitarle esos feos
audífonos rosas, la arropé con una manta.

No, ella sigue sin agradarme, en unos días será problema de alguien más.

Rato más tarde mientras la pelirroja babeaba sobre mi hombro, el sueño me


invadió al igual que a ella, esto no hubiera pasado si yo hubiera tenido el asiento
junto a la ventana, que claramente era desperdiciado y no admirado mientras el
pececito dormía plácidamente, después de dar un bostezo coloqué mi cabeza cerca
de la suya para poder dormir.

Capítulo 10:
Louisa:

Apenas abrí los ojos mi mirada se encontró con la de Parker, y mi sorpresa fue
enorme al ver que estaba apoyada en su hombro, tenía que seguir las tres reglas
esa era la condición establecida por ambos no por nada hice tantas notas para ir en
busca de un recuerdo.

—l…lo siento— titubeé apenada,

—esta bien pececito— contestó volteando a ver al frente —estamos a punto de


aterrizar—

A lo que como lo había predicho el piloto anunció que habíamos despegado después
de unos minutos.

París, siempre quise conocerlo a pesar de que lo olvidaría, tomé mi cámara y


capturé la hermosa vista que se presentaba ante mis retinas.

—es… hermoso— dije tomando con fuerza el brazo de Parker.

—lo es, pecas— dijo observando la gran torre Eiffel, siempre buscaba algo diferente
que decir, sabía que se debía a las pecas que se situaban desde el puente de mi
nariz y que se me esparcían en las mejillas, pero ya me estaban cansando sus
apodos.

—¿Algún día me llamarás por mi nombre?— pregunté ladeando la cabeza


encontrándome con su mirada.

—lo hice el segundo día que llegué— contestó, aunque después de unos segundos se
quedó pensativo como si reflexionará sobre el secreto más grande del universo.

—¿Cómo lo sabes… que no te llamo por tu nombre?— prosiguió sumiéndose en tal


duda.

rodé los ojos y saqué una pequeña libreta de mi mochila y seguido a esto una pluma
morada, en dónde escribí «pecas» con él no tenía partituras, podía llenar una
libreta entera debido a que no sabía lo que sentía por él.

—tengo un registro de lo patán que puedes llegar a ser para ponerle apodos a
todos— inquirí, a lo que él formó una gran sonrisa lobuna.

—me das mucha importancia al parecer— dijo logrando exasperarme, mientras


guardaba todo nuevamente.

—de hecho no, considéralo gratitud por el viaje, intento seguir las reglas, y ni
siquiera te he dado una canción— contesté encogiéndome de hombros para
demostrar mi punto.

—come dici tu, salvatore— dijo sin quitar esa sonrisa que me daba ganas de
estampar mi puño en su nariz.
Traducción: como tú digas, Salvatore.

Después de unos minutos llegamos a un pequeño hotel, eran los ahorros de toda mi
vida pero lo valía por todas las fotos que tomé.

Cuando terminamos de desempacar, el se sentó plácidamente en el sofá.

—¿a dónde iremos?— pregunté escuchando como soltó un gruñido al interrumpir su


relajación.

—niña, estuve soportando el peso de tu cabeza sobre mi hombro todo el viaje, así
que déjame descansar— respondió provocando un leve color rojizo en mis mejillas,
el haberme dormido en su hombro no iba muy de acorde a las reglas que se habían
establecido.

—lamento mucho eso, en verdad— repetí mirando mis zapatos.

—si ya lo dijiste, está bien he dormido en lugares peores— contestó sin


importancia.

—creo que iré a dormir— avisé alejándome cuando un fuerte «Lou» pausó mi
trayecto a mi habitación, por primera vez me hablaba de forma normal.

—podemos ir frente a la torre Eiffel, después de todo hay algo de tiempo antes de
salir mañana— dijo rodando los ojos, sin importar su mal gesto lo abracé debido a
sus palabras.

El estaba tieso como una estatua, no parecía tener la mínima intención de


responder el abrazo, pero tampoco de apartarse, su aroma era a fresas con un toque
de limón.

Otra vez estaba desobedeciendo las reglas, al percatarme de mi propia acción me


aparte lentamente, mientras que el me daba la espalda ocupado en sus propios
pensamientos.

—te veo en unos minutos pececito, una hora no más— sentenció apuntándome con
su dedo, a lo que yo solo asentí alejándome.

Busqué un vestido azul y tomé mi cabello en una coleta alta, aunque algo rebeldes
cabellos rojos se asomaban por mi cara, lo cual era normal debido a mi corte de
cabello.

Decidí salir colocando cuidadosamente el collar que tenía desde siempre, la


cerradura estaba algo gastada, pero todavía estaba bien.

Salí del cuarto encontrando a Parker con su cabello rubio despeinado y una camisa
roja a cuadros encima de una playera negra y unos pantalones negros, se veía
realmente bien y de alguna forma sus ojos grises resaltaban con su camisa azul.

—ni te ves tan mal— dijo analizándome de cuerpo completo.

—gracias— respondí tratando de entender si se trataba de un cumplido o una


ofensa, aunque con él nunca lo sabría.
Después de muchos minutos buscando un transporte llegamos a la gran torre
Eiffel, la vista era hermosa, algo completamente inefable, el aire era fresco y lleno
de vida y debido a la falta de personas se podía apreciar en totalidad.

Estaba demasiado alegre observándome la hermosa vista que mis ojos proyectaban
hasta que sentí algo ligera desprenderse de mi cuello, palpé mi pecho en busca del
collar, aunque no encontré el menor rastro de él.

—mi collar, se cayó— dije sacudiendo levemente el hombro del rubio sin expresión
a mi lado.

—es tu problema— contestó el muy patán alejándose, mientras la aflicción se


denotaba en mi cara, tras la perdida de lo único que tenía de mi familia.

De pronto ví la cadena frente a mí, el dije de un sol a la mitad que todavía parecía
nuevo a pesar del paso de los años, pero todo rastro de emoción desapareció de mi
cara al ver quién era el portador de una de mis posesiones más valiosas.

No era nadie más que Parker, al verlo simplemente pasé a su lado chocando su
hombro a propósito, era un increíble tonto al decirme que me encargara de mis
asuntos para luego llegar y esperar que le agradeciera.

—bien niñita no te enojes— pidió tomando mi brazo, —lo tomé para arreglar el
cierre— explicó embozando una sonrisa.

Y en cuestión de segundos él ya se encontraba colocando el collar en mi cuello de la


manera más cuidadosa que había visto, podía sentir como su respiración chocaba
con mi hombro y el suave viento movía mi cabello.

—se supone que no debíamos ser amigos— recordé tomando el dije entre mis
manos.

—no lo somos pececito, solo somos extraños en circunstancias que son aún más
raras que ambos juntos— señaló una vez que nuestras miradas chocaron.

—bien— dije sin perder el contacto visual, lejos de ser incómodo era un silencio
reconfortante y tranquilizador, a lo que una sonrisa algo tímida se formó en
nuestros rostros.

Capítulo 11:
Parker:

Son las 2:30 de la madrugada, estaba durmiendo plácidamente cuando unos jalones
interrumpieron mi sueño, abrí los ojos encontrándome a un pelirroja torpe y
aterrada.

—¿puedo… dormir aquí?— preguntó en voz baja, nunca la había visto balbucear o
si quiera pedir permiso, pero desde que comenzamos el viaje nuestras platicas se
basaban en eso, había perdido cierto grado de seguridad.

—tienes tu cama, niñita— contesté volteándome para no ver su cabellos rojo y


alborotado.
—exacto, nunca había dormido en un lugar diferente— dijo con cierta timidez, y
aunque no podía ver su rostro, estaba seguro de sus mejillas estaban rojas.

—Parker… por favor— suplicó un poco asustada en un notable tono de


desesperación, en estos momentos detestaba ser una persona amable la mayoría de
las veces, por lo que solté un bufido y me levanté de la cama.

—haremos esto, tú dormirás en la cama y yo en ese incómodo sofá, pero mañana


harás el desayuno— sentencié tratando de buscar el sofá o al menos una respuesta
a mi condición.

—claro— dijo asintiendo varias veces con la cabeza.

—Parker— llamó haciéndome rodar los ojos y queriendo golpear mi cabeza con una
almohada —¿Estamos cumpliendo con las reglas, verdad?— preguntó provocando
que cierre los ojos y meditara en una posible respuesta.

—si, pececito, ahora duerme y déjame en paz si no quieres que te tire de la cama—
dijo buscando una posición cómoda para poder hacer el intento de dormir en ese
sofá gastado y viejo.

Me acerqué a la cama de la pelirroja, estaba muy tranquila durmiendo, podría decir


que hasta se veía bonita sin sus actitudes tan espontáneas que se me presentaban
cada día, pero no se dejen convencer de esa mirada bonita y pestañas largas había
alguien grosera y con espontaneidad como segundo nombre.

Lentamente fue abriendo los ojos, yo había empezado a doblar las sábanas cuando
se sentó por completo en la cama.

—¿Parker? ¿Dónde estoy?— preguntó con el ceño fruncido mientras observaba cada
detalle con sus iris azules, yo solo respondí con un gesto serio.

—ve a tu cuarto, y lee algunas de tus fastidiosas notitas— contesté, mientras ella
parecía cuestionarse sobre que hacer.

Debido a que no se levantaba de la cama, tomé su cursi libreta y la entregué en sus


manos para que leyera todo lo que tenía escrito sobre mí, tenía más que claro que
no era nada bueno, pero al menos entendería que hacía en un hotel.

—tenemos un acuerdo, pecas—dijo logrando llamar su atención.

—¿Puedes recordarme no volver a hacer acuerdos conmigo?— preguntó fastidiada.

—tal vez, si lo recuerdo— dije encogiéndome de hombros.

—¿De que se trata?— cuestionó enarcando una ceja.

—solo tienes que hacer el desayuno— expliqué jalando su brazo hasta la cocina.

—ammm, bueno, como te explico…. No sé cocinar— soltó la pelirroja algo nerviosa.

—bien, pero me tienes que ayudar— dije sin soltar su brazo hasta llegar a la
cocina.

Nos pusimos a hacer mezcla para unos hotcakes de plátano y avena.

—¿Por qué me llamas pececito?— preguntó de pronto.


—hay dos razones pececito, primero porque eres como una versión malcriada y
nada linda de Dory, de la película Nemo, otra fue que se parece a los peces dorados,
debido a tu cabellera roja con tonos naranjas— expliqué mientras ella arrugaba el
entrecejo y me daba un leve empujón con su cadera, por lo que reí un poco.

—¿Debería ofenderme?— preguntó en un gesto serio y a la vez confundido.

—no lo sé, eso depende de ti, pececito— contesté con sorna.

Ella no contestó mientras seguíamos cortando algunas frutas para hacer hotcakes.

—sabes a veces me gustaría que no existieran las reglas, nunca he tenido amigos—
confesó bajando la mirada a los trozos de fresa que tenía en un tazón.

—estoy cuidando de ti— fue lo único que logré pronunciar levantando levemente la
comisura de sus labios.

—bien— dijo a lo bajo.

—creo que ya deberíamos comer, niñita— sugerí llevando los platos a la mesa.

Después de un desayuno con un incómodo silencio al que estaba algo


acostumbrado, todas las comidas en “mi casa” eran solitarias o llenas de gritos,
esperaba que con ella fuera diferente, pero aquí está buscando algún tipo de
distracción viendo cómo su cabello se alborotaba mientras ella jugaba con su
comida, moviendo su tenedor varias veces.

—¿Quieres ver una película?— preguntó a penas hubo acabado de lavar su plato.

—bien, pero nada de romances— sentencié a lo que ella accedió.

—es una basada en un libro, se llama “la lista de Jessica Darling”— habló trato de
venderme una historia de amistad y seguir tus sueños, la vida real era diferente, no
podías esperar tomar tus decisiones, alguien siempre terminaba influenciando en
ella y a veces ni siquiera nos dábamos cuenta.

—bien— accedí soltando un suspiro cansado.

Ella volvió con un gran tazón de palomitas y la muy comelona ya había devorado la
cuarta parte antes de que empezara la película.

En un segundo en el que estaba a punto de tomar una su mano se encontró con la


mía, sus mejillas se tornaron con un leve rubor mientras trataba de esconder su
mirada, muy cliché, lo sé, pero ya estaba acostumbrado a ver sus mejillas rojas, sus
ojos parecían tomar cierto brillo y sus pecas resaltaban más en su cara.

—lo siento— dije logrando que alzará la cabeza algo sorprendida de las palabras
que salieron de mi boca, no sé en qué clase de robot insensible me tenía para que
estuviera tan consternada al escuchar mis palabras.

Y en un momento, cuando la película estaba a punto de llegar a su final, noté como


ella dormía sin hacer ni el mínimo ruido.

Busqué una frazada y cubrí su torso.

—buenas noches, pececito— dije en un murmuro para no despertarla y me fui a mi


cuarto para poder dormir cómodamente.
Capitulo 12:
Parker:

Era hora de volar de nuevo con la malcriada de nombre Louisa, de nuevo había
metido sus narices en dónde no debía y tomó uno de mis libros, ella quedó
maravillada al ver todas las notas que tenía en él, yo no pude enojarme, aunque
tampoco me sentía bien con su lado entrometido, lo que mis hermanos no hicieron
lo hacía una desconocida con sus ojos azules impacientes de leer todo lo escrito.

—wow, enserio te gusta dejar una parte de ti en tus libros— dijo pasando las hojas
con suma delicadeza.

—tanto como a ti te gusta ser entrometida— contesté fingiendo una sonrisa, ella
solo volteó los ojos para después ignorarme.

—si, si, entiendo que me detestas, y lo de las reglas, pero podrías ser amable al
menos un momento— preguntó algo fastidiada ante mi mala actitud, latente desde
el inicio del viaje.

—bueno veamos, te negaste a ayudarme y solo estuviste dispuesta a base de una


negociación sin sentido alguno— repasé mientras ella seguía atenta a las páginas
de “1000 noches sin estrellas”.

—sabes a veces quisiera un romance como esos, que mi mejor amigo viniera a
declararse a mí, a pesar de nuestros problemas familiares— expresó la pelirroja
dejando de lado lo demás, en serio era una aficionada.

—no puedes forzar al amor a llegar a tu vida, así como no puedes forzar a alguien a
amarte, eso pececito lo aprendí por las malas— dije mirando como sus ojos se
volvían vidriosos, probablemente estaba llegando al final, por lo que solté una
sonrisa burlona.

—¿Alguien te rompió el corazón?— preguntó con curiosidad y algo de pena.

—ojala hubiera sido eso— bufé sintiendo un sabor amargo en la boca.

—ella amaba los hotcakes de plátano con avena y cantar a todo pulmón sin
importar quién la viera, si tan solo hubiera visto el coche tal vez ella… tal vez ella
estaría aquí— dije soltando un largo suspiro, tratando de aliviar el peso en mi
pecho.

—suena a que era una persona maravillosa— confesó tratando de sonreír, al


parecer era igual de mala como yo consolando.

—un día antes me agradeció por haberla llevado al campo, aunque de todos modos
ella nunca llegó a amarme, siempre fui un amigo más— en mis labios se formó una
sonrisa melancólica al recordar cómo su cabello castaño se movía con la brisa.

—¿Crees que se estaba despidiendo?— preguntó ladeando la cabeza, está versión


de la pelirroja era sensible, se supone que yo era el psicólogo, pero me encontraba
contándole algo que no le había dicho a nadie.
—si quisiera mentirte a ti y a mi mismo te diría que si, pero lo cierto que nadie
sabe cuándo morirá, nosotros solo seguimos para no hundirnos en el pasado y creer
que se despidieron de nosotros es solo una manera de afrontar el dolor, ella solo
expresó su gratitud sin tener presente lo que pasaría— dije con convicción, no podía
creer ese cuento barato que vendían acerca de que uno presiente su muerte.

—Parker— llamó mirándome como a un niño que sufrió un raspón —ella estaría
orgullosa— soltó sonriendo remarcando sus hoyuelos.

—creo que es hora de irnos— dije al ver la hora en mi reloj, tomé las maletas y le
abrí la puerta para llegar al aeropuerto.

—¿Sabes en qué es diferente de los viajes de noche a los día?— pregunté mirándola
con una sonrisa algo arrogante al haberle ganado la ventana.

—¿que en una hay sol y en el otro la luna?— rechistó haciéndome formar un gesto
serio.

—no babosa, la noche es un misterio hermoso si te detienes a contemplarla, al


observar las estrellas el mundo se detiene, cuando era un niño le tenía miedo y
ahora prefiero ver la luna antes que leer y distraerme de su perfección— dije
observando la ventana, las estrellas que ante mí se presentaban.

—Parker… tengo sueño, ¿Puedo… apoyar mi cabeza en tu hombro?— preguntó la


pelirroja en un susurro, como si de algo confidencial se tratara.

—bien, solo por esta vez— dije sintiendo como su cabello cubría mi hombro, situé
mi mano detrás de su espalda y seguí viendo las estrellas.

Louisa era más de lo que mostraba, no era la chica grosera que pretendió ser al
conocernos, si te interesaba en ella, si buscabas un poco más, veías a alguien que no
quería ser lastimada, alguien vulnerable que buscaba protección.

(…)

—te dije que no— repetí por cuarta vez.

—vamos, acaba de empezar— alentó mirándome fijamente sin pestañear.

—bien, pero las entradas van por tus ahorros— dijo a lo que ella me miró con un
mal gesto alejándose hasta llegar a la entrada del concierto.

Se supone que no habrían paradas innecesarias y ahora me veía aquí, cumpliendo


todos los caprichos de un tomate andante que se la pasaba fastidiando al mundo
con su bipolaridad.

Al entrar todavía no se presentaban los cantantes, así que me atreví a preguntar lo


obvio.

—¿si quiera sabes quiénes son los cantantes?— pregunté esperando una respuesta
afirmativa.

—no— contestó ella haciendo un extraño gesto.

—creí que al menos conocías esa música— dije sintiéndome tonto al dejarme llevar
por sus locuras.
—oh vamos no te gustaría contarle a tus hijos que te metiste a un concierto del que
no sabías nada— preguntó con su actitud optimista, una que tenía desde que nos
fuimos de casa.

—no, y no quiero hijos, no soportaría cuidar a niños que no hacen más que
desorden— confesé mostrándole El gesto serio al que probablemente ya estaba
acostumbrada.

—es cierto, pobre niños— dijo riendo, y es que no pude evitar reír un poco ante su
comentario.

El concierto estaba a punto de empezar y grande fue mi sorpresa al ver que el


concierto era de Coldplay.

Me puse a cantar las canciones a lo bajo, mientras ella se movía al ritmo de la


música, Yellow la describía en ese momento, así no pude evitar sonreír al verla,
como su rojo y largo cabello se movía con su intento de baile.

Capítulo 13;

Louisa:

Soy Louisa, aunque creo que eso ya lo sabían, y lo único que tengo de mi familia es
un simple collar con un sol a la mitad.

Nunca le tomé importancia a aquella pieza, todo parecía ser normal, hasta después
del concierto.

Después de escuchar las quejas del rubio a mi lado, decidí correr al ver la singular
figura de mi dije en una pared.

—¿Qué es eso?— dije deteniéndolo, siento un raro escalofrío al ver la imagen que
ante mí se presentaba.

—es una pintura— contestó con obviedad.

—si, eso ya lo sé, me refiero al porque de esa imagen— contesté entrecerrando los
ojos sin creer lo tonta que fue su repuesta anterior.

—bueno…— iba a proseguir cuando al ver la imagen parecía haber visto la cosa
más temible del mundo, retrocedió y después de percatarse de que se trataba de la
misma figura de mi dije, se alejó tomando mi brazo de forma rápida.

—sé que quieres conocer a tu familia, pero es mejor dejarlo así, pecas— dijo
tragando saliva con dificultad.

—no importa cuál sea la verdad, o el porque de ti actitud rara, pero quiero saberlo,
prefiero que duela a vivir una mentira— dije de forma firme, aunque muy en el
fondo sintiera un gran nudo en el estómago, como si alguien apretara mi corazón.

—bien, ese logo, figura, imagen, como quieras llamarle, es de una de las familias
más peligrosas de Italia, se sabe que hace algunos años desaparecieron después de
que renunciaran a “El grupo”— explicó con nostalgia, probablemente se sentía mal
por mi al contarlo.
—bien, ahora toca encontrarlos— dije asintiendo, tratando de asimilar que
probablemente si me abandonaron.

Tal vez, era solo una fachada, puede que ni siquiera se llamara omass, tantos años
buscando, tratando de encontrar algo, para que la verdad fuera cruda.

—Louisa, eso nos traerá problemas a ambos, tus padres tenían peleas con mi
familia, nunca les ví la cara, pero ellos me pueden reconocer, yo así el trabajo
sucio— dijo tragando saliva con dificultad, siempre le era difícil decir algo sobre su
familia.

—¿Por qué lo hacías?— pregunté en un tono bajo.

—Por mi familia— respondió sin una gota de arrepentimiento.

—Yo quiero encontrarlos, quiero respuestas y cuando las tenga, no tendrás que
soportarme nunca más, lo prometo— dijo dejándome caer hasta terminar en la
acera.

—el problema, es que no sé si eso quiero—contestó mirándome, se había sentado a


mi lado.

—¿A qué te refieres?— cuestioné sin entenderlo.

—no sé si quiero que te alejes de mí— contestó mirándome con la mandíbula tensa,
sentí un leve cosquilleo ante su repuesta.

«¿Qué se supone que debería contestar?»

No me dio tiempo de abrir la boca, cuando comenzó a llover, sentía como las finas
gotas se deslizaban por mis cabellos y mi cara.

—Hay algo que siempre quise hacer— dije tomando su brazo, corriendo en la lluvia.

Llegamos a un parque de niños que estaba vacío debido a la lluvia, el cielo había
tomado tonalidades grises, mientras las gotas seguían finas.

Me subí a un columpio, meciéndome de lado a lado, la sensación era rara y


hermosa, sentía que el mundo era mío por unos segundos, a lo que él se unió
después de unos segundos.

—al pececito le gusta el agua— dijo elevándose en el columpio de a lado.

La vida se sintió diferente, éramos nosotros dos disfrutando de una experiencia


inefable, me sentí en una nube.

Cuando de pronto, decidí dar un salto para bajar del columpio, él imitó mi acción,
dejando de lado su actitud pesimista.

Me tiré al césped del pequeño parque y cerré los ojos sintiendo como las gotas
mojaban mi rostro, se deslizaban de mi frente hasta la punta de mi nariz.

Probablemente parecía una loca, pero no quería olvidar este momento, sentir esta
sensación y experimentar esto.

—¿Qué se supone que estamos haciendo?— preguntó riendo.


—viviendo— contesté sintiendo como se formaba una sonrisa en mi cara.

—estas loca— replicó aún con los ojos cerrados.

—las mejores personas lo están— contesté sentándome, mirando su perfecto perfil


mojado con la lluvia.

—eso sonó sabio pececito— contestó abriendo los ojos.

—Gracias, lo saqué de una película— dije dando una carcajada —no preguntes
cómo me acuerdo— proseguí consiguiendo que el sonriera.

A juzgar por como hablaba de las estrellas sabía que ese momento le pareció tan
lindo como a mí, porque había momentos en los que había que detenerse y apreciar
las cosas simples de la vida, porque si les prestabas atención y eras bastante
observador, parecían fantásticas y maravillosas.

La lluvia terminó y el cielo tomó hermosos tonos dorados, su cabello rubio, se veía
aún mejor con los rayos del sol.

—¿Qué tienes que no te puedo dejar de ver?— preguntó tallando su cara con su
manos —he tratado de evitarlo pero no puedo— siguió, tocando su cabello,
mientras unas gotas se resbalaban de el.

—¿Qué?— pregunté en tono bajo, sabiendo a lo que se refería, pero algo confundida.

—Creo que me gustas, traté de evitarlo, pero es imposible— contestó tratando de


evitar mi mirada, frustrado ante su declaración.

—yo…

—no tienes que responder si no quieres— dijo en un intento de sonrisa, a lo que


después se levantó, hasta llegar fuera del parque.

—¿No vienes?— preguntó, a lo que decidí levantarme y alcanzarlo.

El silencio fue algo incómodo al estar a su lado.

Tal vez empezando a sentir cosas por él, pensé en las tres reglas, pero ya se habían
roto con su confesión, a lo que decidí hablar.

—Parker— lo llamé, causando que volteara.

—¿Si?— preguntó, yo le respondí con un beso, él parecía sorprendido, pero aún así
sonrió.

—creo que también me gustas— confesé logrando que una gran sonrisa se formara
en su rostro.

Él no era la persona con mal genio que creí, se preocupaba por su familia, y
también lo hizo por mis sentimientos.

Capítulo 14:
Se lo dije, ni siquiera yo entiendo en que momento me empezó a gustar ese pececito
molesto, todo empezó cuando ella decidió no ayudarme, cuando descubrí su lado
tierno, su personalidad tan especial.

Pero también sabía que ella se había enamorado de la parte de mí que le mostré, la
verdadera Louisa tenía mi nombre en una canción de cuna, no le gustaba como ella
a mí y no quería vivir con eso, así que prefería que me odiara a qué creyera de
manera falsa que estaba enamorada de mí, está vez cumpliría las tres reglas.

Pero antes de hacerlo, antes de hacerla despreciarme quería hacer una última cosa.

—¿Cuál es tu canción favorita?— pregunté acercándome a ella.

—Electric love de Børns— contestó con una diminuta sonrisa.

A lo que sonreí al escuchar que no era una canción empalagosa o de las bandas de
chicos que las chicas escuchaban, caí muy fácil.

Busqué en mi celular la canción y la puse provocando una sonrisa en sus rojos


labios.

Ella estaba feliz, otra vez moviéndose en un intento de baile.

—si no hago esto ahora, tal vez nunca podré hacerlo— dije logrando que ella
arqueara las cejas confundida, mientras yo miraba sus labios.

Así que la besé a pesar de que no fuera lo mejor, a pesar de que nunca querría estar
con alguien como yo, mientras sonaba Electric love de fondo.

—¿Parker, de verdad te gusto?— preguntó bajando con sus grandes ojos azules
mirándome fijamente.

—Cada parte, me gusta cada parte de ti— contesté suspirando —No sé cómo ni
cuándo pasó pero así es— declaré sintiendo que el corazón se me saldría del pecho,
mientras la idea de alejarme de ella me atormentaba.

No me sentía listo para que me volvieran a romper el corazón, pero el pececito se lo


ganó sin pedir permiso, sin darme tiempo de pensar bien.

—Tú también me gustas— dijo sonriendo mientras sus mejillas seguían del rojo
intenso que ya me había acostumbrado a ver.

—Robé tus partituras— solté mirándola con seriedad.

—¿Qué?— dijo con la voz quebrándose.

—Lo hice, esta bien si quieres odiarme, lo lamento— dije observando cada detalle
de su cara, esperando la mínima reacción de su parte.

Ella no dijo nada, después de un intento de sonrisa se fue de allí, lo que me dio
tiempo para preparar todo, colocar las partituras en su lugar, todo sería como en un
inicio, ella regresaría a casa y estaría libre de todo peligro, ya no más sentimientos.

Al ver cómo trataba de sonreír, la manera calmada en la que reaccionó.

Allí me dí cuenta de que había perdido a la mejor persona del mundo, que tal vez
fue la chica a la que estuve esperando toda mi vida, que Sara nunca fue para mí,
pero que Lou era esa esperanza, esa luz, esa forma de darle color a mi vida que no
solo esperaba, sino que también la que necesitaba, pero era demasiado tarde,
porque ya la había dejado ir por ser un farsante, por no darme cuenta a tiempo de
la grandiosa persona que era.

Esperé a la castaña dos horas y media, sin tener la mínima idea de su locación,
cuando de pronto recibí una llamada, tomé mi celular rápidamente esperando que
fuera ella.

—¿Se encuentra Parker Archer?— preguntó una voz femenina al otro lado de la
línea.

—Soy yo— respondí tomando el celular con mucha fuerza sintiendo que era capaz
de romperlo a la mitad.

—La señorita Louisa Salvatore sufrió un accidente, está en el hospital,


encontramos su celular en su bolsillo y nos pidió que llamáramos a este número ¿Le
gustaría que llame a alguien más?— preguntó la mujer.

—No, voy en camino— contesté para después colgar.

Moví mi cabello con frustración, mientras la idea de ella en una camilla fría de
hospital me destrozaba por dentro.

Fui lo más rápido que pude, sin importar la distancia corrí hasta llegar a su lado,
allí estaba ella, con su cabello rojo alborotado, algunos tapando su cara, por lo que
alejé sus largos mechones de forma delicada.

—Tal vez no puedas oírme, probablemente no recuerdes esto, pero lo cierto es que
me enamoré de ti, de tu fuerza, de como sigues adelante a pesar de todo y de que
estoy seguro de que saldrás de aquí con una sonrisa, porque así eres tú, nunca
dejaste de sonreír, tengo la convicción de que aún si tuviera tu enfermedad, me
volvería a enamorar de ti, porque eres la persona más especial que conozco— dijo
sintiendo que mi visión se nublaba debido a las lágrimas que querían hacer su
aparición, dejé un beso en su frente y me senté a su lado tomando su mano.

—Disculpe, las horas de visita acabaron— dijo una enfermera tocando mi hombro,
al parecer me había quedado dormido.

—¿Podría saber que le pasó al menos? Nadie aquí me dijo nada— dije en un gesto
serio, algo enojado por la mala atención y porque me querían separar de ella.

—El impacto fue mayormente en el cráneo, pero no fue tan grave está estable, al
parecer se recuperará pronto— informó la mujer para luego irse.

—Volveré— dije tomando la mano de la pelirroja que dormía en su cama, así que
después de discutir con la seguridad y darme por vencido, decidí comer algo, un
yogurt, una manzana y una barrita integral, perfecto para sobrevivir.

Horas y horas sentado viendo mi celular, esperando ver sus lindos ojos azules
abiertos, lo cierto es que no despertó aunque dijeron que su recuperación sería
rápida, ha pasado varias semanas en coma, sigo viendo mi ventana cada que no
puedo ir al hospital, me quedo hasta tarde hablándole, contándole sobre mí día o
sobre los libros que leo mientras espero en el sofá junto a su cama, probablemente
me escupiría un «no me importa» en la cara si estuviera despierta, pero no recibo
respuesta a ninguna de mis palabras, a veces escuchó Electric love, la canción de
nuestro primer beso, pero parece no escucharme, no escuchar nada.

No es algo que me guste admitir, pero mis ojos se han puesto en lavado automático
—como ella dijo una vez— muchas veces después del accidente.

Irónico, la quería lejos de mi lado y ahora, estoy aquí, pasando cada día en un sofá
deseando no perderla.

Capítulo 15

¿No les pasa que a veces se sienten indiferentes al mundo? Como si nada
importara, como si solo supieras que estás vivo porque respiras, nada te causa
emoción así como nada te lastima, simplemente eres una parte de algo muy grande,
de un planeta lleno de personas.

Bueno, es así como me siento, mis días se basan en esperar una señal de vida de la
pelirroja más que oír miles de máquinas sonar.

El silencio era absoluto, ni siquiera tenía ganas de leer o escuchar música, solo me
sentía invisible, dependiente de ver al pececito despertar, así que decidí hablar,
para llenar el silencio, aunque no estaba seguro de que ella me escuchara quería
hacerlo, decirle todo lo que no era capaz de pronunciar frente a ella, todo lo que no
tuve la oportunidad de decirle y que nunca podré decir.

—Hola, soy yo de nuevo, tomé tu patineta, sé que está mal pero no te ha estado
sirviendo, quiero que sepas que me dejaste pobre pececito, está un poco cara la
renta de la casa, tuve que posponer unas semanas más mi entrada a la
universidad, sabes tal vez no sea el momento pero si tuviera recordarte con una
canción sería Yellow— dije sonriendo, tomé su mano como lo hacía siempre, pero
está vez había algo diferente, sentí un leve apretón que me dejó sorprendido.

—Louisa si puedes escucharme por favor despierta, sé que tú puedes— alenté cerca
de su oído, dejé un beso en su frente y fui lo más rápido que pude con las
enfermeras.

—La perdemos— escuché decir desde afuera de la sala, la desesperación era cada
vez más fuerte, estaba al borde del pánico, sintiéndome inútil, por no poder hacer
nada, por no poder ayudarla de ninguna forma, cuando de pronto ocurrió lo
inminente.

—No pudimos hacer nada, su ritmo cardíaco era muy débil— dijo el doctor con un
intento de sonrisa, mientras sus ojos desbordaban lastima.

—No, ella no pudo haber muerto— me negué, tratando de engañarme, escuchar


que fuera una horrible mentira.

A lo que entré al cuarto empujando y esquivando a todas las personas que me


pedían salir de la sala.
Y me encontré con la pelirroja, con su piel pálida, sus manos heladas y los labios
morados, la había perdido, mi garganta ardía y tocaba el puente de mi nariz
mientras algunas lágrimas descendían de mis ojos.

Cuando de pronto desperté de ese horrible sueño, sintiendo el dolor en el pecho de


solo pensar que nunca vería sus ojos azules abiertos de nuevo.

Tomé su mano con delicadeza, sintiendo la calidez de su tacto.

Seguía sin mirar su cara, pero una aguda voz me hizo alzar la cabeza y mirar sus
ojos azules abiertos, había despertado.

—¿Parker?— preguntó con los ojos entrecerrados, tal vez debido a la luz y que a
penas los abría después de mucho.

Al escuchar su voz se formó una sonrisa en mi rostro y seguido a esto, hablé con los
doctores.

—Mañana se puede ir, los daños no fueron tan graves y sanó rápido— dijo una
castaña, a lo que sonreí y me dirigí a ver cómo estaba el pececito.

—¿Te encuentras bien? ¿Te duele algo?— pregunté al ver cómo seguía con los ojos
entrecerrados, tratando de acostumbrar sus ojos a la luz.

—Si, gracias— dijo con una pequeña sonrisa.

—Mañana nos iremos de aquí pecas— informé logrando que soltara una pequeña
risita.

—Parker— llamó con la voz suave y baja —¿Podrías cantarme?— preguntó con
pena.

Solté un suspiro pesado y lo medité, no era bueno cantando, pero yo pedí que la
pelirroja y sus ocurrencias despertaran, así que creo que no me quedaba de otra.

—Oh love, no one’s ever gonna hurt you, love, i'm gonna give you all of my love,
nobody matters like you— canté observando como sus ojos se iluminaban.

—Tu voz es linda— dijo con las mejillas rojas, su cara y la mía se encontraban muy
cerca y parecía querer descifrar algo en mi mirada.

—Gracias pececito— dije algo nervioso, por primera vez yo era el que balbuceaba
mientras ella hablaba claro, al parecer quererla tenía una clase de efectos
secundarios en mi sistema, pues lo único que quería era abrazarla y decirle lo linda
que se veía, pero no podía, después de mañana seríamos lo que dije hace mucho
tiempo, dos desconocidos en circunstancias más raras que ambos juntos.

—¿Te puedo contar un secreto?— preguntó con la voz muy baja, como si fuera
conciente del mayor secreto del universo.

—Claro— contesté sonriendo ante lo inocente que se veía.

—Siento mariposas cuando te veo— confesó con las mejillas aún más rojas,
mientras yo trataba de buscar alguna respuesta a esas palabras.

—Asi me haces sentir cada día—dije logrando que una sonrisa se formara en su
rostro.
—Nunca había sentido esto por nadie— dijo algo nerviosa.

—efectos colaterales— alegué a lo que ella no hizo más que verme, mientras sus
iris azules brillaban.

—Creo que deberías dormir pececito, mañana nos espera un largo viaje— sugerí
llevando un mechón de su cabello detrás de su oreja.

Ella soltó un bostezo que me contagió, por lo que después de un rato escuchando
música de Lumineers ambos nos dormimos, pero está vez ella fue quien tomó mi
mano.

Puse su libreta a lado de la cama, era un sabor amargo, pero tenía que aceptar que
mañana sería solo un dolor de cabeza para ella, tenía que asegurarme de que así
fuera.

Me dolía, pero era mejor eso a ponerla en peligro, lo cierto es que no había Sido un
accidente, probablemente su familia ya sabía que estaba cerca de Italia y que
pronto irían tras ella.

Capítulo 16:

Louisa:

¿No les pasa que conocen a alguien y que parecen sentir de todo hacia esa persona?

El rubio parece alguien misterioso, en mi propio diario me advertí alejarme de él,


pero heme aquí, tratando de descifrar algo en su mirada, algo que me intriga, él no
hace nada más que alejarme o ignorarme, sin embargo cuando veo la profundidad
de sus ojos grises, que parecen sentir dolor, no puedo evitar sentir un cosquilleo, un
dejà vu.

Él la mayoría de las veces es grosero, sin embargo, por más que lo intente, no puedo
odiarlo, ni siquiera sentir aunque sea el mínimo sentimiento de repulsión hacia él.

—Cuando termines de comer me avisas y lavo los platos, pecas— dijo levantándose
de la mesa.

—¿Podrías tratar de ser amable alguna vez?— pregunté con voz firme, aunque ni
siquiera me sentía molesta, ni siquiera sentía algo.

—Lo hice una vez pececito, y créeme que no funcionó— contestó tocando su cabello,
su rubio y despeinado cabello perfecto.

—¿Qué pasó, se acabó el mundo?— ironicé rodando los ojos.

—Me enamoré— contestó con una seriedad absoluta y digna de él.

—¿De quién?— pregunté aún sorprendida por su respuesta y la franqueza con la


que pronunció cada palabra.

—Eso no es de tu incumbencia— contestó a punto de irse, seré entrometida pero


quería conocer algo más del chico con el que le veía obligada a viajar.

—¿Cuál es tu problema?— exclamé logrando que él volteara.


—Tú, tu eres mi problema, eres el más lindo de ellos, porque tengo que vivir con la
idea de que me odias mientras yo estoy enamorado de ti, lo tuve que admitir ante ti
miles de veces, y cada vez el sentimiento crece, sabes los difícil que es ver tus ojos
sabiendo que no brillan por mí, ver tus labios y recordar me vuelve loco— dijo con
frustración.

—Parker yo…

—Louisa necesito que estés a salvo— dijo tomando mis hombros —Si algo te pasará
nunca me lo perdonaría— dijo muy cerca de mí, nuestras respiraciones se
entrecortaban, y de alguna forma me gustaba, sentía todo familiar.

—Quiero descubrir la verdad, tal vez queme pero no quiero morir sin saberlo,
nunca pedí nada y merezco esto— dije tomando su mano, se supone que lo hice
para apartarlo de mi hombro, pero no podía, seguía ahí parada, mirando sus ojos,
perdida en ellos y en lo mucho que expresaban.

—Bien, pero promete que no escribirás nada de esto, que tú y yo seremos dos
desconocidos mañana— condicionó, obteniendo como respuesta que asintiera con la
cabeza.

Mentí, no quería hacer eso, el había admitido que estaba enamorado de mí, no sé
que tan tonto suene pero sentía una rara sensación en el estómago al tenerlo cerca,
tal vez era esa rara palabra sin definición exacta, esa llamada amor.

Me sentía nerviosa, sentía como mi pierna se movía de forma rápida mientras


sacaba mis partituras, tomé una pluma azul y escribí su nombre en experience, tal
vez me estaba adelantando, pero lo cierto es que todo mi inquietud se fue al
terminar de escribir.

(…)

Nunca fui fan de los rayos, amaba la lluvia pero los rayos me daban inquietud, ese
preciso momento en el que el cielo parecía romperse causaba cierto temor en mí.

—Parker, ¿Puedo quedarme?— pregunté con una sábana cubriendo mis hombros,
él se encontraba sentando leyendo junto a la ventana, con una calma y paz
sorprendente que envidiaba.

—Por algo hay dos cuartos— dijo en un gesto de inexpresividad tan común en él.

No me dio tiempo de argumentar cuando el sonido de un trueno hizo su aparición


provocando que cayera encima de él.

Busqué refugio en sus brazos, mientras cerraba los ojos.

—¿Le tienes miedo a las tormentas?— preguntó tratando de buscar mi mirada, sin
la mínima intención de apartarme de él, le hubiera respondido sarcásticamente,
pero estaba demasiado asustada como para formular algo.

Y de nuevo no contesté nada, pues otro trueno sonó con intensidad, a lo que lo
abracé a un más fuerte, él era delgado, por lo que podía sentir sus costillas
mientras lo abrazaba.
—cuando tenía ocho años, me perdí en el pueblo, empezó una tormenta y tuve
escuchar los rayos, tuve que ocultar me detrás de un contenedor de basura, hay
cosas que por mucho que quieras, simplemente no puedes olvidar.

—no hay de que temer pececito, la lluvia puede ser hermosa si te atreves a
apreciarla, a veces quisiera olvidar todo, para poder disfrutar del paisaje como si
fuera la primera vez cada día— confesó observando la ventana.

—¿Y qué hay de los rayos?— pregunté alzando la cabeza hasta encontrarme con
sus ojos grises.

—Bueno, en una tormenta nunca esperes un rayo, pero prepárate para alguno,
incluso los trueno y los rayos tienen cierta belleza— dijo para después mirarme,
parecía curioso ante la idea de mí abrazándolo.

Sin embargo para no dañar mi dignidad o hacerme sentir incómoda solo hizo una
pequeña sonrisa y colocó una silla a lado de él para que pudiera sentarme bien.

Él siguió con su libro mientras yo me sentaba tratando de ver qué escribía, me


parecía tierno como se concentraba y dejaba una parte de él en cada página.

Él colocó su brazo detrás de mí espalda después de mirarme y me acercó a él hasta


el punto en el que mi cabeza estaba apoyada en su hombro.

No hacían falta palabras, la lluvia se había calmado y todo parecía tranquilo y


mágico, el cielo era gris, pero para mí su color era especial, pues era el mismo gris
de sus ojos.

Tal vez debía alejarme, y hacer caso a mis apuntes, pero aquí estaba disfrutando de
la corta distancia viendo sus reacciones en cada página.

Capítulo 17:

Si, si, ya saben, viajamos y estamos en Italia, se supone que el plan será fácil, la
ayudo a buscar a sus padres y entro a la universidad.

He estado siguiendo con el plan, mientras más lejos de la pelirroja y de lo que


siento por ella, mejor.

Italia es enorme y gastaríamos una fortuna en taxis, por lo que nuestro medio de
transporte son patinetas.

No soy muy bueno, pero no voy a una competencia, solo visito la ciudad

Ella iba a lado de mí, estaba feliz y maravillada viendo todo lo que le rodeaba, su
cabello se movía de un lado a otro y sonreía como una niña pequeña que iba por
primera vez a un observatorio.

—Parker— dijo después de que me hubiese adelantado, estaba a punto de caerse.

—Aquí estoy pececito— contesté tomando sus manos para que mantuviera el
equilibrio.

Ella sonrió de una manera hermosa y perfecta, de alguna forma sentía que me
recordaba, era un sentimiento inusual la manera en la que jugaba con mi mente.
Estaba a poca distancia de sus labios, cuando recordé que ella no me correspondía,
que no tenía ni la más mínima idea de lo mucho que la amaba, y que sin importar
cuanto intentara, debía seguir indiferente para mantenerla a salvo.

El amor es impulsivo como hermoso, tanto que terminé enamorándome de la


persona a la que creí menos indicada, pero que terminó siendo la que alegraba mi
mundo, pero nada de eso importaba, pues para ella no era más que alguien que un
fastidio.

No sé en qué momento pase de ayudarla a no caer a caerme.

Desperté en el hotel en el que nos habíamos hospedado y al abrir mis ojos lo único
que proyectaron fue a la pelirroja frente a mí.

Sentía un punzante dolor de cabeza, a lo que ella me empujó para que me acostara.

—No puedes levantarte— chilló ella con una bolsa de hielo en su mano.

—¿Qué pasó?— pregunté tocando mi cabeza.

—Nada grave, te caíste, pero no parece grave, sangraste un poco, pero no es una
herida profunda— contestó con la facilidad y el modismo de una enfermera con
años de experiencia.

—Estas bien, no tienes nada que no se pueda solucionar con un poco de hielo—
afirmó colocando la bolsita en mi cabeza.

—¿Cómo sabes todo eso?— pregunté impresionado.

—Como alguien que creció toda la vida en visitas al hospital, sé algunas cosas,
como que no te gustaría la lastima de todos, es por eso que no te daré la mía— dijo
con una sonrisa tímida y se dio la vuelta para irse.

—Louisa— la llamé logrando que volteara.

—Gracias, pececito— dije a lo que después ella se fue.

(…)

Estábamos patinando en la noche, sus ojos azules tenían un brillo en la luz de la


luna, se veía linda y feliz observando todo.

—Tengo hambre— dijo la pelirroja frenando de golpe.

—Hay en un supermercado cerca de aquí— informé, tomando mi patineta, ella


acercó la mano a la suyas, a lo que tomé logrando que las sus mejillas se sonrojara,
trayendo a mi mente recuerdos.

—È la prima volta che mi tieni la mano?— preguntó nerviosa.

Traducción: ¿Es la primera vez que tomas mi mano?

—Dirò solo che spero non sia l’ultimo— contesté logrando que el color se esparciera
aún más en sus mejillas, haciendo más visibles sus pecas.
Traducción: Solo diré que espero que no sea la última

Entramos al supermercado y la pelirroja loca decidió subirse dentro del carrito de


compras.

—¿Qué supone que haces?— pregunté empujando un poco.

—Esto parece algo que siempre quise hacer— contestó ella tomando unas papas del
estante.

—Bien, no olvides el helado— dije empujando el carrito, mientras ella reía y alzaba
ambos brazos como si de una montaña rusa se tratara.

—Parker— llamó después de que dejó de reír.

—¿Si?— pregunté esperando que prosiguiera.

—gracias— dijo a lo bajo.

—¿Por qué?— pregunté enarcando una ceja.

—Por darle el mejor día de mi vida— contestó volteando hasta dar con mi rostro, y
darme la sonrisa más sincera que haya visto.

—No hay de que, pececito— contesté empujando de nuevo el carrito.

Y después de pagar y de que la pelirroja estuviera satisfecha después de llenarse


con una bolsa de galletas, salimos del supermercado.

Nos encontrábamos cerca de un callejón para llegar al hotel, cuando dos sombras
detuvieron nuestro paso.

—Pero si es Parker, sabes huir no fue muy inteligente de tu parte— dijo una voz
familiar.

—Así que ella es tu nueva Sara— contestó el otro apuntando al pececito.

—No te atrevas a tocarla— dije tomando el brazo de la pelirroja, para que estuviera
detrás de mí.

—¿O qué?— preguntó Alex, uno de los chicos con los que trabajaba.

—O nada ¿Quieres dinero? Te lo daré, solo déjala en paz, no digas nada de ella a mi
familia— dije con voz firme, no quería pelear, estaba cansado de arreglar todo de
esa manera.

—Pero si es la pequeña Salvatore y Archer— dijo un señor al que reconocía a


penas, Esteban, el que daba las órdenes.

—Vaya, fue fácil— exclamó Martín.

—¿A qué te refieres?— pregunté confundido, ella estaba asustada, lo supe cuando
sentí como se aferraba a mi espalda, abrazándome y cubriendo su campo de visión.

Me sentía horrible, hace rato decía tener el mejor día de su vida y ahora me
abrazaba aterrada por lo que podía ocurrir.
—Solo era cuestión de tiempo para que nos trajeras a la pelirroja, sabes por mucho
que intentes escapar, sigues trabajando para nosotros, espero que no te hayas
encariñado con ella— dijo tratando de tomar el brazo de Louisa.

—Déjala— dije tomando con fuerza la mano del sujeto, sentía como apretaba cada
vez más fuerte su muñeca.

—Lo pedí de forma amable, sabes de lo que soy capaz, déjala— advertí con la
mandíbula tensa.

—Sabes que volveré, y está vez si me llevaré a tu chica— dijo volteando para irse
con los otros dos.

—Vámonos, pececito, ya no hay nada de que temer— tomé sus brazos y yo fui quien
la abrazó está vez, fue así hasta que llegamos al hotel.

Después me aseguré de que durmiera bien y me dirigí a mi habitación, estaba


decidido, la alejaría de mi vida para que pudiera vivir bien, para que estuviera a
salvo, y sobre todo, para que fuera feliz, aunque no fuera conmigo.

Capítulo 18:

Allí estaba ella, tocando experience mientras el viento movía su rojo cabello.

Me quedé parado detrás de ella, viendo cómo daba vueltas con los ojos cerrados,
sintiendo cada parte de la canción.

Hasta que al abrirlos me encontró de brazos cruzados, recargado en la pared.

—¿Te diviertes?— preguntó en su lado agresivo, ese que olvidaba que hace unos
días me había abrazado y que me había dicho que sentía mariposas al mirarme.

—Mucho— dije con una sonrisa forzada, para fastidiarla un poco.

—¿Te sabes la de Electric love?— pregunté tratando de reprimir una sonrisa.

—Es mi canción favorita— confesó con una sonrisa.

—También la mía, al menos lo es desde hace poco— dije recordando ese pequeño
momento en el que sus mejillas se sonrojaban.

Ella no dijo más, volvió a su violín mientras emitía los sonidos de la canción, era
lindo verla “bailar” al ritmo de la música, como si de una interpretación de música
clásica se tratara, no sé cuándo, pero caí muy bajo por un pececito, pero si importar
lo mucho que la quisiera tenía que alejarla, ella no se merecía saber una verdad
que le dolería y tampoco ser arrastrada a una vida que nadie querría vivir.

Solo sonreí al recordar lo que pasó la última vez que escuché esa canción.

—Creo que deberíamos ir a conocer Italia— sugirió después de acabar.

—No creo que sea buena idea— negué rotundamente recordando lo que había
pasado, era cuestión de tiempo para que el lugar no fuera seguro.

—¿Quieres ver una película?— pregunté revolviendo mi cabello.


—Claro— contestó guardando su violín para entrar a la casa y tumbarse en el sofá
de la sala.

—¿Te parece orgullo y prejuicio?— preguntó mirando la sinopsis, no era muy fan,
pero las películas clásicas eran geniales, así que no me molestaba.

—Bien, pero no te comas todas las palomitas— dije causando que ella soltara una
pequeña risita.

—¿Te gusta lo clásico?— preguntó ella mirándome con extrañeza.

—Una de mis reglas es nunca rechazar algo clásico, la mayoría es bueno,


impresionante y elegante— confesé encogiéndome de hombros.

—Curioso, la de Dylan es “nunca rechaces algo gratis”— dijo ella con una leve
risita.

—¿Por qué no me sorprende?— dijo en un bufido.

—¿Por qué nunca hablas bien de ellos?— preguntó ladeando la cabeza.

—Podrán ser unos tontos, pero son mis hermanos y sé que no fue su culpa—
contesté en un intento de sonrisa, a lo que ella me dio la sonrisa más grande del
mundo, pero sin perder esa mirada de querer saber lo que pasaba por mi mente.

—Nunca quise recordar algo con tanta fuerza hasta que te conocí— confesó en un
tono bajito, como si pronunciara un secreto, el que esas palabras salieran de su
boca me hacían sentir especial, sin duda no la merecía, nadie mercería a alguien
tan especial en todas sus formas como lo era ella.

De pronto se escuchó un fuerte sonido del patio, salí a fuera y allí me encontré lo
que esperaba.

—¿No entendieron?— pregunté acercándome a ambos.

—Tú fuiste el que no entendió, Archer, eres el menor de nuestros problemas, ni


siquiera nos interesas, solo queremos a la chica— dijo con repulsión.

—¿Para que la quieren? Ella sufre de memoria a corto plazo, no podría ni querría
ayudarlos ni en un millón de años— dije sin entender su lógica y su afán por
llevársela.

—¿Olvidaste que es una Salvatore?— preguntó con burla.

—Su “accidente” fue una advertencia y creímos que eras lo bastante listo para
entenderla— dijo Alex.

—¿Para que la quieren? Sus padres la abandonaron y desparecieron, no creo que


les interesa ver a Louisa después de 13 años— dije con rabia, mirando la mirada
austera que se formaba en el rostro de ambos.

—Veras Parker, nada fue un accidente, nada fue casualidad, el que tú hermanito
encontrara a la pelirroja, el que nadie la reclamara, el hecho de que “huyeras” todo
fue calculado, fuiste solo una pieza que cayó como un domino— explicó

—¿Y para que la quieren?—pregunté mirando a ambos con desprecio.


—Bueno supongamos que ella hace algo malo— dijo el.

—Supongamos que la atrapan— completó el otro.

—Supongamos que los golpeo si la tocan— agregué entre dientes.

—Si la pasarán por el detector de mentiras, las cosas que ven las ondas cerebrales
o que trabajan por el tono de la voz o las reacciones humanas, la adorable Louisa
resultaría totalmente intacta, si no hay pruebas, no hay crimen— dijo con una
sonrisa arrogante.

—¿Y si revisaran su cerebro?— pregunté al darme cuenta de lo ridículo que era su


plan.

—Su enfermedad es casi imperceptible, y si llegaran a atraparla, es un riesgo que


sus padres están dispuestos a aceptar— dijo encogiéndose de hombros.

—Sus padres son monstruos— dije sintiendo mi cuerpo congelarse.

—Igual que lo era el tuyo— recalcó Miguel.

—¿Y que hay de lo que ella querría?— cuestioné apretando los puños.

—Ni ella sabe lo que quiere— respondió como si de un objeto se tratase la vida de
Louisa.

Estuve a punto de estampar mi puño en su cara, pero el impacto de algo contra mi


cabeza lo impidió, y al despertar la ví a ella a mi lado.

Estaba en un rincón del pequeño cuarto meciéndose y abrazando sus rodillas.

—¿Qué pasa?— pregunté al ver su rara y algo desesperante acción.

—Le tengo miedo a los espacios cerrados— dijo en un tono bajito y casi
imperceptible.

Seguía sintiendo mi vista nublada y un dolor fuerte debido al impacto, pero decidí
acercarme a ella.

—¿Te sentirías mejor si canto algo?— pregunté arrepintiéndome al instante de las


palabras que salieron de mi boca.

Ella solo asintió con la cabeza, cerrando sus ojos con fuerza, como si tuviera miedo
de la pared que se encontraba frente a ella.

—So, then I took my turn, what a thing to’ve done, and it was all yellow, your skin,
oh yeah, your skin and bones, turn in to something beautiful, do you know, you
know I love you so, you know I love you so— canté sintiendo su cabeza en mi pecho
y su respiración agitada, tratando de conservar la calma.

—Tengo miedo— dijo a punto de soltar un sollozo.

—Tener miedo está bien, el miedo no nos hace débiles, nos hace humanos— dije
cerca de su oído tratando de transmitir paz.

—Te quieren ver— dijo Martin, una vez que la puerta estuvo abierta.
—se la tocchi, se vedo un solo segno sulla sua pelle, non aspettarti di vivere al
sicuro—

Traducción: si la tocan, si veo una sola marca en su brazo, no esperen estar a salvo.

—non mi spaventi, ma non intendiamo ferirla— dijo el castaño tomando del brazo a
la pelirroja.

Traducción: no me asustas, pero no pensamos lastimarla.

Y así, ví como se la llevaban sin poder hacer nada al respecto.

Capítulo 19:

Louisa:

Sentía un leve dolor en mi brazo, que un chico castaño jalaba sin consideración
alguna.

—Louisa— oí a alguien decir mi nombre, esa voz hacía que mi cabezas diera
vueltas.

—¿Asustada, Lou?— dijo el castaño con burla.

Al llegar a una especie de sala con nada más que un sofá y una televisión, con las
paredes completamente blancas, encontré a un hombre castaño y a una mujer con
el cabello rojizo.

—Pequeña— dije la mujer acercándome a sus brazos.

Esperaba este momento desde siempre, esperaba llenar ese vacío, sentir cálido de
sus brazos, pero se sentía el mismo miserable vacío.

—¿Por qué no me buscaron?— pregunté alejándome lentamente.

—Lo hicimos, cariño— dijo mi padre acariciando mi mejilla.

—No lo hicieron— dije sintiendo mis ojos arder, sintiendo un odioso nudo en la
garganta.

—Buscamos por todo el país— dijo la mujer con desesperación.

—¡Díganme, admitan que no me quisieron, prefiero eso a la lastima que he recibido


toda mi vida!— exclamé al borde de la desesperación, una que nunca creí sentir,
sintiendo que me ahogaba con simple hecho de saber que respiraba el mismo aire
que ellos, ellos no respondieron, la habitación sé sumió en un asfixiante hasta que
mamá lo rompió.

—¿Lo amas?— preguntó apuntando a la tele, en dónde se proyectaba la imagen


sentado con la mirada vacía.

—Lo hago— dije con voz firme.

—¿Cómo estas tan segura?— cuestionó mi supuesta madre.


—Solo lo hago, mi canción más hermosa lleva su nombre y como él alguna vez dijo,
los sentimientos no se olvidan, son un sabor amargo con el que vivimos, porque
desde que lo conozco, escribo todos los lindos momentos que hemos vivido— confesé
observando la imagen de él que se me presentaba.

—Él solo te usa ¿Lo sabes, no?—preguntó con una sonrisa cínica.

—Veras, el tenía una compañera llamada Sara, ellos eran muy unidos, solo que sus
sentimientos eran diferentes, ella no sobrevivió debido a un accidente y se lamenta
desde eso, y de pronto una pelirroja chica entró a su vida y él se enamora de ella en
¿Una semana? Solo ocupas el lugar de una persona que no está— explicó sin quitar
esa sonrisa llena de arrogancia y cinismo.

—Eso no es cierto— contesté apretando los puños, sintiendo algo peor a una patada
en el estómago.

—Pregúntaselo tú— sugirió haciendo un gesto confiado.

—Tráelo— ordenó al chico castaño.

Después de unos momentos, Parker estaba frente a mí, con los ojos llorosos y el
cabello un poco más despeinado.

—solo fui eso, siempre un proyecto para ti, una simple tarea para olvidar a otra
persona— pregunté esperando que él lo negara, con la completa seguridad de que lo
haría.

—Louisa… Yo lo siento— dijo después de una pequeña pausa.

—¡Mientes! Tú… Lo dijiste enserio, cada palabra…. Parecía real.

—Louisa ¿Qué parte no entiendes? No te amo, tu personalidad es idéntica a la de


ella y estaba confundido, además de que nunca me interesé, ni me interesaría en
una malcriada, grosera y orgullosa chica como tú—exclamó revolviendo su cabello
en ese gesto de nerviosismo de siempre, allí me dí cuenta de que no mentía, o al
menos no en la parte en la que admitía no sentir nada por mí.

Sentía un dolor profundo en el pecho, algunas lágrimas caían por mis mejillas y
ante mí, se encontraba él sin una gota de arrepentimiento, podía decir las verdades
más amargas de una forma que yo no entendía, sabía que no se arrepentía por la
mirada en vacía en sus ojos, sabía que no pediría perdón por lo que dijo, estaba
siendo honesto, pero seguía siendo un traidor.

Una de las pocas personas que me podían dañar, una a la que entregué toda mi
confianza sin dudarlo, terminó dañándome de la peor manera, de verdad dolía,
pensé que nunca conocería el amor debido a mi enfermedad.

Irónico. Ahora sabía lo que era amar, y también lo mucho que dolía que te
rompieran el corazón, como te podían doler unas pocas palabras.

Capitulo 20:

Parker:

Después de eso, sí, de ese momento en el que le mentí en la cara a la pelirroja, logré
distraer a todos logrando que ella pudiera huir.
—Vaya Parker, al parecer sigues siendo igual de incompetente para esto, dejaste
huir a la chica después de romperle el corazón— dijo mi tío, quien no entiendo que
rayos hacía allí.

—¿Qué haces aquí?— pregunté confundido, se supone que todo esto empezó porque
mi familia y su familia se detestaban.

—Ni siquiera eres tan listo como aparentas— dijo él con mofa.

Y en realidad, estaba perdido, no entendía como llegué a este punto, por lo que un
gesto de confusión se presentó en mi rostro.

—Veras, los Salvatore no son nuestros enemigos, lo único que queríamos era que
ambos se encontraran para que fueran los siguientes en resolver todo esto, los
herederos a todo lo que hemos creado, tú eras el que más servía de tus hermanos,
pero empiezo a dudar si es así— explicó él.

Era ridículo. Se supone que todo esto fue porque se detestaban, que Louisa fue
dejada allí para que alguno de mis hermanos la encontraran, que después me
dejaron el camino fácil para que “huyera” y me atraparían y chantajearían a mi
familia en el momento en el que lo hiciera, que mis antiguos compañeros
traicionaron a mi familia para que está me buscara, pero no, ahora me encontraba
ante todos, enterándome de que solo fui una ficha en el tablero de su ridículo juego.

—Pues ella no está aquí, yo tomaré su lugar, ella no merece saber que sus padres
son monstruos— contesté con desprecio hacía todos los del cuarto.

—¿Por qué la dejaste ir?— preguntó mi tío con la mandíbula tensa.

—Porque la quiero, más de lo que he querido a nadie ¿Quieren que sea el próximo?
Bien, lo haré, pero déjenla en paz— vociferé molesto por todo, por estas situaciones
en las que siempre me metían.

—Al parecer tienes corazón, no te servirá de mucho, no puedes dejar que te ganen
los sentimientos,, creí que te había quedado bastante claro después de lo de Sara—
dijo en un tono burlón.

—¿Y como va tu plan ahora, Parker?— preguntó Martín mostrándome a la


pelirroja a su lado.

—No quiso dejarte ir— se burló haciendo una fastidiosa mueca.

—¿Louisa que haces aquí, no te quedó claro?— pregunté tallando mi frente.

Ella trató de contestar, pero lo único que pronunció fue un sollozo ahogado en un
balbuceo.

Los demás salieron, ni siquiera yo entendí la razón, pero lo hicieron, a lo que me


quedé solo con la chica de grandes ojos azules.

—No… no te creo— dijo negando con la cabeza.

—Yo… Yo siento cosas por ti y…


No le dí tiempo de terminar callándola con un beso, de todas formas no había
logrado huir, mi mentira se fue a la basura al verla tan vulnerable y menos
sabiendo lo sola que se sentía.

—¿Qué significa eso?— preguntó confundida.

—Que no puedo mentirte y que eres demasiado torpe por venir a buscarme— dije
riendo ante eso último.

—Yo no podía dejarte aquí, quise seguir con el plan, pero… No quiero— contestó
ella con la voz quebrada.

—Debiste hacerlo, aunque perdón por hacerte sentir así— dijo tomando sus manos.

—Sé que querías protegerme— contestó abrazándome, hundiendo su cabeza en mi


pecho debido a la gran diferencia de altura.

—Buscaré la forma de sacarte de aquí— susurré a su oído.

—¿Y qué hay de ti?— preguntó en voz baja, temerosa de una respuesta.

—Yo estoy bien, al menos lo estoy desde que te conocí— contesté tocando su cabeza
rojizo.

—Eres mi rayo en una botella— murmuré provocando que la castaña me apretara


con más fuerza.

—Esto es lo que harás, voy a salir de aquí en unos minutos, forzaré la puerta y
haré mi “escape”, eso será una distracción, tú tienes que salir en cuanto antes—
expliqué mientras ella parecía concentrada en memorizar todo.

—Lo haré— declaró asintiendo.

—Antes de todo, tienes que prometer algo— dije logrando que ella me mirara,
sorprendida y algo temerosa.

—Tienes que prometer que huirás a pesar de todo, que irás directo al avión—
sentencié notando como sus ojos azules se cristalizaban.

—No me hagas prometer eso— pidió ella casi suplicando.

—Promételo— pedí en voz baja.

—Lo prometo— contestó ella.

Y así fue como empezaría el plan que la sacaría de este horrible lugar, forzar la
cerradura no fue tan fácil, y como lo había previsto, nadie estaba por allí.

La pelirroja se asomó mientras caminaba de forma lenta, parecía tener miedo de


encontrar algo, también yo lo tenía, pero en ella era más notable.

Estuvimos cerca, muy cerca diría yo, cuando Martín nos detuvo.

—¿Tratando de huir?— preguntó con voz gruesa.

—Sé que tú también la extrañas, ella no hubiera querido que sigamos haciendo
esto— dije logrando que su semblante cambiara al instante.
—Todo fue tu culpa— masculló entre dientes.

—Sara te quería a ti, pero lo que pasó fue un accidente, así que si te queda un poco
de humanidad ayúdala a escapar, no lo hagas por mi, hazlo por ella, sabes que
nadie se merece esta vida— dije tratando de convencer al chico.

—Bien— dijo ofreciendo su mano a la castaña.

—Cuidado con ella—advertí en un tono bajo pero firme.

El plan estaba listo, lo único que faltaba era pretender huir, para que no fueran
descubiertos.

Y en unos segundos, todos estaban frente a mí, incluyendo a mi tío y a mi abuela.

—Me atraparon— dije rodando los ojos, dispuesto a ir donde sea que me fueran a
llevar.

—¿Dónde está Louisa?— preguntó su padre acercándose a mí.

—¿Para que quieres saber, para arruinar su vida?— pregunté recibiendo un golpe
casi al instante, mi labio sangraba y sentía un sabor metálico en la boca,
escupiendo al instante.

—¿Dónde está mi hija? No volveré a preguntar— amenazó enojado.

Yo no contesté, seguía firme, mirándolo de la misma manera que el a mí.

—Es una perdida de tiempo, fue entrenado para no hablar— dijo mi tío rompiendo
ese momento.

Ellos fueron a la salida, al parecer no les había dado suficiente tiempo, pues ellos
seguían allí.

—No tienen derecho a echar a perder su vida— grité mirando a todos.

—Amo a su hija, usted tal vez no la quiera, pero yo lo hago, hagan lo que quieran
conmigo, haré bien el trabajo, pero déjela vivir su vida— dije logrando captar su
atención.

—Voy a ayudar a liderar, soy uno de los mejores, lo haré junto a Parker— dijo
Martín, ni uno podía negarse o rebelarse, si no queríamos salir heridos, debíamos
cumplir y encargarnos de su basura.

Recibí la golpiza de mi vida, por parte de su padre, al parecer le molestó el oír una
verdad que el ya sabía.

Traté de huir, pero al hacerlo un vidrio se incrustó en mi pie.

No sé en qué momento, pero Louisa tomaba mi cabeza mirándome con gran


preocupación.

—Prometiste irte— dije con los ojos entrecerrados.

—Parker… No estás bien— dijo asustada ante la sangre que había perdido.

—Lo sé, enfermera— dije tratando de aligerar el ambiente.


—Vete, por favor— le pedí tomando su mejilla, con una pequeña sonrisa.

De sus ojos brotaron algunas lágrimas y se dio la vuelta para irse después de
dudarlo.

—Te amo— dije cerrando los ojos, demasiado débil para moverme después de la
sangre que había perdido.

Capítulo 21:

Desperté en mi cama, con varios raspones en los brazos, un fuerte dolor de cabeza
me hizo volver a sentarme en la cama.

Al salir del cuarto me encontré con un chico castaño que hablaba con Nancy y
Dylan.

—Buenos días— saludé a todos los de la sala.

—Hola, linda— dijo Blair sonriéndome.

De alguna forma la atmósfera se sentía diferente, sentía que faltaba algo.

—¿Qué pasó?— pregunté confundida, sintiendo que respiraba aire venenoso, con
una rara sensación en el estómago.

—Él es Martín, es un amigo de Dylan— contestó Nate con una sonrisa.

—¿Y… Parker?— pregunté sintiendo algo, una sensación extraña al pronunciar tal
nombre.

—Linda ¿Dormiste bien?— preguntó Nancy tocando mi hombro.

—Si, eso creo— aseguré mirando a todos.

—Pues no hay ningún Parker— contestó Dylan mirándome de forma curiosa.

—Creo… Solo fue un sueño, creo que nada fue real— dije sintiendo una gran
decepción, un vacío.

—Mucho gusto, Martín— saludé con una sonrisa.

—Igualmente, Lou— respondió en un gesto amable.

Salí a tocar mi violín como lo hacía todas las mañanas, tomé mis partituras y decidí
practicar las cuatro estaciones de Vivaldi.

Me sentía viva en esos momentos, lo verde del jardín, el cielo despejado y el aire
moviendo mi cabello, el aire fresco llenaba mis pulmones haciéndome sentir…
Libre.

—¿Tocas el violín?— preguntó el castaño de nombre Martín al salir.

—¿No es obvio?— contesté sin voltear.

Él no contestó, solo se quedó en silencio.


—¿Has sentido alguna vez que necesitas recordar algo, pero no tienes ni la menor
idea de que rayos es?— pregunté mirándolo fijamente.

—No ¿Te sientes así?— preguntó enarcando una ceja.

«No, solo me gusta hacer preguntas tontas a gente que no conozco» pensé a punto
de rodar los ojos, aunque luego me replanteé el hecho de ser amable.

—Parker, he pensado en ese nombre desde que desperté— expuse en un suspiro,


me sentía ridícula preguntando por alguien que probablemente era solo producto
de mi imaginación.

—¿Quién llama Parker a su hijo?— chistó él.

—No lo sé— pregunté sin encontrarle la gracia a reírse y no ayudarme con mi


duda.

—Pues si tú hermano dijo que no es así, deberías creerle— añadió después de un


raro silencio.

—Tal vez, gracias por nada— dije para luego irme en donde pudiera estar en paz,
sin ser interrumpida por nadie.

—Que grosera— dijo haciendo un megáfono con ambas manos, me detuve en seco al
escuchar esas palabras, una sensación rara que recorrió toda mi espina dorsal,
causándome un escalofrío.

No permití que él me viera de esa forma, a lo que me alejé, fingiendo que nada
había pasado, me encerré en mi cuarto y me deje caer lentamente por mi puerta.

Siempre que estaba nerviosa, incómoda o perdida, jugaba con el dije de mi collar,
pero no encontré nada al tocar mi cuello.

Estaba algo asustada, era lo único que tenía de mi familia, y ahora me encontraba
recorriendo con la mirada toda mi habitación en busca de una pequeña pieza de
oro.

Sentí una desesperación horrible, sentía que me asfixiándome con el aire que
entraba por la ventana.

Decidí escribir acerca del collar, apuntar cosas que me preocupaban me ayudaba a
relajarme, era como quitarme un peso de encima.

Y después de eso, me puse a leer un libro, no era una aficionada de la lectura, pero
si tenía en cuenta que un buen libro podía hacerte soñar con los ojos abiertos.

Amé las enseñanzas de tal libro, no tenía idea del porque lo tenía, pero estaba lleno
de notitas, el título y la portada eran hermosas, en grande estaban escritas las
palabras “1000 noches sin estrellas”.

Algunas decían “Cliché” y otras “Algún día haré eso” a veces me daba algo de risa,
parecía lindo que tuviera las ideas de la persona que lo leyó.

Martín se fue después de un rato, Nate parecía más amable que de costumbre,
hasta agradecido hacia aquel chico, yo solo me despedí de él con un asentamiento
de cabeza y un intento de sonrisa.
Algo que cabe destacar es que no me gustan las personas, ni los niños que gritan, ni
los circos, ni las caricaturas.

Inhalé y exhalé al salir al patio, a pesar de que amaba mi habitación, no era tan
lindo como ver el jardín mientras el sol se ponía, todo se volvía amarillo con tonos
dorados únicos y hermosos.

Yellow. Creo que era perfecta para describir el escenario inefable que ante mí se
presentaba, no pude contenerme y comencé a tocar la canción, tenía el pequeño
fetiche de cerrar los ojos cuando realmente me gustaba la canción.

Por alguna razón sentí una rara sensación en el estómago, era como una
experiencia rara y hermosa, esa canción se sentía diferente está vez, no sabía
porque, pero lo hacía.

De pronto tocaron la puerta, a la falta de alguien que tuviera ganas de levantarse,


me ofrecí a hacerlo, encontrándome con la mirada gris de un chico rubio de cabello
despeinado.

Había experimentado muchas sensaciones en mis casi 18 años de vida, pero


ninguna se compara a el raro cosquilleo que sentí cuando su mirada se encontró
con la mía.

Tenía muchas cosas por decir, dudas que se formaban en mi cabeza que quería
resolver.

«¿Por qué parecía tan perfecto?»

«¿Por qué sentía que lo conocía?»

Pero de todo eso que pasaba por mi cabeza, solo logré formular una palabra, ni
siquiera yo entendía porque pronuncié tal cosa, pero lo hice.

—¿Parker?— solté en un balbuceo.

Capítulo 22;

Parker: (horas Antes).

Desperté en un hospital con cinco puntos en el estómago, dolía el hecho de


moverme o respirar.

Cuando de repente en mi celular encontré varios mensajes.

Martín:

Tus hermanos saben que estás en el hospital, hablé a emergencias a penas subí al
avión con Lou.

Blair:

¿Cómo estás, Parker?

Decidí contestar su mensaje con urgencia, el pececito era lo único que me


importaba en esos momentos.
Estoy bien, borren todo rastro de mi en la casa, si la pelirroja pregunta, yo nunca
existí.

«Bien» fue la única respuesta que recibí por parte de mi hermana, Blair no era muy
reservada, amaba hablar y solía ser muy insistente, es por eso que era la opción
perfecta para decirles a los demás lo que planeaba hacer.

Tal vez no volvería a ver a Louisa, eso ni siquiera yo lo tenía claro.

Después de estar revisando mi celular un rato, decidí pedir un alta voluntaria,


había estado en peores condiciones como para saber que no me iba a morir por una
herida en el estómago, tal vez no era lo más responsable, pero no tenía nada más
que un boleta de avión a Inglaterra, eso y un collar con un dije de avión.

Mi celular vibró dentro de mi bolsillo, había sido aceptado en una universidad en


Londres, tenía que presentarme en un mes para aceptar.

Estaba decidido, Italia no era seguro, Inglaterra tampoco lo era si quería a Louisa a
salvo y Londres era mi única opción si quería huir de todo lo que había hecho,
mucho de lo cual estaba arrepentido.

Iría a Inglaterra a hablar con mis hermanos y ha despedirme de la pelirroja para


después buscar la forma de viajar a Londres y mantenerme allí.

Al llegar al lugar en donde tenía mis cosas, hice las maletas y guarde algo del
dinero que tenía.

Subí al avión y dí el boleto que tenía en mi bolsillo, también llevaba algunas cosas
de Louisa, como su patineta y algunas partituras, al revisar mi habitación me dí
cuenta de que se había llevado el libro que había leído hace tiempo.

Probablemente no les dio tiempo a ella y a Martín de llevarse todo en tan poco
tiempo, así que el viaje era para verla con la excusa de que le estaba llevando sus
cosas, quería despedirme antes de marcharme.

Louisa andaba en mi mente las 24 horas, nunca en mi vida imaginé sentirme como
cuando estoy con ella, un viaje, un collar, una canción y una tormenta fueron
suficientes para enamorar de todo lo que era, sacudió mi mundo, le dio color y vida
a todo con la esencia de lo que era, con ella todo era amarillo, o mejor aún, un rayo
en un botella.

Dicen que la personalidad de una persona cambia cuando se enamora, no pude


comprobar esa hipótesis hasta que la conocí.

Sara no era la indicada, nunca sentí por ella lo que siento por el pececito, a ella la
amo tanto que la estoy dejando ir.

Así que mientras observaba las nubes por la ventana, dejé sonar la canción de
experience en mis audífonos, ella fue la experiencia más bonita que alguna vez
pude vivir.

Llegué después de algunas horas a Italia, pasé por esa calle, la calle en donde la
encontré por primera vez, toqué la puerta en la que ví de nuevo a mis hermanos.
Ella salió con la confusión brillando en sus ojos, con las ganas de hablarme
presente en su expresión.

—¿Parker?— preguntó ella en un balbuceo, a lo que tragué saliva con dificultad,

os, aferrándose a mi cuello y cerca de mi oído susurró: «Por favor no me dejes».

—Aquí estoy, pero ¿Cómo me recuerdas?— pregunté respondiendo su abrazo,


acariciando su rojo y largo cabello.

—No me quitaron mi libreta— dijo apretando más fuerte, como solía hacer casi
siempre que me abrazaba.

De pronto salieron Nate y Dylan mirando la escena algo confundidos.

—¿Qué decías, pequeño Parker?— preguntó Dylan en tono burlón y pícaro al verme
con Louisa.

—Eso no es tu problema— contesté.

—¿Para que viniste?— preguntó Nate en su seriedad de siempre, una que solo
Louisa lograba cambiar.

—Tengo que irme—hablé con voz firme.

—¿A dónde?— preguntó Nancy.

—Londres, fui aceptado en una universidad— respondí mirando a la pelirroja.

—Felicidades Parker, espero te vaya muy bien— dijo Blair sonriéndome.

—Tengo que irme, tengo un vuelo en unas horas— comuniqué saliendo de la casa,
después de despedirme de todos.

La pelirroja fue la única que me acompañó hasta la puerta.

—Yo… no quiero olvidarte— confesó ella con las mejillas y la nariz de un tono rojo.

Le dediqué una pequeña sonrisa y rebusqué el collar en mi bolsillo, el dije era de un


avión debido a nuestro viaje, por lo mucho que se asombró al ver el avión y porque
gracias a su insistencia pude enamorarme de todo lo que ella era.

Ella movió su pelo a un lado, a lo que me acerqué para ponerlo en su cuello.

—Ese fue de un doloroso recuerdo, este es de un bonito viaje— dije cerca de su oído
y su hombro, a lo que ella volvió a voltearse para rodear mi cuello, le dí un beso en
la cabeza y después me separé del abrazo, tomando ambas maletas para irme.

No quería voltear, prefería darle la espalda que verla llorar, pero era demasiado
débil si se trataba de ella, estaba algo lejos de la casa, ya me iba a ir, aunque no lo
hice sin antes ver por última vez a la pelirroja.

Sí, seguía enamorado de ella, si seguía teniendo problemas, y si quedaban muchas


cosas por decir, pero me fui llevándome cada una de ellas.

Historia terminada el: martes 17 de agosto del 2021.

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