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Historia iniciada el miércoles 18 de agosto del 2021

Autora: Daniela Olivera.

Capítulo 1

¿Nunca han sentido la extraña sensación de sentí que olvidas algo? Algo sumamente importante
del que no tienes ni la menor idea.

Bueno así me siento gran parte de mi vida, perdiendo objetos, olvidando caras, con la sensación
de no tener idea de nada presente siempre en mi vida.

Hoy, sobre todo, siento una rara sensación en el estómago desde lo que pasó en la mañana, se
supone que estaba saliendo de mi trabajo como todas las mañanas, pero no es la típica historia en
dónde tropiezas con alguien o algo por el estilo, tampoco empieza con mi despertador sonando,
eso sería inútil y nada necesario para llegar hasta la parte que quiero contar.

Estaba a punto de cruzar la calle, cuando pude observar a un chico rubio junto a una chica con el
cabello de tonos dorados, ambos sentados en una banca del parque, sé que no es de mi
incumbencia lo que hagan dos extraños en la calle, pero sentía un cosquilleo en el estómago que
se sentía ridículamente mal. Era uno de esos momentos en los que quería tener una memoria
completa.

La chica tenía una gran sonrisa, pero no era ni la mitad de grande que la del chico, su cara de
iluminaba con el simple hecho de mirarla, no era mi asunto, estaba consiente de ello, pero no
podía dejar de mirar.

—¿Pasa algo Louisa?— preguntó Martín tocando mi hombro.

—Amm, nada— dije sonriéndole.

El y yo nos volvimos amigos, no recuerdo muy bien como nos conocimos, pero se ganó mi
confianza y me ayudó a conseguir el trabajo que tengo, dejar Inglaterra fue difícil, pero el siempre
estuvo allí para apoyarme.

—Creo que deberíamos dejar de ir a esa cafetería, Scarlet siempre está allí para molestarme, o
mejor aún, cambiarnos de ciudad— dije él riendo ante lo último.

—¿París no es suficientemente grande para los dos?— ironicé rodando los ojos.

—Vayamos a Las Vegas. Solo necesito pizza y mi celular para sobrevivir— propuso él, mientras
alzaba movía las cejas.

—Creo que le gustas— comenté ignorando su “propuesta”.

—¿A quién?— preguntó el muy lento sin entender.

—A Scar— solté negando con la cabeza ante su falta de compresión.

—Vaya forma de hacérmelo saber— dijo negándose rotundamente a creerlo.


—Cállate y vamos— hablé sin entusiasmo, de las cien veces que le decía lo obvio, él lo negaba
como si estuviera loca, sería más fácil para él creer que la luna de queso que creer que le gustaba a
una chica.

Y así empezamos a correr, al pasar volví a ver a esa chica junto al chico rubio de ojos grises, de
nuevo la sensación se hizo presente.

—¿Ya hablaste con tu familia?— preguntó Martín a penas llegamos a mi casa.

—Hablé con Dylan y Nate la semana pasada— contesté volteando a verlos.

—Nate preguntó cómo estabas— dijo él con una sonrisa burlona, era lo mismo siempre.

—Sabes lo sobreprotector que es— recordé con diversión.

—Creo que ya me voy, Lou— avisó acercándose a la puerta.

—Claro, Scar estará encantada de verte— me burlé de él.

Y fue hasta que me senté en mi habitación sola, cuando recordé al chico rubio. Emociones fuertes
traen recuerdos, de alguna forma, había algo en su mirada que,,, fue demasiado extraño.

Una chica, un chico y unos columpios fueron suficiente para cambiar mi día, los doctores me
dijeron que estaba bien, no estaba empeorando, pero tampoco mejoraría.

Solo 1 de 1000 personas podrían nacer con esta enfermedad, yo era una de ellas, viviendo de
algunos recuerdos y mis instintos, separa a la familia de personas que podrían engañarme con
facilidad.

Sin embargo, después de un rato, me puse a buscar en mi habitación, ni siquiera yo sabía que
buscaba, pero de pronto me encontré con una pequeña cajita.

Adentro de ella, había un pequeño libro y un collar que no había usado en mucho tiempo, un dije
de avión y un libro lleno de pequeñas notitas.

Algo en mí se sintió raro al tocar el libro, es como si fuera la primera vez que tocaba algo y esa
cosa fuera algodón o una nube.

Las notitas eran algo graciosas en su mayoría, aunque también algunas reflexiones profundas, el
collar por su parte eran hermoso, la cadena era de plata y el dije de oro.

No tenía ni la menor idea de quien me había dado esto, pero quería encontrarlo, no sé cómo dos
objetos podrían traerme recuerdos de una vida, pequeñas imágenes borrosas de lugares
extraordinarios.

La única pista que tenía era que el libro tenía una P. en la primera página.

—1000 noches sin estrellas— leí en voz alta, dejando mi tacto suavemente en cada una de las
páginas.

Al final había un escrito, la letra era firme y con trazos precisos «Considéralo un regalo, Pececito».
Algo se removió en mi estómago al escuchar esas palabras, hace tiempo que no tenía esa
sensación de querer recordar algo.

Guarde el libro y me puse el collar, me quedé algo de tiempo viendo el dije, la figura del avión me
daba cierta paz o un tipo de felicidad.

Estaba decidido, tenía que buscar a la persona que me regaló esas cosas.

Capítulo 2

Parker:

—Psicólogo Archer, suena horrible— bufé sin entusiasmo.

—No es tan malo— dijo ella de forma amable.

—Al menos no eres el señor Archer— añadió tratando de animarme.

—No lo seré dentro de muchos años— contesté con una mirada seria.

—¿Tienes algo que hacer?— pregunté esperando una respuesta.

—No, mi vida social es igual que la tuya— respondió con una sonrisa.

—¿Quieres ir al parque?— la invité revolviendo mi cabello.

—¿A qué?— cuestionó frunciendo el ceño.

—No lo sabrás si no aceptas— fue lo único que dije.

Han pasado 4 años desde que hablé con la pelirroja por última vez, la ví en Italia cuando fui de
vacaciones, pero de eso han pasado 3 años.

Me gradué en psicología y llevo un año ayudando a las personas. El trabajo por el que me
aceptaron fue el de “Como se relacionan las personas con memoria a corto plazo” recibí múltiples
premios y reconocimiento por ese ensayo.

Nunca me gustó hablar de eso, me ofrecieron una entrevista y otras cosas que rechacé, de alguna
forma me dolía recordar a la pelirroja, sí, esa misma que me robó el corazón, me alejé de todo un
tiempo, y mis “habilidades sociales” no ayudaron mucho.

4 años y seguía recordándola, si ella estuviera aquí me hubiera dicho algo como “No deberías
desperdiciar tus oportunidades” con su vibra loca de vivir la vida y empaparse en una llovizna.

A veces me gustaba recordarla, escuchar electric love y reír, es deprimente, lo sé.

Me hacía sentir un poco mejor el que ella no me recordara, que podía seguir con su vida y ser
libre, sin recuerdos amargos ni sentimientos inútiles, Nate me mantenía al tanto de su vida
algunas veces, no como un acosador, sino como alguien que la quería y que esperaba que
estuviera bien.

—Para ser quien me invitó, no te veo moviéndote— dijo la rubia.


Megan era mi compañera en la clínica, éramos los más jóvenes allí, aunque el tener 23 años no
nos impidió ser buenos en nuestro trabajo,

Dejé Londres cuando terminé la universidad y me mudé a París, justo en frente de la torre Eiffel le
puse su collar al Pececito, una de las primeras veces que la veía sonreír.

Quiero creer que no se puede vivir en el pasado, por mucho que quiera, ahora tenía algo parecido
a una vida normal, así que era tiempo de devolver el favor y enseñarle a alguien más lo que ella
me enseñó. Meg era genial, no estaba enamorado de ella, pero si tenía una confianza increíble con
la rubia, así que decidí invitarla al parque.

Corrimos hasta llegar al parque, al hacerlo me senté en un columpio esperando a que ella llegara.

—Que lenta, Meg— me burlé de ella.

—Cállate— masculló ella tomando ambas cadenas del columpio.

—¿Qué hacemos aquí?— preguntó enarcando una ceja.

—Viviendo— contesté tomando aire.

De pronto me acerqué, estaba a una corta distancia de su cara, ella parecía confundida pero no
hizo nada para apartarse, estuve a punto de besarla cuando… me dí cuenta de que no era ella.

—Yo… lo lamento— dije pasando una mano detrás de mi cuello.

—¿Es por ella, no?— preguntó con voz suave.

—¿Quién?— cuestioné confundido.

—La chica de tu proyecto— aclaró con una leve sonrisa.

—Meg… yo— traté de hablar

—Vamos Parker, estudiamos psicología, acerca del comportamiento humano, las pocas veces que
hablas de ella dices maravillas— dijo ella con voz suave y una gran calma.

—Se llama Louisa— confesé viendo mis pies.

—¿Por qué no vas con ella?— preguntó mirándome.

—Ella se olvidó de mí, cuatro años es demasiado tiempo— dije tocando el dije del avión que yo
tenía en mi mano.

—¿Aceptó ayudarte en tus pruebas de psicología?— cuestionó con la curiosidad emanando en sus
ojos.

—Ella me pidió enseñarle italiano siendo italiana, me engañó con hacer el desayuno cuando no
sabía cocinar y me pidió ir a un concierto de una banda que no conocía y que resultó ser
Coldplay— dijo sacando el aire de mis pulmones con fuerza.

Ella sonrió tratando de contener una carcajada, yo enseñé una leve sonrisa, Louisa due la persona
más maravillosa que pudo aparecer en mi vida.
—Deberías sentirte importante, eres la primera persona a la que le cuento sobre ella— solté para
aligerar el silencio.

—Tu vida parece una historia de Nicolás Sparks— chistó ella mirándome con sus ojos cafés claros.

—Ella no era de escribir en diarios, créelo— contesté riendo.

—¿Y cómo recordaba?— preguntó ladeando la cabeza.

—Se ve que prestaste atención a mis exposiciones— recriminé entrecerrando los ojos.

—Contesta— replicó ansiosa.

—Recordaba mediante canciones— expliqué mirándola.

—¿Te dio una?— dijo haciendo bailar sus cejas.

—Experience— respondí.

—¿Por qué?— preguntó curiosa.

—Creo que es tarde— corté la conversación mirando la hora.

Estábamos llegando a la casa de Meg, cuando una voz me hizo detenerme.

—Parker— gritó Blair a mis espaldas, a su lado, había una pequeña niña de ojos verdes mirándome
curiosa, mi sobrina Melanie tenía 3 años.

—Tío Parker— exclamó lanzándose a mis brazos.

—¿Cómo estás, pequeña?— pregunté riendo al ver su sonrisita.

—¿Sabes dónde está la tía, Lou?— preguntó en sus medias palabras debido a su edad, al escuchar
ese nombre miré fijamente a Blair esperando una respuesta.

Ella solo me pidió a la niña y me dirigió una sonrisa nerviosa.

—Nate, manda saludos— dijo Blair sonriendo de nuevo.

—Hasta Mel sabe que no es cierto— contesté con una mirada seria.

—¿Dónde está tu tía Lou?— pregunté apoyándome en una rodilla para quedar a la misma altura
que la pequeña castaña.

—Esta…

—Debieras dejarla ir, ella está feliz con su vida— dijo Blair poniendo una mano en mi hombro.

—No puedo, ya terminó todo, me alejé de Londres… quiero verla— dije clavando mi mirada en
Blair que me miraba con lastima.

—Han pasado cuatro años, Parker, esto no es fácil, nunca lo fue— confesó ella.

Ella solo se acercó a mí rodeándome con sus brazos.

—En unos días se cumplen…


—Veinte años de la muerte del hombre al que no le importó golpear a su hijo de tres años—
completé observando como ella suspiraba cansancio.

—Solo ven, será más fácil si vamos todos— pidió en un intento de sonrisa.

—¿Cómo está Dylan?— pregunté expulsando el aire frío de mis pulmones.

—Pues se desaparece algunos días, es más difícil para él— dijo ella mirando al suelo.

—Estaré allí—dije con una sonrisa de lado.

—Adiós, pequeña. Pórtate bien para que no termines como tu tío Dylan— dije logrando que riera.

—No le enseñes esas cosas a mi hija— replicó golpeando mi brazo, a lo que yo reí.

—Aww, esa niña te adora— dijo Meg fastidiando.

—Si, es mi sobrina. Creo que es más inteligente que mis dos hermanos juntos— señalé recordando
a esos dos.

—Que tierno— dijo con voz aguda.

—Entra a tu casa y déjame en paz. Recuérdame nunca volver a ser amable y dejarte en tu casa—
dije dándome la vuelta, mientras ella seguía haciendo esos molestos ruiditos.

Y así me fui a mi casa después de dejar a la rubia loca y me senté a leer y a ver cualquier tontería
que pasaba en la tele.

Capítulo 3

Louisa:

—Maestra, ¿Cómo se toca esta nota?— preguntó Lis apuntando sus partituras, yo le dediqué una
pequeña sonrisa para después mostrarle la forma correcta en mi violín.

—ohh, gracias— dijo con una sonrisita.

Soy maestra de violín, Martín me ayudó a conseguir este trabajo después de años sin saber que
hacer, la verdad nunca creí tener un gran futuro, pero amo enseñar a los niños.

Mi nombre es Louisa Salvatore y tengo la fuerte convicción de que las canciones pueden describir
personas, que simples melodías son capaces de recordarnos a alguien que amamos.

Eso le enseño a mis estudiantes, les pido que elijan una pieza y que le pongan el nombre de
alguien que quieran, que vean más allá de los ojos.

—Bien ¿Hay alguna duda?— pregunté pasando por cada lugar, cada uno tenía un estilo diferente
de tocar, un ritmo de aprendizaje distinto y un nivel de compresión variable, es por eso que quería
que todos entendieran y pudieran estar lo más iguales posible.

De pronto, ví acercarse a cierto castaño.

—Hola, Lulu— dijo sonriendo de forma burlona al saber cuánto odiaba ese apodo.
—Hola, Martillo— saludé siguiéndole el juego.

—¿Aceptaste?— preguntó mirándome esperando ansioso un «Si».

—No, les dije que lo pensaré— aclaré acercándome a los niños.

—Solo alguien como tú rechaza una oportunidad como esa— recriminó en una mirada aburrida.

—No rechacé nada ¿No tienes a nadie más para molestar?— pregunté haciendo un gesto con la
mano para que se alejara.

—Solo tu me soportas— dije haciendo el gesto de un perrito abandonado o más bien el de él gato
con botas.

—Eso podría cambiar si no dejas de preguntarme—sentencié.

—¿Qué rayos hay que pensar? Te están ofreciendo una oportunidad de tocar en un importante
orquesta por una noche— repitió el por enésima ocasión.

—Te recuerdo que estoy trabajando— dije señalando al montón de niños frente a nosotros.

—Ando re preguntón— contestó rodando los ojos y minutos después quejándose por su brazo.

—Sigue así y será un golpe y no un pellizco— gruñí alejándome hasta mi escritorio.

—Eres una amargada— de quejó sobando su brazo.

—No te pedí aguantarme— me encogí de hombros fingiendo una cara triste.

—Búscate un novio para que dejes de ser una gruñona todo el tiempo— sugirió alzando y bajando
las cejas.

—No necesito un novio y porque no vas con Scarlet y dejas de fastidiar un rato— dije dándole un
leve empujón.

—Me ofendiste Shrek— dijo volteándose e imitando la voz de Burro, a lo que yo reí negando con
la cabeza.

Esa orquesta era muy importante, no quería hacerlo mal, me daba miedo fallar y arruinar todo,
Martín no sabía la razón exacta por la que siempre rechazaba esa clase de oportunidades, así que
lidiaba yo sola con la verdad. Además quería saber acerca de la persona que me regaló el collar y
el libro, traté de preguntar, pero todos parecían mentirme, era horrible sentir como todos
ocultaban una verdad que podía cambiarte, fuera como fuera, una verdad era mil veces mejor que
una mentira, incluso si dolía.

Después de un rato terminé de darles clases a los niños y me fui a mi casa, mirando aquellos
columpios vacíos.

Capítulo 4

Parker:

Llegué a Italia para ir al funeral, allí me esperaban Blair, Nancy y Nate.


—Nos reunimos hoy para recordar a Ángel Archer, padre y esposo— dijo Blair iniciando con su
discurso.

—Papá fue un monstruo— interrumpió Nate.

—Él nos quería— replicó Blair.

—Lo dice la favorita, la chica que nunca recibió una golpiza por parte de ese inhumano— dijo
Dylan apretando los labios.

—Sigue siendo nuestro padre— habló Nancy tratando de aligerar el ambiente.

—Nunca fue mi padre— dijo Dylan a punto de irse, él fue el que más sufrió de todos nosotros.

Y bueno, después de todo el drama llegó la noche y todos nos quedamos en el patio. Invité a
Megan, pero llegó después del drama del funeral, así que solo se quedó a la “cena”.

Estaba hablando con ella acerca de nuestro trabajo cuando Melanie se acercó a mí corriendo y me
abrazó fuertemente como solía hacerlo Louisa.

Estaba hablando con Meg cuando Melanie vino corriendo hacia mí y me abrazó fuertemente como
solía hacerlo Louisa.

—Mi tío está apartado— dijo en tono chillón hacia Meg.

Ella se inclinó para quedar a la altura de la menor.

—Él quiere a mi tía Lou— dijo ella apretándome con más fuerza, igual a su tía Lou, mientras que
Meg abría los ojos sorprendida.

—¿Su tía Lou?— preguntó mirándome entre la sorpresa y la extrañeza.

—Mis hermanos cuidaron a Louisa cuando era pequeña, pero es de mi familia— aseguré negando
con la cabeza a todas las cosas que pensó, porque a juzgar por su expresión había pensado cosas
que estaban muy lejos de la realidad.

—Entonces ¿Tu tío Parker quiere a tu tía?— preguntó Meg hacia la pequeña.

—Él tiene el mismo dije que ella— dijo tomando el pequeño avioncito que tenía en la muñeca, abrí
los ojos sorprendido al ver que se había dado cuenta.

Megan solo reía al ver mi expresión, mientras Melanie veía la luna todavía en mis brazos.

—¿Cómo sabes eso, pequeña?— pregunté tratando de mantener la calma, aunque conocía al
responsable.

—Me lo dijo el tío Dylan— contestó la pequeña, así que me dirigí todavía cargándola a hablar con
el tonto.

—¿Qué le dijiste a la niña?— pregunté enojado.

—¿Yo?— cuestionó haciéndose el inocente.


—Si tú ¿Qué rayos le dijiste a una niña de tres años?— vociferé molesto.

—La verdad, que te mueres por su tía Louisa-Lou-la niña que cuidé desde que era pequeña-barra-
el amor de tu vida—admitiendo encogiéndose de hombros en un tono burlón.

Está acercándome a él cuando Nancy tocó mi brazo.

—Parker, es nuestro hermano. No lo lastimes— dijo en un tono bajo, a lo que solté todo el aire de
mis pulmones y le puse una mala cara a Dylan.

—Bien— mascullé alejándome.

Y así terminó nuestra “fantástica velada” cenamos una pizza y pude observar más de cerca todas
las cosas que Louisa tenía en el patio, su infancia y como todo allí me recordaba a ella y al día que
la conocí.

Capítulo 5

Parker:

—Si sigues haciendo ese ruido molesto, no volverás a hacer ningún ruido— me quejé tirándole un
cojín a Dylan.

—Si te lo recuerdo es mi habitación— dijo con voz cansada.

—Pues en la de visitas está Megan— expliqué molesto.

—Esta la de Louisa— dijo lanzándome una mirada pícara.

—Deja de molestar— farfullé cerca de llegar a mi límite.

—Voy a hablar en serio por una vez en mi vida y quiero que seas sincero— advirtió sentándose.

—¿La querías?— preguntó observándome de manera fría.

—La amo— contesté viendo al techo.

—¿Estás enamorado de ella?— cuestionó está vez de forma sincera, sin esos tontos chistes que
solía hacer siempre.

—Nunca dejé de estarlo, es por eso que me quedaré solo y seré de esos tipos que se alegran con
las rebajas del supermercado que resulta que caducaron tres años atrás— dije resoplando ante
eso último.

—¿Cómo pasó?— preguntó jugando con su almohada, lanzándola y atrapándola.

—¡No lo sé!— exclamé revolviendo mi cabello —Esas cosas solo pasan— añadí en un soplido.

—Bien, tendrás que pedirme su mano— dijo volviendo a sus chistes ridículos.

—¿Te parece si canto rude?— chisté provocando que riera fuertemente.

—Primero te tiene que aceptar Lou— recordó riendo.


—Tienes razón, la primera vez que me vió me abofeteó— dije sonriendo.

—Eso no lo sabía— dijo, de nuevo a carcajadas.

—Fue cuando llegué, aunque tengo algo de culpa, la traté pésimo—admití mirando al techo de
nuevo.

—Y aún así te quiso como a nadie a pesar de que fueras un tonto— reveló tapándose la boca luego
y riendo por lo último que pronunció.

—¿Qué?— pregunté mirándolo exaltado.

—Promete que no irás a verla— sentenció mirándome.

—Lo prometo— contesté en un gesto serio.

—Decía tu nombre hasta dormida, fue difícil hacer que te olvide— dijo algo incómodo, ambos
sabíamos que no tenía que abrir la boca y aún así lo hizo.

—¿Crees que algún día pueda volver a verla?— pregunté nervioso.

—Yo nunca estuve de acuerdo en que te alejarás— dijo con una sonrisa de lado.

—No eres tan tonto como creí— dije riendo, mientras el hacía lo mismo.

—Lo mismo digo hermanito— contestó para luego sentarse.

—Iré a buscar a Meg— avisé saliendo del cuarto.

—¿A ella también le tienes un apodo?— preguntó alzando ambas cejas con una mirada divertida.

—Solo a ella le puse uno— dije yéndome, recordando cómo me preguntó porque le decía Pececito
o la lista de apodos.

—Creo que ya deberías hablar a tu amiga— sugirió dándome una palmada en la espalda.

Salí del cuarto y toqué a la puerta de Meg que tenía el cabello revuelto debido a que estaba
despertando.

—Hay que desayunar— dije apuntando con mi pulgar a la cocina.

—Tan amable como siempre— ironizó dando un bostezo.

—Ser amable es lo mío— dije rodando los ojos y haciendo un gesto para que me siguiera.

En el comedor nos esperaba Blair con pan tostado y mermelada.

—Viva los productos procesados— dijo Melanie alzando los brazos, me sentía orgulloso, yo se lo
enseñé.

—Alguien pasa demasiado tiempo con Parker— dijo Nate mirándome con los ojos entrecerrados.

—Si pasara tiempo contigo, no sería tan inteligente— contraataqué mirándolo de la misma forma.

—¿No pueden sentarse sin pelear?— preguntó Nancy algo incómoda.


—¿Cuál de los dos es el adulto?— preguntó Blair.

—Se supone que los dos— dijo Dylan mirándonos con diversión —pero parece que no lo es
ninguno— completó riendo.

—No eres la persona más apropiada para decirlo— hablé mirándolo del mismo modo que a Nate.

—Solo estas de mal humos porque no está “Pececito”, ¿Cierto?— preguntó Nate en tono burlón.

—Con ella no te metas, sé que la quieres demasiado como para estarme fastidiando con eso—
farfullé cerca de su rostro, pues me había inclinado un poco de la silla.

—¿No crees que ya has interferido bastante en su vida?— masculló él.

—Sabes, no tengo tiempo para seguir con esto, el papel de hermano celoso no te queda, ella no
era una niña— dije tratando de calmar las ganas de estampar un golpe me su cara, lo único que lo
impedía era que estaba mi sobrina allí.

—¿Cuándo viene la tía Lou?— preguntó ella ladeando la cabeza.

—Muy pronto, pequeña— dijo tocando su manita.

—Amm, bueno, me dio gusto conocerlos a todos— dijo Meg después de un rato, tal vez no debí
invitarla después de todo.

—¿Tienes hermanos, Meg?— preguntó Nancy tratando de aligerar la tensión.

—No, soy hija única— dijo de forma simpática.

—Que afortunada— agregó Dylan rodando los ojos.

—Gracias, Dylan. También te queremos— contestó Blair riendo y entrecerrando los ojos.

—Yo quiero un hermanito— habló la pequeña castaña logrando que su madre se atragantara.

—Oh créeme que estás bien así— le dijo Dylan preparándole una tostada a Melanie.

—Bueno, saben que año pasar tiempo con ustedes —nótese el sarcasmo— pero tengo un vuelo en
unas horas— dije dándole otra mordida a mi pan tostado.

Después del desayuno me despedí de mis hermanos y de Mel. Meg y yo tomamos un vuelo para
volver a París.

Mientras estaba en el avión —junto a la ventana, claro— me puse a recordar esos momentos con
ella, mientras involuntariamente jugaba con el dije de mi mano.

Esa pelirroja me dejó mal, siempre creí que los sentimientos eran una perdida de tiempo, eso lo
dejé muy claro en las tres reglas, las cuales, ella rompió. Pero aún así, después de muchos años…
seguía siendo mi rayo en una botella.

Costara lo que costara la iba a encontrar, quería hacerlo.


Capítulo 6:

Louisa:

—¿Quieres dejar de aparecerte en mi trabajo?— pregunté mirando al chico de ojos almendrados


parado junto a mí.

—Ya no hay ningún niño, así que, técnicamente no estás trabajando— contestó con una mirada de
triunfo.

—¿Qué quieres?— pregunté rondando los ojos.

—¿Asi tratas a tu mejor amigo?— dijo llevándose una mano al pecho “ofendido”, a lo que le
contesté con un frío «Si» que le dio más peso a su drama.

—¿Qué pasa, Lou?— preguntó al ver mi falta de humor.

—Todavía no he contestado a la orquesta— confesé volteando hacia mí escritorio.

00—Te conozco demasiado bien para saber que no es lo único que te molesta— dijo
observándome de cerca.

—Me llamó Blair, vendrán aquí en unos días por unos papeles de Melanie— dije sonriendo al
recordar a la pequeña.

—Esa niña me detesta— confesó haciéndome reír.

—Creo que lo dejó muy claro la vez pasada— admití riendo aún más, mientras él me veía común
gesto serio.

—Los niños me odian— bufó cruzándose de brazos.

—Mis estudiantes también te lo han dejado claro— recordé riéndome más de él.

—Y dices ser mi mejor amiga— resopló frunciendo el entrecejo.

—Los mejores amigos se pueden burlar del otro— dije en encogiéndome de hombros.

—Pero cuando yo lo hago me pegas o me haces pagarte un helado— se quejó amargamente, se


veía adorable.

—Por que tú me quieres— dije extendiendo mis brazos con una sonrisa inocente.

—Podría dejar de hacerlo— dijo entrecerrando los ojos.

—Pues que te aguante Scarlet— dije cruzando mis brazos.

—No es cierto, Lou— contestó apretándome con sus brazos.

—No, ahora aléjate— chillé empujándolo de forma no tan brusca, en realidad no pude evitar reír
al ver su expresión de bebé al que le habían quitado un dulce, a lo que después de ofrecerme otro
de sus dramas también comenzó a reír.

(…)
El aire frío se podía sentir desde lejos, la luna está en su máximo punto de un precioso color
blanco, la neblina hacía ver la noche de una forma espectacular.

Había ido al parque con Blair para encontrarnos, Melanie tenía unos papeles que Blair necesitaba y
por eso se quedarían allí en unos días.

—Tía Lou— dijo Melanie lanzándose a mis brazos, había puesto miles de fotos para no olvidarla.

—Hola, corazón— saludé moviéndola de un lado a otro mientras reía. A su lado estaba Blair
sonriéndome para luego abrazarme.

—Lou— dijo en un tono tierno —¿Cómo te va en tu nuevo trabajo?— preguntó apretujándome


con fuerza.

—Estoy bien, los niños son muy educados— contesté con una sonrisa.

—¿Tía Lou, dónde está el tío Parker?— preguntó Mel jalando de mi blusa.

—¿Quién, pequeña?— pregunté con una mirada de confusión cargándola en mis brazos.

—Mel ¿Por qué no vas a jugar?— dijo Blair sonriéndome y tomando a la niña.

—¿Pero dónde está el tío Parker?— repitió con curiosidad.

—El está en….— trató de completar Blair sin saber que decir, mientras la pequeña la veía con la
cabeza ladeada con gran curiosidad.

—Mami, el tío Parker tiene el mismo dije que la tía Lou— explicó ella jugueteando con el dije de
avión de mi cuello.

—¿Quién es Parker, Blair?— pregunté con la voz algo confusa.

—Ammm— balbuceo ella nerviosa, tratando de encontrar alguna excusa o eso parecía a juzgar por
su expresión.

—¿Blair?— preguntó un chico acercándose a ella, debido a que la luz del parque era tenue me era
un poco difícil ver su rostro.

De pronto se acercó un poco más y pude ver a un chico rubio despeinado de ojos grises.

—¡Parker!— exclamó ella entre el susto y el asombro.

—¿Louisa?— preguntó él mirándome fijamente.

—¿Te conozco?— cuestioné mirándolo, había algo me su expresión o la falta de esta que se ma
hacía familiar.

—Más de lo que crees— admitió jugando con su cabello rubio.

—Pruébalo— contesté ladeando la cabeza.

—Esperas conocer a alguien que te aceleré tanto el corazón como la canción experience, no sabes
cocinar y siempre quisiste tener un amor como el de las películas que te quisiera y apreciara a
pesar de que te olvidaras de él, eres más inteligente de lo que aparentas pero lo niegas porque
quieres la presión que eso implica, y amas a las personas por la esencia de lo que son, dispuesta a
conocerlas nuevamente cada día— dijo él rubio con la plena convicción de que lo que decía era
cierto.

—¿Tú… tú me regalaste un libro, cierto?— pregunté tratando de sonar lo más calmada posible.

El asintió con la cabeza y se puso a mirar mi cuello, específicamente mi collar, a lo que tomé el
pequeño dije y también lo observé, mientras Blair observaba todo en silencio un poco apartada de
nosotros.

En un momento en el que él alzó su brazo pude observar que en su mano se encontraba el mismo
dije de un avioncito.

—¿Por qué siento que te conozco?— pregunté en algo parecido a un balbuceo, mi plan de estar
calmada se había acabado desde que observé el avioncito en su mano.

—Por que lo haces, bueno, lo hiciste—contestó con su sería expresión.

—¿Có… Cómo?— traté de formular.

—Sé que hay muchas preguntas, pero pronto habrá tiempo para responderlas todas—
interrumpió Blair tomando de mi brazo.

—Tío Parker— dijo Melanie a penas volvió de los juegos, yéndose directamente a sus brazos.

—¿Cómo te has portado?— preguntó él cerca del oído de la pequeña, como si de algo ultra
confidencial se tratara.

—Bien, el tío Dylan me invitó a comer helado antes de venir— dijo ella en un susurro.

—¿Y qué hizo tu tío Nate?— preguntó mirando a la pequeña y quitando los mechones de su cara.

—Me dijo que te dijera que eres tonto— dijo ella con una seriedad digna de una foto.

—Cuando lo veas dile que él lo es y que yo soy tu tío favorito— dijo con una sonrisa arrogante en
su rostro.

—Mi tía favorita es la tía Lou— dijo señalándome y pidiendo al rubio que la dejara en mis brazos.

—Mi tío Parker te quiere— murmuró ella cerca de mi oído una vez que la tenía en brazos.

Mis mejillas se pusieron rojas al ver cómo el chico sonreía, lo había encontrado y sinceramente no
sabía que hacer, quedaban muchas preguntas y por parte de él muchas respuestas que estaba
ansiosa de escuchar.

Capítulo 7

Parker:

Allí estaba ella, de algún modo siempre terminaba yendo al parque, escuché la voz de Blair y decidí
acercarme, pero ni en un millón de años me imaginé encontrarla frente a mí.
Sus grandes ojos azules me veían con una curiosidad a la que me había acostumbrado en nuestro
tiempo juntos, había en su rostro un toque de familiaridad que me era extraña y de nuevo, cuando
creyó que no la miraba, hizo el gesto de cerrar los ojos y arrugar la nariz tratando de recordar algo.

Desde el momento en el que le dije que la conocía parecía extrañada y al mencionar experience
sus ojos brillaron.

—¿Puedo preguntarte que éramos tú y yo?— dijo en un tono bajo.

—Pues me abofeteaste y también me engañaste y me enamoré de ti— confesé moviendo mi


cabello.

Melanie y Blair se habían ido, así que ahora solo quedábamos yo y ella en ese rincón del parque, la
chica de la que estaba enamorado y yo, que por mucho que lastimara, no era más que un
desconocido para ella.

—¿Por qué?— cuestión ella abrazándose por la brisa que había.

—¿Qué?— pregunté confundido.

—¿Por qué vienes hasta ahora después de…

—Cuatro años— completé tragando saliva de golpe.

—¿Por qué me diste el libro?— preguntó de nuevo sin esperar tener respuesta a la anterior
pregunta, no esperaba menos de ella que ser agobiado por sus preguntas.

—Te lo dí porque te gustó, quería darte algo especial— contesté dándole una sonrisa algo
nerviosa, no tenía ni la más ridícula idea de como tenía que reaccionar ante está situación.

—¿Qué significa el dije del collar?— preguntó ella acercándose un poco más.

—Prometo explicarte todo mañana— contesté sin ideas de como contestar cada pregunta,
sabiendo lo difícil que era explicar cuanto llegó a importarme en tan poco tiempo.

—¿Vives aquí en París?— pregunté confundido.

—Amm si, desde algunos meses— contestó sonriendo, algo me decía que le daba gracia mi
nerviosismo, de todas las veces que imaginé encontrarla no pensé que fuera de esta manera, en
un parque como en el que alguna vez dejamos que la lluvia fuera testigo de nuestra locura, de
como la vida parecía distinta en esos momentos.

—También vivo aquí, desde hace un año— dije tallando detrás de mi cuello.

—París es hermoso— confesó observando la luna y sonriendo.

A pesar de los años no había cambiado nada, seguía disfrutando de lo que muchos creían normal,
igual que la primera vez cuando me pidió ir a la torre Eiffel a pesar de las horas de viaje en el
avión.

—¿Siempre juegas con tu cabello?— preguntó aguantando una risa, sí, no había cambiado.
—Suelo hacerlo con personas molestas— dije sonriendo esperando una reacción de su parte, cosa
que no llegó.

—¿Entonces por qué estás tan nervioso?—soltó la pelirroja de repente, a pesar de que no podía
verla muy bien sabía que sus ojos azules me observaban en busca de una respuesta.

—¿Por qué guardaste el libro?— pregunté evitando su pregunta.

—Eso es trampa— alegó ella riendo.

—¿Entonces no vas a contestar, Louisa?— dije provocándola.

—Nunca me gustó leer, pero ese libro me hacía sentir cerca de… tí— confesó ruborizándose al
instante.

—Empecé leyendo libros y terminé sabiendo leer a las personas, el mundo que hay en sus cabezas,
la forma en la que interactúan, sus emociones, me volví psicólogo por eso— expliqué logrando
sacar el brillo en sus ojos.

—¿Qué ves en mí?— preguntó ladeando la cabeza.

—Amas Electric love, le tienes miedo a las tormentas y siempre ves algo bueno a las personas,
amas las cosas simples más que lo elegante y eres segura de ti misma a pesar de todo lo que has
pasado— dije con una sonrisa.

—¿Todo eso de una conversación?— cuestionó divertida.

—Todo eso de nuestro tiempo juntos— puntualicé mirándola.

El viento movía de manera suave su cabello y había un brillo y profundidad en sus ojos que la
hacían ver más hermosa que nunca.

—Todo este tiempo, leyendo el libro, me he sentido muy sola— confesó haciéndome sentir
horrible, Louisa tenía miles de personas que la amaban, pero a veces las personas estaban
demasiado ocupadas para ver eso, había momentos en el que el número de personas que
tuviéramos a nuestro alrededor no justificaba lo solos que podemos llegar a sentirnos, lo sola que
ella se sentía y lo mucho que me dolía saberlo.

—¿Quieres saber que pienso de ti?— pregunté tomando su mano.

—Estoy casi segura de que lo dirás aún si me niego— contestó encogiendo los hombros y
conteniendo una risita.

—Que eres más fuerte que eso, que tu conducta es la de una persona que no tienen miedo de
decir lo que piensa y que a pesar de que sabes lo de tus padres, eso no te impidió demostrar
cariño a las personas que amas y que la forma en la que recuerdas a las personas es espectacular y
que si tuviera que describirte con una sería experience porque le das un hermoso color amarillo a
mi mundo.

—¿Puedo abrazarte?— preguntó cómo lo había hecho una vez en el pasado, aunque hubo una
gran diferencia, esta vez no esperé a que ella lo hiciera.
La tomé del brazo hasta acercarla a mí, su cabeza se quedó en mi pecho y poco a poco sentí como
me rodeaba con sus brazos.

—Prometo que esta vez no te dejaré ir— susurré cerca de su oído.

Después de un rato ambos nos sentamos a mirar la luna, no hacía falta hablar el sonido del aire
moviendo los árboles era suficiente, ella sonreía observando todo a su alrededor.

—¿Qué es lo que más te gusta de París, Pececito?— pregunté logrando captar su atención y que
volteara.

—Todo, es precioso— confesó con una sonrisa más grande y brillante que la misma luna.

—No es de mis lugares favoritos, pero empieza a serlo— dije provocando de nuevo el color rojo en
sus mejillas.

Y en ese momento me di cuenta de que ya no podía volver a alejarme de ella.

Capítulo 8

Louisa:

—Bien, ahora vas a escribir lo primero que se te venga a la cabeza y vas a tirar el papel al aire—
explicó entregándome una hoja de papel y un bolígrafo.

—¿Cuál es el sentido?— pregunté confundida mirando al rubio a mi lado.

—Desahogarse— contestó encogiéndose de hombros.

—¿Por qué?— cuestioné ladeando la cabeza.

—No lo sé, a veces despierto agobiado por preguntas de pelirrojas con pecas muy molestas— dijo
con su expresión seria que me hizo entender perfectamente el nivel de sarcasmo que utilizaba
frecuentemente.

—¿Eso quiere decir que conoces más pelirrojas?— volví a preguntar para molestarlo.

—Eres la única zanahoria en mi vida— respondió esta vez con una sonrisa.

No volví a preguntar o a añadir nada y me dediqué a llenar aquella página con mis ideas.

—Bien, ya puedes tirar la hoja— dijo a penas alejé la hoja un poco.

—¿No quieres saber lo que escribí?— pregunté extrañada.

Vaya psicólogo, aunque no me podía quejar porque era gratis.

—Te conozco demasiado bien para saber lo que escribiste— admitió con un gesto que lo decía
todo, se sentía extrañamente bien que me conociera tanto.

—Entonces ¿Qué escribí?— alegué ansiosa de una respuesta.


—Familia y amigos, sentirte ajena a lo que te rodea a pesar de entender que hay muchas personas
que te quieren— respondió sin dudar ni un momento que lo que decía era verdad.

—¿Tanto me conoces?— cuestioné algo consternada, aunque la pregunta era más para mí que
para él.

—Eso, y me lo dijiste ayer— dijo aguantando las ganas de reír a juzgar por su expresión.

—Eso es trampa— chillé apuntándolo con mi dedo índice.

—La vida no es justa, Pececito— dijo soltando una pequeña risa, mientras yo entrecerraba los
ojos.

—Bien, ahora la parte que más me gusta— dijo mirando el papel de la mesa.

—¿Qué sigue psicólogo de kínder?— pregunté irritándolo.

—Lánzalo— ordenó cruzándose de brazos.

—¿Qué?—formulé confusa.

—Lánzalo— repitió él mirándome divertido.

—¿Uno?— volví a preguntar algo confundida por sus repentinos cambios de humor, no había ido a
un psicólogo pero este no me parecía un método muy convencional.

—Puedes lanzar todos si quieres— dijo riendo, disfrutando de mi confusión.

Lo hice, tomé todos los papeles de la mesa y los lancé al techo, cuando cayeron pude ver su
expresión divertida al ver cómo sonreía por el sine hecho de tirar papeles, estaba casi segura de
que estaba loca, y probablemente lo estaba, pero creo que él conocía demasiado como para no
saberlo.

Estaba girando y volviendo a tirar la hojas repetidas veces hasta que Dylan hizo aparición en el
cuarto.

—Contexto, please— dijo alzando ambas cejas al oír la rosa del rubio y al ver cómo los papeles
volaban por toda la habitación.

—Dylan, Ammm nosotros…

—Son el uno para el otro, comienzo a preguntarme si tú le contagiaste la locura o ella a ti, pero al
parecer fue mutuo— habló hacía ambos riendo y moviendo su dedo pasándolo de mi lado hacia él
de el rubio.

—Tampoco eres un adulto responsable— atacó el rubio con su expresión seria de nuevo.

—Pues la mayoría en esta casa tiene 5 años mentales— dijo con mofa alejándose de nosotros.

—Me tengo que ir— informé hacía el rubio que sonreía.

—Bien— dijo levantando algunos papeles.

—¿Quieres venir?— pregunté algo nerviosa.


—Porque no— dijo encogiéndose de hombros.

—¿No vas a preguntar a dónde?— cuestioné extrañada Al ver qué acepto tan rápido.

—No eres de ir a fiestas, estoy casi seguro de que irás a tomar helado con tus amigos— contestó
riendo al ver mi expresión de sorpresa.

—Estuviste cerca, iremos a un karaoke— corregí riendo y dándole la espalda.

—¿Vas a cantar, Pececito?— preguntó enarcando una ceja con una mirada divertida.

—Si— contesté sonriendo.

—Déjame adivinar— dijo con una sonrisa arrogante.

—Odio ser predecible— chillé al ver si expresión de “Sé exactamente lo que vas a cantar y hasta
que vas a cenar mañana”.

—Ophelia o Electric love— dijo después de meditarlo.

—No soy muy fan de Lumineers— admití sonriendo.

—Eso no me lo esperaba— dijo llevándose una mano al pecho y aumentar su dramatismo.

—Bien, sorpréndeme— contestó esperando que le dijera la canción.

—Lo sabrás cuando lleguemos— respondí sacándole la lengua.

El lugar era lindo, tenía un ambiente familiar que me recordaba a Italia, las cafeterías de París de
por sí eran espectaculares, pero el hecho de que fuera karaoke, sin duda le sumaba puntos.

Al llegar ví a Martín y a Lina en la entrada, Lina era una de las compañeras de Martín en la
cafetería y siempre fue muy amable.

—Hola— dijo saludándonos a ambos.

—Lina el es Parker— los presenté señalando al rubio.

—Parker ella son Lina y…

—Ya nos conocemos— interrumpió Martín haciendo un intento de sonrisa al castaño.

El silencio parecía algo incómodo por lo que decidí hablar para liberar la tensión.

—Bueno, vamos al karaoke— dije tomando del brazo a Parker.

El Lugar era grande y amueblado, la paredes eran de un color rosa pastel que lo hacía ver cómodo
y elegante, no como los típicos karaokes que te mareaban con miles de lucecitas.

—Hold me close and hold me fast, this magic spell you cast, this is la vie en rose— comenzó a
cantar Lina, su voz era linda y suave que ya me daba algo de inseguridad mostrar mi voz.

Después Lina terminó y escuchar a Martín cantar Riptide llegó mi turno de cantar.
Me levanté de mi silla y pude notar la mirada de él rubio que me sonreía expectante, esperando a
que dijera el nombre de la canción que cantaría.

—All i want de Olivia Rodrígo— dije tomando el micrófono entre mis manos, empecé a cantar más
animada que nunca.

—And I say that I’m through but this song’s still for you.

All I want is love that lasts, is all I want too much to ask?

Is it something wrong with me?

All I want is a good guy, are my expectations far too high?

En cuanto terminó la canción todos me vieron sorprendidos, por lo que no tardé en darme cuenta
de que mis mejillas adoptaban un color rojo cuando el rubio de ojos grises se levantó a aplaudir y
que los demás le siguieron.

A penas bajé del escenario me dirigí corriendo a sus brazos, después de un rato el desapareció de
la mesa, ya había aceptado que no lograría que él cantara después de tratar de convencerlo por un
gran rato.

De pronto se escuchó detrás de mí una voz suave que me hizo voltear al instante.

—So, then I took my turn, what a thing to’ve done, and it was all yellow

Your skin, oh yeah, your skin and bones

Turn in to something beautiful, do you know

You know I love you so, you know I love you so.

Negué con la cabeza al ver que me sonreía.

Tal vez me había enamorado de él en el pasado, pero tal vez, solo tal vez, es posible enamorarse
de nuevo de la misma persona.

Capítulo 9

Parker:

Fui arrastrado por la pelirroja a la cafetería en la que trabajaba Martín. La cafetería era grande y
estaba situada en un lugar perfecto para turistas, si te sentabas en las mesas de afuera podías
tener una vista espectacular de la torre Eiffel.

—Holaaa— dijo una castaña chillona que se acercó a mí y al Pececito.

—Hola Scar— saludó ella de forma amable.

La castaña chilló al verla logrando que por poco me sangraran los oídos, después de las
presentaciones la tal Scarlet se sentó con nosotros, aunque sus ruidos molestos eran un gran dolor
de cabeza y aunque era un psicólogo no consideraba que la paciencia fuera una de mis virtudes.
Cuando el castaño —también fastidioso— se acercó a nosotros, Louisa se fue corriendo a
abrazarlo a lo que yo simplemente rodé los ojos mientras fingía escuchar a Scarlet.

La conversación se trató de la pelirroja hablando de cualquier cosa para llenar el vacío de las ganas
que tenía de golpear a su amiguito.

Después de un rato de escuchar a la castaña irritante, pude notar como Martín se levantaba de la
mesa, a lo que decidí seguirlo con una excusa cualquiera.

Al llegar a dónde estaba, me posicioné frente a él para preguntarle la duda que cruzó por mi
mente desde que ví que él y la castaña estaban muy juntos.

—¿Te alejaste de ese trabajo?— cuestioné esperando una respuesta.

—Claro que lo hice, ya puedes soltarme— respondió él apartando mi mano, sé que era una
medida algo desesperada, pero la razón por la que me alejé fue para mantener a Louisa a salvo y
no quería que un tonto arruinara todo eso.

—¿Y tú a qué viniste, a ilusionarla y luego alejarte otra vez?— preguntó a mis espaldas.

—Eso no te importa y es mejor que no hables de algo de lo que no tienes la menor idea— mascullé
entre dientes.

—Ella me importa— admitió con voz firme, palabras que se sentían como un golpe en el
estómago.

—Ella me importa más de lo que crees, casi todo lo que he hecho ha sido por ella, así que será
mejor que no te metas, Collingwood— dije alejándome.

Al llegar pude ver cómo la pelirroja fingía interés a todo lo que la castaña contaba, a veces era muy
amable aunque la conocía demasiado bien como para saber que rodaba los ojos internamente.

—¿Quieres irte?— pregunté cerca de su oído al pasar a su lado, ella no contestó, solamente
asintió con la cabeza como respuesta.

Después de despedirnos de ellos y de salir a la cafetería, nos pusimos a caminar sin rumbo alguno,
había un poco de frío, pero era un agradable viento de invierno.

Todo iba bien hasta que en el parque se escuchó música, desconozco en que punto, pero la
pelirroja me tomó del brazo instándome a bailar.

—Oh, yo no bailo— negué repetidas veces.

—Vamos— dijo con un puchero, la canción no era mala, pero siempre odié bailar, creo que está de
más decir que era el asocial en las fiestas y que iba a una cada década.

—Shut up and dance with me— tarareo ella moviendo la cabeza, se veía tierna al hacer eso, pero
no iba a caer.

Después mientras la música seguía ambos nos sentamos en una banca, suspiré cansado y jalé su
brazo y le di una vuelta, al hacerlo su sonrisa fue enorme.

—This woman is my destiny— canté mirándola.


—She said shut up and dance with me— siguió ella riendo, la verdad ver esa sonrisa compensaba
el gran ridículo que estaba haciendo.

Y después de algunas canciones siguió Perfect, al escuchar la canción ella dio un pequeño saltito.

Ella se acercó un poco más hacia mí aferrándose más a mi cuello y apoyando su cabeza en mi
hombro.

Fue raro pero la canción me recordó mi tiempo con ella, la verdad nunca creí sentir lo que siento
con ella, se ganó mi cariño de una forma tan fácil que aún, después de 4 años, no sé la forma
exacta en la que pasó, en la que alguien te importa tanto que estás dispuesto a hacer todo por esa
persona.

Y ahora me encontraba en París a oscuros bailando con la pelirroja con la que viví los mejores
momentos de mi vida.

—Darling, just hold my hand, be my girl, I’ll be your man, I see my future in your eyes— entoné
cerca de su oído.

—Baby, I’m dancing in the dark— cantó ella con su bonito timbre de voz, que me había
sorprendido hace unos días.

—with you between my arms, on the grass, listening to our favourite song—

—Darling, you look perfect—

Capítulo 10

Louisa:

—Voy a rechazar la oferta —le dije a Dylan decidida.

El pequeño detalle es que olvidé que a lado de él estaba Parker, el castaño y el rubio.

—¿Qué oferta? —preguntó Parker con una voz calmada.

Yo arruinando todo desde tiempos inmemorables.

—Es una oportunidad para tocar en un importante orquesta, hazla recapacitar, por favor —dijo
Dylan golpeándole el hombro a Parker de manera amistosa, uno tenía cara de detestar el mundo y
el otro siempre tenía una sonrisa todo el tiempo.

—¿Por qué no aceptas? —preguntó él mirándome.

—Porque no soy tan buena —admití algo nerviosa.

—Eso no lo sabes, si te llamaron fue por algo —contestó alentándome, en esos momentos se
parecía a Dylan.

—Ni siquiera me han escuchado tocar —dije con frustración ante su optimismo.
—Te he escuchado miles de veces y lo haces genial, sabes a veces no se trata de emitir sonidos con
unas cuerdas, se trata de lo que logras transmitir, de como haces el mundo mejor con lo que
expresas—dijo tomando mi mano.

—Exacto, Lou todos tenemos algo que nos hace especiales y cuando tocas les das color al mundo
de las personas que te escuchan —añadió Dylan, sentí mis ojos arden en eso momentos por estar
en a lado de personas que personas que me habían ayudado tanto.

—Soy una inútil —murmuré dando un suspiro.

—No puedo quedarme parado, escuchando como te desprestigias a ti misma, sin hacer nada ¿No
te das cuenta de lo especial que eres? —preguntó el rubio algo irritado —. Porque yo me enamoré
de ti —añadió mirándome fijamente.

Yo solo me lancé a sus brazos y sentí como Martín se unió a nuestro abrazo riendo.

(…)

—¿Y qué hago yo aquí? —preguntó Dylan con una expresión confundida.

—Eres nuestro escudo humano —respondió Parker con una seriedad intimidante.

—Lou —balbuceó con los ojos bien abiertos tocando mi hombro.

—Solo vinimos a nada, en cualquier caso, tú y yo huímos de los tiburones y dejamos a Parker, de
seguro hasta los tiburones le tienen miedo, él es uno de ellos —susurré riendo.

—Te escuché Pececito —dijo Parker causando carcajadas en ambos.

—Sabes, me alegra que ustedes dos estén juntos —admitió Dylan una vez que Parker se hubo
alejado.

—No estamos juntos —negué sintiendo como mis mejillas adquirían un color rojo.

—Pues él se muere por ti —dijo riendo.

—Cielos Dylan, cállate —exclamé golpeando de forma suave su hombro.

—¿Te gusta? —preguntó alzando las cejas. Dylan siempre me cuidó, podría olvidar todo, pero
nunca lo cómoda que me siento cuando hablo con él.

—Siguiente pregunta —hablé tratando de evitar el tema.

—¡Te gusta! —exclamó riendo.

—Shh —susurré con un dedo cerca de mis labios.

—Ya cásense —dijo riendo.

—Yo no le gusto —declaré negando con la cabeza.

—¿Bromeas? Le llevo tres años, y hasta en la luna se ve que está loco por ti —admitió riendo.
—Bien, se supone que podemos nadar una hora y luego regresamos —avisó Parker mientras Dylan
aguantaba las ganas de reír.

—¿Trajeron ropa para nadar? —cuestionó Dylan una vez que estuvimos parados frente al lago.

—Amm... Nos podemos meter así —sugerí yo.

En realidad todos teníamos ropa sin mangas y shorts, así que era la opción más viable.

—De todos modos, muy normales no somos —dijo Dylan lanzándose al agua, a lo que yo lo seguí
mientras reía.

—Bien, pero nos tendremos que ir mojados y con frío porque tampoco hay toallas —señaló Parker
mientras nos miraba con los ojos entrecerrados.

—No te enojes psicólogo de kínder —me burlé de él riendo.

—Uhh —dijo Dylan para después chocar puños conmigo.

—Tú cállate —masculló hacia Dylan riendo.

—El Pececito es más inteligente que tú —se burló él apoyando su cabeza en mi hombro. No podía
aguantar la risa con los comentarios de Dylan y las expresiones de Parker.

—Eres un payaso —atacó Parker con los ojos entrecerrados.

—No seas amargado —dijo el castaño riendo.

—Sí, deberíamos jugar algo —sugerí mirando a Dylan y posteriormente a Parker.

—Que madura —dijo el rubio asintiendo con la cabeza.

—Hey —chillé fulminándolo con la mirada, él muy revoltoso se empezó a reír en mi cara.

—Juguemos al tiburón —habló Dylan esperando mi respuesta.

Y como dijo Parker, todas las partidas usó a Dylan de escudo humano, pero el muy traicionero de
Dylan siempre dejaba que Parker me atrapara.

—Eso no se vale —me quejé hacia Parker, que siempre me atrapaba a mí.

—La vida no es justa, Pececito —habló Dylan haciendo una mueca para burlarse de mí.

—No te robes mis frases —farfulló Parker logrando que ambos riéramos.

—Aww, solo él te puede decir Pececito —se burló Dylan. Sabía que agotar la paciencia del rubio no
era buena idea, así que en un intento de tomar sus manos, terminé abrazándolo fuertemente.

—La paciencia es la madre de las virtudes, Murphy —dije haciendo referencia a uno de sus libros
favoritos logrando que él riera.

—¿Sabes que nunca golpearía a nadie, verdad? —preguntó cerca de mi oído mientras seguía
apretando con fuerza sus brazos.

Lo sabía, estaba completamente segura de que no lo haría. Me sentía totalmente a salvo a su lado.
—Lo sé —dije tirándole agua a la cara, lo que se convirtió en una guerra en la que Dylan perdió.

Y así, seguimos jugando y nadando hasta que anocheció.

—¿Cómo nos iremos? —preguntó Dylan después de salirnos.

Ambos abrazábamos nuestros brazos debido al frío.

—Les dije que caminando, ningún transporte nos llevará así —contestó Parker riendo al ver como
temblábamos, tal vez él estaba hecho de hielo porque no mostraba ni la mínima señal de tener
frío.

—¿No tienes frío? —pregunté sorprendida.

—¿Me ves temblando, Pecas? —inquirió sonriendo.

Probablemente era la persona más sarcástica que conocía.

Sentía que iba a congelarme cuando sentí como ponía su suéter en mis hombros.

—Gracias —dije sonriendo.

—No dejaría que te murieras de hipotermia, revoltosa —contestó riendo cerca de mi cuello.

—¿Y para tu hermano? —preguntó Dylan haciendo un puchero.

—No traje más, que pena —respondió el rubio burlándose de él.

—Con hermanos así, no necesito enemigos —dijo el castaño entrecerrando los ojos.

—Sí, sí, apúrate —habló ignorándolo.

—Yo siempre apoyé tu shipp —dijo Dylan para molestarlo, pero lo único que logró fue que mis
mejillas se pusieran coloradas.

—Vamos a mi casa, yo invito la pizza y así dejas de estar fastidiando —contestó Parker
dirigiéndose al castaño.

—Uy, a alguien le pagan bien —dijo alzando las cejas.

—Cállate —fue lo único que pronunció, para después seguir caminando.

Capítulo 11

Parker:

Después de unos minutos caminando llegamos a mi casa. La pelirroja estaba temblando a pesar de
tener mi suéter y Dylan solo se abrazaba a si mismo para quitarse el frío.

—Son unos exagerados —dije riéndome de ambos.

—No es nuestra culpa que tú estés hecho de hielo —contestó Dylan metiéndose adentro a penas
abrí la puerta.
—Si fuera así, estarías congelándote afuera —señalé entrecerrando los ojos.

—Es cierto, olvida lo anterior. Por poco olvidó que tú pagas la pizza —dijo provocando que el
Pececito soltara una risita.

—¿De qué quieren la pizza? —cuestioné rodando los ojos.

—Pepperoni —exclamó Lou al mismo tiempo que Dylan.

—Piña —dijo el otro.

—Bien, será de pepperoni —anuncié buscando el número de la pizzería.

—Me quejaría, pero sé que lo haces por tu esposa, así que te perdono —habló Dylan con mofa.

—¿En qué momento nos casamos? —pregunté mirando al loco que tenía en frente.

—Miles de veces en mi imaginación. Pido llevar a Louisa al altar —dijo mientras a la pelirroja se le
ruborizaban las mejillas.

—Ya pedí la pizza —avisé tratando de cambiar de tema.

Y después de que el tragón de Dylan se comiera cinco rebanadas, nos pusimos a hablar de
cualquier tontería que surgiera.

—Obviamente Barry sacó a Iris de ese mundo de espejo —dijo Dylan rodando los ojos.

—Eso no interesa, la verdadera pregunta aquí es ¿Cuál es tu Harry favorito? —cuestioné dándole
una mordida a mi rebanada.

—Fácil. Es Sherlock —dijo encogiéndose de hombros.

—Te faltó el raro acento francés —señalé apuntándolo con mi índice.

—Como sea, él engañó a todos. La temporada 5 siempre será mi favorita porque aparece Nora —
declaró mirándome como si estuviera mal de la cabeza. La verdad la temporada 5 era una de las
mejores, pero Sherlock no era el mejor Harry.

—El mejor Harry es Harry de tierra 2 —discrepé entrecerrando los ojos.

—La única razón por la que no te tiro la pizza a la cara, es porque tengo respeto a la pizza —dijo
copiando mi acción.

—Cállense. Lo único que hay que saber es que Caitlin Snow es una de las mejores junto con Barry
—chilló Louisa mientras tomaba otro pedazo de pizza.

—No tenía idea de que sabías de superhéroes —dije riendo al escuchar su respuesta.

—Dylan y yo siempre veíamos la serie juntos. Tengo un póster en mi cuarto —admitió riendo.

—Creo que ya es hora de irme, mañana regreso a Irlanda y tengo que asegurarme de que Lou
llegue bien —dijo Dylan levantándose.

—De hecho quería llevar a Louisa a un lugar —admití tallando la parte de atrás de mi cuello.
—Claro —respondió la pelirroja con las mejillas rojas nuevamente.

—¿Mañana le darás el anillo? —dijo alzando las cejas.

—¿Quieres dejar de pensar en bodas y ser normal un rato? —exclamé algo exasperado.

—Déjame pensarlo… No —contestó con una sonrisa. Así que después de un rato, esperé a que
ambos se fueran, y limpié tal mesa para después irme a dormir.

(…)

—¿Ya estás lista? —pregunté después de estar 15 minutos parado frente a su puerta.

Al abrir no pude evitar reír, creo que la mayoría de la gente habría pensado que se tardaba
arreglándose, pero salió con una coleta despeinada, la pijama puesta y su cepillo en la boca.

—Dame cinco minutos, lo lamento mucho Parker —se disculpó corriendo a toda prisa por su casa.
Tal vez debería estar molesto pero era la única persona que se veía totalmente increíble a pesar de
estar medio dormida.

Después de cinco minutos la tenía frente a mí con el cabello un poco menos despeinado y un
vestido violeta.

—¿Ya me dirás a donde iremos? —preguntó una vez que estuvo a mi lado.

—Es sorpresa Pececito, por cierto ¿Tienes el libro que te regalé? —cuestioné mirándola con una
expresión seria.

—Sí, está en mi cuarto —dijo apuntando a su habitación.

—Tráelo. No preguntes, Pecas —le pedí sonriendo.

Ella me miró con los ojos entrecerrados pero después volvió con el libro entre sus manos.

Yo caminaba mientras ella iba en su patineta.

—Llegamos, Pececito —informé una vez que estuvimos en la entrada. Al frente había un gran
cartel que decía “Feria del libro”.

—¡Es muy lindo! —dijo lanzándose a mis brazos, maravillada ante la cantidad de libros y autores
que se encontraban en las mesas.

—Esto no es lo mejor —hablé tomando su mano hasta que llegamos al lugar que quería visitar
desde que supe de la feria.

—Mi nombre es Caitlin Bianca Brooks y soy la escritora de 1000 noches sin estrellas, estoy muy
felices de estar aquí está mañana —dijo la castaña desde su mesa. El libro era uno de mis
favoritos, por lo que sonreí al ver como había tanto público.

—Disculpa la pregunta, pero ¿El chico de ahí es Seth? —preguntó una chica rubia señalando al
castaño de ojos azules que se encontraba a lado de ella.

—No, él es el gemelo fastidioso —respondió la castaña riendo.


—Eso fue grosero, Cait —dijo el mencionado entrecerrando los ojos.

—¿El libro está basado en hechos reales? —preguntó otro chico de la multitud. Creía que era
grosera que hicieran ese tipo de pregunta. La castaña se veía incómoda, por lo que él chico tocó su
hombro.

—Sí, Seth Campell fue una persona real, una que me enseñó mucho. Él hubiera estado muy
emocionado si me hubiese visto aquí esta tarde. Él fue mi razón para seguir —dijo con la voz un
poco quebrada.

—¿Otra pregunta? —intervino el castaño abrazando a la chica.

—¿Cuál era el nombre completo de Seth? —preguntó una voz de chica.

—Seth Louis Campell Kidman —respondió el castaño —. Ya no más preguntas sobre Seth, gracias
—dijo finalizando la entrevista.

Por la forma en la que el libro estaba narrado, era fácil creer que era de experiencias reales, se
podía ver como la castaña seguía sufriendo por su muerte.

Pasado un rato, llegó nuestro turno para recibir una firma de la autora. La pelirroja saltaba con el
libro entre sus manos.

—¿Nombre? —preguntó la castaña con una voz amable y cálida.

—Lou y Parker —contestó la pelirroja con una sonrisa.

—En pareja. Es muy lindo —habló la chica sonriendo.

—¿Cómo conoces el libro? —preguntó hacia el Pececito.

—Él me lo recomendó —contestó Louisa volteando hacia mí.

—Me alegra que les haya gustado —dijo al ver las notas que había dejado.

—Es uno de mis favoritos —solté con una sonrisa que la castaña me devolvió.

Luego de eso, Louisa y yo nos fuimos de allí, pero el Pececito seguía con una sonrisa imborrable de
su rostro.

—Te lo agradezco Parker, hoy fue un día genial —dijo aferrándose a mi cuello.

—Tú haces todos mis días geniales —contesté correspondiendo su abrazo.

Incluso si tenía que lograr que me recordara diario lo haría, porque ella valía eso y mucho más.

Capítulo 12:

—Tía Lou, mirar estas hoja. Son del color de tu pelo —dijo Melanie maravillada ante las hojas que
anunciaban el otoño.

—Son muy lindas —dije tomando una.


—¿Sabes a qué se parece a tu tía Lou? —preguntó Parker hacia la castaña.

—¿A qué? —preguntó ella ladeando la cabeza.

—Un tomate —dijo con mirándome con una sonrisa arrogante.

—Mejor ser un tomate a un inexpresivo como tú —dije sacándole la lengua mientras Melanie reía.

—Se supone que tú estabas de mi lado —habló dirigiéndose a Melanie, la pequeña solo me abrazó
más fuerte.

—Pues pensaste mal, psicólogo de kínder —contesté burlándome de él.

—Cuanta agresividad —dijo rodando los ojos.

—Voy a seguir recolectando hojas —informó la castaña riendo.

—Claro, solo no te alejes mucho —pedí sonriendo.

Así que después de que la castaña se puso a jugar con las hojas me senté en una banca dejando al
rubio molesta ahí parado.

—¿En serio me abandonas aquí, Pecas? —preguntó con los ojos entrecerrados en un intento de
molestia.

Yo solo sonreí y jalé de su brazo hasta llegar a una banca y en unos momentos en tenía la cabeza
en mi regazo.

Y en un punto que desconocía empecé a jugar con su cabello mientras veía a Melanie jugar con las
hojas y correr.

—Ya entiendo porque siempre juegas con tu cabello, es muy suave —admití con una sonrisa. Él no
parecía de esas personas que dejara que le toquen el pelo, pero me estaba sonriendo.

Todo iba muy bien, hasta que pasó...

—¿Qué tienes ahí? —preguntó tomando mi mano.

—¿A qué te refieres? —cuestioné fingiendo no saber.

—Hablo de esa cicatriz —aclaró inspeccionando cada parte de mi muñeca.

—No es nada —mentí alejando la mano.

—Louisa —dijo observándome. Estaba segura de que me había llamado por mi nombre alguna vez,
pero está se sentía diferente, se sentía mal.

—La tengo desde pequeña… hace algún tiempo, con la ayuda de Dylan me puse a investigar sobre
mis padres, escribí todo, y en mis papeles de registro al llegar de Italia, aparecía que
probablemente sufría de maltrato infantil.

Parker tragó saliva con dificultad, la noticia le afectó más de lo que pensé, y se revolvía el cabello
de forma brusca.
—Está bien —traté de decir mostrándole una sonrisa.

—No, no lo está, ese hombre es un monstruo. Solo tenías cinco años —negó tratando de
asimilarlo.

—Eso ya pasó —afirmé demostrándole que no me afectaba, pero no recibí ninguna respuesta de
su parte.

—¿Estás molesto? —indagué tratando de entender que pasaba por su cabeza.

—Sí —contestó de forma fría.

—¿Y por qué no te mueves? —pregunté al ver su inexpresión.

—Porque no estoy molesto contigo. Estoy molesto conmigo, y aún si fuera al revés, el hecho de
que esté molesto no significa que deba ser un tonto —contestó tratando de ocultar su mirada de
la mía.

—¿Quieres que deje de tocar tu cabello? —pregunté al entender que de verdad estaba molesto.

—No —contestó en un tono bajo mientras tomaba aire con fuerza.

—¿Entonces qué quieres? —inquirí tratando de hacerlo reír.

—Quiero que dejes de fingir que no pasa nada. Yo recibí un montón de golpes de ese hombro, y
créeme que no me importó si era para defenderte, pero el que te lo haya hecho a ti es diferente,
Louisa. Te quiero como a nadie en este mundo es horrible saber que no pude protegerte —
respondió levantándose, con los ojos llorosos y la nariz roja.

—Esto no es tu culpa, Parker tú eres una de las personas que más quiero y no te deberías sentir
culpable que no pudiste evitar —dije tomando su mano, y minutos después dándole un abrazo.

Todo parecía reconfortante hasta que un par de ojos verdes se paró frente a nosotros con una
sonrisita.

—¿Podemos comer helado? —preguntó observando con una sonrisa como abrazaba a Parker.

—Claro, Pulguita —asintió Parker cargándola.

—Yo no soy una pulga —dijo frunciendo el entrecejo y cruzándose de brazos.

—Ella también tiene un apodo ahora —avisó alzando las cejas.

—¿Debería sentirme celosa? —pregunté riendo.

—De está pequeña no lo creo. Siempre serás mi Tomatito, Pecas, pelirroja enojona y Pececito —
dijo contando con su dedos todos los apodos que me había puesto.

—No quiero ser una pulga —replicó de nuevo la castaña.

—Te acostumbrarás al fastidioso de tu tío —dije cerca de su oído logrando que se le escapara una
risita.

—¿Por qué tantos apodos, psicólogo de kínder? —inquirí para fastidiarlo.


—Solo le pongo apodos a las personas que considero especiales, como está pulga y como tú,
Pececito molesto —respondió sonriendo.

—Bien ¿De qué quieres tu helado? —preguntó hacia la menor.

—Vainilla —contestó sonriendo.

—¿De que lo quieres, Pecas?

—Café —contesté mostrándole un gesto de burla que él contestó.

—Dos de café y uno de vainilla, por favor —pidió el rubio.

Al cabo de un rato pagamos el helado y nos sentamos en una banca a comerlo.

—Las quiero, Mocosas —dijo riendo.

—Siempre tan amable —ironicé rodando los ojos.

—Es mi especialidad Pececito —contestó sonriendo.

Parker Archer. Una de mis personas favoritas en el mundo.

Capítulo 13:

Parker:

—Claro, la próxima sesión será el viernes —dije sonriendo. Amaba mi trabajo, me gustaba el
hecho de saber que podía ayudar a los demás.

—Muchas gracias —dijo la señora castaña que estaba sentada frente.

Y así acabó mi turno en mi consultorio.

A penas salía de mi consultorio y ví a la rubia acercarse a mi.

—¿Tienes algo que hacer? —preguntó con una sonrisa.

—No, y te quería presentar a alguien —comuniqué mostrándole una sonrisa.

—Bien, porque te quiero contar algo importante —dijo jalando de mi brazo.

Mientras ella buscaba sus cosas en su consultorio, yo le mandé mensaje a Martin para que nos
encontráramos todos en el parque, de hecho quería preguntarle algo a la rubia.

Llegamos al parque y al ver que ellos no habían llegado, decidí contarle a la rubia.

—¿Sabes que esto? —dije sacando el boleto de mi bolsillo.

—¿Un pedazo de papel? —cuestionó fastidiando.

—Sherlock Holmes te dicen —ironicé rodando los ojos.

—¿Qué es? —preguntó arrebatándolo de mis manos.


—Fiesta de noche elegante con trajes de gala —leyó dando saltitos —. Parker esto es genial —dijo
abrazándome.

Vi a Lou y a Martin acercarse en ese momento.

—Megan, te presento a Louisa. Louisa, ella es Megan —dije mirando a la pelirroja.

—Hola Louisa, he oído mucho de ti —saludó Megan, la pelirroja lo dudo un poco pero terminó
dándole la mano.

—Muc… mucho gusto —balbuceó la Zanahoria.

—Bueno, les quería que conseguí boletos para una gala que se llevará a cabo después de una
conferencia de divulgación científica. No tienen que venir a la conferencia si no quieren, pero aquí
están los boletos para la gala —expliqué extendiéndoles los boletos.

—Gracias Parker —respondió Louisa algo distraída y con una actitud extraña.

—Es increíble, la conferencia será una de las mejores de este año —dijo Meg sin poder creerlo.

—Sí, voy a presentar una parte —contesté sonriendo. La verdad estaba emocionado ante la
posibilidad de poder hablar de algo que me apasionaba.

—Eso es grandioso —dijo abrazándome de nuevo.

—¿Cuál es el tema? —preguntó entusiasmada.

—Creo que ya me voy —avisó la pelirroja sin su típico optimismo.

Han pasado algunos días de eso. Louisa no me hablaba y siempre evitaba mis llamadas, ya estaba
cansado de ser ignorado por ella, así que decidí ir a verla.

Me paré en su entrada llena de flores, su casa amarilla con la puerta blanca.

—Ella es perfecta, es inteligente y es todo lo que nunca seré —dijo la pelirroja a través de la
puerta, al parecer estaba hablando con alguien.

—Louisa tú eres perfecta como eres —reconocí la voz de Martin al instante.

—Pero Parker parece feliz cuando está con ella —habló con desesperación.

—Pues tú le gustas Louisa —dijo Martin interrumpiéndola.

No podía oír más así que decidí irme. Era increíble, se supone y ese tonto ya estábamos bien.

Louisa:

—Me gustas Louisa —dijo tomando mi mano.

—Martin yo…

—Lo sé —contestó interrumpiéndome.


Yo solo lo abracé fuertemente.

Desde el día en que conocí a Megan, Parker no volvió a hablarme, llevo la cuenta y lleva unas
semanas.

Estaba arreglando mi habitación cuando escuché el timbre de la puerta.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté a la defensiva.

—Quería saber si ibas a ir a la fiesta —contestó él en un tono algo enojado. Su expresión era la
misma de desinterés por el mundo, pero había cierta tensión.

—No, no iré —contesté para darle la espalda.

Estaba a punto de darme la vuelta cuando sentí como jaló de mi brazo, pero al voltear quedé muy
cerca de su rostro.

Sus ojos grises se veían algo apagados y podía sentir su respiración, sentía que no podía pensar
con claridad a ante la pica distancia.

—¿Por qué no estás con la rubia esa? —pregunté tratando de alejarme, cosa que él no me dejó
hacer.

—¿Por qué no estás con tu novio —devolvió él.

—¿Estás celoso? Él es mi mejor amigo —vociferé molesta.

—Pues no lo parece.

—¿Qué rayos te pasa? —pregunté con una mirada desafiante.

—Tú, tú me pasas, pasé cuatro años esperándote ¿Y sabes qué? No me importó, así que haré esto
antes de que el tonto de Martín se atreva a hacerlo —dijo dando un paso hacia mí.

Estaba a punto de hablar, pero al momento de hacerlo fui interrumpida por un beso, sentí como
mi estómago daba vueltas y como se sentía tan extrañamente familiar, tan bien.

—Tienes novia —reproché yo.

—Ella nunca fue mi novia ¿Qué parte no entiendes de que solo te quiero a ti? —dijo mirándome
con una seriedad absoluta.

—¿Este es nuestro primer beso?— pregunté confusa.

—Para mi no, pero tú tómalo como quieras —contestó mirándome.

—¿Qué? —pregunté sintiendo como mis mejillas enrojecían.

—Con electric love de fondo —añadió él sonriendo.

—Eres un tonto —dije golpeando su brazo. No podía creer, no me podía imaginar… Él era muy
irritante a veces.

—El tonto al que quieres —contestó con una de sus muchas sonrisas arrogantes.
—¿Estabas celosa? —preguntó mirándome sin quitar esa desagradable sonrisa que me daba ganas
de golpearlo.

—Parker sé que no es tu culpa, tienes todo el derecho de hacer lo que tú quieras y lo lamento,
pero una parte de mí se sintió horrible cuando te vi con ella —admití sintiéndome inmadura.

—Siempre serás tú, sin importar nada —soltó él tomando mi brazo.

—¿Tú estabas celoso? —pregunté sonriendo.

—Por poco y te quedas sin mejor amigo —dijo con esa expresión intimidante que a mí no me daba
ni un poco de miedo.

—¡Parker! —chillé mirándolo con los ojos entrecerrados.

—Estoy jugando Zanahoria —aclaró riendo. Su risa era muy contagiosa, cada vez que sonreía sus
hoyuelos se marcaban y sus ojos grises adquirían brillo.

Capítulo 14:

Parker:

Más tardó en irse Dylan que en volver, pero esta vez vino con Nate y mis hermanas.

—Hola Blair —dije abrazándola.

—Tu casa es muy linda, me alegra que estés bien —admitió observando todo. Mi casa no era lo
mejor del mundo, estaba pintada de blanco y con la puerta azul.

—Gracias, hago lo que puedo —respondí tallando la parte de atrás de mi cuello, sinceramente a
veces me incomodaba el optimismo de Blair, nunca sabía que esperar con ella.

—Nate.

—Parker.

—Holaaa hermano —saludó en un “abrazo”.

—Hola —contesté.

—Parker —dijo Nancy abrazándome por detrás.

—Me alegra que estén aquí —admití devolviendo su abrazo.

Y cargué a la pequeña que se acercó a mí apenas bajó del coche.

—Los he reunido aquí para….

—Sabía que esto era idea tuya —solté cruzando mis brazos.

—Quería que pasáramos tiempo en familia —confesó sonriendo.

Clásico de Blair.
—Tendremos una charla sincera con cada miembro de esta habitación por separado. Melanie está
aquí así que nada de discusiones. Hablo de ustedes dos —aclaró apuntándonos a mí y a Nate.

Creo que solo con escuchar eso, estaba 99% seguro de que me tocaría con…

—Parker y Nate van primero.

Que sorpresa.

Se supone teníamos que hablar de como nos sentíamos, en esta ocasión no quería ser el
psicólogo.

—No tengo nada que hablar contigo —dijo entrecerrando los ojos.

—Es lo más coherente que te he escuchado decir —contesté rodando los ojos.

—¿La quieres? —preguntó mirándome.

—¡Sí! ¿Eso es lo que querías saber? La respuesta es sí —admití con desesperación.

—Te quiere —dijo mirando al cielo.

—No lo sé.

No lo sabía, tal vez ella no lo hacía, tal vez nunca lo haría.

—No era una pregunta —afirmó con una expresión seria —. Cuando ella llegó cambiaron muchas
cosas, todos nos esforzábamos por cuidarla, por darle atención, pero ella ya no es una niña.
Espero que la trates bien, sé que lo que pasaste allí no fue fácil, ninguna de nuestras vidas lo fue,
pero quiero saber que ella estará a salvo —dijo observándome.

—Quiero estar a su lado, nunca he estado tan seguro de algo en mí vida —manifesté
sosteniéndole la mirada.

—¿Serás mi cuñado y mi hermano al mismo tiempo? —preguntó riendo.

—No lo hagas sonar extraño —sentencié rodando los ojos.

—El hecho de que te guste es extraño —dijo sonriendo.

—Sabes, lo lamento. Ustedes no se tienen la culpa —admití elevando la comisura de mis labios.

—Nadie tiene la culpa de la familia que nos tocó, también lo lamento. Sabes, nos adaptamos a Lou
rápidamente porque una parte de nosotros nos sentimos culpables de haberte dejado allí,
sabíamos que era lo mejor, pero no podíamos hacer mucho —negó golpeando mi hombro de
forma amistosa.

—Owwww —pronunció la clara voz de Blair desde el otro lado de la puerta.

—¿No se supone que ustedes deberían de estar hablando? —pregunté riendo al ver a esos dos
parados al abrir la puerta.

—Ella y yo no tenemos muchas diferencias —dijo rodeando a Blair con su brazo.


—Bien ¿Qué sigue Blair? —pregunté sin entusiasmo.

—Dylan y tú siguen —contestó empujando un poco al castaño hacia mí.

—Un gusto verte de nuevo —habló sonriéndome.

—Conocí a una chica —soltó apenas se sentó.

—¿Cómo se llama? —cuestioné alzando las cejas.

—No lo sé —confesó tallando su cuello.

—¿Entonces solo la observas? —pregunté burlándome de él. Esto no me lo esperaba, tal vez si
estaba mal de la cabeza.

—No —negó fulminándome con la mirada.

—¿Y por qué no sabes su nombre? —repetí riendo.

—Cuando llamabas a media noche preguntando por Louisa, no me burlaba de ti —atacó


entrecerrando los ojos.

Lo peor es lo que tenía razón.

—Bien, ¿Cómo es? —volví a preguntar.

—Rubia de ojos verdes. Es muy amable, aunque no parece alguien a quien le ganarías en una
pelea —explicó riendo. Al parecer era de familia enamorarnos de chicas enojonas.

—Dylan, Dylan, Dylan, es demasiado bonita para ti —vacilé golpeando su hombro.

—Perdón por no ser rubio de ojos claros. Para tu información, eres adoptado, todos son castaños,
así que de seguro te encontraron cerca de un bote de basura o algo así —manifestó mirándome de
forma divertida.

—Mamá era rubia —contrataqué.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó asombrado.

—Blair me lo dijo —admití burlándome de él.

—Touché —dijo Dylan.

—Bien, háblame de la chica —

—Hablé con ella hace unos días, la ayudé cuando unos chicos la estaban molestando y parece
genial —dijo nervioso.

—Pues busca la forma de hablar con ella si crees que vale la pena —contesté encogiendo los
hombros.

—Gracias hermanito —admitió golpeando mi hombro.

—¿Cuál gracias? Son 20 dólares —me burlé de él.


—Ambos sabemos que ganas más que yo.

—Claro, porque todos guías turísticos se mueren de hambre —ironicé ante su comentario.

—Y los psicólogos genios necesitan 20 dólares —devolvió rodando los ojos.

—No me digas genio como si fuera algo bueno —sentencié ante ese término.

—¿No lo es? —preguntó mirándome.

—Siempre se aprovechaban de mí —admití tragando saliva.

—Esas personas siempre de burlaron de nosotros, decían que éramos débiles. Ellos prometieron
que te darían educación cuando se enteraron de tu capacidad —dijo revolviendo su cabello —
Teníamos mucho tiempo ni dinero, así que aceptamos.

—No estudiaba —admití tragando saliva.

—¿Qué? —preguntó consternado.

—Nunca pisé una escuela, todo lo que sé lo aprendí por mi cuenta —solté mirándolo.

—Sabes yo no sabía nada de eso, nunca estuve de acuerdo del todo en que te mandarán allí, pero
no podía hacer nada, tenía 7 años —dijo soltando un bufido.

—Eso ya pasó —negué sin darle importancia.

—Aún así quiero que sepas que lo lamento, la lamentamos —habló algo apenado.

—No hay problema —aclaré yo.

—¿A dónde ibas? —pregunté. Esa era una duda que tenía desde hace mucho.

—¿A qué te refieres? —dijo fingiendo demencia.

—Antes del aniversario de la muerte de papá —aclaré

—Recorría Irlanda a pie —respondió mirando al cielo.

—Dylan no estás bien ¿Lo sabes, no? —dije dejando de broma los juegos y los malos chistes.

—Sí, lo sé —contestó sacando aire con fuerza.

—Necesitas ayuda —admití tocando su hombro.

—No te lo tomes a mal, pero no me gustaría hablar de esto contigo —admitió asintiendo con la
cabeza. Lo entendía, tampoco era muy profesional.

—Lo sé ¿Te gustaría hablarlo con Megan? —pregunté sonriendo.

—Creo —dijo encogiéndose de hombros.

—Bien —asentí dándole unas palmadas en la espalda.

—Tío Parker, tío Dylan —exclamó Melanie abrazándonos a ambos.


—Sigo yo —dijo Blair, al parecer apareció de la nada.

—Bien.

—Estoy muy orgullosa de ti, eres muy fuerte a pesar de todo y me alegra que quieras ser parte de
esta familia. Todos hemos tenido problemas, pero cuando tuve a Melanie y me divorcié, me di
cuenta de que quería que todos estemos juntos. Eres mi hermano y te quiero —admitió
sonriendo.

—Te quiero Blair, lamento haber sido un dolor de cabeza al principio —dije sonriéndole.

—A veces tengo miedo de que Melanie piense lo mismo de nosotros, pero me alegra que te quiera
tanto —admitió abrazándome.

—Creo que es todo —dijo acomodando su cabeza en mi hombro.

—Traeré a Nancy —anunció entrando a la casa.

Me senté esperando a la otra castaña, simplemente fue reconfortante ver la luna mientras
esperaba afuera de mi casa, era de esos momentos que te impulsaban a ser creativo.

—Hola Parker —dijo en tono bajo.

—¿Cómo han estado? —pregunté sonriendo.

—Creo que te deberías alejar de ella —soltó con su mirada fija en mí.

Capítulo 15:

Louisa:

Blair me llamó diciendo que hacían una especie de terapia familiar y que comerían spaghetti, así
que busqué lo primero que encontré en mi armario y me fui a la casa de Parker.

—Hola —saludé a Melanie apenas abrió la puerta.

—Hola tía Lou —dijo asomando su cabeza.

—¿Está Blair? —pregunté sonriendo.

—Sí —dijo corriendo para ir a buscarla.

—¿Pasa algo? —inquirí observándola.

—No, claro que no… pasa —animó abriendo la puerta.

En el sofá se encontraban Nate y Dylan sin hacer ningún ruido, lo cual se me hacía raro me Dylan.

—¿Todo está bien? —pregunté sentándome.

—Creo que esto no es lo mejor para Louisa, tú lo haces con la mejor intención y te entiendo, pero
creo que deberías dejar de aferrarte —escuché desde el patio, era la voz de Nancy.
—Por favor Nancy, no sabes lo horrible que es vivir con eso, lo sé, estoy consiente de que ella no
sabe quien rayos soy, es frustrante ver su rostro cada mañana y saber que nunca recordará nada
de lo que hemos vivido —contestó Parker. No entendía muy bien lo que pasaba, pero toda su
conversación se oía y los demás se quedaban en silencio con sus rostros serios.

—Solo creo que no es lo correcto —dijo Nancy.

—¡Me alejé 4 años! Fingir que todo estaba bien era deprimente y yo la quiero demasiado, más de
lo que he querido a nadie y ustedes lo sabían, siempre lo supieron —respondió Parker. Eso se
sentía horrible, tragué saliva y tomé aire sin saber que hacer.

—Deberías pensar en ti Parker —admitió Nancy.

—Yo… y-yo creo que debería volver otro día —avisé levantándome, aunque no sirvió de nada. La
casa no era muy grande, así que todo se escuchaba.

—Wow, me esperaba esto de todo menos de ti ¿Cuál es el plan? ¿Encerrarla toda su vida? —
exclamó en un tono un poco más alto, a pesar de eso no llegó a los gritos.

—Parker yo…

—Adiós Nancy —escuchó a lo lejos.

Sin que pudiera evitarlo, algunas lágrimas empezaron a brotar de mis ojos.

Esto no era justo, ambos tenían razón. Yo nunca lo iba a recordar.

Al entrar a la casa, la mirada de Parker se encontró con la mía, al momento su expresión cambió
de una frustrada a una llena de preocupación.

—Louisa —dijo mirándome. Me sentía horrible, pero hice todo lo posible por secarme las lágrimas
y fingir una sonrisa.

—Hola —saludé con una pequeña sonrisa.

—¿A dónde vas? —preguntó jugando con su cabello

—A mi casa, creo que no voy a ir a la gala —confesé cerrando los ojos con fuerza. Se sentía
horrible, pero tal vez era lo mejor alejarnos poco a poco.

—¿Por qué? —preguntó con un gesto serio.

—Yo no te gusto —dije apartando la mirada de la suya.

—Me gustas desde el primer día, desde que te ayudé, desde que me permitiste conocerte de
verdad, de saber quién eras —confesó tomando su mano.

A pesar de todo necesitaba buscar una excusa para irme.

—Pero mírala, ella es perfecta, tú y ella lo son… digo, podrían escribir un libro con su historia —
hablé refiriéndome a Megan, tal vez era la mejor forma.
—¿Y qué hay de la nuestra? Mírate Louisa, no entiendo cómo rayos no te das cuenta de lo
hermosa que eres, pero si tengo que recordártelo diario, lo haré —dijo haciéndome todo más
difícil, de cualquier forma no había manera de que no la lastimara.

—Quiero que seas feliz y que no estés ocupando toda tu vida en tratar de hacer que te recuerde
porque no lo haré —exclamé soltándome de su agarre. No pude hacer nada para evitar llorar, lo
que dije me lastimó tanto como a él.

Me di la vuelta y me fui, sentía un gran nudo en la garganta y en el estómago.

Lo cierto es que me daba miedo quererlo, me daba miedo el hecho de no saber nada de él, así que
quería creer que todo esto era lo mejor.

Capítulo 16

Parker:

—¿Enserio te vas a quedar allí todo el día? —preguntó Dylan.

—Sinceramente no me importa —contesté mostrándole mi expresión más seria.

—Te acompaño —dijo encogiéndose de hombros. Después de unos minutos sentí como el sofá de
hundía con su peso y luego volvía a la normalidad.

—¿Te dijo que no te quiere? —interrogó tocando mi hombro.

—Dijo que no puedo pasar toda la vida esperando que me recuerde —dije con indiferencia.

Sinceramente, ya nada me importaba.

—¿Te vas a dar por vencido? —demandó tocando mi hombro.

—¿Qué rayos quieres que haga? —inquirí con frustración.

—Que le digas la verdad, cuéntale del viaje, todo lo que vivieron juntos no puede acabar así —
contestó en un tono de reproche.

—Puedo contarle todo, pero si ella no me ama, no servirá de nada. Se supone que soy un
psicólogo, tal vez debí prestar más atención y así me hubiera dado cuenta desde antes que solo
estaba corriendo en círculos —hablé sintiéndome un tonto —. Tú mismo lo dijiste, ella me quiere,
pero querer y amar no es lo mismo y Jax Wilson lo dejó muy claro —expliqué.

—¿Quién? —preguntó alzando ambas cejas.

—Eso no importa —respondí volviendo a tumbarme en el sofá.

¿Qué se supone que hacía Louisa?

Ella solamente me confundía, cada vez que estábamos juntos parecía sincera, correspondía los
besos, pero cada que tenía la oportunidad me recordaba que no podíamos estar juntos. Quería
que entendiera que me daba igual su enfermedad, me daba igual todo. Todo menos ella.
—¿A dónde vas? —cuestioné al ver a Dylan levantarse.

—A hablar con Louisa. Puedes seguir deprimiéndote aquí, no tardaré —contestó cerca de la
puerta.

A falta de algo que hacer, decidí llamar a Megan. Probablemente las demás personas que invadían
mi casa no despertarían en un largo rato.

—¿Quieres hacer algo? —pregunté apenas contestó el teléfono.

Así de aburrido estaba.

—Quiero hablar contigo —contestó ella.

—¿Nos vemos en la cafetería? —sugerí esperando su respuesta.

—Claro.

(…)

—¿Qué pasa? —preguntó apenas nos sentamos.

—¿Con quién? —contesté.

—Con ella —aclaró rodando los ojos ante mí falta de compresión.

—No lo sé —respondí con sinceridad.

—Parker quiero dejar algo en claro —dijo algo nerviosa. Algo que había notado en Megan era que
cada vez que se ponía nerviosa jugaba con sus manos y apartaba la mirada.

—¿Qué pasa? —pregunté ante su silencio.

—Me gustas. Sé lo que pasó hace un año no significó algo para ti, pero para mí sí. Sé que no es
mutuo y no te culpo por ello porque no sería justo para ti, pero tampoco es justo que me llames
cada vez que tengas problemas con ella.

Bien, Louisa me rechaza y ahora la única amiga que tengo me dice que le gusto.

—Megan, en serio lo lamento —dije sin saber que más decir.

—No es tu culpa, nosotros no decidimos a quién querer, simplemente pasa —negó levantándose.

—Adiós —se despidió con una sonrisa.

Volví a casa y me encontré con Melanie, ella me miraba de forma curiosa con sus ojos
aceitunados.

—¿A dónde fuiste tío Parker? —preguntó alzando la vista hacia mí.

—Tenía algo que resolver —contesté cargándola en mis brazos.

—¿Puedes hacerme el desayuno? Mamá está trabajando —pidió apuntando a la cocina.

—Claro ¿Qué quieres desayunar? —pregunté viendo el interior del refrigerador.


—Leche con cereal —dijo una vez que la senté en la mesa.

—Viva los productos procesados —hablé riendo.

—Viva —contestó alzando los brazos.

Tampoco había desayunado, así que me senté a comer leche y cereal con ella.

—¿A dónde fue la tía Lou? —preguntó ladeando la cabeza.

—Sinceramente no lo sé —contesté mirándola.

—¿Tienes tarea, pulguita? —cuestioné mientras ella se concentraba en su comida.

—No, esta semana no me han dejado nada de tarea —contestó llevándose una cucharada a la
boca.

—¿Sabes de qué tengo ganas? —hablé logrando que me mirara.

—¿De qué, tío Parker? —preguntó.

De comprar comida basura y quedarme acostado todo el día reflexionando en mi patética


existencia, pero no le podía decir eso a una niña de 4 años.

—De ir al zoológico —respondí sonriendo al ver cómo sus ojos brillaban.

Llevé a la pulga al zoológico después de comer. Su cara se iluminaba al ver cada especie de
animales.

Nunca me trajeron cuando era niño, siempre creí que estos lugares solo existían en la televisión,
pero cuando crecí me di cuenta de que solo era una mentira para no traerme.

—¿Me los compras? —dijo Melanie apuntando a unos binoculares.

De todos modos ese dinero solo se iría en libros y ni siquiera había terminado de leer los que
compré la semana pasada.

Yo solo sonreí y los pagué, ella enseguida se los puso en el cuello y me miró a través de ellos.
Espero que al menos ahora sí sea su tío favorito.

Después de pasar el área de primates llegamos al acuario.

Ella recorría todo con asombro, como si nunca hubiera visto algo igual. A decir verdad, yo también
quedaba maravillado ante la variedad de colores y habilidades de los animales, de la forma en la
que todo estaba hecho en general.

—Mira, ese se parece a tu tía —dije apuntando a un pececito rojo, estaba apartado de los demás y
nadaba cómo si nada le importara.

Melanie soltó una risita y luego se puso a observar al pececito en silencio, incluso se puso los
binoculares para verlo más de cerca.

Por un momento ella se quedó en silencio, parecía dudar en hablarme o no.


—¿Tío Parker, la tía Lou no recuerda todo, verdad? —preguntó mirando al suelo.

—No, ella recuerda de una manera diferente a nosotros —expliqué sonriendo. No quería que se
sintiera incómoda por haber preguntado, así que me apoyé sobre una rodilla para quedar más a su
altura.

—¿Tú la quieres? —cuestionó con sus ojos clavados en mí.

Vaya psicólogo. Una niña de cuatro años me dejó sin palabras.

—Lo hago —contesté mirándola.

—La tía Nancy dijo que eso no estaba bien —confesó en tono bajo.

—A veces las personas se equivocan —dije tomando su mano y levantadme.

No sabía si eso le aplicaba a Nancy o a mí, quería creer que no estaba equivocado con Louisa.

Y así, después de comer algo en un puesto de comida, volví con Melanie a casa. Blair estaba
terminando su trabajo desde su computadora, así que solo me agradeció por llevarla a distraerse
un rato.

Tomé mi laptop y me puse a ver mensajes del trabajo, eran personas que me agradecían por
ayudarlas en su mayoría. Me sentía bien al poder aportar algo al mundo, y estaba bastante
ocupado cuando alguien tocó mi puerta.

—Pase —indiqué al ver que él golpeteo no paraba.

—Tengo que hablar contigo —dijo Dylan con prisa apenas se abrió la puerta.

Capítulo 17:

Louisa:

—Dylan ¿Qué haces aquí? —pregunté al verlo frente a mi puerta.

—Lo dejaste depresivo —dijo apenas entró.

—¿A qué te refieres? —pregunté sorprendida.

—¿No escribiste sobre eso? —enarcó una ceja confundido.

—Parker —pronuncié bajando la cabeza. Me sentía horrible.

—¿Por qué? —cuestionó sin entender.

—Tengo miedo —confesé sintiendo que mi voz se quebraba.

—¿De qué? —preguntó preocupado.

—De no conocerlo como él a mí, de que algún día se dé cuenta de que nunca le voy a dar el amor
que se merece, tengo miedo de no ser suficiente para él —admití mientras una lágrima se hacía
presente en mi mejilla.
—Louisa tú siempre serás suficiente, él está enamorado de ti y probablemente seas la única
persona que lo conoce realmente, tú nunca dudaste de él, y sé que sientes lo mismo que él por ti.

—¿Cómo estás tan seguro? —dudé mientras él secaba mis lágrimas.

—Solo lo sé. Es algo que es muy fácil de ver cuándo te conozco desde que tenías 5 años —dijo
dedicándome una sonrisa.

Lo rodeé con mis brazos y él solamente me sonrió.

—¿Quieres tiempo para pensarlo? —preguntó mirándome.

—No es necesario, dile que estoy con Martin, tal vez algún día lo pueda entender. No quiero que
se cansé de mí y se arrepienta de haberme esperado tanto —respondí con convicción.

—Louisa no creo que…

—Por favor —supliqué con una sonrisa débil.

Esto era lo mejor.

Esto era lo mejor.

Me repetía tratando de convencerme.

(…)

—Sé que no estás feliz —dijo Martin rompiendo el silencio que se había formado.

—¿Qué? —pregunté confundida. Solamente estaba comiendo y él me interrumpió en uno de esos


momentos de espontaneidad.

—Vamos, no me has dicho que te pasa, ni siquiera sé si lo recuerdes pero estás desanimada —
habló con sinceridad.

—No lo sé exactamente. Acepté la oportunidad —anuncié tratando de cambiar de tema.

—Eso es maravilloso, pero no me has dicho que te pasa —contestó negando con la cabeza.

—No lo sé —exclamé algo irritada.

—Hoy es el día —dijo en un suspiro.

—¿De qué? —pregunté sin entender.

—De su conferencia. Vamos, arréglate y te llevo —dijo rascando el puente de su nariz.

No entendía muy bien hasta que me extendió una invitación muy elegante con su nombre en ella.
Creo que era difícil olvidarlo con su nombre en experience.

—Martin yo…

—Sé que quieres ir, sé que estás mal por él —negó mostrándome que no cedería.
—Pero…

—Louisa sé que él te hace feliz, me lo has dicho miles de veces —admitió con una sonrisa triste.

Lo peor es que todos tenían razón, trataba de engañarme pero no quería. No quería alejarme de
él.

Busqué cualquier vestido y me “maquillé” y con “maquillé” me refiero a que me puse un poco de
brillo labial y me hice un intento de delineado en los ojos.

—Bien, se supone empieza en 15 minutos —avisó Martin una vez que me subí a su coche.

Me sentía muy nerviosa, mi pierna se movía involuntariamente y tenía muchas ganas de


morderme las uñas.

¿Qué se supone que le diría?

Hola, es curioso, nunca volví con Martin y estoy enamorada de ti.

Probablemente él no querría ni verme. La ansiedad revolvía mi estómago haciéndome sentir


horrible.

Al entrar sentí que todos me observaban, que todas las miradas estaban sobre mí, cuando las
personas simplemente estaban ocupadas en sus asuntos.

En unos minutos escuché como todos guardaban silencio para escuchar el inicio de la conferencia.

Él entró pasó algo nervioso, su cabello rubio se veía menos despeinado, pero seguía teniendo ese
aire de rompe reglas.

Me sentía algo mejor de poder estar apoyándolo.

Se veía muy bien en su traje, y también con su bata de psicólogo.

¿En qué rayos estoy pensando?

Sus ojos grises se veían algo apagados y tenía ojeras. Lo peor es que yo estaba igual.

La conferencia no tardó mucho, él habló sobre cómo se relacionaban las personas como yo y cuál
era mi forma de ver el mundo. Se veía lindo explicando.

Dolía saber que lo lastimaba, así si hoy me rechazaba, lo entendería perfectamente.

—Viniste —dijo en un tono algo nervioso al verme. Martin se había ido afuera y quedaban pocas
personas.

—Lo lamento, no sabía si tú me podrías querer o si podía ser suficiente para ti y tenía miedo —
admití mientras una lágrima caía por mi mejilla.

—Ven aquí —habló el rodeándome con sus brazos. Sus abrazos siempre era cálidos, con él todo se
sentía especial.

—¿Por qué tus abrazos siempre son diferentes? —pregunté rodeando su torso, era mucho más
baja que él. No medía poco, simplemente él era muy alto.
—No lo sé, no lo sé todo —contestó cerca de mi oído.

—¿Y qué es lo que sabes? —cuestioné para molestarlo.

—Que te quiero a mi lado —respondió acariciando mi cabello.

De alguna forma, sentí que se apartó un poco, no sabía la razón hasta que vi a Martin.

—Él y yo no estamos juntos —admití apretándolo con más fuerza. Me gustaba hacer eso siempre
que lo abrazaba, cuando Melanie y yo lo abrazábamos siempre lo hacíamos.

—Si no estabas segura solo tenías que decírmelo —contestó en un tono cálido, era de esos
momentos en los que su voz se sentía como un susurro.

—¿Vendrás a la gala? —preguntó mirándome.

—Sí —contesté con una sonrisa.

El salón era enorme y estaba decorado con un elegante color dorado, todo parecía un sueño. Los
candelabros le daban un toque de cuento de princesas.

hablaban entre ellos mientras que Parker solamente me veía a mí, yo solo sonreía sintiendo una
rara sensación en el estómago, pero esta vez era linda.

De pronto, escuché como empezaba a sonar una canción, no sabía cuál era, pero su melodía y el
lugar comb Todos inaban a la perfección. Todo parecía perfecto.

—¿Cómo se llama? —pregunté tocando el hombro de Parker.

—Unconditionally —contestó él.

—¿Me concede esta pieza? —hablé tomando la iniciativa. No parecía una persona que amara
bailar.

Él solo reía mientras yo me movía al ritmo de la canción, dejó su vaso a un lado y me acompañó.

Yo coloqué mis manos en sus hombros y él alrededor de mi cintura.

—Te quiero, zanahoria —admitió mientras nos movíamos al ritmo de la música.

—También te quiero —confesé yo —Incondicionalmente —añadí acercándome más a él.

Después de la canción él se alejó de mí por unos momentos. De pronto vi como se acercaba


revolviendo su cabello.

—Louisa Kate Salvatore Miller ¿Puedo ser tu novio? —preguntó algo nervioso.

—Te olvidaré cada día —contesté algo nerviosa, aunque una especie de ansiedad me hacía querer
decir que sí con todas mis fuerzas.

—Tenemos toda una vida para que me recuerdes —dijo tomando mi mano.

—Sí —contesté lanzándome a sus brazos.


Tal vez lo conocía más de lo que creía, tal vez no lo conocía nada, pero me atrevería a decir que lo
quería tanto como él a mí.

Capítulo 18

Parker:

Desde ahora podría decir que Louisa Salvatore era mi novia.

Ella y yo estábamos muy bien y siempre la llevaba a su casa después de su trabajo.

—Parker —habló en un tono bajo.

—¿Sí? —contesté mirándola.

—Sabes que te quiero ¿verdad? —preguntó mirando al piso.

—¿Qué hiciste Zanahoria? —pregunté entrecerrando los ojos.

—Bueno, estaba subiendo las escaleras y..

—¿Por qué no me sorprende que seas tan distraída? —interrumpí burlándome de ella.

—¡Parker! —chilló algo desesperada.

—¿Qué sucedió? —pregunté tratando de tomarlo en serio, pero en realidad apenas podía
contener las ganas de reír.

—Tu celular empezó a sonar y… —trató de hablar.

—¿Lo revisaste? No hay problema, ni que tuviera vida social —aclaré sin darle importancia.

—No, se me cayó… se rompió toda la pantalla. Lo lamento —dijo mirándome con culpa.

No le podía enojar con ella, solo era un celular. Si se hubiera tratado de un libro tal vez me habría
enojado, pero nunca le diría nada.

—¿Estás bien? ¿Te pasó algo? —pregunté mirando sus manos.

—¿Me estás escuchando? Se me cayó tu celular —repitió ella preocupada.

—Sí, ya lo escuché ¿Tú cómo estás? —volví a preguntar. El que se haya caído era una probabilidad
por lo torpe que era a veces.

—Bien —contestó mirando al suelo de nuevo.

—Es solo un celular. Mañana iremos por otro —dije abrazándola. No quería que se sintiera mal
por un simple aparato electrónico.

Ella se apartó de mí algo apenada, pero al ver que la estaba mirando sonrió confundida.

—¿Qué? —preguntó sonriendo.

—Te amo, Louisa —confesé revolviendo mi cabello.


—Te amo, Parker —admitió con ese tono rojo que ya estaba acostumbrado a ver.

—¿Cómo estás tan segura, Pecas? —pregunté para molestarla.

—Solo lo sé, los sentimientos no se olvidan —contestó ella.

(…)

—¿Cómo crees que reaccionen? —preguntó con nerviosismo.

—Tranquila, Pececito —dije yo riéndome de ella. Ella me dedicó una mirada de querer matarme.

Estaba inquieta desde hace días. Hoy le diríamos a todos que éramos novios, desde la tarde tenía
esa actitud y yo le dedicaba algunas de mis muchas sonrisas arrogantes para fastidiarla.

—Lo lamento —pronuncié tratando de contener la risa.

—No lo haces —chilló dándose la vuelta.

Estaba a punto de reír, pero gracias al timbre de la puerta pude evitarlo.

—Hola, Parkercito —saludó Dylan extendiendo sus brazos.

—No me digas así —gruñí yo.

—¿A qué viene esta invitación, Blair nos tiene planeada otra de sus “divertidas terapias familiares?
—preguntó Nate entrando.

—¡Me caes horriblemente mal, Parker Andrew Archer! —exclamó Louisa desde la cocina. En ese
momento me reí bastante mientras todos tenían una expresión confusa.

Al ver que no contestaba, Louisa salió de la cocina, en realidad yo había preparado la cena, sus
habilidades culinarias no eran las mejores.

Pero le iba a atribuir ese éxito si le preguntaban.

—Hola —dijo agitando la mano a la altura de su pecho.

—¿Tú vives aquí? —cuestionó Nate sorprendido, sus ojos estaban muy abiertos.

—¡No, claro que no! Llegué antes —contestó con los ojos buen abiertos.

Siempre dejaba al Pececito en su casa después del trabajo.

Ella se fue rápidamente a la cocina abusar los platos, yo la ayudé con los vasos y los cubiertos,
pero me seguía fulminando con la mirada por burlarme de ella.

—¿Ya nos dirán? —preguntó Blair ansiosa de saber.

—Yo y Louisa estamos juntos —carraspeé algo nervioso.

—Felicidades —exclamaron Dylan y Blair al mismo tiempo.

—Me alegro de ustedes, chicos —habló Nate con una sonrisa.


—Espero sean muy felices juntos. Yo… lamento mucho anterior —confesó Nancy con una sonrisa
apenada.

—Eso ya no importa —aclaré negando con la cabeza.

—Te lo dije, Pececito. Todo salió bien —dije sonriendo.

—Te perdono, psicólogo de kínder —contestó sonriendo para molestarme. El apodo no me


molestaba si venía de ella.

—Vámonos, Zanahoria —insté abriendo la puerta para llevarla a casa.

—Tan amable como siempre —ironizó rodando los ojos.

—Mi especialidad —hablé guiñándole un ojo.

—Eres un fastidioso —al parecer no se le había olvidado que me burlé de ella.

—Y tú hablas demasiado —contrataqué volteando a verla una vez que estuvimos en el coche.

—No hablaría tanto si tú hablaras más —espetó frunciendo el ceño. Eso no era cierto, ella y yo
teníamos una gran comunicación, tanta que, sabía que se estaba burlando de mí.

—Espero que mañana no tengas nada que hacer porque me debes un celular —informé para
molestarla un poco. Sus mejillas se pusieron rojas de la vergüenza y yo me reí un poco.

—Es broma, Pececito —admití riendo.

Ella prendió la radio ignorándome.

Sonreí de lado al escuchar que sonaba Electric love.

—Es mi canción…

—favorita —contesté con una sonrisa.

—¿Es la tuya también? —preguntó emocionada.

—Algo así —respondí con una sonrisa de lado.

—Baby you’re like lightning in a bottle —entoné mirándola.

Ella también se puso a cantarla y a tratar de bailar desde el asiento.

Lo único que tenía claro es que la quería, más de lo que había querido a nadie nunca.

Y así, llevé al Pececito a su casa y regresé a la mía con una sonrisa.

Capítulo 19

Louisa:

—Parker —exclamé riendo mientras él jalaba de mi brazo.


—Vamos, Pecas —dijo volteando a verme con una sonrisa.

Esto era lo que pasaba cuando se te cae el celular de tu novio por las escaleras.

—¿Podemos comprar algo después? —pregunté con una sonrisa.

—Lo pensaré —contestó con una sonrisa.

Llegamos a la tienda de tecnología y él entró.

Estuve inflando una mejilla mientras esperaba, no era una persona que amara ir de compras, de
hecho consideraba eternos los minutos en los que Nancy y Blair me llevaban a comprar ropa.

Después de un rato él salió de allí con una sonrisa.

—Esto es para ti —habló entregándome una bolsa. Al abrirla vi unos audífonos azules muy
bonitos.

—Sabía que los tuyos se habían echado a perder —confesó mientras yo veía la bolsa.

—Parker no era tan importante —dije observándolos.

—Pero te pueden servir para practicar mejor las canciones, a veces el mundo se siente diferente
con audífonos —explicó mirándome.

—Pero…

—Si no te gustan puedes cambiarlos por otra cosa —interrumpió algo confundido al ver que no
reaccionaba. Se veía algo nervioso, jugaba con su cabello rubio.

—Pero las cosas de esa tienda no son del todo baratas —dije mirando de nuevo la bolsa.

—Puedo vivir sin ese dinero —aclaró sonriendo.

Lo abracé fuertemente y él dejó un beso en mi cabeza.

Al llegar a mi casa me encontré con un libro de portada colorida.

—¿Me lo lees? —pregunté mostrándole una sonrisa.

—¿Estás segura? —cuestionó alzando ambas cejas.

—¿Qué es lo peor que podría pasar? —inquirí sonriendo.

—Ahora vuelvo —dijo buscando papel del baño y un helado.

—¿Para qué es eso? —pregunté señalando el helado.

—Lo sabrás hasta el final —contestó dejando el papel en la mesa.

Los primeros capítulos fueron hermosos, realmente era como estar dentro del libro y sentir cada
palabra.

—¡Quiero un Seth Campell en mi vida! —exclamé al final del capítulo 7.

Él me miró arrugando el entrecejo y siguió leyendo.


—No sabes lo que pides —contestó él para después seguir leyendo.

Ambos estábamos en el sofá, yo busqué una manta y apoyé mi cabeza en su hombro mientras
escuchaba su voz cálida.

No sé en qué momento empezó, pero no podía parar de llorar al leer al final del libro. Él me dedicó
una sonrisa malvada y me acercó un pedazo de papel y el helado con una cuchara.

—¡No lo digas! —exclamé entres sollozos.

—¡Te lo dije! —habló sonriendo.

—¿Por qué no lloras, estás hecho de piedra? —pregunté al ver que su expresión era la misma.

—No voy a negar que es un buen libro, pero yo no lloro —negó secando mis lágrimas con el papel.

—Quiero conocer a la autora —dije abrazando el libro.

—Ya la conociste, y es muy amable —contestó yendo a la primera página del libro.

En ella había una dedicatoria.

“A todos los que encuentran emociones en simples palabras”.

Hasta la dedicatoria era hermosa, lo cual me hizo llorar todavía más.

Abracé a Parker y hundí mi cabeza en su pecho hasta que no escuché nada más que los latidos de
su corazón.

—Bien, vamos a practicar —dijo un hombre de cabello castaño.

—Sí, está vez lo lograré —contestó una niña pelirroja alzando ambos brazos.

—¿Cómo te llamas? —preguntó una mujer de cabello cobrizo tomando la mano de la pequeña.

—Mi nombre es Lou… Lou… Louisa Salvatore —contestó la pequeña mirando al cielo para tratar
de recordar si lo que decía era correcto.

—Otra vez —pidió el sujeto con voz firme.

La pequeña estaba desesperada por recordar pero parecía imposible.

—Anda a entrenar —pidió el hombre señalando un pequeño bosque lleno de niños. Ellos corrían y
peleaban entre ellos.

De pronto un mejor de niños se acercaron a ella, algunos la empujaban y otros jalaban con fuerza
sus brazos y su cabello.

—Papá —gritaba ella con fuerza sin encontrar respuesta alguna. Podía ver los rostros de sus
padres quienes no mostraban ni una gota de interés o arrepentimiento.

(…)
—Los olvidaré —preguntó la niñita, cabizbaja.

—Nunca nos iremos cariño, siempre estaremos para ti, nosotros no te olvidaremos —contestaron
los dos al mismo tiempo.

Desperté de golpe con un dolor en el pecho y la respiración agitada.

Algunas lágrimas brotaban de mis ojos y trataba de respirar con normalidad mientras sus palabras
resonaban en mi mente.

Nunca nos iremos cariño…

Mi nombre es Lou… Lou… Louisa Salvatore…

Me apoyé en los costados del mueble y cerré los ojos con fuerza.

—Pececito, creo que ya me voy —informó Parker asomándose en la sala.

—Est- está bien —contesté tratando de simular que estaba bien.

—¿Pasó algo? —preguntó sentándose a lado de mí.

—Sí, todo está bien —dije tragando saliva con fuerza.

—No, no lo está —negó apegándome a su pecho.

—Ellos… Ellos me dejaron —hablé estallando en llanto.

—Tú eres demasiado para ellos, merecías una vida mejor de la que te iban a dar —susurró cerca
de mi oído. Su voz era tan tranquilizante como una canción de cuna.

—Parker… ¿Qué tal… ¿Qué tal si algún día tengo un hijo y lo olvido, si nace como yo? —traté de
formular con la voz quebrada.

—Pues veremos la forma de que nuestros hijos estén bien —contestó sonriendo. Sentí que mi
corazón daba un vuelco con sus palabras.

—¿Qué? —pregunté sin entender.

—Siempre dije que no quería hijos, que los niños eran revoltosos y fastidiosos, pero Melanie me
hizo cambiar de opinión. No quiero hijos si no son tuyos. Algún día nos casaremos y seremos una
familia —respondió con una sonrisa que revolvió mi estómago por dentro de una forma hermosa.
Mis mejillas adoptaron un color rojo al instante.

—¿Ya planeaste nuestra vida? —cuestioné soltando una risita.

—Hacerte reír es un buen comienzo —me dijo secando mis lágrimas, provocando que lo abrazara
fuertemente.

—Si dices esas cosas siempre, apuntaré cada palabra que salga de tu boca —sentencié para
fastidiarlo.

—No quiero un registro de lo cursi que me volviste, Zanahoria —avisó entrecerrando los ojos,
aunque, en contraste con su expresión él me abrazaba fuertemente.
Lo amaba, no sabía el cuándo, ni el porqué, pero lo hacía.

Capítulo 20

Parker:

Tenía un montón de trabajo, sinceramente era la primera vez que quería hacer otra cosa en vez de
estar sentado trabajando.

—Eso es trampa —dijo el Pececito hacia Melody. Ambas estaban sentadas jugando videojuegos en
el sofá y Melanie soltaba risitas de vez en cuando.

—El tío Parker dijo que eso no iba contra las reglas —contestó ella con una sonrisa. No me hacía
falta voltear para saber que Louisa me fulminaba con la mirada.

—Tu tío Parker es un tramposo —chilló logrando que riera.

En realidad no contaba como trampa, pero ella siempre decía lo mismo.

Yo seguí guardando archivos y cosas por el estilo, cuando sentí como sus brazos rodeaban mi
pecho.

—“Oh, my God, look at that face, you look like my next mistake. Love’s a game, wanna play? —
cantó cerca de mi oído.

—¿Entonces, puedo llamarte? —preguntó ella.

—Solo si quieres, aunque tengo novia y es muy celosa —contesté siguiéndole el juego para
fastidiarla.

—¿Lo maltrata? —preguntó en un tono dulce.

—Bastante —confesé con gesto triste.

—Eres un pesado —chilló ella alejándose de mí.

—¿Quiere venir a la gala conmigo? —preguntó acercándome a ella.

—¿Quieres venir conmigo? Digo, soy un Pececito, no sé bailar bien y todo eso —habló en un tono
desinteresado.

—Lo eres, pero podemos fingir que no —respondí tomando su mano.

—¿Y tu novia? —volvió a preguntar dándome la espalda.

—No creo que le moleste —reí abrazándola.

—Pesado.

—Enojona.

Ella ya no contestó y ambos nos pusimos a jugar con Melanie.


(…)

Han pasado algunos meses desde eso. Hoy era el día de la presentación de Louisa.

Antes de la presentación se ofreció una clase de banquete y después habría una fiesta.

Martin estaba allí, todos fueron para ser parte de la gran presentación del Pececito.

—Mira Louisa, están dando fruta —dijo ofreciéndole un plato con papaya.

—A Louisa no le gusta la papaya —informé mirándola.

—Claro que sí —contestó ella tomando un poco.

Me alejé a buscar una servilleta en la mesa de invitados, sabía que la necesitaría para escupirlo. Al
llegar la vi sonriendo con la boca cerrada, me reí un poco y escondí la servilleta detrás de mí.

No quería avergonzarla, así que hice como que tomaba su mano y le dejé la servilleta entre sus
dedos.

Ella se volteó y lo escupió mientras yo reía.

—Te detesto, Archer —masculló frunciendo el ceño.

—Pues yo te quiero —dije logrando que sus mejillas se tomaran de rojo.

—Tus mejillas dicen lo contrario —hablé con una sonrisa arrogante.

—Eres un…

Su comentario fue interrumpido por la voz de una chica que le avisó que dentro de poco seria su
audición.

Yo solté su mano y ella se fue rápidamente hacia la parte de atrás del escenario.

Después de las presentaciones, pude verla, llevaba un vestido negro que la hacía ver genial. Su
expresión irradiaba felicidad, lo cual la hacía ver más hermosa.

La canción era Experience, esa que era tan especial para ambos.

Su cabello se movía un poco, se veía totalmente perfecta. El salón era grande y de un elegante
color blanco.

El simple hecho de ver cómo cerraba los ojos mientras tocaba le daba una esencia increíble. No
podía ver a nadie más que a ella.

El concurso terminó rápido y todos se fueron del escenario. A ella le pidieron decir unas palabras y
se veía algo nerviosa.

La esperé atrás del escenario y le entregué unas flores que había comprado para ella. Sus favoritas
eran los girasoles.

Louisa:

—¿Cómo te sientes? —preguntó tapando mis ojos por detrás.


—Siento que podría hacer cualquier cosa —contesté apartando sus manos de mis ojos para
voltearme y quedar frente a él.

—¿Cualquier cosa? —repitió sin saber a qué me refería.

—Sí —afirmé una gran sonrisa.

—¿Cómo qué? —volvió a cuestionar ante mi entusiasmo.

—Como esto —. Tomé su cara entre mis manos y le dí un beso casi al momento. Él tomó mi
cintura y mi cabeza acercándome más a él y yo coloqué mis manos detrás de su cabello y me sentí
como nunca en mi vida, era algo fastidioso que me gustara tanto.

Cuando traté de abrir los ojos vi a Dylan frente a nosotros.

—Ok… no sé cómo reaccionar al respecto ¿Alguna idea? —preguntó hacia ambos, abriendo los
ojos en sobremanera.

Parker se quedó mudo y yo tampoco tenía idea de como reaccionar.

—Yo… —traté de hablar soltando frases sin coherencia. Siempre me pasaba cuando estaba
nerviosa, la mayoría de las veces terminaba tartamudeando.

—Sí, tú —dijo Dylan mirándome con una sonrisa divertida.

Parker se fue, el muy desgraciado me dejó allí con Dylan.

—Felicidades Lou, fue increíble y estoy muy orgulloso de ti —exclamó con respecto a mi
presentación.

—Gracias —contesté con una gran sonrisa.

—Ahora sí ¿Qué rayos acabo de presenciar? —replicó con una expresión divertida en su rostro.

Yo solo sonreí con las mejillas rojas.

—Tendrá que pedirme tu mano —dijo señalando a Parker, quien se encontraba afuera.

—Dylan —chillé sin saber cómo reaccionar. «Trágame tierra» era lo único que pensaba.

—Ven aquí —sonrió abrazándome.

—Te quiero —admitió cerca de mi oído.

—Yo también —confesé sonriendo.

—¿Algunas palabras que dedicarle a los nuevos artistas —preguntó Blair alejando a Dylan para
abrazarme.

—Donde el pensamiento lógico nace, el arte muere. Hay que estar un poco locos para ser artistas,
el arte no se enseña, se siente —hablé sonriendo —Mi psicólogo está de acuerdo con eso —aclaré
sonriéndole.
—¿Qué piensas de él? —preguntó entrecerrando los ojos.

—Es muy lindo, pero tengo novio —admití mostrándole una sonrisa.

De repente todos se quedaron en silencio, mirándose entre ellos. Habían ido todas las personas
que me importaban a mi presentación. Dylan, Blair, Nate, Martin, Nancy y Parker.

Hubo un momento en lo que todo se redujo al silencio y en dónde Martin miraba a Parker, todos
nos encontrábamos parados en el salón y yo parecía la única sin saber lo que pasaba.

Sonreír era involuntario ante el ambiente, la decoración y las personas que me acompañaban.

Parker se arrodilló ante mí, estaba algo nervioso y lo sabía por su expresión.

—Louisa Salvatore, hemos pasado muchas cosas juntos y me alegra que me hayas dado la
oportunidad de conocerte y de darme cuenta de lo mucho que me importas. No sé cómo ni
porqué, tampoco tengo la menor idea de lo que pasará en el futuro, pero sé que a pesar de todo
quiero pasar mi vida contigo ¿Te quieres casar conmigo? —preguntó sonriendo nervioso. Yo me
llevé las manos a la boca sin creer que ese momento era real.

—Sí —exclamé observando como colocaba de manera delicada el anillo entre mis dedos. Era de un
bonito color plateado con una piedra en medio y detalles dorados.

Lo abracé apenas se levantó y sentí como se me saltaban las lágrimas de la felicidad.

—Creo que deberías preguntarle algo a Dylan, se va a sentir mal si no lo haces —susurré cerca de
su oído.

—Dylan —dijo mirándolo.

—¿Sí? —preguntó sonriendo.

—¿Me das tu permiso para casarme Louisa? —dijo tratando de ser amable. Sabía que estaba
haciendo su mayor esfuerzo.

—Déjame pensarlo —dijo en un tono serio que nos hizo reír a todos —. Hablando en serio, cuídala
bien —contestó abrazando a Parker y a mí.

—Te amo, Parker —admití una vez que estuvimos solos en el balcón.

—Te amo, Pecas —respondió tomando mi mano.

Epílogo

Louisa:

—Creo que voy a llorar —dijo Blair mientras acomodaba mi velo.

—Si lloras, yo también lloraré y se me arruinará el maquillaje —contesté sonriendo.

—Te ves perfecta, Parker se morirá cuando te vea —habló Nancy sonriendo.
Llevaba un vestido blanco sin mangas y con encaje, era de crinolina y se veía como en las películas
de princesas.

Mi maquillaje era sencillo y tenía un tocado que era cubierto por el velo.

—Creo que ya es hora —dijo Nate acercándose a mí, llevaba un traje negro ye sonrió apenas se
acercó.

Mis damas de honor fueron Nancy y Blair, ellas llevaban vestidos rosas que contrastaban con sus
cabellos castaños y su piel clara.

El lugar de nuestra boda era un jardín lleno de flores y árboles con las hojas más rosas que había
visto en mi vida. Nos decidimos casar en Italia, después de todo, allí había nacido.

Cuando Dylan se acercó a mí y me ofreció su brazo, sentí un revoloteo en mi estómago. Tomé de


su brazo y pude observar a Parker del otro lado.

—Te ves preciosa —murmuró él con una sonrisa.

—Te quiero, Dylan —confesé apretando un poco su brazo, era una hermosa sensación de miedo y
nervios que se fue al instante en el que vi a Parker.

—También te quiero —murmuró con una sonrisa. Sentía que caminábamos muy lento, en realidad
no lo sabía.

Cuando llegamos, Dylan dejó un beso en mi frente.

—Te amo a pesar de que no quería amar a nadie. Estoy enamorado de ti, tanto que podría decir
que eres todo para mí, tú lo significas todo, y eres la única persona en el mundo a la que le puedo
mostrar quien soy realmente. Eres mi única opción, así que espero ser la tuya. Porque para mí eres
como un rayo en una botella —admitió tomando mi mano.

—Siempre serás tú, no tengo idea de que vaya a pasar, pero espero que siempre tengas ese efecto
en mí, el de creer que puedo hacer lo imposible si estoy de tu lado —dije sintiendo como miles de
mariposas revoloteaban por mi estómago.

Él colocó una de sus manos en mi mejilla y la otra alrededor de mi cintura y me dejó un corto beso
en los labios, yo enredé mis manos en su cabello con la sensación de estar en las nubes de nuevo.

Llegó la hora del baile de los novios y sentía como todo el mundo era para nosotros dos nada más.

—¿Me concede esta pieza, señorita Archer —preguntó extendiéndome su mano. Ahora era la
señorita Archer, y era hermoso.

—Creí que no te gustaba bailar —dije enarcando una ceja.

—Puedo hacer una excepción si es contigo —contestó con una de esas sonrisas. Yo sonreí y tomé
su mano, tratando de caminar con ese vestido.

Sus ojos se veían brillantes al igual que los míos, él me dio una vuelta y así estuvimos bailando
entre el césped.
—Grazie per amarmi come io amo te —murmuré cerca de su oído. Tenía mis manos alrededor de
su cuello y nos moviamos lentamente con la canción sonando.

Traducción: Gracias por quererme como yo a ti

—Grazie per aver detto di sì, ti amo Louisa e nessuno lo cambierà mai —confesó dándome un beso
en la mejilla.

Traducción: Gracias por decir que sí, te amo Louisa, y nadie nunca cambiará eso.

—Bien, ahora me toca a mí —dijo Dylan acercándome a él. Parker entrecerró los ojos a modo de
juego, y yo reí a lo bajo.

—¿Entonces ahora eres mi cuñada? —preguntó confundido mientras nos movíamos al ritmo de la
música.

—No quiero una etiqueta, yo soy Lou y tú eres Dylan, y siempre te querré igual —contesté
apoyándome en su hombro.

—Louisa, espero nunca olvides que no necesitas a nadie para ser feliz, pero me alegra que él
estará allí para ti ahora —confesó dando leves palmaditas en mi espalda. De pronto me sentía la
niña de cinco años que le pedía jugar a las escondidas.

Ambos nos abrazamos hasta que Nate pasó a bailar conmigo.

—Si algún día necesitas algo, solo llámame —habló sonriendo.

—Lo haré —contesté apoyando mi cabeza en su hombro. No hacían falta palabras, él era quien me
consolaba cuando me caía, era como un padre para mí, al igual que lo era Dylan.

Fue el turno de Martin quien se acercó a mí con una sonrisa mientras Parker bailaba con Megan,
ella y yo nos llevábamos bien, era una gran persona después de todo.

—Mírate, y decías que no te ibas a casar —se burló sonriendo.

—¿Dónde está Scarlet? —pregunté fingiendo buscarla.

—Ella se fue de París, Lulu —contestó logrando que le sacara la lengua.

—Recuerdo a la niñita de cinco años que estaba asustada, me alegra que me hayas permitido
verte crecer —dijo Blair con los ojos cristalizados.

—Te quiero Louisa, eres una de las personas más dulces que he conocido y siempre te querré —
agregó Nancy tomando mi mano.

Y así pasé la mejor noche de mi vida junto al chico que más quería en todo el mundo.

—Te amo, Parker Andrew Archer —confesé mirándolo, ambos estábamos viendo la luna.

—Te amo Louisa Kate Archer, y si te lo tengo que recordar diario, lo haré —confesó dejando un
beso en mi mano.
—Lo mejor que me pasó fue tener un recuerdo tuyo y los muchos que nos faltan —susurré
apoyando mi cabeza en su hombro.

Él no respondió, el silencio era reconfortante si me encontraba a su lado.

Empezaba una nueva vida, una formando recuerdos... recuerdos a su lado.

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