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Un gato negro en la ventana.

De Tony Ortiz

1
Para aquellos que no se atreven a amar,

porque ganen esa guerra.

También para Carlos…

2
“Combatirse a sí mismo es la guerra más difícil”

Friedrich Von Logau

3
Dramatis Personae

Adam

Evan

PRÓLOGO

Un sótano. Evan y Adam iluminados por un halo de luz que se cuela por una

pequeña ventana.

A: Los sentía encima de mí. Yo estaba escondido en el armario pero los sentía

encima de mí. Tocándome. Como si todas esas cosas que le decían a ella fueran

para mí. Quise salir y defenderla. Quise quitárselos de encima pero no pude. Mamá

tirada en el piso me decía con los ojos “no salgas, haz que esto valga la pena”. E

intenté volverme, pero algo muy dentro de mí me hacía seguir mirando. Como la

penetraban una y otra vez. “Para que aprendas, lesbiana asquerosa”, “Para que

aprendas”, les oía decir una y otra vez. Pero ni ella ni yo llorábamos…

E: Adam, es suficiente.

A: En silencio nos mirábamos sin que nadie más lo supiera.

E: No es necesario que me digas más.

A: En el infierno de esa habitación y sin decirnos nada le juré que no saldría de ahí.

Le juré que me quedaría en ese armario.

E: Adam…

A: Que nada me haría salir de ahí.

E: ¡Adam, escúchame! Confía en lo que te digo.


4
A: Escondido como un gato asustado… como un gato… como un gato

(Oscuro)

Una gran detonación. La puerta del sótano se abre estrepitosamente dando paso

a Evan y Adam, este último con la frente sangrando. Antes de cerrar la puerta se

escucha una gran muchedumbre del otro lado y detonaciones a distintas distancias.

Evan ayuda a Adam a bajar la escalera y lo sienta en una de las esquinas del sótano.

E: ¿Estás bien?

A: Creo que sí, ¿qué pasó?

E: No lo sé. ¿Estás seguro que te encuentras bien?

A: Algo me rozó

E: ¿Una bala?

A: Me duele. ¿Dónde estamos?

E: En el sótano. Es lo más alejado de las ventanas. (Silencio) Estás sangrando.

Espera aquí.

A: ¿A dónde vas?

E: Sólo espera aquí.

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Evan sale del sótano, Adam intenta levantarse del suelo en donde se había tumbado

y se marea. Encuentra un pedazo de tela en un estante y se cubre la herida. Evan

entra de nuevo al sótano y tras cerrar la puerta se asegura de que esté bien cerrada.

A: ¿Qué es eso?

E: No pude encontrar alcohol

A: ¿Pero vino?

Adam moja la tela con el vino y se cubre la herida. Evan se sienta en el suelo en

casi estado de shock.

E: ¿me ves bien?

A: Creo que sí (Intenta levantarse)

Adam pierde el equilibrio.

E: ¡Adam! Quédate en el suelo… Presiona fuerte para que deje de sangrar…

A: ¿Qué diablos está pasando?

E: ¡Tranquilízate! (Comienza a marcar en su celular)

A: ¿A quién le llamas?

E: Mierda, no tengo señal.

A: ¿Evan?

E: Marie… ella estaba cerca de aquí. Necesito saber que está bien.

6
Evan va a un rincón y sube a uno de los burós.

A: ¿Qué haces?

E: Detrás de estas cajas, hay una ventana.

A: ¿Vas a asomarte? ¿Por qué nos dispararon esos hombres? ¡Evan!

Evan se asoma por la ventana y palidece. No tarda más que unos segundos

observando y vuelve junto a Adam.

Pausa.

A: ¿Ya empezó?

E: …

A: ¿Pero por qué nosotros? Nosotros no…

E: No lo sé…

A: Nosotros no somos…

E: ¡Que no lo sé! (Pausa) ¿Ya no sangras?

A: Estamos jodidos, ¿verdad?

E: Sólo tenemos que esperar a que todo se calme allá afuera.

A: ¿El infierno afuera y lo único que podemos hacer es esperar?

E: ¿Ves otra solución?

Silencio.

7
A: ¿Acaso tú…?

E: ¡NO!

A: ¿Tú eres...?

E: No, Adam, no. Debe ser una… confusión.

A: Digámosles…

Adam se dirige a la puerta del sótano pero Evan lo detiene.

E: ¿Estás loco? Por algo atacaron la casa. Si salimos nos matan.

A: Tienen que saber que tú y yo no somos…no puede ser.

E: Tranquilízate, ¿Sí? Aquí sólo estamos tú y yo, no pasará nada. (Pone sus manos

en los hombros de Adam apretándolo por largo rato) Lo prometo.

Adam mira la mano de Evan sobre su hombro, lo mira a él analizando su frase.

Luego vuelve el rostro al lado contrario.

A: (Para sí) ¡Maldición!

II

E: (Observando por la ventana) Cinco, seis… siete.

A: ¿¡Siete!?

E: Los están apilando en la calle.


8
A: ¿Apilando? ¿Pero qué es esto?

E: ¿Crees que le dicen cacería sólo por gusto?

A: No. Algo debió pasar, Evan. Tú y yo no tendríamos por qué estar aquí…. Yo no

soy…

E: ¿Homosexual?

Silencio largo.

A: No.

Silencio.

E: Lo siento.

A: Qué más da.

E: No, en serio. De haber sabido que esto pasaría justo ahora no te habría citado

aquí.

A: No seas estúpido, Evan. No es tu culpa. La cacería era un secreto a voces, nadie

sabía cuándo iba a empezar. Lo que no entiendo es cómo el partido puede

equivocarse de esta manera. Tú… estás con Marie y yo… pues… nunca he hecho

nada fuera de la ley. Me conoces.

E: ¿Marie?

A: Debe haber alguna manera de que les digamos que hubo un error.

E: No la hay.

A: Debe haberla.
9
E: Adam, es el partido. Los corregidores las cosas sólo porque sí.

A: ¿Crees que no lo sé?

E: ¿Saber… qué?

A: Cómo es el partido. Los…corregidores. (Adam sufre un mareo)

E: ¿Me dejas revisarte?

A: Estoy bien.

E: En serio…

A: ¡Que estoy bien!

E: Ok.

Evan regresa a observar por la ventana.

A: No pueden quedarse ahí afuera para siempre. Tarde o temprano tendrán que

irse.

E: Parece que no está en sus planes por el momento.

Los muchachos escuchan gente dentro de la casa y alguien golpea la puerta del

sótano.

A: Demonios, ¡Van a entrar!

E: No pueden. Está blindado.

A: ¿Qué?

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E: Algo pasó aquí. Hace mucho. Mi abuelo lo blindó porque creía que volvería a

pasar. Todos lo tachaban de loco. Todos menos yo. Era el único a quien permitía

bajar.

La gente detrás de la puerta se aleja.

E: Lo ves.

El teléfono de Evan comienza a sonar. Él baja del buró de donde se había subido y

contesta.

E: Bueno, bueno… ¿Marie?

A: ¿Qué pasa?

E: No hay buena recepción. Marie, si me escuchas debes saber que estoy bien.

Estoy con Adam. Atrapado en el sótano de mi abuelo. Espero… que estés bien

también. Yo… se cortó.

A: ¡Maldición! Marca de nuevo…

E: No hay recepción. Intentemos con el tuyo.

A: Creo que lo dejé afuera. (Ríe)

E: ¿De qué te ríes?

A: Me voy a volver loco.

E: Te digo que te calmes.

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A: ¿Cómo quieres que me calme? Hay un grupo de locos allá afuera que se creen

con el derecho de matarnos porque a alguien se le ha de haber ocurrido levantarnos

falsos a ti o a mí. No hay otra explicación.

E: Cálmate.

A: ¿Pero quién? ¿Quién sería capaz de hacer eso?

E: Adam. Con ponerte así no vas a solucionar nada.

A: Y qué hacemos, ¿nos sentamos a platicar?

E: Pues sí. Ya te lo dije. Marie está allá afuera. Sabe que estamos aquí. Ten por

seguro que va a intentar sacarnos.

A: Y cómo sabes que no fue ella la que nos denunció. Los celos pueden llevarnos

a hacer cosas de las que nos podemos arrepentir. ¿Y si se imaginó que tú y yo…?

Y si se enteró de que venías aquí conmigo y su cabeza inventó historias y advirtió

al partido…

E: Eso es estúpido. Marie no haría eso, ella me ama.

A: El amor no existe, Evan. ¿Crees que puedes confiar en ella porque dice que te

ama? No puedes confiar en alguien sólo porque te dice que te ama cuando te la

coges.

E: Marie es homosexual, Adam.

Pausa.

A: ¿Qué?

E: ¿Te sientes un tonto ahora? Porque así es como te veo.

A: Pero dijiste que…


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E: No, Evan. Lo dijiste tú.

A: Dijiste que te amaba.

E: Marie es como mi hermana, su amor es como tal, y si te digo que va a sacarnos

de aquí es porque lo hará.

Silencio largo.

A: Lo siento.

E: Debes aprender a confiar en la gente. Nunca te había visto así.

A: Nunca me habían…

E: …

A: Esta situación me tensa. Yo pensé que tú y ella…

E: Vamos, Adam. ¿En este tiempo de conocernos no te has dado cuenta?

A: ¿De que es homosexual? Lo aparenta muy bien… los he visto tan unidos en este

tiempo que…

E: (Evitándolo) Eres un idiota.

A: Evan. Perdón, ¿Sí? Entiéndeme. Tengo miedo.

E: Sí. Yo también lo tengo, pero tenemos que tranquilizarnos y aguardar a que todo

se resuelva.

A: Ok (Extiende su mano) ¿Amigos?

Evan toma su mano. Las estrechan por varios segundos mirándose a los ojos hasta

que Adam se siente incómodo y lo suelta. Se dirige a la ventana.

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E: ¿A dónde vas?

A: Quiero verlo.

E: Puedes marearte y caer.

A: Necesito verlo con mis propios ojos.

Adam sube al buró y Evan lo sigue con la mirada.

A: ocho… nueve… diez… los están apilando.

E: Te lo dije.

III

Evan busca entre las cajas del sótano.

A: ¿Qué buscas?

E: Sé que están por aquí.

A: Estás loco.

E: Él siempre entraba aquí a comerlas.

A: Murió hace tres semanas. No quedará nada. Y si encuentras algo seguro estará

podrido.

E: Está fresco. Se mantendrían.

A: Estás completamente loco.

E: Y tú tienes que comer algo.


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A: No tengo hambre. Además, aunque lo encuentres no lo comería.

E: Podrías dejar de hablar y al menos ayudarme a buscar.

A: ¿En serio, Evan?

E: En serio, Adam. No sabemos cuánto tiempo más estaremos encerrados. Tienes

que comer algo.

A: ¿Por la sangre?

E: Por la sangre.

A: Evan, no hay nada. Desde ayer no has hecho más que revisar caja por caja y lo

único que encontraste es ese estúpido tocadiscos y esas botellas de ron vacías. Las

manzanas de las que hablas están en tu cabeza.

E: Él se encerraba a comerlas. Ponía sus discos y a escondidas se encerraba a

comerlas. Decía que eran las mejores en todo el país.

A: Eran las únicas en todo el país. Tal vez se comió la última y después murió. O

tal vez murió por comerlas. Contrabando, Evan. ¿Eso te dice algo? Las manzanas

son contrabando.

E: Ya nos acusan de homosexuales. Creo que el comer una manzana sería un

crimen menor.

A: Aun así, moriremos.

E: (Molesto) Está bien. Voy a sentarme aquí y voy a esperar a que muramos

lentamente. Pero ten por seguro que eso va a tardar por lo menos una semana. Eso

es lo que aguantaremos. Tu un poco menos debido a la herida, obviamente.

A: ¿Crees que no quiero salir de aquí?

E: Pues eso me parece. Yo quiero que salgamos. Los dos. Vivos. ¿No te faltan

cosas por hacer? Porque a mí sí.


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A: ¿Y qué vamos a hacer al salir? ¿Huir? No sé tú Evan, pero yo prefiero morir aquí

que en manos del partido.

E: Marie…

A: Marie podría estar muerta en este momento. Es homosexual, tú lo dijiste.

E: Hay muchas razones por las cuáles intentarlo.

A: Dame una. Dame una puta razón para buscar esas estúpidas manzanas, para

esperar a que tu amiga aparezca tras esa puerta y nos saque de este escondite.

Dame sólo una razón para confiar porque no la encuentro.

E: (duda) Porque…

A: ¿Por qué?

E: …

A: Lo ves. Tal vez esto que está sucediendo no es más que un regalo para morir

con dignidad.

E: Yo tengo una razón para salir de aquí. Lo que no sé es si sea una razón de peso

para ti.

A: Dímela. Dímela y si me convences te ayudaré a buscar las estúpidas manzanas.

E: Yo… tú…

A: …

(Silencio)

E: Una vez actué mal y alguien me dio una segunda oportunidad. Si al menos no

intento salir y sobrevivir a esto todo habría sido en vano. Si no lo haces por ti, ¿no

hay alguien por quien valga la pena intentarlo?


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Un silencio.

E: ¿Nadie?

A: …

Adam se acerca a las cajas y asiste a Evan en la búsqueda.

A: ¿Vas a quedarte ahí o vas a ayudarme a buscar esas manzanas?

Ambos continúan la búsqueda.

A: ¿Entonces el tocadiscos funciona?

E: ¿Ahora quieres bailar?

IV

Escuchamos ‘You don’t know me’ de Cindy Walker and Eddy Arnold reproducida en

el viejo tocadiscos a un volumen bajo. Evan junto al tocadiscos le da la espalda a

Adam quien se encuentra en una esquina de la habitación. Evan, de vez en vez,

espía por encima de su hombro impaciente.

E: ¿De verdad es necesario esto?


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A: Si me hablas no puedo hacerlo.

E: ¡Vamos, Adam! No vas a decirme que te avergüenza que te vea.

A: No es vergüenza. No puedo si alguien más está en la misma habitación. ¿Puedes

subir el volumen y dejar de hablarme?

E: Adam...

A: En serio… necesito orinar. ¡Voltéate!

Evan vuelve a intentar sólo escuchar la canción, sin embargo vuelve a voltear de

vez en cuando.

E: Va a ser necesario poner música cada vez que quieras orinar.

A: Shhh…

Adam termina de orinar y deja una de las botellas de ron, ahora llena, en la esquina

del sótano.

A: Listo…Ya para la música… ¿De qué te ríes?

Evan detiene la reproducción del tocadiscos.

E: Eres muy extraño.

A: ¡Hey, quedaste en no burlarte!

E: No, no me burlo.

A: Pues eso me parece.


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E: Tranquilo.

A: ¿Qué va a pasar cuando se acaben las botellas?

E: Creo que es el menor de nuestros problemas. Debemos comer.

A: Te dije que no había manzanas.

Silencio.

E: ¿En serio no puedes orinar si hay alguien más en la habitación?

A: No estás preguntándome eso.

E: Es sólo que es algo peculiar.

A: Peculiar es que tu abuelo escuchara esa música vieja y coma alimentos

prohibidos. Eso es peculiar. Lo mío es… simplemente… querer privacidad.

¿Podemos cambiar de tema?

E: Ok. ¿De qué quieres hablar?

A: No lo sé. De lo que sea menos de cómo puedo o no orinar.

E: Muy bien. Hablemos… de ti.

A: Ahí vas de nuevo…

E: No. No sobre tu manera de orinar. Hablemos… de ti. Creo que… podemos ocupar

este tiempo. Este… encierro… para conocernos un poco más. ¿No crees?

A: No hay mucho que decir. Soy un hombre normal. Como todos. Vamos, Hombre,

tú me conoces.

E: Nadie es normal. Todo este tiempo y sé de ti muy poco. Sé lo que te gusta comer,

lo que te gusta beber. Cómo puedes orinar o no.

A: …
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E: Lo siento… A lo que voy es… que tú pensaste que Marie y yo… pues…

estábamos juntos.

A: Es fácil confundirse.

E: Sí… sí… pero… tú. Nunca me has hablado de tu familia. De tus… romances, por

ejemplo.

A: …

Pausa.

A: Pues…realmente sabes... todo. Trabajo en ese café de 7 a 7, intento no meterme

en problemas.

E: ¿Y tu familia?

A: Eso es algo de lo que no quisiera hablar. Por favor no… no me preguntes de eso.

Adam lleva su mano a la cabeza a la altura de la herida y parece sufrir un mareo.

E: ¿Te duele?

A: No… es sólo… el encierro.

E: Necesitas comer.

A: No… necesito… mirar por la ventana… sólo un momento. Algo que no sean estas

paredes.

E: Te ayudo.

A: Déjame hacerlo solo.

E: Pero…
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A: Por favor…

Adam sube al buró para asomarse por la ventana. Finge observar al exterior pero

en realidad queda absorto en sus pensamientos. Evan lo mira un momento y luego

va hacia la esquina del sótano y toma otra botella vacía y se dispone a orinar en ella

sin logarlo.

E: Adam… yo si quisiera contarte algo.

A: ¿Sí?

E: ¿Puedes bajar de ahí?

A: No.

E: ¿Cómo?

A: No. Digo. Mira… afuera, un muchacho. Un muchacho, Evan.

E: ¿Del partido?

A: No. Parece que se esconde.

Evan sube al buró y se asoma por la ventana junto a Adam.

E: Es el hijo de los vecinos. ¿Qué está haciendo en la calle?

A: Su gato… Evan… va siguiendo a su gato, debió escapársele.

E: Es homosexual…

A: ¿Qué? Hay que ayudarlo.

E: Adam, no. Si salimos nos matan.

A: ¿Y piensas dejarlo ahí?


21
E: Tres muertos son mucho más que uno

A: ¿Qué?

E: Adam, esto no es un juego.

A: Viene hacia acá.

E: ¿Qué?

A: El gato, viene hacia acá. Y el chico…abre la ventana.

E: El chico no cabe por la ventana, Adam, no seas tonto.

A: Para decirle que huya.

E: Nos vamos a delatar.

A: Es lo correcto. Abre la ventana.

E: No voy a abrir la ventana.

A: Si no lo haces lo haré yo.

E: ¡No!

A: ¡Van a matarlo! ¡Abre la ventana!

E: ¡Adam!

Se escucha una detonación. Ambos miran por la ventana. La escena los aterra,

pierden el equilibrio derribando el buró y cayendo al suelo de manera estrepitosa.

La tapa del buró se rompe y una manzana rueda hasta el centro del sótano. Del

compartimiento donde la manzana se escondía salen varios recortes de periódico.

A: El niño, Evan… el niño.

E: ¡Adam! Estás sangrando.

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V

Adam y Evan en la oscuridad. Por la ventana entran destellos de luz a intervalos

como si algo se quemara en el exterior. Adam habla en voz muy baja, apenas

audible.

A: ¿De verdad crees que podamos dormir?

E: Inténtalo. No quisiste la manzana y perdiste más sangre. Debes descansar.

A: “Para que pueda dormir tranquilo. Aquí estamos nosotros. Confíe en nosotros”

E: ¿Cómo?

A: El lema del partido. ¿No es gracioso? todo buen gobierno termina por

degradarse. ¿Sabías que no siempre fue así? Que hubo un tiempo en el que todo

parecía mejorar.

E: ¿Dónde escuchaste eso?

A: Algunos libros no desaparecieron del todo. Yo siempre quise dormir tranquilo,

sabes. No creo poder hacerlo con una hoguera ardiendo frente a la casa.

Adam comienza a reírse nerviosamente.

E: Adam, ¿estás bien?

A: Sabemos que el mundo es así. Que ellos mandan, ahora. Sabemos lo que hay

que hacer, lo que hay que decir.

E: ¿Adam?
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A: Pero uno es curioso. Y por más que uno intente seguir las reglas en el día, ‘de

noche todos los gatos son pardos’. Es nuestra naturaleza.

E: Adam, estás delirando. Déjame encender la luz.

A: No, no la enciendas.

E: No tienes fiebre, ¿qué pasa?

A: No enciendas la luz. Los ojos se acostumbran a la oscuridad. Incluso a la luz del

sol, uno se acostumbra a la oscuridad.

E: Déjame cambiarte el vendaje de la cabeza.

A: ¿Vendaje?

Evan se quita la camisa, la hace trizas y la moja con un poco más del vino que trajo

del exterior.

A: No lo tires.

E: Déjame cambiarte el vendaje, Adam.

A: Muy bien. Pero ya no tires más vino.

E: Y qué propones que hagamos con él, ¿añejarlo?

A: ... (Sonríe)

Silencio.

A: Creo que deberíamos brindar.

E: ¿Brindar? ¿Por qué brindaríamos en estos momentos, Adam?

24
Silencio.

A: Por haber encontrado en ti…

E: ¿Qué…?

A: …

E: …

A: A un gran amigo. (Sonríe y bebe de la botella de vino, la extiende a Evan)

E: (Sonríe) Por habernos conocido. (Le da un trago a la botella de vino)

Adam se acuesta en el piso viendo al techo de la habitación.

A: Cuando era niño siempre tuve la inquietud de aprender a bailar. Y nunca pude.

Le pedí a mamá que me enseñara pero el partido se entrometió.

E: ¿El partido?

A: Hay cosas que no sabemos el uno del otro.

E: ¿El partido?

A: No pudo enseñarme. No quisiera morirme sin haberlo hecho.

E: No morirás.

A: ¿Tú qué crees que hubiera deseado hacer ese niño al crecer?

Silencio.

E: …

A: ¿Cómo sabías que el niño era homosexual?


25
E: …

Silencio.

A: ¿Estás llorando?

E: ¿Importa?

A: Los hombres no lloran.

E: De noche todos los gatos son pardos.

Silencio.

A: (Quedándose dormido) “Para que pueda dormir tranquilo. Aquí estamos

nosotros. Confíe en nosotros”. Los odio. Los odio tanto.

Silencio largo.

E: Duerme tranquilo. Aquí estoy yo. Confía en mí.

VI

Adam duerme. Evan revisa los recortes de periódicos. Lee uno tras otro mientras

voltea a ver a Adam de vez en cuando. Se apresura a buscar algo entre ellos.

Encuentra un recorte en especial lo lee.


26
A: ¿Qué haces?

Evan dobla el recorte de periódico y discretamente lo guarda en la bolsa trasera de

su pantalón.

E: Nada. Leía estos… diarios. ¿Cómo te sientes?

A: Tan bien como puede sentirse uno aquí.

E: ¿Comerás la manzana?

A: No.

E: Pero…

A: ¿Son diarios de tu abuelo?

E: Al parecer…

A: (Lee) … ¿Qué es esto, Evan?

E: Por lo que veo la historia del partido.

A: ¿Y estas fotos?

E: Él es mi abuelo.

A: ¿Y quién es él?

E: No lo reconozco.

A: Están abrazándose. ¿Tu abuelo era…? Aquí hay más.

E: Creo que tenía más secretos de los que me imaginaba.

A: “Jemina Garay instituye la figura de los corregidores el 13 de octubre como

respuesta a los disturbios ocasionados por los conspiradores. Desde entonces

nadie volvería a alterar la paz ni a corromper nuestro Estado perfecto.”


27
E: …

A: “El mesías ha vuelto… Para que pueda dormir tranquilo.”

E: ¿Qué te sucede, Adam?

A: Vamos a morir.

E: No digas eso. Sólo esperemos un poco más.

A: No. Escúchame. Hemos esperado más de tres días y Marie no ha aparecido. Tú

abuelo quiso decirnos algo al dejar esto aquí. No hay salida.

E: Mi abuelo no sabía que esto iba a pasar. No de esta manera.

A: Sí lo sabía. Los corregidores están allá afuera y no pasará mucho tiempo para

que entren.

E: Adam, estás temblando.

A: Si alguna vez hubieras visto el odio en sus ojos. Temblarías también.

Adam se sienta en el suelo en medio de un ataque de pánico.

E: Adam respira. Maldita sea, respira.

A: No quiero morir como ella…

E: ¿Ella?

A: El partido se llevó a mi mamá.

E: ¿Qué?

Silencio.

28
A: Los sentía encima de mí. Yo estaba escondido en el armario, pero los sentía

encima de mí. Tocándome. Como si todas esas cosas que le decían a ella fueran

para mí. Quise salir y defenderla. Quise quitárselos de encima pero no pude. Mamá

tirada en el piso me decía con los ojos “no salgas, haz que esto valga la pena”. E

intenté volverme, pero algo muy dentro de mí me hacía seguir mirando. Como la

penetraban una y otra vez. “Para que aprendas, lesbiana asquerosa”, “Para que

aprendas”, les oía decir una y otra vez. Pero ni ella ni yo llorábamos…

E: Adam, es suficiente.

A: Sólo nos veíamos sin que nadie más lo supiera.

E: No es necesario que me digas más.

A: En el infierno de esa habitación y sin decirnos nada le juré que no saldría de ahí.

Le juré que me quedaría en ese armario.

E: Adam…

A: Que nada me haría salir de ahí.

E: ¡Adam, escúchame! Confía en lo que te digo.

A: Escondido como un gato asustado… como un gato… como un gato

Silencio.

A: Y se la llevaron… antes de poder enseñarme a bailar. Mi padre la delató, ¿sabes?

Él la traicionó… la delató a los corregidores. (Silencio) ¿Cómo confiar? Dímelo.

¿Cómo confiar en este mundo donde todo es sólo odio?

Evan lo obliga a mirarlo a los ojos.


29
E: Mírame a los ojos.

A: ¿Qué?

E: Mira mis ojos. ¿Ves odio aquí?

A…

E: Respóndeme, ¿ves odio aquí?

A: …No.

E: Te prometo que todo va a estar bien.

A: Moriré.

E: ¡Necesito que confíes en mí!

A: …

E: ¡Por favor!

Silencio largo. Adam aun temblando asiente lentamente.

E: Ahora… muerde la manzana. Necesitas comer.

A: ¿Y tú?

E: Yo estaré bien. Aquí el que importa ahora eres tú.

Adam comienza a comer la manzana y no se detiene hasta haber comido casi la

mitad. Evan lo observa detenidamente. Conecta el tocadiscos de nuevo.

A: ¿Qué haces?

E: ¿Querías aprender a bailar no? Yo voy a enseñarte.


30
A: Pero escucharán la música.

Coloca la aguja en el disco y suena Kissing a fool de George Michael.

E: Ya te lo dije. No pueden entrar.

A: Pero…

E: Déjame hacer algo por ti… (Extiende su mano hacia Adam)

A: …

Adam duda. Extiende su mano y Adam lo toma de la cintura comenzando un baile

lento, torpe. El nerviosismo en ambos se hace evidente y no dejan de mirarse. Adam

intenta separarse.

E: Qué pasa.

A: No está bien.

E: Nadie puede ver a través de la ventana. No te preocupes. No morirás sin haber

aprendido a bailar. No morirás de ninguna manera. Dijiste que no veías odio en mis

ojos.

A: No lo veo.

E: Entonces… bailemos.

Adam vuelve a tomar a Evan y comienzan a bailar por todo el sótano. El baile

comienza a crecer al compás de la música.

31
E: ¿Ves que todavía podemos lograr cosas?

Sus pasos rápidos hacen que sus cuerpos estén cada vez más cerca. Se detienen

en el centro del sótano sin separarse.

E: ¿Qué?

A: Nada

E: Dime

A: ¿Me dirás ahora qué quieres hacer tú antes de morir?

E: Adam… yo…

Evan se prende de los labios de Adam por un instante. Se separan viéndose a los

ojos y Adam corresponde. Comienzan a quitarse la ropa desenfrenadamente.

Besan sus cuellos y sus labios hasta quedar completamente desnudos, derribando

todo a su paso. Adam penetra a Evan mientras por debajo de la música se escucha

el sonido del teléfono celular, pero ninguno se percata de ello. Siguen haciendo el

amor más allá de la duración de la canción.

Oscuro

VII

Evan y Adam están terminando de vestirse. Adam verdaderamente apenado se

sienta en las escaleras evitando la mirada de Evan.


32
E: ¿Qué sucede?

A: Evan lo que pasó…

E: No digas nada.

A: Pero…

E: No tienes que excusarte.

Silencio.

A: Somos tan criminales como los de allá afuera.

Silencio.

E: No crees eso en verdad.

A: Esto no debió suceder. Es… el encierro.

E: Adam…

A: Si no decimos nada nadie debe enterarse. Dijiste que nadie puede ver por la

ventana…

E: Adam…

A: Eso se quedará en este sótano.

E: Escúchame…

A: No, escúchame tú a mí. Nadie debe saberlo nunca. Si sobrevivimos…

E: Viviremos…

A: Si sobrevivimos debes prometerme que…


33
E: ¡Adam!

A: ¿Qué?

Silencio.

E: ¡Te amo!

Silencio largo.

E: ¿No lo ves?

A: Pero…

E: He estado intentando decírtelo desde que entramos a este lugar… desde antes

en la cena. Y no puedo hacer como que lo que pasó no sucedió.

A: Pero el partido…

E: No me importa el partido… ya no. Me preguntabas qué quería hacer antes de

morir y mi respuesta es “tú”. Discúlpame. Pero no puedo seguir haciendo como que

nada pasa. No después de esto… (Silencio) Dime algo…

Silencio largo.

A: No estás enamorado de mí, Evan. Es efecto del encierro. En momentos de crisis

la gente reacciona como nunca había reaccionado antes. Eso fue lo que pasó ahora.

Eso…

E: ¿Sabes por qué te invité a cenar?


34
A: …

E: Iba a decírtelo… iba a confesarte… esto. No te lo digo porque sea un momento

de crisis. Quería confesártelo antes de que este infierno estallara. Todo el mundo

sabía que estaba a punto de suceder y quise hacerlo antes. Marie estaba muy cerca

de aquí, por si aceptabas que escapáramos juntos. Porque algo decía que dirías

que sí.

A: Te equivocas.

E: ¿Y por qué no me miras a los ojos al decírmelo?

A: …

E: Adam, lamento lo de tu madre. En verdad. Pero puedes confiar en mí.

Evan se acerca a Adam y lo obliga a mirarlo tomándolo de la barbilla.

E: ¿Realmente me equivoco?

Adam intenta asentir sin lograrlo. Comienza a llorar tan profundamente que se

desploma sobre el pecho de Evan.

E: No digas nada. Llora. Sólo escúchame bien. No debes tener miedo conmigo.

Confía en mí.

Adam lo abraza con todas sus fuerzas.

A: Sí. Confío en ti.


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Los muchachos se besan.

VIII

Oscuro. Sólo escuchamos un mensaje en el buzón de voz del celular de Evan.

MARIE: (grabación) Evan, contesta el teléfono, maldita sea. Todo se derrumbó. La

cacería inició mucho antes de lo previsto. Estoy buscando la manera de ayudarte.

¿Ya le dijiste a Adam la verdad? ¿Le dijiste que estaba en tu lista? Si no es así

debes hacerlo antes de que los saque de ahí. También están buscándote. Te

acusan de traición. De alguna forma se enteraron de lo que pensábamos hacer, del

escape. Todo el mundo sabe ahora que eres corregidor del partido, tu fotografía

está por todos lados y tu cabeza tiene precio. Aguanten sólo un poco más. Los

sacaré de ahí. Y hagan lo que hagan, no salgan hasta que yo llegue.

IX

Adam con el celular de Evan en la mano, repite una y otra vez el mensaje de Marie

sin que se escuche en el sótano. Sobre las escaleras descansa Evan que despierta

a la tercera repetición.
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E: ¿Qué haces con eso?

A: Marie.

E: ¿Contestó?

Adam extiende el celular a Evan quien lo toma y escucha el mensaje. Su rostro se

descompone.

E: Adam…

Adam lo interrumpe con un ademán y comienza a pasearse por el sótano de manera

violenta sin saber qué hacer.

E: Adam, iba a decírtelo.

A: ¿Qué ibas a decirme, señor corregidor?

Silencio.

E: Déjame explicarlo…

A: No hay nada que explicar, Evan. Fue una trampa. Te aprovechaste de que

quedamos encerrados en este estúpido sótano para seguir cumpliendo con tu

trabajo. (Pausa) Desde el primer día lo único que intentaste fue… corregirme.

E: Adam, no es así. Escúchame carajo.

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A: Me dijiste que no debía tener miedo contigo. Me dijiste que confiara en ti y lo

hice. Sacaste lo peor de mí como lo has de haber hecho con tantos otros.

E: No… Adam…

Adam se abalanza hacia Evan y lo obliga a tocarlo.

A: ¿Quieres seguir fingiendo mientras tu amiga nos saca de aquí y me asesinan?

Anda. Nadie mira por la ventana. Sólo ese estúpido gato.

E: Adam, tranquilízate con un demonio. (Lo avienta al suelo)

A: Voy a terminar justo como mi madre. Por estúpido, voy a terminar justo como

ella. Pero tú eres tan culpable como yo. (Sube la voz) que conste en el acta que

Evan es tan criminal como yo.

E: ¡Adam!

A: ¿Qué? ¿Qué vas a decirme, ahora? ¿Me dirás qué fue lo de anoche? ¿Una

prueba? ¿La prueba fehaciente de que fui débil y cedí? No había necesidad. No

había necesidad de esta artimaña para concretar tu misión. No había nada que

corregirme, Evan. Yo ya lo había hecho, me corregí en el momento en que mi madre

pagó por sus errores. Me siento estúpido, tan estúpido como cuando entré al café y

te vi por primera vez. ¿Por eso quisiste bailar cuando los corregidores salieron en

la plática, para distraerme? El partido me asquea. ¿Eso completará tu informe?

E: Sí, Adam. Te estaba corrigiendo.

A: …

E: Antes… al principio.

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Silencio.

E: Tenía que hacer mi trabajo. Tenía que ayudar a preservar el Estado de derecho

y los homosexuales están… estamos fuera de él. (Pausa) ¿Sabes por qué me volví

corregidor?

A: No me interesa…

E: Porque mi padre lo fue.

Evan saca el recorte de la bolsa de su pantalón y se lo avienta a Adam quien lo lee

horrorizado.

E: Y al descubrir mis faltas me dio una segunda oportunidad antes de delatarme y

yo decidí aprovecharla. No cualquiera da una segunda oportunidad. Tu padre no lo

hizo con tu madre.

A: No menciones a mi madre.

E: Y yo lo aproveché. Cuando llegaste a pedir trabajo al café yo intentaba convencer

a Marie de que acostarse con mujeres la llevarían a la muerte, y aun siendo como

mi hermana pensé en delatarla, pero mi padre me enseñó que todos merecen una

segunda oportunidad. Pero esa tarde me viste, yo sé que me viste y tu mirada no

fue una mirada común. Y es que uno se da cuenta cuando te encuentras con alguien

que cambiará tu vida para siempre. Me enganché. Nos enganchamos. E hiciste que

todo eso que pensaba superado lo olvidara en un segundo. Sabía que había algo

mal en ti, sabía que esa mirada que me diste esa primera tarde la había visto antes

pero no recordaba que había sido en mis propios ojos y pensé en darte una segunda
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oportunidad, pero al rozar mi brazo con el tuyo al acercarme a hablarte mi segunda

oportunidad, la mía, se esfumó, la había perdido. Y perdí la paz. Intenté no pensarte

y no lo logré. Me recriminé el hecho de estar pensando en otro hombre sin que diera

algún resultado. ¿Crees que mi decisión fue fácil? ¿De verdad piensas que no la

pasé realmente mal en esas noches en que imaginaba tu cuerpo desnudo sobre el

mío? Y el partido perdió forma porque tus ojos me recordaban lo que era volver a

sentir de verdad, tus ojos me recordaron esas ideas pre-partidistas de que uno no

decide de quien enamorarse.

Pensé en irme, pensé en brindar mi servicio al partido en otro lado en donde tus

ojos no tuvieran influencia. Marie me detuvo y me convenció de que la segunda

oportunidad no era la que me había dado mi padre sino la que debía darme yo, de

rescatar mi naturaleza. Esta es mi verdadera segunda oportunidad, y las segundas

oportunidades no hay que desaprovecharlas, porque puede que no haya una

tercera. Nuestros cuerpos agitados y húmedos en un mismo baile me confirman que

para mí no hay marcha atrás. Que es la última oportunidad. Quiero ser tu corregidor,

sí, quiero obsequiarte esta segunda oportunidad y que sea nuestra. Tus ojos me

dicen que es posible y tu cuerpo me lo dijo también. Quiero ser la Marie que te

recuerde que si uno no se siente bien entonces algo no anda bien del todo. Déjame

ser tu Marie, déjame darte una segunda oportunidad, pero no como la que me dio

mi padre, sino como la que yo me permití. Déjame estar contigo.

Evan lo toma del brazo y Adam en un llanto mudo lo aparta.

E: Dime algo. Dime algo, maldita sea.


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Adam aparta la mirada.

E: Mírame a los ojos y dime que no sientes absolutamente nada por mí, Adam

A: …

E: Dímelo… dímelo, Adam.

Evan lo toma por los hombros y Adam lo aparta estampando su puño en la mejilla.

Evan responde el golpe con un beso en los labios al cual Adam se resiste en un

principio pero termina cediendo. El beso no dura mucho. Se separan. Evan y Adam

se quedan viendo a los ojos en un silencio sepulcral, hasta que Adam rompe la

mirada y se dirige a la puerta del sótano, la abre y le lanza un último vistazo a Evan.

Sale del sótano. Adam cierra de un portazo y Evan se queda de pie mirando hacia

la puerta. Sabe que todo terminó. Se dirige a la puerta del sótano y la abre de par

en par, acto seguido toma en sus manos la botella de vino mientras escucha entrar

gente a la casa, Evan sabe que entrarán en cualquier momento. Coloca de nuevo

la aguja en el disco de acetatos escuchándose ‘You don’t know me’ de Cindy Walker

and Eddy Arnold. Alza la botella a manera de brindis.

E: Por habernos conocido.

Evan bebe de un solo trago el vino que queda en la botella. Se queda esperando de

pie mientras un gato negro entra por la puerta. FINAL

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