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Alabado seas, Señor y Dios de cuanto vive.

su Padre de bondad,
Alabado seas también porque con nuestra sincera profesión de fe en la última noche de su vida en la tierra tomó el pan en sus santas manos
podemos depositar nuestra confianza en ti. lo bendijo y lo repartió, diciendo a los amigos que compartían su mesa:
Recordamos tus palabras: Tomad y comed todos de él
“Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, porque esto es mi cuerpo
allí estoy yo en medio de ellos”; que será entregado por vosotros.
y ahora te pedimos: Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz.
envía tu Espíritu sobre nosotros y sobre estos dones, Dando gracias te bendijo y lo pasó a sus discípulos diciendo:
un bocado de pan y una copa de vino. Tomad y bebed todos de él
Que nuestros dones sean cuerpo y sangre de Jesús. porque este es el cáliz de mi sangre,
sangre de la alianza nueva y eterna,
Señor, Dios nuestro, congregados aquí, en torno tuyo que será derramada por vosotros
recordamos la antigua historia que narramos a lo largo de los siglos: y por todos los hombres para el perdón de los pecados.
la historia de Jesús de Nazaret, un hombre que a Ti, Señor, Cuando comemos juntos este pan y bebemos juntos de esta copa
se atrevió a llamarte “Abba”, Padre, y nos enseñó a repetir ese nombre. lo hacemos en memoria de él, tu Hijo y hermano nuestro, el hombre libre
servidor y liberador de todos nosotros ahora y siempre, más allá de la muerte.
T: Dios y Padre nuestro, te damos gracias por este hombre
que transformó la faz de la tierra, desvelando una grandiosa visión: T: Por eso recordamos también a todos los que ya no están entre nosotros
el Reino de Dios que un día vendrá, un reino de libertad, amor y paz, a todos los que tanto hemos amado…
tu Reino, plenitud de tu creación. Padre nuestro, no podemos creer que todo lo que ellos han sido para nosotros
haya desaparecido sin remedio. Tu eres la vida ahora y siempre.
S: Recordamos, Señor, que por donde pasaba tu Jesús,
los hombres descubrían su humanidad, se colmaban de una nueva riqueza S: Y tenemos un recuerdo para el mundo, para los que amamos en la vida.
y con el alma renovada se entregaban al servicio del prójimo. También para los poderosos, los que disponen del destino de los hombres
a menudo sin contar con ellos, para los que dirigen el mundo y la iglesia.
T: Recordamos, Señor, cómo habló a los hombres
de un dracma perdida, de una oveja descarriada, de un hijo pródigo: T: Ayúdalos y ayúdanos para que podamos hacer de este tierra una morada mejor
de los que extraviados ya no cuentan lejos de la mirada y del corazón; para que reine la paz entre nosotros y seamos una sola cosa,
de todos los pequeños y los pobres, sin libertad, sin nombre, sin cariño. como Tú, Padre, lo eres en tu Hijo y él en Ti.

S: Recordamos, Señor, que Él fue en busca de todos ellos, S: Envía, pues, tu Espíritu sobre nosotros y sobre estos dones,
de los hartos de tristeza y hambrientos de calor el Espíritu de bondad que procede de Ti y de tu hijo,
que siempre tomó partido por ellos sin olvidarse de los demás. para que nos anime y ayude a seguir a Jesús: ese Jesús que nos ha enseñado
a ser libres de cuanto nos aliena, a ser libres para hacer el bien.
T: Aquello le costó la vida porque los poderosos de la tierra no lo toleraron.
Pero, Dios bondadoso y Padre omnipotente, él sabía que tu lo comprendías y aceptabas, T: Con nuestro mejor afán hemos hecho lo que Jesús,
se vio confirmado por ti en el amor. tu testigo que penetra en el corazón, nos mandó hacer:
Y así llegó a ser una sola cosa contigo y pudo, liberado de sí mismo, celebrar esto en memoria suya.
vivir para la liberación de los demás.
S: Para gloria y alabanza tuya Padre todopoderoso, en la unidad del Espíritu Santo,
S: Recordamos también que Él, que tanto nos amó, y fue uno contigo, ahora nos atrevemos nosotros también a orar juntos por él, con él y en él,
como él mismo nos enseñó: Padre nuestro…

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