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Construcción ciudadana II
la democracia necesita una virtud: la confianza. Sin su construcción, no puede haber una
auténtica democracia.
Victoria Camps
La última dictadura se inició el 24 de marzo de 1976 cuando un golpe
cívico militar derrocó a la presidenta constitucional María Estela
Martínez de Perón y clausuró todas las instituciones fundamentales
de la democracia: destituyó a las autoridades provinciales, disolvió el
Congreso y las legislaturas, removió a los miembros de la Corte
Suprema de Justicia y prohibió las actividades gremiales y políticas.
Así se inició en la Argentina una dictadura que tuvo características
inéditas y que recibió el nombre de terrorismo de Estado. El
terrorismo de Estado fue una metodología represiva que tuvo por finalidad desarticular las redes
sociales solidarias construidas durante décadas. Para hacerlo montó un aparato clandestino
destinado al secuestro, el asesinato, la muerte, el exilio, el silenciamiento y la desaparición de
personas. En el territorio nacional existieron más de 700 centros clandestinos de detención.
Alrededor de 400 niñas y niños fueron secuestradas y secuestrados junto a sus madres y/o padres o
nacieron en cautiverio. Fueron entregadas y entregados a otras familias –en la mayoría de los casos
de las y los apropiadores– despojándolas y despojándolos de su identidad. Las y los considerados
“enemigas y enemigos” eran, en realidad, militantes sindicales y políticos; dirigentes sociales y
religiosos; alumnas y alumnos secundarios y universitarios comprometidas y comprometidos con la
solución de problemáticas locales y nacionales; referentes culturales y comunitarios. La mayoría de
las víctimas del terrorismo de Estado fueron estudiantes, trabajadoras y trabajadores; gran parte
eran adolescentes y jóvenes. Los militares aterrorizaron a la población y también rediseñaron el
rumbo económico nacional.
Este año el pueblo argentino conmemora los cuarenta años de democracia ininterrumpida.
Es decir, si miramos hacia atrás en el tiempo advertiremos que, a lo largo del siglo XX, nuestro país
sufrió seis golpes de estado, crueles gobiernos cívico-militares, persecución política, proscripción y
restricción de los derechos políticos y sociales.
El hecho de alcanzar los cuarenta años de democracia significa, en un sentido, la oportunidad para
reflexionar sobre las luchas por recuperar y mantener los valores y principios democráticos,
interrumpida por última vez entre 1976 y 1983. Asimismo, resulta un gran motivo de celebración que
convoca a las escuelas a reconocer y valorar la importancia de la vida democrática, el Estado de
derecho, la convivencia pacífica en la diversidad de ideas y el respeto por las instituciones.
Etapa de diagnóstico
Construcción ciudadana II
Celebramos no sólo la recomposición del sistema político, entendido como la elección de los
representantes por medio del voto popular, sino también el regreso a una forma de vida social que
favorece la construcción colectiva del bien común, la igualdad y la justicia social. La democracia tiene
una única legitimidad: el gobierno del pueblo.
La democracia implica, en primer lugar, garantizar los Derechos Humanos, y velar por la memoria, la
verdad y la justicia como valores fundamentales en la construcción del lazo social. En este sentido,
significa ampliar derechos:
• Los derechos civiles y políticos, que fomenten y garanticen la participación
popular y reconozcan el respeto a las minorías.
• Los derechos sociales, culturales y económicos, que aseguren el acceso a
bienes materiales y simbólicos imprescindibles, y la participación plena
desde la perspectiva de la justicia social.
• Los derechos de solidaridad, que garanticen el acceso a los bienes colectivos
y la convivencia responsable entre los pueblos.
La democracia también significa reconocer obligaciones respecto de las normas jurídicas, y respetar
el Estado de derecho. Finalmente, vivir en democracia es elegir y sostener todos los días un proyecto
de país justo y soberano en los espacios que ocupamos. Es defender el compromiso con el “otro”,
con quien aún es víctima de injusticias sociales, con el “otro” que sufre discriminación de cualquier
índole, con quien aún requiere su incorporación al empleo formal y el acceso al derecho. Es reconocer
que toda ampliación de derechos es una construcción sociohistórica, es decir, no es “natural”, sino
el resultado de largos procesos de luchas y reivindicaciones sociales.
Vivir en una
MALVINAS
esas diferencias
BIBLIOGRAFÍA
• ELE “Plataforma Educativa Chaqueña”
• EDUC.ar
• Canal encuentro- Paka paka