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Universidad Popular del Cesar, Sujeto de Reparación Colectiva.

Terror paramilitar en la Universidad Pública [*]


[**]
Waili Tatiana Gamboa-Martínez

El caso de la Universidad Popular del Cesar (UPC) es un ejemplo magnífico de como la


Historia y la memoria son útiles en reivindicaciones del presente. Para entender porque
la UPC hoy se encuentra reconocida como Sujeto de Reparación Colectiva, es importante
ubicarnos en el Cesar, departamento del Caribe colombiano, pues esto nos permitirá
conocer las conflictividades que allí se han vivido y de las que las Universidad Pública no
ha sido ajena.

En 1967 se creó el departamento del Cesar; desde su fundación, sin negar la existencia
de líderes conservadores, se pueden ubicar el control político en manos del Partido
Liberal. Sus dividendos políticos se lograron gracias a un modelo económico basado en la
ganadería extensiva y en la agroindustria; con la explotación agropecuaria solventó una
sociedad con un régimen mínimo de protección de los derechos de propiedad rural,
pasando por extintas bonanzas, algunas de ellas de carácter legal, por ejemplo el
algodón, otras con una fuerte impronta de ilegalidad, la marihuana y el contrabando de
gasolina [1].

El desarrollo económico del Cesar fue limitado; la ganadería y las grandes extensiones
de tierra acaparadas por familias decimonónicas se convirtieron en la única fuente de
riqueza. Se vinculaba a la hacienda ganadera con la cual se accedía a tierras públicas y
se expropiaba a los productores directos sometiéndolos a relaciones semiserviles [2]. “La
sociedad cesarense a lo largo de la segunda mitad del siglo XX ha sido catalogada como
una “sociedad estática”” [3], las prácticas políticas, sociales y económicas no buscaron
el desarrollo del departamento sino mantener el orden social y seguir reproduciendo
relaciones hacendatarias feudales.

En este departamento, existen varios corredores de movilidad que históricamente les


permite a los grupos armados ilegales comunicarse entre los departamentos de Bolívar,
Cesar, Magdalena y La Guajira, así como entre Cesar, Norte de Santander y la frontera
con Venezuela. A manera de ejemplos puede decirse que uno de estos corredores
comunica a los municipios de Aracataca y Fundación (Magdalena) con Valledupar (Cesar)
y se extiende hasta San Juan del Cesar (La Guajira); el otro comunica a El Copey y
Bosconia (Cesar) con San Ángel (Magdalena). Por la cabecera municipal de Bosconia,
cruzan cuatro vías nacionales que hacen posible el transporte con gran afluencia de
rutas hacía diversos puntos del país [4].

“Estas rutas son apetecidas por los grupos armados ilegales por la facilidad y posibilidad
que tienen para aprovisionarse, llevar a cabo actividades relacionadas con el
narcotráfico, el tráfico de armas y el cultivo de la coca” [5]. Este departamento era una
zona de descanso y recuperación de la guerrilla, que empieza a aparecer incipiente y
tempranamente a fines de la década de los sesenta y principio de la del setenta, pero a
partir de los 80, con la conformación de distintos frentes y un intenso trabajo político,
empezaron a consolidarse las FARC-EP y el ELN, antes de que llegaran las Autodefensas
Unidas de Colombia (AUC). El Bloque Norte de las AUC y luego de su desmovilización, las
estructuras herederas y sucesoras del paramilitarismo, han sido los actores que más

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afectaciones han generado al colectivo académico, intentando acallar sus expresiones
organizativas y críticas frente a la realidad nacional.

La década del ochenta representó para el Cesar un período de escalamiento en la


movilización popular, en respuesta a los abusos cometidos por diversos actores legales e
ilegales contra grandes segmentos de población marginada. Sumado a lo anterior, en el
contexto de un acuerdo de paz entre el gobierno del conservador Belisario Betancur
Cuartas (1982-1986) y las FARC-EP, fue creado en 1985 el partido político Unión
Patriótica (UP), el cual contó con un amplio apoyo por parte de la Comunidad Académica
de la Universidad Popular del Cesar (UPC) y los movimientos sociales que allí tenían
lugar. En 1986 la UP alcanzó grandes éxitos en las elecciones regionales, obteniendo una
curul en la Asamblea del Cesar y siete en concejos municipales de igual número de
municipios; lo cual, en el contexto de agitación departamental, fue utilizado por los
actores ilegales para señalar, estigmatizar y violentar a la Comunidad Académica de la
Universidad Popular del Cesar como subversiva o colaboradora de las guerrillas.

Entre 1987 y 2006 la Comunidad Académica de la UPC fue víctima de la infiltración y el


asalto paramilitar que “tuvo un triple propósito: deshacerse de todos los actores
sociales que movilizaban un pensamiento crítico, capturar los recursos del presupuesto
canalizándolos hacia las estructuras paramilitares y las de sus adláteres y propiciar la
configuración de contextos que facilitaran la imposición de reformas universitarias de
corte neoliberal” [6]. A estos hechos, se le conocen como “el baile rojo de las
universidades públicas” [7].

La ola de violencia inició el 29 de junio de 1987 con el asesinato de José Francisco


Ramírez Torres, profesor y vocero de la Coordinadora Obrero-Campesina y Popular del
Cesar y miembro de la UP; posteriormente se sobrevinieron otros asesinatos más: el 14
de julio de 1989 tuvo lugar el de quien había sido uno de los líderes estudiantiles más
destacados de la época, Miguel Vicente Arroyo Arias, y el 13 de marzo de 1991 se
presentó el del profesor José David López Terán. Sin embargo, el momento más crítico
fue a partir de 1997, cuando tres líderes estudiantiles fueron asesinados en menos de
dos meses: José Alfredo Cuello Saucedo, representante de los estudiantes ante el
Consejo Superior, el 23 de enero; Elizabeth Córdoba Uliana, integrante del Consejo
Estudiantil Universitario y exmilitante del Movimiento Obrero Independiente y
Revolucionario (MOIR), el 13 de febrero; y Rosilda Arias Velásquez, educadora popular,
al día siguiente, el 14 de febrero. El 16 de mayo de 2001 fue asesinado, por miembros de
las AUC, Miguel Ángel Vargas Zapata, sindicalista en la universidad, presidente de la
Asociación Sindical de Profesores Universitarios (ASPU), al que le siguió el del profesor,
directivo de ASPU y militante de la UP, Luis José Mendoza Manjarréz. El epílogo de este
ciclo se cerró con el asesinato del exdirigente estudiantil, Fredy Antonio Arias Arias,
escenificado el 3 de agosto de 2004.

Con posterioridad, en 2009, se presentaron nuevos hechos, esta vez cometidos por
bandas criminales, quienes amenazaron a Emilio Piedrahita, representante de los
egresados ante el Consejo Superior de la Universidad Popular del Cesar, para que
renunciara a su cargo. Luego del hecho, según denunció el Sistema de Alertas Tempranas
(SAT) de la Defensoría del Pueblo, las amenazas han continuado contra docentes y
estudiantes de la UPC, por parte de estructuras herederas y sucesoras del
paramilitarismo [8].

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Debido a estos asesinatos hubo temor en la comunidad académica y un silenciamiento
forzado, en el cual, tanto los estudiantes como sus líderes, se abstuvieron de
manifestarse sobre la realidad regional y nacional e incluso sobre los mismos homicidios
y persecuciones que se daban en la zona. El temor se hizo colectivo.

Las consecuencias del paramilitarismo en la Universidad Pública han sido nefastas,


contribuyó a institucionalizar el miedo y el temor, eliminó el pensamiento crítico y el
pluralismo teórico, e instauró la pasividad e inhibió la movilización social. Factores que
no deberían ocurrir en un contexto académico.

Los episodios traumáticos [9] ocurridos en la UPC, fueron el motivo por el cual hoy la
Universidad fue reconocida como Sujeto de Reparación Colectiva (SRC). Esas enseñanzas
que dejan las experiencias traumáticas no sólo pueden y deben dejarles lecciones a las
sociedades futuras [10], sino que también les deja una tarea. Como dice Enzo Traverso,
las políticas de memoria y el deber de memoria es un compromiso que las sociedades
adquirimos con el pasado, “nos deja obligaciones, deberes, tareas, a las cuales no
podemos sustraernos” [11].

La Ley 1448 de 2011, Ley de Víctimas, establece “otras medidas de reparación” entre
las que se encuentra la Reparación Colectiva. De acuerdo con el artículo 151, esta
medida comprende “el daño ocasionado por la violación de los derechos colectivos; la
violación grave y manifiesta de los derechos individuales de los miembros de los
colectivos; y el impacto colectivo de la violación de derechos individuales”. En este
sentido, y según lo estipula el artículo 152, los Sujetos de Reparación Colectiva son “los
grupos y organizaciones sociales y políticos; y las comunidades determinadas a partir de
un reconocimiento jurídico, político o social que se haga del colectivo, o en razón de la
cultura, la zona o el territorio en el que habitan, o un propósito común” [12].

Pensar las reparaciones desde la perspectiva del bien común supone: 1) concebirlas de
tal forma que su concreción facilite a las víctimas reconfigurar sus proyectos de vida
individuales y comunitarios y 2) comprenderlas como piezas clave de un sistema integral
de justicia transicional, cuyos fines comunes al trascender los bienes particulares de los
distintos actores sociales, se convierten en las guías de orientación tanto del diseño
como de la implementación de las distintas modalidades de reparación [13].

Que hoy la UPC sea reconocida como SRC, significa para la comunidad universitaria la
restitución, indemnización, rehabilitación, medidas de satisfacción y garantías de no
repetición. “El restablecimiento de los derechos vulnerados, que descansa en el
reconocimiento de la Comunidad Académica como sujeto de derechos, contribuye a
garantizar el pleno ejercicio de los procesos de enseñanza-aprendizaje, de investigación
y de inmersión en las problemáticas locales y regionales. La compensación debe ser
proporcional a los perjuicios económicos que produjo la vulneración de los derechos de
la Comunidad Académica. La rehabilitación, que debe incorporar estrategias orientadas
a la recuperación de la Comunidad Académica afectada en su capacidad crítica, lo cual
necesariamente se debe traducir en el retorno del pensamiento crítico y el pluralismo
teórico. Las medidas de satisfacción, basadas en el reconocimiento público de lo
sucedido, contribuyen a la dignificación de la Comunidad Académica y a la
reconstrucción, apropiación y difusión de su memoria histórica. Las garantías de no
repetición van encaminadas, en últimas, a que se pueda materializar un “¡nunca más!””
[14].

3
La evocación del pasado adquiere una función ejemplificadora de lo que no debe ocurrir
“nunca más”. El rechazo de la experiencia pasada es un legado para las nuevas
generaciones, cuya pretensión también implica la construcción de una ruptura radical
del pasado con el presente [15].

El reconocimiento de la UPC como SRC evidencia la “porosidad” [16] del Estado


colombiano y sus instituciones, pues es producto por supuesto de voluntades
institucionales, pero también un logro de las intervenciones en las esferas decisorias de
organizaciones de la comunidad de la UPC (estudiantes, profesores y directivos). El
Comité de Impulso para el Reconocimiento de la Universidad Popular del Cesar como
Sujeto de Reparación Colectiva llama la atención sobre el hecho que los daños
ocasionados a la UPC por el paramilitarismo no son un asunto de un “pasado que ya
quedó atrás y que afectó a otros, pero no a nosotros”, sino que es una situación que se
mantiene vigente [17].

Este comité no solo logró que el 26 de julio de 2017 la Universidad Popular del Cesar
fuera incluida en el Registro Único de Víctimas (RUV) de la Unidad para la Atención y
Reparación Integral a las Víctimas gracias a su juicioso trabajo de sistematización de los
hechos victimizantes ocurridos a la comunidad de UPC, sino que también ha trabajado
arduamente en hacer presentes las víctimas en las instalaciones de la UPC promoviendo
actividades y lugares de conmemoración.

En un gran mural elaborado en la plaza principal de la universidad llamado “Las Semillas


de la UPC”, aparece la imagen de los asesinados por el paramilitarismo y provoca que la
comunidad de la UPC se pregunté por ellos: ¿Quiénes fueron?, ¿por qué fueron
asesinados?

En sintonía con Virginia Vecchioli [18], el Comité de Impulso para el Reconocimiento de


la Universidad Popular del Cesar como Sujeto de Reparación Colectiva registra la
importancia de que se recuerden los hechos y los nombres de las víctimas. Por eso, en la
misma plaza en la que se encuentra el mural con frecuencia hacen encuentros de
conmemoración de los asesinados.

Notas

[*] Artículo publicado en: [Agencia de Prensa Rural. Bogotá, D.C. 20 de agosto de 2020]
Disponible en: <https://prensarural.org/spip/spip.php?article25789>.
[**] Waili Tatiana Gamboa-Martínez, es historiadora de la Universidad Externado de Colombia y
Especialista en Memorias colectivas, derechos humanos y resistencias del Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
[1] Pablo Andrés Nieto Ortiz (2014). La movilización política y su exterminio en el departamento
del Cesar: El caso de la Unión Patriota, 1984-1990. Disponible
en: <https://www.academia.edu/25095594/LA_MOVILIZACI%C3%93N_POL%C3%8DTICA_Y_SU_
EXTERMINIO_EN_EL_DEPARTAMENTO_DEL_CESAR_el_caso_de_la_Uni%C3%B3n_Patri%C3%B3t
ica_1984_1990>.
[2] Ibídem.
[3] ibídem.
[4] Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH (2006). Diagnóstico Departamental Cesar.
Vicepresidencia de la República. Bogotá, D.C. Disponible en:
<https://www.archivodelosddhh.gov.co/saia_release1/fondos/carpeta_digitalizacion/co_1ra_vist

4
a_j2_valledupar_17/02.%20Augusto%20Torres%20Saray%20y%20Carlos%20Alberto%20Heredia%20Ve
ga/02.%20Cuaderno%202/F264A%20OFICIO%20PRESIDENCIA/Diagn%C3%B3stico%20Departamental%
20Cesar%202003-2008.pdf> y Juancarlos Gamboa-Martínez (2021). Prolegómenos sobre los
orígenes y factores de permanencia en el conflicto armado en el Cesar.
<https://rebelion.org/prolegomenos-sobre-los-origenes-y-factores-de-permanencia-del-conflicto-
armado-en-el-cesar/>.
[5] Ibidem.
[6] Marta Rodríguez Sánchez (2018). La UPC y los desafíos de su reconocimiento como Sujeto
de Reparación Colectiva. En: Revista Zhátukua No. 1. Segundo Semestre de 2018. Universidad
Popular del Cesar. Valledupar. Pp. 9-19. Disponible
en: <https://prensarural.org/spip/spip.php?article25475>.
[7] Joaquín Robles Zabala (2014). El “Baile Rojo” de las Universidades Públicas. Disponible
en: <https://prensarural.org/spip/spip.php?article14197> y Natalia Maya (2018). Memoria y
reparación colectiva, dos procesos clave en la Universidad Popular del Cesar. En: Hacemos
Memoria. Medellín. 31 de mayo. Disponible
en: <https://hacemosmemoria.org/2018/05/31/memoria-y-reparacion-colectiva-dos-procesos-
clave-en-la-universidad-popular-del-cesar/>.
[8] Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV) (2017). Resolución No.
2017-83369 de 26 de julio de 2017 FSCGM000000325. Bogotá, D.C.
[9] Henry Rousso (2018). Desarrollos de la historiografía de la memoria. En: Revista Aletheia
Volumen 8. No. 16. Revista de la Maestría en Historia y Memoria de la Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. La Plata. Disponible
en: <http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/68329/Documento_completo.doc.pdf-
PDFA.pdf?sequence=1&isAllowed=y>.
[10] Ana María Sosa González (2014). El Museo de la Memoria en Uruguay. Algunas reflexiones
en torno a los procesos de patrimonialización de memorias traumáticas. En: Revista Clepsidra
No. 2. Revista Interdisciplinaria de Estudios sobre Memoria. Octubre. Pp. 80-101. Disponible en:
<https://redib.org/Record/oai_articulo1857190-el-museo-de-la-memoria-en-uruguay-algunas-
reflexiones-en-torno-a-los-procesos-de-patrimonializaci%C3%B3n-de-memorias-traum%C3%A1ticas-
-memorial-museum-uruguay-some-reflections-processes-patrimonial-appropriation-traumatic-
memories>.
[11] Enzo Traverso (2017). Políticas de la memoria en la era del neoliberalismo. En: Revista
Aletheia Volumen 7. No. 14. Revista de la Maestría en Historia y Memoria de la Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. La Plata.
Disponible en: <https://memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.7907/pr.7907.pdf>.
[12] Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV) (2017). Resolución
No. 2017-83369 de 26 de julio de 2017 FSCGM000000325. Bogotá, D.C.
[13] María Carmelina Londoño-Lázaro, María del Pilar Gutiérrez-Perilla & Paula Andrea Roa-
Sánchez (2017). El papel de las reparaciones en la justicia transicional colombiana: aportes
desde una visión teleológica. En: Revista Colombiana de Derecho Internacional Volumen 15 No.
30. Pontificia Universidad Javeriana. Enero-Junio. Bogotá, D.C. Pp. 119-149.
Disponible en
n: <https://revistas.javeriana.edu.co/index.php/internationallaw/article/view/19716>.
[14] Marta Rodríguez Sánchez (2018). La UPC y los desafíos de su reconocimiento como Sujeto
de Reparación Colectiva. En: Revista Zhátukua No. 1. Segundo Semestre de 2018. Universidad
Popular del Cesar. Valledupar. Pp. 9-19. Disponible
en: <https://prensarural.org/spip/spip.php?article25475>.
[15] Sandra Raggio (2014). Enseñar los pasados que no pasan. En: Patricia Flier (Compiladora)
(2014). Dilemas, apuestas y reflexiones teórico metodológicas para los abordajes en Historia
Reciente. Colección Estudios/Investigaciones 52. Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación. Universidad Nacional de La Plata. La Plata. Pp. 84-105. Disponible en:
<https://www.academia.edu/32733274/ense%C3%B1ar_los_pasados_que_no_pasan_pdf>.
[16] Esta porosidad se refiere a que el Estado está compuesto por muchas agencias y actores,
incluso disimiles. Ver al respecto: Santiago Cueto Rúa (2018). Apuntes para pensar el campo de
los Derechos Humanos y la Memoria. En: Emmanuel Kahan, Santiago Cueto Rúa & Laura
Rodríguez (2018). Memoria y Violencia en el siglo XX. Facultad de Humanidades y Ciencias de la

5
Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Disponible
en: <https://memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.8891/ev.8891.pdf>.
[17] Marta Rodríguez Sánchez (2018). La UPC y los desafíos de su reconocimiento como Sujeto
de Reparación Colectiva. En: Revista Zhátukua No. 1. Segundo Semestre de 2018. Universidad
Popular del Cesar. Valledupar. Pp. 9-19. Disponible en:
<https://prensarural.org/spip/spip.php?article25475> y Natalia Maya (2018). Las universidades
públicas, otras víctimas del conflicto armado. En: Hacemos Memoria. Medellín. 16 de mayo.
Disponible en: <https://hacemosmemoria.org/2018/05/16/las-universidades-publicas-las-otras-
victimas-del-conflicto-armado/>.
[18] Virginia Vecchioli (2001). Políticas de la memoria y formas de clasificación social.
¿Quiénes son las “víctimas del terrorismo de Estado” en la Argentina. En: Bruno Groppo &
Patricia Flier (Compiladores). (2001). La imposibilidad del olvido. Ediciones Al Margen. La Plata.
Disponible en: <http://www.historiapolitica.com/datos/biblioteca/campoddhh_vecchioli.pdf>.

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