Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Vimos que, para el nivel inicial, los NAP (Núcleos de Aprendizajes Prioritarios) buscan propiciar la
conformación de la identidad personal y colectiva, promoviendo el reconocimiento de culturas,
lenguajes e historias personales, familiares, locales, provinciales, regionales y nacionales. Señalan
la importancia de integrar a las familias en la tarea educativa estimulando la comunicación y el
respeto mutuo, y de articular tareas con la comunidad para potenciar el logro de los objetivos
educativos.
Según los NAP de nivel primario, la apropiación de ideas y prácticas democráticas, y el interés por
1
comprender la realidad social pasada y presente son algunas de las situaciones que debe propiciar
la enseñanza en las escuelas del nivel. Estos objetivos se encuentran íntimamente vinculados con
la tarea de educar para una ciudadanía responsable y para una socialización e inserción al mundo
que contemple todas sus complejidades.
Por otro lado, hemos visto que los temas del pasado reciente nos interpelan como docentes y
como ciudadanos/as. Por lo tanto, resulta necesario explicitar y analizar las valoraciones y
representaciones -personales y sociales- que nos atraviesan al pensar sobre estos temas. Para esto
proponemos en esta clase realizar un recorrido que aborde histórica y conceptualmente la última
dictadura desde tres objetivos centrales:
Cada objetivo lo abordaremos como una pregunta, ofreciendo algunas líneas interpretativas,
fuentes escritas y videos que nos permitan su despliegue. Para el cierre, compartimos diversos
recursos para la enseñanza y un material que propone un abordaje integral de lo trabajado.
El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas llevaron adelante un golpe militar que interrumpió el
orden constitucional que inició un período de represión y violencia estatal de características
inéditas. A partir de ese día empezó lo que los mismos militares en el poder denominaron
“Proceso de Reorganización Nacional”, y que hoy reconocemos como la dictadura más sangrienta
que vivió el pueblo argentino, caracterizada por el uso de la violencia ilegal ejercida desde el
Estado.
Si bien desde mediados del siglo XX diversos gobiernos llevaron adelante políticas de represión
clandestina y paraestatal, la última dictadura cívico-militar produjo un salto cualitativo en la escala,
magnitud, modalidad y sistematicidad de la represión. Algunos de sus antecedentes más cercanos
fueron los secuestros y asesinatos cometidos por la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) en
los años previos al golpe de Estado, y los primeros centros clandestinos de detención desplegados
2
en la provincia de Tucumán –Operativo Independencia– en el marco de la lucha contra la guerrilla.
El de 1976 no era el primer golpe de Estado que sufría la Argentina en su historia reciente, pero
fue el único conceptualizado como “terrorismo de Estado” por diversas notas específicas: la
desaparición forzada de personas, la instalación y funcionamiento de los centros clandestinos de
detención, la apropiación sistemática de niños y niñas, los delitos sexuales, la censura y las
prohibiciones.
En este periodo se gestó e implementó desde el Estado, con el apoyo de los sectores más
poderosos de la economía nacional, una transformación profunda de la estructura política y
económica-social que rigió en el país durante casi cuarenta años.
Ese día se llevó a cabo el golpe de Estado derrocó de la presidencia de la Nación a María Estela
Martínez de Perón y designó en el poder ejecutivo al general Jorge Rafael Videla, como parte de
una Junta Militar de gobierno. Desde la madrugada, fuerzas militares ocuparon edificios de
gobierno, el Congreso Nacional, las gobernaciones y legislaturas provinciales. También tomaron el
control de radios y estudios de televisión, así como plantas industriales, sedes de sindicatos y
organizaciones políticas. A lo largo del día, los medios de comunicación difundieron una serie de
“comunicados” de la Junta de Comandantes que daban exponían los argumentos con que los
militares justificaban el golpe.
3
● instaló la pena de muerte para delitos de orden público e impuso una férrea censura de
prensa
Ese mismo día se concretaron detenciones de funcionarios del gobierno y de líderes de varias
fuerzas políticas, sindicatos y organizaciones de distinto tipo. Las órdenes indicaban la detención
de “enemigos activos” y “enemigos potenciales”. Muchas de estas detenciones, visibles y
declaradas, tenían un carácter ejemplificador, destinado a desactivar cualquier resistencia y
movilización. Se produjo inmediatamente la intervención de los sindicatos y la prohibición de los
partidos políticos.
Desde el punto de vista de los jefes militares, de los grupos económicos, de las instituciones y de
los civiles que lo apoyaban, el desgobierno era presentado como un mal de toda la sociedad. Era
necesario “restaurar un orden perdido” que aquejaba a ámbitos tan diversos como la economía, la
vida política, el sistema educativo, la religión y la familia.
Madrugada del 24 de marzo de 1976. Plaza de Mayo. Pensar la dictadura: terrorismo de Estado en la
Argentina. Ministerio de Educación de la Nación (2014).
4
¿Qué características específicas definen al terrorismo de Estado?
Entre 1930 y 1983, en Argentina hubo seis golpes de Estado. Sin embargo, la expresión “terrorismo
de Estado” solo se utiliza para hacer referencia al último de ellos.
Lo que diferenció a la dictadura militar de 1976 fue algo que ninguno de los regímenes militares
previos practicó: la desaparición sistemática y planificada de personas. Fueron miles los
ciudadanos y ciudadanas víctimas de secuestros, torturas, delitos sexuales y muertes en centros
clandestinos de detención, tortura y exterminio desplegados a lo largo de todo el país, cuyos
cuerpos nunca fueron entregados a sus familiares. La dictadura pretendió borrar el nombre y la
historia de sus víctimas, privando a sus familiares y también a toda la comunidad de la posibilidad
de hacer un duelo frente a la pérdida.
¿De qué hablamos, entonces, cuando hablamos de terrorismo de Estado? ¿Cuáles fueron las notas
distintivas del terrorismo de Estado?
● En primer lugar, lo propio del terrorismo de Estado fue el uso de la violencia para la
eliminación de los adversarios políticos y el amedrentamiento de la población. Ello tuvo
como efecto miles de personas encarceladas y forzadas al exilio, persecución,
prohibiciones, censura, vigilancia. Y, fundamentalmente, tuvo como efecto la
desaparición masiva de personas.
● En segundo lugar, el terror se utilizó como instrumento de disciplinamiento social y
político de manera constante, no de manera aislada o excepcional. La violencia ejercida
desde el Estado se convirtió en práctica recurrente. Se trató, entonces, de una política de
terror sistemático.
● En tercer lugar, ese terror sistemático se ejerció por fuera de todo marco legal, incluso
más allá de los instrumentos legales creados por la dictadura para justificar su accionar.
Es decir, la violencia estatal ejercida contra quienes eran identificados como los enemigos
del régimen operó de manera clandestina. De modo que la dictadura no solo puso en
suspenso los derechos y garantías constitucionales, y a la Constitución misma, sino que
decidió instrumentar un plan represivo al margen de la ley.
● En cuarto lugar, el uso del terror durante la última dictadura militar dispuso de los
complejos y altamente sofisticados recursos del Estado para ocasionar asesinatos
masivos. Ello fue posible a partir de la instalación de más de 800 centros clandestinos de
5
detención y tortura (CCDT) a lo largo de todo el país, muchos de ellos en zonas céntricas
urbanas. Los CCDT eran instalaciones secretas, ilegales, a donde eran llevados y recluidos
los detenidos-desaparecidos. Fueron instalados en dependencias militares y policiales,
como así también en escuelas, tribunales, y fábricas, entre otros sitios.
● En quinto lugar, el terrorismo de Estado se propuso deshumanizar al “enemigo político”.
Una de las características fundamentales de la última dictadura militar argentina
consistió en criminalizar al enemigo: la figura del/a desaparecido/a supuso borrar por
completo toda huella que implique alguna forma de transmisión de ese legado que se
caracterizaba como peligroso. La sustracción de bebés, niños y niñas también puede ser
pensada como una consecuencia de esta forma extrema de negarle dignidad humana a
quien era considerado/a como un enemigo/a político/a.
● Este accionar desde el propio Estado implicó una internalización del terror que
resquebrajó los lazos sociales, desgarrando a distintos grupos, sectores sociales, formas
de pertenencia y prácticas culturales comunes. De esta manera, ser joven, obrero/a,
estudiante, pertenecer a un gremio o representar a un grupo determinado, fueron
considerados “sospechosos” frente al Estado.
6
Disponible en www.youtube.com/watch?v=KtHxsUQNoyA
En su exposición, Roberto Pittaluga, analiza el carácter refundacional que tuvo la dictadura sobre
las relaciones sociales, y explica el despliegue de un “dispositivo concentracionario” por parte del
Estado que sirvió para diseminar sistemáticamente el terror a toda la población.
El Estado terrorista buscó a través de estos mecanismos disciplinar a toda la población, romper los
lazos sociales preexistentes, y construir un nuevo individuo, un sujeto aislado, atomizado. Esta
política a corto plazo produjo un “sujeto aterrado”, que no se sabe asustado, pero se cree seguro, y
que resultó condición necesaria para desplegar la persecución, represión y eliminación del
adversario político sin una oposición deliberada. La figura del “desaparecido” constituye una
categoría central para comprender el mecanismo represivo de la última dictadura militar.
Lo específico del terrorismo estatal argentino residió en que la secuencia sistematizada que
7
consistía en secuestrar-torturar-violar-asesinar descansó sobre una matriz cuya finalidad era la
sustracción de la identidad de la víctima. De esta manera se puede afirmar que la consecuencia
radical que tuvo el terrorismo de Estado fue la sustracción de la identidad de los/as detenidos/as,
es decir: de aquello que los/as definía como humanos.
Para llevar adelante esta sustracción, el terrorismo de Estado implementó en los centros
clandestinos de detención una metodología específica que consistía en disociar a las personas de
sus rasgos identitarios (se las encapuchaba y se les asignaba un número en lugar de su nombre);
mantenerlas incomunicadas; sustraerles sus hijos/as bajo la idea extrema de que era necesario
interrumpir la transmisión de las identidades y, por último, adueñarse hasta de sus propias
muertes. Por eso, cada acto de los/as cautivos/as tendientes a restablecer su propia identidad y a
vincularse con otros y otras en esta situación límite resultó una resistencia fundamental a la
política de desaparición.
El funcionamiento de estos centros clandestinos tenía su propia rutina: las víctimas eran
secuestradas en plena vía pública, en sus casas o en sus lugares de trabajo de modo ilegal; es decir,
no pasaban por ninguna forma previa de proceso policial o judicial. Una vez secuestradas eran
sometidas a condiciones extremas de detención: aislamiento, malos tratos, vejaciones sexuales,
escasos alimentos, poca agua, mínima higiene. La tortura fue el principal método represivo
utilizado para obtener información sobre la vida y las actividades de los/as prisioneros/as o de las
personas conocidas. Muchos de los detenidos y detenidas permanecieron en esta situación
durante meses e incluso años, hasta su traslado definitivo. Ese “traslado” no era más que un
eufemismo porque, en general, significaba la muerte.
El ejercicio sistemático del terror desplegó otro mecanismo siniestro: la apropiación de niños y
niñas. Algunos/as fueron secuestrados/as junto a sus madres y padres, otros/as nacieron durante
el cautiverio de sus madres en los centros clandestinos de detención y fueron separados/as de
ellas apenas fueron dados/as a luz. El destino de estos cientos de niños y niñas apropiados/as fue
variado: fueron inscriptos/as como hijos/as por miembros de las fuerzas armadas o de seguridad,
abandonados/as en hospitales sin nombres declarados, o dados/as en adopción por mecanismos
ilegales. Por estas razones, cada vez que se restituye la identidad a un/a niño/a apropiado/a (hoy
adulto/a) significa una gran conquista social sobre el poder desaparecedor (desarrollaremos este
punto con más detenimiento en la clase siguiente).
8
Hubo miles de desaparecidos/as: los organismos de derechos humanos, considerando que no
todas las desapariciones se han denunciado, estiman que en total son 30.000. Como vimos antes,
la desaparición de personas es un tipo de crimen organizado por el Estado que incluye las
condiciones de su borramiento, lo cual torna sumamente difícil su reconstrucción y su
demostración. Sobre todo, si se tiene en cuenta que los militares argentinos se sirvieron de los
recursos del aparato estatal para borrar las huellas de los crímenes cometidos. Hasta la
actualidad, los responsables políticos y militares de las desapariciones masivas en Argentina no
han respondido al reclamo de los organismos de derechos humanos sobre el número, la
identificación y el destino de los cuerpos de los/as desaparecidos/as.
9
La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) fue creada el 15 de diciembre de
1983 para llevar adelante la investigación sobre las violaciones a los Derechos Humanos ocurridas
entre los años 1976 y 1983. Estuvo integrada por personalidades de diversos ámbitos de la cultura, la
ciencia y la religión, entre otros. La CONADEP tenía como misión investigar, recibir información y
denuncias sobre las desapariciones de personas, secuestros y torturas que sucedieron durante el
período de la dictadura, con el objetivo final de generar informes a partir de todos estos elementos
reunidos. La Comisión entregó su documento final al entonces presidente Raúl Alfonsín (1983-1989)
el 20 de septiembre de 1984. Luego, el informe sería editado en el libro Nunca Más, también
conocido con el nombre de Informe Sábato, dado que el reconocido escritor había presidido la
comisión investigadora y redactado parte de su contenido. En su prólogo, se explicita una de las más
conocidas versiones de la polémica “teoría de los dos demonios”. El libro asumiría un papel
10
fundamental en el “Juicio a las Juntas” y su impacto social fue notable: hasta el año 2013, se habían
vendido 610.000 ejemplares y había sido traducido a varios idiomas.
Ex centro clandestino de detención y tortura “La polaca”. Paso de los Libres, Corrientes. Pensar la
dictadura: terrorismo de Estado en la Argentina. Ministerio de Educación de la Nación (2014).
Mientras la represión sucedía y la lógica del terrorismo de Estado se desplegaba, ¿qué pasaba con
la vida cotidiana?, ¿qué sucedía con ese “sujeto aterrado” del que hablaba Pittaluga? La propia
lógica de la represión clandestina permitió que los centros clandestinos de detención convivan con
millares de argentinos/as que siguieron trabajando, amando, estudiando y disfrutando de su
tiempo libre. Sin embargo, esa aparente “normalidad” también estuvo afectada por un terror que
se diseminó por todo el cuerpo social a través del miedo, la autocensura y la desconfianza,
condiciones que de a poco fueron deteriorando el lazo social.
Las dictaduras en Argentina durante el siglo XX contaron con el aval de diversos sectores de la
11
sociedad. Un episodio tan grave como deponer a un gobierno elegido de manera constitucional
difícilmente pueda concretarse por la acción de un único sector social –por ejemplo, las Fuerzas
Armadas–, sino que requiere de un conjunto de avales y alianzas sociales sólidas y ampliadas. No
hay golpe de Estado sin algún tipo de apoyo civil y el golpe de 1976 no fue la excepción.
En el caso de la última dictadura existió, por un lado, un consenso tácito extendido y, por otro, uno
explícito más acotado. A diferencia, por ejemplo, del golpe de 1955, cuando multitudes
antiperonistas salieron a manifestar su apoyo a la autodenominada Revolución Libertadora, en la
noche del golpe militar de 1976 en Buenos Aires, la Plaza de Mayo estuvo completamente
desolada. No hubo movilizaciones y mucho menos señales multitudinarias de adhesión al golpe.
Sin embargo, muchísimos/as argentinos/as en el ámbito privado aceptaron el hecho como una
“solución” a la crisis de gobernabilidad que se había creado en los últimos meses del gobierno de
Isabel Perón.
La sociedad argentina padeció el terror dictatorial pero, a su vez, en su propio seno surgieron las
condiciones que hicieron posible la instalación de los centros clandestinos de detención. Aducir
que la sociedad no contaba con indicios de la existencia de dichos centros resulta, por lo menos,
llamativo: los secuestros se realizaban frente a testigos/as; los operativos eran continuos y se
llevaban a cabo en la vía pública; los centros clandestinos estaban instalados en sitios de gran
visibilidad; los y las exiliados/as políticos/as se contaban en buen número; las denuncias de
distintos organismos de Derechos Humanos tuvieron cierta publicidad, tanto las que provenían del
exterior como las que se realizaban aquí y, hacia 1977, las Madres de Plaza de Mayo ya pedían por
la aparición con vida de sus hijos e hijas en la histórica Plaza. Asimismo, y finalmente, mucha gente
pudo recordar, una vez terminada la dictadura, cómo alguna persona, más lejana o más próxima,
había sido secuestrada. En última instancia, la existencia misma del miedo generalizado indicaba
que había razones para temer. Se trataba, ni más ni menos, de la existencia del “poder
desaparecedor”.
12
Esquina militarizada en Miró y la Av. Rivadavia, Ciudad de Buenos Aires. 17 de septiembre de 1976. Foto:
Clarín. Pensar la dictadura: terrorismo de Estado en la Argentina. Ministerio de Educación de la Nación
(2014).
En su libro Pasado y Presente, el ensayista Hugo Vezzetti reflexiona sobre una investigación que realizó
el politólogo Guillermo O’Donnell durante la propia dictadura sobre la vida cotidiana que resulta
inquietante sobre el papel de la sociedad:
“(…) Frente a la representación simple del régimen como un poder que se descargaba verticalmente
sobre la sociedad desde una cúpula despótica, los análisis de O’Donnell muestran otra cosa. (…)
Parece claro que para la consolidación de la dictadura no bastó con el despotismo de las cabezas
visibles del nuevo esquema de poder. La dictadura en verdad ‘soltaba los lobos en la sociedad’ y
estimulaba rasgos de autoritarismo e intolerancia presentes en las condiciones de la vida corriente, los
que en las nuevas condiciones se aplicaron hacia abajo, desde diversas posiciones microsociales de
mando, en las escuelas, oficinas, fábricas, pero también en la familia y los medios de comunicación.
Fueron muchos los que se plegaron a reafirmar las formas de una autoridad que se imponía a
13
subordinados cada vez más despojados de derechos o posibilidades de control sobre su situación. Una
idea fructífera de esos análisis viene a constatar que no alcanzaba con el personal militar y las fuerzas
de seguridad: fue necesaria ‘una sociedad que se patrulló a sí misma’”.
14
Ronda de las Madres de Plaza de Mayo alrededor de la Pirámide de Mayo 1981. Familiares. Pensar la
dictadura: terrorismo de Estado en la Argentina. Ministerio de Educación de la Nación (2014).
El diagnóstico realizado por las Fuerzas Armadas y por los grupos económicos que apoyaron el
golpe de Estado, consideraba que la inestabilidad política y el origen de los conflictos sociales en la
Argentina obedecían al intervencionismo estatal, que desde la década de 1930 había otorgado
creciente protagonismo y fortalecimiento al movimiento obrero organizado.
Este intervencionismo se encarnaba en el modelo económico de industrialización por sustitución
de importaciones, que implicaba dejar de importar de otros países aquellas mercancías que se
podían producir en el nuestro. De esta manera, crecía el número de industrias locales y aumentaba
la demanda de mano de obra, generando el escenario propicio para la consolidación del
movimiento obrero.
Desde la perspectiva de la dictadura, lo que se requería era una transformación profunda de la
estructura política y económico-social que el país sostuvo durante casi cuarenta años. La
intervención del Estado en la economía –que era descalificada con expresiones como
“paternalista”, “populista”, “proteccionista” – ; la fuerte sindicalización y una política de equidad
distributiva, experiencia histórica encarnada por el peronismo, debían ser reemplazadas por el
15
“mercado”. A partir de la libre competencia y de acuerdo con la eficiencia de cada uno en el “libre
juego de la oferta y la demanda”, el mercado era presentado como el instrumento más eficaz para
la asignación de recursos y la satisfacción de necesidades.
En consonancia con la política impulsada por Estados Unidos para los llamados países “del Tercer
Mundo”, se promovía menos Estado y más mercado. Ese “cambio de mentalidad” al que aludía el
Ministro de Economía Martínez de Hoz, apuntó a sustituir el sistema de valores, normas y
orientaciones internalizadas durante la vigencia del Estado intervencionista; obtener conformidad
por parte de la población en relación a la nueva estructura normativa; y conformar un sujeto a la
medida del orden socioeconómico que se deseaba instaurar, poniendo el acento en el individuo
como responsable final y único de su destino: el “hombre de mercado”, el homo economicus.
La profunda transformación de la estructura económica que impuso la dictadura, implicó la
desarticulación y liquidación de la pequeña y mediana industria en favor de los sectores
exportadores agropecuarios e industriales nucleados en torno a los grandes grupos económicos
y, especialmente, a los sectores financiero-especulativos.
Distintas medidas determinaron la primacía del sector financiero sobre el productivo. Algunas de
ellas fueron la apertura de la economía a través de la eliminación de los mecanismos de protección
local, lo que terminó afectando directamente a la industria nacional frente a los productos
importados; y la creación de un mercado de capitales a través de la reforma financiera de 1977,
que liberó la tasa de interés y dio impulso a la especulación.
En esta época se produjo una gran afluencia de dinero del exterior (afluencia que sería uno de los
orígenes del gran aumento de la deuda externa). Los dólares fueron colocados sin riesgos,
aprovechando las altas tasas de interés y las garantías que ofrecía el Estado respondiendo por los
depósitos bancarios de los particulares. Los capitales extranjeros obtenían grandes beneficios en el
corto plazo, y los intereses se remitían hacia afuera del país sin restricciones. Esto desestimuló la
inversión productiva y produjo el fenómeno denominado “plata dulce”.
En suma, el país pasó de un esquema centrado en la industrialización destinada principalmente al
mercado interno, hacia otro que, en un contexto de creciente endeudamiento, privilegió la
valorización financiera del capital y la transferencia de recursos al exterior. La deuda externa
durante la dictadura aumentó de 8.000 millones a 43.000 millones de dólares. Como corolario del
enorme traspaso de riqueza de los sectores populares a los sectores concentrados de la burguesía
local y trasnacional, en 1982, el entonces presidente del Banco Central, Domingo Cavallo, estatizó
la deuda externa privada.
16
Este plan económico tuvo lugar en el marco de un programa aún más ambicioso: el de “refundar la
nación” sobre bases bien distintas a las construidas en Argentina hacia mediados del siglo XX. Esta
mirada exige no minimizar los objetivos políticos de la última dictadura militar y analizar a las
Fuerzas Armadas como actor del proceso político argentino, identificando también sus conflictos
internos y sus recursos de cohesión y legitimación. Durante la dictadura, las Fuerzas Armadas
estuvieron atravesadas por múltiples conflictos internos, determinados fundamentalmente por
distintos posicionamientos ante el programa político y las medidas económicas impuestas por el
staff liderado por Martínez de Hoz. En ese contexto, la "lucha antisubversiva" operó como un
recurso de suma importancia para asegurar la cohesión interna.
Este carácter refundacional se tradujo en ocasiones en diversos tipos de interpelaciones a la
sociedad que instaban a generar un “cambio de mentalidad”. Ejemplo de ello son las diversas
consignas que la dictadura puso en marcha en campañas publicitarias y mediáticas, que apuntaban
contra el estatismo y contra quienes defendían el mercado interno, justificando la apertura
comercial.
A continuación, les proponemos analizar la propaganda “Sillas” que se pasaba por los
medios masivos de comunicación teniendo en cuenta la siguiente consigna: ¿de qué
modo se combinan en esta publicidad el plan económico de la dictadura con sus
objetivos “refundacionales” respecto a la política y sociedad argentina?
17
La represión a los trabajadores y las trabajadoras
Las y los trabajadores y sus organizaciones fueron objetivos del accionar represivo desde el inicio
del terrorismo de Estado. La dictadura se propuso instrumentar allí una profunda transformación.
El mismo 24 de marzo, la Junta Militar y sus aliados civiles tomaron medidas tales como intervenir
los sindicatos y las confederaciones obreras y empresarias, prohibir el derecho de huelga, anular
las convenciones colectivas de trabajo y congelar los salarios.
Las Fuerzas Armadas pretendieron alcanzar dos metas claras: a) inmovilizar a la clase trabajadora
(reprimiendo huelgas, interviniendo sindicatos y apresando dirigentes) y b) eliminar a los sectores
combativos que tenían influencia en las comisiones internas de algunas empresas. En este caso
secuestraron dirigentes, militantes de base y trabajadores/as en general.
Todos los lugares de trabajo y producción pasaron a ser considerados objetivos militares. En este
punto cabe remarcar un aspecto fundamental del accionar represivo sobre los trabajadores y las
trabajadoras: la estrecha colaboración y apoyo del sector patronal en la represión y eliminación
sistemática de un sector del movimiento obrero.
En los casos de Acindar, Astarsa, Dálmine-Siderca, Ford, Ledesma y Mercedes Benz, las empresas
facilitaron vehículos, infraestructura, personal y financiamiento, y franquearon el acceso a las
plantas permitiendo la operación de los llamados “Grupos de tareas”. Estos grupos, se encargaban
del secuestro de personas y estaban integrados en general por militares de bajo rango, incluyendo
agentes encubiertos entre el personal de la fábrica. Lo que pretendía la dictadura y los grupos
empresarios aliados era exterminar a la oposición obrera y popular encuadrada en organizaciones
sociales tales como sindicatos, centros barriales y nuevas formas de organización de base que
surgieron en aquella época.
A modo de cierre...
A lo largo de esta clase hemos analizado qué sucedió en la Argentina durante la última dictadura
cívico militar: qué fue y cómo funcionó el terrorismo de Estado, cuáles fueron sus prácticas
distintivas y qué tipo de sujeto pretendió constituir, cómo fue la vida cotidiana y cuál fue el
proyecto económico de la dictadura.
Continuaremos la próxima clase avanzando sobre una temática que resulta central al analizar los
alcances del terrorismo de Estado, que es la construcción del Derecho a la Identidad. Pero antes,
18
para finalizar, compartiremos con ustedes algunos recursos para la enseñanza que pueden ser de
gran utilidad para desarrollar el tema en las aulas.
Este afiche forma parte de la colección “El Género de la Patria” (compartido en la clase
1), invita a pensar la historia del terrorismo de Estado en Argentina desde una
perspectiva de Derechos Humanos. Específicamente retomando (en el Afiche y en el
desarrollo) a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, habilitando la posibilidad de
indagar así sobre los derechos, la identidad, la represión y la censura.
El material cuenta con un afiche imprimible en el que se ve una foto de las Madres con
sus pañuelos característicos, a continuación, un desarrollo temático para profundizar
algunos aspectos pensados para la formación docente y finalmente algunas propuestas
de actividades divididas por niveles.
Disponible en: https://www.educ.ar/recursos/fullscreen/show/1945
19
“El caso Gaspar”. Ministerio de Educación de la Nación, 2006.
Sugerido para Primer ciclo.
Este afiche invita a trabajar sobre un cuento de Elsa Isabel Bornemann. Una historia
donde Gaspar, un vendedor de manteles, camina sobre sus manos recorriendo las
calles patas para arriba, mientras el mundo sigue su orden cotidiano. La intención de
recuperar un cuento prohibido y ofrecerlo para su lectura abre la posibilidad de
vincularnos no solo con sus palabras y sus imágenes, con las fantasías y la imaginación
que despierta, sino también con lo que su propia historia nos evoca.
La historia habilita la posibilidad de trabajar, desde un registro de literatura infantil,
sobre la intolerancia a la diferencia y el cuestionamiento del orden establecido, sobre
aquello que no se pregunta y no se cuestiona, sobre la sospecha y lo prohibido. En
este caso resulta un recurso útil para pensar y debatir en el nivel primario en torno a
estas temáticas, con el propósito de generar situaciones de enseñanza que inviten a
reflexionar sobre la realidad social, sobre la vida en común y las prácticas
democráticas.
El frente del afiche tiene una ilustración en la que se representan escenas cotidianas
de la ciudad para indagar en los sentidos y en las disputas por la tolerancia a la
diferencia y la convivencia. El dorso ofrece propuestas de actividades y materiales
complementarios para ahondar en la temática.
Disponible en:
Frente:
https://aulainfod.infd.edu.ar/archivos/repositorio/3750/3948/49_afiche_casoGaspar
_frente.pdf?id_curso=937
Dorso:
https://aulainfod.infd.edu.ar/archivos/repositorio/3750/3947/49_afiche_casoGaspar
_dorso.pdf?id_curso=937
20
y un gobierno de facto, uno que garantiza los derechos de los ciudadanos y otro que
los vulnera.
La referencia sería, en este caso, a que los sustentos de la vida democrática (la
vigencia de la Constitución, elección de representantes, libertad de prensa,
ciudadanos/as considerados como sujetos de derecho, entre otras) son suprimidos en
un gobierno de facto al que se accede a través de un golpe de Estado.
El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación convocó al dibujante y
humorista gráfico Miguel Rep para ilustrar con viñetas y dibujos algunos artículos
destacados de la Constitución Nacional Argentina.
Disponible en:
http://www.infojus.gob.ar/docs-f/constitucion-para-chicos/constitucion_infantil_web.
pdf
21
Mundial 78, un Ford Falcon verde en miniatura, entre otros. Estos objetos condensan
distintas temáticas fundamentales para abordar el pasado reciente argentino
pudiendo, al modo de un juego de encastre, asumir variadas figuras en función de
cómo se elija disponer las piezas.
A través de los objetos representados en el afiche, se propone trabajar sobre tres ejes:
1. El terrorismo de Estado.
2. La vida cotidiana durante la dictadura.
3. Los modos de recordar esta experiencia histórica.
En las actividades se encuentran propuestas de debate y reflexión con algunas
sugerencias para el docente y otras con consignas puntuales para trabajar con las y los
alumnos a partir de la lectura compartida de los textos, las puestas en común y la
posibilidad de indagar por fuera del aula.
Afiche disponible en:
https://aulainfod.infd.edu.ar/archivos/repositorio/3750/3946/49_afiche_24m_
primaria.pdf?id_curso=937
22
Actividades
Actividad en foro
En esta segunda clase analizamos lo sucedido durante la última dictadura, con el objetivo
de caracterizar el concepto de terrorismo de Estado. Para profundizar este eje, vamos a
trabajar con el libro Pensar la dictadura. Terrorismo de Estado en Argentina, editado por
el Ministerio de Educación de la Nación en 2014. Como podrán ver, cada capítulo
temático está organizado en una serie de preguntas relacionadas con el terrorismo de
Estado. Les proponemos entonces que recorran el libro y elijan dos preguntas que
consideren relevantes en término de lo que las y los docentes tenemos que conocer
sobre la última dictadura para desarrollar una propuesta de enseñanza. Les pedimos que
fundamenten su elección citando una idea central de la clase 2.
- https://www.educ.ar/recursos/91374/pensar-la-dictadura-terrorismo-de-esta
do-en-argentina
Créditos
Autor/es: Programa Educación y Memoria, Dirección de Educación para los Derechos Humanos,
Género y Educación Sexual Integral, Ministerio de Educación de la Nación, en conjunto con Abuelas
de Plaza de Mayo
23
Programa "Educación y Memoria", Dirección de Educación para los Derechos Humanos, Género y
Educación Sexual Integral, Ministerio de Educación de la Nación, en conjunto con Abuelas de Plaza
de Mayo (2023). Clase 2. ¿Qué fue el terrorismo de Estado? Memoria y Derecho a la identidad en el
Nivel Inicial y Primario. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación.
Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0
24