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Tema 4

Habilidades del Psicólogo y Técnicas Básicas de


Intervención

Tema 4. Habilidades y
competencias básicas del
psicólogo. Parte II
Índice
Esquema

Planteamiento del caso clínico

Identificar algunas habilidades y competencias básicas


del terapeuta

Material de estudio

4.1. Introducción y objetivos

4.2. Habilidades de escucha

4.3. Habilidades para favorecer la actividad narrativa del


paciente

4.4. Habilidades de acción y de generación

4.5. Habilidades fisiológico-afectivas

4.6. Habilidades y destrezas de modificación de conducta

4.7. Especificidades del trabajo con niños y adolescentes

4.8. Referencias bibliográficas

Resolución del caso clínico

Identificar algunas habilidades y competencias básicas


del terapeuta

A fondo

¿Qué hace competente a un psicólogo?

Proceso y estrategias terapéuticas

Test
Esquema

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Tema 4. Esquema
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Planteamiento del caso clínico

Identificar algunas habilidades y competencias


básicas del terapeuta

A continuación, te presentamos el fragmento de un diálogo entre paciente y

terapeuta. Lee el caso con atención, e intenta descubrir algunas de las habilidades y

competencias que el psicoterapeuta utiliza durante la sesión.

Cabe prestar atención a los siguientes aspectos:

▸ ¿Qué habilidades crees que está utilizando el terapeuta?

▸ ¿Qué resaltarías del diálogo del paciente?

▸ ¿Qué devolución le haría el terapeuta?

Al finalizar el tema, en el apartado Resolución del caso clínico, se ofrecerán algunas

valoraciones sobre este caso concreto.

Diálogo

P: He estado mucho mejor esta semana… Ayer, sin embargo, vi a mi

hermana y acabé con un berrinche horrible…

T: ¿Qué pasó?

P: Ya le he contado cómo es ella. Va a lo suyo.

T: Pero ¿qué es lo que sucedió ayer exactamente?

P: Consiguió amargarme la tarde. No sé ni por qué me lo tomo así, si la

conozco…

T: Pero dígame qué es lo que ocurrió.

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Tema 4. Planteamiento del caso clínico
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Planteamiento del caso clínico

P: No ocurrió nada. Simplemente que me cargan a mí con todo y ni

siquiera lo agradecen. Y encima parece que son ellos los simpáticos y los

que quedan bien y yo quedo como un ogro.

T: Sigo sin hacerme una idea muy exacta. Y me parece que ha sido algo

muy importante para usted y que puede servirnos para la terapia…

¿Podría contarme la escena en detalle?

P: Vino a mi casa con sus hijos, para ver a mi madre, que, como ya le he

contado, desde que hace un año perdió la vista, vive en mi casa. Le

trajeron un regalo y ella se puso muy contenta. Yo estaba en la cocina

preparando los aperitivos y las medicinas de mamá mientras ellos se

reían… Estaba rabiando… Me decía a mí misma «¿A que no son capaces

de venir a ayudarme ni siquiera ahora que están aquí en mi casa?».

T: ¿A usted le habría gustado que fueran a la cocina a ayudarla?

P: Desde luego. Por lo menos me hubiera gustado que se enteraran de

que estaba trabajando mientras ellos se divertían. Me gustaría que me

reconocieran que, en realidad, me estoy haciendo cargo yo sola de mi

madre.

T: ¿Qué hubiera pasado si usted les hubiera pedido ayuda?

P: Me hubieran llamado aguafiestas y egoísta. Además, en realidad yo

necesitaba poca ayuda porque, como sé cómo son, había estado el día

anterior preparando boquerones en vinagre y dos horas antes haciendo

canapés.

T: ¿Quiere decir que pensó que no valía la pena pedir ayuda porque si lo

hubiera hecho la habrían llamado aguafiestas y egoísta?

P: Exactamente.

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Tema 4. Planteamiento del caso clínico
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Material de estudio

4.1. Introducción y objetivos

En este tema continuaremos profundizando en las habilidades psicoterapéuticas que

el psicólogo debe atesorar para llevar a cabo una intervención psicológica de calidad.

Veremos las habilidades de escucha, referidas tanto a la comunicación verbal

como a la no verbal, las habilidades para favorecer la actividad narrativa del

paciente y las habilidades de acción y de generación. Estas últimas suponen que

el terapeuta es capaz de conseguir información relevante para trabajar con ella

durante el proceso terapéutico.

Además, desde la modificación de conducta se incluyen, entre otras, habilidades

de comunicación y capacidad para evaluar y formular metas y programas de

intervención, así como para conocer los aspectos éticos y legales. Por su parte, las

habilidades fisiológico-afectivas son necesarias en la medida en que sabemos

detectar el estado emocional del paciente y el nuestro propio.

Por último, también veremos las habilidades necesarias para el trabajo con niños y

adolescentes. Abordaremos cuestiones como la confidencialidad, las herramientas

de comunicación y evaluación específicas, la importancia de la relación con los

padres y otros profesionales de referencia, etc.

Los objetivos que se pretenden conseguir con este tema son los siguientes:

▸ Conocer cuáles son las habilidades necesarias de los psicólogos para un buen

ejercicio de la profesión.

▸ Aprender cuáles son las habilidades específicas que se deben tener con

población infanto-juvenil, conociendo sus particularidades.

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Tema 4. Material de estudio
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Material de estudio

4.2. Habilidades de escucha

Dentro de la conversación terapéutica es necesario poner en juego una serie de

habilidades que, al adaptarse a las necesidades y el ritmo del paciente, facilitarán el

sentido terapéutico del encuentro.

Las habilidades de escucha facilitan que el terapeuta pueda acceder al discurso del

paciente, empezando por la actitud general de escucha, que se refiere a la

disposición del terapeuta: posturas, gestos, movimientos, mirada, modulación de la

voz, etc. Esta actitud debe transmitir al paciente que tenemos disposición de

escucharle con atención plena. Para ello, es conveniente no sentarnos exactamente

enfrente del paciente, sino ligeramente inclinados hacia delante, sin cruzar brazos ni

piernas, en una postura relajada y centrados en la mirada del paciente.

La simple acción de escuchar, sin dejarnos llevar por el impulso de actuar, que

puede conducirnos a dar una devolución, una instrucción o a hacer algunas

preguntas demasiado pronto (emitiendo un juicio, una crítica o una frase estándar

que quite peso, por ejemplo), en el intento de resolver el problema del otro, puede

ser más difícil de lo que parece, y es más fácil (sobre todo en psicoterapeutas con

poca experiencia) caer en la tentación de poner en marcha recursos que se usarían

en contextos no clínicos.

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Tema 4. Material de estudio
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Material de estudio

Ejemplo de actuaciones erróneas

Paciente que expone tener dificultades en el trabajo, sentirse frustrado, sin

ganas de acudir, y «sin encontrar salida» a esa situación.

T1: ¡Venga, hombre! ¡No lo veas así! No todos están contentos con los

trabajos que tienen… Siempre te queda la familia, y con ellos todo va bien.

(El terapeuta minimiza el sufrimiento del paciente, parece hacer alusión a

que no puede sentirse mal porque otras áreas de su vida funcionan).

T2: A ver, si vas con esa actitud, es normal que lo veas todo negro. Hay

que intentar ver las cosas de forma más positiva, y no hacer el problema

más grande. (Respuesta que culpabiliza al paciente, lo invalida. Una

muestra de consejo manido y superficial).

Además de atender al discurso verbal del paciente, y al nuestro evitando no

precipitarnos en llenar silencios, debemos fijarnos también en lo que no aparece

verbalizado o se intuye implícito. En este sentido, debemos fijarnos en discursos

incompletos (si se da algo por sobreentendido), evasivos (evitación selectiva de

aspectos específicos) y recurrentes (temas que repiten en distintas sesiones). A

continuación, se muestran algunos ejemplos de estas situaciones:

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Tema 4. Material de estudio
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Material de estudio

Ejemplo de discurso incompleto

Patricia, 19 años, lleva seis meses en tratamiento por bulimia.

P: Tengo justo el cuerpo que no le puede gustar a ningún tío. (No

sabemos cómo es el cuerpo que piensa que les gusta a los hombres, ni

qué aspectos del suyo se apartan de su ideal).

Ejemplo de discurso evasivo

T: Supongo que, en ocasiones, sientes como si una parte de ti no pudiera

controlar nada.

P: ¡Bueno… al final va a resultar que tengo personalidad múltiple! Como

en esa película… ¿cómo se llamaba? ¿La ha visto?

Ejemplo de discurso recurrente

P: Ojalá pudiera ser mejor hija… Siempre han cuidado de mí. No soy

como ellos (sus hermanos) (…) Soy una carga. No quiero preocuparles,

pero no puedo hacer nada, me siento muy mal… Veo cómo se miran entre

ellos cuando estoy delante. Creen que no lo sé, pero lo sé. Piensan que

soy una vergüenza… Ojalá fuera mejor, más fuerte… Pero no puedo
hacerlo, y cada vez me siento peor.

Comunicación no verbal del paciente y del terapeuta

Dentro de las habilidades de escucha debemos incluir las variables relacionadas con

la comunicación no verbal, tanto del paciente como del propio psicoterapeuta.

Saber manejar los aspectos no verbales de la comunicación supone que el terapeuta

es capaz de gestionar su propia forma de expresión no verbal y, a la vez, es capaz

de saber qué ocultan las señales no verbales del paciente.

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Tema 4. Material de estudio
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Material de estudio

Sabemos que el lenguaje no verbal puede ser congruente con el mensaje verbal,

enfatizando o regulando lo que decimos (por ejemplo, cuando reforzamos el discurso

del paciente con un movimiento de cabeza, invitándole a continuar); pero también

puede ser opuesto (por ejemplo, decirle al paciente que nos alegramos de verle una

semana más, pero mostrar una expresión de aburrimiento). Por otro lado, puede

sustituir lo verbal, como cuando, con un gesto empático, transmitimos al paciente

que comprendemos su situación.

En cuanto a la comunicación no verbal del paciente a la que hay que prestar

atención, cabe destacar: la presencia y el autocuidado (forma de vestir, accesorios,

peinado, tatuajes…, ya que pueden ser un reflejo de la adecuación, del estado de

ánimo, etc.), la actitud corporal, la expresión facial, el tono de voz, los cambios en la

postura y las reacciones neurovegetativas (si refleja incomodidad, tensión,

preocupación, desinterés, etc.).

Resulta especialmente importante detectar, dentro de cada sesión y como

comparativa entre sesiones:

▸ Cambios en el contenido y tono de aspectos verbales.

▸ Cambios en la expresión no verbal.

▸ Discrepancias entre aspectos verbales y no verbales.

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Tema 4. Material de estudio
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Material de estudio

Estos cambios serán recogidos por el terapeuta para incluirlos en las hipótesis de

trabajo y tenerlos en cuenta en las intervenciones psicoterapéuticas.

Ejemplo

T1: Estoy viendo que frunces el ceño, no sé si es porque estás

empezando a sentirte incómodo con lo que hablamos.

T2: Aunque me estés diciendo que no importa, por tu tono de voz parece

que eso te molesta.

De la misma forma que es necesario prestar atención a todas estas conductas en el

paciente, será importante que el terapeuta se pueda observar a sí mismo para

detectar qué emociones surgen en la consulta, qué pensamientos y sensaciones está

transmitiéndole al paciente mediante su conducta no verbal, para que no lleguen a

interferir en el proceso terapéutico. Cuestiones que ayudan en este sentido son la

supervisión y el trabajo psicoterapéutico personal.

Veamos algunos aspectos que el psicoterapeuta ha de tener en cuenta sobre su

propia comunicación no verbal:

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Tema 4. Material de estudio
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Material de estudio

▸ Controlar el contacto visual con el paciente. La falta de contacto visual por parte del

terapeuta hacia su paciente puede indicar que no le interesa lo que este tiene que
decir, o que se siente incómodo frente a él. Por tanto, es importante aprender a
modular el contacto visual, sin distraernos en exceso, pero ofreciendo descansos

intermitentes, evitando miradas fijas que puedan resultar intimidantes.

▸ La expresión facial ha de ser cálida, sin forzar los gestos innecesariamente,

controlando nuestra expresión, sobre todo a la hora de mostrar sorpresa o duda.

▸ En cuanto a la postura, lo ideal es mantener una postura relajada, con una ligera

inclinación hacia el paciente, con los brazos en una posición cómoda (mejor
abiertos), evitando movimientos excesivos de manos o pies, o posturas que puedan
intimidar al paciente.

▸ Debemos cuidar la proxemia, es decir, el espacio ambiental y personal, la forma de

sentarnos y la distancia entre nosotros y el paciente. Se han de evitar


aproximaciones excesivas para no generar ansiedad, pero también hemos de saber

adaptarnos según las necesidades del paciente.

El silencio

Una habilidad que facilita que el paciente construya narrativas es el silencio, que en

muchas ocasiones suele generar dificultades en los psicólogos que se inician en la

profesión. Dependiendo de la orientación teórica, incluso puede ser una herramienta

terapéutica, pero siempre conviene estar atentos y entender por qué se produce y

cómo podemos manejarlo.

En psicoterapia, el silencio a veces es más informativo que el mensaje que puedan

dar el paciente o el terapeuta. Puede favorecer la continuación del discurso del

paciente, pero también puede permitir al terapeuta transmitir que comprende al

paciente (más aún si va acompañado de gestos y movimientos reforzadores) y que

respeta y tolera el ritmo marcado por él.

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Tema 4. Material de estudio
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Material de estudio

A continuación, se destacan algunas muestras del uso y el manejo del silencio en

psicoterapia:

▸ El silencio del terapeuta tras una pausa en el discurso del paciente se puede

interpretar como una muestra de interés por parte del terapeuta (sobre todo si va
acompañado de gestos reforzadores o empáticos) o como una invitación a que el
paciente pueda construir, elaborar y transmitir sus experiencias, lo que favorece la
comunicación espontánea y transfiere al paciente el control de la sesión, y la idea de
que se encuentra en un lugar seguro donde puede expresarse libremente. Por otra

parte, el paciente también puede interpretar el silencio como una muestra de


desinterés (si este se mantiene demasiado tiempo, o se origina cuando el paciente,
directa o indirectamente, demanda una respuesta del terapeuta, y esta no se
produce). Es importante estar atentos y aprender a emplear los silencios y las
pausas de manera adecuada, adaptándonos a las necesidades del paciente (por
ejemplo, incorporar silencios y pausas en el discurso con pacientes obsesivos o que

no toleran los silencios puede ser no solo necesario, sino terapéutico).

▸ Es frecuente que el paciente ambivalente, o que acude por primera vez a consulta y

desconoce cómo funciona la psicoterapia, decida guardar silencio. Esto puede ser
informativo para el terapeuta, que puede facilitar información sin necesidad de que el
paciente intervenga nada más sentarse, ofreciéndole la oportunidad de comprender
y adaptarse a esa nueva situación.

▸ El silencio en psicoterapia también puede ser la manifestación de una emoción que

el paciente no quiere o no se atreve a mostrar. Por ejemplo, cuando el terapeuta ha

hecho una pregunta, o ha hecho una observación que disgusta al paciente, o que le
genera malestar y sufrimiento, el silencio puede ser la expresión de la ira, el
desacuerdo o la tristeza que decide no expresar, pero que el terapeuta ha de
recoger; ya que puede significar que el paciente no sabe cómo expresar esa
emoción, o muestra tendencia a reprimir las emociones. En cualquier caso, es
importante que el terapeuta considere todos los aspectos de la comunicación no

verbal, no solo el silencio, para entender qué le está transmitiendo el paciente.

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Tema 4. Material de estudio
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Material de estudio

▸ Por último, el silencio también puede ser una forma de evitar una situación o una

confrontación (no aportando información); o en algunos casos, incluso una forma de


mostrar su resistencia ante una alianza poco establecida (el paciente no se siente
cómodo, o no percibe la consulta como un lugar seguro donde mostrar abiertamente
sus pensamientos y emociones, y por eso guarda silencio). En estos casos, es

recomendable hablar con el paciente, centrándonos en los aspectos que evita o


invitándole a expresar lo que siente, resaltando que puede estar en contra de lo que
decimos, o que no siempre sentirá emociones positivas en terapia.

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4.3. Habilidades para favorecer la actividad


narrativa del paciente

Existen cuatro tipos de respuestas verbales que facilitan que el paciente se sienta

escuchado: clarificación, paráfrasis, reflejo y síntesis.

Clarificación

Se trata de formular preguntas para obtener mayor información sobre mensajes

verbales y no verbales del cliente o para aclarar aspectos ambiguos o


incompletos.

Una de las máximas en psicoterapia es no dar nunca nada por sentando. Lo que el

paciente transmite en consulta procede de la construcción personal que hace de sus

vivencias, y estas pueden ser diferentes a las de psicólogo. Por lo tanto, en la

medida de lo posible, hemos de solicitar que nos aclare la información para

asegurarnos de entender lo que realmente quiere decir (hay que prestar especial

atención a las etiquetas que pueda usar: «deprimido», «ansioso», etc., y al uso de

frases hechas o expresiones ambiguas). Para ello, podemos usar diferentes

fórmulas, como «¿Podrías describirme con detalle eso de que…?», «¿Quieres decir

que…?», «¿A qué te refieres exactamente con…?», «¿Estás diciendo que…?», etc.

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Ejemplos de clarificación

P1: (…) no tenía pensado ir, me daba miedo por cómo me pudiera

encontrar…

T1: (Silencio).

P1: Fui allí y me notaba perdida…

T1: ¿A qué te refieres con que te notabas perdida?

P2: Es todo muy confuso. Me dan ganas de abandonar.

T2: ¿A qué te refieres exactamente con abandonar?

P2: Cuando tuve que dar la charla, tuve ataques de ansiedad, antes y

después de hablar.

T2: ¿Podrías describirme en qué consisten esos ataques de ansiedad?

P2: Pues eso… que me pongo fatal.

T2: ¿Te refieres a que empiezas a respirar con dificultad, y a sudar, y a

sentirte muy nerviosa, como me has explicado en otras ocasiones, o en

este caso fue algo diferente?

Paráfrasis

Consiste en reformular la información expresada por el paciente acerca de sus

pensamientos, conductas o sucesos. No es una interpretación, sino una

devolución, y es muy útil para centrar el discurso cuando el paciente está divagando,

o cuando vemos que siente que lo que dice es difícil de entender, puesto que ayuda

a reforzar el contenido de lo que nos cuenta, y a poner nombre a situaciones difíciles

para esa persona. También ofrece la oportunidad de transmitir al paciente que se le

ha entendido, o de discutir lo que se ha malinterpretado.

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Tema 4. Material de estudio
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Material de estudio

Ejemplos de paráfrasis

P1: (…) estaba allí con sensación de nudo en la garganta, no sabía qué

decir, no sé qué me pasó…

T1: (Silencio).

P1: Me daba miedo que se me notara y pensaran que no estaba

capacitado para el trabajo, no sé, ¿es normal?…

T1: ¿Quieres decir entonces que tuviste algunos síntomas fisiológicos y

cognitivos de ansiedad?

P2: Me pareció que no tenía por qué aguantar que me trataran así (sus

nuevos jefes). Recogí mis cosas y me piré…

T2: Se despidió.

P2: No, simplemente me fui. Dije que no me encontraba bien y me fui a

casa. Ayer volví y sí me despedí.

P3: Y estaba ahí con ella, intentando que pasara eso, y ella diciendo que

no quería, que estaba cansada, y yo insistiendo… Es algo muy incómodo,


¿sabes?

T3: Sí, entiendo, estabas intentando tener relaciones sexuales con ella y

ella no quería, y eso te hizo sentir muy incómodo.

P4: Da igual lo que haga, si pasa algo todos me miran a mí. Si alguien

tiene que pagar el pato soy yo… A veces creo que no vale la pena

seguir…

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Tema 4. Material de estudio
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T4: Dudas que valga la pena seguir esforzándote, porque te parece que,

dado tu historial, los demás no van a ver que estás progresando y te van a

seguir tratando igual.

Reflejo

Recoger los mensajes que ha expresado el paciente y conectarlos con contenidos

emocionales o afectivos, relacionados con la problemática que presenta, es de

gran utilidad en los casos en los que el paciente tiene dificultades para expresar sus

emociones. Para ello usa el tono, lo no verbal, o simplemente lo que parece que

omite el paciente. De esta forma transmitimos no solo que entendemos lo que le

pasa, sino que entendemos cómo se siente en ese momento, mientras lo cuenta en

consulta, y lo que sintió fuera de ella, en su vida cotidiana.

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Tema 4. Material de estudio
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Ejemplos de reflejo empático

P1: (…) y esto es lo que me pasó esta semana… Fui allí, tuvimos la

discusión, luego me tuve que ir a comer, me sentó fatal, ya fui con prisa

todo el día, se me puso un dolor de cabeza horrible… imposible

concentrarse así. Y me fui al gimnasio y vi una peli… No descansé muy

bien esos días, la verdad…

T1: Fíjate que en las tres últimas sesiones me has comentado varias

situaciones en las que lo has pasado muy mal: una con tu jefe, otra con tu

profesor y otra con tu padre. Parece que todas se relacionan con una

cuestión que hemos hablado en sesión en alguna ocasión, y que tiene que

ver con dificultades en la relación con figuras de autoridad, como si te

hicieran sentir más pequeño y no vieran el adulto que eres hoy…

P2: (A una psicóloga residente de 27 años) ¿Tienes hijos? Perdona que te

lo pregunte, pero creo que para entender lo que me pasa es necesario

haber pasado por la experiencia de ser madre. ¡El que no ha tenido hijos

no sabe lo que es eso!

T2: Parece que le preocupa que no pueda ayudarla si resulta que no tengo

hijos. ¿Está preocupada o decepcionada porque no soy el tipo de

terapeuta que imaginaba que le asignarían? ¿Cómo imaginaba que sería

ese terapeuta?

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Síntesis

Consiste en recapitular la información expresada durante una o más sesiones.


También es útil cuando queremos comunicar al paciente lo que hemos entendido

después de una exposición larga o compleja por su parte, agrupando varias

narraciones de un tema común, o bien para redirigir el discurso cuando vemos que el

paciente se extiende en detalle y no concreta aspectos más relevantes. La

devolución incluye a veces una combinación de paráfrasis y reflejos empáticos.

Ejemplos de síntesis

P1: ¡Ya casi hemos terminado la sesión!

T1: Sí, parece que hoy había muchas cosas a las que prestar atención. Me

gustaría poder cerrar la sesión destacando las cuestiones que han salido

hoy.

P1: Vale, sí, creo que hoy salieron algunas cosas nuevas.

T1: Me quedo con que pudiste darte cuenta, en relación con tu familia,

cuándo se daban algunos mensajes contradictorios, lo que te generó, por

un lado, mucho rechazo, pero, por otro, te sentiste bien por haberlo podido

identificar, y esto te ayudó a poder hablarlo con tu amiga Marta, que es un

apoyo para ti, aunque no sueles contarle tus cosas, ¿es así?

P1: Justo así.

T2: Vale, entonces entiendo que lo que ha pasado es que tu jefe te dio
más trabajo del que podías hacer porque en la empresa han prescindido

de mucha gente. Falta personal, y eso supone una sobrecarga muy

grande para ti, y te frustra mucho no poder decir nada.

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Material de estudio

Podemos plantearnos como objetivo traer a sesión lo que no ha sido pensado o

imaginado, a través de la exploración de nuevos caminos, acercándonos desde otro

lugar a la identidad de las personas, desde una aproximación respetuosa y no

culpabilizante, considerándolas expertas en sus propias vidas.

Otra estrategia que podemos usar es amplificar la narrativa del paciente.

Debemos explorar, desde una actitud de genuino interés y curiosidad (de no saber),

las creencias, conductas, roles, valores, intenciones, compromisos, sueños,

esperanzas, biografía del paciente, etc., deteniéndonos en ciertos aspectos,

centrándonos en cuestiones que el paciente no había contemplado.

Ejemplo

Laura es una paciente de 45 años que acude a consulta por primera vez

por sintomatología depresiva. Al llevar acabo la entrevista y la evaluación,

el terapeuta se encuentra que la paciente relaciona sus síntomas con

diferentes conflictos en su familia, especialmente con una «relación difícil»


con su sobrina.

Se decide a recoger la historia familiar de Laura, y a elaborar un

genograma para entender y realzar aspectos relacionados con la vida

familiar de la paciente, que podrían quedar inexplorados u ocultos. Analiza

el sistema de relaciones, las pautas del problema y sus manifestaciones

en el pasado, así como las conexiones con el estado actual de la paciente.

También podemos amplificar acudiendo a la narración desde una experiencia que

incluye todos los sentidos e indagando sobre el sentido que le da la persona. Esto

posibilita una nueva mirada que quizá amplíe las narrativas y metáforas y facilite la

transformación.

Además, podemos distinguir:

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Tema 4. Material de estudio
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Material de estudio

▸ Historias delgadas (dejan poco espacio para la complejidad, son repetitivas) y

gruesas (conectan con los valores y sueños de las personas y permiten el


movimiento, fortaleciendo el empoderamiento).

▸ Territorio de la acción (qué, cuándo, con quién…) y de la identidad (propósitos,

aspiraciones…).

Ejemplo del uso de metáforas para generar narrativas (Wilson y Luciano, 2002).

Las metáforas son un modo de proporcionar información por medio de

historias breves que llevan un mensaje de forma indirecta pero análoga a

la situación del paciente, y que puede ser aceptada por este más

fácilmente. Cuanto más se aproximen a las experiencias del paciente, más

útiles le serán y más interés le generarán.

1. Paciente que cree que se verá arrollado por sus emociones y que

«explotará» como una olla a presión fuera de control. Se puede emplear la

metáfora de la inundación: primero el agua sube y cubre muchas cosas,

pero luego vuelve a su cauce.

2. Con pacientes que buscan seguridad absoluta, se puede usar la

metáfora del agricultor, tan preocupado por la posibilidad de perder sus

cosechas a causa de las inundaciones que pasa todo su tiempo

construyendo diques, de modo que no le queda tiempo para plantar.

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Facilitadores de narraciones alternativas

▸ Interpretar. Otra de las habilidades de acción es la interpretación, que consiste en

elaborar posibles relaciones entre las conductas, los pensamientos, las emociones y
los acontecimientos de la persona, con el objetivo de plantear hipótesis explicativas
de sus problemas, y nuevas perspectivas para entenderlos. Para poder realizar
interpretaciones, el psicólogo, en primer lugar, tiene que disponer de información
suficiente sobre los distintos aspectos relacionados con el problema. Del mismo
modo, es necesario que utilice un lenguaje no excesivamente técnico, ya que

tiene que ser comprendido por el paciente o cliente, y que confíe en la capacidad de
la persona para generar cambios. Es importante también comprobar si la
interpretación es aceptada o rechazada por el paciente/cliente. La naturaleza de la
interpretación dependerá de la orientación teórica del terapeuta.

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Material de estudio

Ejemplo de interpretación

P: (…) no sé muy bien por qué me ha pasado esto, si tener trabajo es una

buena noticia…

T: Por lo que me has comentado, desde muy pequeño has estado muy

unido a tus padres; han estado pendientes de ti, incluso en algunas

ocasiones ha sido demasiado y te has agobiado un poco.

P: Sí, creo que he estado un poco sobreprotegido por mis padres y

hermanas.

T: Como tú habías pensado y explicitado hace poco tiempo que, cuando

encontraras trabajo, ahorrarías y en unos meses te marcharías de casa a


vivir con tu pareja, y esto ha sucedido, es posible que, al no esperar que

ocurriera tan rápido, se hayan despertado algunos sentimientos de

inseguridad relacionados con un apego inseguro instaurado en la primera

infancia, como hemos hablado en otras sesiones. Esto ha hecho que el

encontrar trabajo sea una experiencia ambivalente, ya que es un paso

muy grande hacia tu independencia. ¿Esto tendría sentido para ti?

P: Sí, creo que se me junta, por un lado, la lógica, y por otro, las

emociones, y se ha formado una mezcla que me ha colapsado.

▸ Confrontar. Como avance de las habilidades de acción, hay que hablar de la

estrategia de confrontación. El objetivo es explicitar discrepancias entre lo que


piensa, siente, dice que hace y lo que realmente hace el paciente. Si bien se
pretende invitar al paciente a poder pensar sobre su origen, a explorarlas y
resolverlas, en algunas ocasiones esto genera respuestas defensivas, falsa
aceptación, confusión, asombro o negación.

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Ejemplo de confrontación

T: Llevas varias sesiones hablándome de lo importante que es para ti el

trabajo.

P: Sí, gracias a mi tío me contrataron y le estoy muy agradecido.

T: Sin embargo, me llama la atención que en las últimas semanas has

llegado tarde a la mayoría de reuniones, sabiendo que esto puede poner

en riesgo tu puesto de trabajo…

▸ Tipos de confrontación:

• Las discrepancias pueden surgir entre dos mensajes verbales en la misma


sesión o en sesiones diferentes (por ejemplo: «En la última sesión comentaste
que estabas encantada con tu trabajo. Y ahora acabas de decir que si pudieras
volver atrás no aceptarías el empleo. ¿Puedes decirme algo más sobre

esto?»).

• También puede ocurrir que surjan entre la comunicación verbal y la no


verbal (por ejemplo, cuando un paciente dice que no le importa que su pareja
no le diga qué hace en todo el día, pero se pone tenso y retuerce las manos).

• Otro tipo de confrontación ocurre cuando son diferentes el mensaje verbal y la


acción (por ejemplo, el paciente dice que es crucial para él pedir las mejoras
en sus condiciones de trabajo, pero al cabo de dos semanas sigue sin
solicitarlas: «Planteaste que era importante para ti comunicar a tus jefes que

necesitabas que tu situación en la empresa mejorara, y todavía no lo has


hecho. ¿Podríamos comentar qué puede estar impidiendo que lo lleves a
cabo?»).

• Por último, podemos encontrar discrepancias entre un mensaje verbal propio


y un mensaje de otro (por ejemplo, un paciente con trastorno obsesivo
compulsivo, que necesita llamar varias veces a su casa cuando no está para

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saber que va todo bien, lleva algunas sesiones trabajando para contener la

conducta. Informa al terapeuta de que esa semana solo ha llamado dos veces
en dos días. Pero, al hablar por teléfono con su pareja, esta dice que no es así:
«Como ya sabes, llamé a su pareja, y me dijo que has llamado varias veces a
lo largo de esta semana, mientras que yo entendí que habías llamado dos
veces en dos días. ¿Podrías decirme algo sobre esto?»).

Cuando se emplea la confrontación, es recomendable incluir una pregunta o una


formulación al final para ayudar al paciente a centrarse en la discrepancia y favorecer

que responda. Podemos usar «¿qué te parece esto?», «¿cómo relacionas estas dos

cosas?» o «me gustaría que me dijeras algo sobre esto».

▸ Informar. Cuando se inicia una valoración psicológica, el psicólogo debe elaborar un

mapa que le permita entender a la persona que tiene delante, comunicar datos y
hechos sobre aspectos que el paciente desconoce, incluyendo sus dificultades y
fortalezas, y ofreciendo una propuesta de tratamiento dentro de un encuadre. Dar
este feedback al paciente de cómo entendemos lo que le ocurre y cómo creemos

que podemos ayudarle suele conllevar aportaciones del paciente, facilitando que la
terapia sea un espacio de cocreación: corregir errores, identificar o eliminar mitos,
examinar aspectos concretos, identificar alternativas de respuesta o ser conscientes
de las consecuencias de su comportamiento. No debemos confundir informar con
aconsejar (recomendar o prescribir una pauta de acción, por ejemplo: «Tienes que

dejar esa carrera con la que no eres feliz»). Cuando informamos, ofrecemos datos o
aspectos relevantes de una situación, pero es el paciente quien debe decidir lo que
va a hacer (siguiendo con el ejemplo anterior, el terapeuta puede ayudar a la
paciente a descubrir qué opciones tiene para manejar la situación que la hace infeliz,
trabajando las ventajas e inconvenientes de cada una de ellas). Tampoco debemos
confundir informar con dar instrucciones. Dar instrucciones es ofrecer información

sobre unas pautas concretas para llevar a cabo acciones específicas, por ejemplo,
dar las instrucciones para cumplimentar un cuestionario («Has de hacerlo en el
tiempo establecido, marcar solo una de las opciones de respuestas, y evitar las

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distracciones mientras lo estás cumplimentando»), o cumplir con una tarea (rellenar

un autorregistro de pensamientos negativos, un diario de emociones, etc.), o aplicar


una técnica concreta fuera de consulta (parada de pensamiento, economía de fichas
con un niño en casa…).

Transformaciones lingüísticas

▸ Cambiar las etiquetas (por ejemplo, «vago») por acciones (por ejemplo, «se

bloquea cuando se le plantea una situación en la que corre el riesgo de no hacerlo


bien, temiendo no estar a la altura de lo que esperan sus profesores»).

▸ Buscar protagonistas en las historias : hay que intentar no usar muchas frases

impersonales (por ejemplo, «se decidió que ella fuera a un internado»).

▸ Contextualizar: incluir el contexto histórico en las narrativas que carecen de él para

poder introducir hipótesis explicativas (por ejemplo, si el paciente explica que


discutió con su vecina y se encontró tan mal que se autolesionó, debemos ampliar e

indagar cuál es su relación con esa vecina, si ha ocurrido en otras ocasiones, si se


parece en algo o evoca algo de otras relaciones, etc.).

▸ Introducir el presente: a los pacientes que traen continuamente elementos del

pasado podemos invitarles a conectar con el presente.

▸ Incluir lo interpersonal: si el paciente se centra mucho en características

individuales, hay que orientarlo hacia la interacción.

▸ Cuestionar la intencionalidad: cuando se atribuye una acción a una intención de

otras personas, podemos plantear la posibilidad de que sea un efecto no


intencionado.

▸ Reformular los síntomas como conflictos : traducir, por ejemplo, cuando traen la

patología como explicativa de las acciones, en dificultades y conflictos.

▸ Externalizar: sustituir adjetivos por sustantivos (por ejemplo, si el paciente dice que

es depresivo, cambiarlo por «¿desde cuándo la depresión está en tu vida?»).

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▸ Documentos terapéuticos: podemos pedir al paciente que elabore cartas de

renuncia a roles del pasado, cartas para visibilizar pequeños avances, etc.

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4.4. Habilidades de acción y de generación

Implican la capacidad del terapeuta de conseguir información relevante para trabajar

con ella a través de distintos tipos de preguntas.

Según el nivel de estructuración

▸ Cerradas. Sirven para recoger información sobre una cuestión concreta, e implican

una respuesta monosilábica y concisa. Suelen ser más frecuentes en las entrevistas
iniciales, en las que se demanda información específica.

Ejemplos de preguntas cerradas

T1: ¿Llamaste a tu madre?

P1: No.

T1: ¿Te llamó ella?

P1: No, no llamó.

T1: ¿Te habría gustado que lo hiciera?

P1: Sí, pero ya sabe, ella va a lo suyo siempre.

T2: ¿Has hecho las tareas?

P2: Sí.

T2: ¿Cuánto tiempo te llevaron?

P2: Quince minutos.

T2: ¿Te resultaron sencillas?

P2: Sí.

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▸ Abiertas. Sirven para explorar y ampliar información (qué, cómo, cuándo, dónde,

etc.).

Ejemplos de preguntas abiertas

T1: ¿Cuándo aparece el insomnio, cuando te acuestas por la noche?

P1: No, en ese momento no.

T1: ¿No tienes problemas para conciliar el sueño cuando te vas a la

cama?

P1: No, suelo dormir sin problemas cuando me voy a la cama.

T1: Entonces, la dificultad para dormir aparece después. ¿Te despiertas

después de haberte dormido?

P1: Sí, me despierto a las cuatro o cinco de la madrugada y no consigo

volver a dormirme.

T2: ¿Te sientes deprimida?

P2: ¡Hombre! Deprimida no. Triste sí.

T2: ¿Cómo te sientes?

P2: En particular, siento tristeza y un echar de menos ciertas cosas,

aunque sé que no vale la pena pensar en cosas pasadas. Pero a veces e

inevitable, a pesar del dolor que me causan.

Según sus objetivos

▸ Lineales. Sirven para recoger información con el fin de poder evaluar los problemas

actuales («¿Cuándo fue la primera vez que ocurrió?», «¿Podrías describir qué
paso?», «¿Cuándo fue la última vez que te sentiste así?»).

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▸ Circulares. Exploran las interrelaciones entre los problemas y otras variables (por

ejemplo, estrategias de afrontamiento y relaciones interpersonales: «¿Y qué hace


cuando no pide la ayuda que le gustaría recibir porque piensa que la van a

rechazar?»).

▸ Estratégicas. Sirven para modificar pensamientos o comportamientos del paciente

(«La reunión salió bien, te felicitaron. ¿Sigues creyendo que no mereces ese
puesto?»).

▸ Reflexivas. Sirven para ayudar al paciente a plantearse nuevas perspectivas sobre

sus problemas o sobre su capacidad de afrontamiento (por ejemplo, cuando el


psicólogo dice «Me pregunto cómo te habrás sentido con eso» o «Me gustaría saber
qué crees que podrías haber hecho diferente si pudieras volver atrás…»).

Otros recursos específicos

▸ Desafiar la narrativa del paciente, dominada por la queja, a través de la

reformulación, cambiado el sentido que se le da a la situación (por ejemplo, los

miedos nocturnos del hijo se reformulan como un espacio para que la madre, con
sintomatología depresiva, acuda a leerle cuentos, saliendo así temporalmente de su
propio estado de ánimo). De esta forma se generarán en el paciente nuevas formas
de entender el problema.

▸ La transformación del tiempo (pasar de estático a dinámico mediante el uso de las

formas verbales y buscando la excepción, saliendo del «siempre»).

Ejemplo

P: (…) estoy deprimido todo el día.

T: Estás mal todo el día. Pero ¿hay momentos es los que te encuentras

peor? (Transformación menos desafiante, pero que abre el campo para

introducir nuevas posibilidades).

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▸ Cuestionamiento de la causalidad (intentar explorar qué papel desempeña el

paciente en las acciones causales que relata).

▸ Introducir la circularidad (cuando se habla de causa-efecto de forma lineal,

incorporar el concepto de circularidad, con el que no están tan claros la causa y el


efecto, sino que las variables se influyen mutuamente y hay antecedentes y
consecuentes, además de problemas o síntomas).

▸ Eliminar el uso de etiquetas o «estados» para favorecer que el paciente introduzca

más elementos de acción. Por ejemplo, ante un paciente que dice que su hijo es
«vago», pedirle que explique a qué se refiere con que su hijo es «vago» (que se

bloquea a la hora de hacer tareas, que necesita mucha supervisión para hacerlas
bien o las hace cuando quiere), y ayudarle a comprender que los problemas
expresados mediante etiquetas simplifican muchos aspectos de la realidad.

Uso del lenguaje

El lenguaje quizá es una de las herramientas más útiles que puede emplear el

terapeuta, ya que, al igual que en cualquier interacción, el lenguaje permite la

comunicación y es una de las fuentes principales de información en psicoterapia.

Saber hacer un buen uso del lenguaje durante el proceso terapéutico requiere de

unas buenas habilidades de comunicación y de entrenamiento. Saber cuándo

sustituir términos, cómo reformular frases o preguntas, de qué manera devolver lo

recogido al paciente, utilizar analogías, o ser capaz de enlazar unos elementos con

otros y que tengan sentido para el paciente es casi la tarea principal del psicólogo.

A continuación, se presentan algunas cuestiones que cabe tener en cuenta sobre el

uso del lenguaje:

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▸ Moderar el uso de preguntas en las que hay un «por qué». Pueden transmitir

connotaciones acusatorias. El paciente puede reaccionar poniéndose a la defensiva.


Se recomienda sustituir por expresiones como «¿Qué cree usted que pasaría si…?»,
«¿Qué motivo tuvo para…?», «¿Qué le lleva a…?» o «¿A qué cree usted que es
debido?», que facilitan que el paciente dé respuestas más descriptivas.

▸ Presentar las explicaciones sobre el problema como hipótesis que comprobar en vez

de como verdades que creer. Por ejemplo, «¿Podría ser que durante la discusión te
sintieras decepcionado porque no tuvieron en cuenta tu punto de vista?».

▸ Ofrecer razones convincentes desde la propia posición.

Ejemplo

T: Entiendo que pudieras sentirte decepcionado. No es fácil aceptar que te

engañen. Creo que tú, yo, o cualquier en la misma situación podría


sentirse traicionado si alguien que cree es su amigo le miente y le roba. (A

un paciente que dice sentirse mal porque ha descubierto que su amigo y

socio en el negocio le ha estado mintiendo sobre los ingresos de la

empresa para quedarse con el dinero).

▸ Evitar hacer muchas preguntas a la vez, sin dar tiempo suficiente al paciente para

que las conteste, interrumpiendo su discurso, o provocando que cambie de tema. Es


mejor utilizarlas más tarde, o apuntarlas si tememos olvidarlas, y sacarlas en un
momento más oportuno.

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▸ Evitar el uso de términos o preguntas acusatorias, en el contenido o en el tono

utilizado. Por ejemplo, evitar el uso de expresiones del tipo «¿No se siente mal
por…?», «¿No cree que eso es perjudicial/malo…?», «¿No podría evitar…?», que
son fórmulas que expresan juicios de valor (decirle al paciente «¿No se siente mal

por engañar a su mujer?» implica que el terapeuta cree que ha de sentirse mal y que
es una conducta cuestionable). En su lugar, podríamos sustituirlas por alternativas
más descriptivas y no valorativas (por ejemplo, «¿Cómo se siente usted cuando
desea mantener otras relaciones?»).

▸ En cualquier caso, no adoptar una postura de antagonismo o polémica; partir de la

perspectiva del paciente, e ir buscando poco a poco un nuevo marco de referencia


más adecuado para generar explicaciones o alternativas a la comunicación que nos

ofrece.

Uso de las experiencias del terapeuta

Respecto a la información que el terapeuta va a compartir con el paciente con

intención de aclarar algunos aspectos o ayudarle en la toma de decisiones, es

importante seguir los siguientes pasos, que tienen en cuenta qué informar, cuándo y

cómo:

▸ Valorar el tipo de información y los aspectos relevantes que incluir.

▸ Organizar una secuencia que facilite la comprensión y la retención.

▸ Anticipar el posible impacto emocional que pueda tener en el paciente o cliente.

▸ Comprobar si la información se ha transmitido de manera efectiva.

Otra forma que tiene el terapeuta de usar su propia experiencia personal para

trabajar algunas cuestiones concretas con el paciente son las autorrevelaciones.

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Entendemos por autorrevelaciones el uso que hace el psicólogo de revelaciones

conscientes, voluntarias, y con un propósito determinado, de información relativa a

él, con las que pretende generar algún beneficio en el proceso terapéutico: fomentar

la reflexión en el paciente, modelar o ejemplificar una situación, reforzar el vínculo a

través de la empatía, entre otros.

Aunque hay determinados enfoques que proponen la neutralidad del terapeuta, saber

hacer uso de la experiencia personal, de aspectos de la vida cotidiana, de actitudes,

debilidades o sentimientos dentro y fuera de sesión puede ser posible y deseable en

psicoterapia; pero sin perder de vista que lo que se comparta ha de ser siempre con

objetivos terapéuticos, y que ha de implicar al paciente.

Un terapeuta que no tiene esto en cuenta puede autorrevelarse simplemente porque

se identifica demasiado con el paciente o con un tema determinado, porque está muy

centrado en sí mismo o porque busca reducir su ansiedad.

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Tabla 1. Las autorrevelaciones y algunos ejemplos. Fuente: adaptado de Bárez (2016).

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4.5. Habilidades fisiológico-afectivas

Se refieren a la capacidad de detectar el estado emocional del paciente, lo que

nos permitirá ayudarle a reconocer sus propios estados mentales (se relaciona con la

teoría de la mente y la psicoterapia basada en la mentalización). Incluye también el

manejo de las propias emociones del terapeuta, como el miedo a caer mal al

paciente o sentirse inseguro. Es importante atender a este tipo de cuestiones, ya

que, si no lo hacemos, es muy probable que cometamos errores durante el

tratamiento.

Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de trabajar con las emociones que

se presentan en sesión es que no todo el mundo responde de la misma manera a

una situación, y las respuestas emocionales, que suelen ser manifestaciones

espontáneas, pueden estar vinculadas a acontecimientos pasados que pueden

afectar a la forma que tiene el paciente de regular sus emociones en el presente.

Otro aspecto que cabe destacar sobre el trabajo con las emociones es que podemos

encontrarnos pacientes que han vinculado emociones primarias (tristeza, miedo,

ira…) con emociones secundarias (vergüenza, culpa, orgullo, etc.), y lo que vemos

cuando tenemos al paciente delante puede ser una muestra de emociones

secundarias que ocultan emociones primarias (por ejemplo, en aquellos casos con

pacientes que consideran que llorar, o estar tristes, es una muestra de debilidad,
podemos encontrar manifestaciones de vergüenza o culpa, incluso también

emociones primarias, como ira). Por lo tanto, hay que estar atentos para no dejar

pasar este tipo de asociaciones o emparejamiento de emociones. Para ello es muy

importante tener presente la historia personal del paciente, el contexto cultural en el

que se desarrolla y su lugar de origen.

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Tampoco podemos desatender aquellas muestras emocionales que pueden ser

usadas para obtener ganancias secundarias, es decir, que son muestras

emocionales que consiguen un efecto en las personas. Por ejemplo, un paciente que

ha aprendido a manifestar tristeza o abatimiento cuando ha de llevar a cabo tareas

planteadas en casa, consiguiendo que los demás se muestren compasivos y poco

exigentes con sus acciones, y que lo vean como un ser sensible y necesitado de

ayuda.

En cuanto al trabajo de las emociones en psicoterapia, podemos destacar lo

siguiente:

▸ En primer lugar, debemos empezar buscando la emoción que se suscita en un

determinado patrón de comportamiento o pensamiento, y trabajar con ella. Por


ejemplo, que la paciente diga «no quiero hacer sufrir a mi familia» cuando se le
pregunta si alguien sabe que está acudiendo a terapia. Esta afirmación puede estar
suscitada por el miedo o a la vergüenza que siente, o la culpa de tener que estar ahí
y no sentirse bien.

▸ Una vez identificada la emoción (o las emociones), hemos de ir hacia atrás: al

pasado, a la historia familiar y personal del paciente, al aprendizaje de determinadas

pautas de comportamiento que resuenen con esa emoción. Siguiendo con el ejemplo
anterior, indagamos en la historia de la paciente y descubrimos que su padre,
miembro del ejército, muy estricto y poco comunicativo con su familia, durante una
misión en el extranjero cuando ella era una niña, tuvo un accidente, pero la familia
no lo supo hasta que estuvo en casa recuperado.

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Ejemplo

P: Cuando le preguntamos por qué nos ocultó lo que le había pasado,

simplemente nos dijo «¿Para qué?, ¿qué podíais hacer desde tan lejos?

¿Preocuparos? Así no se soluciona nada. Lo que pasó, pasó».

T: ¿Qué pensaste tú al escuchar eso?

P: Yo estaba horrorizada. Pensé «podría haber muerto, y nosotros sin

saberlo».

T: Debió haber sido muy vergonzoso y triste para él verse en esa

situación, ¿no crees?

P: Sí… Pero nos habría gustado estar ahí, aunque se sintiera fatal.

▸ Buscar cómo se manifiestan esas evocaciones en el pasado reciente, desde su

estado relacional actual (es decir, ir hacia los lados con la emoción).

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Ejemplo

P: (…) fue la peor noche de mi vida, me desperté con unos dolores

horribles. No sabía qué hacer, creía que tenía la medicación, y resulta que

se había acabado. Eran las dos de la mañana. Todos dormían, no quería

despertar a nadie… ir a buscar una farmacia de guardia, «qué locura»,

pensé. Intenté dormir, a veces se me pasa si duermo.

T: ¿Y conseguiste dormir sintiéndote tan mal?

P: No. Eran tan intensos los dolores que no podía dormir. Me puse a dar

vueltas por la habitación, y veía como pasaban los minutos… las horas…

T: ¿No despertaste a alguien de tu familia para que te ayudara?

P: Estaban durmiendo, al día siguiente tenían que madrugar… Además, yo

sabía que tarde o temprano se pasaría… la culpa era mía, debería

haberme asegurado de que tenía medicación en casa.

P: (…) Me sentí tan estúpida, y tan triste, cuando fui a despertar a mi

padre para que fuera a la farmacia… Pero es que eran ya las cinco de la

mañana y yo no podía más con el dolor… (Cuando se pregunta a la

paciente por un acontecimiento reciente similar al hecho que suscita la

emoción presente).

▸ Generar relatos alternativos que excluyan la emoción, o el sufrimiento que la generó,

en otros escenarios presentes y pasados.

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Material de estudio

Ejemplo

T: Me has dicho que tu hermana desde niña ha tenido una salud frágil.

¿Cuando no se encuentra bien, qué suele hacer ella?

P: Nos llama, a cualquiera de nosotros. O habla con mi madre, sobre todo

cuando no quiere estar sola en su casa o no tiene ganas de cocinar, la


llama, le dice que no se encuentra bien, y va a casa. Mi madre suele

prepararle algo y deja que descanse o se eche la siesta en el sofá.

T: ¿Y qué suele decir tu madre cuando ocurre esto con tu hermana?

P: Mi madre prefiere tenerla ahí, y cuidarla. Así todos estamos más

tranquilos.

▸ Volver al momento presente, a la manifestación de esa emoción ante el terapeuta;

valorar con el paciente la forma de afrontar situaciones emocionales similares a las


que surgieron en el pasado, y ayudarle a incorporar soluciones más adaptativas.

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Ejemplo

T: Me parece que en tu vida has afrontando sola muchas situaciones por

ese sentimiento de vergüenza y culpa que surge cuando necesitas pedir

ayuda a los demás, como el que sentiste cuando tuviste la reunión para

decir que necesitabas contratar más personal para sacar el proyecto a

tiempo…

Y que esos sentimientos te llevan a soportar, a esforzarte al máximo, a no

decir nada… hasta que te ves desbordada.

Pero lo cierto es que al final te ves en la necesidad de buscar ayuda.

Porque todos necesitamos que nos ayuden en algún momento, que nos

cuiden cuando enfermamos (igual que hace tu hermana, y con lo que tú y

tu madre os sentís tan tranquilas), y no es vergonzoso, ni hay por qué

sentirse culpable por ello.

Para finalizar este apartado, cabe destacar que es importante no solo detectar y
trabajar las emociones y sus manifestaciones, sino también reestructurar creencias o

pensamientos desadaptados que sustentan (o surgen ante) ciertas emociones, o que

facilitan la perpetuación de conductas que causan sufrimiento en el paciente.

También será importante enseñar a pacientes que no toleran determinadas

emociones, especialmente las negativas, a gestionar adecuadamente lo que sienten,

a informar de las funciones que cumplen cada una de las emociones, tanto en la

forma en la que nos relacionarnos con los demás como a la hora de percibirnos a

nosotros mismos como capaces y con derecho a sentirnos de determinada manera.

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4.6. Habilidades y destrezas de modificación de


conducta

Algunos autores diferencian cuatro grandes grupos de habilidades que engloban

un total de cincuenta destrezas:

▸ Autodirección.

▸ Habilidades aplicadas.

▸ Habilidades socioprofesionales.

▸ Habilidades académicas.

Otros autores especifican once categorías de habilidades:

▸ Conocimiento de los principios y las reglas de la terapia de conducta.

▸ Habilidades y conocimientos de evaluación, formulación de metas y objetivos.

▸ Conocimiento y cumplimiento de aspectos éticos y legales.

▸ Habilidades específicas de observación conductual.

▸ Habilidades de evaluación y aplicación de test psicométricos.

▸ Habilidades para diseñar programas de intervención.

▸ Habilidades para el manejo de procedimientos conductuales.

▸ Habilidades de comunicación.

▸ Habilidades para entrenar a otras personas en modificación de conducta.

▸ Habilidades administrativas.

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▸ Habilidades de investigación.

Sobre las habilidades de investigación, es importante que el psicólogo pueda

comprender y seguir los nuevos avances que surgen en su campo de trabajo, saber

dónde y cómo acercarse a publicaciones científicas que sean válidas y útiles, estar

actualizado, ser abierto y crítico, y tener la capacidad de observar en su desarrollo

profesional aquellas cuestiones que puedan suscitar interés para la investigación.

En cuanto a las habilidades administrativas, cabe destacar aquellas relacionadas

con la gestión de la documentación, el control de la confidencialidad y la custodia de

historias clínicas, de evaluación, o pruebas diagnósticas, etc., así como con la

generación de informes adecuados y ajustados a los requerimientos éticos y legales.

En definitiva, es importante que el terapeuta tenga habilidades de evaluación para

emitir juicios clínicos apropiados y para planificar tratamientos efectivos, sin dejar de

tener en cuenta las expectativas, los valores y las creencias que se ponen en juego

en la relación con el paciente. Asimismo, es importante que el terapeuta tenga


capacidad para extrapolar los conocimientos teóricos al contexto clínico particular e

integrarlos con la experiencia.

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4.7. Especificidades del trabajo con niños y


adolescentes

En el caso de los niños y adolescentes, podemos incluir como importantes, además

de todas las variables comentadas en el apartado anterior, algunas especificidades:

tanto para el diagnóstico como para la intervención con niños es necesaria una

formación específica en psicología del desarrollo y en psicopatología infantil,

así como el conocimiento de técnicas de valoración e intervención no verbales

específicas para esta población.

Es importante que el terapeuta valore la conducta considerada como un problema en


relación con criterios evolutivos, centrándose tanto en la conducta manifiesta como

en la encubierta, y que involucre a los padres en el proceso. Por otro lado, hay que

hacer un esfuerzo especial por adecuar el lenguaje (verbal y no verbal) al nivel y

edad del niño.

Algunas habilidades y actitudes generales que ha de tener el psicólogo que trabaja

con niños son las siguientes:

▸ Motivación e interés para trabajar con niños y adolescentes.

▸ Facilidad para adaptarse al nivel emocional, lingüístico e intelectual del menor a la

hora de dirigirse a él, como en el momento de devolver la información.

▸ Capacidad de establecer límites a lo largo de la relación terapéutica, sin dejar de ser

empático y cercano.

▸ Tolerar las emociones del niño y de los padres, y mostrar interés por incluir a estos

últimos en el trabajo con el menor.

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▸ Flexibilidad para adaptarse a las modificaciones que vayan surgiendo, del niño y de

los padres, y para modificar sus propias acciones como terapeuta. Hay que ser
creativos y saber improvisar si es necesario (por ejemplo, si hemos organizado

utilizar una prueba específica con el niño que implica seguir unas pautas, y este
decide boicotearla, se aburre, o propone otro juego).

▸ Reconocer la necesidad de supervisión o formación si van apareciendo dificultades,

así como tener interés en trabajar con otros profesionales que sean necesarios para
mejorar la atención del niño.

El terapeuta infantil debe generar en consulta con el niño o adolescente una

atmósfera relajada y motivadora. Además, debe conocer, respetar y aplicar las

consideraciones sociales, éticas y legales que recoge tanto la legislación vigente

como el Código Deontológico. Los derechos del niño obligan al terapeuta a lo

siguiente:

▸ Informarle y decirle la verdad.

▸ Tomárselo en serio.

▸ Permitirle participar en la toma de decisiones.

▸ Confidencialidad.

▸ Darle tratamientos eficaces que resulten lo menos intrusivos posible.

Respecto a la psicología del desarrollo, es necesario conocer cómo se desarrollan


los hitos evolutivos, ya que las variables evolutivas implicadas en el desarrollo infantil

determinan la consideración de una conducta como problemática o no. Es

fundamental conocer los criterios normativos evolutivos para poder situar la conducta

en el contexto del desarrollo y valorarla en relación con los estándares evolutivos

normales para la edad del niño.

Así, es importante tener conocimientos de las siguientes cuestiones:

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▸ Desarrollo sensorial y perceptivo: procesamiento de la información.

▸ Desarrollo físico y motor.

▸ Desarrollo del apego: sistema, conductas, figuras, etapas y tipos de apego.

▸ Desarrollo de las emociones: placer, interés, disgusto o malestar, sonrisa social,

tristeza, enfado, rabia, sorpresa, alegría, miedo, timidez, vergüenza, orgullo, culpa,

envidia, inseguridad, humildad, confianza, etc.

▸ Manifestaciones de la función simbólica: dibujo, juego y lenguaje.

▸ Autonomía psicofisiológica: sueño, alimentación, control de esfínteres, etc.

▸ Desarrollo de la personalidad y la inteligencia.

▸ Metacognición y desarrollo cognitivo.

▸ Desarrollo social y moral.

▸ Adolescencia: cambios biológicos, sociales y psicológicos (cognitivos y de

personalidad).

En algunas ocasiones, la conceptualización de una conducta como problemática se

relaciona con la concepción que tienen los adultos del problema, las habilidades de

las que disponen y su propio estado psicológico, por lo que, además de

contextualizar al niño o adolescente en función de su edad, lo haremos teniendo en

cuenta sus características individuales, familiares y sociales (por ejemplo, nivel de

estrés familiar, psicopatología de los padres, etc.).

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Desde el ámbito de la psicopatología infanto-juvenil, es necesario que tengamos

conocimientos sobre los problemas externalizantes (peleas, rabietas,

desobediencia o destructividad), internalizantes (síntomas somáticos, ansiedad,

depresión, timidez o retraimiento) y mixtos (problemas sociales, de pensamiento o

de atención).

De forma específica, tenemos que conocer la clínica de los siguientes cuadros:

retraso mental, trastornos generalizados del desarrollo, trastornos de la


comunicación, trastornos del aprendizaje, trastornos de la habilidades motoras,

TDAH, trastornos de conducta, trastornos de la ingesta, trastornos de la eliminación,

trastornos del sueño, trastornos emocionales, mutismo selectivo, trastorno reactivo

de la vinculación, trastorno de identidad, trastorno de movimientos estereotipados,

adicciones, abuso, maltrato y trastornos psicosomáticos.

Respecto a la evaluación infanto-juvenil podemos diferenciar entre la entrevista y

los cuestionarios, test y técnicas específicos.

Entrevista

Hay que partir del hecho de que, en la mayoría de las ocasiones, cuando acude a

consulta un niño o adolescente, no es por iniciativa propia. Lo más habitual es que

sean los padres u otros agentes comunitarios (profesores, pediatra…) los que

valoren la necesidad de que acuda a un psicólogo. Es importante tener esto en

cuenta, ya que la relación terapéutica se va a construir de forma distinta a si es el

menor el que busca o pide la ayuda.

Por otro lado, al tratarse de un menor, es necesario que ambos progenitores estén

informados de que se va a realizar la valoración y, cuando sea posible, que acudan

para realizar sesiones conjuntas con el niño o adolescente y el resto de hermanos.

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Si se van a realizar sesiones con algún miembro de la familia sin la presencia del

niño o adolescente, si se quiere ser cuidadoso con la relación terapéutica, hay que

informar al menor de estas sesiones y, en la medida de lo posible, que lo acepte

como parte de la intervención.

En las entrevistas familiares recogeremos el genograma, las hipótesis de todos los

miembros de la familia sobre el problema y las soluciones intentadas. Se debe


recoger también la historia de pareja de los padres, la decisión de tener hijos, el

embarazo, los hitos evolutivos del menor y el apego de ambos progenitores con sus

respectivas familias de origen.

Respecto a la confidencialidad, si nos vamos a coordinar con otros profesionales

(profesores, pediatras, psiquiatras, etc.), también es conveniente informar

previamente al menor y contar con él. En casos de separaciones conflictivas es

frecuente que alguno de los padres no colabore. En cualquier caso, es

responsabilidad del psicólogo intentar implicar a ambos padres, ya que esto facilitará

los resultados terapéuticos.

Al igual que en el caso de los adultos, con niños y adolescentes, el psicólogo tiene

que hacer un esfuerzo por transmitir, de forma comprensible, sus hipótesis sobre lo

que le ocurre al menor, en qué le podemos ayudar y cómo podemos hacerlo, e

intentar obtener feedback del menor para confirmar que nos ha entendido y si está

de acuerdo.

Habilidades del Psicólogo y Técnicas Básicas de Intervención 49


Tema 4. Material de estudio
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Material de estudio

En el trabajo con niños y adolescentes es especialmente importante explicitar el

derecho a la confidencialidad de los contenidos que se aborden en las sesiones

individuales. Si vulneramos este derecho compartiendo la información, por ejemplo,

en sesiones familiares con los padres, perderemos la confianza del menor y no será

posible avanzar en los objetivos terapéuticos. Así, es importante avisar de esta

confidencialidad tanto a los menores como a los padres, que en algunas ocasiones

pueden actuar de forma intrusiva exigiendo conocer los contenidos de las sesiones

individuales.

Si queremos emplear entrevistas semiestructuradas, podemos servirnos de

Diagnostic Interview Schedule for Children and Adolescents (DICA-R) (Reich, Shayka

y Taibleson, 1991) y de «Diagnostic Interview Schedule for Children-Revised Version

(DISC-R)» (Shaffer, Schwab-Stone, Fisher, Cohen, Piacentini, Davies et al., 2003).

Cuestionarios, test y técnicas para población infanto-juvenil

Habilidades del Psicólogo y Técnicas Básicas de Intervención 50


Tema 4. Material de estudio
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Material de estudio

Tabla 1. Cuestionarios, test y técnicas para población infanto-juvenil.

Habilidades del Psicólogo y Técnicas Básicas de Intervención 51


Tema 4. Material de estudio
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Material de estudio

Lección magistral: Especificidades del duelo infantil

En esta lección magistral se ampliarán algunos aspectos relacionados con el duelo

infantil, cómo los síntomas más habituales, la manera en la que comunicar la noticia,

los factores que nos tienen que alertar sobre la posibilidad de que se esté

produciendo un duelo patológico, así como algunas orientaciones terapéuticas.

Accede al vídeo:https://unir.cloud.panopto.eu/Panopto/Pages/Embed.aspx?
id=64fe9728-7424-41da-84ed-af7f00fb8f81

Habilidades del Psicólogo y Técnicas Básicas de Intervención 52


Tema 4. Material de estudio
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Material de estudio

4.8. Referencias bibliográficas

Bárez, N. B. (2016). Habilidades básicas del psicólogo sanitario. CEF.

Reich, W., Shayka, J. J. y Taibleson, C. (1991). Diagnostic Interview Schedule for

Children and Adolescent (DICA-R). Unpublished manuscript, Washington University,

Division of Child Psychiatry.

Shaffer, D., Schwab-Stone, M., Fisher, P., Cohen, P., Piacentini, J., Davies, M.,

Conners, K. y Regier, D. (1993). The Diagnostic Interview Schedule for Children-

Revised Version (DISC-R): I. Preparation, field testing, interrater reliability and

acceptability. Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry,

32(3), 643-650.

Sosa, C. D., Capafóns, J. I., Conesa-Peraleja, M. D., Martorell, M. C., Silva, F. y

Navarro, A. M. (1993). Inventario de miedos. En F. Silva y M. C. Navarro (eds.),

Evaluación de la personalidad infantil y juvenil (EPIJ). Mempsa.

Wilson, K. G. y Luciano, M. C. (2002). Terapia de aceptación y compromiso (ACT).

Un tratamiento orientado a los valores. Pirámide.

Habilidades del Psicólogo y Técnicas Básicas de Intervención 53


Tema 4. Material de estudio
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Resolución del caso clínico

Identificar algunas habilidades y competencias


básicas del terapeuta

En la actividad práctica planteada al inicio del tema, se presentaba un diálogo entre

terapeuta y paciente. El objetivo era que pudieras identificar algunas de las

habilidades y competencias básicas que el terapeuta utilizaba, y se ofrecían una

serie de cuestiones a modo de guía, que se resuelven a continuación:

▸ ¿Qué habilidades crees que está utilizando el terapeuta?

• Uso de preguntas abiertas.

• Clarificación.

• Paráfrasis.

• Reflejo empático.

• Síntesis e interpretación.

▸ ¿Qué resaltarías del diálogo del paciente?

• Lo que el paciente no verbaliza o se intuye: discursos incompletos y

evasivos.

▸ ¿Qué devolución le haría el terapeuta?

• T: Es decir, estaba dolida porque sus hermanas, que se ocupan de su

madre menos que usted, no le ayudaban ni siquiera cuando vinieron de

visita, y usted no les dijo nada por temor a que la tildaran de aguafiestas y

egoísta.

Habilidades del Psicólogo y Técnicas Básicas de Intervención 54


Tema 4. Resolución del caso clínico
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A fondo

¿Qué hace competente a un psicólogo?

Roe, R. (2003). ¿Qué hace competente a un psicólogo? Papeles del Psicólogo,

24(86). http://www.papelesdelpsicologo.es/vernumero.asp?id=1108

Este artículo revisa dos enfoques sobre la definición de competencia profesional: uno

basado en los roles y funciones que los psicólogos deben ser capaces de

desempeñar, y otro en el perfil educativo, necesario para convertir a los estudiantes

en psicólogos competentes.

Habilidades del Psicólogo y Técnicas Básicas de Intervención 55


Tema 4. A fondo
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A fondo

Proceso y estrategias terapéuticas

Kernberg, O. (2014, abril). Mentalización, mindfulness, insight, empatía e

interpretación (M. Elton, trad.). Revista Mentalización, 1(2).

http://www.revistamentalizacion.com/ultimonumero/mentalizacion_mindfulness_insigh
t_empatia_e_interpretacion.pdf

Este artículo sirve para ampliar la información sobre algunos aspectos clave del

proceso terapéutico y algunas estrategias terapéuticas.

Habilidades del Psicólogo y Técnicas Básicas de Intervención 56


Tema 4. A fondo
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Test

1. ¿Cuál de las siguientes opciones no se encuentra entre las habilidades y

competencias básicas del terapeuta?

A. Habilidades de escucha.

B. Habilidades de acción.

C. Habilidades y destrezas de modificación de conducta.

D. Habilidades persuasivas.

2. ¿Cómo denominamos a aquellas habilidades que nos permiten detectar el estado

emocional del paciente, lo que nos facilitará poder ayudarle a reconocer sus propios

estados mentales?

A. Habilidades de acción.

B. Habilidades de escucha.

C. Habilidades persuasivas.

D. Habilidades fisiológico-afectivas.

3. En la terapia infantil, es necesario tener en cuenta:

A. Que la conceptualización de una conducta como problemática se relaciona

con la concepción que tienen los adultos del problema.

B. Sus características individuales, familiares y sociales.

C. Su edad.

D. Todas son correctas.

4. La técnica de la caja de arena la podemos usar como:

A. Entrevista estructurada.

B. Entrevista semiestructurada.

C. Técnica proyectiva.

D. Test de personalidad.

Habilidades del Psicólogo y Técnicas Básicas de Intervención 57


Tema 4. Test
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Test

5. A la hora de trabajar con las emociones que van surgiendo durante la terapia,

hemos de tener en cuenta:

A. Las ganancias secundarias que puedan estar generando en el paciente.

B. Las emociones son espontáneas y no podemos trabajar con ellas.

C. Reestructurar pensamientos o creencias que causan sufrimiento.

D. A y C son correctas.

6. Los pacientes que acuden por primera vez a terapia, o que son ambivalentes,

pueden no decir nada. El terapeuta, sobre esos silencios:

A. Puede permanecer en silencio y observar al paciente, dándole la

oportunidad de hablar.

B. Puede empatizar con él, informar sobre el funcionamiento de las sesiones.

C. Puede interpretarlo como una muestra de desinterés por parte del

paciente.

D. Puede dar por finalizada la sesión, y decirle que continuarán cuando esté

dispuesto a colaborar.

7. Desde la psicopatología infantil, es necesario que tengamos conocimientos sobre

problemas externalizantes, internalizantes y mixtos. Según esta categoría, ¿dónde

incluimos los síntomas somáticos?

A. Externalizantes.

B. Internalizantes.

C. Mixtos.

D. En todos ellos.

Habilidades del Psicólogo y Técnicas Básicas de Intervención 58


Tema 4. Test
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Test

8. En una valoración infanto-juvenil, es necesario que:

A. Ambos padres estén informados de que se va a realizar la valoración.

B. El paciente venga siempre que uno de sus padres así lo decida, más aún

en caso de especial gravedad.

C. El paciente acuda, aunque sea en contra de su voluntad (debemos

ayudarle).

D. Todas son correctas.

9. Para facilitar la generación de narraciones alternativas, podemos:

A. Dar instrucciones.

B. Informar, pero no confrontar.

C. Confrontar, pero no interpretar.

D. Contextualizar.

10. Sobre el uso que hacemos del lenguaje en psicoterapia, hemos de tener en

cuenta:

A. Que requiere de unas buenas habilidades de comunicación y de

entrenamiento por parte del psicólogo.

B. Que hemos de hacer uso de los «por qué», ya que no transmiten

connotaciones acusatorias.

C. Que la comunicación verbal siempre sustituye a la no verbal.

D. Que el terapeuta ha de saber usar los silencios que ofrece el paciente para
introducir preguntas.

Habilidades del Psicólogo y Técnicas Básicas de Intervención 59


Tema 4. Test
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