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HIGÜEY
Francisco Guerrero Castro
ISBN: 978-9945-469-46-2
AÑO 2011
CAPITULO II: COLÓN, EL DESCUBRIMIENTO Y EL CACICAZGO DE
HIGÜEY
CAPITULO II: COLÓN, EL DESCUBRIMIENTO Y EL CACICAZGO DE
HIGÜEY
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“Sin duda Cristóbal Colón nació en Génova, la ciudad de los Vivaldi, la ciudad de la
primera salida en masa del Mediterráneo a través del Atlántico, entre el 25 de agosto y el
31 de octubre de 1451. Probablemente, nació en el vico dell´Olivella. Era de proceden-
cia plebeya. Su padre, maestro tejedor e hijo de un tejedor ligur, le dejó como dote varios
inmuebles en la ciudad. Se trataba, pues, de artesanos acomodados”. (Chaunu, Pierre, La
expansión europea siglos XIII al XV, Ed. Labor, Barcelona, 1977. P. 106)
26
Colón mantuvo siempre un cierto anonimato sobre su personalidad porque era judío. La
Iglesia Católica retiró su propia propuesta de canonizar al almirante Cristóbal Colón al
conocer que “era judío”, dice el autor español Oscar Villar Serrano en su libro “Cristóbal
Colón: el secreto mejor guardado”. Villar Serrano, doctor en Ciencias Náuticas y capitán
de la Comandancia Marítima de Torrevieja, en la provincia española de Alicante, afirma
que Colón mantuvo siempre un cierto anonimato sobre su personalidad “porque era
judío, hecho que le permitió recibir el apoyo de los judíos” en su primer viaje a América
con la promesa de “ofrecer a éstos la tierra prometida”. Villar asegura que “el misterio” que
envuelve a Colón se debe a que tuvo que ocultar su religión porque para financiar su viaje
buscó el apoyo de una reina católica, si bien, “todos sus grandes apoyos” fueron judíos,
desde el banquero de la Corona de Aragón Luis Santángel, hasta la propia tripulación de
las carabelas, “mayoritariamente judía”. En este sentido el autor recuerda en su libro los
movimientos migratorios que se produjeron en Italia y España durante los siglos XIV y
XV debido a la persecución que sufrieron los judíos y “es en ellos donde está el secreto de
la familia de Colón”. Villar asegura en su obra que en la correspondencia que mantuvie-
ron Colón y su hijo Fernando “hay muchas pruebas de sus creencias religiosas judías”. Las
cartas estaban fechadas con números hebreos, los textos fueron escritos en un idioma
“ininteligible” y las despedidas las hacían recordando una bendición judía. Asimismo, el
autor sostiene que Colón recomendaba a su hijo por carta que ante la gente se comportara
como mandaba la ley canónica, “pero entre nosotros –cita a Colón, textualmente–, tene-
mos que conservar nuestras costumbres”. Villar recuerda que el hermano de Cristóbal
Colón fue quemado en Valencia en 1493 por ser judío y que, curiosamente, fue la propia
Iglesia la que, tras la muerte del marino, propuso canonizar al descubridor por el hecho de
haber cristianizado a los indígenas de América, “pero se desestimó al darse cuenta de que
era judío”. Además, el autor del libro sostiene que el navegante “sabía a dónde iba” cuando
descubrió el nuevo continente, pues contaba con información sobre la ruta a realizar.
Villar explica que Colón “no fue un simple aventurero”, sino un letrado, cartógrafo y
científico que poseía más de veinte mil libros sobre navegación que fueron, posteriormen-
te, cedidos por su hijo a los dominicos de Sevilla donde se recogían anotaciones del propio
descubridor. También dice Villar que Colón conocía la distancia que iba a cubrir y lo que
iba a tardar porque “tenía cartografía precisa”. En este sentido el autor sostiene que los
mapas salieron de la escuela de Sevres en Francia. En cuanto a la financiación del primer
viaje Villar explicó que parte del dinero que dio Santángel para Colón procedía del
arrendamiento de dominio público de las salinas de Torrevieja propiedad del banquero.
Villar relata en su obra que Colón se rodeó de importantes judíos españoles como Abra-
ham y Jefuda Cresques, creadores del Atlas catalán, el científico italiano Paolo del Pozzo
Toscanelli, el explorador florentino Nicolo di Conti y el cartógrafo y hermano del con-
quistador Bartolomé Colón. Como hecho destacado Villar mantiene que los portugueses
siempre estuvieron atentos y pendientes del primer viaje que Colón realizó a América por
lo que el descubridor apuntaba en su cuaderno de bitácora “datos erróneos para no dar a
conocer la ruta certera”. Según Villar, Colón decía que había descubierto las Indias Orien-
tales por una ruta Norte “pero era falso” ya que al nuevo continente llegó por el Sur
evitando el Mar de los Sargazos.
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Cristóbal Colón. Fragmento de una Carta a los Reyes.
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Diego de Valera informa al Rey de Castilla. Noticias de un corsario francés (con base en
Marsella) llamado Colón que dirige una flota en el Cabo de Santa María (Cádiz).
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“Portugal hizo a Colón. Digamos más, sencillamente, que en Portugal, Colón hizo a
Colón. Después de una primera instancia en Lisboa en otoño de 1476, allí se instaló (...)
emprendió rápida y brillante carrera. En 1477 la empresa africana había desembocado
ahí, ya sabemos cómo, en la búsqueda apasionada de la ruta del Asia: en el Este estaba
comprometido todo el peso del Estado. Lo que tanto costaba alcanzar contorneando el
África ¿por qué no buscarlo hacia el Oeste, admitida de nuevo la redondez de la tierra,
después de la victoria aristotélica en las universidades del siglo XIII? Los Portugueses
pensaron en ello, y las grandes Voltas, al regreso de África, los habían llevado muy lejos
hasta el mar de los Sargazos (...) conseguir la conexión con Oriente por el Oeste iba a
convertirse en la idea fija y después en la gran empresa del genovés”. (Chaunu, Pierre, La
expansión europea siglos XIII al XV, Ed. Labor, Barcelona, 1977. P. 107)
30
Dama portuguesa, esposa de Cristóbal Colón. Era hija de Bartolomé Perestrello y de
Isabel Moniz, ambas familias de ilustre linaje en Portugal. El matrimonio se celebró hacia
1479 y de él nació Diego el hijo primogénito del Almirante. El padre de Felipa era
gentilhombre de la casa del infante Don Juan y cuando éste murió pasó al servicio del
infante Don Enrique el Navegante, quien años después le conferiría la capitanía de la isla
de Porto Santo. Cuando falleció, su viuda vendió los derechos a la capitanía y se retiró
junto con su hija a Lisboa. Fue entonces cuando Felipa conoció a Colón en el monasterio
de Santos, donde el Almirante acudía a oír misa y donde ellas se encontraban alojadas.
Hernando Colón nos entera de que la suegra del Almirante, al advertir el interés de Colón
por las cosas del mar, le participó curiosas historias e informaciones de su difunto esposo.
Algún tiempo después de haber contraído matrimonio, Colón y doña Felipa fueron a
pasar algunas temporadas a la isla de Porto Santo y a la de Madeira. En ambas trató sin
cesar con marinos y exploradores que le trasmitirían la inquietud por los descubrimientos.
Transcurrido poco tiempo después del nacimiento de Diego Colón, murió doña Felipa,
probablemente, en Lisboa, y Colón se trasladó con su hijo a España.
31
Funcionario de la Casa Real durante su juventud, más tarde fue fraile del convento de La
Rábida al que llegó Colón. Aquí, le presentó al físico García Fernández y a Fray Antonio
de Marchena, astrónomo del convento. Escribió a la reina Isabel, de la que había sido
confesor, pidiéndole ayuda y atención para Colón, quien sopesaba marcharse a Francia
ante el escaso eco de sus propuestas.
32
“Ptolomeo valoraba el grado terrestre en 50 millas náuticas (60 en la realidad) un error de
20% por defecto. Al Fayran, geógrafo musulmán del siglo IX, había cometido un error de
10% por exceso (66 millas). Por una razón que se nos escapa, Colón había leído mal a Al
Fayran y le atribuía un grado corto de 45 millas, el mismo grado que eligió contra la
evaluación tradicional de Ptolomeo; Colón imaginó, pues, la más pequeña de las tierras
que jamás se habían propuesto. Todos estos errores acumulados le llevaron, tal como lo
demuestra la carta, a convertir en 2400 millas (en lugar de 10600) la distancia entre las
Canarias y Japón. Cipango, en esta hipótesis, se encontraría delante de nuestras Antillas,
a la altura del mar de los Sargazos”. (Chaunu, Pierre, La expansión europea siglos XIII al XV,
Ed. Labor, Barcelona, 1977. P. 111).
33
El científico italiano Paolo del Pozzo Toscanelli.
34
Salvador de Madariaga: Vida del muy magnifico señor don Cristóbal Colón, Pág. 220.
35
ES.41091.AGI/1.16403.15.412//INDIFERENTE, 418, L.1, F.1R-1V
36
“Colón, sin embargo, no sólo conservó una fe ciega en su plan, sino que mantuvo sus
desmedidas pretensiones sin rebajarlas un ápice: ser nombrado virrey y gobernador
de las tierras que descubriese, también almirante del Mar Océano y recibir una parte
de las riquezas que se hallasen o se produjeran en dichos lugares, todo ello con
carácter hereditario. Por dos veces la demorada negociación concluyó “mandando los
Reyes que le dijesen que se marchase en hora buena”. Así lo hizo, dispuesto ahora a
ofrecer su propuesta en la corte francesa, cuando, sorprendentemente, un mensajero
real le alcanzó. De forma inexplicable los Reyes Católicos accedieron (1492) a todas
las pretensiones de Colón una vez que hubiera llevado a cabo el descubrimiento que
prometía”. (Céspedes del Castillo, Guillermo, La exploración del Atlántico, Ed. Ma-
pfre, Madrid, 1991. P. 159). Nota de Francisco Guerrero Castro: ¡Claro! No tenían
nada que perder.
37
ES.41091.AGI/1.16416.2.13.1//PATRONATO, 8, R.9. Capitulaciones de Santa Fe,
Archivo de la Corona de Aragón. Libro Registro de la Chancillería aragonesa. Lib. 3569.
ff. 135. V.-136. Ahí están las copias autorizadas y firmadas por el doctor Alonso de
Buendía, el licenciado Paredes y el licenciado Villalobos de las capitulaciones y privilegio
concedidos por los Reyes Católicos a Colón y a sus descendientes haciéndole merced de
almirante, virrey y gobernador de las Indias Occidentales. Granada, 30 de abril de 1492.-
Confirmación de este privilegio. Barcelona, 28 de mayo de 1493. Confirmación del
asiento y privilegio. Burgos, 23 de abril de 1497. [S.F.-siglo XVI]. Se encuentran aquí
también la Bula de Alejandro VI, que comienza ‘Inter caetera divini maiestati beneplaci-
ta’, concediendo a los Reyes Católicos y sucesores todas las tierras de Indias descubiertas
por Cristóbal Colón. Dada en Roma apud sanctum Petrum, el día de las nonas de mayo,
de 1493, y en el primer año de su pontificado. Es una copia. [S.F.-siglo XVI].
38
ES.41091.AGI/1.16416.8.2//PATRONATO, 295, N.4. Provisión original de los Re-
yes Católicos en la que se manda se den a precios razonables a Cristóbal Colón la madera
y cuanto fuese necesario para armar las tres Carabelas. Granada, 30 de abril de 1492.
39
“Realengo“ fue la designación que se le dio en la Edad Media a todos los bienes territoria-
les de la Corte Real que estaban bajo el dominio y la administración de los monarcas. En
América la práctica de declarar la tierra no ocupada por particulares como terrenos realen-
gos provocó muchos conflictos sociales. Por el 1990 todavía existían en Higüey terrenos
que la población llamaba realengos…y esos no tenían dueño.
40
De Herrera, Antonio. “Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas y
Tierra Firme del Mar Océano.”
41
Las dos grandes obras de Bartolomé de Las Casas son la Historia de las Indias y la Apolo-
gética Historia de las Indias. La primera, que comprende los años de 1492 a 1520
(terminada hacia 1561 –según Gondí, 1559–: y. libro III, Cap. 100, no pudo llevarse
hasta 1540, según la intención), se publicó en cinco yola, Madrid, 1875-1876, tomos
62-66 de la Colección de documentos inéditos para la historia de España (en el tomo 61
está la Destruición); se ha reimpreso en tres yola., Madrid, S.A. (c. 1928), con prólogo de
Gonzalo de Reparar. Parte de la Apologética se había impreso en el tomo V de la Historia
en 1876; la obra completa se publicó en Madrid, 1909 (Nueva Biblioteca de Autores
Españoles, XIII).
42
Un señor es aquel que busca la maximización de beneficios para acumularlos. Al señor le
interesa más el aumento de las prestaciones de los vasallos y territorios.
43
De Las Casas, Bartolomé. El primer viaje a las indias, Relación Compendiada por Fray
Bartolomé de Las Casas.
44
(Los cuatro viajes del Almirante y su testamento, Edición y prólogo de Ignacio B. Anzoá-
tegui, Ed. Espasa Calpe, Madrid, 1977. P. 28, 29 y 30) citando a: Primer viaje a las
indias. Relación compendiada por Fray Bartolomé de Las Casas: jueves 11 y viernes 12
de octubre de 1492.
45
De Las Casas, Bartolomé. Op. Cit.
46
El nombre tabaco, para denominar a la misma planta, es explicado por uno de los
primeros cronistas americanos, el padre Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdez, quien
en su obra “Historia General de las Indias”, Sevilla 1535, relata: “entre otras costumbres
reprobables los indios tienen una que es, especialmente, nociva y que consiste en la
absorción de una cierta clase de humo a lo que llaman “tabaco” para producir un estado
de estupor”... “algunos absorben el humo por medio de una caña hueca, eso es lo que los
indios llaman ‘tabaco’ y no a la hierba”. Colón, afirman algunos cronistas, quedó sorpren-
dido por aquellas costumbres, pues los indígenas la practicaban en ciertas ceremonias y no
como una costumbre cotidiana y de placer, sino que se realizaban en ceremonias de paz y
de purificación del espíritu, pues para ellos el uso del tabaco poseía poderes mágicos y
agradaba a los dioses. El tabaco era considerado como panacea ya que se utilizaba como
un fármaco para combatir el asma, fiebres, convulsiones, trastornos intestinales o nervio-
sos y también mordeduras de animales. Hacia 1560 el tabaco era ya conocido en España
y Portugal. En este último país, para esos años se encontraba como embajador de Francia
el caballero Jean Nicot quien se interesó por la exótica planta. Cuando el mencionado
embajador regresó a su país llevó consigo hojas de tabaco para obsequiárselas a la reina
Catalina de Médicis por lo que se la llamó “hierba de la reina”, “Nicotiana” o “hierba del
embajador”. En 1584 uno de los más célebres aventureros, Sir Walter Raleigh, fundó en
América del Norte la colonia de Virginia y adquirió de los indígenas la costumbre de
fumar en pipa.
47
La Era de Trujillo, 25 años de Historia Dominicana, por J. Marino Incháustegui, Tomo I,
Núm. 13, Impresora Dominicana, 1955, Pág. 30-36.
48
De Las Casas, Bartolomé. Op. Cit.
49
Los cuatro viajes del Almirante y su testamento, edición y prólogo de Ignacio B. Anzoátegui,
Ed. Espasa Calpe, Madrid, 1977. P. 107, 108.
50
Historia de la Medicina del Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana de
fecha 11 de abril del 2000.
51
Según Polanco Brito, Hugo E.: Síntesis de la Historia de la Iglesia en Santo Domingo.
Higüey. 1981: “En esta segunda expedición recorrieron las Antillas Menores y sólo en
Borinquén desembarcaron para proveerse de agua”.
52
Este proceso se acentuó con Nicolás de Ovando de acuerdo con los recursos que tenía;
implantó la agricultura y la ganadería en la isla con especies de porcino, bovino, caballar
y mular con el fin de abastecer a la población de la isla Española que aumentaba y a
cualquiera otra expedición que saliera desde la isla Española, así como las ciudades que se
iban a fundar por todo el territorio nuevo.
53
Desde 1494 la vida religiosa se fue desenvolviendo precariamente, no había autoridad
religiosa en la Isla, ni tampoco dependían de alguna de España. La Corona se encargaba
de enviar clérigos.
54
Allí se celebró la primera misa el 6 de enero de 1494. Pedro Mártir de Anglería nos dice:
“Como la premura del tiempo lo permitió, construyeron casa y una capilla, y el día que
celebramos la solemnidad de los Tres Reyes se cantó la Santa Misa, según nuestro rito, con
asistencia de trece sacerdotes”.
55
Colón, Cristóbal: Relación del Segundo Viaje de 1493.
56
El 24 de septiembre de 1494, los arahuacas de La Mona vieron por primera vez una vela
en el horizonte occidental. El barco que remontaba desde Quisqueya ancló, finalmente,
en La Mona y desembarcaron varios españoles. Su capitán era Cristóbal Colón. Permane-
cieron con los arahuacas varios días haciendo provisión de agua y casabe antes de partir
rumbo al Este. No obstante el barco regresó antes de perderse de vista debido a que su
capitán había enfermado. Poco después siguió hacia Santo Domingo.
57
Bosch, Juan: De Cristóbal Colón a Fidel Castro. Pág. 69.
58
Un Comendador era el encargado de gobernar, poseyendo ayuntamiento, juez y cárcel
propios.
59
Otra buena labor de Nicolás de Ovando fue poner paz entre los españoles, unos partida-
rios de Cristóbal Colón y otros de su sucesor, el comendador de la Orden Militar de
Calatrava, Francisco de Bobadilla, pues el funcionario medio Francisco Roldán, que
había viajado con Colón en su segundo viaje como proveedor de la armada y llegó a ser
alcalde mayor de la primera ciudad en el Nuevo Mundo, La Isabela, se insubordinó
contra el gobierno del adelantado Bartolomé Colón en ausencia del titular el almirante
Cristóbal Colón. Para atraerse a Roldán y sus numerosos seguidores el comendador Ovan-
do les permitió en 1502 ir al Oeste de la isla de Santo Domingo y fundar una villa en las
cercanías del Golfo de Gonaive. Esa villa fue bautizada con el nombre de Santa María de
la Verapaz; actualmente, es Puerto Príncipe, capital de Haití. Ovando tuvo que ser duro
para calmar la desunión de los españoles. Tampoco fue aceptado por la población indíge-
na, especialmente después de haberla vencido en el campo de batalla de las Guerras de
Higüey y de ajusticiar a la princesa Anacaona y a la cacica de Higüey, Higuanamá, por sus
levantamientos contra la autoridad.
60
La labor que hizo Ovando como gobernador en la isla Española fue muy grande: pacificar
la región, diseñar un nuevo urbanismo para la capital, Santo Domingo, fundar numero-
sas villas y llevar consigo a más de 2.500 hombres, en 32 barcos, con aperos y semillas y
asentar la población española que vivía, hasta entonces, de lo que le ofrecían los indios. La
fecha de salida de la expedición fue el 13 de febrero de 1502, llegando al nuevo mundo
el 15 de abril del mismo año. Ovando tiene el mérito de haber traído la primera comuni-
dad religiosa al Nuevo Mundo: 12 franciscanos que vinieron bajo la dirección de Fray
Alonso de Espinal.
61
La segunda comunidad religiosa en llegar fueron los dominicos, que tanta influencia
habría de tener en el transcurso de los siglos en la historia de la Isla. Tres frailes arribaron
el 10 de septiembre de 1510: Fray Pedro de Córdoba, autor del primer catecismo publi-
cado en América; Fray Bernardo de Santo Domingo y Fray Antonio de Montesinos. A
nombre de los tres el padre Montesinos tuvo el célebre Sermón de Adviento de 1511
contra las encomiendas, haciendo aquellas célebres preguntas que cambiarían el curso de
la exposición de los derechos del hombre y harían que fuera España la primera nación del
mundo que se preguntase a sí misma sobre los derechos de la conquista. La Orden de los
Dominicos en la isla de Santo Domingo se marchó en 1825 debido a la situación impe-
rante bajo el dominio haitiano.
62
La ciudad, con el nombre de Nueva Isabela, fue fundada por Bartolomé Colón en 1496
en la margen oriental del río Ozama. Arrasada por un ciclón, el gobernador Ovando la
mandó reconstruir en la otra orilla con casas de piedra en lugar de madera. Estuvo
protegida por una muralla en sus cuatro costados, la cual fue construida entre los siglos
XVI y XVII para defensa de la ciudad y control de las entradas y salidas de barcos.
Diseñada con calles en forma de cuadrícula, sus monumentos y edificaciones pertene-
cen al estilo gótico tardío con influencia renacentista. A Ovando se debe el trazado
octagonal y su diseño urbano, similar a cualquier ciudad española del siglo XV, conser-
vándose hoy interesantes palacios, casonas e iglesias del siglo XVI. Las calles adoquina-
das y las fachadas de siglos de antigüedad de la Ciudad Colonial transportan a cual-
quier mortal 500 años atrás. Mandó a diseñar un urbanismo que aún se conserva y a
construir una fortaleza que fue declarada monumento nacional. Es el único castillo
medieval en el Nuevo Continente. Asimismo se guarda con esmero el que fuera su
palacio convertido en hostal. Santo Domingo es la primera ciudad europea del Hemis-
ferio Occidental y preserva una importante parte de su patrimonio cultural entre los
muros de la llamada Ciudad Colonial que bordea el Río Ozama. En 1992, la Unesco la
declaró Ciudad Patrimonio de la Humanidad; no en balde es la ciudad que ostenta la
catedral primada de América, tiene el primer monasterio, el primer hospital, la primera
universidad y la primera corte de leyes del Nuevo Mundo. Conservó su nombre hasta
1936 cuando le fue cambiado por el dictador Rafael Leónidas Trujillo por el de Ciudad
Trujillo. Su verdadero nombre le fue restituido en 1961 y además se le concedió el título
de Cuna de América.
63
Dice Pedro Mártir de Anglería, diciembre 1ro., libro IV, cap. IV: “a estas tempestades del
aire, como los griegos los llaman thiphones, éstos los llaman huracanes”. Las Casas (t. ver
página 412) dice: “huracanes llamaban los indios de esta isla (la isla Española) las dichas
tormentas”. Washington Irving se equivoca al escribir que los haitianos las llamaban
furicin. Dándole el valor fonético de la h serían juracán. Los galibis de Venezuela le llaman
aún yuracán. Santa Clara, en su informe de 1582, escribe juracin.
64
De Las Casas, Bartolomé. Loc. Cit.
65
Al morir Colón estaba convencido de que había llegado a las Indias. Pensó que el lugar en
donde desembarcó era lo que hoy conocemos como el archipiélago de Indonesia, ubicado
al Sur de China.
66
Madariaga, Salvador de. Op. Cit. Págs. 452, 453, 478, 479.
Colón observó por vez última la isla Saona, el canal de La Mona y las
costas de Higüey, un 12 de septiembre del 1504, cuando iba de regreso a
España.
El Parque Nacional del Este tiene una superficie de 43.400 hectáreas y
ocupa la punta sureste de Yuma con sus localidades de Martel, Granchorra,
El Peñón, Guaraguao y la Saona, formando una península trapezoidal. Su
base mayor de 25 kilómetros une a los poblados de Boca de Yuma y Bayahi-
be. La isla Saona está ubicada frente al cabo Palmillas y está separada del
mismo por el Canal de Catuano. Fue declarado Parque Nacional el 16 de
septiembre del 1975. Este parque protege la enorme variedad faunística de
la zona así como los diferentes ecosistemas naturales. Está formado por una
península en cuyo extremo meridional se extiende una gran zona de esteros,
pantanos y manglares, frente a la bahía de Catalinita y, al otro lado, se halla
la isla Saona. Una gran variedad de insectos alimentan a una rica avifauna
formada por cotorras, flauteros y zumbadores, entre otras aves. La fauna
acuática y terrestre es rica, aunque pobre en mamíferos.
El parque tiene el único templo taíno descubierto en las Antillas. Se
trata de la cueva de José María con 1,107 pictografías y donde se aprecia la
utilización de las conformaciones rocosas de su interior para asignarle rostros y
funciones sagradas. Bahía de Yuma es la desembocadura del río Yuma, lugar al
cual se le ha llamado Boca de Yuma. Aquí se encuentra la Cueva de Bernard,
un importante yacimiento de arte rupestre67.
El territorio del Parque Nacional del Este fue visitado por Cristóbal
Colón, durante su segundo viaje, después de evadir una tempestad. Una de
las personas que le acompañaba, el savonés Michelle de Cúneo, fue quien
detectó a la isla Adamanay y, en su honor, Colón le nombró Saona. Miguel
de Cúneo en su Relación dice que Colón le dedicó el nombre de la Saona a
67
López Belando: Adolfo. El Contacto de los Aborígenes Antillanos, pág. 3.
68
ES.41091.AGI/1.16403.15.414//INDIFERENTE, 420, L.10, F.166R-166V
69
ES.41091.AGI/1.16403.15.420//INDIFERENTE, 421, L.11, F.330
70
ES.41091.AGI/1.16403.15.420//INDIFERENTE, 421, L.13, F.227V-228R
71
AGI/1.16403.2.908//SANTO_DOMINGO, 899, L.1, F.22
72
AGI/1.16403.2.908//SANTO_DOMINGO, 899, L.1, F.226V.
La Isla de La Mona
73
Bosch, Juan. Loc. Cit.
74
AGI/1.16403.15.412//INDIFERENTE, 418, L.3, F.112V-113R /AGI/1.16416.8.2/
/PATRONATO, 295, N.112
75
AGI/1.16403.15.413//INDIFERENTE, 419, L.5, F.358R
76
AGI/1.16403.15.413//INDIFERENTE, 419, L.5, F.433R-434R
77
AGI/1.16403.15.414//INDIFERENTE, 420, L.8, F.179R
78
AGI/1.16403.15.414//INDIFERENTE, 420, L.9, F.45V-46. Real Cédula. 17 de oc-
tubre de 1522.
79
AGI/1.16416.5.12.1//PATRONATO, 175, R.6
80
AGI/1.16416.5.12.1//PATRONATO, 175, R.13
87
AGI/1.16403.15.420//INDIFERENTE, 421, L.13, F.437R-V
88
AGI/1.16403.15.420//INDIFERENTE, 421, L.13, F.421V-422V
89
AGI/1.16403.2.2310//SANTO_DOMINGO, 2280, L.1, F.59R-60R
90
AGI/1.16403.2.2310//SANTO_DOMINGO, 2280, L.1, F.167R-169R
91
AGI/1.16403.2.878//SANTO_DOMINGO, 868, L.1, F.92R-92V
92
AGI/1.16403.2.2310//SANTO_DOMINGO, 2280, L.2, F.132V
93
AGI/1.16403.15.414//INDIFERENTE, 420, L.8, F.157V-159V
94
En 1512 llegó a Puerto Rico al ser nombrado obispo, ocupando el cargo hasta 1539.
Entre 1515 y 1519 regresó a la península para volver a su canonjía de Salamanca. De
nuevo en Puerto Rico fue también nombrado Inquisidor Apostólico en Indias. Se convir-
tió en un defensor de los indios y se enfrentó a Sancho de Velázquez por la cuestión de los
repartimientos. El obispo encarceló a Velázquez haciendo uso de su cargo de Inquisidor,
aprovechando unas difamaciones lanzadas en su contra.
95
AGI/1.16403.2.2310//SANTO_DOMINGO, 2280, L.2, F.54R-57R
96
Escritor español nacido en Madrid en 1478 y muerto en Santo Domingo en 1557.
Nacido en el seno de una familia hidalga de origen asturiano, entró muy joven como paje
al servicio de un sobrino de Fernando el Católico y más tarde fue nombrado mozo de
cámara del príncipe don Juan. Presenció la rendición de Granada y el regreso de Cristóbal
Colón tras su primer viaje, y conoció a los hijos del descubridor, que eran pajes del
príncipe. Al fallecer éste residió durante algún tiempo en Italia y España. En la primavera
de 1514 marchó a las Indias con varios cargos, entre ellos “la escribanía de minas e del
crimen” y el “oficio del hierro de los esclavos e indios”, a los que acumuló después el de
“veedor de las fundiciones”, todos ellos en el “reino de la Tierra Firme que llaman Castilla
del Oro”. Tras una estancia de año y medio, volvió a la metrópoli, produciéndose enton-
ces, como afirma Pérez de Tudela, su violento choque con Bartolomé de Las Casas, que lo
acusó de ser “partícipe de las crueles tiranías que en... Castilla del Oro se han hecho”.
Posteriormente, Fernández de Oviedo volvió a realizar otros cuatro viajes a América, en la
que permaneció un total de veintidós años. Tras ocupar diversos cargos, fue nombrado
Cronista de Indias en 1532.
97
Archivo General de Indias, Santo Domingo 71: El licenciado Echegoyán a Su Majestad,
Santo Domingo, Ysla Española, 8 de junio de 1561.
98
AGI/1.16403.2.908//SANTO_DOMINGO, 899, L.1, F.235
99
Archivo General de Indias, Santo Domingo 71: Carta de don Francisco de Luxan a Su
Majestad, isla Española, 21 de agosto de 1568.
100
AGI, Santo Domingo 71: El Doctor Mexia a Su Magestad, Santo Domingo 10 de
octubre de 1568.
101
AGI. Indiferente. 1887.
102
En noviembre de ese mismo año Sir James Lancaster llegó a La Mona en el Edward
Bonaventura. Encontró viviendo en la Isla a un viejo indio con sus tres hijos. Mientras Sir
James estaba en tierra con 19 miembros de su tripulación, una turbonada rompió las
amarras del barco, el cual se perdió con cinco hombres y un muchacho a bordo. Los
marinos que se habían quedado en tierra fueron rescatados 29 días después por un barco
francés.
103
En el patio del convento de los dominicos, en donde se fundó la primera Universidad de
América, Fray Tomás de Berlanga, que más tarde sería primer Obispo de Panamá, se
entretenía cuidando la primera mata de plátanos que él trajo a este continente sin saber
que con ella dejaría a estos países una de sus riquezas más preciadas y que constituye una
de las partes más fundamentales de la alimentación, especialmente de los pobres y de los
campesinos: el plátano. Oviedo, en su libro VIII, Cap. I, dice: “Hay una fruta, que acá
llaman plátanos; pero, en la verdad, no lo son; ni éstos son árboles, ni los había en estas
lndias, fueron traídos a ellas; más quedarse han con este impropio nombre de plátanos”.
Y luego añade: “Fue traído este linaje de planta de la isla de Gran Canaria, el año de 1516,
por el reverendo padre Fray Thomás de Berlanga, de la orden de los Predicadores, a esta
ciudad de Santo Domingo; de donde aquí se han extendido a las otras poblaciones de esta
isla y en todas las otras pobladas de cristianos, y las han llevado a la Tierra Firme, y en cada
parte que los han puesto se han dado muy bien”. El vocablo es de origen griego, pístanos
de platus, ancho, lato, con relación a la amplitud de las hojas. Los indígenas lo nombraron
banana; y de aquí surge el error de creer que en América había plátanos; equivocación en
que cae Bachiller y Morales (Ob. cit. pág. 210), Echagoían (1561) en su Informe al Rey
sobre Santo Domingo (Doc. Ind. Arch. de Indias, t. 1.11, pág. 13) y otros escritores. Si
los indos antillanos hubieran tenido la familia de las musáceas, al primero que le hubiera
llamado la atención la belleza de un platanal hubiera sido al Almirante Colón y después
a Las Casas, que tanto tiempo vivió entre ellos. Los primeros españoles que regresaban a
España hubieran informado también de este fruto a Pedro Mártir de Anglería y lo
encontraríamos citado en sus Décadas.
104
Archivo General de Puerto Rico. Fondo: Gobernadores Españoles, Caja No. 504.
105
Según Alfred Carrada, autor de Dictionary of the Taino Language, el significado de la
palabra Higüey es: HI= significa el artículo “el” y GUEY= significa manantial, aljibe
indígena, etc. O sea, que Higüey significa “El Manantial”. ¿Coincidencia? Juan de Esqui-
vel llamó Gibraleón, palabra fenicia que significa lo mismo, al primer poblado del Higüey
de Yuma en 1502, en donde tenía fortaleza y que es el mismo lugar en donde Juan Ponce
de León hizo la suya. Este tema es tratado más adelante.
El Cacicazgo de Higüey
106
De los diez nombres para la subdivisión de la isla en cacicazgos sólo subsisten Higüey y
Macorix. Lo que el cartógrafo Andrés de Morales llama Caizcimú es lo que los españoles
llamaban provincia de Higüey; una península de piedra caliza que desciende hacia el
Caribe por una serie de terrazas submarinas; lo que hasta hace poco se llamaba “El Peñón
de los Reyes” y continúa por la zona de Verón, Punta Cana y Juanillo. Higüey era la sede
del cacique Cayacoa, el más importante de la región, quien luego de muerto en 1494 fue
sucedido por Isabel de Higuanamá, quien tenía autoridad sobre toda la península y luego
fue ahorcada. Bartolomé de Las Casas escribió también sobre los terrenos kársticos de
Higüey. Caizcimú era una especie de Estado controlado por el cacique de Higüey, como
lo demuestra el modo como lo dominó Ovando.
Cayacoa y Cotubanamá
Cayacoa tenía la parte de oriente desta Isla hasta esta ciudad e hasta este
río de Haina e hasta donde el río Yuna entre en la mar o muy poco menos; en
fin, era uno de los señores más grandes de toda esta Isla. Y su gente era de lo
mas animosa por la vecindad que tenia de los caribes y aqueste murió desde a
poco que los cristianos comenzaron a le hacer la guerra e su mujer quedó en el
Estado e fue después cristiana y se llamó e mas de Cayacoa.107
El quinto rey o reino fue del todo oriental y cuya tierra se nos ofrece
primero cuando a esta Isla venimos de Castilla, que llamaban los indios Hi-
güey, la letra e luenga y el nombre del rey era Higuanamá, la última luenga
también y en nuestro tiempo reinaba una mujer vieja, muy vieja, puesto que
no supe, cuando lo pudiera saber, si este nombre de Higuanamá fue propio de
aquella reina o común de los reyes de aquel reino.108
107
Fernández de Oviedo. Gonzalo. Historia General y Natural de las Indias. Vol. I, Madrid,
1959, Págs. 61, 62.
108
Ibídem.
109
Pasadas las dos guerras de Higüey se hicieron numerosos prisioneros; la “reina” de Higüey
fue ahorcada y su sucesor, Cotubanamá, aceptó un tratado de paz. Higuanamá fue la
segunda mujer ahorcada en la Isla, la primera fue Anacaona, según escribe Fray Bartolo-
mé de Las Casas, apóstol de los indios y obispo de Chiapas.
110
De Las Casas, Bartolomé: Brevíssima relación de la destruyción de las indias. Colegida por el
obispo don Bartolomé de Las Casas o Casaus de la orden de Santo Domingo, 1552.
111
Ibídem.
112
De Las Casas, Bartolomé. Apologética Historia. Vol. IV, Madrid, 1959, Págs. 211, 212.
113
De Las Casas, Bartolomé. Loc. Cit.
114
Cassá, Roberto. Enciclopedia Dominicana, Pág.
115
Cassá, Roberto. Los Taínos de la isla Española, Edición UASD, Col. Historia y Sociedad,
Núm. 11, Santo Domingo, 1974, Pág. 123.
116
Enciclopedia Dominicana, Tomo II, pág. 202.