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6 consejos sobre el ayuno de un

sacerdote bizantino, según los padres


del desierto: transforma vidas

El sacerdote David Abernethy, director de "Ministerios Philokalia", ofrece a los


interesados la ascética y vida cristiana de los Padres del Desierto: una de sus
especialidades es la del ayuno (en la imagen, un monje orando).

José María Carrera


08 octubre 2023 20:30
Desde los primeros tiempos de la Iglesia hasta hoy, el ayuno se presenta no solo
como una forma de crecimiento espiritual, sino también como una poderosa
arma de batalla frente a la tentación y de consecución de la virtud. En resumidas
cuentas, se practica para potenciar la unión con Dios y ser mejores personas.

Un gran experto en el ayuno a día de hoy es el padre David Abernethy. Sacerdote


bizantino católico y especialista en la espiritualidad del desierto, ha desarrollado
abundantes conferencias y escritos sobre esta práctica. La última de sus
intervenciones al respecto ha sido en el programa The Catholic Gentleman, dirigido
por John Heinen. Ofreció algunos consejos para poner en práctica esta disciplina
espiritual que pueden tener consecuencias transformadoras en la vida espiritual.

1º La importancia del sentido del ayuno: aumentar el deseo de Dios

Abernethy comenzó citando a los padres del desierto como San Isaac el
Sirio o Juan Clímaco para recordar su visión del ayuno como algo ligado a Dios.

La sociedad actual, dijo, puede llevar a perder de vista a Dios como trasfondo de las
acciones cotidianas de los cristianos. En este caso, "ya no solo se come por salud o
nutrición, sino también para satisfacer necesidades emocionales, comer de forma
impulsiva, para llenar un vacío o porque estamos deprimidos". Por ello, continuó,
"puede ser de ayuda empezar a ver el ayuno no como una disciplina abstraída de
Dios", sino como algo que adoptamos en base a la noción de que "somos creados a
Su imagen". Los padres del desierto son un buen ejemplo, pues para ellos, "la
restricción no era solo para castigarse o probar su resistencia, sino para
aumentar el deseo de Dios".

2º Aumentar el ayuno eucarístico para aumentar el deseo de Dios

Según esto y de que a través de Cristo se transforman todas las cosas, Abernethy
invita a que, al experimentar el hambre del ayuno, esta "se vincule a la relación
con Cristo" y pensar "que solo puede ser satisfecha por Él". En este sentido,
comenta que el ayuno eucarístico, "reducido en los últimos tiempos a una hora, rara
vez nos da hambre". Por eso invita a "alargar este periodo previo a la recepción
de la Eucaristía", pues permite preparar "la forma de pensar" en la comunión, pero
también físicamente, pues "llegamos al altar con hambre y sed de Dios".
El sacerdote David Abernethy dirige "Ministerios Philokalia", dedicado a
"reformar corazones y mentes según el molde de los Padres del Desierto a través de
la vida ascética".

3º ¿Ayuno de móvil, tele o redes sociales?

El sacerdote fue preguntado por si el ayuno era aplicable a otros aspectos más allá
de la comida, como se dice en ocasiones "de redes sociales o televisión". Abernethy
explicó que no ha hallado mención de los ascetas al respecto, si bien hablan por
ejemplo del sueño. En el caso de San Juan Clímaco, son numerosas las citas de su
obra La Santa Escala relativas a este último:
"Ayunar es violentar a la naturaleza, cercenar los deleites del gusto, mortificar la
carne, librarse de los sueños", "El ojo que vela purifica el alma, la abundancia de
sueño la embota" o "El monje que vela es enemigo de la lujuria, mas el dormilón
es su compañero". Clímaco, explica el sacerdote, "describe el ayuno desde el sueño
como un apetito corporal que es necesario. [Según él], lo podemos limitar para no
pasar la mitad de nuestra vida inconscientes, para poder añadir tiempo a la
oración". Más allá del sueño, Abernethy recoge que el mismo padre del desierto
contemplaba que "es en el desorden de la alimentación donde comienza el desorden
de las pasiones" y que el ayuno de comida es la principal forma de abordarlo.

Consigue aquí "La Santa Escala", de San Juan Clímaco.

4º El ayuno fortalece nuestras relaciones con los demás


El sacerdote destaca igualmente que "comer no es algo privado", sino que
"involucramos a otros miembros mientras lo hacemos". Así se entiende mejor "por
qué Cristo estableció [en la comida] el sentido más profundo de comunión, y
después en la celebración de la Eucaristía".

Por eso, el ayuno también "fortalece nuestras relaciones con los demás. Al
controlar nuestros apetitos, podemos reconocer mejor a los demás como creados a
imagen y semejanza de Dios.

Tanto es así que Abernethy aludió a la extendida hipótesis de que el origen de la


palabra compañero proviene del significado "comer con alguien de un mismo pan".
En una cultura saturada de abundancia y tentaciones de gratificación instantánea, el
ayuno es una disciplina espiritual que pone orden en nuestros apetitos y nos
acerca a Cristo y a nuestra comunidad.

"Si no estamos atentos a cómo la forma en que comemos afecta nuestra relación con
los demás, perderemos de vista quiénes son, creados a imagen y semejanza de
Dios".

5º La pérdida del sentido de combate espiritual

El sacerdote también apunta al descuido del ayuno como síntoma de la "pérdida de


vista de la vida espiritual como una guerra contra el pecado". En su lugar, dice,
"lo hemos convertido en una especie de activismo externo a nosotros, en lugar de
comprenderlo como una lucha contra las pasiones para poder amar a Dios y a los
demás". Por ello, invita a comenzar el ayuno pensando que su fin "es crear en
nosotros hambre por la palabra de Dios", pero también "prepararnos". Solo
entonces "se convertirá en un arma espiritual para librar la batalla espiritual" y
obtener "la capacidad de discernir qué es de Dios o del maligno".

6º El ayuno debe abrirnos a Dios y a la humildad, no al voluntarismo


En último lugar, el sacerdote previno de que el ayuno mal enfocado no ocasiona
gracia y virtud. "No podemos creer en el ayuno como un fin en sí mismo, como
algo que nos fortalecerá en la batalla. Es porque nos abre más radicalmente a Dios y
a reconocer nuestra pobreza, a saber que solo él puede brindarnos su gracia para
perseverar en la batalla", explicó.

Puso el ejemplo de que al ayunar se verán resultados, pérdidas de peso,


notoriedad entre los fieles de la parroquia, "y el ego y el orgullo entran en escena".
"El enfoque tiene que ser Cristo y nuestro deseo por él. En el momento en que lo
perdemos de vista es cuando podemos tener la tentación de ver el ayuno como lo
que no es", lo que se extrapola a otras disciplinas. "Voy a rezar o a ayunar esta
cantidad de tiempo, pero nunca escucharé hacia dónde está guiándome Dios",
concluyó.

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