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¿Por qué el 'hacer' es considerado una actividad sagrada para los dioses y
mortales? Hacer algo de nada. Hacer algo a la imagen de algo más. Creadores
haciendo creaturas mientras las creaturas en cambio hacen a sus creadores.
Vislumbrar algo, inventar algo, hacer y rehacer mundos a la propia imagen y
semejanza. En formas y canciones, pinturas y poemas, sueños y artesanías. Desde
el comienzo hasta el final de los tiempos. Un gran juego de imaginación sagrada
jugada con las manos, bocas, oídos y ojos. Con cuerpos y almas. El arte como
una interacción divino-humana, una y otra vez.
1: Teopoética
a) El uso del término poiein - hacer, moldear, formar - ocurre con frecuencia en
la Biblia en relación a la creación divina. Este motiv teopoético se encuentra
desde el comienzo del Génesis (1:1, 1:7, 1:27) donde se lee la famosa 'En el
comienzo Dios creó (epoiesen) el cielo y la tierra' (1:1); o, nuevamente,
'Hagamos (poiesomen) al hombre' (1:26). En Proverbios 8 (22-26), somos
testigos de la escena de la creación (poiesis) primaria de Dios de La Sabiduría:
"El Señor me trajo al frente como lo primero de su obra, antes que sus hechos de
antaño; fui formada eras atrás, en el mismo comienzo, cuando el mundo llegó a
Ser (poiesis), cuando no había profundidad en los mares, fui dada a luz, cuando
no habían manantiales derramándose; antes que las montañas fueran puestas en
su lugar, antes que los cerros Yo fui dada a luz, antes que él hiciera (epoiesai) el
mundo o sus campos o cualquier mota de polvo de la tierra... Entonces me
encontraba constantemente a su lado. Era llenada con gozo día tras día
deleitándome siempre en su presencia" (Proverbios 8: 22-29).
Estos primeros panegíricos del juego divino de Sophia tienen eco en el primer
libro del Génesis donde Dios crea humanos en su propia imagen y semejanza. El
término original hebreo -yzr- juega como espejo entre 1) el Creador divino
(yotzer) quien crea (yazar), y 2) el poder humano para para formar y modelar
(yetzer) de acuerdo con el alfabeto secreto de la creación (yetsirah) (1). Es decir
que el Señor no hizo nada en el séptimo día del génesis dejándolo libre al ser
humano para completar. El Sabbath sin terminar es el llamado de una brecha para
la recreación perpetua - en imaginación y acción. Y Adán y Eva, como primeras
creaturas modeladas de la tierra (adamah), desplegaron su poder de 'buena
imaginación' (yezer hatov) para engendrar una raza humana capaz de dar forma a
un Reino en la imagen de su Dios.
Este juego de mutua recreación entre el humano y la divinidad es lo que
llamamos teopoética. Implica creaturas co-creando con su Creador. En esta
visión, Dios co-depende en nosotros para que la promisoria palabra del Génesis
sea realizada en figuras corpóreas de tiempo y espacio, imagen y carne, arte y
acción. O como Thomas Mann de forma idónea observó en José y Sus
Hermanos: 'Dios creó para sí mismo un espejo en su propia imagen... como un
medio de aprendizaje de sí mismo. El hombre es el resultado de la curiosidad de
Dios sobre sí mismo (2). Pero más grande que la curiosidad era el deseo. Para la
formación del humano, Dios da testimonio de una brecha al interior de la
divinidad, una fisura sabática o una fractura desde la cual el impulso de vida de
eros pueda emerger como deseo de ese otro. Dios creó porque deseaba un
compañero de juego. Alguien con quien concertar, como sabemos de Hosea y El
cantar de los cantares. O como lo puso el filósofo Emmanuel Levinas: 'Dieu a
crée l'homme car on s'amuse mieux á deux'. La creación es un affair de amor (3).
Teopoética es teoerótica.
Es importante repetir que tanto el Génesis y Proverbios enuncian que Dios es
relación. No una sustancia remota auto-sustentable sino que una relación entre
dos - Yahweh y Sophia, Elohim y Adán - por medio de un tercero (la respiración
del lenguaje). El hecho que el Creador también sea llamado por el nombre plural,
Elohim, revela que Dios es originalmente más una comunidad que un Ser
Supremo autónomo - 'Hagamos al hombre'. Creación divina el hablar divino
desde el comienzo, como se evidencia en la palabra hebrea con la que se juega en
la primera y últimas letras del alfabeto en el Génesis 1:1(4). La primera palabra
del Génesis es un diálogo no un monólogo y tiene su eco en la apertura del
evangelio de San Juan donde se declara 'En el comienzo fue la palabra (logos) y
la palabra estaba con Dios'.
Viajando por aquellas noches oscuras del alma, el poeta retorna hacia una
celebración de las cosas comunes como micro-teofanías:
II Anateísmo