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"La Creación es un poema"

¿Por qué el 'hacer' es considerado una actividad sagrada para los dioses y
mortales? Hacer algo de nada. Hacer algo a la imagen de algo más. Creadores
haciendo creaturas mientras las creaturas en cambio hacen a sus creadores.
Vislumbrar algo, inventar algo, hacer y rehacer mundos a la propia imagen y
semejanza. En formas y canciones, pinturas y poemas, sueños y artesanías. Desde
el comienzo hasta el final de los tiempos. Un gran juego de imaginación sagrada
jugada con las manos, bocas, oídos y ojos. Con cuerpos y almas. El arte como
una interacción divino-humana, una y otra vez.

La Teopoética nombra cómo la divinidad (teos) se manifiesta así misma como


hacer (poiesis). El término data de los primeros siglos, significando la creación
humana de lo divino y la creación divina de la humanidad. Como dijo el poeta
Ephrem de Siria 'Él nos dio la divinidad, nosotros le dimos humanidad'. O como
dijo Athenasius en el siglo cuarto 'Dios se hizo humano para que el humano se
pueda hacer divino'. Catherine Keller lo planteó así 'El término Teopoética
encuentra a su ancestro en la ancestral teopoiesis griega. Como la poiesis
significa el hacer de la creación, la teopoética se trataría del hacer de Dios o la
transformación en divinidad.

La Teopoética trae la exhortación de una primera creación que llama a una


segunda creación -  re-creación o nueva creación (ana): un doble acto en que la
humanidad y la divinidad colaboran en la venida del Reino. Este juego de la
recreación tiene el nombre de 'ana-teísmo'.

Casi todas las tradiciones de sabiduría involucran una historia original de


creación  - o cosmogonía-  que sirve de paradigma para las subsecuentes
narrativas espirituales. A continuación voy dibujar en torno a las narrativas
Abrahamica y Hellénica para demarcar una pequeña historia de teopoética antes
de ilustrar el juego que opera la noción de lo sagrado en la obra de tres artistas  -
Andrei Rublev, Antonello da Messina y Sheila Gallagher. Mi planteamiento
general es que ciertas expresiones de imaginación artística ofrecen formas de
responder al llamado de la creación que preceden y superan los sistemas
abstractos de la filosofía y la teología. La imaginación teopoética da carne a la
palabra y palabra a la carne. Trabaja para ambos lados.

1: Teopoética

a) El uso del término poiein - hacer, moldear, formar - ocurre con frecuencia en
la Biblia en relación a la creación divina. Este motiv teopoético se encuentra
desde el comienzo del Génesis (1:1, 1:7, 1:27) donde se lee la famosa 'En el
comienzo Dios creó (epoiesen) el cielo y la tierra' (1:1); o, nuevamente,
'Hagamos (poiesomen) al hombre' (1:26). En Proverbios 8 (22-26), somos
testigos de la escena de la creación (poiesis) primaria de Dios de La Sabiduría:
"El Señor me trajo al frente como lo primero de su obra, antes que sus hechos de
antaño; fui formada eras atrás, en el mismo comienzo, cuando el mundo llegó a
Ser (poiesis), cuando no había profundidad en los mares, fui dada a luz, cuando
no habían manantiales derramándose; antes que las montañas fueran puestas en
su lugar, antes que los cerros Yo fui dada a luz, antes que él hiciera (epoiesai) el
mundo o sus campos o cualquier mota de polvo de la tierra... Entonces me
encontraba constantemente a su lado. Era llenada con gozo día tras día
deleitándome siempre en su presencia" (Proverbios 8: 22-29).

En La sabiduría de Salomón, el poder formativo de Sophia es aún más explícito:


"Dios de mis padres y Señor de la misericordia,
quien a través de tu Palabra (logos) hizo (poiesas) todas las cosas,
y a través de tu sabiduría (sophia) dio forma al hombre..." (9:1-2)

Estos primeros panegíricos del juego divino de Sophia tienen eco en el primer
libro del Génesis donde Dios crea humanos en su propia imagen y semejanza. El
término original hebreo -yzr- juega como espejo entre 1) el Creador divino
(yotzer) quien crea (yazar), y 2) el poder humano para para formar y modelar
(yetzer) de acuerdo con el alfabeto secreto de la creación (yetsirah) (1). Es decir
que el Señor no hizo nada en el séptimo día del génesis dejándolo libre al ser
humano para completar. El Sabbath sin terminar es el llamado de una brecha para
la recreación perpetua - en imaginación y acción. Y Adán y Eva, como primeras
creaturas modeladas de la tierra (adamah), desplegaron su poder de 'buena
imaginación' (yezer hatov) para engendrar una raza humana capaz de dar forma a
un Reino en la imagen de su Dios.
Este juego de mutua recreación entre el humano y la divinidad es lo que
llamamos teopoética. Implica creaturas co-creando con su Creador. En esta
visión, Dios co-depende en nosotros para que la promisoria palabra del Génesis
sea realizada en figuras corpóreas de tiempo y espacio, imagen y carne, arte y
acción. O como Thomas Mann de forma idónea observó en José y Sus
Hermanos: 'Dios creó para sí mismo un espejo en su propia imagen... como un
medio de aprendizaje de sí mismo. El hombre es el resultado de la curiosidad de
Dios sobre sí mismo (2). Pero más grande que la curiosidad era el deseo. Para la
formación del humano, Dios da testimonio de una brecha al interior de la
divinidad, una fisura sabática o una fractura desde la cual el impulso de vida de
eros pueda emerger como deseo de ese otro. Dios creó porque deseaba un
compañero de juego. Alguien con quien concertar, como sabemos de Hosea y El
cantar de los cantares. O como lo puso el filósofo Emmanuel Levinas: 'Dieu a
crée l'homme car on s'amuse mieux á deux'. La creación es un affair de amor (3).
Teopoética es teoerótica.
Es importante repetir que tanto el Génesis y Proverbios enuncian que Dios es
relación. No una sustancia remota auto-sustentable sino que una relación entre
dos - Yahweh y Sophia, Elohim y Adán - por medio de un tercero (la respiración
del lenguaje). El hecho que el Creador también sea llamado por el nombre plural,
Elohim, revela que Dios es originalmente más una comunidad que un Ser
Supremo autónomo - 'Hagamos al hombre'. Creación divina el hablar divino
desde el comienzo, como se evidencia en la palabra hebrea con la que se juega en
la primera y últimas letras del alfabeto en el Génesis 1:1(4). La primera palabra
del Génesis es un diálogo no un monólogo y tiene su eco en la apertura del
evangelio de San Juan donde se declara 'En el comienzo fue la palabra (logos) y
la palabra estaba con Dios'.

La preposición 'con' (pros) aquí en realidad significa 'hacia' o 'antes', revelando


una relación cara-a-cara o persona-a-persona (prosopon): un enlace dinámico que
refleja la escena inaugural de Sophia (un sustantivo femenino) jugando ante el
rostro del Señor (proverbios 8). Este llamado de la primacía Judía y Cristiana de
la relación entre personas después es reforzada en la posterior figura Patrística
como un baile trinitario (pericoresis) (5). Vamos a volver a este punto central en
nuestro comentario del ícono de Rublev de la pericoresis más abajo.

En la escritura Judía el leitmotif de la teopoiesis se extiende más allá del Génesis


y de Los libros de la sabiduría hacia los Salmos y Profetas. Pensemos, por
ejemplo, en Isaías 29:16 donde la creatura humana es descrita como la arcilla del
alfarero, la artesanía del artesano, el arte del artista. O volvamos a los
comentarios Rabínicos y Kabalísticos de la creación de los Golems - figuras
como-humanas formadas con arcilla de acuerdo al Libro de la Creación (Sefir
Yetsirah). En una versión se comenta cómo Abraham y su maestro, Seth, fueron
invitados por Dios para estudiar la Sefir Yetsirah por tres años 'hasta que ellos
sepan cómo crear un mundo' (6). Pero sucumbieron a la tentación de la idolatría -
como Enosh que idolatró su propia imagen de arcilla - los humanos fueron
interpelados no a reemplazar la creación de Dios sino que solo a repetirla - y así
le resultaba mejor apreciar el poder del hacer divino. Estaba bien experimentar
con las letras divinas de la creación como en el arte, exploración, invención, pero
no sustituyendo a Dios con un ídolo. Si uno suscribía a la tentación de la
imitación literal, el Golem se arriesgaba a transformarse en un monstruo que se
volvía contra su creador. Y para prevenir esta destrucción idolátrica los
hacedores de Golems eran exhortados a remover el 'shem' (un pergamino que
deletrea emeth que significa 'vivo') de los labios de su creatura para respetar la
diferencia entre la creación humana y la divina. El punto era que los humanos
puedan participar en la yetsirah/poiesis divina de la manera correcta - a saber:
participando en la Vía (Torah) del Creador (Yotzer) - en vez de proclamarse
como mini-dioses en derecho propio. Entonces, de acuerdo a la sabiduría Judía,
no somos creadores divinos sino creadores humanos - creaturas finitas llamadas a
colaborar con Dios en ir completando la Creación.

En la tradición Cristiana tardía encontramos llamados similares a cooperar en el


advenimiento del Reino al participar del baile trinitario de la pericoresis, por lo
tanto repitiendo el acto original del génesis. Tal colabotación teopoética entre el
Logos divino y la acción humana busca seguir al Cristo, el Hombre-Dios en
completar la 'Nueva Creación' (Galateos 6:15). En Efesios 2:10 se lee que
'porque somos hechura suya (poiema) creados en Cristo Jesús para buenas
obras... para que anduviésemos en ellas'. De esta manera el Cristianismo debiera
ser entendido como la tarea cultural-histórica de continuar y de realizar este
'poema'. Donde la noción de Cristo como Señor de la Danza y Artista Supremo -
hace eco en la vibrante cultura Cristiana como imagen-creada, es tanto en la
iconografía Ordodoxa Oriental y en el arte religioso humanista italiano desde el
Renacimiento en adelante (8). Volveremos a la discusión sobre esta cultura
iconográfica en la tercera parte y en relación nos preguntaremos por cómo la
poiesis divina se relaciona con la praxis humana.

b) Vale la pena hacer notar acá someramente que cuando, en la tradición


filosófica Griega, Aristóteles busca un término para la mente divina, el elige nous
poietikos - la mente que 'hace'.  Y en su Poética (Peri Poietikes) - ahora hablando
del hacer humano y no divino - Aristóteles describe la creación poética como un
empleando-reflejo (mimesis-mythos) de vida: un arte de recreación involucrando,
en las palabras de Paul Ricoeur, una 'configuración) radical de nuestro mundo. El
término poiesis ocurre en la primera línea del texto clásico de Aristóteles y de ahí
en adelante con regularidad, refiriéndose a la transformación de los eventos
azarosos de todos los días (una cosa después - meta - de la otra) en una trama
significativa (una cosa porque - dia - la otra). Y sería por el hecho de este re-
hacer creativo de nuestra experiencia que alcanzamos la sanación catártica: a
saber una destilación poética de nuestros impulsos básicos de 'lástima' (eleos) y
'temor' (phobos) en compasión y serenidad. Resumiendo, Poética involucra una
'redescripción creativa' de la experiencia que repite nuestras acciones y
sufrimientos en una forma con historia que se cursa en el placer y la sabiduría del
arte. Configurado por el trabajo poético nosotros, la audiencia, refiguramos
nuestra propia existencia vivida (9). Refinamos nuestras pasiones (pathemata) y
somos invitados a volvernos, en los términos de Aristóteles, ciudadanos de la
polis más serenos y compasivos.

c) Antes de ir concluyendo nuestras notas preliminares sobre teopoética,


permítaseme recitar lo que considero un ejemplo revelador de la literatura
religiosa moderna. Gerard Manley Hopkins era un poeta judío que combinaba la
estética aristotélica-escocesa de la singularidad (haeceitas) con la creencia
ignaciana-bíblica en la divinidad inherente de 'todas las cosas'. El describe el
momento de la epifanía literaria como una recreación de la creación; o en
palabras suyas – un arte de "continuar y secundar", un movimiento de
"referenciar y referencia" que repite la experiencia secular como sagrada (10).
Hopkins habla de una retirada de la vida pasada que, como Proust, se repite hacia
delante, manifestando nueva vida para la memoria, dando un futuro al pasado.
Este revisitar poético implica un atajo de distancia y desencantamiento después
del cual podamos volver hacia nuestra primera experiencia en una nueva
luminosidad, una segunda ingenuidad, una y otra vez. Freud llama a este retiro
temporal nachtraglichkeit; y además estaría hablando de 'trauma', la misma
estructura apres-coup opera en la poética del 'preguntarse': ambos términos
vienen de una 'herida' (wound) por shock o sorprenderse que explotan nuestro
sentido normal de tiempo y espacio. En el trabajo de Hopkins el estar siendo
herido se expresa en una serie de sonetos oscuros que sirven de prefacio a la
poética de sus epifanías:
'Desperté y sentí la caída del no día oscuro…'
'Oh la mente, la mente tiene montañas,
escarpado, atemorizante, ningún hombre entendido.
Manténganlos baratos para que aquellos queden ahí…'

Viajando por aquellas noches oscuras del alma, el poeta retorna hacia una
celebración de las cosas comunes como micro-teofanías:

'La carne de desvanece, basura mortal


Cae hacia el gusano residual; el fuego salvaje del mundo solo deja cenizas:
Súbitamente en un choque de trompeta,
Yo soy de una sola vez lo que Cristo es, dado que él fue lo que Soy, y
Esta broma de Jack, tiesto pobre, parchado, astillas, diamante inmortal,
Es diamante inmortal' (Esa naturaleza es un fuego Heracliteano).

Un autor católico, Hopkins desarrolla una reimaginación sacramental de la


experiencia de todos los días. Pero la noción de repetición sagrada no está
confinada a ninguna religión en particular. Se extiende a cualquier movimiento
poético de volver a "Dios después de Dios". Dios nuevamente después de haber
perdido a Dios. Como la repetición del juego de un niño, "no está, aquí está".
"Fort/Da". Aprendemos tempranamente que lo que desaparece literalmente
vuelve a aparecer figurativamente – esto es, como signo o símbolo, como una
segunda presencia en y a través de la ausencia. Y como símbolo aquí no nos
referimos a no verdadero o no real. El retorno de lo perdido – en el caso de la
religión el Dios perdido – perfectamente podría ser su gloriosa y "real presencia",
teopoéticamente hablando. De hecho podría ser una presencia más poderosa e
impresionante justamente por el desvío a través de la separación y el dejar ir.
Esto implica una nueva noción del tiempo – kairológico en vez de cronológico –
un tiempo que va hacia delante y atrás, como en la fórmula eucarística: 'hacemos
esto en su memoria hasta que él vuelva'. Teopoiesis se trata de volver
nuevamente(ana) – creando nuevamente tiempo sobre tiempo. En una palabra:
ana-poiesis. Teopoética es anapoética.

II Anateísmo

"Ana" es definido en el pequeño diccionario de ingles de Oxford como:


"Más allá del espacio o tiempo; volver otra vez, antes de la novedad."
Entendiendo esto, el término sostiene la profundidad y el sentido más amplio de
la palabra "después" contenido en la expresión "Dios después de Dios." Ana abre
un campo semántico que envuelve nociones como recuperando, revisitando,
reiterando, repitiendo. Pero como ya se dijo, repitiendo hacia delante no hacia
atrás. No se trata de un regreso nostálgico a un pasado prelapsario. Más bien es
una pregunta de volver atrás "después de" para poder seguir avanzando. Reculer
pour mieux sauter! (dar un paso atrás antes de seguir avanzando).
Entonces es en este sentido que usamos el término ana-teísmo como un
"estar retornando a Dios después de Dios:" una hermenéutica crítica de
recuperación de cosas sagradas que ya pasaron pero que todavía contienen una
reminiscencia radical, una potencialidad no realizada o promesa de ser más
plenamente realizado en el futuro. En este sentido, anateísmo puede ser
comprendido como "después de la fe", lo que sería más que "después del
pensamiento" o "después del afecto". Después de la fe es escatológico – algo
terminal que al final estaba ahí desde el comienzo. Y es por esto que el "después"
de ana es también un "antes." Un antes que ha sido transpuesto, por así decirlo,
en un segundo después. Como Sophia dice cuando juega ante la cara del Señor:
'Antes que creara el mundo yo estaba ahí… constantemente a su lado… llena de
gozo, regocijándome siempre en su presencia' (proverbios 8: 26-29). Y este
sentido hebreo de una ana-cronía tiene su eco en las palabras de Jesús: 'Antes que
Abraham fuera yo Soy'.

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