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ANTIGÜEDAD Y E D A D MEDÍA
BARCELONA
EDITORIAL HEKDER
1988
Versión castellana de JIJAN ANDRÉS KSIAS. ele la obra de
GIOVANW Rr.M.r. y DABIO AHTISF.SI. II penwm ocadenlalr dnllr origini ad 0£PI,
(orno I. Editrice La Scuola. Brcscia "1985
Iluj'fraciones' Atin;ir¡. Arborio Mella, JWareoilo. FaraboJa. Riccisirini. RIV;I, Strndclla Costa,Tittis,
Tiimsich
Prólogo 15
PARTF. P R I M E R A
PARTE S E G U N D A
LA A P A R f C f Ó N D E L P E N S A M I E N T O FÍLOSÓFIC0
L O S N A T U R A L I S T A S PRESOCRÁT1COS
PARTE TERCERA
EL D E S C U B R I M I E N T O D E L H O M B R E
LOS S O F I S T A S , SÓCRATES Y LOS SOCRÁTICOS, Y LA MEDICINA ittrOCMÁttCA
PAKLLI CIJAKTA
PARTE Q U I N T A
ARISTÓTELES Y LA P R I M E R A SISTEMATIZACIÓN
O C C I D E N T A L DEL S A B E R
2. La metafísica r 164
2.1. Definición de la mclijíísica. 2.2. Las cuatro causas. 2.3. E] ser y sus
significados. 2,4. La problemática relacionada con la substancia. 2.5. La
substancia, el.aeto, la potcncia. 2,6. La substancia suprasensible. 2.7. Los
problemas concernientes a la substancia suprasensible. 2.8, Relaciones
cutre Platón y Aristóteles cu l o m o a lo suprasensible.
4. La psicología 179
4.1. El alma y sus tres parles. 4.2. El alma vegetativa y sus funciones.
4.3. El alma sensitiva, el c o n o c i m i e n t o sensible, el apetito y el m o v i m i e n -
to. 4.4, El alma intelectiva y el c o n o c i m i e n t o racional.
PARTE SEXTA
LAS E S C U E L A S FILOSÓFICAS D E LA É P O C A
HELENÍSTICA '
C I N I S M O . 1RPK URELSMO, ESTOICISMO, E S C E P T I C I S M O . ECLECTICISMO
T I;I G R A N N ORliCIMIFNT» D E Í,A.S CIENCIAS M U T I C U L A R E S
PARTI5, .SÉ.FTIMA
X. Las escuetas filosóficas paganas durante los primeros ligios de la era cristiana . 269
7. El ncopilagorismo 29t
7.1. F.¡ renacimiento del pitagorismo. 7,2. Los neopilagóricos. 7 3. Las
doctrinas de los neopilagóricos. 7.4, Numeiiio de Apainca y la fusión
entre neopilagorisino y platonismo medio 7.5. El Corpus Hermeticum y
los Oráculos caldeos .
XI. Phítnoy el neoplatonismo 299
PAKTU O C I A VA
LA PATRÍSTICA
LA ELABORACIÓN D E L MKNSAJÜ BÍBLICO V E L FILOSOFAR D E S D E LA FE
T-ARTT DÉCIMA
3. A n s e l m o d e A o s l a 429
3 . 1 . Vida y obras. 3.2. Las pruebas d e la existencia de D i o s . 3.3. D i o s y el
hombre. 3.4. La razón en el s e n o d e la fe.
6. Pedro A b e l a r d o 443
6 . 1 . Vida y obras. 6 . 2 La duda y las reglas de la iuvestigación. 6.3. La
dialéctica y sus funciones. 6 4. La ratio y su papel en la teología. 6.5. Los
principios fundamentales de la ctica. 6.6. hitelligo ut credam.
XVIII. El siglo A ' / / / v les grandes sistematizaciones de la relación entre razón y fe - 461
2. El aristotelismo de A v i c e n a 463
2 1 Avicena: la persona y la obra. 2 . 2 . El ser posible y el ser necesario.
2 3. La lógica de la generación y el influjo d e A v i c e n a .
3. El aristoieJismo d e A v e r r o e s 466
3.1. La persona y las obras. 3.2. El primado de la filosofía y la eternidad
del mundo. 3.3. La unicidad del intelecto h u m a n o . 3.4. Las c o n s e c u e n c i a s
d e la unicidad del intelecto. 3.5, Las primeras c o n d e n a s del aristotelismo.
2. I D E A S BÍBLICAS F U N D A M E N T A L E S CON P A R T I C U L A R I M P O R T A N C I A F I L O S Ó F I C A :
MÁS ALLÁ D E L H O R I Z O N T E DE L O S GRIEGOS
2.2. El monoteísmo
2.3. El creacionismo
2.4. El antropocentrismo
cuerpo de pecado y cesáramos de ser esclavos del pecado. Pues el que eslá muerto, queda
e x e n t o del pecado. Y si h e m o s muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él,
sabiendo que Cristo, una ve?, resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la
muerte no tiene ya señorío sobre el. Su muerte l\ie un morir al pecado, de una vez para
siempre; mas su vida, e « u n vivir para Dios, Así también vosotros, consideraos c o m o muer-
tos al pecado y vivos para D i o s en Cristo Jesús. N o reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo
mortal de m o d o que obedezcáis a sus apetencias. Ni ofrezcáis vuestros miembros como
armas de injusticia ai servicio del pecado, sino más bien ofreceos vosotros mismos a D i o s
c o m o muertos retornados a la vida; y vuestros miembros, c o m o armas de justicia al servicio
de Dios. Pues el pecado no dominará ya sobre vosotros, ya que no estáis bajo la ley sino bajo
la gracia.
Pues el mensaje d e la cruz es una n e c e d a d para los q u e se pierden; mas para los q u e se
salvan —para n o s o t r o s — e s fuerza de D i o s . Porque dice la escritura: «Destruiré la sabiduría
de los sabios, y reprobaré la prudencia d e los prudentes.» ¿ D ó n d e está el sabio? ¿ D ó n d e el
d o c t o ? ¿ D ó n d e el sofista de este m u n d o ? ¿ A c a s o n o e n t o n t e c i ó D i o s la sabiduría del inun-
do? D e hecho, c o m o el m u n d o mediante su propia sabiduría no c o n o c i ó a D i o s en su divina
sabiduría, quiso Dios salvar a ¿os creyentes mediante (a n e c e d a d de la predicación. A s í ,
mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un
Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles: inas para los llama-
dos, lo inismo judíos q u e griegos, un Cristo, fuerza de D i o s y sabiduría d e D i o s . Porque la
necedad divina es más sabia que la sabiduría de los h o m b r e s , y la debilidad divina, más
fuerte que la fuerza de los hombres. [Mirad, hermanos, q u i é n e s habéis s i d o llamados! N o
hay muchos sabios según la carne ni muchos p o d e r o s o s ni muchos de la nobleza. Ha escogido
D i o s más bien lo n e c i o del m u n d o , para confundir a los sabios. V ha escogido D i o s lo débil
del m u n d o , para confundir lo fuerte. Lo p l e b e y o y despreciable del m u n d o ha e s c o g i d o D i o s ;
lo que no es, para reducir a la nada lo que es. Para que ningún mortal s e gloríe en la
presencia de D i o s . D e él os viene que estéis en Crisio Jesús, al cual hizo D i o s para nosotros
sabiduría, justicia, santificación y redención, a fin d e q u e , c o m o dice la escritura: «El que se
gloríe, gloríese en el Señor.» V o , hermauos, cuando fui a vosotros, n o fue con el prestigio d e
la palabra o de la sabiduría a anunciaros el testimonio de D i o s , pues n o me precié de saber
enire vosotros sino a Jesucristo, y éste crucificado. Y me presenté ante vosotros débil, tímido
y l e m b l o r o s o . V mi palabra y mi predicación u o tuvieron nada de los persuasivos discursos
de la sabiduría, sino que fueron una demostración del Espíritu y del poder para que vuestra
fe se fundase, no en sabiduría de hombres, sino eu el poder de Dios. Sin e m b a r g o , hablamos
de sabiduría entre los perfectos, pero no de sabiduría de este m u n d o ni de los príncipes de
este m u n d o , próximo a desaparecer; sino que hablamos de una sabiduría de D i o s , misterio-
sa, escondida, destinada por D i o s d e s d e unles de los siglos para gloria nuesira, desconocida
de t o d o s los príncipes de este m u n d o , pues de haberla c o n o c i d o no hubieran crucificado al
S e ñ o r de la Gloria. Más bien, c o m o dice la escritura, anunciamos «lo que ni el o j o vio, ni el
o í d o o y ó , ni al corazón del hombre llegó, lo que D i o s preparó para los que le aman. Porque a
nosotros nos lo reveló D i o s por m e d i o del Espírilu», y el Espíritu l o d o lo s o n d e a , hasta las
profundidades de D i o s , En e f e c l o , ¿qué hombre c o n o c e lo íntimo del hombre sino el espíritu
del hombre que está en él? D e l mismo m o d o , nadie c o n o c e lo intimo d e D i o s , sino el
Espíritu de D i o s . V nosotros no h e m o s recibido el espíritu del m u n d o , sino el Espíritu que
viene de D i o s , para conocer las gracias que D i o s nos ha otorgado, d e las cuales también
hablamos, no con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino aprendidas del Espíritu,
e x p r e s a n d o realidades cspiriiuales en términos espirituales. El hombre naturalmente no
capta las cosas del Espíritu de D i o s ; son necedad para él. V no las puede e n t e n d e r , pues s ó l o
el Espíritu puede juzgarlas En c a m b i o , el hombre espiritual lo juzga todo; y a él nadie puede
juzgarle. Porque ¿quién c o n o c i ó el pensamiento del S e ñ o r para instruirle? Pero nosotros
p o s e e m o s el p e n s a m i e n t o de Cristo.