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3.

Marco teórico

Para entender la importancia del sueño, se debe tener presente que el sueño
consume la tercera parte de la vida del ser humano y que se ha establecido que, la
privación del sueño puede causar la muerte más rápido que la privación total de
alimentos. Una de las hipótesis más interesantes para comprender la conducta del
sueño como parte del proceso circadiano humano fue propuesta por el geólogo
Michel Siffre, quien en 1962 decidió aislarse en una cueva donde no sabía si era de
día o de noche, ni qué hora era, ni a qué hora ir a dormir. Luego de pasar 63 días
dentro de la cueva, concluyo que, el cuerpo mantiene un horario constante que le
permite dormir y despertar en intervalos regulares, lo que dio inicio a la
cronobiología.

3.1 Funciones del sueño

Se ha discutido mucho acerca de la función del sueño, antes se consideraba


que las horas de sueño, eran horas perdidas e improductivas; sin embargo
actualmente conocemos que el sueño cumple variadas funciones de acuerdo a la edad
y al individuo; en niños pequeños el crecimiento y la maduración neurológica se
realizan durante el sueño; a lo largo de toda la vida el sistema inmunitario se repara
durante las horas de sueño, así como se lleva a cabo la consolidación de la memoria,
la regulación de la temperatura corporal y el metabolismo; entre otras funciones
(Carrillo, Ramírez y Magaña 2017).

Los seres humanos al nacer requieren una gran cantidad de horas de sueño, se
estima que un recién nacido necesita dormir de 16 a 18 horas por día. Estos valores
van disminuyendo progresivamente con el paso del tiempo hasta estabilizarse en 8
horas al día en los adultos normales aproximadamente. En adultos mayores, la
cantidad de horas vuelve a decrecer terminando alrededor de las 6 horas diarias.

Sin embargo, la edad no es la única variable que afecta la cantidad de horas


que debe dormir una persona idealmente, existe a su vez un complejo sistema de
influencia genética en el que se pueden identificar diversos patrones de sueño en el
adulto: corto (duermen menos de cinco horas y media), intermedio (duermen entre
siete y ocho horas diarias) y largo (duermen más de nueve horas al día) (Moorcroft,
1993); diversos estudios sugieren que los patrones tienen una base genética y que
determinaría el número promedio de horas que requiere dormir cada ser humano
(Benoit, Foret, y Bouard, 1983); encontrando diversos estudios que las personas con
patrones cortos y largos tienen mayor riesgo de mortalidad a largo plazo, en relación
a los que tienen un patrón de horas de sueño intermedio (Grandner, Hale, Moore y
Patel, 2010). Asimismo, aunque podemos postergar el sueño por algunas horas,
eventualmente nos quedamos dormidos, ya que el cerebro ha desarrollado un
complejo sistema de reloj interno denominado ritmo circadiano que nos permite tener
un ritmo de despertar y de dormir de manera regular a lo largo de nuestra vida.

3.2 Neurobiología

Si bien recién se está empezando a entender el funcionamiento del sueño, las


observaciones de su constancia a través de las especies y las múltiples consecuencias
de una disminución en su calidad o cantidad, indicarían que es un complejo proceso
fisiológico, relacionado con la preservación de la homeostasis y la neuroplasticidad,
que es regulado globalmente y localmente por mecanismos tanto celulares como
moleculares (Zielinski, McKenna y McCarley, 2017).

Un mecanismo reconocido es la oscilación y el balance entre sustancias


promotoras del sueño en contraposición a otras promotoras de la vigilia.

Como sostiene cita Chokroverty (2017) La dopamina juega un rol importante


en el mantenimiento de la vigilia, mientras que la histamina, otro neurotransmisor
excitatorio, es fundamental en el mantenimiento del estado de alerta; mientras que las
orexinas promueven la vigilia junto al glutamato el mayor neurotransmisor cerebral
que se regula tanto química como eléctricamente. Contrariamente, GABA es el
principal neurotransmisor inhibitorio y, junto a la adenosina, induce el sueño NREM,
mientras que la glicina interviene en el control de la atonía en el sueño REM.

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Hoy en día se considera que el sueño tiene relación con el ciclo del día y la
noche, lo que en los seres humanos se ha denominado ritmo circadiano que tiene una
duración aproximada de 24 horas, lo que regula nuestro reloj interno.

3.3 Etapas del sueño

Cada noche, mientras dormimos, pasamos por diferentes fases o estadios de


sueño que se suceden con un patrón repetido a lo largo de cuatro a seis ciclos de
sueño durante toda la noche. Según Carrillo et al. (2017), todos estos estadios se
incluyen en dos grandes fases de sueño, con grandes diferencias en cuanto a
actividad muscular, cerebral y movimientos oculares:

3.3.1 Sueño No MER:

Fase I (ahora denominada N1): es una etapa intermedia, entre despierto y


quedándose dormido, en ella es fácil despertarse, la actividad muscular disminuye
paulatinamente y pueden observarse algunas breves sacudidas musculares súbitas. En
el electroencefalograma (estudio que mide la actividad oscilatoria neuronal, se suele
hacer mención a este mediante las siglas EEG) se observa actividad de frecuencias
mezcladas, ondas de bajo voltaje y algunas ondas agudas. Esto quiere decir que
durante esta fase la oscilación neuronal varía entre su actividad normal y una más
lenta.

Fase II (ahora denominada N2): en el EEG se caracteriza por que aparecen


patrones específicos de actividad cerebral llamados husos de sueño y complejos K
donde las ondas de actividad son más lentas y de mayor amplitud. Esto representa un
estado de escasa actividad cerebral y relajación. Físicamente la temperatura, la
frecuencia cardiaca y respiratoria comienzan a disminuir paulatinamente.

Fases 3 y 4 o sueño de ondas lentas (en conjunto llamadas fase N3): esta es la
fase de sueño No MOR más profunda, y en el EEG se observa actividad de
frecuencia muy lenta.

3.3.2 Sueño REM (ahora llamado fase R):

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Se caracteriza por la presencia de movimientos oculares rápidos (REM);
físicamente el tono de todos los músculos disminuye, así mismo la frecuencia
cardiaca y respiratoria se vuelve irregular e incluso puede incrementarse. Durante el
sueño REM se producen la mayoría de las ensoñaciones (lo que conocemos
coloquialmente como sueños), y la mayoría de las personas que despiertan durante
esta fase suelen recordar vívidamente el contenido de estas.

Los científicos aseguran que este ciclismo es muy similar a lo que ocurre
también en el día, donde se presentan elevaciones y descensos del nivel de alerta. Si
se llegara a bloquear selectivamente la etapa del sueño MOR al inicio de esta, el
sujeto se quedaría con la sensación de no haber descansado de manera suficiente y se
establecerá una “deuda de sueño MOR” que puede ir acumulándose en caso de que
se repita (Siegel, 2009).

3.4. Alteraciones del sueño

Las alteraciones del sueño constituyen un grupo numeroso y heterogéneo de


procesos. Hay muchísimas enfermedades que cursan con algún trastorno del sueño
como uno más de sus síntomas. De hecho, es difícil encontrar alguna enfermedad que
no altere en nada el sueño nocturno o la tendencia a dormir durante el día. Teniendo
en cuenta esto, desarrollamos a continuación las que consideramos más relevantes a
nuestra investigación:

3.4.1 Insomnio

El insomnio es el más frecuente de todos los trastornos del sueño en la


población general. Por insomnio entendemos la persistente dificultad para la
conciliación o el mantenimiento del sueño, despertar precoz. o un sueño poco
reparador, a pesar de disponer de condiciones adecuadas para el sueño; además, para
el diagnóstico de insomnio, es necesario que tales dificultades produzcan en el
paciente al menos una de las siguientes molestias diurnas: fatiga o sensación de
malestar general, dificultad para la atención, concentración o memoria, cambios en el
rendimiento socio-laboral (o escolar, en el caso de los niños), alteraciones del ánimo

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o del carácter, somnolencia, disminución de la energía, motivación o iniciativa,
propensión a cometer errores en el trabajo o en la conducción de vehículos, síntomas
somáticos como tensión muscular o cefalea, y preocupaciones, obsesiones o miedos
en relación con el sueño (Krystal, 2004).

En los adultos, las quejas más habituales son la dificultad para la


consolidación o el mantenimiento del sueño, y la existencia de largos periodos de
vigilia durante la noche. Menos frecuentemente, las quejas de insomnio son referidas
como sensación de sueño poco reparador o de baja calidad, a pesar de que el tiempo
de sueño es percibido como normal o adecuado.

3.4.2. Hipersomnias

Esta sección incluye un grupo de enfermedades caracterizadas por la


incapacidad para mantenerse despierto y alerta durante la mayoría de las situaciones
del día, que no es atribuible a ninguna dificultad para descansar. Muchas veces
conllevan un aumento en el tiempo total de sueño diario, sin que ello suponga una
sensación de sueño reparador. En otros casos conlleva un comportamiento
automático que no impide realizar actividades durante el estado de somnolencia.

Narcolepsia con cataplejía o síndrome de Gelineau: Se caracteriza por una


excesiva somnolencia diurna y cataplejía. Muchos de sus síntomas se deben a una
inusual propensión para pasar, y de forma muy rápida, del estado de alerta a la fase
de sueño REM, y para experimentar eventos del sueño REM disociados.

El primer síntoma en aparecer, y el más incapacitante, es la somnolencia


diurna; se caracteriza por siestas repetidas o entradas repentinas en sueño durante el
día. Típicamente, los pacientes duermen durante un periodo corto de tiempo y se
despiertan descansados, pero a las 2 ó 3 horas vuelven a presentar somnolencia,
repitiéndose este patrón numerosas veces a lo largo del día. El otro síntoma
característico, la cataplejía, se caracteriza por una pérdida brusca del tono muscular,
provocada por emociones fuertes y habitualmente positivas. Puede ser localizada o
afectar a todos los grupos musculares del esqueleto, salvo los músculos respiratorios,

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que no se afectan nunca. Su duración suele ser de segundos o pocos minutos, y la
recuperación es inmediata y completa.

Otros síntomas que pueden aparecer son la parálisis del sueño, alucinaciones
hipnagógicas, sueño desorganizado o conductas automáticas. La parálisis del sueño
se caracteriza por una incapacidad generalizada y transitoria para moverse o hablar;
ocurre fundamentalmente durante la transición sueño-vigilia; y el paciente recupera
el control de su musculatura en unos pocos minutos. Las alucinaciones hipnagógicas
consisten en sueños muy vivenciados que ocurren especialmente al inicio del sueño,
y que cursan con fenómenos visuales, táctiles y auditivos.

Existen la narcolepsia sin cataplejía, caracterizada por siestas repetidas y


reparadoras durante el día con un sueño nocturno conservado, y la narcolepsia debida
a alteraciones médicas o neurológicas, como en casos de tumores.

Sueño insuficiente inducido por el comportamiento: Consiste en la


somnolencia secundaria a una deprivación crónica del sueño, voluntaria, pero no
buscada directamente, derivada de comportamientos que impiden alcanzar la
cantidad de sueño necesario para mantener un adecuado nivel de vigilia y alerta
(Gállego, Toledo, Urrestarazu e Iriarte, 2007)

3.4.3 Alteraciones del ritmo circadiano

El cuerpo trata de sincronizar el ciclo de sueño y vigilia con señales del


entorno, como los momentos de luz y oscuridad en el exterior, cuando el ciclo de
sueño y vigilia no está sincronizado con el entorno, pueden aparecer dificultades para
dormir y el sueño puede ser de mala calidad. Los trastornos del ritmo circadiano
pueden ser temporales y deberse a los hábitos de sueño, el trabajo o un viaje. Un
trastorno del ritmo circadiano también puede ser a largo plazo y puede estar causado
por la edad, los genes o una afección médica. Algunos trastornos del ciclo circadiano
son:

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Síndrome de la fase del sueño retrasada: Se caracteriza por un retraso mayor a
dos horas en los tiempos de conciliación del sueño y despertar, en relación con los
horarios convencionales o socialmente aceptados que no afecta la estructura del
sueño. Los individuos afectados tienen con frecuencia problemas socio-laborales, ya
que sus horas de mayor actividad suelen ser las de la noche. En estos individuos
están también retrasados otros ciclos biológicos circadianos, como son el de la
temperatura y el de la secreción de melatonina (Gállego et al. 2007).

Síndrome de la fase del sueño adelantada: Es menos frecuente que el


síndrome de la fase retrasada. Los periodos de conciliación del sueño y de despertar
son muy tempranos o precoces con respecto a los horarios normales o deseados. Los
sujetos que padecen este síndrome suelen quejarse de somnolencia durante la tarde y
tienen tendencia a acostarse muy pronto, y se despiertan espontáneamente también
muy temprano por la mañana. Cuando se acuestan muy tarde, por factores exógenos,
sufren un déficit de sueño, ya que su ritmo circadiano les despierta igualmente pronto
(Gállego et al. 2007).

Jet Lag o alteración del sueño por viajes con cambio de uso horario: Se
caracteriza por un desajuste entre el ritmo circadiano propio de sueño-vigilia y el
patrón de sueño-vigilia de una zona geográfica determinada, derivado de un
desplazamiento de gran distancia en un corto periodo de tiempo. El ritmo circadiano
permanece anclado en el horario del punto de partida, y se ajusta lentamente al
horario del punto de llegada.

3.4.4 Parasomnias

Las parasomnias son trastornos de la conducta o comportamientos anormales


que tienen lugar durante el sueño.

Despertar confusional: Los individuos que sufren este trastorno se despiertan


desorientados en tiempo y en espacio, y con una marcada disminución de la atención
y de la respuesta a los estímulos; habitualmente suelen presentar también cierto

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grado de amnesia. Los episodios confusionales pueden durar desde algunos minutos,
lo más frecuente, hasta varias horas.

Sonambulismo: Este trastorno consiste en el desarrollo de una secuencia de


comportamientos complejos que habitualmente incluyen el caminar. Antes de
comenzar a caminar, los individuos pueden sentarse en la cama y mirar alrededor de
una forma confusa. Además, pueden llevar a cabo otras conductas aprendidas durante
la vigilia, e incluso adoptar comportamientos agresivos. Durante los episodios, los
sujetos se encuentran profundamente dormidos, siendo difícil despertarles del sueño;
cuando esto se consigue, suelen encontrarse confusos, y no recordar lo ocurrido.

Parálisis del sueño aislada: Consisten en una incapacidad para hablar y


realizar cualquier movimiento voluntario con la cabeza, el tronco o las extremidades,
debido a una pérdida completa del tono muscular. Los episodios suelen suceder al
inicio de las fases de sueño REM o en la transición sueño-vigilia. Pueden durar unos
segundos o incluso minutos. Durante los mismos, especialmente si son los primeros
episodios, el sujeto puede experimentar intensa sensación de ansiedad, y puede
también tener alucinaciones (Gállego et al. 2007).

Pesadillas: Son ensoñaciones muy vivenciadas, de contenido desagradable, y


que producen una importante sensación de miedo, despertándolo en muchas
ocasiones. Ocurren durante la fase REM del sueño, y a diferencia de los terrores
nocturnos, predominan en la segunda mitad de la noche y el sujeto suele recordar y
es consciente de lo sucedido cuando se despierta.

3.4.5 Movimientos anormales relacionados con el sueño

Síndrome de piernas inquietas: Es un trastorno del sueño caracterizado por


una necesidad imperiosa e irresistible de mover las piernas. Aparece en la transición
vigilia-sueño, cuando el paciente está todavía despierto, dificultando la conciliación
del sueño al principio de la noche o tras los despertares nocturnos. Aunque, como su
propio nombre indica, afecta predominantemente a las extremidades inferiores, los

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síntomas pueden presentarse también en los miembros superiores (Gállego et al.
2007).

Bruxismo: Durante el sueño es frecuente que se produzca una contracción de


los músculos faciales provocando un cierre enérgico de la mandíbula superior e
inferior. Estas contracciones pueden ser aisladas y sostenidas (contracción tónica) o
pueden cursar como series repetitivas y rítmicas (actividad muscular masticatoria
rítmica). Si estas últimas son muy intensas, el golpeteo de las piezas dentales puede
producir un ruido. Ello puede provocar un desgaste del esmalte dental, dolor dental o
mandibular, alteraciones de la articulación (Gállego et al. 2007).

3.5. Problemas relacionados con la falta de sueño

El sueño es una necesidad biológica y actúa como neuroprotector para el


organismo, puesto que durante el tiempo en el que dormimos se dan múltiples
procesos neurológicos que reparan al organismo. Es por esto que el déficit de horas
de sueño genera desajustes de toda clase tanto a nivel físico como psicológico.

Entre los problemas psicológicos asociados a la falta de sueño se encuentran


la fatiga emocional que hace que la persona se vea desbordada rápidamente ante
cualquier contratiempo y adopte una actitud hostil a través de explosiones de ira
injustificada, un estilo comunicativo pasivo-agresivo y el uso de reproches. Se añade
también la frustración, puesto que tanto enfadados como tristes y cansados los
sujetos no se ven capaces de seguir adelante con sus tareas, sintiendo que tardan más
en hacerlas o que las están haciendo mal debido a la dificultad que presentan para
concentrarse y mantener esta concentración. Esto último también se debe a la falta de
calidad de sueño, que reduce la agilidad mental y, consecuentemente, contribuye a
que no se piense con claridad, imposibilitando rendir satisfactoriamente.

A medio y largo plazo, pueden llegar a surgir síntomas vinculados a los


estados depresivos y ansiosos; sobre todo, el aplanamiento afectivo y un estado
similar a la abulia (falta de capacidad de sentir motivación y falta de iniciativa para
involucrarse en tareas que no sean estrictamente obligatorias). Esto, a su vez,

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conduce a malos hábitos que agravan el problema ya que las personas que sufren un
desajuste emocional por ansiedad o por síntomas depresivos son más vulnerables a
las adicciones. Esto se debe a que estas se plantean como una manera aparentemente
rápida de ocultar el malestar al instante (aunque a medio y largo plazo generan
mucho más malestar del que evitan en esos instantes).

En el peor de los casos pueden surgir síntomas psicóticos, como


las alucinaciones y pensamientos de tipo delirante generados por un estado mental
alterado. Esta clase de alteraciones reflejan un funcionamiento muy afectado del
cerebro, y deben ser atendidos inmediatamente por profesionales de la salud.

En lo que respecta a los problemas físicos, Los trastornos del sueño son un
factor de riesgo importante que provocan todo tipo de dolencias, que van desde
la obesidad hasta enfermedades cardiovasculares. Asimismo, cuando se duerme poco
las defensas bajan y las personas se vuelven más débiles, lo que las hace más
propensas a padecer enfermedades debido a la falta de fuerza del sistema
inmunológico.

De la misma manera, hay estudios que demuestran que dormir poco influye
en el metabolismo de las personas, ya que al tener menos horas de sueño ingieren
más alimento de lo normal. Es por eso que las personas neurolépticas tienden a ser
obesos y los que padecen apnea del sueño generalmente obesos. Las personas que
padecen sonambulismo comen también de noche consciente o inconscientemente y
ese es el motivo por el que aumentan de peso.

Por otra parte, durante el periodo de crecimiento las necesidades del sueño de
las personas son mayores, ya que es en esa fase donde se desarrolla el aprendizaje, y
se necesitan más horas para consolidar la memoria. Además, en esta etapa de la vida,
la hormona de crecimiento se produce durante las horas del sueño. Estos dos factores
hacen que el sueño en los niños sea esencial.

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