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Población actual:
La población actual de la etnia garífuna es difícil de estimar con precisión, ya que no
existen cifras oficiales actualizadas en todos los países donde residen. Sin embargo, se
estima que hay alrededor de 600,000 garífunas en todo el mundo, concentrados
principalmente en países como Honduras, Belice, Guatemala, Nicaragua y Estados
Unidos.
De ellos, la mayoría reside en Honduras, donde se estima que hay alrededor de
400,000 garífunas. En Belice, la población garífuna se estima en alrededor de 15,000
personas, mientras que en Guatemala se estima en alrededor de 10,000. En Nicaragua,
se cree que hay alrededor de 2,000 garífunas, y en Estados Unidos, la población
garífuna se concentra principalmente en ciudades como Nueva York, Los Ángeles y
Nueva Orleans.
A pesar de ser una minoría étnica, los garífunas han logrado mantener y preservar su
cultura y tradiciones a lo largo de los siglos. En los últimos años, la etnia garífuna ha
ganado mayor visibilidad y reconocimiento en la región, y se ha trabajado para proteger
sus derechos y promover su inclusión en la sociedad.
Situación actual:
Uno de los principales desafíos que enfrentan los miembros de la etnia garífuna es la
discriminación y la marginación social. A menudo son objeto de prejuicios y estereotipos
negativos, y se les niega el acceso a oportunidades económicas y educativas. Además,
muchas comunidades garífunas carecen de infraestructuras básicas, como agua
potable, electricidad y atención médica adecuada.
Otro desafío importante es la amenaza a sus territorios y recursos naturales. Las
comunidades garífunas han luchado durante décadas para proteger sus tierras
ancestrales de la explotación y el desarrollo sin control, pero aún enfrentan muchos
obstáculos en este sentido. Las empresas turísticas, los proyectos de desarrollo, la
minería y la tala ilegal son algunas de las principales amenazas a los territorios
garífunas.
A pesar de estos desafíos, los garífunas continúan luchando por sus derechos y su
inclusión en la sociedad. Han trabajado para obtener reconocimiento legal de sus tierras
y recursos naturales, y para promover el desarrollo sostenible y la preservación de su
cultura y tradiciones. Además, la comunidad garífuna está cada vez más organizada y
movilizada, y ha logrado ganar apoyo de grupos de derechos humanos y ambientales.