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Un gran bullicio aturdía mis oídos, las luces cegaban casi por completo mi campo de

visión. Deje de escuchar el molesto bullicio de la gente, mis extremidades se movían


involuntariamente al son de la música, la euforia se apoderó de todo mi ser; en ese
instante solo era yo y esa melodía electrizante recorriendo mis oídos, viendo a mi
alrededor más personas hipnotizadas por la música, dejándose llevar por la melodía.
Las luces parpadeaban diversos colores, me sentía tan extasiado, el parpadeo de las
luces se volvía cada vez más rápidas y cambiantes. Una sensación de temor llego a mi
cuerpo, la música se dispersaba en cada pestañeo, unos molestos zumbidos torturaban
mis odios, «¿qué está pasando?», fue el único pensamiento que recorría en mi mente.
Los movimientos en sintonía con la música de la gente a mi alrededor dejo de tener
sentido, cada vez se movían más lento; sentí el temblor en mis manos, una punzada
penetro mi pecho, latido tras latido el dolor se intensificaba, apreté mi mano contra mi
pecho, el dolor de un solo segundo parecía una eternidad. Mis parpados se hacían cada
vez más pesados, un olor peculiar inundó mis fosas nasales, era un olor asfixiante, me
sentía morir, no podía reconocer el olor nuevo, era tan extraño, parecía el olor de algo
podrido, algo sin vida. Mis parpados se cerraron de golpe…lo último que pude oír fue
un grito, uno muy desgarrador, uno que desgarraría la garganta del que lo intentase.
—Jean, Jean, despierta— abrí los ojos de golpe. «¿Qué fue eso?». Sentí algo rozando mi
piel, palpé la textura, era áspero y rasposo, no podía ver nada, todo era borroso y
estaba muy oscuro. Lograba divisar una luz blanca en los más alto, intente moverme,
no podía, tenia el cuerpo entumecido. Sentía la presencia de alguien más en este lugar
tan extraño —Jean, Jean, la mente tus miedos— esa voz rara llamaba mi nombre
nuevamente, pero ahora con algo más, no podía entender lo que me quería decir, no
podía en ese momento. Una punzada en el estómago me saco de mis pensamientos, fije
la mirada, una silueta se iba acercando a mí de apoco, ahora lo veía. La silueta estaba
envuelta por una espesa niebla, se acercaba cada vez más rápido, las palpitaciones de
mi corazón iban a mil, mi respiración era cada vez más rápida, las manos me sudaban,
un paso, dos pasos, tres pasos, la silueta estaba en frente de mí, la observé fijamente, no
tenia rostro, tampoco un cuerpo físico, era mas bien como una sobra. Mi respiración
agitada, las palpitaciones del corazón y el miedo obligaron a mi cuerpo moverse, me
levanté, corrí lo más rápido que pude, mientras más avanzaba la luz me iba
abandonando, podía sentir claramente la presencia de ese ser a mis espaldas, un
escalofrió recorrió mi cuerpo, corrí y corrí, —¡Maldita sea!— una pared me impedía el
paso, claramente esa presencia estaba detrás de mí y no pensaba dejarme escapar.
Golpe la pared como si fuera derribarse por obra y arte de magia. Una mano se posó en
mi hombro —¡Espérame!, ¡no me dejes!— la supuesta presencia sin forma física había
hablado, lo que me aterrorizaba más era el hecho de que eso ya era de carne y hueso.
Temblando, giré lentamente. Ya no había nada, caí de rodillas apoyando mi espalda
sobre la pared, unas lagrimas resbalaron por mis mejillas, mi respiración se hacia cada
vez más lenta, volví a ver a ese destello de luz en el cielo, la luna, su luz abrasaba mi
cuerpo, no tenia ni remota idea de que había pasado. En un abrir y cerrar de ojos la luz
de la luna había desaparecido, la niebla se había dispersado por completo, pero cuando
creí haber visto algo empecé a caer por un vacío oscuro, cuando mis pies tocaron una
superficie, de inmediato reconocí el lugar, era la discoteca en donde ya había estado
antes.
Mis ojos se abrieron de par en par, la discoteca estaba inundada de cadáveres en
descomposición, era la gente que antes estuvieron bailando, intente caminar, pise un
vidrio, era el vidrio de los focos de los reflectores estos yacían en el suelo, estaban
viejos y rotos, como si hubiera pasado mucho tiempo, la barra de bebidas estaba
grafitada, seguí avanzando y vi a alguien recostado tembloroso en un rincón del local.
No lo podía creer, miles de pensamientos aturdían mi mente, esto no era posible, ¿por
qué? La persona que estaba allí en ese estado tan deplorable era…yo,
no lo podía creer
. Nada tenía sentido,

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